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COLECCIÓN
DE DOCUMENTOS INÉDITOS
PiRA LA HISTORIA DB ESPAI^A.
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COLECCIÓN
PARA
LA HISTORIA DE ESPAÑA,
Individuos de la Academia de la Bistoría.
Tomo XXV.
MADRID.
IMPHENTA DE LA VI«DA DE CALERO.
IIS4.
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,, Google
HISTORIA
CONDE PEDRO NAVARRO,
GENERiL DE INFANTERÍA , MARINA É INGENIERO,
EN LOS REINADOS DE
T ttl
DOÜA mu T St HIJO DON (ARIOS.
Duetm Gallomm parrn ucutaa.
CaplMn que tigoü el pinlda [rincéi.
Su EriTtrio.
POK
SOV ISABTIH SE LOS BEBOS,
^
Va ¡lastrada con documentos, con el retrata de Pedro Navarro y un
facsliiiile de una carta saya aatúgrafa.
DglizecbyGoOglC
D,.i,„.b,Googlc
ADVGRTENCU PRELIMINAR.
Hace muchos afios que puse fia á esta HUtoría
del CoDde Pedro Navarro, comenzada en tierra 93-
traSa. Un día qae por casaalídad hablé de ella en el
palacio del Senado con mi compa&ero é ilustre ami-
go el Señor Don Martin Fernandez de Navarrete,
me dijo que el Seffor Don José de Vargas Ponce,
Director que fué de la Academia de la Historia , se
había ocupado del mismo asunto, y que me facili-
taría el manuscrito. Me le entregó con efecto, y
TÍ que el Señor Vargas habla llevado su obra hasta
el fin ; pero dejando sin corregir la mayor parte de
ella j en términos de no ser fácil comprenderla
otro que el mismo autor. En cuanto á los escrito-
res que conveniaD al objeto , así el Señor Vargas
conao el que esto escribe , claro es que podrían ser
los mismos, como Guiccíardiní , Jovio, Zurita, y
entre los inéditos Gonzalo Fernandez de Oviedo,
zecbyG00¿ílC
Pedro de Torres, etc. ; mas el Señor Vargas, que
según parece escribió en 1810, tuvo á su disposi-
ción la celebré Biblioteca de Don Luis de Salazar
que, habiendo pasado intacta ála Nacional, noha-
bia sufrido todavía los estravfos, y aun podemos
añadir sustracciones posteriores, con su vuelta al
monasterio de Monserrat en 1814, con su regreso
á la Nacional en 1821 , su traslación al Monasterio
otra vez en 1824, y su entrega á la de Cortes y
vuelta á la de la Academia después de 1836. De
aquí es que encontrando entre los documentos co-
piados por el Señor Vargas algunos, que no existen
en el día , aunque anotados en el índice de MM. SS.
de la Biblioteca Nacional, se han indicado en sus
respectivos lugares por lo que aclaran y aun confír-
inan los hechos de que se trata. Por lo demás y sin-
tiendo, como se debe sentir, que el Señor Vargas
Ponce , pues que sobrevivió bastantes años todavía,
no hubiese en sus dias llevado á cabo , á causa de
sus persecuciones políticas tal vez, la orden de la
Regencia de 13 de enero de 1814, para que se im-
primiera asi su Vida de Pedro Navarro como la de
Don Hugo de Moneada (1); si se comparase su ta-
rea con la que hoy se publica, se vería sin duda su
(1) Torao 23, número t.* de esta Ooleccíon.
.yCoOglc
superioridad en el eslilo ; la mayor importancia que
como marino dio á las campañas marítimas de Na-
varro. Tal cual es sin embargo nuestro trabajo, y
no obstante que en el retiro de tantos anos no ha
sido fácil enriquecerle con noticias relativas á los
adelantamiento de nuestra infantería principalmente
en la época de Pedro Navarro , sale á la luz pública
á instancia de algún amigo; siquiera porque se sepa,
qaien fué aquel hombre extraordinario, y para que
en tiempos en que fueron desgraciadamente fre-
cuentes las deserciones militares y políticas, se co-
nozca cual era sobre los tornadizos, la opinión
de nuestros antepasados. Yalmaseda 1.* de julio
de 185^,
'íltttttiit De foi 9€eto4.
zecbyGao¿ílc
„Googlc
HISTOHIA
PEDRO NAVARRO, CONDE DE OLIVETO,
SN EL BBIHO DE ÑAPÓLES.
rnilERA EFOQA.
Desde I4«0 i 1499.
Reprimidos por los muy esclarecidos Fernando é Isa^
bel aquellos bandos y nobles ambiciosos que , descono-
ciendo el amor á la patria, perturbaron á Castilla y á laa
tres provincias Vascongadas en los reinados , especial-
mente de Juan II y de Enrique [V, entre la mucbedum-r
bre de capitanes insignes y funcionaríos ilustres , que del
vulgo ó de la mas modesta hidalguía salieron á dar gloria
y poder á la renaciente España, aparece como en pri-
mer término un aventurero llamado Pedro Navarro. Su
historia que nos proponemos ordenar con lo que los na-
cionales y mas los extranjeros admirados escribieron , no
llamará tanto la atención por su valor y proezas «n la mar
zecbyG00¿ílC
12
y cntiiina y dcbnjo de tierra, como porque su trágico fin,
á pesar del alto lugar y reputación de que gozaba, nos
confirma en que el patriotismo, aunque de reciente data,
imponía ya deberes, cuyo desvio , aun mediando excusas
tolerables, se castigaba con inflexible rigor.
A pesar de quo en su epitafio le llamaron cántabro ;
de que el obispo c historiador Paulo Jovio que le cono-
ció y trató familiarmente dijo en su elogio, refiriéndo»e
á lo que él mismo le contó, que según costumbre de la
Cantabria, anduvo algún tiempo embarcado (1): que
Gaspar de Baeza, traduciendo ese elogio no muchos años
después de escrito, puso Vizcaya por Cantabria (2) : que
el caballero Brantome, á quien debemos la publicación
de su epitafio y su traducción en francos, empleó la pa-
labra vizcaíno por cántabro, habieiido conocido en Ñá-
peles algunos militares quo alcanzaron á Navarro (3):
que éste en la correspondencia con el Rey Católico se ti-
tulaba su /iel vasallo ( 4) ; y que prescindiendo de lo que
mas adelante apuntaremos, no estando el reino de Na-
(1) Pauli Jovii, etc. Elogia virontm betliea virtut» Ulualrium,
lib. 6. P«lriM Navarnu familiariter miiem nobit cognitus {ut
ipM dicebatj navali disciplinre, u( in Cantabria moris tit, i«se ati-
quamdiu dedil,
(2) Elogios ó vidas breves de los caballeros antiguos y moder-
nos etc. Traducidos por el liceociado Gaspar de Baeza. Granada
1568, pág. 164. A Pedro Navarro cmociio familiarmente y de-
clame que como es uso en Viieaya se diá algunos dias á andar por
la mar. Según D. Nicolás Antonio, Baeza, qae en 1 562 habia ya tra-
ducido y publicado en Salamanca )a {.* y 2.* parlo de las Histo-
rias de Jovio , murió de 30 años.
(3) Brantome , Vies det Grandi Capitaines etrangert et frangoii,
D. Pedro da Navarre. Ossibus et memoriie Petri Navarri Cantabri
Aux os el á la memoire de D. Pedro de Navarre Biscain,
(4) Véase el Documento núm. I.
zecbyG00¿ílC
15
varra uoido todavía á los demás de España , cuando Na-
rarro mandaba sus ejércitos y armadas, no parece razo-
nable que á un extranjero se connáran cargos tan impor-
tantes, no faltando nacionales muy aptos para llenarlos;
prevalece la opinión de que verdaderamente fué navarro.
El mas respetable testimonio que para esto hemos
encontrado es el del capitán Gonzalo Fernandez de Ovie-
do. Tratando este muy apreciable escritor de las empre-
sas y valor de su contemporáneo Pedro Navarro, cuenta
en sus Quincuagenas, hasta el dia no publicadas por la
imprenta, haber sido navarro por su nacimiento é hijo de
un hidalgo llamado Pedro de Roncal que él conoció (i ).
Quizás de aquí derivase decir el historiador de Carlos V
y obispo de Pamplona Seftor Sandoval y otros escritores
del siglo XVlI, que nuestro conde no soto se llamaba
Pedro de Roncal , sino que habia nacido en el vallo de
. su apellido en Navarra (2); adelantándose los genealo-
gislas en aquel siglo y los analistas navarros en el si-
guiente á dar por cosa cierta y sentada que nació en la
viUita de Carde, una de las siete que constituyen la reu-
nión ó comunidad del valle de Roncal ; que su verdadero
nombre era Pedro de Yerelerra , que en vascuence sig-
niñea clérigo y que su descendencia al tiempo en que es-
cribían se conservaba en el poseedor de la casa de aquel
apellido (3).
(1) Quinquagma 1.' Eítancia 39. p&g. 9í. HS. en la Bibliote-
ca nacional.
(S) Sandoval, Historia de Carlos V, tomo 2, líb. 17, § 20.
García de Góngora, Historia apologética y Deseripcion del reino de
Navarra, liK 2, cap. 3, §2, pág. 14, v.
(3) Aleson , continuador de los Annales de Navarra del P. Mo-
rel, lib. 35, cap. 13, § 2, mira. 6, pág. 177. Elizondo, Epitome de
los Annalet, lib. k, cap, 6, pág. 615.
zecbyG00¿ílC
Í4
Es probable que las memorias y escritos calificados
do aulénlicos por los mencionados analistas , que en
ellos croian encontrar la fe necesaria en este punto , no
sean por ventura una genealogía de los dos apellidos de
Navarro y Verelerra , que se lee en la Hisloria del Cole-
gio viejo de San Bartolomé de Salamanca. Eo ella, y con
el empeño que se advierte de que, contra el espíritu del
caritativo y benemérito fundador , brillen mas los cole-
giales por su alcurnia que por sus letras, se cuenta que
D. Diego Antonio Navarro.de Vereterra, recibido colegial
en 8 de diciembre de 1685, era sexto nieto de D. Juan
Sanz de Vereterra, hermano tercero de nuestro conde
Pedro Navarro. Estos dos hermanos se quiere que fueran
hijos de Pedro Suarez de Vereterra , Coronel ó Almirante
del valle de Roncal, nietos de Sancho Roncal de Vere-
terra y biznietos de Pedro Sanz de Vereterra y de Doña
Catalina López Urriqui , tjue por los años de 127i vi- .
vian en el lugar de Carde en Roncal ; y como sí ya tanta
antigüedad no bastara para ennoblecer no digamos á un
colegial que comenzaba sü carrera ni aun á nuestro con*
de , cuyo esfuerzo fué tan grande , sino á muchos magna-
tes y Príncipes ; todavía el genealogísta y el crédulo his-
toriador del colegio remontaron la ascendencia del cole-
gial basta Garci Sánchez de Vereterra, que acaudillando
á la gente roncalesa hacia el año de 785 , venció en
Olast al Bey moro de Córdoba Abderraman , que trataba
de penetrar en la Galia gótica , y perdió en la tentativa
su cabeza (i).
(i) Historia rfet CoUgio vitjo da San Bartolomé por D. Fian-
cisco Buiz de Vergara , aumeouda por e) marquéG de Alveotos.
Madrid, 1766, tomo 2.% núm. 100, pág. 519 y 524.
zecbyG00¿ílC
15
Para ser iloatre la familia de los marqueses de Gazta*
naga, á la que parece pertenecer esla genealogía , no ne-
cesita mendigar Falsos timbres tan antiguos, cuando tos
tiene muy propios y muy seguros. Nada diremos de su
poco justificado enlace con el conde Pedro Navarro , por-
que no es posible justificarle cuando el mismo conde y su
padre le rechazan. Ni aun el menor indicio apareció hasta
el dia de que hubiesen usado alguna vez del apellido de
Vereterra ; y lo que el genealc^isia añade acerca de que
Garci Sánchez de Vereleira después del suceso de Olast
agregó á los doa ptnoi sobre doa rocas de sus armas una
cabeza alusiva á la de Abderroman , al paso que sirve
para probar la Falsedad de la genealogfa con la falsedad
de los sucesos y de las circunstancias en que se apoya,
nos sirve también de prueba de que Pedro Navarro no
tuvo el apellido de Vereterra, pues desconoció entera-
mente sus armas. Aun cuando la batalla de Olast suce-
diera, que ni está probado ni es tampoco fácil de asegu-
rar que en el siglo VIII y en Roncal , ó sea en lo mas ás-
pero y encrespado de los Pirineos navarros, ocurriera una
batalla» fué sin duda muy posterior al tiempo en que se
supone. Tan doctamente como acostumbra lo demostró
el Mtro. Risco en su Va$c<mia contra el P. Uoret (1 ), á
quien sigue el genealogista ; y no habiéndose comenzado
á usar en Navarra las armas y los blasones, según el mis-
mo analista , sino unos quinientos años antes de que él
escribiera sus Investigaciones históricas , en que lo in-
dica (2); ya el suceso de Olast Fuera en 785 como pre-
(1 ) Etpaaa sagrada, tomo 32, cap. 16, pág. 36i y sig.
(2] Ed el lib. 3, cap. &« § 2, habiendo sido impresas en el
lo de 1665.
zecbyG00¿ílC
16
tende, ó bien en 9G1 como señala el Miro. Risco, en
ninguno de los dos casos aparece que se usaran armas cii
Tíavnrra. En cuanto á nuestro conde, referiremos mns
adelante que por no conocerlas ni tenerlas , pidió á Paulo
Jovio que le arreglara y compusiera una empresa ó divisa
alusiva á sus hazañas.
No habiendo mar en Roncal y creyendo tal vez los escri-
tores que refutamos, que el oficio de marinero, y marinero
en Vizcaya, país tan noble com«Roncal(l), no era tan hon-
roso como el de labriego en aquel valle, cuentan que can-
sado Pedro Navarro de labrar sus propias heredades y con-
ducir sus ganados como lo practicaban los demás ronca-
leses, todo lo abaiiddnó para mejorar de suerte. El viaje
sin embargo no fué largo ai á ningún estado ó gran me-
trópoli ocasionada á enriquecerse con el tráfico ó con cl
ingenio, sino á la modesta villa y boy ciudad de San-
güesa, cabeza de la merindad á que también pertenecía
Roncal. Un dia en que por no haber hallado ocupación,
se paseaba ocioso por su puente, refieren los mismos escri-
tores, que encontrándole unos mercaderes genoveses, que
regresaban á su patria , y prendados del buen modo y'des-
pejo con que, preguntándole por la posada los guió á ella y
sirvió, mientras permanecieron en Sangüesa, le admitie-
ron en su compañía y le llevaron á Genova. Allí siguen,
con que, según unos, sentó plaza de soldado de marina en
un corsario , y conociéndole natural de Navarra , comen-
zaron á llamarle Navarro, y según otros se hizo merca-
(|| Acerca de la iofanzoata ó hidalguía que de resultas de la
balulla de Olasl concedió el rey de Navarra Forlun García á loa ron-
caleses y lo que era la nobleza en aquel reino , Téanse los artículos
Hidalguía y R-mcal del Diccionirio de las antigüedades de Na van a
del Sr, Yaiíguns.
3vGooglc
der negociando con tas presas que tomaba, y en su mayor
parte eran, como entonces se usaba, de moros (i).
EUta narración propensa como se vé á atenuar la hu-
milde condición en que Navarro nació, y sobre todo sus
atrocidades, cunndo fué roas bien pirata que eorsario, no
guarda conformidad ni con lo que escribió Gonzalo de
Oviedo , ni con lo que el mismo Navarro contó á Paulo Jo-
vio. El primero dice , que desde muchacho sirvió al mar-
qués de Cotron, caballero del reino de Ñapóles, y que des-
pués de cogido et marqués por las turcos , anduvo en las
correrías que en su lugar rcrcrirómos (2); y el segundo
feGereque, habiendo algún tiempo navegado j^or los ma-
res de Vizcaya, enfadado de aquella vida se fué á Italia,
en donde pudo acomodarse de mozo de espuela (de pala-
frenero dicen otros) del Cardenal Joan de Aragón (¡í).
(I ) Aleson , coDtiDuador de Horet , ea los Annatas de Navarra,
tomo 6. lib. 3S, cap. li, %. 2, núra. 6.
(8) QniuqnageDB l.'EsUncia 39.
(3) Elogia etc.... ul Jaamii Aragonis Cardinali á peáilibut
terviret. Baeza, ibi, pAg. \&^. Lope Garcia de Salaiar, que escribió
su Bleanandaiitas y Fvriunai hacia el año de 1 470 , IrdUudo De
laCasaé linage de Davalot é de m crecida é de su caída, dice "que
el linaje de Üávalos eraa del reino de Navarra é de estos vino en
CastilU UD fijodalgo mancebo áú XVI años que llamaban R.* Da-
vales, que fué mozo de espuela del rey D. Enrique Ul de este nombre
é deepacA ^fué page , ¿después camarero,... i fué Condestable.'' So
vd pues que laii bajo empleo era bien propenso á subir muy alto y
laiubien á morir en desgracia como le succiJió al Conilestiible Itai
López Davalo», desterrado en Valencia en lí28.— V, Generaciones
y Semblamos de Fernán Peres de Gnzman al fio de la Crvnica de
Jua:i Jl. Segnn el misuio Gonzalo Fernandez de Oviedo, citado por
rl Sr. Clenieacin en las Ilustraciones al Elogio de la Reina Doña
Isabel, pág. 188, la primera guardia que tuvo el Itey Católico, la
joDtó el capi^Q Gonzalo de Ayora, tomándola de los mozos de es-
paelat de los caballeros cortesanos.
Tomo XXV. '1 .;
zecbyG00¿ílC
t8
i485. — Fué este cardenal hijo del Rey D. Fernando I
de Ñapóles y de Isabel de Glaramonte. Murió en Roma con
sospechas de envenenado en octubre de i 485, sin (ener
apenas veinte y un años (1). Do sus resullas quedando nues-
tro Navarro desocupado , y pareciéndole mal el ocio de
aquella corte, prosigue su amigo iovio, qne se fué á tomar
partido en la guerra de Laca 6 Lunigiana (2] : de suerte
que, atendida la robustez que necesitaba para acompañar
como espuelista , ó ya fuera á pié ó á caballo al cardenal
cuando cabalgaba , y el esfuerzo que luego comenzó á
mostrar en la guerra Lunigiana , no parece exagerado re-
putarle entonces como de veinte y cinco años, y que
pudo por lo tanto nacer hacia el de i460.
Si en nuestras provincias Vascongadas, hoy tan pobla*
das y apacibles, y si en medio de sus pobres y ásperas
montañas, los bandos de Gamboa y Oñez por mandar en
tan corto y miserable recinto, derramaban entonces la
sangre á torrentes y combatían en batallas ordenadas, sin
que hubiera reunión pública con cualquiera objeto que
fuese , ó bien de familia y parientes por boda , entierro ó
misa nueva , que no acabase en desafío y pelea con loa
del linaje contrario y su bando, ¿qué no sucedería en
aquel siglo y en esa hermosa Italia llamada por la natu-
raleza á ser politicamente una , y constantemente con-
trariada por intereses eitraños , y loque espeor, y todavía
continúa, por los mismos italianos? Repartida entonces en
multitud de pequeños estados y repúblicas, celosos todos
unos de otros y aspirando á dominarse ; y divididos á su
(1) Haratori, Annall d^Ilalia, tom. 9, pág. 549, sn. 1UI&.
Alphonsi Giaeoníi , Viite et res gesta Pontificum el Cardinalium at
Augusto Oldoina S. J. reeogniía, \om. 3, pAg. 70.
(3) JoTÍo y Baeza ibi.
3vGooglc
49
Tez en bandos ó facciones interiores afiliadas .á las de
güelfos y glbelinos, que era el nombre de tas principales,
en nada sus insensatos hijos seguían ni se asemejaban á
los antiguos romanos sus progenitores, sino en llamar bár-
baros á los que no eran italianos. En todo pensaban en-
medio de sus adelantamientos en las artes y en las letras,
menos en que asi como la república romana dominó con
la unión y el patriotismo al mundo, y los extraños y bár-
baros acabaron con el imperio desunido , así también su-
cumbirían ellos , pasándose siglos como ha sucedido y to-
davía sucede en España , antes de que el poder de la
naturaleza , no obstante Id superioridad de su fuerza sobre
el de la política , los restituya á la uninacionalidad que
con los montes y los mares les tiene señalada.
En aquella confusión , y al tiempo de morir e) carde-
nal de Aragón , se distinguían en Italia por la cruda guer-
ra que se hacían en la Lunigiana ó campos de Luca las
dos repúblicas de Florencia y Genova. Había comenzado
en el año de 1484 por disputarse ambas repúblicas la po-
sesión de la ciudad de Serezana , que sin razón ni motivo
fundado babia vendido á los florenlines Agustín Fulgosío,
genovéa (1). Pero lo que con mas ardor se disputaba era
e! castillo de Serezanello , que para sujetar á los de Sere-
zana babia en otro tiempo levantado sobre una peña muy
inmediata á la ciudad el famoso Castruccio Caslracani
que, pasando de mancebo de mercader á soldado, llegó
(1) Ubcrli Folleto Geimentium Húloría ele. Ínter Antiquita-
rum /ío/ifE scriptores , lib. Xl.pag. 561. Eoannoqai fuít hujus
sseculi oclagesimiis quartus bellum ínter GeDuenacs et FIü-
reDtinos in agro Luoeusi orluiii tist.... causa i|U« boc bellnm con-
fíiTitSergiananrbs fuit quain Augustinuí Fulgosíus, iacoiisulla ra-
lioae floreatinis Tendíderat.
zecbyG00¿ílC
20
con su valor y Jilígfincia á ser Príncipe de-Laca- y^de la
Luniginna (i ). *
1486. — Inocencio VIH que, como sus predecesores en
el ponliGcado, aspiraba á dominarla Italia, mediando en-
tre las dos repúblicas en 1 486 , logró introducir la paz en
ellas. Las basüs Tueron , que los florenlincé cnlrcgarian
Serezana y Sereíanello á los genoveses en cambio de Píe-
Ira santa que estos les habian tomado. En cuanto á la res-
titución de Serezana ningún reparo opusieron los floren'
Unes : mostráronse por lo contrario muy eficaces en cum-
plirla , empleando pura la de Serezanello tanta astucia y
lentitud qne al fin paró en resistencia. Atribuyóla alguno
á sugestión del papa Inocencio, altamente ofendido de los
genoveses, por el subido interés á que, desconfiando de
el , le prestaron cierta cantidad que !e urjta (2) ; pero pa-
rece mas cierto, y los sucesos así lo probaron , que los tío-
rentines no queri&n desprenderse del castillo, esperanza*
dos en que desde él no tardarían en recobrar á Serezana.
i487. — Aprestaron con este fln y desde principios de
1487 cuanto juzgaban necesario. Los genoveses que lo su-
pieron, ordenaron á Juan Luis Fiesco y á su gente quo pu-
sieran cerco á Serezanello. Sin descuidarse los Horcnlines
trataron de disputarlo ; y tan resuello y afortunado andu-
vo el conde de Pitigliano, su general , que enconirundo en
15 de abril á los genoveses, los venció en batalla cam-
pal, prendió á su general Fiesco, y descercaron á Sereza-
ncl lo : amedrentados con lo cual los que defendían á
Serezana, al ver que los florentines se preparaban para
(1 } Jovio en las Bislorias de su liempo y en el elogio de Chs-
trnccio. Nicolás Machiavelli vn su vida que Jovie dice haber es-
crito con poca exactitud.
(3) Vberius Folíela ibi.
3vGooglc
SI
UD asalto geooral , enarbolaron bandera blanca el 22 de
junio, y entregaron por capitiflacion la plaza (i).
Hemos entrado en estos pormenores porque en esa
guerra de Luca 6 Lunigiana y en las empresas de Seré-
zaúa y Serezanello convienen los italianos mas fidedig-
nos en que militó Pedro Navarro como simple peón ó sol-
dado de inrantería, aunque diGercn en tas banderas que
siguió. Paulo Jovio su amigo , y por eso muy digno de fe,
da por sentado que estuvo con los florentines , cuyo ge-
neral Pedro Montano ó del Monte no le dio al princi-
pio mas de treinta reales mensuales, basta que viendo
cuanto excedia á los demás soldados en capacidad y en
las obras de ingenio que ejecutaba , especialmente abrien-
do minas y henchiéndolas de pólvora, le dobló al cabo de
algunos meses la paga (2). Guicciardini por lo contrarío
asegura que seguia á tos genoveses , y que con etlos mi-
litaba como infante particular, según algunos le afirma-
ron al cercar en 1487 la peña de Serezanello guarda-
da por los florentines ; contra la cual, aunque aplicó sus
minas, que por primera vez se usaron entonces en Italia,
apenas produjo efecto la explosión por no haberse exca-
vado lo suficiente en la peña para llegar hasta detiajo de
las murallas, y quedó por lo tanto abandonada esa inven-
cicKi hasta mas adelante (3).
0) Uaratori, ibi, pj^. 553 y 555.
(2) Paulo Jotío en su Elogio y Baña ea la tradaccion pooe rea-
Jes por liíialit dtnariis.
(3) Gnicciardini, htoria if Italia, edición de 1563 en Venecia,
lib. 6, pág. 150, tralando de las mioas qne Navarro cmpteó eo
1503 contra los caslillos de N6po1es ¡ la tfuale spreie (ftipugnalio-
ne era Uata la prima volla aaata in Italia tía GcHoveii coi quali te-
■ tonda eke affermami aleuni, militaba per f ante prívalo Pietro Na-
varra quando l'aiuM 1487 i'aeeamparono Ma Racta de Strezúiullo
zecbyG00¿ílC
Sin decirnos de donde lo iomaron los aoalislas de
Navarra , sostienen que nuestro conde aodaba con los ge-
novases, á quienes acompañó eri el socorro que enviaron
á los florenlioes en la guerra que tenían con los písanos.
Ed el sitio que entonces pusieron á Pisa, refieren, haber
sido en donde observando Navarro el poco lino con qtie
dirigían las minas, que entonces comenzaban á usarse, et
ingeniero encargado de ellas, se ofreció á prepar&r otras
que hicieran mayor estrago , y habiéndolo conseguido muy
pronto , mereció su obra tanta admiración como aplauso.
La brecha que de la eaplosion resultó concluyen con que
fué tan capaz y practicable para el asalto , que los sitia-
dos al ver que todo estaba ordenado para él se rindieron
por capitulación (1); mas como la guerra entre florenti-
nes y písanos , á que parece que aluden , y el sitio consi--
guiente á ella solo tuvieron lugar en los años de 1496 y
1499. cuando Navarro, como veremos, andaba en empre-
sas de otro carácter , no merece tomarse en coenta la re-
lación de los que se tenían por sus paisanos (2).
Mas grave sin duda alguna en lo que coneieme á nues^
tro minador, es la autoridad de so contemporáneo Her-
nando del Pulgar. En el año de 1487 y casi en los
mismos din^ en que, según los italianoa poco há citados,
vencieron los florentinos á lo» genoveses y se apoderaron
Umita da i Fiorenlim', ove con una cncn m iÍmitmod« mpersoito parte
áe la muraglia, ma non €onq¡ii$tando. la recta per enere la tníita
penelrata tanto sollo i fondamenti del muro, guanta era neterssa—.
rio, non fu lequitaio per allora le essempio di ipiesta cosa.
(1) Aleson, Anuales de Navarra, tooi. 5, parte 2, tifa. 16, cap. S,
núm. 2.
(2) Haratori, Annali d'IiaUa, ibi, pdf;. 58T, aii. de 1496, y
pig. 597 , en. d« ] i99, en cayo día t.* de ngesto djice ^ac el gv
neral (lorentin puso sitio i Píei.
3vGoo¿ílc
25
luego de SerezDna. nos cuenta aquel testigo de vista y dís*
tinguido cronista de los Reyes Católicos , que se rindió á
estos en 27 de abril la ciudad de Velez-Málaga. y algu-
nos dias después el fuerte casUllo de Bentomiz, en que
pusieron por alcaide á Pedro Navarro (1). Y para conflr-
mamos el diligente historiador Esteban de Garibay en que
fué el mismo aventurero Navarro, cuya vida escribimos, al
referir el mismo acontecimiento que Pulgar, le da el título
de capitón , y añade que de pobre mozo qae se platicaba
por tradición haber tido marinero , aunque hidalgo, vino
dtspuea á Beñalarte tanto ^ue mhió á Conde (2).
Si llama la atención que un escritor tan entendido en
las cosas de Navarra como lo fué Garibay , y que debió si
no alcanzar, á lo menos oir y tratar á los que alcanzaron
y trataron á Navarro , no solo le tenga por guipuzcoano ó
vizcaíno , sino que le represente como Pulgar , peleando
contra los moros de Granada ; no la llama menos , que dos
muy esclarecidos críticos y académicos , en este siglo y
en el pasado , ninguna mención hicieran de acontecimien-
to tan notable. Ni el Sr. Glemeacin en su ms^nífico Elo-
gio de la reina Doña Isabel , se acuerda de Navarro ni de
■US minas , no obstante haber consagrado una Ilustración
entera de su Elogio á señalar los adelantamientos del arte
militar en aquel reinado (3) ; ni el Sr. D. Vicente de los
Ríos en su precioso Discurso sobre los ilustres artilleros
españoles desde los Reyes Catátteos á su tiempo, aunque
(O Crónica áelos Rexes Calólleos etc. Zmh^ozí , 196?. Parte 3,
cap. 70 y 73.
(S) Garibay, Compendio hiuorial, Amberes, 1571, tom, 2, ca-
pitulo 31, pig. U34 y lib. 19, cap. 16, pág. 1245.
(3) Mtmoriat de la Academia de la Hiiioria, l<)ma6. Ilustra-
ción 6, pág. 167.
zecbyG00¿ílC
34
atribuye constantemente á Pedro Navarro la itiTencion de
laa minas contra tas plazas de guerra, se acuerda de las
(|ue se usaron contra la de Mñlaga en el mismo año
. de 1487 eii que se rindió Á 18 de agosto (1). Ambos es'
critores sin embargo hablan leido y releído como lo prue-
ban sus escritos, la Crónica de Pulgar y enterádose no
solo de que Navarro fué alcaidü de Bentomiz por el Rey
Católico, stQO de que éste mandó cercar á Málaga, minar-
la por cuatro partes; siendo tanto lo que minaron los
cristianos y contraminaron los moros desde el punto que
to sintieron, que encotitrándose debajo de tierra, el mis-
mo Pulgar reQere, que peleabpn y se herían con las lan-
zas y las espadas (2).
Es por cierto muy de sentir que el Sr. Bios tan hábil
en la critica (3) como en la tormentaria, no tratara de
investigar si realmente nuestro Pedro Navarro fué alcaide
de Bentomiz en el año en que, según los escritores italia-
nos, asedió con los florenlines ó genovescs á Serezana y
Serezanello, y si entre las minas abiertas contra Málaga,
no las hubo por ventura de la^ que cargándose con pól-
vora y rebentando , asombraron entonces por primera vez
en Italia. Quizás le apartase de lo primero haber obser-
vado que Pulgar ni antes ni después de lo de Bentomiz,
mencionó para nada á Navarro, y que tampoco se acordó
de él ni le aludió el Cura de los Palacios en su Historia de
los Reyes Católicos no publicada todavía. Quizás le preo-
cupase también tener á Navarro por róñenles y vertladera-
(1) Ibidem, tomo í. Parle 3, del Discurso, ariic. 1.*
(S) Crónica, ibi, cap. 62 y 85. De ias peleat que pasaron en lat
minas etc.
(3) Véase sn bello Discurso preliminar á la edición del D, Qui-
jote, por la Real Academia Española.
zecbyG00¿ílC
25
meDlé nacido en Navarra, de cuyo reino, no incorporado
todavía con los de Castilla y Aragón, no aparece haber
asistido otro á la empresa de Velez-Málaga , sino D. Fe-
lipe de Aragón y Navurra, bastardo del difunto Principe
de Viana , y sobrino por lo tanto del Rey Católico ; mas en
lo tocante á las minas mediaban otras razones. Pulgar tra-
tando de una de las abiertas en Málaga, cuenta con su
habitual exactitud , que asi que los moros la vieron derri-
bada, "cobraron tanto esfuerzo que pensaron cometer
■ pelea por todas partes á 6n de quemar é derribar las
• otros minas é armaron sus albatozas é rornesciéronlas
>de gentes é de tiro» de pólvora {\):" lo cual dejando
aparte tantos maestros de fabricarla así como la artillería,
tantos ingenieros y artífices como acudieron , y tantas y
tan nuevas invenciones, como el mismo Pulgar rcliere
que se practicaron en la guerra de Granada (2) , bien po-
dían haber despertado la atención de algún militar enten-
dido, para que comparándolas qon Ins atribuidas á Na-
varro, supiéramos si en lo que especialmente toen á las
minas, no fué mas bien un perfeccionadorque un inven-
tor de lo que ya se conocía en España.
Esta investigación acaso hubiera conducido á conocer
el distrito en que tuvo eso principio, y tal vez el en que
nació Navarro. Entre las gentes que , llamadas sogim eos*
lumbre de otros afios á la guerra de Granada , acudieron
en el de 1487 á la conquista de Velez-Málaga y Málaga,
las hubo de Vizcaya y sus Encartaciones (5) . Eran estas por
(1) CrÓQÍca, ibi, cap. 85, y Nebrija queeola suyalalioa le si-
gue esaclamente.
(2) Ibid. cap. ki j 46.
(3) Colección de Cédulas, Carlas-patentes etc., concernientes á
las ProTÍiicias Vascongadas impresas de Real orden en 1828, lom. t.
zecbyG00¿ílC
26
ventura entonces la única comarca de España, en cuyos
pueblos cercanos á la costa podía un solo individuo, como
hoy todavía sucede , alternar en los dos oGcios de mina-
dor, extrayendo la mina de hierro del Tamoso monte de
Somorrostro. situado por Plinio en la Cantabria, y de
navegante ó marinero transportándola por mar á los puer-
tos y ferren'as de las provincias de Santander y Asturias,
y de Guipúzcoa. Bayona y tierra de Labort (i).
Gomo no creemos que Navarro , si nació y fué labriego
en Roncal , por mucho in^nlo que tuviera y le concede-
mos , recibiese por ciencia infusa la pericia en el navegar,
en trazar y delinear fortalezas y en rendirlas con tas mi-
nas ; hemos siempre propendido á que nació en las En-
cartaciones de Vizcaya , y tuvo educación algo mas esme-
rada de la que se refiere. De este modo y mas recordando
que las tres provincias Vascongadas, después de reprimí*
dos los bandos , se transformaron en un país belicoso y en
un activo arsenal de donde así salían distinguidos oGciales
de mar y tierra y naves, artillería, pólvora, lanzas, pa-
vesos y todo género de armas para asegurar nuestras cos-
tas y las fortalezas de Sicilia (2) , como corsarios , piratas
pág. 16^. Garla de los Reyes de 27 de Agoslo en Miilaga, maadan-
do pagar enlreotrus íJuanJeAedo, vecino de Vaimnseda , lo qae
habían addanlado á la gente de á pie, ballesteros y lanceros de
Vizcaya y las Encartaciones , por los días que además de los cíenlo
porque snlieroo de sus casas pagadas por los concejos, se dela-
vieron sin duda hasta conquistar aquella ciudad.
(1) Ibid. pég. V7 y IIÜ. Cartas de los mismos Reyes de 18 de
julio de 1i75 y 23 de marzo de 4&87, permitiendo á Pedro de Sa-
Iszatfu vasallo, por los servicios que lea babia hecho en la guerra
contra Portugal, extraer la vena de Somorrostro para San Juan de
Luz , Bayona y tierra de Laborte , y que se pudiera extraer libre-
mente.
(2) Esta transformación de las provincias se deduce de muchas
3vGooglc
27
y aventureros , que'algnna vez castigaron los Reyes ; nos
es lícito inferir que Navarro fué uno de ellos y nació en
Vizcaya, Por cántabro hemos ya visto que le tuvieron sus
contemporáneos , y que los que Íes sucedieron , dieron á
esa denominación latina la vulgar de vizcaino. En lo antí*
guo como en el dia , en el cómun de Aragón , á tos naci-
dos de las tres provincias Vascongadas se los suele desig-
nar con el nombre de navarros. Participando Paulo Jovio
de esa vulgaridad que hubo de llegar á Itnlia mediante su
trato y roce frecuente con Us gentes de Aragón, no debe
causar novedad que alguna vez en sus escritos llamara
Reyes de Cantabria á los de Navarra , mayormente si se
atiende á que Pedro Mártir hacia lo mismo . residiendo
BMiles provisioDcs que se encuentran recopiladas ea U Colección
qne dejamos citada. Por una de 16 de diciembre de 1480 aparece
qne los Reyes Caldlicos mandaron acopiar armas para proveer laa
fortalezas de Sicilia y la armada contra el turco, y que en Us fer-
rerias de Álava, Guipúzcoa y Vizcaya las labrasen dejando toda
labor. Por otra de URS se mandó á la Janta de Guipúicoa, vista U
habilidad de la geale de aquella provincia, que preparase naves con-
tra los moros de Granada. Por otras de 18 de marzo de 1486 y 2i
de julio de 1487, se mandó pagar á unos corsarias guipaicoaiios
los robos y costas qae habían hecho á nnos mercaderes bretones, y
prohibiéodoles el corso & loa armadores de la misma provincia,
mientras no dieran Ganzas en los puertos de que salían, de respetar
las alíanzHS y amistades de la Corona. Por otras en fm de 22 de se-
tiembre , 29 de noviembre de 1488 y %0 de enero de 1489, se man-
da fabricar srtiUeria en Vizcaya y Guipúzcoa, ayudará Maestre-Xi-
mon y & Garcia de Orejón, vecinos de Santander, con carbón, l»^
Ba, acémilas y posadas mientras la fabricaban y para transportarlas
lombardas y otras armas hasla los puertos en donde ae hubiesea
de embarcar para Sicilia, y para que con el mismo destino y pre-
ferencia á cualquiera otra obligación y contrato se fabricase en laa
tres provincias cierta cantidad de cerbatanas, espingardas, lanzas,
balleslaa, saetas, corazas, celadas, capacetes, barnotes, paveses
y otras ormas.
zecbyG00¿ílC
S8
<le muy otras en E^pañn (1 ). Da suerte que, prescindiendo
de si Pulgar al publicar la Crónica piucho después del su-
ceso do Bentomiz , designó á Navarro con el nombre que
eulónces le daban ; si juntnmos á tantos antecedentes el
de que mas adelante le bemos de ver acompañado de un
presbítero llamado Taramona; podremos insistir en que
siendo ese nombre el de un lugar de las Encartaciones en
el concejo de Gatdames, era sin duda paisano de Navarro,
y éste por lo tanto cncartiido.
Mas ya lo fuese ó roncales, ó bien navarro ó vizcaíno,
BU nacimiento en nuestro sentirla ningún pueblo ennoble-
ce. Hombre sin ide.is de patria y que á lodos vendía su
sangre, nada bace dudar tanto de quo estuviera en VeteZ'
Málaga , como no verle participar del espíritu nacional y
caballeroso que como á porfía mostraron los capitanes que
militaron en la guerra de Granada. Pasando, como ya re-
ferimos , de cspuelista do un cardenal á infante aventu-
rero en la guerra Lunigiana ; tomada Serezana por los flo-
rentines, nos cuenta su amigo Jovio que se lanzó otra vez
á an.lar por la mar, dándose al corso contra los corsarios
ó pirarlas africanos ("2].
Era este ofício lucroso entóneos y mirado ul parecer
sin prevención. Emprendíase con apariencias do religiony
bajo pretexto de perseguir á los turcos; y de tal modo lo
practicó Navarro, ya tomándoles sus navios, ya dcsembar-
(0 V. catre otras epístolas He Pedro Márlirla 215 del libro 3,
escrila en 1 Í99 . ea que dice Lerini Camei Navarra qua in Cania-
iris est comeitn&llls.
(2) Jovio en su Elogio: Ferum Strgiano oppitlo á FtoreMmt m
poíesiafem redado, iurum mariiima exerdiaiionis muñera eample-
xtu, multa litloiibut A/rita, Puniát preedonibut infeilutt dttri-
3vGooglc
29
criDtlo en las playas afrícnnas, que de sus resultas se ha
escrito que le apellidnroo Roncal el salteador (1) ; sobre-
nombre que si el estado social de entonces llegó ñ tenerle
por honroiú, el nuestro por mas que le vituperen, no de-
jaría de mirarle con horror.
Muchos &ti09 posó Navarro en tan terrible ejercicio.
Paulo Jovio ó avergonzado de sm horrores, aunque no de-
bian escandalizarle entonces, 6 por que él no quiso con-
társelos, no desciende ó sus pormenores. Los contempo-
ráneos sin embargo, cuentan algunos atentados suyos que
no fueron contra los turcos que , siendo genei'alincnte
odiados, ya se infiere como los tratarla, sino contra cristia-
nos aliados y en buena unión con los españoles. Entre los
hombres señalados que en aquel tiempo nos dicen haber*
se dado al corso , uno de los mas distinguidos por su na-
cimiento y estado fué D. Antonio de Centellas , vulenciano
de sangre ilustre, y solo parecido á Navarro y á su pai-
sano Menaldn Guerra (2) > en el desdichado Gd que tuvo.
Por su muger era marqués de Cotron ó Gotrone , ciudad
(4) Rio», Disearso, pig. 45.
(2) La osadía de Henaldo Guerra , navarro seftuD unos , y viz-
caíno según el Iraüuclor de la Vida del Gran Capitnn, escrila en !»•
lia, llegó en H97 al punto ile sorprender el castillo de Ostia i la
emtioradnra del Tiber, sin permitir que por el rio subieran vive-
res i Roiua. Tenia aterrada aquella ciuduil y sos cercaolas , y ha-
biénduse burlado de cuanta gente envió contra él Alejandro VI, fué
e) Gran Capitán con la suya á combatirle , y habiéndole rendido le
entró en Roma alado y montado en an caballa iietjro. Tomasa i'oslo:
DeiCompem/io <Íelia Isloria riel ityiio de Nopoli de Paatfotfo Collc-
naeaoac. in fenefía. 16|». lib. 8 . pág. 381. Jtítnaldo Guerra de
f\'avarra,/anioio pirata, ele. Zurita, tomo 5, lib. 3, del rey D, Fer-
nando, cap. 1, pAg. 116, aSu de 1497 ; pero ie llama Uenaul de
Gaerri, y aHade qne el Gran Capitán asegnró |a vida A todos los
veBcidos. El poeta Cantalicio le llama fraucrs en sus verüos.
zecbyG00¿ílC
So
marítima de Ñapóles ; y ambicioso é inconslaote , tiabiéD-
doae en las guerras de aquél reÍQO declarado unns veces
por los barones anjoinos ó franceses y otras por los arago-
neses y españoles , resentido de que estos no le admitie-
ran en la tregua que con aquellos concertaron en 1497,
se declaró por la Francia y alzó banderas por ella. Ter-
minada la guerra , y expulsados de Ñapóles los franceses ,
el Gran Capitán retuvo como en depósito y para la segu-
ridad del reino seis plazas importantes de la Calabria, que
guarneció fuertemente , y entre ellas la de Cotron. Vién-
dose entonces et marqués vencido y privado de su estado,
se entregó al corso y piratería contra los turcos, que.
cautivándole al fin, le llevaron á Conslanlinopla, en donde
murió degollado (1).
A ser cierto, como González Fernandez de Oviedo es-
cribió , que Pedro Navarro desde mucbacbo sirvió al uaar-
qucs de Cotron. atribuirian á esa causa la protección que
le dispensaron tanto el marqués como su familia. Los
historiadores no la indican , y solo sabemos por Pedro
Bombo, á quien en su tiempo veremos en correspondencia
epistolar con Navarro , que noticioso el Senado veneciano
de que los de Cotron acogían á aquel pirata, á quien lla-
ma Pedro Cántabro , y que á la sazón se hallaba eo Ori-
ceí/a(2], determinó buscarle y destruirle, para que no
(1) Zorita, tomo 5, tib 2, cap. 11 . pig. 72, lib. 3, cap. 6 y 7.
pAg. t2b y 125, ano de U97, y lib. 5 del rey D. Feruando, ca-
pitalo 6, pág. 254^ año de 1502. TriíianiCaraceioti,PatñciÍíiapo-
lilani, Opuscalii histórica, p¿g. 8S y 83. De vtu-igtote foriona, In~
ter Herum IlaJiearum Scríptoret, lom. 22. Tríslaii fué coa temporá-
neo según Muratori en el prólogo.
(2) Oricella, ha de ser la ¡tota, ailuada á dos leguas y medía de
Cotron , qae aunque no leaia buea muro era lugar que imporlaba
mucho por el puerto y señorío de Gotrou , y por eso se apodera
zecbyG00¿ílC
31
siguiera causando daño á los naturales de la república.
Envió al intento contra él y con alguna gente embarcada
en dos buques menores llamados Gripos. al valienle An-
drés I-oredano, capitán por el mismo Senado de una
gran nao de guerra y carga. Echadas las anclas á alguna
distancia , y retardado el desembarco hasta después de
amanecer > Navarro que vio que se le acercaban como
unos trescientos hombres , que eran los desembarcados,
les salió impávido al encuenlro con su gente, y con cuan*
ta inrantería y caballería babia en Cotron , y envió á su
socorro Antonio de Centellas, que Bembo llama Alcaide
de aquel costillo. Trabóse luego entre unos y otros un
recio y muy sostenido combate , en el que al cabo de
seis horas lograron los venecianos que muertos muchos de
sus enemigos, heridos unos ochenta, y entre ellos el
mismo Pirata , los demás huyeran y se refugiaran al cas-
tillo. Allí sigue Bembo que sin descansar los combatie-
ron, y que tomada á poca costa la torre con cuantos la
defendian , nueve de lo$ cuales fueron con toda solemni-
dad ahorcados . acometieron vigorosamente al castillo. La
guaraicioD se derendió con obstinación, y tanto que,
viendo los venecianos al cabo de dos dias de combate
que nada conseguían > su historiador «oncluye con que,
« destruida una parte de sus murallas, ganada la artille*
« ria , talado el campo , ó incendiada la armada del Pira-
• ta, tomaron á embarcarse sin otra péi-dida que la de un
« muerto y muy pocos heridos (1).
" Cogido el Marqués por los turcos y llevado á Tur-
de ella el Gran Copiían, según Zoríla, lib. 3, del Bey D. Poroan-
üo , cap 6 y 7 , pig. Í2k,
(O Pelri Bembi, Hiitoria véneta ele., lib. 4,pig. 52, edil.
1551. Nosiro auiem in mart.
3vGooglc
32
■ quía , cuenta Gonzalo Fernandez de Oviedo (1) que Pe-
> dro Navarro anduvo con una nave del mismo Marqués al
■ corso por el Mediterráneo, é hizo muy buenas cosas."
Tal vez entre ellas sucedieran las que provocaron la in-
dignación de los venecianos; 6U contemporáneo Ovie-
do no tas refiere cual nos convendría saberlas, sino que
• en vista de ellas la Marquesa, mujer del Marqués, y
« D. Enrique su hijo le dieron la nao en que andaba,
< y continuando su corso el año de 14'it9, topó con uou
«nao di) porlugne.'es , la cual tomara st no le hirieran
« con un tiro de pólvora que le llevó la mayor parte do
* las nalgas y herido arribó á Civita vieja , puerto de
■ Roma al fin del Tiber, y como se vido sano se fué al
« Gran Capitón D. Gonzalo Fernandez de Córdova, que
« con el ejército de España por mandado de los Reyes
a Católicos favorecía contra Traiiceses el Rey Federico de
. iNápoles (2)."
(I) Qainquageaa i.' Estancia XXXIX, píg. 9i.
(3) Anda equivocado Goazulo Fernandez de Oviedo en cuanio
á lo que dice de haber dado lí Navarro la mnrqueu de Cotron y
sa hijo D. Kiiriqne una nao para andar al corso intes de kW,
puesta qile D. Enrique liijo único del marqués fué con posteriori-
dad Cautivo de los moros al mismo tiempo qui^ su padre. Parece
estarlo igunlmenie Zurita (IÍb. S, del Rey ü. Fernando] al rererir
en el nño de 150S que D. Antonio Centellas marqués de Cotron y
su hijo O. Rnrique de edad de veinte años, llevados cautivoíi á Cons-
tantinopl.i D. Enrique murió en la prisión y al psdre le cortaron U
cabeza. Quizás esto sucediera en aquel año de 1508 i mas en el
de loOl , segnn resulta de la súplica que en favor del hijo y del
padre diri^iié el marqués, de Manlna á los Iteyes C»ti)licos ya es-
taban los dos en sn cautiverio. — Véase el Uucumenlo núm. 2.
3vGooglc
SBfiDNDA BPOCi.
Desde 1499 á I504.
Ese Navai^o que acabamos de ver perae^piido como pi-
rata, y vertiendo su sangre por robar, no á los infieles
Bolamenle , sino á los portugueses sus hermanos y cristia-
DOS como él , vamos á verle en la segunda y ya mas segura
época de su vida , admirando á Europa con su valor y pe*
ricia militar. Afiliado en el ejército del Graa Gonzalo de
Córdoba , serán teatro de sus hazañas al lado de tan insig-
ne capitán , Gefalonia en el archipiélago de Grecia , y en
Ñápeles y su reino , las plazas, castillos y campos de Man<
fredonia. Canosa. Taranto, Castellaneta, Altamura, Con-
versano , Castel-Ovo , Gaeta , Boca-Guillerma , Monte-
Casino, Roca-Secca y Garellano. Ora derribando murallas
y rindiendo las fortalezs con sos. tremendas minas, ora
defendiéndolas con su indomable esfuerzo, ó bien pelean-
do en batalla al frente de la infantería española que solió
invencible de su escuela , Navarro aparece siempre como
un guerrero singular á quien no se encuentra copia. Mas
como sus hazañas están en todo relacionadas con la política
de nuestra nación en el tiempo á que hemos llegado, tene-
mos por oportuno dar alguna noticia de esta , y do cir-
cunstancias y personas que amenicen algún tanto la seque-
dad de nuestra narración.
Tono XXV. Z
zecbyG00¿ílC
54
Muerto ea abril de i 498 Garlos Vni de Francia, que
tan mal parado saliera eo el año anterior de su empresa
sobre Nápoies, Luis XII qne le sucedió, aunque le so-
brepasaba en el ansia de conquistar aquel reino y de do-
minir á Italia , aparentó al Rey Católico deseos de llevar
á cabo la concordia y paz que Garlos su antecesor había
comenzado á negociar. Ambicioso ain embargo y dando
oidos á los lisonjeros de bu corte , tardó poco en titularse
Rey de Jerusalen y de una y otra Sicilia, y mostrando
desden por el Bey*Católico y sus aliados, penetró en
Italia en 1499 de concierto con los florentinos, los vene-
cianos y el Papa Alejandro VI (1).
La poca resistencia que encontró en Genova y en
Hilan , le persuadió de que con igual facilidad llegaría á
Ñapóles y se apoderaría de aquel reino. Sosteníale en su
ilusión contemplarle por un lado desapercibido para la
defensa , y privado por otro de la pericia y denuedo del
Gran Gonzalo de Córdoba, que en junio del año anterior
había regresado á España. Todo en realidad era propicio
á sus proyectos , y no hubiera tardado en realizarlos á no
habérselos frustrado la sagacidad del Rey Católico, prime-
ro con negociaciones en que con destreza le insinuó los
derechos de la casa de Aragón á Nápoies , y proponién-
dole después el repartimiento de aquel reino (1).
Para salir el Rey Católico adelante en tu proyecto in-
teresó al señor de Larius, gran favorito de Luis XII, ofre-
ciéndole con el titulo de marqués la ciudad de Cotron,
que aun retenían los españoles en Calabria. Con tal se-
creto se negoció , que hasta que los Reyes de España en
(1) Beroaldez.— Gura de losPatücios, cap. 168. — Guicciardi-
ni al priacipio del lib. i>.— Zurita, lib. 3, cap. 19, 21,25 y 26.
(2) Znrilj, ibi, cap. 27, 39 y M.
Dg,l,zecbyG00¿ílC
35
noviembre de 1500 le ratificaron en Granada , nadie tuvo
noticia de un tratado (1) , del que resultó, aegun con gra-
cia escribia Pedro Mártir, que el Rey D. Fadrique de Ná*
poles, desgraciado cachorrillo metido entre do$ leones
hambrientos, se quedase sin su reino, fallo de medies
para resistirlos (Í2).
Antes de publicarse el tratado el Rey Católico siem-
pre previsor apoyándose en lo convenido, y ao pretexto
de auxiliar á los venecianos acosados de los turcos , ha-
bla mandado Salir de Málaga patH Sicilia una numerosa
armada. Iba en ella de general el Gran Gonzalo de Cór-
doba , que tanta fama habia adquirido en su primera ex*
pedición á Ñapóles. Aunque los escritores varian así en el
día de su salida como en el número y clase de buques que
la componían , habiendo algunos que la suponen hasta de
sesenta velas entre naos, carabelas y fustas. Los mas con-
vienen en que llevaban trescientos hombres de armas y
otros tantos ginetes ó caballos ligeros , y treinta piezas de
artillería, variando igualmente en el número de peones,
que unos cuentan de siete mil, otros de cuatro mil, agre-
gando algunos otros cuatro mil mas de mar (3).
(I) Zañla, lib. %,cap.32.— GuicciardÍDi, lib. 5. — Zorita dice
que el tratado se firmó ud día intes de que partiera de Granada la
Ueioa de Portugal Doña María, segunda muger del Rey D. Haouel,
que fué A 23 de septiembre; pero GianDODe, mejor informado, cnenta
en SQ Istaria dvilt del regno di Napaíi que fué en 11 de uoTÍembra
de 1300: lib. 29, eap. 3, pAg. 459.
(2] Epiílolarum, lib. ik, epístola escrita á 16 de febrero
de 4 501 Faciic factum palo ut ¿nfelix Federieut regno spatie-
tuF. Catelluí namijae solas, duobus fameUcts leoniiui , haudqtia-
quam polis erii cbsistere,
(.3) El canónigo Pedro do Torres en sus Apuntes, piig. 12, y
['1 Cura de los Palacios, cap. il%, en su historia, aquellos y psU
un. SS. diceuque la armada salió de Milaga e1 4de¡nlÍo de 1500.
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36
1500. — Entre los caballeros y soldados de fama que
en busca de honra y fortuna acompañaban al Gran Gon-
zalo en aquella expedición , cnenla la Hisloria á D. Diego
López de Mendoza, hijo del Gran Cardenal de España,
á Zamudio , Víllalbfi , Pizarro el padre , Diego García de
Paredes, Luis de Herrera, moseo Peñalosa, el comenda-
dor Mendoza, mesen Foces, y.al giboio Pedro Paz que iba
con la compañía de D. Juan Manuel , y se señaló en aque-
llas guerras tanto por la exigüidad de su persona co-
mo por su extraordinario valor (I). A tan ilustre cuadri-
lla veremos muy luego asociado á nuestro Pedro Navarro,
sobresaliendo en unas ocasiones por su arrojo y en otras
por su serenidad, y principalmente por su industria y
astucia.
Tocó la armada en Mallorca en donde el Gran Capitán
solemnizó con su presencia la procesión del Corpus. Si-
guió á Gerdei'ia, y desde allí por causa de los calores tar-
La Crónica del Gran Capitán, impresa en AtcaU en 158Í», refiere qne
faé en 5 de jonio , y oíros suponen ine en mayo. Difieren iguat-
mentaen cnanto al dia do su llegado á Uesin», y al número de
buques que salieron de Málaga. Paulo Jovio, en bu Hisloria delCran
Capitán, traducida por Blas Torretlss en 1584, lib. 1, pág. 22.
ouenla que crao cuatro carracas gcnovesas bastecidas de toda mo-
nición (le guerra, y que la mayor dcllas llamada la Camila, era la
capitana , y aliando dcsias fueron otras treinta y cinco naves de
carga, tiicte bergantines armados, ocho galeras y cuatro fustas, lle-
vando en ellos cerca de ocho mil infantes escogidos y mil y dos-
cientos caballos.
(1) Gibber, le llamú Paulo Iuyío algnna vez, y Brsntome que lo
coloca entre los grandes capitanes extranjeros , refiere que cuando
cabalgaba metido en las grandes sillas usadas en su tiempo, iba
tan escondido que con diñculted so le veia, y CBando se pregun-
taba por él , si iba i caballo , respondiao como por risa , que se
habia visto pasar un caballo bien ensillado y embridado, pero que
nadie iba encima.
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3?
dó trece dias en llegar á Hesina . habiendo mnerto de
sed en el intermedio algunos hombres y muchos caba*
líos (f } ; indicio cierto de no navegarse entonces ni con la
pericia ni con la previsión que después. Mientras que en
Mesina reparaba el Gran Capitán esas y otras faltas de la
armada , observando, y era su principal encargo, tos mo-
vimientos de los franceses en Ñápeles , recibió á Fran-
cisco Florido, embajador de Venecia . remudóle en nom-
bre de aquella república que cuanto antes la ayudase con
su gente y sus navios á recobrar las islas que en el Adriá*
tico le habian tomado tos turcos.
Accedió el Gran Gonzalo á la demanda , y reforzado
con unos dos mil peones españoles muy esct^idos que va-
gaban por Italia , y entre otras naves con cuatro barcas
vizcainaa , en las que creemos que estaba Navarro, se di-
rigió con muy recio temporal á Corfú. Desde aquella isla
se trasladó á la de Zante , á la que también llegaron doa
carracas con ochocientos hombres enviados por el Rey de
Francia en auxilio de tos venecianos ; y á luego de eso
la armada de estos mandada por el general ó proveditore
Benedicto Pésaro (2).
Presuntuoso y vano en conservar el nombre y autori-
dad de la república mas de lo que sus fuerzas permitían,
pretendió como sus capitanes pasara sin saludar las ban-
(1) Zurita, íbi, cap. 11 , dice que llegó la armada á tesina en
18 de julio; otros qne en i.* de agosto.
(2) El Cura de los Palacios refiere que las dos armadas se jan»
Uron ea S8 de octubre , y Zurita por lo contrario , que salió de
HesÍDa la espsSola en 27 de eetiembre , llegó i Corfú el 2 de oc-
tubre, volvió á salir el 3 y llegó el 7 i Zante, que el llama Jas-
toñio, lib. \, del Rey D. Peraando, cap. 19, S% y 25, y Cr6ai~
ea del Groa Capi/an , lib. 1 , cap. 9.
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38
deras Reales de España al juntarse con nuestra armada.
Tanto se alteraron y de tal modo se indignaron los viz-
cainos que iban en ejla, que en fituy poco se erró de dar
mas ayuda al turco en aquella jomada que á loi venecia-
nos mismos (I). Enmendóse el ultraje de modo que los
agraviadas quedaren del todo satisfechos ; y saltando en
tierra ambos generales, tuvieron un:) entrevista en el
muelle mismo de Zante. Uno y otro se presentaron acom-
panados de los principales capitanes de mar y tierra que
los acompañaban, y todos con el mayor boato , presentán-
dose, dice Zurita, vestidos á su manera los venecianos
con ropas largas de grana y tercioptlo carmesí , á guisa
de gente de paz , y los nuestros con ropas cortas y capas
gallegas á uso de guerra (3).
De la conferencia entre Gonzalo y Pésaro resultó di^
rigirso las dos armadas á la isla de Cefalonia , cuyo puer-
to que pasa por uno de los mejores del mundo, pues
boja ciento y cincuenta n^illas, era de mucha mas seguri-
dad que el de Zante. Dominaban los turcos la i^la. y
(1) Zurita, ibi.
(2) Zurita, cap. 25. El mismo Zaríta caenla eo el capitulo 7
Ae\ libro 2, que no la primera expedición del Gran Capitán é Ña-
póles , conociendo el Rey Católico ser aquella lierra mas i propó-
sito para peones qne para f;epte de é caballo, mandó embarcar mil
y quinicDtoa de aquellos en Asinrias y Galicia. Tratando Paulo Jo-
vio de que entonces y en' el primer asalto á Bivacandida fué re-
chazada la infantería , cuenta que eran aquellos infanles gal/fgot de
la última parte de España; los cuales en aqnel tiempo asaban en
general rodelas grandes y azagayas peqaeBas. Algunos traian pe-
queños broqueles de hierro y largos lanzones y con su necio géne-
ro'de armas daban que reirá todos; pero era tal sn ánimo y lige-
reza de cuerpo que en ninguna manera debian ser menospreciados.
Li6. i de las Histortat, cap. 7 , p6g. 95, de la traducción de Bae-
za, año de 1496.
3vGooglc
teoiao guardado con trescientos hombres muy escogidos
el fuerte cantillo de San Jorge, que los venecianos habían
inútilmente combatido en el año anterior por tiempo de
cinco meses. Llegadas las escuadras el 2 de noviembre,
y retirados los franceses por no pagarles los venecianos el
sueldo devengado desde que llegaron á Zante , se comen*
zóen 8 del mismo á combatir el castillo. Tan furiosamente
lo hacia la artillería de los venecianos con unas piezas de
bronce llamadas batiliieog , que las pelotas de hierro que
lanzaban penetraban ocho pies en la muralla (i). Ni aun
cf>B haberles derribado una gran parte de ellas, sin em-
bargo, se amedrentaron los turcos; lo cual visto p<»r el
Gran Capitán , que gran deseo tenia de acabar con aque<
lia empresa, mandó minar la villa, dice su coronista, por
diversas partes , y que sobre todo por donde él tenia au
estancia se hiciera una mina muy grande ; y llenas que
fueron todas de pólvora y tapiadas cou un fuerte muro,
un martes á 25 de noviembre se les puso fuego ; mas
aunque rebentaron con gran fortaleza, y derribaron dos
buenos pedazos del muro , los turcos á pesar de la nove-
dad de la explosión se mantuvieron impávidos. Tenían
como los de Málaga preparados sus reparen , y con admi-
rable serenidad y todo género de artificios rechazaron á
los españoles , que con increíble arrojo triaron por las
escalas al asalto [2).
Estas minas ninguna duda deja el coronista de que
las dirigía Navarro. " Rechazado de alli á poco, sigue,
(1 ) Jovins , De vita el reías gestts Consati-i Ferdinandt Corda~
bm, Itb. 1 , pág. 226. Haieiat Pisaurut aenta tormenta ingeatis
ntagniludinií , qute Basüisci nomine vocabantur. Horum tanta ñt
erat ut pila/errea oclonum peáum murum transverberarent.
(3) Crániea dd Groa Capilm , cap. 9, 10 y 11. Zurita, ibí.
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40
• otro asalto de los veneciaDos , babieodo en aquellos
■ días, el conde Pedro Navarro (el cual despnes en la
■ guerra alcanzó suprema bonra , eieodo ínvenlor de co-
■ sas maravillosas ), derribado una pafte del muro y ba-
■ ciendo cavar algunas minas en el fundamento donde es-
« taba asentada la fortaleza, y metiendo en ellas bamles
< de pólvora para dalles después fuego , que con la vío-
< lencia de aquel elemento cerrado por donde pudiera
> espirar , rompía con gran presteza cuanto topaba , como
< no produjesen efecto alguno por las contraminas de los
« sitiados . el Gran Capitán determinó dar otro tiento (1)."
Dispuso con rancba priesa hacer aparejos é ingenios con
que poder tomar mejor á to^ enemigos. Entre los varios
que mandó preparar fueron tres grandes minas que hinchió
de mucha pólvora é hilóla» cerrar con un muro muy fuer-
te y después que las minas fueron acabadas y los
otros ingenios y aparejos fueron hechos y la puente de ma-
dera para subir por ella acabada ; como voladas las minas
ningún efecto produjesen por haber sido contraminadas,
se ordenó un asalto general. Ejecutóse con efecto, y al
cabo de una obstinada y valerosa resistencia en que los
turcos quedaron reducidos ¿ pchenta , entraron los nues-
tros en el castillo, fidelantándose á todos, aunque herido,
el valeroso capitán de infantería Martin Gómez , y loán-
dose mucho á Juan de Piñeyro comendador de Trebejo (2).
1501. — Recobrada Ccfalonia y restituida á los vene-
(1) Annque algunos atribnyen i Hernando del Pul^r la Cró-
nica del Gran Capitaal, copia en este pasaje literalmente i Paalo
Jovio en sa vida. Nuptr, dice en la púg. S28, eos diei Pelnts Na-
varrui qui postea ad summum imperii militaris honortm etc.
(2j Crdnica. cap. 12 y 14.— Zurita ibi, cap. 30.
3vGooglc
41
ciaDos que para recompeosar á Gonzalo de haber obrado
como uno de sus ciudadanos y patricios , le enviaron una
embajada con regalos que puso ¿ merced del Rey , que-
dándose solo con el privilegio de Noble en aquella repú<
blica (i), determinó regresar con la armada á Sicilia.
Detenido algunos días por el tiempo borrascoso y suma
escasez de víveres, se dio al fln á la vela en 17 de enero
de 1501. Estaba la isla á su llegada apestada. Las gen-
tes de la tierra trataban á sus soldados como á enemigos,
y faltando la obediencia, solo ala fuerza se sacaba de
ellos lo necesario, En medio de aquellas escaseces se io-
trodojo la indisciplina en la gente de guerra, especia-
mente en le vizcaína , que ni aun con los escarmientos s»
pudo sujetar; siendo entonces cui>ndo al verlos tan des>
mandados cuentan baber dicho 'el Gran Capitán mas do
una vez, que mucho mas quisiera ser leonero que tener
cai^o de aquella fiacion (2).
Con ella y como de su país , es de creer que andu-
viese Pedro Navarro, aunque sin acompañarla en su indis-
ciplina, al partir el Gran Capitán de Mesina en 25 de julio
y desembarcar en Calabria , para apoderarse de orden
del Rey Católico de lo que se habia repartido en Ñápeles.
Acompañábanle al intento trescientos hombres de armas y
otros tantos gínetes. con unos tres mil ochocientos infantes
españoles, á que se agregaron muy luego otros setscienles
que nuestro embajador en Roma recibió á sueldo, de los
que en la guerra de la Romana militaban con el Duque de
Yalentinois. hijo del Papa Alejandro VI, y terrible sdver-
(t) PetriBembi, /íistoría feaeta, lib. 5, pág, 107. Goníedvuir
que dns etse venelat el ipse ridertíur. Zurita , ibi cap. 39.
(9) Zurita , ibi cap. 27.
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42
gario de España. Incorporáronselo también muchos caba-
lleros y aventureros napolitanos del partido aragonés, y
entre ellos Próspero y Fabricio Colona , cabezas de su po-
derosa familia; viéndose el rey D. Fadrique en la angus-
tia de que el Católico su deudo, en quien confiaba que
le auxiliase como anteriormente contra los franceses, &&•
piraba por lo contrario á despojarle también ; y en su
despecho quiso llamar á los turcos, pero entregando á
aquellos la ciudad de Ñápeles y otras^ acabó por irse á
Francia (Í).
Fué entonces cuando el Gran Capitán hizo á Pedro
Navarro capitán de infhnleria como era razón; aludiendo
tal vez con eso Paulo Jovío que lo refiere (2) , á que era
la recompensa de loa servicios prestados en Cefalonia,
aunque sus minas habían sido de muy corto efecto toda-
vía. Tardó poco Navarro en corresponder á la distinción
que acababa de recibir y debia solo á su mérito , mos-
trando un valor indomable , y dando á la infantería que á
ejemplo de la suiza habia comenzado á ordenar Gonzalo
de Ayora, una fuerza desconocida (3). En medio del poco
aprecio con que generalmente se la miraba entonces, así
por combatir á pié y mal armada , como por la gente vil
y soez que comunmente militaba en ella , Navarro la real-
zó de tal modo que quien mas le admiraba vencer con
ella, no era tal vez su protector Gonzalo, sino los nobles
(1) Zurita, ib),cap. ii, 45 y i8. César Dorja, duque de Valen-
ÜDois, íué tal el odio que tenia i Espafin, aunque el Papa sn padre
era español , qne se llamaba César Borja de Francia , y en el prin-
cipal cuartel de sas armas traía las de aquel reioo. Hnrió desastra-
damente junto ¿ Viana en Navarra.
(2) Iotío, en sn Elogio.
(3) Clemencia, llnstracíon 6, al Elogio de la Reina Doña Isabel,
§. m.
3vGooglc
43
franceses , cuyo asombro era mayor cuanto mai ruines
eran los españoles que los Teneian (1).
1 502. De los pueblos que mas proDlo presenciarou el
gran valor de Navarro, el primero fué ManFredonia. Estn
ciudad y la de Taranto fuertes por la naturaleza y el arte,
en la controversia suscitada sobre si al Rey de Francia ó
al de España correspondian la Capitanata y la Basilicata
y otras tierras no bien expresadas en el tratado de repar*
ticion, resistieron su entrega al Gran Capitán y se man-
tuvieron por el duque de Calabria D. Hernando de Ara-
gón, hijo del rey D. Fadriqne. De Taranto al cabo de pro-
mesas, negociaciones y treguas por nn lado, de amenazas
por otro y de haber Navarro interceptado por mar á unos
franceses que iban á levantar banderas por Francia , se
apoderó al fin Gonzalo en 6 de marzo de i 50'¿ (2) ; mas
de la de Manfredonia dio el encargo- á Pedro de Paz.
Presentado éste al frente de ella y observando que si)
gobernador, siguiendo el espíritu áe D. Fadrique, quería
(1) Es curioso lo que Paulo Jovio escribe en el capflnlo i del
libro 9 de sus Historias acerca del poco caso que se hacia de la in-
fantería cuando Carlos VIII de Francia invadió i Ñápeles en 1495,
y el Gran Capilan le hizo salir de aquel reiuo; pero en todavía mas
curioso lo que Nicolás Hachiavello escribía de la francesa, compa-
rándola con la espafiola en su tiempo. £ dipoi sonó per le ierre tut-
ti ignobili i genti di mesiiero, ¿ stanno tanto sotioposti d noiíH Í
tanto tono in ogni alione depretsi , che sonó vili e pero ti vede che il
Re nelle guerre non si serve di loro perche faimo caitiva prova. Btn-
cAe fi lienno li Cuaseoni de ch'il Be si serve che sonó, un poco me-
glia che gli olí ri ¿ nasee perche sonó vicini á conjini di Spúgna, che-
vengono á ¡enere un poco dello spagnuolo. Opera di Niccolo Uachia-
relli, 4782 in Firenze, tom. 2, pé,^. 133. Ritrato di Francia.
(S) lovius, Historiarum, pñg. 22i. Zurita en el oap. 57 del li-
bra i , pone la rendiciou de Taranto en 1 .' de ourzo , que un de»-
pacbo del Gran Capitán del 10 lo Bja en el 6, y refiere el pasaje
de Navarro.
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entregársela á los franceses, pidió refuerzo al Gran Capi-
tán. Envióle éste sin detención á D. Diego de Mendoza
con cien hombres de armas, á Diego de Vera, insigne ar-
tillero de aquel tiempo, con diez piezas entre cañones 7
faloonetes , y al jaque de los jaques Diego García de Pa-
redes, f á Pedro Pizarro y nuestro Navarro con dos mil io-
Ibntes. Apenas llegados en 4.* de marzo y plantada la ar-
tilleria contra la plaza, emprendieron el combate. Hasta
el 3 no cesaron de tirar, de modo que en el dia 4 Man-
ftedonía se rindió á los españoles , quedando Pedro Na-
varro de gobernador de su castillo con una guarnición de
cuatrocientos infimtes (1).
Iban las cosas nüentras tanto disponiéndose de mo-
do, que la guerra era inevitable. Cuanto mas negociaban
los dos Reyes para entenderse en lo que tan fácilmente
se babian repartido, y cuanto mas aires uno y otro se da*
ban de buena ib , mas lejos se encontraban de aproxi-
marse. Las conferencias que pasaron entre el Gran Gon-
zalo y el Duque de Nemours, general de los franceses,
ningún fruto produjeron. Ambos caudillos aparentaron á
porfía los mas delicados modales y el mayor deseo de la
paz, al cabo de las cuales se descubría la guerra. Remi-
tióse pues la decisión á las armas, y como los franceses
reforzados con dinero y dos mil suizos, confiaran en que
su superioridad les daria la justicia , tos sucesos como mas
de una vez oconleció > acabaron por darles un amargo de-
sengaño (2).
(1) Zarita , ibi , cap. 57, aanqne Taria algún tasto en la gente
qne fué de socorro i Hanfredonia, y nada cuenta del combate. Co-
mentarios del Sr. Hernando de Alarcon, lib. k. Crónica del Grtm
Capitán, ]ib. 8, cap. 35.
(S) Sobre las conlerencias entre Amaifi y Átela en ana capilla
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45
El sagaz Gonzalo persuadido de que con sus reduci-
das fuerzas no podría reBÍstir á las mayores de los fran-
ceses, determinó suplirlas situándolas en sitios fuertes.
Encerrándose desde luego ep Barieta con algunos pocos
españoles , repartió á los demás capitanes en varios pun-
tos. y á Pedro Navarro que ya en ese tiempo tenia grande
opinión de soldado (i), encargó de la defensa de Canosa
con quinientos ó seiscientos infantes, pues hay variedad,
aunque escasa, en el número, y los capitanes Peralta y
Coello.
Era Canosa un pueblo pequeño no bien situado y poco
capaz de defensa. EIn conservarle el Gran Capitán ó á lo
menos en defenderle > no se proponia mas que consumir
en combates las fuerzas francesas, en tanto que le llega-
ban de España loa refuerzos prometidos, y que de dia en
dia esperaba. Apenas encerrudos Navarro y sus compañe-
ros en Canosa, cayeron sobre ellos en 15 de agosto el
Duque de Nemours, Virey de Ñapóles por los franceses,
y Mr. d'Aubigni escocés , muy distinguido y acreditado ,
que militaba en aquellas fitas (2). Acompañábanlos cinco
mil infantes y de ellos quinientos alemanes y ochocientos
suizos, con cincuenta lanzas y muy numerosa artillería;
y Navarro sin intimidarse á la vista de fuerzas tan impo-
nentes, dio colocación á las suyas, situándose él con
ciento y cincuenta soldados al frente del mismo Nemours,
á1.* de abril y 29 de junio, Zurita ibi, cap. 60 y 66.— Jbvwj ibí,
pÍE- 236.
(1) Comentariot dtl Sr. Alarcoa, ibi.
(2) Acerca de loa cspilaues franceEeB qUe oqul meDcionamos,
y en adelante meDcioiiarémoa, dá algunas nolicias biográficas Bran-
tome eu sos yiet det hamnus illuttres el Grmdt Capitmaet fran-
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46
aposentado á orillas del rio Lopanto que corre inmedialo
ú Canosa.
CoD tan arrebatado furor cuentan los escritores que la
artillería francesa batió la plaza dos alas y dos noches por
el lado que defendía Coello, que al tercero. Tiendo en
tierra gran parte del muro , creyeron los sitiadores que
podían encaminarse al asalto. B¿y quien dice que la cerca
de Canosa estaba tal que por ella podía subirse á caba-
llo (1); y los franceses lo verificaron con tan obstinado
esfuerzo , que solo al cabo de dos buenas horas de muy
recio combate, pudieron ser rechazados. Guiados de un
villano que saliéndose de Ganosa deacubrió á Nemours su
Üaqueza por el lado que la defendía Navarro , llevaron ba-
cía allá su artillería ; y al cabo de tirar un día y una noche
sin descanso , como á la mañana del quinto dia de sitio,
los franceses observasen que la mayor parte de la mura-
lla estaba caída, repitieron por allt el asalto. Los españo-
les redoblaron como en el anterior su esfuerzo de modo
que al cabo de hora y media de muy porfiado combate,
tuvieron los franceses que retirarse con perdida de mas
de ciento y cincuenta (1).
La noticia de lo que pasaba en Canosa, sigue la Cró-
nica , agitó el ánimo do los soldados españoles que se ha-
(1) Znrita, lib. i, cap. 69. Cneala D. Oírlos Coloma, testigo
por decirlo asi preseocial, que coando los españoles enlregaron
en 1597 la plaza de Amiens, que tan valieo temen te defendió el go-
bernndnr Hernán Tello de Portocarrero, natural de Toro, y pot bu
mucrU; bI marqués de Montenegro, las balerías ó llñmense brechas
estaban , especialmente la del rebellín tales que sinayuda alguna su-
bió por ella Madama Gabriela, dama de Enrique IV, y otras idu-
clias damas que fueron á ver á sus maridos, sabiendo qaa la guarni-
ción capitulaban. Guerrat ele Flandn pág. VVA,
1^) Cráuica, lib 2, cap. 46 y 47, [nÍ);. 71, v.
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liaban en Barleta con el Gran Capitaa. Fuéronee á él cod-
moviilos é indignados pensando en el gran riesgo que cor-
rían Mavarro y su gente , pidiendo que los llevara á su
socorro y exponiéndole con Tebemencia cuan fuera de ra*
zon era sabiendo el estrecho en que se encontraban Na-
varro y los otros españoles , dejarlos asi abandonados: que
viese que no solo por lo que tocaba al mejor servicio del
Rey se les debia dar socorro , sino por lo que en ello se
interesaba la honra dé España que recíbíria gran menos*
cabo sufriendo á la vista de sus mismos ojos tal daño y
ofensa hecha en los suyos , y que por lo tanto estaban de-
terminados á socorrerlos ó á morir en la demanda.
Aunque el Gran Capitán no desaprobaba interiormente
aquel m»do de explicarse , quiso según el coronista , que
el asunto se examinara con detención , sin tardanza, y al
intento convocó á consejo á los principales capitanes.
Puesto el punto en discusión, todos dice que opinaron
que no debia darse el socorro por no ser ellos tan pujan-
tes y fuertes como el francés. Solo Diego García de Pare-
des, á quien el coronista se muestra siempre propenso,
opiné porque á todo trance se diera ; parecténdole cosa
fea que por ningún género de miedo se dejase de socor-
rer á tan noble gente y mas en aquella ocasión en que tan
dispuestos estaban los soldados ; oyendo lo cual el Gran
Capitán y los demás que con él estaban , desde luego pa-
reciéndoles bien la propuesta de Paredes , ordenaron que
con la mayor diligencia se comenzara i entender en el
socorro de Canosa.
Por primera diligencia parece que dispusieron la sali-
da en aquella misma noche de algunos caballos ligeros
que explorasen la sittiacion que ocupaban los sitiadores.
Todo sin embargo fué inoportuno, porque mientras se an-
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daba eo calos acuerdos, los franceses que por ventura Iob
habían penetrado , apresuraron y repiUeron los asaUos.
Peleaban los de adentro mano á mano con los de afuera, y
Jos españoles que siendo tan pocos de todo el ejércilo fran*
cés se defendían , no solo usaban de las armai defensiras,
sino de cuanto su ingenio les sugería. De piedras y aceite
hirviendo con lo cual quemaron á muchot franceset, dice
también el coronista ; mas como el muro estuviese desba-
ratado y por tierra, y los sitiados hubiesen perdido ya mu-
cha gente , contemplando Navarro inútil la defensa contra
fuerzas tan superiores, determinó al 6n rendir la plaza con
honrosas capitulaciones, y la entregó en 2i de agosto (1).
Esta entrega, á la que hay quien cuenta haber prece-
dido catorce asaUos , é matar los cercados á los cercadores
mas de mil hombres sin perder quince de los suyos , di-
cen algunos que se aceleró porque el capitán Peralta en-
flaqueció tanto en el puesto que defendía , que se puso
en trato con los franceses y persuadió á los soldados que
forzaran á Navarro á que se entregara ; lo cual, añade el
muy respetable Zurita, hubo de hacer, estando ya el Gran
Capitán determinado de socorrerlos en aquella misma no-
che (2). Refieren otros, y esos italianos contemporáneos y
tan bien informados como Guicciardini y Jovio, que Na-
varro capituló cumpliendo con las órdenes que el mismo
Gran Capitán le comunicó secretamente de no aguardará
ejecutarlo en el último peligro , sino que con tiempo aten-
diese á BU persona , y tratase de conservar tan valiente
guarnición , en la que la compañía de Navarro parece que
era de vizcaínos (5).
(1) Ibi.cap. 47.
(%) Zurita, ibi.
(3) Guicciardini, htoria ¿'Italia, lib. 5, p¡lg. 138, dice qm; Na-
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A9
La Gi-ónica del Gran Capitán, de la que hemos toma-
do varios pormenores' algún tanto vulgares y de menos
importancia , no entra en los relativos á la gloriosa capi-
tulación de Navarro y á su salida triunFante de Ganosa.
Hay sin embaído entre sus coetáneos uno quo al rererír
todo lo que entonces se decía, da á su narración tal inte-
rés que aunque Navarro no hubiese obrado otras acciones
que las pasadas, merecía bien el título de hombre aptísi-
mo para la guerra de mar y de tierra , que Pedro Már-
tir, que también hübia sido soldado, le dio cuando esta-
ba en Canosq , sin duda por lo que oyó en Venecia , cuan-
do regresaba de la embajada que con él enviaron los Be-
yes Católicos al Soldán de Babilonia (I).
" El Gran Capiian, cuenta el Cura de los Palacios
después de referir lo de los coloree asaltos que ya indi-
camos, " envió á decir á Pedro Navarro que ansí por la
■ villa ser flaca como por no tener el aparejo para le so-
« correr, por estar todo el ejército de Francia allí junto
■ sobre él, que si no se podía tener que íleiese el mejor
* partido quepudiesc , ó que st algunos dias se podia t¿-
■ ner, él le socorrerla aunque á mucho peligro le fuese.
« El dicho Pedro Navarro no tenia gana de bacerse par-
• tído. sino' tenerse hasta ser socorrido; é uno de los
Turro capituló sah'e ló robe el Ir personti Jovms, De vita magni Goh~
taivi, lib. 2, pág, 241. Erat Canusü Pelrui Noforrui cum sua
Coalabroritin cohorte j cui Colliut sclopelarios circiler ducenlos addi--
ilerai fier Iriduum incredibiU viriule suslinuit.. . niti per ocultot
uiuaios, jubente Cousali'O lU sibi consutcret ,fortitsimo¡que militares
oMServarel , parcitdum ette ceusuil , ele,
(1) Epiblüld 2^0, ejc urbe aqiiis circumsepfa III nonas jiinii,
MDil. Caiiuíiam Homaaa clade oppidiim insigne in Apiilia Galli
adoriaiilur Oppidum prtxsidio tenet cum tliiecla maiiu Pclrus
qiiidant Navarras vtr mari ac tena bello apiissimus, '
Tomo XXV, 4
„.b,Googlc
so
■ otros (los capílnoes secrelamefite irfllaba partido por el
■ peligro que esperaban : é ansí cuando supo esto Pedro
■ Navarro é que medio no llevaba de se poder defender^
■ acordó de bacer el mas honroso partido que jamás Din*
■ guno hizo en esta manera : que le dejasen salir al dicbo
■ Pedro Navarro con los otros dos capitanes con toda su
• gente armados por medio de su real , con sus banderas
< tendidas é sus alambores é trompetas tañendo é dicien-
■ do España , España , é que dejasen salir todos los del
■ lugar que con él quisiesen ir con toda la bacienda que
■ quisiesen llevar, é que á los que quedasen no les fuese
• fecho enojo alguno. E ansí salieron é se fueron camino
« de Barleta, donde se habia encerrado el Gran Capitán á
■ los 10 de julio, é les salió á rescebir el Gran Capitán ma»
■ de una milla del lugar; lo abrazó é le besó en el rostro
« á Pedro Navarro é le dijo muchas palabras de honra é
■ de amor (1)."
Lo mismo substancialmente Confirman el protonota-
rio Pedro Mártir y Paulo Jovio. El primero, que anda-
ba en la corte de los Beyes Católicos, en una carta,
que lleno de admiración por las proezas de Navarro,
escribió en Zaragoza en setiembre de aquel año (2), y
el segundo añadiendo á su capitulación y salida de Cti-
nosa circunstancias muy gloriosas, convienen en que se
estipuló que le hubieran de dar acémilas para- conducir
sus heridos, y que al verle solir de la plaza con sus soU
dados y tion aire do vencedores, mas que de vencidos,
(1) Historia dt ¡os Reyes CaióUtos, M. S. en la Bib. Nucioiial,
cap. 175.
{2) Epístola S47. Mira de Pedro Navarro..... feruniur.... Per
Gallorum ordinct Hispaiiia, Hispaiña, tíispania vit'ttt , suilalis »w-
eibut proclamando Irantisse fcruiiiur ad suos.
zecbyG00¿ílC
51
se maraTÍllabaD altamente los franceses de que tan pocos
hombres como aquellos hubiesen pcJido resistir á la mn-
chedumbre de los suyos, y á tantos peligros y asaltos [1):
de suerte que al ver como celebrabaa escritores tan gra-
ves la capitulación y salida de Canosa , no se tendrá por
exagerado al poeta napolitano y testigo que al referirlas
en su Cojisalvia, cantó que desde aquel dia en adelante
ya no tuvieron los franceses valor para asaltar ningún
castillo en que hubiera guarnición española ; y exclamó
al 6d : / Oh valeroso Navarro que acostumbrado siempre
á vencer y ó poner en fuga á los enemigos, con solo ha-
ber perdido ahora un lugar ha sabido vencer ejércitos en-
teros (%l
Apoderado Nemours de Canosa amenazaba desde allí
al Gran Capitao 7 á los españoles que, faltos de todo,
se mantenian encerrados con ¿1 en Barleta. Molestaba
también á los que guardaban algunos otros pueblos cer-
canos pero menos importantes : siendo su empeño arro-
jarlos de los ptlntos que con stlmo acierto y vista la
inferioridad de su número habian elegido, y el de los
nuestros por lo contrario guardarlos y mantenerlos Ín-
terin les llegaban los refuerzos prometidos. Gomo tan
córennos estaban, los encuentros, escaramuzas y com-
bates parciales entre españoles y franceses eran muy fre-
cuentes. De sus resultas y del agravio que los últimos
(1) Jovius, ibi. Galli^ue item ianunta piahertnt quibus saucii
adveherentur el.
. (2! Baptista Caotaliciiis napoliteDas. De bU rtcepla Parthenope.
Cwualvia, Ubrtt quaiuor. Neapoli 1 506, lib. 2. Eb meaus raro ea
italiano con el Utalo de Le Hitiorie de Síontignore Gio. Baitisia Can-
laíiciof ele. ,De¿le guerre falte in Italia da Conialyo Ferrando rfi
Aflar. CoscQía, 1395, lib. 2, pig. 30.
zecbyG00¿ílC
52
sentiao con el reciente suceso de Navarro, se dejaron al-
gunos decir que si Lien era cierto que los peones ó tea
infantes españoles era gente esforzada y valiente 'no asi
la caballería que con sus giros y caiacoles acostumbra'-
ba huir cobardemente de las lanzas francesas (1); bala-
dronada harto jaclaociusa de que hubieron de retractar'
se , por consecuencia de aquel público y solemne desafío
que entre once franceses y oíros tantos españoles á ca*
bailo tuvo lugar entre Rarlela y Vitelo en 27 de setiem-
bre (2).
Navarro mientras tanto y aun sin haber apenas repc
sado de las fatigas de Canosa Fué enviado á proteger á Ta'
ranto amenazado por Nemours. Gobernaba aquella plaza
como teniente del Gran Capitán su sobrino Luis de Her-
rera , y no contaba con otra fuerza que la de unos cien
ginetes ó caballos ligeros. Importaba su posesión así
por su fortaleza como por ei sitio en que estaba, y ya
fuese para asegurarla de bs asechanzas enemigas, ó por-
que al mismo tiempo quisiera el Gran Cbpilan dar á su
sobrino un acreditado maestro militar, le envió de so-
corro á Pedro Navarro con alguna gente. Llegó tan opor-
tunamente que muy pronto frustró una sorpresa inteih^
tada por el mismo Nemours en persona con trescien-^
tos hombres de armas , otros tantos caballos ligeros, cin-
co mil infantes.; nueve piezas de artillería (5) : eso sin
(1) Jováti. De fila magni GúnicdvC , Ub. 2, pág. SSS.
(2) Crónica, cap. 53- — Zuriia> tíb. 5, cap. 3, j sobre todo la
Fida del Gran Capitán por el Sr. D. Manuel José Quintana entra
las de sus Españolet ilustres; en la que tanibien se reGere el de-
safío qoe mus adelante tuvieron trece italianos coa trece franceses.
El de los españoles Ic pone Zurita en SO de seliembre.
(3) Jovio, ibi.
zecbyG00¿ílC
embargo no fué mas que el preludio'de lo que muy pocos
dias después emprendió Mr. de Laude . capilao Traiicés
muy, distinguido.
£ra su ánimo dar un tiento á Taranto por el lado del
castillo ; y reunida toda la gente francesa aposentada em
Castellaneta y sus cercanías emprendió la marcha con
ese ño. Sin obstáculo y coo el mayor orden llegó hasta
las murallas de la plaza. A punto estaba ya de arreme-
terla y todo parecía caminar de acuerdo con sus deseos,
cuando Navarro y Herrera que le acechaban y habian de-
jado acarear , cayendo de improviso eon su gente sobre
Mr. de Laude y la suya, trabaron un recio combate. Pe-
leóse por una parte y otra con el encarnizamiento que
mas de una v ez se observó en aquella guerra , y era con-
secuencia inmediata de la exalloda nacionalidad de ambos
combatientes. Entre los españoles habifr algunos bailes^
teros y escopeteros ; y por desgracia de Hr. Laude uno
de estos le mató de un tiro. Dispersóse su gente en se-
guida , y la española se retiró sin otra pérdida que la de
dos muertos y oioco heridos (i).
Ni aun con tan dura lección desistieron los franceses
de sus proyectos. Conocian la importancia de Taranto y
aspiraban por lo mismo á su posesión. Animábalos tam-
bién la escasa gente española que tenian al frente , sus
priraciones y la falta de todo que sentían; persuadi-
dos sin embargo de su vigilancia acudieron á la astucia
para sorprender la plasa. La Crónica del Gran Capitán,
que en la narración de los sucesos se acerca mas de una
vez al gusto y tendencias de los soldados . cuenta que ha-
biéndose desertado un napolitano de la compañía de Luis
(I) Cróaka, ibi, cap. 65, p&g. 90.
zecbyG00¿ílC
54
de Herrera , se fué, Eegan los de Taronlo creyeron, á con-
tar al enemigo la situación en que se encontraban: Pre-
sentóse á pocos dias , y dándose aires de pasado, otro sol-
dado francés que hablaba regularmente en castellano, y se
mostraba indignado de que el olro desertor hubiese indi-
codo á los enemigos el modo de apoderarse de la ciudad
que tanto deseaban. Propuso á Herrera y Navarro que si
querían asegurarse de él se la pondría en las manos , pre-
sentándose en la noche siguiente y á la hora convenida
en el paraje á que les aseguró que le traería engañado.
Aunque esta relación tiene aire de ser una tergiver-
sación del suceso del capitán Alonso de San Severino , dis-
tinguido caballero napolitano , y muy apreciado del Gran
Capitán, que por aquel tiempo andaba en tratos con el
duque de Nemours, y con setenta de su compañía se
pasó por último á los franceses (i); seguiremos con que
habiendo acudido los dos capitanes españoles á la hora y
paraje señalado, en lugar del desertor que aguardaban,
descubrieron al amanecer un grueso de gente francesa
que á buen paso venia sobre ellos. Luis de Herrera y Pe-
dro Navarro, conocido entonces el engaño, se recogieron
ú gran priesa á Tarpfito. Corriendo en pos de ellos los
franceses llegaron hasta sus murallas, desde donde, senti-
dos de no haberlos alcanzado, se retiraron á sus alojamien-
tos ; mas Navarro y Herrera que conocían bien el pais y
sabían por donde debia cada uno pasar para recogerse al
suyo, sin detenerse en Tfip^to salieron secretamente
por la puerta que iba á Puzano. Alojábase allí el capitán
Fabricio , hijo del conde de Conza con su gente , y car-
gándole al paso Herrera y Navarro que estaban embosca-
0) Zurita, lib, 5, cap. 13.
zecbyG00¿ílC
55
dos junto á una iglesia, el primero con sesenta ginetes, y
el segundo coa ciento y cincuenta infantes, de tal ma-
nera le hizo fuego la infantería emboscada , hasta donde
le atrajeron con engaño, que muertos. cincuenta france-
ses de los sesenta que le acompañaban, toda la demás
gente incluso el mismo Fabrício cayó en poder de los dos
astutos españoles (i).
1503. Esto aconteció entrado ya el año de 1S03, año
glorioso ^ara el Gran Capitán en que recogió los laureles,
que justamente merecían las mas altas dotes que nunca
tuvo general , y á los cuales concurrió Navarro como uno
de los mas insignes guerreros que para su logro le acom-
pañaron. Ea tanto que en mayor teatro le vemos figurar
continuaremos con que , todavía en Taranto con Luis de
Herrera y su gente de á pié y de á caballo , se apodera-
ron de Gastetlaneta , pueblo de allí distante diez y ocho
«lillas en que babia una guarnición francesa numerosa.
Quejábanse los vecinos tanto del mal trato de los france*
ees como de que atentaban á sus mujeres; y ya fuese el
Grao Capitán quien primero se entendiera con ellos , ó
bien qué Herrera y Navarro los incitasen á revolverse con-
tra sus opresores, convinieron aquellos en que en el día
en que lo emprendiesen y les bcititasen la entrada en la
ciudad, oslarían alli'dispuestos á sostenerlos. Concertado
todo y bien cumplido, apenas en el dia señalado comen-
zaron los vecinos á moverse antes de amanecer, que ya
(f ) Crónica, íbi, cap. 67. — Zurita en el cap. 8 del lib. 6, coenlB
baber sucedido esle encuentro al volver Berrera y Navarro con la
fuerza que refiere la Crónica, de la escaramuta en qne murió Mr. de
Laude, que él llama Lauda. Tres solo añade que escaparon de los
que llevaba el Gande de Gouza, y eran Ireiota y tres hombres de ar-
mas, cincuenta archeros y diez estradiotes ó gineiesj^riegos.
zecbyG00¿ílC
56
los dos capitanes españoles estaban á las puertas de la
ciudad. Entrando on seguida en ella , prendieron y mata-
ron sesenta hombres de armas y cíen ardieras, contán-
dose entre los muertos a) capitán Simonet, comandante
de la plaza ; cogieron trescientos caballos, y rendida Cas-
lellaneta-, muchos otros pueblos, y fué lo mas importante,
alzaron banderas por el Rey de España (I).
Ofendido el virey Nemours con esta pérdida, reunió
en Canosa cuanta gente pudo y salió á vengarse de los de
Castellanela. El Gran Capitán, que de lo que pasaba en
el campo francés estaba pronto y bien informado, no se
descuidó en oponerse á'su intento. En tanto que Navarro
le frustraba, introduciendo en Caslellaneta trescientos de
los suyos la noche antes de acercarse Nemours á ella.
Gonzalo de Córdoba saliendo también de noche y con se-
creto de Barleta, con alguna gente y artillería, se puso
antes de amanecer sobre Ruvo, llamando su atención so-
bre aquella plaza. Era su comandante en aquella snzon,
un capitán de múcba fama llamado Mr. de Lapalice , y
por los españoles el capitán la Paliza , Gran Mariscal de
Francia (2). .acompañábanle doscientos hombres de armas
;y otros doscientos archeros gente toda muy escogida ; de
suerte que cuando plantada la artillería y batida la mura-
lla , el Gran Capitán ordenó el asalto, fué el combate de
los mas recios y obstinados que se vieron. Siete horas hay
quien cuenta que duró , hasta que al fin Francisco Sán-
chez, despensero mayor del Rey, ó sea tesorero del
ejército , plantó el primero la bandera sobre los muros de
Ruvo. Saltaron con él otros españoles á la plaza, y ense-
(1) Jovius. De vila maguí Gonsalvi, ibi, píg. 246.^^níítiV(T, ca-
pitulo 71— Zurila. lib. S, cap. 13, ano de 1503.
(2) Branlomc. Homines ilhistrcs, ole. Mr. de LapaUct.
zecbyG00¿ílC
'57
ñoreándiose de ella cogieron seiscientos caballos , premlie*
ron á Mr. de Lapnlice , y al teniente del duque de Sabo-
ya que le aconipañaba y á otros muchos frauceses distin-
guidos (1).
(4) JoTÍos. De vita magni Gonsnlvi, pig. 346. Certaium ett per
sefilem horas summa coHtclione..... Primum quod iUaium est , reppul-
tií Gallií, iiexi/tum , fuit Franciseus Sanees qai fírgii Htipania dit-
pensator eral. Zurila, ibi , cap. 1 4 , y ea el 73 dice , refiriéndose al
mismo Sánchez , que despensero mayor era aquel á cuyo cargo es-
taba tener la cuenta del dinero del ejircilo, pues lo rreibian ¿I y
tus ministros. Como pafecp reppgnanle que se cogieran lautos ca-:-
ballüs, siendo al parecer tan poco namerosa la |;uaraicioii, coavie-
ne saber cual era en aquel tiempo el armamento mas usual <le la
caballería é infanteria. Tratando el díligeote y muy apreciable Zu-
rita (lib. 3, del Bey D. Fernando, cap. 6), del que en el afta
de ^h9^ Lutrodujo Don Sancho de Castilla en la gente destinada á
defender el Rosellon , dice que; " siguiemlo la costumbre italiana y
«francesa, se introrlujo, que de allí adelante los hombres de ar-
« mas trajesen almetes y lanzas de firmas, y sus espadas ó esto-
« qnes, y un caballo encubertado y otro para un page con sus ma-
■ las eo los arzones : y de veinte en veinte hombres de armas ha-
» bia un cabo de escuadra qne primero pe llamaba cuadrillero, y
a porque en las otras provincias se acostumbraba que cada hombro
a de armas tenia un archero ó balirslero á caballo , y tanto número
■ de gente parpóla inútil, y también era muy necesario á \a. gente
«de armas llevar consigo ballesferoi á caballo, se USÓ algUD liem-
« po que en cada compania habia respecto de las lanzas el quinto
■ de ballesteros qne traían corazas, armadura de cabeza , füida , y
■ los que entonces llamaban gacetes. Repartiéronse los peones, que
I asi se llamaban en este tiempo y mucho después, en tres partes;
> el un tercio con lanzas como los alemanes bs traían , que llama-
a ron picas, y el otro tenia el nombre antiguo de escusados , y el
a tercero de espingarderos y ballesteros que se ufaban entonces, y
o llevaban 1as ballestas tan fuertes qne no se podían armar sino
c con cnatro poleas, y iban estos peones repartidos en cnadrillaa
■ de cincuenta en cincuenta, y cada compañía de hombres de ar-
a Blas llevaba A su cargo alguna parte ríe la artillería del campo
B á respeto de las piezas (]ue tenia el ejército.» Acerca clel suces»
zecbyG00¿ílC
. 58
EsLa operación , emprendida con el fin , como se ha
dicho , de apartar al Duque de Nemours de sus proyectos
sobre Castellanela , se termiaó con tal suerte y oportuni-
dad, que al día siguiente , dos horas antes de anochecer
ya daba el Gran Capitán la vuelta á Barlota. De sus re-
sultas se encontró Nemoars burlado y en la mayor ansie-
dad. No podía ir al socorro de Ruvo, porque ya los «lyos
le habian perdido, y no podía tampoco continuar á Cas-
tellaneta , por miedo de que los españoles mientras tanto
no se apoderasen de otros pueblos y basta del mismo Ca-
nosa. En semejante conflicto, nada le pareció mas acer-
tjido que recogerse á ella y asegurarla , juntando cuanta
gente pudiera de la que guardaba puntos menos seguros ;
con cayo fin ordenó á Hr. de Bramonte que se hallaba en
las Grutallas , que al punto de recibir su aviso , le siguiera
á Ganosa , por el camino que el mismo Nemours llevaba:
mas apenas Pedro Navarro y Luis de Herrera entendieron
estar las Grutallas libres de franceses que , saliendo de
Taranto con alguna gente pusieron aquel y otros pueblos
á la devoción de España. Pasaron en seguida á Asti, que
iuan de Lezcaoo no bahía podido tomar con la gente de
mar que había desembarcado de sus galeras ; la entraron.
de Rufo , pueden tambieD verse la Crónica del Gran Capitán , ca-
pitulo 78, pAgina 98, y Guicciardiai en el lib. 5, pAg. Uk v. Se-
gún Zurita fué tomada en 23 de febrero de 1503.
Tratando el mismo Zurita del armamento de los doscientos Aem-
bret de armas y irescienlos giaetet , cou que las Cortes de Aragón,
reunidas en abril de aquel año, acordaron servir par tres meses en
aquella guerra de la Pulla y Calabria , dice que Tué esta gente muy
lucida y bien armada, é iban los komhres de armat con sus pajes
y con caballos encubertadoa y todas armas blancas , y los ginetes
segOD era costumbre coo corazas, capacetes, armaduras do brazos,
quijotes y faldares. Ibi, cap. 23.
zecbyG00¿ílC
59
saquearon y abandonaron muy luego , trasladándose des*
pues á Francavilla que los admitió sin resistencia (I).
Cuando esto sucedía á principios de marzo de i503,
las cosas tornaban tan á favor de los españoles en medio
del hambre y privaciones de lodo género que sufrían ea
las costas de Calabria y la Pulla como adversas se mos-
traban á los franceses que dominaban en lo demás de Ña-
póles y de nada carecían. Conociéndolo Nemours llegó á
temer que no le cercaran en Canosa , y tan deseoso de
evilarlo como de mantener su reputación , mandó reunir
allí cuanta gente le fuera dado , para ir luego á dar con
ella sobre Barleta. Gomuaicadae al intento sus órdenes á
los capitanes franceses , y entre los italianos que seguían
sa partido á Mateo de Aquaviva situado en ConvereanOi
les prevenía ante todo que se juntaran en Altamura , con
Luis d'Ars, en quien confiaba mucho, y que desde allí
unidas todas sus fuerzas y mimdadas por el se encamina-*
sen á Canosa, en donde le encontrarían.
Asi que el Gran Capitán entendió este movimiento,
cuyo objeto al pronto no atinaba , comenzó á precaverse
contra cualquiera suceso. A Pedro Navarro y á Herrera,
qae aun continuaban en Francovílla, les ordenó que, de->
jando á Taranto á buen recaudo , se le juntasen cuanto an-
tes en Barleta. En oso andaban, cuando por acaso suce-
dió caer en maqos de Navarro una de las cartas en que
Luís d'Ars y Mateo de Aquavíva concertaban el modo y
día en que habían de reunirse, para buscar luego juntos
al virey Nemours en Ganosa, Enterado por este medio el
astuto Navarro del día en que Maleo se encaminaría á Al-
tamura, con tal destreza se emboscó que, sorprendiéndole
0) Crónica, ibi, cap. 73, p4g. 100.
zecbyG00¿ílC
60
al paso , aunque se defendió con valor, cayó al fín prisie-
iiero. Murió su hermano Juan de Aquavjva, y rota su ca-
ballería , fué por la mayor parte presa de Herrera y Na-
varro que , prosiguiendo su viaje á Barleta , todavía al
paso hallaron ocasión de acreditar su denuedo (1).
Obedeciendo las órdenes de Nemours , iba desde Con-
versano a juntarse con él en Ganosa el marqués de Biton-
to. Acompañábanle cincuenta hombres de armas con otros
tantos cnbaltos ligeros y unos trescientos paisanos. Habién-
dolos descubierto Pedro Navarro y ia compañero echaron
adelante algunos do sus caballos ligeros que los entretuvie-
sen y cebaran, mientras que su infanlería los alcanzaba.
Asi sucedió ; dándose tan buena maña , que toda la gente
del marqués, mediando un recio combate fué desbaratada,
muerta una gran parte , preso él y cogido lodo su recuaje
en que iba su recámara oon mucha plata , dinero , joyas y
ropas, por ser el marqués persona muy principal y muy
señalado también en la guerra (2}.
Al ver tantas y tan felices empresas y con tanto acíei^
to combinadas ¿qué cosa mas natural que , al llegar Na-
(t) Crónica, cap. 71», p;íg. 100 v Joviu¡,\\i\, pág. 253. 5ef/
daminlerse Arsius et Aquaviva de profeclioni¡ die constituunl , Na-
varrut círca Tarenlum Anii litleras "líeí-cí^íV,— Gnicciartiini, lib. 5,
p%. 1^7, llama á Hateo de Aquaviva tlnqae de Atri, y lio alJuaa
qae otros dicen su hermano.
(1) Jovio ni Guicciardini do mencionan este suceso. Zurita, li-
bro S, cap 26, le junta con el anlerior, y le ceíiere como sucedido
once días antes de la batalla úe Seminara ; mas la Crónica del Gran
Capitán las distingue y aun casi señala los dias qos mediaron entre
uno y oiro ; al paso que no dá razón del qae Zurita refiere en el ca-
pitulo 19, al tiempo que Herrera y Navarro iban á juntarse con Lez-
cano — Recuas , recuaje , fardaje , hoy brigadas t bagaje, V. i Pul- .
gar, Nebrij'a y otros.
zecbyG00¿ílC
Gl
varro y Herrera á Barleta con los trescieDlos infantes,
cuareola lanzas y ciento cincuenta caballos ligaros que
llevaban , se holgara el Gran Capitán con ellos , los aca-
riciase y encomiara la prisión de un caudillo de tanto
nombre como Aquavíva y aun del marqués de Bitonto?
¿ Cómo no regocijarse de que á tan buen tiempo se le jun-
tasen unos hombres tan valientes y seguros , y de tanto
provecho para loque meditaba (1)? A) cabo de lantos
meses de privaciones y esperanzas, hobisn ya desembar-
cado algunos refuerzos de España en Calabria, y entro
ellos dos mil gallegos y asturianos. De sus resultas, y
muerto Luís Portocarrero que los mandaba, D. Fernando
Ab Andrade que le sucedió. den'Otó en 21 de abril á loa
franceses en Seminara, á que se siguió ser prisionero su
general D'Aubegni y sus principales capitanes (2). Llególe
por entonces también al Gran Capitán un auxilio de dos
mil alemanes , y ya con tales fuerzas se resolvió á salir de
Barleta con toda su gente , y á buscar y presentar batalla
á la francesa.
Moviéndose pues con ese ánimo el jueves 27 de abril,
se aposentó la primera noche en Canas, pobre lugare-
jo á seis millas de Barleta , pero muy célebre por la vic-
(t) JotÍo, ibidem, Eo nfgotm eX ítiaert JelicUer gesto Nmiarrut
tt Errera Baroliwn peiveniunt , etc.
(2) Gnicciardini , lib. ü: Obigni benche fuggiste , nella rotea dt
Angiiola riachiutoni dentro dentro fu conslrelio ad nrrendersi prigio-
Mr.— Zurila cuenta deteDÍdamente la batalla de Semenara en el ca-
pilufo S5 del libro 5 del rey D. Fernando , y que habiéndose amcH
tinado iJntea de ella los gallegos por la paga, hubo para una con
las Cadenas y collares de oro, la plata y dinero que tenían y dieron
\y. Fenwndo de Aadrade, Garvnjal, Figuercdo y otros (capitanes.
A D. Fernando de Aodrsde le llama la Crónica del Gran Capitán en '
el cap. 78 del lib. 1, pAg. 206 , gallego y conde de Villalba.
zecbyG00¿ílC
&2
loria que eü él alcanzó Aníbal délos romanos. Resuel-
to en consejo de ^erfa que el ejército se dirigiese á la
Cerinola , lugar de poca importancia, aunque bien situado
para combatir, se emprendió la marcba al dio siguiente,
después de haber confiado á Pedro Navarro y Diego Gar-
cía de Paredes los seis mil infantes españoles é ilalianos
de que se componía el ejército (1). El terrena por donde
se camioaba era muy raso y estéril , y todo Cubierto de
cañaveras y gamones muy altos. La sequedad del suelo y
los ardores del sol causaron tal sed que los soldados se
desbandaban para remediarla, y muchos se quedaron en
el camino ; .viéndose el general Gonzalo en el caso de que
para aliviar la fatiga de los infantes, mandase á la gente
de á caballo tomarlos & las ancas , y como alguno murmu-
rara fuese él quien primero diera el ejemplo (2).
Llegada la gente á las viñas de Cerinola y algún tanto
refrescada, dio orden de fortificar el campo y que plan-
tada la artillería, combatiera un castillo que defendía el
lugar y tenia guarnición francesa (5). Mientras tanto el
virey Nemours, noticioso del rumbo que seguia el ejér-
cito y de la sed y fatiga que le acosaba , pensando que si
le alcanzaba en el raso le sería fácil desbaratarle , ee mo-
vió á gran priesa contra él. Su ansia por alcanzarle fué
tal , que se colocó en la vanguardia á la cabeza de cuatro-
(1) Crém(a,c»p.'}S, pág. 101.
(S) Jovio, ibi ; pig. 253. Zurita, ibi , cap. 27.
(3) Crónica, ibi, cep. 75, que es la que segnioios porqae otras
histonadores difieren eo algo. — GuUciardiut , libro 5, pág. iiS,
E fama , che f¡uel di perirono nel caminare di seie molli di ciascuaa
delU partL—ZañlA dice (cop. 27 ) , qne por guardar la ordeiiaiua
<le la iDr^aterla se lardaba uua hora por milla, y con mucho tra-
bajo ppdiao caminar.
zecbyG00¿ílC
C5
cientoit y cincuenta hombres de armas y quinientos caba*
líos ligeros. De nada sin embaído le sirvió , porque cuan-
do llegó á conseguirlo-, ya le encontró en posición y algún
tanto reposado, y al Gran Gnpílan que tranquilamente y
lejos de intimidarse al acercarse fuerzas tan superiores
ordenaba sosegadamente las suyas. En lo tocante á la in-
fantería, DOS dice su coronista que formó con ella un 6a-
tallon que dividió en tres esctiadrones . uno de alemanes,
que situó en una viña hacia la parte de Barleta , y dos de
españoles ; el uno de estos que coloc¿ hacia el lado de
Cerinola le cooGó á los capitanes Zaniudio, í*iilarro y otros,
y el restante á Diego García de Paredes y Pedro Navarro,
encargándoles la guarda de la artillería situada en una vi-
ña por donde estaban los franceses (1).
Caia el sol al descubrirlos por entre las cañaveras tan
cercanos ya, que ambas artillerías se comenzaron á salu-
dar. En medio de este cañoneo aconteció aquel dicho del
Gran Capitán que tan aplaudido fué de sus mismos enemi-
gos. Cuéntase que al cargar Un lombardero español un ca*
ñon, se le cayó de una bota en el suelo un raitro de pólvora
de las carretas do venia la munición, que llegó hasta don*
de el cañón se había de cebar ; y queriendo el artillero po-
ner fuego al cañón sopló la mecha jf saltó una centella en el
suelo donde desde el rastro de la pólvora fué el fuego ade*
/aníe hasta dar en la bota , que encendida comunicó el
fuego á los carros de munición. Quemóse con eso cuan-
ta pólvora habia en el ejército; y pensando el Gran Ga-
pilan que ese accidente tal vez decaería el ánimo de sus
soldados, prorumpió en aquella esforzada y bella excla-
mación de ea amigos y compañeros no os alteréis por ¡o
(I) Crónica, ibi.
zecbyG00¿ílC
G4
5«¿ habéis visto , que estas son lús luminarias y mensagc-
ros de la victoria, y por lo tanto cúmplage la falta de la
artillería con el poder de nuestro corazón y ánimo inven-
cible (1). , .
No se dirigieron ásordot ni á pusilánimes esta» pala-
bras. Pedro Navarro y García de- Paredes que las oyeron
y que quemada la pólvora ya no necesitaban guardar la
artillería, al ver que el yirey Nemours y Mr. de Chan-
demier con toda su infantería y gente de armas se diri-
gían hacia ellos, so adelantaron á recibirlos fuera de las
viñas con unos quinientos infantes españoles de los su-
yos. Allí fué el pelear y el apretar los puños. " Mezcla'
■ ronse los unos con los otros muy reciamente, dice la
• crónica del Gran Capitán, haciéndose entre ellos una
* muy reñida y peligrosa batalla en la que allende de las
■ espadas andaban tantas escopetas y ballestas que mu-
* cha gente de una parle y otra cala en el campo muer-
• ta ; pero los dos capitanes (Navarro y Paredes] , con la
< suya hicieron tanto de sus personas y tan valerosamen-
« te trabajaron que en bien poco tiempo rompieron toda
« el avanguardia francesa , y mataron mas de treínla fran-
< ceses, entre los cuales en este primer encuentro murie-
« ron el duque de Nemours de un arcabuzazo que, es-
< tando en el fosó sin poder pasar adelante le dieron, y
« Mr. de Chande» {'í) que según dicho es, llevaba la van-
{1} Crónica, 'M.—Jovio, ibi, pñg. 1S&, aunqoe diGere algo de la
Crúnica romiene en que al anunciar i Gonzalo el incendio res-
pondió ain ¡amularse Practarum ornea accipio, ¿Quid rtiim nobit
latiui accidere poltttl qiiam provenicnüs victoria laiuinana speela-
f/jic.^— Guiccíaidini, también con le m pora neo, dice ai fín del lib. 5.
Gonsalvo griló.... Idilio annuncia manifeitamentt la vi/loria daiu/oM
íi-giio clie non ha biiogna piu adaperare l'arligleria.
(S; Zorita le da el Ululo de coronel de los suizos ; rosE Branio-
zecbyG00¿ílC
65
■ guardia : los cuales murieron como muy esforzados y
■ valientes caballeros y capílanes peleando^ En eslo los
< franceses desmayar'on viendo muertos á sus capitanes
« y caudillos; y no pudiendo sufrir mas á tos españoles
« Volvieron las espakiasi y toda la otra gente del escua-
■ dron de Diego García de Paredes y Pedro Navarro que
« serian mil y quinientos hombres saltó luego fuera de
« los viñas j juntándose con la otra gente que primero
« faabia salido , siguieron la victoria por aquella parto y
« de tal manera que la gente de armas francesa por se
• salvar de los españoles á gran priesa huía, y rompiendo
■ por un costado su propia infantería los apremiaron do
■ modo quG infantes con infantes se mezclaron con tanta
■ fortaleza que era cosa de ver En esto los españoles
< llevaban lo mejor, cuándo el Gran Capitán viendo á los
• franceses ir de vencida arremetió con toda la restante
< gente de armas y caballos ligeros y dio tan recio en
• ellos que por su venida todos fueron en muy poco es-
« pació desbaratados y metidos en rota siguiéndolos el
< Gran Capitán con toda su gente mas de seis millas ma-
< tando y hiriendo hasta que no hallaron con quien pe-
-tear(l)."
Fué esta batalla una de las mas célebres que basta
entonces presenció la Italia. Aunque los españoles eran
algo superiores en infantería, los franceses lo eran mu-
cho mas en ca1)allería. Sus hombres de armas principal-
mente eran tan escogidos que se asegura haber dicho el
Gran Capitán que tan bien armados y aderezados habia
me no le refiere e&ire ellos , y^Guicciardiiii lo llama Mr. di Cian-
áat y es el mismo Cbandeniier.
(f) Cróoica, cap. 76, pág. 103.
ToHO XXV. 5
zecbyG00¿ílC
66
grandes liemp08 que do se veían en Italia (1). En medií
hora que según Paulo iovio duró la pelea {% , ó bien se-
gún la Crónica, desde puesto el sol haota hora y media
noche murieron mas de tres mil y quinieDtos franceses
y pasaron de quinientos los presos con pérdida de solos
cíenlo de los vencedores, que todavía hay quien reduzca
á nueve (5). Toda la artillería y cuanto llevaban los Tran-
ceses lodo cayó en manos del ejército español, que al día
siguiente sábado, rendida á discreción Cerinola con su
castillo, se encaminó á Ñapóles en el lunes inmediato.
La entrada del Gran Capitán en aquella ciudad en la
tarde del i 4 de mayo de 1503 fué un verdadero y osten-
toso triunfo (4). En medio con lodo de tantos y tan re-
pelidos aplausos y festejos, su primer cuidado fué apo-
derarse cuanto antes de los castillos y fortaleza de la mis-
ma capital. Al abandonarla los franceses, boLian dejado
en ellos numerOBos y no mal provistas guarniciones, que
entretuviesen la defensa hasta que, reunidos los restos
de su derrotado ejército , volvieran reforzados á socor-
rerlos, ahuyentando á tos españoles; y ¿ la previsión de
(1) Znrita, lib. S, cap. 37.
(2) Jovio, ibi. rugnatnm est sd Geríonem Oie veneris IT Ka-
leod. maias (28 de abril],.. Casa tunt ad qualuor millia hoslium
tanta ceUritaie faalUateque ul eam temihora mommlo res eaepta
ionfectaqat tu f itec ceatum qaidem ex viclorUtat perieríni. — Guie—
ciardini refiere qne el combate duró poco , y que se observó qne
esta derrota y la de Aubigni Fueron eu riérnes, día reputado feliz
para los españoles.
(3) Zonta, ibi.
(V) Zurila, lib. 5, cap. 30, pone esta entrada en 16 de ma-
yg, pero Guicciardiiii, y sobre lodo Giaanone, que debia haberlo
bien averiguado, la fijan en el dia 1^, refutando el último en ana
nota á los escritores que la señalan eu el 1S y en el 16. Gienno-
ae , Ittoria eit'iU di Napoh, lib. 29 , cap. k , pig. Vl\ .
3vGooglc
67
estos y de sa general no se escapaban tales proyectos.
Era el Castel-nuovo ó castillo nuevo, situado á orilla del
mar y junto al puerto , el mas importante por su situa-
ción. Con muchas y buenas defensas y quinientos sóida-
dos escogidos de guarnición, aunque en opinión de al-
gunos no estaba suficientemeote artillado, contaba con
grandes medios de resistencia, y podia ser socorrido por
mar. Cabalmente por eso y porque el Gran Capitán desea-
ba salirse cuanto antes en busca de los franceses , que
ya 86 rehacían , conociendo prácticamente el mérito de
Navarro como ingeniero le encargó de aquel sitio, po*
DJendo ó sus órdenes la infanleria , única gente que con
él había entrado eo Ñápeles, y la artillería á ta de Diego
de Vera (4).
A la ambiciosa intrepidez y pericia de Navafro no se
podia presentar ocasión en que lucirlas con mas gloria.
Sin titubear declaró que tardarla poco enapoderarse de
todos aquellos castillos y fortalezas, y ejecutadas muy lue-
go algunas obras plantó contra la de Castelnuovo la arti-
llería que en gran parle era de la tomada á los franceses
en Cerinola. Aunque bo dejaba de causar estrago en el cas-
tillo , como Navarro observase que la torre de San Vicente
que cubria uno de sus flancos dañaba considerablemente
á los suyos, determinó tomarla antes de pasnr adelan-
te (2). La empresa era difícil. Estaba la torre situada so-
bre un peñasco no muy fuerte a la verdad , pero que se
adelantaba al mar precisamente en el punto por donde
sus aguas pasaban al foso del castillo. Acometióla sin em-
bargo Navarro , y cuando ya en gran parle destrozuda , se
(1) Crónica, cap. 6k. — Zorita, ibi., cap. 30.
(S) Jovio. Da vila M. Goiualvi, lib. 2, [>ng. 256.— GuiccbrJini,
lib. 6.
zecbyG00¿ílC
C8
tralalia de asaltarla, luvíeron los capilfines siliadorcs por
mas acertado tomarla por arte que por fuerza y perdien-
do gente ; en lo cual siguieron sin duda el consejo do Na*
varro . que muy confiado éa su industria se encargó de
ejecutarlo»
Entoldó al inteato una barca , cubriéndola con fuertes
maderos que á los que fuesen dentro resguardara de los
tiros de los franceses puestos en lo alto de la torre. Metió-
se á su tiempo en ella con Veinte ballesteros y otros tan-
tos escopeteros , y cou otros cuarenta bien arniados dis-
puso que el capitán Martin Gómez , que ya se señaló en
Cefalonia, entrase en una barca descubierta. Un dia, cuan-
do todo estuvo ordenado, salieron del puerto las dos bar-
cas una bora antes de anochecer, y con gran disimulo y
al remo navegaron en dirección opuesta á la torre. Cam-
biando de rumbo tan luego como obscureció . acercóse á
ella Píavarro con su barca y groo silencio , por donde la
artillería habla derribado un buen pedazo del muro. A la
cabeza de su gente comenzó á salir por allí en tanto que
Marliu Gómez con la suya y no menor arrojo vencia por el
lado opuesto los obstáculos que se \f presentaban : y tan
buena mano so dieron los dos , pero especialmente Navar-
ro, que al llegar Martin Gómez al patio de la torre, ya
estaba aquel preparando reparos no solo contra los que
desde lo alto de ella les tiraban , sino contra los que desde
el Castel-nuovo que dominaba el patio les ofendían á des*
cubierto.
Lo trinchera que al intento hicieron, les puso muy
luego en estado de poder ellos tirar á los que para ofen-
derles se asomasen á la torre : lo mejor sin embargo fué
que como los que la guarnecían , oyeron distintamente el
golpeo de los picos y azadones de los que trabajaban en
3vGooglc
la Irinchera , se amedrectaroD creyendo que los minaban
j que iban á ser volados. Prevenido Navarro de que que-
rían rendirse , convinieron en que si en aquella nocbe y
hasta el medio dia siguiente no tos socorrían del Castel-
nuovo , entregarían la torre sin otra condición que la de
salvar sus personas ; coyo término pasado sin recibir so-
corro alguno, salieron los defensores y se retiroron ai cas-
tillo dejando á Navarro dueño de la torre en el dia 28 de
mayo {i).
Terminada con tanto arrojo esta empresa , siguió Na-
varro con mayor fervor la de Gaslel-nuovo, A la mucha ar-
tillería con que antes la combatía por varías partes , agre-
gó las cuatro piezas que acababa de lomar á tos franceses,
colocándolas en lo alto de la torre. En seguida y para que
el combate fuera mos terrible y decisivo , comenzó á ca-
var las minas que tanto espanto ponían en sus enemigos.
poco diestros todavía, por no ser vieja la invención, en el
arte de las contraminas (2). Una de ellas parece fué orden
expresa del Gran €apitan que se abriera debajo del alma-
cén ó Casa de la mvnicion del mismo castillo: lo cual
obedecido y concluidas las otras minas, Novarro siguiendo
su sistema , las kincJiió de muchos barriles de pólvora, y
junto con eso las hizo cerrar de un fuerte muro y pared
espesa (3)
Cuando ya todo estuvo á punto para el asalto , le se-
ñaló el Gran Capitán para el i3 de junio. Reunida en
aquel dia la infantería española con mucho aparato de es-
(t) El Cura (1» los Palacios, cap. Í80.— CrAuca, oap. 8i Zu-
rita, lib. 5, cap. 3i.
(S) GaicciariliDÍ, lib. 6, pig. 450: i moái auwi Ml'offat per-
che non tono ancora iscogilali i modi dclle iiftst.
(3) Crónica, cap. 86. — Znrili), ibi.
zecbyG00¿ílC
70
calas y gran ruido de trompetas , se encaniiDd resuelta al
castillo. Sus defensores que lo obstirvaban y do sabían
que era un atnque fingido , se adelantaron animosos á re-
chazarle. Era eso lo que Navarro buscaba. Dada la señal
convenida y retirada con gran concierto su gente, se dio
fuego á la mina de la Casa dé munición, con tal efecto
que oo solo voló un lienzo del adarve de la ciudadela,
sino la misma casa con los reparos dentro dispuestos para
su defensa. Entonces el animoso Navarro que aquel mo-
mento espiaba , poniéndose a la cabeza de dos compañías
de infantería , y presenciándolo desde sus torres y azoteas
las damas y caballeros, todos los curiosos en 6n de Ña-
póles , arremetió el primero por el adarve arriba con tan-
ta furia que lanzó de él á los que le defendían. Acometió
en seguida á los que oslaban en la ciudadela. Resistié-
ronse con grandísimo esfuerzo, pero no pudiendo sopor-
tar el de Navarro y los suyos se retiraron con precipi-
tación al castillo por el puente levadizo de la Puerta
Real. Tal fué sin embargo el ímpetu de Navarro y de la
gente que le seguia, que entrando por el puente mezcla-
dos con los franceses, rompieron sus cuerdas y cadenas
para que no le alzasen , y quedaron con eso dueños de la
ciudadela y de cuantos muros y torres se acababan de la-
brar para su defensa.
Los sitiados que en aquel lance no murieron se re-
fugiaron como pudieron al castillo : su diligencia sin em-
bargo en cerrar las puertas, de nada les aprovechó;
porque Navarro y sus soldados los embistieron como lo
habían hecho en el puente. Ganaron al instante el rebe-
llín , y por otro puente que desde él y la ciudadela daba
paso á la torre llamada del Oro , se dirigieron contra esta
nuestros atrevidos soldados. Guiábalos como siempre Na>
zecbyG00¿ílC
71
Tarro , que arrimándose á la torre . empleó para acsbar
coQ SUS valientes defensores la pólvora y otros artificios de
fuego > dándose tan bueua maña que una parte de los sur
yos la entró por fuerza de armas, otra por las estancias
que servían de escribanía y tesorería , y otra ayudándose
de las picas, poruña ventana que quedó abierta, y la ar-
tillería acabó de arruinar.
Ya no faltaba mas que apoderarse del castillo. Para
legrarlo Navarro , tomada que fué la torre , se situó á sus
puertas cou algunos capitanes y bastante gente. Todos
entonces con él y como á porfía con hachos, picas y otros
ingenios se esforzaban en romper tas puertas en tanto
que la guarnición con piedras, pólvora, cal y aeeiie hir»
viendo se defendían vigorosamente. Una hora se comba-
tió allí coD el mayor denuedo , hasta que los defensores
«cesados á un tiempo desde )a torre del Oro . y sus ven-
tanas y eseribanía ó sea contaduría , desde las mismas
puertas del castillo y de todas partes en fin , con la arti-
llería y todo género de ofensas, decayéndola el ánimo,
habieron de pedir partido. Estando cerca el Gran Caph
tan . cesó de una y otra parte el combate y se comenzó á
tratar de las condiciones de la raidicion ; mas mientras
que se disoatian los españoles que estaban en la torre dd
Oro y sus estancias, obstinados en abrir las puertas del
castillo volvieron á combatirle con la artillería . y algu-
nos lograron penetrar en él por la Puerta Real. No se
estuvieron quietos los defensores, sino que con su pólvo-
ra y artificios de fuego abrasaron á mas de cincuenta,
coya mitad casi murió , quedando los otros muy lisiados y
estropeados: lo cual visto por los demás españoles se em-
bravecieron de tal modo que entrando con grande ímpetu
en el castillo se rindieron los franceses á discreción. En se-
zecbyG00¿ílC
72
guida quitadas las derensas entraron también Pedro Navar^
ro , Ñuño de Ocampo'y otros c&pitaneR con la infantería eD
ordenada Torniacion > y saquearon ó su salvo el castillo,
obtenida para elto la mas completa autorización del Gran
Capitán (1).
En tan famosa jornada quo áofó dos boras y en la que
no solo toda Ñapóles que lo vio , sino los mismos españo-
les se admiraron de haber gnnado en tan breve espacio
una ciudadela y castillo guardados por ocbocientos hom-
bres ; el primer papel después del General , lo representó
Pedro Navarro. Siguióle Ñuño de Ocampo, á qnien el Gran
Capitán entendiendo que el que por ganar á Ga8tel-=nuovo
se expuso á tilinto peligro , se eipondria al mismo 6 &
mayor por defenderle , le confirió su tenencia , mandando
para dar á Navarro una muestra de aprecio, que en el cas*
tillo qnedára de guarnición su compañía, que pasaba por
la de mas escogidos y valientes solda^ del ejército (2),
Entre los soldados y tantos otros valientes que en aquella
ocasión se distinguieron , merece una especial mención de
los historiadores Juan Pclaez de Berrio, natural de Jaén,
y uno de los pajes ó gen ti les- hombres del Gran Capitán.
Fué el primero según unos, que entró en el castillo se-
guido de solos tres soldados , y peleó con tanto ánimo
que , aunque recibió siete heridas y le llevaron un dedo
déla mano, perseveró haciendo rostro & los enemigos
hasta que llegando mas gente los hizo retroceder (5).
Cuentan otros que , llegando al tiempo que los franceses
(1] ZuriU, lib. 5, cap. 34, coya narración aunque algo con-
fnsa hemos seguido por pareceroos mas metódica qae )a d« la
Crónica del Gran Capílan.
(2) Zurita, ibi.
(3) Ibid.
3vGooglc
. 75
eonenzabao á alzar el puente levadizo, con una mano se
asió de las cuerdas, y con la espada que traía en la otra
cortó las de ambos cabos , y cayendo con la puente ó la
puerta del castillo, entró por ella adelanto peleando con
gran fortaleza , hasta que riéndose solo y sin quien le
socorriera acabó como valiente soldado digno de eterna
memoria (1).
Pero Id mayor prueba de la confianza del Gmn Gapi-<
tan en Navarro estuvo en que , urgiéndole salir contra los
franceses que se iban reuniendo y ordenando en Oaeta y
otros pantos , le puso por capitán y cabeza principal de
toda la gente que dejaba en Ñápeles. Componióse de mil
infantes y con ella babia de tomar Navarro el Cantillo del
haeTO ó CattetrOvo, situado en yn peñasco aislado enme*
dio del mar y sin otra comunicación con la tierra que la de
un puente de piedra bastante lat^o (2). A esta dificultad
se agregaba la de poder ser socorrido por mar; y como no
andaban lejos las galeras franccsos, para Uevor Navarro á
cabo sa ebipresa la arremetió con aquella activa resoln-r
cíon que tan natural le era. Comenzó por plantar la'arti--
Hería en el inonte Ptzzifalcon& que dominaba al castillo .
Con tal fuerza y tan á oicnudo mandó en seguido^ disparar-
la contra él, que apenas podian asomarse los franceses
para atender á su defensa. El castillo sin embargo, no era
el punto principal á que se dirigían los conatos de Navar<
ro , sino contra una casamdla colocada al cabo del puente
(1) Crónica, ibi,— Jovio. De fila M. Gomalfi, pág. 2&7. Mura-
lú corona decus promeruil adolcieeiu ex armigerií i'.oiualvi pueris
Joannes Pelaef Berriut, qui pínats pluteum , Gallo tí manuM dttrun-
canU audacler apprekcnderat.
[%) Crónica , cap. 88 y 93.— Zurita , cap. 35.— Jovio , ibi.
3vGooglc
74
y contigua al castillo > por donde forzoiameote habia que
pasar para entrar en él.
Ai ver Navarro que por mas que la combatía adelan-
taba poco en su empresa , ansioso de ganar tiempo se de-
terminó á acometerla personalmente. Púsose á la cabeza
de cincuenta valerosos soldados de los suyos, y tan deno-
dadamente arremetieron con la casamata, que sus defen-
sores la abandonaron retirándose al castillo. Navarro en-
tonces á su pié , bien persuadido de que por la fortaleza
del sitio dentro del mar era muy difícil sino imposible
entrarle de otro modo que con aquella lü estr.aüa y ma-
ravillosa industria en laque, como dice 2¡urita , se señalé
sobre todos los capitanes de su tiempo , comenzó á minar
en la peña viva. Comprendiendo los franceses su peligro,
asi que sintieron el ruido de los picos, trataron á todo
trance de impedir su progreso. Saltando del castillo hasta
unos veinte, con la mas resuelta voluntad y ánimo atre-
vido, arremetieron, con los minadores justamente á tiempo
en que Pedro Navarro y Martín Gómez tos activaban coa
su presencia. Al frente entonces de unos treinta de tos
suyos, y ayudados de la artillería do Pizzifalcone , arre-
metieron contra los agresores de modo, que á no conte-
nerles el daño quo con piedras y fuegos artificíales les lia*
cían desde lo alto del castillo, entraran revueltos en él.
Retirados tos enemigos volvió Navarro á sus minas.
Tan sostenido trabajo empleó en ellas que al cabo de
nueve dias ya tenia abiertos dos hornos de bastante capa-
cidad. Mandó en seguida , según su método habitual , hen-
chirlos con pólvora y cerrarlos después con nn maro tnay
fuerte; lo cual cumplido, ordenó dar fuego á los horni-
llos , puesta la gente en armas para acometer por donde
zecbyG00¿ílC
75
roas cooTÍDÍera. El erecto del uno parece que fué tan re*
ducido como terrible la explosión del otro. Abrióse gran
parte del pefkosco y vino abajo un buen trozo del moro
del castillo , cayendo al mar envueltos con los escombros
muchos de los franceses que le defendían. Los españoles
entonces se dieron á subir por las ruinas con tal intrepi-
dez , que los sitiados , habiendo tenido la de^racía de
que se volviera contra ellos y quemase á ito f)ocos una cava
que habían gembraio de pólvora para darla fuego cuando
lot nuestros estuviesen arriba , y antes de tiempo $e en-
cendió , acabaron por rendirse á discreción , salvas las vi-
das como en los otros castillos (1).
Así en 2 de julio de 1503, y á los veinte dias de ha-
berse rendido á Navarro el Gastillo-ouevo ó Castet-nuovo.
se le rindió el del Huevo ó Castel-Ovo. Si asombrados
quedaron los napolitanos tanto d<!l efecto de las minas en
el primero , como del arrojo con que Navarro le asaltó pa>
sando intrépido sobre sus ruinns : la rendición del segun-
do, reputado hasta entonces por inexpugnable, no solo
dejó atónitos á los que lo presenciaron en Ñápeles sino á
los italianos todos > y á la Francia entera, á la que sus sol*
dados rendidos llevaron la noticia del terrible artificio con
que Navarro lo había conseguido (2). La prueba de este
asombro la tenemos en que tanto los escritores italianos
como los franceses , olvidando ó ignorando que Pedro Na-
(1) Crónica, ibi, cap. 93 y Qi^.— Zorita , ibi, cap. 37— .Jorio,
ibi , p.íg. S5T. Saeeeitit rtipi Navarrus , ptrfositsque eautihus tdie'
n atque vlgetiimo He quam noeam arcem ad lerlium Muí Jumo»
ettpermt , igne tuMiiit etc.
(2) Huralori. AnnaU ^Italia, tom. \, pig. S3, 1503. E in
tmto il CcsteÜQ dtl üovo ir Napoli per una mina (cosa allor nuoTa)
tie /eee saltar eolia polve dafaow PUlro Navarro venne m f^er
de Coiualvo.
zecbyG00¿ílC
76
. varro había ya usado las minas en Cefalonia > suponen que
por primera vez las aplicó á Castet-Ovo , con el lerrible
efecto que dejamos reOerido ; deteniéndose Guicciardinl á
contar con este motivo lo que ya mas atrás indicamos
acerca de su primero é inúlü ensayo en 1487 contra el
castillo de Serezanello (i).
No ha fallado sin embargo quien entre los italianos y
en el mismo siglo de Navarro le negara tan espantosa in-
vención. En nn curioso tratado de Pirotecnia . impreso
en Venecia en 1569, se lee que quien le aconsejó á em-
plear las minas contra Gastel-Ovo fué Francisco Jorge,
ingeniero de Sena, y muy escelento arquitecto, que, es-
tando en Ñapóles con gran sueldo al servicio del Rey de
Francia , se posó at del Rey de España (2) ; mas tanto lo
(1) GaicciardÍDÍ , lib. 6; y véasela nota puesta alpiádela pá-
gtúa 9.
(2) Piroteehnia dtl S. Vannuixio BiriaouceSo Senete ; nella qua-
U li tralla non tolo delta dii>ersitá delle miaere, ma ancho di quaal»
ti ficerea alia practica di ene. E di quanto tappartiene altarte de
. lafatioae ó geilo de melalli ele, nuovamcnte stanipato — In Veii^-
tía. Appresso P. Gerónimo Gigllo i oompngni. SI.DLtX, con estam-
pas, lit). X> cup. UII. Delle mine el ioterranei adatlamenti can che
fauno rouinar te/ariezze inexpugnabili eo-'l Jaoco, per non poterutü
aecastare con arliffliária—rpig. 326 v... E il primo iavenlor diquesta
in Italia, fu Francesco di Giorgio, eioe, qiiet Ceorgio ingenieri Se~
nete tccellenlittimo arehilelo; ancor che tal gloria si deite el tfíasi,
da ehi non sa, al Capitana Pietro Navarra: quatfu ten eseeutore,
ma non inventare di coial effclo.: perche (carne sempre ttfienej , che
la fama delle gran cote diasi alli pia degni , pero á quello fu altri~
buila el non al vero imentare f carne ui ha dtttajr concioiia que Fran->
eeseo, che (per le me viriuj siaaa in Napofí, con gran tiipendio,
fatie tollo dal Re di Spagna al Re di Frania: e qaetio estendo ri->
chietto dal delta Capitana lo eoHsiglio nel far l'impreta del eastello
dell'Om, propiaquo alia cilla di Napoli el mostraadoli difar tre di
quetle mine, etfecele empire di detia polvere, si che, qitando parac~
gU lempo , offese salto la eapella de ta chiesa del catletla, el tan bo-
zecbyG00¿ílC
77
que repetidamente hemos anunciado acerco del uso de las
minas dentro y fuera de nuestra patria antes de emplear-
las contra Castel-Ovo, como lo que refieren los escritores
franceses , poco propensos á encarecer las cosas nuestras,
ninguna duda dejan de que la invención fué española , y
Navarro el primero que con tanto asombro la aplicó en
Italia. El P. Daniel por no citar otros > al referir la rcndi-
cion Je los dos castillos de Ñapólos, y como Navarro hizo
minar la muralla de el del Uvo por la parle de Pkzifal-
cone , sin que se apercibiera de ello la guarnición france-
sa, sigue con que en el ataque de aquellos dos castillos
86 comenzaron á .usar las minas , pava hacer saltar las mu*
rallas del modo que se usaban cuando ét escribía. « Por-
> que si bien en todos tiempos se habin minado ú mas
> bien zapado , para abrir brecha en las plazos j eso con-
■ sistia-unicamente en escavar, por ejemplo, debnjo de
• una torre y entibarla con maderos ó estacas , á medida
■ que se le quitaban las piedras; cuya operación termina*
> da , se daba á las estacas ó postes que servían para la
■ entibación, una capa de pez, resina ó cualquiera otra
nissimo lueeciio hebbt rffeio il sao diitfgno: tat ehefeee rouiaar iit
niettíe una parí t di tjuel itvglio , iatiemecoa la capella , et gran parre
áelU Fraitceii, che, per diffenderlo , denlra tlauano l di mamera, che
ton pochiiiimo eoMi ráelo li Spagiali taliii per te Scale,fatsgli dalla
rouina , Ui éntrorono dentro : fa poi qaeslo modo utato tn piu altrt
luochi , ma in muuno , ek'io tappia, he66e effeto con tanta nmiiuii
forti rtspetto alia qualita del íaito, o per miglior adatiamento fat'
touiei, Har voleadoui diré il modo et ordiae commune, colqaaia ü fon-
no quesle cose, ele.; y íigae el modo lie abrir ]be itiinnB, cargarlas
y liarlas facgo con una estanipila ((ac sirve at intento, l'^ata opinión
siguió ianibien el I>r. Cristóbal Snarez de Figucroa en gu Plesa.
univeríol de toda* ¡ai artes jr eicaciat. Discui'so 80 llamando al iii'
venlor Francisco Jorge.
zecbyG00¿ílC
78
» cosa combustible , se les ponía fuego , y luego que se
• quemaban , la torre se hundiia en el foso ; pero nunca ,
o concluye el mismo historiador , sirvió la pólvora para
■ eso , hasta que habiendo Pedro Navarro perfeccionado
■ la invención que ya se habla empleado contra Sereza-
» nollo, la empleó afortunadamente contra los castillos
• de Ñapóles, y puso con ella á los españoles en posesión
» de tan importante conquista (i)".
Mientras que la Italia y aun podemos añadir la Europa
la contemplaba atónita y la desventura de los franceses
en Ñapóles , Navarro colmado de gloría y sus soldados
ricos con lo pillado en los castillos , dejaron la capital
para juntarse con el Gran Capitán. Encontráronle en
Roca-Guillermo disponiéndose para poner sitio á Gaeta,
fortaleza célebre hasta en nuestros días, y de manera, di-
cen los antiguos, que ningún ejército por muy poderoso
que fuera bastaba á sojuzgarla á no tener la mar y estre-
charla al mismo tiempo por tíerrai Componíase su guar-
nición (le cuatro mil y quinientos hombres de pelea, y
aunque á la sazón había bastantes enfermos, toda era en
general gente muy escogida y capaz de gran defensa (2).
(<) Histoire de Franee. LouirXIf, vol. 8, an. 1503, p4g. 380.
En cuanto á lo que sorprendió en España , no hay mas qué leer la
epístola 361 de Pedro Hirlir, escrita en Segovia el XIV de las ca-
lendas de noviembre de 1503, eo la que trata de la rendición de
Castel-Ovo —/*«(«« !>favarrus...„ ane nova it/am slruxit oppagnatú)-
nem gua minut hcstes putaAant, mniculos intra vivi taxi cm-ernaiet
perfoisores et catones fffeeit, etc.
(,2) Crónica , cap. 95. — El Cnra de los Palacios en el cap. t9l
cuenla que se sitió i Gaela en 1.* de julio da t503; pero si Na-
varro, rendido en el dia 2 Caslel-Ovo, se juntó coa el Gran Ca-
pitán óiiles de asediar aquella plaza, oo parece conformarse las
datas.— Zurita, ibi, cap. 37.
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79
Sieodo la plaza 7 la guarnición tan respetables, el
Gran Capitán que contaba con muy poca aftillería , no
hizo por el pronto masque amagarlas. Recibida una bue-
na porción de la ganada en los castillos de Ñápeles y de
la que aití habia dejado , y colocada oporlunamenle para
el ataque, i fin de asegurarla contra las salidas de la
plaza, cuentan que el Gran Capitán siluó fu gente tíin
cerca de ella, que desde Ins murallas ó desde el monte en
que se encuentra, se alcanzaba con una piedra al campo
español. A Navarro en aquella colocación , dice la Cró-
nica del Gran Capitán que le locó situarse de los nios
próximos y con mil y quinientos infniítes en un jardín á
la derecha de ta puerta que do la ciudad iba al mar (1);
y á Diego García de Paredes, bajo la fe de Gonzalo Fer-
nandez de Oviedo, se refiere que habiéndole opuesto con
su gente á un torreón de la marina, teniendo á su dere-
cha á Pedro Navarro, como los servidores de este y los
que asentaban el real' hubiesen adelantado su pabellón
al de Diego García , mandó este á los suyos con ceño que
le retirasen: advertido lo cual por Navarro se excusó
muy comedido , dando la* orden inmediatamente de que
asi se verificase para que Paredes tuviese la preferencia.
Tan pagado siguen que se vio aquel valiente de este come*
dimiento que dijo: " dojadlo estar , y pues no es llegado
> el pabellón del Señor don ITgo de Cardona , tomen ese
• pabellón y asiéntenlo aquí al par del mió para el Señor
• Pedro Navarro y para mí ; y así se hizo en grado y vo-
■ luntad de ambas partes. Y Don Ugo se aposentó en
• aquel pabellón primero; y estando sentado en una silla
• entró una pelota de artillería que habia dado unos veiu-
(1) Crónica, ibi.
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80
• le pasos antes en tierra , y al segundo sallo le lleTÚ
B ambas piei'Das á Don Ugo, y le malo so desveutura; y
> murió como católico en su oficio ; dejando mu«fao do-
> lor de su muerte al Graa Capitán y á todos los espa&o-
.le8{i)."
A este pasaje un si es ó no poético y algún tanto in-
Verosimil, atendida la noticia dada de ambes conten-
dientes . agregaremos para amenizar tan sangrienta nar-
ración , en tanto que de otro modo ifeferimos la muerte
de D. Ügo. otro pasaje filgo mas poético sin duda y de
todo punto iocreible. Con tanto Turor se combatían sitia-
dos y sitiadores en Gaeta, que verdaderamente parecía
estar allí junto todo el ejército y rumor del infierno (2).
Al empeño de los prímel'os en mantenerse y en disponer
reparos y defensas para cualquier evento, sobrepasaba el
de los segundos en apretarlos. Sabían que la plaza iba á
ser fuertemente socorrida por mar , y querían para fru6<
trarlo que se rindiera cuanto antes: de modo que agre<
gándose á la penoéa situación en que se encontraban los
sitiadores . haberse venido abajo una buena parte de las
murallas de la plaza, determiiid el Gran GapAan tentar
un golpe decisivo contra ellas.
Como que la empresa era peligrosa , los capitanea y
soldados se prepararon , confesándose los unos y haciendo
testamento los quo tenían do qUe. Llegado el día seña-
(2) El señor Vargns Ponce en la Fir/a de Diego García de Pa-
redes, H. S' en la Academia de la HUloria , y en la de Pedro Na-
varro, reñriéndose a Gonzalo Fernandez de Oriedo, que efecli-
rainente asi lo cuenla en lo agregado á la Quiatpiageiía Z.' Biblió-
(ecB nació nal.
(1 ) Crónica , ibi.— El Cora de Iob Palacios dice que desde Gaeta
batían el Real por trece [lartes.
PglizecbyGoOglC
81
lado , y cuando ya lodos formados en secrtílo y ánles de
amanecer esperaban al pié del muro el toque de la trom-
peta que era la señal de arremeter; he aquí que según
el poeta Cantalicio , á quien sigue la Crónica del Gran
Capitán , se oyó con asombro una voz que dccia ; dejad
la batalla y tornad atrás vuestras banderas (I): voz qne
por mas diligencias que se practicaron no se pudo averi-
guar de donde salía. Sin embargo como en medio de
ellos hubiese el Gran Capitán entendido que eran inmen-
sos los aparejos de toda, especie dispuestos para defen-
derse dentro de la plaza; cambiando de resolución y sin
dar valor ni á lo dispuesto en aquel día , ni á lo mucho
que en tos anteriores se había adelantado con los consejos
de Navarro , y sobre lodo cqn bu obstinado y arriesgodo
empeño de abrir minas para apoderarse de Gaeta con la
misma buena suerte que de los castillos de Ñápeles (2),
ordenó la retirada con gran pérdida de los suyos, siendo
de los mas señalados D. Ugo de Cardona y D. Juan de Es-
pes (3).
Siguióse a eso que, reforzados los sitiados con cinco
mil hombres, para no perder mas gente al frente de la
(1} Crónici, ití.—Cantafycü Epiacopi Gonstdvia , lib. k.
pox est aeies audíla per omaes,
Parcile pugnare el convertiré tigna retrorsum.
(2) Panto Jüvio en is vida del Graa Capitán, pig. 2^, explica
de este modo lo que Navarro (rabajó en Gaeta. Jam Navarrui.,^
tonabalur codcm artificio quo Ncapoli felicissime uium fueral , plú-
teos faceré effottere eaniealit, mtrnium pinaat detérgete, f^erum Sa-
lasíuí et Alfgria Gallorum el F'asconumfreii preesidio, Navarrum
iniqao loco taita molieiitem aisiiltie cvnieciit Colubrittarum et falco-
nuoi pilU perlurbabaiil , usque adeo violenter , ut non solum qui circa
tormenta alque dggeret in opere versaretitur, verum el qui pracul in
tasirit esteat , vita periculutn ailiretif, ele,
(3) Crónica, Íbi.-Zurita, lib. 5, cap. bl.
Tomo XXV. C
zecbyG00¿ílC
plaza , determinó el Gran Capitán situarse cii CasUglione,
pueblo pequeño , reputado por el antiguo Formiano, man-
BÍon deliciosa en tiempo de Cicerón , y tan inmediato á
Gaeta , que en realidad quedaba por tierra tan cercada
como antes. Emprendido muy ordenadamente el movi-
miento en 7 de agosto, los franceses así que lo observaron,
salieron de la plaza con alguna infantería y lodos sus ban-
deras de gentes de armas. Cubrían la retaguardia espaüo-
la con quinientos infantes de su nación Diego García de
Paredes. Pedro INaTai-ro, el capitán Pízarro y el coroael
Villalba , y tan reciamente voWieroD sobre ellos que los
forzaron á regresar á la plaza desbaratados (1).
Este acontecimiento y la pesadez con que nuestra ar-
tillería arrastrada por bueyes se movia , fueron sin duda
la causa de que la retirada no se completase eo aquel tlia.
Al continuarla en el siguiente 8 de agosto , recelando el
Gran Capitán que los franceses, no obstante la ruda lec-
ción recibida en el anterior , tomarían á (aligarle , refor*
zó la retaguardia con mas gente, y se quedó en ella acona-
pañando á Navarro y á Paredes. Correspondiendo el suce-
so á su previsión, apenas el ejército se babía movido, que
los franceses cayeron.sobre él con el mismo furor que la
víspera. El combate fué reñidísimo, andando tan inme-
diatos los unos de los otros que se herían con las espa-
das; hasta que en lo mayor del aprieto,, trasladándose
Navarro y Paredes con parle de su gente al tugar que
mas lo necesitaba, y dando de recio Eobre los enemigos
los pusieron en fuga y persiguieron y "á golpe de espada
• entraron con ellos hasta la mitad del arrabal de Gaeta
■ coa pérdida de mus de ciento y cincuenta franceses y
(1) Crónica, ibi.
3vGooglc
85
< todavía los si^ieran mast, si et Gran Capitán no diera
* orden de retirarse y de seguir tranquilamente como lo
( hicieron á Mola y á Castellón (t)."
Mientras que en esto se andaba, y la suerte se mos-
traba algon tanto desfavorable á tas armas españolas , los
habitantes de Roca-Guillerma , en donde dominaban los
anjoinos.se entendieron con la guornicion francesa do
Gacta para libertarse do la española , y entregarles por
consecuencia su fortaleza. Concertado el dia, dieron los
vecinos principio á su empresa sorprendiendo en su igle-
sia y al tiempo que oian misa al gobernador Tristan de
Acuña y ó otros muchos españoles. Abiertas en seguida
las puertas, y entrados seiscientos franceses y gascones
que en las cercanías lo esperaban, se habrían desde luego
apoderado del castillo ó fortaleza, si Pedro Mellado, Fran-
cisco Hongo, Peña y Francisco Bravo, cuatro soldados cu-
yos nombres merecen repetirse con aprecio, no se hubie-
sen retirad» con oportunidad á ella, y defendidola valien-
temente (2). Dio esto lugar á que llegando la noticia al
Gran Capitán ordenara á toda priesa á Navarro que con
el coronel Zamudio volara á socorrerlos ; y ya fuesen seis-
cientos hombres ó bien dos mil y quinientos los que le
acompañasen, tan diligente anduvo Navarro que, salien-
do de su alojamiento en el mismo domingo al mediodia,
y llegando puesto el sol al pié de la montaña en que está
situada Roca-Guillerma, después de pasar allí tranquitu-
mente la ooche. bastó que al amanecer se mostrara re-
pentinamente á los franceses pora que los que desde el
pueblo combatían la fortaleza, le abandonaran al inslan-
(1) Crónica, cap. 96.— Zurita, cap. i3, IÍb. 5.
(2) La Crónica del Gran Gapitaa, sin nombrar i los soltlados,
dice qae fueron siele los qae se rerugi<iron i la fortaleza.
zecbyG00¿ílC
84
te. Entrando entonces Navarro, y sabiendo que á lodo
andarse retiraban por la via de Pontecorvo, dejando á
Zamudio en el pueblo con una parle de la gente , salió
con la otra á perseguirlos , y habiéndoles preso ó muerto
unos ciento que alcanzó, se tornó á Roca-Guillerma que
incendió y saqueó en pena de su traición (1).
Aunque en tanto que la actividad y denuedo de Na-
varro y su gente , campeaban en esta y otras empresas,
se manlcnia el Gran Capitán en Castíglione amenazando á
Gaeta, tuvo al fin que abandonar aquella importante si-
tuación. Supo que el ejército francés que venia á socor-
rer al que quedaba en Ñapóles , había ya pasado el Tiber,
y á buen andar se acercaba al reino ; y. levantando al ins-
tante su campo de Castellón, se situó en la misma noche
á orillas del rio Lirís ó Careliano. Do allí dejando ú Pe-
dro de Paz con mil y quinientos peones y algunos gine-
tes para la guarda de aquel paso del-rio, se fué á San Ger-
mán, á donde llegó en el domingo 8 de octubre, y lomó
posición al frente de los franceses que ya estaban en Pon*
tecorvo(2).
El ejército que estos traían y cuyo general era el mar-
qués de Mantua , se decia componerse de mil almetes,
do6 mil caballos ligeros y nueve mil infantes, la mayor
parte italianos con tretttla y seis piezas de artillena;
(1) Crónica, cap. 98.— Jov¡o ibi., p%. 261. Kxierruit tos Na~
farrus: et depulío Callorum prasülio Icvilatis afqiie perfidia pae-
nat dure capU.-~l\iñ\a, lib. 5, cap. 43, pone este suceso en el la-
ñes \k de agosto, y añade qae Navarro prenilió al capitán Casano-
va que servia al Itey de Navarra, y de Gaeta bsbia salido k prote-
ger d los de Uoca-Guillerma; y qae prendió ademits quinientos
hombres, qne por faltar gente en las galeras los envió el Graa Ca-
pitán ¿ ellas.
(.2) Zurita , lib. 5 , jp.ip. 49 y 57.
3vGooglc
85
la$ diez y seta cañones y eulebrinas , y las restantes de las
que llamaban girifaltes y falconetes con muy cumplida mu-
nición (i). Tanta gente y provisión podían arredrar, y mas
cuando todo le escaseaba, á quien no fuera el Gran Ca-
pitán ; mas lejos de eso, apenas llegado á San Cernían, or-
denó á Pedro Navarro que al siguiente dia lunes con in-
fantería y artillería competente fuese á combatir los fran-
ceses que Pedro dé Médicis hablo dejado á defensa de la
abadía y castillo de Uonte-Casino , v no quería sufrir que
allí estuvieran.
A la penosa situación de aquella antiquísima abadía
en una alta montaña se agregaba entonces haberla forti-
ficado los franceses, y reforzádose además con gente de
la tierra. Navarro, habiendo empleado todo aquel dia con
sn genial actividad en subir trabajosamente la artillería,
al inmediato martes 10 de octubre, emprendió resuelta-
mente el ataque. Tan vigoroso y sostenido fué que á
poco y á viva fuerza se apoderó de la abadía con muerto
y prisión de cuantos la guardaban y sin pérdida de nin-
guno de los suyos. Este hecho de armas en que se dis-
tinguieron los dos capitanes Ochoa y Juan ó Jordán de
Arteaga. y en que á no oponerse con su espada García
de Lison , los soldados españolea habrían saqueado hasta
el sagrario y las reliquias (2) , fué tenido en mucho así
(f) Ibid., cap. 57. El ejército francés, segan Guicciardini , li-
bro 6, se componía de 800 lanzas, cinco mil gascones, que cooda-
cia la Treraoaille, y ocho mil suizos, qne cou los soldados de Gae-
ta companJBD 1,800 lanzas entre italianos y franceses y mas de
diez y ocho mil infantes.
íi] Jovias. De pila M. Gonsaivi, lib. 2, pig. SOI ae nitl
Canias Uioaius, qui pietate iiisigni ad Rabos captivarum famina-
rum pudorem eonservarat , intealalo gladio pradones eoercuissel, ve-
merabiUs etiam taaclorum patnim reUqaittf loculis srilieet argentas
3vGooglc
por ser aquel caslíllo " uoa fuerza muy principal y muy
• importante por el paso en que está , como por haberse
■ tomado á vista de los fuegos del ejército francés , que
• se apercibía desde allí muy clammente y por muchas
» ahumadas que se hicieron do quisieron de modo alguna
« venir al socorro {i)."
Terminada con tal prosperidad y rapidez la empresa
de Monte-Gasino, proveyó el Gran Capitán á los lugares
de la frontera de la gente que cada uno requería para re-
sistir á la invasión francesa. Quedóse con su persona y la
que le restaba disponible en San Germán, hasta que di-
vulgándose que el marqués de Mantua jefe del ejército
enemigo habia proferido palabras que lo eran ofensivas,
lo mismo que á sus soldados, se fué derecho á buscarlo.
Es curioso á propósito de estos denuestos, y creemos
como Paulo Jovio que lo veGere , que no se debe callar la
costumbre que los soldados de las varías naciones que en-
tonces militaban en Italia, tenían de afrentar á sus con-
trarios según la opinión que de ellos comunmente se for>
maba , cuando comenzaban á pelear ó como hoy diríamos
se batían las guerrillas. Los españoles dice que llamaban
borrachos á los franceses y mea-vino: los franceses á los
españoles ladrones ahorcados por la rapacidad de sus ma-
nos: los alemanes á los suizos por desprecio covamelos Ó
vacas ordeñadas en el establo : los suizos á los alemanes
smocharos, que en alemán parece signiQcar puercos be~
llacos; y todos á los italianos buj,arrones \^). Lo que el
tonJiííB profecía twarüia müilum ceJ»'»en/.— Zurita, ibi, capila-
lo ^.—Crónica, cap. 101.
(1) 0<{/iica, cap. lOt.
(2) JoT¡us,ib¡, píg. i&i.Erat fnírn mas apadmiliteíf'^uod mini-
mi pratermilteadum videlurj ut teco terio^e íes* muinít eoniutnt'
3cbyGOOglc
87
marqués de Mantua llamó á los españoles cuenlao que fué
canalla, expresión harto insolente por cierto en persona
tan altamente colocada. Porque si bien de allí á poco dis-
culpándose el Gran Capitán delfuvorque leacusabon dará
la gente de guerra, y de la impunidad con que dejaba sus
excesos, respondió: " que él no podía alabarlos de retigio-
> sos, porque todos los mas que allá iban do España eran
« tales que no loa surríria la tierra por bus delitos ; y que
« no se podia negar que no cometiesen algo de aquello
< que se les imputaba, aunque no quedaba sin casti-
* £(> (^)<" "^ '^ plugo • Y tuvo razón tolerar tal denuesto
del general de un ejército enemigo no vencedor ni mejor
disciplinado que el suyo. Púsose pues en campaña con
él. y presentándose á 'Una milla del francés, por maa
que le provocó á batalla . y les requirió á que si tanto la
deseaban, era aquella la ocasión de ver quienes de loa
españoles ó franceses eran de mejor condición ; el mar-
qués de Mantua nada mas respondió sino que en el Ga-
rellaoo se verian presto (2).
Ea el Gareglíano ó Garellaoo un rio, dice Zurita, que
nacieudo en el Abruzzo pasa por entre San Germán y las
tierras de la Iglesia. Va ahocinado como el Genil aunque
es muy mayor y sin otra puente que la de Ponlccorvo,
eiendo muy difícil vadearle. El marqués sin embargo, ha-
lili ex propria vulgarique gentium nota.--^ JVam Gallos Hápani Bor-
radial, id eit, ebrios el ex temuUnlia vínum meientet pocabant. Calli
autent Hispanos áfttracimaKU lalronei taqueo suspensos appellahant:
tieuti Htlfetiot Germani ad eiprimendam gentil ignobiliíalem Cova-
sneloSf/ioe eit , vaccat in tfabulis mulgentes , votare eranl lolili: Ger-
manos vero Hehelici Smocharos qua vox germanice sparcos nebulones
iudicat : Itali vero ai aliis Bagroaet , koe esi , puerarii t-oearenlur.
(1) Zurita, ibi, cap. 73, año de 1S0(.
(2) tbid, cap. S7,
3vGooglc
biéndosele ya unido tres mil franceses salidos de Gaela.
lo pasó en 1 5 de octubre por el vado de Seprano , y trató
de sorprendei' á Hoca-Seca, punto importante en el lími-
te de los Estados pontificios. El Gran Capitán que pene-
tró su designio , desde San Gci-man , en que todavía per-
mauecia, ordenó al otro día i6 de octubre, que Pedro
Navarro y García de Paredes con la inranlería fuesen por
la montaña á socorrer á Roca-Seca, dirigiéndose él con
Próspero Colona y toda la gente de armas por el llano.
De tan acertada disposición resultó que, habiendo entra-
do Navarro y Colonna en la Roca, no solo obligaron al
marqués de Mantua á desistir de su intento y repasar el
Garellano , sino que saliendo contra él los capitanes Zamu-
dio, Pizarro, Escalada y el coronel Villalba, que habían
defendido la Roca, y alcanzando su retaguardia desban-
dada , le mataron y prendieron mas de trescientos hom-
bros incluso un capitán (1).
Tan cercanos andaban ya en esto los dos ejércitos
que bien se veía que uno y otro general buscaban la
ocasión propicia para acometer al otro. Corridos así algu-
nos dias é insistiendo los franceses en pasar el Garellano
por un puente que guardaba Pedro de Paz con mil y dos<
cientos infantes y algunos caballos , le arremetieron at fin
furiosamente. Tres dias con tres noches se defendió Paz
valerosamente del ejército enemigo. Socorrióle con opor-
tunidad el Gran Capitán con el suyo ; pero recelándose de
un nuevo ataque por ventura mas vigoroso, al paso que
ordenó á Pedro de Paz, que se recogiera con su gente,
dispuso que Pedro Navarro con alguna do la suya pegase
(\) Jovio, ibi, pág. 262.— Zurita ibi.— La Crónica del GranCa-
pilan pone el movimiento del niarqnés de Uantua en el último dia
de octabre y )o demás en los primeros dias de noTÍembre.
3vGooglc
fuego á un trozo de la puente que estaba labrado de ma-
dera en lo quebrado de ella, 7 asentó su real al poso de la
puente (1).
No toca á la historia que escribimos rererír todos los
pormenores que precedieron á la batalla del Careliano, j
dieron gloría inmortal A Gonzalo Fernandez de Córdoba.
SdIo diremos qae en medio de la agitación y amotina-
miento de su ejército por el crudo temporal , por el hnm*
bre y falta de pagas en que se vio ; movimientos y desó^
denes en que no solo tomaron parte los Colonos y capi-
tanes y caballeros napolitanos que onsiaban porque el Rey
Católico restituyera aquel reino á su srjbrino D. Fodrique,
sino hasta D. Diego de Mendoza , Iñigo López de Ayola y
D. Hernando de Andrade (2) ; para gloria de Navarro, na>
die escribo que participara de los vergonzosos extremos
á que se lanzaron aquellos y otros capitanes españoles, por
otra parle muy valientes y distinguidos. No nos incumbo
tampoco describir y sobre todo poner de acuerdo á Guic<
ciardini . Jovio, Zurita, Alarcon , ta Crónica del Gran Ca-
pitán y otros sobre los varios incidentes de aquella céle-
bre campaña , en la que no deja de advertirse et deseo
de qtie tales ó cuales personajes ocupen el primer térmi-
no ; porque para nuestro objeto basta que en ninguno de
ellos ocupe el segundo nuestro atrevido Encartado. Nos
envanece por lo contrario que cuando los franceses des-
pués de concluido un puente de barcas posaron el Gare-
llano apoderándose sin resistencia de una torre que les
entregaron los infantes que la guardaban porque les ofre*
(1) Zurita, ibirl., nodando en esle tiempo tan juntos Pedro de
Paz y Pedro Navarro, que algaoa vez parece dudarse de si no es-
tán con fundidos.
{•£) Zarila, ibi, cap. 58.
zecbyG00¿ílC
90
cieron salvar sos vidas y fardaje : aquello de talvar la vt-
lía por temor de la muerte pareciera lan infame y se tu-
viera por tan ultrajante al nombre español ep el mismo
ejército poco ánlos amotinado , que tumultuariamente y
como por juicio público de los demás soldados fueron
condenados y sufrieron una muerte horrible, los que pu-
diéndose acordar de la defensa de Navarro en Canosa co-
metieron tan cobarde acción (i).
Fué la rendición de aquella torre en medio de lan
pundonorosos sentimientos, el preliminar de los célebres
triunfos y victorias que en los fastos de nuestra nacíoD
aun conservan el nombre del Garellano , por haber tenido
lugar á orillas de aquel rio. Habiendo intentado su paso
por el puente que para ello construyeron , y habiéndolos
rechazado con gran pérdida aquella infantería siempre
valiente y entonces ayudada de La gente vizcaína que,
como útil para cualquiera afrenta y fatiga mandó el Gran
Capitán desembarcar de la armada y quedarse con ella (1):
excusado es decir cuanto se luciría Navarro. Murieron allí
con efecto varios capitanes paisanos suyos , mas entre tan-
tos españoles como en aquel, dia so señalaroo, es muy
(1) lovíus. ibi, pAg. 263 Ea dtdilia uti infamit usque adeo
indecora Hijpano nomini ia easlris visa ett , ut qtii metu morlis tit-
tam strvaraitt eoneursit iratorum mililum, veluli publico indicio
damnati Irucidaliqíie mitñrahitem alque leterrimam mortem subirerU
etc. Jovio parece colocar este suceso mas adelante, pero seguD Zu-
rita debe (le estar aqui. La Crónica del Gran Capitán atribuye este
alentado á un capitán y diei eoldsdoE gallegos, que estimando mss
la cobdicia del dinero que no la honra entrrgaron la torre por dot mil
corona) de oro , y á pesar del perdón del Gran Capitán, que es íd-
dicio da haber alguna eiageracion en et suceso , yuez-on hechos pie-
sai por tot demeu toldado! no dejando hombre de cUoi á vida. Par, S,
cap. 107.
(I) Zurita , cap. S8 y 59 del lib. ^.—Cróuita, cap. 109 y sig.
,zecbyG00¿ílC
91
justo que todos y en ocasiones oportunas renueven lo ine<
moría de un alférez llamado, según Pedro Mártir, Alonso
de la Parro, natural de Pastrana (1), y según Paulo Jovío,
que parece mejor informado, Hernando de Illescas. A pe*
sar de que una líala do cañón le llevó la mano derecha
con que sostenía la bandera, siguió sin aliandonar su lu-
gar sosteniéndola con la izquierda y persiguiendo al ene-
migo con liis suyos: cuyo servicio loado públicamente y
apreciado por el Gran Capitán en lo que merecía, le re*
compensó en él y en sus hijos con una pensión de qui*
nientos daeadot anuales sobre las rentas de Ñapóles (2).
A ese triunfo mediaron otros cada vez mas á propó*
sito para el fin que el general español se proponía, aun-
que no fueron sino parciales. Continuaban los franceses
de resultas del anterior tan abatidos como orgullosos se
habían mostrado antes de intentar el paso del rio. Si-
guióse á la desgracia, como regularmente acontece, la
discordia entre sus capitanes y los italianos que militaban
con ellos , y por último dejar el mando del ejército et
marqués de Mantua y retirarse á Roma despreciado de
los fronoeses que ya no querion obedecerle y le denosta-
ban públicamente como á italiano (5). Cuéntase también
(O Ptirí Marifrís Epistolar, lib. 12. De Medina, [X Calend.
Jimuarii 6 sea á 2Í de diciembre tie 1503.
(3) Jovio , ibi , pig. 36^. Laudatar quoque puMko praconio Fer-
dinam/tu Híleieai tignifer hitpanitt, fui rapiente ti dexlram tor-
meali jñla, imperterrilut vexiltum lava manit MustuHl el in halle irv
ptrrexif. Hunc poilta Coitsalvui rjusque libtrot i'irltilii causa ex rt'
gio vectigali aanuis aureis quiíigenlis donafit.
(3) Ibiilem, trat-indo de lo que decía uno de los Cftpttnnes mas
afamados llamado Snndriconst, /i in corona nriliiiim iamunde loijaens^
jare aplimo (inquit) virt Galti mulctamar á Forluna, pQllqiiam tO
ieftnium est ul éirgroni iia'o parendum exiftimemui.
zecbyG00¿ílC
92
que no fuUú entre ellos alguno que le recordase al in-
lenlar el paso del Careliano sus anteriores bravatas y ha-
ber llamado canalla á los e8pafioles(l), cuyo geneml
siempre con el empeño do echnr á los franceses de Italia,
ni ver que aunque decaídos todavía le superaban en nú-
mero, trató de darlos la última mano.
Dispuesto un puente de barcas y carros para pasar ó
buscarlos , y amagando echarle en una parte , frustrando
la vigilancia franceüa, le echó en otra, y pasó al otro
lado del Careliano en el jueves 28 de diciembre. Lleva-
ba la vanguardia, según Paulo Jovio á quien para mayor
brevedad seguiremos, el italiano Bartolomé de Alviano ó
Laviano, célebre caudillo de aquel tiempo, que poco
antes habla lomado partido por España. Así que La-
viano pasó el puente por Sagio acometió á las compa-
ñías normandas que allí cerca invernaban, siguiéndole
Navarro con su infantería, y luego Prospero Golona y
Mendoza con lo gente de armas, y por fin el Gran Capi-
tán con el resto de la caballería y los alemanes. Disper-
sada la caballería francesa y la infantería norm.inda con
tan inesperado ataque, y llegada la noticia á sus reales,
todo fué confusión en ellos sin que fuera posible á les ca-
pitanes ordenar ni reunir sus gentes. El marqués de Sa-
lí] Cnenta Znríta, ibí, cap. S9, qae al pasar el ejército fran-
cas el f Deate qae habían echado sobre el Careliano Mr. d 'Aliebre,
uno de sus mas distinguidos opilanes , recordando al mirquis de
Mantua la maravilla que en otras ocasioaes habia mostrado de qne
Un vil marranalla los hubiese vencido en la Cerinola y otras par-
les: Ea le dijo: a/U los icaeis: esot son los españoles fue not dtsba-
rataron : Ved lo que ahora hacen sin temor de ¡a artillería qae lam
repelidos golpes da entre ellot ; pasemos y veréis si esa aawlla fvc
detís, sabe Jugar de pica y lama.
3vGooglc
95
luzes que babio sucedido en el mando al de Mantua , pa-
reciéndole mengua perder la artillería , embarcó alguna
para Gaela, y emprendió la retirada para aquella plaza;
mas cargando en esto la caballería ligera, y en seguida
las compañías de Navarro sobre los reales abandonados,
notpresenlándose nadie en armas á defenderlos, fueron
muchos cogidos prisioneros, y Otros, desbaratadas las tien>
das y medio muertos y beladoa, TueroD cruelmente de-
gollados por los vizcaínos , sin que los hombres se acor'
dáran de haber jamás presenciado Tuga mas fea y misera-
ble (1).
A este y otros desastres, que pueden leerse en los quo
de intento se ocuparon de aquella guerra, sucedió la ca-
pitulación de Gaeta en 1." de enero de i 504, entrar en
ella nuestra gente en el miércoles 3 del mismo, alzarse
acto continuo banderas por España . retirnrae abatidos
y destrozados los franceses, y acabarse la guerra de Ita-
lia (2). QnedaroD sin embargo armados algunos barones
anjoinos, que, por no estar con los franceses al tiempo de
capitular, continuaron en aquel estado. El mas notable,
así por SD obstinación como por su poder, era el conde de
Capaccio. Tenia sus lugares en el Principado, y encer-
rado en el de Chelino quo era el mas fuerte, con cuatro*
cientos franceses é italianos, se defendió vigorosamente
de Gil Nieto, que con olgunos españoles le tenia cercado.
Has apenas vio que Pedro Navarro con mil y quinientos
[1) JoyIus , lib. 3, p&g. S67.... Nuüa unquam ai kominum me-
moria fxdior et miserahilior f ocies fug<x fuil.
(2) Véase sobre los desastres de los franceses en esla camp-
ña, al mismo JotíO) Pedro Uártir, Guicciardiiii , lib. 6,1a Cróiiira
del Grao Capitán, cap. iOO y signieates, y Zorita en el lib. 5, del
Rey D. Fernando, cap. 60 y sig.
3vGooglc
94
infantes y por manilado del Gran Capitán se dirigió con-
tra él , y que AUaTÍlla , Bocea de l'Aspero y otros luga-
res Tuertea se le habian rendido , y que con su gente se
aproximaba á Chelino, que se entregó sin resistencia ; per-
diendo sin embargo su estado por la versatilidad con qne
había obrado unas veces en pro y otras en contra del Rey
Católico (i). *
PaciGcado el reino de Ñapóles, y publicada la paz en-
tre Francia y España en 25 de febrero de {504, en me-
dio de los cuidados que al Gran Capitán merecía la go-
bernación de un ealado tan necesitado de ella, no se
olvidó de recompensar á los que con mas inteligencia y
valor le habian ayudado en tan grande empresa. A lo-
dos según su mérito les señaló pueblos , ciudades , alcai-
días y castetlaníns de plazas y castillos, casas, quintas
y heredades, sin olvidarse tampoco del obispo Caotalicio
y del carmelita Mantuano que le habian celebrado con sus
versos. En tan generosa repartición tocó á Pedro Navarro
la ciudad ó villa de Olivólo ú Olveto en el Abruzzo con su
condado , derivándole de ahí el título de conde con que
desde entonces le apellida la historia (2). Al confirmarle el
Rey Católico Ion Insigne merced para él y sus sucesores,
no quedó elogio que no dispensase á Navarro en et titulo
que le despachó enSegoviaá 1.' de junio de í 505. Llamó-
le " magnifico y valeroso capitán muy fiel y muy querido
m suyo; dijo que en todas las ocasiones, lances y tiempos,
• así de guerra como de paz, y señaladamente en la recn*
« peracioa del reino de Ñapóles finter cceteros excellviitj
(I) Crónica, cap. Hl y 1H.— Zurita, 62, 63. 65 y 70.
¡2} Jovto,- íbi, lib. 3, pág. 270.... tt Navarro OU-oetum in Pra-
rudiat tribueral..^ I» hU fuere Cantalicúti el Carmelita Manluimui
(ocni/t <'(>(.— Crónica, lib 3, cap f.
3vGooglc
95
> habiá soLersalido entre todos aun (o el arte militar:
• que de todos modos se había mostrado valentísimo tanto
■ con su ingenio como con su persona , y en cuanto era
■ propio de un óptimo capitán sin reparar en gastos , Ira*
I bajos ni peligros, obrando en fm como debe un vale-
■ roso soldado , y fuerte y fidelísimo jefe . no solo para
< alcanzar y merecer gloria inmortal , sino la gratitud de
■ au Principe (1)."
TIBGESA EPOGi.
Desde 1504 ¿ f Mi.
Tenemos ya conde y señoi* de vasallos á quien estu*
viera ó no en la guerra de Granada , y fuese ó no alcaide
de Bentomiz , los historiadores que le conocieron y alcan-
zaron , nos presentan como obscuro marinero vizcaíno i
humilde labriego roncales en un principio; como espue-
lísta del cardenal de Aragón después ; como soldado de á
pié y aventurero mas adelante en la guerra entre floren'
tinea y genoveses; y por último como pirata á quien los
venecianos perseguían de muerte pocos años antes de ser
elevado á tan alta condición. La osadía , la intrepidez, el
(t) Véase el Docamenlo núm. 3.
3vGooglc
9G
itesprocio de la vida en tos combales , y sobre todo la
novednd y terribles efectos de tas minas que fueron la
base de la elevación y merecida fama de Navarro, lodo -
lo puso por obra, sin salir, por decirlo asi, de la clase
de subalterno. Varaos pues á presentarle como general y
cabeza , para que formando el juicio que se debe de su
genio superior y extraordinario , lamentemos a su tiempo
que á quien uo amedrentaban ni tos mares embravecidos,
ni tas baterías y falanjes enemigas, le dominasen los ar-
ranques del ánimo ofendido , faltándole la prudencia para
templarlos.
Mus antes de entrar en esa relación , rectificaremos
un error en que oos parece liaber incurrido el diligente
historiador Sandoval al referir entre las noticias que dejó
de nuestro conde , la de haber venido á España , tenien-
do guerra el Rey Católico con el Rey Luis de Francia , y
haberse hecho por su consejo y trazas el castillo y fortaleza
de Satsns en Cataluña (1). No dice de donde tomó la no-
ticia ; pero habiendo sido la guerra entre' ambos Reyes y
verifícádose el sitio de Salsas en el eslío y otoíto del año
de 1 503 , en que dejamos referido no haberse Pedro Na-
varro apartado un instante de Ñapóles y su guerra, no
es fácil justificar que por entonces viniera á nuestra penin-
6u!a. Cuando los franceses se movieron coiilra Salsas á
fines de agosto de aquel aiio, aquella fortaleza, dice Zu*
rila , no estaba acabada de fortíScar, pues fnllaban de la-
brar las principales defensas de ella. Cuando en el mes
do setiembre ÍDmcdiato estaba el campo francés asentado
hacia la parle de la sierra en los valles que son todos de
peña viva, cuenta el mismo historiador, que ni se podia
(t) Sandoral, HtilortadeCárhs V,\\h. 1T, §20.
DglizecbyGoOglC
97
cavar ai hacer reparos en ellos, y lag minas se hicieron
en tomo de la fortaleza ; lo que prueba y es muy de no-
tar . que tos franceses trataron de aprovecharse de In
iaveacion de Navarro contra una plaza española en el
misino año que aquel la empleó contra los castillos de
Ñápeles; y Analmente para quitar toda duda de que ví-
oiera á España durante aquella guerra, y aun de que
diera consejo para levantar aquella fortaleza, no solo le-
ñemos el testimonio de Pedro Mártir acerca de que ya en
'1501 se la estaba preparando, sino el del mismo Zurita,
que ánles de referir como los franceses levantaron el sitio
en 20 de octubre de 1503, cuenta que al ver los que
defeodian la plaza que en la conservación de un baluarte
perdían mucha gente, por industria del Maestro Itami-
ro Ingeniero que era el que entendió en la obra y forti-
ficación de aquella fuerza, pusieron algunas botas de pól-
vora en una bodega, y dando lugar á que los franceses
lo tomasen, cuando estaba mas llena de gente, le pu-
sieron fuego , y saltando el baluarte pereció mucha en
éi(i).
Volviendo ahora á nuestro conde continuaremos con
que en tanto que sus compañeros descansaban de las fa-
tigas pasadas, el Gran Capitán que no descuidaba el go-
bierno del reino, y que siempre, como dice Paulo Jo-
vio , amó á Navarro por la eficacia de su valor no muy co-
mún (2), trató de no tenerle ocioso. Habiendo sabido
que los turcos preparaban en la Voyosa una armada de
veinte y dos galeras, diez galeazas y doce fustas, que
(1) Pedro Mártir, Epiuol. 228, 259 y 260, Ub. U y 16. -Z«-
rifa, lib. 5, cap. 50, 51. SS y sig.
(?) Eq su elogio... £t Cmitalvo imperalori apprimt caras ali
tjficatia imuitatte virtutit.
To»o XXV. 7
„Googlc
98
con mas de cuatro mil zapea de desembarco se decía
que caerla Bobre las costas de Sicilia y la Pulla, ordenó
á Pedro Navarro que cod dos naos y tres fustas la fuese
á combatir, llevando eu su compañía á Diego de Vera.
SatieroD con efecto á la mar ; mas como no correspondie-
ran las noticias de tales preparativos á lo que por si mis-
mos observaron , regresaron tranquilamente ai puerto de
Ñápeles (1).
Venían mientras laoto al Rey Católico desde aquel
reino numerosas quejas y de todo género contra el Gran
Capitán. Partian principalmente y como siempre suce-
dió en semejantes ocasiones de los que en el reporlimiento
de las mercedes y recompensas al fin de la guerra, ó no
las alcanzaron ó no lograron las que creian merecer:
sucediendo por su desgracia y en poco estuvo que para
la de toda la nación , que la Reina Católica que siempre
le miró como criatura suya , y en todo tiempo le faabia
favorecido , falleciera en Medina del Campo y en 26 de
noviembre de aquel aúo de 1504, cuando ya las quejas
de los enemigos de Gonzalo habian introducido en el áni-
mo del Rey la desconQanza. Siguióse á eso que aquella
clase privilegiada que por su interés anteponía la humi-
llación, en que Enrique IV tuvo á Castilla, á la gloria y
esplendor que á la naciente España habian dado Isabel y
Fernando, obstinada en apartar ueste del gobierno en
que tan maestro se había mostrado , se declarara por su
yerno Felipe el Hermoso así que se presentó en España,
DO obstante la poca capacidad y el mucho despego que
por ella había mostrado en su primera venida, y que su*
cediendo en la corona de Castilla por su mujer Uofia Jua*
(1) Zorila, ibi, cap. 80.
3vGooglc
99
na juslameDle llamada la Loca , pudieron temerse desór-
denes de consecuencia (1).
i 505. — Previólos sin duda el fiey Católico , y alarmado
por otra parte con el ascendiente que en Ñápeles le decían
iba tomando el Gran Capitán , trató con su acostumbrada
sagacidad de remediar á uno y otro , sirviéndose para ello
del conde Pedro Navarro. Ordenó en primer lugar al
Gran Capitán despedir toda la gente alemana y mucha de
la española que le había servido en aquella conquista , y
que con los cuatro mil y quinientos peones que todavía le
quedaban, se viniera á España. Aunque el Gran Capi-
tán , obedeciendo este mandato, ya tenia en 25 de abril
de 1505 embarcados sus caballos y recámara, se detuvo,
dice el exacto Zurita , por sobra de mal tiempo y falla
de dineros para dejar la gente de armas y los castillos
proveídos , y porque la gente de guerra se comenzó a
mover y alborotar por las pagas ; pero encalcó á Pedro
Navarro, en quien el Rey tenia gran confianza , y que por
mandado suyo regresaba á España , que cuidase de infor-
marle de esas y otras causas de sutardanza {1).
O Navarro á su llegada a España no correspondió ala
cooGanza que en él puso el Gran Capitán» ó el Rey Cató-
lico no apreció sus ¡nrormes , ó tal vez le puso de su par-
te ofreciéndole en Segovia, y en setiembre del mí^no año
de 1605, la capitanía general y mando de la infantería de
(1) Sobre las qaejas dirigidas al Rey Catúlico contra el Gran
Capitán, aunque pueden consultarse i Paulo Jovio en el libro 3.* de
sa vida, Uariane en el capitulo 9 de) lib. 28 de su Bialoria de Es-
paSa, y oíros escritores, ninguno mejor que ei Sr. D. Hanue)
José Quintana en la excelente Fida que escribió de aquel efclare-
cido capilao , y esli entre las de sus Etpañoiet ilustres.
(2) Zurita, lib. 6 del Rey D. Fernando, cap. 7, 9, S«, 31, etc.
K
„Googlc
100
la expedición que preparaba, contra los africanos (1), »
Navarro en último resultado sacrificó sus afectos y debe-
res para con el Gran Gapitao á la dureza de la subor-
dinación militar. Ello es que en vez de atenuarse con las .
noticias de Navarro las desconfianzas del Rey Católico,
aparece que por lo contrario crecieron después de su ve-
nida á España; llegando al punto, cualquiera que fuese
su origen , de que resuelto ¿ sacar de Ñápeles al Gran
Capitán y asegurarse de su persona , solo confió el secreto
y el proyecto á su hijo natural el arzobispo de Zaragoza
que le había de suceder en el virelnato , á Pedro Navarro
que había de ser el ejecutor, á D. Ramón de Cardona y
á un tal Alberico Terracina, hombre muy popular en
Ñápeles que le habib de ayudar (2).
1506, — Yo estaba concertado embarcarse en Tortosa
el arzobispo, Alberico y Navarr.o ; y ya estaba también con-
venido que al llegar á Ñapóles en tanto que Alberico cau-
tivaba secretamente á los populares de mas influjo , ofre*
cióndoles en el gobierno de la ciudad otros tantos votos
como tenían los nobles. Navarro entrando con igual se-
creto por la puerU falsa del Costel-nuovo , se apoderaría
del Gran Capitán . que allí moraba ; cuando el Rey Cató-
lico mudó de parecer. En lugar de traer á España por
medios tan extraños como violentos á un caudillo tan ilus-
tro y que tantos recelos le inspiraba , determinó ir per-
sonalmente á tomar posesión del reino de Ñapóles , con-
siderándole propio suyo como dependiente del de Aragón;
determinación consiguiente al convenio celebrado con su
yerno en junio de aquel año de i 506, de que resultó que*
(4) ZoriU,IÍb. 7, csp. 6.— Hariaoa^ lib. S8, cap. 18.
(2) Ibid, ibi
3vGooglc
dar cnleramente apartado de loda intervención en tos ne-
gocios de CastiUa (i).
Al embarcarse en 4 de setiembre siguiente en Bar*
celona y en las galeras que mandaba D. Ramón de Car-
dona, aunque ya en Castilla se quejaban del desgobier-
no de D. Felipe, de sus parciales y sus flamencos, iban
muy lejos &ai el Rey Católico como Navarro, que le
acompañaba , de pensar en la mudanza que se verificaría
en ella. El mancebo y hermoso D. Felipe falleció muy
pocos dias después en Burgos (2] ; y á pesar de que al
Bey su suegro le alcanzaron la noticia y las cartas de al-
gunos Grandes que le llamaban á Castilla antes de llegar
á Ñapóles, no desistió de su propósito. Siguió resuelto
á aquella c^ital en donde Fué magníficamente recibido,
y en ella dictó entonces y después para ella y para la pa-
cificación del reino tales leyes , que el historiador Gian-
none , que escribía 'cuando ya no pertenecía á España,
ni habia porque adular á los sucesores det Rey Católico,
las llamó leggi tute provvide é gavié; añadiendo -que en
el eslablecimíento de otras semejantes para gobernar
fuera de su patria, ningunos imitaron y siguieron á los
romanos mejor que los españoles (3).
De las dictadas entonces por el Bey Católico, la''con-
cemiente algún tanto á nuestro objeto fué la que mandó
restituir á los barones anjoinos, ó como hoy diriamos
afrancesados, los estados y bienes que perdieron por
serle contrarios y con los cuales se había premiado á los
(1) Znrita, cap. 10 ysig. — V. Documento iiám. i.
(2) A 25 de setiembre de f 506. Mariana , Historia de España,
lib. 28 , cap. 23.
(3) GiannoM, litaría ciñió del rcgn» di NnpoU, tlb. 30, si
fio del cap. 5.
3vGooglc
i02
españoles y á muchos napolíUraos é italianos que siguien-
do su partido se distinguieron en la expulsión (le los fran-
ceses y conquista de aquel reino. De sus resultas Antonio
de Leiva, Uernando do Alarcon , Gómez de Solís, Pedro
de Paz> Luis de Herrera, Juan Piñeyro, Diego García de
Paredes, Francisco de Rojas, D. Pedro de Castro y otros
quedaron sin las mercedes que per sus señalados servi-
cios les hizo el Gran Capitán (1); roas no asi Pedro Nat
varro. Habiéndosele perdido el título que del condado
de Oliveto; que referimos habérsele despachado en Segó- ■
via, estando el Bey Católico en Ñapóles, mandó al mis-
mo secretorio Miguel Pérez de Almazan que había enten-.
dido en el primero que le despachara olro como lo verir
ficó en aquella capital á 25 de mayo de 1507, concedién-
dole de nuevo el condado y quif^ientos ducados anuoles
sobre los fuegos y sales det mismo condado (2).'
1507.— En Castilla^ mientras tanto todo era descon-
cierto en su gobierno.' Divididos los Grandes en faccio-
nes y atentos generalmente mas á su provecho que al del
pueblo, ya se dirigieron al Rey de Romanos Maximiliano,
ofreciéndole la regencia del reino como abuelo paterno
y tutor det Príncipe, que después fué Carlos V , ya al Rey
de Portugal D. Manuel, que aunque yerno del Rey Cató-
lico, acaso pretendía como bus antecesores convertir en
su provechb aquellas alteraciones (3). A los terribles
(1) Mariana, liK. 39 , cap. i.— Zurita , lib. 7, cap. iO.
(3) Existe como el minero en el Archivo del Sr. doqae do
Sesa , y es casi idéntico a1 que va en el Documenlo núm. 3 , excep-
to eu añadir..... neenon qui'ngentoi ducatoí de CarleiiU anao quoltiet
Carlenorum deeem ducalo guolÜet compútalo in el fitper j'urióut J'ti>~
culariorum et talit et per se et tuos haredei et íaccetsoret eto.
(3) Zurita, lib. 7, cap 50, ylib.S.cap. I.'— rHariaM» lib. 29,
cap. 8.
3vGooglc
103
bandos Oñecíno y Gamboino, que por siglos hablan ensan<
greñudo y perturbado las proTÍncías Vascongadas, com-
paraba Pedro Márlir , escribiendo al arzobispo de Gra-
nada (1) en enero de i507 , las facctones que en la corte
de la infeliz Doña Juana separaban álos magnates, capi-
taneados los unos por el duque de Nájera , y los otros por
el Condestable de Castilla. La insolencia y atrevimiento .
del primero y la de su mas fervoroso partidario D. Juan
Manuel, llegaron al extremo de levantar tropas para resis-
tir al Rey Católico, que arreglado lo de Ñápeles, empren*
dio en 4 de junio su vuelta á Castilla , habiéndole prece-
dido de ocho días el conde Pedro Navarro , con lo armada
de Daos y soldados que conGó á su valor y pericia (2).
Llegados uno y otro al Grao de Valencia , pero con
mucha anticipación Navarro, recibió este la orden de
adelantarse á Castilla y entrar en ella precisamente por
Almazan , pasando por Aragón (3). Siguióle de allí á poco
el Rey Católico que á 21 de agosto en Monteagudo , pri-
mer lugar de Castilla, tomó posesión formal de su go-
bierno en presencia de los alcaldes, alguaciles y demás
oficiales públicos que le acompañaban ; y emprendido su
viaje á Tortoles , entre Aranda y Valladolid , en donde
residía Doña Juana , aeudian por todo el comino á la hila,
dice el grave Mariana j Grandes , Prelaáoi y Señores , si
bien , para vititalle y kacelle reverencia , lot mag con de-
seo de recompen$ar con la presteza los deiervicios pasados
y con fingida alegría (4). También podemos añadir que
(1> Pelri MartyrÍB de Anglcrla. Epistolar., \ih. SO, Eplun-
la 331 , Xri KaUnd. Februarii
(S) ZariU, lib. 8, cap. 7.— Mariana, lib. 19, cap. 8.
(3) Zorito, lib. 7, cap. ¡A, kky 49.— Mariana, ibi, cap. 9.
(1) HariaDa, lib. 29, cap. 10.
3vGooglc
104
por respeto al Rey, sostenido por Pedro Navarro y m
f;;ente; sometiéndose at fin lodos cunndo juntándose el
Católico con su hija en 28 del mismo mes , le acató res-
petuosamente aquella triste Señorn , ó pesar de &j, per-
turbación noental , se echó á sus píes y le entreg;ó la som-
bra de autoridad que en ella se reconocia (1).
Solo D. Juan Manuel, Señor de Belmente, y el duque
de Nájera quedaban armados y braveaban todavía la au-
toridad del Rey Católico, en medio del gozo popular con
que se la acataba en Castilla [ü). Obstinados en que el
inconstante y deíocreditado Rey de Romanos, que así le
llama Zurita (5), fuera quien la gobernase en nombre de
D. Carlos tan nieto suyo como del Rey D, Fernando; solo
á Id fuerza de Navarro cedieron , confiados por ventura en
que les vendrían los auxilios de Flándes, que fué á soli-
citar D. Juan Manuel (4). Entre las muchas mercedes que
este alcanzó en el pasajero reinado de D. Felipe el Hermo*
80, se contaba la alcaidía del castillo de Burgos, tan fuerte
por el arte y su situación , como se puede inferir de que
en la guerra de la independencia, defendiéndole los france*
ses en 1S12, no pudieron someterle los ejércitos aliados.
Era teniente suyo en aquella fortaleza un jaque de los
de aquel tiempo llamado Francisco Tamayo, á quien ni
las ofertas ni aun los ruegos que con menoscabo de su
(1) Hariaaa, lib. 29, cap. 10.
(2) Acerca de los rundameDlos qae el duque de Niíjera y Don
Juan Manuel alegaban para sa oposición al Bey Calóllco paede ver-
se la Hiiioría de la eaia de Lara por D. Luis de Salazar en el lib. 8,
cap. 6, pág. 126 y siguientes, tratando del segando duque de Ná-
jera.
(3) Zorita , lib. 8, cap. 16, ea dond,e advierte que basta el año
de 1S08 DO tomó Maximiliano el titulo de Emperador.
(V) María Da, ibi.
3vGooglc
105
dignidad le dirigió el Rey Católico, pudieron traer á la
obediencia debida ; hasta que mandó aprontar la artille*
ría que estaba en Medina del Campo , causa después de
su ruina al sacarla contra loa comuneros (i] ; y que Na'<
varro con ella, y con la gente que traia de Ñápeles pasase
á combatir el castillo. Sin tardanza lo puso aquel por obra
situándose en el barrio de Santa María la Blanca al pié
casi del mismo castillo ; lo cual visto por el atrevido Ta^
mayo entró en cuentas y le rindió (2).
Ordenó entonces el Rey á Piavarro que juntando & sus
soldados los de las compañías de la guardia real se enca-
minara á la Rioja á prender al duque de Nájero , y á apo-
derarse de sus estados , pues que no quería ceder sin que
primero se (aentasen las cosas á su manera (3). Con la
gracia de Nuestro SeUor Dios y con las armas en la mano^
respondió Navarro desde Melgar , que estaba pronto para
cumplir su mandamiento y abatir y aniquilar, gastar,
abrasar, y destruirá los que desobedeciesen los suyos (4};
y emprendiendo la marcha desde Burgos por Viltafranca
de Montes de Oca á Belorado y desde allí á Santo Domiiy
go, resuelto & no perder una hora en la ejecución de su
encargo (5). Anle$ de llegar las cosas á tanto extremo me-
diaron con el Rey el duque de Alba , el condestable da
Cistilla y otros Grandes, y se spmetió el de Nájera, de->
jándosele únicamente aquella fortaleza y entregando at
(1) Sotaron ariillcría para el caitilto de B&rgos. el día de Saif
Migurl. MS. del canónigo Pedro de Torres. Acerca de la des-
Imccion de Medina at fiacar la arlilleria en tiempo de las comuni-
dades, coQSÚllese al P. SandoTsl y otros oscrtlores.
(S) Carta de Navarro al Rey. — V. Documento núm. 5.
(3) Hitiaria de la casa de Lora, \h\, pig. 133.
(4) Garla de Navarro.— V. Documento Dúm, 6.
(5) Ibidem.
3vGooglc
106
duque de Alba en rehenes las de Redecilla , Ribas y Val-
maseda con las demís que le pertenecían (1).
Sosegada Castilla y contenta con el gobierno del Rey
Católico volvió este su cuidado á los armamentos ya prin-
cipiados contra los moros. Incitábale á eso contar enton-
ces no solo con seis ó siete mil bombres dispuestos á
mantener su autoridad si se renovaban los pasados distur-
bios , sino el fervor con que el pueblo admitía y se pres-
taba á semejantes empresas. Agregábase también , fuera
de las quejas por los daños que los moros causaban en las
costas de Granada (2) , que el vecino Bey de Fez estaba
mal avenido con sus hermanos, y convenía aprovechar
aquella disidencia. Uno de ellos que era Rey de Túnez y
ambicionaba mejor estado, envió al Rey Católico en no-
viembre de aquel año de 1507, cuando mas le ocupaban
las pretensiones del duque de Nájera y D. Juan Manuel,
una solemne embajada prometiendo ayudarle en la con-
quista de Oran y otros lugares contiguos en la costa , si
con sus armas le aseguraba la posesión de los mas distan-
tes y sobre todo de Tremecen (3).
1508. — El Rey Católico que nunca abandonaba sus
proyectos contra tos africanos , admitió la oferta , y dio,
ya entrado el año de 1508, tas órdenes mas eficaces
para que cuantas naves, gente, armas y demás se encon-
trara en el puerto de Málaga , se pusiera bajo el mando
del conde Mosen Pedro Navarro, capitán general do su
infantería (i). Ya estaba pronta á salir de aquel puerto la
(1) Pedro Bfirtir en varíu epíitoTas. ZariU, lib. 8, cap. 9.—
Mariana, ibi., cap. 10. Cata de Lara, ibi.
(2) Pedro Míilir, Rpíslol. , Kb. SO, Epist. 350.
(3) Zorita, ibi.. cap. 11.
(i) Cartas del Rey Católico y DoBaJcoDa.— V.Docnnwntonúm.T.
3vGooglc
107
armada , cuando anteponiendo los oorsaríos africanos sus'
arrremetidas á lo acostumbrado en otros años, asaltaron
las costas de Andalucía , 7 robaron y cautivaron como de
costumbre. Encnminábase el Rey Católico á aquellas pro-
vinoias á castigar las demasías del marqués de Priego , y
de tal modo le afligieron con la relación de aquellos re-
cientes desastres , que desde luego ordenó á Navarro
abandonar lodo otro proyecto y salir con la mayor bre-
vedad á castor á loa corsarios ; y con ton acertada rcso*
loción lo ejecutó , que además de tomarles algunas fus-~
las, rescató mucha parte de lo que'habian robado (1).
Necesitábase sin embargo disminuir ya que no impe*
dir enteramente, por no ser Tácil , la repetición de tales
rebatos. Al intento, como siguiendo Pedro Navarro á loa
corsarios hubiese (legado á la isla ó Peñón de VeliTz , á
cuyo abrigo se contemplaban en toda estación seguros en
la ciadad y puerto de su nombre , resolvió apoderarse de
él. La empresa con todo no dejaba do ser arriesgada. £1
Peñen además de estar apartado del continente cosa de
setecientos á mil pasos -y alzado del mar , contaba con
buena artillería y doscientos moros de guarnición. Ni á
reconocerle ni á combatirle despacio nos cuentan que se
detuviera el Intrépido conde, sino que para no perder
tiempo, en tanto que las galeras de bu armada remolca-;
han las naos que la calma no permitía navegar, mandó
que un galeón fondease entre la ciudad y el Peñón para
cortar su comunicación. Ordenó igualmente que el galeón
se entoldara y cubriese con sacas de lana á fin de quo I0&
disparos de la fortaleza no ofendiesen á la gente que iba
en él. Llegadas las naos y fondeadas al lado del galeón,'
(I) Hariana, ibi-, cap. ISy Ht.
3vGooglc
i08
al ver los moros á Navarro disponiéndose ó desembarcar
con arlillería en el Peñón, le abandonaron amedrentados
en el día Í13 de julio. Subió á él entonces , con gran re-
solución, la gente española , y cañoneando desdo su do-
minante elevación á la ciudad de Velez de la Gomera, la
destruyó y acabó con aquel asilo de devastadores de nues-
tras coatas (1).
Proporcionada á la pena de los moros por aqnella pér^
dida fué la alegría del Rey Católico y de los moradores en
las costas de Andalucía , y mucha parte de las de Valen>
cía y Murcia. Conociendo el victorioso Navarro cuanto
para la seguridad de ellas 'valia la conservaron 7 defensa
del Peñón le fortificó cuidadosamente, puso en su forta-
leza ó castillo cinco lombardas de las que entonces se usa-
ban ; dejó guarnición de infantería y de mar^ y confió su
alcaidía á un valiente soldado llamado Juan Villalobos.
Proveyó también el Rey Católico á seguridad, y auoqne
catorce años después swpren'dieron los moros y se apode-
raron del Peñón con muerte de Villalobos , te regañó en
tiempo de Felipe II D. García de Toledo, y todavía con-
servamos esa memoria del valor de Pedro Navarro y de
BUS atrevidas empresas (2).
Solo el Rey de Portugal D. Manuel se mostró ofendi-
do de lo que acabamos de referir. Fundándose en que Ve-
loz de la Gomera como parte del reino de Fez estaba
comprendida dentro del límite de las conquistas portu-
guesas . se mostró sentido de que las armas del Rey su
(1) Pedro HártíF, Epittota 393,lib. 2).— Zmla, ihi.,cap,23.
— Uariana, ibt., cap. 44-
(2) Carta del Rey Católico al cardenal Císneros.— Y. Documen-
to núm. 8 ¥.\ Cura de loi Palaeios, cap. 219. — Lais del Mármol^
Dcseripc'oit del áfrica, lomo 2, lib. k, cap. V2.
3vGooglc
109
suegro se hubiesen apoilct-ado del Peñón , y le pidió ex*
plicaciones al inlento. Sin convenir el Rey Calótico en la
justicia de la reclamación ni desatenderla tampoco . re-
plicó á su yerno con el acierto y tino que le distinguían.
Dijo que, careciendo de fuerzas para conquistar y conser-
var el Peñón, harto desviado por otra parte de los demás
dominios portugueses en África , que le retendría en su
poder basta que se decidiese lo justo, ó que en otro caso
le indemoizana oportunamente (i)^ respuesta sensata y
juiciosa que si bien no contentó al monarca portugués, se
presentó luego ocasión en Arcila de ver que si tenia
ambición le ^Cascaban los medios de satisfacerla.
Poseían los portugueses iquella plaza á orillas del
Océano, y ó poco distancia de Tánger y del Eslrecbo, y la
tenían no bien provista ni guarnecida. Viéndola en tal
estado el Rey de Fez, creyó que acometiéndola de im-
proviso, ni se podría resistir ni ser á tiempo socorrida.
Púsolo por obra en 10 de octubre con tales fuerzas, que
hay quien las computa en veinte mil caballos y ciento y
veinte mil peooes (Q). siendo así que sobraba gente con
los quince mil ballesteros y espingarderot , que según
otros traía ademes de la caballería y buena artillería (5).
Aunque la plaza solo contaba con unos cuatrocientos sol*
dados, la defendió valerosamente su alcaide D. Vasco
Coutiño, conde de Borba ; pero herido de un saetazo en el
brazo y aportillada la muralla por donde entraron los ene*
migos, se retiró como pudo al castillo. Al verle poco oper-
(I) ZnriU, ibi., cap. 3i.
(S) UieroDÍmas Úsorius, De rehus Emmanndis Lusilaniartgis.
lib. 5.— Paria de Sousa, Afrka portuguesa, cap. 7. DÚm. 35.
(3) Zorita, ibi.
3yGoo¿ílc
m
ciliido para una larga defensa, pidió auxilio á Lodas par-
tes, y el primero que, acudiendo i su llamamiento, entró
con él en Arcila, fué Ramiro Nuñez de Guzman , corregi-
dor de Jerez, con trescientos ballesteros y espingarderos |
algunos caballeros de aquella ciudad ; mas como los moros
no desistieran de su intento á pesar de ese y otros refuer-
tos que liaron de Portugal ; el Rey Católico que aun
estaba en Andalucía , ordenó á Pedro Navarro que salien-
do de Gibrallar coa las galeras tjile mandaba, se dirigie-
se inmediatamente á Arcila, prefinendo aquella empresa
al ardid de quemar unas fustas de moros que proyec-
taba (1).
Obedeció con puntualidad Navarro y antes de anoche-
cer el dia 30 de octubre en que zarpó de Gibrallar , yn
estuvo delante de Arcila con sus galeras y tres mil y qui-
nientos soldados en ellas. Fondearon aquellas al dia si-
guiente, de modo que lombardeaban de través á los mo-
ros ; pero como á pesar del daño que rccíbian , no se mo>
vieran los sitiadores, acostó NavaiTO por aquel lado, y á
cosa de medio dia una nao con mucha y buena artillería
que á los pocos disparos les obligó á mudar el campo n
otra parte. Desembarcando entonces Navarro con cien es»
pingarderos y metiétidese en el castillo tan vigorosa-
mente combatió á los moros desde él y desde la armada
que á la noche y sin ser sentidos levantaron el sitio y se
retiraron hacia Alcazarquivir, no habiéndose conocido su
partida hasta que amaneció. A pesar de ser tarde pam
perseguirlos, Navarra sin embargo salió contra ellos acom-
pañándole la gente que con él entró en el castillo y algu-
nos soldados viejos de la guarnición ; mas regresando sin
(1) V. Documenlo núm. 9.
3vGooglc
rfccto alguno, prcsló á la plaza el cuidado y atención que
merecía. Reparó sus muros , la proveyó de víveres , orde^
nó otras cosas para su defensa , y dio de todo cuenta al
Rey Católico que aun remitió otros auxilios, con los que
quedó bien asegurada (1).
Aunque el Rey de Portugal eslimó este socorro cuan-
to era de razón , todavía pretendió con empeño que se le
restituyera el Peíion (2), siendo así que para consen'ar las
otras. plazas africanas le escaseaban, como se ha visto,
los medios. Esa ambición con todo no le apartó de mos'
irarse agradecido y generoso con nuestro conde. Seis
mil ducados de oro cuenta el elegante historiador y obis- .
po portugués Gerónimo Osorio que le quiso regalar por el
servicio prestado ; pero que Navarro no solo tos rehusó
obstinadamente , sino que añadió haber hecho lo hecho
•por cauta y servicio del Rey D. Femando, cuyo sueldo
recibía y cuyo súbdiio era y que de solo él como tal y no
de otro ninguno esperaba el premio y la recompensa de
sm tareas y fatiga» : respuesta honrosa y delicada que
(lió también el corregidor de Jerez , y que muestra la dis-
tancia que mediaba entre Mosen Pedro Navarro, conde de
Oliveto , y el mismo Pedro que pocos años antes piratea*
ba para vivir (5).
(1) Pelri MarlyriB, Epitiol. Wi , lib. 2Í —Zorita , ibi.— Ma-
riana, ibi. cap. 14.— HArmoI, tumo i, lib. i, del Reino de Fez. En
este mismo año dice que se partióla conqnis[a de África entre el
Rey de Castilla y el de Portugal, y cay6 a Castilla desde TetuaD ha-
cia levante y á Portagal desde Ceula hasla poaieDle.
(2) V. Documento nüm. (0.
(3) Osorius, ibi. Pttro aiitem Navarro srx millia nummorum au-
reorum dota misil; quod munut iUe accipere aullo modo voliiil. Se
naiit dixil Brgis Ferdinauíli causa, ai jai ili¡ieiuliis aleialur gesiiíse
3vGooglc
112
Sieado tules sus acciones y tañías h& pruebas Je adhe-
sión dadas al Bey Católico, nada mas natural que con-
tar éste seguro con semejante caudillo «I éxilo de sus
proyectos contra los arricanos. A pesar de ser ya antiguo
que de ellos se ocupaba co<i empeño, los tuvo que ínter*
rumpir por causa de la liga que en 10 de diciembre de
aquel año de 1508 contrató á Cambray con el Empera-
dor, el Rey de Francia y el Papa, para obligar á los ve~
neciatios á la restitución de lo que cada ifno de los coli-
gados pretendia que le habian uMi'pado. Aunque e) Rey
Católico no tenia en eso el mismo interés, iii puso en la
liga tanto calor como los demás asociados; habiéndose
convenido en uno de sus artículos que para 1.* de abril
de 1509 i cada confederado tendría pronto en Italia su
contingente para romper las hostilidades contra Venecia,
hubo de aprestar una armada al intento y dar ó los asun-
tos de Italia la atención consiguiente á lo tratado (1). No
faltó sin embargo un hombre extraordinario y de un des-
prendimiento inconcebible en tinestros dias , que valién-
dose de Navarro igualmente, siguiera con mas fervor tal
vez que el mismo Rey Católico sus proyectos contra lus
africanos,
Desde que aquel gran Bey volvió de Ñápeles y orde-
nó el gobierno de Castilla le instaba el cardenal y arzobis-
po de Toledo fray Francisco Jiménez de Cisneros á In
guerra contra los moros. Frustrada con la derrota del
Alcaide de los Donceles en 1507 la conquista de Mnzar-
quivir, para la que adelantó generosamente once cuen-
qua gtsserat, elt iiloque taatum taboris el iadiuiria pramium pollicc-
rí, eujut eral aíamHUt. Idtm/ecit Pnttvr Xarisknsis.
(f ) Zurita, ibi-, cap. 27.-Haríanaj ibi.j cap. 15.
3vGooglc
115
tos de maraTedís (1) ; quería que el Rey acabase y a6aii-
zuse aquella conquista coa la de Oran , ó que le permi-
tiera ejecutarla á sus expensas. Vencidas algunas repug-
nancias , si bien el Rey D. Femando le agradeció su celo,
y poniendo á sus órdenes las nates y galeras del reino le
despachó en ÍÍO de agosto de 1508 la patente de capitán
general de toda el África, no convino, aunque se lo pi-
dió, en que el Gran Capitán fuese su lugarteniente ge-
neral (2). Suponíale en connivencia con los que en Cas-
tilla aun andaban descontentos con su gobierno y en tratos
con el Emperador (5) ; mas en su lugar ya le pidiera el
cardenal, por consejo del mismo Gran Capitán que tan
conocidos tenia su valor y pericia , ó ya se la diera el
Rey por la sunia coafianza que en él tenia, fué Mosen
Pedro Navarro nombrado maese de campo general ó ca-
pitán general de la expedición que el cardenal costeaba,
asociándole parq mandar la artillería á Diego de Vera , y
por cuartel-maestre á Gerónimo Vianello , veneciano á
nuestro servicio , muy práctico en las costas de Berbe-
ría , y sobre todo en proveer armadas (4).
É& sobremanera curiosa la relación que un escritor
nos da de lo que Navarro pidió al cardenal para aprestar
la suya. Diez mil soldados de picas y coseletes, ocho mil
(1) Zorita, lib. 6, cap. 15, y lib. 8, cap. 11.
(2) Alvaro Gómez: De rebus geslU Francisei Ximenii, lib. k,
fol. 101. — Archetipo de virtudes: eípijo de Prelado! el veiieraile
Fr, Franeiica Jiménez de Citnerot , por el Colegio mayor de San Il-
defonso de Alcalá, lib. 3, cap. 19.— ^ndoval. Historia de Cór-
/«r, lib. 1,S. 27.
(3) Mariana, ibi., cap. 15.
(4) Jotío : De vita magm Consalvi, lib. 3.— Alvaro Gómez y Ar-
qneliiM), ibi.
lono XXV. 8
„Googlc
114
esGopütcros y ballesloros ; doscientos azadoneros coa pi-
cos, palas y azadones ; dos mil hombres de á caballo, los
quinienlos de armas y los demás gioetes , y doscientos es-
copeteros y ballesteros á caballo. Para su mantenimiento
y transporte pidió veinte mil toneladas de navios, diez
galeras y en ellas quince mil quintales de bizcocho, dos
mil fanegas de cebada para los caballos , mil y seiscien-
tas botas valencianas de agua para beber, mil y doscien-
tos quintales de carne salada, quinientos de queso, seis*
cientos de pescado cecial , ochocientos barriles de sardina
y anchoa , treinta botas de aceite , setenta de vinagre,
trescientas fanegas de sal y quinientas botas de vino , con
toda la artillería ordinaria que conviniese para ciento y
cincuenta velas y diez galeras ; y con especialidad cuatro
cañones gruesos, dos pedreros, seis gerifaltes y cuatro
culebrinas para desembarcar, con el repuesto necesario de
plomo para balas, pólvora sin cuento, hierro . herramien-
tas, picas, coseletes y escopetas proporcionadas al núme-
ro de gentes de guerra, y setenta acémilas para las mu-
niciones y servicio del Real (1).
A todo se dice que accedió el cardenal , facultando
además á Navarro para tomar á sneldo cuantas corapa-
fiias pudiera délas que en Italia quedaron y habian obe-
decido al Gran Capitán. También le ordenó trasladarse á
lilálaga á reconocer la armada y aprestar lo que faltase,
mostrando en todo la mas celosa actividad , á pesar de su
edad septuagenaria, y sin advertir por ventura que ese
mismo celo falto de inteligencia en aquello de que se
trataba podia ser causa de disgustos. Por cartas del Rey
Católico á Pedro Navarro y al cardenal sabemos que á
(1) Arquetipo, ibi.
3vGooglc
115
este DO soto le habían becho desconfiar de aquel sino de)
mismo Rey (1). La causa de esa desconfianza, olvidando
otras políticas y acaso mas verdaderas, fué según alanos
> la condición del conde poco cortesana y sufrida , en fin
> como de soldado , y porque el cardenal nombró por
» capitanes algunos criados suyos , de compañías que (e-
> nía ya el conde encomendadas á otros (2) ; siendo quizás
■ mas probable según otfos que eso fuera , porque los
• soldados se consideraban como ultrajados de que cosa
» de tanta monta se manejase por quien criado en el
■ claustro y embozado en su capucha jamás habia visto
B ni enemigos ni campamentos, se quejaba de la lentitud
■ con que se obraba, de que habia descuido en los arma-
> mentes é infidelidad en los empleados y de que en los
■ buques faltaban las provisiones y otras cosas necesarias.
• llegando por último á desconfiar del mismo Pedro Na-
> varro . viendo que unas veces quería desembarcar en
> One desde donde los moros nos hacían gran daño , y
■ otras ir á cercíir ¿ Teluan , que le parecía mas prove-
> Ch080{3)."
Pero dejando á parte las reflexicmes á que Zurita so
entrega , tratando de la pugna entre dos hombres que por
distinto camino habían pasado de la humildad en que na-
cieron á colocarse en puestos muy eminentes , y en tos
cuales fil uno quería mandar con la humildad . y habien-
do sido siempre religioso , á quien hacia poco caso de
(1) V. Documento núm. 11.
(2) Mariana, lib. 29, cap. 18.
(3) Alvaro Gómez, ibi.-— One, llamado por !o5 africanos De-
gral-Unein, estaba sitoado en el Mediterráneo á la altura de Alme-
ría. En 1533. fué tomado y destruido por D. AWaro fiazan el Vie-
jo.— Mármol, tomo 2, lib. 5, cnp< 9.
3vGooglc
H6
eso , habituado á mandar siempre con el estoque ó la pica
en la mano (I); lo cierto fué que en tauto que algunos
liaron á tener á Navarro por incapaz de dirigir tan
grande empresa, no habiendo antes entendido en otra
igual . el cardenal mortificado con lan sostenidas contra-
dicciones, estuvo á punto de renunciar á ella. Si no lo
ejecutó, no tanto da á entender su elocuente hisloriador
Alvaro Gómez, que se debió á las cartas del Rey Catoli"
co, " como al descrédito en que si por causa suya no se
■ verificaba la expedición , le dijeron que iba á caer la
* alta dignidad del Primado de Toledo, cuya grandeza
> habia sido tal en todos tiempos quo no solo pudo man-
> tener ejércitos , sino conquistar de los moros pueblos y
» ciudades fuertes (2)."
1509. — Vuelto pues el cardenal de su propósito, pasa-
ron á principios de 1509 á verle de orden del Rey en Al-
calá Pedro Navarro y Gerónimo Vianello. De su entre-
vista resultó terminarse algún tanto las diferencias con
Navarro, y estipularse con toda solemnidad y en instru-
mento público las obligaciones recíprocas del Rey, del
cardenal, del mismo Navarro, y de los que á sus órdenes
habían de militar en la expedición. Estipulóse también
que esta se dirigiría á Oran en la p/imavera inmediata y
que todo lo concerniente á ella había de estar pronto y
reunido en Cartagena para el 23 de abril de aquel año;
siguiéndose ó la estipulación partir Navarro á Málaga para
conducir la armada á Cartagena con oquel fin , y con el
mismo á los cuarteles en que invernaban las tropas, sus
jefes y capitanes ; entre tos cuales se distinguía Gonzalo
(1) Zorita, lib. 8, cap. 30.
[i) Alvaro Gómez, ibi. , pág. 103.
3vGooglc
117
de Ayora, que fué el pnmer creador de la Guardia Real
^introductor de la táctica moderna en España , y que tan
práctico en la disciplina militar como ardiente defensor
de la libertad castellana, murió en tierra extraña por ha*
ber abrazado con calor la causa de las comunidades y ha*
berle excluido Carlos V de sus indultos (1).
Has á pesar de lo estipulado y de la actividad con que
todo se preparaba no dejaron de sobrevenir nuevas disi-
dencias entre el cardenal y el conde. Como aquel en con-
cepto de capitán general queria mandar en persona la ex-
pedición , anunció, y asi lo cumplió , que queria estar en
Cartagena para el 6 de marzo , contando con que para
entonces ya podria estar en aquel puerto la armada que
de el de Uálaga habla de conducir Navarro. Presentósele
éste manifestando no haberlo permitido el tiempo, y que
aun se tardarían diez dias, y cuando ya se verificó la tras-
lacion y que todo estaba reunido y pronto para dar la ve-
la, vinieron á retardarlo sucesos muy desagradables.
Amotinados los soldados por uno que hahia sido zapatero
en Alcalá, se obstinaron en no embarcarse hasta que no
se les pagase lo que se les dcbia. Castigó Vianello á algu-
nos coD rigor militar, y como por orden del cardenal le
reconviniese por eso su sobrino García de Villarroel que
(1) Alvaro Gómez, ibi., pig, iOi.— Sobre GoDzalo de Ayora y
BQ táctica pueden verse sos Cartas y las Ilustraciones del seSor Cle-
meocin al reinado de Doña Isabel en su Elogio. — Zurita enellib. 8.*,
c»p. 30 del Rey D. Fernando no se muestra muy generoso, después
de decir que " presumía ser muy dieiítro en la disciplina militar,
» y que no solo podía poner las manos como cualqniera capitán en
X los hechos de la guerra, mas intervenir en los consejos/' añadien-
do '* que tenia cargo de ordenar la historia del Rey , pero ejercitó
» mas BU elocuencia en el hablar que en escribir las cosas de su
» tiempo como fuera razoD."
.yCoOglc
118
mandaba la caballería, y Vianello le replicase hablando
mal de su tío , le dló aquel una cuchillada en la cabe^
que hasta que no se curó, detuvo la expedición (1).
Culpóse de todo á Navarro , suponiéndosele en conni-
TODcia con Vianello. Tmputósele andar buscando armada y
caudal para guerrear de su cuenta contra los moros de Ar-
gel ó en cualquiera otra parte. " Acasáronle de haber
> sido quien habituado á las rapiñas de Italia, y olvidado
■ de lo pactado con el cardenal acerca de que la paga de
• los soldados no se entregara á los capitanes sino que la
> recibieran de su tesoro, para que según la experiencia
> probaba , ni se les derraudase en lo justo ni se cobraran
■ plazas supuestas al ver la determinación de que no sa
* les pagase hasta en Oran , habia por una parte inducido
> á los soldados á desconfiar del cardenal , y á los capita-
> oes por otra , especialmente á los que con él habian mi-
■ htado en Italia, á rescindir sus contratas así que llega-
> ron á Cartagena ; tan codicioso en fin y tan falto de pa-
* labra describen á nuestro conde, que habiendo también
» pactado con el cardenal que la mitad do las presas se
■ hubiese do aplicar A los gastos de la guerra ; habiendo
• tomado algunas después de estar en Cartagena , no qui-
> so de modo alguno aplicar al común la parte que le cor-
> respondía, sino con evasivas militares convertirlas en-
> toramente en su provecho y el de algunos otros (2)."
Por su parte , nos cuentan, y ya hemos indicado, que
Navarro se quejaba de que el cardenal hubiese nombra-
do capitanes á algunos criados suyos. Recelábase además
de que la expedición, aunque en la apariencia preparada
(1) Alvaro Gomez> ibi.
(2) Ibidem, p¿g. 107.
3vGooglc
119
contra el África , no se dirigiese contra Venecia ; alormáii'
. dolé esto de modo que públicamente decía que si tal su-,
cediese se echaría antes al mar y moriría de mala muer-
te í lo cual atribuye Zurita á escrúpulos de otro orden,
siendo asi que pudieran derivar de la persecución que
cuando era pirata sufrió de los venecianos (1); llegando
por último las desconfianzas á punto de que además de
prestarse mutuas seguridades el cardenal y Navarro , to-
davía hiciera este pleito homenaje ante el conde de Alta*
mira j en manos de D. Antonio de la Cueva de obede-
cer sin replicar lo que el cardenal le mandase (2).
Mientras tanto los soldados que en la furia de su mo-
tín á grandes voces gritaban paga , paga , que rico es el
fraile (3) , y que todavía se resistían á embarcarse , si no
se les pagaba , se fueron serenando con las razones del
capitán Salazar que mandaba la gente de Toledo y les
inspiraba confianza. Persuadido sin embargo el cardenal
de que si no se pagaba no habría sosiego, entre receloso
de Navarro y de que los soldados se le fuesen, para cal-
marlos , mandó pregonar un bando ordenando que todos
acudiesen á cobrsr su sueldo á las naos. Ordenó además
para pública salisfaccion de los interesados que los sacos
del dinero se llevasen á la Capitana en que estaba el teso-
(1) Véase mas atrás en la pig. 31.
(2) ZoriU, ibi.
(3) Sandoval en la Hiitoria de Cárloi V, lib. 1 .*, %. 30, supone
ipieeataa voces partieron de los soldados después de llegar á Oran,
También pndiera hacerla creer un pasaje de Pedro Mártir de An-
gleria en la epist. 420, lib. 22, en qoe trata de la vuelta del cár-
deos! de aquella plaza ; pero como alli ni Alvaro Gómez ni Zurita
cuentan qne huhiera nuevas alteraciones, puede creerse que aque-
JUs voces se oyerou va Cartagena antes de qne i los soldados se les
diese la paga.
3vGooglc
120
rero, á vista de lodos y coronados con verdes ramos,
acompañándolos la música militar; consiguiendo de este
modo que olvidados enteramente los soldados de los ante*
ríores motines, acudieran á embarcarse sobre manera
alegres j como á porGa (1).
Gozoso el cardenal con esto, y ya curado Vianello de
su herida , se embarcó también en 1 5 de mayo para espc*
rar á bordo el buen tiempo. Logróse al día siguiente cual
se deseaba , y levada el ancla salió de Cartagena la arma-
da como á las tres de la tarde. Componíase de óchenla
naos y diez galeras , con el número de buques snficiento
para conducir hasta diez mil peones de desembarco j
cualro mil caballos fuera de los vivanderos y marineros de
que iba bien provista: y continuando cl viento con igual
favor llegó al otro dia 17 de mayo , jueves de la Ascen-
sión, algo después de anochecer á Mazarquivir, gran puer*
lo en el Mediterráneo, como á una legua de Oran , repula-
do entonces por el mejor y mas copaz del África (2).
El cardenal, á quien D. Diego FemaiHlez de Córdoba,
Alcaide de los Donceles y de la fortaleza de Mazarquivir
salió al encuentro , no quiso de modo a^no desembar-
car á BU llegada. En vez de entregarse al sueño como su
edad requería , aun cuando supo que la armada , á pesar
(1) A1,*Bro Gómez, ibr, pág. i(l6...feita /ronde eor<mafe,cuiie-
tii vidtntikus et lympanorum lubarumque sonum audienliiiu, futv
prtiioíum metailum in navim prceioriam eomilaianlttr, uhi pastor
tedeiat, tltpendta qva euique deberenlur numeraturut. Hoe tpeeta-
cuto ita mnl omnes injlamali, ut iaeredibiUfesiinaiionr ad mutm no-
vel eonseenderiat, teditiouii ehliti, tte.
(2) Mazarquivir 6 Marza-el-qaifir , segna Luis del Mármol,
qaiere decir en arábigo Puerto grandt. Desa-ipcion del Afriear
lib. 5, cap. 18^ pig. 193.
3vGooglc
de su aúmero y de la oscuridad de la noche había entra*
do sin desgracia en el puerto, no quiso descansar, sino ve-
lar y ordenar lo que se habia de ejecutar al otro día. Pe*
dro Navarro , mientras tanto , siendo tan excelente capi-
tán , como sus censores reconocen, no estuvo ocioso , ni
omitió nada de cuanto en aqaella ocasión convenia tener
presente. A todos inspiraba aliento. A todos exortaba ¿
pelear con ánimo para vencer con gloria al otro dia ; mas
entonces también lo mismo que en cuanto habia precedí*
do se vio contrariado por los que con menos ínlelígeDcia
en la milicia y cosas de. guerra tenían mas ascendiente
sobre el cardenal, plabiéndose discutido en va presen-
cia sobre la hora y modo de desembarcar, y adop-
tada la opinión de los mas que estaban porque fuera án*
les de amanecer para apoderarse de noche de una sier*
ra entre Hazarquivir y Oran, así se veríGcó. Sin embar-
go, como Navarro nunca fué de opinión que se embarcase
tanta caballería por ser áspero el terreno y poco dispues*
to para ella . pareciéndole por el pronto innecesaria , no
cuidó de su desembarco, sino de que terminado el de toda
la infantería, los esquifes y otros buques que habían de
servir para et déla caballería se quedasen á la orilla (i).
Anunciado esto al cardenol, creyendo que Navarro
obraba de ese modo por emulación en el mando y afren-
tarle, se indignó contra él y ordenó todo lo contrario.
Principió pues la caballería á desembarcar, y aunque coa
desconcierto y mucha pérdida apenas lo ejecutó á tiempo
la tercera parte : visto lo cual por Navarro que desde las
seis de la maúana so hallaba al frente del castillo de Ha-
zarquivir con BU ejército formado en un llano y repartido
(1) Alvaro Gomex, ibi., pág. 109.
3vGooglc
122
en cuatro cuerpos de á dos mil y quioientos hombres^
suspendió la marclia a) enemigo. Tratóse entonces de que
los soldados almorzasen. Pusiéronlo por obra, dispensan*
dotes el cardenal que pudieran comer carne pues era vier-
nes. Rompióse luego la marcha, pero como el cardenal
qtiisiera dirigir el ataque montado en una muía , revesti-
do de los ornamentos arzobispales y con una cruz delan-
te , le exhortaron todos y no sin pena consiguieron que se
retirara al pueblo. Navarro ya solo entonces á la cabeza
del ejército , advírtienJo que los enemigos eran muchos,
y que estando el tiempo tan adelantado, pues erau las nue-
ve de la mañana , acaso vendria la noche á interrumpir el
combate , pensó |en suspenderlo hasta el otro dia ; pero
consultado el cardenal respondió que arremetiese al ins-
tante. Asi lo ejecutó Navarro con su habitual resolución.
Poniéndose á la cabeza del escuadrón de reserva , y orde-
nando á la artillería y á la caballería que había desembar-
cado que le siguieran , sonadas trompetas y tambores y
apellidado Santiago , marchó derecho con su gente á to-
mar la sierra que separaba á Oran de Mazarquivir (1).
Los moros que en un principio aparecieron como de
doce mil á pié y á caballo , reforzados cada vez mas y
confiados en el socorro que esparaban de Tremecen, de-
fendían el paso valientemente. No solo usaban de las sae-
tas sino de grandes piedras que echaban á rodar contra
los nuestros ; señales una y otra de que no habían adelan-
tado gran cosa en el armamento y táctica. Algunos hubo
tan belicosos y resueltos , y esta es también señal de lo
mismo , que se adelantaban á escaramuzar con los cnstia-
({) Alvaro Gómez, ibid.— Hariana , lib. 39^ cap. 18, dice que
eran las trea de la larde cuando se emprendió d combale.
3vGooglc
125
nos y a provocarlos en su misma formación ; cuyo arrojo,
no obstante estar en el ejército del conde severamente
prohibido salirse de las Olas, arrastró tras ellos algunos
especialmente de Guadalajara , que adelantándose dema-
siado , pagaron, como por lo común acontece, su falta de
subordinación (1).
El ejército entretanto trepaba bravamente por la sier-
ra , protegido de la artillería que Novarro babia colocado
con inteligencia. Ganado un manantial de agua que refri-
geró mucbo á la gente , y mudada la artillería á un punto
entre unos lugares y unas quintas, fué grande el estrago
que causó entre los moros. Nuestro conde que lo observó
y sabia aprovechar las ocasiones, poniéndose entonces á
la cabeza de unos cuantos soldados escogidos , cayó tan
denodadamente sobre el enemigo que amedrentado huyó
desordenadamente y abandmó la sierra , persiguiéndole
con no menos desorden nuestra gente , olvidada la subor<
dinacion y desoídos sus capitanes (2)
En esto las galeras que ya se habían acercado á Oran,
y con su artillería bien dirigida combatido tas murallas de
la ciudad, desembarcáronla Igu ñas compañías que pene-
trando en ella se apoderaron de la alcazaba y de algunas
torres. Dirigiéronse luego á abrir las puertas por donde
los que habían perseguido á los fugitivos trataban de pene-
trar con tal empeño que basta con las picas se empujaban
(i) Ibidem.— ZuriU, ibi.,eDlre los maerloB cita á Luis de Con-
treras.
(2) Ibid... Quai-e lormenlis inlerfcelas et suhurhanas quatáam
habitationeí eoUocatis... Navarras et atiquot teUcti mili/es lauta /erra
strageqae ediderunt, ut terriSUi mtíu deiilitati mauri vini illorum
tuttiaere itequiveriní, sed terga daitíes, monlera deseruerunr, noilris-
qiu líber traaíttus til relictas etc.
3vGooglc
124
uno3 á otros. Ta dentro todos combatieron unidos contra
algunos moros que no obstante ver eo la ciudad izadas las
banderas cristianas, todavía querían penetrar en ella. Re-
chazados al On , todo quedó par los cristianos, siendo su vic-
toria tan completa que solo se cuenta haber perdido trein-
ta hombres, al paso que de sus enemigos se dice que Tue*
ron cuatro mil muertos y cerca de cinco mil los prisio-
neros (1).
Esta conquista de Oran veriGcada en el dia i7 de ma-
yo de i509 con tanta facilidad, que solo se emplearon
dos ó tres horas en ella, la atribuyeron algunos escrito-
res por esa razón á las fervorosas oraciones de quien ia
habia costeado tan desprendidamente. En una curiosa re-
lación escrita de orden del mismo cardenal Jiménez, por
quien le acompañó en aquella expedición , se dice para
probar el milagro que hubo, especialmente en la pelea,
que DO solo pareció á la hueste cristiana haber Dios alar-
gado el dia como en tiempo de Josué, sino que cubría á
los moros una niebla tan oscura, que les impedia ver á
los cristianos favorecidos con una luz clara y buen tiem-
po (2). Otros dijeron que solo milagrosamente so pudo
ganar plaza tan importante, habiendo sido tan grande el
desorden que buho en nuestra gente sobre todo en la que
llamaban de ordenanza : añadiendo otros que lo mas se
debió á las inteligencias del Alcaide de los Donceles y de
Mazarquivir coa un judio y dos moros cobradores de las
rentas del Bey de Tremecen y alcaides de las puertas de
Oran, los cuales , cerrándolas a los fugitivos para que no
(1) Alvaro Gómez y Zurita, ibid.
(2) Zurita, ibi., cap. 30.— Véasela carU del Mtro.Cazalla en el
Documento núm. 12.
3vGooglc
i25
enlráran, y avisando at cardenal para que enviase desde
Mazarquivir gente que, como lo hizo, asaltara la plaza,
contribuyeron encazmenle á tan 'gran triunfo (1). Hubo
empeño en no atribuirle de modo alguno ni á Pedro Na-
varro, no obstante ser tan perito en la milicia como sus
mas distinguidos contemporáneos reconocen, ni i la dis-
ciplina de sus gentes, mayormente de las que con el Gran
Capitán habían estado en Ñapóles, y tan superior era á la
de los africanos ; porque todavia duraba entonces como
por lo pasado atribuir al acaso á los milagros lo que en
la guerra era consecuencia precisa del valor combinado
con el arle (2).
Sin embargo los mismos panegiristas del cardenal tie-
nen que reconocer grandes prendas militares en el conde
Pedro Navarro. Soqueada la ciudad y pasado el primer
desuden , cuento Alvaro Gómez que para evitar ser sor-
prendido, puso con suma previsión y al cuidado de acti-
vos capitanes, guardias que lo impidieran. Ordenó ron-
das, y venida la noche, en tanto que los demás decansa*
han en profundo sueAo, él. que dormía mvy poco, y que
en la guerra nunca se desnudaba del sayo militar, velaba
por todos Cá). Al amanecer el siguiente dia, reconoció
como prudente los alrededores de la ciudad. Mandó luc-
(1) Mármol, Descripción del jifríca , lib. 5, cap. S8, pég. 197.
(2) Vedro Mártir, dando cnenta de una carta escrita en Valla-
dolid í S9 de abril de 1 500 de como el cardenal adelantaba los fon-
dos para la expedición que ya estaba en Cartagena, elogia á Navar-
ro, diciendo Primariuí eit ei dador Petrus Ule Navarrur Comes,
man el lerrii Mlica gloria fama illusiris. Epistol. 4(3, lib. 22.—
Véase la carta qne le escribió Hernando del Pulgar eloji.'ndole An-
tes de prtir. V. Docnmento núm. 13.
(3) De rebus getlis, Ctc. pig. Ul.... nunjwom militare tegum
txuil, qiwd illiperpctaum in ietíofuif, eral cm'in somrii partiisimui.
3vGooglc
126
go enterrar los muertos , trasladar los heridos á las mez-
quitas y otros lugares seguros, intimó la rendición, ofre*
ciendo buen trato , á los pocos moros que aun querían
defenderse en algunas casas, y dispuso por último que se
esplorasen las cercanías de la plaza, para que al entrar
en ella el cardenal, que aun estaba en Mazarquivir, nada
turbara ni su seguridad ni su contento.
Si por otra parte, y como el mismo Alvar Gómez re-
fiere , al entrar en Oran . se le ofreció como á general
del ejército cuanto se habia apresado, mal se compa-
dece ese desprendimiento con la rapacidad de que al
aprestar la armada acusaban á Navarro. Esa contradicción
y la suposición de que él mismo se jactaba de leaer envi-
dia de aquel hombre con capucha (1) confirman en la
opinión de que los eclesiásticos y frailes que influían con
exceso en el ánimo del cardenal eran antipáticos á aquel
atrevido guefrero, que en todo era inferior al eminente
y virtuoso prelado, salvo en lo militar. Sin embargo se
obstinaron en que en eso le sobrepasase ; y con ese em-
peño cuentan que á luego de entrado el cardenal en Oran
y de consagrar en catedral su mezquita , como tratase de
ordenar otras cosas relativas al gobierno militar. Navarro
le dijo resueltamente que en adelante no toleraría que
siendo él tan práctico en las cosas de la milicia, le man-
dara otro que no hubiese jamás vestido aquella ropa. Con
motivo de que un criado suyo mató en una riña á otro
del cardenal, cuentan también haberle reprendido con
toda severidad, imputándole ser la causa de los motines
del ejército y de faltarte loe soldados á la subordina-
(1) Alvnro Gómez, ibid-, pág. M6... uni^ homúUt c
ipse dicebatf invtdiosus erai.
3vGooglc
cion. Aun añaden haberle dicho que si se iba luego y
él quedaba gobernando , no dudaba de conquistar muy
pronto gran parte del África , que el mando de dos per-
sonas en un ejército era todavía mes de temer que la es-
pada de los enemigos : que regresara á España satisfecho
con haber presenciado aquella importante coaquista ; y
que en el caso de querer permanecer en etla tuviese en-
tendido que bahía de ser como mero particular y sin nin-
guna acción en el ejército , porque en adelante todo cuan-
to él obrase lo baria en nombre del Bey , que únicamente
le había eacai^ado de temer á Oran ; y terminado eso y
hasta que otra cosa no dispusiese, su mando del cardenal
había espirado, siendo por lo tanto lo que mas entóuces
le importaba dejar á la potestad Real la dirección de todo
y á los militares sus espadas, envolviéndose él como
hombre privado en su ropón , en la inteligencia do que
en su presencia , al son de trompeta y con banderas des*
plegadas iba á proclamar al Rey (1).
Calló Jiménez , prosigue su historiador Alvar Gómez,
y disimuló que así se fallase á lo pactado de dejar aquella
conquista para la mitra de Toledo , y á él con todo el
mando y gobierno de ella. Las palabras de Pedro Na->
varro le habían con todo parecido muy duras , y de ahí
dedujo que su situación había variado. Meditada esta y
pesadas aquellas conoció al fin que nada le estaba me-
jor que confiar toda la autoridad á Navarro y embarcarse
prontamente para España. Así, después de haber presen-
ciado la proclamación del Rey , lo puso por obra en 25
de mayo, partiendo de Oran en una galera, que en el
(1) Alvaro Gom^z, Ibidem.
3vGooglc
128
misino día llegó á Cartagena (i). Su arrebatada venida
causó gran novedad en el reino , atribuyéndola unos á mo-
tin de toa soldados por sus pagas ó á quo se enviaran nuo*
vos Bocorros á los que allá quedaban (2) , otros á sospe-
charse no solo de Pedro Navarro sino del Rey que le que*
ria entretener en aquella guerra para divertirle de las in-
teligencias que Iraia con algunos Grandes sobre ol gobier*
no de Castilla . ó ¿ea á que el conde intentaba dejarle en-
cerrado en Oran y encaminarse él con lo armada á otrn
expedición (5) ; autorizándose tal vez todos estos juicios
con que, si bien el cardenal en las cartas que^e escribió*
ron de su orden anunciando su llegada así que desem-
barcó en Cartagena, solo manifestó que venia á procurar
socorro á los que estaban en Oran y á encomendar al
Rey y á los Grandes la conquista ya fácil dol Arríen des-
pués de la de aquella plaza (4) , apenas llegado á Alcalá
expuso al Rey, por medio de fray Francisco Ruiz su com-
panero y gran privado, las injurias que había escuchado
de Navarro y su rapacidad (5).
Sin embargo el mismo Alvaro Gómez que tan minu-
ciosamente refiere estas y otras opiniones relativas al
regreso del Cardenal , concluye con que creería lo que
dijo y encargó al padre Ruiz , á no ser mas cierto baber
(1) El Cura de los PalacíoSj capit. ^^.—Arqutíipo de virtuáet,
lib. 3, cap. 20.
(2) Petn Hartyrís, Epist. &20^ ibi.
(3] Zorita, lib. 8. cap. 30.
(4) y. DocameDlo núm. U.
(5) Alvaro Gómez, ibi., p'g. ií7. Pott adytnlum stium liticrat
ad regem compluii dedil querelarum pleruu quíius et Nof-arri inju-
rias et rapaciíaiem expotuit.
3vGooglc
129
sido la causa de su venida un lio de corlas del Rey Ca>
tólico que cayó en sus manos y era dirigido á Navarro,
mandando detenerle en Orón el tiempo puramente nece-
sario para arreglar aquellas cosas, de lo cual el anciano
y sospechoso Jiménez dedujo que se tramaba algo contra
él. y hasta que podia estar de peligro su vida (4) ; dedu-
ciéndose de todo que Navarro obraba sin duda alguna ar-
reglado á instrucciones que tenía del Rey Católico : que
probablemento éste no queria dejar al araobispo , ya fuer-
te con las plazas de Alcalá y Talavera, que como sus
predecesores montenia armadas, la que se acababa de
conquistar ; y que el cardenal estaba rodeado de perso-
nas tan poco afectas al Rey como á Navarro , quien por
su parte no debia sufrir » y mas teniendo mal genio, qtm
frailes y personas que no eran de la profesión^ militar
ni babian practicado la guerra, le ultrajaran tratándole lo
mismo que á sus soldados, como si vivieran en un con-
venln.
Pero en medio de los favores y disfavores con que el
elegante historiador del insigne Jiménez trata á nuestro
conde, pone en boca de aquel un elogio, que es el que
mas podria lisonjear á un hombre de su clase. Cuenta
que al despedirse de él « y al encalcarle del gobierno do
Oran como capitán general, le dijo en presencia de Diego
de Vera y otros capitanes , que por serlo tan esclarecido
te estaba reeervada la gloría de sojuigar el África ente-
(1) Dd rebut. lib. h, pig. 117... mti conilanlior opintpfuitset
UiierariunfaseUulum <¡uem rtx ad Navarrum dtderat in Ximcnii
iiiamis primiim dcveiiiisel... Rcx igitur Navarro per Utieraa manda-'
tal ut laiiiisper Ximcnium a iraicicadú averierel, dum qut prtescii-
lia rcbus ageudis necetai ia'/oref.
Tomo XXV. 9
3vGooglc
150
ra [{.). También aprobó cuanto Navarro le propuso para
asegurar aquella conquista , levantando las murallas ar-
ruinadas, edificando cuarteles, manteniendo la tropa en
ÍDcesante actividad y ejercicio , con otras medidas que
prescindiendo de sí el conde por su rusticidad , coido el
auditor de guerra escribía al cardenal, era inepto para el
gobierno civil (2), prueban que era el que en la situación
en que se encontraba Oran , era el mas conveniente para
su seguridad y defensa. También nos quedan memorias
de que no era tan duro .de corazón como se ha pretendi-
do (3), sino que se atenia á las órdenes del Rey que lejos
de apartarle del gobierno de Oran como sus detractores
con empeño pretendían , le conservó y mantuvo en él,
hasta que le pUso á la cabeza de la grande expedición que
preparaba no solo contra los reinos de Tremocen y Tú-
nez , sino por Trípol á Levante hasta Alejandría y aun á
la Tierra Santa (4).
Aunque tan gigantescos proyectos se los moderaba al*
gon tanto el auxilio que por consecuencia de lo tratado
en Gambray debia suministrar á loa otros coligados, juzgó
que en gracia de sus armamentos contra los moros le dis*
culparían su tibieza contfa los venecianos. Proclapió pues
que en persona dirigiría la expedición contra el África, y
desde luego ordenó, dice Zurita, que se hiciesen "!20,000
» españoles y 7,000 alemanes de gente escogida y bien
> armada de la que llamaban do la ordenanza, mil gastb-
{<) De reius ibL Deinde Navarrum tese illi coaciliaas, sopre~
mum imperacorcm , caí tamquam duci prastantisiimo totius África
suhigenda triumpham dccernendum speraret, honorifice dicü.
(% Ibid., fol. 121.
(3] V. Documenio oüin. la.
(i) Zurita, líb. 9, cap. 1.
3vGooglc
151
» dores , 2,500 hombres de armas y otros 6,000 entre
■ caballos ligeros y ginetes en que hubiese 1 ,500 balles-
» teros y espingarderos á caballo de los que se solían po-
■ ner á retaguardia para guardar ios pasos. Nombráronse
a capilaiies de los njas diestros y probados, estando todas
» las gentes de España tan puestas en servir al Rey en
• esta guerra que se turo por cierto que saldría doblado
• número del que era necesario.... Púsose en orden la
• artillería para tres baterías que eran 72 piezas, y aper-
• cibiéronse 100 naves algunas de 250 toneladas en \oa
• puertos de Fuenterrabía, Pasages y otros de Guipúzcoa,
• mas de otras 100 en los de Lequeitio, Bermeo, Bilbao
> y otros de Vizcaya, y otras 30 aunque pequeñas en Cas-
■ tro-Urdiales, Laredo y demás de la Trasmiern y Astu-
• rias (1)".
Mucha parte de tan numerosa armada , después de
reunida, quedó en las costas^de España, en la que tam-
bién quedó el Rey, cediendo á buenos consejos. Otra
parle llegó á Mazarquivir, en cuyo puerto, habiéi^dose
juntado 15 naos muy bien armadas y algunos otros bu-
ques . se embarcó Pedro Navarro como general de la ctí-
pedición, acompañándole alguna gente escogida de la
que estaba en Oran. De allí salió á 50 de noviembre, din
de San Andrés, llevando como 5,000 hombres lucidos
con mucha y buena artillería, siendo (an secreto el pun-
to á que se encaminaban , que cuando creian que desem-
barcarian en Granada se encontraron con que las órdenes
del Rey disponían que la armada fuese á invernar en Ibi-
za. Obedeciólas puntualmente Navarro, y a la llegada á
aquella isla, se halló con que Gerónimo Viancllo habia
(I) Zurita, lib. 8, cap. í\.
3vGooglc
i32
lambieo concurrido á ella de órJen del Rey con otra par-
le de la armada ; la caal reunida ya toda y alg;uQ tanlo
mitigado el rigor de la estación , declaró Navarro que la
expedición era contra Bugía. y se dio á la vela en 1." de
enero de 1510 (i).
Bugía, llamada por los alárabea Bugeija , era una ciu-
dad antigua y populosa que estaba bien surtida y habia
medrado mucho con el comercio. Situada en terreno des'
igual y al pié de una alta montafia, tenia en esta una
buena fortaleza que la dominaba. Su puerto, aunque
poco seguro, servia no obstante de abrigo á muchos cor'
garios, que discurrían por nuestras costas haciendo gran
daño en ellas ; siendo ese el principal móvil del Rey Don
Fernando para mandar á Navarro á que ó los castigase ó
tomara con su Rey algún asiento para que no los acogiese
en su estado (2).
Llegó la armada á Bugía ánles de amanecer el día 5
de enero , y reinando un viento terral que no la permitía
entrar en el puerto, se vio forzada á fondear á un tiro de
ballesta de la ciudad. Dióse con eso lugar á que volviendo
los moros de la sorpresa que les causó su llegada, em-
plearan el dia en evacuarla de gente inútil , y en allegar
unos ocho ó diez mil peones para su defensa: situándolos
su Bey Abderramen en la sierra que dominaba la ciudad
para desde allí bajar á su tiempo á impedir el desembar-
co.Habiendo cambiado et viento un poco después de me-
(1) El Cura de lus Palacios , cap. 3S5.- Zorita, lib. 9, cap. 1
Sandoval, lib. 1 , cap. 32, pone FormeiUera por Ibiza.— Según Al-
var Gómez, pág, 11i, moroi se llamaban los (jue habilaban ea las
pnblacioiies, alarbct ó alárabes ¿ les qu; habí la bao sin ellas ai ley
en loa campo;.
(2} Sandural, ibí.— Múrmol, tom.2, cap. 60, pAg. 229.
3vGooglc
. 133
dio dio , ya á las dos de la larde estaba toda la armada
dentro del puerto, en cuyo caso Navarro diligente y ac-
tivo como siempre, entrando en un batel salió á recono-
cer el terreno propio para el desembarco; y babiéndole
seguido Diego de Vera y advertido lodos el poco efeclo
de la artillería , resolvió Navarro que aquel se verificase
en la víspera del dia de Deyes.
Puesta la gente en tierra con las tafureas (1) y barcos
menores de la armada , la ordenó Navarro en dos escuo-
drones. Distribuyó á cada uno su artillería , y encargó á
sus jefes de encaminarse el uno á la ciudad , y de arrojar
el otro de la sierro á los que desde ella la defendían. Fué
admirable el orden con que este comenzó á trepar. Te-
mierpn los moros al verle , y á pesar de ser tan menos
en número los nuestros no osaron esperarlos en aquella
situación tan ventajosa, y ss retiraron ala ciudad. Apode-
rándose entonces Navarro de la altura dispuso que mien-
tras algunas compañías del escuadrón dirigido contra la ciu-
dad la atacalia por donde llamaban la ciudad vieja , otras
del que estaba en la sierra la combatiesen desde aquella
altura. Obróse en todo con tal concierto que tardaron
muy poco en escalarla y penetrorla. La resistencia del
Bey y BU gente no fué á la verdad notable por estar per*
suadidos tal vez de que Navarro solo trataba de saquear
la ciudad ; y sucedió por lo tanto que la iban abandonan-
do á medida que los nuestros iban adelantando en ella.
No faltó quien escribiera que Navarro ni siquiera había
desenvainado la espada en tas tres horas que duró la ac-
ción contra Bugía (2) ; mas es indudable que desde que
(1) Tafurea, dice e) Diccíoaarío de la lengua, embarcación
chata y sin quilla que sirve para embarcar y conducir caballas.
(2) Mármol , ibi.
3vGooglc
154
se njioderó de elln con gran presa de caulÍTOs y oíros efec-
los, conoció su importancia para las demás conquislas
que meditaba en África (1).
Con este motivo al paso que á Diego de Vera le encar-
gó de informar al Rey Católico de tan importante con-
quista , le ordenó también pedirle para su conservación
un capitán de confianza y dos mil hombres mas. Mientras
tanto y atendiendo á su seguridad levantó en la playa una
buena fortaleza . y reparó un antiguo castillo que defen*
dia el puerto. Nada en fin descuidó Navarro de cuanto
un capitán entendido debió practicar en su situación.
Hasta ee mostró político ; porque " persuadido de que en
■ conquista tan estensa y de gentes tan bárbaras como
» las del África hnbía necesidad de buenas obras, y de
> aprovechar los bandos pareciendo imposible concluirla
■ únicamente con el hierro (2)," acogió con suma bondad
.í Muley Abdalla, sobrino de Abderramen, que preten-
día ser el legitimo Rey de aquel estado y que, privado
de la vista y encarcelado por su tio, pudo librarse del
encierro y refugiarse á Bugía. Le señaló un arrabal para
alojarse con los pocos que le acompáttoban. Repartió ó
todos armas para su defensa, y dio á Abdalta sus médi-
cos y cirujanos , los cuales cortándole la carne de los pár-
pados que el fuego le habia pegado encima de loa ojos,
luego se entendió que estaba sin lesión, y con poca dili-
gencia cobró la vista al cabo de algunos aiio» (5) : de mo-
do que con tan humano proceder además de atraer Na-
varro á la ciudad muchos prófugos, Abdalla y los suyos lo
(1) V. Docamento Dúm. 16.
(S) Zurita, lib. 9, cap. 3.
(3) Sandoval, iib. 1,§.22.
3vGooglc
155
ayuílaroD contra Abderromen que acampado con mucha
morisma y algunas compañías de alarbes á pocas leguas
de Bugia á nadie dejaban salir de ella (i).
En tal situación, habiendo Pedro Navarro alcanzado
de Mallorca , Menorca y Cerdeña parte de los refuerzos
que solicitara, antes de lanzarse á ninguna otra empresa
llamií á consejo á los coroneles de su ejército. Acordes
todos en que se fuese contra Abderramen y su gente,
ordenó Navarro que dos cristianos y dos moros de los de
Abdalla reconocieran sa campo y los pasos y caminos que
conducían á él. Sabido que Abderramen estaba en unos
espaciosos prados en lo interior de unas sierras , y que
bahía camino á ellas, dispuso que salieran de Bugía los
primeros Diego de Vera y los coroneles Avila y Francisco
Marques, cada uno con siete banderas: que el coronel
Diego Pacheco los siguiese con otras diex y ocho, tas
ocho de su inmediato mando, y las diez restantes de las
del mismo Navarro , conGadas á los capitanes Mosen Bo-
nastre y Alvaro Paredes , y que en la retaguardia se co-
locase el mismo Pedro Navarro con los compañías de la
coronelía de Gerónimo Vianello (2).
Instruidos todos de lo que hablan de ejecutar , comen-
zaron á salir de Bugía al anochecer del 15 de abril. Na-
varro, a quien acompañaba Abdalla con doce de á caballo
y otros tantos peones todos moros , intentaba sorpren-
der por cuatro lados, y antes de que amaneciera , el cam-
po de Abderramen. Habiéndose caminado toda la noche
con el mayor orden y sin tropiezo alguno, al entrar an-
tes del alba en los prados en que estaban los enemigos,
(1) Sandoval, Uirmol y Zurita.
(2) Zorita, ibi.
3vGooglc
J5C
se alarmaron estos , no se sabe si porque la gente Je Die-
go de Vera tomó por tiendas de campaña algunos algar-
robos y lea hizo fuego (1), si porque los delanteros tan
codiciosos como solian ser los soldados de vanguardia ar-
remetieron antes de tiempo , ó bien porque un tambor
imprudente dio ta señal de ataque antes de tiempo y
despertó á los que dormian , poco cuidadosos de tal su-
ceso (2).
Dióse con esto lugar á que Abderramen se salvase con
muchos de los suyos. Pedro Navarro, aunque sintió el in-
cidente, sin retroceder ni titubear, ordenó á los delan-r
teros que se contuvieran, y rehechos suü encuadrones , y
mandado dar un Santiago cayó su gente á todo correr so*
lire las tiendas enemigas , que aun estaban como á medía
legua ; tomó cuanto en ellas había , puso fuego al campo
y siguió á los fugitivos hasta encerrados eo las sierras,
computándose los muertos en 500, aunque algunos di-
gan mas, y entre ellos la mujer é hija de Abderramen, los
idcaides de la ciudad y castilla de Bugla, su Mezuar ó
justicia con 200 ó 600 prisioneros, alguno do los cuates
se cuenta baber dado por su rescate hasta mil tripolines,
valiendo cinco mil ducados la vajilla de Abderramen que
cayó en manos del alférez de D. Diego Pacheco (S).
Reunido todo lo apresado, así en plata y alhajas como
en ganados, y puesta en orden la gente, emprendió Na-
varro la retirada como á las dos de la tarde. Dispúsola
de modo que iba delante la presa. Cubríanla las compa*
nías de Avila, Pacheco y del mismo Navarro, llevando la
(1) Mármol, ibid.
(i) Pedro Mnrtir, lib. 23, Epístola 437.
(3) Sandoval, ibi.
3vGooglc
137
retaguardia tas de los coroneles Marques y Vianello. Como
á las dos horas de haber caminado con las precauciones
que su situación requoria , se apareció Abderramen ama<
gando á los tíltimos con unos 550 de á caballo y como dos
mil de á pié; mas al ver el orden con que se caminaba,
y que la e$pingarderia al acercarse le alejaba y no le per^
mitia introducir el desorden que buscaba , apeló á una
estratagema que repetido mas tarde fué bien funesto á
otro jefe y soldados españoles (1). Juntó una gran mana»
da de camellos, mandó hostigarlos con furia para que ca<
yendo de tropel sobre la retaguardia la abriesen y desor-
denasen , facilitándole con eso su destrozo , que reputaba
tanto mas seguro cuanto que los nuestros tenian que pa-
sar dos ríos,' uno de los cunles el Huet-el-quivir ó Zinga*
ñor iba entonces muy crecido , por el derrelimtento de
las nieves (2). Era cabalmente aquel el punto en donde
con el amparo de los camellos esperaba Abderramen
completar su proyecto, y ló lográi-a sin duda si Navarro
adivinando su intención no hubiera tomado las mejores
medidas. Colocó oportunamente y por las orillas del rio
cien ballesteros á una mam y cíen espingarderos á la
otra. Onienó á cincuenta de ellos (fue cuando la manadit
de camellos se les acercase como á cincuenta pasos dis-
parasen sus armas contra ellos ; y tan acertada fué esta
(1) En 1581 el gobernador A^ Angra en las lalas Terceras . ba-
bieDilo desembarcado D. Pedro Valdés Antes de que llegara D. Lope
de Figoeroa, qoe apoderado Felipe II dePortnpHÍ iba í tomar po-
sesión de aquellas islas, solió por consejo de un fraile una manada
de Tacas contra Valdés y su gente , qae deí^ordenada dejó mas de
400 bombres en poder de los portugueses y solo con dificultad pudo,-
embarcarse el reslo.—Ferreras , tom. 16, pig. S91.
(S) Mármol, Descripción del áfrica, tota. 3, »p. 60.
3vGooglc
158
disposición que aturdidos los animales los unos con el
ruido y los otros con tas heridas, todos se dieron á huir
un atreverse uno solo á entrar en el rio (i).
Al ver esto Diego de Vera, Gerónimo Vianello y Francis-
co Marques enviaron alguna gente contra los camellos, y se
dieron tan buena mano que siendo unos 300 de todos se
apoderaron. Dadalaórdenderecogerse y emprendido otra
vez el paso del rio volvieron los moros á amenazar de nue-
vo con unos cíen de á caballo y 300 peones. Por fortuna
ni los espinqarderos ni los ballesteros, puestos antes por Na-
varro en la orilla, la habian abandonado todavía, y con su
protección pasó el río y llegó á salvo la camellad». Pasóle
también la gente que reunida y siguiendo su marcha or-
denadamente llegó de noche á Bugía, sin mas pérdida á
pesar de haber continuado tos amagos del enemigo, que
los de un hombre, pero cansados todo&, y muy lastima-
dos de unos cardos tan punzantes como abrojos que abim-
daban en aquellos campos (2).
El asombro que en nuestra patria y principalmente en-
la corto causó la noticia de haber Navarro ganado una
ciudad tan importante, nos le deja presumir el que ma-
nifestaba Pedro MárlíV, al comunicarla al conde de Ten-<
dillu. / Oh hazaña digna de alabanza! le decía. Nada hay
ya arduo ni ái/icU á tos españoleg; nada acometen al
azar; atemorizaron ai África y la llenaron de espanto (5).
El Rey Católico gozoso, con la conquista y deseoso de con-
(f) Zaríla, ibi.
(2) Zurita, UJrmol ySandoval, ibi.
(3) Epiíiola i3i, lib. 23, desde Uadríd, el 19 de las Caleí».
das de febrero (23 de enero de 15^10). O laude dtgauta facinutl
Niljam fíispaiiis ardimm, nihil aggredtuiüttr intat*um, Africtaa.
formidine replcvcruHl.
3vGooglc
1S9
servarla con et menor dispendio posible , envió á Bugía á
Alonso de Rabnneda, encargándote de entenderse al io''
lento con Abderramen. y Abdalla que simultáneamente
buscaban su favor. Llegado allá Rabaneda 7 unido á Gon-
zalo Marino de RÍTCra, á quien Navarro nombró su lugar^
teniente ,- arreglaron un tratado que entre otros artículos
comprendía el de que los españoles pudieran levantar dos
fortalezas y poner guarnición en ellas ; que para su manu*
tención se tes hubiera de suministrar anualmente y á pre^
cío equitativo tres mit y seiscientas fanegas de trigo, mil
cargas de cebada y- otras tantas de leña , mil comeros, cin-
cuenta vacas y otras tantas fanegas de baba?, y que Abder-
ramen, como mas rico enviara de parias al Rey de España
en cada año tres halcones, tres caballos y trescameltos (1 ).
Consecuencia también fué de la conquista de Bugía y
del espanto que como decia Pedro Mártir impuso Pedro
Navarro á los africanos, que los de Argel , pueblo entáo-
ces muy poderoso, sin mas que enviarles un comisionado
intimándoles la sumisión al Rey Católico y la libertad de
cuantos cautivos tuvieran, no solo lo ejecutaran sin repli-
car, sino que dos de sus mas principales ciudadanos se
Irashidaron á Bugia á concertarse con Navarro sobre lo
que les había intimado. De sus resultas en Zi de enero
de aquel año de i 510 se (irmó un pacto en que Navarro
en nombre y como representante del Rey Católico se obli-
piaba á conservarles sus leyes, privilegios y tribuios, y
los argelinos se reconocían vasallos y tributarios del mis-
mo Rey, á quien enviarían dos moros de los mas señala-
dos á prestarle la obediencia , como efectivamente lo
efectuaron en Zaragoza en 24 del siguiente abril (2).
(I) Saotloval, ibi., §. 36 y 22.
(3J Zurila, ibi., cap, 2 y 13.
3vGooglc •
1-40
Muley Yahia, bey de Túnez, que ya en otro liempo pa-
rece que se orrecia por vasallo del mismo Rey Católico si
le protegía contra el Rey de Fez su hermano , lo puso en
ejecución al ver los triunfos de Navarro. Por un solemne
tratado que entre los dos se celebró en Bugía á 23 de
mayo del mismo año de 1510, se obligó Muley Yahia, nde-
más de otras cosas de menos interés, á servir al Rey Ca-*
tóllco en la guerra coiao bu vasallo , pagándole la gente;
á prestarle en parias y en reconocimiento de ese vasallaje
dos caballos y cuatro halcones en cada año; á estregar
en rehenes dentro de otro á bu hijo ó á dos personas de
cada lugar de su. reino; á poner en libertad á lodos los
cautivos cristianos, y á trutar bien y proveer á la salva-
ción de todos los navios de cristianos ó de moros vasallos
del mismo Rey Católico, que dieran de través »se per-
diesen en las costas de sus dominios. Igual vasallaje reco-
nocieron los moros de Tredeliz ó Ted~DeUz a diez leguas
de Argel y en su provincia y costa, y muchos otros pue-*
bles y ciudades de la misma y de la de Oran , en donde al
tiempo en que Navarro se disponia á salir de Bugía, anda-
ba en tratos el Alcaide de los Donceles con el Rey de Tre-
mecei^y los habitantes de Most9gan (1). ¿Qué extraño es
pues que al ver nuestros mayores tan grandiosos resultados
que nadie logró después, oyeran con gusto que sa Rey
pensaba continuar la gtterra hatta ganar la cata tan"
ía (2) , y que el Rey visto lo que Navarro había consegui-
do con un puñado de gente, creyera que con mejores fuer-
zas pudiese conquistar el África (3).
(1) Mármol, lib. 5, cap. S^.—Zurile, ibi., cap. 15 y 32.
(2) Zorita, lib. 9, cap. i.
(3) Pedro Mártir, lib. S3, Epístola ^35. De Madrid el 16 (U ks
Calendas de abril (H de marzo) de 1510.
3vGooglc
141
Tan persuadido estaba de eso, que leoiendo por de
h¡ corona de Aragón las conquistas que Navano acobaba
de alcanzar, y creyendo ser los mas beneficiados con
ellas los reinos y señoríos- dependientes de aquella^ coro-
na, determinó pedirles auxilios para llevarlas adelante.
Convocadas Corles á Monzón con aquel objeto y abiertas
en abril, aunque el Rey en persona les pidió lo necesario
para la conservación de Bugia, y para lo que aun faltaba
que hacer en Túnez y aun en el mismo Bugia , no parece
que encontraba según Pedro Mártir muy resueltos á los
aragoneses. Libres y enteramente gobernados por tus leyes
y no por mandato del Rey, mostrábanse algún tanlo dudo^
sos (1) ; pero Zurita afirma , que babicndoles dicho " que
■ poc una parte confiaba en que no olvidarian que sus
■ antepasados pospusieron siempre su interés al de sus
* Reyes; y en que por otra jamás se vio que se pei-diera
• nada de lo que una Vez se habia conquistado por loa
» Reyes de Aragón; fué de sus resultas, añade aquel an<
> naltsta , el servicio que se le hizo por estos reinos y
> principado de Cataluña el mas señalado y aventajado
> que se concedió en los tiempos pasados porque le sír^
> vieron con quinientos mil libras {'i)."
Navarro mientras tanlo, teniendo entendido quo el
Rey Católico hnbta nombrado para sucederle con el man*
do de Bugia á D. García de Toledo , primogénito del du-
que de Alba ; aunque su deseo era dejarle en posesión de
su cargo, al verque D. García no llegaba, que en Bugia
no se podia subsistir por falla de vitualles, y que la peste
(1) Epítt. i38i De Monzón priilie Idos M«¡i. Hte sunt horunt
ambagei, qtti ¡iberipatriis IcgHiut nil imperio Hrgis gulnrnauliir.
(2) Zarila, Itb. 9, dul llcy Ü. Fernamlo, caj). U.
3vGooglc
142
nrrebataba cada día un centenar de personas (I), adelan-
tó su salida de aquella plaza mas de lo que habia penan-
do. VeríGcóla en 7 de junio con unos odio mil hombres,
dos mil de lo3 cuales, y entre ellos mas de quinientos en-
fermos, puso á cargo de Diego de Valencia, á quien orde-
nó que , pasando primero á Ñapóles a recoger municiones
y víveres, se le juntase luego en la isla de Faviñana de-
lante de Trápana en Sicilia, bácia la cual él dirigió su
rumbo, y en donde ordenó también que se le juntasen
las galeras de Nápolés y Sicilia.
Cosa de un mes estuvo Navarro en la Faviñana. En
ese intermedio se proveyó de agua y leña , y el ejército
se entregó á la caza muy abundante entonces en aquella
isla desierta (2). Al cabo de ese tiempo, habiéndoselo
juntado las galeras que esperaba , y Diego de Valencia con
los bastimentos y municiones que fué á buscar á Ñapóles,
se dio á la vela en 15 de julio para Trípoli (3). Componíase
su armada de cincuenta naves de gavia con once galeras,
inclusas dos de Sicilia, y gran numero de galeones,, cara-
belas, fustas y otros buques. Computábanse en catorce ó
quince mil hombres la gente armada que conducían , con
lodo lo cual y después de haber pasado á la vista de Mal-
ta y Pantanalea , navegando siempre por el golfo , se en-
eoalró Navarro en el dia 24 como á cuatro leguas de In
cosía de Berbería. Siendo baja la tierra y no conociendo
aquellos parajes, ordenó á Vianelto que como negociaole
(1) HarmQl, lib. 6, cap. 40.— ZnriU, ibi., cap. 46.-SaDdova1,
lib. 1,§. 37.— V. Docnmenlo núm. 17.
(S) Mataron (oí del ejército en aquel livmpo, dice SaDdoval, li~
brol.*. §. 37, icgunlotque lo vieron, leU milvetiaáot y otrat lautas
salvajinas y mat de tétenla mil conejes.
(3) V. Documcnlo nñm. 18.
3vGooglc
U3
había residido mucho Uempo en Trípoli . que reconociera
su puerto ^ el terreno mas acomodado para desembarcar.
Mientras tanto y d fin de practicarlo con mas expedición
en su caso, mandó trasladar á las galeras, fustas y de-
más buques de remo toda la gente que lo habia de ejecu*
tor (1).
Era Trípoli entonces una ciudad rica y todavía famo-
sa por su comercio con el Asia é Italia. Estuvo sujeta á
tos beyes de Túnez ; pero no pudiendo sufrir sus injusti-
cias se alzó contra ellos , y eligió uno de entre sus mora'
dores que la gobernase con el nombre Jeque. Situada en
un llano arenoso y en su mayor parte rodeada del mar>
tenia por todas, pero principalmente por la- de tierra,
buenas murallas con muchas torres y baluartes bien fur-
tiScados y provistos de artillería, y con un foso lleno
además; siendo por lo tanto capaz de grande y sostenida
defensa. Juntábase á todo eso haber sido los habitantes
avisados mas de un mes antes por unos genoveses, de la
expedición de Navarro ; y habiendo descubierto á Vianello
en el reconocimiento que aquel le encargó, se dispiusie-
ron para resistirle, introduciendo tantos alárabes, bere>
bércs y otras gentes que con las útiles de la ciudad se
computaban en mas de catorce mil combatientes.
Todo sin embargo tenia que ceder á la inteligencia y
resuelta determinación de Pedro Navarro. Vuelto Viane-
llo y oídas sus noticias, aunque pensó desembarcar al
amanecer el siguiente dia de Santiago 25 de julio, advir-
tiendo al salir el sol que por la oscuridad de la noche y
poca práctica de los pilotos, habia la armada rebasado
una legua de Trípoli, hubo que desandarla con la clari-
(1) Zurila, Mármol, Sundoval.
3vGooglc
Í-«4
liad del día. Llegada al puerto y dada la orden de desem-
barco, comenzoron los soldados á ejecutarle á pesar del
soatenido cañoneo de la arlilleria mora. Acercándose lue-
go las galeras para proteger y asegurar la operación, no
solo alejaron con el snyo á los que intentaban impedirla,
sino que apagaron los fuegos de la ciudad ; y los que de-
fendían sus muros, torres y bnluartes tuvieron que re-
cogerse á cubierto. Tul actividad en fm y tanto empeño
puso Navarro en el desembarco, que á las nueve de lu
mañano ya estaba en tierra lodo su ejército ordenado y
caminando contra la plaza , dividido en dos trozos y cada
uno en cuatro escuadrones (1).
El trozo de vanguardia le tomaron Diego Pacheco y
Juanes de Arriaga con otros dos mil hombres de sns co-
ronelías , y Juan Salgado y Martin del Águila con otros
dos mil de los suyos. Dióseles la orden de resistir á lodo
trance á cuanlos moros de á pió ó de á caballo vinieran
de fuera de la ciudad á socorrer é impedir el asalto; y
para indemnizarles de lo que perderían por no hallarse
en él , se concertó y convino en que se les darían para
repartir cuantos esclavos, ropas y telas de mercaderes se
ganaren , quedando para los que 'asallascn la ciudad cuan-
to dinero, alhajas de plata y oro y ropa corlada se encon-
trase dentro de ella (2). ISavarro Con el otro trozo en quo
iban loe demás coroneles . y en todo como unos once mtt
hombres , debia escalarla cuanto mas untes pudiera , fa-
(1) Zorita dice cioco y-Uármol cuntro escuadrones. En estos ¡r
otros eBcritores qne ta) vez alcanzaron las relaciones oficíales, se
aüvierle qoe descuidan la descripción de las operaciones mililares
que importaria comparar con las modcroas, y no ^olo confuDcleii ó
quieren explicarlas sino que muchas veces son incompreasibles,
(2} Miirmol y Sandoval, ibí.
3vGooglc
Toreciéndole la armada oportunamenle no solo con el
fiíego de su arliilería sioo desembarcando algunas com-
(laáías de infantería y marineros que esbalasen el cuartel
de la marina.
Aunque se intentó lo último ningún resultado tuvo.
Era por allí la ciudad menos flaca de lo que se pensaba,
y el combate mas serio y el vator mas denodado andaban
por la parte áe tierra. Defendíanle bravamente los mo-
ros y apretaban en igual proporción los cristianos, siendo
tal la perseverancia de estos que entre diez y media y
once de la mañana ya lograron plantarse sobre los muros
do la ciudad. Treparon á escala vista por junto á la puer*
ta llamada de lo Victoria, no lejos do la alcazaba, siendo
Juan Ramírez, infanzón aragonés, uno de los ¡trímeros quu
salieron y que á pesar de estar herido no abandonó su lu-
Renovóse alli la pelea , cbyendo muchos de los que
subian. Los demás no por eso desfallecieron, antes bien
obstinados y con la resistencia mas ¡mimosa fueron tantos
.por último los subidos, que despejados los muros y arro-
jados los enemigos de algunas torres y baluartes, saltaron
á la ciudad y se empezó á combatir en las calles. Privados
de socorro los nuestros por estar las puertas cerradas, mu-
rieron no pocos de los primoro« que bajaron , hasta que
abriéndolas por dentro y entrando de tropel Navarro con
su gente se trabó la pelea mas sangrienta y terrible. Nu
hubo plaza, calle ni casa en que no se combatiera y de
que á los cristianos no se hiciera gran daño. Forzóseles
ulguna vez á replegarse ; pero ai Gn creciendo su valor
con el peligro, obligaron á los moros á retirarse los unos
(1] Zurita, ibi.
Tomo XXV. 10
3vGooglc
14C
á las torres, Iob otros á la mezquita mayor y el jeque
con 8U familia á la alcazaba. Duró tanto el combate en la
ciudad, dice Mármol, y estaban unos y otros tan cansados
que parecía burla su pelear y se sentaban á descansar unos
mientras los otros peleaban (1).
En eslo llegó la noche y con ella el mayor arrojo de
nueslra gente. Penetraron en la mezquita y pasaron á cu-
chillo á cuantos allí encontraron ; en cuyo estado, creyén-
dolo todo perdida los que defendían las torres , se dieron
á partido. Lo mismo hizo el jeque entregándose con toda
su familia á Pedro Navarro; quien recelando que acasd
desde la alcazaba salieran arrebatadamente contra sus sol-
dados desmandados, acudió personalmente á evitarlo. Tan
acertado anduvo que todo en seguida cayó en su poder in-
clusos los buques que estaban en el puerto y otros que en
aquellos dias se apresaron con mercancías ó que persegui-
dos encallaron en la costa (2). Murieron como cinco mil
moros y se cautivaron infinitos, contándose entre ellos
ciento y ochenta italianos que recobraron su libertad, sien-
do inmenso el saco de la ciudad y no pocas por lo tanto
las disputas que ocurrieron sobre su repartimiento. Nues-
tra pérdida Ifl computan los escritores en unos trescientos
hombres y entre los mas distinguidos lo fué el almirante
de la armada Cristóbal López de Arriaran (3).
La conquista de Trípoli á 25 de julio de 1510, pasó
{1 ) Deseripeivn del África, lib. 6. Del reino de Tanei, cap. 40.—
Saadoval , íbi.
(t) Estos buques quizás faesen las caatro fuslas y una carabela
qa« el Principe de los tarcos, cnenta Pedro Mártir, enviaba al so-
corro de Trípoli y fueron apresadas por Pedro Navario. E¡iitio~
la ki3.
(3) Mármol, Sandoval y Zurita, á qoiea spgaimos principal-
méate.
3vGooglc
147
y se rapató como una de las maa Tamosiu de aquella edad.
tu escritor siciliano, que pudo alcanzar á Pedro Navarro,
reQere que para perpetuar su memoria acuñaron una mo-
neda con un jugo (1). En Roma nos dice Pedro Mártir que
el regocijo del Santo Padre , del Sacro Colegio y del Se-
nado de la ciudad fué proporcionado al. concepto que te-
nian de no haber fuerzas humonas suGcíentes para conquis-
tar á Trípoli, así por la fortaleza de bu situación, como por
lo que la habian aumentado las obras del arte (2). Pero
en quien mayor contento produjo, como era natural, aque-
lla conquista fué en el Rey Católico (5). Aun estaba en las
Cortes de Monzón cuando le llegó la noticia que sirv¡(>
para declarar mas abiertamente, su ánimo de ir en persona
á continuar la giierra de África. " Allende de las razones
■ que para esto piJblicaba ora muy principal , dice Zurita,
> la de que los lugares en la costa no se podian sostener
■ por tos grandes gastos que arrecian sin que se ganase la
> tierra adentro ; para qne.ayudase á defender los lugares
■ marítimos teniendo ealo por el principal fundamento de
> aquella empresa ; porque hallándose medio como la
■ guerra se pudiese entretener á costa de la misma tierra
> seria cosa durable y acabado aquello se podria mejor
• proseguir la conquista (4)". Mas en tanto que el Bey Ca-
tólico asi discurría , y que en su corte admirando las vici-
(1) Franeiui Maurolfti f que escribía en 1562) Sicanica Hitio-
riiK [inTiutauro Aatiquitalum Silicia, tom. i, líb. 6, p&g. 272) a<l
ao. 1S10. Ítem Pttru» Navarrtit eum claite ac copiU ex Hispania
miitut in Sieiliam traas/rciifvU , ae TripoUia expugnavit. Excusa
fiút moatta jugo lignata ob cj'ui memoriam,
(2) Petras Hartjr, il>i.
- (3) Y«ase la c*rU al cardeadl Jimcnez ie Cisncros en el Docu-
idcdUi dúid. 19.
[i] Zarila, lib. 9, c»p tC.
3vGooglc
148
situdes humanas ss decio al ver lo sucedido en Tnpoli quo
los africanos tan temibles en otro tiempo á los españoles*
se les reodian en doDde quiera que se encootraban (i);
esas vicisitudes y nuevas complicaciones en Italia dejaron
sin efecto lo que el Católico proyectaba.
Aunque el Rey de Francia por consecuencia de la liga
de Gambray se mostraba en la apariencia aliado suyo, iba
en realidad desmandándose algún tanto y procurando lu
ocasión de volver á la conquista de Nápole«. El Papa que
lo conoció se fué acercando á los venecianos, y resuelto
ó ecbar á los franceses de Italia buscó al intento como su
principal apoyo el del Rey Católico. Concedióle desde lue-
go la investidura del reino de Ñápeles, inclusa la parto
que por el tratado de su repartición en 1500 babia que-
dad» á la Francia ; en cambio de lo cual y de baberlo eje-
cutado, dejándole libre de todo censo y vasallnje, el Rey lo
prometió auxiliarle con trescientos caballos (2).
Fué esto causa de que Pedro Navarro que triunfante
en Trípoli^ quería serlo también en Túnez , no alcanzase
los cuatrocientos hombres de armas y doscientos caballos
ligeros que para ello solicitaba. £1 Rey Católico bien de-
seaba procurárselos , y con ese motivo ordenó al Virey do
Ñápeles , cD donde residían la mayor parte de los hombres
de armas , que le aprontase cuanta caballería pudiera (5) ;
mas aunque tsmbíeu mcindó que t^e juntasen los navios
(1) Pedro Múttir, Epiíto/a 442. lia rerant fices versant huma-
nte. Formir/aiiUi quondam Hispanis Aphri, i-unc Hispcnis cedunt
qnocamque concarritar,
(!2) Zorita, ibi., cap. 11 y 18.
(3) Véase en el Documenio nóm. 20 los (]iipjns del Cran Capi-
Ud por qnerer el Rey Calólico que rd coRipnüia de homl res de \\\-
mss pasase cod él á los Gerbes.
3vGooglc
149
necesarios para el Iransporlo , en la ¡ncertidumbre de sí se
podría enviar ó no la caballería dejó á 'cargo de Nnvarro,
ó que fueite sobre Túnez, ó que enlre Túnez y Trípoli em*
prendiera lo que mejor le porecirse (1).
Navarro en tal situación , aunque al principio perple*
jo , determinó al 6n por no mantenerse ocioso , salir contra
los moros de Gerbes, hoy Zervi, isla lo mayor y mas prin<
cipal de aquellas costas, que bojea como seis leguas y
dista de Trípoli como treinta, rasa y arenosa, sin mas
agaa que la de los pozos, y tan allegada á tierra en algu-
nas partes, que entonces se comunicaba con ella por un
paente de madera. Abundaba en palmares y olivares, po-
blábanla muchas alquerías y pocas aldeas, y la gobernaba
nn jeque llamado Yhaya. No tenia mas fortificación que
una antigua torre levantada en la marina por los ca*
talanes que la dominaron después de conquistada en 1284
por el célebre almirante de Aragón Boger de Lauria (2).
Como que sus habitantes causaban grandes dados en las
costas, en aquel tiempo nuestras, de Sicilia, Córcega y
Ñapóles, antes de que Navarro saliese de Bugía para Trí*
poli , habia tratado de castigarlos el Rey Católico , y aun
se dijo que habia dado el encargo á D. García de Toledo
así como el de suceder á Navarro en el gobierno de Bu-
gía ; pero como D. García no llegaba y la peste y otras
necesidades apuraban en términos de no poderse ya sub*
sisltr en aquella plaza , Navarro antepuso, como ya vimos,
la conquista do Trípoli , dejando para mejor ocasión la do
los Gerbes (5).
(1) Zorito, jbi., csp. 16.
(3) Hirmol, lib. 6. Del reino de Túnez, cap. 11 .—Zurita, (bi.,
cap. 17, en donde pone oíros ponnenores.
(3) Zarita, ibi.,cap. 16.
3vGooglc
Para dominar á estos sin gran peligro contaba nuestro
conde con el espanto que tes causara lo de Trípoli , y con
estar divididos en parcialidades y bandos cada ano coa su
jefe á la cabeza , aunque al parecer el uno de ellos con
oi nombre de jeque se habia ya hecho como el señor de
la isla. Fortificados pues el^aslitlo principal y otro mas pe-
queño de Trípoli , y arrancada aquella parte de la ciudad
que dificultaba su defensa y dominación , embarcó el con-
de su gente y se dio á la vela en 10 de agosto de aquel
nño , llevando cosa de ocho mil hombres en ocho galeras
y cuatro Tustas gruesas. Su principal designio era ver si la
isla ae le sometió de paz y prestaba vasallaje al Rey Cató-
lico , ó en otro caso reconocerla de modo que se asegura-
se la empresa. Hny quien dice que en el día qne arribó
la armada, el jeque que estaba aniedrentado con lo que
le contaron los prófugos de Trípoli ofrecia dar al conde
veinte y cinco mil tripolines por una vez , y diez mil anua-
les de tríbulo al Rey Católico con la tenencia del castillo
y otros derechos en la isla que el conde no quiso admi-
tir (1); al paso que otros refieren que habiendo desem-
barcado tres hombres junio al puente que unia la isla al
continente, y penetrado en ella con bandera de paz y ha-
blando en algarobía con los islei^os, lejos de mostrarse estos
sumisos, habían roto el puente firmemente resueltos & de-
fenderse , y no solo desafiaban al conde diciéndole que allí
encontraría hombres y no gallinas como en Trípoli, sino que
alancearon inhumanamente á on parlamentario, salvándo-
se los otros dos en un esquife que hallaron en la costa (2).
(1) Zurita, íb^,cap- 19.— Mármol pane elembarqne y partida
del coode en el lunes 30 d« julio, cinco días después de ganada
Trípoli; loijue parece muy pronto.
(2) Saiidoval, Historia de Cárhtf, lib, 1, g. 3..
3vGooglc
151
Pedro Navarro en vista de tal decisión y arrojo, ha-^
biendo primero rodeado una gran parte de la isla y reco-
nocido el fondeadero , mandó alzar las velas y regresar á
Trípoli. Ordenada allí de.nuevo bu gente y hecha reseña
general en el dia 15 de agosto, la mandó de nuevo embar-
car en el siguiente 16 para emprender el mismo rumbo.
En el día 23 . siéndole muy contrario el tiempo, se avista*
roa quince naves gruesas de á dos y tres gabias , que for-
maban la armada de D. García de Toledo, la cual dete-
nida largo tiempo en Málaga por decirse que había peste
en Bugia, después de tocar en aquella plaza y recoger tres
mil soldados de su guarnición con el coronel Francisco
Marques, siguió ¿juntarse con la de Pedro Navarro para
caminar unidos ó los Gerbes (1).
Acompañaban á D. García siete mil hombres. Entre
estos iban el capitán de artillería Diego de Vera, que tanto
crédito gozó en su tiempo, y muchos caballeros bien co-
nocidos , aunque no muy prácticos todavía en las cosas de
la guerra. Estaban todos tan fatigados del temporal y
poca costumbre del mar, que Navarro viéndolos con ne-
cesidad de refrescos, y que por otra parte mostraban su-
mo deseo de conocer la ciudad de Trípoli tan famosa en
España después de eu conquista , se prestó gustoso á que
(1) Zorita , 'ibi.— El Cora de loa Palacios eo el cap. 325 de su
iJisioria US. dice; " Edespoes de llegada la gente toda (á Málaga)
« tardóse mucho ü. Garda en embarcarse, y estuvo alli el dia de
« Sao Juan é lidió toros é muchos de tos que hahian de ir en la ar-
« mada asi frailes como aludes é legos por la tardanza se volvie-
« ron ; é DO sé si se hizo esta tardanza porque supo e1 dicho D, Gar-
.« cía que morían de pestilencia en Bugia. En Gn partió de Mála-
« ga con su flota ó armada con siete mil hombres después de haber
« estado en Malaga (ros mesea é mas."
3vGooglc
153
ilesemljnrcóran en ella. VeriGcúronlo , y repurados loJos
y remediado cuanto to necesitaba, la armada reunida se
dio de nuevo á la vela en el márles 27 de agosto , habien-
do dejado primero en Bugía & Diego de Vera por teniente
de Pedro Navarro con tres mil soldados de los coroneles '
Palomino y Snmaniego (i). Sin sdelantnrse rosa a^una en
el primer día por la calma . ni sufrir tonopoco gran cosa en
la nuche del siguiente por un temporal ó Tortuna (2), cor-
ta pero desecha, que experimentó la armada , se encontró
sobre los Gerbes al amanecer el jueves 29 (3). La capitana
y otras dos naos que por mas ligeras se adelantaron , sur-
gieron en una ensenada cerca de Gerapol , á la punta del
canal donde estaba el puente quebrado. Llegadas las
otras, se adelantaron todas á la vela en el mismo cuñal
cosa de media legua. Dieron allí fondo, y pasado el dia,
ordenó Navarro en el segundo cuarto de la noche que
toda la gente se trasladase á las galeras , fustas , berganti-
nes y demás buques do remos para desembarcar al espio-
recer el inmediato viernes 30.
Tomóse aquella precaución por ser la costa muy difí-
cil á cnusa de los bnjíos y del poco fondo, y aun así que-
daron las naos como á media logoo, de la torre señalada
como lugar de desembarco: de modo que, teniendo los
soldados que andar gran trecho por el agua , aunque solo
llevaban las armas , cuando después de tocar la tierra se
juntaban con sus bandera», llegaban fatigados y mojados.
Notóse sin embargo, y con razón se tuvo por cosa extraña,
(1) Así lo dice SandoTal , ibi , §. 39 , poniendo la aalids de la
armada en el dia 28 de agosto.
(2) Nombre que en lo antiguo se daba a), las tormentas y tem-
porales.
(3) Zarila , ibi , dice jueves 28 en la noche, «lia de S. Agustín.
3vGooglc
15j
que aun cuando en esa operación se pasó hasta el medio
«lia , ni se recibía daño ni se vió moro alguno.
Estaba acordado antes de que llegara D. García de
Toleda con su armada que el coronel Gerónimo Vianelo
llevase con su escuadrón la d«lanlern ; mas habiendo ro^
gado el D. García con todo género de instancias y súpli-
cas que se le conGase á él 'con los caballeros y gente que
le acompañaban ; Navarro vencido al fin de las plegarias
de aquel mozo tan ardiente y tan ansioso de gloria hubo
de convenir en ello , tomando también en cuenta la ca-
lidad de su persona (1). Dicen algunos que se holgó mu-
cho con la demanda de D. García, y que le dejó escoger
la gente que quiso. A otros por lo contrario oyó Zurita
afirmar y Pedro Mártir también lo confirma, que seña-
lándole Navarro el lugar que como á genernl le corres-
pondía , le replicaron él y otros que solo habían ido á
pelear, y que aunque Navarro lo resistió y aun mediaron
malas palabras con alguno sodre ello, consintió al fin y
)e dejó ir delante con t,600 hombres los mejor armados
y ordenados de toda la expedición (2) ; variando su plan
de no combatir hasta la caída del sol (3).
Los quince mil hombres de que al parecer constaba
el ejército , los dividió Navarro en siete cuerpos ó escua-
(1) Pedro Mártir, Eptstúla tk&. Ex maJriía ia Calend. Ocio-
iris H\0..,. horlalu* monet , immn et tjuisnam eiiel canjea ans orat^
farüt ínter eos agilalum fuisse argumenñs fertur. At vietus lantén
generesi juvenis preeibas, Comes primam illi acitm in halles licet iavi-
lus per mis sil.
(2) Zurita, ibi, cap. |9, aDadiendo que las malas palabras fne-^
roD con Diego de Vera, que había quedado en Trípoli; en cuyo
caso la dispala hubo de ser antes de salir de allí.
(3) Alvaro Gomei , lib. 4 , pSg. i2h.—Nm-arnis cnim solis ie-
clinationem expccta/idam omnino centcbal.
3vGooglc
iS4
tirones según unos, y en once se^un otros (1). Al de
vanguardia , que dejamos dicho haber dado á D. García,
seguia el del coronel Francisco Marques con unos mil y dos-
cientos. Venia luego otro de dos mil soldados, muy esco-
gidos al cargo del coronel Jiuanes de Arriaran , y detrás
con los suyos respectivos los coroneles Pedro diO Lujan,
llamado generalmente Píerna~ gorda, D. Diego Pache-
co, Valencia, Nieto y otros, cerrando la retaguardia el
coronel Palomino. La artillería compuesta de dos caño-
nes gruesos , dos sacres y dos falconetes con la pólvora y
balerío se colocaron en el centro ; siendo lóstima ver co-
mo por Talla de caballería los soldados tiraban los unos
los carretones de la artillería , iban los otros cargados con
los barriles de pólvora, y otros allanaban el camino, y
aun sobre todo su trabajo les daban palos como á bes-
tias (2).
Serian las diez y media de la mañana cuando empren-
dido el movimiento después de haber oído misa, la sed
que, así por la bora y modo de desembarcar como por lo
tardado en ordenarse, era ya estimulante en la gente-,
creció mas con el caminar. Ardia el aire y la tierra abra^
snba con el calor del sol en aquel día , cuenta el grave
Gerónimo de Zurita, y la sed era tanta en aquel arenal,
añade el obispo Sandoval, que daban por un trago de
agua tres tripotines y aun veinte , y algunos cayeron muer-
tos lie sed, especialmente de tos que tiraban la artillería.
(4) Sandoval, ibi, §. 40, dice once y Zurita siet», y aonqne
ambos escritores se conoce qne tavíeron é la vista docamentos au-
téoticus, no dejan de variar en sus relaciones, conio en este casv
sucede con el coronel ralotnino, que según Sandoval quedó en Bo-
gla con Diego de Vera , y Zurita pone i Isa dos eK lo» Gerbe».
(3) Sandoval, ibi.
3vGooglc
155
Cubrióse al Gn el campo de oadáveres, no siendo ya dado
á ningún jelb en medio de tal ansiedad mantener el or-
den y formación que se le habla encomendado (1). Acer-
cándose en esto D, García con so vanguardia á unaa pal-
meras y luego á unos olivares en donde habia unas casas
derribadas , por mas que se esforzó en contener á su gen*
te nada alcanzaron ni sus amenazas ni sus ruegos. Tu-r
vieron nueva de que allí cerca habla unos pozos de agua
dulce ; y con el ansia de beber se desmandaron todos en
tropel por llegar á ellos, encontrando muchos la muerte
en donde creyeron encontrar el alivio.
Ya fuese casualidad ó bien previsión de los moros, que
aun se quiere que para cebar mas á los sedientos dejaron
tilli de intento cántaros, calderetas, jarros y hasta sogas
para sacar el agua ; con el ansia del beber se redobló el
desorden. Aparecieron entonces y cayeron arrebatada-
mente sobre ellos , y sin que se s^a en que número , los
moros que todo lo observaban y estaban en emboscadas.
Hay quien los sube hasta tres mil de á caballo con mucho
peonaje allí de intento preparado (2), y quien, suponien*
do que todas las fuerzas del jeque y sus hijos no exce-
dían de dos mil y quinientos peones y ciento y veinte ca*.
Iiallos inclusos cufirenla alárabes , dice que los que con
grandes alaridos atacaron ¿ los sedientos é hicieron todo
el estrago serian ciento y cincuenta de á pié y wios se-^
(t) Por lo cual comenzaron á desordenarse y á desmayar tos
Sel coronel F'ianelo y del coronel Pedro de Lujan Pierna gorda qug.
llevaia» la vanguardia y luego todo el ejército salvo los de D, Die-.
go Pacheco. Asi dice Sandoval, pero discorda en lera mente de Zo*
rila y olroa , qa« convienen en que D. García llevaba la delantera y
faé sa gente la primera que ce desordenó.
(3) Mármol, ibi.
3vGooglc
156
icnta lie & caballo (t); reduciéndolos todavía Pedro Má^
tír á solo unos ochenta de los últimos (2), Has fuesen tos
que qui:>lerBn> pues que para desordenar un ejército no
se necesitaron á veces tontos; en vano fué que D. García
con unos cuantos de á caballo que le acompañaban y que
en todo el ejército cristiano apenas llegarian á quince,
tratara así que descubrió á los moros de opartará su gen-
te de los pozos y ordenarla. Ni exhortaciones, ni ruegos,
ni desmontarse y tomar una pita de los que andaban por
el suelo, ni su ejemplo peleando á pié eon gran denuedo,
ni el que te daban otros jefes y caballeros que le acom-
pañaban , nada bastó para contener la fuga y el desorden;
siendo lo peor haberse comunicado ó los escuadrones in*
mediatos ó pesar de la esforzada resistencia de Diego Pa-
checo , Gil Nieto , Miguel Cot^rero , Pedro Lujan y otros,
que todos cumplieron con su deber, saliendo por órdea
do Navarro y con los escuadrones, de retaguardia que
mandaban, á oponerse á los fugitivos (Z).
¡ Qué es eslo hijos míos y mis leones! nos cuentan que
esclamaba Pedro Navarro en medio de tan triste confu-
sión. No soliadea vosotros hacerlo asi. Acordaos de lo que
deciadei en Tripol. Vuelta , hermanos , vuelta : no hayáis
miedo; qae moros soa y pocos: otras veces habéis vencido
muchos mas : aí¡ui conmigo qae nos va la honra y la vida,
acompañándolo todo con lágrimas que le salion de los ojos
y que si bien hicieron que algunos volvieran el rostro al
enemigo fué con tan poco aliento que muy pronto y cie-
gamente se dieron á huir hacia la mar (4)., En semejante
[1) Zurita, ibi.
[i) Epístola i45.
(3) Zurita, ¡bi.
(4) Sandoral.
3vGooglc
157
BÍtuacion y viendo que ni con la vergüenza ni con el esl^
mulo tos podia contener, pues que estaban todos ame*
drentados, determinó acudir de los primeros á las galeras>
ya para salvarlas de que en el desorden se hundiesen, ya
para recoger á los que sin atender mas que á sí mismos á
todo se precipitaban , y hasta dé las mismas galeras eraa
iabumanamente rechazados; aconteciendo entonces que
si hubo muchos que se ahognron con el ansia de embar-
carse hubo todavía muchos mas que aun después de em-
barcados morieran de sed. Las mujeres y mozos que ha-*
bía en la armada, contando Con la conquista segura de In
isla, habían gastado el agua dulce en lavar la ropa y otros
usos ; y eroD ti les los extremos que según Mármol se ob*
servaron en los sedientos qve hubo muchos soldados que
perdieron el juicio y andaban haciendo visajes y locuras
peligrosas (i).
En tan aciago dia y eolre las personas que peleando
valientemente murieron con D. García de Toledo, padre
que filé del gran duque de Alba, se conlat'on García Sar-
miento , Cris óbal , Vetazquoz , Loaysa , y según el Cura
de los Palacios ba'sla sesenta hijosdalgo de casas genero-
sas que le acompañaban (^]. En los otros escuadrones
murieron también de entre las caballeros y personas se"
lialadas D. Alonso de Andrade, Santangel, Melchor Gonzr<-
lez, hijo del conservador de Aragón, y los capitanes Saave-
dra, Sotelo y otros. Nuestra pérdida en muertos y cautivos
la computaron algunos en cuatro mil hombres (ó). I.a re-
dujeron otros á tres mil y aun á dos mil, quedando qui-
(!) Descripción del jif rica, Wh. 6,cap,il.
(á) Hisforía mi. tie los Hey^í Cmi'íícos, cap 227.
(3) Zurita ibid.— Mnríanajib. 29, c»p. 25.
3vGooglc
158
liientos caulivos (1) ; y no falta quien, reCriéndoso a tos
que de estos se rescataron después . escriba qiie solo fué
üe mil y quinientos; los mil de sed y los restantes en-
tre muertos- de heridas y caulivos , siendo casi todos de
los que i la entrada del palmar se desmandaron á los po-
zos (2).
Ed cuanto á Pedro Navarro , que tantas pruebas de
ánimo y valor dio en aquella ocasión , se le acusó de va-
rios modos; siendo asi que su mayor y acaso su única fal*
ta fué , conociendo la inexperiencia de D. García , haber*
le confiado el pfimef puesto del ejército, atendiendo solo
y coa demasiada cortesanía á que era sobrino del Bey
Católico como nieto de una hermana de su madre [5). Mo*
tejáronle los unos de haber perdido la jornada por no ha*
her sacado de los buques de comer y beber , habiéndole
quitado la confianza en el triunfo el juicio que siempre
tuvo muy acertado {Á) ; y otros do haber dejado la gente
en el campo, de haberla desembarcado muy lejos del lu-
gar mas importante de la isla y de no haberse fortifícndo
en el ponto que desembarcó. Se dijo de él que si bien era
uno de ios grandes capitanes de su tiempo y habia mos-
trado entonces valentía/ no así el consejo conveniente para
el campo y gobierno de un ejército, en que por falta do
Diego de Vera en ei Real se habia notado mala orden y
poco castigo ; llegando por último hasta decirse de él que '
(1) Sandoval, ibid.
(2) Hármoi, ibUI.
|3) Pedro BIértir, lib. 23, tpíttol. Ii5.... rntuil romet quamdia
potuit, Ad veieraaot eam provinciam alliaere, íub veltranorum dü-
tam regula, rem miliiarem príus experiatur quam te lanío periculo
exjionat, ele. .
(4) Sandoval, ibi. %. il.~MaríaDa, lib. S9, cap. 25.
3vGooglc
169
con ser nacido de muy baja sueríe era, como dice Salustio
de ítlario, soberbio y feraz (1).
Hablóse lambien mnl de Gerónimo Víanelo. Atríbuyó-
seie ser quien guiaba á Navarro con sus coasejos y le con-
ilucia á empresas vanas y peligrosas, y que en cambio de
eso le daba siempre Navarro la delantera y el mejor lugar
ea las acciones, agraviando á Diego de Vera y otros que
tenian por arrenla á la nación ser antepuestos por un ex-
tranjero. Vianelo con efecto lo era , pero tan distinguido
en nuestra milicia que ya era caballero de Alcántara por
los servicios prestados en ella (2), cuando esa distinción
no signiGcaba tan poco como en los siglos posteriores
al XVI. Y fii por acaso se quiso con eso acusar á Víanelo
de haber sido quien indujo á Navarro á la empresa de los
Gerbes, el mismo historiador Sandoval, cuyo juicio en
ella no es muy favorable , afirma que siempre estuvo en
el ánimo del Roy Católico arrojar á los corsarios de aque*
lia isla , y que si el Gran Capitán no lo puso por obra en
i501 al regresar de Cefalonia fué por haber sobrevenido
la segunda guerra de Ñapóles (5).
Tal fué la infeliz jornada de que en Castilla parece ha-
ber derivado el dicho de los Gerbes madre malos son de ga^
aar (4), y ese será el término de todas en tos que no pre-
sida el valor con la prudencia en los que manden y la mas
ciega subordinación y disciplina en todos al frente del ene-
migo. "¿08 que á las inaccesibles Oran, Bugia y Tripo-
(1) Zurita, íbi. Y véase á stl ahreviador Abarca en loj Anata
de Aragón, Cap. 19, núni. 5, que está moA doro.
(9) Asi le llama Sandoval, ibid.
(3) Historia de Carlos A", üb. 1, g.38.— V.el DocQinenlc. nú-
mero 21.
li¡ ll)id.,S.U.
3vGooglc
IGO
k li, póderotas por mar y tierra la» tomaron por fuerza,
» esclamaba Pedro Mártir al referir oquella derrota , y
» cott tut manos creían poder ya conquistar el cielo , catje-
> ron muertos á centenares con las hoces de unos ochenta
■ isleños casi desarmados {i)": conaumiéndose al fin casi
por completo una multitud de diez mil hombres fuertes y
tan gloriosos por sus victorias y trofeos como por sus con-
quistas, á quienes hasta entonces no habían podido resistir
ni las poderosas torres ni los muros casi diamantinos de
muchas ciudades (2). Pedro Navarro sin embargo cumplió
en dia tan desgraciado , como debía esperarse de su acre-
dilado valor y experiencia, y los contemporáneos y testi-
gos no le acusan ; pero ta suerte estaba echada , y la muer-
te desgraciada de D- García de Toledo y la derrota consi-
guiente fueron como el primer origen de sus desgra-
cias (3), asociándosele también hasta los elementos como
entonces se decía.
Tan crueles se le mostraron , que recogidos en la ar-
mada tres mil hombres que con el coronel Pierna gorda
pasaron la noche en tierra (4), apenas se habían dado lo-
H) Epíitola íí^.
[f] lhid.,cp¿tlolakhñ...' eoniutnpta eit landeta universa áeeem
miilium virorumforlium glorióla trophait et tptiHt opÍmÍt mullilu—
Ho, eui nec valida poiuerunt reiittere turrtí kaelenut, nec multarum
feri adamantina urbium mania.
(3) AWarus Gomt:z, De mbusgeslis, etc.^líb. 4, fol. 12^. Hiñe
Navarro prima mali labes nam cum ejus fraude, id accidUie vulgo
jactarelur, rex Ferdiiianditi ut Atbano rrgulg grarlficarelur; leriio
deiiide anno Navarrum , eruenlo illa pralio ad Havciutitt habito, ca/>-
tum nfglexit.
(it) Gonzalo Fernandez de Oviedo, tratando en su Quinruag^nn
primrra, Eítama XXX, de este coronel Pedro de Lujan , llHniado
Pierna gorila , cuenta de él en la prte <iae nos concierne ()ue "so
3vGooglc
iCl
dos á la vela en la mañana del sábado 51 de agosto que
sobreviniendo una furiosa tempestad tuvo la armada que
regresar al fondeadero que acababa de dejar. GüDnto allí
sufrirla la gente, faltándole el agua que sin previsioD, como
ya referimos, se había gastado lavando la ropa, no es
difícil de inferir ni tampoco las amarguras de Navarro. Se-
renósd al Oo el tiempo y enviados primero al Rey Católi-
co el maestro Alonso de Aguilar y Gil Meto para informar-
le de lo sucedido, volvió Navarro á darse á la vela en 5
de setiembre para experimentar nuevos desastres y tor-
mentas. Tan furiosa fué la que asaltó en el segundo din
de vibje á su armada , qiie perdió cuatro naos con toda su
gente , llegando por fin á Trípoli al cabo de mticfaos dias
de penas y sufrimientos en el i9 de aquel mes (I).
Navarro en aquella ciudad y puerto que tan gloriosos
»hall6 en el afio de i 510 en a(|iiella jcirnada de los Gerbes en donde
> los moros mataron i 0. García de Toledo y como el D. García om
» general y sin eiperiencia adelantóse cou ciertos giiietes y caba-
u lleras mancebos que le siguieron delante de los escuadrones qaa
■ iban en la Ordenanza. Y los infieles viendo que eran pocosesos
j> delaDleros, atendiéronlos de tal manera que ¿ D. García y á los que
■ le siguieron los nialaron, y como los desbarataron el ebcuadron
w flelantero viendo aquello huyó y v loo á dar en el segnndo y ambos
N en el tercero y el tercero en el caarlo del cual era coronel Pier-
B na-gorda, y desque vido la eosa en tan mal estado como hombre
■ de grande ánimo apeóse de sn caballo é |)USO mano á la espada y
» procnró de hacer deleoer la gente él y el conde Pedro Navarro ó
> no los pudieron detener basta llegar i la costa del mar donde so
• embarcaron los que pudieron y quedaron mal de tres milen la cas-
» ta esa uoclie y el loronel Pierna-gorda tuit tHa j- el dia siguiente ét
» ylot deináí u embaicaron.... y ninguno de los hombres de cuenta
> y señalados quedó mas honrado en aqnella jornada que Pierna^
* gorda, etc. NS. en la BibUoi: nacioiu
(1) Zurita, ibid.— Sundovul, ibi-, §. i3; pero véase princiiul-
mente el Documento núm. %t.
Tojio XXV. 1 1
3vGooglc
463
y DO muy lejanos recuerdos le ofrecía , se aplicó á refor-
mar 8u armada y su gente á medida que se le iban reu-
niendo. Envió á Ñapóles las galeras, se desprendió de los
navios que ganaban sueldo, y despidió basta tres mil sol-
dados de los mas inútiles y enfermos. Con el resto, y cuan-
do todo estuviera pronto y ordenado , se proponía correr
la costa entre Gerbes y Túnez, ganar en ella cuanto pu-
diera y pasar de ese modo el invierno en unos mares que
al paso que le parecían los mejores para aquella estación,
le facilitaban, no estando lejos de Sicilia, ser ayudado do
aquella isla en cualquiera mal suceso. Todo en fin lo dis-
puso y preparó como de su inteligente actividad podía
esperarse ; y dándose á la vela en el viernes 4 de octu-
bre , dejando en Trípoli á Diego de Vera con tres mil bom-
bres para su guarda y defensa , ú bien al pronto el vienta
le favoreció , tardó poco en sufrir otro temporal en que
estuvo á punto de perecería armada, compuesta según
algunos de sesenta velas y cebo mil bombres (1). Perecie-
ron sin embargo algunas naves ; corriéronse otras á Malla
á donde llegaron con suma dificultad ; y Navarro con las
que pudieron seguirle arribó otra vez á TripoH tan angus*
liado como se deja conocer. Firme sin embargo en su
propósito, babíendo allí juntado treinta navios y cosa de
cinco mil hombres volvió á darse otra vez á la vela como
á mediados de octubre (2).
Era su objeto entonces apoderarse de la isla de los
Querquenes , inmediata á la costa de África ; pero ó por la
crudeza del invierno, que Pedro Mártir aseguraba oobaber
(1) Mármol, Del reino d« Tanex, )ib. 6, cap. 40.— Zuñía dice
que la gente eran cuatro mil, y la tormeoU ea 4 de octubre deEpnes
de haber salido.
(2J Zurita, Hb. 9, cnp. 19.
3vGooglc
1C5
los nacidos conocido otro igual en Andalucía (í). yfué tam-
bién uno de los mas rigorosos que se vieran en Italia (2},
ó por ser comunes en aquellos marea y en aquella estación
los temporales. Navarro y su escuadra sufrieron muy luego
otro en que estuvo para ahogarse. Fué entonces cuando
en medio del mayor peligro , y cuando el almirante de la
armada llamado Carranza le importunaba para que se sal-
vase en el batel , le replicó con la mayor decisión que no
queria abandonar á los suyos : lo cual sin díjda hubiera
sido una bajeza indigne de su valor (3); hasta que al íin.
serenado el tiempo y regresando á Trípoli, volvió á salir
con su armada ya reunida pero variando de rumbo. Diri-
gióse primero á la isla de Lampedusa, situada en medio
del golfo entre Malta y el continente africano, que tenia
por abundar de leña y agua , como por la facilidad de ser
proveído de Sicilia, le prometía ventajas en el estado en
que se encontraba su gente ; y habiendo llegado con feli-
cidad y pasado allí lo mes duro del invierno reponiéndose
de todo , apareció sobre los Querquenes «i el sábado 20
lie febrero de 151i (4).
i 51 1 .—La isla de tos Querquenes, situada entre la de
loa Gerbes y Túnez, se hallaba entonces casi despoblada y
sin ningún lugar cercado que llamase la atención. Los
moros la destinaban principalmente al pasto de sus gana-
dos ; y como no fuera el ansia de continuar dominando en
(1) Pedro Mártir, Epstola 4i9, eo Sevilla á 31 de enerado
<514.
^S) MDralori, Anual. 1SM> Fu quel verao uno de pin rigorosi
che mai provoíte l'Ilalia.
(3) Sandoval, ibi., §. 41, cuenta esle lempordl y diálogo y la
salida de Navarra de Trípoli con treinta velas y cinco mil buinlires.
(í) Mánnol, ibi. -Salido val, ibi., §. M.
3vGooglc
464
la costa de Arríca ite que no dista mucho , no se alcanza
que de su conquista resultase grande utilidad. Quizás la
necesidad de remediar á las grandes privaciones, especiol'
mente de agua , que el método de aprovisionar los buques
podia ocasionar entonces, indujo á Navarro á apoderarse
de aquella isla , ó acaso instrucciones privadas del Rey Ca-
tólico de no descansar en sus empresas , y mas bien de
mantenerse cerca de Italia, atendido como luego veremos
el estado de esta. Ello es que , habiendo saltado en tierra
alguna gente é ido con ella á reconocerla el coronel Ge-
rónimo Vianelo , volvió diciendo que había encontrado
tres pozos de agua dulce y saludable ; de cuya conserva-
ción y limpieza le encargó Pedro Navarro. Asi lo puso por
obra al dia siguiente con algunos capitanes y unos cuatro*
cientos soldados , rodeando los pozos de una albarrada ó
cerca en la que colocó entre dos picas una escopeta, para
que pudieran resistir cualquiera tentativa de tos moros que
apenas se habían descubierto todavía (1).
Visitó Navarro loa pozos por la tarde y todo lo encon*
tro bien dispuesto. Instando á Vianelo para que volviese á
bordo , tanto le importunó porque le dejase á derenderlos
en aquella noche, que al fin hubo de consentir en ello.
Mas he aqui que como en medio de los mayores sucesos
□o deja de ocurrir algún lance vulgar á que suelen atri-
buirse, los historiadores nos cuentan que " resentido un
> alférez de que Vianelo le hubiese pelado las barbas por
I que al limpiar los pozos no hizo lo que le mandaba, al
■ anochecer se pasó á los moros, que pocos y amedrcnta-
> dos se hallaban juntos en un extremo de la isla. Conlán-
■ doles el caso y lo fácil que era acabar con los españoles
[i] UArmol.— Zurita — Suodoval, ibj.
3vGooglc
165
> que guardaban los pozos , supo atraerlos tan resaelía-
■ mente á su propósito de venganza, que cayendo de 8or>
■ presa sobre ellos pasada la media'nocne del dia de San
• Hateo, á casi todos los. mataron incluso el coronel Via-
> nelo (1)." Así se reitere este lamentable suceso, que sin
duda no hubiera tenido lugar, aunque aquel Talieole ve-
neciano hubiese pelado las barbas al alférez, si los que
guardaban los pozos no hubiesen estado descuidados, y
durmiendo y poco vigilantes que fueron como siempre
acontece los primeros que acabaron (2). Sabida aque-
lla desgracia así por la algazara de los moros como por
el reconocimiento que Navarro encomendó al coronel
D. Diego Pacheco, partió de allí el desventurado conde
triste y enfadado y con tanta falla de agua , que acon-
teció echar á la mar en un dia cuarenta hombres muer-
tos de sed. Sandoval añade que hubo de ir la arma-
da por ella á los Gerbes , cuyo jeque ofreció generoso á
Navarro todo lo que quisiera ; pero la suerte no'casaba de
afligirle , y al cabo de nuevos peligros llegó á la isla de
Caprí con las reliquias de su expedición reducidas á vein-
te y tres velas y solo ouatro mil hombres, después de to-
mar al paso un cárabo , que venía de Túnez cargado de
aceite (3).
(1) Mármol, ibi.— Sandoval , §. 43.
(2) Zariía , ibí., cap. 29.
(3) Mármol y Saadoral, ibi.
3vGooglc
CUABT&KPOGA.
D«sde «Mf á t513.
En taoto que el conde Pedro Navarro, ora vencedor ora
vencido, corría con tan varia suerle los mares y cosías de
África , el Rey Católico aparentando cada vez mas celo
por conquistarla, activaba cuanto podia sus armamentos.
AI verlos tan extraordinorios y que se aprestaban dos ejér-
citos de gente práctica y usada en la carrera militar e(
uno, y de soldados nuevos para mezclarlos con los vete-
ranos en la ocasión el otro; ee acreditaba cada día mas et
rumor de qae el mismo Rey en persona iba á dirigir la
empresa. La derrota de los Gerbes sirvió también para
dar mas crédito á esas voces, pues se decia de público que
no solo qoeria el Rey vengarse de aquellos isleños , sino
conquistar resueltamente á Túnez (I)-
Muy lejos de desvanecer el Católico semejantes ru-
mores, daba por el contrario alimento á ellos. A pesar de
la extraordinaria crudeza de aquel invierno, se trasladó
por enero á Sevilla, sin dominarle otro pensamiento en
medio de su edad y de las incomodidades del viaje, que
el de activar los aprestos militares y que la armada y todo
estuviera pronto para la primavera (2). C^n au presencia
(1) Zorila, lib. 9, cap. 29 y sig.
(2) Pedro Mártir, Epitiola 4i8 y ii9.
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ea Andalucía y con sa escitacion caminaba todo con la
mayor aclmdad ; y ya se habían reunido en Sevilla mu-
chos caballeros y personajes de los que debian acompa-
ñarle en aquella jornada ; se habian pedido ¿ Inglaterra
rail archeros que se contemplaban muy útiles para ella, y
ya el mismo Bey manifestaba estar á punto de ír á Halaga
á embarcarse, cuando las noticias de Italia vinieron á dar
á BUS armamentos la dirección que habia previsto y que
con tacto cuidado disimnlaba (1).
Ya en su lugar indicamos que, apoyándose en el plau-
sible motivo de castigar ¿ los infieles y de librar de ellos
á la cristiandad , aunque aumentó sus fuerzas de resultas
de la liga de Cambray , no se mostró tan hostil á los ve-
necianos como el Rey de Francia y los otros coligados. El
Papa Julio II, si bien no profesaba mucho amor al Rey Ca-
tólico , temía mas la dominación de el de Francia en Ita-
lia ; y habiéndose apercibido de la ambición 'y proyectos
de este , trató de conciliarse con los venecianos y con los
demás que habían tomado parte en aquellas contiendas. No
parecía muy dilicil un arreglo en medio de tan encontra-
dos intereses ; mas he aquí que lodo se descompuso , por-
que entre otras cosas , los franceses se declararon abierta-
mente contra el Papa , se apoderaron de la ciudad do Bo-
lonia, que era del patrimonio de la Iglesia , la entregaron á
los BentÍTOglioB, que en otro tiempo la habían usurpado, y
tomándolos bajo su protección les enviaron alguna fuerza
para que la defendieran (2).
Aun pasaron mas allá , pretendiendo que una fracción
del colegio de cardenales que apoyaban contra el Papa,
(4) Ihtáem.EpútclaW.
(5) Zorita, ibi., «p. 32 y
3vGooglc
168
juntara un concilio general y lo destronase: de modo que
el Rey Católico al ver la favorable ocasión que se le ofre-
cía de asegurar la posesión del reino en que la Casa de
Aragón siempre estuvo interesada , y de romper al mismo
tiempo la liga de Cambray en que entró con muy poca
voluntad, no quiso de modo alguno desaprovecharla. De-
cidióse deade luego por el Papa y anlepfuiienclo.los nego-
cios de Italia i los del África con que hasta enlónces cu-
briera sus designios , ordenó', despidiendo primero á los
mil archeros ingleses ya llegados á Cádiz, que tres mil
soldados escogidos de los que se destinaban al parecer con-
tra los moros, se embarcaran en Málaga para Nepotes. Asi
con efecto lo verificaron llegando á principios de agosto.
mandados por D. Alonso de CarvajaK, señor de Jodar , y
distribuidos en quinientos hombres de armas de las guardas
da Castilla, trescientos caballos ligeros y otros tantos gi—
netes y dos mil soldados de á pié á cargo del coronel Za—
mudio (1).
Dispuso también restituirle á Castilla para atender des-
de mas cerca á los negocios importantes que en ella le
preocupaban. Era el primero y el de mas trascendencia
el de la unión del reino de Navarra con los otros de Ara-
gón y Castilla , en que ya en otro tiempo habia pensado
con su ilustre esposa la Reina Doña Isabel, y que en aque*
lia ocasión logró, haciendo diestramente sentir al Rey de
Navarra las consecuencias de su adhesión al de Fríincia y
á los cardenales cismáticos (2). Queria además juntar las
(1) Zurita, ihi., cap. 36.— Pedro Táiitir, EpiítoUt iVi y i53.-r-
Mariana, lib. 30, cap. 5.
(2) Declarada la guerra eotre EspgSa y Francia por consecnen-
cia déla liga, de que luego se tratará, y excomulgado el Rey dePraa-
cia por el Papa, [lidió el Catúlico paso á los de Navarra para Jas tro-
3vGooglc
169
Cói-tcs de Castilla coolando coa que ao solo le preslarian
ayuíla y favor para la empresa de Navarra', sino para re*
iislir á cualquiera otra que los Traacesea inlealasen por
aquella frontera ó por la de Guipúzcoa. Por lo cual, sa-r
lieodo de Sevilla para Burgos y lomando el camino de Ex<
tremadura al paso por Guadalupe , ordenó á Pedro Navar-
ro que desde la isla de Gaprí en donde se encontraba des-
pués de lü de los Querquenes aparentando querer volver
á las costas de Berbert'a, se trasladase al reino de Ñápe-
les con las reliquias de su armada (1).
Ejecutólo Novarro y llegó ó las costas de aquel reino
casi en los mismos días en que llegó á él también Don
Alonso de Carvajal con la gente que eacó de España. La
q'ie llevaba Navarro na pasaba de unos mil y quinientos
soldados , todos muy maltratados y desfurrapa^os. Des-
pués de desembarcarlos en Gaela, para estar en el cami-
no de Bolonia , los repartió en sus burgos y en la Mota y
Castellón, testigos en o^ro tiempo de su valor. Allí se
encontraba esperando las órdenes del virey D. Ramón de
Cardona, que por su parte habia llamado las. compañías de
españoles que andaban en Italia , y arreglado todas las ca-
ballerías que habia en Nápoks, cuando habiendo manda-
do el mismo virey que para despedir del ejército los ma-
pta que con el duque de Alba enviaba contra el de Francia. Habién-
doselo negado, los excoioQÍgú el Papa como i cismílicos en 1.* de
marzo de 1512, y aolorizó al Key Católico para hacerles guerra.
Verificólo de sus resultas, entrando el dnque do Alba en Navarra y
apoderándose en el día de Santiago de Pamplona, ¿ lo cual se sigai¿
la Gomision de aquel reino, que unido á Castilla en 1as Cortes d«
BdrgOR de 151 5, no ha vnelto n separarse después. Sandova!, lib. í,_
§. 46.— Mariana, IÍb. 30, cap. 8.
(1) Pedro Mártir, Epínola 457, á 6 de julio en Guadalupe.—
Zorita, ibi., cap. 36. — Mariana, ibi.
3vGooglc-
no
rjneros y genlc inúlil que tomaba paga y le reducían ¿
solos 7500 hombres hábiles , no se entregase el dinero á
los coroneles, sino que se les pagase personalmente; se
movió, como en Cartagena al embarcarse para Oran, un
grande alboroto entre los soldados. Hubo que ceder 6 lo
que pedian, y sosegados y pagados los alborotados, par-
tió Pedro Navarro con toda la infantería para Pontecorvo,
siguiéndole detrás Zumudío con la que llevó de Espa-
ña (1).
. Mientras tanto el Rey Católico requirió por medio de
su embajador al Rey de Francia , que restituyese á la Igle-
sia la ciudad y condado de Bolonia de que se había apo-
derado. Habiéndolo resistido como era de e&perar, se
concertó en 4 de octubre de aquel año de 1511 entre el
Papa, el Rey Católico y los venecianos la liga llamada
santisima , por el fío á que se dirigia de defender al Papa
y la libertad y unión de la Iglesia contra los cardenales
cismáticos y contra el concilio que habian juntado en Pisa,
y que se restituyeran á la misma Iglesia la ciudad de Bolo-
nia y lo demás que se le había usurpado. Las condiciones
principales á que se obligaron los coligados fueron las de
que el Papa acudida con seiscientos hombres de armas
mandados por el duque de Termens : la señoría de Vene-
cia con su ejército y con su arn^ada para que se juntase
con las once galeras del Rey Católico: que este á los
veinte días de publicada la liga habia de enviar contra lo»
franceses' un ejército de mil y doscientos hombres de ar-
mas, mil caballos ligeros y diez mil españoles de á pié,
dándole el Papa y tos venecianos para su paga cuarenta
mil ducados en cada mes, y ochenta mil por la de dos
(!) Zorita, cap. 41.
3vGooglc
17!
meses en el dia en que se publicase la alianza; y que las
tropas de todoa los coligados hubieran de obedecer al ge-
neral que el mismo Rey Católico nombrase (i).
Hay quien dice que aquel Rey por consecuencia ^e
esta condición " estuvo muy inclinado á dar á Pedro Na-
> Tarro el piando del ejército de la liga, y que le dnñó
• el poco esplendor do su nacimiento; porque aunque le
■ parecía que los españoles le obedecerían si él lo manda-
• ba, como lo habían hecho en AMca poco antes , dudaba
> mucho de que obedeciesen los cobos principnles de la
> Santa Sede y de Venecía. Por esla razón , añaden que
> nombró por general al vircyde Ñapóles D. Ramón Car-
• dona (2)," mozo de gran linaje, de buenas maneras,
alentó y elegante, pero que como con razón dubaba Pe-
dro Mártir y la experiencia acreditó no baslabn eto para
mandar ton grande ejército , pues se necesitaba olro mas
práctico (5). Su alcurnia sin embaído , y eso nos mues-
tra los obstáculos en que hubo de tropezar el Cíttótico,
no bastó para acallar la altanera, presunción y orgullo ile
Próspero Colonna.uno de los barones napolitanos mas pre-
ciados de su nobleza y poder. Excusóse de salir per-
sonalpiente á campaña á la cabeza de su compañía de
hombrea de armas; porque dijo que no tria sino con Rey
ó kijo de Rey (4) , y no pensaba mal por lo tanto el escri-
(1) Guicciardini , Títoria d'lialia, lib. 10.— Zurita, lib. 9 ca-
pítulo 3S.—MariaDa , lib. 30, cap. 5.
(2) Aleson, Jnnales át Navarra, lib. 85, cap. í 2, %■ 3,p"g- í'»-
(3) Epiíiola 469, en Burgos j 5 de diciembre de 1 51 1 . /j Ra-
monuf nobili genere orlus ett, naiura urbanas , milis tlegoni. At
nació an ad fanfam exercitum gu¿ernandum, hae salii lint, jnallem
(4) Zurita, ibi., cap. 41, y Mariana dicen que también se excu-
sa Andrés Carrafa, conde de Sania Sevcrina.
3vGooglc
in
tor contemporáneo que miraba como una desgracia en
Navarro ser hombre que habia alcanzado muy grandes ho*
ñores de guerra por su extraña astucia y arte , sin tener
ningún resplandor de linaje (1) , porque esta fatta inde-
leble , según las opiniones de aquel tiempo , no bastaban
su valor y su pericia militar para borrarla.
Ni aun el segundo lugar se le dio eo el ejército. Con-
cedióse á Fabricio Colonna , primo de Próspero, oo sin re-
gatear primero los honores y ventajas con que habia de
regir un cargo que reputaba por inferior á su alcurnia.
Pidió y obtuvo que ya que el virey Cardona precedía á
todos como general de la liga , á él se le diese el nombre
y cargo de lugarteniente y gobernador general del ejército
Ae\ Rey, y por ser persona de tanto nacimiento se dio or-
den, dice Zurita, de honrarle anteponiéndole á Pedro iVa-
varro que llevaba cargo de capitán general de la infante^
ría (2). Logrado eso pidió y también consiguió llevar, se-
gún antes lo babian usado en Italia otros gobernadores y
lugartenientes generales, una bandera cuadrada con las
armas reales, oigo diferente y menor que la del capitán
general, y además de otras distinciones con que mortificó
á Navarro , llegó á pretender que al voto de este prefiriera
el suyo en los consejos de guerra , agraviando con eso á
aquel distinguido guerrero de ud moda que acaso tuvo
trascendencia después (5).
E^tos y otros puntos prevenidos y ordenados, salió el
virey el 2 de noviembre de Ñapóles para Aversa. Su
ejército el mas numeroso y lucido qae hasta entonces tal
(1) Zarits, ibi.
(2) Historia del marqués de Pescara por el Mr». Valles, lib. if
cap. 3.
(3) Zurita, ibi.
3vGooglc
173
^-ez se huiticse visio en Italia , constaba del número y da*
ie de geole estipulada en la liga. Militaban en é) los ca-
pitanes y coroneles mas afamados de su tiempo , y los
caballeros y barones mas orgullosos de Ñápeles y Sicilia,
contándose entre aquellos algunos de los anjoínos. De £u
lujo 7 ostentación dará uq indicio, que á los cien alabar-
deros que el virey babia creado para guardia de su per*
tona, " los llevaba vestidos con ropetas de paito verde
■ oscuro y rosado de grano , jubones de raso ó tafetán
■ blanco y morado , calzas blancas y morados , gorras de
■ grana. El capitán dellos llevaba sus atavíos dos cabo-*
> líos darmas para su persona ataviados con lodo su cum*
> plimiento ; el Uno cotí unas sobrecardas de raso morado
• cubiertas de chaperia de plata , de unos cordones de
■ San Francisco que hacían una reja, y en los cuadros
■ de la reja sobre el raso habia dos ESSES de plata con
> un sayoQ de terciopelo carmesí hecho á puntas con pes*
■ lañas de raso blanco. £1 otro caballo llevaba con unas
> cubiertas de terciopelo verde y raso amarillo, é mita'
> des cubiertas de unos escaques de liras de tres en tres
• de la una oolor en la otra sobre pestañas de raso blanco :
• el sayo de esta manera sin los otros alavios que llevó."
" Llevaba mas el virey cincuenta continos del Rey
> lodos mancebos, hijos de caballeros, los cuales iban tan
• bien ataviados j que ninguno llevaba menos de dos ca-
■ balleros de armas con lodo cumplimiento de sus perso*
• ñas. Llevaba mas XX mozos de espuelas con ropetas de
• paño morado y jubones de terciopelo verde y calzas de
• grana. Llevaba XXIIII coballos de su persona, ocho es-
• tradiotes y ocho gineles con XXIIII pajes en ellos , res-
• lides con repelas de grana, jubones de terciopelo ó
• raso negro, gorras de grana, capas aguaderos de paf.o
3vGooglc
174
* de Perpiñan. Llevaba GG gastadores con su capitán para
1 asentar bus tiendas. Llevaba su capilla con XIIII can-
* tores muy cumplida. Llevaba sus atabales y trompetas
> bastardas y trompetas italianas con todos los cumpü-
« mientes de su casa y criados como se requería. En su
» persona llevaba unas sobrevardas y sayón de brocado
> blanco y raso carmest hechas á girones y los girones
» hechos á puntas de lo uno en lo otro con pestañas de
■ raso azul. Llevaba unas sobrevardas y un sayón de raso
* azul cubierto de unos lazos Ae brocado que lo cubría:
■ todos seütados sobre raso blanco. Llevaba unas sobre-
» vardas y un sayón de terciopelo carmesí y raso blanco
* hechos á cuartos y sobre los cuartos de carmesí había
> una reja de Treson de oro , de un dedo de ancho, hecho
» á centellas; dentro en tas centellas había unos Otros ¿b
» oro relevados que descubrían tanto de seda como era
> de ancho el fresón. Otros muchos atavíos llevaba de su
■.persona forrados y por aforrar, cadenas, bajílla, que
> por ser breve no digo. Llevaba dos cortinajes y cobcr-
> tores para dos camas , una de brocado carmesí toda y
> otra de brocúdo blanco y raso carmesí. Dicese do cierto
> que gastó sin lo que propio suy¿ tenia, veinte y dos míl
B ducados de oro antes que de Ñapóles partiese, en solo
■ el aparejo de su persona y casa (i)."
De solo el tren de dos españoles da razón et curioso
autor de esta descripción , de el de Antonio de Leiva, que
fué de los mas famosos que militaron en Italia desde el
tiempo det Gran Capitán, y de el de Al varado. Nada
{i) H'ttloria del invicfítlmo y muy aiiimoio caballero y cn¡>iiaa
D. Heriiando de Avahs, marquéí de Pescara, recopilada por el mars-
irn l-'alles con itiia adición hecha por Diego de Fuenlet, Znragoza,
4a63, líb. 1, cap. 3.
3vGooglc
175
cuenta de Navarro qlie, baliienJo vuelto do las mUerias
y trabajos del África l&n pobre y detfarrapado probable-
meote como bu gente, después de haberla apaciguado,
cuando se amotinó por las pagas, continuó para Ponlecor*
To con su infantería de vanguardia seguido, como ya refe-
rimos, del coronel Zamudio con la que habia llevado de
España. Aun no habia salido del reino de Nápole*, cuan-
do ya Navarro tuvo que reprimir vigorosamente un aten-
tado, que indica su severidad militar. Los coroneles Luís
Tineo y D. Antonio Gamporedondo no habiéndolos queri-
do acoger en el lugar de Rocaseca , se encaminaron con
suB banderas contra él. Resistiéronse los vecinos , y resul-
tando algunos muertos de ambas partes en la pelea , man-
dó Navarro prender á los coroneles que tomaron porte en
ella. Enviólos luego al virey que ordenó llevarlos ol Ca«~
tillo-^uovo de Ñapóles . y como si ya no bastase haber
castigado en los gefcs el atentado de los inferiores, se
deshicieron sus coronelins y las de Sancho Velszquez,
Juanes y D. Diego Pacheco ; repartiéndose la gehle de
sus compaftías y la do las que poco antes se habían albo-
rotado , por las demás que en aquella ocasión se organiza-
ron (i).
Terminada esta operación continuó el ejército adelan-
te llevando siempre nuestro conde !a vanguardia. El Papa
que mucho ansiaba por recobrar á Bolonia instaba al vi-
rey para que cuanto antes se encaminase á ella. Parecía-
le que aun antes de llegar el ejército se entregeria sin
soltar un tiro ; no obstante ser una ciudad grande y po-
pulosa, y además de muy aficionada al francés, fuerte por
la naturaleza de su terreno que no permitía acampar en
(I) Ziir¡la,;ibi.
3vGooglc
170
6\ (i). Opinaba de dielinto modo el virey. Pensaba que,
estando el invierno tan adelantado era lo mas convenien-
te ir primero a Florencia f apoderados de aquella ciudad
adicta al Rey de Francia y los cismáticos, pasar en ella y
8U territorio lo roas crudo de aquella estación. <^onio on
medio de esa divergencia prevaleciera al fin la opinión
del Papa , vdrió el ejército de dirección y lomó la del
Abruzo, país trio y de caminos difíciles; De eso resultó que
no soto enfermaron muchos de los soldados recientemente
salidos del benigno temple de Ñapóles, sino que no pu-
diéndose transportar la artillería gruesa para trasladarla á
Rimini , hubo que embarcarla en Manfredonia (2).
1512. — Hasta el dia de Navidad, primero entonces
del año de 1512, en que se unió al ejército, tuvo el ri-
rey que estarla esperando en Imota, último lugar de la
Romana. Emprendido entonces otra vez el movimiento,
bastaba enviar un trompeta á los lugares del duque do
Ferrafa, por donde pasaba ó se acercaba, para que se
rindieran al vlrey. Solo se mantuvo firme la fortaleza ó
llámese Bagtia del Fosmlo de Geniuolo, que el duque como
partidario de los franceses y enemigo por lo tanto de los
venecinnos babia levantado sobre el rio Po, para impedir
que por él subieron las gateras de estos. Guarnecíanla
250 infantes valerosos con mucha artillería y buena gente
para servirla , y estaba por otra parte tan bien entendida
y dispuesta , que se creía necesario un ejército numeroso
para combatirla. Pedro Navarro qne con su infantería
llegó el primero á Lugo y Banacabaln, viendo al virey de-
tenido en Imola esperando la artillería gruesa, le pidió
(I) lbi(l.,cap. U.
('i) Itiiil., c'^|). ^5.
3vGooglc
177
exctUdo por algunos de tos suyos, que para conservar su
reputación y aterrar á los enemigos le periniliera expug-
nar la Baátia ó Baslida. Concedido que le fué y eneami-
liado contra ella, comenzó, así que llegó, á combatirla con
tres piezas. Encontrando en bus defensores mas resisten-
cía de la que se prometía . mandó fabricar dos puentes de
madera para atravesar los fosos llenos de agua. Apenas
coocluidos, cuenta Guicciardini que los españoles camina-
ron intrépidos y osados al asalto y que al cobo de diferen-
tes tentativas entraron á escata vista en la fortaleza, de-
gollando á casi todos los que la defendían , incluso su ca-
pitán Vestitello (i); al paso que Paulo iovio refiere que el
asalto se verílicó después de haber Navarro usado de
aquel su peculiar artificio de las minas que tan gran repu-
tación le dio en las guerras anteriores (2].
Suceso tan arrojado , que tuvo lugar según unos en el
último dia del año de i 51 1 , y según otros tres dias an-
tes (5), QÍDguna ventaja produjo, do obstante la celebri-
dad que se le trató de dar. Quería el virey que la Bastia
o Bastida se demoliese y Navarro por lo contrario sostenía
su conservación , teniéndola por muy útil , como el duqoe
(t) Guicciardini, lib. 10.— Zurita, ibi., cap. K.
(2] De vila A/fami DbcÍs Ferrarir, ^g. Mh. ¡taque Ntwarrttí...
ad Butiaia defertur, ad matitque tormeniis murum alqae aggtret
vthcmtniisíime qutuit sao tiiam pecuUari ariificio, quo nomea cuacta
expugttattdií saptriorihus bellis fueral conieculut , cunicutos ogil et
luódilo ac incensó sulphureo pulvere toliat munilioais fronlem ab tai-
mo in íummam caronam terribili eum fragore extiadit , parotque ai
taparte adtiuin el atceitsum milUi. Nee mora Hiipani irrumpitní....
Cmtírudiiiir iarra aream CastclU yesiideUiis.
l3j Peiri Bcinbi Hisiorta fenela,\ib. 12. Ex fíispauis iirm cfn-
lum in en oppugna'ioue orcubueruiU terlioque ab ea re dic anuí Jiuif
fitii, [lerj ZuriU le refuta.
Tomo XXV. líi
3vGooglc
178
de Ferrara en eentído ioTeno. para asegurar la navega-
cioD del Pó. DeGriendo al fío el virey á la opinión de Na*
Tarro > encargó este la defensa de la fortaleza á doscientos
soldados del Papa que puso en ella con loa capitanes Saxo^
italiano, y Faronda. español , mas anduvieron Un débiles
cuando de allá á poco trató el duque de recuperarla «-
gulendo su anterior propóúto , que se la rindieron con
soma facilidad (1).
Mientras tanto Navarro que faabia regresado á Imola.
siguió con el ejercito, y en el lugar que le corre^ndia. á
Butrí. Allí, y antes de pasar adelante, llamó el virey á con-
sejo de guerra para decidir lo que debia practicarse. Fabril
ció Colono- y los capitanes que con él y con la caballería
iban eolónces en la vanguardia, opinaron porque ponién-'
doso el Real en Cerlo y en la Piebe, que el giboso P^dro
de Paz había ganado en aquellos días, se tomara desde
luego á Castel- franco , plaza fuerte é importante entre
Carpi, en donde alojaba la gente francesa, y Bolonia ^
Fundábanse en que además de poderse desde allí correr
el campo de aquella ciudad y apoderarse de los pueblos
cercanos que mas convinieran, no se exponía al riesgo de
poner cerco á Bolonia en lo mas bravo del invierno y de-
jando Ferrara á la espalda. Decían también que cuando
fuera el tiempo mas acomodado para emprender aquel
cerco , les facilitaba la posesión de Castel^ranco poderlo
ejecutar por la parte de Módena que era en sil opinión
el lugar mas oportuno para ello ; conformándose mas y mas
por último en su dictamen al oir que Gastón de Foix, du-
(I) Jotío, ibi.— Pedro Uárlir, Epísio¡. 478 y i79.'Guicct3rd¡-
ni, lifa. 40, dice que el dttque combatió la Bastía con nueve piezas
de arlillerta.
3vGooglc
119
que de Nemours y general Jel ejército francés, camiiiabit
ya por Rozo y Hódena con genle de ¿pié y á caballo á
socorrer á Bolonia.
Pedro NaTarro, á quien se moteja de que teniendo gran-
de opiaion entre la gente, si no se seguia &tt opinión, ser-
via de mala gana por ser terco y cabezudo (I ), sostuvo
por lo twotrarío que lo mejor era ir cuanto antes y dere-
chamente por la montaña á cercar aquella ciudad. AGrma-
ba y soslenia quo la tomarla p»lmo á palmo aunque le en-
trase socorro ; que de ningún modo convenia detenerse en
Castel-franco, asi por no ocupar gente en su guarda, como
m»8 señaladamenle porque dislando quince millas de Bolo-
nia no se podía aprovechar de él en lo principal; y como
en este parecer ampliado y mantenido porfiadamente por
Navarro , se hubiese al fin fijado el virey , pasó con lodo
el ejército á situarse á cuatro leguas de la ciudad (2).
RecoDocido al otro día, que fué el 16 de enero, todo el
terreno inmediato á ella hasta tiro de lombarda , se volvió
á discutir en consejo lo que se había de practicar para Tor-
maliiar el sitio. Acordes Fabiicio y Navarro en que desde
luego se cercase la ciudad , se puso el Real en la quinta lla-
mada Belpogio que pertenecía á tos Rentiv(^líos (5). Fií-
brício oon BU vanguardia compuesta de setecientos hom-
bres de armas , tjuinientos caballos ligeros y cinco mil in-
fantes se situó entre el puente del Reno y la puerta de Sim
Feliz para impedir el socorro francés ; y á fm de enseño-
rear enteramente la montaña que domina la ciudad, pu-
sieron en el bosque y monasterio de San Miguel muy in-
(1) Zorita , ibi ., ca^. 45.— Hariioa, liU. 30, cap. 7.
(i) Zuriu y Hariuna, ibi.
\¿¡ Zurita, cap. i6.-'Huri.iiia , ibi.
3vGooglc
180
mediatos á ella una gran parle de la geale y la arlille-^
rta(l).
En tanto que en esto se andaba se introdujeron en
Bolonia, en donde antes' no liabia mas que el pueblo ar-
mado y algunos infantes y caballos de Bentívoglio , hasta
doscientas lanzas Trancesas y dos mil infantes tudescos en-'
viados por Gastón de Foix (2). Eran sus capitanea Ivo
d'Allegre y otros caballeros franceses muy distinguidos,
que no solo confiaban en su valor y fuerzas para defender
la ciudad, sino en los mayores socorros que su general les
había ofrecido. Eranles con efecto tanto mas necesarios
cuanta que aquella gente no era suficiente , atendido el
recinto de Bolonia para poderle cubrir; las forlificacloDes
se babian levantado muy á la ligera , y además de estar
todo dominado por la montaña en que se habían situado
los españoles , se temía mucho á la infantería de estos,
que por su agiUdad , destreza y valor no bailaba resisten-
cia en ninguna fortaleza , según acababa de conGrmarto
OD la loma de la Bastida ó Bastía (5).
En medio sin embargo de ese decaimiento cobraron
ánimo los sitiados al observar la lentitud con que proce-*
dian los sitiadores. Nueve días llevaban estos al i^dedor
de la ciudad, y nada aun habían emprendido contra ella^
Todo era discusiones, ya sobre el lugar en que so debía
plantar la artillería para dar principio al combate , ya so-
bre el modo do impedir la entrada del socorro anunciado.
Lo que en un día se aprobaba , nos dicen los historiado'
(1) GDicciardini, lib. 10.
(2) Pedro Hártlr, Epiíiola 480, dice que en Bolonia, babu
praier hahitalores Gallorum peditum iría mitUa, ealapkraetorum
iancea quingeata L-tc.
(3J GuicciarUint , ibi.
3vGooglc
181
res que se desaprobaba al siguiente ; siendo mas incons-
tanles las determinaciones á medida que se acreditaba
la Toz de estar ya Gastón de Foix en el Final , á veinte
millas de Bolonia , con ochocientas lanzas, mil caballos
ligeros y tres mil infantes , ó los que se juntarían dos mil
gascones y algunos caballos del duque de Penrara , con la
firme determinación de hacer levantar el sitio (1).
Ya en esto se había principiado á combatir la ciudad
desde el alto de San Miguel con dos sacres y dos culebri-
nas (2). Los sitiados correspondieron también con su ar-
tillería menuda y mataron de un tiro al coronel Salgado
y á Mosen Juan Bovadilla (5). Nada sin embargo ade-
tantaba el sitio con ese cañoneo, disputándose mientras
tanto continuamente y no sin calor en el ejército sobre
el mejor modo de llevarle á cabo ; hasta que al fin viendo
el virey que, en medio de opiniones tan encontradas, los
mismos que un día aprobaron la mudanza de Fabricio Co-
lona y BU gente al otro lado de la ciudad , la desaproba-
ron al otro , se decidió por el consejo que privadamente
le dio nuestro conde , de que avituallando primero y para
cinco dias el ejército, se le mudase todo entero al otro
lado de la ciudad, dejando únicamente en San Miguel del
Monte una guardia para su custodia. Desde aquella sitúa-
(1) GoicciardiDi , Zurita y Mariana, ibi.
(2) Las culebrina!, qne Bnliguamente se empleaban para arro-
jar las balas muy lejos , dice rni escrilor que eran de caatro espe-
cies y se distinguían por el calibre. Había culebrina , inedia cule-
brina , cuarto de culebrilla ó sacrt y octavo de culebrina ó falcontle.
Todas estas especies si tenidn de largo 30 ó 32 diámetros de sn
boca se llamaban Ugílimas, y sí tenían menos bastardas. Con ^fol-
conete se arrojaban balas de dos libras y media.
(3) Zurita , ibi.
3vGooglc
182
cion crcia Navarro , que no solo se podía impedir qoe el
ejército enemigo socorriera á Bolonia, sino que acercán-
dose él con el nuestro por donde no estaba preparada
para la defensa, ni esperaba ser asaltada, la tomaria in-
fatiblemenle en aquellos cinco dias OOD U aplicación opor-
tuna de sus minas y trabajos (4).
Tan luego como esta determinación del virey fué
conocida de Fabricío Cotona y sus partidarios , no hubo
uno Bolo que no la contradijese. Opusiéronse abiertamente
á que el ejército se situara en un lugar en que no podia
recibir de la Romana las únicas T^uallas con que se sos-
tcnia. Las consecuencias de eso decían que serian el
desorden y disolución del ejército, si la ciudad no se lle^
gaba á tomar dentro de los dias que para ello se seAala-
ban. [^opu»ieron otras dificultades y proyectos , siendo
el mayor obstáculo para la ejecución de cualquiera de
ellos, la ambigüedad é incertidumbre en que todos se en-
contraban. Mostráronse a! fin mas dispuestos á que se
asaltase la ciudad por la parte en que el ejército estaba,
y quién mas por esto instaba era el legado del Papa Juan
de Hédtcis, fastidiado de que tanto se tsu-dára en some-
ter á Bolonia (2).
A ese vehemente deseo acompañaban sus sospechas
de los españoles , no viendo en cuanto pasaba sino el pro-,
ceder artifícioso del Rey Católico. Mediaron sobre esto
palabras harto serias con el virey, que le echó en cara,
y no 6ÍD razón, que no siendo militar ni entendiendo de
las cosas de la guerra , diera ocasión con sus conversacio-
nes y solicitudes á precipitar medidas en las que , tratan-
(1) Guicciardiai , ibi.
(8) Ibid.
3vGooglc
183
dose de negocios que á todoa tanto imporlaban , ninguna
deliberación estaba de mas: concluyéndose al cabo de
tanto hablar con seguir el virej el parecer de Pedro Na^
vaiTO, de que se continuasen las provisiones necesarias
para expugnar la ciudad y oponerse al socorro francés , y
de que le plantase la artillería como á unas Ireficientas
brazas de la puerta de San Esteban en el caniino de Flo>
reDcía , asestándola contra el muro que , volviendo hacia
la puerta de Castiglione , Tormaba ángulo con la mon-
taña (1).
A la Tez que esto se practicaba emprendió Navarro
una mina y cava subterránea hacia la misma puerta de
Castiglione, dirigida precisamente contra aquella parte
del muro en que había una capillita. Era su objeto asal-
tar á Bolonia por dos parles á un tiempo , contando con
que divididas de ese modo las fuerzas de los sitiados se-
ria eo cada una mas flaca la defensa ; pero como en los
trabajos de la mina oo iie adelantaba tanto como la arti-
llen'a contra las murallas de la ciudad , aunque ya tenían
abierta una brecha de mas de cien brazas , y que los si-
tiados abandonaron la torre de la puerta por no poderla
defender. Navarro se opuso á que se diera el asalto hasta
qoe la mina estuviese perfeccionada. Tan temerarios buho
con todo algunos soldados españoles que aplicando una
escala á la torre la entraron por un agujero, y después
de plantar su bandera en ella , saltaron á una casita aban-
douada dentro de los muros. Aun pasaran mas adelante
con los demás soldados que tumultuariamente queriaq
seguirlos, si en tanto que á estos los cortenían fuera los
(I) Guicciardini , ibi.
3vGooglc
184
ca[>¡taDe8, á ellos no tos hubiesen parado los reparos que
ilentro descubrieron , y la arlilleria que para defenderlos
traían los sitiados (1).
Estos sucesos y los preparativos, así do las minas como
' de puentes de madera y de faginas para pasar nuestra in-
fantería los fosos y encaminarse al asalto , tenían conster-
nados á los bolúñeses. Conociendo su peligra muy cerca-
no enviaron mensajeros é Gastón de Foix recodóle con
empeño , que )w socorriera cuanto antes. Tan propicio le
encontraron que en el mismo dia lo verificó con mil infan-
tes, y al siguiente con ciento y ochenta lanzas que juzgó
suficientes para defender la ciudad; mas antes de que lle-
garan , acabada la mina y cargada , mandó Navarro infla-
marla, pronta la tropa para et asalto. Guícuiardíni, a quien
principalmente seguimos, por haber sido entonces emba-
jador de los ñorentínes al vírey de Ñapóles (2), cuenta que
la mina reventó con el mayor impela volando por los ai-
res la muralla y la capillita de Nuestra Señora puesta so-
bre ella. Tan en alto quiere que fuesen lanzadas, que se
vieron por debajo todo lo interior de la ciudad , y los sol-
. dados que detrás de los reparos prevenidos estaban pron-
tos para defenderla ; mas por una casualidad que los bolo-
ñeses atribuyeron á mílagrOj reputando por imposible que
sin el auxilio divino pudiera suceder, la muralla y la ca-
. pilla volvieron á caer tan á plomo en el lugar que antes
■ ocupaban y quedaron tan encajadas en él , como si con la
explosión no hubiera votado : de modo que no pudiéndose
(1) Gaicclardini y Zurita, ibi.
(2) Asi se dice en udb nota a) libro ÍO, y qae Guícciardiní te-
nia entonces veinte y nueve años.
3vGooglc
-i8&
-por esn cansa dar por aquella parte el asalto proyectado,
juzgaron nuestros capitanes que tampoco se debía dar por
la otra (i).
Otros, y aca^o no mal inrormados, refieren, que la opc-!
mcion se frustró por la nieve que durante tres días no ce-
só de caer. Tanta fué , y tan rigoroso y duro aseguran har
ber sido el tiempo, qife los soldados majados y revueltos
en el cieno no se podían mover ni hacer servicio algu-?
no (2). La debilidad del muro por una parte y la humedad
de la tierra por otra , la pólvora algo mojada , y acaso no
mucha regularidad en la cava , aGrman otros , que en vez
de levantar el muro en alto , fueron causa de que la mína
reventase con poco efecto y hacia lo interior de la ciu-
dad (3). Otros en Gn lo atribuyeron á que los hornillos se
colocaron y cavaron precisamente debajo del grueso de
la maralla, sin extenderse á ma^ terreno, y como Navarro
dicen que Fué de este sentir y le pareció temeridad dar
por allí el asalto, no estando prevenido de las escalas ne-
cesarias y habiendo visto por el claro que dejaron la mura-
lla y capilla al volar . que los enemigos estaban en postu-
ra de recibirle : el virey Cardona siguiendo su parecer di-
lató el darte hasta que en otra parte se abriese una nueva
mina en que Navarro comenzó desde luego á Irabajar- (i).
O por esta razón ó porque la Burgesiade Bolonia tuvo
(1) Ibid... Ailribaironoqueílo caso jr Bohgneii Á miraeoU, ripu-
lanáo impoisibile che lema ¡'at/julorio divino fosie poluto ricongiu-<
. gnerti cotí appun/o nei medesimi fondamenii onde fit dip«i ampfiaia
■ quella Capptlla e freipteniata con non piccola divoúone del papólo,
{%) Zurito, ibi.
(3) Pedro Hárlir, Epittola i60, en Burgos á 21 de febrero de.
1512.
[i) AlesoD. Anales de Nm-arra, lib. 17, cap. ^, DÚd>. h.
3vGooglc
186
mag miedo por el peligro qtu habia corrido que valor por
el milagro que habia creido (1), so fué á losBenlivoglíos,
infitñndoles para que ó capitulasen ó apresurasen cuanto
antes et socorro francés , porque no querían correr los
riesgos que les amenazaban. Fuéronse pues sus principa-
les capitanes at duque de Nemours Gastón de Foix, y de
tal modo le exageraron su peligrosa situación, que si den-
tro de tres dias no los socorría , le dijeron quo se rendi-
rían. Bien quena Gastón, mozo joven y deseoso de gloría
ir en persona á socorrerlos, pero llamaba su atención la
ciudad de Brescia ocupada por los franceses que los vene-
cianos, cuya era, intentaban recuperar. Preliriéndola en
algún modo por ser mas fuerte que Bolonia, y tratando
de ver si podía conservar las dos , solo envió á la última
UD socorro de mil infantes y alguna caballería , que aun-
que entraron en ella sin perder un hombre , ni los espa-
ñoles desmayaron en sus proyectos, ni los sitiados se alen-
taron y dieran por seguros (2).
Insistieron por lo contrario en que Gasten de Foix los
socorriera mas eficazmente , y que él mismo en persona, y
según se lo babia prometido, fuese con el socorro. Tan re-
petidas instancias, y la persuasión de que la crudeza del
tiempo no permitiría á los sitiadores atender al servicio
con la vigilancia debida , le indujeron al fin á cumplir su
promesa. Saliendo del Final una tarde al anochecer y de-
jando allí la artillería, con tal silencio y presteza caminó
(1) Aleson , ibi. Segnn est« mismo anslista , Gastón de Poii,
duque de Nemonrs, sobrino del Rey Lnís Xll.de Francia, y cañado
del Rey Catútico, como hijo del infante D. Juan de Navarra, era tan
navarro como Pedro de Vereterra, qne persiste en que fuera Ai-
dalgo roncales, ibi. cap. 2.
[2j Ibid.
3vGooglc
487
loJa la noche á pesor de la nÍOTe que caía , del víenlo tni<
petuoso que la llevaba á los ojos de los hombres y de tos
caballos, y de an tiempo en fin el mas horroroso que pueda
describirse , que al amnnecer del día siguiente se encon-
lr¿ dentro de Bolonia con seis mil infantes y trescientas
Innzas según unos . con setecientos caballos y cinco mil
infantes según otros , y con mil y trescientas lanzas de
hombres de armas-, y una numerosa infantería de tarios
clases según otros (i ).
Esta operación que los escritores de aquel tiempo
recomiendan como una de las mas famosas y resueltas
que se habían visto , sc practicó con tanto silencio como
descuido y culpable negligencia de los españoles. Un día
y una noche estuvieron sin 'saber que hubiese entrado
el socorro; durante cuyo tiempo pensó Nemours comba-
tirlos por los tres puntos que ocupaban , y no lo hizo por
haberse opuesto los principales capitanes de su ejército y
sobre todos el gobernador de Bolonia Mr. d'Allegre. Cuan-
do al fln . por un stradioía griego ó albanés , 'caballo li-
gero, que habiendo entrado en aquella plaza con el socor-
ro , sali^ á reconocer nuestro campo y Alé prisionero , se
supo aquel resultado, juntó el virey Cardona su consejo
de guerra, y en él se determinó la pronta retirada de la
artillería á favor de la niebla espesa que habia , y que á
la primera noche la siguiera todo el ejército. El conde Pe-
dí Pedro Bembo, escritor contemporáneo en an fíistoría ^ene-.
ta, lib. 12. Fojui... Mediolano ciim equitihus seplingenfís, mllilt-.
ittí quinii miUibui ineredibili eeleri/ate, nivoiis lutossissimiique iltru-
Tihutf Boñoniam profeetus ita se taet'li in nppidum intutit ui Hispa-
not, etc. — Podro Hártír, Epíítofa 481, en Burgos á 10 de marzo.—
Zorita, ibi., cap. i7.— AlesoQ dice que el socorro entró en Bdonia..
el i de febrero y no et 4.
3vGooglc
dro Navarro fué quien mas promovió esta determinación,
y la cumplió con tanta puntualidad y tan extraordinario
silencio, que si grande fué la sorpresa de los españoles al
saber la entrada del socorro , no debió de ser menos la de
los franceses cusndo después de ejecutada supieron la re<
tirada de nuestro ejército. Al amanecer, la artillería que
habia- caminado por lo llano cubierta por la gente de ar-^
mas, y protegida por Navarro y ta suya que marchaban
por la sierra, se encontraba ya al otro lado del rio que
corre á una milla de Bolonia , no habiendo tenido otra
pérdida que la de algunos soldados que descuidados ó dor^
midos al levantarse el campo , fueron muertos por los bolo-
ñeses , que salieron á reconocer el lugar en que estaba (1).
De San Lázaro en donde por el pronto sentó su Real
el virey Cardona se trasladó dos dias después al pueblo
nombrado Castillo de San Pedro. A Navarro con su infan-
tería se le destinó á Vimintano y a Fabricío Colona con
la gente de armas , y los otros capitanes se les alojó en los
lugares del contorno. Según sucedió en todos tiempos,
cuando las cosas militares no salieron tan bien como se
deseaba, en tanto que el duque de Nemours, sus'cnpilanes
y parciales encarecían el haber becho levantar el síLio á un
ejército tan afamado como el español y en que militaban
coudillos tan esclarecidos como Fabricio y Navarro (2), en
nuestro campo y entre oGctales y soldados se murmuraba
(1) Ggicciardini, Zurita, Alesoo, ibi. EsU retirada dicen anoa
que se verificó el 6 de febrero, y no falta quien diga el 7.
(2) Jovius, De viía Leonii X, tib. 2, tratando del socorra, dice :
Aeeidit auiem id qiia nihil álate nottra admirabilias in re beUica/or-
taise eontingil, ut nihit proriut tentientibut hispanit... Bonooiam M
ingreiíits: quam Fairiiius et Navarras vigilanttssimi komines, tal
equitum turmai.., nihil de ejus advenía praseniUftnt.
3vGooglc
189
allamenlc de cuanto ea el sitio habia ocurríJo; Acusaba*
se al Tjrey del tiempo que perdió al principio dando lu-
gar á los boloñeses para repararse y ser socorridos, y de
lo poco que lomó en cuenta la dureza de la estación y la
(lificullad de ser abastecidos. Decíase de Navarro que ba-
bia muy mal dirigido las minas y se babia mostrado muy
confiado en ellas y en sí mismo, y acriminaban por último
la falta que hubo de vigilancia y de espías para dejar pasar
al duque de Nemours sin dar aviso de su venida ()}.
A estas agregaban otras acusaciones y quejas que apa*
recieran mas fundadas, si en aquel ejército no hubiesen
militado, además de Pedro Navarro, cuyo dictamen solía
preferir el virey, capitanes y hombres de guerra tan prác-
ticos como Antonio de Leiva, el capitán Alvarado, Gas-
par de Pomar, D. Juan de Cardona y el marqués de la
Padula que lodos eran del consejo. Mas aunque las que-
jas no fueron del todo infundadas, y que en tanto como
bblan los soldados en algo hubieran de acertar « no fallo-
baa algunos que en lo concerniente al virey le escusaLsn
con que á frustrarse la empresa de Bolonia babia mas que
toilo contribuido el carácter avieso y terrible del papa Ju-
lio II que lodo lo quería mandar y disponer á su modo,
habiendo pretendido que hasta se emprendiera el sitio sin
que llegáro la arlillería , conlando con que con solo avis-
tar el ejércilo la ciudad se la rendirían sus parciales; que
ai los venecianos habían cumplido lo pactado ni llegado
los suizos que se esperaban ; y que á pesar de esa fulta y
del rigor de la estación, si el socorro se hubiese retarda-
do dos días, los boloñeses se hubiesen rendido (2).
(1) Zurita, ibi.
(2) Traláadose del Pnpa díCC Zurita, qae i¡ve
3vGooglc
190
Iiliealras tanto el virey llevando Fabricio Colona la
iranguardia con ochocientos hombres de armas , el man-
cebo marqués de Pescara mil caholios ligeros, que no era
poco para quien salía por primera vez á campaña (i), y
Navarro cinco mil infantes , se encaminó con algunas pie-
zas de artillería á Cento y la Piehe. y él se fué á situar ea
Bntri. Foix por su parte habiendo dejado á Bolonia cus-
todiada uoD trescientas lanzas y cuatro mil ¡arantes, sts
dirigió á toda priesa conll'a Brescia , cuya importante For-
taleza habia caido en poder de los venecianos en el dia
antes de que socorriera á Bolonia (2). Toca á la historia
general referir cuantos sucesos mediaron en aquel tiempo
y la diferente tendencia que de resultas de haber sido
favorables á los franceses, se mostraba en cada ejército y
sus respectivos generales ; en el francés todo era deseo de
combatir con el español y derrotarle ya que no lo habiu
conseguido en Bolonia, y en el español por lo contrario
en nada se pensaba mas que en conservaHe sin arriesgar
batalla ni suceso alguno que no se tuviera desde luego
por seguro (5).
Na faltaba sin embargo quien , como Fabricio Culona«
al ver que tos franceses se encaminaban ¿ Brescia, opina-
se porque ó se les persiguiese en aquel camino, ó se em-
prendiera otra operación que los forzase á dejarle ; ma^
aunque habia muchos que sostenian la opinión de Fabricio
en el consejo, el virey no varió de dictamen. Respondió
moda avieso y terrible en tú que corría ma/or peligro y á donde los
yerros no sufrían enmienda era la eondicivnmai inlolerable y ¡lor ella
se avenlaraba á perder mucho. Llb. 9, ilel Rey D. Ftíoando, cd|i, ^7.
(I) El Mro. Vulles ea ta Historia, ibi.
(2' GuicciardÍDi, lib, 10.
(.i] Zuritii, ibi., c;ip. '¿% .
3vGooglc
191
siempre que ti los francetes iban por la posta él quería
irse despacio (1); ocomodándose enteramecle á lo que el
iley Católico Iq habia anticipadamente prevenido acerca
(le que en lugar de convenir con las priesas del Papo,
obraae por lo contrario con detención y que se situara en
un lugar fuerte y acomodado para recibir vituallas ; por-
que acaso en ese intermedio sucediera que en las nego-
ciaciones en que entendia, se tomasen contra los france-
ses y se llegase á vencerlos sin comprometer la suerte del
ejército (2),
Con la idea de inculcar en el ánimo del virey y demás
capitanes del ejército este proyecto que aludió a la alian-
za que realizó el Rey Católico cod el de Inglaterra pai'd
atacar á los franceses por la parte de Guipúzcoa y Navarra,
tan luego como supo que Gastón de Foix habia retomado
á Brescia y derrotado á los venecianos, mandó partir
para Italia á Hernando Valdés, capitán de su guardia.
Después de haber visto al Papa en Roma y alentádole
en BU abatimiento por ios triunfos del francés, pasó al
cuartel general del virey Cardona , en donde reunidos en
su presencia el virey, Fabricio Colona, Pedro Navarro
y los denlas capitanes, habiéndoles primero enterado de
lo que el^Rey Católico trataba con los ingleses, suizos y
venecianos, les intimó de orden suya que "si las cosas
* de Italia no ayudasen para proseguir la guerra con se^
t guridad , se procediese de modo que nada se aventurase
■ basta que se rompiera por la Guiena : que por esa razón
* cuando se puso el cerco á Bolonia tuvo harto descon'-
(1) Zurita , ibi-, cap. K.^Parui Bembas, Hinoria Ventla,
lib. «2.
(9) ZariU, ibi., cup. SG.
3vGooglc
192
■ tonto á pesar de la priesa y precipitación dul Papa . por-
* que aqiietto iba encaminado contra ese fín : que do obs-
■ tante saber él'que la infantería francesa, no siendo de
» alemanes ó suizos no era de tanto vigor ni tan ejercitada
■ en la guerra que pudiese ofender á los españoles , y quu
» creia que aquel su ejército según su esfuerzo y valor y
> el de sus capitanes y los caballeros que iban en él , se-
* rian bastantes para vencer y esperar ta batalla , aunque
* los enemigos fuesen tan numerosos como ya eran: con
> todo les encargaba que pensasen en que de su conserva -
■ cion dependia todo el bien y remedio de la Iglesia y de
* toda lo Italia : que por lo tanto hasta que el inglés rom-
> píese la guerra por la Guiena , les repetía que se gober-
* nascn de manera que en todo caso se conservasen y solo,
» ayudando la ocasión , emprendiesen aquello en que sin
» poner el ejército en aventura , se ganase repulacioo . y
* que DO se curasen mucho de las priesas del Copa, cuya
> condición él conocia muy bien (1)".
Como el Rey no ignoraba tampoco que entre el virey,
Fabricio y Navarro y los otros capitanes habia mucha di-
visión y discordia, llevaba también mandato el mismo
Valdés para amonestarlos en su nombre, y hacer que ce-
sase twla diferencia. Tales prevenciones y avisos, aun-
que tan acertados como mas adelante se vio, llegaban sin
embargo tarde. Cuando Valdés se presentó en 29 de mar*
zo en el castillo de San Pedro , en donde estaba el virey,
hacia ya dios que uno y otro ejército se encontraban á
la vista, y á muy corta distancia, amenazando el fran-
cés quererse apoderar de Ravena. Siendo aquella ctii-
dad el punto de donde el nuestro se surtia de víveres y
(1) Guicciurdiiii y Zurita, Ibi.
3vGooglc
193
(enia sus almacenes, así que el virey entendió que los
frsoceses se encaminaban á ella, dispuso con acuerdo y
consejo del legado del Papa y de sus capitanes , y pre-
senciándolo el mismo Vatdés. que Marco Antonio Colona
sobrino de Fabricio , con las cíen lanzas de su compañía
y quinientos infantes españoles caminando^de noche y á
toda priesa fueran á juntarse con la gente y caballería
que anticipadamente y para defensa de la misma ciudad
de Bavena babia situado en ella con D. Pedro de Castro
y Luis Dentici , caballeros gbllego el primero, y napolita-
no el segundo (i).
Túvose por tan arriesgada aquella empresa, y las con-
diciones del servicio militar eran entonces tan distintas
de las nuestras, que Marco Antonio Colona antes de salir
á ella exigió seguridades que hoy ningún oficial osaria
proponerlas. Pidió que el legado del Papa, Fabricio Co-
lona su tio, Pedro Navarro y los demás capitanes jurasen
ante la hostia consagrada acudir á su socorro tan pronto
como supieran que habiendo entrado en Ravena , babia
Gastón de Foix comenzado á combatirla (2). Así con
toda solemnidad lo practicaron y no dejaron de ponerlo
por obra á su tiempo , dando con esto lugar á una de las
batallas mas famosas que presenciara la Italia. Apenas con
efecto babia Marco Antonio entrado en Ravena en el dia 8
de abril . jueves santo de aquel año , que ya los franceses
(f) Zarita, ibi., cap. 61. -Pedro Hérlir, £/»j/o¿) 483.— Jovio,
Dt rila Leonii X, etc., dice que D. Pedro de Castro salió con Uar-
co Aiitooio Colooa, á quien también acompañaban los capitanes
Salazar y el famoso Diego García de Paredes.
(2) Jovius, ibi. — Guicciardini , Hieronimi Buieei Hiiíoriarum
Raveanaiunt,VA¡. 8, piíg. 6C7, ia tomo 7, parte prima Aiaiquiíor-
lum I faitee.
Toad XXV. tZ
„Googlc
194
comenzaron á combatirla con su artillería arrastrada dp
al paso lardo y perezoso de los bueyes, como hacían los
españoles, sino de caballos mansos y ágiles uncidos por
el cuello (i). Con tal furor continuaron el combate en el
siguiente viernes santo no obstante lo religioso del dia.
que aunque solo babiao arruinado como unas treinta bra<
zas de muralla > y todavía quedaban como unas tres de
altura , que aolo podían subirse con escalas , delerminó
su general que se procediera al asaKb.
Dispuso con ese fin tres escuadrones, cada uno de á
mil bombres escogidos entre los tudescos ó alemanes,
italianos y Franceses de á pié que militaban en su ejérci-
to. A la cabeza de cada escuadrón mandó que se pusieran
también á pié diez bombres de armas por compañía de las
que habia en el ejército, de los mas animosos y resueltos ;
los cuales cubiertos con las mismas armaduras con que
peleaban á caballo, guiaran á los demás. Verificáronlo
con tal arrojo y denuedo , que basta cinco veces fueroa
rechazados , según unos en tres horas, y según otros en cin-
co , retirándose al fin con muchos heridos , y dejando mas
de trescientos muertos, entre los que se contaron á Hon-
sieur Spinay. maestreado la artillería, y á Mr. de Chantillón
uno de loa mas esclarecidos capitanes de caballería (S).
Un escritor que de intento trató da las cosas de Ravena
cuenta que los españoles no solo emplearon para defen-
derse y con admirable resultado uno« fuegos azufroso» en-
cerrados en unos luboi de madera de tres pies y cubierlot
de barro cocido . que arrojaban á los enemigos y no se po'
(1) JoTÍns, ibi., De vita Leonit etc.— Pedro Mártir, ibi., In Cana
Domini qua fuil hoe tumo Idiitim AprUii sexta.
(2) Jovius, De fila Lconú, ibi.
3vGooglc
195
dian apagar ni apartar de donde te huhieten pegada . lo
cual parece como un preludio á los modernos cohetes á
la Congreve ; sino que se aprovecharoa con acierto de In
artillería gruesa y menuda, y de piedras gordas y largas
TJgas que ecbabao á rodar contra los que arrimaban las
escalas á las ruinas ; y sobre todo de uo grande y hermo-
so cañón llamado culebrina, que colocado por Colona en
un bastión los combatió de Satico (1).
Tan pronto como el virey, que al ir Marco Antonio
Colona á Ravena se babia situado con el ejército de la
liga bajo los muros de Faenza , supo el riesgo que aquel
corría , partió á socorrerle con toda su gente ; y Gastón
de Foix que con tanta pérdida acababa de ser rechazado,
así que entendió que Fabricio Coloiia, Navarro y los demás
capitanes coligados apenas oído el cañoneo contra Rave-
na se habían puesto en movimiento, levantó el campo
arrebatadamente por no verse metido entre dos fuegos (2).
De aquí resultó que, habiendo el ejército coligado situñ-
dose en un paraje llamado Mulinüccio í dos ó tres millas
de Ravena , los Trancesea que lo observaron determinaron
oponerse ¿ que pasái'an el ¡lonco por el vado que ofre-
(1 ] Hieranimut Rubaus, lib. 8, pág. 67. Hispani tulphureU igni-
túi ufi taní, qttoi ligneii lubit tripedatibut , a/que illis íeitaeeit in-
duMí, miraiiii iaeceitu it hostet jaciebanl ¡ aeque enim ulla vi exlíu-
gui poterant aud de loco dimoferi ad quem adhmtiiuent : majara
úuuper minofaque tormenta auidue displosa, el ex ruinaniia «um-
mitate f sosa ingenletqae trdtet undique demissa ia murum ^adrrt
conentei in prceeepi delurbahant , reprimebaiii urque tuhinde et t-ul-
ntraianiur qai tcaia luiibant. Sed Ínter calera máximo fait usui
tormrnium ingem quod eltgaatit et mira magailudiius talubrinam
twca¿aní.— GuicciardÍQÍ y Jovio ibi,
(2) Jofina, Deviía Lcaiúi... a Ravennaproperi dieeisit ntinler-
e¡uju*f ti diuliut hareret , lihinecette foret aneipili praliodeceriare.
3vGooglc
196
cié. Creyeron, y mas teniendo fuerzas tan superiores, que
aquella era la ocasión de dar la batalla que tanto deseaban
y tan repetidamente les habia recomendado Luís Xll su
Rey (1).
Con esta determinación y resueltos á combatir á los
coligados en la mañana del siguiente onci de abril do-
mingo de Resurrección, pasaron aquella nocbe del sába-
do sanio en echar un puente sobre el Roneo y en allanar
sus orillas para buscarlos con mas facilidad. En el campo
de la liga mientras tanto se trabajaba en abrir fosos y en
resguardarse con tas zanjas que daban curso á las aguas:
disposición debida á Peilro Navarro que contra el parecer
de todos los capitanes de caballos, y especialmente de los
italianos, no quiso cunsentir como general de la infantería,
on que el campo se mudara en aquella noche á una coli*
na inmediata á Ravena. Acusósete después de esa terque-
dad ; pero semejante precaución no aparece desacertada,
mediando entre uno y otro ejercito la vasta llanura deno-
minada Sobre-clase de Ravena sin otra defen a qae los
dos riachuelos Hotico y Sabio muy fáciles de vadear (2),
y sobre todo la Inferioridad numérica del ejército coligado
comparado con el francés. Llegaba este según algunos á
veinte y cuatro mil infantes franceses , gascones , italianos
y tudescos , dos mil hombres de armas y mas de otros tan-
tos caballos ligeros con cincuenta piezas de artillería (5);
(f^Gnicciardini y Zarita, cap. 55,
(2) Clastis Ravena la llama Pedro Mártir eD sd epístola 483.—
SandoTal en el Jib. i, %. i&, pone la batalla ea el domingo 1 2 da
abril ; pero los mas escriben qne fué en el domingo once. Pedro
Bembo en su Hisloria Fetiela lib. t2 expreeameote afirma qne fuó
ad diem fertium Iduum jáprilium, qae es e) once.
(3) GuicciardiQÍ y ZuriU^ ibid.
3vGooglc
197
en tanto que los coligados apenas contaban con nueve mil
infantes españoles y cuatro mil ¡lalianos poco antes alista-
dos . setecientos hombres de armas de las compañías de
España y quinientos de las de Italia con dos mil caballos
liaros italianos y españoles y veinte y cuatro piezas de
artillería (1).
Antes de principÍAr ta batalla . cuentan los historiado*
res que el galán y todavía imberbe Gastón de Foix (*2]
arengó con fervor á su gente . recordándola " que aque-
■ líos españoles no eran los temibles veteranos de la guer-
« ra de Ñapóles . sino otros tan nuevos como inexpertos,
• que solo habian peleado , contra los arcos, flechas y des-
> puntadas lanzas de los moros, y sin embargo, estos, no
■ obstante ser una gente flaca de cuerpo , tímida de áni-
• mo, descarnada é ignorante del arte militar, la habia
• vencido con ignominia un año antes en los Gerbos de
adonde huyendo aquel mismo Pedro Navarro que tenían
■ al frente y tanta fama gozaba entre los suyos, dio un
• memorable ejemplo á Lodo el mundo de la gran diferen-
■ cía que había entre batir las murallas con el ímpetu de
■ la pólvcH*a y con las cavas á escondidas abiertas debajo
• de tierra, á combatir con verdadero valor y fortaleza."
A estas quieren que añadiera otras palabras , que siempre
hemos tenido por mas propias del estudio y sosiego de los
escritores en sus casas , que de la agitación y silencio que
precede á las batallas : mas sea sin embargo de esto lo que
fuere, y ya mediaran ó no en el campo español iguales
arengas , los escritores cuentan también que el legado Me-
tí) Ibid.
(2) JoTins. De ñla Lemit etc. Erat Fostciut imberbU adhueei
pratlara Jacit masime decorus.
3vGooglc
198
(licis dio la bendición á Iob tropos de la sania liga 5 les
concedió una indulgencia plenaria para que peleasen coa
fervor (1).
Gastón ya arengara ó no á los suyos Aió principio al
combate ordenando á la infantería alemana pasar el Ron-
co por el puente que al intento había dispuesto. Al mismo
tiempo ordenó también que el cuerpo de batalla con gran
parle de la vanguardia le vadease y en maa^ se dirigiera
contra los de la liga. Mandaba Fabrício Colona la vanguar*
dia de estos, compuesta de ochocientos hombres de armas,
situados á la orilla opuesta del rio y todp á lo largo , te-
niendo á su derecha un escuadrón de seis mil inrantes.
Detrás y paralelo también al rio estaba el cuerpo de bata-
lla de los coligados con seiscientas lanzas y á su derecha
otro escuadrón de cu^itifo mil infap^s españoles condu-
cido todo por el vírey Cardona y el marqués de la Padula.
Venia luego é igualmente con el mismo paralelismo al rio
la retaguardia á cargo de Alonso de Carvajal con cuatro-
cientos hombres de armas , y cuatro, mil infantes , y de-
trás y ó su derecha el marqués de Pescara con los caballos
ligeros de su mando. La artillería estaba á la cabeza de la
gente de armas , y Pedro Navarro á quien se debía esta
disposición; sin lugar fijo y acompañado únicamente de
quinientos infantes escogidos para acudir á donde convi-
niera , habia entre otras precauciones defensivas adoptado
" la de colocar sobre el foso del rio y al frente de la in*
>fanteria treinta carros cargados con artillería menuda y
• armados con unos largos cuchillos y espadones que nun-
(1) GuicciardiDÍ, lib. lO.^MarinDf^enel cap, 9 del libro 30 da
traducida con elegancia la arenga : lo de la indalgencia lo refiere
Vargas^
3vGooglc
199
>ca se hal»an visto y eran como los carros falcados de los
■ antiguos dirigidos á abrir y destrozar las filas enemigas, "
aunque alguno los asemeja á los caballos de Frisa moder*
nos (1).
Con ellos y con la seguridad que le daban los fosos
pensaba Navarro no soto resistir al enemigo sino descon-
certarle; y 80 proyecto no era del todo infundado. Ha-
biéndose aquel adelantado como á unas doscientas brazas
del foso, y observado que nuestra gente se mantenia fir-
me y sin abandonar su alojamiento , se cerró y contuvo
por no atreverse á pasar mas adelante. Mas de dos horas
estuvieron inmóbiles uno y otro ejército en esa situación y
y con el foso en medio , cañoneándose de parte á parte
con infinidad de -{iros y gran daño de la infantería france-
sa. Con tanto acierto babia Navarro colocado su artillería
que causó la muerte de mas de dos mil enemigos y que
de cnarenta capitanes de las guardias francesas y flamen-
cas solo se salvasen dos. Gasten entonces, viendo tan mal
parada su gente , sacó del centro de su ejército una par-
te de la artillería . y conduciéndola el duque de Ferrara
con ^n celeridad á la punta de una de sus alas en que
estaban los arcberos , y que formando como una especie
de media luna envolvía el flanco y amenazaba la espalda
(le los coligados , combatió la caballería de estos con tan-
la fuerza como poco antes la artillería española lo habia
ejecutado con la infantería francesa.
Para preservar Navarro de esc estrago a ia española
que babia colocado en un lugar algo profundo junto al
nrcen del rio , la mandó echarse boca abajo. Ningún daño
()) Guicciardini, Hb. 10. — Hisioin A Franet par k P, Danúi,
tomo S, pág. 59i. ¿MI» xn.
3vGooglc
200
recibió de ese modo, pues las balas le iban por encima,
al paso que le cauEaban notable en la caballería ; cuyo ge*
neral Fabrício Colona , cuentan que gritaba y con repeti-
dos mensajeros pedía al virey, que sin aguardar á que la
artillería le acabase , emprendiera la batalla ; pero que
Navarro que tuvo tema de ser siempre de opinión contra*
ría á Fabricio, y de ser hasla protervo (1) contra el pare*
cer de los que toas lo eniendian, h repugnaba movido de
perversa ambición; porque contando quedar victorioto con
solo el valor do la infantería español^, ninguna pena le
daba de que los demás pereciesen , antes bien pensaba que
su gloria alimentaria en igtial proporción á lo que aumen-
tase el daño del ejército (2). Suposición harto impertinen-
te y libro en escritores, que queriendo- como disculpar á
su paisano Fabricio , no temen asegurar que su desespe-
ración y falta de sufrimiento llegó'al punto de que, escla*
mando ¡ si todos habían de morir por la obstinación de un
marrano y si todo el honor de España y de Italia se había
(1) Zurita, )ib. 3, c^. €l , Un popo amigo como siempre de Na-
Tarro, le da esa y otras califícaeionea por su oposición i Fabricio; y
sa abreviador el P. Abarca, eiageraado fuera de lo que la imparcia-
lidad exige, y suponiendo que Fabricio empleó las sumisiones, las
plegarias, las lágrimas y los abrazos para que Navarro dejase sa
posición, mal todo, aaaila,/a¿ implorar y llorar á un tigre: entes
en el mismo cap. 20, pág. 390 del tomo II, tratando, del litio de
Bolonia, le había llamado oto.
(2) Gnicciardirii y Jovio , ibi. Mas para apreciar lo lijero de efr*
tas suposiciones, basta decir que hasla el mismo Zurita harto des*
favorable & Navarro, caenta i este propósito, qne quiso goiernarlo
todo haciendo el principal fundamento de la infantería española como
a la verdad luvo en aquello razan, por ser la mas escogida gente jr
mejor que hubo en aquellos tiempos y paréetele de aventurarla contra
todo el ejército junto de los enemigos; lo cual se luvo por gran teme-
ridad y detalino : los eniendidos sin embargo decidirán.
3vGooglc
do perder por solo Navarro ! se ech¿ con toda su coballer
ría. faera del reciotoDcomprendido entre los Toaos , síq es^
perar la órdeo del TÍrey Cardona (1),
Al verlo la francesa que era mas numerosa ; había su*
frido menos , la car^ó y desordenó , y cogió prisionero al
tan impaciente como poco valeroso y resignado Fabricio.
Los carros aleados en que tanto confiaba Navarro, aunque
hicieron g^nde estrago en la vanguardia enemiga . cesó
{vonto porque algunos de sus ardieres de los mas diestros
entra los hombres de armas , desmontándose de sus caba-r
líos y calándose con intrepidez y de dos en dos basta los
costados de los que tiraban los carros . desvanecieron con
desjarretarlos toda aquella máquina de tiros tan eitraor^
diñarlos (2). Empeñada ya la batalla con un encarniza-
miento pocas veces hnsta entonces visto , en tanto que los
principales capitanes de la caballerfa de la liga peleaban
flojamente y abandonaban el campo, ayudados del ejemplo
de su mismo general Cardona , de Alonso do Carvnjnt , do
Hernando de Valdcs y hasta de aquel Antonio de Leiv»
que tan famoso fué maa adelante (3) ; Pedro Navarro que
con su gente tendida frustraba el cañoneo francés y aguar*
daba á venir á las manos según su costumbre , así que se
(1) Cnicciardini , ibi. Pero FiAritio «selamanáo , kab&iamo tioi
lulñ vituperosamente d moriré per l'obstinatione el per la malignitá
¿"uit Marrano..' ha l'honore de Spagna el d'¡la!ia á perderti per una
Navarro. Harrsuos llamabui á los espafioles, aludiendo i que eran
de generación y raza de judiosj 6 sea tomadizot y recien conrerti-
dos.— Nuiiez, 0üi/i^w ¿econrencion, ele. S.*, pig. S3.
(2) Gaicciardini, ibi. — k\tiO'a, Anatet de Navarra. Parte 2, li^
hro fO, cap. k.
(3) Guicciardini, íhi., perche il vieerá e Carvagial non fata tul-
tima esperieneia de ta i'irlii de itioi, si mestono infiiga. Panlo JovÍo
aun esU mas duro que Guicciardioi; pero Zurita dice que segva al-
3vGooglc
202
acabasen los iWos ; viéndose abandonado de la caballería;
dio á sus infantes la señal de acometer. Obedeciéronla
prontos , saliendo con espantosa ferocidad contra un cuer-
po de alemanes qoe se les había acercado mucho, y cuyo
jefe Jacobo Eini>ser , uno de los capitanes de mas fama
que hnbia en el ejército francés, habiendo combatido per-
sonalmente y de pica á pica con el coronel Zamudio, le
derribó este de su caballo y murió (1),
Pero nada refieren con tanto asombro loshistoriadoresy
no sin razón añaden no haberse nunca visto ni oído, como
que Navarro observando que la infantería española "ha-
> bia padecido algo en su formación y en el primer cho-
» que con los alemanes por la firmeza de sus picas, dispn-
■ 80 que una parle de aqueja , arrojando las suyas , po-
> niendo mano á sus espadas y puñales y cubriéndose con
gnoas relsciones, los Durqiiesss de Pescarar d« la Padula y Garvajal
pelearon tan vate roas mente que rompieron la yangoardia del enemi-
go, f le tomaron algunas banderas, que Leiva luro dos caballos
mnertos... hasta que la mayor parte de nuestra vanguardia se pnso
eu fuga y fueran allí muertos D. Gerúnimo LorÍKy Diego Quiíiones.
Has adelante maDÍfieata el mismo Zorita la diversidad con que los
autores alemanes, italianos y franceses escriben lo que pasó en aque-
lla jornada, representándolo con grande artificio de palabras, y
como nuestro objeto no sea ponerlos de acuerdo, referiremos todo
aqnello en que figuró Navarro en primer lérmioo y fué lo prin-
cipal.
(I) Hiríana, Zurita y Aleson signiendo á Guiociardini y otros
cnentan que Zamndio al terciar so pica esclamó ;0 Rey I cum
caras cuestan las mercedes ^c nos haces y cuan bien se merecm
en semejantes jornadas!; pero habiendo maerto en aquella Zamu-
dio y no habiéndoselo contado por lo tanto k nadie , puede eso
pasar por naa inveocion de los que describen las batallas ni mas
ni menos que oomo se dan en los teatros en donde u mnere can-
tando.
3vGooglc
205
• sus escudos j ^dargu, se metiera por debajo de las pi*
> cas de los alemanes y tos arremetiese de ese modo. Así
• lo ejecutó, situándose entre sus piernas y haciendo hor*
» rible estrago en ellos (1 ) ; y ya casi habían llegado á la
■ mitad de un escuadrón , cuando advirtiendo que la in>
■ fanlería italiana que , no obstante haber sufrido mucho
> de la artillería aun se mantenía firme , se hallaba com-
■ batida por un cuerpo de gascones y una compañía de
■ caballos franceses , tuvo que separar una parte para so>
> correrla, quedando la otra, aunque fatigada, conteDÍem
> do y resistiendo á loa alemanes {%."
Hay quien afirma que esto sucedía á tiempo que núes*
tra infantería, que apenas habia perdido gente todavía,
habiendo asaltado á la artillería enemiga, estaba ya para
ocupar su Real y dar con repetición y como en señal de
triunfo el Viva España (5). En tal estado , y después de
haber visto al cuerpo de batalla francés tocando á su es-*
terminio, no' quedando á nuestra gente otro medio de
salvación que el de una retirada , emprendió sola, & pié y
sin otro apoyo que ella mismo , una de las mas famosas
(1) JpTÍos, De vita Leontá, etc. Ilaipte teie atqae hattOM freti-
nut erextre laata que animorum alaeritalt Germanoi ¿nvtuere ut num-
quant ai alia hominum memoria aut ferocias aut aerius lit concar-
jum.— Petrus Martyr, Epislola M3... Slratagemafe uens est inaudito
hacteons in ea pugna NiTarnis Comen, dnm ¡onfii hatiis ab aliii hu-
merit certartnt ulrimque: deleeloi jubet quotdam peditet rti bellira
peritioret tolo tub longarum katlarum umbra ¡neurvari, curlit eniibut
Uispani* acciactott qui tx intidiis eerlanlibus Galhrum milílibut
(2) Guicciardint, Hiertmimus Rubsos, ibi.
(3) Peirus Hartyr, ibi... i'n larmcntorum vata quidam insiliiuH
et toa patria timbolum mátíiplicato promunt elalit clamoribiu.., sed
eum se a tergo videreiH desertas, ab equitiius cireunuepiwtiur, pre~.
munlur undiqae.
3vGooglc
204
que se leen en las historias. El mismo conde Pedro Navar-
ro, cuenla un conlemporáneo, dio forma á los oíros seis
mil españole» que restaban, como se saliesen de la batalla
juntos, qtiedando él preso (1). lo cual aseguran otros
que á él mismo se lo oyeron , fué porque anteponicQcto la
muerte á su salvación y no queriendo sobrevivir á tanto es-
trago , se arrojó temerariamente á los tiros de los enemi*
gos prefiriendo el morir á dejar el campo de batalla (2).
Pero otros aseguran qw eligiendo como mas seguro para
su retirada el camino que guiaba á la Romana y á un lado
tenia la mar y al olro grandes y continuos pantanos, la
emprendió por él, cubriendo con su persona la retaguar-
' dia . y llevando la delantera Samaniego , oriundo de Na--
varra, según escribe el P. Aleson. Con tal serenidad y con
ánimo tan tranquilo nos dicen que caminaba Navarro, que
apretándole en una ocasión el enemigo , y volviendo re-
suello contra él. le paró y contuvo largo ralo dando lugar
á que Samaniego se adelantase. Cuéntase qae esta resijel-
ta y determinada acción le salió muy cara ; porque habién-
dose apartado de sus compaüeros mas de lo justo y metí-
dose entre los franceses mas de lo que debia, le díó uno
de ellos un golpe tan recio con el cabo del arcabuz, que
cayó de su caballo sin sentido y como muerto, y en eso
estado fué reconocido y preso (3}.
(1) El canónigo Pedro de Torres en sus Apuntes biss. en la M-
blioleca nacional, que va pnent» entre los Docamentos en el núm 23.
(2) Jovio, De fita Leonií X... ín earecepiui dijjiculrale IVaearrw,
sese ullro telis objeclans, ne lantx cladi lupereiie, ul postea dicere
sole&at, (Kíercípiíar.— Guicciardini, ibi. Nel cual lempo Pietro Na-
varra desiderosa piu de moriré eht di salvarsi é pero non si pariendo
dada balaglia, rimasse A />r^ion«.— Hier^iinos Rnb^ns, ibi., pigi-
na 673, 74 y 75 .
(3) AlesoD, Anales de Navarra, parle 2, lib. í8, cap. 5.
3vGooglc
205
Esla desgracia con lodo no privó ó Samaníego y á la
grnlc que quedaba á su cargo do seguir su camino al paso
regalar y prestintando al enemigo muy poco frente . Apa-
rentando «n BU manejo mas bina la ejecución de una con-
certada maniobra de alarde ó instrucción militar que el
abandono de un campo de batalla , rechazaron con impo-
nente aspecto y animosa serenidad cuantas cargas les dio
la caballería enviada contra ellos. Nemours entonces al ver
que nada absolutamente los perturbaba y que la victoria
que ya le halagaba, no seria completa si no la consumaba,
dando fin de los que mas parecían vencedores que venci-
dos , púsose , dice un escritor , como león rabioso á la ca-
beza de cierta porción escogida de su gente, y la obligó
con juramento á morir con él ó á dispersar el escuadrou
español (1).
Como lo dijo, así parliú animoso y resuelto á ejecutar*
lo. Estaba ya en el momento de dar su carga, cuando ó
porque cayó el caballo y con la armadura no se pudo le-
vantar fácilmente , ó porque el caballo le arrojó de si mis*
mo (2), ó porque al volver cara$ los arremetidos para con*
tenerle se metió entre sus picas con la rapidez de la car-
rera (5), quedó entre ellas cubierto de heridas sin que le
valieran ni su gallarda juventud, ni gritar á los soldados
españoles que no le matasen , pues era hermano de su Rei-
na Germana de Foix , y su Rey te quería como á hijo (4).
(t) Pedro Mártir, ibt.
(2) Guicciardini y Hubens ibid.
(3] El P. Daniel ibi. pág. 59^, tomo 8. — Brantome en la ar-
ticnlo, dice que los espa&oles le desjarreta ron el caballo, y cayó
en tierra contando solo desde la barba & la frente catorce heridas.
(k) Pedro Uártir, ibi. —Brantome atribuye estas palabras i
OJcto du Fois, Señor de Lautrecb , su primo.
3vGooglc
Murieron cod él bo pocos de los que le acompañüban. Fue-
ron otros heridos , libertándose Odcto de Foix su paríeR'
te que también habla caído á su lado por merced del sol-
dado Luis Gordo (1), con lo cual libre y& nuestra infante-
ría de otras persecuciones y molestias siguió impárida su
camino . salvándose al Un cotno unos cinco mil bombres
de los ocho mil poco mas ó menos que entraron en la ba*
talla (2).
De este modo terminó la Famosa de Ravena . do la que
no sin razón se dijo el vencido vencido y el vencedor per-
dido ; porque aunque los francoses quedaron por el pron-
to dueños del campo, se creyó que hablan perdido mas
genle, y tuvieron muy luego que abandonar la Italia (5).
A cuanto ascendiesen las htijas de Uno y olro ejército , ní
entonces ni después se pudo averiguar. Uezclóse en eso
como de costumbre la vanidad nacional , y el deseo de
atenuar la desgracia propia para aumentar la extraña.
Cuentan sin embaído los franceses que al saber su Rey la
muerte de su sobrino Gastón de Foix , de Ivo de Alegre
8u segundo y de tantos otros distinguidos capitanes y ca-
balleros que le acompañaban, exclamó / Dio$ nos guarde
de alcaniar jamás victurias semejantes (4] !
(1) Jovio, Elogia ifirorum ete, , en el del mismo Odeto ó ua
Laulrecb.
(2) Pedro Narlir ibi. Ex forte ocfo miltihut Hitpanorum pedi-
lUBt... quinqué millia tvtsiiie feruntur. Zurita dice que fueron ena-
Iro rail V Pedro de Torres seis mil los que se salvaron.
(3) ibid., Epistola M9, á 27 de junio de t5l2... Gallos i'n/u-
gam palitos mediolauum tt confinia deterere ; lo cual coufirma en la
Epistola 490 de 13 de Julio.
(i) El P. Uaoiel, ibi., pAg. 598. -Mariaaa, lib. 30, cap. 9.—
Braiilnme , Iratondo de Mr. de la Pallise, dice que [.ais XII duseaba
iiiHS haber iterdtdo tres bslatlas como aquella quu A su sobrino Gas-
tón ele.
3vGooglc
207
Dijeron oíros que du los diez mil hombres que desnpa-
recieron . un tercio fué de franceses , y los otros dos de
españoles ó de la liga (1). También hubo quien aumentara
ese número, en tanto que Zurita, refiriéndose asíalos
informes que el Rey Católico mandó tomar como á los
alardes y revistas que se pasaron después, refiere que ne
llegaron á mil y quinientos de á pié y á caballo los que
murieron en aquella jornada, comprendiendo entre ellos
á D. Juan de Acuña, prior de Mecina en la orden de San
Juan, D. Gerónimo Loriz caballero valenciano. Diego de
Quiñones Alvarado , Geróm'mo de Pomar teniente de la
compañía de hombres de armas de su tio Gaspar de Po'
mar, y los coroneles Zamudio, Juan Diez de Aulx, Ar-
mendariz y casi todos los capitanes de la infantería espa-
ñola (2). agregando Paulo Jovio á ese catálogo de valien-
tisimos españoles tan gloriosamente muertos en aquella
ocasión á D. Juan de Cardona ai giboso Pedro de Pa2
que tan gloriosas hazañas acometió en tiempo del Gran
Capitán y de los que habían andado con Pedro Navar-
ro en las cosías de África á Samauiego , Juan Navar-
ro, Diego Paniagua, Clavcr, y Arteta aguerridísimos viz-
caínos (3).
(1) GuicciardiDÍ , lib. 10.
(3) Pedro Mártir ihi. — Zurita, lib. 9, cap. 61 .
(3) Jovio, De vita Mfonti Ducis Ferraría, pág. 177... Ex tííi-
panieo qaoqae exerdtti occubuere Joaimes Cardonius... Pelrui eiiam
Pacaus Gibber qui mb magno Consalvo praclara olim aim laude mi-
lilarat. Ex Afrioanis vero Ugionibus.., numeraianlur Zamadiui eí
Samaneeus et secundum kos fatili primores Jaymuí Dicctus, Joannes
Navarrus et Didacus cognomento Paniaqua , eum coque Claverius et
Áretela Canlahrorum pugnaeistimi, Don Juea de CardoDa nouríó
tle sus heridas estando prisioDcro, y de Sjoiaaiego cuino oo fuese
3vGooglc
208
Pero lo notable de esta batalla y lo que la hizo una
de las mas famosas que 'lasta entonces se hubiesen visto
fué su duración. Contra la común costumbre de decidirá
otras en un momento y con una sola arremetida, se com-
batió y disputó en ella cerca de ocho horas según anos (1)
y cinco según otros (2). Los cipilanes á su vez mostraron
gran vidor y pericia. Pedro Navarro sobre todo descubrió
lo que no era bien conocido todavía , que el alma y la
fuerza de los ejércitos estaba en la infantería , y que la
española con lo seguridad que ¿I tan poderosamente ha^
bia contribuido á infundirla, no solo sobrepasaba á cuan-
to haita entonces se habia encomiado en la de los suizos
y alemanes, sino que realmente no tenia rival. Así es que
un historiador francés , que no descuida las glorias de su
nación , apoyándose aun en el testimonio de los que asis-
tieron ¿ tan sangrienta jornada, y pelearon contra Na-
varro en ella, no titubeó en afirmar que "aquel á pesar
> de BU derrota y prisión adquirió entonces grande hon-
■ ra , y que hay muchas apariencias de que si la coballe*
• ría so hubiese conducido tan bien como la infantería
> española, habria perecido la mayor parle de los fran-
> ceses que con tantas desventajas atacaron (Z)."
Aun el mismo abreviador de Zunla que. Irnlando do
las diiiidencias de Navarro con Fahricio Colona en Bolo-
nia y Ravena, le apellidó con demasiada licencia oso y (/•
gre, después de referir como el virey Cardona, Carvajal,
otro, beroos dicho que se retiró cod U inrantería. Véase en el I>o-
meiito nún). 24 la descripción que del Talieote Pedro de Taz hizo
el poeta GaDtalycio.
(1) El P. Daniel, ibi., pig. 535.
(2) Zarila, ibi.. cap. 61.
(3J ÜAtiiei f fíiítoire de Franee , ibi.
3vGooglc
209
Leiva y otros hombres de probadísima iadustria en la
gaerra, m dejaron arrebatar de la san^. Tuga y turba-
ción de los soldados , llevándose la tercera parte del ejér-
cito, sin hacer la última prueba de su virtud (1) , no pue*
4le menos de elogiar , como Navarro con su gente destro-
2Ó á la infaoteria alemana y gascona , pisó y trató del mis-
mo modo á la italiana y ahuyepló y rompió á la Trancesa,
y ganaron aquella artillería , que si la ganaran antes so
llevaran con ella toda la gloria de una gran vicloria, á la
que nada falló para ser muy entera sino, la asistencia de
nuestra caballería (2). Otros escritores españoles y extran-
jeros del mismo siglo de Navarro, admiraron también, y
como no podino menos, su inteligencia y valor en aquella
batalla (3); ante los ilolianos sus contemporáneos, y atin
en algún nacional que los sigue , encontró muy poca gra-
cia. El historiador del marqués de Pescara, que con refe-
rirnos menudamente ios terciopelos , rasos, brocados, pa-
jes, vajillas y demás adornos con que el virey Cardona,
Fabricío Golona , el marqués de Pescara y otros caballe-
ros napolitanos salieron á campaña, nos dio á conocer
cuan poca idea tenian de la guerra (4) ; comparados con
(1) GuicciaHini, lib. 10, iVcícereeí Carvagiale timeisonoin/uga
tondttteiidone quasi intero it teño squadroue.
(2) Abarca, Anales de jira^oa, tomo 2, cap. 20, pág 392.
(3) Bernardino Escalante en el 3." de sus Diálogos Militares,
inipreEos por primera vez eu Bruselas en 1583, elogiando á Na van o y,
su gente dice que " los españoles que se hallaroD en la hatalla dn
■ Ravena yiendo inclÍDada la vicloria i la parte enemiga se arrojn-
» ron con sus eepadas y broqueles contra las picas de un grueso es-
> cuadroD de tudescos de la btiada negra y los rompieron , hacien-
> do una cruel matanza en ellos y á no ser socorridos por la caba-
» Hería Trauc esa que andaba victoriosa no quedara uno solo á viihi/'
(4) Véase como Branlome se burla con razón de todo pse tren.
Tomo XXV. f i
3vGooglc
210
el valiente y modesto Navarro , á quien ya ea el útie de
Bolonia echó en cara no tener ningún retplandor de li-
naje, recapitulando cuantos cargos se le hicieron y siguien-
do lileralmente á Paulo Jovio, no sale "de haber sido
• causa del acontecimienlo de Ravena porque persuadido
> de una cierla obstinación desatinada de ánimo soberbio
> habia dejado pasar el río no solamente á toda la caballe-
> ría francesa mas aun .á la infantería tudesca sin ningún
» impedimento. Porqae habia concebido en su ánimo que
> había de haber aquel dia la victoría muy cierta y abun-
• dante del enemigo confiándose en el valor de la íoíaD-
V tería ; la cual andaba siempre detenida en un lugar algo
■ bajo y sumido ; haciéndola estar con los cuerpos tendí-
> dos en tierra por huir los tiros que pasaban volando por
■ encima de la cobeza , gritándole Fabricio en vano y casi
■ pronosticando el cruel y desatinado fin de la batalla. De
■ manera que en tanto que el conde Pedro Navarro con
■ pestilencial consejo trataba la cosa con tardanza, aque-
■ líos hermosos y lucidos escuadrones de los caballos del
1 Papa y españoles fueron rompidos con el artillería fran-
> cesa y recibiendo un daño fortísimo fueron desarmados
• por toda la campaña (1}."
tratando de D. Ramón de Cardona, Viet des Gmnds Capiíamet tíraa-
gert.
(1) Hiitoria del marqués de Peleara por el Hlro. Valles, )ib. 1 ,
cap. 3.— Jovio en la fida del mümo mar<¡uis comeaiando por Na-
varrut enim insana quadairt elali aaimi oittinalione indtUus non modo
lottim pene Gallieum equitatum, sed ipsius queque Germanorum cokar-
les aiique ulio impedimtnio amaem transiré permiuerat... y coocla-^
yendo coq Itaque Navarras dum funesto concilio euaelaiiut rem ge-
rit, decora illa Hispanorum et ponlijicorum equitam agmina tormén-
ti* Gallicis consternuntur el miserahUi aecepta clade roto campo ditst-
pantur.
ze'byGoOglc
211
Ningún Tilor dan ni estos ni otros eicrítores, ounque
In refieren > á la vei^onzosa fuga de toda la gente de ar-
maft qne . no obstante blasonar de mas alto origen y ri-
queza que Navarro y su vilipendiada íorantería, la dejó
tal veiE por eso abandonada en el eampo , cuando su ge-
neral creía , y el aiiceso lo acreditó , que con ella podia
aventurarte coatra todo el ejércilo enemigo janto (I). En
nada tampoco ó en muy poco acusaron al virey de Nápo>
les y general en jefe del ejército D. Ramón de Cardo-
na . que fué de los primeros que huyeron y con el ánimo
tan preocupado que, al salir de Romn el correo para el
Bey Católico con la notieia de la batalla, aun no se sabía
á donde faabia ido á parar , basta que al fln se entendió
que alÓDÍto y espantado con el ruido de la artillería y ar-
cabuces, y sin volver atrás la vista en todo el camino,
hobia llegado á Jlnctma (2). Ni se acordaron tampoco do
lo tibio que anduvo Mtóncea Antonio de Leiva , origino*
rio de aquella misma Vizcaya, provincia la mas feraz de
España en hombres famosos por mar y tierra, y á quien
Navarro nacido en'ella , por causa del desgraciado fin que
tuvo , le debe ceder la pa|ma de ser el español mas insig*
ne que después del Gran Capitán pasó á Italia (S) ; ni por
(1] lbid.> Zarita.
(2) Pedro Mártir, Epittola 483..- Aufugii inlerea Bamonus Pii>-
rer. Fvgmnt eo disetdenU qai lupereranf, paucis excepiit, tquiíts...
XamoMUi a Cardona Prorex nuspiam ad eam utgue horam qua labe-
ilarúu hiciUr ad Ho» eepit, reperilur. Ibld. Epíilolatók. Raom-
MU Prorex i faga numquam retrosptxúte didlur; lUmee Aatho-
(3) Paolo Jotío ea el Elogio de Aatonio de Leiva. Neuw tx hit
fid ueculo nostro ai Hitpaaia in italiam venere el potl magniim
Caiuali-am aliquid praelari Bomiiiii mUiíiee suní toaseculi , ipio Aii-
tomo Leva vet iiigado aculior vel iltustribut bello f aclis pratlaiuior
3vGooglc
212
último hicieron mención , dejando aparte á variott otros
italianos y españoles, -de Alonso de Carvajal, de-quieii, no
obstante el concepto de valerosa que desde la guerra de
Granada merecia, escribieron de Roma á la corte del
Rey Católico que, " desertsado el campo, amedrentado
• con la arlilleria cuando la.gente de á pié peleaba toda-
» vía , habia llegado á aquella ciudad volando como liebre
» seguida de perros y diciendo al Papa que lodos los nues-
> tros sin quedar uno habían perecido , y salvádose él
> solo á duras penas para poder contar á su Santidad lo
«sucedido (1)." De modo que juntando á eso que, "el
■ Papa al virey de Ñápeles le llamaba como por mofa la
> señora Cardona , por que tenia mas de elegante y pulí-
■ do que de esclarecido general : que todos criticaron la
o elección que el Rey Católico hizo de él para tan grave
«cargo: que aunque siempre fué bondadoso y de tan
* agradables maneras que por ellas se distinguia entre los
B mas apuestos cortesanos, no era ni vigoroso ni práctico
■ en las cosas de la guerra, y que algunos criados del Rey
efosii. Huie namque Níwarruí miierabili fila exitu clarus facüt c&-
dil. Ipse geniii dacebat ex Cantabria qua una omnium Hispanite
pr->vinciariím optimorum térra mari'que feracisiima opinalur.,, In-
Urfuil demum Ravenna Cardoitii signa lecului, quofancslo pralio
non ignominia ted laudi fait iaealumem ectui'jie.— Branlome aiu
embarco, y en medio de lo que elisia á Leiva, dice de él guUt
futfort blatmi de eeux de sa nation, meimet det Italieni et J'rait'
foi» de navoir par moini faiet en eetle baiaille de Bavenne qu* les
auiret qui s'enfuirent.
(i) Petrns Harlir Epitiela 484... Ex urbe leriiiiur, pedirum
certamine durante, Caravaialum vi tormeatorum perierritum^
pugnam diteruiste et volitando Bomam appuUum tamquam leporent
eanibaí intequtnlihus Poulijici retulit Carvaialuí ad itnum in—
lerüste notlroi , ttque vix evasitse ut sua Brati/udini rem eignifiai-
retf qiio tibi tuisqiic rebui tonsuUrrl.
3vGooglc
■2i3
» que no eran de los mas inferiores , le tenian por hijo
• suyo y creian que por eso le colmaba de honores (1);"
nada mas natural que Leíva, Carvajal y Ruiz de Cerón es-
«ribieran al Rey Católico contra Navarro (2) , y que en
medio de aquel terror pánico que aun en el mismo Roma
alcanzó al embajador Gerónimo de Vic , que sin vergüen-
za temia la muerte como una tnujermela , y trataba de
ponerse en salvo (3); Cardona también se declarase ene-
migo de Navarro y le acusase, y que el Católico al fin
creyéndolos á todos ó aparentándolo concibiera gran tedio
contra él (4).
Hasta conveniencia y aun razón de estado podia en-
contrar en lo último. En imputar á otro la desgracia en
vez de acusarse á sí mismo de haber conferido mando tan
superior á persona tan inexperla como Cardona y los otros
caballeros napolitanos y romanos que con tantos pages,
lacayo», libreas, oro, piala y azul pensaban espantar ¡a
Francia entera . como dice con gracia BraoLome (5}, na-
(1) Ibíd. EpUtola (83. Domiiuan Cardonam solet nostrum Pro-
regem Jalius Pontifex appellare quod magis elegans ei perpolitus
quam egregias Imperalor sit... Puiant aliqui nec de grege quidem
famüiarium, Regii JUium etse, propíer ea tantos illikonoret tribaere.
(2) Zurita, lib. 10, cap. 2, tomo 6.
(3] Ibid. Epístola iSk... audilu pudendum est ; de Hieronimo
Vic Regís oralore viro valentino rmllam scribítur fteminam enerva-
tius unquam timuisse mortem.
(4) Jovius, ¡iisloriarum suí temporis, lib. 15, pág. 167.
(5) Ed sus Vidas de los Grandes Capitanes extranjeros tratando
de) nisroo D. Ramón de Cardona, dice, qne en nn libro español
titulado Quesiíones de amor vio la descripcioQ de todos los adornos,
divisas etc., qne sacaron á campofia Cardona y los que le acompa-
Daron en aquella ocasión. Las hemos ya indicado mas atrás, y en
medio de la critica que Branloroc hace de sa tuga que le hizo llevar
sobre lu frente mas vergüema que libreas tenían sus pages , cabaUc-
3vGoóglc
214
da decaía sa previsión. Aun conociendo el mérito de Na<
varro que tanto reolzaba la pusilanimidad de sus adven»-
rios, ¿quién sabe si por no humillar demasiado á estos,
siendo tantos y lan orgullosos , no lo disimularía f Y ei por
último á nuestro Conde se le acnsó del desastre de los
Oerbes , tan solo por ocultar la flaqueza de haber conña-
do aquella expedición á un mozo tan inexperto oomo Don
García de Toledo , solo por ser sobrino del Rey ; ¿ por qué
si desde entonces el duque de Alba su padre fué uno de
los mayores enemigos de Navarro , no creer que fbese tam*
bien quien á la cabeza de los cortesanos , y después de
lodeRavena, le persiguiera y desacreditara con mayor
tesón , para ocultar como diestro palaciego y con mayo*
res apariencias la parle que pudo tener en el primero y
lastimoso revés que experimentó en los fíerbe3(t)?
Así cuentan los escritores que lo hacia en tanto qoe
nuestro Conde, sin que le fuera dado replicar ni descubrir
las flaquezas de sus cobardes detractores, seguía la c<Hi'
rlicion de prisionero. Seguíanla también con él Juan de
Mediéis , cardonal y legado del Papa , Fabricio Colona y
su yerno el marqués de Pescara, D. Juan de Cardona
roSf mozos Je espuela y laeayoi, cuenta que venció k los franceses
en Calabria y qae poco tiempo después faé mnerlo de un oaBonazo
en Gaeta.
(f ) Con eelo coincide lo qne dice jilvaro Gómez, De rehus gtt-
tii Franeisei Ximenii, )ib. 6, fol. 182. Tratando de como Navarra
enlrii al eerTicio de Francisco i. Peirus Na-earruí quem ad Afri-
eanam expedilioitem imperalorem Ximeaias hahuerat, cnienla Ufa
apud Ra-veimiun pugna, eum foriiisimi ntiíitis el optimi diteit parla
prasiitiiset , ¿I Gallii captus el odio qaorundam nostrorum quot im-
fensos kahehat iit eusiadta nrgUelus, h rege Callorum tUlidta-
'fi ele,
Dg,l,zé.byG00glC
315
marqués tle la Padula (1) . y Gaspar de Pomar , que mu-
rieron de sus heridas ; y entre oíros capitanes y caballeros
qae no abandonaron el campo de batalla el señor Her-
nández de AlarcoD , que también fué gravemente heri-
do (%. El cardenal y Navarro enviados desde luego &
Bolonia, fueron recibidos en ella afrentosamente, A Na-
varro sohre todo le ultrajaron con los mas injuriosos dic-
terios y amenazas la chusma pueril y los artesanos que
saliao de sus talleres á verle pasar. No ialtaron también
algunos vecinos de perversa reputación que al cardenal
le iusultaseo coa palabras atroces ; pero acogido benévola*
(1) Guiccúrdini le llama Harqués della Palude, Ufa. 10.
(8) Don Antonio Saarez de Alarcon , que nuDca se maestra pro-
picio á Navarr» en bus Comentarioí de los hecho» del señor Alar-
tmt, tratando de la prÍHoa de Na*ano dice que conoeeria entónctt
M> era el mas eotwenienle su voló en eila batalla por mas que le es-
forió su porfía 6 su empeño de singularizarse de los demás, Pero
este escritor ó no leyó bien la historia contemporánea ó meditó
poco «obre ella : porque habiéudose debida la libertad de Italia,
como laego veremos, i la gente que tialvó Navarro y á los Talien-
tes que siguieron sa ejemplo, Fabricio Colona y los dem&s qne ba-
yeroa y se encontraron prisioneros con él debieran entonces co-
nocer que si le hubiesen imitado, ó no estarían en aquel caso, ó á
lo meóos habrían salvado su reputación. Rn este caso puede po-
nerse al sefior Hernando de Alarcon, de quien cuenta que "babien-
» do sido herido de mnerte y lanzado del caballo entre los cuerpos
» mnerlos con riesgo de ser atropellado de la caballería ; se metió
* entre ellos lo mas qne pudo y alli al ña hubiera muerto de-
» sangrado si un negro criado sayo llamado Diego, habiendo oIh
■ servado donde cayó no le hubiese buscado y conducido aquella
» noche inmediata cubierto de sangre y hecho una llaga de heridas
* á Imola donde Toé entregado á las tropas del duque de Ferrara,
» quedando su prisionero junto con Fabricio Colona y D. Juan de
* Cardona etc.," lib. 7, píg. 169 y 171.
3vGooglc
3IG
mente por los Beiitivoglios , antiguos amigos de su fami-
lia , de nada llegó á carecer (i).
Celebradas solemnes exequias en Bolonia al desgra-
ciado Gasten de Foix, duque de Nemours, Navarro, el
cardenal y otros muchos nobles prisioneros fueron trasr
ladados á Milán (2). Allí se encontraba ya el cadáver de
Nemours , á quien los suyos preparaban un pomposo fn-
neral. Querían que tuviera todo el aire de un antiguo y
magnifico triunfo romano ; y con ese ánimo y el de real-
zarle cuanto fuera dable , en medio de su abatimiento,
ordenaron que le acompañasen el cardenal. Pescara y
otros prisioneros ; pero que sobre todos Navarro , tanta
era la fama de que gozaba , fuese delante de las andas
del cuerpo muerto y entre los estandaríea cogidos del Bey
de España y del Papa (5).
Terminada esa tan magnidca como lúgubre ceremo-
nia, se comenzó á tratar de la suerte de los prisioneros.
Desconocíase entonces y aun tardó en introducirle en Eu-
ropa el orden y método hoy seguido de que cada nación
guarde y conserve como suyos los prisioneros tomados sin
(i) Jovíqs, De vila Lronis X, lib. 2, pág. W. Ipte vera medí-
ees legatutf Peiruique Navarrui captivi , Bononiam miliun/ur. Na-
varrum iranseaniem pueri et muUiludo opijicum ¡pcctandi sludia,
effttsa indiffnatione contumeliü affecere. Nec legato dffuere improbi
noti eives qui alrocibus verbis itisuUarent etc.
(2) IbiHem.
(3) Jovio ,* De vita Feráinandi Davali cogiwmenlo Piícarü,
lib. i, p&g. 302... Nec muUo post qunm Gaalonia Imperatoris cadá-
ver.,, Hediulanum deferretur, co eliam Piscarías cum mollis cap-
tivis est perductns, laler eos fuit Joanaes Medices et Navarrus
taati nominis dux, qui ad cohonestandas victoris exequias ioter
cnpta vexiUa Hispanice regís atqne pontificis, feretri leclicam prece-
debat etc. — La fíiitoria riel marqués de Pescara. — Zaríta y Braiilo*
me en 1a vida de Mr. de la Pallicc.
3vGooglc
2i7
dÍ8l¡ni;ion de clases al enemigo, hasta el Gn de la guerra
ó hasta que en virtud de convenios especiales ó de olro
modo sean canjeados unos por otros. Am fué qne siendo
en aquel tiempo los prisioneros de quien los tomaba en
la batalla ó de olro modo justo, y reputándose como una
propiedad suya enajenable y permutable á su voluntad (1);
acontecia como muy justamente observa el historiador in*
glés Hume, que los Príncipes y nobleza iban muy desven-
tajosamente entonces á la guerra , porque si eran prisio*
ñeros, ó lo estaban toda la vida, ó adquirían su libertad al
precio que acomodaba á los vencedores , y con frecuencia
reduela su casa á la indigencia (2).
En las guerras que á fines del siglo XV y principios
del XVI hubo entre españoles y franceses, especialmente
(1) En la Crónica de Enrique II aflo 9.', de 1374, cap. 8, se
lee qne en aquel año t>3gó aqael Rey lu "qae montóla compra que
1 fizo á Mosenj Beltran (Du-Gaesclin) de la cibdad de Soria é las
> villas de Alroazan é Atienza é los otros logares que le habla dado
B en 240,000 doblas, e dello le pagó eo dinero é ddlo le dio prisio-
> Htnu en paga. Antes le babia dado el Etey de Napol por oien mil
R francos de oro (*) e didle agora el conde de Peñabroch eo otros
B cien mit Trancos de oro. E el conde fué entregado k Mesen Bel-
I traa e antes qne le pagase los cien mil francos de sa rendición,
•a morió el conde en poder del dlcbo Mesen Beltran de su muerte
> natural. £ dióle mas el Rey D. Enriqne al dicho Masen Beltran
B en cnenta de la paga veiatt e tas prisioneros caballeros ingleses que
B fueron tomados con el conde de Peñabroch : e otrosí le dio otros
ipriiioneros que tenia en precio de 34,000 francos."
(2) Hume, History of Ingland, Henri VI, tratando en el ano
de lUO de qne el duque de Orleans, que hacia veinte y cinco años _
que estaba prisionero en Inglaterra, ofrecía por su rescate 54,000 no-
bles, equivalentes i 36,000 libras del dia.
(') Ea li Cr&^leí del Biy n. P«dro aho de lltrr, cap. 31, M die« que el Rej n. En-
rique «i<iA ai Bejr de Napol preio desde Dúrgos al cailillo de Curiel c despuea lué ren-
d>d« por 80,000 doblia que pigú U Reina dolka iaaa de Napol su mugei por él.
3vGooglc
218
CD la segunda expedición del Gran Capitán á Nápolet,
se estipuló y concertó entre ellos que cada infante 6 peón
prisionero hubiera de dar por su rescate la paga de no
mes ; el hombre de armas la de tres ; el capitán de infan-
tería y su alférez la de seis ; el capitán de una banda -de
caballo» la de un año; y lo9capitanes y aventureros déla
clase de nobles al arbitrio de cada general (i). Mas al
tiempo de la batalla de Ravena parece que el Rey de
Francia ordenó que " ningún capitán , oficial ó soldado
> de su ejército soltara á ningún prisionero de buen doid>
» bre y apellido sin consultarlo primero con él , para que
* sabido el nombre y quien era , y pagando primero cierta
1 cantidad al soldado que le hubiese cogido, le quedase
• entera libertad de retenerlo en su poder ó de ponerlo
> en la cárcel públi'ca (2).
Por consecuencia de esta medida que constituia al Rey
de Francia arbitro de la libertad ó encierro de los gene-
rales ó jefes enemigos suyos , al marqués de Pescara pri*
sionero con Navarro, como ya hemos referido, se le puso
en una fortaleza. Los que sabian la averaion que su pa-
.dre y toda la familia de Avalos , mostraron siempre á los
franceses . llegaron á temer que Luis XII su Rey le en-
cerrara en mas estrecha prisión , ó á caso le condenase á
cárcel perpetua en Francia. Afortunadamente para el
(1) Jovins , De vita Constdvi ele., lib. S, pig. 339... Caleri áa-
eei ex ordine nohilium 41 capereniur ex sumtni dueit arbitrio pendt-
rent. ele. — Crónica del Gran Capitán, lih. 2, cap. 53, pag. 78. — Zo-
rita, lib. 3, del Rex D. Femando, cap. 16 , aüo de 1^95 y lib 5,
cap. 14 y 22, afio de 1603.
f2) Hiuoria del matates de Peteam, 1ib, i, cap. (. — Branto-
me en la *ida del mismo marqués, refiere que por causa suya dí<S
el Bey de Francia aquella drdaa , después de'hat>erle concedido la
libertad.
3vGooglc
210
marqués , militaba entonces en los ejércitos de aquella
nación el milani^s Juan Jacobo Trivulcio. casado con su tía
Doña Hipólita Dávalos. Su crédito y la estimación en que
le tenia Luis XII eran tales que le premió hasta con el tí<
lulo de mariscal de Francia, y tantas fueron sus súplicas
y ruegos por el sobrino, que al fín consiguió ponerle en
libertad. No la obtuvo sin embaído de balde. Seis mil du-
cados pagó á los hombres de armas franceses que le pren*
dienm, y si el rescate no fué mayor, nos cuentan los
biógrafos del marqués haber sido, por creerse " que no
> valia mas el de un soldado mozo y sin barba que por la
» primera vez que había tomado las armas quedaba bien
> castigado además con. las heridas recibidas en la bata-
. lia ())."
Pero la situación de Navarro era de toda punto distin-
ti. Hombre oscuro ó soldado de fortuna, como con des-
den se solia llamar á los 'que sin el esplendor del linaje
alcanzaban por su mérito y valor los primeros cargos mi-
litares, tenia mas reputación y mas émulos -que el mar-
qués, al paso que carecía de su riqueza. El Rey de Fran-
cia que sabia lo que valia, aunque no fuera mas que por lo
que destrozó su ejército en Ravena haciéndole pagar tan
cara la batalla como si la hubiese perdido (2) , le impuso
veinte mil ducados de rescate y se le guardó. Careciendo
de ello Pedro Navarro á pesar de su condado de Olivcto,
de tantas campañas y servicios y de tanto como al tiem-
po |de la expedición de Oran le tacharon de interesado y
(I) Jotio, Dtvita Ferdiitandi Davali, eto.— Hisloña del marquii,
Bnnlome, íbi.
(2] Braiilome, en la Vida do Luis XII. Mati quel gain fiit-ce? et
deis batalla de ^tstna unqui eftuilaauui eher qu'tuitfaitt une au-
Ire pcrte.
3vGooglc
lie propenso á las rapiñas de Italia ; hubo do resignarse con
su suerte, é ir preso al castillo dé Loches muy adentro en
Francia {i).
QUINTA EPOG&.
Desde 1513 á 151S.
El castillo de Loches, en que fué encerrado Navarro,
existe en la ciudad cabeza del distrito de su nombre en el
departamento de Indre et Loire, cuya capital es Totir^.
Se la tiene por la antigua Luccce. Lacheas , y se atribuye
la fundación del castillo á los romanos. Habiendo perte-
necido en su tiempo álos primeros Reyes de Francia, pa-
só después á los duques de Aquítania, y mas tarde á ios
condes de Anjou. Vuelto otra vez á la corona le habitaron
y aumentaron considerablemente en sus respectivos reina-
dos, Carlos Vil, Luis XI, Carlos VIH, Luis XII, Francis-
co 1, Enrique 11 y Carlos IX. Por mandato de Luis XI se
pusieron en él dos cajas de hierro de ocho pies de ancho
y de altura uno mas que la do un hombre con cerraduras
y precauciones terribles ; las cuales se conservaban toda-
vía en 1789 al principiar la revolución. El cfilebre Feli-
pe de Commines que estuvo preso en ellas ocho meses y
las maldijo como otros muchos que también lo fueron,
(i) Sandaval, Hb. 17, §. 9X).—Les Annalet d' Aqu.il aine par Jtan
Botichel, á Poitiers, i6Vt, k.'^' Partie, chap. U, |}% 353.
3vGooglc
cuenta haberlas inventado el obispo de Verdun , que ape-*
ñas ncabada la primera fué enjaulado en ella y allí pasó
catorce años. Entre tantos como fueron presos en el casti-
llo, se citan con mas particularidad y como mas próximos
á la época en que lo estuvo Navarro el duque de AIcd^od
en 1456 ^ Carlos de Milán, ¿ quien allá cortaron la cabeza
en 1468, Felipe de Commines en i486, y el duque de
Milán en 1500 (1).
Con estos antecedentes aunque no mediaran otras cau*
ms, es bien fácil de inferir cuan tristes reflexiones suge-
riria á Navarro su situación. Mientras tanto sin embargo
y gracias así á su arrojo en la batalla como á su serenidad
y pericia en la retirada de Ravena , mejoraban de dia en
dia en Italia los negocios de la liga. El ejército francés
muy lejos de encaminarse al reino de NápoIcs ó de caer
sobre Boma y saquearla , como después de su cacareado
triunfo lo esperaban los cobardes , alónilo con la muerte
de su general Gastón de FoÍx y con tanto daño como reci-
bió se mantenia ocioso é irresoluto á cuatro leguas de Aa-
vena y mas parecido á un vencido que á un vencedor aguar-
dando con Ur. de la Palisse , que le mandaba , las órde-
ues de su Rey (2).
En el de la liga sucedia lo contrario. Aunque el Rey
(i ) Leí Memoiret de PkiUppe de Commines Seigneur d'ArgenlDn
mr les priacipauxfakis et gestes de Loys XI el Charles VIH, sonfits,
1ÍT. 6, chap. 13. Anmiaire da Depariement d'Indre el Loire pour
Fon 4833, ele— Jovío, lib. \i, lib. 1S, dice qne Luis XLI hÍEo mo-
rir en uua jaula coa la mayor miseria de] mundo á Luís Sforcia, na
dándote logar siquiera para que se consolase escribiendo ó leyendo.
(2) Guicciardini, lib. {0... Ma l'eiscrciio franeesse rimasso per la
Btorie Je Fois et per tanto damno ricevuto comme stupido... et le sol-
ditíi.-. parct-ano piu limili ¿ fiíiti i/ie ú fÍitcitori,Qlc.
3vGooglc
222
Católico con la primera noticia de la batalla, temiooclo por
el reino de Ñapóles j por la libertad de la Iglesia ame->
nazoda de los cismálicos, escribió al Papa Julio II ofre-
ciéndole grandes socorros y que el Gran Capitán iria á
mandar el ejército ; no tardó en serenarse y mudar de pa<
recer. El Papa, á quien sus cardenales, amedrentados tam*
bien con las primeras noiit:ias, instaban que recibiendo
del Rey de Francia una paz honrosa, que no dudaban le
otorgaría, salvase la Santa Sede y su persona; te mantu-
vo inflexible, no obstante los recelos de que alarmado el
pueblo con las exageradas noticias de la batalla, estallase
en Roma algún motín. \ eso nos refieren los historíadoreí
que por el pronto contribuyeron los embajadores de Es-
paña y de Venecia, manifestándole con empeño que las
cosas no estaban tan perdidas ni reducidas á tal extremo
que no dieran lugar á grandes esperanzas ; mas la base y
el fundamento de editas y de todas sus exhortaciones so
debían en medio de la aítíccion general al prisionero de
Locbes. No lardó mucho en saberse que la inranteria e»-
pañota habia salido de la batalla unida y sin perder su or-
denanza, y salvada esa, decían los embajadores al Papa,
toda la demás pérdida era de poquísima ó ninguna impor-
tancia (1).
Así con efecto sucedió. Unidos á los cinco mil vale-
rosos soldados de á pié con tanto acierto retirados por
Navarro , como unos tres mil caballos de los que con el
Virey Cardona abandonaron la batalla ; los coligados sino
numérica , moralmente por lo menos , y mas con el des-
()) Guiccíardlni, ibi., Sapeisi pare il viceri enersi salvali ton la
maggiore pañi di cavatli euersi parlita dal Jallo iCarme rítlretta i'«r-
tíeme in ordenama la fanleria spagnuota , la quale te fisie lalva, com-
me eravc Uiinile , ogiú allra perdila estere de piccolo momento.
3vGooglc
225
concerlailo proceder de los n-aoceaes, eran ya losmas fuer*
les en Italia. Con ese apoyo pudo el Papa abrir con toda so-
lemnidad en la iglesia de San iuan de Letran el concilio
que lleva su nombre , y anatematizar y excomulgar á lo»
cismáticos del conciliábulo de Pisa y al Rey de Francia y
sus iautores justamente en el mismo día tres de mayo,
veinte y uno después de lo de Ravena . en que el virey
Cardona entraba como triunfante en Ñapóles con aquellos
soldados abandtjnados entonces por él. Olvidándolo todo
el Rey Católico , que en apariencia ó en realidad, cuando
supo lo sucedido, se mostró muy servido del ejército,
" porque pelearon generalmente como varones de gran
■ esfuerzo, y dejaron el campo con tanta sangre ene-
• migatl)," llevado del amor y afición que profesaba
al virey > cuando dispuso que el Gran ,Capttan ya no pa*
sára á Italia , le confirmó en el mando de aquella gente,
confiando . y no se engañó , en que seria otro su proco*
der en adelante ; mas en muchos se confirmó con eso la
opinión de que era hijo suyo (2).
No toca á una historia tan personal como la que nos
ocupa, referir como con la protección del Emperador
Maximiliano , la diligencia del Papa , y el favor y defensa
de los españoles, volvió á dominar en la Lombardía Uaxi-
miliano Sforcia, hijo del duque de Milán, Luis Moro; los
genoveses se sustrajeron del yugo francés , y aclamaron
dux á luán Fregóse , y el virey Cardona á pesar de lo
que el Papa resistía su vuelta á la Lombardía , restable-
ció ea Florencias los Médicis, "sacándolos de aquella
• sujeción , que padecían debajo del nombre de libertad
(1) Zañta,Iili. lO.oip. i.
IS) Ibidem, cap. 21.
3vGooglc
224
n siendo una muy honesta servidumbre (!]." Ni esto ni si
• la intención del Rey Católico no tanto era de subvertir
K la libertad florentina como apartar la ciudad de bu adhe-
> sion at de Francia, y de sacar algún dinero para pagar
* su ejército (2) ," ni si los franceses salieron de Italia ex-
pulsados por las fuerzas de la liga, ó por el miserable es-
lado en que quedaron después de la batalla do Ravena, ó
porque con su altanería , áspero gobieruo y licencioso
proceder con las damas, exacerbaron al pjieblo [5), po-
demos hacer mas que indicarlo sumariamente. Solo y por
que se infiera cuanto habian mudado las cosas y cual era
el orgulloso carácter del popa Julio II, haremos un líjero
alto en que opoyado principalmente con' los suizos que
fueron á su socorro tío quiso de modo alguno oir las pro-
posiciones de paz que el Rey de Francia le dirigió; que
antes de admitir a su gracia al duque de Ferrara Alonso
de Este que hahia servido á aquel, le obligó á dar liber-
tad á Fabricio Colona , Hernando de Alarcon y otros pri-
sioneros de Ravena que guardaba : que después de eso y
tratándole como feudatario suyo, no contento aun con que
en público consistorio le pidiera perdón vestido con una
(1) Zurita , lib. 10 , cap. 20, 21, 22, 23 etc.
(2) Guicciardiaí lib. li, perche nel Re tTAragomt non tra Ja
principio laalo daiderio de loverlire la liberta, qaaiUo di rimovere ¡a
Citla dali aderentia del Ri di Francia el di trarnt alcana quantica
di danari per pagare all' etercilo.
(3] Huralori, lomo 10, año de 1512, tralando de la salida de los
franceses de I Valia, dice que fué, portando serouniuon doeumrnioa
i Principi de non mallrafare i popoli masfimnnttnte queidi miovD con-
quifti, Cerlamenle Callcrigia loro, l'asprogoverno e il lir.rncioso pro-
cedereeotle Domneavcano tola/mente rsacerbaii i Popolidclla Lombar-
dia,ehe tiilli ¿¡gara, súbito que se la videro bella,
doniiiiaiioni.
3vGooglc
225
ropa de terciopelo negro sin bonete, y con una cofia de
oro en la cabeza , faltó poco para que no le enceirára en
el castillo de Sanl-Angelo y le cortasen la cabeza (1); y
que por último sn atrevimiento y ansia de dominar le lle-
varon hasta el punto de querer lanzar de Italia no solo á
los españoles , sino á todos los extranjeros , á quienes ape-
llidaba como por dedprecio bárbaros -j ultramontanoi (2).
En medio de tanta inquietud y de las negociaciones
que octirrieron entre el mismo Papa , el íley Católico,
el emperador Móximiliano, los venecianos, los suizos y
el Rey de Francia , trató el emperador de reconciliar á
este con el de España. PropOsd para ello entre otras ba-
ses la de que nuestro Infante D. Femando, nieto ó un
tiempo suyo y del Rey Católico, casara con Reinera, hija
segunda de el de Francia, dándole en dote el ducado de
Milán. En donde intervenian intereses tan encontrados y
personas tan opuestas como las que por desgracia de la
Italia tos disputaban en ella , era muy difícil sino imposi-
ble llegar á entenderse sobr'e eso. Todo eran desconfian-
zas, intrigas y enredos ; en medio de las cuales , y sin que
estuvieran próximos á vencerse, murió en 21 de febrero
de 1513 el papa Julio II, hombre impetuoso, de pensa-
mientos demasiado altivos " y digno, según su contcm-
■ poráneo Guiccíardini, de eterna gloria si hubiese sido
> un Príncipe seglar, ó si et cuidado ó conato que puso
■ en exaltar y engrandecer la Iglesia en lo temporal con
> las artes de la guerra, los hubiera empleado en ensal-
■ zarla en lo espiritual con las artes de la paz (ó)."
(1] Guiccíardini, lib. 11.- Zurita^ tbi., cap. 20.
&) Ibid., cap. 22 y 35.
(3) Zorita, íbi., cap. 57, dice que Julio II murió en 20 de fe-
brero de 1513; pero Guicciardini , lib. 11, afirma que Jiai la nufie
JoM XXV. 15
„Googlc
226
Sucedióle con el nombre de León X el cardeaal Juan
de Médicis, que habia sido su legado en el ejército coliga-
do ; que fué prisionero en Ravena y TÍlípeodiado ea Bolo'
nia, cuando entró en ella con Pedro Navarro , y que con él
y como tal prisionero asistió etl Hilan á las exequias de
Gastón de Foix. Al abandonar los franceses aquella ciudad
le llevaban á Francia bien custodiado. Habiendo un día
pernoctado en Pieve del Cairo , alborotados algunos de sus
vecinos y unidos con parte de sus criados, al pasar por la
mañana el Pó por la barca de Batignano, amedrentaron
de modo á los que le guardaban , que solo trataron de sal*
varee y no de defender al preso (1). Llegó tan á tiempo
á Roma que habiendo poco después muerto Julio II, fué
sublimado al solio pontificio nemine discrepante de loa
veinte y cuatro cardenales que entraron en el conclave.
Corónesele en San Juan de Lelran con tanta pompa y con
tanta algazara del pueblo, que desde la inundación de los
bárbaros se decia no haber visto en Boma dia mas mag-
niflco y soberbio; "haciéndole todavía mas memora-
B ble y digno de admiraciou el considerar que aquel que
■ entonces con tanta pompa y raro esplendor lomaba
■ las insignias de tan grande dignidad, en el mismo dia
* del año anterior había caído miserablemente prisíono-
> ro (2) con Nuestro conde Pedro Navarro, á quien lejos
diaanzi al vigessimo primo giornodi Febraio, eíleruio gia propincuo
it giorno.
(1) Guicciardini, lib. 10.
(2) GuícciardÍDi , lib. 11, «t fece questo giorno piu mtmora-
bile el di maggiore ammiraliont it eoiuiderare cotui che hora pi~
gtiava con ti rara pompa el splendere te inifgne di tanla drgniía^
era staio nel giorno medlíimo laniio dinaini /alto miserabitnieule
prigione.
3vGooglc
227
• tJe olvidar en su grandeza veremos luego cuanto se in-
■ teresó por su libertad."
' A pesar con todo de (anta admiración, "y del gran
■ placer que , según Guicciardini , causó en loda la Iglesia
• la elección do un pontífice que había de ser rarísimo,
• así por la fama de su liberalidad , benignidad , castidad
1 y perfectas costumbres . como porque , imitando á su
■ padre , había de ser muy inclinado á los literatos y hom-
■ bres de genio, y sobre todo por su elección limpia, sin
■ simonia ni sospecha de mancha al};una {i)." Pedro Már-
tir de Anglería, que por un criado del mismo Guicciardini,
embajador á la sazón en España de los florentines , supo
aquella elección , no pareció muy contento de ella. Ape-
nas podía creer, y asi lo escribía á un amigo, que el sa-
cro colegio " que acostumbraba colocar én la Santa Sede
» mas bien á los cardenales decrépitos que á los de edad
• juvenil y vigorosa, hubiese puesto en ella á Juan dó
> Hédicis, que agn no contaba treinta y ocho años. Tene-
» mos, pues, le decia, un pontífice mozo y erudito, mú-
■ sico y muy aGcionado á la opera y á lo» conciertoa , na-
• da guerrero, sino mas bien inclinado de suyo á la pae,
> de condición suave , aunque mas inclinado que lo justo
> á sus parientes y familiares (2)." Mas el Rey Católico
por lo contrario se holgó altamente con la elección. El
(1) Goicciardini , '\\¡\. f ata TeUtlione candidamente sema simo-
nía o sotpetto di macula alcana etc.
(2) ...Vix credcre id posiumus quia sil anaum nalus noadum
iKiavum et Irigetimum, tohanique Sacre Sedií Romanm Cardinet
potiut deerepitoi qaam átate virentei dcligere,.,.. habcmus Poniiji-
tem eruditum, sed musicam et qui caDlorum collegiii; et freqaeoti
cortma delecletar; pacis esl taopie amatar , minime Martialis, uli-
tis admwlam , luorum et affinium el familiaiium aquo ainauíior.
EjHStola 519.
3vGooglc
minucioso y veraz Zurita refiere haber oído á una persona
muy grave que fué del Consejo de aquel Rey tan de cora*
zoo español que una de las tres cosos de que decia haber
recibido mas placer y contentamiento en la vida era la
creacioQ del papa León X (1).
Así sucedió que siendo este Papa tan propenso á la
paz como belicoso y resuelto habla sido bu predecesor, no
fué dificil concertar una tregua entre lo» Reyes Católico
y Cristianísimo. Publicóse con efecto en 1 ." de abril de
aquel año de 1513, pero solo por un año, y para esta
parle de los Alpes, ó sea entre los Alpes y los Pirineos,
en la que debían cesar enteramente las hostilidades entre
los dos. Como se arregló esa tregua sin conocimiento del
Emperador , los antiguos enemigos del Rey Católico , Don
Juan Manuel, el obispo de Badajoz y otros de los que
opuestos á su gobierno en Castilla , se habían refugiado á
Bruselas , aparentando celo por el Principe D. Carlos su
nielo , indignaron al Emperador contra él. En su oi^ullosa
insensatez y falla de patriotismo no conocieron aquellos
ambiciosos, ó por lo menos afectaron desconocer que al
Rey Católico, mas celoso que nadie por los intereses de su
nieto, le convenía mas que gastar la sangre y dinero de sus
españoles en la guerra do tSavarra , asegurar pacíficamen-
te aquel reino, que acababa de ganar; á cuyo fin y con
su habitual destreza excluyó de la tregna á su Rey Juan
Labril , privándole con ella de los auxilios qne le prestaba
el Rey de Francia su aliado (2).
(I) Las otras dos eran el naoimiealo de! Principe D. Juan y la
cutradH iriuafante en la ciudad de Graaada, termíoada la cuiiquis-
ta de aqoel reino. Zurita, ibi., cap. 57.
(1¿) Guicciardini, lib. 1 4 , per che coa ¡a quiete si ita&iliiit me-
3vGooglc
229
También tlísgusló la tregua al Rey de Inglaterra En-
rique VIII. Quejábase como el Emperador, é igualmente
impulsado por los castellanos que andaban en Bruselas, de
que el Católico su suegro le hubiese engañado concertán-
dose con el francés, cuando unido con el Emperador te-
nia determinado invadir la Francia por la Picardía mien-
tras el Emperador la acometía por la Borgoña. Todo eran
acusaciones por un lado y preparativos de guerra por otro;
en medio de los cuales y de las complicaciones, guerras,
motines militares y desastres que por su parte asolaban á
la desunida Italia , pasó el estrecho de Calais y desembar-
có en Francia un numeroso ejército inglés (i). Hasta de
cuarenta mil infantes y mil y quinientos caballos dicen
que constaba cuando cercó á Terouanno , plaza francesa
situada en la Picardía ; en cuyas cercanías y con ocasión
de que los franceses trataban de introducir un socorro,
se trabó y los ingleses ganaron eu agosto de aquel año la
famosa batalla de Guinegate , y por otro nombre de las
espuelas , por lo mucho que se dijo haberlas los franceses
aplicado á sus caballos para salvarse (2).
Entre los prisioneros de mas nombre que en tan céle-
bre jornada cayeron en manos de los ingleses , se contó
al marqués de Rotelin , duque poco después de Longue-
Tille, que como dice Branlome no se sirvió de sus es-
paela$ para huir (5). Era uno de tos caballeros de mas
glio il Regno nuwamente atquútato de Navarra,— tw^a , ibi,,
Gap. 61, 62 r65.
(1) Ihid. 66.
(2) GnicciardÍDÍ , lib. 12.— Zaríta, ibi., cap. 73 y 7i. — Jotío,
^\m Uiiiorias , lib. 11 , cap. 10 y If.
{Z") Et & la jouraie des esperons , ou il ne se se/vif guieres áei
sieM poaF fuir eomme íautrtí,.... fut meaé prísouier en Anglelerre,
etc. ea su vida.
3vGooglc
250
nombre y fama en Francia así por su valor como por es-
Lar emparentado con la familia Real (1). Tomando encoen-
ta esas circunstancias, y siguiendo la práctica de tasar
los prisioneros, se le pusieron cien mil ducados de res-
cale ó talla. Por via de auxilio para pngnr tan gruesa su-
ma y que pudiera cuanto ánles regresar & su patria , le
traspasó Luis XII la propiedad que se había reservado de
Pedro Navarro, ó sea los veinte mil ducados en que es-
taba valuada su soltura (2) : de modo que, y esto hace ver
que algo han ganado los hombres en dignidad , aquel que
tan superior era ttl duque de.ljongueville por sus proezas
en mar y tierra y así en África como en Europa , fué ta-
sado por tos mismos que debían apreciar mejor esa dife-
rencia, en la quinta parle de lo que lasaban un duque, á
quien, como dice Brantome, ilustraba mas su raza, á pe-
sar de ser bastardo, que su valor y virtud (3).
15i4. — Pero no era eso quizás lo que mas afligía á
nuestro conde en la soledad de su prisión. Al cobo de mas
de un año en ella , podía creerle, y aun au parece que lo
indican sus contemporáneos, olvidado del Rey Católico,
por la envidia " de los que se salieron huyendo de la bata-
> lia de Ravena, y de los que, no habiendo estado en ella,
• le criticaban no siendo para la guerra , ni entendiendo
> una palabra de arte militar, y por la mala voluntad del
(t) Gnicciardinl , ibi. LongtwUIa atlrimenii il Marthete de A»-
tellino , Principe del teuigue Retde etc.
(2) Mererai, Histoire de Franee, to). S, pdg- 359 y 383.-Da-
niel, Tol. 9, pAg. 637.
(3) En su vida, y tratando de los coroDeles franceses, j4prit
Mr. de Ckatimont viat teñir la place Mr. de Longuevilie plut par
illuítratioa de $a race fmait pouriant á caute de la battvdUeJ q«e
pour sa vaieur et verlu.
3vGooglc
231
• duque de Alba y otros privados del Rey (1) ": mas este,
aunque á U verdad no anduviera muy aolícito en procurar
su libertad al principio, auténticamente está probado
que se ocupó de ella con empeño. En tas instrucciones
que en febrero de i 51 4 dio á Pedro Quintana su secreto-
rio y embajador en Francia para negociar la continuación
de la tregua, y en las que después de haberlo conseguido
dio al obispo de Trínopoli, su predicador (2), y á Gabriel
de Orti, su capellán, para que trataran de convertirla en
paz perpetua entrando en ella el Emperador y el Bey de
Inglaterra, no solo les señaló la libertad de Pedro Navar-
ro como punto do política sino de delicadeza y de rigoro-
sa justicia. Quena que al fin del tratado en que se con-
signaran la paz y los matrimonios del Infante D. Femando
con Rainera, hija segunda del Rey de Francia, dándole en
dote el ducado de Uilan, y del mismo Rey de Francia,
muerta su mu|er Ana, con la Infanta doña Leonor, herma-
na de D. Fernando, é hija como él de doña Juana la Loca,
se insertara un artículo especial en que se estipulase la
libertad de su desgraciado general.
" Estaréis sobre aviso , les decia , que en fin de la ca-
• pitulacion dicha, paz y casamiento se ponga un artícu-
>lo para que. siendo firmada la dicha capitulación, sea
■ sollado y puesto en libertad el conde-D. Pedro Navarro
>8in paga alguna y que le dejen luego venir á mis reinos
■ libremente. Y si el Rey de Francia vos dijere, que lo
(1) El canónigo Pedro de Torres ea ei HS. que va en el Do-
cumento adm. 23.
(2) Llamábase fray Bernaldo de Mesa según Zurita, lib. 10,
cap. 86 y 68, y había ido i Francia, lo mismo que Gabriel de Orti,
de quien trata en el capitulo 69, i reclamar los bienes de Gastón de
Foix para la Reina Germana sa hermana , mujer del Rey Católico.
3vGooglc
232
> tiene dado al duque de Longavila (1] , le responderéis.
«que estando como está el dicho conde en su reino, aun-
> que el dicho duque le tomara prisionero , asentando tal
■ capitulación de pas y casamientos como esta', el Rejr de
• Francia era obligado de hacerle poner en libertad, caan-
« to mas estando e) dicho conde como estaba en poder del
• Rey de Francia , y habiéndole él dado á dicho duque
> después que se entiende en estos negocios. Y decidle
■ que no se fallará que jamás se ficiese tal paz y deuda
■ entre tales Príncipes, que los prisioneros no se soltasen
• y aun así lo fice yo cuando casé con la Serenísima Rei-
> na (^ Germana J mi mujer , cuanto mas en este caso qne
> DO hay mas qne un prisionero y seria tanta vei^enza
» facer la paz sin soltarlo que no podría ser mayor ; y por
■ esto habéis de insistir que en todo caso el dicho conde
■ sea puesto en libertad sin paga alguna, y decid aí dicho
> Rey de Francia que también se habían puesto á rescate
> los que yo la otra vez tenia presos , pero libremente los
• solté y aun restituí á sus estados ; y habiéndose fecho
> ésto siempre, y siendo cosa tan ordinaria y tan debida,
» razón es que se faga lo mismo por el dicho conde sien-
■ do tan buen cristiano ; y yo no consentiría que se me
■ Ocíese tanta vei^úenza en caso que nunca se fizo ni como
» yo lo pido ; y no puedo creer que el Rey de Francia
> quiera otra cosa ; mayormente sabiendo, que eq la em-
> presa de Milán que con el ayuda de Dios se ha de facer
• podrá mucho servir el dicho conde. Pero en caso que
>no pudiésedes acabar que pongan en libertad al dicho
(1) Ed la respoesta ^ Pedra Quintana se )¿e: V decir que Iq tie-
nen dado á su mujer del duque de Longavila y el dicho ccnde etlá
tasa reúioelG.
3vGooglc
253
> conde no dejéis por eso ile concluir y asentar la dicha
.paz(l)."
Vivia Navarro en Loches tan ignorante del cuidado
qae debía á su Rey como ansioso áa salir de aquel en-
cieiTo. Por su desgracia ni los malrimonios ni la paz con
Francia qoe eran las premisas de su soltura, llegaron á te*
ner efecto. Sucedió por lo contrario que Enrique VIII, al*
tamente ofendido de que el Católico su suegro le hubiese
tres veces engañado negociando y prorogondo la trejtua
sin su conocimiento , mediando su prisionero el duque de
Longueville, se concertó é hizo la paz con el Rey de Fram
cía Luis XII. Publicóse á principios de agosto de aquel año
por todo el tiempo do la vida de ambos Reyes y un año
después, y entre las condiciones que abrazaba fué una
la de que Haría hermana de Enrique, joven y hermosa
dama, casara con Luis XII viejo y gotoso, preíiriendo
aquel ese malrimonio al que tenia contralado de su her-
mana con su sobrino el Príncipe y después {Imperador
Carlos V (2).
Con lo libertad de Longncvílle perdió el conde Pedro
Navarro alguna esperanza, si la tenia , de conseguir la su-
ya. cuando aquel fuera rescatado. En semejante aflicción,
y siempre con el agravio de que el Rey Católico no le aten-
día , ya fuera por dar oidos á sus émulos ó porque siendo
aragonés misero y e$ca$o , como pensaba el canónigo Pe-
dro de Torres y confirma Paulo Jovio, creía que por su
avaricia le despreciaba (3) ; antes de tomar otra determi*
H) Véase el Doenmento núm. 33.
(2) Guicciardini, lib. 12.— Zurita, ibi., cap. 88.
(3) Véase el [)ocuinetilo núm. 23 y el elogio de Navarro por Jo-
110, eo que dice tralaodo de su deserción, poslquan ai/aré eontemp-
iHi á tutt gentis Rege viderelur ele.
3vGooglc
254
nación Be Jirigió á su ilustre campanero de prisión cr
Ravcna y denuestos en Bolonia, el Pontífice León X. Entre
los literatos llamados por este á su lado al subir al solio
pontificio, fué uno de los mas señalados et historiador Te>
neciano y distinguido poeta Pedro Bembo, á quien nombró
su secretario y mas adelante cardenal (i). En la colección
que de sus cartas nos queda . se leen con sumo placer las
que por mandato de León su protector, el hombréala
sazoD de mas autoridad en la tierra, pues que aun no se
la había disputado Lutero, escribió así á nuestro desgra-
ciodo conde , como á Luis XU de Francia , solicitando su
libertad.
Navarro que era devoto , propenso á frailes y que á
ejemplo del Rey Católico los empleaba como sus mensaje-
ros, hubo de enviar uno á Roma con la relación de sus cui-
tas. Compadecido de ellas LeonX, le respondió en 20 de
setiembre de aquel año, que, " estando para regresará
> su compañía fray Fernando de la orden de los Henores
■ franciscanos, le habia dado carta para el Rey de Francia
• rogándole que le pusiera en libertad ; lo cual de modo
V alguno dudaba que dejase de ejecutar por el amor y
• benevol encia que le profesaba. Quiero por lo tanto que
■ lo sepas , así para que tengas buen ánimo como para
» que confies en que nada de cuanto concierna á tu sa-
■ lud y libertad he de descuidar, según mas plena y es-
■ tensamente el mismo fray Fernando te podrá infor-
. mar {2)."
Aun estuvo mas expresivo y afectuoso y justo apre-
ciador del valor y religiosidod de Navarro, en la que por
(1) Jovio, De fila Leonü X ele.
(2) V. el Documento aim. SS.
3vGooglc
235
el mismo conducto escribió al Rey de Francia en el mis*
mo dia. " Amo de tal manera, ie decia , al vizcaíno Pe*
» dro Navarro , tan sobresaliente on las cosas de la guerra
■ 7 en la actualidad ¡tu prisionero , cuyas valerosas y es*
> clarecidas acciones por la cristiandad así como sn insig-
> oe fée y su reverencia para conmigo juzgo serte bien co*
■ nocidas, que su salud y comodidad han llegado á ser
>uno de mis mayores cuidados. Ruégete por lo tanto y
>con toda la amistad y benevolencia que puedo, te suplí-
■ coque llegue alguna vez el dia en que quieras ponerle
■ en libertad : acerca de lo cual así Luís obispo de Tricari*
» co mí legado cerca de tu persona á quien al intento es*
■ cribo , como Juan de Rocberort tu embajador cerca de
■ la mia, á quien he descubierto con mayor amplitud y
■ cuidado mi pensamiento te darán razón de todo (1)." Y
para no dejar duda ni del arecto que profesaba á Navarro,
ni de lo mucho en que apreciaba León X su valor y de-
seaba su soltura , cumpliendo con lo antedicho escribió á
su legado en 21 de octubre del mismo año de 1514, que
"con cuanto cuidado podía había escrito al Rey de Fran-
» cía en favor y recomendación del vizcaíno Pedro Navar-
• ro, y que puesto que no se le ocultaba cuan grande
■ amor le profesaba por su valor tan acreditado, deseaba
• (|ne aquel Rey y en atención á que iba ya para tres años
• que le tenia en su poder, te restituyera ó sn libertad.
> Procurarás por lo tanto, seguía , y trabajarás con cuanto
> mayor empeño y diligencia pudieres para conseguirlo si
(1) Ibid , Tncaríco es una ciudad da la Bastiicata en Ñipóles.
Tlamábase Luis Canosa, y fné enTiado por León X i Ioe Reyes de
Francia é Inglaterra para Ib paz qne en aquel año concertaron. -^
JoTÍo, Hütor., lib. H, cap. 18, dice que era de sagaz ingeDÍo, j
Gaicciardini le titula Vescevo Tríearíeo.
3vGoo¿ílc
236
> es que quieres prestarme un servicio taa sumamente de
> mi agrado como de mi deseo : con el bien entendido ^d
» embargo de que en lo que a) intento aconsejares, hayas
* de'emplear aquella suavidad y discreción que acoslum-
■ bras en tu conversación (1)."
O por que el legado ateniéndose á esta última reco-
mendación anduvo flojo en el desempeño de su encargo.
ó por que el duque de Longueville no quería que solta-
sen á Navarro sin que pagase su tasa , ó por que Luis XII
en opinión de algunos pasaba por muy escaso y aun ava-
riento, aunque pagaba bien á los soldadoe y sus deu-
das (2), ningún efecto produjeron las afectuosas demos-
traciones y ruegos del Papa. Valia mucho por otra parle
Navarro y nadie lo sabia mejor que los franceses , y sobre
todo su Rey que al noticiarle haber vencido en Revena
pero perdiendo á Nemours, exclamó que nada habí a gana-
do sino perdido muchísimo (3), De modo que lalibertad de
Navarro dependía esencialmente del dinero que él no tenia
y nadie lo ofrecía por él; siendo tanta su desgracia en me-
dio de lo que lodos le elogiaban que hasta el caballo que
montaba León X cuando le tomaron prisionero fué oportu-
namente rescatado para qtie le condujese triunfante en la
majestuosa pompa del dia de su aclamación (4) ; y ¡ el va-
leroso soldado que^ á pesar de sus malsines, habia sal-
vado el honor de su patria en Ravena, libertado á la ciu-
dad santa de ser saqueada y á la Iglesia del cisma y con-
ciliábulo de Pisa tan protegido por el Rey de Francia, yacía
(1) Ibid.
(2) Jovio, Historiar, lib. U, cap. 18 al fia.
(3) En U vida de Luis. Ah Dieu ! je ne tay pas gagnée mmt
tres bien perdue.
(i) JoTÍo, De vita Leoait X,
3vGooglc
237
en (riále prUinn por haber antes pensado en su gloría*
que en adquirir con el saco y el pillaje to que do había
heredado!
Si León X se hubiese prestado á \¡t liga que en aquel
tiempo le proiwnia el Rey de Francia contra el Católico
y el Emperador, en vista de los pocos soldados que te"
niaa.enltaliayla gran falta de dinero para pagarlos que
experímentaba el segundo y lo muy amigo de guardar los
Kuyoa que era el primero (1); acaso sus demostraciones
por el prisionero de Loches hubiesen logrado buen éxito.
Mas aquel Papa ambiguo é indeciso temiendo por un lado
á los franceses y por otro á los españoles é imperiales que
le busc-aban , á todoa los igualó diciendo no ser propio de
su oficio pontifical aconsejar la guerra entre los Príncipes
cristiaaos unos con otros, sino contra -los turcos enemi-
gos de la fée (2). Daban estos mucho que temer con
efecto. Divulgábase que el Sophi Ismael, al ver la debili*
dad y discordia en que las guerras habían puesto á Italia,
la amenazaba y principalmente la Marca de Ancona en el
estado pontificio, con una armada de ciento y cincuenta
galeras y muchos navios ite carga. Para resistirlo se con-
federaron el Emperador , el Rey Católico y el Papa , con
propó^to de que se les juntarían tos Royes de Francia,
Inglaterra, Portugal y otros (3). Todo sin embargo quedó
eo palabras y nadie se movió , á pesar de que las disensio*
nes intestinas y la guerra que los turcos traían con toa
persas inducían á combatirlos en su casa. Quizás la soli-
citud que León X mostraba por la libertad de Navarro su
encaminaba también á emplearle por mar ó tierra contra
(t) Jovki, Historiar, lib. li, cap, 18.— Guicciardiiii, 1ib. M,
(2) Guicciardioi, ibí.
V3) Zurita, lib. 10, cap. 85.
3vGooglc
238
etloB, teniéndolos tan conocidos. Su ánimo llegaba & tan<
to, que según el Cardenal de Santa Cruz escribía al Rey
Católico por aquel tiempo, exorlándole á continuar la tre-
gua con Luis XU y ñ coligarse lus dos contra el S^hi,
Navarro habia dicbo en Ñapóles en cierta ocasión que con
una armada ¿e quince á veinte mil hombres que fuete á
Gallipoli y se apoderase de los castillos del ealrecko , de
seguro te tomaba á Constantinopla (1),
1515. — Mas tanto esfuerzo y valor tardaron poco en
volverse contra la patria y en hacer desventurado á Navar-
ro. A pesar de la paz que el Rey de Inglaterra habia coa-
certado con el de Francia por odio al Católico su suegro,
no cesó este de negociar con el francés la paz , con la
que estaba unida la libertad de Navarro. Persistía siempre
cu esto y en que la base del concierto fuera el matrimonio
del infante D. Fernando su nieto con Reínera, hija se-
gunda de Luis XII , dotándola este con el ducado de Mi-
lán ; " pero como el Rey Luis que era de mucha edad y
• estaba enfermo de gota , tuviese demasiada conversa-
• cion con su nueva esposa , enfermó de unas calenturas,
» y acudíéndole sobre ello unas cámaras murió en el prt-
> merdia de enero de 1515 (2)."
(i) Ed U de abril de I5li V. Oocumeoto Dúm. 26.
(2) Asi expresa el traductor de Paalo Jovio lo qoe Guicciardiní
refiere con mas claridad y no sin decencia perche il Ri di Fran-
cia, mentrí che dando cupidamenie opera alta telleta eccellente et
alia eta delta auova moglie, giovaae di dicio/io aniii, non li ricorda
detieta sua e della debilah della comprcisione , oppresso da fcMre
et topravenendagU accidente difiuuo parli quaji repenliaamtnie della
vita presente, havendo fallo memorabite il primo giorno, etc. Bran-
tome, con bu habitual Bollura dice en su vida que // a'eiil aueuHi
enfniíi de sa dcniierejemme Marit d Angleicrre : il ne lint pa$ A
elle , eommej ajr dict aillcurt. Aiusi elle nc dcmeura guirres aoec-
3vGooglc
259
Sucedióle con el nombre de Francisco I su yerno el
üuque de Angulema , casado con su hija mayor. Joven,
valeroso y de ánimo resucito, apenas fué solemnemente
coronado y jurado , que puso todos sus pensamientos y
fuerzas ea recuperat el estado de Milán y dominar en Ita-
lia . lanzando de ella á los españoles y alemanes que abor-
recía de corazón. (labia por otra parte tenido muy estre-
cha amifltad con los Reyes de Navarra D. Juan Labrit y
Doña Catalina , en cuyo favor había tomado por primera
vez las armas, y miraba como punto de honra, y aun les
daba esperanzas de restablecerlos en su reino. La nación
en general y mas particularmente la nobleza le animaba á
encaminarse á Italia, continuando con los recursos que el
difunto Rey su suegro habia ido reuniendo para vengarse
de las afrentas que en ella habia sufrido ; y finalmente
genoveses y venecianos le llamaban presentándole muy
fácil el triunfo, especialmente los últimos; ansiosos de re-
cobrar las ciudades, que después de expulsarlos los fran-
ceses , les habían tomado tos alemanes y españoles (J).
El Rey Católico á pesar de su edad y muchas dolen-
cias ero muy prudente y perspicaz' para dejarse sorpren-
der. Habiendo el nuevo Rey de Francia adoptado desde
el punto de su advenimiento el titirlo de duque de Milán,
bien claras eran eus intenciones. Asi fué que habiéndolo
propuesto la continuación por un año mas de la tregua que
^uci luj'; car s'efforftmt par Irop aprit ceite grande heauté pltit gue
soa vieil aagé ite le porloit , il mouruí. Auisjr dUoil-on pour íors
<¡uand il l'apousa, qu'il avoit pris el chevauclioit unejfune qaiUetli-
V qui bien loil te meneralt en paradit loul Hroict et plustott qu'il ne
voudroil ton grand chemin.
{\) Jotío, Hislorlar. Ub. iíS, cap. 1."— Guícciarjini, lib. 12.—
ZuriU, lib. 10, cap. 91.
3vGooglc
240
tenia Con su antecesor, el Católico conociendo que era
para ganar tieni|>o y concertar mejor su expedición á Ita-
lia , le respondió sin reparo estar pronto y dispuesto á
olla siempre que Fuese general , y se extendiese no solo
al otro lado de los A.tpes , sino también á nuestras froo-
teras por los Pirineos (1). Y mientr'as tanto al paso que
con su acertada previsión negociaba una liga y so confe-
deraba con el Emperador , los suizos y Maiimilíanb STor-
cia para mantenerle en el ducado de Milán , convocaba
las Cortes de Aragón y Castilla , para pedirles auxilios en
la terible guerra que le amenazaba . y en las últimas ade-
más, y para dicha de Navarra , se la nnió á su conna,
manteniéndola sua Fueros y prívilegioa(Íl).
Gomo en los negocios políticos nunca es el bien com-
pleto ; en tanto que la madre España se complacía de que
el Rey Católico infatigable en la obra inmortal de unir á
todos sus hijos, lograra en sus últimos días que los navar-
ros al cabo de tanta sangre vertida en las guerras con sus
hermanos y en sus disenciones intestinas, afianzasen una
ptti no interrumpida después ; y en tanto que el mismo
Rey con el propósito siempre de realzar el pueblo ate-
nuando las altaneras pretensiones de la nobleza "antes
■ decia á las Cortes, entonces reunidas en Culatayud, estar
■ aparejado para esperar cualquiera inconveniente que
• consentir en sus dias, que con perjuicio de la repúbli-
> ca , como los ricos-hombres y señores de vasallos en
X Aragón pretendían, se revocaran los recursos de sus vasn-
• líos al Rey, y la justicia no pei-sigiiiese á los malhecbo-
H) Guicciariliiii. — Zurita, ibi. — {■edro Márlir.
(2) Zurita , cap. 92. Véa.se el <locii[nento de la unioD en el lo-
inu 3 de Auiigüedadet de Navarra , por e) seQor YaiíguaR, arlfculu
fícjrs, pAg, 260.
3vGooglc
S41
■ res qoe ae rerugiarao á aus lugares (1)"; dos de tos mas
famosos é insignes españoles de aquel tiempo , como fue-
ron el Grao Capitán y Pedro Navarro, conspiraron abierta-
mente contra su patria. El primero, sin comprender el
gran pensamiento del Rey Femando y unido siempre á sos
enemigos , como si la incorporación de los maestrazgos á
la corona , y principalmente del opuletito de Santiago, nii
hubiese sido una délas mas insignes acciones de aquel Rey.
y de la esclarecida Doña Isabel , sin atender mas que á su
engrandecimiento , y fijo en que el maestrazgo de Santia*
go le había sido bien ó mal ofrecido en premio de sus ser-
vicios, solo aspiraba á obtenerle. Querin con su poder y
con la inmunidad eclesiástica de que gozaba, representar
segan el tiempo lo permitiera el papel que por lo pasad»
habían representado los maestres uniéndose á los magnates
revueltos contra los Reyes y nunca en favor del pueblo; y
como si el Rey Católico fuera fácil de engañar , bajo pre-
texto de ir Á servir al Rey de Inglaterra que te llamaba,
trataba de pasar á Flándes, para venir á Castilla, unido
coQ D. Juan Manuel y los antiguos revoltosos que rodea-
ban al Principe D. Carlos ya mayor, á privar á su abuelo
del gobierno que con tanto acierto habia sostenido duran-
te su menor edad y la demencia de su madre. Hasta bulas
del Papa se dijo que tenia para suceder en el maestrazgo
al Rey ya casi moribundo, y tan persuadido de lo útil
que era su incorporación á la corona , que por mas que
(1) Znrita, líb. 10, líel Bey D. Fernando, cap. 93, reSere con sn
loable eiactitud la firmeza con que el Rey se opuso & Un perjadi-
ciales pretensiones, sin querer de modo alguno acceder á ellas tt pe-
sar de que par la falta do unidad en los brazos le negaron l:is Cúr~
tes el auxilio necesano para defender el reino amenazado de los
franceses, y turo que acudir á tas ciududes y ealado eolesiAslico.
Tono XXV. 10
„Googlc
242
le instigaroD á que los dejara todos á bu nieto el Infante
D. Fernando , no hubo medio de privar de ellos al Princi* .
pe D. Garlos su sucesor (1). Fué pues fortuna del Gran
Gonzalo que aquel Bey en medio de su decadente eatado>
tomara con resolución las medidas conducentes á que ni
el reino fuera perturbado en sus últimos días , ni el nom-
bre de persona tan insigne pasara á la poateridad con
la nota de desertor y de falso. Habiendo oportunamente
sabido que Gonzalo trataba de embarcarse en Málaga
acompañado del marqués de Priego y de los condes de
Cabra y Ureña, ordenó por un lado que á nadie se per-
mitiera embarcar sin su licencia, y que por otro se obser*
vasen las acciones de aquel hombre extraordinario , que
en diciembre del mismo año acabó sus días en Gra-
nada (2).
Pero no fué tan feliz Navarro su antiguo compañero
de gloria , y encargado después de prenderle. Cansado de
la prisión y sentido del olvido en que por cansa de lo de
Ravena y oir á los cortesanos , ó por su miseria y avari"
cia, le tenia el Rey Calólico, cuentan los historiadores
franceses, algunos italianos y españoles , que apenas acla-
mado Francisco I de Francia , le envió á buscar ofrecién-
dolé altos cargos militares , y pagando de contado los
veinte mil ducados de sn rescate (5). Acaso por atenuar.
(t) Zurita, tbi., cap. 99.
f2) redro Mártir, Epistolar, ele— Zorita, ib¡d..96.
(3) Bochet escritor del siglo XVI en sos Anales líAquittÚM,
4." Parlie, cbiip, 13, pég. 3S3, escritor muy inmeditto á Navar-
ro, lo mismo que Branlome que trató en Ñapóles i los qne te co-
nocí e roa.— Daniel, Hisíoire dñ Frunce, tom. 9, Fran^ois I, pig. 15.
— Guicciardini, escritnr contemporáneo en el lib. 12 de sa Hinw
ría dllalia, año de Í5|5, dice lo mismo que Zurita en el capitu-
lo 95 del libro 10, liabcT sido el nuevo Bey de Francia quien le
3vGooglc
245
la flaqaeza de haberlos aceplailo , añade el elegante bió*
grafo latino del cardenal Jiménez deCíanerct, que al ad-
mitir el mando que aquel Bey le dio. puso la condición
de que 00 hablo de combatir contra los españoles, ni en-
trar en guerra abierta contra el Rey qne tanto le había
apreciado y tenídole á su sueldo (1); mas ni tal estipula-
ción fué cierta , n¡ lo que es mas , mereció el aprecio del
analista Aleson. Como si fuera mas glorioso para Roncal
y NaTarra , en la que persiste haber nacido nuestro conde,
apartarse de sus hermanos y asociarse á sus enemigos,
que mantenerse unido con aquellos y adicto al Rey que
tanto bien habia dispensado aun á la misma Navarra , so-
brepasando á lo que Paulo Jovio refiere haber oído del
mismo Navarro acerca de sus victorias y desventuras,
cuenta como si lo hubiese presenciado, que no haciendo
el Rey Católico caso de él y dejándole podrir en el cauti-
verio sin darle con que pagar su rescate ni las asistencias
hizo grandes ofrecí míen tos con ÍQÍmo do emplaarle y lo pagA su
reseate , síeodo may de Dotar en medio de la opinión ten general
(obre las cauMS qoe Pedro Navarro lavo para pasarse á los fran-
ceses qne (anlo Pr. Tboiu. Fazelli, De rthut Stculis poiterioris
DernJií f lib. 9, cap. W, como Franciscas Maurotjrci, lib. 6, pági-
na 272, Sicaaica Hisioria ad aii. ISlO, escritores contemporáneos
Je Navarro , refieren qne de resultas de haberse conducido mal en
la empresa de los Gerbes , relevado de sus jarameatos por el Rey
Católico, se fué A servir i los francesas. Thetaunis AniiquittUum
tttJim, tom. h, pAg. S7a y 667.
(1) Alvaro Gomes, D« reiat gettit Franáfci Jümeiúi, lib. 6,
pág. KtA... odia tfuwumdam *o$trcnun ifuoi inf tuto* k^biil , Íhcui-
lodia negUelut, á Rege Gaüorum soliatatus , datsi Galliea kae (ut
ajont) tondititMeprajieitur, ut stavalHui tt pedettriiut copiis con-
MÍtio tí praientia tua eonsutertl , mamut auiem eum Hispamt eoH-
tertre, aul Rcgetn saum apud quem ü) pretio haJtitut tlipendia fc-
eerat, apeno Marle offendtre non lenertlur.
3vGooglc
244
necesarias con que pasar su triste vida por dar oídos á
chismes de eoTÍdiosos, y sobre todo á los cargos que por
lo de Rarena le hacia el virey Cardona . . . . " con el des*
> pecho de la crueldad é ingratitud que con él se usaba«
> recurrió á la generosidad <iel Rey Francisco ofrastén-
> do servirle contra todos sus enemigos , aunque fuese con'
■ tra el Rey de Aragón con tal de que le concediese lo gue
■ el otro le negaba; y qno aceptado esto por el de Fran-
• cía, DO solo le otorgó la libertad pagando al duque Lon*
• gueville su rescate, sino honrándole con el cargo de su
• general de infantería gasccma (1).
Según Gonzalo Fcrnnndoz de Oviedo , como el Rey de
Navarra D. Juan de Labrit era Francés, se concertó con
él Pedro Navarro y con el Rey de Francia , pasando des-
pués i Italia contra los españoles , para no acertar nunca
y perderse , como oportunamente advierte , en compa-
ñía de los franceses, después de haber sido tan ventu-
roso en la de aquellos (2). Antes sin embargo de admi*
tir la honra que el Rey de Francia le hacia , " acordó é
■ fué bien acordado, dice el canónigo Pedro de Torres, ol*
vidándose de que no vivía en los siglos en que los ricos-
hombres podian desnaturalizarse é ir á buscar servicio
(1) Anales de Nanarra. t*arte 2.*, lib. 30, cap. 1.— JoviosD
el capítulo k del libro \k <le la traHoccioQ de Gaspnr Baeza se ex-
plica too distinta mente que dice "como el Rey D. Femando en
tantas ocasiones como había en el tiempo de la paz (por la ene-
mistad que habia entre el Navarro y D. Bañan de Cardona sobre
el mal 8uc«sa de la batalla de BaTens ) mo-oirlo de dolor desta iit-
jaria mía que de molestia de ¡a priiion se habia apartado de todo
ponto del servicio del Rey de España. Y queriendo librarse del
juramento qoe le Lenia hecbo , renunció volunta ríame nle por eacri'
tura pública los lugares de tierra de Labor cte,"
(^) QuinijUBgcua 1.*, Rslsnza XXX. — V. Documento niím. 27<
3vGooglc
245
contra su propio Rey (i), de se despedir del Bey de Cas-
> tilla, e perder lo ganado e servido e hutcar el remedio
»deM vida , e propúsose de servir al Bey de Francia (2] ."
Habíale acompañado en Loches como su confesor el
mismo fray Alooso de Aguilar , que fué también su com-
pañero en la desventurada jomada de los Gerbes. Ast co-
mo entonces se sirvió de él Navarro para informar al Ca-
tólico de tan triste suceso . asi en esta ocasión le encalcó
de comparecer en «u corte , y depositar en sus manos la
solemne renuncia que por escrito le enviaba del condado
de Olívelo y de los Teudos que en recompensa de sus ha-
zañas le había en otro tiempo dado en la tierra de Labor
eo Nápolea. Estaba también encargado de requerir al
Bey Femando que lo alzase el juromenlo de fidelidad que
le debia , á G& de que Ubre y exento de él , pudiera ser-
vir y prestar otro al Rey de Francia que le daba la liber-
tad , y vengar las nuevas injurias renunciando las anti-
guas mercedes (3),
Era mayo cuando se divulgó en Castilla la venida del
P. Aguilar y la causa que la motivaba (4). El Rey Cató-
lico al ver el memorial de Navarro que traía y conociendo
que si era bueno para servirle era muy de temer si le de-
servia quiso atraérsele á todo trance. Con ese intento y
con muy dulces palabras le envió á decir , por su repre-
sentante en Francia, que "no podía creer ni era posible
(1) V. Documeoto núm, 23.
(S) Datiiel, ibi. — ZoriU, ibi.
(3) Jovto, ílii.... ut liberüís apud Sraiuiseum qui lüerlaUm da-
bat,miliiaret, et renundatb antiquú muneribut reeentem twilume-
Uam ulciscereiur, «te.; y en su elogio "abdicatit anliquii muiteriéus,
Fraaeiiei regú militiea tese addixit, pottquam ovare eontemplus a
toa gottis Bege viderelur
(i) Pedro de Torres, ibi.
3vGooglc
246
■ que esluvieBe en libertad cuaniJo fizo aquello, ni ^
> tampoco procedía de bu volnatad'; por que teniendo él
■ su tanto de honra como la tenía y como era razón do
» tenerla , no era de creer que Itícjese cosa qne fuese en
> tanto perjuicio della y negase*á su soíior que le había
> tenido y tenia tanto amor, y halña procurado su liber-
> tad mas de lo que á humanas fuerzas había sido posible
> y que Qunca la habla podido acabar como & lodo el mun-
> do era notorio ; que si otra cosa le habían dicho era gran
> hurla y lo habían hecho por indignarle ; que él , aunque
» (Navarro) quisiera hacer tan gran yerro de servia al Rey
> de Francia , dejando ^ su Rey y Señor natural , por el
• amor que le tep^a y por lo que deseaba su honra y por*
> que DO quedasen borradas sus. hazañas, no daría lugar
• á ello ni le soltaría jomas la fidelidad que le debia , ni
> había recibido ni quería recibir la renuncia del condado
■ de Oliveto que le había enviado á bacer con «1 dicho
> fraile, antes quería pagar los veinte mil escudos que el
> Rey de Francia había pagado por su rescate como ya te>
» nia dada comisión para pagarlo y mas si fuera menester;
» que s& venga luego para mi, concluía , que yo le haré
• otra» mercede$ y le- trataré con el amor y favor que e»
• razón ; y ti dice el dicho conde qtte no tgthe escrito en
■ tres años que ha eaíado en prisión, decirle heis , que Diot
■ sabe ni lo ficiera , pero que el Rey- de Francia nunca
» qniso dar lugar á ello ni á que le enviase á visitar por
e mucho que se procuró (i)."
Auuque tan afectuosa respuesta ningún efecto produ-
jo , sirve con todo para que , unida con las instrucciones
(I) Zurita, lib. 10, pig. 95.— ^&im, ibi.-«-V. Dowment»
núm. 28.
3vGooglc
247
-que eonata haber dado el Rey Católico á sus embajado-
res eo Francia se le justifique del abandono con que , por
avaricia ó por haber dado oidos á sus émulos , se quiere
que mirara á Navarro eo su encierro. Expresamente or-
denó al obispo de Triaopoli y á Gabriel Horti su capellán
«ncargadOB á la sazón de negociar la paz y el matrimonio
de su nieto D. Femando con Reínera, hija segunda del
de Francia, que precisamente en aquella capitulación y
tratado se pusiera un artículo para que siendo firmada
la dicha capitulación fuese soltado y puesto en libertad el
conde D. Pedro Navarro (i). .Verdad es qne á lo último
decia el Católico que si al cabo no conseguían la soltura
-del prisionero , qué destinaba á la empresa do Milán , no
por eso dejasen de asentar la paz y casamiento; y no cabe
duda de que quizás no hubiera ejemplo de semejante
solicitud , si como refiere el mismo Pedro de Torres, muy
poco afecto á aquel gran Rey, envió ciertas personas para
ter ti ífavarro podia ser hurtado y sacado del castillo sin
reicale, e loa franceses ¡nisieron buen recabdo en el Conde,
y los tnensajeFos fueron para tan poco que ni aun tupie-^
ron avisarle (2): de suerte qne al ver frustradas , así esas
diligmcias del Católico como las gestiones de León X,
bien se deja conocer el ánimo de Luis XII y de sus con-
sejeros en cansar á Navarro de su prisión y en prepararle
para la venganza qne tan en daño suyo se determinó á
tomar, así de su Rey y de so patria, como de sus malsines,
especialmente del virey Cardona y del duque de Albo.
Cabalmente en et tiempo en que por ventura mas se en-
conaba á Navarro contra los dos , el primero borrando su
H) T. Documente núm. 29.
[i] T. Documento núm. S3>
3vGooglc
248
flaquBEQ en RaveiiD, arrollaba y veocia con gloria det nom-
bre español y ta iafantería , que el mUmo Navarro ood
tanto valor sacó de ta batalla, á los Teoecianos y á su c^
lebre general Bartolomé de Alviano en Viceoza y otros
puntos; y el segundo lan prudente capitán como políUc»
66 apoderaba de Navarra, y daba fin á las desgracias omk
EÍguiente^ ásu pequenez como reino (1).
Cuéntase con referencia al mismo P. Agnilar, que
Navarro ya suelto de su prisión-, al saber las diligencias
del Católico por su l¡ber^ld, le habia dicho en París coa
lágrimas que ''Dios perdonara al Rey no haber ktcho ma-.
moria de él en todo el tiempo que habia estado preto; por
que tiS. A., añadió, me avisara que tenia voluntad epro-
curaba mi libertad e los tiempos no daban lagar á eUo,
yo nunca saliera de la cárcel e prisión , ni sirviera al Bey
de Francia; ma» viendo la poca cuenta que S. A. de mi
hacia , fuéme forzoso hacer lo que hice. E dijole ma* el
Conde al fraile cuasi llorando , sigue Pedro de Torres,
por que aunque- estoy suelto me parece que estoy mas pre-r
so é captivo que antes (2) ;" ¡ palabras y sentimientos, que
á ser ciertos , honraran mas á Navarro y movieran mas á
compasión que no el empeño do justiflcar su deserción,
como lo pretende el analista A.leson , con que no nació
vasallo del Rey D. Fernando, ni este era su Roy y Señor
natural, sino los Reyes legítimos de Navarra D. Juan y
Doña Catalina, los cuales por estar en guerra con Luis XII
de Francia, que era su enemigo, cuando Navarro fué á
servir al Rey de Aragón , lo llevaron muy á bien (3) !-
Francisco I mientras tanto seguía impávido, y cada vw
(f) Gnicciardlni , Jfivio, Zurí^, eto.
(2) V. Documenio uiim. 23.
(3) jiiiolet, etc. Parte S.-, lib. 20, cap. 1.
3vGooglc
249
mas resuello, sus belicosos aprestos contra aquella Lom-
bardía que tan aciaga le había de ser algún día. Teniendo
á dicha contar por suyo á Navarro que tanta fama diera á
la infantería española derrotando & la francesa, puso des*
de luego á su cai^o la formación en Francia de un nume*
roso coeipo que bajo su dirección y gobierno, combatiese
mano á mano con la primera y aun la sobrepasase. Navar<
ro á pesar de que todavía no estaba libre de sus juramen-
tos y homenaje al Rey Católico, admitió sin escrúpulo tan
alta comisión. Creyendo que los naturales de Francia mas
iamediotos á España reunirían las condiciones que busca-
ba, pasó á la Guiena, y con gran voluntad y cuidado,
^' juntó cerca de Teínio compañías de soldados aquitanos,
rgateones y navarros de los que moraban en las vertientes
> de los Pirineos que, armados en la mayor parte de area-
»buc0S y ballestas, eran tan sufridos, animosos, sueltos y
> ligeros , que en el combate y def^sa de tas ciudades y
> en cualqwera otra facción militar aspiraban á lograr con
» su valor y manera de pelear, tanta gloria como los ate-
• manes con su ordenanza y mantenerse firmes en las bo-
t tallas campales (I )."
Adelantada la estación y terminados los aprestos, cre-
yó Francisco I ser ya llegado el caso de encnminarse a
Italia f á donde á toda priesa le llamaban tos venecianos
maltratados y vencidos por el virey Cardona y los españo-
les. Hecha' reseña de su gente antes de partir, halló Fran-
cisco que su ejército se componía de cerca de dos mil
hombres de armas, cada uno de los cuales, según entonces
se usaba, llevaba tres ó cuatro caballos, y de ocho mil caba-
(1) Jovio, lib. i4,— Baeza, ibí., cap. 3— qne traduce ^oítwwí
y vizcainot por t'asconUius tí caata&ris, y arcabuteros por tclvpeiarU,
«le que usa Jovio.
3vGooglc
250
Itos ligeros mandados por el duque Carlos de Borbon , á
quien poco después , por la nobleza de su linaje y prácti-
ca de la guerra, le hizo gran condestable. La infantería, en
£uyo número varían los escritores, era tanta . aun sin con-
tar la reclutada por Pedro Navarro, cuanto nunca se sa-
bia que hasta aquellos tiempos la hubiese reunido ningún
Emperador ó Rey . distinguiéndose los lansquenets, que
eran unos soldados viejos de la baja Alemania, muy afama-
dos de valientes , y á quienes por el color de su bandera
Ihimaban de la banda-negra (1).
En lo tocante á la artillería así g^esa como peque-
ña , sin hacer cuenta de las municiones y otros- efectos,
se creia que había la suficiente para dos buenos ejércitos.
Los' carros y carretas en que iba la pólvora , pelotas (ba-
las), picos, herramientas y útiles de toda especie para re*
mediar y allanar la aspereza de los malos caminos, eran
innumerables, y arrastrados por cinco mil caballos esco-
gidos, comprados y mantenidos á gran costa, para ven-
cer con su gran fuerza las diGcultades de los malos posos.
Acompañábanla para su manejo muchos maestros y ases-
tadores , á quienes en Francia se daba muy larga paga,, y
babia gran muchedumbre de mancebos dedicados á cono-
(1) Jovio,ibL-*GaiccíardÍDl,lib.l3, negioraimeáesimitoaipar-
ttrú i Laiucheneeh delli dtlla banda ñera... la, qual banda. della Gtr-
maaia basia, era per la lua ferocita... in grandissima estimacione.
En Brantome y en su discarso sobre loa Coroneles franeeses , tratan-
do de lod aoldadus llamados laqaais y poT nuestro Zurita y otros la-
eayoif^n lee, qne á los iafantes frauceses se les Jlamaba laqums
6 mas bien lacqiteu, para distÍDgnirlos de los intaates alemaaes lla-
mados laiuquenets del alemán lands-kneckt , de que laquait do es
mas que una corrupción , como allaquaü lo es de all-landtkneeht ,
esto es, jiietoH ó peón de lodo paii. Nota i la pég. K79 de la edicioa
de 16(7, de las obras de Brantome.
3vGooglc
351
cer y practicar su ejercicio. Como lo» franceses no per-
donan gasto alguno, dice á este propósito, Paulo Jovío
ó quien Francisco 1 daba una buena pensión porque le
tratase bien ep sus historias (I); " son en esta parte de
• sus Tuerzas espanto de todas las naciones , y fácilmente
• han ganado victorias memorables de fortísimos enemi«
> gos. Los espftñales , italianos y las demás gentes , aun>
■ que saben fundir y labrar artillería con grandísima ele*
« ganda y artificio , y aunque tienen gran aparato de ella
• no saben aprovecharla en |a ncaesidad : siendo la causa
• principal la pereza y espacio de los bueyes de que usan
•.y no de caballos por ser grande su costa; y la ignoran-
• cía y falta de hombres que lo sepan gobernar; por ha-
• liarse pocos que sin gran paga quieran ponerse en aquel
■ manifiesto peligro de la vida (2]."
A todo lo antedicho, sigue el mismo historiador y tes-<
ligo, acompañaba mas con deseo de robar que de otra
cosa , una gruesa banda de soldados aventureros con suft
banderas (3); y hasta tres mil villanos á jornal para lim-
(1) Branlome en Ib vida de Praocisco I refiere que el CoDdes'
lable de Ilaalmorency >l nrreglnr h cusa de Enrique II , sacesor
ieFr^aÜSCOfiltrouvaparmi les pentionairtt du feu roy ein<¡ tent
escuM de peaiioa ordinaire qa'ü donaoii audiet Pauto Jovio, laquelU
ü trancha aasty tost faiíatit euttudre au roy que e'e$toil un argenl
tris mal emplofé pour estre plut imperial paiiioni que/raitfois tt
pour eitre an graiid menteur-
(2) Jovio, ibi.
(3) Brantome, trotando en sa discurso de loa Coroneles france-
ses del carioso y mal prado vestido qoe tenian los soldados de
Luis XII y Francisco I, dice que los españoles llamaban aventureras
en tiempo del mismo Brantome A los soldados que no ganaban sueldo
ni pags , sino que militaban por SU gusto ya fuesen toldados d ca-
balleros geniits'hommet , y qne en Franeía ea su tiempo se les Um~
n»ha toldados de Jortuna. ^
3vGooglc
252
piar y allanar los caminos, con gran nAmero de merca*
derea, aguadores y leñadores, los cuales Hevaban mucho
ganado, TÍluallaa j cosas para Tender, por mandado del
Rey los unos y por bu votunlad los otros (1) : de modo
que sia llegar á la exaclilud úempre dirícil en tales casos
y en aquellos tiempos, no parece haber exagerado el
contemporáneo que computó el ejército francés en dos
mil y quinientas lanvis, veinte y dos mil inrantes, diei
mil gascones ó vascos con' Pedro Navarro , ocho mil fran-
ceses y tres mil gastadores con la misma paga que loa in*
fantes (2).
sisn mu.
Desde t51S á f 6t6.
Cuando el Rey Francisco I ya tenia ordenada y proa<
to sn ejército para salir de Francia , se ofrecieron gran-
des dudas y no menores dificultades acerca de por donde
y de que modo había de atravesar los Alpes. Conocida la
aspereza de aquellos montes, y sabiendo que los suizos en
gran número y con el acreditado talor defendían dos pa-
sos fuertes y estrechos, temían el Rey Francisco y sus ca<
H) Jovio.ih],
(3) Guicciardini , ibi... lÜece mUa guatehi fto$i ekiamanain» i
faaii soldali da PUtro NafarraJ , olio mUafraucesi, El P, DaDÍel
dice qae Navarro solo conducía sus mil gascones.
3vGooglc
253
pilanes ianzarse á ellos con tanla móquina y Irnnsporte mi*
litar. No alcanzaban tampoco , oslando ya el ejército en
Grenoble y otros puntos cercónos á los Alpes, como se po-
dría mantener tanla gente aunque fuese por pocos dias, en
un país tan estéril y despoblado. Repelíanse con este mo*
ttvo los consejos de guerra y juntas de copilanes : en las
cuales opinaron algunos porque , eml>arcándose Navarro
con sus gascones en uno de los puertos de Francia , íuew
á desembarcar e» Savona á poca distancio de Genova y en
£u misma costa. Tenían otros por demasiado largo y muy
lento por lo tanto ese rodeo. Juzgábanle además poco de^
coroso a la reputación del ejército , que con eso apárenla*
ba no tañer gran voluntad do pelear ; ceanndo al 6o los de*
bates por haber manifestado Juan Jacobo Trivulcio antiguo
y alamado capitán italiano al servicio de Francia , que ha*
bia un camino por el cual, aunque con trabajo podían
atravesarse las montañas sin que tos esguizaros ó suizos su
apercibiesen (1).
Recibió el Rey Francisco esa noticia con el mayor pía*
car; sin embargo no creyéndola del todo, á pesar del gran
concepto que en su ejército gozaba Trivulcio, encargó á
Pedro Navarro y á Mr. de Lautrech, por otro nombre Odct-
todo FoÍT, que por casualidad dijimos haberse salvado en
llnvcna, de reconocer el terreno que Trivulcio señalaba.
Practicáronlo detenidamente por algunos dias, al cabo do
Iw cuales regresaron asegurando que sí bien habia gran-
tles obstáculos que vencer, no eran de modo alguno im-
poüibles. Emprendió pues el ejército ta marcha al través
■le encumbradas y cortadas peñas , empleando para sua*
vizarlas y dar paso á la artillería cuanta industria y traza
[t] Guicciardini y Paulo Jovio, ibi*
3vGooglc
S54
pudiera imagiaaree. Hay quien dice que á nada de eso dej¿
de cooperar Navarro con bu genle y con su ingenio, sien-
do por venlura entonces cuando ínvenló aquellos puentes ■
de maromoi é caeros é tablai, que re6oi'e Pedro de Tor-
res, los cuerot lleno$ de viento para potar la gente por
caatqniéfa rio é brazo de mar (1).
Pasados cinco dias en trabajos continuos y molestos
que ofuscaron tos de Aníbal para pasar ¿ Italia, sin el
enorme estorbo de la artillería entonces desconocida , se
encontré el ejército francés , sin que los suizos se hubie-
sen apercibido , al otro lado de los Alpes , en las llannras
del marquesado de Saluces. Habiánle servido con celo y
guiádole muy bien los paÍKanos que estaban muy Agravia-
dos delmal trato de loa suizos. Tampoco estabad conten-
tos con la gente de á caballo que mandada por Prospe-
ro Colona se babia situado en Vrllañvnca; lo cual sabido
por Francisco I ordenó á Mr. de la Pallice, Bayard.
d'Aubigni y otros capitanes afamados que cayeran arreba*
tádamente sobre ellos y los sorprendiesen. Guiándolos
también los paisanos lo verificaron en el dia 15 de agosto
con tan buena suerte que cogieron á Colona desprevenido
y cenando, siendo muy pocos los que se salvaron de
aquella gente de armas y demás caballeros que se habian
adelantado para observar á los franceses (2).
Atónita quedó Italia al divulgarse* en ella que aque-
llos habian atravesado sin resistencia los Alpes. León X
que por algún tiempo se habia mostrado indeciso y sin
propender ni al Rey Femando ni á Francisco, así que se
persuadió de los conatos de este sobre Hilan , se habia
(1) V. Documento adra. 83.
(2) Gnicciardini y Jovío, íbí.
3vGooglc
256
unido ya en julio, annque con gran reserva, á la liga for-
mada eatre al Emperador, el Rey Católico, el duque de
Hilan y los saiios. Mochos de estos por conaecueHcia de
lo capitulado entonces habían bajado á Hilan para áu de-
fensa. El Papa con el mismo objeto había enviado tam-
bién á BD sobrino Lorenzo de Médicis con la gente de ar-
mas, de la Iglesia y de Florencia , pero aparentando á fin
de engañar á Francisco 1 , que sd objeto no era otro que
prot^er á Parma , Plasedcia y Beggio con que se pro-
ponia aumentar el patrimonio de San Pedro. El virey Car-
dona por último, ateniéndose á las órdenes del Rey Ca-
tólico , trataba de unirse con la gente de España á los
suizos para dar junios batalla cuando la ocasión llegase, á
los franceses ; mas tenían estos tantoay tan eficaces agen* -
les y partidarios entre los suizos , que el virey andaba
muy desconfiado. Temía que en vez de sinceros aliados
no se encontrase algún dia con enemigos abiertos, y cogi'^
do entre ellos y los franceses; por lo cual se limitó ó opo*
neral paso de estos á Próspero Colona, que cayó, como
queda dicho, prisionero en Vitlafranca (1).
Desde allí y pasando por Turin se encaminaron los
franceses á Hilan. Antes con todo de entrar en aquel du-*
cado , no queriendo el Rey Francisco dejar ¿ so retaguar*
dia nada que le fuese hostil , dispuso apoderarse de las
plazas de Novara y Pavía. En tanto que él en persona y
con gente suficiente se enseñoreaba de la última , Pedi-o
Navarro con sus gascones se presentó delante de Novara.
Sin dar la ciudod indicios de quererse defender se apre-
suraron los vecinos á rendirsela ; pero como la guarnición
del castillo no se mostrara tan dócil , Navarro que deseaba
(1) Pedro lUrtin , Efiíiola C49 y S53.— Guiccurdini y Zuri-
ta, ibi.
3vGooglc
2r.G
adquirir humos laurelee, plantó la artillería cor.tra el cas-
tillo Y le batió con tan arrebatada furia que , á las pocas
horas viniendo á tierra y con grande estrépito lo mas alio
de las murallas, bastiones y torre del castillo, amedren-
tado su alcaide se rindió cotí toda la guarnición , salvas
las vidas y equipajes [i).
Desde Novara hay quien dice que Navarro envió al vi*
rey Cardona la renuncia do su condado para que se la re-
mitiera al Rey Católico (2). Tan excusada diligencia cuan-
do estaba ya vengando $us injurias , nos descubre en
Navarro un orgullo que contradice abiertamente cuanlo
refirieron otros de su pesar y lágrimas al saber las dil^en*
cias del Rey Católico para lograr su libertad y sacarle de
la prisión. Lo doloroso y triste en tal caso es ver que Na-
varro, aquel esforzado capitán que habia sobresalido en-
tre todos en la guerra de Ñápeles, que se habia mostrado
valentísimo, así consli ingenio como con su persona, y que
babia obrado como un valeroso soldado y fuerte y fdelisi-
mo jefe , como el Rey Católico le llamaba en el título que
le despachó del condado de Olívelo (5) , pasase ahora por
la humillación y supiera la posterioridad que al conferir
el Católico el mismo condado al virey Cardona en diciem-
bre del mismo año de 1615, dijera que se le confcria por
sus grandes y notorios servicios , y |)or la notoria rebetim
é in^elidad de Pedro Navarro a quien se le habia dntci
concedido (4).
(1) Iotío, lib. IK... Navarro ipii oppugnaret nfgotium licdíi.
fue Botii decaris eupiditi, lukveetU emiinuo lormenris, cOnstilulU-
que operiiui lanía vi etc.
[i) Perreras, ííno/jjw, ele., Utm. 12, aSo de 15*5.
( 3) Véase la pig. 95 y el docameato aitm. 8.
{k) V. Uocumento nüm. 30.
3vGooglc
257
Duefio Francisco I de Pavía y do Novara , se adetan-
tó con su ejército á Hilan. Gomo nacía tiempo que trataba
coD los suizos para apartarlos de la liga, juigó que acer-
cándose á ellos, se tos atraería mejor. Eran veinte mil ó
mas los que mandados por el cardenal Seduoense ó de
SioD (i), hombre sumamente belicoso, estaban reunidos
en Milán. Si Francisco I lograba separarlos de los domas
coligados , daba diesde luege por vencidos á- estos , y en
caso contrario lograba impedir , y eso le conducía al mis-
mo objeto , que se uniese á ellos el virey Cardona con los
espadóles; siempre receloso, y no sin razón, así de U in-
constancia de los suizos como do Lorenzo de Hcdícis ge-
neral del Papa (2).
Tan astuta combinación no tardó en producir su efec-
to. Apenas Cardona supo que el ejército francés había lle-
gado á Lodi , y los venecianos pasado el Adda para jun-
tarse con él, que, temiendo ser derrotado en donde so
encontraba, proveyó á su seguridad. Retiróse al otro lado
del Pó , pasándole al Frente de Plasencia por un puente
de barcas que dispuso y cuya defensa encomendó al va-
liente Juan de Urbina (3). Desesperados mientras tanto loa
suizos de que el vírey y los españoles no se les unieran
para dar juntos batalla al ejército francés que tan cerca
tenían, reputando la inacción como una afrenta á su valor
y buen nombre, se fueron solos y altivos á buscarle (4).
(1) Seduaum , Sion, ciudad del Cantón de Valais en Saíza.
(3) Gnicciardini , ibi.^-Jovio, íbi.
(3) Jotío, íbi.., Joatutem Dariiaum aá tulelam cum cohorte el
lormentii prafeeerat etc.
(4) Gnicciardiai y Jovia refieren eiteiisamente todos estos nio-
vimíealos y como los suizos se ainotiuBron por falta de pagas, y se
apaciguaron Inego que recibieron el dinero que les enviaron el Pupa
y el Bey de España.
Tomo XXV. 17
3vGooglc
258
La batalla de Marignano ó Marinan llamada Um))¡ea
(le San. Dónalo, que á semejante arrojo se siguió, pasó por
la mas encarnizada tal vez que hasta entonce» se hubiese
visto en Italia. Después de haber exhortado el cardenal de
Sion á los suizos (1), presentándose delante de sus escua-
drones con su capelo y ropa de grana, precedido de la
cruz y montado en un caballo de guerra , y después de
haberlos absuelto de todos sus pecados por autoridad pon*
tiQcia. acometieron á los franceses con un ímpetu que no
es fácil describir. En los dias Í3 j 14 de j$eliembre que
-duró el combate, ni aun por la noche se descansó. Hubo
en ella encuentros parciales y la arlilleria estuvo sin cesar
tirando. Si los esguízaros ó suizos despreciando á loa fran-
ceses, tudescos y gascones ostentaron un valor que fué
calificado de bárbaro; si atravesaron con asombrosa intre-
pidez i&s zanjas y fosos que rodeaban el campo enemigo;
y si por último se lanzaron contra su artillería como se ar-
roja el oso atravesado con el venablo contra el cazador que
le hirió (3); los capitanes franceses dirigieron con grande
acierto su gente y mostraron principalmente una docili-
dad y paciencia que no se les conocía todavía. Su Rey
Francisco 1 que apenas contaba veinte y dos años , Testido
con una sobrevesta Real de color azul seinbi'ada de floree-
lises de oro (5), apareció realmente tan animoso como Pir-
ro, y no es temeridad decir que á su actividad , á sos va-
lerosas excitaciones y ejemplo, y al mantenerse veinte y
(1) Guicciardini , ibi., refiere su larga arenga.
(2) Pedro Mértir, Epítioia SSG.-íielt'etií, latiquam tirsi aJvtrta
iteafJiuU hasta in vulaeroHtem venatorem , fastat traiuiliunl ubi la'''
minia eranC galltea.
(3) Jotío, lib. 15, cap. 12 de la tradaccion de Bae7^, á qa'e-
oes seguimos
3vGooglc
259
siete horas á cobalto , buscando á unos y llamando á otros,
se debió en gran parle <{ue se mantuvieran sus gentes uní*
das cuando comenzaban á disperaarse, y lo hubieran eje-
CQtadú á no contenerlas la oscuridad de la noche y la ig-
norancia de los caminos (1).
Pero quien sobre todos campeó en aquella jornada
cíHi brillo igual sino superior á las anteriores , Tué el afran-
cesado Pedro Navarro, combatiendo ya contra su Rey,
cbyo embajador Diego del Águila acompañaba al cardo-
nal y á los SUÍ203. Juntando como siempre su valentía á
su iodustria , se mostró á la vez ingeniero y general. Cor*
respondió amplíammente á lo que el Rey Francisco se
prometiera al alrDérsele á su servicio; y el estrellarse en
aquella ocasión contra su infantería gascona la tan afama-
da de los suizos, ¿cómo se puede dudar de que se debió
á la serenidad y conocimiento de su fuerza, que como en
fiavena á la española, había sabido inspirarle? Asi es
que Paulo Jovio, su amigo, que conoció y trató á muchos
do los que pelearon en Marinan, y habló sobro ello con
el mismo Rey Francisco, en la elegante y minuciosa des-
cripción de tan sangrienta batalla , no puede menos de
referir la parte tan importante queá Navarro correspon-
dió en aquel triunfo notable.
" Iban entre los suizos, diremos siguiendo á su tra-
• ductor, algui;os hombres de extraordinario esfuerzo,
■ aunque bárbaro y desatinado , Conviene á saber ; Pclc-
vgrino Landembei^, Cencio Amerer y Rodolfo el Largo.
• Tenían estos puestas en la delantera tres compañías do
■ aventureros , hombres valentísimos. Ven llegai.do á
(1) Pedro Mártir, ibi. Gidloram txfreituí jam disetudeia/iir,
id rexipsi! Pjrrha amminior acUs ciicumcuriistet actum era vlu.
by.Googlc
260
> TJsla de los franceses encendiéronse al momenlo con luí
> gran deseo de pelear que aunque los demás capitanes
> con consejo mas sano mandaban que parasen las ban*
■ deras y que tomasen primero lugar para sus atojamíea-
> tos j descansasen los soldados del trabajo del camino,
■ no pudieron ser detenidos que al momento no fuesen á
■ cerrar con los enemigos... Los tres escuadrones del
> ejército francés que parecían tres enteros ejércitos , ea-
■ laban alojados en tres cuarteles para que cuando fue-
» se necesario, socorriesen mas sueltamente los unos á
• los otros, y para este efecto lodos tres cuarteles estaban
• en un lugar alto y fortísimo, cercado alderredor de
■ muchos fosos hechos por los labradores para regar los
■ campos. Demás de los cuales , Pedro Navarn babia,
■ según convenia , hecho nuevos reparos y puesto contra
> los enemigos escudos grandes hincados en el suelo y
• atados con gruesas sogas , para que los gascones cubier-
• tos con ellos tirasen contra los enemigos mas cierta y
■ seguramente saetas. £sla forma de los alojamientos y
■ sitio del lugar entendieron luego (y reconocieron) Mu-
» cío Colona (1) y algunos capitanes esguízaros, que ha*
> hiendo también notado un lugar acomodado en que su
> gente se podía alojar , el cual era un hondo llano cerca-
■ do por ambos lados de un canal de un rio que iba á
• unos molinos . trabajaban por persuadir á los esguízaros
> que se alojasen allí y que antes de haber refrescado sus
• cuerpos con sosegar y comer no quisiesen dar temerá-
■ riamente la batalla... Entre otras razones, les reque-
■ rian que mirasen que acometían á los franceses con mal
> agüero. Porque por antigua experiencia que dello tenia
(I ) Condoiiiere de la Chusa le Ibina Gniccidnlini , ibi.
3vGooglc
261
> su nación el día de la semana en que al principio de
B cada año se celebra la memoria de los inocenles que
■ Herodes mató que venia á ser el 1 3 de setiembre , era
> dia infelice y desdichado. Pero como un furor y fatal
• locura hubiese quitado la obediencia á los soldados y el
• autoridad á {os capitanes (cosa que jamás se había visto
> en campo de esguizaros) arremetieron los mas valien-
a tes y trobaron una batalla terrible con los gascones y
• alemanes... Estaba delante del artillería de los franco*
> ses un moy grao foso que sin osadía y peligro grandísimo
• DO se pedia pasar . y en su defensa estaba Pedro Navar-
» TB coa algunas compañías de infantería y] con alema-
■ nes valerosísimos muy cerrados en ordenanza. Allí sin
■ dudar punto arremetió un escuadrón de animosos
■ mancebos esguízaros. teniendo mas cierta la muerte
> que la victoria. Eran todos estos de edad floreciente y
> de valor mas estremado que los demás soldados de to-
■ dos los cantooes . los cuales conforme á la antiquísima
• costumbre de so nación , suelen pedir las mas trabajo-
> sas empresas de las batallas é ir muchas veces con una
■ pestilencial honra á tomar claramente la muerte con
> sus manos para alcanzar en edad nueva principales ofi-
> cíos en la guerra con hacer alguna hazaña de notable
■ valor. Llaman á estos por su desatinada fortaleza los
> Perdidos, y honranlos mucho como á hombres á quien
■ tienen admiración ; y permíteseles por privilegio de
■ su valor que traigan bandera y sean capitanes de infan-
> tería , y en todo el tiempo de SD vida llevan paga dobla-
■ da. Estos perdidoe no se diferencian entre los demás
• con otra iosignia de su felice osadía , sino con unos
• muy blancos manojos de plumas que á su uso de capi-
> lañes traen bravosamente puestos en los capeletes. Ha-
3vGooglc
262
• Liendo pues orremelido estos con gran ánimo hechos
> un escuadrón contra las pelotas del artillería ; como ha-
• hiendo reccbido gran daño peleaseq lai-go tiempo recia-
■ mente dende un lugar muy alto y desaventajado, en
• lin haciendo con au obstinada furia retirar á los alema-
■ nes, y rebatiendo la infiintería de Pedro Navarro pasa-
■ ron por encima de montones de cuerpos muertos hasta
■ donde el arlilllería estaba, y habiendo tomado siete
■ piezas cerráronse olra vez en escuadrón, y muy lie»
■ nos de confianza dieron sobre los que se retiraban y des-
• ordenaron toda la primera ordenanza de la vanguardia.
> Viendo este peligro Borbon (el duque de) y Trivulcío ....
• hicieron pasar adelante por muchas partes su caballe-
■ ria , procurando con todas sus fuerzas y maneras posi-
» bles reparar su batalla que andaba desordenada. Asi
» mismo Pedro Navarro no faltaba á los suyos, antes re-
• prendiendo á unos y preguntando á otros si hablan ve-
■ nido solamente de los montes Pirineos y do los últimos
> fines del mar Océano á volver las espaldas y huir afren-
> tusamente de la batalla apenas habiendo visto á tos
■ enemigos, les decia que cobrasen ánimo y usasen pres-
> lamente de sus arcabuces y ballestas , y se reformasen
> un poco en tanto que les reforzaba los lados con nuevo
■ socorro de caballería ; y que pensasen de enmendar
■ aquel dia, peleando esforzadcmente , el nfrenta que por
■ cobardía ó mala dicha recibieron peleando en Ravena."
■ Desta manera como á un mismo tiempo arremetiese
■ gran caballería y los gascones cobrasen ánimo de ver-
■ güenza con las amonestaciones de Pedro Navarro, y los
a alemanes se tuviesen recio do vergüenza é ira. reno-
> TÓse una terrible batalla. Cesaron con horrible ruido de
• arinas y artillería ambas batallas. Las banderas fueron
3vGooglc
263
> arrebatadas ya los esguizaros así por haber pasado
> aquel malísimo foso como por haber tomado con gran
■ valor el artillería ; rebatido la inraotería y desordenado
> ios caballos j tomado lodo el lugar de dó babian echado
• á los frauReses, llevaban lo mejor de la batalla cuando el
• Rey FraDcisco . . . llegó á admirable tiempo con la banda
• ne^a y con gran caballería . y él mismo con una sobre-
> vesla real de color azul sembrada de llordclíses de oro
• hacíéudose generocamente conocer de los suyos y de los
> enem^os pasó basta la delantera de la batalla y birien-
> do animosamente á los esguizaros y arremetiendo su ca-
> hallo á una parte y á otra peleaba con los mas vahen-
• tes, y DO con palabras y amonestaciones solameole,
» sino también con notable ejemplo de verdadero valor
> encendia y animaba á los suyos Pelearon sin cesar
• si^e horas. Por que aunque el sol se puso en medio del
■ fervor de la batalla, la luna que en aquel tiempo re-
• lumbraba de noche , dio con su claro resplandor lugar
■ para que ambas batallas meneasen las armas .... pero
• como al ñn la luna se cubriese con nubes , todos cansa-
• dos de trabajo y de las heridas y embotadas jas armas
> buscaban lugar para reposar ; y en aquel medio andan-
■ do perdidos y errados "los unos y los otros derribaban
> eruelisimamente á los compañeros y á los coemigos dan-
• do ciegos y desatinados golpes y el artillería aun-
> que hacia escuro, nunca cesó en toda la nocije , aunque
• como se disparaba á bulto , espantaba mas que hacia
> daño."
"El Cardenal Sedunense que ni en esperanza ni en
■ cuidado ni en trabajo había faltado á los suyos perdióse
• con la escurídad y vino á dar entre los alemanes ; pero
■ imitando con una voz muy áspera su lengua escapó del
3vGooglc
SG4
> peligro , y pasantlo el foso se vino á las casas que est»-
■ bao ardiendo, donde (los capitanes} Rost y Ainglard...
■ habían con una gran trompeta hecho señal de recoger,
■ para que los esguizaros que an&iban perdidos y espar-
> cidos acudiesen á sus banderas. Era aquella trompett
• una bocina grandtjsjma de un buey salvaje, con la boca
• guarnecida de plata befada , la cual han heredado los
> esguizaros de sus antepasados y guardado con grab coi-e
> dado y religión tos de Uri que fueron autores de la \i-.
> bertad de los eguízaros • • ■ y estuvieron ambos ejércí-r
■ tos suspensos y con temor, sin dormir toda la noche . . .
> El cardenal y los demás capitanes que se veian engaña-
■ dos de su primera opinión , pues aunqae habiati desor-
« denado con gran daño á los franceses no los habian ve*-
> cido á la primera arremelád». . . determinaron de en-
> yiar a Milán á pedir todo género de socorros ... El Rey
• Francisco , aunque se veía libre de tan gran miedo y
• peligro, y aunque le parecía que se habia tenido muy
■ bien con aqvellos valerosísimos bómbices, con todo eso
» congojado con el peligro que quedaba , estaba esperan-
» do el fm de aquella alterada noche y el sopeso de la ín-
• cierta fortuna, suspenso como con el último cuidado que
» puede haber en este mundo'. . . ardiendo de sed y del
> continuo trabajo de aquel dia, no dio al cuerpo mas
• descanso de cuanto alzó la visera del yelmo para respi-
» rar y se arrimó un rato á un tiro de artillería mientras
> mudaba otro caballo , y en mudándolo entendió en ba-
> cer oficio de capitán y envió correos á (Bartolomé de)
> Liviano (4), diciéndole que al momento viniese con el
• ejército veneciano y retiró su campo un poco atrás,
(I) Guicciardioij Alt-iaiu,
3vGooglc
263
> aprobando en esto su parecer los capitanes, á los cua-
■ les había hecho juntar en una rueda donde tomaron
> consejo á caballo . . . Demás de esto, tomando consigo
» gran número de caballos mandó á Borbon j al duque
■ de Alanzon que se pusiesen iguales y derechos á sus
■ lados el uno á un- lado con el avanguardia y el otro
« al otro con la retaguardia . de tal forma que al que se
> ponia con la batalla Tronlero de lo$ esguizaros, hiciese
> COD 8u gente oficio de avanguardia y se pudiera apro-
■ Techar como de dos alas de aquellos dos escuadrones
> paestos á la diestra y á la siniestra."
"No lejos de donde el Rey estaba Pedro Navarro y
> gran muchedumbre de alemanes. Como despartiéndose
■ la batalla con la oscuridad de la noche no pudiesen sa-
> ber el estado de su campo ni la voluntad del Rey , hin-
■ carón en el suelo sus banderns y refirmándose en donde
>les tomó la noche se habinn estado quedos. El Bey
■ Francisco queriendo ver por eus ojos que tal era el sitio
■ de los fosos y el espacio del camino que había en medio
» y la cantidad del camino real , pasó á vista de los esgui-
• zares acompañado de pocos caballos, y como esclare-
• ciese poco á poco el dia, con la venida del alba fué á
• animará los alemane&. y haciéndoles grondes pro-^
> mesas les contaba las injurias y daños que los c^uízaros
■ mas por favor de la fortuna y malos lugares y tra-
• bajoso estado de los tiempos que por verdadero valor
• habían hecho c^ tiempos pagados á los alemanes
■ Acabado esto hizo olra tal oración animando la caballe-
> ría francesa , diciéndotes que no quisiesen apartarse del
• antiguo valor de sus antepasados, que en todos los si'
■ glos y tiempos hicieron vcnlaja á tod^s las naciones en
• gloria do caballería."
3vGooglc
266
"No era menor el ánimo y esperanza con que los es-
• guizaros ordenoban sus batallas , aunque como la mayor
■ parte dello3 habían por diferentes casos parado en dife-
■ rentes lugares y aun en el mismo fuerte de los france-
>ses. no habían refocilado sus cuerpos con ningún man-
ejar y asi apenas con sus feroces ánimos podían suslentar
>8us miembros, que á pedazos, como dicen, se les
■ caían Algunos de sus principales capitanes, viendo
■ con la luz del día el mal lugar en que estaban, eran de
■ parecer que no debían pelear , pareciéndoles que en la
» batalla pasada habían ganado harta honra y quebrantado
■ el orgullo de los franceses; y así rogando y suplicando
» y poniendo delante sus personas , procuraban detener
• las banderas y escuadrones do los suyos que ya tiraban
■ adelante; pero viendo que no adelantaban nada, deja*
■ ron el negocio & la fortuna y á la voluntad de los sóida-
> dos. Y asi Hodolpho Segns , Visembach de Ondervald,
• Ulderíc lotf y Zambron capitanes animosos y de valor
■ igrandísimo , habiendo concertado entre si la orden c<m
• que habían de trabar la batalla, entraron por dos partes
■ en ella con sus banderas."
Sigue luego contando Jovio y traduciendo Baeza con
el mismo estilo los furiosos ataques de los suizos contra
los franceses, y como su segundo escuadrón puso tan gran
espanto en la gente del duque de Alanzon " que la mayor
• parte de la caballería cayendo muerto Beamonle su al-
» ferez y siendo muchos muertos i la primera arremetida
■ volvieron las espaldas y á rienda suelta comenEaron á
> huir por el camino de Lodí ; lo que fué causa de que los
■ labradores y muchas espías que andaban en aquellos
■ campos, como vieron que los franceses huían entre el
B bagaje, pensaron que el Bey Francisco habia sido vea-
3vGooglc
267
*ciüo en la batalla y escribieroa por toda^Italio que los
• esguízaros habian habido TÍctoría y cierto la batalla cor-
> riera por aquella parte grandísimo peligro , si Emar de
> Prie y Aubigni capitanes muy prácticos que estaban con
> el duque de Alanzon reprendiendo á los que huian y
• juntando las banderas y cerrando los soldado^, no sus-
■ tentaran con trabajo grandisimQ la batalla. Fué también
■ gran ayuda para los franceses que ya andaban desbara-
■ tadoB, que á aquel punto llegó Liviano corriendo con la
• banda de los hombres de armas nobles y tras él venia el
> resto del ejército veneciano. Por que este como era ami-
ago de pelear y de mostrar su valor, sin dudar punto.
> mandó á los suyos que te siguiesen y cerró de través con
> los e^uízaros; pero recihiéroule animosamente dos com-.
■ pañías de esguízaros y revolviendo hacia él sus hnnde-
> ras, hiriendo á muchos y matando á Cepino hijo del con^
• de de Pitillano. mancebo de gran esperanza, hicieron
• retirar lejos aquella caballería que animosamente daba
> sobre ellos. Pero en fin , la venida de esta nueva gente
• mas que sus fuerzas amedrentó aquel escuadrón do es-
■ guizaros, porque pensaron que estaba ya allí todo el
> ejército veneciano , que á la verdad estaba cerca. Y así
'Comenzaron á mirar manera como salvar sus vidas; y
■ unos medio muertos de cansancio, heridas, sed y su-
■ dor se fueron á unas huertas cercanas donde fué muer-
> ta gran parte de ellos otros se retirartm- á un lugar
• cercano y habiéndose defendido mucho con la puerta y
• con los muros al cabo como se pegase fuego al lu--
• gar por consejo de Liviano, murieron crudelísima muer-
• te combatida de llamas y artillería : los demás que aada-
■ ban desbaratados y se retiraban al escuadrón grande de
• los suyos, fueron sin escapar uno destruidos de la caba*
3vGooglc
268
> liona que por aquella rasa campaña los iba siji^ienilo.
> 3Í no so cerraran por consejo y valor do sus soldados vi&>
>jos, qiio en aquel gran trabajo no olvidaron la buena
» disciplina ni faltaron á sí ni á tos suyos , por que así cen
*rados pasaron ol foso y so retiraron á los suyos."
En cuanto al tercer escuadrón de esguízoros que pe-
leaba contra el duque de Borbon y Trivulcio, concluye
Jovio con que viendo el mal suceso de la batalla ó que^
riendo vengar sus enemistades y parcialidades... "comen*
> zaron á volver sus banderas hacia Milán sin jamás querer
• entrar en la batalla ó de traición ó perdidos de miedo...
• Pasando esto de esta manera los otros esguízaros que de-
( jamos peleando cerca de la batalla del Rey , como arre-
> balados de Ira y desatinado furor defendieron su lugar
a con mas obstinación de ánimo que con fuerzas , y como
• viesen delante de sí otra nueva infantería de alemanes...
• perdieron la esperanza de victoria é jhicieron señal de
■ recoger. Por que habían poco antes recehido gran daño
» cerca del foso . porque los ballesteros gatcones los pasa*
• ban dende un lugar alto donde estaban tirando increíble
• muchedumbre de saetas. Por que estos ballesteros po-
■ niéndose cabo los arcabuceros, pora que los unos y los
■ otros tuviesen lugar para armar sus arcabuces y bailes-
otas, dándose tugar, á veces tiraban unos tras otros con
• tal orden que arrojando una perpetua tempestad de pelo-
tías y flechas (lo cual pueble reputarse por un principio
• de nuestro fuego graneado inventado por Navarro y pro-
» Itado ya en tan solemne ocasión ] , el batallón de los es-
• guízaros queriendo en vano ayudarse de sq valor, era
■ destruido sin tomar ninguna venganza."
"Despartida la batalla como Rosl-Rona y Anglardo y
> otros no pudiesen avisando y mandando proveer á tanta
3vGooglc
269
• y tan desordenada muchedumbre ni cumplir fácilmente
> su oGcio de capitanes , los mismos soldados , aunque es-
»taban aDigidos con todos tos males posibles, ordenaban
• lo que camplia con admirable esfuerzo y notable destrc
• za , porque no pareciese que huían. T asi teniendo cui-
• dado de los heridos , cada dos soldados, conforme á la
• flaqueza de cada herido , los llevaban con grandísima
> piedad sobre sus brazos y hombros , y volviendo sin fal<
• tar una todas las piezas de arlillería que sacaron de Mi-
> lan. fortificaron su retaguardia con los soldados que e»-
■ taban mas descansados. ¥ marchaban por el camino real
■ con paso tan refirmado que en su partida no habia cosa
■ ninguna que pareciese huida. Porque los franceses no los
• podían acometer sin dificultad, porque el camino por
■ donde marchaban , tenia por ambos lados hondos y con-
■ tinuos fosos, y habiendo estado armados en la batalla
■ veinte horas continuas, teniendo muchas veces la viclo-
■ ría muy dudosa , como lodos estuviesen manando sudor
> y sus caballos se cayesen de cansados, y tuviese casi
• perdidos los sentidos del ver y del oir con muy espesa
■ escuñdad de la polvareda que se habia levantado y con
> el perpetuo y horrible estfuendo del artillería , cesaron
■ de seguir á los esguízaros (1)."
Entrados estos en Milán, aunque fueron recibibos con
suma humanidad en los alojamientos y los heridos en \m
hospitales, permanecieron poco en aquella ciudad. Bajo
pretexto de que su duque Maximiliano Esforcia les debía
(I) Hisloria geaeral de todas las cosas SDcedidas en el mundo
en estos ciacuenta aBos de nuealro tiempo, etc. , por Paulo Jofio
obitpo de Nochera, traducida por Gatpar /faeía.— Sahmanca 15C2,
lüm. <.-,Ub. 15, cap 1 ',13,43,14 y 15.
3vGooglc
270
\a ptiga de Ires meses , que muy bien sabían no podía
dársela de contado , sin que nada lograran las amonesta-
ciones del cardenal de Sioo se encaminaron dos dias des-
pués á su pais por la vía y lago de Como. Los milaneses
que de resullas de la salida de los suizos se vieron solos.
]>orque el duque se habia refugiado á la ciudadela, en la
que el cardenal pudo dejar tres compañías de ellos acudie-
ron al Rey de Francia invocando su clemencia. Envlankile
una escogida diputación de los mas señalados vecinos; la
cual al tiempo que pusiera ¿ su merced la ciudad > le ro-
gase que los tratara con moderación y piedad. Así les res-
pondió que lo haría mas por la blandura de su condición,
que por que lo mereciesen sus continuas rebeliones y
muertes de la guarnícioo francesa ; pero que le habían de
pagar en tres plazos y en los dias que señaló , trescientos
mil ducados de mulla (1).
Apenas despedidos los diputados dio orden el mismo
Rey & Podro Navarro de ir con su inranteria á cercar el
castillo. A lo fuerte que era por la naturaleza y el arte y
á las muchas y abundantes provisiones de todo género quu
á la sazón contenía , se juntaba una guarnición que Ioíi
menos exagerados computaron en mil y quinientos suizos
y quinientos italianos. Siendo tantos y tales los medios de
defensa y opinándose generalmente que aqael ca$tillo fa-
fítogmmo y fortisimu sobre todot log del mundo, no ha-
biendo sido nunca jamás tomado por loacapiíanes anti-
guos , tampoco entonces lo serín por fuerza ; ya se puede
juzgar cual sería la admiración que causaría oir a N.ivniTO
decir qile antes de un mes lo tendría en su poder (1).
(1) Jutío, iliL— Guicciardini, Ub. (2.
(2) Jovio y Gniciardiiii, ibi.
3vGooglc
271
No falta quien refiera que desde luego le asestó ochen'
la de los que ja entonces se llamaban cañones (1). Si aun
en nuestros días pudiera pasnr por escesÍTO ese número
para los diez mil inFantes que según algún escritor acom-
pañaban á Navarro (2), mucho mas lo parecerá si como
otros escribieron, se reduce á cinco mil. La empresa de
todos modos se consideró por tan arrojada, que hasta e.l
mismo Navarro, nos dice su amigo Paulo Jovio, que la tuvo
por digna de su fama , tratándose de un castillo tan famo*
so. Empleando en ella Navarro su acostumbrado valor é
inteligencia, después do circunvalarle para impedir las sn-
lidas de la guarnición , dio principio á los trabajos con un
gran DÚmero de aldeanos traidus á jornal. Ocupólos desde
luego en abrir un hondo foso por la parle del norte del
castillo que era la que había elegido para el ataque. Logra*
do á los pocos días , de noche y para evitar el daño de la
artillería enemiga puso delante de aquella obra "unos
1 cestones de mimbre como de siete pies de alto, los cua'
• les en la manera ordinaria era henchidos de arena y jun-
>tos unos cono tros. Abrió además en los tugares conve-
■ nientes una trinchea de doce pies de altura, para que,
• sirviendo de resguardo á los soldados, no soto les dejase
■ trabajar en las minas que babia proyectado, sino ir y vé-
(1) Pedro Mártir , Epist. fSSSjy 558... Octoginla id genuí quos
appeüanl caDones ad muros locatse dieitur Peirut Navarrus i intra
paucoi dlet se moenia dirttiurum pollicetar,
(3) Andrera Hocenici : Belli Cameraeensis adversas f^enetos ,X\-
liro6, pág. 136, tom. 5. — Antiquiíarum Italia. Part. &.*— Autor
coetioeo, pnes estaba empleado por la RepúbHca de Venecia en 1 59$
y sa obra se imprimió eo 1 535... Et Petius Navsrrus cuín decem mí-
Ilibaspeditum contra Ucdiulaiii caslolium acriter slaiai atqueageba'.
3vGooglc
272
> nir de una parte á otra y plantar la artillería donde aco-
> modase ó transportarla con geguHdad (1)."
Acabado esto ordenó un nuuvo género de ataque , que
por el tiempo y modo con que le dispuso, fué entonces
muy celebrado. Con e) Gn dé impedií' que por aquel lado
se mantuvieran los enemigos en las almenas de las torres ó
PD los bastiones mas altos del castillo, observando lo que
trabajaba, ó aprovechándose de la mucha artillería pe-
queña y de todas clases que teniün colocada en los muiros
de tantas en tantas almenas y con sus cañoneras para ti-
rar por ellas , les plantó Navarro succsivomenle un gran<
dísimo aparato de cañones y culebrinas; Guando todos
estuvieron eh sU lugar comenzó ¿ descargarlos sin inter-
misión contra el castillo, y su efecto fué tan ejecutivo y
su estrago tan extraordinario . que quedó enteramente ar*
ruinado, abriéndose toda lo que habia desde la torre lla-
mada Palancina hasta el bastión del Carmen , sepultándose
bajo las ruinas cuantos defensores estaban encima, y vi-
niendo al sucio adem.ís do las almenas mas altas, todaj
las máquinas é instrumentos de guerra que allí había.
En seguida y para no perder tiempo dio principio Ná- **
varro á su acostumbrada y terrible aplicación délas mioas.
Apenns hubo cortado los cimientos de un bastión pegado al
castillo qiiu tenia una salido al foso muy secreta , que gran
parte del mismo bastión se vino á tierra desde los mis-
mos cimientos. Los gascones entonces asiéndose de sus
ruinas arremetieron y subieron por él intrépidos. Llega-
ron ó lo alto y se pusieron encima con tal agilidad y prcs-
teza que desmayados á visla de tan inesperado y súbilo
peligro los que guardaban el bastión lo abandonaron. Tan
(1) Paulo Jovio y Bacu, ibi-t cap 18.
3vGooglc
27r>
npresurodos anduvieron al recogerse á otro lugar mas in-
terior y mas fuerle, que apenas tes dieron tiempo para
cerrar las puertas los qae con tan gran denuedo les ha-
bían acometido (i).
Como el duque Maiimiliano era hombre de edad y
ánimo flojo , aunque oyó el ruido que de resultas de este
suceso causaban las gentes que subian y entraban en el
castillo , nada determinaba para salir del gran peligro e»
que tanto et castillo como su persona se veían. Es de pre-
sumir que uno y otro se hubiera en aquella noche perdido,
por haber muchos en la guarnición que por traición ó míe*
do persuadían al duque de que para estar seguros baslabii
haber cerrado la puerta del bastión ; si un enviado del Pa))u
ó del Emperador que allí se encontraba, movido délo
extraordinario é inminente del riesgo que se corria, no
hubiese tomado á su cargo proveer de remedio. Repren-
diendo á los unos su cobardía y á los otros su traición , y
poniéndose á la cabeza de algunos soldados escogidos,
bajó bástala puerta por un camino subterráneo; abrióla
de repente , y matando á Unos y rechazando á otros do
los soldados de Navarro que ya trataban de quebrantarla
para entrar por ella, recobró el bastión con notable arro»
jo y valor (2).
Nüvarro mietitras tanto no descansaba. Animaba á su
gente y reconocía sus obras ; andando en lo cual sin pre-
caución alguna , fué herido en la cabeza por un pedazo de
mármol que ana cnlebrloa de los sitiados que tiraba de
llanco, hizo sallar de la muralla, diendo la herida de gra-
({] Es de creer queGuicciardini alude é este scootecimienio al
referir que Navarro se apoderó cierlo diu de una Castamala rleltas-
Itllo perjianco verso la porta Comasiua, lib. 12.
{•i] ILÍd.
Tomo XXV. IS
3vGooglc
274
vedad tuvo que retirarse y dejar et cuidado de los ataques
y llevarlos adelante á sus capitanes ; sin que dí por la he-
rida ni por haber perdido en aquellos días mas de dos-
cientos soldadas y trabajadores , aflojara de modo algauo
en so empeño. Esta firmeza producid su efecto en los me-
drosos ó en los que interesados en la rendición del cas-
tillo rodeaban al acongojado dnque. Decíanle con ese
ijiiotivo que no habia salvación para ellos, por que el
castillo iba sin remedio á ser asolado : que Navarro d6 oin-
gun modo abandonaria sus minas y que con ellas, pres-
cindiendo de si les cortaria las aguas ó se las emponzoña'
ria , los baria volar con las torres y lugares mas altos del
castillo, como en otro tiempo lo había practicado en Ña-
póles.
A pesar de que había algunos que , conociendo la fop
taleza y calidad del terreno en que estaba fundado el cas'
tillo , decían que ni con (oego ni con minas se le podía
hacer daño, no bastaron sus palabras para destruir el
efecto que las desalentadoras de los otros habían cansado
en el duque. Desentendiéndose enteramente de su honra
y prestándose ciegamente á tan medrosas sugestiones , ni
un instante quiso que se retardara su entrega y la de la
fortaleza ¿ los franceses. Inútiles fueron las reflexiones
que para disuadírselo emplearon, asi D.. Diego del Águila,
embajador del Rey Católico que estaba á su lado (1),
como las de Gambara enviado del Emperador y otras per-
sonas que podían tener alguna autoridad con él (2). Ni
(1) Pedro Mártir, £/»Vo/a 558. Maxioúliamu Dax audir de deJt-
timtt nuncios. Noiur orator DUcut j4quUa , ut forti til aninio , itee
tese dedat koriatar, monel etc.
(2| Jovins, lib. 15. Ñeque Cambaras, ñeque AqiiHa trgal! ,Íii
quitas íumma authoritat este debebat... quidquain projiciebat.
3vGooglc
275
con avergonzarle echándole en cara su flaqueza y la in-
juria que hacia á los Príncipes de la liga que se hablan
armado en su favor, ni con advertirle de que con seme-
janlD conducta se privaría del auxilio de los suizos que
tanta sangre hablan derramado por el y tan próximos estn*
ban de llegar á su socorro, se pudo recabar cosa alguna.
Insensible á todo , abatido hasta el mayor grado , y olvi-
dado de que en un principio babia dicho que quería morir
duque de Hifón (i), renunciando vergonzosamente y por
treinta y cinco mli ducados anuales sus derechos á aquel
ducado , se entregó á Navarro con aquel cnstíUo , hasta
entonces tenido por inexpugnable , á los treinta días de
alio según unos y en el cuatro de octubre según otros (3).
No es dificil de conocer cuanto crecerla la fama do
Navarro con la conquista y adquisición de tan acreditada
fortaleza. Al ver su pericia en el paso de los Alpes, y stt
valor en Novara , Marinan y Milán , debió Francisco 1
felicitarse de haberle atraído á su servicio. Faltábale sin
embargo saber ti aquel hombre que á los castellanos é
aragoneaes ponto ánimo é o$aáia de hablar é pelear con
lat otras gentes , los tenia agota el mismo conde , aegun
escribía Pedro de Torres su apasionado , atemorizados y
espantados sin saber que decir ni que hacer, mas temian
de cuando el conde los destruiría é prendaria (5) ; ó si
naas bien no solo no fué bien acordado de te despedir del
Rey Católico como el mismo canónigo decía , sino por lo
contrario después que fué contra los españoles fué muy
desdichado é se perdió é nunca en cosa acertó contra ellos
(i) Pedro Mártir, Episfola KM.
(2) Jovio, Baeza, Guicciardíni , ibi.— DaDÍel, lom. 9, pig. SK-
IS) V. Documenlo oúm. 33.
3vGooglc
276
en compañía de to» franceses, comO' escribió Gonulo Ver-
nuniloz de Oviedo y los sucesos juslíficaroa (1).
Habían sido los venecianos los que con mas afán so-
licilaroD la ida de Francís'co I á Italia , ansiosos, como ya
indicamoa, de recuperar las ciudades que los coligados les
habían ocupado. A eso solo te dijeron que se oponían al-
gunas tropas imperiales que dominaban en ciertos pue-
blos y principalmente las que al retirarse el virey Cardo*
na para defender á Ñapóles, había dejado guardando á
Brescia y á Verona. Mostrábase propenso el Rey de Fran*
cía á complacerlos, cuando en medio de sus triunfos tan
fácil se lo presentaban ; pero hasta no ver sí se apodera-
ba de Milán ó se le rendía Cremona, con lo cual se termi'
naba , como sucedió, la conquista de aquel ducado, no se
prestó á dar á Venecia el auxilio que pedia.
Mandaba el ejército do aquella república Bartolomé
de Alviano ó Laviano. Por encargo de su gobierno en vez
de perseguir al virey de ríápoles- y á los españoles al re-
tirarse de los franceses y de su Rey, se fué á sitiar á
Brescia , una de las ciudades tomadas á los venecianos,
de cuya defensa estaba encargado el capitán D. Luis de
kart, caballero catalán y soldado de gran nombre. Tan
pronto como entendió que Alviano había pasado el Adda,
presumió con sumo acierto que se dirigía contra él , y siu
titubear , resuelto á defenderse con cuanto valor é indos*
tría alcanzase , puso por obra y con indecible actividad
todo aquello que un celoso y entendido gobernador de
bia practicar para mantener to mas que pudiere su plaza.
Reparó con suma diligencia los muros que aun estallan
maltratados de otros ased¡u;j que Brescia había stifrido
(tj Ibid. núm. 27.
3vGooglc
277
poco ánles. Lovaotó otros nuevos , aumentó las defensas
de las puertas, y plantando por último artillería en todas
partes , acabó por bacer de veras inexpugnable una ciu-
dad que por su situación era ya muy segura. Además de
eso y prestando la atención debida , asi á la subsistencia
como al orden interior, introdujo todo el trigo, ganado,
vino y provisiones que pudo sacar do las alquerías cerca-
nas , al paso que echaba fuera de la plaza á los vecinos
que pertenecían á la facción de los gOelfos, y á los tacha-
dos de andar en tratos con los venecianos para entregár-
sela : sin olvidarse finalmente de suticítar, asi del comisa-
rio imperial como de Marco Antonio Goloiia, algunas com-
pañías de alemanes ó de las de españoles que el virey ha<
bia dejado en Verona (1).
Por mucho que á Marco Antonio disgustara desprender-
se de ninguno de los escogidos soldados que mandaba, te-
miendo la responsabilidad en que caería si Icart sucumbía,
dispuso socorrerle con unos mil hombres , distribuidos en*
tre setecientos españoles mandados por los valientes capita-
nes Orliz , Horejon y Guzman , y el resto de alemanes por
Gothistard, que en su mayor parte eran todos arcabuce-
ros (2). Llegados á Brescía , andando de dia y de noche
por montes y veredas secretas, Alvíano que vio frustrado
el golpe de mano que contra aquella plaza intentaba, se
dirigió contra Verona. Menguada la guarnición de esta con
{1 ) GnicciardÍDi, tíb, 12... stati constrelti ¿i partiré numero gran-
dUimo de Gaelji etc. Jovio , ibi. GatlJU tí iaspeeia Jidei cwihus urlre
qeelts eto. — Andreas Moceoicus, lib. 6... tnille pediles hoitiam.
subsidio in Brixium venerunl , et prafecluí Hispanuí Brixienses cives
Veneiafaelionts espulií , eum quibus atUca familiariler de dedilione
yeaeii laquebaniur ele.
(2) Jovio, ibi. — Argcasola, Anales de Aragón, )ib. 1, cap 15.
3vGooglc
278
el socorro enviado por Colona á Breseia . creyó que le se-
ria muy fácil tomarla, por ser además menos fuerle;
pero apenas puesto á la obra tanto por su edad como por
lo macho que con el peso de las arma» y la furia de me-
near el caballo se habia cansado en la batalla de Mari~
ñan , acabó sus días sin adelantar co|a alguna (1).
Dióle Venecia por sucesor con acuerdo del Rey de
Francia, á cuyo servicio, como ya hemos referido esta-
ba , á Juan Jacobo Trivulcio , que no conviniendo en los
proyectos de Alviano, abandonó á Verons, llevando al
punto su gente contra Breseia. Sentada apenas la arti-
llería , fué tal el destrozo que hizo en las murallas , que
los sitiados al ver snBciente brecha abierta para asaltar la
ciudad y entrarla, se dispusieron á la resistencia. Pusie-
ron en ello t&nlo denuedo como los sitiadores en su arre>
metida. Hubo compañías de ellos que con sus banderas
desplegadas llegaron hasta la orilla del foso y pasaran
mas adelante , si una casualidad de las que son harto co-
munes en la guerra , no les hubiese tornado en de^racia
el triunfo que ya casi cantaban. Una culebrina de los si ■
liados que de un tiro les mató tres lomharderos, y una acer-
(1) Guicciardini dice que Alviano tenia meóos de 60 afios
y hace de ¿I an grandísimo elogio. — Jovio, le hace igoalmeote,
añadiendo que era de gesto desagraciado y qoe siendo adeotás gi-
boso y pequeño, era verdaderamente disforme; pero para dar ana
idea del traducir de Gaspar Baeía, diremos que habiendo escrito
Jotío tanto en sus Historias como en el elogio que aparte escribió
de Alviano , que murió como se dice en el texto, porque... equestri
agitatione vitcera penituí in herniam abiittent , ineredibilet dotorum
erueiaíui luslinere non potaif, Baeza tradujo " iaj'ándosele las tri-
pas á los compañones, en un caso , y en el elogio, lib. i, p&g. 131,
bajándosele las tripas á los sapinos , no pudo su/nr el tormén/» ¿e
los dolores etc.
3vGoo¿ílc
279
taila descarga de la arlilterío y arcabucerfa en medio de
niebla densa de la mañana, que les mató trescientos hom-
bres , los desordenaron de modo que huyeron á toda prie*
sa, abandonando cuanto aparato militar traian (1).
Al ver tal matanza y desorden tos sitiados mas resuel-
tos pidieron que se ejecutase una salida. Repugnábanla
y aun la fesistían icart y los cabos alemanes. Recelábanse
como prudentes de que tan precipíladn fuga no fuese una
celada de los sitiadores para sacarlos engañosamente de la
plaza y destruirlos en el campo ¿ su salvo. Vencieron al
fii| los porfiados , y poniéndose el capitán Morejon á la
cabeza de seidcienlos alemanes y españoles, según unos,
y de mil y quinientos según otros , sin mas armas lodos
que sus espadas y rodelas, prendiendo á unos y matando
ó otros, llegaron arrebatadamente bosta donde estaba la
artlltería veneciana. Acometiéronla sin detenerse , y la
lomaron toda , á pesar de estar guardada por cien hom-
bres de armas y seis mil infantes : quemaron toda la pól-
vora , quitaron de los carretones las piezas de la ariilleria
gruesa y le$ qvebraron los ejes y las ruedas , para que no
se la pudieran llevar, y tomando en los hombros las pie-
•zas mas pequeñas para echarlas en los fosos se recogieron
á la ciudad sin haber perdido vn soldado (2).
(1) GaicGiardmi y Jovío, ibi.
(3) Jovio y Baeza, lib. 6. cap. 1.*— Guicciardini y Bfocenious
ibi... et quia temeré tlaiatur qaamvis centum mililes et sex millia pe-
áUum essent f omnet re iiusperata ia/ugam convertí sunt. Lo mismo
viene á referir Beraardinna Aldnni, De bello frneio , en et tomo 5
jlnliqui/atum Italia, parte i, lib. 6, pig. 280. Interíurhati tomen
iexeentibus peditibus HUpanit cum ex improvito steraercntur , fadam
omiKt in Jugant coiwerii lunt... Quofacium est ut nonnulii casis,
lurpiter /ugaiii pluribus... tormenta á Hiipanis in urbem anecia
sial , omnisque perusíus pulvii tormentarias.
3vGooglc
280
Retirado Ti-iviilcio por consecuencia de tan lerríblc
derrota y levantado el cerco , imploraron los magiatrados
de Venecia de nuevo y con mayor conato loe auxilios de
Francisco I. Teniendo aquel Itey gran deseo de compla-
cerlos ordenó que el Bastardo de Saboya se encaminara
al punto á Brescia con tres mil caballos franceses y seis
mil infantes alemanes, ó bien con seiscientos de los prime-
ros y siete mil de los segundos (1). Pasado el Adda y es-
tando ya [Quy cerca de la plaza se le amotinaron los ale-
manea pretextando que no querían pelear , porque á ello
no les obligaban sus juramentos al f^ey de Francia, dí c<m>
Ira el Emperador ni contra los paisanos y parientes que te*
iiian entre los enemigos. Turbáronse con eso los veDecia-
iios y aun llegaron á sospechar si por ventura no era todo
obra del Bey de Francia ; que para desvanecer sus sospe-
chas y darles muestras de su buena voluntad mandó desde
luego que los alemanes se retirasen, y que en su lugar
fuera Pedro Navarro con d>oz compañías de gascones, com-
putados en cuatro ó cinco mil hombres (2).
Paulo Jovio añade, y es tan natural como honroso para
rfavarro, haber sido los mismos venecianos los que al Rey
Francisco sugirieron esa determinación. Sabiendo que ba-
bia convalecido de la herida que recibió en la cabeza,
parece que le indicaron la preferencia que le daban sobre
todos los demás capitanes, atendida su antigua gloria y la
recientemente ganada en Milán con sus admirables artifi-
cios, y la gran ciencia que tenia en combatir lugares. I..a
elección sin duda no pudo ser mas acertada, y Navarro en
virtud de ella se puso en camino con su gente, estando ya
(I) Gaiecisidini y Moceoicas, ibi.
(8) GuicciariliDÍ y Jotío, ibi.
3vGooglc
38 1
muy adelADlado el invierao. Caminaba muy seguro y an-
daba cerca de los veaecianos , cuando la fortuna dando
vuelta á su rueda , é bien que ya no le alumbraba la eslro"
lia de la patria que en mejores días le guiaba , aconteció
que un dia que por casualidad ó de inteolo viajaba sin mas
compañía que unos pocos criados, topó con una partida de
caballos enemiga de las que andaban merodeando por
aquella comarca. Acometiéronle con tan gran resolución
que. á no ser por la ligereza de su caballo . babria dejado
su persona en manos de los agresores lo mismo que queda-
ron toda» ros balijas y iodo >u aparejo de campo (1).
Llegado a) Gn al de los venencianos sin otro contratíem-
pio y poniéndose oon su general Trivulcio al frente de Bres-
cia, la sitió al punto con mayor estrechez que antes. Sien^
do dos los lugares por donde se propuso combatirla á un
tiempo, dividió igualmente su gente en do& cuerpos, com*
puesto el uno de quinientos bombres de armas fran--
ceses y cuatro mil infantes , y el otro de siete mil de
estos con novecientos bombi-es de armas venecianos y
mil cuatrocientos caballos ligeros. Concluida la exten-.
sa circunvalación y la fortilicao¡oi> de su alojamiento en lo
que pasó muchos días, no pensando en ellos ni en sus.
noches mas que en abrir fosos y trincheas con que cubrir»
se y resguardar su arlillena , rompió esta un fuego tan
furinso que muy pronto dejó sin almenas ni reparos , y sa
vino á tierra toda aquella parle de la muralla á que se di-,
rigió (2).
Navarro que sin mas que eso esperaba poder entrar
en la ciudad, conoció muy luego y á su pesar que Icart y
(i) Jovio yBaeza, ibi.
(2) Joviú y Moceaigo, ibi. •
3vGooglc
282
sus solilados do eran gente floja ni le temíüD. Ed vez de
acobardarse, luego que oonocieroo el punto de ataque,
prepararon interiormente y para su defensa otras mura*
lias y levantaron muy altos y muy fuertes parapetos y
otras obras. Navarro entonces al ver frustradas sus espe-
ranzas acudió según costumbre á su terrible y experi-
mentada industria de las minas, persuadido de que si no
eran el único medio de lograr su intento, eran por ven-
tura el mas seguro. Proponíase también una de dos cosas,
ó bien que al saltar la muralla con la explosión entraría
su gente en la plaza por entre las ruinas , aprovechando*
se del espanto de los sitiados , ó que por las mismas mi-
nas y muy secretamente penetrasen olgunos soldados, que
poniendo en confusión y desorden la guarnición , facilita*
sen la entrada á los de afuera.
Ni se limitó á eso solo su cuidadosa actividad. Cono-
ciendo la obstinación de los sitiados, sus antiguos cámara*
das, y convencido de que sin destruir los reparos y defen-
sas que dentro de la plaza hablan levantado, poco ó nada
alcanzarla, destinó algunos gastadores á preparar la ruina
de una gran porción de la muralla rompiendo el muro,
como pudo aprenderlo ó practicarlo en el sitio de Yelez-
Málaga, con picos y martillos por "un poco mas arriba
* del oimiento y poniendo en ti^ar de las piedras que
> poco á poco se quitaban unos puntales de madera como
> de dos pies de largo y gruesos como un muslo, separados
■ entre sí como otro tanto : con cuyo trabajo qae Navarro
use proponía ejecutar al rededor de toda la ciudad, que-
• daba el muro como colgado ; y luego hinchiendo con fa-
> gina seca embarrada con pez , aceite y pólvora el espa-
^ cío que entre un puntal y otro quedaba esperaba que en
3vGooglc
285
> prendiendo bien el fuego á la hora que se diese la señal
>lodo vendría súbitamente abajo (1)."
A trabajos tan interminables é inutitadog como los
llama el veneciano y contemporáneo Mocenigo, y ejecn-
tadoB con increíble sagacidad y diligencia, pero con gran
]iena de los soldados, nunca Faltaban Trivolcio ni Navar-
ro (3). Mientras tanto la artillería veneciima y francesa no
cesaban de tirar contra la pla^a. Al cabo de veinte y ocbo
dias de tan activo ejercicio , era ya en realidad enorme la
destrucción de las murallas y muy considerable la pérdida
de gente de una y otra parte. Los sitiados con todo no des-
mayaban. Por Id contrario, llegado el dia ei^ que con es-
pantoso estruendo vino abajo la obra en que con tanto em*.
peño Navarro y Trivulcio entendían , en vez de fallarles
ánimo ó industria para rehncer lo arruinado, fabricaron
con las mismas ruinas otra pared y pusieron buena guarda
en snjdefensa {S).
Como que tas primeras trincheas de los sitiadores ape^
ñas distaban un tiro de saeta de los maros de Brescia,
eran frecuentes las habtM que babia entre sitiadores y si-
tiados. Reducíanse por lo común á befa ó escarnio que los.
unos hacían do los otros, echando en cara los venecianos y
franceses á los españoles y tudescos el hambre que pasa-
ban, la ninguna esperanza de socorro que yaies quedaba, y
amenazándolos también con la muerte, porque decian que
(1) Jotío y Baeza , lib. 16, cap. 3.
(2) Hocenicus, ibi. Deinde ne per illa procumheret supponeliant
lignea repágala el procedebant ulleriut quouique loftan urbem ful-
cirent ligneis pessuli$,et qaia oput erat insolitum aiqiu inexkaus-
litm, Joannes Jaeobus Trivultiui H Pelrut Nawtrrut sempcK insia-
bant et primi erant ínter talia opera etc.
(3) Argeosola, Amüei de Aragón, lib. 1, cap. 15, pég. 446.
3vGooglc
284
Icart su gobernador habb jurado de do rendirse con ningún
concierto. Los españoles á su vez llamaban cobardes á los
venecianos. Los amenazoban eonotra salida y que les lo-
marían con mayor estrago la artillería , y á los franceses
aparentaban mirarlos con gran compasión y lástima por-
que , estando habituados ú vivir bien alojados en las casas
de tos milaneses tan bien aderezadas y calientes, cubiertos
con buenas pieles y almorzando largo y comiendo mejor,
aufrian por negocios ajenos y en tan dura estación del
año, aquellos espantosos trabajos de agua', nieve y hielo
que allí enviaban los Alpes.
Un dia que andaban en estos y otros semejantes de-
nuestos, aconlenciá que uno de los soldados de Pedro
Navarro, que algunos creyeron ser español y otros del
mismo Novara, queriendo, como cuenta Paulo Jovio, qui-
tar á los españoles el parlar y la bravo$idad que tenían,
les dijo en castellano claro: " Ea vosotros los fanfarrones
> que aun puestos en el mayor peligro os mostráis tan uta-
* nos y descuidados que ningún caso hacéis de vuestras
> vidas , guardadvos ; porque tan luego como la gallina
> deje de escarbar con los pies, os hemos de podir cuenta
>'de las injurias que nos decís y os habéis de arrepentir
» bien de ellas:" cuyas palabras oídas por algunos de los
muchos que ollí estaban y conocían bien las manas de
Navarro su antiguo jefe , juzgaron con agudeza que la ga-
llina á que el otro aludía no podia aplicarse sino á quien
tan diestro era en cavar^ escarbar minas (1).
(1) Jovio, ibi>>. Húpanieé lócalas. CommUiíoaes, inquit , qui ex-
treimi:eliam rebus lam secaré iocamini, cavtle ae á voiU eontume-
liarum ratiwiem reposcanuts ; cum gallina 'pede sealpere ac Jodere hu-
mum aliquando ¿esUril. Qute verba acali el pertpicaces Hispaia
3vGooglc
285
l)e la misma opinión fué el goliornador kart , ¿ quien
qI punto y por medio de sus capitones y alféreces infor'-
maroD los soldados. El sitio del lugar y de los muros en
que se le indkaba poderse minar junto con lo que el soW
dado enemigo ó inadvertido ó celoso habia dicho grace-*
jando, lodo le indujo á enviar personas diligentes y en-'
tendidas que cuanto antes averiguasen lo cierto. Al inten^
to se dirigieran desde luego á aquellos parajes de la ciu'
dad que por mas próximos al campo enemigo juzgaron
mas expuestos » las estratagemas y astucias del afrancesado
Navarro. Entraron después en las casas de tos particula-
res y reconocieron los sótanos. Practicaron lo mismo eu
todas las iglesias y monasterios , notándolo todo menuda^
mente y sin descuidar ui aun los menores indicios que
pudieran conducir al. descubrimiento dn la obra» Ningún
moviiuiento ó ruido por tenue é Ímperceptibl6 que apa-
reciese, desatendieron. Aqui se lendian los unos en el
suelo para observarlo mejor, y allí aplicaban otros el oido
á la tierra para advertir cualquiera alteración. Sobre clin
ponían otros los tambores para ver si se movía el perche,
sí resonaba alguna cosa y si se meneaban tos naipes y da*
dos que tes ponían encima , en tanto que otros observa-
ban en grandes librillos y vasos de toda suerte llenos de
agua, sí esta por ventura ne sobraba ó movía con el gol-
peo de los azadones {i}.
AI cabo de la mas constante y asiduia observación , si'
gue el minucioso Jovio , vieron claramente que la su-^
perficíe de la tierra se meneaba en cierta parte, y alegran*
dose lodos mucho dieron principio á una contramina.
^ui IR murv crant.,, Navarrum pro Gallma etc.— Bueza y Argén*
sola , ibi.
(1) Jovio y BaezB, lib. 16, cap. 2.
3vGooglc
Gomo había en la plaza muchos soldados viejos espaüoles,
excelentes mínaclores , que habían aprendido ese trabajo
con el mismo Pedro NavQrro cuando servia á su Rey, y
había también muchos alemanes prácticos en el laboreo
de todo género de minas, por tas muchas de plata que se
conocían en la Ercinia (1), y algunos de ellos estaban con
los Tranceses cuando Navarro minaba las murallas de Bo*
lonia y habían contraminado . contra ¿I, la obra se prose-
guía con suma actividad é inteligencia . abriendo muchas
minas á la vez, y cavando siempre de través hasta que al
lin se encontró la labor del enemigo.
Llorado esto con sumo placer , suspendieron del lodo
la suya, y dejando al cabo de ella un agujerito para obser-
var por él á los enemigos, se ñieron con el mayor sigilo
á contar lo sucedido á sus capÜEines. Tratóse entonces en
junta de ellos de que valdría mas, si acechará los con-
trarios y cuando salieran de la mina ó la dejasen menos
guardada, entrar en ella y robarles los barriles de polvo*
ra con que la cargaban , porque ya les bacia falta ; ó bien
estar sobre aviso , y á la hora en que solían entrar Trivul-
cio y Navarro en la mina á examinar lo obrado, ponerle
fuego de repente y quettiarlos roÍBerablemenle con cuan-
ta gente los acompañase.
Adoptado este pensamiento , se encomendó su ejecu-
ción á un muy valiente soldado, que puesto ya en es-
pera y acecho "Dios inmortal, exclama el minacíoso ¡o-
>vío, que quiere guardar largo tiempo á los hombres de
■ insigne valor y suele por su bondad impedir el ímpetu
(1) Ibid... prvp/er Argentarioí íecturat ijua apud m üá Her-
tyma rcgioiiem mut frequenter eto. ¡Seri el Engebirge en Sajooía
b1 qiic Jovio llama Hcrejrniai
3vGooglc
287
> y Turia de la fortuna que viene sobre ellos , los guardó
• en aquel dia como hasta allí lo habla hecho;" porque
el soldado que con tanío cuidado esperaba, habiendo vis-
to desde su observatorio andar dentro de la mina á algu<
nos f entre ellos i uno vestido de gentil ropa de teda, á
quien todos guardaban respeto por ser el maestro de la
mina , pensando que eran Trivulcio y Navarro los que por
allí andaban , y haciéndosele cada punto un año , sin mas
esperar dio fuego á los barriles con tan buen suceso, que
mató al maestro y á los franceses que le acompañaban;
|>ero descubrió antes de tiempo el trabajo de los sitiados
y su de«gnio (1).
Pedro Navarro y Trivulcio, aunque de resultas de ese
suceso conocieron que el trabajo de muchos días se les
había en un iostanse inutilizado, no dejaron por eso de
continuar otras obras. Sus esperanzas con todo eran ya
muy distintas, y las fundaban no en la industria de Na-
varro, que del todo quedó frustrada, sino principalmente
en los apuros de los sitiados. Constábales con efecto que
habían gastado mucha parte de lo mas necesario : que ya
empezaban á carecer de pagas y á perder las esperanzas
de tenerlas : que se liaban poco en la diligencia del Em-
perador Maximiliano para socorrerlos, parecíéndoles que
miraba con desden lo concerniente é la guerra de Italia;
de modo que, y asi era verdad, acalorados con esas voces
los soldados de la guarnición y seducidos por algunos ca>
pitanes y alféreces tan cansados de lo largo del sitio como
ansiosos del dinero que les ofrecían los venecianos, aca-
baron por amotinarse pidiendo su paga con mas arrogan*
cía y desvergüenza de lo que en tiempo de cerco era de-
[^) Jovloy Baez>,1ib 16, cap. 3.<>ArgeDGola,l¡b. 1, c^p. 15.
3vGooglc
288
cente. Su desordenada osadía " llegó á términos de so-
■ qUéar á tos miserables ciudadanos contra la cortesía que
» se debe á los huéspedes ( patrones] y á injuriar con todo
• género de palabras al Emperador ; cuyo comisario el
» cardenal de Gursa, como para sustentar sus esperan*
• zas . les hubiese con repetición anunciado que el so*
> corro iba á llegar y no llegase, pusieron encima de un
■ asno á Un simple adornado con las águÜRS é insignias
k imperiales y con muchos frascos y botellas colgadas del
■ cuello y le pasearon por la ciudad saludándole con afren*
> tosa grita y la mayor osadía como si fuese el verdadero
■ Emperador que venia en persona á socorrerlos : ultraje
s y escándalo que los capilancs que con gran riesgo de
■ BU vida estaban escondidos , no se atrevieron á repren*
■ der ni castigar , temerosos de que el motin pasase mad
• adelante (1)."
Mientras tanto sin embargo el Emperador deseoso do
socorrerla , juntaba en Baviero /^ Vímíe/ícíii^ cuanta gente,
dinero y vituallas podia. Desembarazado al fin de otros
negocios llegó á donde habia reunidas quince compañías
de alemanes é inmediatamente las mandó salir don otras,
también preparadas con aquel objeto. Mas falló poco para
que no llegasen larde; porque agregándose á la deseen-
lianza que del Emperador era cada dia mayor en los si-
tiados , lo duro de la estación y las diGcultades que el
hielo y los malos caminos les sugerían para el paso del
socorro por los Alpes; aun aquellos mas baladronea quo
poco antes blasonaban de que ní por imaginación pensa*
(1) Jo*iu5, lib. 16, pAg. 186... morionem asseÜo iiii¡¡oiÍiui
imperalorüs iniignibus aiqut aqailii exornatum , !agauu aillo lui
¡tensas difenitítm, ¡Kt urbem itcduserunt ele.
3vGooglc
289
lian eo rendirse hasta no apurar cuantos trabajos se iiuc-
(lea sufrir en una plaza cercada, trataron en junta públi-
ca de rendirla. Eaviaron al inlonlo mensajeros á Trivul-
cio. poniéndole por primera coadicion una tregua do
veinto días , y que si dentro de ellos no tos socorria el
Emperador rendirían la ciudad á los venecianos ; que es-
tos en ese caso habían de pagar á todos los soldados de
la- guarnición el sueldo de tres meses , y que la salida en-
tonces había de ser con banderas desplegadas, tocando sus
tambores y trompetas s^un costumbre , y llevándose con*
sigo lodo su aparejo y las municiones de guerra (1).
A pesar de ser estas condiciones tn&s arrogantes de lo
que parecía convenir á gentes encerradas en una plaza
y con dos ejércitos encima , las admitieron los venecianos.
Sabia Trivulcio su general por los espías que el socorro se
acercaba ; y al ver que el asedio aun iba largo y que Na-.
varro con sus rainaa nada habia logrado , creía haber ga-
nado harta fatuira con decirse entre las gentes que habia
forzado á los españoles á rendirse antes de tiempo, sien-
do como eran hombres que por no menoscabar su honra
y gloria sufrían en la guerra Iqs mayores penas y traba-
jos. Envió pues á Mr. de Bonaval, capitán de caballos
franceses, á concertar las condiciones de la rendición con
D. Luis de Icart; mas apenas habia regresado al campo
que por repelidos correos se supo haber ya bajado gente
del Emperador por loa Alpes Grisones , y que estaría allí
dentro de dos dias con gran socorro ('i).
Temeroso entonces Trivulcio de que si veniun de re-
(I) JoTÍo 7 6aeza, ibi. — Guicciardini dice qae Is tregua era
de ireiata días ele.
(_2j Jnvio, ibi— Argcnsola, cap. 18.
Tomo XXV. 1!)
3vGooglc
200
penlc los alemanes sobre él y salion de improviso al mis-
mo tiempo los sitiados, no le obligasen á dividir su gente
y le derrotasen , estrechó su campo y mandó retirar al ar
rabal de Santa Eufemia la artillería que eetaba al frente
de la plaza. Hízólo sosegadamente y sin aparato , creyen-
do que si los españoles que atentos le observaban U^a»
han á entenderlo . sospecharían que tenia miedo ó inrven-
tarian otra cosa. Advirtiéronlo con efecto, y aunque se ma*
ravillaron de que la artillería se retirase cuando por razón
de la tregua ni un solo dardo se tiraba de parte á otra,
se contentaron con preguntar á los venecianos y franceses
cual era la causa de aquella novedad. Respondiéronles
que , dando por acabada su empresa, así por lo largo de b
tregua como porque estando cerrados ios Alpes ningún
socorro les pedia venir por ellos, recogían todos los ins*
trumentos y máquinas de guerra á mejor lugar; mas en
tanto que Trivuleío, Navarro y toda su gente así mentían,
y ahorcaban sin piedad y como espías á cuantos iban de
Brescia á Verona y Alemania ó al revés para que no die-
ran á tos sitiados noticia de la llegada de los imperiales,
atravesaban estos los Alpes por veredas ásperas y cubier-
tas de nieve. ^
Gobernábalos Guillermo Rocandolf ó Roquendolf , mi-
litar entonces de gran reputación en Alemania. Presen-
tándose con su gente y banderas sin esperársete en los
collados cercanos á Brescia . se le recibió en ella con
grande alegría por el mucho ganado, algún dinero, gran
cantidad de pólvora y sobre siete mil infantes que traja.
Tratóse de sus resultas en consejo ó junta de capitanes,
de-si como proponinn los mas viejos y á su cabeza Don
Luis de Icart, asi que los que acababan de llegar hubie-
sen dormido y descansado, no convendría en aquella mis-
3vGooglc
-291
aia nocbe caer sobre el compo enemigo y sorprenderle.
Siendo e.8ta la opinión que prevalecía en la junta , y la
que atendida la ailuacion del enemigo mayores ventajas
promelia, quedaron todos suspemos oyendo á Bocandolf
y moBtrando al misnKi tiempo sus insl^ uccíon^a de no em-
prender nada sin licencia del Emperador, limitándose
únicamente á librar la ciudad del riesgo y peligro en quu
estaba (1).
Observando ¡Rocandolf el mal efecto que en los ale-
manes y españoles de la guarnición habia producido su
respuesta , y recelándose de qne la indignación que mos-
traban no parase en motin cootra él , dejando en la plaza
dos compañías 1 se salió fuera con el resto de su gente y
se fué ¿ Alemania , aparentando que iba á buscar dinero
para pagar á todos lo que se les debia. Con su salida le-
jos de serenarse los ánimos , aquellos soldados tan sufri-
dos y resueltos en loa lances mas peligrosos , se desenfre-
naron en términos de pedir con las armas en la mano las
pagas que se les debían. Con el benemérito Icart sq go-
bernador que los babia juntado para apaciguarlos con su
autoridad y promesas, se insolentaron de modo que le
pusieron las picas al pecho y le mataran malvadamente,
si los alféreces que le rodeaban no le hubiesen cubierto
con sm banderas; insignias enlóaces lantistmas y acata-
dos (WR suma reverencio. Golpeáronle sin embargo con
las picas , rompiéronle el hombro del sayo, y para mayor
afrenta le llevaron preso á cosa de una dama á quien mu-
cho amaba , aunque el obispo é italiano Jovío dice que no
le correspondía; hasta que pasado algún tiempo los sol-
dados mas comunes fueron los primeros en buscor á sus
(1) Jovio, ibi.
3vGooglc
292
capitanes que andabon escondidos, |>romelÍéndole8 con
jurDmento y en nombre de los demás que no tes harían
daño y los obedecerían (1).
Restituidos los capitanes á sus compañías y el gober-
nador Icart á SD dignidad , como cada dia creciese la falta
de dinero > prometió y juró á los soldados que no saldría
de Brescia sín que el Pn'nclpe ya fuese amigo ó enemigo,
en cuyo poder hubiere de quedar, no les pagase prímero
el sueldo de tres meses. Tal escasez que hubiera algan
tanto disminuido con un socorro en dinero que el Empe-
rador enviaba á la guarnición , fué por lo ccmtrario en
aumento, por haber los venecianos derrotado al conde
LodroQ que desde Alemania venían escollándolo: faltando
poco para que dos compañías de españoles , que vistas las
hogueras y otras señales convenidas, salieron de Brescia á
su encuentro , no fueran'sorprendidas y derrotadas igual-
mente. Si se salvaron fué porque un ignorante y rústico
labrador, creyendo por la semejanza de su armamento que
eran de las de Pedro Navarro , les gritó desde un alto mo-
tejándoles de que por su mucha pereza no se hubiesen
encontrado en la derrota y despojo de los imperiales que
les contó (2).
Con esto y con la angustia á que venecianos y france-
ses iban de dia en dia reduciendo á los sitiados , era cada
vez mas desesperada su situación. Lejos sin embargo de
desmayar, á vista del empeño Je los sitiadores en ren-
dirlos por hambre , redoblaron su esfuerzo y de dia y de
(1) Argensola, ibi. , cap. 18.— Jovio, lib. 16... Eum lamen
nutu esangtttm hanwumifut ictibut violaiam,di¡cerptaabhumerit
vette , ul maiore contumelia aJficeretU , in i/oiiium ada-uaia ncc ar-
ridentis matrona capltfum perlraxcruní ett.
(2j IbiHem.
3vGooglc
295
noche y ó pie y á caballo salían de la plaza á saquear la
tierra cercana al campo eaemigo. Eran con este motivo
continuas las escaramuzas y emboscadas ; en una de las
cuales fué preso el capitán de caballos D. Francisco de
Icarl . hermano del gobernador , con algunos españoles,
prendiendo estos en otra al capitán francés Villanueva que
con otros treinta mas llevaron atado á Brescia. Y como no
mucho después ocurriese otra sorpresa en la que unot po*
cot caballot ligeros eupañoles que habían aprendido á traer
yelmo con bufa (babera ó visera] corazas reciaty lantas
gruesa* á uso de hombres de armas , ahuyentaron á los
venecianos, los desordenaron y ciñeron entre muchos
prisioneros á Camilo Murlinengo, hombre de crédito entre
ellos, le trocaron por D. Francisco Icart (1).
Siendo nuestro objeto , al paso que contamos el poco
bríllo con que no obstante su valor y pericia aparece Na-
varro sirviendo á los enemigos de su patria , referir las
acciones ilustres que sin él y aun contra él ejecutaban sus
aotiguos compañeros y aun discípulos en Iji milicia, no
omitiremos una de las salidas acaso la mas memorable
que se ejecutó entonces de Brescia. Como unos cien in-
fantes españoles y alemanes armados muy á la ligera y sin
bandera , se propusieron mandados por el capitán Velas-
tegui coger cuanto ganado pudieran. Regresando con él á
la ciudad y con algunos prisioneros además , se vieron
asaltados por mas de seiscientos caballos venecianos que
intentaban recobrarlo. Por mas que durante tres horas
continuas los persiguieron con empeño , nada alcanzaron,
(1) Jovíd, lib, 16, pig. 188... qua pugna pauci Híspani equi-
tts Uvii ariaaiurte, qui bucculatis galas , ¡oUdiique tkoraciiut el
trastierihus hailis ealhapkraeíorum more uti diiliceranr, magnam
hoitium mulliíadiuem pepuleruui ele— Baeza.
3vGooglc
294
porque usando Velastegui y su gente alterntida y oportu-
namente de lo pica y del arcabuz ', se defendieron con
mucho valor , y gjn faltar uno entraron con su presa en la
ciudad (1). Cuéntase también otra salida de Brescia en la
que empeñada la infunlería de los sitiados con la de los
sitiadores , acudiendo Navarro coa la suya en defensa d«
estos, fueron aquellos rechazados; siendo esta una prue-
ba de que también lomaba parte en aquellos ligeros en-
cuentros [2).
1516.— Entrando, mientras en estose andaba el año
de 1516, aconteció en 23 de enero la muerte del Católico
Bey D. Fernando, Principe digno de eterna fama por su
infatigable empeño en uninacionar á toda España, y que,
como juiciosamente observa el obispo de Nocero su con-
temporáneo , disponia á su voluntad las cosas de Europa
considerando y mediando prudentemente las fuerzas de
todos (5). Lejos de que con su muerte se entibiara el an-
helo de su consuegro el inconstante Emperador Maximi-
liano por socorrer á firescia , siguió por lo contrario con
mas fervor les aprestos de gente y dinero en que cnten*
día. Preparado todo se encaminó al anunciarse la prima-
vera por los Alpes á Verona, en donde estaban todavía los
(1) Jóvio y Bfieza, ibi., cap, 0. — Arge&sola, cap. 31 , ido
At f S46. .
(2) Vooeniciu, De helio Cameractiui, lib. 6, pág. l&O... Et nu-
per eum ínter pediies eerlamenetiel, Peirut Navarras tlaltm tuhti-
di¿ venitf et hoítes intra urhem repulsi lunt ele.
(3) Ibid... marió de 65 aaos, ocupándose en oí trabajoso oficio
de la caza , no dejando de perseguir las fieras, annqne bnfaien
tempestades y lluvias, con lo cual y con darse demasiadamente i
la humanidad, snigió de tal manera sus envejecidas fuerzas que
con ninguna medicina pudieron ser reparadas.— Zorita dice que
niur¡<í de hidropesía.
3vGooglc
295
españoles y alemanes con Marco Antonio Colona, llevando
bajo sus órdenes cat<Hrce mil esguizaros y eiete mil alema-
nes, todos de infaBleria, y en general soldados viejos, ade-
mñs de muchos aventureros atraídos según costumbre por
la ríqaeza de Italia (i).
Aumentan otros el ejército imperial con cinco mil ca-
ballos , fuera de diez mil suizos mandados por el belicoso
. cardenal de Sion y otros diez mil entre españoles y tu-
descos (2) : con los cuales , fuese el que se quiera su nú*
mero, creia el Emperador, que le seria fácil apoderarse
de Milán, cabeza y ciudad principal de la Lombardia.
Animábale también á eso la confianza que le inspiraban
los gibelinos que dentro de Hilaban vivian y aborrecian
tanto á los franceses como parcialidad y afecto profesaban
al imperio : de modo que seducido el Emperador con es-
peranzas tan lisonjeras en vez de ir derecho á socorrer á
Brescia , te antepuso la empresa de Milán precedida de
otras operaciones menos importantes.
Sorprendidos con su repentina llegada, así el general
Trivulcio como el duque de Borbon que gobernaba los
ejéreitos veneciano y francés en Lombardia , presinUendo
su designio, volaron á socorrer á Milán. Siendo sus fuerzas
tan escasas como numerosas eran las del Emperador ; en
poco estuvo que siguiendo el consejo de algunos no aban-
donaran aquella ciudad , teniendo por imposible su de-
fensa. Pensaron otros de distinto modo , pero opinaban
que para que los imperiales ¿ su llegada no tuvieran en
donde alojarse , se quemaran, como se ejecutó , los arra-
bales.
(1) Jovio, ibi, lib. 16.
(3) Guicciardini y Sfoccuigo , ibi.
3vGooglc
Apenas presuiitaiJo el Emperador é intimada la rendi-
4^Íon con el orgullo y nmenozas que pueden figurarse, cam-
litaron las cosas de modo quf retirándose arrebatadamente
de delante de Milán se fué al otro lado del Addn. Siguió de
nlli á Trento , y por último á Alemania , disuello bu ejér-
rito, y atribuyéndolo los hislorlpdores , primero á la ve-
nida de otros suizos en auxilio de los venecianos y frao-
coses, luego á las graves y reñidas contiendas que por •
musa de sus pagas tuvo el Emperador con los capitanes
suizos y la gente que los seguía, y por último á que los
españoles de la guarnición de Brescia , aparentando ser
de enemigos el dinero que de Alemania venia para pagar
n los imperiales , se apoderaron de él , y cobrándose de
sus atrasos privaron al Emperador de dar á los suyos lo
<]ue les debia (1).
Dísuelto el ejército imperial, Teodoro Trivulcio, á quien
los venecianos habían confiado el suyo , y Odclo de Foix,
señor de Lautrech, que por entonces sucedió al duque de
Borbon en el gobierno del francés, en lugar de perseguir
á los que con tan inesperada precipitación abandonaban
In Lombardia , determinaron combatir de nuevo y con
mayor vigor á Brescia. Manteníase todavía en ella y con
el mismo aliento que antes, el valeroso D. Luis de Icart:
la guarnición con todo estaba ya muy reducida. Apenas pa*
saba de dos compañías de alemanes y españoles, tan nu-
merosas como solían serlo en un tiempo en que , no con-
taban como en el dia con fuerza determinada , y de unos
cien caballos. Con la vuelta del Emperador á Alemania y
el mal suceso de su espedicion habían de tal modo reba-
(I) Jovio, Guicciardioi, UoccDÍgo, ibi.—Argensob, lib. 1,
cap. '29.
3vGooglc
jndo Ins esperanzas de muchos de los defemorcs y decaí*
lio el ánimo de otros , que gran [larle de ellos se fué ¿ sus
Ciisfls ó D juntarse con tos que guardaban á Verona. Hubo
no pocos que , considerándose como los que mas, instiga»
ron á robar el dinero del Emperador, aparentando temer
el castigo, se buyeron á tos enemigos (1). En tres mil
infantes, alemanes y españoles, computan los contempo-
ráneos Guicciardiní y Mocenigo, los que de Brescia se
pasaron á los Tranceses y venecianos, dando tal vez ese
consuelo á Navarro , y ese fatal ejemplo á los que guar-
necían á Verona (2).
Has no eran solo defensores los que faltaban en la
plaza. Carecía de vitualla , y mayormente de pólvora,
en términos de que al parecer no habia la suficiente para
cargar diez veces la arlilleria (3). Icarl con todo no des-
mayaba. Modelo de alcaides y gobernadores de plazas sí*
tíadas , y por tal ya reputado en su sijjlo (4) , en medio
(1) Jovio, lib. 18, pág. 323. Multi quoque qui Hirípientla Cit-
tariantg pfcuaia aathoreí faere dicebantur , jadicíum veriii ad hot-
let perfugerunt.
(2) Hocenícus, ibi.,pig. 143. Germani el Hitpani millut Bñ»
xia, adtriamiUiadeieiveruntadGtdloi e/ f^trneíM.— Guiccíarditii,
lib. 13... et per la mtdetima cagione Iré mila fanti , parte Spogauo-
ii, parle ledeschi patarono nel campo Franctie el veneltano. El mis-
ino Gaiccianliai tratando maa adelante de como Odeto de Foix se re-
tiró de delaotede Varona, teme roao del socorro que se decia venirle,
refiere que fué á pesar de " che di Gerona f asumo paiiali d glt tli'
pendil veaeti piu di dúo mila fanli Spogituoli el tedescki.—Jo'^iO
mas moderado cuenta que solo fué' el capitán Haldonado con al-
gunos.
(3) Jovio y Baeza, ibi.
(t) Diálogos de arte mililar por Beruardiao Eieatante. Sevi-
lla 1583. Diálogo i.'quetratade las calidades quehande tenerlos
Alcaides y orden que han de guardar en la defensa de susfortaU-
3vGooglc
298
de no ser fácil encubrir bu peligrosa síluacion, la disimu*
laba como español y prudente , y con tal maña , dice Pau-
lo Jovio, que los enemigos pensaban ser menores los tra-
bajos y mayor la guarnición de la ciudad (1) ; mas si he-
mos de creer á Guicciardiiii , los venecianos que soto la
computaban eo unos seiscientos infantes españoles y cua-
trocientos cabiillos , juzgando fácil tomarla de noche por
sorpresa y antes de que llegasen loa franceses; por no ser
bastante largos las escalas, y haber mostrado gran valor
los defensores, fueron rechazados con pérdida (2).
A vista de lal suceso , y habiéndoseles juntado Odeto
de Foix con su gente , determinaron Trivulcio y él atacar
la plaza por cinco partes á la vez, conGando en que
repartidos por ellas los sitiados . habia de ser muy flaca
en cada una la defensa. Cuando al cabo de cinco días de
incesante cañoneo,, vieron ya casi arrasadas las murallas,
asaltaron los sitiadores con repetición , pero en vano . por-
que fueron denodadamente rebatidos. Avergonzados y
queriendo con un golpe magistral poner término i su em-
presa , confiaron la ejecución á las compañías mas esct^i-
das y mejor armadas del ejército. Arremetieron con el
mayor arrujo y pelearon muchas horas , aunque siempre
sin efecto, " andando la- pelea mas travada y peligrosa
* por la parle que Pedro Navarro daba el asalto, fie nada
* valió que sus navarros y gascones entrasen animosamen-
* te dentro de las murallas de la plaza, ni que entraran
> unos tras otros con los escudos sobre las cabezas que
zas etc., en donde encarece y nols como se hicieron famosos en
Brescia D. Luis de Icarty los españoles que le ayadsron á defender
á Brescia coa taata orden y determÍDscioD.
(1) Ibid., cap. SI .
{•2) [bid., líb. 2.
3vGooglc
29a
> parecían una pavesada ;" por que los de la guarnicioo
nitemás de pelear esforzadamente con saelas , arcabuces,
lanzas y espadas, "les arrojaban ollas llenas de resina y
* pólvora y unos botafuegos que echaban de sí fuego ter-
> rible y mortal : con lo cual los soldados de Navarro se
1 turbaron y dando luego sobre ellos en aquella turba-
1 cion los enemigos fueron derribados por la balería (bre-
> cha] y retiráronse habiendo perdido- algunos de los su-
° yos y quedando muchos heridos y abrasados del fue*
Refieiionando entonces Icarl, así en tos cinco asaltos
que en un mismo día y tiempo había sostenido , como en
que de los suyos el que no estaba herido estaba traspasado
de sueño , llamó á los capitanes y principales vecinos de la
ctndod, y coa -se aeocrdo y auilorizfteíon trató y logró una
capitolacion en la que no sola quedó salva la reputación
de la guarnición sino las personas y propiedades de los ha-
bitantes que se hubiesen declarado por el Emperador.
Cumplió Icarl lo que tes dijo de que no recibirían condi-
ciones, sino qne pareceria que las imponían; y así fué
que al salir por las puertas de Brescia con su gente " iba
■ esta tan animosa y pasó tan ufana por medio de los es-
> cuadrónos enemigos , que los franceses viendo cuan po-
» eos eran, porque apenas llegaban 4 setecientos solda-
> dos armados, comenzaron á confundirse de vergüenza
■ y á bramar porque tan poca gente haciendo muestra de
> que era mas, ee habia defendido de la furia de dos
(1) El testo latioo de Jovio dice... Sed ah ea parte ^uam iVo-
«arrat opugnaadam acceperat , loage perieulotuwi certamen fuit:
nam Caaiairi et F'tueonei iairepide marum subiere: attumi^ue est
uirinque laidacter non missUiias tantum ted laneeii et gladiií quum
tcuiii super eapita posilis ve/uii testndine facta succfderelur etc.
3v Google
300
> ejércitos. Quisieron mofarse de ellos y aun maltratarios
» de despecho, pero ellos que todo lo entendían pasaban
» sin perder su orden ; sin responder sino con risa y lí-
■ bertad en los semblantes," llevando en multitud de car*
ros su equipaje y dirigiéndose á Alemania por las monta*
ñas de Trente (1).
(I) Jotío y Baeu, lib 18, cap. S3. — Hocenions, ibi., pigt-
na 144, y Beraadiaus Aldious De bellc i/enelo, lib. 6, pág. 292.
Dum que possesia vioUnler acriiergue defaua maaia retaxani. Ipsi
interea Juntenlii earpentitqae ómnibus pretiota tupeUectxle tua oo»-
ratit... urbent tgressi magna examine íongitque tarrorum ligmeit
per Tridtaiiaoi taliut in Germaaiam aiiere,
Brescia ae rindió en 2Vds mayo de 1S16, y no fué la úoica plaza
defendida en aquel siglo por los españolea, que al rendirla admiraron
á sus enemigos. Tratando D. Carlos Goloma qne lo presenciaba de 1«
rendición de Amiens, dice en el libro 10 de sus Guarnut/e fíattátt,
pég. 477, aüode 1S97, "cumplido el plazo délos ocho diss salió la
guarnición á los 15 de septiembre en número de 600 soldados sanos
y al pié de 80O heridos : cosa que admiró al Bey de Francia y ma-
cho mas al ver después cuales estaban las baterías y en particular
la del rebellín , pues sin ayuda algnna subió por ella Madama Gm-
briela Duquesa de Beaufort dama del Bey y otras mochas seño-
ras que habían acudido á ver ñ sus maridos en sabiendo que la
guarnicioD parlamenleaba. La salida fué con muy gran ostenlacioD,
banderas tendidas y los demás requisitos de este género, y Devi»-
dase á los ojos del Rey hasta los mas vites despojos de aquella sa
nobilísima ciudad , tras seis meses y medio de sitio , en medio po-
demos decir de su reino."
3vGooglc
.'01
sKPTiii mu.
Dewle 15ie á 15!í6.
Ninguno de cuantos se moslrabno ilespechados por la
talida como triunTal de Icai't y In guarnición de Brescia,
tenia mayor motivo para estni-lo que el tornadizo Navar*
ro. Nada le había salido bien en aquella empresa. Des-
deñando el ejemplo de los alemanes que, sirviendo ni
Rey de Francia se resistieron á ir contra los compatriotas
y parientes que en Brescia estaban por el Emperador, es'
tuvo en poco que cuando ét menos escrupuloso caminabn
contra los suyos, no cayera en manos, como ya rererimos.
de los que de ,1a plaza hubian salido á merodear. Sus
minas, aquella su invención tan terrible y tan cacnreadn.
habian sido totalmente inutilizadas por las contramiMOS
de los sitiadores., faltando también muy poco para que
no pereciera en ellas. Sus escogidos gascones y navar-
ros bajos á pesar de sus mandatos y de haberlos adiestrado
hasta en formar coa paveses el teetudo ó galápago , usa-
do por los romanos para combatir las murallas (!}, acato
por no sentir en él aquel ardor patriótico que con los su-
yos le animaban , se habian mostrado flacos y débiles en
[1) Yegcliufi, Dcre mUiiari , lib. i, cap. ik.
3vGooglc
S02
tos asaltos; y la ProTÍdeocía por último, habiendo sido
Icart el primer español contra quien Navarro guiado de
su mala estrella combatió , pnede decirse que fué el pre*
destinado , como en su lugar veremos , para presenciar
cuando et día de la expiación llegó , su triste y desdicha*
doOn.
1517. — Pfo está claro sí Navarro acompañó á los Fran-
ceses y venecianos cuando, después de apoderados de
Brescia, se encaminaron contra Verona. Era su alcaide to-
davía y gobernaba la gente española y alemana, no como
general pontificio sino como comisario imperial, el mismo
Marco Antonio Golona , que con tan acertada oportunidatl
socorrió á Brescia al principiar su asedio. La guarnición
reforzada, á pesar de los precauciones de los venecianos,
con gran parle de la que alh acababa de capitular, dio
también como su gobernador tas mismas pruebas de valor
admiradas por los enemigos en Brescia. Ni con tener por el
suelo ciento y cincuenta pasos de muralla derribados por
los venecianos hacia la puerta de Vieenza, ni con haber
los Tranceses abierto cinco grandes portillos por cinco par-
tes diferentes de la misma muralla, ni con amotinarse
por las pagas é irse de sus r^ultas á los venecianos , con
grandísimo encono de los demás españoles, los capitanes
Rojos , Plasolla , Crístoval Manjon , Juan Pérez , Juan La-
drón, y el coronel Maldonndo y Juárez, pasado» deapues
por las picas , sirviendo al duque de Urbino (1 ) (lo cuiil
(t) GuicciardiDÍ.lib. 12.— Jovlo, lib. 18, describe largamente
este sitio en qíie también hubo retos y ílaelos por las Damud enln;
Mpaaoles, italianos y fraeceses, y alborotos por Us rameras; y
Iratnntlu da aiiuelin desercioo , refiere que muchos españoles sin
vergüenza ninguna diciendo que sin paga no qnerino pelenr por el
Emperador ni c^penr á pasar la última hambre , Gngian que salían
3vGooglc
r.nn
(lf;bió servir de nvüo ó Navarro] l<^rar(m los sitiadores
que se rindiera Verona. Sus defensores la'manluvíeron
resuellos hasta que concertad» la paz de Noyon en agosto
de aqoel año entre nuestro Garios llamado después el
Quinto, y el Rey Francisco I, y luego entre este, el Em-
perador y los venecianos , volvieron estos á su posesión
en enero de 1517; y puesto So á la sangrienta guerru
derivada de la liga de Cambray , que habla durado ocho
A correr la tierra y pasábanse í los venencianos. Pero otros mn-
chofl , teniendo respeto á la honra de su nación , recibian eoojo,
pareciéndoles qne aquella maldad era afrenta & toda ella. Y asi mal-
decían el hecho y juraban qne en habiendo lagar babian de casti-
gar su maldad matándolos por sus manos ó por Juslicii. Kntre
otros que se pasaron fueron Juárez, Bojas, Plasolla, Cristóbal Man-
jon, Joan Pereí y Juan llamado el Ladrón y algunos otros leones
mas que soldados usadofi i ganar y aprovecharse. Estos poco áotes
siendo muertos loa mejores de sa ^ente hablan entrado en lagar do
los alféreces y capitanes mas por su atrevimiento y por favor de los
soldados que por su valor. A estos siguió poco después el capitán
Ualdooado no teniendo respeto á la honra que hsbia ganado en las
guerras pasadas. Era verdaderamente digno de ser alabado de va-
leroso guerrero, si siendo ya viejo, no lo engañaran soberbia y
.ivaricia de manera qne macolÁra con esta maldad y con el horrible
fin de su vida la honra genada con tantos trabajos. "Fué este Gn,
B según Berrera en sus Comentarios de los hechos de los españoles
» en Italia, pág. 301, qne el Coronel Ualdonado y el Capitán Jna-
■ rez y otros dos capitanes mas que servían al Duque de Vrbíao,
> oído lo que trataban contra él y leídas las escrituras y cartas, y
«relatados los indicios, estando todos los españoles con grande
» atención, por común jaicio condenaron á muerte i Maldonndo y
B ú los tres capitanes y haciéndolos pasar por las hileras de ¡as picas
■ fué ejecutada la pena y según decian purgada con este castigo toda
M la malicia qne habla en aquel ejército. Y esto se llama entre la
» nación española pasar parlas picas: castigo usado en ella. Véaii-
■ jie Jovio, lib. 19, y Gmcciardini, lib. 13 al principio y mas ade-
■ I ante. "
3vGooglc
oOi
años , se despidió Loda la gente de los ejércitos coligados
y hubo paz por algún tiempo (1).
Cuando esto sucedia ya no seguía Pedro Navarro el
ejército francés ni se hallaba en Italia. No se descubre
si fué por no haber sido muy arortunado en Brescia, ó por
consecaencia del tratado de Noyon que , encontrándose
ocioso en el mismo año de 1516 y volviendo á su antigua
profesión de marino , comenzó á juntar en Marsella una
armada de diez y seis galeras con muy escogidos soldados.
Tampoco puede afirmarse si aquel armamento le costeaba
secretamente el Rey de Francia , ó si tal vez Navarro tan
mal hallado con la paz como en iSO? lo estuvieron con
la de Italia Diego García de Paredes, el capitán Melgare-
jo y Diego de Aguayo, quiso como ellos, y aylidodo de los
habituados al saco y al pilluje de la desventurada Italia,
lanzarse en grande y de su cuenta al corso que él conocía
muy bien , y entonces no dejuba de ser lucroso y aun de
grandes esperanzas {%.
O por el temor que infundiau el arrojo y pericia de Na-
varro á pesar de sus reveses en Brescia , ó por que se le
creyó capaz de cualquiera alevosía desde que cambió de
bandt-ras , hubo recelos en España de que con tan grueso
armamento acaso se dirigiese contra las costas entonces
nuestras de Ñápeles y Sicilia. Ayudaba á ese recelo en lu
tocante á Sicilia , que con la muerte, del Rey Católico y
bajo pretexto de que de sus resultas había caducado In
autoridad del virey D. Hugo de Hon«;ada basta que elsu-
{i) Gvicctanlisi, Aldiní, Jovid, Argensola y Herrera, etc. Cin-
co milioDeB de ducados, dice Guicciardiní . ijne costó i los Teiie-
cianoi aquella guerra.
(% Zorita, tom. 6, lib. 8, del Rey D. Fernando.— Uanaiia,
lib. 39, cap. 9.
3vGooglc
505
cesor en la corooa no la confirmase tte nuevo , la píele
siciliana se había amotinado contra él y negádole la obe-
diencia. Protegíanla también abiertamente entre otros per-
sonajes los condes de Golisano y Camerata , llegando los
excesos al término de i)ile el virey de noche y furtivu-
mente no solo tuvo que abandonar su palacio y luego la
capital y la isla, sino que continuando el desorden se de»-
acataae la autoridad del Príncipe D. Carlos y al nuevo vi-
rey que nombró (1).
El cardenal Jiménez de Gisneros que, muerto el Rey
Católico gobernaba entonces á Castilla, fué quien segnn
su elocuente bistoriador mas se receló de que Navarro tan
práctico en las costas de Ñapóles y Sicilia , no fuese con
su armada á favorecer aquella sedición. Creyó que su ob-
jeto podría ser arrancar la isla á la dominación española,
y auD el mismo Alvar Gómez así lo índica. Manifiestamen-
te viene á decir que lo puso por obra después de baberse
juntado con los genoveses, á quienes el cardenal expulsó
luego de España , y cuya armada unida á la francesa ayu-
daba hasta entonces secretamente á los condes de Came-
rata y Golisano principales promovedores de la rebelión
siciliana (2). No falta quien escriba que Navarro ccn el
(1 J Argeosola, etc.— Thoms Facelli, De reíiu Situlit posterío-
ris Deeadis, lib. 10, capot uniaiiH, inUr Aaiiquiialum Sicilia
Scriploret, lom. 4, púg. 689 y siguientes... Qaod ubi Hugo vidil,
detperata pltbit rccipisceniia , /amulitm menliíui, clam per particum
hora itoetit texta el upiimo die Mariii anni talatis 1516. Begia
cgrtsitu domum Joannis iiigrtditur ele.
(S) De rebut getlii Francisci Ximenii, lib. 6, fol. 182. Petnu
Nttvarrttt... U eo tempore ledeeim naviam claite Masiitiam vtmens
deUctuj militum tludiosi facitbat iiec dubian emsc qiiiii illt fo/os
apparalMt adiiersum Calabnam et Siciliam Ínitraerelitr~ IVaní Gf—
HOensium clattií qua paulo aiile Galllta adjunriafuerat Panoimuat
Tobo XXV. '¿O
„Googlc
50C
fin i]e sublevar lambien á Ñapóles en favor de los france-
ses desembarcó en los estados {lontificioB limilrofes de
aquel reino, y aun faé causa de que la armada de Espaba
no pasasie á Berbería (1) : sin embargo , los escritores si-
cilianos i|ue presenciaron los alborotos de sa patria , nada
cuentan acerca de que Navarro y los genoveses, ya junios
ó separados, tomaran alguna parle en ellos, sostenién-
dolos de cerca ó dé lejos en su origen ó sea en el año
de 15i€. Soto en el de 15i7,*y ya bien eiitrado , se lee
que ', aplacada la sedición cdn el castigo de uiios y la sali-
da de otros de Sicilia, se comenzó á tratar en Roma la
entroga de la isla á los franceses, entrando en ello aun el
mismo Papa Leen X (2). Este proyecto se añade que con-
tinuó con mas ó' menos calor en los años sucesivos y prin-
cipalmente al tiempo en que los dos Reyes de España y
Francia aspiraban á la corona impeiial , y acabaron por
aáoritndi etupieioiten déJerat , Camarina el Goiiíaao eüuj urUt prt-
mariis hominibus dum aiíxilium ferentibui .- post N-avarri wii ad~
vtntuta apefíé remg-erenliias. NeqHeenim alia de cauia vir ej'ut ora
perlliisimuí tupervcrieral , nisi al ej'us duclu et coniilio qui Campa-
»(i et Sieula lillora lam probi noverat , tolain illam régimen infts-
rarri. Acerca de los'moTimentOB de Sicilia en iSlBcontrael virey
D. Hugo (le Moneada, yéanse en esta Colección de Documentos, los
niadcnios del tomo St correspon dientes á los meses de junio y
jalio, A})éndice á 1a vida de D. Hugo,
(t) SandoTal, 1ib. % %. 20.-A;-gensoIa, AnnaUs y CemtuU-
rioidel seBor Atarcon, lib. 6.
(3) Paeden verse acerca de esto el Sieamcce Hiitoria teu Sica-
RomVn anliquitelum ecmpendium de Franoisco Manrotyco, nacido
en li9V y muerto en 1576, y la Historia Sieula de Tomús Pace-
Ili, que declara tenia veinte y un años cuando presenció aquellos
alhorotOB : uno y otro en los tomos 9 y 4 Aaiiiia.itatiim Sicilia
scripteres Ínter Iialianorum renim icriptores. Trata lambien de ellos
Pedro'tlártir en las Epístolas 393 y 591, escritas en setiembre
de 4517.
3vGooglc
507
enemislarse ; pero como quiera que antes de eso en 151G
al Papa , y á principios del mismo año de 1517 al carde-
nal Cisneros , hubiese Navarro descubierto el Gn de sus
armamentos ; ó se le ha de reputar por un hombre falaz
y trapacero, ó no hay fundamento suficiente para imputar-
Ifl contra su patria otros proyectos, y ya bastan, que los
que puso por obra.
No cuenta Alvaro Gomoz si la satisfacción que Navar-
ro dio á Cisneros provino de pedírsela este, o bien de que
agraviado de loa pi-oyeclos que le imputaban quiso de su
buena voluntad enmudecerá sus detractores. Únicamente
refiere que "recordando al Cardenal su antigua y mutua
» amistad le comunicó por medio del presbítero Taramo-
i> na su familiar, que todas aquellas fuerzas navales de
■ que disponia, y todos sus empeños y conatos, lejos de
*' dirigirse coiiti-a los reinos de Ñapóles y Sicilia , no te-
• aian otro objeto, según ya él de muy atrás usaba, que
■ combatir á los enemigos de la religión y asolar las cos-
• tas africanas (1)." Acaso con ese motivo pedía algún
auxilio al generoso y fervoroso cardenal, al modo que en
el año anterior y con el mismo ñn se le pidí6 al pontífice
Leoa X, su compañero de prisión, por medio del francisca-
no fray Ferrando que aun conservaba Navarro en su com-
(1) De nía I gestís etc., lib. 7, fol. 183... Navarras quoqac
pr-) vetere aatieitia per Taramauam preshiterum familiarcm suum,
maririmas illas copias, lotamque itlam appara/um, pro antiguo sao
instituto adnersum husies religioiiis parare affirinalur , fiíesque saas
et solidos coaaius , te poiius adversas Affricana liiiora quaiii contia
regnam Neapoliíanum aat contra Siculam oram iiiiendere. TaramO'
na hemos dicho en otra parte, y para miiiirestar el país en donde
creemos haber lucitio Pedro Navarro, que era [loinbre do lugar y
apellido en el concejo de GalJamoá, coiíGiiante con el de S'joiufi-DS-
tro CD las Encartaciunes de Vizcaya,
3vGooglc
508
ponía y ramilia ; mas de la respuesta que aquel Papa le di*
rigió en 5 de octubre , no solo se deduce que de su cueD*
ta y no de la del Rey de Francia procedía en sus arma-
mentos, sino que estaba muy apartado de los proyectos
que le imputaban contra Ñapóles y Sicilia. Por que León X
después de elogiar altamente su piedad y religión y de en*
carecer lo muclio que por ella se le debia , pasando á lo»
auxilios que Navarro le demandaba, se los negó, fundándo-
se "en que habia gastado mucho en aprestar dos arma-
> das en aquel año, una en Ñapóles y otra en Genova;
■ concluyendo con que si algún dia se decidiese á em-
■ prender lo que le habia anunciado , se lo avisase anti-
■ cipadamente para cuidar de contentarle en cuanto le
■ fuese posible (1)."
Así lo hubo de cumplir Navarro, pues que así se de-
duce de otra carta que en 27 de mayo del siguiente año
de 1517 le escribió el mismo León X. En ella y ensal-
zando como en la anterior los ardientes deseos que ya
conocia en Navarro, y que el florentin Oddi su criado le
habia referido , de acometer cuanto antes alguna empre-
sa insigne y señalada en provecho de la república crís-
úana, y que al intento se afanaba por salir cuanto antes
contra los turcos y los moros con la armada mas fuerte
que pudiera: los califica de piadosos y santísimos, y le
anima á llevarlos adelante. El pulido y elegante Pedro
Bembo no omitió nada de cuanto con ese motivo pudiera
alhagar al intrépido y adusto marino: repárase sin em-
bargo en t&D expresiva caria, que diciendo en ella el
Papa á Navarro que corrian voces de haberse dado á la
vela la armada turca bien arreglada y adiestrada , ningún
(1) V. Doeunienlo m'im. 31.
3vGooglc
309
socorro dí ayuda le ofrecia d^ pronlo, sino que eludién-
dolos como eo octubre anterior, dejaba á su discreción
delerminar si seria mejor que su' armada y la papal,
uniéndose primero , salieran juntas contra los moros ; es-
perando que con tiempo se io avisase , para que en tal
caso pudiera oportuna y gustosamente ordenar que lo
dieran cuantos auxilios necesitase (1).
1518. — No se comprende en verdad como una perso-
na privada , cual en esta correspondencia aparece Navar-
ro, y cual también te representa Alvaro- Gómez, podia
juntar en Marsella ó en cualquiera otro puerto las fuerzas
tan respetables que dos dan á entender. Gallan los histo-
riadores; y Paulo Jovio.que abunda en curiosos porme-
nores y que en lo concerniente á su amigo Navarro y &
los sucesos en que tuvo parte, no deja de mencionarle,
enmudece en sus Historias, al llegar ó ta época en que
nos encontramos con la nuestra. Acaso pereciera en el
saco de Roma como sucedió con algunos de sus libros (2);
(1) V. Docmnento núm. 31.
f^) Dice Paulo Jovio al fio det lib. k de sna Historias: "los
poetreroH seis libros de esta primera Década se perdleroa en el saco
de Roma : pero el autor tiene confianza en su memoria que lo po-
drA tomar á sacar de sus memoriales y borradores si tuviese vida
para ello. Por que paaó asi que al tiempo del taco Herrera Cordoves
y Antonio de Gamboa viioaino , eapitanea de infantería , atormen-
tando á los sacristanes de Santa María de la Minerva, bascaron todos
]os escondrijoi y hallaron una arca herrada en que el autor habia
escondido cien libras de plata labrada y los libros de su Historia.
El capitán Gamboa contentiodose con la piala arrojó los libros
como presa inútil ; pero el Capitán Herrera que no era punto ne-
cio , tomó parte de los libros conviene á saber los que estaban es-
critos en pergamino y cubiertos de cuero colorado y no curó de
los que estaban escritos en papel y asi se perdieron siendo hechos
pedazos. El capitán Herrera trujo at autor al caslillo de Santangel
3vGooglc
TilO
mas 03 sin emliürgo cierto que á últimos de aquel año
cnrria Pedro Navarro los mares con su armada, puesto
que nuestro Rey Carlos I respondiendo en 6 de enero
de 1518 á una consulta del virey de Cerdeña. relativa á
ta manera que liabta de tener con el mismo Navarro y su
nrmada le decia que " mientras no hiciese daño, le hi-
■ cíese dnr las vituallas que hubiese menester por su dí-
B ñero y hacer todo buen acogimiento (1)."
Pudo contribuir á su salida no solo el lucro que del
corso podía provenirle, sino el alarma que por aquel
tiempo dominaba en toda Italia, con motivo del poder
que el Gran Turco Selím habla logrado con sus victorias
cóbrelos Principes comarcanos.. Divulgándose en Roma
principalmente lo inmenso de sus aprestos navales contra
liis pueblos cristianos, y recordando León X y los carde'
nales el desembarco que en otro tiempo hicieron los tur-
cos en Otranto, se figuraban verlos ya desembarcados en
las indefensas costas de la Pulla, y que con toda seguri-
dad se encaminaban contra ellos (2). Su miedo en fin era
(an grande, que el papa León no contento con haber or-
denado para conjurarle rogativas en que anduvo con los
loa libros que iooid para qa6 se los psgase; y el Papa TBovido de
las Jigrímas del anlor dio é Herrera por eos un beneficb quo
procuraba itincbo haber por muerte de un sacerdote de su tierra. "
Como el mismo Jovio en los libros 19, 20, 21, 22, 23 y 2<k e-n
qne conclnye la primera parle de sus üislorias, no da mas que un
ligerisimo resumen de lo sucedido desde la rendición de Brescía
en 1 516 basta qne en 15S7 Iné el sacojde Roma , acaso perecieraa
entonces también aquellos libros.
(1) V. Documento núm. 32.
(2) Pedro Hirtir, Epitlola G06 en Valladolid á B de febrero
de <518. yíA urbe scríiitur Ponlijicem cum suis pnrptiralis tremeré,
tliitant al ApuHee tliioribas , parvo frcto intertecanie.
3vGooglc
311
))ieB descalzos , eovíó l^odos á los Príncipes cristianos ú
excitarlos con empeño á que se coligaran contra el ene-
migo común (1).
En medio de que todos se mostraban dispuestos á par-
tir si los otros se movian , ninguno aparontaba tanto celo
como el Rey de Fraooia. Con todo su reino corrian voces
en Roma qve en llegando la /ooasion decía que saldría á
campaña (2) ; y como oo obstante haber muerto Selím y
apaciguádose algún tanto los ánimos,. aun contioaaban los
temores del Papa y Sacro Colegio , con nada menos! ps->
rece que con cuarenta laii iafanleB y tr«s mil hombres de
armas prometía volar á au defensa (5). El de España que
no dejaba de conocer cuan precaria era la paz de que
gozaba la Italia, al paso que en las correrías de los tur-
cos y en las aparieacias de voItce á loa Gerbos , eacoi)<
trabo justiOcaeíoa para tus armamento^ en Cartagena,
mostraba también su prehensión al Papa > que no desde*
úaba BUS ofertas. Uno y otro Bey en Gn se ^forzaban en
ganari^ la voluntad con tanto mayor etnpeñq cugnto que
el Emperador Maximiliano juntó aquel año los electores
para que des^n&r^n elsucesor que había de tener en el
imperio : andando en Ip cual albagando los dos Beyes al
Papa y observándose entre sí porque los dos aspiraban al
trono imperial ; la muerte del Emperador acaecida en i 2
de enero de 1SÍ9 vino á ponerlos eo piigna abierta y á
(1) Goicciardini , lib. 13, a&o de 15(8.
(2) Pedro Mártir, ibi. Galtorum res ad tam se expeditionem si
oporluerit-, iturum cum universa Galliea polñntia pollicelur.
(3) Ibid, Mptsrola 632 ea Zaragoza i 30 de diciembrK de 1518.
Chistiaaissimus auietn rex ad Proviaeiam ín Turcas recipiendam
PoHli/icü offerl pcdiium multa quairigcnla, cataphraaorum Iria. Rex
notíer iuam paral classem etc.
3vGooglc
312
ser el fundamento de la sangrienla historia de uno y olro
reinado (i).
Poco ánles de eso teniendo el de España Cortes en
Zaragoza con tos aragoneses , ee le presentaron los men-
aajeros de et de Francia y del moso Juan de Albret á La-
brit que se titulaba Rey de Navfirra, pidiendo para este
7 en virtud del tratado de Noyon la restitución de aquel
reino. Cuantos consejeros consultó en aquella of^sion nues-
tro no menos mo^ D. Carlos, todos conociendo la impor-
tancia política aunque tampoco faltaba la justicia de seme-
jante adquisición se decidieron unánimemente por consep
varia. De mo^o que junto el resentimiento de esa negativa
con el que naturalmente derivaba de haberse declarado los
dos Reyes de España y Francia pretendientes á Ia-con>-
na imperial , los colocó en actitud tan hostil que el mis-
mo León X que poco antes imploraba el auxilio de ambos
contra los turcos, ya se recelaba acaso mas de los cristia*
nos. Ni aun la armada española que ¿ntes con tanto empe-
ño solicitaba, queria que pasase desde Cartagena á Ñapó-
les (2).
Francisco' I en tal estado las cosas , al paso qoe envió
í la Dieta imperial sus embajadores cargados de dinero
para ganar el voto de los electores, se esforzó grandemen-
te conoóíendo su influjo en ellos , en captarse la benevo-
lencia del Papa. Era para este temible cualquiera de los
dos rivales en quien recayese la elección ; el uno por sus
(1) Guicciardioi , ihi. Acerca He la expedición de D. Bogo de
Honcada i los Gerbes, véase su vida en eala Colección.
(3) Pedro Mártir, Epístola 638 en Barcelona á 33 de febrero
de 1519, ¿Qua nova/ormido est exorta repente? Paulo ante turca-
rum furores tremcbatis , nune nosfra vtdemini exlimttctrt^ Escri-
liicndo al legado y sacristan del Papa.
3vGooglc
jl5
miras sobre Hilan y Genova , y el otro soLre Ñapóles , y
algunas otms partes de Italia ; y como de él pensaba Fran-
cisco que por ventura dependia la elección , deseando por
una parte atraérsele . y aparentar por otra que quería des-
embaraiurie del ascendiente de Cértos, ordenó á Pedro
Navarro darse á la vela con una armada de veinte galeras
y alanos otros buques con cuatro mil hombres de des-
embarco. En el caso de que al Papa le agradase, le or<
denó también ir con todas esas fuerzas á combatir los
moros en las mismas costas de África (1); mas tejos de
adelantar cosa alguna quedaron su valor y fama tachados.
Un español afirma que habiendo en aquel año ido Navar-
ro coD la armada qne equivocadamente llama de España,
contra la ciudad de África en la provincia de Túnez, y
combatidola reciamente , los moros que la defendían le
obligaron á retirarse con mucho daño (2), al paso que
otro francés le moteja de haber sido con sus correrías
causa de que no se ganasen los Gerbes. Por que habiendo
salido de Ñápeles D. Hugo de Moneada con aquel intei>-
to y ana buena armada, dice que, temiendo encontrarse
con la de Navarro , cuyo designio ignoraba , renunció á
la empresa y se volvió á Sicilia (3).
(1) Gnicoiardini, lib. 13... il lt¿ di Francia ordinó che Pietro
Navarro uteitíe ¡n mar* eon una ármala di ventigaUe , el daltri
leg-ni el coa quatra mila fanii pagati, tallo nome di reprimere le
fiítte di Mori ele.
(2) Mármol, Dtteripeion del África, lib. 6, cap. S8; pero nÍD-
^nn otro escritor hemos visto que refiera ese saceso.
(3) Dnoiet, Hisloire de France, tom 9, pág, 82 y sig. Franpotí I;
pero Argeosola y otras, callando esta retirada de D. Hugo, cuen-
tan por lo contrario que, después de herido de un flechazo en )a
cara en un combate naval con los turcos, desembarciJ en los Gerhes
que so le rindieron y prestaron homenaje al Rey de Gspa&a. Véase
3vGooglc
314
Nucsiro Rqy D. Carlos elegido al fin Emperador en 28
de judío de aquel año, fué tanta su alaría y júbilo coma
pena y tristeza sufrió su competidor Francisco. Los polí-
ticos de menos previsión coDvinieron desdo luego en que
el nuevo Emperador mas pronto ó mas tarde reooTaría
las pretonsíone&jde.su abaelo Maximiliano al ducado de
Hilan, y que Francisco I de reohazo agregaría á las maní-
fesladas anteriormente al reino de Ñapóles , sus recientes
agravios por no cuQ]plirse el tratado-de Noyoa en lo to-
cante á la restitución del reino de Navarra. Quejábase
también de.que según antiguas concordias no podía una
misma persona reinar á la vez en Ñapóles y en el Im-
perio ; mas como León ;X se habió ya mostrado favora-
ble á Garlos , acabó su obra , dispensando en uso de su
autoridad pontificia la incompatibilidad de las dos coro-
nos (1).
1520.— Terminado en paz ysin hostilidades, á pesar
de que se las esperaba, el año de 1519. acabó también sin
ellas el de 1 520. Aunque Navarro en él siguió con su ar-
mada cruzando por las costas de Italia , nada se cu«ita
que intentase contra los turcos , y menos contra los reinos
de Ñapóles y Sicilia. Aparece por lo contrario que en
aquel eslío y otorVo ó aquejado del mal de la patria, ó des-
contento de los franceses que como era natural le mira-
ban con despego, ó bien dominado de eu altivez y orgullo,
no podiendo soportar que una armada que Francisco I
preparaba en la Provenza, -en vez de confiarla á su peri-
cia y valor , tratase de entregarla al hermano de una de
acerca de la sujeción de los Gerbes la vid^ de D. Vta%tt y ios docu-
mentos que la acompaSan en el Uimo S4 de esta CoUceioa.
(1) Daniel, ibi.
3vGooglc
315
sus damas, solicíló U meilioeion del Papa, para recon-
ciliaree con el Rey de España.
LeoD X , así pw la antigua amistad como por conocer
cuanto importaba separar de los franceses á un hombre
dol crédito de Navarro, se puso muy luego de acuerdo
wa D. Juan Manuel, nuestro Embajador en Roma. Re-
comendó este el asunto al Emperador, y mientras que sti
determinación llegaba, comenzó á entenderse secretamen-
te con Navarro. La negociación iba tan adelante que de
nada menos se trataba que de apoderarse el Emperador
sin dar la cara ni gastar un real , de la ciudad de Geno-
va , que siendo el punto por donde pasaban los franceses
con toda seguridad á la Lombardía , y de cuya conserva-
ción dependía la del ducado de Milán ; no es difícil presu-
mir lo que interesaria ganarla á quien preveia que aquel
ducado vendria á ser muy pronto su principal campo de
batalla.
Para salir con ese intento', trataba el Embajador con
Navarro que, eoncertándose con os Adornos, que eran los
cabezas de la facción espoñohi en Genova , tomaran á au
sueldo y acaso también del Papa , mil infantes españoles
de los qae habían vuelto da los Gerbos y andaban amoti-
nados , que tenían gana de irse con Navarro. Cuondo es-
tuviera lodo pronto habían de dar un golpe de mano -ó
Genova que, arrancándola á los Fregosos, cabezas de la
facción sometida al Rey de Francia, la dejase á merced
del Emperador, á quien no era cosa de gran monta lo que
Navarro pedia por aquel servicio. Contentábase con que
algún día , pues que había de quedar enemistado con el
Rey de Francia, le recibiera en el suyo ; ocerca de lo cual
el embajador que le recomendaba y pedia al Emperador
que en breve le respondiera , concluia con que Navarro
3vGooglc
316
era para hacer otros hartos enojos á los franceses y serví-
cios á S. A. (1).
Ya fuese veleidad de Navarro ó desacierlo de un Don
Francisco de Urrea , bastardo de )a casa de Aranda que
andaba en su compañía é ¡nlervenia ea estos tratos , ó
ya fuese que por los tiempos y acaso falta de provisiones
no pudiera mantenerse en aquellos mares la armada en
que andaba Navarro; nada se concluyó con él. Retirado
á Marsella con Gurrea á preparar nuevos buques con-
tra los ialieles , es muy de sentir por cierto que los me-
dios indirectos, que el embajador empleó pra parti-
ciparle la favorable determinación del Emperador, ó no
llegaran á su noticia, ó que llegándole en medio de la
agitación que entonces reinaba en España . le apartasen
de un proyecto que restituyéndole á su patria , le hu-
biese salvado la honra y la vida. La sórdida avaricia y la
escandalosa venalidad de aquellas esponjas chupadoras
como con gracia y verdad apellidó Pedro Mártir á los
flamencos que con Carlos V vinieron á nuestra patria {%);
sabido es que después de embarcados con él en mayo
dfc 1520 para ir á tomar la corona imperial , dieron lu-
gar ni alzamiento popular de los comuneros. Como en to-
dos los tiempos de revueltas, y en la antipatía consi-
gniente entre los liberales y partidarios de las reformas y
libertad nacional y tos serviles y cortesanos , hubo exa-
(1) Védnse las cartas del embnjador en el docDnienlo oiime-
ro 33.— Gnicciardiai ea e1 lib. 1( refiere en el aSo de 1521 el
proyecto de presentarse en et puerto de Genova dos mil iofantes
españoles con Geróairao Adorno.
[2} Epislola 619. ea Zaragoza A S9 de mayo de lSf8. Deas
beni vartal .- j'am tanl omn:a venalia: muera Castelta mille moJii de-
pauperalur. .. Spongia mnt mulla parata ad Castelta íiueum er-
haiirtcnáum etc.
3vGooglc
517
geradDs imputaciones Oe proyectos y planes odiosos de
los unos para con tos oíros y contra la misma patria. Los
realistas no contentos con acusar de republicanos á los
populares, al ver que tos franceses querían oprovecbar
aquel trastorno para devolver á Enrique de Labríl el reí-
no de Navarra, dieron por sentado que los comuneros ha<
bian buscado su apoyo , y aun les ofrecían su ayuda para
salirse coa su intento (1). Corriendo estas voces en la cor*
te del Emperador en tos Países-bajos, á donde los que el
odio del pueblo lanzaba de España llegaban contando las
mayores atrociiladea , j qué extraño tendría que también
hubiesen contado que Pedro Navarro hnbia venido de se-
creto y por orden del Rey de Francia á reconocer si se po-
día minar la fortaleza donde estaba el mariscal de Novar*
ra, que no sabemos cual fuese, y que hasta con el Papa y
el CoDdestable de Castilla ínlri(,Mba para haberla en su po-
der (2)f
4521. — Aun después de vencidos Padilla y los co*
muñeres en abril de 15^1 , siguió la misma acusación
contra ellos, por causa de la ¡nyasion francesa en Navar-
ra (5). Si Navarro era roncales, y como tal nacido en
(1) IbUlem^ Epístola 665, respondiendo en 6 de noviembre
delSSO á Galinsra, Canciller del Emperador. Scribii Tolfiaiios cunt
Gallif agtre ut in Navarram iraducmit extrcilum i quot pleuiut
(¡ueaití ttdttioaem taturare etc.
{% Carta de Carlos T si cardenal de Tortosa en S7 de setiem-
bre de 45SO.— Véase documonto udm. 34.
[3t Pedro Nérlir, Epitiola 724 , en 5 de mayo de 1K21 al mis-
mo Canciller Gatinara. Galli á juncieris pUriique impulti lolelanis
precipui ac particulatim ab uxore Padilia proaissurum hunc ignem
ariiirati Py reama transierunt. Téase en la Uisloria de Carlos V,
por Sandoval, lib. 8. §. 20, qae ni Juan de Padilla, ni la luota ni
uUus de las cabezas de la comunidad jamás tal cosa inventaron.
3vGooglc
518
nquel reino, llama la atención que el Rey de Francia no
le ocupase en una expedición , en que nadie ni con mas
acierto ni tal vez con mas prestigio podía dirigir su nu-
merosa infantería, siempre escasa de buenos caudillos.
Los historiadores sin embargo nada nos cuentan, sino
que , retirados los franceses de Logroño hasta donde ha-
bían llegado fácilmente, y repasado el Pirineo, después de
>'encidos en Esquiros (1); el Emperador que tenía en su
ánimo la empresa del ducado de Hilan, trató de buscar
pendencia á Francisco I , vengándose por a(|uella parte de
lo que ¿I con tanto arrrebato babia intentado en España.
La ocasión no podía ser mas propicia. AboiTecia en
Hilan á los franceses por sus abominables escesos Fran-
cisco Sforcia. hijo del antiguo duque Luis que nunca habia
querido transferirles sus derechos á aquel estado ; desde
Trente en donde residía , Sabia por medio de sus parien-
tes y parciales conspirado permanentemente contra ellos.
El Emperador, aunque disimulaba otras quejas , se mani-
festaba sentido de que el Rey Francisco, olvidándose ile
que el ducado de Milán era..cn otro tiempo feudo y pro-
piedad del Imperio, ninguna gestión hiciera, después de
haberse ceñido la corona imperial, para recibir la investi-
dura y continuar en'sU señorío. León X en fm que en me-
dio de estar entregado á la música y á los placeres áe
todo género debía de ser poco aficionado á la guen-a (2),
no queriendo el predominio ni ta vecindad de tos francc-
(1) Tcilro Mártir, Sandotal, ele.
(2) Guicciardini, lib. H, dic« de León qne era per nalitradr- i
dito alfocio , et a piaccri el hora per la troppa licenza el gramitz^
iilir-Ho so/ira ino/lu ílalie /acccade , iinmerto ad udire lutlo'l giorae
miniíhe , facciie fl buffoni, inclínalo anchara Iroppo pitt chélhaaei-
10 a pinceri, pa' cua dbvcste estere loiahitnlc aliena dalle guerre.
3vGooglc
5i0
scs , coQtrajo con el Emperador en 9 de muyo de aquel
año y con el mayor secrelo uoa alianza , cuya base y ob-
jeto principal se reducia á echar los franceses de Italia,
restituir el ducado de Milán á Francisco Sbrcia , recupe-
rar para la Iglesia las ciudades de Panna y Piasencia.
engrandecer al Emperador y sostener á la familia de los
Hédicis (1).
Para mandar las fuerzas que cada coligado había de
poner en campaña , nombró el Papa al marqués de Man*
tua y el Emperador á Próspero Colona que habia de ser
«I general en jefe. La Jnrantcrta española é italiana se
puso á cargo del marqués de Pescaro que tan mozo fué
herido y prisionero en Ravena mandaudo la caballería li-
jera ; y que aunque de origen español , todavía aentia no
haber nacido en España . fuülidiando á los italianos ha-
biendo naeido en N.-ipoles, con no hablarles nunca sino
en español (2). Además de Antonio de Leiva y de Her-
nando de Alarcon que llevaban caicos muy principales,
iban también en aquel ejército los dos valientes, do quie-
nes entonces se dijo en Italia, un capitán Juan de Urbina,
un alférez Santillana (5). Acompañábale igualmente como
comisario Hposlólico el célebre historiador Francisco Guic-
cianliiii. gobernador por él Papa de Módena y Reggio, y
(1) Galcalins Capella , De bello mediolanensi prv restítutione
Frakeuci Sfonia II ele. ab anno 1531 uj^« od anoum 4S30,
lib. 1.— Josephi Ripamonli, Hli/oria ürbU Mediolaní, lib. 8, inier
AniiqítUatum Itaüte leriplores. Pan, 4.* et 3.', fomi 2. — Guicciar-
dini, lib. U.
(2) Jotíus, De vita Ferdiiiandi Davali cogDOinealo Piscsrii ii-
hro i, pig. 312... NecPUcariiu secas ae AJphontut pater t¡ai Hii-
fMmvrum ingenia peni/US oderal , despcctis Ilalis tuoi i¡uibui rutiii'
^am niii Hiípanice/astidilo Mtrmone loquebaiur cíe.
13) SaDdoval, fíinoria de Carlos f, §. 26.
3vGooglc
520
que habiendo intervenido en las juntas y consejos de guer-
ra y en todos los sucesos de aquella campaña , li descrié
lie minuciosamente (i).
Compom'ase el ejército según unos de cinco mil caba>
líos y veinte y un mil infantes , y según otros de diez y
ocho mil de estos entre españoles, italianos, tudescos y
suizos, y mil y doscientos hombres de armas, además de
los desterrados de Milán que eran bastante (3). Siendo di-
ferentes los Bnes con que se emprendía la guerra, fué con*
siguiente que se disputara como y por donde se la debia
comenzar. Querían algunos encaminarse ante todo' contra
Hilan, al paso que tratándose después de si se habia de ir
primero á Plasencia que á Parma , en medio de la diver-
gencia que al porecer existia entre Colona y Pescara , se
preGrió ir contra la última que contaba, con una buena
guarnición francesa. Asestada la artillería contra sus muros
en 129 de agosto , vino abajo una gran parte de ellos , por
la que á su tiempo arremetió la infantería española con su
babiluol intrepidez. Ya en 8 de setiembre estaban los
coligados apoderados al parecer de un tercio de la ciudad,
cuando se determinó abandonarla , no lauto por las disí'
dencias entre Pescara y Colona, como por el socorro fran-
cés y veneciano que á toda priesa y con Mr. de Lautrech
venia (5) ; siendo en aquella facción cuando por primera
(1) Tratando Gaicciardini Je como go pensó mas adelante en
abandonar i Parroa , dice que el Marqués la respondió en espaBul
k las observaciones que le baota acerca de como no se podía ganar
en aquel día la ciudad si en el dia de iiiles era rácil , qde im hoggi
as domani ne doppQ domani,
(3) Gnicriardiiii « Cepetla, Ripamonte, ibi. , y el P. Daniel pé-
gína 122.
(3) Ibid. — Guicoianlini aüadeque por habeise puesto en cam-
paña en conlra d Duque de Ferrara.
3vGooglc
521
vez á lo menos en Italia , opina un escritor francés , que
los españoles vsaron aquellos arcabucea que por tu largu-
ra y pesadez se necesitaba para apantarlos el apoyo de
una horquilla [i).
Para consolar al Papa del abandono de Parma , le en*
caminó el ejército contra Hilan. Apenas llegado ¿ sus
puertas Pescara , ó por negligencia de Lautrech ó por co-
bardía de ios venecianos , se did un asalto y penetró en
ella siguiéndole luego todo el ejército. El placer de la
conqnista de Milán cuentan hílber regocijado tanto ñ
León X que murió de sus resultas en 1 .* de diciembre de
aquel año : inclínanse sin embargo los historiadores á que
fué envenenado por su mismo camarero, de quien so
murmuraba que lo hiciera pagado por el Rey de Fran-
cia (2). Creían que con la muerte de León decayeran los
asuntos del Emperador y de los españoles en ítalia ; mas
la elección de su ayo el cal-denal Adriano en 9 de ene-
ro de 1522, ya debió ser de mal presagio para los fran*
ceses en aquel año : sus inátites tentativas para socorrer
el castillo de Milán que aun se mantenia por ellos , y con>
t*a el cual, y para impedírselo además, levantaron los im*
periales hasta trincheras de nieve , debieron también pre-
venirlotf prescindiendo de otros sucesos de la mala suerte
que les esperaba (7).
(1) DaDÍelfibi. , pig. 126, refiriéndose al 1." torao de Ibb He-
morías de Da-Butlai.
[2] daicciardÍDi , iU. — Jotío', lib. 20 dé las Historias y en la
vida de Leoo, lib. 4.— Cspella lib. 2,
[3] GaicciardÍDi , 1ib, \\... perche etsendo eaduta in térra una
nevé graniíiuima , Pratpero uiaado il bcnrfirio del Cielo fot iuanü
giotno laaarare di nevé due argiui alia timilitudine de'quali soleva li
Tono XXV, ai
„Googlc
522
1522. — Pera coDira quieo se mostró mas fatal Taé
contra Pedro Navarro , de quioQ en todo el año anterior'
ninguna noticia bailamos. En et de i 522 y en medio de
la actividad que Lautrech mostraba para reponer el as-
cendiente de los franceses en Italia vinieron á ella con un
gran socorro de gente y dinero que por Genova recibió,
el mariscal de Foix, Navarro y.aquel caballero sin miedo
y «in tacha llamado Bayard, á qníen la suerte reservaba
triste Gn también con los españoles , que él sabia justa-
mente apreciar en la guerra (1). A vista de tanto refuer*
10 y de capitanes tan ilustres como le acompañaban, per-
suadidos GolMia y Pescara de que intentarían apoderarse
de Hilan , estrechándolos entre la ciudad y et castillo qne
todavía conservaban , se salieron al campo buscando sitio
en donde si la ocasión se presentaba, pudieran batallar
con ventaja. Conociéndolo los enemigos trabajaban cnan-
to podian para impedirlo , hasta que al fln en una tarde
saliendo de Monza los imperiales plantaran sus tiendas en
la Bicoca , casa de recreo y caza de los duques de Milán,
situada como á una tegua de aquella ciudad (2).
Tunada posición con grande inteligencia y puesta i
cargo de Colona la caballería y la infantería al de Pesca-
raque , sirviéndole de foso un camino, la colocó detrás de
él junto con la artillería ; antes .de emprender Lautrecb
nada contra ellos, encargó á Bayard y á Pedro Navarro
que fueran á reconocerlos (5). Aseguran unos que Na-
varro en tan memorable jornada tuvo á su cuidado allanar
(1) Véase eo Brantome y en su vida como esUado para morir
empafló su espada, besó la crnz de ella en seiial de la de Jesu-
cristo y conieaE6 á rezar el Mbererr. mei Deu$.
(2) Guicciardini, ibi.— Capaila lib. 2, pág. I2fi9.
(3} Jotío, De mía Fernandi Datali, lib. 2, pig. 338,
3vGooglc
S2ó
coa les zapadores las veredas que conduelan al campo
imperial (I) , refiriendo otros haber stdo de los qae mas
se opusieran á que se diera la batalla , opinando porque n
los suizos que con sobrado oj'gullo insislian en que tuviera
lugar, se piígase á loa unos y se despidiese á los oíros. Su
dictamen y su experiencia ninguna acogida se dice que
encontraron ; porque Lautrech y sus capitanes que cono-
cian la obstinación de los suizos, y se consideraban per-
didos si los despedían , pretiriendo el lance de una bata -
lia á la derrota que en aquel caso suponían consiguiente,
la emprendieron contra la opitlion de Navarro.
Dada la orden de acometer , loa suizos que menospre-
ciaban ¿ los Trauceses, eti lugar de ejecutar el ataqUe si-
muUéneo que sobre el Frente y flancos de los imperiales
había Lautrech combinado, creyéndose suQcienles para
vencer, no quisieron detenerse en la arremetida. Fuerón-
so derechos á caer sobre el Trente del campo imperial, en
donde estaba , dice el historiador del marqués de Pescara,
convenientemente ordenada la artillería delante del foso
y lu inrantería distribuida en cuatro escuadrones con fren*
tes iguales , mezclados unos con otros españoles y tudes-
cos con espacios trocados. A los tudescos, loa gobernaba
Jorge Franisperg. hombre de gran cuerpo y de grandísimas
fuerzas. Los ai'cabuceros puestos delante de la orden de
las picas tenian toda la frente de largo, á los cUales mana-
do el marqués de Pescara con orden nueva y totil y que
fué después dichom . que no diesen fuego á los arcabuces,
hústa que viesen "darlo primero al capitán Volagne con
■ BU comisión y ttidndamíento. Después mandó á los de
■ primera orden que en habiendo descargado los arcabu-
(I) Daoie!, FiantoU I, tom. 9, pAg. 147.
3vGooglc
324
■ cea , luego se hincDsen de rodillas y de ouevo annaseny
■ por que la segunda orden tuviese lugar de lirar sin pe-
■ ligro de los que estaban delanle , y mandó que lo 5)18-
• mo hiciesen los segundos , terceros y cuarU» y que en
■ acabando de tirar los últimos, luego y diligentemente
■ se alzasen los primeros y segundos para disparar y que
> ansí sin jamás cesar continuase esta maravillosa orden
■ á manera de una continua tempestad de tiros, porque
■ antes que viniesen á las manos fuese desbaratada la in-
■ fantería del enemigo (!}."
Esta invención de Pescara que. aunque bastante alte-
rada, ha llegado hasta nuestros dias, concertó en los im-
periales un fuego tan certero y sostenido que mas de mil
suizos cayeron antes de llegar al camino ó foso que de-
fondia su posicitm. Nada con todo detuvo su ardimiento.
" Corriendo muy reciamente y sin tener sospecha de la
■ desigualdad del lugar llegaron basta el foso en que es-
■ taba el Marqués gobernando toda cosa con sosiego de
■ ánimo;" mas encontrándose atli con que era mas pro-
fundo de lo que pensaban y que no les era fácil pasarle,
se retiraron con orden y gran valor solvando su artille-
ría (2).
Antes de eso, y en lo mas reñido del combate,- Ur. de
Lautrech, que en la caballería superaba mucho á tos im-
periales, creyó que el triunfo seria suyo, si por medio de
un engaño conseguía introducirla en el alojamiento de
aquellos. Ordenó con este fin á los hombres de armas y
ginetes que en lugar de la cruz blanca con que se distin-
guían los franceses , se pusieran en sus vestidos la cruz
(1) Historia del Marquit de Pescara por el maeflro Valles, li-
bro 2, cap. 9.— Vulagne ¿noseriu BolaüosT
(3) Ibid.
3vGooglc
51Í5
roja (le que usaban los imperiales. Con esle ardid y con la
vigorosa carga que por el flanco pensaba darles , se pro-
metia que , desordenándolos at punió, entrarían luego en
aquel campo tan seguro mezclados unos con oíros y lodo
lo desbariaa en él. Súpolo á tiempo Colona y mandando ñ
los suyos , que para distinguirse de los franceses se pusie-
ran en las cabezas unos manojitos de yerba ó de las espi-
gas de que abundaba el terreno, frustró con eso el proyec-
to y la victoria quedó por él y los suyos (1).
Tan gran derrota sucedida en 29 de abril , domingo
de Quasimodo según unos, y en 27 de aquel mes según
oíros, fué funesta á 'los franceses. Perdieron mas de tres
mil suizos y veinte y dos de sus capitanes. De los impe-
líales murieron poquísimos y ninguno de calidad, excep-
to D. Juan de Cardona, conde de Golisano (2). Mencionan
también los historiadores at montañés Santillana , sargen-
to del capitán Guinea , que en aquella batalla recibió nue-
ve heridas y fué el primero que en Italia ganó ventaja en
el sueldo (3): siendo lo principal y de mas trascendencia
que creyendo Colona y Pescara ser llegado el dia de ex-
pulsar á los franceses de Italia , comenzaron á entender
en ello. Apoderáronse de Cremona , Lodi y Pizzighitone;
visto lo cual y el estado decadente en que se encontraban
(1) Gnicciardini en «I lib. lt»«ii.qne describe largamente la
batalla , per cA« per ingannargli comandó che ciascuno de'suoi ineiene
güila topraveíta la croce rotsa, tfgnale de ressercito Impértale ia
cambio della eroee blanca sígnale del Sessercitof ranéese etc. — Sedfa-
llaeia in tempore eognila, flice Galeatius Cápela después de eso,
juMtít Prosper tuot oimtei kerba aatspieanim quibui agri lum referli
eraitt, manipulas capili impanere ut ab hosfibus dignoieerentur e\c,
(2) GuicciardiiH, ibi. — Herrera , Comentarios de los eipañdes en
¡lalia, pég. 3tO.
43) Sandoval ,.lib. 40, §. 3 y 26.
3vGooglc
320
Mr. de Lescuii su general , codocÍiIo por el mariscal Foix.
se obligó en 22 de mayo á evacuar la Lombardía, si
dentro de cuarenta dias un ejército francés do pasaba
el Pó y le socorrÍD: de modo que no habiéndolo verifica-
do, fué la cuarta vez que los franceses abandonaron la
Italia (i).
Mientras tanto Colona y Pescara para asegurar mas su
empresa, se encaminaron á Genova con unos veinte mil
valientes veteranos alemones, españoles é italianos, si<
guiéndolos también el duque de Milán. Siendo Genova
una ciudad opulenta y un puerto y entrada franca para
tos franceses mientras fuera Doge de aquella Repúbli-
ca Octaviaqo Fregóse cqbeza de sus parciales , era del
mayor interés que ocuparan su gobierno los Adornos ca-
beras del bando imperial. Frustrado el trato que en 1S20
traia con aquel objeto y con Pedro Navarro nuestro em>
bajador en Roma D. Juan Manuel , en tanto que al año si-
guiente el ejército coligado del Papa y del Emperador se
dirigían contra Mjlan , la armada imperial compuesta de
siete galeras sutiles, cuatrQ bergantines y algunas otros
naves, se prosenló sin efecto delante de Genova. Nadie
se movió en ella en favor de los Adornos. El Doge Fregó*
80 se habia prevenido oportunamente ; y los dos mil vete-
ranos españoles embarcados en Ñapóles en la armada y
los desterrados de Mitán, qué al presentarse aquella en
las aguas de Genova , la amenazaban por tierra , lodos se
retiraron abandonando la empresa (2).
(1) Herrera, Comentarioi, pig. 8M.— Véase euBraotome lacn-
ríou nolicia histórica de este Hr. de Lescnn, hermano de Mr. de
Lautrech y de Hr. de Lesparre ti Lesparros , el qoe foé derrotado
en Ksquiros.
(2) Guicciardmi, lib. It.-Capelb, VebcUa M(dii>lanenti,\\h.%
3vGooglc
327
Poníase ahora y en ejecución eiii embargo con mas de-
cisión y tuerzas. El marqués de Pescara, precedido de Ge-
rónimo Adoroo que le iba preparando víveres y transportes,
se iba también acercando á la ciudad. Contemplándola Fre-
goso como perdida si loa franceses no la socorrían, envió sú- ,
plicas y mensajeros á Francisco I instándole con fervor á .
que cuanto antes lo ejecutóse. Encontráronle profunda-
mente afligido con la derrota de' Bicoca y dispoDÍéndine á
repararla con un numeroso ejército ; y en prueba de que
conocia el rie«go que tan importante población corría y
las ventajas que de dominarla resultarían & sos enemigos,
«n tanto que él con su infantería y caballería se encami-
naba á ella por los Alpes , ordenó á Pedro Navarro re- .
cien llegado de Italia que volara á su socorro con dos^a-
leras según unos y con tres ó cuatro según otros.
Pero en tanto que Navarro llegaba , Genova estaba in*
teriormente agitada entre Adornos y Fregosos , imprope-
rándose mutuamente la penosa situación en. que se veian;
porque el marqués de Pescara faabia ya derribado con la
artílleria gran parte de las murallas , ó intimado la rendi-
ción tres veces y por escríto. Los de la Balia é ayunta-
miento conociéndola inevitable , enviaron sus tratadores á ^
los jefes imperiales. Conferenciábase en 30 do mayo , es-
criben algunos italianos, y ya estaba convenida con Colona
la entrega de la ciudad al dia siguiente , cuando Pescara
ansioso de acabar pronto tan gloriosa empresa , ordenó un
asalto por aquella parte de la muralla que estaba destrui-
da, y penetrando por ella sus soldados, en tanto que por
la opuesta entraban Colona , el duque de Milán , los Ador-
pig. 127*.— Uberli toWVs, fí!itoir<t Cenutns!i,Vib, 12, adán, 1522,
lomus I Autiquitaiam Iialia, ele. pág. 721 y 22.
3vGooglc
528
nos y los tleslei'rados genoveses que le aconQpañabnn , en-
tregaron la ciuJud al mas borroso saco (1). Guicciardini
indica (]ue las conferencias para la rendición se enfriaron
lior haber llegado Pedro Navarro con dos galeras sutiles
enviadas por el Rey de Francia ; pero que se volvió otra
vez á ellas y con mayor eficacia , por haber de nuevo el
marqués corabalido las murallas con su artillería; y que
cuando ya parecía qne todo estaba arreglado. Prospero
Colona ppr una parle , y el marqués por otra ordenaron el
asalto, y se siguió el terrible saco que describe (2). Mura*
lorí cuenta que Pedro Navarro llegó á Grénova con cuatro
galeras y dos mil infantes embarcados en otros buques dos
ú'm antes de que la cerrasen los imperiales, y que, ho-
biepdo la artillería del marqués derribado una torre , tra-
tó Fregoso de rendirse , pero que tomándose largas por
si llegaba el socorro francés que esperaba, mientras en
eso andaba entraron los españoles en la ciudad y la sa*
quearon (5). Por lo contrario el abad de Nájera que
estaba entre los sitiadores como comisario imperial , y
que como tal asistió á las conferencias que mediaron en-
tre los de afuera y loa ^ adentro de la ciudad, par* |
ticipando al Emperador lo sucedido le escribía, que '
tratándose de concierto y habiéndose dado á los geno-
veses veinte y cuatro horas de término para rendirse, nada
respondieron , porque á las veinte y dos les vino en socor* I
ro Pedro Navarro con tres galeras y una nave francesa en '
la que se decia que venian mas de mil infantes gascones y
franceses : visto lo cual comenzó la artillería á tirar de
(O Ubertus Foticte. Íb¡. , pig. 7%}. |
(2){0uicc)ardini , l¡b. 14... ma ti raffreddi al quanio la pralt-
ca per la uenuia de Pielro Navarra etc.
(3) Mnralori, Annal. , tomo 10, aüo de 1S22. i
3vGooglc
329
Duevo, y habiéndose roto las cureñas y encontrándose sin
mantciones para defenderse si llegaba el socorro francés,
que se anunciaba, aproveehaodo )a ocasión y no dando oii
doa á las condiciones que para ganar tiempo los genoveses
proponían , ordenaron los jefes imperiales el asalto, y en-<
trando tos soldados en la ciuilad, lograron un tan rico bo-
tín que se suponia montar á mas de un millón (de duca-r
dos) de oro {i).
En mala hora para Navarro así como también lo fué
para Genova , entró en su puerto con el acorro de Fran-
cia. Cogiéronle los españoles, dice un historiador de aque*
lia nación, defendiéndose en la plaza mayor con algunos
franceses que le acompañaban (2). Paulo Jovio dice que
fué en el puerto buscando un esquife en que salvarse;
mas el abad de Nnjera con referencia al mismo Navarro
cuenta que habiéndose embarcado en un esquife con e\
arzobispo de Salermí gobernador que había sido de Geno-
va y hermano de Oclavnmo Fregóse, fué tanta la gente
que en el cargó que zozobró, y Navarro se salvó nadan-
do. Llevado al marqués de Pescara, añade Jovio que
recordando con respeto su antigua gloria y valor, le aco-
gió con la mayor hnmanidad y sin tenerle d?^ modo algu-
no por enemigo (3); antes de eso sin embargo su paisana
y antiguo soldado el famoso capitnn de infantería y maes^
tre de campo entonces Juan^de Urbina , acaso porque so
(I) Cartas del abad de Níjera desde el mismo Genova. — Yéasa.
documéato núm. 35.
(S) Daniel, Hittoirt de Franco^ tom. 9, pig. 15t.
(3} Jotío, De fita Ferdinaiuñ, lib, 3, pág. ZhQ.—Petnu vtro Na-
varrus dum seapham ¡n pariu quareret ai Hiipanii eapitur, duc-
tutque ád PUearium f propter veiercm loties speelaHe virlalis gh-
riam , singuíari humanirttíe ivi}uaquant ul hottit excipilur.
3vGooglc
530
le llevaron sus soldados, le guardó como su prisionero (I).
Al paso que como á tal guardaba el marqués de Pes-
cara á Navarro, guardaba también á Octaviaoo Fregóse
Doge ó dux de Genova que había caldo en sus manos.
Otro tanto como Navarro era pobre al cabo de tantos años
de trabajos por mar y tierra , era rico OctaTÍano que cui-
taba con gruesos fondos depositados er el antiguo banco
genovés de San Jorge. Ni aun el mismo marqués BÍguió
tal vez mejor que Navarro su máxima de que " ninguno
■ que tenia intención de sacar ganancia de la guerra , ha*
» bia jamás alcanzado el nombre de Gran Capitán , al paso
> que por lo contrario hablan sido siempre invencibles y
«famosísimos, los que dejando á los soldados, porjuz-
• gar no pertenecerles nada , todas las presas y tacos,
» tan solo habían aspirado á la única é inmortal alabanza
■ de la verdadera fama (2)." Ast fué que tan persuadido
el embajador D. Juan Manuel del escaso peculio de Na-
varro , como del mal comportamiento de las galeras de
España en la empresa de Genova y de la mala opinión en
que se las tenía , propuso al Emperador , luego que supo
haber sido preso Navarro, que le diese el cargo de ellas.
" Que cuando determinare de serviros , le decía , no c^eo
» que hará falta y ea sufiuicnte hombro para ello y él lo
» bará de buena voluntad y terna causa para ello: por-
M] El abad de NAjera, ibi.
[2) lorio, ibi., in Gne, lib. 7, pág. <S6, tratando de que el
marqués no tenia dinero cuando marió... Dicere enimsolebat, ne-
mincm unquam fx hií qui militiam quttstui habtnáam puiarent , mag-
ni Imperalaris nomea fuiste conieculum; contra vero, eos temper
evttiiite invieiot el tange clariisimos , qui nihil ad te , sed ad miliits
ex prada pertíaere exisi imantes, ad unom lanium aique eam immor-
talem veri decoris laudcm aipirassenl. —^raotoíoe en la vida y el
maestro Valles en la bieloria de Pescara.
3vGooglc
■ que el Rey de Francia no le ha de rescaUr. Y pues
■ por DO le haber rescatado el Rey D. Fernando se obli-
• gó 8 servir at Rey de Francia , tana justo será que sir*
> va á V. M. fallándole el Rey de Francia siendo espa-
. flol (1)."
Honra sin duda á D. Juan Manuel que . olvidando el
daño que Navarro cuando era leal at Rey Calólico lo
causó en 1507 apoderándose de la Tortaleza de Burgos.
cuyo alcaide era, le recomendase ahora al Emperador
para mandar sus galeras. No siendo con todo D. Juan en
panto á patriotismo y lealtad el mejor modelo : en el em-
peño que, tanto en 1520 antes de emprender lo de Ge-
nova como en 1522 después de emprendido , tuvo en que
Navarro volviera i ocupar gran puesto en su patria, dio
evidentemente á conocer que lavando las manchas de
Navarro creía por ventura lavar las suyas. Hatuan sido es-
tas de peor naturaleza y mucho mas Teas , porque si aquel
desventurado soldado arrastrado de su vanidad , aburrido
de su encierro, ó resentido de lo que creia desprecio del
Rey Católico y venganza de sus émulos . ae pasó á otras
banderas y tomó las armas contra su patria , sin respetar
ni sus juramentos ni las opiniones del tiempo , con su san-
gre en Milán, con su humillación en Rrescia y ron su pri-
sión en Genova, pagó bien cara su deserción. Todo era
personal en él. todo con él se acababa como sucedió,
además de estar sujeto á los percances y alternada fortu-
na de la guerra; mas ep D. Juan Manuel partiendo de la
mas negra ingratitud contra quién había sido su protec-
tor todo fué de mas peligro y trascendencia para la patria
que trató de sacrificar ó su ambición y al engrandecí-
(1) Carta de 6 de junio en el docamcnlo núm. 36.
3vGooglc
352
miento Je su familia, sin exponer la persona á los azares
de las baLallas.
Hombre astuto y de grande ingenio y línajo, aunque
de cuerpo pequeño , en vez de asociarse á la consumación
de la uninacionalidad española emprendida y sostenida oon
tan fervoroso ahinoo por los muy esclarecidos Fernando é
Isabel, si bien al parecer y con el On de ayudarlos, como
era de suponer, admitió la embajada que le conGrieron
Cerca del Emperador Maximiliano; no parece baber sido
fiino para aprovecbar los emolumentos , y conspirar des-
pués contra tan insigne obra , así que la Reina Doña Isa-
bel murió. Abandonando entóneos su embajada sin tomar
en cuenta las advertencias del Rey Católico, y promelíén*
dose sacar mas provecho do su joven y descuidado yerno
Felipe el Hermoso, se puso desde luego á so lado, fué su
favorito y principal consejero, y el alma y' cabeza del de<
sacuerdo y disidencia que sobrevino entre suegro y yerno.
El fVié quien mas conmovió á los ambiciosos grandes que-
josos del orden á que los sometió el Católico, para que se
opusieran á que continuara gobernando á Castilla, como
con suma prudencia y atendida la locura de su hija Doña
Juana lo habia ordenado en el testamento stt afligida es-
posa. Don Juan Manuel fué el que no obstante las adver-.
tencias del Rey D. Fernando, las mercedes y bienes que
para su familia le ofrecía, las promesas solemnes de que
no se onsaria para que su nieto D. Cartea sucediera en los
reinos unidos, tanto le apuró y maltrató con sus parcia-
les que al Gn mudó de dictamen. Por fortuna el hijo que
provino de su enlace con Germana de Foix murió muy
pronto , que sino y gracias á las perversas artes de D. Juan
Manuel , cuanto se habia ganado desde la muerte del ím*
potente D. Enrique, la España en fin quedaba deshecha.
3vGooglc
555
El fué quieb trayendo á D. Felipe á Caslilla, y rodean*
dolé de tos enemigos de so suegro, roattralé á esle en tér* '
mÍDOs de que al abandonarla para, pasar á Aragón y de allí
á Ñapóles , hubo de surrir ultrajes y desprecios , pero con
ánimo grande, en los pueblos de su tránsHo.JEse D. Juan
fué el que cuando los honrados castellanos llamaban á toda
priesa al mismo Rey. por muerte de su yerno en Búrgosi
y por no poder sufrir eLdesórden en que loa habían pues*
to los ambiciosos y el mayor de lodos el mismo D. Juaní
alcaide ya de Segovia , Burgos y otras ciudades , y conta*
dor mayor del reino con once maravedís al millar que se
le pagaban de todas la» libranzas (1) se obstinó seguido
del duque de Nájefa y ptto% en que el Bey de Romanos,
viniera eomo tutor del Príncipe D. Carlos á gobernar ó
Castilla. Vuelto el Rey Católico á ella con aplauso do los
buenos , y expulsado con el apoyo y fuei'za de Navarro, so
fué odiado y aborrecido á enredar con otros y á revolver
desde Bruselas el reino > habiendo antes tenido la desven
güenza de haber escrito al Bey que se habia despedido de
él por que no recompensaba bien sus servicios, y que fun-
dase bien su venida, saneando la sucesión del Príncipe Don
Garlos su nieto y pidiéndole entre otras mercedes * ' la con*
firmacion de sus oficios y tenencias, y que si te quitasen
algo se le diese la recompensa y alguna enmienda (2)."
Aquel hombre bajo y ruin , aunque hábil en los negc
cios, no obstante haberte invitado el Rey Católico por me-'
dio de su mujer de él á que no saliera del reino ; como no
le dio cuanto quería se fué ¿ Flándes á intrigar al lado del
Príncipe D. Cáríos; y no habiendo sido allí bien recibidoi
(O Zorita . Annales, lib. T, cap. 38.
(S) Znríta, ibi./cap. 89, y eo rarios capítulos dolos libros 6
y 7, todos los enredos de D. Juan,
3vGooglc
234
quiso 8¡n reparar en su mengua y eavilecimiealo , volrer
ni Catálico COD tal de que le pagara bien sos servicios (1).
Enemigo de su patria pues que á eso equivalía en aquel
tiempo introducir la enemistad enlre el Emperador, el
Príncipe D. Garlos y elRey Católico, no temió declararse
contra este y contra su política tan nacional, poniéndose i
merced del Rey de Francia y de la suya , escandalizando
á la misma Princesa Mnt^arita gobernadora de Flándes y
á los consejeros del Emperador en aquellos estados, en
términos do que le pusieron preso en la fortaleaa de AVil*
borde (2). Ese D. iuan Manuel fué por último el que ar-*-
rebalado de su odio clamaba, cuande el Católico cabal-
mente trabajaba por engrandecer á Castilla con el reino
de Navarra, que aquella estaba perdida sin remedio, y
que si no acudían pronto á él se perdería también para la
casa do Austria (3) : de modo que habiendo venido á Cas-
tilla con los que acompañaban y aconsejaban al Rey don
Carlos, después de muerto su abuelo, se puede- creer que
(4) Ibidem. , llb. 8, cap. fS, aBo de ^ÍS... y «n este media,
D. Juan se fué camiao de l^liüdea para "dar cuenta segan ¿I de-
■ cia al Rey de Romanos de lo ((oe habia hecho eti ad Bervício v
» del Principe por cumplir con su honra : y como no faé allá tan
B biea recogido como se creia envió i pedir al Rey una de dos co~
> «as: que ai se quisiese servir del y volverle lo suyo y tratallu
■ como quien él era, le diese licencia para qUi se viniese, y si no
B holgaba dello ni que quedase en Alemania ó Flandes , ToWién-
D dolé su hacienda holgase que se fuese con su mujer é hijos h
» Portugal , porque alli estaria a lo que ordenase. Pero no se sir-
n viendo del ni mandándole restituir io que se te había quitado,
R DO podía dejar de hacer como desesperado Is ofensa que pudiese
D & todo el mundo; y como so se proveyó por el Rey en lo que éJ
» prcteodia siguió desterrado etc."
(Sj Zorita, ibi., lib. 10, cap. 70y86, afiosde IBt3 y ISU.
¿3) Ibid.jcap. 70.
3vGooglc
255
D. Juan Manuel inlercedia por Pedro NaTorro áníes dé
acabársele el aborrecimiento que había concebido al nom-
bre del Rey Católico , y desengañarse con el tiempo (1) y
que habiéndose ya desengañado D. Cái'loa y su coiisejo,
ningún caso hicieron de la recomendación de un tránsfu-
ga en favor de otro, y mandaron que con Oclaviano Fra-
goso fuese llevado á laa fortalezas de Castel-novo ó Gseta
en Ñápeles (2).
Desagradó esta resolución á Pescara , pareciéndole que
siendo alcaide de la fortaleza de Pavía, en la que tenia
con buena guardia á Navarro y á Fregóse . era mostrar
poca confianza mandar trasladarlos á otra. Creía ademán
que con la traslación iba á perder el grueso rescate que
se prometia de Octaviano, y contaba con él para acabar
de pagar lo mucho que se había empeñado en servir al
Emperador, especialmente en aquella jornada (3). Sus re*
clamacitmes en nada variaron lo resuelto. Los dos prisio-
nero», aunque tratados con miramiento y la debida segu-
ridad , fueron confiados al abad de Nájera y llevados á
Genova ; en cuyo castillo fueron depositados con sumo des-
contento suyo, luego que entendieron que iban á ser Irnslti-
dados á Ñápeles.. Contemplábanse allí condenados á cárcel
perpetua como' prisioneros Reales, y privados por lo tanto
de la esperanza de ser rescatados que mientras estuvieran
en poder del marqués conservaban: mas habiendo sido
embarcados en las galeras de D. Luis de Reqnesens y del
(1) Zurita, ibidein.
(3) Pedro Mártir. EpiUcia ?C2, deíJe VicUiria á 13 de junio
de 1522... Capli ambo Dueet fuerunt Oefofituiut Fregosui üriis
laput, et Carnet ipse Navarruí militum pro Rege Gatlorum Pro'
tur, duetitpit Neapofim abi lub lut» cuslot/ia s¡
(3) y. Documento núm. 36.
3vGooglc
536
comendador Icart -, el tiempo eo lo concernienLe á Navar-
ro, pues Octaviaoo murió luego, acreditó que no calcu-
laba con acierto el de la duración de sus prisiones (1).
Por haber muerto en marzo de aquel aúo D. Ramón
de Cardona el antiguo general de Navarro en Bolonia y en
Ravena, era virey de Ñapóles cuando los prisioneros lle-
garon á su capital, el Oamenco* Garlos de Lannoy. Cum-
pliendo con las ttriienes del Em|)erador los encerró en 1 8
de diciembre en aquel mismo Castel-nuovo que coa ad-
miración general y mucha gloria suya habia volado con
sus minas y asaltado en 1 503 con la mayor intrepidez el
m¡smO~ Pedro Navarro que entonces entraba tan humilla'
do en él. A ser otra la causa que le habia traído á tan
miserable estado podía baber tendido coa orgullo la vista
á todos los lugares que se descubrían desde el castillo y
habían sido testigos de bus hazañas; y no que desertor,
transfuga « desleal á sus banderas y falto sobre todo de In
constancia y fortaleza de ánimo que debe ser la divisa de
los grandes hombres no excitaba en los que le guardaban
y por ventura' habían militado con él. otro sentimiento
que el de la mas común y natural compasión.
Casi al tiempo que Navarro era encerrado en Castel-
nuovo , Solimán el Magnifico al cabo de un largó sitio du-
rante el cual el Gran-Maestre y los comendadores y ca-
balleros de la Ord(>n de San Juan defendieron valiente*
mente á Rhodas, se apoderó de aquella isla. Cúlpase ge*
neralmente de aquella pérdida á los Príncipes cristianos
(i) V. Documento Aiim. 37. — Guicciardioi , lib. H.— Pedro
Mártirt Epístola 798, 152t. Morías esl Octavianus Fregosus jure
Mli captivas Marckionis Peschariat Pretia ducaiorum daodetiat
niiflituí se reiimebat. Anúsit prelium Marehio , cuí^jaeluram non
¡ilacuiiset prcunim Hlius nisi ¡asa Majeslaiis crimine, credi polest*
3vGooglc
que, dividiilos entre si y maa átenlo a su engrandcciinienln
t|ue al triunfo de bu religión , no quiuieron de modo algu-
no emplear aus fuerzas contra el atrevido Solimán y las
suyas. Los italianos que no podían aufrir que uno de aque-
llos extranjeros á quienes apellidaban b¿rb&ro3, hubiese
sido elevado al solio pontificio , acusan principalmente al
flamenco Adriano Vi de que, ya fuera por escaaez de dine-
ro, ya por haber empleado en Lombardia los mil y qui-
nientos iniantes españoles que le acompañaron a Homa,
ó ya por falta de actividad en aprestar la armada que en
Sicilia y para socorrer á Rhodas se díspwiia , los eanjua-
nístas hubiesen tenido que oapiLular y dejar a los turcos
aquel antiguo teatro de su gloria (1). Antes de eso, y cuan-
do tan apurados se veían y á Francia demandaban socor-
ros, parece que se dirigieron á Pedro Navarro como «
persona de inteligencia y acreditado valor para conducir-
los ó bien para ayudarlos en su animada y bien soslenidn
defensa. Las personas que le custodiaban, parece como
que sospecharon que tal vez fuera ese un pretexto para
alcanzar su libertad: tuvieron sin embaído de atlí á poco
razones para juzgar que so había tratado seriamente do
asunto tan trascendental y que Navarro ó puso condicio-
nes ó pidió cosas que no hemos podido averiguar (2).
1523. — Así terminó para aquel desventurado prisio-
nero el año de 1522, y entró el de 1523 sin apariencia
ninguna, como sucedió , de que mejorase en él su situa-
ción. Si, como BrantoDie refiere haber oído á los que le
conocieron , tuvo Navarro alguna vez la idea de escribir
(1) Jyiv'io, Eiiitoine ilel lib. 24 .— Gnicciardiiii , lib. 15. -Suli-
nan entró en Rbodaa en 25 de diciembre de I52S.
(2) V. DocuDteolo Diím. 38.
Tomo XXV. 20
3vGooglc
358
niguaas Memorias de.su arte y ciencia ó alguua historia
de lo que habia visto en «u tiempo , jamás tuvo ocasión
mas á propósilo (1). La soledad j el ocio y aun el mismo
castillo que le servia de cárcel y en el que habia entra-
do sin la esperanza de volver á salir , todo le ÍDCtlaba á
tarea tan útil como sabrosa. En el caso de que la ioten-
tara DO nos consta que se divulgara nada especialmente
y en lo coocernieote á las minas , acerca de los principios
que le dirigieron en su ensayo y en la perfección á que las
elev5 en sus dias. Por su desgracia aun vivi¿ muchos
mas, y habiendo legrado para su mol volver otra vez á
la guerra , no tardaremos en verle acabar trágica y las-
timosamente.
En medio de la guerra intestina que el fraccionamien-
to en tantos estados causaba en la desventurada Italia,
continuaba cada vez mas encarnizada la que se babiau
declarado el Emperador Garlos V y Francisco I. Dañá-
banse cuanto podían ; y como sí el teatro en que hasta
rntónces se babia hostilizado fuera pequeño , convirtieron
en campo de batalla todos los puntos por donde sus do-
minios se tocaban. En Italia, á donde principalmente di-
rigía Francisco I sus ambiciosas miras , todo le salía mal.
Sin contar las ligas que en ella se formaron contra él en-
tre el Emperador , los venecianos, el duque de Milán y
el archiduque Femando de Austria , y enti-e el mismo ar-
chiduque, el Emperador, el Papa y el Rey de Inglaterra,
la rendición del fuerte castillo de Milán al Emperador por
la peste y falta de lo necesario que consumía su guarni-
ción, le disgustó sobre manera. Ansioso como siempre de
(I) Fies Jes hoiumcs iUuttre* el capüm'nct etrwgfrí ele, Don
Pedro de NsTarro.
3vGooglc
5j9
floininar en aqtiel eslado, que el Emperador liabia cetli-
lio & Francisco Sfórcía su antiguo duque , & pesar del dos-
concierto que en sus proyectos quiso introducir el con-
destable de Borbon desertando ¿us banderas y posándose
al' Emperador, envió á el almirante Bonnivet á Italia con
tan' poderoso ejército, que Paulo Jovio le compula de coa-
renta' mil infuates ydiez mtl cabnllos (I).
1524. — Enlró en esto el año de 15^4 en el que la
suerte de las armas se mostró tan dispuesta y favorable á
los imperiales, comü vnria se habia mostrado en el ante-
rior, asi en las Tronteras de los Paises-bAjos como en l.-is
de España por el lado de Fuentorrabia. Muerto Próspero
Colona general del ejército imperial , con quien el mar-
qués de Pescara, por disidencias entre ellos, no militaba,
lo sucedió CD'ol mando del ejército el virey dé ^ápolc.■<
Carlos de Lannoy. Al ver el estado tan abatido en que los
fraaceseíT se éncoatrabon, nó obstante el numeroso ejerci-
to con que habían entrado en la Lombardía, queria el Em-
perador instado por el condestable de Borbon, á quien b<i-
bia nombrado su lugar teniente, pasar los AIpi-s y pene-
trar en Francia. Como el marqués de Pescara ya en el
ojcrcito.'se desdeñara de estor á las órdetics de Borbon.
liabicndósele declarado capitán general p;ira aquella guer-
ra , se encaminnron los' dos por Niza á la Proveiizn en la
que' habiéndose apoderado de Aix , pasaron luego á sitiar
:i Marsella. Los sitiados tanto por la Fortaleza de la ciu-
dad y su desafecto á los .españoles como por el recuerdo
de haberse un siglo antes apoderado de su ciudad y sa-
(1) Jovk>, Epllome del libro 32. — GiuicciatdÍDi, lib, 15^ dice
que Próspero Col o na roo rió en iSiiZ , itafú gia ammaía/lo otto aicsi
non sfiixa toipel/0 ¿i ivlcw ó lil mrdiíameiilo amalotio.
3vGooglc
S40
queátiola fiiriosameDle Alonso V áe Ai'agon y su genic,
pasando de Gaeta á Calatuña ; se dofeDdieron con sumo
valor. Al cabo de cuarenta diaa de estrecho asedio y
cuando el marqués por ventura se había lisonjeado con
que tendría Marsella á sus píes como dos años antes á
Genova; por haber acudido el Rey de Francia á su socor*
ro coD numeroso y lucido ejército, emprendió en 29 de
setiembre una retirada que por lo trabajosa y bien soste-
nida que fué , paso por una de las mas fumosas de aquel
tiempo (1).
1535. — Francisco I entonces viéndose con tanta y tan
florida gente , como menguados , descalzos y casi destruí-
dos por las enfermedades y fatigas de Marsella , se retira-
ban los impet-iulcs, tuvo por cierto que sí andaba coa ce-
leridad, podría llegar antes que ellos á Milun. Logrado
eso creia que , estando aquel ducado á la sazón indefenso
y caüi abandonado de soldados , se apoderaría fácilmente
de él , y no encontrarían tropiezo sus proyectos hasta de
dominar en Ñapóles. Todo era para él agradables y lison-
jeras esperanza»; junto á lo cual la ardorosa impaciencia
del almirante fionnivet y aun la suya, según un escritor
francés , de volver á la vista de una dama milanesa de
singular belleza (2); caminaron con tal celeridad que en-
(1) Gnicciardini, Hb. 15.— Jovio, ibÍ,—SandoviI,l¡b. 11.^37.
Branlome. Vaucunts relrailet de gutrrt.,. el camment elle» va-
lent bien aulant quelquetfoii que les combáis.— ZiñU, lib. 43, C«-
|>ll(ilo 22, lom. 3, aao de U23 á 19 de Doviembre la toma de Mar-
sella por Alonso V.
(2j El señor de Bourdeille, abad lecnlar de Brantome, con la
libertad de nn soldado del sigla XVI y cod la que le daban las
licenciosas coslambres de ta corte de Francia, después de contar
una aventara harto galante atribuida é Hr. da Bonnivet , signe cou
(pe "podia muy bien ncpmfler aciiiella empresa por amor de la
3vGooglc
trabns en Hitan por una pucrla cuando Pescara salía por
la otra. Puerca luego á sitiará Pavía en donje se inmor-
tnlizó Antonio de Leiva ; y al cabo de larga torea y varias
tentativas para apoderarse do ella, dada el 24 de febrero
de f 526 , la famosa batalla de Pavía , cayó en manos del
guipuzcoano Juanes de Urnieta aquel rozagante y volup-
tuoso Rey de Francia, y vino preso á Madrid (1).
Enlazada la vida de Navarro con estos antecedentes
fie nuestra historia milltor tan gloriosos como dignos de
no olvidarse , nos hemos detenido algún tanto en ellos:
» persona á que estaba moy sonietiJo : porque era muy hermosa y
» y de buena gracia, habiendo sido él solo quien aconsejó al Bey
n Francisco pasar los monles y seguir i Mr, de Boarbon, que ha-
9 bia dejado á Ufarsella; no tauto por el bien y servicio de su
» «no, como por volver á ver aoa gran dama de las mas hermosas
M de Hilan, que había tomado por señora /"maiilrtsiej algunos años
■ Antea , se habia solazado oon ella , y quería solazarse ampliamen-
» le otra vez. Se dice qoe era la Signara CUriee, tenida entonces
• por una de las damas mas hermosas de Italia : he abl lo que lo
M conducía á ella. Oí referir este cuento á una gran daou de aquel
> tiempo , y aun qne él habia encarecido aquella dama al Bey , y
M escitidole al deseo de verla y acostarse cnn ella fcoucher avte
■ elUJ; y he abl la principal causa que no lodos conocen de aquel
■ paso del Rey : de modo qne la mitad del mundo no sabe como la
■> otra vive , y nosotros nos cuidamos h nuestro modo de las cosas
« qne suceden de otro, y asi es que Dios que Iodo lo sabe se burla
• de nosotros. " La Signara CUrice 6 Clarisa i que se refiere Brau-
lomB detie de ser la misma Madonna Cinara famoia per ¡a forma
egregia del carpo ma molió piu per il totumo amore che glt portaba
Prospero Colorína general del ejército imperial , i la cual el admi-
nnte Bonnivel antes de abandonar á Hilan , dice Guicciardini , que
procuró che Galtazo Viieonie dimandalse facaUh di andarle ¿ vedere.
(I) Ibi.— Sandoval, lih. \%%.^.~VíoheT\sQa, Historia de Car-
¡0$ y, líb. 3. — Guicciardini, lib. 15, en donde rcñerc como Fran-
cisco 1 huyendo de encontrarse con su madre qne iba desde AviSon
ñ persuadirle que no pasara los monles y dejase la guerra á sur
capilanes, movió srrcbatadamcnle el ejército.
3vGooglc
[lai'eviéiidonos adumiis' ser de suma imporUincia su recuer*
do tanlo para admirar las vicisitudus humanas como para
penelrar ei ánimo de que jamás debemos cnlregarnos á la
desesperación. Sirva de ejpmplo Navarro que habiendo
untrado en Caslcl-nuovp cou'el presentimiento de que no
saldría de ét jamás ; ni aun dando fe á los sueños mas ti*
sonjeros, podia de modo alguno esperar que igualándole
la suerte con su Rey adoptivo > en k) de ser prisionero de
un guipuzconno si él lo fué de un alavés, le igualara
también en alcanzar su libertad cnandó el mismo Rey la
alcanzase. Siendo grande y muy grande como de mo-
iintca puro y antojadizo él ansia ^»e por ella y volver á
sus galanteos tenia Francisco I, .duros fueron también las
i'ondiciones á que hubo de someterse paro legrarlo. Cre-
yendo como en nuestros días y en Bayona mostrai'on Fer-
nando VII y su padre que f^ fortaleza y la constancia no
son atributo de los Reyes , sil) tomal* por modelo al sabio
é inmortal Alonso V de Aragón , que prisionero de los ge-
novesos y. llevado nnle la miserable plaza de Ischia. que
el general vencedor le pedia píira ponerle en ella en'bue-
na guarda, ni avn cuando pensase que le arrojaban al
mar, dijo que no mandaria entregar una piedra de ningún
lugar de $a Seiíoria{l): el liviano Francisco bien que para
no cumplirlo , y aun «n eso es reprensible, no solo cedió
provincias enteras y renunció sus pretensiones ó Ñapóles,
Milán, Genova y otros estados, sino que se obligó, y fué lo
,raas importante , ó que Enrique de Labrit que se titulaba
Rey de Navarra dejase, las armas y titulo de tal , y á no
darle en adelante ningún auxilio para recuperarla (2).
(I) Zuriiajíb. I i de los Annales, cnp 28, aBodeiUK, tom. 3.
^2) Sandoval, lib, 44, §. 13.-Roberlsoii, íbi. Hb. 4.
3vGooglc
343
1526.^Udo do los arlicnlos del tratado en que esto
se ealipuló en Madrid en 14 de enero de 1526, se referJa
mny particularmente á los prisioneros. Disponíase en él
que " todos los de guerra que así por mar como por tíer-
■ ra de una y otra parte hubieren sido tomados, ansí Don
■ Philiberto de Chalón Príncipe de Orange como cuales-
> quier otros subditos del Emperador y Rey cristianísimo
» y otros cnalesquier que hubieren servido y seguido su
■ parte ; serían dentro de los quince días primeros del
■ mes de febrero siguiente, soltados y puestos en libertad
• sin pagar rescaté alguno eon tal que quedasen y loma-
> sen al servicio del Señor de quien medíate ó inmedia-
* té se hallare ser subditos , si no fuere que de común
> consentimiento se conviniese en otra cosa (1)." Navairo
por consecuencia de artículo tan expreso y sin que por
parte suya ni por la del Emperador ni ningún otro com-
[tatriota aparezca gestión alguna para que volviese á sus
antiguas banderas, salió de Castel-nuovo libre y sin con-
dición alguna. Sin embargo el obispo y respetable histo-
riador Sandoval equivocadamente dice en una parte de su
Historia de Garlos V, quo Navarro fué soltado en trueco
de D. Hugo do Moneada primero qué se librase el Rey de
Francia (2); y en otra , que por consecuencia del tratado
lo fué por el Príncipe de Qrange , prisioneros los dos de
los franceses (3); mas 'aun cuando el testimonio de los
historiadores no caminase de acuerdo con el sentido cla-
ro y explícito del tratado, que no necesita comentario (4)
(O Articulo S3.— Sandovft] , ibi.— Daniel, Hitloire de Frmet,
tomo 40, pág. 384.
(2) Sandoval, lib. 47, §§. 5 f SO.
(3)lbid.,§. 6.
(i) Paulo Joiio en los elogios de D. llu(;ode Moneada ydetPriu-
3vGooglc
5i4
cual quiera ilutta iicerca de que en virluJ de él y no por
ningún cambio recobró Navarro su libertad, la desvanece
Paulo Jovio que pudo oírlo de su boca y asegura en su
(tiogto que por ¡a capitulación de tan paces fué librado de
la prkion de Cattel-nuovo (i).
Merece la preferencia este testimonio , por haber sido
entonces cuando , habiendo ido Navarro á Roma asi que
se vio libre, le conoció el mismo Jovio y trabó con él mug
grande amistad por la relación que deseaba haber del pa-
ra la verdad y servido de tu historia. A todo, cuenta que
le satisfizo Navarro muy cortesmeate, siendo muy deseoso
de gloria, y que enlazados los dos en aquella familiar
amistad, que nuooa mas olvidó , después de referírie Na-
varro con extensión sus victorias y desastres le pidió por
i'iltimo una empresa , ó sea figura enigmática con su leyen-
da, sobrecÍ«Wo« sufetos, que á la verdad, sigue Jovio, no
me contentaron mucho. Stn indicar cuales fueron , refiere
haberle replicado que no debia salir de lo propio por bus-
car el apelalivo; porque habiendo» " hecho yo glorioso
* inventor del admirable artiScio de las minas en mis his-
o torias que os hnrán inmortal en el lugar en donde mila-
cipe de Orang«, dice en e] del primero {{aebabia sido preso en 1523
en na desembarco es Varagine cerca de Géaova (lib. 6, pAg. S90)
Quum vero Francisciu rex á Catare Jimiilere/ui' , ügo el ipse iffnit
in Iiaiiam ut novo bello Dux interessel etc.; y en el del Principe
de Oraiige (Ibi. , p&g. S97), después de referir como fué prisio-
nero de Iss galeras de Andrea Doria qae servía entonces al Rey de
Francia yendo de España embarcado con ¿rdenes para el ejército
imperial que sitiaba á Marsella , sigue con qne ñeque prius á Gatlis
custodia ulta condiiione emitli potuit quam btnejicio renovad fhederis
quo uirinqiie captivi el anie alio» Ugo Máncala el Pelrtti Navar-
ras sine pretio dtmillelianlur,
(1) Elogia viroriim ele, lib. 6^|)Hg. 392.— Baeza, ibi.,p;!g. 1C5.
3vGooglc
"Óiú
B grosamciilu liccislcs vular por el aire el Caslel-novo do
«Nápotes, desoaria que tomásedes esta empresa como
B cosa que os ha dado mucha y reputación."
Habiéndole confesado Navarro que tenían razón ' ' tor-
B nó enlóncos á dacírmo, sigue Jovio, mire V. S. sí para
• eío hallará al^n propósito , que yo seré muy contento ;
• y así yo porque el avestruz no empolla los huevos echáu-
o dose encima como acostumbran las otras aves , sino mí-
>> rúndole de hito e:) hito con los potentes rayos de sus
o ojos, le figure dos avestruces, es á saber el macho y la
B hembra que miraban (ijamento los huevos, lanzando de
B los ojos unos rayos que daban encima de ellos con un
» mote que decía : DlVEHSA .\B ALUS VIRTüTE VALE-
B MUS: exprimiendo su único loor y pericia de la inven-
• cion de aquellas sus máquinas snbten'áDüas que con lu
■ violencia del fuego se igualan con el efecto de las fu-
B rías infernales (1)."
Esta empresa, concluye Jovío, que agradó mucho á
Navarro y que la aceptó. Nada mas cuenta acerca de su
residencia en Roma , ni de sí fué entonces por ventura
cuando mandó hacer su retrato para colocarle junto con
el üc los hombres mas señalados en la guerra, en la quinta
llamada Museo, que tenia á orillas del delicioso lago du
Tomo (2). Nada tampoco refiere de su salida de aquella
(1) Díafogo de las empreíoí mililares y amoroiai compuesto tn
lengua italiana por etilluslrex rfuercndíssimostñor Paulo Jovie, oAit-
po de Nacerá: ea el rual se tracta de las Devisas , armas , motes á
blasones de liaages con un ratonamienio á ese pnpotilo del magnifico
señor Ludovico Domeniqui, Todo nuevamente traducido en castellano
por Manso de Ulloa.~En León de Francia en cata de GuiHelma
fíoville, iSe^, pág.87.
(2) Pnil<^ A los EI<^¡os ele.
3vGooglc
54G
capilal; pero siendo corta ia dislahcia que la separa de
IVápoles, y debiendo. ser Buettos lo9 prisioneros, según el
tratadu , en los primeros quince dias de febrero ; como en
el verano del mismo año de 1526, ya olra vez estaba el
})clico30 Navarro en campaña , podemos suponer que pasó
la primavera con su amigo Paulo Jovio, y aleutándole
quizás contra el Emperador el Papa CLemcote Vil.
OGT&V& ÉPOCA..
Desde fl&«6 á I5SS.
Era demasiado opresivo asi al Rey como á la nación
francesa el tratado de Madrid para que fuera durable. Así
fué que habiendo pasado Francisco I el Vidasoa en 18 de
marzo y llegado de sus resultas libre á Dayona; desde el
siguiente día ya se mostró á tos embajadores del Empera-
dor que lo reclamaban , poco dispuesto á cumplir lo pac*
tado. Diariamente y sobre todo en secreto á los Principes
de Italia daba nuevos testimonios de ser esa su inteucion.
Todos estaban alarmados con el inmenso poder que para
desdicha acaso mas de la España que de nadie , habia al-
canzado el Emperador, y para conjurarle en Italia se
coligaron en 21 de mayo del mismo año el Papa, los ve*
iiccianos, el duque do Hilan y el Rey de Francia.
3vGooglc
547
Por esa liga á que. por ser cabeza -el Papa se le (lió el
nombre (le santa ; santítima y sagrada , se obligaron loa
confederados á quo , dado que e) Emperador no soltase
mediante un razonable rescate á -los bijos de Francisco 1.
(fuc se le habían dado en rehenes por su padre , y no res?
lituyese á Francisco Sforcía el ducado de Milán , no solo
le forzarían á ello' con un ejército de.treinta mil infantes.
dos mil y quinientos hombi-ea.-de armas y tres mil caba-r
líos lijeros con su competente vtíllcria y municiones,
sino que, arrojados que fueran los españoles del milaner
fiado invadiniánel reino de Nñpolea. Gonvioieron además
en que para salir mas airosos con su intento Clemen-
te VII aprontase seis galeras, qué puso ú cargo de Andrea
Doria, celebro marino de aquel tiempo; los. venécioDoa
catorce, que encomendaren .á Pablo Juslinlano, y el Dey
de Francia diez y siete, que confió á Ptulro. Navarro (I).
Envanecido esle con - mando tan superior y con ser al
mismo tiempo -el general y-cabeza de toda la armada cólíi
gada , habiendo salido de Marsella para- juntarse con los
otros jcfts, desembarcó y se apoderó en agosto de Savo-
iia en la costa de Genova, Reunifías allí todas las fuerzas
se dio á correr lascostas de'aquella república ,' estre-
chando, cuanto podía á su capital. Era sn empeño so-
meterla cuanto antes al influjo francés, aprovechando por
ima parte la dificultad de socorrerla en que se veian los
imperiales harta ocupados en lo demás de Italia, y prit
vandola por otra de las viluatlaa que h iban por mcur. Sus
esfuerzos sin embargo fueron inútiles. Al cabo de mucho
correr y continuando co su mismo empeño, aunque no tan
(I) Guicciardini. {¡b. t6 y 17.— Herrera, Comentarios ete.,
pág. 236.— Sandova! , lib 15, §. 2 y ;).— Daniel, lotn. 9, p%. 99<-
3vGooglc
548
en grande , con la noticia de que el Emperador prepara-
ba en Cartagena una numerosa armada , se recogieron . si-
guiendo el consejo do Navarro y con el 6n de combatirla
ó interceptaría á su tiempo, las galeras del Papa y Tene<
cíanas á Portonno, y las francesas á Savona.
Produjo esta determinación el efecto que ansiaba Na-
varro. Salió de Cartagena la armada en noviembre de
aquel año, compuesta según los mas moderados de treinta
y dos buques de guerra con cuatro mil infantes de desera-
barco, mondado todo por Carlos de Lannoy virey de Ñá-
peles, y el señor Hernando de Alarcon que con Francis-
co I había venido á España. Acometida por un recio tem-
poral á poco de BU salida , en vez de llegar á Genova,
perdidos dos buques y separados cinco, le fué forzoso en-
trar con el resto en la ensenada de San Florencio en Cór-
cega. Habiendo allí pasado seis dias , reponiéndose la gen-
te del mareo y demás incomodidades del viaje , volvió la
armada ¿ salir encaminándose á Genova; mas encontrán-
dose en Sestri de levante á la altura de Gapodimonte con
la enemiga , compuesta de diez y seis galeras francesas,
cinco venecianas y cinco de Doria, la alacÓ Navarro en
ocasión que lo fallaba el viento. Combatióse sin embargo
reciamente, y á pesar de la superioridad de la de los co-
ligados, no perdieron los imperiales mas que una ó dos
gateros y al capitán Sayavedra con cuatrocientos españo-
les, la mitad de ellos ahogados y el resto prisioneros (I).
1527.— Vuelto el orgulloso Navarro después delan es-
caso triunfo al apostadero de Savona , siguió desde él in-
(I) GuicciardÍDÍ. — Ubertus Polieln , Genuensium Hútoria ^W-
bro 13, pág. 728. — Joannis Geaesii Sepulveda, De retusgestit Ca-
roli V, lib. 6, Düm. 64, pdg. S06.— Bel cari ub , Rerum galfiearum
Commetttariut , lib. 19, pig. 583. — Sandoval , lib. \^, %. 7.
3vGooglc
340
quiclnnilo ó los gcnovescs. RempluzAito ullí por Rcnzo de
Oheri que mnndaba la armada francesa de velas cuadra-
dns, pasó con veinte galeras á Civila-vechia. llevando ni*
í,'una gcnle y efectos de loa dispuestos para la empresa de
Ñápeles. No debió ser larga su mimsion en aquel puerln
á doode llegó en 3 da diciembre (1) ; pues que en los pri'
meros quince días de febrero de i 527, se encontraba
otra vez en Savona , eslrccbando á los genoveses do mo-
do que eslabaa muy cerca de amotinarse y á perderse por
ventura la ciudad ^ si Navarro se apoderoba de las naves
que se esperaban de Sicilia con vituallas (2).
Su actividad y acaso el ansia de vengarse cuanto antes
en Genova do su desgracioda prisión, redoblaron en los
meses sucesivos. Llegado mayo, al ver los magistrados
de aquella ciudad el empeúo con que Navarro forlificabii
á Sayona y que el Rey de Francia siguiendo sus consejos
intentaba levantar allí otra Genova , que quitando ¿ la an*
tigua su comercio la arruinase , se decidieron i echarle
de aquella estación. Mientras ellos al intento se entendían
con el enviado del Emperador en su ciudad , y principal -
mente con Antonio de Lciva que en su nombre goberna-
ba las armas y el estado de Milán, los ministros del mis-
mo Emperador en Roma se esforzaban en apartar á Cle-
mente Vil de la liga con los franceses y venecianos. No
habiéndole escarmentado la entrada de D. Hugo de Mon-
eada en Roma con el ejército imperial en el año anterior,
ni el saco de la ciudad , ni su prisión ni la palabra que
para salir de ella prestó , pues que á todo era superior
su odio al Emperador, sucedió en 6 de mayo del síguicn*
(1) Gnicciardini y Belcaire , ibi.— Véase documento nilm. 39.
(2) Ibidein.
3vGooglc
350
Ve. el icrrible asalto y saco de la misma ciudad por el
ejército mandado por ol duque de Borbon y c! estreclm
encierro del mismo Papa en Sant'Ange|o , con todos los in-
cidetites que refieren los historiadores', y solo nos corres-
ponden en lo que se enlazan con nuestro Pedro Navarro [I }.
Pretextando Francisco 1 querer libertar á Clemente Vil
é impedir et absoluto -dominio del Emperador ea Italia,
además de unirse con et Rey de it^laterra , se estrechó
mas íntimamente con los venecianos. Concertáronse por el
tratado que 'en- aquel mismo mes de- mayo formaron , en
levantar sin perder- tiempo. y abastos iguales diez-miisui'
nos: que el Rey Francisco enviaría -diez mil franceses »
Italia á. cargo de Pedro Navarro; y que la República do
Vonecia y el duque de Müan aprontarían otros diez mil
italianos; nombriindo el Rey Francisco que tan activo »c
mostraba, general de toda su gente al mismo Odetto de
Foix, señor de Lautrcch, qae tan poco dichoso fuera en su
última campañti en Italia (2). -
Admitiendo Lautrech con repugnancia el cai^o que se
le confiaba, salió de la corte de Francia en el último día
lie junio. A mitad Ab julio llegó á Lcon y á primero de
agosto se encontró con parte de su ejército en el territo-
rio de Alejandria. Pedro Navarro que, dejadas las gale-
(1) Sobre el asalto y saco de Boma en 1527 )iay i)o6 pedazos iIp
cartas escritas de la misma ciudad y sacados del archivo de Siman-
cas ea la pág. 448 y siguientes del lomo 7 de la Colección de Db-
cumenios para la lüsloria. Pero nada hemos visto mas curioso que
el Dialogo entre Lacíancio j- un arcediano que es uno ile les mas
preciosos de Joan Váleles, escritor de. mocito mérito y poco conoci-
do , h pesar de la esmerada edición que de ellos se ha ejccubdo
ei) 4850. En ellos y por el anlor, ijue estaba bien enterado de lo su-
ccdiilo, se colocaQ ea sa lugar á Clemente Vil y á ('arlos V.
^2) GuicciardÍDi , lib. 18.— Herrera , Comcni arios , pAg. 3ii,
3vGooglc
551
ras , había saliilo antes que Laiitrech de Francia , haciú
días que desde Asli en donde se habia situado, talaba
aquel territorio. En una de sus correrías parece que pilsO
cerco al lugarcito de Gttili, guardado por una compañía de
italianos al servicio del Emperador, y que en otra se pro-
puso forzar al conde Bautista Lodron á levantar e) que ha'
bia puesto á Castelleto, defendido por dos compañías de
infantería y una de caballos franceses. No aparece cual
fué el resultado de estas tentativas, ni se descubre tam-
poco si Navarro acompañaba á Laulrech cuando los mil
españoles y alemanes que defendían la fortaleza del Busco
se la rindieron á discreción ¿ los diez días, y salieron uno.
á uno según la usanza militar con una vara en la ma-
no (1] ; resultando como cierto en medio de la poca clari-*
dad que se nota en los historiadores, que Navarro desde
entonces ya fuese á la cabeza de los seis mil gascones y
navarros que sacó de Francia ó con los diez mil franceses
estipulados con ios venecianos ó con la gente que llevó do
Savona , quedó incorporado con Lautrech y la suya (2),
Siendo entonces sus fuerzas muy superiores á las del
Emperador, determinaron ambos generales intentar la su-
misión de Genova: Anticipadamente y para facilitarla ha-
bia salido Andrea Doria de Marsella con .coloree galeras,
que cruzando con el mayor cuidado en sus aguas nada
permitían entrar en la ciudad. Aun en medio del hambre
que ya se sentía hubieran continuado defendiéndola Ador'
no y los partidarios de España que confiaban en ser socor-
ridos, si no hubiesen sido rechazados en una salida que
rjecularon por tierra. Forzados de sus resullas á capitular
(1) Jovio, lib. 23.~Guiccianlini , ibi. — Bdiariue, pág. I
(2) DaDÍct, ihi., |»Ag. 318.
3vGooglc
332
ftié restablecida la autoridad de los Fregosos biíju el líCi'ionVi
y dominación Francesn , y eotregado e) castillo ¿ Navnrro,
quo entró en él tan orgulloso como años antes había sali*
(lo abatido para au encierro de Núpolos (1).
Corta fué su residencia en él, pues que á los pocos días
partió con Lautrech también para apoderarse de Alejan-
dría. Aunque los mil y quinientos infantes que la guarne-
cian se habían desanimado al saber la rendición de los ei^
pañoles y alemanes que guarúeclán el Bo$co. cobraron
algún valor con el refuerzo de otros quinientos que por la*
colinas inmediatas pudo entrar en la ploxa AlbeKo Bel-
gioyoso. La defensa desde entonce ya fué mas brava y
gollorda, hasta que reforzados los sitiadores con la artille-
ría de los venecianos, y aplicando Navarro sus terribles
minas, se rindieron al fin los sitiados sin olra condición
que la de salvar sus personas y efectos (2).
Tan continua prosperidad en el ejército coligado in-
dujo al fin á Lautrech á dirigirse con él hacia Milán. Su
movimiento sin embargo solo fué simulado paro persuadir
á Antonio de Leiva de que le queriit cercar en aqucÜn
gran plaza , cuya guarnición era á la sazón escasa. Así fw
que, cuando mas derecho parecía que caminaba contr»
ella , volvió súbitamente contra Pavía en 3S de setiembre,
la combatió y estrechó de modo que . no pudiendo ser su-
corrida , se rindió á los cuatro dias. Como sí la desventu-
rada población hubiese sido causa de la derrota y prisivti
de Francisco I dos años antes , la saquearon los franceses
ansiosos de venganza con un horror que notan los hísto-
(1) Giiiceiardiiii, Uteritis FoUetir , Galcu/ius Cerprlla el Srpnltr-
(/n,|jb.8, núm. 6, píg. 247.
1^) Gniccitirdiní , Belcarins, ibi.
3vGooglc
553
nndüres: lievho lo cual se Iratú «nlro los ciipittines colí-
gaJos de si el ejército se dírigiria inmediatamente coiilra
Milán ó contra Roma á sacar al Papa de su prisión (1).
Variaban en eso asi la opinión como los intereses de
unos y otros. Los venecianos y el duque de Milán íneis-
tian en que estando aquella ciudad con pocas fuerzas im-
periales y muy falta do otros recursos, se la combatiera
y tomara ante todo. Lautrech por lo contrario , recelán-
dose de que si la rendición de Milán se lograba, el duque
y los venecianos le ayudarían con menos fer^'or , soslenia
que lo primero debia ser ir á Roma á dar libertad al Papa.
Ese decía que era el mayor deseo de los Reyes de Fran-
cia é Inglaterra y lo que principalmente le lialiía encarga'
do' Francisco I; por io cual, dejando á lo8 venecianos y
ai duque la conquista de Milán y su ducado, pasó en fS
do octubre el Pó por enfrente de Castel-San-Giovanni
con mil y quinientos suizos y otros tantos alemanes y seis
inil franceses y gascones ['2).
E] perspicaz Antonio de Leiva que vio partido el ejér-
cito francés, tuvo por fácil recuperar lo que por falta de
fuerzas no babia podido defender. Teniendo en poco á la
gente del duque y veneciana , y sabiendo que la impor-
tante fortaleza de Biatjragsa que guardaban , no estaba
bien abastecida, salió de Milán contra ella en 28 de oc-
tubre. Acompañábanle cuatro mil hombros y siete pie-
zas de arlilleria , y al segundo día de combate y cerco y»
habia caido en su poder. Preparábase para pasar el Tesi-
no y rcconquislar á Vigovano, Novara y otros puntos;
mas entendiendo que Navarro se le acercaba con fuei-zas
(1) GuicciarJini , Herrera, Daniel, pág. 320. — Jovio, lib. 2S.
(3) Guicciardini , Herrera y Dani?! , ibi. , pñg, 322.
Tomo XXV. 23
3vGooglc
muj; superioi'es ubandonó 3U conquisiB. Lautrcch así que
supo ta salida de Leíva contra Biugrassa habia ordenado
á Navarro que con sus gascones y los italianos retroce-
diera á socorrerla, y entrando en ella sin dificullad, la
entregó al duque Francisco Sforcia encalcándole que [lu-
siera, como io hizo, mayor' cuidado en fortifícarlo y pro-
veerla (i).
Lautrcch que , continuando con el designio de liber-
tar al Papa , habia ya entonces llegado á Plasencia , en vez
de seguir apresurado á Roma , se mantenia quieto con su
ejército en aquella ciudad y la de Parma. Dedujóse de su
inacción que tenia encargo de esperar el resultado de lo
que se negociaba entre el Emperador y el Papa . mas bien
que de obrar directamente eu favor de este. Sin embargo
ó lo creyó ó aparentó creerlo Clemente Vil, puesto que
cuando después de convenido con los ministros del Em-
perador en que saldría de su prisión en 9 de diciembre,
se burló de ellos escapándose la noche antes; su príraer
t-uidado fué al llegar á Orhieto dirigir un breve á Lau-
Irech , mostrándosele tan agradecido como si hubiese si-
do su libertador. Aceptóle Lautrcch dándose aires de tal,
y entregando primero Parma y Plasencia á los oficiales del
Papa , se fué con el ejército á Bolonia (3).
Veinte días se mantuvieron Lautrech , Navarro y los
suyos en aquella ciudad y sus ccrcanins, esperando que
el invierno se templase , para invadir el reino de Ñapóles,
según estaba convenido entre los coligados. Si á Navarro en
medio de lo que le dominaba bu vigorosa voluntad aun lo
quedaban alguna memoria y entendimiento, ¡qué rii~
(1] Gaicciardini, Herrera, ibi.
(2) Guiccianlioi , Herrera , Daniel etc.
3vGooglc
Ilexiones no debería sugerirle ta visto ¿e las muraUas «le
Bolonia y oun la misma ciudad , coDtra la cual díei y seia
unos antes se ñ-ustraron sus minas , sus proyectos y con-
sejos , y en la que la plebe y chuamíi pueril le ultrajó
cuando le vio prisionero y abatido , después de la jomada
lie Ravena {i ] I Entonces, y justamente en la misma esta-
ción del año, se le comenzó á torcer la suerte, que en
abril siguiente le abandonó en Ravena para no leTunlarse
ya mas. Subordinado ahora al mismo Odcltode Foix, señor
de Lautrech, que por casualidad se libertó entonces del.
soldado español que le había co»ido , en tanto que él no-
pudo librarse de los franceses en cuyo poder cayó; pelean-
do entonces por el impetuoso Julio II y la liga santisma
contra Luis XI! y los cismáticos de Pisa, y ahora por Cle-
mente V!I , Francisco I , la liga sagrada 6 santa y Enri-
que Vni de Inglaterra j declarado por Clemente defensor
de la fé, para ser luego el mas resuelto apoyo de Lutero;
aparece Navorro como un materialista práctico sin fe po-
lítica ni religiosa y viviendo sín esperanzas y al dia el dia.
¿Cómo si al cabo de tantas mudanzas derivadas de las que
acompañan á las armas, paró mientes, mientras estuvo
on Bolonia , en lo que en aquella ciudad le pasó , dejaría
iiiguna vez de pensar que si en 1512 se retiró de sus
puertas humillado y ahora había entrado orgulloso por
ellos , mas cerca estaba de la adversidad , como sucedió,
que no de la ventura de volver á verlas?
Suavizada algún tanto la estación y descansado el
ejército, Lautrech, llevando Navarro la vanguardia, se
encaminó en 9 de enero de 1528 á Nepotes por la Komii-
ño y la Marca. Clemente Vil y los ñorenfines que aim
(1) Véase la pág 2(4.
3vGooglc
35C
vejan el ejército imperial en Roma y le temían , se emper
liaban el primero en que los franceses pasaran por Sen»;
y los segundos eo que de todos modos se impidiera á ios
imperiales penetrar en Toscana. Como Laulrech, que te-
nia bien meditado su plan, no quiso desistir de su propó-
sito , siguiendo derechamente y por el camino mas corto
á Ñapóles, llegó en iO de febrero al rio Tranto en el con-
íiu de los estados napolitano y pontiQcío. Apenas conti-
nuando su movimiento llegó á Ascoli que ordenó á Pedro
Navarro que con su infantería fuese la vuelta de Aquila;
bastando solo el anuncio de su ida para que Terámo , Ju-
lionova y otros pueblos mas lejanos reconocieran su auto-
ridad. Somotiósele luego Aquila, siguiendo su ejemplo el
Abruzzo ; y acaso lodo el reino hiciera lo mismo, si el
njércilo imperial no acudiera á su defensa evacuando á
Boma en 17 del mismo febrero (1).
Forzó este movimiento á Lautrech á variar de direc-
ción y á tomar la de la Puglia por la marina. Aunque era
muy lai^o aquel camino , era el único también para poder
transportar la artillería y no carecer de mantenimientos,
que los pueblos sometidos aun antes de llegar á ellos, fa-
cilitaban dócilmente. En tanto que Lautrech teniendo ya
cerca á los imperiales se movió con lentitud. Navarro sin
dejar por eso de observarlos , corria con su infantería
todo el pais. Segundando con ella á Lautrech que en
el último dia de febrero llegó á la Serra y en 4 de marzo
á San Severo, entró Navarro en el primero de aquellos
días en Nocera , y en el segundo en Foggia tan á tiempo,
que los españoles que en vista de estos combinndos uio-
vimientoB se retiraban á Troya, Barleta y Maiifredoiiin,
(1) Guicciurdiiii , lib. 18.— Herrera, Comrniarios , p^g. WO,
3vGooglc
querían entrar por una puerla cuando él locaba á la olía.
Esla circunstancia y los reconocimientos que por sí
mismo había diariamente practicado Navarro le persua-
ilieroit de que el ejército imperial se habió situado en Tro-
ya y sus fuertes posiciones coa ánimo de defenderse en
ellas. Necesitábalas en verdad , porque con los vicios y
«lisipncion de Roma , con las enfermedades pestilencia-
les y con haberse enriquecido muchos con el saco y reti-
rádose á sus hogares, se hobia disminuido tanto como au-
tnentádose el enemigo que sus coligados hablan reforzado
sucesivamente. Apenas contaha el imperial con cinco mil
alemanes , otros tantos españoles y tres mil y quinientos
italianos, mandados todos por el Príncipe deOrange, mo-
zo todavía , pero que llevaba por segundo at Señor Her-
nando de Alarcon , por general de la infantería á D. Alonso
Dávalos , marqués del Vasto, primo del difunto marqués
de Pescara, de la caballería á D. Fernando de Gonzaga,
hijo del marqués de Mantua, por comisario general, ha-
biendo muerto el abadMe INájera , á Gerónimo Morón , y
por maestre de campo general al famoso Juan de Urbina,
por muchos motivos conocido de Navarro.
Lautrech, á quien Navarro al punto informó del núme-
ro y situación de los imperiales en Troya, se propuso
provocarlos á batalla , si la ocasión le favorecia. Les era
tan superior en fuerzas como que habiendo revistado su
ejército en el campo de San Severo le encontró com-
puesto de unos treinta mil hombres, después de habér-
sele allí mismo juntado el marqués de Saluzo con su gen-
te y la de los venecianos, y principalmente las bandas
negras de Florencia , que pasaban por la mejor infantería
que tuviera Italin. La caballería francesa era tan nume-
rosa como bella , habiéndosele unídu lambicn una banda
3vGooglc
558
[larliculur itel inglés Guerlindano , que Enrique VIII du
Inglaterra liahia enviado con ella al ejército (1).
Salió pues Laulrech de San Severo con el fio que se
había propuesto, y se {lié en 8 de marzo á Lucera. Allí,
según Jovio, Ge juntó con Pedro Navarro, y adelantándose
tres millas mas en el dia 12 se situaron á cinco de Troya.
Los imperiales que aun no la habían abandonado, si bien
ni dia siguiente aparecieron en batalla y sin artillería en
la fuerte colina en que está la ciudad, no se movieron de
tilla. Aunque lo deseaban , nada tampoco íntenlaroD Lbu-
trech y los suyos en aquel dia y en los siguientes. Con-
teotáronse con alojarse del otro lado de Troya hacia la
montaña , manteniéndose los imperiales de la parte de
acá hacia la playa que habían fortificado muy biea. Por
inaa que Lautrech en ese estado los provocara á batalla,
no hubo medio de que se precipitasen á ella y abandona-
ran la firmeza de su posición; pasándose mientras tan-
to los días en escaramuzas de una y otra parte , y en dar-
se alarmas de noche.
En el campo imperial sin embargo no faltaban muchos
oficíales y soldados pundonorosos que soportaban indigna-
dos las provocaciones de un general y de unos enemigos,
<|ue blasonaban de haber vencido en otras ocasiones. El
mismo Príncipe de Orangc , cabeza del ejército , era por
ventura de los que mas afrentados ae mostraban y mas
propendían á que se pelease ; y sin la prudencia de Juan
de Urbina y principalmente de Hernando de Alarcoa pro-
bablemente se habría empeñado algún 'combale de^ra-
ciado. Esos dos insignes capitanes tan prácticos y experi-
mentados en la guerra probaron al Príncipe y á los que le
(I) Jovio, lib. 25, cap. ISde la traduccioa.— Guicciardiui, ibi.
3vGooglc
359
«eguiau , que su triunFo era seguro manleniéndose firmes
en ta defensiva : que nada les conveoia (anlo como aguar-
dar los refuerzos que coa García Manrique les venían de
Ñapóles ; y que exponerse con ceguedad á la suerte y for-
tuna de una batalla no teniendo apenas artillería , era cosa
pel^prosisima : con lo cual calmados y convenidos todos,
viendo sobre todo el ¡dato que les hacia la enemiga, y
«provecbando la dtHuidad de la niebla , se retiraron de
Troya sin ser sentidos en la madrugada del 19 de marzo.
y llegando el 21 á Aríano , se fueron en seguida a Ña-
póles (1).
Lautrech , así que llegó á entender la retirada de los
imperiales . llamó sus capitanes á consejo. Propúsoles sí
seria mejor seguirlos ya que parecía que huían sin querer
venir á batalla , ó bíen sí no convendría mas , para estar
provistos de vituallas y sin riesgos á retaguardia, no dejar
atrás lugares de que no estuviesen seguros. Los capitanes
de caballería- casi todos opinaron por que con ella y sin
descenso se persiguiese á los que caminaban amedrenta-
dos y divididos en varios feacuadrones : que aun cuando
con su caballería revolviesen é hiciesen cara para pro*
teger la .retaguardia, la rechazarían fácilmente sus arca-
buceros, especialmente los de las bandas negras que eran
muy diestros y ligeros ;. y que por último se considerar»
que lo que además de suma gloría les doria infinita ganan-
cía, seria alcanzar a los ímpwiales y tomarles el bagaje en
que todavía llevaban cuanto habían saqueado en Roma.
Contra ese parecer cuentan que dijo Navarro que "si-
■ guicndo con empeño á los que se retiraban , se perde-
(I) JovioyBaezs, ibi,, cap. 17, 18 y 19. — GuiUcurdÍDÍ, íbi.
— Herrera , pág. 353 ele.
3vGooglc
5G0
■ i'ian dcáile luego cuantas venlajus tenían para Iiubcr con
■ facilidad vituallas: que no esperasen encontrarlas de
> modo al^no en los lugares por donde hubiesen pasado
> los imperiales que ihan robándolo todo: que se acordasen
> de que dejaban atrás Melphi , ciudad rica y fortificada y
> con buena guarnición ; de la que no se podia dudar que
• con sos frecuentes salidas les tomaría las vituallas y les
■ obstruiría el cam'no para llevarlas > que lo primero por
> lo tanto debía ser asaltar y ganar aquella ciudad y suje-
■ tar los pueblos de alrededor para no dejar nlrás enemí-
* o^s ' y <]uc d^ ^^3 modo y acrecentados con la fama de
■ que los pueblos de aquella tierra se les babian dado y
» rebeládose contra el Emperador , pasarían con toda se-
■ guridad á Nápoleg (i).
1528.— Adoptado por Lautrech este consejo, que aten-
dido el suceso que tuvo, fué moctal para el mismo Navarro,
Laulrech y todo su ejercito ; después de haberle alojado
en 22 de marzo en Leonessa sobre el rio de Ofanto, orde-
nó ó Navarro que con dos cañones, otros dicen cuatro, los
gascones y las biindas negras fuera sin dilación á comba-
tir á Melphi. Los imperiales, conociendo su importancia
habían dejado para defenderla á Sergíano Caracciolo su
Príncipe , con su banda de hombres de armas , dos com*
pañias de españoles y cuatro de italianos. Tan pronto como
Navarro llegó á ella , plantó su artillería é hizo una bre-
cha en la muralla ; por la cual á pesar de no ser de an-
chura suficiente, llenos de emulación los florentines y
gascones se apresuraron á entrar en la plaza. Aunque la
arremetida correspondió á la rivalidad que los movía , no
fué menor la resistencia que encontraron. Combatieron-
(1) J..vio,ibi.
3vGooglc
lus lie flanco los arcabuceros de la plaza y los recliDznron
4-on gran pérdida de los gascones y cerca de sesenta do
las bandas negras. También fueron rechazados en otro
nsatto que dieron por la tarde, hasta que reforzados por
la noche con arlílleriD que les envi¿ Lautrech. j abiertas
dos grandes brechas por la mañana, entraron por ellas
violentamente > y muertos casi lodos los españoles é ita-
lianos de la guarnición y muchos de los habitantes, que-
dó Navarro dueño de la ciudad , perdidos quinientos de
los suyos (i).
Tomada Melphi en 23 6 en 24 de marzo se fué Navar-
ro con cuatro mil infantes á combatir Rocca de Venosa.
A pesar de su gallarda defensa , la rindieron finalmente á
discreción los doscientos y oineuenla españoles que la de*
fendian, dando Navarro libertad á todos excepto á los ca*
pilones. También se le rindieron muchos lugares de la
Basilicnta y la Puglia aficionados de atrás á los franceses; .
concluido lo cual, juntándole de nuevo Navarro eon Lau-
trech , se encaminaron á Ñapóles, á donde los imperiales,
saqueadas Ñola, Capua , Ariano y sus territorios y lleván<
dose todos sus víveres, llegaron felizmente en número de
diez.mil infantes entre españoles y alemanes por haber
licenciado á casi todos los italianos (2).
Lautrech, que con su ejército loa seguia de cerca, se
presentó á nueve de abril ante los muros de aquella gran
ciudad. Alojóse personalmente en el magnífico palacio de
Plagio Real, edificado por Alonso II de Aragón y situado
á la salida de la ciudad y derecha del camino do Cipua.
(i) Jovio y Baña, lib. 25, cap. 19.— Gnicciardini, ibi. — BUt»'
ría riel marquis de Pticarn , lib, 9, cap, 3.
f2) Jovio y Bneza, ibi., cap. 20.-Gu¡cciardiiii ,lit. l8.-Soa-
rez de Aiarcon etc.
3vGooglc
3C2
Su campo le colocó en unos allos collados cultriéadots
con trincheras que se exleodian hasta el mar j rodeando
su cuartel de reparos y fuertes tan altos como admirables.
Todo fué obra de la inteligencia de Pedro Navarro, que
por su parte se situó en unos collados á la izquierda . de-
lante del monte de San Martin y arriba de la puerta de
San Genaro , ea la quinta de Juan Roso que fortiflcó gran-
demente (1).
Lo primero que , después de alojado el ejóreilo . con-
sultó Lautrech con sus capitanes fué sí deberia ó nn com-
batir desdo luego la ciudad con la artillería y tomarla por
fuerza. Propendían algunos y aun incitaban a eso. Decían
que teniendo ellos poca ínfanlería y los oercodos mucha
caballería lijara con que hacer largas y omliauas correrías
que les interceptasen las provisiones , creían que no po-
drían mantenerse largo tiempo en el cerco. Parecíales
también en vista de eso ser muy largo y tanto mas difícil
rendir la ciudad por hambre, cuanto que para impedir
que le entraran alimentos . eran pocas las ocho galeras de
^drea Doria con que Filipín su sobrino bloqueaba el
puerto, y tardaban en llegar las venecianas que anticipa-
damente babia solicitado Lautrech. Esa diGcultad todavía
decian que se aumentaba con haberse visto entrar cuatro
galeras cargadas de harina de Gaeta, y que cada dia en-
traban otros navios eon comestibles ; mas esa misma re-
flexión unida á la de que ni tas galeras ni el dinero de los
venecianos les llegaban ; que carecían igualmente del de
Francia ; que el ejército ya comenzaba á enfermar no tan-
to por erecto del aire que solo al fin del estío solía ser da-
ñoso como por haber llovido mucho y haber acampado á
(1) Jovig, ibi.
3vGooglc
SG3
menudo, junio con el valor de los sitiados y tas grandes
rortifícaciones de Ñapóles; inducian á otros á proponer
que se acantonaran las tropas en las ciudades y pueblos
inmediatos, y que asi permaneciesen hasta fin de setiem-
bre. En ese tiempo concluían , con que la guarnición con-
sumiría sus víveres; las gruesas partidas que corrían el
país, y las galeras de. Francia que correrían lo largo do
las costas , impedirían la entrada do convoyes suficientes
para avituallar la plaza al fin debilitada . y que la guarni<
uion con el hambre y pasados los grandes calores , ven-
dría á caer por sí misma en su poder (1).
Si se ha de creer á los escritores franceses, Lautrech
s« inclinaba bastante á este parecer, de que las refleiio*
nos de Navarro le apartaron enteramente. S^un cuentan
le representó que , estando bien informado de que en la
ciudad no hi^ia víveres para mas de dos meses y medio.
4emlría el virey Moneada qne capitular ánles de mediado
julio; siempre que el ejército acampado como estaba á
tiro de cañón . cerrase bien todas las avenidas por tierra
y la armada por su parle bloquease igualmente el puerto:
que DO recibiéndose apenas dinero de Francia, era muy
de lemer que los suizos y lansquenetes se desbandasen:
que no se debía contar demasiado con la constancia de los
aliados , mayormente cuando ya un ejército alemán vola-
ba a) soctHrro de los imperiales que estaban en el Milane-
sado: que en el espacio de cinco ó seis meses podían
acontecer tales cosas que frustrasen de todo punto la em-
presa ; y que teniéndose sobrada experiencia de lo inúti-
(I) Gnieciardini , Hb. <9.— Daniel, Hisfoire dt Franci. Fran-
fois I , pAg. 3*3.
3vGooglc
564
lea y falules que eran semejantes delenciones , el ejército
(Jebia cercar la plaza y embestirla desde luego (1).
Estas razones, que los mismos escritores poco inclina-
dos á Navarro califican de Tuertes, atrajeron á Lautrecb
que las comenzó á poner por obra. De sus resultas tar-
daron poco los sitiados en carecer no de trigo sino do pan,
porque todos los molinos estaban en poder de los sitiado*
res que dominaban en los ríos inmediatos. De esa faltn
eran los alemanes los que mas sufrían , " por no saber,
* dice Paulo Jovio que no andaba lejos , remediarse tan
■ ingeniosamente como los españoles é italianos con cier-
■ tos molinos de piedra que con la mano se traían al
■ derredor, y con los cuales molían muy bien el trigo,
■ aunque no mucho." Demás de eso escaseaba el vino
para loa mismos alemanes que ■ aborreciendo el beber
■ agua como co$a dañosa á las entraüas , con el deseo que
■ de él teniau , como si fuera deseo justo y santo , cata-
* ban con furia todas las bodegas de la ciudad ; de modo
■ que no teniendo respeto ni aun á la casa de Avales, que
» era del marqués del Vasto, arremetieron con ella y des-
* cubrieron , avisados de un obrero traidor , algunas ti-
■ najas de vino griego escondidas en la huerta en silos
■ hechos á mano; y acudiendo todo el ejército y bebien*
■ do unos y llevándolo otros en barriles y en ios . celadas
* acabaron en un momento lo qtie , si bebieran con ór*
* den, se creía que bastase para beber todos en algunos
. días (2)."
(1) Daniel jibi.
(3) Bseza, ibi., cap. 21.— JotÍqs, Ub. Su... aliquot Graei fini
4Mia, suiier horlum mana Jaetii icrehihus recóndita ex indicio infi-
tklis Jabri dttegerent , f acloque loliui exercllus eoneuriu, perpalan-
DglizecbyGoOglC
S65
Eli semejanle siluaeion temiendo el valeroso vircy
D, Hugo de Moneada y los demás cabos imperiales verso
todavía mas apurados, sí á las galeras con que Fílípin
Doria tan estrechamente los bloqueaba, se juntasen pa-*
saodo el Faro de Mesina las veinte venecianas que los si'
liadores aguardabaa , determinaron salir contra él y com*
batirle. A pesar de ser las fuerzas de Filipin tan supe-
riores y que ellos solo conliibaa con seisgoleras, cua*
tro fustas y algunos buques menores de los que entón*
ees llamaban fragatas, no por eso se arredraron. Airo"
jados como ellos mismos y confiando mas que en el nú-
mero de sus naves en su valor y en el de sus soldados,
acordaron ante todo entresacar como unos mil arcabuce-
ros de los mas afamados del ejército. Corrió con la elec-
ción Juan de Urbina que los escogió cusí lodos vizcaínos
y de los que habituados al mar de su país , no habia que
icmcr que se mareasen. La flor do ellos entró en la gn*
lera capitana con el vírey D. llu;;o y el marques del Vasto.
entrando otros no menos acreditados en las que ¡b»n el
condestable de Ñapóles Ascanio Cotona y otros muy es-
clarecidos caballeros y capitanes : siendo tal el ansia que
todos leoian de lanzarse ol mar , que hasta doscientos
alemanes con su caudillo Conrailino Glornio, por no pa-
recer menos valientes que los espafiotcs, se embarcaron
también en dos galeras (1).
Dispuesto todo , y gozosos todos como si tuvieran la
victoria en las manos, salieron del puerto de Posilipo cu
do galr.is el aquariis cuppis asporionde orj-iííme exhaurirtnl , quum
moíiice pareendú, ómnibus per aÜquot rlies luffcclura crederenlur.
¡nltrea atcüuM á Lotrtrkio é Gtnua Philippus Auria ele.
(I) JoTÍg y BaezB , lib. 96, cap. 23.— Guicciardiui, ibi. — Saii-
iloval, lib. t7, cap. 5.
3vGooglc
5GG
la larde del primero de majo (1). Desembarcados en la is-
la de Gapri á poco de Dmnnecer. después de almorzar
lai^o y con gran recreo lo que el virey les habla prepara-
do de antemano , se detuvieron con demasiada sorna i oír
el sermón de nn fídaigo portugués llamado Gonzalo Bar-
reto que hacia vida de ermitaño en aquellas asperezas.
Como en otro tiempo habia sido soldado , les recordó con
mucha extensión y fuego cuantas glorias y triunfos enton-
ces y por todas partes acompañaban á loa españoles. Les
presagió además la victoria, fundándose en tas rerelaciones
que en aquella misma noche les dijo que había tenido ; y
exortándolos con vehemencia á vengarse de los genoveses
por la crueldad que usaban con los prisioneros españo-
les , poniéndolos á remar en sus galeras cúmo si Tueran
esclavos, los despidió con copia de bendiciones (3).
Mientras que el virey y su gente desperdiciaban en eso
un tiempo que debieron aprovechar para sorprender á Do-
ria , tuvo este lugar para disponerse á recibirlos. O por-
que un napolitano poco afecto ó los españoles, embar-
cándose secretamente en Ñápeles , fué mientras el ser-
món , á informarle de la expedición , tí porque desde sus
galeras descubrieron á las imperiales, que con gran luci-
miento y muchas banderas desplegadas salieron de la isla,
para cuando estas , tros horas untes de anochecer, se eii-
(() GiauDoas en el lib. 31, cap. k, pi§. 567 de sa hlcria eivi-
It etc. dice que pariironno II prima di di Giiigno de Possilipo etc.;
pero parece eq ai vocación, segua se deduce del partu de la batallii
((Qe en 3 de mayo di6 al Emperudur el seSor Alárcon, como se
dice en el lib. ti de sus Comentwioi , phg. 359.
(2) Jovioy Baeza, ibí. , cap. 9S.— Guicciardini, lib. 19... d»-e
Don Ugo con gi-anditsimo prtgiuditio di quetim auall* pmrde lempo
á audire un Hmniío ipagnuoie, ehe tontioMnido aceendeia gli anim
á eomhalere etc.
3vGoog[c
SC7
coiitraron con las suyas en las nguas de Amnlfi , ya él se
)u)bia reforzado con trescientos ó cuatrocientos arcabucc'
ros y un capitán gascón que pidió áLautrech y le envió.
Trabada en s^nida una muy recia batalla (1 ) , los españo-.
les que según su habitual costumbre ansiaban por llegar al
abordaje perdieron mucha gente. Heríanlos los genoveses
desde las Cofas y masteleros de sus naves, y en vez de la
victoria que al primer encuentro ya casi contaban, se vie-
ron por lo contrario vencidos. Perdieron cuatro galeras,
dos idas ¿ fondo y otros dos presas; murieron entre aho-
godos y á cuchillo ademis de setecientos soldados viejos,
el virey Moneada , el siciliano Don Pedro de Cardona, que
poco antes y por unos amores había dado muerte en Milán
á los dos Valpergas, D. Luis de Guzman, que pasaba por
el mayor y mas dulce músico de vihuela de su tiempo, el
vizcaíno Martin de Oya. Zambron y otros capitanes señala-
dos , quedando prisioneros con algunos mas que también
lo eran , el marqués del Vasto Ascanio Colona y Francis-
co de Icart, comitre de ana galera y hermano del famoso
defensor de Brescia. á quien "una pelota de la artillería
■ gruesa enemiga llevó peleando en aquel combate toda
• la pulpa de nn muslo desde lo bajo de la nalga , y sin
> que aunque el golpe fuese horrible no mortal ,- por ser
• hombre .de machas carnes (2)"
Del suceso de ' tan tet-rible batalla presenciada por
(1) Véanse Im pormenores de este eombale naval y loi cansus
He haberse perdido por loa eepaüolea en las piginas i9& y KÍgnien-
ICB del tamo 9i de esta Coteccioi», y opee ia I mente en la pigina 502
la caria de Miguel de Aguorreta , criado de D. Hago de Honcadn,
á Cirios V.
|S] Jovio yBaeza, ihi. , cap. 23, 2f y 2o.- SanduTal, lib. 17,
§.6.
3vGooglc
3G8
Paulo Jovio ilesde la isla ile Ischia , concibieron los fran*
ceses grandísimas esperanzas de tomar en breve á Ñapó-
les. Los imperiales sin embargo aunque con ia derrota
iban á verse mas estrocbados por la mar, y mas expuestos
por lo tanto á carecer de víveres, no por eso se abatie-
ron. En medio de tos muchos y muy valientes capitanes
y soldados que habian perdido , todavía les quedaban otros
y otros, de ánimo tan esforzado que al paso que en el dia
siguiente á tal desastre y para sufrir menos escaseces
echaron de la ciudad todas las bocas ini'itiles « Iratisjaron
en los sucesivos sin descansar en procurarse con repeti-
das y vigorosas salidas y estratajemas carnes, legumbres
y vino, pues que de trigo no carecían. En cuanto & ese ar-
ticulo eran mucho mayores las privaciones y miserias en
el campo francés. Llegó hasta fallarle el agua; y como
\m cercados eran superiores etl caballería ligera no solo
les servia para introducirlo que necesitaban sino para in-
terceptar muy á menudo los víveres que iban á los ene-
migos (1).
Con esas privaciones, con las enfermedades consi-
guientes á la estación y con las pérdidas que tenían en las
escaramuzas , menguaba de día en dia la gente francesa.
Lautrech en medio de eso á nada se movia. Confiado siem-
pre en que los cercados se le habían de rendir por ham-
bre, y esperando que los alemanes á quienes alhagabn.
se amotinarian por la falta de pagas , permanecía en la
mas desastrosa irresolución. En los cercados por lo con-
trarío lodo era actividad y denuedo. Meses hacia que NVc
poles estaba rodeada , y no obstante haberse presentatlo
las galeras venecianas en sus aguas en 20 de junio, peu-
(I) GuiecUrilini, ¡bi.
3vGooglc
569
saban los sitiados tan poco en rendirse , que saliendo un
dia los astutos y líjeros españoles por la puerta del .Car-
men , cogieron los caballos de Mr. de Lautrech que sus
pajes y mozos llevaban á beber (1).
Pedro Navarro que corría con las fortiflcaciones . no
podiendo soportar esa afrenta . dió principio á una trin-
chera que en su recinto abrazase una casa situada entre
P<^gio R^al y la caballeriza del Rey. Creyó que fortiG-
cando aquel lugar y poniendo buena guardia en él , impe*
diría la repetición de semejantes arrojos ; mas los capila-
Des españoles que se apercibieron de su obra trataron des-
de luego de impedírsela. Dispuesto un valeroso escuadrón,
cuyo jefe era Juan de Urbína, y en el que iban los cepita-
nes Ripalta, Barragan y Barreda con sus excelentes com-
pañías, se salieron de la plaza un dia á la hora en que
mayor calor hacia y á tiempo en que Navarro metido en
una tienda que le resguardaba del sol , entendia en acabar
su obra. Gomo que á la sagacidad y experiencia militar de
Navarro no se ocultaba el arrojo de sus enemigos, y que
podían dar de repente sobre él , tenía guardado su puesto
con hastonte gente : por lo cual trabándose una re&ida
batalla asi que ll^ó Juan de Urbína con la suya , y acu-
diendo en socorro de Navarro entre otros muchos solda-
dos los lijerisimos arcabuceros de las bandas florentinos,
tuvo Urbina que retirarse dejando á su antiguo camarada
y paisano en posesión de su casa y de su obra tan valien-
temente defendida (3).
Hay quien atribuye esla retirada de Juan de Urbina al
estrago que en su gente causaba la artillería de los gas-
<1) Jovio y Baeza, lib. 26, cb|). i.*
(8) Ibidcm, cap. 3.*
Tono XÍV. 24
3vGooglc
370
cones disparada desde lo mas alio de su alojamienlo ha-
cia la puerta de San Genaro. Dicen otros que se reUi».
porque habiendo seguido incautamente un grueso detla-
camenlo de gastadores , que enviado por Navarro contra
él fingió ponerse en fuga , cayó en una emboscada y per-
dió mas de cien hombres entre muertos y heridos (1). De
la astucia y vigor de Navarro lodo eso y mas puede creer-
se ; las habia sin embargo con sus antiguos camaradas y
paisanos que en nada le eran inferiores. Sucedió por lo
tanto que firmes en el propósito de destruir la Irinchera,
y observando que ó por negligencia, ó por falta de gasta*
dores ó por otra rozón cualquiera no estaba concluida to-
davía: persuadidos de que podrian acometer y acabar de
noche lo que Urbina no habla podido concluir de dia. lo
pusieron resueltamente por obra, aunque sin fortuna.
£1 jefe y cabeza de tan arrojada empresa fué él capi-
tán Juan de Almeida , tomando por compañeros á los de
su clase Cornejo y Sancho de Vargas ; y siguiendo todos
el ejemplo do lo que en ocasiones semejantes practicaron
los marqueses de Pescara y del Vasto , ordenaron que úi-
tes de salir de la ciudad se pusiera toda su gente la cami*
sa sobre las armas t á fin de espantar al enemigo y de re-
conocerse entre sí en medio de ta oscuridad (2). Salieron
luego con gran silencio, y andando á buen paso lardaron
poco en llegar á la casa y trinchera que levantaba Navar-
ro. Acometiéronlas eon gran denuedo , pero se encontra-
ron con que los que les guardaban estaban mas apercibi-
dos de lo que habían pensado. Al ruido de tos españoles
^^) GaiccisrdiDi, tib 19.
(2) Véase en el lib. 3, cap. 8 de la Hütoria del marqués de
Pescara, la encamisada que salieodo de Ulan, dii en Etebecca al
famwo caballero Baysrd.
3vGooglc
374
acudieron con proolitud y se mantuvieron valientemenla
en Is trinchera los gascones, los suizos y los florentínes.
Bn vano fué que aquellos pugnasen por subir á ella, por-
que rechazados al íin y cayendo muerto en el foso de ona
estocada por la boca el valeroso Juan de Almeiila , sus
compañeros Cornejo y Vargas se retiraron con tal desor-
den que aun á sus mismos heridos abandonaron (1).
' Pero estas ventajas que Navarro alcanzaba sobre los
sitiados eran nada comparadas con las enrermeJades que
ya cundían en ei campo francés , y sin contenerse en los
soldados hablan acometido á los primeros cabos del ejér-
cito. Atribuyéronlas algunos á las frutas, y otros á que,
habiendo roto, para privar de agua á los sitiados, las ca-
ñerías que la llevaban á Ñápeles, se habia esparcido y es<
tancado en tos campos , é inficionado por consecuencia el
aire. También hubo quienes, como en casos semejantes se
ha oído aun en nuestros dias, creyeron que algunos "tni-
> quisimos y malvados soldados asi españoles de linaje de
> nioi-os como alemanes de la secta de los judíos, habian
> en casi todos los pozos y cisternas inmediatas al campo
• francés echado jugo de yerbas ponzoñosas y mucha si-
> miente de lino y ahechaduras de trigo podrido, dequo
■ procedía que á los que allí bebían se les hinchaban loa
• vientres y las piernas, y hnbian comenzado bus caras á
» enflaquecerse y á tomar una color tan amarilla que ape-
*. ñas los soldados mas amigos se conocían entre sí (3)." '
Esas enfermedades lentos y pipst i lene rales crecieron
(1) Jovio y Baezi), ibi., cap. 4.
(2) Jovio vBaeza, tbi., cap. 6.— Guicciardini, '\\ñ.^Si aggiunte
aurora la peilf , ilice Giannone con reparable credulidad , ¡¡taeirnta
arl campo per alcuni iiiftni man^ati tludiotamfitlt ita Napali nett
esereilo ele.
3vGooglc
372
prodigioaamente desde el 15 de julio al 5 de agosto. Los
soldados franceses ó por do aprovecharles las medicinas
ó por no haberlas y carecer de otros auxilios, se morían
de hambre y sed por todas partes. Por todo el campo do
se veian sído moertos y sepulturas junte á las trinche-
ras ; no habiendo ya casi quien pudiera entrar de guardia
y mucho menos estar de centinela. El ejército, dice ua
escritor francés, había de tal modo menguado que de vein-
te y cinco mil infantes que habían ido á Ñapóles oo se
contaban á Gn de julio cuatro mil en estado de combatir,
y de ochocientos hombres de armas acaso no quedaban
ciento (ij. Los capitanes por enfermos los unos y por pre-
caución los otros habían alcanzado licencia é ídose á bus-
car aire mas sano en las ciudades y castillos inmediatos.
Con Lautrech en fin acometido también de la enferme-
dad, no habían quedado sino Navarro, el marqués de Sa-
tuzzes, Camilo Trivulci , Guido Rangon y algunos hombres
de ropa larga , que mas ó menos adolecían de ella (2).
A vista de tanto estrago y mortandad puede decirse
que Pedro Navarro por la primera vez dio entrada en su
impávido corazón al miedo. Temeroso de la ruina que
iba á venir y profundamente penetrado de ella , perdió
según atestigua su amigo Paulo Jovio todo el antiguo vi-
gor de su invencible y valeroso ánimo tanto que> cuando
le [n«guntaban algo parecía que no sabia responder y
cuando respondía se creia que desvariaba (5). Si así fué,
{^) Daniel, Fnuifoh /, pág, 34?.-GuicciardÍDÍ, lib.(9. j4 diu
de agosto no erano net campo franrest parr. tenlo cttvallL
(2) JoTÍo¡, Baeza y Gaicciardini , ibi. Era malalo Navarre, Vat-
deoumte, Camillo da Trivulei... Lautreek era rieaduto, ammatali
tutti gU oratori , lutii i tegrttariiel lutti gli huomiiU di canto.
(3) Jovio , lib. 26. Hiiloriarum Caterum in Aavarrum vttertat
3vGooglc
37S
y no es por cierlo inverosímil , te sobraban en realidad
moUvoB para ese trastorno y decaimiento en la angustia-
da y casi desesperada situación en que se encontraba.
Aun en el caso de salvarse de la venganza de sus compa-
triotas que ya sabia cuanto le odiaban , iba h quedar no
menos aborrecido y desacreditado en su pais adoptivo.
Habiendo sido quien principalmente dirigió á Lautrech y
ordenó todo lo obrado en el cerco de Ñápeles ¿cómo po-
día ocultársele que ya fuera por lisonjear el oi^llo na-
cional ó por disculpar la desacertada ambición de Fran-
cisco I, se le habían de imputar todos los males que ha-
bían sobrevenido? jPues qué no tenia el repetido ejemplo
de lo que son los cortesanos y los padres y parientes de
las víctimas, en lo que le bahía sucedido en Espaba des-
pués de loa desastres de ios Gerbes y Ravena , á pesar de
los muchos defensores con qué contaba en ella 7
A tan enormes desdichas en e! campo francés , cuan-
do vencidos los imperiales en Amalfi y rechazados en las
salidas de la plaza, se esperaba su pronta rendición,
acompafiaron otros apuros. El célebre Andrea Doria, á
quien su sobrino Filipin presentó los prisioneros tomados
en Amalfi , ó por persuasión del marqués del Vasto y Fran-
cisco de Icart que iban entre ellos , ó por estar descon-
tento del Rey de Francia que le trataba mal y no le pa-
gaba bien, abandonó su servicio y se fué al del Empera-
dor. Otros y con mayor fundamento han dado por causa
de ese abandono el ardiente deseo que tenia de dar la
libertad i Genova su patria , vejada por los unos y los
üifrtuíi et ejjieaeis tpirilus iiigorem muítiplicata militum /uñera..,,
ftrme lolum üUeraia tic ut pnpemulum mutiari inltrrogatui aui
TtspoMÍeni deliran.
3vGodglc
Í74
otros y la seguridad que el Emperador le babia ofrecido
de ayudarle (1). De ahí, y fuera la que quisiera la causa,
resultó, que do solo dejaran sus gateras de bloquear á
iVápoles desde 4 de julio, sino que uniéndose á las ímpe-
riflles concurrieran con ellas á cuantos desembarcos loa
sitiados ya convertidos verdaderamente en sitiadores prao-
licabnn en las costas inmediatas, al mismo tiempo que
menudeaban las salidas de la plaza. Todo en ella abunda-
ba con la libertad del mar, y la comodidad y las espe-
ranzas de sus habitantes y defensores aumentaban natu-
ralmente tanto como menguaban las de Lautrech , que
no pudiendo sobreponerse á tnnla adversidad de su gen-
te, y agravándosele la enfermedad falleció á 15 de a^slo
en el campo que eligió al principio: lamentando según
algunos la negligencia de su Rey que le habia comprome-
tido en aquella empresa y la infidelidad de sus aliados (2).
Muerto Lautrech parece que, do habiendo ningún ca-
pitán autorizado suficientemente para mandar por si mis-
mo, lo ejecutaban todos los del ejército, juntándose en
en consejos á ordenar el remedio de que tanto necesita-
Iian (5). Refieren otros escritores que Lautrech al morir
dejó el mando superior al marqués de Saluzzo ó Saluzzes
; á Pedro Navarro (4) ; no faltando quien diga que por la
indisposición de los demás capitanes principales, recayó
(1] JotÍo y Biteza, lib. 2C, cap. 38, S9 etc. — Ginés de S«púlTe-
da , lib. 8, núm. 29.— Sandoval y Bobertson , Historia de Carlos f,
lib. 5.
(9) iovio y Baeza, lib. S6, cap. ii, dicen que Lautrech mnríA
en 12 de agosto, GinimoDeeo 15 y Gnicciardini en la nocbedel 15
viniendo el 16.
(3) JoTÍo y Baeza , ¡bi.
{k) Sepúlveda, ibi. , nditi. 38... ^ moriemí ioiperii tummam
Sulttiiarum Marthioni W Peiro Navarro tradidil.
3vGooglc
375
únicamente en el marqués, á quien representan poco ca>
paz parA semejante cargo (i). Los imperiales que en
medio de eso no ignoraban ni ta muerte de Lautrach. ni
la pestilencia y miseria que reinaban en el campo fran-
cés , 00 quisieron de modo alguno acometerle. Creyendo
prudentemente que lo mejor era destruirle sin correr ries-
go ni peligro alguno, convinieron en que D. Fernando
Gohzaga con la caballería que gobernaba saliese á fatigar
al enemigo con alarmas é interceptarle los víveres. Para
ejecutarlo con- mayor rapidez y esfuerzo montó Gonzaga
algunos arcabuceros en rocines , é .interpolándolos con la
demás caballería se dio á correr con ella al derredor del
ejército enemigo. Llamándijle de continuo á batalla y de-
sasosegándole otras veces con sus trompetas, cuando
mas persuadido estaba de que nadie se movía, supo por
sus esp'as que una gruesa partida de caballería francesa
había salido del campo y se dirigía á Ñola. Poniéndolo sin
detención en noticia del virey- Príncipe de Orange y to-
mando ambos alguna gente mas, partieron acelerada-
mente contra ella. Alcanzáronla á medio camino y la
rompieron: y muertos ó dispersos cuantos la componían,
y en lo demás bien desbalíjados , regresaron los vencedo-
res á Ñápeles con gran presa y no sin brevedad (2).
Este desastre al cabo de tantos otros desanimó del
todo á tos capitanes franceses. Intimamente persuadidos
de que ya no podían esperar ningún buen suceso de su
empresa, se determinaron á ejecutar lo que Lautrech
había constantemente resistido á pesar de ser muchos los
que se lo aconsejaban. Besolvieron levantar el sitio y re-
tí) Gnicciardini , ibi.— Herrera , pág. 358.— Rolierlson, ibi.
(3) JoTÍo y Baeu , ibi.
3vGooglc
37G
tirarse á Aversa como á tres leguas de Ñápeles y al inten-
to comenzaron por repartir su gente en tres eicuadronet,
según entonces se llamaban , dando á cada uno para su
defensa tros falconetes é igual porción de caballería. Con-
fiados luego el escuHdron de vanguardia al marqués de
Saliizzo, el de batalla ó centro á Pedro Navarro y el de re-
taguardia á Camilo Trivutci y Á Mr. de Lapatisse, todo
híen ordenado , se salieron del campo en la noche del 29
al 30 de agosto sin sonar trompeta ni tambor, dejaodo
abandonada toda la artillería gruesa y todo el bagaje pe-
sado (1).
Por acaso en aquel mismo día 29, avisados los capi-
tanes imperiales de que en l^s trincheras francesas se ob-
servaba poca y flaca guardia , se habian juntado en con-
sejo y acordado combatirlas al siguiente. Con ese objeto
encargaron á Juan de Urbina de qne tomando los espa-
ñoles y cuatro banderas mas de alemanes, se dírígíera
contra los gascones , y que el Principe de Orange y GoD*
zaga con el resto de la gente y la artillería se encami-
nasen contra lo demás del campo. Preparado todo cual
convenia, solo se esperaba para acometer que seresase
una recia tormenta de truenos y aguas que había ocul-
tado á tos imperiales la partida de los franceses, cuando
cesando el agua vinieron á decirles que aquellos habían de-
campado y caminaban la vuelta de Aversa : lo cual oído,
partió tras ellos casi toda la caballería , aguijando tanto
mas cuanto mayor era su esperanza de buena presa (2).
(1) Jovio yBaeza, lib. 96, cap. 13.— Gmcciardini. )tb. 19.—
Sandoval, lib. 17, §. 5.— Dormer, Annalet de Aragón, lib. 8, ca-
pitulo V6. — Daniel, pAg. 352, SegDH el dacnmeato núm. 40 le-
TanlaroD el sitio en S8 de agosto.
(8) Jovio y Baeza , ibi. .
3vGooglc
377
Habían los franceses ordeDodo su msrcbíi de modo que
& so arcabucería colocada á ta retaguardia , la acompatka-
ban y sostenían parle de la banda negra de los fiorentinea
j parte de otra banda que por el color de su bandera llo'
maban la banda blanca. Aunque unos y oíros suelentaron
Talerosamenle la primera furia de la caballería imperial,
arremetidos por esta con nuevo furor entre que descarga*
ban y volvían á cargar sus arcabucea, no la pudieron re-
sistir y se desordenaron complelaniente. Al ver el escua*
dron de batalla derrotada de ese modo la retaguardia se
levantó al punto grande alboroto en ¿I , pidiendo en vano
socorro al de vanguardia que á gran priesa caminaba ade-
lante. Sola entonces ta batalla, fué á su vez rota' por la
misma caballería que. encontrándose con gentes enfer-
mas que ni podían bajar las picas ni desenvainar las espa-
das . dejaba fácilmente las vidas á los que bincados de
rodillas se la pedían , contentándose únicamente con la
presa ; en cuyo tiempo Pedro Navarro que como estaba
•enfermo iba mnchot ratos en Hiera , habiendo entonces,
por aguijar mas . cabalgado en una pequeña muln, como
anduviese buscando alguna vereda traviesa fita preso por
la caballeria albanesa y llevado á Ñapóles (1).
Mientras que el marqués de Saluzzo que con la van-
guardia babia llegado salvo á Aversa . se sometía estre-
chado por los imperiales en ella á una capitulación tan
inevitable como vergonzosa (2) , no babiendo nadie que
(1) Jovio,VA.W.—flfavarrutii>seqtHUtierat tegérleetiem km*
per t^heéatur el lum fetlitianái cauta humiUn mulam aseenáeral,
etliquot vita Iramiies quterens ai Epirotit Griteüque eqmlibus m-
tereepiiu ett, Neapoiimque peráuettu.^Batt», ibi. , csp. ISy 1i.
— ^aicciardini, lib. 19.
(9) Redaelase i abandoaar los franceses por si y sos alisdo* l«a
3vGooglc
378
guardase ó üerendiese el campo y alojamiento de los fran-
ceses delante de Nepotes, fueroo saqueados per el pueblo.
Cuantos atraídos por ese cebo ó llevados de su curiosidad
los visitaron , se sorprendieron de tantas armas y artillería
gruesa como encontraron abandonadas, de los muchos
soldados que aun estaban tendidos por el suelo y prontos
á espirar ; y de las tiendas de campaña tan principales en
que había yerba nacida , y eran como un testimonio de lo
que los sitiados habían padecido. Admiraron también, y
acaso mas que ninguna otra cosa . la acertada disposición
del campamento. Asi por sn buena situación como por
lo diestramente fortíTicado que estaba. " Yo le tí, excU-
■ ma Paulo Jovio , y era de forma tan admirable que mti-
■ chos capitanes del Emperador confesaban que nunca en
» nuestra edad se habia ninguno alojado mejor, ni inas
• prudente ni sagazmente ; y decian que gran parte de
• aquella orden habia salido del ingenio de Pedro de Na-
« varroíl)."
Tales elogios con todo acaso agravaban-mas que atenaa-
«enecianos do solo la ciudad de Averm bí no lodo el reino de Ñipo-
Íes. Lostjuede entre ellos hubiesen ria quedar libres, habinn He
entregar todas sus banderas, armas, arlillerta, caballos y bagaje,
conten lándosB como por gracia con qae se les dejñni 6 diese i tas
personas de mas calidad alguna inula,>Focin 6 bestia cualquiera con
que pudieran rolver ■ Francia , obligándose los italianos i no serrir
durante seis meses contra el Emperador. Sin embarga, no acabaron
con eso las desgracias de aqiie) ejército que tan orgulloso y persua-
dido de conquistar el rcinn de Ñipóles hnbia entrado con Lantrecb
en él ; porque casi todos los que se salvaron con la capitulación,
fueron robados y muertos por loa paisanos, siendo muy pocos loe
«lUe llegaron tivos á Etoma.—^o vio, íbi.— &'n/j </e StpúlveHa, li-
bro 8, núm. ii,—Guiceiardiai , ibí.— Herrera , ComMfanW «lo., pi-
gioa 3!t8, y Daniel , Htitoirc de France ele, pilg. 3$3.
(\) lovio y Baeza, lib. 26, cap. 15. Erat cafarm» etuirorum tiiu
3vGooglc
379
ban la desdichada situación de aquel anciano enrermo y
Iiriúonero. Llevado á Nópoles y puesto en la casa del ca-
pitán de albaneses Socallo , que fué su aprensor y obtuvo
en premio un caslillo en tierra de Olranto, acudió muy
pronto á verle, aunque andaba muy valetudinario, el se-
ñor Hernando de Alarcon , so antiguo compañero. Encon-
tróle postrado en una cama, y tan mal parado que según
Jovto cuarenta días le dijo que hacia estaba con calen-
tura; y sin embargo no quiso Navarro aceptar el hospe-
daje que Alarcon con tanta humanidad y amor le ofrecía
en BU casa, y preGrió quedar en la de sn aprensor (t);
mas nos consta por testimonios de la mayor fé y de per-
sona que presenciaba de cerca loa sucesos, que aun*
que Navarro con el buen trato que turo en la posoda del
marqués Atarcon tuvo alguna mejoría , estaban asi él co-
mo todos los demás prisioneros franceses tan desespera*
flos con lo que les habia sucedido, que se recelaba que mu<
riesen de rabia y congoja : que se temia mucho algunos
dias después por su vida ¡ y que aunque á petición suya se
le habia trasladado á Gastel-novo , de cuyo castillo , como
ya referimos, habia salido dos años antes, le pesó cuando
vio que le Uevoban, por estar persuadido de que iba á
acabar allí sus días (2).
Era á la sazón castellano de Gastel-novo aquel D. Luís
de Icorl que tan denodadamente bobia resistido tos asal-
tos de Navarro en Brescia. Gomo todos los hombres de
muniltMeque memorabitU, el prorsus tkali vidimus itupenda, tU
ut plaríque Catarianorum Ducum nusquam periliut et aeturalíat A
ijaoquam kae álate caitramelatum fuiíse falereMur el maghoM
partent ejuí disciplina & Navarri ingenio prifeetitm dUerent,
(1) Jovio y Baeía, íbi, cap. 36.
(3) V. DocnmenUí nAm. i4.
3vGooglc
380
grande ánimo era generoso con loa vencidos , y debía ds-
turalmeote respetar una desgracia á que se encontraba
muy expuesto en su azarosa carrera. En lugar de íoaullar
■ Navarro , como los soldados españoles dice Jorio que lo
hacían , dándole en cara con que do$ veces habia sido trai-
dor pasándote á los franceses, y dos veces preso entre
ellos, le acogió benigDameQle usando de la mayor urba-
nidad y cortesía con él. Acomodóle desde luego un buen
alojamiento , y atendiendo con generosa previsión á que
el invierno se acercaba le mandó preparar una chimenea
á la que pudiera calentarse. No hubo miramiento que no
tuviera con aquel infeliz anciano y enfermo . llevando su
compasión hasta el extremo de que habiendo llegado á
Ñápeles la orden de Carlos V para premiar á loa que le
habían servido bien en aquella guerra y cortar la cabeza
á loa del bando anjoino ó francés que le hubieren deaer-
vido; como la misma pena se hubiese de aplicar á Navar-
ro por haber sido líos veces rebelde y dos vetes cogido:
Icart ó porque no muriera á manos del verdugo en aquel
castillo, quien con tanta gloria le habia en otro tiempo ga-
nado, ó por respeto á sus famosas hazañas en África, se
cuenta que haciendo detener al verdugo algún tanto y que
la ejecución se dilatase, dio con eso lugar á que Navarro
que ya estaba muriéndose de enfermedad, muriese natu-
ralmente de alli á poco y de sus retultat (1).
No fallaren sin embarco algunos que, según el mis-
mo Jovio que así siente de la muerte de Navarro, cre-
yeran que Icart , al ver que por viejo y enferaio no podía
vivir , toleró para evitarle la mengua de ser ajusticiado,
que le sofocasen oprimiéndole á fuerza de mantas y co-
(I) Jovio eo el elogio de Navarro eo e) lib. 6 de U» Elogios.
3vGooglc
581
bertoreB ó bien enLr« los colchones de su cnma (J). Aun
esto lo atribuyó Brantome á orden del Emperador, apo*
yándose en el dicho de olgunos veteranos españoles que
alcanzaron á NaTarro, y te mostraban, cuando estando en
Ñapóles fué á ver el Castel-nuoro , el lugar de su prisión
y de su muerte (2), Otros dieron que en aquella y de
orden del mismo Carlos V se le había dado gorrole (3) :
otros que al mismo tiempo que de resullas del lilio de
Ñapóles fué la orden del Emperador nombrando al señor
Alarcon capitán general y lugar-teniente de la provincia
lie Trípoli en Berbería , fué también lo de quitar la vidn
á Navarro eü aquel castillo (4) ; otros que habia apareci-
do muerto en su cama sin que se supiera como (5) : otros
que se le habia hallado muerto en el castillo de Aver-
sn (6): otros que cansado de vivir se creía que se hubie-
se suicidado (7) ; admitiendo por nuestra parte como mas
racional y verídico el testimonio de Paulo Jovio, amigo
de Navarro y en realidad testigo, mayormente cuando se
(1] Historiaram lib. S6.... exanimatus ia cukilra repertiu eU.
Net dtfaert quierederent tum tuper injecla mullipUat stragula vcm-
til pondera preiium ultro nectatum fuiste, quod HícardiuM exitli-
malione Jorlitíimi dacii ptrmolut, tum qui illam eanuiein anen
tdiquaaáo eepistet , revócala rerum fortiier gesiarum memoria, ex*
Ira Ccetarii invidiam earnificibui manibui, subtrahere voiuit.
(2) BTaalonte , yiei dti í/ommet illuiireí etc.... entre dtux coi-
tretde lit.... d'aulreí diieni quHfut eirangU dt twde par la
main de bourreau maii pourlant encaehette.
(3) La'Cartlea, parte t!
(4) Comentario, At\ señor Alarcon, líb. 13, [)ág. 381.
(5) Hiñaaa, Continuación de la Hitlorla de Etpaña, lib. 2,
cap. 10.
(6) ParrÍDO , Teatro de fiteri de Napoli, tomn 1 , pig. i26.
(7) Alt. Gomeiins. De rtbus,Yníí. Ximenii, lib. i, fol. 1S&-.
tailio ñim moriem libi ronieifiíie treditnm al.
3vGooglc
382
le Te autorizado con el del contemporáneo Juan Gincs do
Sepúlveda, colegial tal vez entonces en Bolonia, que
tanto el marqués de Salazes como Pedro Navarro, deipuea
de entregado aquel y preso e$le, acabaran los dos á «»
tiempo de enfermedad y de abatimiento de ánimo, al Mar-
qués libre y Navarro en la cárcel; con lo cual coincide
también un crítico extranjero y moderno optoacdo por-
" que el odio de Carlos V á Un tránsfuga tan importante
• para la Francia fué lo que pudo dar crédito á todos esos
■ rumores , siendo al parecer la enfermedad de que Pe-
■ dro Navarro estaba acometido y sus grandes penas y
> tristeza las que pusieron On á sus días (1).
(1) Joan GÍLés de Sepúlreda, lib. 8, pág. 279. Satailiarum iier»
Marehio el Pelrut Navarrui.... eapti, el JVeapolim ut iii in earce-
rem catlodirentur miui. Sed hi omnes paulo poit morbo implicali,
natura conceneranl.~Biagra//tñe univenetU ancienne el maderne clips
Mlckaud, rol. 30. Navarra fPitrrt) Joíius, De vita Pompei
Columna, pig. Í72 bello fiaem ímposuere tapio Peln Navar-
ro et Michaele Salatto in dediiionem aeeeplo, gui paucoi post dttt
eodtm morbo limul et dolore animi hie m loríate Ule in eartere pt-
rierunt.
3vGooglc
585
CONCLUSIÓN T REFLEXIONES.
No. sabremos fijar el tiempo en que dejó de existir
nquel hombre extraordinario, sino que {irobablemenle
sucedió en los últimoB meses del año de i 528, 7 á los
sesenta y ocho de su edad, si como al principio supusi-
mos nació en i460. Mas ya fuero natural ó adrede aque-
lla muerte sin honra -¿qué español propenso á la gloria
de su patria no se afligirá de que tan trislemento acabase
el valeroso compatriota que por )o multiplicado y varío
de sus empresas , fué tal vez el guerrero mas admirado
que la Europa contó en su tiempo? No le faltó mas que
pelear en el aire para decirse que combatió en los cua-
tro elementos, como entonces se le denominaba, lo mismo
que á la tierra, el agua y el fuego. En África y Europa,
en la mar y la tierra, encima y debajo de esta, ora con
bs minas y cañones, ora con las galeras y escuadrones,
ya general y conde , ya corsario y pirata , boy leal y ma-
ñana infiel, DO se alcanza en esta época de espíritus apo-
cados como un solo hombre pudo tener ánimo para tan-
to. Maestro insigne en el arte de la guerra especialmente
en lo tocante á rendir plazas , fortificarlas y campar: vn-
leroso al frente de la infantería cuya importancia y ver-
dadera fuerza en las batallas conoció , aun después de in-
troducirla la arlilicrín , mucho mpjnr sin diida que los
3vGooglc
S84
nniigtios germaDos (1); á todos admiró con ese descubri-
inieato y el de las mioas, dando k los españoles una fama
que todos envidiaban en Europa (2).
El Gran Capitán , que mejor que nadie podia apreciar
el mérito de Navarro, ya referimos haber sido quien insi-
nuó al cardenal Jiménez de Gisncros que le tomase por
general para la guerra de Oran (3). " Con este conde,
> dice el contemporáneo Pedro de ToiTes, era el Rey te-
■ mido é Señor del mar y de Las Italias , é temido por
> todo el mundo )é afamado é honrado é aervido... mien-
I tras estuvo preso ninguna cosa buena hizo la gente es-
> paitóla en las Ilalias... é cuando el Gran Capitán murió*
• esclamó eí Rey, ya no nos queda con quien amenace*'
■ mos á nuestros enemigos , aludiendo á que había per*
■ dido por seguir el consejo del duque de Alba á los ca*
> pitanes muertos en Ravena, al conde Pedro Navarro y
■ al Gran Capitán (4]."
Hernán PereX del Pulgar en la carta que escribió á
Navarro ¿ntes de embarcarse para ir & Oran no temió
comenzarla con que asi como á Roma iban mueho$ mat
por ver á Tito Livto que por mirar la dudad, añ todos
debíamos de facer ir solo á mirar á vaeslra señoría (3) ;
elogio del mayor mérito por salir del gran corooisla de
los Reyes Católicos; que es lastima no aclarase en nque*
(1) Túcito, De morihuí Germanoruat.... In uiUftrium attimant
plus penoi pedliem roiorii.
(3) Jovio, De vi/a Ferdiaandi Üavalt ele. pág, 6S3-... nam hit-
pañi ex Navarri Ducis disciplina iit magna eral opinione tinguta-
ris teieaiia et miraiifti artificii areibus expitgi¡niidii.
(3) Véasela pá^ H3ye1 docnmenlo nüm. 23.
(fc) Crónica de Pedro de Torres. — V- Duciimento núro. l3,
(5; Ibid.
3vGooglc
585
Ha ocasión , si fué ó no nuestro Pedro Navarro et que
asistió á la toma de Bentomiz (1). En el mismo año j po-
COI dias después de expresarse Pulgar en los términog que
dejamos referidos , tratando Pedro Mártir en una carta
al conde de Tendilla de la misma expedición de Oran,
calificaba á Navarro de hombre ilustre por sus acciones
asi por mar como por tierra (2] ; calificación que con es»
tas ó semejantes palabras repitió en otras ocasiones Ma-
rineo Siculo que vivió en su tiempo y que escribiendo en
nuestra patria , con suiq» conocimiento de sus hombres
y de sus cosas , apellidó á Navarro y á D. Bogo de Hen-
eada dúo fulmina belli , loa dos rayos de la guerra (3) , y
podía haber añadido que los dos fueron corsarios , aun-
que con suerte en todo mas dichosa D. Hugo que Pedro
Navarro (4). Paulo Jovío que tanto conato puso en darle
fama asi con la emprosa ó divisa que le arregló, como
con la relación histórica de sus proezas , no contento con
referir que fué artífice de obras maravillosas, y que por
el modo con que derribaba con sus minas loa cimientos
de las fortalezas , fué afamado en toda la redondez de la
tierra (5), añadió en otro lugar que " de cuantos españo-
(1) Véase )a pag. 22 y síg.
(S) EpUtola M3, lib. 23. En Vallaoolid i 29 de abril de 1509...
Primariui e$t d Ductor Petrui illa Navarrut Comet , mari ti ler-
rii bellica gloria fama iUustñs.
(3) L. Maríiutus Siculut.
(4) JoTioen el elogio de D. Hugo: Y acabada la guerra Jt Ila-
tia, D. Hugo M dióá andar por la atar y viniendo á ser nombrado
jr famoio por algunat jornadat que contra moros kiía, llegó á lamo
la fama de su nombre que mereció una rica eneomieuda de la orden
de San Juan en Calabria. Traducción de Baeza. — Zurita lib. 5,
cap. Í8, del Rey D. Fernando.
(5) Ed bu elogio
Tomo XXV. 25
3vGooglc
386
■ les pasaron en su tiempo á Italia y después del Grao
» Capitán consiguieron ilastrar su nombre, ninguno ex*
• cedió á Antonio de Leiva ; porque fácilmente le daría
■ la preferencia Navarro tan famoso por su desdichado
> fm (1);" lo que equivale á decir que Navarro sin esa
circunstancia hubiera sobrepasado á Lerva.
El mismo JotÍo en otra parte decía que por la graode-
za de su rariBimo valor, antes de pasarse á los franceses,
era espanto de estos y muy querida del Gran Capitán (2).
Por ser acaso muy común y bic^'recibida de las gentes la
opinión de lo mucho que aquel insigne caudillo le esti-
maba , se creía que dos estatuas que adornaban su sepul-
cro representaban á los dos mas famosos capitanes de su
tiempo, Diego García de Paredes y Pedro Navarro (3); y
si fuéramos á referir todos los elogios que así los nacio-
nales como los extranjeros sus coetáneos le prodigaron
(1) En el elogio da AotoDÍo á« Lei«*
(3) En el de Navarro. Et Contidvo imperasori apprimi egnu ai
tffiealia inutilaia virluiit
(3) Tratado de lat Estaluai dirigido al Gran Príncipe de las Et-
pafiat D. Pkiíippt nuestro Señor, por Diego de FiUalia, Biblio-
teca Dacioaal HS. ISi-, G. pig. 29 Toetlo, caentaque eD el sepn]-
-cro del Gran Capitán en la capilla mayor del moDasierio de San
Gerónimo de Granada había "pendientes mncho número deban-
u deras y estandartes ganados en batallas de fracceses, de turcos,
u de moros y de otras naciones como testigos verdaderos de sos
X triunfos y TÍctorias, y por ornameato á los lados del crucero de
u la capilla están dos grandes escudos cou las armas del Grao Ca-
« pitan y en cada escudo dos hermosas estatuas asidas dellos que
n los tienen en medio, esculpidas en piedra de vaíooes armados de
» todas armas de aquellos mas famosos y Talienies capitanes de su
» tiempo que le siguieron y acompañaron en todas sus conquistas,
> que el uno es aquel fortísimo Diego García de Paredes, y el otii»
» el capitán Navarro,"
3vGooglc
387
apenas nos quedaria duda de la admiracioo que á lodoa
causaba y ninguno logró en sus dias(l).
Eñ el progreso de esta historia hemos indicado con
repetición el ingenio de Navarro en inventar medios de
ofender al enemigo y triunTar; señal cierta de que tenia
amor á su oGcio y se ocupaba de sus adelantamientos.
Además de su maravillosa aplicación de las minas recor-
daremos las sacas de lana con qne al conquistar el PeAon
mandó entoldar un galeón para qne los moros no ofendie-
ran á la gente embarcada en él (2). En la batalla de Ra-
vena le hemos presentado así ensayando, aunque con
poco erecto , los carros falcados de los antiguos romanos,
como tendiendo su gente en tierra para frustrar los tiros
de la artillería francesa, y arremetiendo á lo último al
arma blanca, y por debajo de sus terribles picas á la ín-
(t) Ginég de Sepúlveda le llamó en el lib. 4, núm. k, de su fíit-
lería Je Carlos V, strenuum hitpani generit virum el rei milUariM
peritinimum.— Galeatfos Capella eii el lib. 12 de bq Hiuoria de Mi-
tán : Ducem rei miUtarit /w/'ítMJiinuni.— Ubertus Poliebe ea el líb. 12
de SUB Anales de G¿nova: magni nominii Dax acerrimique ingeitü ae
pnmptiet sagacit coniilii i'iV.—BerDardinus Aldani, De bello véneto,
lib. i, pág. ]88, tom. 5, Aniiquitatum Italia, tratando' de la luta-
lia de Bavena dice que los Diaristas contemporáneos Epkemerida~
tii,,., a/tnaliiut luis memiaere Pelrum Nacarrum omni re belHca
teUbratissimam ac tune mi/iiia pedetlrii Magisirum etc. — Don Alan -
90 de Sanabria en la dedicatoria á D. Francisco de los Cobos de so
"Guerra de Túnez." Biblioteca nacional HS. escribe qoe "el con-
» de Pedro Navarro Antea de que volviese el rostro á España y la
• fortuna é ¿1 las espaldas hizo cosas por donde se snpo y sabrá que
• vivid."— Berna rdino de Escalante en sus Diálogos müüarew, tratando
en el 2.* de las calidades de los alcaides y orden que han de guar-
dar en la defensa de sus fortalezas, presenta á Navarro como un mo-
delo etc.
(3) Véase la pÑg. 107 de esta llisloria.
3vGooglc
faniería alemana (i). En la batalla de Marinan ya insiaiía-
mos que áe le podía considerar como el inTentor del fuego
graneado (2), y en la toma del castillo de Milán, después
de aquella batalla, también indicamos lo aplaudidos que
faeron los medios que adoptó al intento (5). Aunque coa
poco éxito en los asaltos á Brescia, también referimos que
había adiestrado a sus gascones y navarros bajos en for-
mar el galápago ó testado , que acostumbraban los roma-
nos (4). Aunque Jovio no le describe , sabemos por él la
admiración que á todos causó el campamento que ordenó
al frente de Ñapóles (5) ; quedándonos todavía una mues>
tra de su pericia en trazar fortificaciones y castillos, en las
del actual San Sebastian, que se cuenta haberse empren-
dido bajo sus planes en j 516 y concluidose en i 524 bajo
la dirección de Diego de Vera (G).
'Pero sí todo esto unido á su buen estilo y bella escri-
tura para aquel tiempo, confirma, como ya en otro lugar
apuntamos, que Navarro tuvo educación mas esmerada
que la de un labriego roncales ó un marinero encarta-
do (7) ; no por eso es menos cierto que fué de genio y
(1) Véase la pág. S(3.
(3) ibid. 268.
(3) Ibid. 273.
(4) Ibid. 301.
(5^ Ibid.
(6) Nolieia de loi arquUeelos y arquiteciura tn España por Dan
Eugenia de Llaguno y Amírola, iluttradaí por D. Juan jígusiin
Cean, Iota. 2, pig. 97 y articalo San Sebastian del Diceionario his-
tórico geográfieo délas treR Proviuciss y Navarra etc.; pero ios pla-
nos debieron de ser anteri»^, porque en 1516 Navarro esUba ya
con los franceses.
(7) Véase la püg. 36.
3vGooglc
389
carácter agreste. Aun cuando Paulo Jovio no lo afii-mára,
ninguna duda nos dejarían sus hechos. Refiriendo ta expe-
dición de Navarro á someter at duque de Nájera, recorda-
mos aquella resuelta carta en que le decía al Rey estar
pronto para cumplir tu mandamiento y abatir , aniqui-
lar , gattar , ahroior y destruir á tos que detobedecieten
Ion tuyos [\). De su severidad en mantener la subordina-
ción y disciplina en medio do U oi^nizacion militar de
■a tiempo, dos dejó un grande ejemplo en el arrojo con
que al salir de Ñapóles el ejército en 1511 , deshizo las
coronelías de Tineo , Camporedondo . Velazquez , Jua-
nes y Paohocb; cuyas gentes se habían amotinado (2).
Que no era muy cortesano dice Zurita tratando de sus
disensiones con el cardenal Jiménez de Gisoeros, y que
todas las cosa» las mandaba á la soldadesca, y que como
se sabia el crédito que tenia entre la gente de guerra era
necesario seguir su parecer porque servia de mala gana
si no se ejecutaba lo que queria (3) ; pero de esta vani-
dad derivada tal vez de sus primeros ejercicios y de que
en materias militares sobre todo en lo que concierne al
combatir no se admite justo medio, no se infiere de modo
alguno que fuera hombre arrimado á su consto y enemi-
go del ageno aunque fuese mejor y mas seguro , y mucho
menos un oso y un tigre , como le llamaron los jesuítas
Mariana y Abarca (4).
En medio sin embargo de esa rusticidad y aun si se
quiere orgullo , no mal fundado por cierto, sobresalen en
Navarro otras calidades muy raras y mas en los tiempos
(1) Véase la pág. 105 y el documento núm. 6.
(S) Ibib. pig. 175.
¡3) Libro 9, del Rey D. Feroando, cap. Vi.
(4) Harían», Historia de España, y vsaee mas atrás la pig. 209.
3vGooglc
verdaderamente rnetálicot que alcanzamos. Cuéntase que
el marqués de Pescara soliá decir que ninguno que inten-
tase sacar ganancia de la guerra alcanzaría ni alcanzó ja-
más tima de Gran Capitán (1), y esa circunstancia la tuvo
en tan alto grado Navarro , como se desprende de no ha-
ber querido aceptar los seis mil ducados que el Rey de
Portugal D. Manuel le ofrecia, como ya referimos, por ha-
ber libertado á Arcíla y ahuyentado é los moros que es-
taban á punto de ganarla (2). Al tiempo de la expedición
de Oran también contamos habérsele acosado de que ha-
bituado á las rapiñas de Italia ni quería se introdujese el
orden en pagar ¿ los soldados ni en el rejfártjr las pre-
sas con el cardenal según entre ellos estaba pactado (3) ;
mas al ver qoe después de los sacos de Bugía y Trípoli,
de haber hecho tributarios á los Reyes de Argel y Túnez,
á los moros de Tredeliz y varios otros pueblos de la costa
de África (4) y de tener cargos tan superiores en Ilalii no
habia allegado con que rescatarse ¿quién pondrá en duda
el desprendimiento de Navarro y que la avaricia no en-
traba en su ánimo para nada?
Si al fin nos encontráramos con algún indicio de ra
disipación ó de los vicios á que la corrompida Italia y la
soltara militar provocaban entonces, podríamos atribuir
¿ eso su pobreza : lodo sin embargo anuncia que Navar-
ro fué un hombre timorato , de conciencia muy ajustada,
amigo de frailes y devoto como una beata. En varias oca-
siones le hemos presentado empleando como mensajeros
suyos al Rey Católico , al papa León X y al cardenal Ji-
(0 Jovio ea SQ vida ele.
(2) Véase la pig. 411.
(3) Ibid páj. H9.
{k) tbid. pig. tiO.
vGooglc
391
mencz de Gisaeros, el dominico fray A.tonso de Aguilar,
ul franciscano fray Fernando y el presbítero Taramo-
na (1). El Rey Católico en las instrucciones tan esmera-
das que acerca de su rescato dirigió al obispo de Trinó-
poli ya notamos que. llamaba á Navarro buen cristiano, y
que en tat concepto queria que le recomendase al Rey
de Francia (2). En las cartas con que el papa León X le
recomendaba y pedía por él al mismo Rey , y en la diri-
gida al mismo Ñavarn) ampliamente le ctenominó varo»
de admirable piedad y religión , de grandes y esclareci-
dos servicios á la república cristiana, y de hombreen fm
ardientemente deseoso de emprender alguna cosa insigne
y notable en obsequio de ella (3).
De su devota credulidad tenemos un testimonio insig-
ne en la carta con que dio cuenta al Rey de haberse apo-
derado de Bugía (4). De resultas de aquella conquista y
de la de Trípoli , regaló Navarro á la imagen de Nuestra
Señora de Guadalupe, que daba nombre al famoso monas-
terio de 6U nombre , una gran lámpara de plata en torno -
de la cual estaban retratadas con maravilloso arüGcio to-
das tres ciudades con sus torres, muros, castillos y defen-
sas. Aun añade el escritor que nos comunica estos por-
menores, que Navarro envió con la lámpara seis valientes
cautivos de África para perpetuo servicio del monaslerioi
en el cual parece también que estando antes de irse á la
guerra dejó gran cantidad de dinero y ofreció su jornada
á Nuestra Señora.
Tuvo noticia de esta dádiva Gonzalo Fernandez de
(O Véase la pig. 308 y otras.
(2) V. Docamenlo núm. 25.
(3) T. Documento núm. 3.
{í] Ibid. uúm. 16 y véase la p&g. 13b.
3vGooglc
392
Oviedo. CoD ocasión de ella dijo que Navarro pudiera
compararse á aquellos mercaderes que se figuran que cod
dar un cáliz ó una lámpara á una iglesia van absueltos por
inucho que hayan robado. Y mostrándose irónico con
Navarro, y como poniendo en duda al parecer su limpieza,
y " acaecer les- ha, dijo, á los lales Jo que acaece á la
■ iglesia de Guadalupe cop la lámpara del conde Pedro
■ Navarro que dejó allí una muy grande y hermosa lám-
» para de plata , y porque no dejó renta para el aceite
« nunca hay lumbre en ella : " en lo cual no va conforme
con el P. Talayera, historiador de aquel monasterio (1).
Algunos y entre ellos el analista Aleson han tratado de
disculpar á Navarro de su deserción, fundándose en que no
habia nacido subdito del Rey de Aragón, sino de los Reyes
de Navarra (2). Prescindiendo de que en eso no hay exac-
titud, como en su lugar hemos manifestado, cuando Na-
varro obtenida su libertad , por el tratado con que tam-
bién la obtuvo Francisco I, volvió al servicio de aquel Rey.
la Navarra , dado que naciese en ella , era parte ó estaba
unida á la corona de Castilla, y Pedro Navarro por con-
secuencia era subdito de Doña Juana y de su hijo D. Cá^
los. Dejando á un lado si este le mandó ajusticiar ó do,
que no lo creemos, lo que nos parece haber dado lugar
á semejante acusación , fué la dominante é inflexible opÍ*
nion de sus compatriotas que por su deserción le juzgaba
digno del último suplicio. Paulo Jovio cuya amistad con
Navarro es bien conocida, nos refiere, como ya vimos, que
los soldados españoles cuando en Ñapóles le llevaban á
encerrar en Castel-novo, le improperaban con que habia
(1) Quincuagena etc. y Docamento núm. iS-
(3) Anales ele.
3vGooglc
393
aido dos veeet traidor pasándole á lo$ francetet y datvc
ee$ preMO entre ellot (i). Esa espíritu público ó sea el ha*
ber creado el potríolismo , fné sin duda uno de los ma-
yores y mas portentosos beneficios que los magnánimos
Fernando é Isabel legaron á la renaciente España. Con
sn amor al pueblo y con fiarse de él, pusieron término á
aquellas bregas que, como escribía un agudo cortesano del
reinado de Juan II , todas eran en daño de este atezquin*
reino ca de sus nobtes recibe *»(» penetrantes feridas que
de las lanzas de los moros de Graruida {%. Se habia con
efecto realzado al pueblo y dádote una consideración, pro*
porcional á la que habia ganado el trono y perdido aque*
lia ambiciosa nobleza que tan perturbada tuvo á Castilla
en los vergonzosos reinados de Juan 11 y Enrique IV.
Aunque todavía no se hallaban olvidadas aquellas anti-
guas rivalidades y diferencias derivadas de fa anterior
separación política, gritaban unidos viva España en lo
mas ardoroso de los combates , aragoneses, castellanos,
catalanes y navarros , andaluces y vizcaínos , gallegos y
valencianos. Ta no eran libres no de irse como en otro
tiempo legalmente autorizados lo hacían los Ricos-hom-
bres de Castilla ¿ servir aun í!i los moros contra su propio
Rey . para ganar su vida (3). Mirando al patriotismo como
(1) TteMlapig. sao.
(3) EpUtoU 5S de lu del bachiller Fernán Gomm de Cibdad-
Beai eto.
(3) Véanse á este propósito las CréaUat de Alonso X y Fer-
Daodo iV, pero con mas especialidad la ley 10, tit. 25 de la Par*
tida k.' Por qai ratones putde el Rey echar tut Rítot-Hombret
de la tierra ( EDlifndiie que lo> Hlco^-HoodiTn arui loi Jctci tnlllUiai da aquel
liempo)..,, E sitíionce non loquUiese (el Rey) perdonar e I» mandare
que lalga de la tierra, por tal raun como esta puedéalo seguir tut
vasallos e salir de la tierra con él, Pero débele el Rey dar plato de
3vGooglc
S94
el amor de la familia exlendido al pueblo y proviocia del
nacimiento, y luego al reino ó nación de que forma-
bao parte , exigía la opinión y con justicia que todos fue-
ran dejando aparte los agravios, fieles para con sus her-
manos, vecinos y compatriotas. Era ya tan fuerte y esta-
ba tan autorizada esa exigencia en los dias de Navarro
que cuando Antonio de Fonseca embajador de los Reyes
Católicos en Roma intimó en el año de 1495, y en Tele*
trí á Carlos VIII de Francia que no siguiera con su ejér-
cito á Ñápeles, y persistiendo en ello rompió en presencia
6uya y en señal de guerra el tratado que le unia al Rey
Católico , al momento cuentan los historiadores que inti-
mó ó Juan Pitito , á Cervellon y Carlos de Arellano que
eran capitanes del Bey de Francia que dentro de tercero
dia salieran del campo francés so pena de ser tenidos por
traidores (1). Don Hugo de Honcadsr que andaba también
con aquella gente y con ella se fué á juntar á César Bor*
treinta dios á que salga de la tierra , e en aquellas treinta dias dA»-
le otorgar que le vendan viandas por aquethi lugares por do saHertt
pero antes que se cumplan las treinta dias debe el Ríeosme salir de
la tierra. E desque fuer salido puédele facer guerra si quisiere para
ganar conteja onde viva. El esto se puede facer por dos ratones. La
una por que le echó no queriendo decir razón por que lo face. La otra
por que pueda aver vida de aquella tierra onde es natura etc.
Y la ley 1 4 del mismo titulo y Partida dice ; Echando el Rey alguad
Rico-orne de la tierra por malfetría que aya fecho pueden sos oasa-
¡los salir con ¿I e ayudarle a ganar pan de otro Rey. Pero pw tal
echamiento como este non deben estar con ¿I fuera del reino mas ét
treinta dias é dende adelante detente tornar al reino como quxer
que si el Bico-ome se fixiese vasallo de otro Rey, por raxon de aquel
señor cuyo vasallo se face , bien podria ¿I mismo por sí guerrear al
Rey que lo echó; et esto puede facer por mandado de aquel Rey cuya
vasaUo es : mas no lo deve facer por ti por ratón de tomar veagasua
del Rey que U> edté de la tierra.
(1) iovio, Historiarum lib. 3.
3vGooglc
ja, hijo del papa Alejandro VI, que mandaba el ejército de
la Iglesia; como muerto su padre se declarase por la
Francia, se fué con los suyos y entre ellos con D. Laís
de Icart, el que después fué castellano de Castel-noTo,
á unirse con el Gran Capitán en su primera expedición á
Ñapóles (1).
Pero si por no haberse enténces juntado todavía Na-
varro con tan famoso caudillo desconocía las obligaciones
que el patriotismo y la nacionalidad imponían á los espa*
notes, pudo después de haberse juntado con ellos y ju-
rado sus banderas, observar como castigaban la deslealtad
y deserción. Al apoderarse en 1505 y en medio de la ad-
miración universal del fortísimo Ca$tel-novo de Ñápe-
les (2) entre otros presos que en él encontré Navarro se
cootaba Ugo Roger. conde de Fallas en Cataluña. Has de
cuarenta años había, según el respetable Zurita, quo
hacia armas contra el Rey Católico y el Rey D. Juan su
padre, y prosiguiendo una tan injttsta é infame cauta fué
cogido y enviado al castillo de Játiva en donde acabó sus
dia$ (3). Al tratar de la batalla de Careliano , hemos re<
ferido la muerte pública y horrible á que los mismos sol*
dados españoles condenaron á sus camaradas los que por
salvar sus vidas y fardaje entregaron al enemigo una tor-
re (4). También hemos referido como terriblemente en-
fadados los miamos soldados tuvieron por una afrenta
á eu nación, que algunos de ellos después de rendida
(t) Ibid en el elogio deD. Hago.— Zorita , lib. 5, del Rey Don
Fernando, cap. i6¡ y véanse en esta Coleeeioa de Documentos y en
su tomo 2i los capItntoB 2, 3, V y 5 de la Fida de D. Hago.
(S) Véase la pÁg. 67 y siguientes.
J3) Libra 5, del Bey D. Fernando, cap. ik.
(4) VéaM la pig. 89.
3vGooglc
306
Brescia en 1516 se pasaran desde Verona á los venecia-
nos. Maldecían dice Jovio de aquellos hombres perdidos
y juraban que en habiendo lugar de castigarlos lo ejecu-
tarían . y así con efecto lo hicieron después de cogidos,
pasándüle$ por tas pica» , no debiéndolo ignorar Navarro
porque andaba muy cerca de ellos (I). Cuando por úUi-
mo en el año de 1526 . estando ya preso en Madrid Frao-
cisco 1 , vino á nuestra corte el condestable Borbon que,
pasándose á nuestras banderas habia hecho cruda guerra
al Rey de Francia y tas suyas, á pesar de que Carlos V
le recibid y agasajó como á su cuñado presunto , los gran-
des castellanos en quienes ya habían penetrado otras ideas
que en los antiguos ricos-hombres , abandonando el ejem-
plo de su Principe , á quien en todo4o demás seguían ha-
bitualmente , no quisieron imitarle en aquello. Ahorre-
eian á Borbon . cuenta el contemporáneo Guicciardini , y
le tenían por pertona infame y le llamaban traidor á m
Rey . llegando á tal punto el desprecio, que habiendo el
Emperador invitado á uno de ellos á qne le alojase en íu
palacio , respondió con fiereza castellana que no le nega-
ría de modo alguno lo que le pedia ; pero que tuviera en-
tendido que tan pronto como Borbon desalojase su pala-
ció , le pondría fuego considerándole apestado de la infa-
mia de aquel (2).
(1 ) Véase la pág. 302. — Jovio y Baeza, De las HitMrias, lib. 18,
cap. 2&.
(2) GaicciardiDÍ , 1Íb. 10. Era in quesio lempo arrivata Borhi^
ne.... alia corte ie Cesare, circa il guale na merita de etsere prettrí-
lo con tiUntio che bencke da Cesare fuste ricevato benehe con tulle
le dcmoslrationi el honori poisibili, et eareztato come eognata, non-
dimeno che tullí i Signori della Corte soliti, eome setnprt accaJe, i
seguilar nelV alire cose l'esempio del sito Principe, F abóoritmao eo'
me persona infame, nomtnandalo tradilore al propio r¿; anzi ano de
3vGooglc
397
Hasta el mismo Paulo Jovio que taato Iraló y conoció
a Navarro, desaprobaba altamente esas deserciones. Su
tedio contra ellas se descubrió bien á las claras al rererir
en la vida del Gran Capitán el Famoso combate que hubo
en Ñápeles entre trece italianos de los que militaban bajo
sus banderas, y otros tantos Tranceses. Parece que entre
estos habia uno oriundo de Italia llamado Claudio , que
murió en la pelea , y Jovio dice que parecía haber muer-
to con razón , porque siendo de origen italiano, habia to*
ruado contra el decoro de su patria y por la gloria de gen>
tes estrañas , las poco decentes armas ya que no fuesen
del todo reprobadas (i). Y ¿no Aié el mismo Jovio quien
b1 pedirle Navarro un mole ó divisa, al ver que en ella
queria aludir á ciertos objetos que por ventura fuesen los
de BU deserción , no agradando á Jovio, le replicó, que no
debía salir de lo propio para buscar el apelativo , y le dio
lo de las minas figuradas én los dos huevos de aves-
trui(2)r
Tal «ra el tedio de loa españoles contra tales pote» ó
deserciones á fines del mismo siglo XVI , que Brantome
que trató de disculpar á Navarro , convino al fin en que
nuestros mayores no transigían de mod'> alguno con seme*
jantes tornadizos. ¿Qué se queria que hiciera aqvel pobre
toro rieercato in nomt di Cesare che coiaentiite che il suo palazio gli
futte conceduloper alloggiamento , rispóte toa grandeza d' animo cas-
tigliaaa, non poter dinegare á Cesare quanto voleva, ma eht sapesie,
che come Borhont se no/uste parlito. I' aibraeierebbe eome Palacxo
ii¡felto dalla infamia di Borbone. •
(1) De vita magni Conialvi lib. 2.... qui cum esset ab hasta Ita-
lia Colonia oriundtis, mérito eeeiáitst fideri poluií! quod pro gloria
externa gentis eoníra patria decus parum honesta si non improba
arma sumpsisset.
(2) Véasela pág. 345.
3vGooglc
598
diablo , exclama en su bio^fía , '^viéndou ean^nado y
preto , y que su Rey por pura tnezquiDd&d no queria dar
ni un ducado para bu rescate , mientras que el de Francia
que le veía descontento y desesperado, no solo le ofrecis
la libertad y el rescate , sino admitirle en ta servicio ?
I Porqué , dice en otra porte , no le perdonó Carlos V la
vida como lo hizo cuando en í 522 le prendieron en Ge-
nova , dándole con eso lugar de que aprovechando su Te*
jez . y encerrado en prisión perpetua escribiera en ella
sus Memorias, é alguna historia de lo que había visto en
su tiempo? Porque, como el mismo Brantome respon-
de, no habia en el mundo gentes que aborreciesen mas que
los españoles á quien asi se tornaba ni mas le desgarrase»
ni ave mas mal dijeran de él {i); y era esto tan cierto que
viviendo aquel extranjero tan apasionado á nuestros ca-
pitanes y lengua, como puede verse ed sus escritos (2),
aconteció m 1579 el famoso sitio puesto á la gran plaza
de Maestrich por el celebrado Alejando Famesio duque
de Parma. Treinta y siete capitanes perdieron en él los si'
tiadores, según un escritor, y cuarenta y uno, según otros,
habiéndose acreditado por su denuedo hasta las mujeres
f|ue dentro de ta plaza estaban. Sin embargo, ios que mas
se distinguieron en la defensa, así por su pericia y valor
como por su constancia fueron el gobernador Sebastian
(1) En la noticia de Navarro ele. Je i ai túitsi ouj din autsi á
Montieur de Montlac gue tes etpagnoh le lenoieit atiui pottiMe de
depit fu'i'/j eureat conlre lui de ce qu'U les avoii quiítex el prit le
pariy des Fraiifoii, car il n'jr a gent au monde ifu'its haisaent plus
qu'un rtvolie el tts le deehirenl el en diieiii plus de mal.
(2) Las Bodom o otadas españolas, y la curiosa noticia que da
del ejército que llevó el duqne de Alba á Fláodes en el que iban
coatrocieotas mozas á caballo hiles et troves como princesas para
los jtfea y capitanes, y ochocieulas á pie muy en purtto también.
3vGooglc
399
Tapin que era lorenés > y un tal Manzano, cnpilan de ín'
fnnlería , nutnral de los cercanías de Ocaña , que hacia
cinco años que servia á los holandeses. Rendida la plaza.
como Alonso de Solis , j>aisano ó del mismo pueblo que
Manzano, hubiese encontrado á ese afrentoso baldón de ¡a
nación etpaHola escondido en un desván , fué condenado
á ser pasado por las picas (1) ; castigo ó peno , dice un
contemporáneo, que la infantería española acostumbraba
dar cuando el delito de) soldado era de calidad que mere-
cía que toda la nación se resintiera de él (2).
Habiendo muerto Navarro en dias en que tan inexo-
rable se mostraba con los tránsfugas la opinión de sus
compatriotas, no es difícil inferir cuan humildes serian su
funeral y sepultura. Veinte años bacia que así sus restos
mortales como los de Mr. de Laulrech yacian en lugares
oscuros é indignos del crédito militar de uno j otro , has*
la que el virey de Ñapóles, duque Je Sesa, nieto del Gran
Capitán , movido de compasión y acordándose de las mi-
serias humanas les preparó unos soberbios túmulos de
mármol , uno en frente de otro , en una capilla propia de
su familia en la iglesia de Santa María la Nuova de aque-
lla ciudad. A los dos les dedicó epitalios muy expresivos
en lo relativo á su valor, que aunque de enemigos no babia
podido menos da admirar (5) ; mas en el de Navarro des*
pues de encarecer su muy esclarecido ingenio en el arte
de combatir las plasas de guerra, añadió haber sido un
capitán que siguió el partido francés: recuerdo que tam*
lien convendrá poner en las estatuas, si es que llegan á
(I) Antonio Carnero, Guerras ie Flándes etc.
(S) Don Bernardino de Mendoza, Comealarios ele. Ub. 2, oep. 9.
(3) V. Docnmento niini. i3i
3vGooglc
400
levanlane. de los que en ouestros días le siguieron , sin'
haber dado i su palría la gloria que Navarro, aun aca-
bando desgraciadamente , ni tener otro mérito para ellas
que algunos versos en los que en vano se buscarán indi-
cios de que los animase el amor á la libertad é indepen*
dencia nacional (1).
He aquí el epitaGo puesto é¡ Navarro :
OSSIBCS BT USMOUM
FBTBI HATABSI CAMTIBBI
SOLBBTI IH BIPOGNAITDIS UUIBIIS ABTB CLABIS9U11
GONSALVVS FEBDIKAHDDS LtDOTICI FILIOS
■AGNI eONSALVI NEPOS SüBSSS PBIKCEPS
DÜGBM GALLOBÜM VABTB8 SBCOTCH
Pío SEPDLCBI HDHBBB HOBESTATIT
QDDH eOC IN SE HABBAT PBfCLARA TIBTCS
DT VEL IN HOSTB SIT ADHIBABILIS (2)
OBllT AN. 1528 ADG. 28 (3).
Ya soto me queda por tratar del retrato de Pedro Na-
Tarro. Paulo Jovio que, como con repetición hemos indi-
(1) Véanse las obras de Horatia , edición de la Real Acade-
mia, en las que mas de una vez se corrige sn despecho eo las
Dolas.
(i) Branlome, ibi. j4 toi huesos jr á la memoria del vuemnoPe"
dro Navarra, eiclarrddlsimo en el íngrnieso arte d* eemhalir las
platas de guerra, erigió este honroso sepulcro Gonialo Fernaitdei
de Córdova, Principe de Seta , hijo de Lais y nieto del Gran Cut-
íalo; por que aunque sean de un tapilan que siguió el partido /ran^
tés, ts digno y bueno admirar el valwaun «r los mismos tiitmigos.
(3) Ya hemos demostrado antes qne Pedro Navarro mnrió des-
pués , y lo confirma el documento niim. íl.
3vGooglc
401
cado, le conoció y trató fomiltarmenle cuenta que "ha-
* b'ta buscado por todo el mundo y con gran cuidado los re-
■ tratos mas verdaderos que pudo haber de los hombres
» mas señalados en la guerra para colocarlos en la hermo-
» sa quinte llamada Museo'que tenia á una milla de Como
> en la ribera (del lago) (1).** Entre ellos so contaba el (!e
Pedro Navarro, y de él se copió el que grabado en made-
ra precede á una de las ediciones de sus Elogios. No refie-
re como le obtuvo, ni quien fué el pintor; pero ya Na-
vacro fuese rethitado mientras su residencia en Roma en
el aúo de 1526 cuando contrajo con Jovio aquella amistad
de que este tanto blasonaba (2) , ó bien en alguna de las
ocasiones en que por andar con el ejército de aquella Re*
público estuvo en Venecia, ó en ñu mienli'as combatió y
tanta fama adquirió en Italia , es muy de presumir que le
retrataran (3).
El que acompaña á nuestra Historia eslá tomado dol
que á fines del mismo siglo publicó en Roma Alejandro
Capriolo, bastante bien iluminado, y sin mnnirestnr de
donde le babia sacado : dijo sin embargo en el resumen
histórico con que le acompañaba que Navarro era alio,
de rostro moreno, y de ojo9, barba y cabellos negros (4).
(1) Jovio y Baeza en el prólogo á los Elogios , y el úllimo en
la deUicaloria de sn trailuccioD á Felipe II.
(3) Véase la pig. 345.
(3) Navarro anduvo en Italia precisa men le en * ida de su fa-
mosisimoa pintores. Barael murió en l!S20. Leonardo <le Viiiui y
Andrea del Sarto ambos ñorent'mes rallecicroa en 1519 y 1530.
Bembi y el Ticiano venecianos fenecieron el primero en 1543 y
el segundo en 1576 de cerca de cien años.
(k) Rttrati di cenlo capilani ülustri inlagfiali da AHprando Ca-
prülo con U lor fatti ia guerra da lui brevemtnie scrilti — Roma—
1596— piig. 77. Era il Tiat'arro alio ti de volto bruno et de oethi.
Tomo XXV. ÍÍ6
3vGooglc
402
Tanto el retrato publicado por Capriolo como otro que
se encuentra en una colección de los de tos Héroes mat
insignet por su valor niilUafi innpre^ en Basilea en
1589, se han sacado del que perteneció á Paulo Jovio (1).
Como' este reGere en el elogio tfe -Navarro que en hábito
y gesto tenia aquella manera medio villana que ostenta el
grabado que precede al elogio (2). con añadir á eso que
era alto , de rostro moreno , y de ojos , barba y cabellos ne-
gros , ya podemos inferir que su fisonomía no debía de ser
muy agradable. En medio de eso sin embargo, de la ru-
deza de su carácter y de su desgraciado On , no dejaron
los poetas , antes quizas de que sucediera y de las vicisilu-
des y hechos que le prepararon , de celebrar sus acciones
como lo prueban los siguientes versos puestos en tatto al
pie de su retrato, por el siciliano y contemporáneo Fer-
nando Balaroi ó Balamio, médico de León X, y vertidos al
castellano por el mismo U^ductor de los Elimos é Histo-
rias de Paulo Jovio.
El Navarro fué en la guerra
único y solo dechado
de cuantos han inventado
(mria et capptlU neri. Hay otra edición del mismo con ti titulo da
Retrali et Elogü di eapitani iUuitri... in Roma alít tpetitdíPom-
piUa Tottí. 1635, pig. í99.
(í) Icoaet Heroum bellica vinuU masime iltuitríam, nempé
Regum tes Danta, Suecia tt Norurgia ele. Imagines elogiií illits-
trata á f^tdentiao Thitone Ligio. Tum Joviani Muiei Héroes aliquot
Iconibui aueli el Muiii ¡llastraii.—Basilea—Txp's, Conr. Vald-Ker-
chü, 1589.— El retrato de Pedro Navarro que acompaña A la Colec-
ción de los de los españoles ilustres , publicada en eí siglo pasado
ea la imprenta Nacional , está también sacado de el de Paolo Jorio.
(2) Baeía en la traducción y Jovio en el texto. Petnu JV«««r-
rat... hoc lub agretti vuUm tt oritfiút.
3vGooglc
405
hacer minas en la tierra.
El ha BÍdo
el que mejor ha sabido
fortificar bien un fueMe
do seguro de la muerta
el fcampo ebU recogido.
Fué dechado
de cuantos bao proearaáo
wn ardides de invenciones
haber grandes escuadrones
de enemigos engañado.
Vi el estruendo
que iba en Trapani haciendo
coD SQ armada , que cubria
las aguas por do corría
de velas y espanto horrendo.
Toda llena
tí iu flota en el arena
de Tripol , con estos ojos
llena de presa y despojos
dé aquella gente agareoa.
Sus soldados
vi también ensangrentados
las espadas y las manos
en la sangre de africanos
por ellos despedazados.
De manera
que sí el hado no le fuera
contrario, por fuerza ó maña
África al gran Bey de España
hoy sin duda obedeciera.
3vGooglc
404
Mas guardado,
Cenr . este mUmo hado
está para tu gran gloria
y aquesta honrosa victoria
A tu valor eitremado.
Do cantada' -
será tu virtud obrfidd
luuta el cielo cod clamores
y de oíros mil escritores
como del iovio ensalzada (1).
(t) V. Documeoto niint. 4i.
3vGooglc
DOCUHENTOS.
Los que se han sacado de li biblioteci de D. Lnis de Salaur , <
Un copiados por D. José Yirgas Fono:.
Ntriufto 1.°.
Carta de Pedro Navarro <U Retj Católico.
AicUa 5 4e noTiembn d« tSOS.
(Oríglnml)
Avisa haber lomado y reparado fc Arcilá, y su falta de vi-
Muy alio é muy poderoso Príncipe, Rey é Señor —
Por las otras mías di aviso á V. R. A. de nuestra llega-
da en esta ciudad . é de como yo sallí en tierra , y como
los moros dejaron el lugar y se partieron fuyendo de no>
che. Asimesmo como nos apoderamos del lugar é como
le reparamos para defenderle de presente. Asimesmo nos
estamos agora que no se ha inovado cosa , salvo que al-
guna vex vienen los moros á correr gente ¿ caballo , no
hacen cosa ninguna mas de correr el campo. Esto ya está
de manera que si V. R. A. es servido, nosotros podemos
ir á nuestro labor. Muy humilmentc suplico á V. A. nos
3vGooglc
406
mande lo que en su Real senricio habernos de hacer. Noso-
tros estamos aquí loa cuatro banderas de las ordenanzas
de V. A. ; las tres que TÍnieron agora, j la de Johanes
que estaba en Motril : no tenemos vituallas. Las naTes j
la otra gente enrié porque no pereciesen aquí de ham-
bre. Las galeras envié porque no se perdiesen aqnf , qus
no es lugar para ellas. Nosotros esperaremos lo qae T. A.
nos enviará á mandar. El presente portador Benavente
llegó aquí del Cardenal: envióle porque V. A. le oiga.
También dirá á V. A. mas por menudo como acá estamos.
Cuya vida y Real estado nuestro Señor Dios conserve á sa
santo servicio. •— De Arcilaá 5 de noviembre. — DeV.R.A.
muy Gel vasallo q^e sus Reales pies besa— Pedro Navarro.
Nt«. 2/,
Carta del marquét de Mantua á los Reyes de España, t'ti-
ttrcediendo eu favor d^ ¡a ntarqvesa de Coinm.
Mantoa 5 de oetnbte de 150t.
S. R. U.*** Hispanix— Nobile ingenium et ¡nonmerabi-
lea preciarte animi dotes quas in Illa. Dna, Elemora Mar-
chionissa C(4roní jam pridem consptcio bujuscemodi qui-
deiQsant ut nuliua nisi qui prorsus pietate et bumanitate
careat dnatíonts susb incomoda et merores lequo animo
conspicere possil. Qua re quum juxta jacturom oppidorum
et bonorum quie in Calabria ejua maritus habebat, novlssi-
mé ipsum maritum filíumque uoicum apud Turcbas in
caplivitatem adductos esse pereeperim, non possum infe-
licem illíus sorlom plurimum non doleré. Quod quuraad
3vGooglc
407
aures sublimilaUím vestrsrum, quss piissimas esse audio,
pervenerit illis itidem moleslum fore non dubito. Et ubi
illius calamilati sucarrera polerint libenter presto {p'slo)
futuras. Mihi igitur visum fuil eam sublímitatibus veatris
per literas commendare in ipsas inixissíme r<^are ut tam
diro illius infortunio misereri dignentur: providentesque si
et marítum et filium amiserít , saltem oppida et booa olim
marito suo per TÍm adempta sibi restituanlur, ac eorum
possessione ipsa consequatur. In qoo quidem et rege dig-
num et omnipotenti Deo vehementer gratum efficieut ar.
me qui pnedictam D. Harchionissam singular) bcnerolen-
tia prosequor , ipsiusque patrocÍDium jam pridem assunip-
si. fiibi non tecus obnoxium redderít, ac si ejuscemodi
pieias et clementia per eos in me collalas fuisset. Et me
illis humiliter ctHumendo. Mantu» quinto octobris 1501.
^S. R. H. serritor Francíscus Marcbio Hantuarum.
NéK. 3.»
Título de conde de Oliveto á favor de Pedro Navarro.
Debem^ i la coufiauza del Excino. seSor duque de Sessa, ea
cuya casa supiíuos que se babia renaido el condado de Oliveto, que
nos franqueara su Archivo para copiar el lítalo de las merce<les
que se hicieron i Pedro Navarro en la época qae se refiere en el
texto. Está escrito en pergamino y dice asi :
Nos Ferdinandus Dei gratia Rex Aragooum , Sicilis,
citraet ultra Farum . Jerusalcm. Valentix. Hajoricarum.
&rdinitD , Corsic» , Gomes Barchínonae , Dominus Indio-
rum maris Oceani , Dux Atbenarum et Neopatriac , comes
Roitlioois et Corilaniíe, marcbio Oristani et Goccnni , ad-
3vGooglc
409
miiiistrnlor et gobernalor regnorum Gastell», Legionis.
r.ranoUe etc. pro Serenissima Regina Johanna, filia nostra
carissima , universis et singulis presentium seriem inspec-
luris tam prsesGDtibus quant futiiris majonim nostrorum
inore et quasi nnlurali jure usitatum accepimas illos lau-
dis preconio extollondos et doois. graiiisque ac retríbu-
tionibuff decornndos esse, quí ad rcgna statiisqtie Regum
AUgeoda et conscrvanda fortunas lempusque omne et tí-
tam propiam eihibaerunt nihilque obmisere ad id decena
atque necessarium, aut quod utile fore videretur quotiena
vero nobis io mentem veniunt noatrseque toeotis tnan»
consideramus morita etservilia grata plurimum et acepta
nc memoratu digna qu% pro servitio et stalu nostro gesta
sunt alqae impensa per magnificiun et strenuum capita->
neum et fidelem noslrum dilectum Petrum NaTarrum in
omni eventu forluDEe bellorum scülicet et pacis tempo-
i-ibus et signanter in rccuperalione regoi oostri Sicilis
citra Farum, qui quidem intcr coeteros exceHult et in
ipsa militan arte tamque strenuissimum ducem mul|i*
lana se oslendit et corpore et ingenio et ómnibus alus qna
nd optimum ducem speclant, nullis dispendiis, nullis labo-
ribus Dullisque vilx parcendo periculis pro ut quemque
strenuum militem fortemque at Gdtssimum capitaneiim de-
cet, pro quo equidem immortaiem lauden^ nedum Principis
gratitudinem promerelur et sibi vindícaTit quieque pres-
lal at prsesens et prestitur^i]^ speramus de bono semper in
melius continuatione laudabili mérito erga eum inducimur
ad gratiam liberales et prontiores cupienles igilur ómni-
bus argumentís declarare nostram erga ipsam gratitudi-
nem pro ut optimum et gralum Prlncipem decct, ne
omnino taatte laudis fructu careat sed óptimo ac benigno
Principi ínservivissc vidcalur et servitiorum suorum grati-
3vGooglc
409
tudinem inveDÍase cogDOscat gcatiam inrrasci-iptam ekirgipí
decrevimua qun qaidem aíbi e( posleris suis ornamento
futura sil et non vulgare amoris el gratitudinis no^trae íd
eosdem testimonium existat. Qua propter habenies, te-
nenles . possidentes legitimo et plenojure comitatum AU
beti consistentem in castrts , terna et locis infrascriptia,
vMelicel, Albetum, Septem fratres, Postam, Gallinarium.
Bellum montem, Vicalvum , Gampolum, Sanctum Dona->r
tum, Atinum et Picíniscum cum eorum castris seo forta-
litiis, hominibus Taxallis, vaxalloramque reddilibus, feo*
dis, feodatarüs, subref]d|i^r¡is , qualernalis et non qu&-
ternatis . domibos , vineis , jardeéis , ortis , possesioniljua,
terrís cultis et incultis, montibas, sílvis, nemoribus,
-herbagiis, pascuis, íidis et disfidís, paBsagiia, cabellis,
pialéis ; juríbas plalearum , aqnis. aquarumque decursi-
bus , molendinís et banlationibus. Decrevimos dictas tér-
ras , castra et loca cum buís casalibua et ómnibus ante-
dictiq eidem Petro concederé et donare pro ut lenore
praesentium de certa nostra ecientia , consulto et deübe*
rate ac gratía specíali, quse dicitur inreTocabiUs inler
TÍT08, ipsi Petro ejusque hercdibus et successoribus ex suo
corpore legitime deseen dentibus in perpetuum domín,
donamus, concedimus, traddimus etelargimur cum cog-
nitione primarum caasarum civilíum et criminalium atque
mixtanim, banco jnstiti», mero mixtoque imperio, et
gradii potestale, quatuor litteris arbitrariis et ooinibus
alus el singulia juribus , jurisdictionibus > aclionibus, di*
rictibua, introitibufi, prebemincnliis et prerogativís soli-
tis el consuGtis et ad illas vel illa el quodlibet praemis-
borum ac eoramJem utile domínium spectantibus et per*
tinentibus tam de jure quam de consuetudine ad haben-
dum qnidcm lencndura ct possidendum térras, castra
3vGooglc
410
et loca prcBjicta oum ómnibus sais juríbus aDledíutía
per ae el suos heredes et succeson» ex buo oorpore le-
gitime descendentes in perpetuum á nobis et curia nos>
Ira ac heredibus et succeosribus noslris in pbeudum et
aubconlÍDgenti ac debito feudali servitio seu adolia im-
mediate et ¡n capite vendendum, alienandum, permutan-
dum, in dotem el dolis nomine donandum, lestandum,
faciendum et disponendum in totum vel in parlem tam
Ínter vivos quam in ultima volúntate pro ut ei vel dictífi
suis heredibus roetius visum fíierit et placebil^ nostro ta-
rilen in bis assensu et beneplácito interveniente salvo et
penitus reservato ex hujusmodi autem Doslrss concessio-
nis vigore pro favorabiiiori prosecutionis effectu in euro-
dem Petrum ejusque heredes el succesorefl prxdíctos om>
ne jus omnemque dictionem utiiem, dírectam; pret(W
tWD, civílem ac in rem scríptam nobis et noetr» curúe
compelenlem et competituram In et saper terris el castris
prxdictis, trailsrerimus, concbdimus et penitus elargimiir,
et ita quidem á nobis ac heredibus et succesoribus nostris
illas leneant et possideanl dictus Petma et sui heredes et
succesores jinn dicti m pbeudum et feudí naturam imroe*
diate et in capite neminemque alium pretor nos ac heredes
et succesores nostros in superiorem et dominum'exinde
rect^noscant servireque propLerea leneanluret debeant
nobis Bc heredibus et succesoribus nostris de feadali servi-
tio seu adolia quoties indicetur in regno juxta tisam et
consueludinem regni ipsius : quod quidem gervitium idem
'Petrus pro se et dictis suis heredibus nobis et successori-
bus nostris prestare , solvere et exibere suis vicibus spon-
te oblulit et permisit ligiamque et honlagium ac debitx
fidelílatis prestitil juramentum voleotes et dicementos
expresse de eadem certa scienlia nostra quateous preseas
3vGooglc
411
Doslra coocessio et gralioia donatio sit el esse debeat ei-r
dem Petro et dictis suíb heredibus et succesoribus in peri
pelaum tam io juditiis qaam extra, stabilis, realis, valida
el firma nullum fteDliene impugnationis objectum , defe&i
tus incomodum aut noxee alterius detrimentum, sed in suq
Minper robore et firniflate persistat ^ec dod consequao^
tur et babeant omnía privilegia juris et qu» jura civilía
coQcedunt et iodulgent illis, qu¡ rem consecuDlur á Priii*
cipe concesiam vel donatam latnque rem propriam suam
aeu de bonis ipsíus curin síve flsci quíbuBcumque capitu-i
lia, pregmaticia. constitulionibus et rescriptía contraría
et qus atienationem bonorum feudalíum ÍÍ«rí prohibent
neo qoQ qoibuscumque concesioDÍbuB, provisíonibus et
privilegíia factis seu faciendia per noatrum Vice Regem ia
dicto regno nostro Sicili» citra Farum ezisleDlem el de
entero confitituendHiq quibus et unícuique ípsorum quoad
hieo anctoritate et potestale dominica derogamos et deriH
gatum esae volumus non obstantibus queque modo fidelK
tate tam nostr» feudali quoque servitio aeu adolia cetef
riaqoe aliís noslrls juríbua beneficiís et juribus palronatus
signa sunt io dictis terria nobís et heredibus nostría salvia.
et penitns reserratis adycieotesqiie quam iofra agnum
inmediate aequente^ & die datarum presentium in antea
nomerandum hoc presens noslrum privilegium ioquioter^
ntODÍbas camene nostrse summarie procuret diclus Petrus
Tel ejus berodes descnbi et annolari faceré: ut ibidem
eervetur ordo et Rei geal» series decenter appareal
Sermse. propterea RegioGe Joaunse Caatells, Legionis,
Granatae etc. Príncipi gerunds archidutiisBe Austrise , du*
cissseque Burgundi» fili» nostree carissimoe generalique
guberoalrici ac heredí in ómnibus terris et Lerregnis nos-
tris sub paternsp benedictionis obtentu dicimus el roga-
3vGooglc
412
mus. Illuslrissimo vero viceregi magno carnerario justi-
ciarlo sacro noslro consilio ejusque locum tenenti , presi-
ilenlibus et ralionalibus camerse nostrae summarhe re-
genti et judicibus magn» curise, TÍcarise thesaurarío,
conservatori , capilaneis el alus oSícialibus et subditit nos-
tris quibuscumque majoribus et minoribus quovts offiUo
titulo et aufítoritate fungentibos in dicto regno coDstítutis
et constltuendís ad quos aeu quem spectabit presentesque
perveneriot preoipiraus et mandamus quatenus forma pre*
sentium per eos et unumquemque ipsoram diligenler atien-
ta, illam dicto Petro et suis heredibus el succesoribus in
perpeluum teneant flrmíler el observent, tenerique et
observan faciant, alque mandent per quos dfcet, juxta
Bui seriem el tenorem ; coatrarlum non faciaol pro quanto
gratiam nostram caram habent et penam uncianim aun
mille cupiunt evitare: dicta vero Sema. Regina filia
nostra carísima nobis morem gerere cupit. In quoruln
fidem presentes Tiari fecimus magno negotiorum regni
predicti SioillEe citra Farum impendentes 'sigillo munitas,
Datum in civilate Segovise die príma mensis junii octaTK
inditionis anno á nativitale dominl millesimo quingenté-
simo quinto: Regnorum vero noslrorum Tidelicet Sicilis
ultra Farum anno trícesimo octavo ; Aragonum et aliorum
vicésimo séptimo ; Sicilise autem citra Farum et Hierusa-
lem lertio.— Yo el Rey.— üominufl Rex mandavit michi
Micacli Pérez Dalma^an.
V.' Maius .
V,' Locum prlionori.
V.* Pro generali thesaurario.
V.* Magno Cam.
In privllegiorum primo.
Fol. rxcv.
3vGooglc
413
NeM. 4.
toarla del conde Pedro Navarro al Rey Católico.
Valancn 13 ck julio de 1506.
(•rlglMl)
(Sa)aiar, Y &5).
t.« ávifa laa provístóDes qne se haciao en aqaoHa ciudad , Tar-
Vagona y Bareslom.
Hoy ^to é muy Católico é ittny poderoso Príncipe^
Bey y Mñor. Después besadas sus Reales manos y pies.
May poderoso Rey mi Señor — A los i3 del presento
recibí la carta de S. A. de mano de Alonso Sánchez; y lo
qoe por aquella me maada eo ello contino entiendo. Por
otra á V. A. screbí. «acribiéndole el despacho de acá y el
partido tomado, que es dar orden de haber vituallas y
navtBS que es lo mas diGcuIloso y el lodo. En esta ciudad
se bocea mil quintales de pan : en Tarragona y Barcelona
doi mil, que es mas del necesario, y otras vituallas, como
Tino, pescado, aceite, vinagre y otras menudencias, está
todo en la mano. En lo que se hace en Catalunia V. A^
por sus cartas lo mande solicitar, .aunque Alonso Sán-
chez me dice que será brevemente despachado. De na^
ves hasta esta hora tenemos tres muy buenas, tanto que
yo estoy fuera de cuidado. En la gente V. A. será ser-
vido de lo ordenado y demás cuando fuere servicio de
aquella. Con la ayuda de Nuestro Señor Dios las compa-
ñías que eran.... tas alojé en el Grau adonde ala agora se
3vGooglc
411
Itiin junlttdo laolas otras que parece un Real. Cuando a
V. R. A. placerá darme I& úñalacion del tiempo porque
yo pueda alargar la mano á dar dinero con fruto sin se
perdimiento de aquel, aquesto se reserva á la voluntad de
aquella , que por las otras cosas do se perderá nada de
lo ordenado a su Real servicio, t^or la otra mía escrtli
aquella de aviso en Getalunia ehin muchas armas... ala-
bardas, coseletes, las cuales son muy necesarias para esta
gente , la cual ó de vestidos á de armas conviene sea lu-
cida á comparecer en su Real Gervicio. Y por ser las ar-
mas mas necesarias y de menos costa me pareció recoi^
darlo á S. R. A. porque aquí no hay modo de se haber.
S. A. mande proveer lo que será su Real servicio. En
esta ciudad está una galera en tierra y S. A. escribe me
sea dada : servirá en la presente necesidad y es bien al
propósito si S. A. dello es servido. De paso en paso en
lo que acaecerá y convendrá V. A. será servido de avi-
so. La cual Nuestro Señor conserve vida y Real estado
en su santo servicio. De la sq ciudad de Valencia á IS
de julio— De su Real Alteza fiel vasallo y servidor que
sus Reales pies y manos besoi^Pedro Navarro.
3vGooglc
Carta del Rey Católico á sa secretario Miguel Perei
de Almazah.
De u esM del Llano de Palmo 15 de mario de 1507.
(Orlglul)
(Solazar, Y 59).
Le adrierle qae se poDga de acuerdo coD el conde Pedro Na-
varro sobre el Qúmero ds aaves de qae se ha de componer la
armada y detpQM dará la cédula que pide para el presidente de
Sicilia.
Almazan — Vi lo que me escribistes acerca de lo que
pasastes con el ccode mesen Pedro Navarro sobre lo del
Armada; y yo no sé otra relación mas particalar que enviar
de la gente que ha do ir en la dicha armada de la que vos
le dijísleis. Por eso vedlo él y vos allá , y poco mas ó
menos podéis tantear las naos que será menester para la
dtcba armada, y cuantas botas por todift; Y después que
lo hobiéredes platicado y acordado facédmelo saber, y
entonces se podrá dar la cédula qtie decís para el preti*
dente de Sicilia, porque se sabrá mejor tas naos que solí
menester. Y paréceme bien el mandamiento que decis
que se faga á la guarda de ese puerto, y decidgelo voso-
tros de mi parte , é que sin lo decir á nadie esté sobre
aviso que cuando algtiti navio quisiere partir de eso
puerto me lo faga primero saber , y á donde va, y cuya
'es y de que porte , y que non te deje partir sin que pH-
lucro rae lo haga saber ; y pues cesa lo de la carta para el
presidente, y también no es menester escribir nada para
lo dtí las galeras, no es necesario despachar correo. De mi
casa del Llano de Palma á 15 dias de marzo año 1507.
3vGooglc
4IG
NíM. 5."
Carta de Pedro Navarro al ÍUy Católico.
SuU Mida la BlaBU- (tiD teeb»).
Afiu que eshd» ■senlsbdo la artillería contra el castillo, de
Búr^ y que « lo ha de suspender, se lo mande luego.
Muy alio é muy poderoso Católico rriacipe. Rey é
Señor — Hoy martes casi á nueve horas de ta mañana lie*
gamos en Burgos é tomamos todas las estancias al rede-
dor del castillo cort la gente , y luego proveimos en asen-
tar el artillería á la fortaleza sin facer otro nlborolo sino
asentar nuestros pertrechos , porque al tiempo que sea
cumplido el término que V. A. nos ha dado, nos fallemos
á puQto. Creo que con la ayuda de nuestro Señor Dios
que antes que maüana miércoles amanezca le tememos
asentada toda la dttitleria y en su lugar. Beso las manos de
V. R. A. me envié á mandar si me he de detener alguna
cosa, porque acá andan algunas pláticas, y á mí me han
venido á Tablar; aunque yo non les he querido escuchar.
¥ esto sea luego, porque roe llegue el mandado de V.R. A.
antes que mañana amanezca. Nuestro Señor la vida é
muy poderoso estado de V. A. aumente como su Real co-
razón desea. De Santa María la Blanca martes á dos ho-
ras después de medio día— De V. R. A. muy fiel vasallo
y servidor que S. R. PP. y MM. besa— Peilro Navarro.
3vGooglc
417
NúM. 6/
Corto de Pedro Navmro al Rey Católico, manifestándole
que ge dirigía con su gente á donde S. M. le mandaba,
Ualgu 17 de noviambrf da 1307.
(OriglMl)
(SaUur, Y S5).
Uuf alto, muf católico, muy poderoso PHncipe, Rey
y Señor después besadas sus Reales manos y pies.
Muy poderoso Rey y Señor— Miércoles \ 7 del pre-
sente al medie dia recibí la carta de su R. A., en la cual
me manda el viernes por la mañana sea con su R. A. con
toda la gente. I^ partida nuestra no pudo ser el miérco-
les, que era tarde y no habia carriajes en el lugar. Jue-
ves de mañana con la bendición de Dios desalojaron tas
compañías: creo podremos llegar á la mitad del camino
que hay de aquí á donde V. R. A. está : vicmes seremos
¿Dte BU Real presencia con la gracia de nuestro Señor
Dios y con las armas eo la piano para cumplir su manda-
miento y abatir y aniquilar, gastar, abrasar y destruir
los que desobedezcan sus mandamientos. Pero muy po-
deroso Príncipe y Señor, estas dos jornadas son grnn-
des. V. R. A. nos haga merced á do él fuere servido
mandarnos dar lugar á donde podamos alojar la gente,
que haya vituallas é cubierto, porque no podrán el vier-
nes pasar de Burgos por ser los caminos gastados. S. R, A.
lo mande mirar como á su servicio conviene ; y nuestro
Señor Dios sea siempre con él. De la su villa do Holgar á
Tomo XXV. '27
3vGooglc
418
i 7 Je noviembre (*)— De V. R. A. muy Get vasallo y ser-
vidor ijue sus Reales manos y píe; besa — Pedro Navarro.
(') Creo 1507: otilo díte ti mtmirtrt defuera Jg Almasan.
Noli J« VlIfU P«M«.
Dos cartas de Pedro Navarro al secretario Miguel Peres
de Almazan sobre el mismo asunto.
(OrlglMl)
(SaUzar, Y 55).
Muy Magnífico Señor— Hoy martes después de ha-
berle de^achado un mensajero recibí la carta del Rey
nuestro Seitor de lo que se ha de hacer en lo de Redeci-
lla. Así se hará como S. R. A. lo manda — Suplico á Vm.
que cuando los mensajeros despache, los mande vmir mas
presto porque mejor podamos hacer lo que conviene ol
servicio del Rey nuestro Señor. E nuestro Seaor guar-
de GD muy magnífica persona como por él es deseado. De
Villafranca á 21 de noviembre de 1507 — AI servicio
do Vm.— Pedro Navarro.
(Orislnal)
(Salazar,YS5).
Muy magnifico Señor — Ya escribí esta manyona á Vm.
como habia recibido la carta del Rey nuestro Señor so-
bre lo de Redecilla , c como hube despachado el mensa-
jero á Vm. luego sin perJer tiempo envié un alguacil
3vGooglc
419
de S. A. junlameDte con un escudero de los de D. Juan
de Rivera para que tomasen la posesión de Redecilla,
de manera que el mismo día llegaron alta é les fué entre-
gada ta casa. Queda en ella aquel escudero de D. Juan
de Rivera. Nosotros no podemes pasar de Villoradoeste
día que es martes por respecto de la artillería y de
D. Juan de Rivera que aun no era llegado. Aposentados
que fuimos en Villorado el alcalde Herrera conoció un
criado del duque de Nójera, é detúvolo y trajómelo á
mí. To le dije que me parecia lo debia enviar allá al Rey
nuestro Señor. Allá le llevan los alabarderos del Rey
nuestro Señor ad acompañar la pdlvora. Vm. hágale en-
tender á S. A. Nosotros partiremos mañana de aquí y
iremos á Santo Domingo, porque aunque mas quisiése-
mos andar no podemos por la pesadumbre que llevamos,
y por no ser llegado D. Juan de Rivera como he dicho.
Crea Vm. que por nosotros no se perderé una hora de
tiempo: é al presente no me ocurre otra cOsa. Nuestro
Señor Dios su muy magnífica persona guarde como por él
es deseado. De Rilorado á 23 de noviembre de 1507. —
Al servicio de V
Falta como una tirada corla adredt, j pudo $tr para tarar la
firma; puti he visto curiólos que juntaban lat de hombres tílebrtí
á costa de mutilar los ptrgaminus.
Noli de Virg» PuDC».
„Googlc
420
NíM. 7.»
Yariai cartas del Rey Católico y Doña Juana «u hija so-
bre preparativos para la guerra de África, que dcbta
dirigir Pedro Navarro.
[Salazar, autógrafo de minutas, K. k, fol. 7 vio.)
Et Bey — Hosen Soler , mi capilan de las cuatro gale-
ras que residen eo la costa del reino de Granada : Porque
yo envío al conde mosen Pedro Navarro, nuestro capitán
general de la infantería , para que faga aparejar algunas
cosas necesarias que yo le he mandado para la guerra.
que con el ayuda de nuestro Señor quiero facer contra
los moros de África , enemigos de nuestra santa fe cató-
lica: é para lo poder mejor proveer, podrá ser que el di-
cho conde tenga necesidad de ir por algunos lugares de
la dicha costa, y por la de África á reconocerlos ó hacer
otras cosas quo convenga. Por ende yo vos mando que
cada y cuando fuércdes requerido por el dicho conde le
recibáis y llevéis en esas dichas galeras con la gente que
el quisiere, para facer cualquiera de las dichas cosas ; é
fugáis en todo ello con mucha diligencia lo que á él le pa-
recerá. Fecha en Burgos á 25 dios del mes de febrero
de 1508 años — Yo el Bey — Por mandado de S. A. — Mi-
guel Pérez de Almazan.
( Salazar , autógrafo de ininataa , K. 4, fot. 7 vU>. de los registros de
Almazan).
El Bey— Don Iñigo Manrique , alcaide de la alcazaba
é fortalezas de Málaga: Ya sabéis como en días pasados
3vGooglc
421
manild poner en Toeatro poder ciertas armas para la guer-
ra que con ayuda de Questro Señor yo quiero facer 'contra
los moros de África, enemigos de nuestra santa fe catóti-
ca : é porque agora es necesario que todos los coseletes, y
petos, y brazaletes, y celadas, y gorjalínes, y picas y otras
armas que asi están en vuestro poder se adoben y adere-
cen para que pueda servirse deltas en la dicha guerra;
porque yo envío al conde mesen Pedro Navarro nuestro
capitán general de la infantería para que faga aparejar al-
gunas cosas necesarias que yo le be mandado para la di-
cha guerra; por ende yo vos mando que cuando quiera
que el dicho conde dijere y entregare á Diego de Vera,
capitán de la artillería ó á su fijo, que por él tiene el car-
go, que aderece las dichas armas , las entreguéis todas al
dicho Diego de Vera ó al dicho su íijo para que las adobe
y aderece para la dicha guerra , de la manera que al di-
cho conde le parezca , para que mejor se pueda servir
dellas. E si el dicho conde hubiere menester alguna cuan-
tidad dellas para facer alguna cosa en la costa de África
contra los moros enemigos de nuestra fe , en servicio de
Dios nuestro Señor é nuestro , gelas dedes , tomando co-
nocimiento de las que así les entregaréis, al cual é con
esta mando que vos serán recibidas en cuenta , é non fa-
gades ende al. Fecha en Buidos á 25 dios del mes de fe-
brero de 1508 años.
(Silazar, autógrafo de minulas, K. 4, f¿l. SO Tto.)
Hosen conde Pedro Navarro— Doña Juana etc. A vos
los concejos, justicias, regidores, caballeros, escuderos,
oficiales é ornes buenos de las ciudades, villas é lugares
de la costa de la mar del reino de Granada , é capitanes é
3vGooglc
422
gentes de la guarda de la dicha costa , salud é gracia.
Sepades que yo he mandado á mosen Pedro NaTarro,
conde de OlÍTÍto, nuestro capitán general de ta infantería,
que haga é provea en esa dicha costa algunas cosas cum-
plideras á nuestro servicio, para la guerra que habernos de
hacer coaira los moros de África , enemigos de noeslra
santa fo católica ; é porque dello se sigue y espera seguir
mucha utilidad y provecho á estos nuestros reinos . es-
pecialmente á esa dicha costa , mandé dar y di esta mi
carta para vosotros en la dicha razón ; por la cual vos
mando que cada y cuando fuéredes requeridos con esta
mi carta ó con su treslado signado de escribano , deis y
fiígais dar al dicho conde mosen Pedro Navarro , para to
susodicho , todo el favor y ayuda que vos pidiere ó me-
nester oviere , é cumpláis cerca dello sus mandamientos,
como si yo meuna por mis cartas vos lo mandase . sin
poner en ello excusa ni dilación alguna , y sin esperar
otra mi carta ni mandamiento , ni 2.' ni 5.* jusion , so las
penas que él da mi parte tos impusiere , las cuales yo
por la presente vos pongo y he por puestas , y le doy po*
itr y facultad para tas ejecutar en los que de vosotros
remisos é inobedientes fuéredes , y en vuestros bienes.
Dada en la ciudad At Burgos á 14 dias del mes de mayo
año del nacimiento de N. S. J. C. de 1508 afios— Yo el
Rey — Yo Miguel Pérez de Atmazan , secretario de la Rei-
na nuestra Señora, la fice escribir por mandado del
Rey su padre.
(Salazir, «ntógnfo de minutas, E. i, fol. 363 vio.)
El conde D. Pedro Navarro— Dofta Juana etc.— A vos
los concejos, justicias, regidores, caballeros, escude-
3vGooglc
423
ros, oficiales é ooies buenos de todas las ciudades, vi-
llas é tugares destos mis reinos'é señoríos , asi á los que
agora sois como á los que serán de aquí adelante , á
cada uno é á cualquier de vos salud é gracia. Sepades
que el Rey mi Señor é padre é yo habernos mandado
al conde D. Pedro Navairo nuestro capitán general de
la infantería que entienda en proveer á las cosas que
cumplen para la guerra que nos mandamos facer contra los
moros de África , enemigos de nuestra santa fe católica : j
para entender en ello algunas veces ha de ir y venir por esas
dichas ciudades é villas é lugares : por ende yo vos man-
do que cada vez que en ella se fallare le deis é fagáis dar
las posadas que para ¿1 é para loa suyos oviere menester,
sin poner ea ello empedimento alguno , é sin le pedir ni
llevar por ello dineros ni otra cosa alguna : é ansimesmo
le deis é fagáis dar todos los mantenimientoa é otras cosas
que oviere menester para sí é para los suyos, pagándolos
á los precios que entre vosotros valen, y en todo le
faced muy buen tratamiento, como á quien tiene de nos
tal encargo: é en ello ni en parte dello embargo ai con-
trario algqno non pongáis nin consintáis poner. E los
unos ni los otrOs no fagan ende al por alguna manera , so
pena de la mi merced é de 10,000 mrs. para la mi cá-
mara á cada uno que lo contrario 6ciere. Dada en la
ciudad de Sevilla á 4 dias del mes de diciembre de 1508
años — Yo el Rey— Yo Miguel Pérez de Almazan etc. —
Señalada del licenciado Zapata.
3vGooglc
424
Néii. 8.-
Carta delRey Católico al arzobispo de Toledo, partici-
pándole la conquista del Peñón por Pedro Navarro. fSim
dala de lugar ni dia).
Setiembre de 15Q8.
(Salazar, miDuto eo los origintles del Y, f&\,
ReTerendísimo en Cristo Psdre , cardenal de Espióa,
arzobispo de Toledo , primado de las Españas , chanciller
mayor, é inquisidor general desloa reinos é señoríos,
nuestro muy caro y muy amado amigo señor: Agora re-
cibimos una carta del conde Pedro Navarro , la cual vot
enviamos con la presente. Por ella veréis lo que nos es-
cribe de la Vitoria que nuestro Señor les ha dado en el Pe-
ñón contra tos moros enemigos de nuestra fe, que fueron
¿ combatirte, de que habernos tiabido muctio placer; y
según to que de tos moros conocemos, creemos que ya no
probarán mas á tornar á combatirlo , porque así lo facen
siempre , que la primera vez prueban , y al lugar que tes
resiste nunqua mas vuelven , y mayormente recibiendo
el daño que agora allí han recibido. Al licenciado Vargas
habernos mandado que tos escriba mas largamente las
otras particularidades que de allí te escribe : á su letra nos
remitimos. Reverendísimo in Cristo Padre, cardenal,
nuestro muy caro y muy amado amigo señor. Nuestro
Señor todos tiempos vos haya en muy especial guarda y
recomienda. Dntum en á dias del mes de
setiembre año 1508.
3vGooglc
42S.
NúM. .9.'
Cartat del Bey Católico sobre la expedición de Arcila. en
que se habla de la pre$a de una nave de Genova en One.
(Sabzu, »nlógraio do mioaUs, K. i. Col. 18i).
Et Rey— «Mosen Soler, capitán de nuestras galeras
qoe andan en la guarda de la costa del reino de Grana-
da: Acá se ha dicho que el Re; de Fez con gran poder
de moros viene sobre Arcila : sí verdad es , yo escribo
at conde D. Pedro Navarro lo que sobre ello ha de pro-
veer. Por ende Taréis con esas galeas lo que el dicho
coDde de mi parte vos dijere y mandare sobre ello . como
si yo en persona Toa lo mandara. De Torquemada 7 de
febrero de 509 años — Yo el Rey-^Por mandado de S. A.
— Miguel Peres de Almazan.
(SaluiTj aotógrafo de minatu, K. i, fol. 189 v(o.)
Reverendísimo en Cristo Padre, cardenal Despaña,
arzobispo de Toledo , etc. Por el traslado que va dentro
desta , de una carta que agora habemoa escrito al conde
D. Pedro Navarro . veréis la nueva que aquí ha venido
de Arcila, y lo que nos sobre ello habemos proveido.
Afectuosamente os rogamos que aviséis al dicho conde de
lo que os pareciere , para que si fnere menester que él
provea algo sobre ello, lo faga de manera que no estorbe
la empresa que vos lleváis, como nos le escribimos que
lo faga. Reverendísimo en Cristo Padre, cardenal, etc.
De Torquemada 7 de febrero de 509 años — Yo el Rey—
Almazan, secrelurio.
3vGooglc
(Solazar, aotógráfo, K. h, íoU 183 vto.)
El Rey — Don Iñigo de Velasco, cuyas son las villas
de Berlanga y Gelves . asistente de la ciudad de Sevilla:
Si vuestra letra del postrero de enero, la de Ramiro Nu-
ñez de Guzman que con ella envíastes con la nueva, en
f]ue cerliGcaba que el Rey de Fez queria venir sobre Af-
eita, y rcctsles muy bien de apercebir la gente desa ciu-
dad y de su tierra. Yo escribo sobre ello á esa dicha ciu-
dad lo que por mi carta veréis. Por ende yo vos encalco
y mando que si supierdes que es' verdad que el dicho Rey
de Fez viene sobre Arcila , trabajéis que se cumpla y pon-
ga por obra con toda diligencia lo que por la dicha mi
carta escribo á esa ciudad , que otro tanto escribo ¿ la
ciudad de Jerez , y asimismo al conde D. Pedro Navarro;
y envío á mandar á Mosen Soler que faga con las galeas
lo que el dicho conde de mi parte le mandare. Si ahí es-
tuviere, dadle la dicha mi carta, y si no enviádgela luego,
y también enviad la que escribo á la ciudad de Jerez y al
dicho conde, y facedme saber lo que en ello se hiciere,
y lo que roas supierdes de Arcilla. De Torquemada á 7 de
febrero de 1509 afios. — Yo el Rey.
(Salazar, autógrafo, K. 4, fol. iik).
' El Rey.— Don Pedro Navarro, conde de Olivito, nues-
tro capitán general de la infantería : A la hora que esto se
escribe, me enviaron de Sevilla una carta de Ramiro Ño-
ñez de Guzman, corregidor do Jerez, en que dice que el
conde de Borba y D. Juan de Meneses le escribieron que
tenian nueva cierta que el Rey de Fez venia sobre la villa
de Arcila con mayor determinación y poder que la otra
3vGooglc
427 ^
yet, y que demondaae socorro para la dafension. Y dice el
dicho Ramiro Nuñez que él se parlia para Arcila con tres-
cientos ballesteros; y D. Iñigo de Velasco, asistente de
Sevilla, me escribe que tiene apercibida la gente de aque-
lla ciudad y de su tierra , para ver lo que envío á mandar
que faga. Yo respondo al dicho D. Iñigo y escribo á la di>
cha ciudad, que si supieren ser verdad que los moros vie-
nen á cercar á Arcila, provean para ayuda al socorro
della , lo que buenamente pudieren ; y esto mismo envío
¿ mandar á la ciudad de Jerez. Y también escribo á mo-
sen Soler que con- las galeas Faga lo que vos le mandar-
des. Por ende si fuere verdad que los moros vienen sobre
Arcila, proveeréis para ayuda al socorro della, to que
buenamente veréis que se puede hacer, no estorbando
lo que toca á esa empresa á que vais con el reverendísi-
mo cardenal Despaña ; é Facédmelo saber lo que supier-
desde Arcila é vuestro parecer sobre ello. De Torque*
mada á 7 de febrero de 1509 años — Yo el Rey — Por
mandado etc. — Almazan.
Sigut otra al caráeaal Jiménez , enviánJole tapia de la de Na-
varro, y dicUnái^e á H lo mitmo '. jr otra á Sti/Uta,
Hol* de Vngu Ponce.
(Salamr, anti^afa de minuUs^K. %, lo\. 19S).
El Rey — Don Pedro Navarro, conde de Olirito . nues-
tro capitán general de la infantería: Porque agora nueva-
. mente se dos han venido á quejar algunas personas sobre
la loma de la carraca gínovesa , y yo deseo saber his pu-
ríGcacioiies qoe se ficieron antes de la dicha presa; yo
vos encalco y mando que luego que la presente recibier-
dea, me enviéis por ante escribano público testimonio y
3vGooglc
428
dichos lie testigos de los Dutos. f requerimientos ^¡ otras
diligencias que se Ocieron á la dicha carraca antes de la
toma della , y que causas é razones bobo para ello , y que
cosas vedadas se fallaron en la dicha carraca y de todas
las otras cosas que viéredes é supiérdes que pueda apro*
Techar para la purificación de la razón que oto para la
dicha presa. Lo cual todo venga signado, sellado y cerra*
do en manera que faga fe, para que se provea y responda
cerca dello lo que convenga : y lo mas presto que ser
pueda despachad con lo susodicho al levador desta, que
en ello me serviréis mucho. De Valladolid a 3 de marzo
de 509 años. — Yo el Rey.— Por mandado etc.— Miguel
Pérez de Almazan.
(Salsxsr,K.4, fol.SOS).
Memorial de tas respuestas que se dieron á los emba-
jadores de Francia sobre las tomas que subditos de las
coronas de Castilla y Aragón dicen que hicieron á france-
ses y genoveses.
Al capítulo que se dice del nao de Luca Salvago, que
el conde D. Pedro Navarro tomó en el puerto de One, se
respondo : que el dicho conde iba por mandado del Rey
Católico á tomar la ciudad de One y su puerto que es de
infieles, esterminío de nuestra santa fe católica, con trato
y concierto que en ella tenia ; y que como supo que ta di*
cha carraca estaba allí , creyendo que siendo como era de
Católicos Príncipes no impedirian al dicho conde á lo que
iba, antes le ayudarían á ello; envió la noche que llegó
un barco á la dicha carraca á les decir como el dicho con-
de con la armada que llevaba iba por mandado del di-
cho Roy Católico á conquistar y tomar aquel puerto y
3vGooglc
429
ciudad : por tanto que ellos estuviesen quedos y le deja'^
sen facer á lo que iba y su carraca no recibiría daúo.
E que como el dicho barco asomó ánlcs que le pudiesen
oir ni él fablaries le tiraron un tiro de pólvora que pasó
por encima del barco ; de manera que no pudo ni osó lie*
gar é se volvió á lo facer súber al dicho conde. El cual
luego como amaneció tornó á enviar otro barco á bi mis-
ino : Y que los qiie ibón en él dijeron á los de la carraca
l« que les habla enviado á decir con los otros : y que los
de la dicha carraca alzaron luego una hondera y se pusie*
ron en armas, y se concertaron con loa moros de la ciu-
dad, que ellos les ayudarían á defender la ciudad y puer*
to, y para ello llevaron de la carraca dos tiros de pólvora
gruesos á tierra y artilleros ginoveses con ellos y el re-
cabdo qae era menester para tirar : y vinieron á la carraca
de la ciudad CO ó 80 moros para les ayudal" á defender:
y que en esto pasaron cuasi dos dias : y que como el ron--
de tenia el concierto quiso ir todavía á ver lo que podría
facer: y que luego como el armada del Rey Católico aso'
mó al puerto la dicha carroca sin le perjudicar ni facer
daño comenzó á tirar con tiros de pólvora al lirmada y
aan mató 7 ú 8 hombres. Y desdo tierra comenzaron tam-'
bien á tirar con la artillería que desde la carraca habían
llevado y á facer daño. Y que el dicho conde visto eso
enderezó la armada á la dicha carraca, é que los que es*
taban en ella la desampararon y se fueron con los moros;
de manera que la intención del dicho conde no ñié de fti-
cer daño á la dicha carraca, ni se lo ficíera si ella tío
se pusiera en defender la ciudad y el puerto y en facer
daño é la armada del Rey Calórico. Cuonto mas que an-
tes que aquella carraca alli fuese , fué requerida que no
contratase con los moros de Afrícn por la guerra que
3vGooglc
el Rey Católico tenia conienzada con eltlos, y gencral-
inenle estaba defendido por carta de S. A., pregonada por
los puertos de la icar que ningunos subditos de estos rei-
nos ai de fuera dellos no contratase con allende, según está
por testimonio en autos y pregones de la dicha carta . es-
pecialmente que en la dicha carraca se llevaban para los
dichos moros muchas armas y otras cosas Vedadas, según
parece por información verdadera que dé ello se ovo. Pero
allende de esto sí alguna cosa pretenden tener al valor
della, pídanla y facerseleshá cumplidamente.
Ndm. 10.
Colección diplomática : contiene cincuenta y siete piexas origi-
nalea desde el año de 1500 al de 11132 ambos inclusira, dirigidas
las mas por los señores Reyes Católicos á Ochoa Alvares de Isasa-
ga , caballero de la Orden de Santiago , tesorero y secretario de
la Reina de Portugal, hija de dichos seSores Beyes etc.
(Bib. particular de S. H., sala 9, est. 3, plúteo 11 ).
Carta niim. 25. — Instrucción de la respuesta que
Ochoa de Isasaga debía dar al Rey de Portugal de parte
del Católico su suegro , pidiendo vistas en la frontera para
cortar ciertas diferencias.
.Nota.— Sobre el encabezamiento se halla nns advertencia de
letra de Ochoa de Isasaga que dice asi : " La Cakta original db
ESTE TRATADO HK TOHÚ BL SBÑOB RbY DX PoBTUGAL.
El Rey— Lo que tos Ochoa de Isasaga, tesorero de la
Serenísima Reina de Portugal mi muy cara é muy amada
hija, habéis de responder de mi parle al Sermo. Rey de
3vGooglc
431
Portugal, tni muy CDro é miiy amado hijo , ó lo que de su
parle me dijisteB es lo siguiente :
Que oí todo to que de su parle me hablaste y he ha-
bido mucho placer y holgado mucho de oir palabras de
laoto y tan entrañable amor como con tos me ha eoTiudo
á decir , y de la voluntad y determinación que tiene que
de aquí adelante entre nosotros se tome nueva ley para
que en la demostración y en las obras y eo todo nos tra-
temos como verdaderos padres é Ojo, y que lo vea y co-
nozca así todo el mando , y que yo á ét siempre le be te-
nido y tengo amor de verdadero padre , y siempre he
estado en desear su bien y prosperidad , y alegrarme con
ella y en hacer por las cosas sayas y de su Real estado,
como por las propias mias , y en poner mi persona y es-
tado por él cada vez que veniese caso en que looviese
menester, yque agora visto con cuanto amor quiere quo
cnlrél é mí Jiaya tan estrecha amistad como entre padre ó
fijo debe haber , creyendo yo y teniendo por cierto que lo
tiene así en la voluntad como de palabra lo- dice que esto
me ha doblado y acrecentado en grand manera el amor
que le tengo y que me place de muy buena voluntad
que asi se haga , y que por mi parte él verá por la obra
que nunca hijo tuvo mas verdadero padre é amigo que él
terna en mí , y que para que esto mejor y mas presto se
acabe me parece que se debe agora tratar muy secreta-
mente por vuestro medio y hasta que sea concluido, pues
luego á la hora se puede concluir ; y concertado esto en-
tre nosotros , y no quedando cosa para concertar , pues
estamos tan cerca, nos veamos en la frontera donde él
quisiere para mayor confirmación y manifestación de
nuestro amor é uníoa; y que como quiera que lo de la
fortaleza de Velez de la Gomera yo lo mandé ver á los del
3vGooglc
432
Consejo , j ellos concluyeron que yo no la debía entregar
on ningumi manera ein que ae remediase el perjuicio que
en lo Ciro so había hecho á eslos reinos como se dijo en
Córdoba á Cristóbal Correa , j asi gelo quería agora res-
ponder^ Los del Consejo epero , porque haciéndose tan
ostrecba amistad entre el Rey mi hijo é mi, no quiero
yo que lo estorbe estOi y también porque yo recibo mu-
cho placer y contentaniiento que se ofrezca cosa que
Ionio desea que yo pueda hacer por él , que á la hora en
llegando á las vistas le diré que envíe á rescibir ta forta<
leza de Velez y le daré el despacho para que gelo entre-
guen libremente sin otra ninguna adición.
Caria núm. 26.— ^o tiene Techa, pero si otras ibre-
viaturas mas que no se han copiodo.
Debió de ser después del 23 de julio en que Pedro
Navarro conquisté el Peñón y con aquella fecha el pasa*
porte dado á Ochoa de Isasaga por el Rey Católico para
que los encargados de guardar el pueslo de Ciudad Ro*
drigo le dejasen pasar á Portugal á donde iba á asuntos
del servicio de dicho Rey.
Carta núm. 27. — Otro pasaporte despachado en To^
demar á 9 de octubre del mismo año de 1508 para que
los alcaldes de sacas le permitieran pasar Ubremente á la
ida y á la vuelta.
Carta núm. 28. —Otra carta del Rey Católico desde
Sevilla en 4 de noviembre de 1508, en que , según las
anotaciones del mismo Ochoa, la provisión á que se refie*
re era consiguiente al socorro de Arcila.
Carta núm. 29. — Pasaporte dado en Sevilla á 2 de
diciembre para que pudiere volver á Portugal.
Carta núm 50. — Garla escrita por el Rey Católico
desde el Aceuchal en 19 de diciembre de 1508 para que
3vGooglc
433
Ochoa (le Isasaga pudiera venirse de Portugal á Castilla.
Carta núm. 31.— Otra carta de Acenchal de la mis-
ma fecha 19 de diciembre.
Carla niitn. 32.— Carta del Rey Católico al mismo en
24 de diciembre del mismo año de 1508, en que insiste
en que se vean loa dos Reyes en la frontera (que no lle-
gó á Terificarse). y en que se trata de un trueque que
no se dice, y al que el Rey Católico se muestra pronto
" que á mi me place (dice) de muy buena voluntad que
> se fdga el dicho troque de la manera que vos me lo dc-
> xistes de sb parte ecceptada la torre de Santa Cruz que
• posee Castilla cabe las Islas de Canaria y que se fagun
o las alianzas."
Isasaga dice que habiendo salido el Rey Católico de
Sevilla él te hizo detener ocho días en Cáceres .esperando
resolución ; y como D. Pedro Girón pasó á Portugal y dio
malos informes, no se verificaron las vistas que estaban
concertadas.
Carta núm. 33. — Carta del Rey Católico desde Cá-
ceres en 2 de enero de 1!j09 rompiendo la negociación
de las vistas. El Rey Católico se queja de que el Rey de
Portugal tuviese dudas sobre la legitimad conque el Ca-
tólico goheríiaba á Castilla. Es carta sumamente intere-
sante porque dice entre otras cosas tratando de la go-
bernación " yo la tengo por derecho divino y por dere-
cho común y por ley del reino que fabla expresamente
en este caso y por testamento de la Serenísima Reina mí
muger (qiie santa gloria haya), que fue Señora propieta-
ria del reino y se conformó con el derecho y con la dicha
tey del reino etc.^
Carla núm. 34.— Titulo de factor de la Contrata-
Tono XXV. 28
3vGooglc
454
cion (le Sevilla á Tavor ilc Ochoa de Isasaga en 1 de abril
(te 1509; y ya no se trata mástic estos asunto:;.
Néu. u.
Carta$ del Rey Católico á Pedro Navarro sobre los arma-
mentos del cardenal Jiménez de Cisneros , escrilag en se-
tiembre de 1508, y una circttlar á las justicias sobre lo
mismo, que equivocadamente se supone fechada en diciem-
bre de 1509 y ha de ser de 1508, pues luego viene otra
de enero de 1509 sobre los mismos armamentos.
( Sulazar , autógrafo de mioutas , K . 4 , fot. 9 ).
El Rey— Mosen Pedro Navarro, conde de Olivólo,
nuestro capitán general de la inrantería: Ya sabéis como e!
reverendísimo cardenal de £spaña ba de ir á Tacer guerra
contra los moros de AñJca, enemigos de nuestra fe : 6 por-
que es muy necesario que para, el tiempo que llegare
Cartagena vos halléis allí, yo vos ruego que para el tiem-
po que éi vos escribiere, que será en Cartagena, estéis
desocupado de toda cosa, para que, como dicbo es, al
mismo tiempo vais allí para hacer lo que vos mandare,
De Córdoba 16 de setiembre de 1508 años — Yo el Rey —
Por mandado de S. A. — Miguel Pere2 de Almazan.
(Salazar, aatógrab de miuuUs,K. 4, fol. 106).
El Rey — Moscn Pedro Navarro: Ya sabéis lo que
está asentado entre mi y el reverendísimo cardenal Des-
pafia sobre su ida á la guerra.de África. Háme escrito
3vGooglc
435 ■
íigora con sospecha que le han dicho que yo no estoy
en complir lo que con él está asentado ; y también du-
dando de TOS. Y porque yo he estado y estoy en com-
plir lo qtíe por mi parte se ha de complir que con é\
está asentado , he mandado al licenciado Vargas que pro-
vea con diligencia lo de los mantenimieRlos , que está ií
£u cargo , para que at tiempo que et cardenal estovierc
en Cartagena con la gente, los tenga enteramente proreí-
dos. T también porque no querría que dudase de vos, ó
pedimento suyo os he escrito hoy una cédula , cuya copia
va con esta , en que ge contiene que at tiempo quel di-
cho reverendísimo cardenal vos escribiere , que será en
Cartagena para ir á la dicha empresa , estéis desocupado
de toda cosa» para ir allí al mismo tiempo á facer lo que
el dicho cardenal voe mandare : yo vos ruego que lo íagais
así. Y como quiera que esto vos escribo, bien veo que el
Itempo no da lugar para facer agora en invierno lo que
et cardenal quiere , que cuando la gente y navios serán
juntos . ya será en noviembre. Mas no querría que pensa- *
se el cardenal que queda por mí ni por vos de cumplir,
sino por el tiempo, como es la verdad, y esto se dehe pn*
ner en razón at cardenal. Y en tanto, pues no podéis estar
ocioso, podréis facer lo que os pareciere como lo tenéis
acordado. Do Córdoba á IC de setiembre año de 1508
años — Yo el Rey— -Por su mandado ele.
(Salaur, autógraro de minutas, E. i, Tol. 170.)
Doña Juana etc. — A vos los concejos, justicias, regi-
dores, caballeros, escuderos, oficiales, ornes buenos de
todas las ciudades, villas é lugares destos mis reinos é se-
ñoríos é de los puertos é costa del mar dellos, é á cua*
3vGooglc
456
lesquiera capitanes, c mneslres de naos é narabetas é otras
cualesquier Fustas, mis subditos é naturales de cualquiera
estado ó condición, preeminencia ó dignidad que sean
ó ser puedan , é á cada uno ó cualquiera do vos , á quien
esta mi carta ó el traslado della signado de escribano pú-
blico fuere mostrada, salud é gracia — Sapadas que yo
por servicio de Dios nuestro Sei^or é ensalzamiento de
nuestra santa fe católica, y por honra, y bien y acrecen-
tamiento destos dichos mis reinos é señoríos é patrimo-
nio Real dellos , he acordado medianle nuestro Señor é
con su ayuda mandar Tacer una gran armada para la
guerra de África con los moros della . enemigos de nues-
tra santa fe católica, de la cual dicha guerra movido con
su santo y singular celo el reverendísimo cardenal De»-
paña^ arzobispo de Toledo, primado de Jas EspaQas, chan-
ciller mayor é inquisidor general contra la herética prave-
dad en estos dichos mis reinos é señoríos , ha tomado é
tiene á cargo. E porque así para pasar la gente de á pie
é de á caballo que para la dicha guerra se ha de enviar.
como para los bastimentos, é armas, é municiones é otras
cosas que para ello serán necesarias son menester ronchas
naos, c carabelas é otras fustas , mandé dar é di esta di-
cha mí carta para vosotros en la dicha razón ; por la cual
vos mando á todos y á cada uno de vos é cualquier de
vos que luego que por cualquier persona ó personas, quo
del dicho reverendísimo cardenal tienen ó tuvieren poder,
fuéredes requeridos tes fletéis é hagáis fielai* para lo suso-
dicho todas las naos, é carabelas y otras cualesquier fustas
que tenéis ó tuvicredes en cualquiera ó cualesquiera de
tos dichos puertos é costa de mar destos dichos mis rei-
nos é señoríos, ó las que do las dichas fustas él quisiere
ó por bien tuviere sin poner en ello excusa ni dilrxion
3vGooglc
457
algtma ; é «i agí facer é cumplir non (]uÍBÍére<les ó en ello
excusa ó dilación alguna pusiéredes , mando á vos las di*
chns mis juslicias é á cada una é cualesquiera de vos
en vuestros lugares é jurídiciones que luego las conslrigais
é a[vem¡eÍ8 á ello, é si necesario es tes embarguois é se-
cuestréis las dichas naos y carabelas é otras cualesquier
fustas que tienen ó tuvieren, como dicho es. ó las que de
ellas la persona ó personas que poder del reverendísimo
cardenal tuvieren , quisieren ó por bien tuvieren ; por
manera que las dichas naos, é carabelas é fustas ó las que
deltas la dicha persona ó personas quisieren ó escogieren
estén ciertas y prestas para la dicha armada , y que en
ello DO haya falta alguna: que sí necesario es para ello ó
para cualquier cosa ó parte dello vos doy poder cumplí-
do con todas sus incidencias é dependencias , anexidades
é conexidades , é en ello ni en parte dello embargó ni
contrario alguno non pongáis ni consintáis poner so pena
Ab la mí merced é de 10,000 mrs. para la mi cámara á
cada uno que lo contrario íiciere. Dada en h) villa de Cá-
ceres i 30 días del mes de diciembre año del nacimiento
de nuestro señor Jesu Cristo de mil quinientos nueve
años — Yo el Rey — Yo Miguel Pérez de Almazan, secre-
tario de la Reina nuestra Sonora, lo fice escribir por man-
dado del Rey nuestro Señor — Franciscus Hcencíatas ('de-
be ter Varga»),
Sigue otra igual y de la misma feeka para baitimentot de pan,
carne jr demás, y para lot hagtges á precios justos f equitativos se-
gún las que eorratt ea los paeilos.
Kod di VargH Paucc.
„Googlc
(Salazar, autógrafo de miuutas, E. i, fol. i7t ).
Doña Juana por la gracia de Dios Reina de Casti-
lla etc. — A vos los concejos etc. Sepadea que mi mer-
ced é voluntad es de mandar proiíeguir poderosamente
la guerra que está comenzada contra los moros de África,
enemigos de nuestra santa fe católica, y que en este año
en que estamos pase en aquellas partes una gruesa ar-
mada y hueste en servicio de nuestro Señor y nuestro :
para lo cual es menester facer alguna gente de hombree
de armas y gineles , é para la facer envió á esas ciuda-
des . é villas é lugares al comendador Espinosa , codUdo
de nuestra casa : Por ende todos los que quisiesen lomar
sueldo para ir á la dicha guerra , así hombres de armas
como gineles , recibiéndolos el dicho comendador Espi-
nosa por ánie escribano les será pagado su sueldo s^un
el dicho comendador Espinosa con ellos concertar é todo
el tiempo que sirvieren. Loa cuales que asi asentaren
mando que partan bien adrezados á punto de guerra se-
gund é al tiempo é donde el dicho comendador tes dijere
para se juntar con el cardenal Despaña, arzobispo de To-
ledo, que yo mando ir por capitán gener.-il de la dicha
guerra. El cual les mandará pagar el dicho sueldo todo
el tiempo que sirvieren; é mando fia fórmula con lo$
10,000 mrs. de mullaj. Dada en Alva id dias del mes
enero del año del nacimiento de nuestro Señor Jesu Cris-
to de 1509 años— Yo el ftey— Yo Migud Pérez de Alma-
zan ele.
3vGooglc
439
Nb«. 12.
Las tres cartas siguieates están copiadas por D. José Vargas
ronce de un códice en &■.", señalado Ff. 118 de la BB.' PP.', que
tiene por título mosen yáuma ; y en efecto son varios opúsculos
suyos ó cosas recogidas por él de may buena letra.
Carta del maestro Cazalla al doctor de Villalpando,
dándole cuenta de la toma de Oran.
Fol. 266.
Al reverendo é muy venerable señor el señor doctor
(le Villalpando, capellán mayor de Toledo, provisor y
vicario general en todo el arzobispado de Toledo.
Reverendo y muy venerable señor : Una carta de Vm.
recibí hoy jueves déla fecha desla, y á ella no quiero
responder sino en presencia. En esta muchas razones hay
que yo me ocupe en dalles nuevas de tanto gozo y ale-
gría como plugo á Dios dar d todo el pueblo é iglesia
católica: lo uno por ser yo servidor de Vm. é habérmelo
así mandado ; lo otro porque el cardenal nuestro Señor
se acordó de Vm., y me mandó que le escribiese, para
que Vm. alegrase toda esa santa iglesia é cabillo de esos
Miércoles á Í6 de mayo el cardenal , nuestro Señor,
con toda la armada y con e) próspero viento que parcs-
cia de Dios para esto solo enviado, donde me acordé de
haber leido en las obras de San Agustín en et libro que
se nombra del Conocimiento de la verdadera vida que
dice el viento por espíritu de Dios, é ansí fué ; que como
este viento con In voluntad de Dios Tuere conmovido ó
con las tempestades de las aguas acresccntado, c por los
3vGooglc
440
misterios de los ángeles fuese alterado é sosegado, se
fizo á la Teta , y el jueves de la Ascensión á la noche con
tarto peligro por el apretura é asurgir de las naos, toma
puerto en Mazalquevir, de lo cual los moros no poco se
(espantaron viendo tal osadía é ati;cTÍmiento , y así asurgír
«le noche , é esto les fizo á ellos creer que otro día no po-
(Iríamos facer nada. Dende el jueves á mediodía que nos
vieron comenzaron á facer grandes ahifmadas é fuegos
por espacien de diez teguas: luego se apercibieron. Su
reverendísima en aquella noc^e dentro del puerto sin
desembarcar , dio orden con estos señores condes é ca-
pitanes, de lo que otro día con el ayuda de Dios se ha*
}>¡a de facer. E luego el viernes antes que amanesciese
la gente de á pie se comenzó á desembarcar, y serían ya
las diez det día, cuando ta gente de á pie eq tierra se
habían ordenado cuatro muy fermosos escuadrones de
mas de 2,000 hombres cada una. La gente dea caballo
1)0 pudo desembarcar ian presto; mas dábase priesa y no
con mucho concierto. Y entretanto et cardenal, mi señor.
desembarcó y entró en la iglesia de Mazalquivír, y de
allí fué á la posf^df^ y comió un poco bien de priesa coa
farlo cuidado porque de la mar salía muy fatigado é muy
flaco, aunque al que menos mal fizo ta mar fué á él. Y
luego después de comer, cabalgó en una muta , y el pa-
dre fray Francisco Ruiz en otra, é lodos los suyos espe-
cialmente oüciales é clérigos, con ¿t todos á caballo é
armados é la cnu delante, fuimos con él. E salido su
revendísima señoría al campo, fizo dos cosas de gran
provecho : la una que dio su bendición ó la gente y la es-
forzó mucho , é mandó que moviesen las batallas é co- '
menzasen á andar; é la otra fué que en la gente de ac«-
Vallo puso cobro que andaba d^smanditd? o desord^ada
3vGooglc
411
á causa del desembarcar y ver los moros tan cerca, é
habla Tarta tardanza unos en ir tras las iofanlerías , ó otros
en desembarcar sus caballos é armas. Esto fecho su re-
verendísima señoría mandó poner guarda en unos llanos
de sierras que atravesaban entre Mazalquívir y la sierra
grande de Oran que iban á combatir : y esto proveído ya
se facía tarde. ^ su señoría reverendísima así por impor-^
lunación <ie algunos, como porque estaba cansado que
era tarde é había fecho mucho mas de lo que bastaban
sus corporales fuerzas, se toraó á Mazalquevir; é dende
allí tenia sus atalayas de todo lo que se facía , y él eotre^
tanto con mucho cuidado alzadas sus manos orando á
nuestro ^ñor. peleaba mas que todos, E los moros ó b
misma hora que comenzaron los nuestros á desembarcar,
tomaron la sierra dd paso y el agua, y eran fasta 12,000
de á pie é de á caballo, é cada hora se llegaban mas, sin
el socorro que de Tremecen esperaban- Los nuestros sa-i
caroo el artillería é no toda ni bien ordenada ¿ con aque-.
Ha les ojeaban é otras escaramuceaban con ellos por la
falda de la sierra. E ansí poco á poco los fueron retrayen-^
do é cobraron tierra fasta un pilar muy fermoso de agua,
donde toda la gente bebió y se esforzó mucho : é dende
adelante entre unos higuerales é torres al pie de lo mas
agro de la sierra asilaron el artillería , é de allí con ella
ricieroD gran daño en los moros é les puflieron gran míe*
do ; y junto con esto el esfuerzo de ciertos caballeros que
allí se señalaron de los nuestros que mataron algunos se-!
ñalados moros. Pinalmeato con el ayuda de Dios é de
Santiago, peleando é matando é algunos muriendo, tes
tomaron la sierra. Aquella tomada lodos los moros se pui
sieron en fuida entonces descubriendo la sierra sobre
Oran: los nuestros les siguieron sin orden y sin capila-
3vGooglc
iA1
nes, sino caja uno como mas podía ^correr. E asi la gente
extondida pareació mucho mas de lo que era, ó como
llevasen á Dios é á Santin^o por capilan, con lanta prie*
sn les siguieron , que no les dejaron entrar en la ciudad.
E súbito fueron puestas 6 Banderas al alcazaba, é dende
á media hora estaban todas las banderas al rededor de los
muros é lomadas todas las puertas. Pelearon algo dentro,
especialmente en las mezquitas é algunas casas fuertes,
donde hubo mas resistencia. Algunos sin orden no conten*
los con la ciudad, siguieron por las huertas en el alcance
de los que iban fuyendo con sus mujeres é faciendas; é
retornaron los moros sobre ellos á causa de la desilrden, é
ficieron algún daño , mas muy poco. Ya ocupada parte de
la ciudad , las galeas llegaron por la marina , -j la ciudad
les tiraban grandes tiros y ellas á ella ; é finalmente , de
un buen tiro derrocaron la mejor pieza con que los moros
tiraban: é salió mucha gente de las galeas por la ma-
riña , é ansí toda la cibdad se entró , é antes que anoche-
ciese toda estaba por los nuestros. Murieron moros y mo-
ras mas de 4,000, y nun dicen que 5,000; los cautivos
no tienen número ; y ai los de a caballo hubieran todos
desembarcado, y siguieran el alcance ordenadamente,
todos los alárabes fueran perdidos, é tomáronse despojos
de infinito precio. Pero todavía lo robado que ha pa-
rescido y tienen tos soldados escondido, vate mas de
500,000 ds. , y hay hombre que le copo mas de 4,000
ducados : é tos hombres petados juegan doblas como blan*
cas. De los nuestros moririan come 15 ó veinte perso-
nas ; y en las calles de la cibdad , que es mayor que Gua-
dalaxara dos veces , no habia quien anduviese por ellas
de muertos y de picas quebradas. La marina , tas huer-
tas, las casas, todo lleno de muertos, tanto que es cosa
3vGooglc
445
increíble á quien no lo vió, y al que lo vio es inefable.
Hubo grandes misterios y milagros en este sonto viaje.
Lo uno que, asi para la ida como para la venida, paresció
notoriamente que el cardenal nuestro señor tenia el vien-
to en la manga, y asi lo decían públicamonle los marine*
ros. Lo otro , que la primera cosa que yo vi en la tierra
de África , fué una cruz , y dije luego á los que estaban
conmigo, en esta señal venceremos; como yo habia pre»
tlicado el dia de la cruz ánles que partiésemos, y habían
dicho que íbamos á buscar la cruz á AfVíca. ítem at tiem-
po de ir á combatir la sierra , estando en lo alto della mas.
de 15,000 moros , apáresela sobre ellos una niebla negra
que los cuIh-íó , y á los nuestros dejó con |uz y con una
bondad de tiempo fresco. ítem que al tiempo de comen*
zar de salir salió un Gero puerco que ovo quien dijo á é),
n ét. que Hahoma es, é luego le mataron. E vimos mult¡<
tud'de buitrea sobre los moros, é al tiempo que la ciudad
se entraba . apareció sobre ella dos arcos, los cuales como
los mostrase D. Carlos ol licenciado Frías, dijo, y no sé
con que espíritu t Oran es tomado ; y así lo era aquella
misma hora. E dejando grandes- particulares maravillas
que allí mostró Dios aquel dia, note Vm. dos. La una es,
que seyendo la ciudad tan fuerte como Toledo ó Segovía,
no lo puedo mas encarecer ; porque el conde Pedro Na-
varro confiesa que nunca tío otra mas fuerte ; las escalas
para la toniar y entrar, fueron las picas ; y cuando uno no
baatoba , los otros compañeros á mano lo alzaban , é para
pasar de un tejado á otro , de una torre á otra ó al muro,
atravesaban las picas por escaleras. E hay hombres que
preguntados quien les llevó tanta tierra tan presto, é
quien los eubió por los muros que agora veen , están-ató-
nitos y dicen que no saben sino que un temor muy tcrrí-
3vGooglc
444
Me cayó sobre los eaemlgos de la cruz, y tanto espíritu
descendió del Señor en sus cristianos, que no solo aquella
cibdad , mas todo el mundo no bastaba para lo resistir
aquella hora. Lo otro ha de notar Vm. es, y esto se pre-
dique y tenga por evangelio, que es notorio que Dios alar*
gó aquel dia, así como en el tiempo de Josué, tanto que
los moros mismos lo confiesan que lo vieron cbramen-
te. E á esta causa algunos pidieron baptismo. ítem sepa
Vm. que el primero que entró en la ciudad y la prime-
ra bandera , fué la del cardenal nuestro Señor ;é mas
sepa Vm. que cuando allá decia al cardenal nuestro
Señor de Oran y sus fuerzas , era burla ; porque si su re-
verendísima señoría supiera lo que es , como agora que
lo ha visto y follado , acá no viniera ni emprendiera tan
gran cosa que parece imposible á todos los Pnncipes cris-
tianos podella expugnar si dentro hubiese 3,000 personas
de pelea é hombres de bu«i recabdo. Tenían ios moros
dentro mas de 60 piezas de artillería y dos artilleros cris-
tianos que tenían para quemar . porque no habían fecho
bien unas piezas. Soltáronse cativos cristianos fasta 500.
Alcrebite y munición de artillería que tenian, dicen que
vale mas, de 3,000 ducados. Hay en la ciudad muy bue-
nas casas y paresce á Toledo: hay puerto y playa; hay
6 paradas de molizas en un arroyo que- corre alrededor
de la ciudad. Es nn paraiso de iiuertas y tiene campiña y
sierra |a mejor que tiene ciudad de España. ¥ sepa Vm.
que según el celo del cardenal nuestro Señor y tos mila-
gros manifiestos que Dios aquí ha querido mostrar, es cla-
ro que presto quiere que toda África sea nuestra : y esta
es la causa que tan presto fizo volver al cardenal nuestro
Señor á dar orden con S. A. y con los Grandes, encomen-
dándoles para que vayan á cosa tan aparejada. Ya tenia-
3vGooglc
44a
mos lengua de Tremecen que tiemblan, porque el miedo
de los moros es tanto que fasta Fez van ya fnyendo. Es-
pero en Dios que antes de 20 días oiremos nuevas de One
y de otras Tuerzas que serán tomadas. Y porque presto es-
pero ver á ViDi aquí, no digo mas ; y esto poco que he di-
cho, es para que Vm. y esos señores den loores á Dios,
que tal obra y tan súpito quiso ohrar. Y lo dicho en com*
paraeion de lo que se habia de decir, téngalo por casi na'
íla ; ca mejor pudiera yo en este caso decir lo que dijo Sa*
lustio de Gartago , que mejor es callar que decir pocas co'
sas. Bendito sea el Señor Dios nuestro, que enseñó las
manos de nuestro prelado para la guerra, y sus dedos á la
batalla; porque el mismo Dios Jesucristo, pastor de todos
y redemptor. peleó desde el cielo por su iglesia. Vueslrit
dignidad quede con el mismo Jesucristo, al cual sea ala-
banza, honra, gloria , imperio , por todos los siglos de los
siglos, amen. Perdone Vm. la priesa dt» la carta, á cuya
causa no va tan ordenada como fuera razón. ítem sepa
Vm. que el teniente de alcaide que estaba dentro de la
fortaleza por mandado de su amo, cerró los puertas con
las llaves; ó cuando quiso abrir á su amo, que venia fu-
yendo, nunca tas pudo fallar. De Cartagena jueves 24 de
mayo de 1509 años. Servidor y capellán de vuesa merced.
el maestro de Cazalla.
3vGooglc
Ncm. 13.
Carta que Fernán Pérez del Pulgar escribió á Pedro Na-
varro desde el Salar , ánles de que se embarcase para
Oran, elogiándole y dándole consejos.
Fol. 252.
Cuando el ronde Tf. Pedro Navarro pasó á ATrica con
el cardenal de España , Fernando del Pulgar le envió esla
caria.
Muy magníflco Señor : A Roma iban muchos mas por
ver á Tito Livto que por mirar la ciudad : é así lodos de*
biamos de facer, irsolo á ver á vuestra señoría. E con
efecto yo así ficieru en esta santa é buena jornada , si con
mi -soledad y edad se acabara. Porque según el afición
tengo al servicio de vuestra señoría, mejor parescíera Ule
ó servir que no screbir. Acá , Señor , se reza de la guerra
que el Rey nuestro Señor manda facer á los moros de
África: y claro pareace que Dios lé hace caudillo della,
pues le concluyó la paz que debe tener con los Reyes
cristianos , sus parientes y vecinos , y le acarreó gucrru
justa á que es obligado, en que se gana honra en esta vi-
da y gloria en la otra: á la cual solo el emprender falla
que ella se seguirá con buen principio. Hoy que mayor
bien pueden sus subditos tener que guerra buena en que
entiendan y se ejerciten, y ejercicio muy necesario para
atfljar las guerras que nascen en los reinos y crian los
pueblos, cuanto mas estando tonta parle de la jornada
andada, conviene á saber, tener á España: porque los
Reyes que señorearon primero, la procuraron de la ga-
nar. Que si Anibal fizo guerra á los romanos , primero
3vGooglc
447
snfioreó á Eípoña ; si Cipion pnsó á África y rcrcú á Car-"
lago primero teniendo á España ; si Pompeyo determinó
de ser dictador de Roma , antes se apoderó de España,
conosciendo la gente que en ella mora , son tales c de
tantas fuerzas y esfuerzo , que otra ninguna nacioo les
semeja eu esto, y nunca tales como hoy. Porquo enton-
ces solos los oficiales de la guerra la usaban ; agora todo
género de gentes las sabe , y muy obedientes á su Rey.
ililigeBles á los mandamientos de su capitán, trabajado-
res y valientes varones en ella, según paresce en las prós-
peras guerras de Granada y Ñapóles. ¿Qué falta sino po->
nella eo obra, que Dios es el que guía todas las cosas , en
especial las suyas propias como esta? que el tiempo, mi-
nistro y maestro dellas, muestra como se deben seguir.
Cipion un hombre fué y sin corona, y cuanto menos quí'
sierdes de estado, y con asaz quiebra emprendió de
conquistar lo que ganó, que fué mas de lo que pensó,
que con solo echar á Anibal de Italia y aun con harto
menos se contentara ; y en breve tiempo señoreó á Car-
tago , no teniendo los aparejos que dicen tener el carde-
nal para esta honrada y próspera .pasada que face ; é la
ocupación é diligencia qae pone todas horas é todo tiem-
po en ella. £ como sé es su servidor é amigo que le
ayuda en esta conquista, no sin causa quiso Dios fuese
nacido este arzobispo, á fin que su virtud se mostrase á
los hombres en todas las cosas, así espirituales como
temporales, que juzgadas sin odio, ira ni afición , las tor-
nemos mas por divinas que humanas. E porque si de la
bondad de su señoría fablamos , antes follaría tiempo que
della decir; y aunque por ventura aquella contar faria-
mos menos de lo que es, no me detengo; y paso á supli-
car á vuestra señoría al tiempo que se ficiere nómina de
3vGooglc
la gente que en buena hora han de pasar en África, no
flo olvide de mandar buscar y poner en ella los mas adali-
des y hombres del campo que se pudieren haber, en es-
pecial aquellas que siguieron la guerra pasada deste rei-
no de Granada : porque estos como quier que los moros
son astutos en la guerra y diligentes en ella los que han
sido en los guerrear los conoscen bien y saben armalles,
conoscen á que tiempo y en que tugar sd ha de poner la
guarda , do conviene la escucha , adonde es necesario el
atalaya, á que parte et excusana, por do so fará el atajo
mas seguro y que mas descubra, conosce et espía, sa-
brála ser, tiene conocimiento de los polvos si son gente
de á piot y cual de á caballo A de ganado, y cual es
torbellino, y cual humo de carboneros y cual ahumada,
y la diferencia que hay de almenara á la candela de los
ganaderos: tiene conocimiento de los padrones en la
tierra, y á que parte tos toma y á que mano tos deja:
sabe poner la celada y do irán los corredores y ceballos
si les es menester : tiene conocimiento del rebato fechizo
y cual es el veriladero: dan avisos: su pensar continuo
es ardides y engaños y guardarse de aquellos: saben to-
mar rostro y conocer de que gente y á cual seguir: sen-
tarán pasos é vados, é dañallos á adoballos según fuere
menester: y guian la hueste, buscan pastos y aguas pnrn
ella, y montañas ó llanos para aposentaltas : conoscen la
disposición para asentar mas seguro et real, tentarán et de
los enemigos, irán á buscar y traer lengua dellos que es
muy necesaria : tienen continuo cuidado de mirar el cam-
po, de noctie los oidos descolvados, de dia los ojos no
cerrados, porque así es debajo de la pestaña del atala-
ya, está la guarda del pueblo, gente y hueste. Enxem-
plo en Alcalá la Real después de atajado y dado seguro
3vGooglc
449
Ib gente de la ciudad salió ó sus faciendas al campo;
Diego de Linares, guarda escusaña, natural de alli, como
se mostró viese eotrar caballeros, y él sin ser sentido
delfosi en una mola espesa se metiese, y de la pérdida
de lu pueblo se doliese, de improviso alli Gzo ahumada y
respondida por la torre del arcediano que alli está, salín
el conde de Cabra , que era venido por guarda para co-
ger los frutos del campo , faciendo rostro á los enemigos,
cojo los amigos con sus ganados á la cindad sin cosa per-
der, y los moros en tala de panes y heredades, quebra-
ron la saña de la guarda. Los cuales como lo quisiesen
malar, tn> lo matéis, dijo el Rey. Por el cual pregun-
tado porque había fecho tan loco atrevimiento , pues
salvar no se podía de ser cativo ó muerto , respondió:
yo por bueno la tengo , y mas bien quiero pndescer, dijo.
Señor, que no digan a mis fijos los de mis vecinos, lu
flaqueza de tu padre hizo viuda á mi madre. Oído por
el Rey loóle su respuesta y mandó fuese bien tratado y
llevado para enxemplo de los guardas de su reino , don-
de estando pocos días á ruegos y dineros del conde le
dio el Rey de Granada libertad. E no menos bien vino
¿ Archídona de los hombres del campo ; que como el
maestre D. Pedro Girón la tuviese cercada y necesidad
tuviese de saber donde y en que estaban los moros do
Loxa, Ronda y Málaga y aquella tierra. Pedro de Go-
doy , caballero de su cosa . tomó un adalid con otros é
fué á entrar do trujeron lengua con el Rey de Granada,
Guadíx ; Raza recogía gente en Toxara para socorrer la
villa. Sabido por el maestre, en breve juntó mas las es-
tancias á la muralla , y díó el combate que fué causa la
ganó antes que el socorro llegase ; pues de la puerta den-
tro en lugar de frontera toda su plática es guardatla , y lo
Tomo XXV. 29
3vGooglc
450
que conviene al oficio Je guerra, y á que hora se cerrarán
las puertas , y cuanto antes la de la fortaleza ; y las velas
y rondas a quo hora irán , y no á estanza sabida porque
la sqerle se le ha de dar echada después de las puertas
cerradas, y en ella estar para la entregar al atalaya ó ata*
layas que han de esperar a las velas que venían al sol
puesto , y cuando se abrieren de noche quien y á quien
y con que recaudo y porque necesidad ; y no recibir con
mala cara al requeridor , aunque vengan á horas entesas,
porque viene á decir el recaudo que en la cerca hay, la
lonja del trato de la gente en las torres y barreras , adar-
ves y puertas con su9 lanzas , espingardas y baUeslas ti-
rando á terreros, el apuntamiento de los artilleros de no*
che con sos tiros, y de dia miralles por guardailaa de \m
daños, requiriendo á menudo las casas deja artillería de
día , y aquellas casas apartados unas de otras y visitarlas
de los bastimentos: y las noches fortunosas de obscuri-
dad , á que parle se porbán las escuchas , y en que lugar
losfarones, do acudirá el sobresaliente cuando el ataja-
dor saliere de pesquisa á recibilto, y cuando á pacer el
ganado, quien á guardallo . y que guarda irá á cobrallo.
A los rebatos , antes , decia Luis de Pernia , ir á buscar
cien veces al enemigo á su casa, que no una cuando
viene desviarme de la mía. E por do se espera correr los
contrarios , armallo» líro» á lugares y pasos. Que como
el año primero de la toma de Alhama á iiquclla corriesen
Mahomal Alatar y Jcbiz con la gente de Loxa y V^lez.
Antonio de Fonseca y Fernando de Vega , que la guarda
del campo con caballos é peones aquel dia tenian ; y
como acostumbraban los moros correr tan ligero que con
poco llegaban al barranco quo es alli cerca de la puerta;
estos caballeros conosciendo las cosos del campo licicr«n
3vGooglc
451
cárcavas eu veredas seguidas, y como soltasen á su coa-
lumbre correr los moros , cayó un caballo que por salvarlo
recibieron allí daño Iod suyos, é dende adelante tan sueltos
ni juntos se llegaban á la ciudad , el caballo del cual los
peones á pedazos á lu ciudad para comer tritjeron. E co-
mo les cosas de guerra por escrito, son como los dere-
chos que hay mas casos que vienen que no leyes usadas;
porque son tantos y tantas , ccmo vuestra señoría sabe,
mejor las facen hombres de frontera, seyendo su »so
que no aquel que las ha de aprender ; que estas no oyen-
do, mas viendo y faciendo se saben bien. Es verdad que
de Contar estas cosas mas ligeras que de facer son; pero
los que tenéis cargo de gente, á todo habéis de hacer ros*
tro en oilto, que puede ser y muchas veces se ve el siin>
pie decir una cosa y buenas cosas, que de los que han
visto aprovecha el consejo, porque en la guerra hay
grandes cosas y muy varías á muchos casos peligrosos
obligadas : disposición del lugar , fortuna del tiempo , la
hora del sol contrario, muorte de un hombre, flaqueza
de otro caso semejante le atraviesa , que es causa ser
vencidos los muchos que esperan ser vencedores. En
prueba de mi suplicación , presento el consejo que dÍ6 el
viejo Poncio Sercnio en lo de las loteas candínas y el de
Períoclcs cuando dijo que destrucción cobraba venganza
cuando dormía el enemigo. Y no menos decía otro veci-
no Aliutarel viejo, quíen sabe la guerra enriquece y %ive
en ella. E aun costumbre era en Roma cuando un cón-
sul iba á facer guerra , que le daban hombres sabído-
res de ella para la platicar y gUiar bien. Creo que su se-
ñoría reverendísima lo terna proveído, pues es para
mostrar y proveer á todos , y no lodos proveer á él , se-
yendo la ocupación de su ilustre persona toda hora co
3vGooglc
452
lo m.ts necesario que en guerrear los enemigos de la Té é
aquellos dalles ley : é que no se lo habrá olvidado con el
deseo de la guerra lo primero que fizo Melello en la guer-
ra de Jugurta, cuando le fué entregada la hueste p(W Es-
purio Albino que estaba, dice Valerio, mancillada de vida
floja y delicada, demandó lo superfluo echar de su ejcr-
cito ; porque la soltura de la gente es tanto hoy, que con-
viene rogar y al muso dar. ¡ O cuantos en cuanta manera
loan la guerra por el bien que della sucede, que sin ella
no hay perpetua paz ! Pues oyamos á Valerio Náximo lo
que decía á Pió Claudio que por muy ocupado en ella va-
lia y era mas provechoso al pueblo de Itoma que por su
ociosidad : no porque él no fuese gozoso en el estado de la
paz, mas considerando que los muy poderosos reinos eran
movidos ü virtud por ejercicio y par folgar caídos en pere-
za, y que la negociación de la guerra que es de terrible
nombre, ha mantenido en estado buenas las costumbres de
la cibdad, y el reposo que ha dulce y suave voz la finchó
de muchos y diversos vicios. E Vegecio que dice que el
duque de la hueste debe mas desear tiempo de batalla
que no de paz, por la necesidad del ejercicio . ca es con-
versación de virtud , así como el folgar es causa de flojc*
dad y de vicios. E árbol de batallas cuando dice es necesa-
rio guerra trayendo enxemplo do se comenzó la primera,
é qué loores le da ! y que tales y cuantas autoridades trae,
é las gracias que deben las gentes dar á los procurado-
res dellas. En especial agora que se esperaba en Espaüa,
sijesta guerra no se atravesaba , lo que acaesció después
que CipioQ sojuzgó á Cartago , quo las guerras ovieroii so-
breseimiento, do se descubrió cantidad de robadores
cuando el sueldo les fullesció; porque muchos no sabien-
do fallar mornda, otros por no venir á menos de sus cs-
3vGooglc
455
taüoa , oíros por babérsetee convertido en hábito el gucr*
L'ear é mal facer ; así por esta guerro de que se trata,
todos loH males é ladrocinios c saltear de camino, que á
la puerta están , cesarán con ta pasado de África que por
solo mercaduría se debe tratar y por buen caudal. E
lambien porque el Rey que face guerra en la casa ogéna
tiene sosiego y paz en la suya : y España mas que otra
gente la quiere , de la cual se sigue que como en la guer-
ra son bolliciosos, asi en la paz jamás cesan de ser es-
candalosos. Su salud es pues dalles con que su ocio no
vaya á vicio : guerra y de infiel que eo le guerrear se
gana el amor de Dios y voluntad del pueblo , y á gente
de África que desque veeís caza no paran rostro. Hióm-
brome. Señor, cuando esta pasada digo, haber Icido aque-
lla pregunta que Gípion Szo á los marineros al desembar-
car en África , como se llamaba una piedra que parescia
muy alta : su nombre es , Señor , buen acogimiento. Allí,
dijo él , me place ser acogido. El temor gronde que fné
en aquella tierra , dígalo Tito Lívto ; y diga este claro
cardenal , sí Cipion allí dijo me place ser acogido , yo á
puerto grande ser desembarcado; y no sin causa quiso
Dios se ganase, que dicen sea el mejor de la mar. Y vol-
viendo á mi suplicación, si se buscan, fallanse-han de á
pie y de á caballo, aunque rotos, buenos almogávares para
roza-montes ; y de gana irán, pues van á guerra , que hay
mas tardanza que peligro. De Salar á 6 de abril de 1509
años — De vuestra señoría servidor ^Fernán Pérez de
Pulgar.
3vGooglc
NúM. 14.
Carla del cardenal CÍsnero$ al doctor YUlalj>a)UÍo,
en Cartagena de regreso de Oran.
Carla del señor cardenal Despaña , arzobispo ilc Tole-
do, al venerable nuestro especial amigo el doctor VitIaU
pando, capettao mayor de nuestra santa iglesia de Toledo,
nuestro visitador é vicario general.
Venerable doetor. eapeeial amigo : Aquí ua hay mas
que decir sino qfie demos todos muchas gracias á nues-
tro Señor por la mucha victoria que plugo á su clfioaeD'
cia de nos dar en esto de Oran ; que cierto ha sido mai
por misterio, que por fuerza de armas segund ta gran
fuerza de la cibdad , ques la raa^ fuerce, é mas fermosa ó
viciosa d«l mundo. Yo viqe á proveer desta oosla para
que los lleven provisiones , é porque vengo algo mareado
V cansado d^l camino, mandé al maestro Cazalla que vos
escriba particularmente de todo : é también io escribe el
secretario á nuestro cabillo con nuestra earta ; aquello
nos remitimos. Aquí vos enviam>w una citrla para la ma-
dre Harta . encomendádnosla mU;cho , é visitad de núes»
tra parle á todos eaos, monasterios , dándoles gracias por
los sacriftcios y oraciones qi^ han fecho por este soatane*
gocio que creentos que ha mucho aprovechado ; é que
les roganxos que lo continúen dando gracias i nuestro
Señor por lo fecho , é suplicándole qu9 lo quiera conser-
var é aumentar como sea su servicio. De Cartagena á 25
de mayo de 1509 años. — F. Cardinal is—ffieróninw Ulan,
líecrctario.
3vGooglc
455
Nt^M. 15.
Carla de Pedro Navarro al Rey Católku.
Oran 16 de oaubté de 1509.
(OriglMi)
(Salaur^YH).
Suplicft & S. A. perdone á aa patrón vizcaino, qae le había
servido en la conquista de Oran, de na afio de destierro y de una
malta en remiuieraeioD de sol ser? icios.
Muy alio é muy (Hxleroso Príncipe , Rey é Señor :
Juan Ortix de Asamoga . vecino de la villa de Benneo, es
venido en esta villa de V. R. A. con una fusta armada
desde et principio desla jornada y antes en todo lo que
se orreció en«sla tierra, y ha servido á V. A^ muy bien
con su persona ; y porque al presente le conviene ir en
España, me pidió licencia y me djjo que por cierto delito
que en su tierra cometió , fue condenado á destierro por
dos aflos ; y demás desto eo cierta pena de dinero , de lo
cual es eumpKdo el un año de destierro ; y por el otro su-
plico yo á V. A. R. y beso sus Reales pies le mande per-
donar , asi del tiempo que queda por cumplir del des-
tierro', como de la pena de dineros, en remuneración de lo
que á V. R. A. le ha servido. Guarde nuestro Señor su
Real persona y muy poderoso estado prospere. De esta
su ciudad de Oran 16 de octubre de 1509 años— De
V. R. A. muy fiel vasallo y servidor que sus Reales pies
besa— Pedro , Navarro .
3vGooglc
4S6
NúM. 16.
Carla de Pedro Navarro al secretario Miguel Pérez de
Almazan y otra al Rey Cfitáfico, noticiándoles la toma
de Bugia.
iasla 6 de eaeto de 15ia
(Orli^ulM)
(Salaiar, T 5»).
Magnífico Señor: Desde Ibiza é la Formentera escribí
á Vm. largo, donde nos tuvo sitiados muy cruel tiempo
y áspero por mas de 30 días que de .una nao á otra no
podíamos servirnos, en tanto que aunque era por Navi-
dad nos parecía muy demasiado. Allí fué necesario espe-
rar vituallas, porque de Oran no sacamos para mas de
5 ó 6 dias. Luego que el tiempo abonanzó, que ya éra-
mos proveídos por la vía de ValeDcia, sin perder tm pniv-
to DOS fecimos á la vela fasta en DÚaiero de 20 velas en-
tre todas, en que fuimos fasta en número de 4,000 lum-
bres. Esto fué el segundo día del mes de enero con la
bendición de Dios ó de su bendita Madre. Nuestro cami-
no enderezado á Bugia hubimos buenos tiempos fasta ve-
nir á aferrar et puerto. Y á la entrada nos saltaron mu-
chos contrarios, y tanto que aun gran parte de las naos
fué forzado surgir lejos del puerto en que habría casi la
mitad de la gon^ útile. Yo con las otras noos que pudie-
ron seguirme , tomé el puerto de Bugia con harto traba-
jo. Fué la víspera de Ips (leyes en nombre de Dios á las
10 horas del día. Luego la ciudad nos comenzé á lom-
bardear desde adentro y desde la montaña, que está so-
3vGogglc
4S7
bre el puerto donde estábamos surtos. Yo esperé por es*
pació de dos ó tres horas pnr ver si tas naos pudieran
venir á se juntar con nosotros. Viítto que ol dia se pasaba
é las naos oo podian ser á tiempo, los moros se rehacian
de continuo dentro de su ciudad á los muros , é fuera to*
mado lo alto de la montaña fasta venir bajo en )a marina
donde desembarcamos. Determiné emprender la ciudad
con los que éramos llegados, que seria algo mas de la.
meitad de nuestra gente. Guiados milagrosamente por
nuestro Redentor Jesu<]rÍsto , y por su gloriosa Madre , y
por el bienaventurado señor Santiago, tomamos tierra
con las primeras barcadas , que seria una hora después
del mediodía, á la parle de poniente de la ciudad, que
es una montaña é cabo que se dice Bu^acatis. Allí llega*
roD los moros muy denodadamente, bajando de lo alto de
la montaña fasta llegar con nosotros en la marina , á echar
las piedras dentro en (I) tomado la montaña en diver*
sns partes de número de 3,000 moros, cuando movimos
los primeros contra ellos la cuesta arriba que agora sin
dificultad á no haber empacho no la podemos subir de
aquí adelante néteae que Dios á Vm., porque solo aquel
que lo hace podria darnos á entender et como , que en
nosotros no hay mas de le ofrecer nuestra fatiga. Plugo
á su infinita clemencia en esta jornada declaramos el ca<
mino de su servicio y nuestra salvación abiertamente en
la prosecución deata santa conquista milagrosamente den<
tro de dos horas fuimos dentro de la ciudad por lo mas
alto dolía á vuelta de los moros, que como sea gr^inde é
de mucho sitio por la otra parte comenzaba ya á vaciarse
de la gente inútil. El Bey deteniéndose algo por salvar
(1) Hay UDcIarp.
:.vCoOglc
458
su genle poco á poco, rescJbiendo siemiH'e daño, fuclc
forzado dejar su casa é la ciudad , que paresce que des-
de que yo vine de guerra por reconocer esla costa el ve-
rano pasado, habían comenzado á levantar Jo mejor della.
Fuimoa desla manera aposentados pacíficamente en la
ciudad é arrabales, que son otra vez cercados. Este dis
antes que el sol se entrase . dimos gracias á nuestro Se-
ñor, atendiendo á la provisión y gobierno de la grandeza
de tal beneficio, é á esto atenderemos de aquí adelsDte,
fasta que por el Rey nuestro señor otra cosa me será en-
comendada. E para que vea Vm. y vean los cristianos que
esta fué bora divina, ba permitido nuestro Redentor que
en todo lo que tengo dicho babemos babído menos solo
uno de los nuestrss. Señor: porque S- A. sea certificado
de todo por testigo de vista, así de la jornada ya dicha,
como de la grandeza desta ciudad é sitio della , é de todo
)o que de acá quiera ser informado , le envío al capitán
Diego de Vera, porque por mi mandado fué con la delan-
tera, donde lo fizo tan bien que suele: fui del muy bien
servido , é de todas las cosas de acá también informado.
Y con tanto , y con esta que escribo á Vm., en la de S. A.
no me dilato, porque Vm. le fará relación de todo. Y
tengo confianza en la firme fe que Vm. en Jesu-Críslo
nuestro Redentor y en los beneficios que del ba recibido,
que por su relación , intercesión y medio serán estas co-
sas encaminadas mejor que por mis cartas , ni por otro
ninguno camino ; y asi se lo pido de parte de nuestro Se-
ñor, y yo se lo suplico, y especialmente en la brevedod
del despacho de Diego de Vera y de mi aviso , me fará
merced. Yo he quedado en esta ciudad con lo que Diego
de Vera le dirá , y por eso me perdone no le enviar señal
lie la presa : queda en mi memoria y deseo que tengo de
3vGooglc
459
le Bervir : espero en nuestro Señor en breve de mí lo co-
nocerá. Por agora reciba la présenle, que prímertí que
en Castilla, á olro no envío. Guarde nuestro Señor au
magnifica persona. Fecba en la Casa Real é ciudad de Bu*
gia, día de los Reyes de 1610. — A servicio de Vm. —
Pedro Navarro.
El cumplido X firma tuya, lo demás de tetra ageaa, atai mala^
If Oti i» VlTf II FODC*.
(Orlflaal)
(Skiaur, Y SS).
Muy alto é muy poderoso Príncipe > Rey é Señor —
Desde Ibiza escribí á V. A. como venia á esta ciudad de
Bugía, que nuestro Señor Dios ha dado á V. A. Y porque
cumple mucho al servicio de V. A. que Diego de Vera y
fuese besar sus Reales pies^ por la presente no escribo
mas ; porque aquí no hay cosa que yo la supiese escribir
tan bien, como é) lo dirá. A V. A. beso sus Reates pies
le mande creer é desempachar brevemente. No escribo
á V. A. de como lo ha hecho en esta ciudad, porque ya
lo tengo de decir á V. A.; y aunque yo no Fuese á otra
cosa, (ó eso) debría ir. .Nuestro Señor la muy podero-
sa persona de V. A. y muy poderoso estado conserve y
guarde con mayor prosperidad como T. A. desea. Des-*
la su ciudad de Bugía á 6 (*) de enero. De vuestra Real
(*) Parece dice XI , y en el Diembrete también XI , pero por
letra dice ta del aecretaria dia de lot Reyes ; y no es regular se es-
cribiese la del Bey , ea que aquella reata iaclosa ,, 5 días después;
y con lo Goafusode ta escrilura y cifra, se pusda etpúrocar Xt
por VI. El dia de Reyes se ganó á Bugia.
^o(■ it Viigii Poticc.
„Googlc
4C0
Alteza muy fiel vasallo que sus Reales pies y manos besa.
No te Ue mas, pues por la kunudad tslá casi desfiatado el pa-
pel Es toda de leira de Pedro Navarro, por eso quizás tan corla,
pues parece te castaha mucho escribir; jr por eso en la que venia
inclusa para el secretario Almazan, que era de puño ageno, se ex-
tiende á contar la jornada,
Kolt de VirtuPonct.
NúM. 17.
Cartas de Pedro Navarro al Rey Católico , manifeglán-
dale la falta de bastimentos en Bugia y en la armada.
Bagía 5 de mayo da 1SI0.
{Toda de tu puñoj,
(SaUzar, Y 58).
Muy alio é muy poderoso Príncipe, ReyySeoor:
Hoy dia de la fecha recibí una carta de Alonso Sánchez,
por la cual nos declara no tener orden ni manera para
proveernos de mantenimientos. Y porque yo hala (si'c)
este dia vivia con esperanza que el dicho Alonso Sánchez
nos habia de proveer, como con Diego de Vera V. A. lo
envió á decir , no he hecho esta provisión que al presente
hago , que es enviar á Miguel Cabrero contra su voluntad,
para que diga á V. A. como está toda esta su gente, y
para que diga á V. A. mi voluntad y deseo. Beso sus Rea-
les pies le crea y mande despachar como S. A. mas fue-
re servido. Cuya Real persona é muy poderoso estado
nuestro Señor Dios guarde y prospere. De Bugía á 5 do
mayo — De V. R. A. su fiel vasallo y servidor que sus Rea-
les pies besa— Pedro Navarro.
3vGooglc
461
En la nao capitana en el piierlo de Bugia 7 de junio
de i510
(Salazar,YB8].
Muy alto é muy poderoso Príncipe, Rey é Señor:
Con la venida del maestro Daguilar escribí á V. A. que
creía que la necesidad nos sacaría de aquí «nles que Don
García viniese. Después habernos esperado todo lo quo
ha seido posible, é son hoy 7 de junio, é no sabemos mas
que primero ni de la venida de D. García, ní de mante-
nimientos, que para esta armada se hagan. Asi poderoso
Señor, ha sido forzado partir de aquí. Qaeda Diego de
Vera con toda la gente necesaria á la conservación de la
ciudad. En la armada irán 7,000 hombres, sin los que
en la ciudad quedan. La armada se parle sin ninguna
vitualla . que los fatures de V. A. nos hayan enviado ni
pan, ni vino, ni carne.
Muy poderoso Señor : En nuestro viaje tememos aque-
lla orden que V. A. manda por la instrucción que el
maestro Daguilar trujo. Espero en Dios nuestro Señor
me dará gracia para que V. A. sea servido desta su sober
ó 'pover armada. Los caballos que acá ser¿n menester,
que el maestro dijo á V. A. , yo los demandaré á su tiem>
po. Suplico á V. A. mande escribir todavía á los visore*
yes nos socorran con Vituallas. Nuestro Señor Dios In
Real persona de V. A. y su muy poderoso estado conser'
ve, prospere y guarde, como S. A. desea. De esta su
nao capitana á 7 de junio ya á la vela— De V. R. A. muy
fiel vasallo y servidor que sus Reales pies besa — Pedro
Navarro.
3vGooglc
NúM. 18.
Carta de D. Hngo de Moneada al Reij Católico sobre que
la armada de Pedro Natiarro no habia llegado á Sicilia,
aunque estaba pronta á salir de Bugia, y la razón de los
socorros que le habia llevado Diego de Valencia.
Palernio 5 de julio de 1510.
(OHslMl)
Salazar, Y 56].
Muy alto é mvty poderoso Católico Rey y Señor : Por-
que creo que cuando esta llegare ya Y. A. babrá visto las
que he escrito á 1 1 del pasado , y también Mrá llegado el
secretario Diego del Rio que á los 1 8 del mismo partió
de aqbf para facer relación á V. A. de mucbas cosas se-
gún llevó en memorial ; y también escrilií á los 28 «guien-
tes por vía de Ñápeles, en esta no terne que decir salvo
facer saber á V. A. como el conde D. Pedro Navarro por
la postrera carta que tengo suya me ha escrito que ya está
presto para partir con el ormada en seguimiento desta
santa empresa : y que pues la gente de Bugia no era ve-
nida , ni las galeras de Ñápeles, que no las esperaría ; mas
que como viniesen le podrían seguir, y con el ayuda de
nuestro Señor se partiría con el armada y gente que se
fallaba. De aquí, Señor, se le ba dado muy buen recado de
todo lo que ha demandado y con todo cumplimiento, y
así le he escrito que se fará de todo lo que demandare de
donde quiera que fuere. Habrá, Señor, ocho días que son
arribadas al armada 9 naos con gente del reino de Mur-
cia , y otras dos con artillería de Málaga y con armas de
Genova; y ofreciéndose agora pasnje para Ñápeles me
3vGooglc
463
pareció ser servicio de V. A. e) darle desto aviso, y asi
lo faré jornada por jornada de todo lo que se ofreciere : y
cuando el armada aea partida con el ayuda y favor de
nuestro Señor daré luego noticia á T. A. y le enviaré
memorial de lodo lo que de aquí se ha proveido. Y nues-
tro Seúor guarde la muy Real persona do T. A. y su es-
tado acreciente con muchos mas reinos y señoríos á su
santo servicio. De Palermo á 5 de julio 1510 — De vues-
tra Real Majestad servidor y esclavo que sus Reales pies y
manos besa — Don Hugo de Moneada.
(Salazar, Y53).
Litla de lo que Me ha enviado al conde D. Pedro Navarro t capitán
general del Rey nuestro tenor por las napes de Diego de f^aleueiaf
coronel j y otros galeones.
Carne ulada 17i quintales por 570 A%. tt 7
Tino greco dado por Golanello 66i ds.
Mas greco comprado en Castollamar, 129 bolas. 465 ds. 1 U
ViiH) latino 189 botas, á saber; 109 en Casle-
llamar y 80 en Ñápeles 650 ds. 1 U
Piquas de fresno con fierros.
Valor tres partidas de 200 quintales de pólvo-
ra á X ds. quÍDtal 1.000 di.
^0 barriles de sardinas 22 ds.
k botas de vinagre ,'.... 8 ds, i It
Aceite media bota 8 ds.
Bizcocho 300 qninlales 177 ds. 2 tt x
209 botas vacias 80 ds. 3 U 5
Por el Dolito de levar 519 bolas adonde
está la armada del Bey nneslro Señor, y
consignar aquellas en podar del conde Pe-
dro Navarro , k mas de las que lleva el co-
ronel en sus do9 naves. .... . . 260 ds.
4.38S ds. 4 u 7
3vGooglc
4Cf
Lisia de las armas <¡ue han habido lat ¡los galeras de mosen Soler.
Corazas eacubiertas de cuero y fustán, 190 por*. . 98 ds.
Picas de fraxno con sus fierros, 4S4 por. ... 11 ds.
Romanólas euastadds , 24 por ■ 2 ds>
Lanzas manewAiH, iU) por 4i ds.
Spontoni i di.
Ballestas con gatas ,16 25 ds.
Pasadores, cajas grandes 19 ds.
Celadas 100, por 107 ds.
Pavesi i5
Rodelas 200 25
39i ds. > dt.
Se refrescó la gente del galeón 6 fusta de Diego de Medina y
las dos naves del coronel Diego de Valencia ; é importó lodo cou
lo dfl arriba, menos la pólvora, 4.928 ds. 4 U. 18.
Non. 19.
Las dos cartas siguientes están copiadsis del mismo códice, cita-
do en la pág. 439.
Carta del Rey Católico al cardenal Jiménez de Cisneros.
refiriéndole la eotUjuista de Tripol.
Fol. S60 vto.
MoDion 13 de agoito de 1510.
Carta que envió el Rey D. Fernando, nuestro señor,
al cardenal Despaña, de como se ganó Trípoli.
Reverendísimo en Cristo l'adre , cardenal Despafia,
arzobispo de Toledo, primado de las Empañas, chanciller
mayor de Castilla , é inquisidor general de la herética
pravedad, nuestro muy caro y amado amigo.
3vGooglc
Señor: Ya sabéis como después de haber proveído
nuestro ejército en aquellos nuestros reinos de las Dos Si-
cilias de todo lo necesario , á los 1 5 de julio cerca pasa-
ilo partió el conde D. Pedro Navarro, nuestro capitán
general, con el dicho nuestro ejército y con buena arma-
da de la iala de la Faguñana, que es junto á Sicilia la vía
' de África , á continuar aquella santa empresa. Y á la horn
que aquesta se escribe, habemos recibido letras del di-
cho nuestro capitán general , por las cuales nos hace sa-
ber como el día de señor Santiago llegó con el dichu
nuestro ejército a la ciudad de Trípoli, y que el mismo
día, mediante la ayuda de Dios nuestro Señor , la tomaron
á escala vista por fuerza de armas ; y escríbenos que el
fecho pasó de la manera siguiente :
Que el dicho día á 25 de julio por la maüana en e»>
clareciendo, el dicho nuestro capitán general asomó con
la dicha nuestra armada á clara vista de la dicha ciudad
de Trípol, YÍnieodo ya todo el ejército puesto dos días
antes fuera de las naos en galeras y fustas de remos y en
bergantines, y barcas, y chalupas y gróndolas, para que
en llegando lodos juntamente , pudiesen defender su tier-
ra sin tardanza : y que sabían que había asaz dias que los
moros estaban avisados y apercebídos, y que ya el dia
antes los habían visto y descubierto. E aunque la dicha
ciudad de Trípol de sí es muy fuerte, los moros la tenían
mucho mas fortalecida ; ca tiene muy buena cerca, é muy
alta, é muy torreada é grande barbacana fuerte y alta,
y un fonsado muy ancho con agua, que cerca todo lo que
la mar no cerca ; y en las torres tenia muchos tiros de sr-
tillería gruesos y medíanos. Y antes de saltar los cristia-
nos en tierra, los moros les comenzaron á tirar con el ar-
tillería ; y como quiera que por ser la ciudad tan fuerte
Tomo XXV. 30
3vGooglc
466
y estar Ion apercibida y proveída de todo lo necesario
para la defensión , y aunque supieron loa criatianoa que
los moros que estaban dentro eran mucba gente j bien
armados, é muy ganosos de morir por defenderla , y mas
que toda la gente de guerra de los moros de la comarca
se habla puesto dentro para la defensión de la dicha ciu-
dad , y por todas estas causas páresela ser la empresa di*
fícíl y muy peligrosa ; pero el dicho nuestro capitán gene-
ral viendo ser la causa tan justa y sania, y confiando en
el ayuda de Dios nuestro Señor, á cuya volootad no hay
fortaleza que resista , y confiando asimismo en el esíoerzo
de nuestro ejército que coa tanto celo y fervor de fe pe-
lea contra los Infieles , deliberó de combatir la dicha clb-
dad á escala vista , no embargante toda su fortaleza. Es*
taba mucba parte de los moros puestos en sus estancias
por la cerca y torres de la ciudad , y estaban en el cam-
po junto á la ciudad y á la marina tantos moros caballe-
ros y peones , cuantos pensaron defender con su poder el
desembarcar de los cristianos . y no dar lugar á que pu-
diesen combatir. Conoscido eso por el dicho nuestro ca-
pitán general , partió en dos partes nuestro ejército; é la
una parte fecha cinco escuadrones, puso para que queda-
se y pelease contra los enemigos por la parte del campo;
y al mismo tiempo toda la otra gente fecha otros cinco es*
cuadrónos, se puso muy animosamente al combate de la
ciudad á escala vista. Y las galeas bien fornidas de gen-
te, combatían por la mar; de manera que juntamente pe-
leaban en el campo y en los muros de la ciudad. Ix>s
menos defendían bien , pero la animosidad , y esfuerzo y
prisa que los cristianos les dieron, les quebró las fuerzas.
Duró el combate fasta entrar los cristianos dentro de los
muros de la ciudad , poco mas de dos horas , y duró otras
3vGooglc
467
dos horas peleando por las caites , fasta haber del todo
Teacido á los moros , y haberse los crislJAnos apoderado
de la ciudad y de la forlaleza. Escribe que los moros se-
rian 14,000 hombres, y que murieron en todo e) fecho
h>s 10,000 delloe casi sin daño de los cristianos; y que
segund la dificultad y grandeza del fecho , no fuera posi-
ble acabarse tan presto, sino con el ayuda de Dios nues-
tro Seüor , y una maravillosa animosidad y esfuerzo qui;
á él le plogo poner en los corazones de todo nuestro ejér*
cito ; de lo cual do« le habernos dado y damos inflDÍtas
gracias , y estamos muy alegres , porque su divina cle-
mencia nos muestra y abre cada dia mas el camino para
que le sirvamos en aquella santa empresa. La cual con
su ayuda estamos determinados de proseguir y gastar eu
ella los dias que nos quedan. Hoy asimismo se han con-
cluido y es ya fecho el auto de las Cortes de Aragón que
con mucho amor y afición han otorgado el servicio paru
esta santa empresa. Reverendísimo en Crialo Padre car-
dinal nuestro muy caro y amado amigo señor. Noesiro Se*
ñor en todos tiempos os haya en su especial guarda y re-
comienda. De Monzón -13 dias de agosto de i510 años —
Yo el Rey — Yo Almazan secretario de S. A.
Carla del gran Maestre de ¡todas al Rey CaláUco , felici-
tándole por la loma de Bagía y Tripol.
Rodiles d e leticmbre da 1510.
Fol. 262.
Serenísimo Rey. iluslrísimo Príncipe, y muy podom-
eo señor nuestro, observantísimo nuestra humilde recu-
3vGooglc
46S
memlacion [trecedcnle. Eslos dias pasados recibimos de
vuestra Sacra Real Majestad lelraa, con las cuales nos
certiticó de la prospera fortuna que se habia alcanzado en
ganar á Bugía, y poco después por letras del ilustre viso-
rey de Sicilia (1] á nos escritas, entendimos como el ar*
mada de V. M. habia tomado por fuerza de armas la ciu-
dad de Tn'pol de África , con muy gran fama de loa cris-
tianos. Por lo cual á Dios muy alto y Todo-poderoso, con
procesiones y con dias de fiestas solemnes dimos gracias,
suplicando á su clemencia que á vuestra serenidad , que
es firmísimo amparo de la república cristiana , le otorgue
larga vida y prósperos sucesos á su voluntad
Sigue cooUDdo i la lai^a su TÍcloria contra la armada del Sol-
dan de Egipto , como la queinó, etc. , y concluye :
Dios Todo-poderoso cumpla los deseos de V. C. M..
y le deje proseguir y acabar la conquista de África fusta
en Egipto ; en el cual lugar si viviéramos, esperamos jun-
tamos con todo nuestro poder con el ejército de V. A. en
propia persona , y servir á Dios en -tan meritoria empre-
sa. Y Dios baya por bien de guardar y prosperar ú vues-
tra Sacra y Real Majestad. Dada en Rodas á 8 de setiem-
bre de 1510 años — De V. S. y R. M. humilde servidor—
El Maestre de Rodas.
Al Serenísimo ilustrísimo Príncipe y muy poderoso se-
ñor el señor D. Temando Rey de Aragón ele. Rey Cató-
lico , señor nuestro observan tísimo.
(t) Don Hugo de Moneada.
3vGooglc
4G9
NúM. 20.
Carta del Gran Capitán al secretario Migttel Pérez de Al-
mazan , quejándose de que el Rey Católico para privarle
indirectamente de su compañía de almetes y cubiertas o
tea de hombres de armas . queria que se embarcase
para la empresa de los Gelves.
VtJIadolii 10 de nirco de 1 510.
Muy magnífico señor — Pues casi todos los'dias se ofre-
cen «n daño mió cosas de necesario remedio , mas os de-
tríades maravillar de contÍDuarse que de mí importuna-
ros; y 8¡ no me hubiésedes mandado que Jo hiciese y que
puedo confiar en vos , también me sufrirla sin enojaros
como á otros que de continuo me dañan. Mas por obede-
ceros y acabar de cumplir con lo que debo á mt y al
mundo como lo be fecho en mas de mi debda , cuanto el
espíritu me durare , y en este ser be de recorrer á vos,
«eñor, hasta que por obras y palabras me acabéis de des-
engañar de vos , como lo estoy de todo lo otro. Y por
esto os recuerdo y suplico en lo de Monlefrio nos olvidéis,
pues será itervm ervci/ige, y porque para mí solo es otro
iterum. Al mandamiento que hacéis á mi compañía que
vaya á los Gerves, os hago, señor, saber que ha 28 años
que S. A. me dió cargo desta gente, con que de mí ha
recibido contra moros y cristianos mayores servicios . que
de Pomar ni de D. Gerónimo Loriz , de que no hay mejor
testigo que S. A. , y yo he recibido muchas honras y
mercedes , y siendo así bien convenido tantos años , otro
remate se esperaba que quitármela por via indirecta,
mandándome ir á Berbería por satisfacción de Diego de
3vGooglc
470
Vera y de 'Pedro Navarro, sin otro respelo. No quiero
ser tampoco loco que deje de decir que á mí muchos
se debrian tener. Pésame en el alma que por vía indí-
rccla, S. A. me la quite, aunque ya «o es indirecta,
si así 36 ejecuta. BeGo tos pies y las manos á S. A. man-
de revocar eslo, y cumplir este número de otra gen-
te, que para aquella jornada de mar é islas será mejor
que la mía. Porque aquella es mejor para tierra Grme,
pues en esotra seria deshacella . porque no pueden ir sin
flejnr lo que tienen , ni dejallo sin perdello , y es deshacer
lu mejor y mas cumplida compañía de Italia. Ni me pa-
rece servicio de S. A. sacar la buena sangre de aquel
cuerpo, pudiéndose cumplir con otra mucha á lo que loa
Gerves requieren; pues allí por la manera de los navios,
y tierra y gente mas al propósito son stradiotes y gineles,
que alnsetes y cubiertas. Mas como ta demanda y conce-
aion eeo de una mano , no se mirará en esta particulari-
dad. Aunque así lo sospecho , no lo dejo de decir ; y por-
que roe querría engañar en algo y aun en todo , vuelvo á
suplicar á S, A. humildemente maiide dejar esta com-
pañía donde mas y mejor pueda servir , y allí vayan otras
que bastarán tanto y con menos daño suyo. Y á S. A. so-
bre ello escribo , y á vos , señor , infinitamente suplico
lo acordéis y procuréis , si merced me habéis de hacer.
Y si no 'se hiciere , desde agora suplico a S. A. mande
proveer de aquella capitanía á quien quiera ; porque des-
de la misma hora yo me despido de serville por su capi-
tán en esta ni otra, y aunque con lástima renuncio el
nombre. Sus Reales manos y pies beso no quiera que yo
goce de tantos improperamientos , pues Dios sabe, y en su
juicio lo pongo, que nunca se lo merecí.* Mas si todavía
posa ese mal que deslo se sirve y yo no podré al hacer;
3vGooglc
471
y sed cierto que terne surríraieoto para esto como porít
todo lo otro. Y sobre las mercedes que me habéis fecho
os pido que me respondáis io que debo esperar desto.
Quintana lo procurará: recomiéndoslo^ señor. Vuestra
inagníGca persona y estado guarde nuestro Señor y acre*
cíenle como deseáis. De Valladolid 10 de marzo.
De lu DulisíBM letra sigoe; Señor, por menos enojar-
os esta va de otra mano; Vm. lo perdone. Y porque
yo escribo al Bey nuestro señor que si esta merced no
quiera hacer, vos, señor, le hablad en lo que sea mas
placer de S. A: y mostrar suplióos le beséis la mano por
mí, que á esta compañía mande nombrar otro capitán, y
á mí mande tirar deste cuento y nombre , que yo quedaré
contento y no sin esperanza en que con el tiempo S. A.
me querrá tornar á cabo de escuadra. Y á lodo suplico
me mandéis responder, y quedo esperando vuestra res-
puesta, y á vuestro servicio — El duque de Terranova.
NüH. 21.
Garcilaso de la Vega eu $u segunda Égloga describe asi
ia heroica muerte de D, García de Toledo en los Gelves :
Tras aqueste que digo se veía
El hijo Don García (I), que en el mundo
Sin par y sin segundo solo fuera.
Si hijo no tuviera. ¿Quién mirara
De su hermosa cara el rayo ardiente,
(1) Faé hijo mayor <le D. Fadrique de Toledo y padre del fa-
moso duque de Alba D. PerDando.
3vGooglc
472
Quién su resplandeciente y clara vista.
Que no litera por tÍsId su grandeza ?
Estaban de crueza fiera armadas
Las tres inicuas Hadas , cruda guerra
Haciendo allí á la tierra , con quitalle
A esle , c|ue en alcanzalle fué dichosa.
O patria lagrimosa ! y como vuelves
Los ojos á los Gelves sospirando !
El está exercitando el duro oficio,
Y con tal artificio la pintora
Mostraba su figura , que dijeras.
Si pintado lo vieras, que hablaba.
El arena quemaba , el sol ardia,
1^ gente se caia medio muerta;
El solo con despierta vigitanza
Dañaba la tardanza floja, inerte,
Y alababa la muerte gloriosa.
Luego la polvorosa muchedumbre
Gritando á su costumbre, le cercaba:
Mas e) que se llegaba at fiero mozo.
Llevaba , con destrozo y con tormento.
Del loco atrevimiento el justo pago.
Unos en bruto lago de su sangre.
Cortado ya el estambre de la vida,.
La cabeza partida revolcaban?
Otros claro mostraban espirando
De fuera palpitando las entrañas.
Por las fieras y extrañas cuchilladas
De aquella mano dadas. Mas el hado
Acerbo, triste , airado , fué venido:
Y al fin él , confundido de alborot».
Atravesado y rolo de mil hierros.
3vGooglc
473
Pidiendo de sus yerros venia al cielo,
. Puso en el duro suelo la hermosa
Cara, como la rosa matutina.
Cuando ya el sol declina á mediodía.
Que pierde su alegría, y marchitando
Va la color mudando, ó en el campo
Cual queda el lirio blanco, que el arado
Crudamente cortado al pasar deja.
Del cual aun no se aleja presuroso
Aquel color hermoso, ó se destierra;
Mas ya la madre tierra descuidada
No le administra nada de su aliento.
Que era el sustentamiento y vigor suyo:
Tal está el rostro tuyo en el arena.
Fresca rosa, azucena blanca y pura,
Fernando de Herrera en sus Anotaciones i las obras de Garoi'
laso de la Vega (Sevilla, 1580, 1 vol. S.'] después de hablar en la
pig. S90 del origen de la palabra Gelves, de la situacian topográ-
fica de eíta isla, de sos prodacoiones, etc. dice:
Después que el conde Pedro Navarro ganó á Bngía y
á Trípol , siendo ya espantoso con tantas victorias aquis-
tadas en África , volvió las armas contra la isla de los Gel-
ves, la cnal ganara fácilmente sin peligra y trabajo, si.
por miserable y fatal calamidad de España, don García de
Toledo , hijo mayor del duque de Alba don Fadrique , vi-
niendo al mesmo procinto , no rompiera con su muerto
los consejos al conde. Porque sabiendo el Rey Católico
que Pedro Navarro había espunado ó fiugta , hizo merced
de la tenencia della á don García, aunque Pedro Mártir
flOrma que al duque. Deseoso don García de gloria , pidió
3vGooglc
474
con mucha iostancia licencia para ir á Bugía en lugar de
su padre , y alcanzada , porque el Rey le hizo proveer una
armada en Málaga para pasar en África , siguió su cami-
no , dejando preñada su mugcr y coa dos bijoa , aunque
él no tenia maa que veinte é trea ailoa, y con el parUe-
ron á la ciudad de Málaga muchos caballeros. En tanto
que él salia de ' la corte , vino nueva que habia peste en
Bugía , y por cartas de su padre é del Rey le fué manda-
do que no pasase á ella y se volviese , diciando que guar-
dase aquel generoso deseo de gloria i mejor ocasión.
Pero él rehusando volver, navegó á Bugía. Ya en este
tiempo habia entrado por fuerza el conde á Tripol , y don
García, que con siete mil hombres de guerra habia ido ¿
Bugía , viendo que crecía la peste de aquella ciudad se
salió della , y le dejó tres mil hombres con parte del ar-
mada, y se fué en seguimiento del conde. Llegando al
puerto de Tripol con quince ó diez y seis naos gruesas.
donde lo halló embarcado con su gente para ir sobre la
isla de los Gelves, distante de Tn'pol 35 leguas, fué re-
cebido del conde con mucha alegría él y otro hermano
suyo, y Diego de Vera capitán del artillería. Tomando la
vaelta de los Gelves , después de haber reconocido la
costa y los bajos delta , á 3& de agosto del año de iSlO.
ó segon Alvar Gómez , á 38 dia de San Agustín , saltó la
gente toda en la ista , donde nació discordia entre el cui-
de y don G&rcta ; porque quería el conde esperar la decli-
nación del sol . y don García sin dilatar algún espacio asal-
tar los moros; é junto con esto pedia la svanguardia.
Rehusaba esto, cuanto pedia, aquel hombre de militar
industria y de prontísimo vigor, diciéndole, que aquel
lugar tocaba á los soldados viejos; que bícieae experieu-
cia do la milicia en la dicipliua de los capitanea antiguos.
3vGooglc
475
antes que vÍDiese á ponerse en tanto peligro. Pero replicó
don García con tanta importunación . que , vencido de sus
ruegos, no pudiendo resistir mas á aquel ardiente joven,
que tanto deseaba mostrar la fortaleza de su corazón, per-
mitió contra su voluntad que llevase la delantera. Y en
siete escuadrones comienean á marchar, yendo en el pri*
mero don Diego (1) con un coselete dorado con brazales y
celada y en un caballo rucio . apresurándose , por hallarse
en la ocasión casi preseute , para dar prueba de su valor.
Iban con él casi sesenta caballeros y hombres nobles, que
había traído de Elspaña ; y tras ellos seguían las otras es-
cuadras en ordenanza. Y el conde encima de su caballo
visitándoles, y animando y dando orden en todo. Había
caminado el ejército, que eran quince mil hombrea, le-
gua y media casi á medio dia por aquella tierra seco,
estéril, cálida y arenosa: ardia el calor peetitencial con el
aire de África ; faltaba la agua y casi todos perecían de
sed, y con aquel encendido vapor y trabajos se caian mu-
chos como muertos y otros ahogados en el camino. En-
tonces sin guardar orden comenzaron á deshacerse los
escuadrones ; y el primero fué el del coronel Vianelo ve-
neciano , que llevaba la avanguardia. Solo el de don Diego
Pacheco , que aquel dia traía la retaguardia , conservó su
orden. Don García animaha á todos, prometiéndoles cier-
ta Vitoria y despojos si sufrían aquel pequeño trabajo ; que
se acordasen de las grandes hazañas que habían, acabado
eo África y no quisiesen oscurecer el resplandor de su
gloria afrentosamente , la mayor virtud y ecelencia de la
milicia emanóla era la tolerancia de los trabajos, y esta
perdían de todo punto y la reputación de su nombre, si no
(1) ^ece.qnc debe decir doa García.
3vGooglc
476
se alentaban y sobrepujando aquellas dificultades na su-
jetaban aquella isla habitada de unoá pocos y desarmados
moros. Pasando con estas amoneslaciones á unos espesos
y grandes palmares sin descubrirle un moro de paz ó de
guerra ; que á los capitanes prácticos puso en mucha sos-
pecha; y habiendo ido un cuarto de legua por los palma-
res, entraron por unos olivares muy grandes, donde á la
parte austral hacia do caminaban entre unas paredes de
antiguo, edificio habia unos posos de agua , que estaban
seis millas dentro de la isla. Allí los moros considerando
la sed que llevarían los españoles euando llegasen á los
pozos, babian emboscado á un tiro de ballesta mas de
3,000 caballos y mucha gente de pie. Mas los soldados,
con mas codicia de beber que de pelear , corrieron á los
pozos cayéndose muchos en el camino , sin poder sufrir
la intolerable sed que habían padecido ; y llegando de-
sordenados, trabajaban con grande tumullo por sacar
agua , de suerte que peleaban unos con otros por beber
primero. Los moros, detrás de las paredes de las here-
dades eercnnas á los pozos, escondidos entre los palma-
res, miraban la confusión y desorden de los cristianos;
y conociendo la ocasión, no la perdieron, antes arreme-
tieron á ellos con espantoso ímpetu y estruendo á rienda
suelta. Y primero acometen & aquella derramada gente,
que estaba sin ñierzas y desatentada con la mortal sed y
ardor del sol , 80 caballos moros con grandes alaridos.
Aunque tocaron luego al arma , y procuraron los capita-
nes recogellos á las banderas , no pudieron con los solda-
dos que dejasen la agua , aunque vían que los alcanzaban,
comenzando á retirarse los que venían junto á ellos de-
sordenadamente : don García , que no tenia eiperiencía
de ordenar y regir los soldados , en aquel súbito caso lleno
3vGooglc-
477
de confusión y Icmor liizo entonces oficio <1e forlísimd
soldado y capitán magnánimo ; porque peleando primero
á caballo se apeó y con una pica en las manos se puso
delante los soldados, exhortándolos á combatir con vale-
roso ánimo y á cobrar fuerza y osadía de la necesidad
presente ; y aunque vio que no lo seguían mas de aque-
llos 60 caballeros y algunos otros pocos, en quien pudo
mas la vergüenza que la sed y el miedo, no desmayó,
antes dio con ellos tal carga á los moros , que los hizo re-
tirar cuanto una carrera de caballo ; pero acrecentados
de nueva caballería, revuelven sobre ellds con tanto ím-
petu, que los hacen huir y muchos medio muertos de
lasitud y cansancio, se dejaban matar, Don García quedó
casi solo peleando, basta que sin sangre y sin aliento,
desamparado del espíritu , cayó sin vida entre los moros,
que él había -muerto ; haciendo siempre famosa y memo-
rable aquella isla con su muerte. Viéndolo caído el es-
cuadrón, se puso todo en huida, y )o mesmo hicieron
los otros escuadrones, que venían atrás; con tanta ndmi*
ración de los caballos moros, que temiendo alguna em-
boscada, no osaban seguir libremente. El conde que an*
daba entonces mas desviado, deteniendo y animando la
gente, que ya iba desbaratada del todo, comenzó á rece
gcllos, procurando que volviesen; y puesto delante les
dice, que lo sigan á romper aquellos cobardes moros,
que han vencido tantas veces; y aunque volvieron, fué
con tan poca fuerza, que se retiraron luego. El, no pu-
diendo hacer otra cosa, se retiró á una torre que estaba
en el puerto , y la retaguardia se puso también en huida.
Pudieran los moros que seguían el alcance hacer mucho
mas dafio, si no temieran, que se retiraban por sacallos
de los palmares y revolver sobre ellos en el llnno. Fué .
3vGooglc
478
tanto el miedo que concibieron los que huían , que iiín-
(juno volvió el rostro á los enemigos, y en Ift huiJa csúan
muchos (lesfallecidos de la sed, y muchos pensando que
eran prados las boyas y aberturas arenosas cubiertas de
yerba, no sabiendo el camino, se sepultaban en ellas, y
otros se ahogaban en aquellos remolinos escondidos de-
bajo la arena ; porque la naturaleza de aquella tierra es
liona de roturas y cuevas. Allí pereció la flor de la gente
española, aquellos que con pequeño número no solo ha-
bían resistido á grandes ejércitos enemigos , pero los ha-
bían roto, destruido y muerto; los que á Oran, Bugia y
Tripol , ciudades inaccesibles y poderosas en mar y tier-
ra, fortisiraas por naturaleza y arte, habian entrada por
fuerza, y despojado y destruido; aquellos vatentísimos
soldados, esclarecidos con tan grandes trofeos , cuyas ar*
mas eran espantosas a toda África , rendidos á aqudlos de-
sarmados y rústicos moros, tes ofrecieron el cuello, para
que ejercitasen en ellos lo que quisiese la ira , y crueldad
y soberbia del vencedor bárbaro. Murieron casi 4,000 es-
cogidos soldados con sus capitanes y oficiales, pocos á
hierro, muchos con sed y ahogados en aquellas cuevas y
bocas cubiertas de la lioiTa y en aquellos tragaderos es-
condidos.
3vGooglc
479
NúH. 22.
Belacion de los saceto» de las armas marítimas de Espaiía
en los años de 1510 y 15il, con la toma de la ciudad y
puerto de Trípol por el conde Pedro Navarro ; y jornada
de los Gelves, en que se perdieron los nuestros, y murió
D. Garda de Toledo, hijo del duque de Alba, con otros
muchos acontecimientos de las varias expediciones que
se emprendieron contra inmoles.
Al fin de etU doeumenlo hay la siguiente nota aatóffra/a:
HillaDse lodos estos snoesos de los aSm 1510 y 1511, ea la Tof
ma copiada, al principia de un códice en Mió ds misceláneas ij.
U. k. de )a Biblioteca alta del Escorial. La letra es de priaoipios
del siglo XVI de bastante dificultad. No aparece el nombre del
autor; pero parece que su intención era continuar la Relación de
los sncesos hasta el año de 1558, aunque en lo que sigue copiado
aquí no llega sino basta 1512. Se ba dejado de copiar lo demás por
DO tener tanta conexión con nuestro objeto. Canfrontóse en este
Real Honaslcrio á 18 de noviembre de 1791.— Hartin Fernandez
de Navarrete.— 00/ una rúSrica.
Año do mili y quinientos ¿ diez fué lomada Bugía á
seis dios del mes de enero, é tuego como fué sabido en
Spaña se cargó una nao en el puerto de Málaga, ansí de
baslimeolos como de gente , en que habia trecientos hoiU'
bres é mili y quinientos quintales de bizcocho , docienlos
barriles de pólvora , ciento y cincuenta botas de vino , y
muchas bolas de carne salada, muchos barriles de an-
cboua y de mucho aceite: esta nao , aunque con mucho
trabajo de tempestades, llegó al puerto de Bugía viór"
3vGooglc
480
nes lie la Cniz, que fué primero de abril, pero no en-
tró dentro á causa que estando ya á la hoca del puer~
to , que serán casi dos millas de Bugt'a, vuelta la proa
para entrar en el puerto nascíó un viento de ua rio muy
grande, que está una milla de Bugi'a, que entra en h
mar, é en tanta manera creció el viento que de necesidad
hubieron de surgir á la mesma boca del puerto, donde
perseveró el dicho viento desde la mañana hasta tres ho-
ras de la noche , tanto que pensaron que se quebraran
las giimias (i) y que la nao diera al través, ó en alguna
sierra, ó en algún lugar de moros que había muchos
ellos (2) : estando en esta tormenta invió el conde Pedro
Navarro un batel con Irea hombres a saher que nao era
aquella , los cuales venidos y sabido cuya era , dan vuelta
con mucho peligro y trabajo por causa del viento que
venia de tierra, tanto que llegaron á tierra casi muertos
de remar. Como el conde supiese que venia la nao con
gente y vituallas, luego otro día sábado en amanesciendo,
víspera de Pascua de Resurrección , mandó á todos los ca-
pitanes de las naos que estaban en el puerto , que serían
hasta 25 entre grandes y pequeñas, que invien las bar-
cas y esquifes para ayudar á meter la nao en el puerto;
pero como la nao era grande é venia muy cargada , nunca
por mas que tiraron, ni por cosa que hicieron la pudie-
ron meter, y á esta causa acordaron de echar toda la
gente que en ella venia fuera, y sacar en los barcos lo
mas que pudieron de la provisión é dexarse la nao sola á
la boca del puerto , é ansí fué hecho; pero plugo á Dios
que otro diu á la mañana se izó viento levante é ella se
(4) Quizá ^úm e/Mí.
(2) Acaso delliu.
3vGooglc
481
entró é desembarcó todo lo que en ella cstnlm. El «ondi*
repartió entre todos, según el estado de cada uno, y es
Itt verdad que vino á tan buen tiempo , que haltia cerca
de un mes qne el ejército que staba en fiugía tenia tontn
necesidad que comian ratones , gatos y caballos, porque li
la aazon no había en la cibdad de provisión sino un poco
ele tocino muy mato y muy difictl de haber.
Postrero día de Pascua . que se contaron tres de abril.
vioieron á la cibdad de Bugia nueve hombres de caballo
todos moros , entre los cuates venia un jeque , nosotros
decimos señor de vasallos, el cual podía ser de diez y
ocho ó diez y nueve años, é otro que otro tiempo habin
sido Rey de Bugia,. el cual venia ciego, é como llegaron
con BU bandera de s^uro , según es uso traer los que á
Contrarios vienen, fueron mny bien rescibidos del conde
y de toda la gente, é como allí estuviesen ciertos días,
el conde preguntó al que había sido Rey, como venia y
á que. El respondió: Señor) yo seyendo Rey desta cib-
dad salí á unos lugares comarcanos y por mas seguridad
dejé la cibdad en guarda doste que á esto sazón que tu
Id tomaste reinaba, el cual es mi tio, y como él me viese
fuera de la cibdad , tuvo manera como se alzar con ella,
é con todo el reino ; é yo volviendo sin sospecha , fui del
preso, é viéndome en su poder, con una barra ardiendo
que me hizo poner sobre los ojos me cegó, y ciego me
tuvo preso ocho años hasta que agora los moros viendo la
cibdad perdida y el Rey desbaratado, me soltaron é huí
ú los aduares como los otros , donde he estado hasta ago-
ra con estos amigos que conmigo vienen. Nuestra venidií
ha sido por tomar venganza de quien tanto mal me hizo,
y es que nosotros sabemos que el Rey que desbaratestcs
tiene asentado su real siete leguas de aquí, entre doü
Tomo XXV. 31
3vGooglc
sierras donde os puedo ditr indusli-ía que sin ser sentidos
os aprovechéis del é de todos los suyos. Después que el
conde hubo lai^a inrormacion dellos de lodo lo que en
este caso pudo saber, preguntó al Rey ciego si sentía los
ojos quebrados: él respondió que nó, que las niñas seD-
lia sanas, pero que creta que con la calor del fuego se le
avian ajuntado los párpados. Entonces el conde le pre-
guhtó si se consentiría curar : él dijo que no deseaba otra
cosa. Luego el conde mandó venir lodos los médicos y
cirujanos que en el ejército había, é lo mas sotilmente
que pudieron con una navaja le cortaron los párpados, é
en tal manera fué curado que luego vió, cosa maravillosa
y que casi que trae consigo misteria para notar que en
siendo este, aunque infiel, en ayuda de nuestra fé, le
quiso Dios restituir aquello de que por sus pecados le ha-
bía privado.
Gomo el conde tuviese cuidado de poner en ejecución
lo que los moros le habían dicho, acordó inviar dos mo-
ros é dos cristianos para que mirasen la desposicioii del
camino, y viesen en que manera eislaba el real y quo
gente entraba y salía ; é ansí- se salieron los espías de Bu-
gía á la boca de la noche, é llegaron encima de una sier-
ra que está siete leguas de la cíbdad , é vieron que el real
estaba asentado en unos prados qne se hacen entre aque-
lla sierra ó otra cuesta de la otra parte, ansí que pudie-
ron ver toda dispusicion del real , é por no ser sentidos
acordaron de tener allí aquel día, é luego á prima noche
dan la vuelta é amanescieron en Bugía, donde informa-
ron al conde de todo lo que habían visto. Habida el con-
de inrormacion , manda luego apercibir la gente que tenía
acordado de llevar, y luego viernes á la noche que se
contaron 1 5 de abril mandó salir de la cibdad hasta mili
3vGooglc
485
é quinientos hombres de ordenanza en seis escundroneít,
é después de puesto ei sol comienza á caminar con mu-
cha óhlen por no ser sentidos. Iba delante de todos por
GTuion el Hey moro con fasta i 2 de caballo é otros tantott
peones» é también por matar loa moros que en el cami-
no Lopaseni por que la gente no fuese sentida , aunque
ninguno toparon , é ansí anduvieron casi que seis legiia^i
hasta que llegaron á un rio tan grande y aun moyor qi!o
Goadalquevir , por donde pasaron los escuadrones dehiii-
teros i é pasados los hicieron detener casi un cuarto dr
hora hasta que los otros pasasen, é luego comenzaron n
caminar casi que al punto del alba, é yendo adelante
ya se oya el almuédano del real que hacia la cala , de
manera que con mucho sosiego comenzaron ó caminnr
por estar tan cerca como estaban . que seria casi medin
legua del real. Llevaban los escuadrones delanteros Die-
go de Vera, capitiin del artillería, é Samaniego; é como
llegasen á uhos prados que se hacían como á la entrada
de un vallo ( en la misma entrada habla unos árholes'que
se llaman garrobos , é como no ero bien de día pensaron
que eran las tiendas de los moros, y con este pensamien-
to dan al arma y arremeten todos hacia los garrobos dis-
' parando escopetas, é como se viesen burlados, tomaron
por acuerdo de correr todos hasta las tiendas que eslariaii
de allí cerca de media legua; pero como los moros hu-
biesen sentido los atambores cuando daban al arma é los
tiros de pólvora > espantados que el conde se atreviese ó
entrar tanta tierra adentro tuvo el Rey moro lujcar do
huir con otros jeques y alárabes , de lo cual pesó mucho
al conde y á todos ; pero como la gente hubiese corrido
mucho, aunque estaban armados, y aunque llegasen muy
cansados, los moros todos no tuvieron lugar do huir; é
3vGooglc
■484
como los cristinnos llegaron arrcmclen á los moros con
iQDlo esfuerzo é nlcgría que luego todos loa maa de los
moros se ponen en huida, aunque entre chicos y gran-
des, hombres y mugeres fueron cabtivoB hasta mili per-
sonas. Allí veríades al conde Pedro Navarro como un león,
bañado los brazos en sangre andar como un león esror-
zando la gente, matando é hiriendo los moros que se po- ~
nian en defensa, dando ejemplo de esforzado capitán y
animoso caballero. Esomesmo andaba el Rey moro con
esa poca de gente de pie y de caballo que tenia, hacien-
do tanto estrago en los moros, como si fueran-sus morta-
les enemigos. Andaba eso mismo un tornadizo, que se-
yendo moro se tornó cristiano, el cual se habia llamado
Pedro Navarro, delante toda la gente, matando é hirien-
do los moros con un esfuerzo maravilloso , llamándolos
perros, y diciéndoles que nunca había sido dellos. Anda-
ba nuestra gente por aquellos prados tendida, ya que el
dia era claro, unos quemando tiendas, oíros matando
moros, otros juntando camellos, vacas, acémilas, caba-
llos, yeguas; otros apañando ovejas, carneros, cabras y
otros ganados; otros seguían el alcance de los moros con
tanto placer y alegría como si estovieraii en su raesma na-
luleza, de donde claro paresce tan gran victona haboi-
sido mas por la gracia de Dios quo por fuerza do hom-
bres. Húbose en este despojo onucho oro, y plata, aljó-
far, y seda, y grana c otros pnños muy linos, sin los cab-
tivos c cabtivas , de los cuoles hubo muchos que se resca-
taron á mili, dos mili, tres, cuatro mili trlpolinas: ansí
mesmo se halló un camello cargado con la vajilla del Rey
moro , y con toda la ropa de su vestir, ansí de brocado
como de seda é grana , y entre ello una corona de oro,
todo cargado en dos líos eobierlos con un tendejón de
3vGooglc
485
lana de íáunellos , é no estaban reatados porquo no' había
tenido lugar para tanto, de manera que se apreciaba en
mns de seis miil ducados. Hubo este camello un alférez
de la capitanía del coronel don Diego Pacheco por aviso
de un criado suyo, é luego que lo hobo lo descargó é
tornó á cargar eo cuatro acémilas, y lo llevó hasta los
prados de Bugia donde lo dejó ascondido entre unos zar-
zales, é otro dia lo trajo á la cíbdad. Poco le aprovachó
á él é á todos los otros , porque todo cuanto allí hubieron
lea tomaron, é & algunos que no lo dieron tan presto
como fué pregonado los echaron en presión porque diesen
lo que tenian ascondido , en especial á este que halló el
camello . lo cual sintió tanto la gente que si la guei'ra no
fuera con moros ninguno dellos quedara que no se fuera.
Quemadas las tiendas y seguida la vitoria hasta enci-
ma de la sierra , el conde hizo recoger la gente , é los
hizo poner en orden como habian venido; ansimismo jun-
taron toda la cabalgada , ansi de bestiame como de hom-
bres y mugeres hasta mili personas , c mas de nuevccien-
tos camellos é otras tantas vacas é inñnitas ovejas, cabras
é carneros, caballos, yeguas é acémilas, é ansí junta la
meten en medio de los escuadrones é comienzan á cami-
nar. A esta sazón ya se habían llegado gran multitud de
moros, alárabes y berberisces, ansí de á caballo como
peones, sin infinitos que continuamente aylaban por aque-
llas sierras abajo y por todos los linpos con grandísima
grita arremetía hacia los escuadrones , pero no porque se
osasen mucho allegar , que la escopeten'a y ballestería es*
taba tan á punto'que cuando arremetían muchos dellos
quedaban tendidos en el suelo , y desta manera se sacó
la cabalgada de aquellos prados , sío que se perdiese hom-
bre de los nuestros , porque el conde había mandado so
3vGooglc
48G
pena de muerte qae ninguno fuese osado de salir de su
ordenanza, lo cual ansí se hizo , salvos un valenciano que
por ir tras unos moras que iban huyendo se desmandó, y
unos moros le hicieron pedazos, sin que ninguno le osase
ir á socorrer ; é como el conde lo viese , mandó con mu-
cho enojo que on llegando á fingía lodos los valencianos
se fuesen á sus tierras : é ansí se fué la gente hasta el
rio donde los moros pensando ¿ la pasada aprovecharse
de los nuestros, tomaron muchos dellos la delantera y pa-
soron el río ; pero como el conde los vido pasades y que
querían defender e) paso , mandó pasar delante un escua-
drón de escopeteros, los cuales pasando les hicieron huir
de tal manera que no osaron mas volver al rio los moros
que no habian pasado. En este medio tiempo habían re-
ceñido hasta trecientos camellos que se habían salido de
la cabalgada , y puestos los camellos en la delantera , por
miedo de las escopetas, arremeten á fai retaguardia ó re>
zaga coa-una gran grita ; y como el conde los viese venir
hace detener la gente y con up escuadrón de gente arre-
mete hacia ellos ; entonces los moros echan a huir y dejan
los camellos, los cuales luego fueron metidos con los otros
en la cabalgada , y ansí quedaron cinco ó seis de caballo
muertos de scopslas, y ansí se pasó el rio con toda la co*
babada.
Pasado el rio y tornados los escuadrones á so orden
comenzaron á caminar y los moros que continuo se alle-
gabon ) mas siempre en seguimiento á la rezaga , y por los
lados , pero no porque mucho so osasen allegar á cabsa
de las escopetas , pero como algunos moros conoscíesen al
Bey moro , á el jeque bq sobrino con otros cinco ó seis de
á caballo moros que iban en la delantera con Diego de
Vera , salen diez moros do los coutrarios é arremeten í
3vGooglc
487
ellos, é Diego de Vera é el Roy también á. ellos, é Diego
de Vera de su encuentro llevó un caballero moro é Ioü
otros.biciéronlo también , que hicieron buir á los contra-
rios de tal manera que nunca mas osaron tornar. Fué be-
rido en esta escaramuza el jeque de una lanzada en la
pierna ; pero no fué mucho. En este tiempo nunca lia-
«ían sino venir moros como hormigas , é aunque muchas
veces tenían aparejo para airemeler , por ser el camino
muy angosto é de muchos pasos malos, pero no lo osa-
ban hacer, antes se sobian en las alturas é daban una
grita saltando como picazas y lomaban la tierra y echá-
banla hacia el cíelo escarbando con los píes como* toros,
é como vían salir el humo de las escopetas todos se deja-
ron ooer en el suelo , é ansí pesados aquellos pasos malos
libaron á los prados que están une legua de Bugía , don-
de se vinieron muchos jeques á dar por vasallos del Rey
nuestro señor, é toda la gente de los moros que siempre
venían seguiendo , siendo ya muy tarde , se tornaron muy
tristes . é los cristianos entraron en la cibdad ordenados
de cinco en cinco sin pérdida de mas de un solo hombre,
á do los salió á rescibir el obispo de Rugía , que habia
muy poco que era venido , é era mallorquín, en procesión
de todos los clérigos é Trailes que allí había, cantando el
Te Deum laudamm hasta la puerta de la cibdad , donde
los que venían fueron muy bien rescibidos de los que
quedaron en la cibdad , disparándose muchos tiros de la
una parte y de la otra. Llegó la gente muy Tatigada , á
demás porque la noche antes habían andado mucho, é no
habían dormido, ni aquel día habían tampoco parado,
sin comer bocado, é también porque , veníendo muy ca-
lurosos del camino habían pasado el agua del rio que ve-
nia á la sazón muy fría, estaban todos como cortados, c lo
3vGooglc
qnc mas los ofligia era que no habia ninguno que no tra>
jiese infinitas espinas de unos espinos que habia en los
prados donde los moros estaban, en tat manera que no ba-
hía quien se pudiese tener en las piernas , é á causa que
la cabalgada pudiese pacer, seria bien dos horas de la
noche cuando la gente acabó de entrar en la cibdad.
Es cosa muy de maravillar si notamos como habiendo
tres meses que el conche habia tomado la cibdad con hasta
cuatro mili hambres tos mas enfermos á causa de haber
oslado treinta dias de lo mas recio del inviemo en una
isla llamada la Formcntera . lloviendo y Tenteando, maer-
tos de hambre y de sed , desnudos y descalzos , durmien-
do en el suelo hecho Iodo, atreverse agora á entrar tan á
dentro en tierra de los eDcmigos con mili y quinientos
hombres de píe , sin haber gente de armas en el ejército,
mayoi-mente siendo la cibdad tan grande é estando tan
poca gente en ella , teniendo los muros por muchas-par-
tes casi allanados al suelo , é no podemos decir sino que
fué cosa hecha de la mano de Dios, pues que la fuerza
de los hombres no bastaba á resistir á tanta multitud de
moros.
Entrada la gente , con^o dicho os , la gente llegó tan
fatigada y cansada que mas de seis semanas estuvieron
tos que en el rebato se habian hallado , que ninguno salió
de su aposento, porque con el calor del camino é la pa-
sada de los rios é arroyos , é con las espinas que se les
habian hincado de los cardos , que llaman arrecifes , es-
taban que no se podían menear.
Dende en adelante los moros muy mas continuamente
venían á la cibdad á escaramusar , é hacían sus embosca-
das é celadas, de noche; pero como vían salir los cristianos,
luego hoyan , en especial jueves , que fueron 38 de ahf íl ,
3vGooglc
489
aquella noche hicieron una emboscada de mas de 500
hombres de caballo enlre unos olivares, junto con la oib*
dad , donde los crislianos sacaban el ganado á pacer , é
como este dia lo sacasen , arremeten los moros de la
emboscada , pero como los que guardaban el ganado diC'*
sen alarma para se lo defender, -oyéndose en la cibdad,
luego salió cierta gente, lo cual viendo los moros alan-
cean dos ó tres camellos del ganado é dan á huir : hubo
este dia gran rebato, porque los cristianos seguieron á
los moros hasta el pie de una sjerra que es roas de dus
leguas de la cibdad en que murieron dos cristianos que
iban como corredores para descubrir tierra , é cayeron en
una eelada de moros, donde fueron muertos, é de loa
moros murieron hasta doce ó trece.
Majo. Dia de Santa Cruz, que fueron 5 de mayo, se
juntaron muchos moros é llegaron hasta el arrabal
de ta ciudad, porque el conde había mandado que
ningún tiro se soltase aunque viniesen, é como
unos con otros estuviesen gran pieza del dia esca-
ramuzando é gritando sin se osar llegar á la cib->
dad , el conde hizo salir dos escuadrones de gente
por la parte da una sierra, y otros dos que saliesen
hacia ellos é loa acometiesen; é como los moros
viesen venir los cristianos, comenzáronse á retraer,
é los cristianos poco á poco á meterse en ellos, é
ansí se trabó la escaramuza, en que murió un je-
que gran señor, é allí murió Pedro Navarro el
tornadizo peleando muy esforzadamente, deque
pesó mucho á todos, aunque antes que lo matasen
hirió dos ó tres , c ansí los cristianos los seguieron
hasta una angostura que está cerca de unos pra-
3vGooglc
400
(Jos entro una sierra y un río á iloiide et conile mand»
estar queda la gente y ordenado su escuadrón se volvie-
ron ; é aunque otras muchas veces los moros viniesen á
los prados, pera disparando un tiro luego se ponian en bui-
da, y por esto el conde no quería que ninguna gente sa-
liese á ellos porque la geste se cansaba é ellos iban huyen-
do. En esta sazón no hacia sino venir gente de E^paüa para
la oibdad, ansí de guerra como de otras personas, porque
como la cibdad se tomó luego el conde to bízo saber en
España, é se fué tanta gente dalla, con sueldo aunque po-
co, é della sin el que desde el raes de marzo no hacían
sino venir en tanto que en el principio de julio había en
la cibdad mas de catore mili hombres de pelea.
Mediado el mes de mayo comenzaron & morir en la
ciudad algunos de pestilencia é aboyóse (gic) en Unto que;
en fíu del mes hubo días que murieron cien cuerpos é
mas , sino que plugo á Dios que duró poco , atribuyéron-
lo á la mala disposicioii de la tierra, porque Bugía es asen-
tado en alta ó |a ladera de una sierra, é bate la mar en
los adarves de costado á Qostado hacia la parte del le-
vante. EiS cibdad muy larga y de mucha arboledo de di-
versas Frutas , dentro, de la cibdad y por todos los ruedos
tiene cerca un gran rio y otros arroyos de poca agua;
tiene dos arrabales grandes y muy cercados : el upo á la
parle del norte y el otro á parte de mediodía; á causa
de esta pestilencia se salió et conde de la cibdad é luego
por la mucha falta que había de provisiones ó armas para
la mucha gente que había , antes que ee saliese ínvió al
coronel Diego de Valencia con su gente , que eran ocho-
cientos hombres, c los quinientos ballesteros del campo
Alcunia en una nao y una carabela portuguesa para que
fuesen á Ñapóles ó trajíescn bastimentos é cosas necesa-
3vGooglc
491
rias, los cuales se hicieron á la vela viernes primero de
junio, é con muy bueo tiempo. Lunes 'siguiente llegaron
á la i»la de Cerdeña á un puerto que se dice Votas, que
está 50 millas de una cibdad de la dicha isla que bc dice
Callar, éalh toda la gente salió en tierra é asentaron sua
estarnas cerca, de un orroyo de agua dulce , é el coronel
con cincuenta ballesteros del oampo de alaíbia (síc), se fué
por la isla é tomó ciertos piezas de ganado , que se cría
mucho en aquella isla , y lo trajo , é luego loa dueños del
ganado te vinieron á rogar, que no lea matase las ovejas
é se sirviese de los carneros , é mas metieron doce va-
eas para meter en las naos , io cual aunque con gran difi-
cultad se hizo ansí, por que los soldados no consentían,
é por esto el coronel puso manos en algunos, é por esto
se amotinaron mas de las tres partes de la gente é lir«<
ron la vía de Callar, é como en la cibdad se supiese la
pestilencia de Bugia, é que aquellos venían de allá, no>
los consentleron entror en la cibdad, é aposentáronse una
milla en una iglesia par de un monesterio que s« dice
Muestra Señora de Buen Aire, á do por el visorey fueroti
muy bien proveídos de lo necesario ; é oomo el coronel
viese que la gente no quería volver para embarcar, fue-.
se con sus naos é gente para Callar é requerió al vísorey
que hiciese á los amotinados que se embarcasen , el cual
con muchos ruegos lo acabó con algunos dellos , é con
aquellos embarcó é fué su camino, é los que quedaron
se fueron en unos bergantines para la isla de la Faguñana,
que es dos leguas de Cicilia , para el conde que ya era
fuera de Bugia é los otros con muchas calmas llegaron á
Ñapóles sábado 25 de junio habiendo salido del puerto á
nueve del dicho mes é con temor que si la gente desem-
barcase con la necesidad pasada después oo querría tornar
3vGooglc
492
á embarcar, fueron á surgir fuera del muelle de CasLil-
novo sin entrar en el puerto.
Luego otro dia el coronel solió fuera y mostró sus cor-
tas é poderes al visoroy, el cual luego dende á dos dias
proveyó de todo lo que inviaba á pedir, salvo de ciertos
hombres darmas é piezas de artillería que^ para aquello
dijo que no tenia comisión del Rey, ansí las dos naos que
ellos hablan traído é dos carabelas é cinco galeones que
acoso estaban en el puerto fueron luego cargadas de mu-
cho pao, é vino, é carne salada é muchos coseletes, pi-
cas , alabardas y escopetas é todo lo necesario , lo cual se
tardó en embarcar quince dias, y esto con ayuda de mu<
cha gente.
Estaba en esta sazón el conde en la isla de la Faguña-
na , que es dos leguas de Cicilia , con quince mil hombres
de ordenanza , en la cual isla había mucha leña y agoa
dulce , é infinita caza , tanto que se halló en treinta dias
que allí estuvo la gente , haberse muerto mas de GO cone-
jos , y mas de 6 venados , y muchos corzos y gamos , y ja-
valines, y asnicos montesinos, é infinitos ratones é tortu-
gas . y esto todo lo mataban corriendo tras ellos sin gal-
gos, ni perros, ni redos, porque como la gente era tanta.
Unos por una parte é otros por otra los tomaban que no
habia donde la caza se acogiese, y tanta prisa se dieron
(]ue cuando tomaron á embarcar ya no hallaban caza, y
aunque de Cicilia traian bastimientos , los mas no tenían
con que los comprar, é aun al principio que alU fueron
no les llevaban hastimienlo , por que como supiesen que
venían de Bugía por la pestilencia que bahía habido se
apregonó en la cibdad de Trápana , que es dos leguas de
la isla , que ninguno so pena de muerte les llevase basli-
micnto , é como el conde lo supo , fué eo un bergantin á
3vGooglc
403
la cibdaJ é requirióles que le inviasen provisiones, donde
no, que pronto estaba da se quejar al Rey, é á esta cabsa
empezaron dende en adelante á inviar provisiones , pero
para que no saliesen fuera de sus barcos ni consintiese en-
trar á la gente en ellos, antes les arrojan desde los barco»
lo que les compraban, é ta gente les icbaba el dinero, é áo'
tes que lo ichasen en la bolsa lo lavaban muchas veces.
Esta isla es despoblada , que no hay en ella sino una tor-
r» vieja hacia la parte del norte ; es algo llana , é todo lo
otro es sierra, es alta y sana , hay de ruedo en toda ella
treÍDla millas , hay en ella muchas ovevas {$id^ debajo de
tierra, es señor dolía un caballero de Gicilia, el cual de
que supo que la gente iba alli, -dalra mucho ganado para la
provisión, porque no entrasen en ella, á causa que la te-
nia muy guardada por la caza ; pero el conde como desea-
se sanidad á la geute, le dijo que lo no podia hacer, á
causa que allí habla de esperar los bastimieotos é armas
que habían de traer de Ñapóles.
. Jueves 5 de julio se hicieron á la vela los que traían
las armas é bastimieotos ¿b Ñapóles , aunque no todos,-
porque muchos dellos murieron de Ctifermedad , y otros
quedaron malos é otros no quisieron tornar á embarcar,
ansí que con algunas calmas llegaron martes seguiente 10
del dicho mes á vista de la Faguñana, é vieron que toda
la gente se hacia á la vela por salir del puerto , é coma
todas las naos salieron fuera, luego tornaron á surgir en
una cañada que se llama los Hormigueros tres millas de
la dicha isla , y esto se hizo porque con el viento que ha'
bian de navegar para tomar la via de Tripol , no podia
salir donde estaba , pero como el coronel vio que la ar-
mada se hacia á la vela , pensando que se iban de cami-
no , mandó esquifar un batel de la nao con quince marí-*
3vGooglc
494
ticros (le los mas escogidos, é el coronel y el capitán de la
iiao saltaron en el dicho batel porque quería hablar con
el conde , é comienzan á bogar tanto que llegaron á la
armada, que habia bien de sus naos á las del conde tres
leguas t y esto Gzo el coronel porque sus naos á la sazón
estaban en alta mar y en calmas, y la armada iba con
viento de tierra , pero aunque estotras naos todo aquel
dia estoviesen en calmas muertos viniendo la noche sin
viento alguno salvo con el Trior de la noche llegaron y po-
saron adelante de la armada, sin que marinero ni otra per-
sona lo sintiesen , por lo cual los marineros fueron re-
prendidos del condoi
Llegados donde estaba surta toda la armada, estaba
toda la gente allí esperando siete galeras que habían salido
del puerto de Ñápeles un dia entes que las naos de los
bastimientos, pero estas tomaron la vía de Sicilia para ir á
Palermo por otras dos galeras que ahí estaban apercibi-
das para ir á Berbería, é porque para la tomada de Trípol
que el conde tenía pasada , eran muy necesarias , é á esta
causa las estuvieron esperand» allí hasta el domingo si-
guiente que vinieron, écon mucho ptocer luego elIúnesiC
del mes toda la armada se hizo á la vela, que serían hasta
ciento y ciucuenta velas, entre grandes y pequeñas^ las
cuales iban en tan buen orden , y con tan buen viento é
tan llenas de gente que era cosa de ver, é con esto miér-
coles seguiente fueron á ¿ui^ir entre tres islas llamadas
Goza é Malla y la Pontaleria , que son islas de cristianos
vasallos del Bey nuestro señor, é todos los que en ellas
moran son gente mucho de Dios^ y hablan como moros.
En estas islas tomaron agua algunas naos é lodos los sol-
dados viendo tan cerca la tierra se echaban á nado é se
iban por unas huertas haciendo mucho daño en ellas á los
:.vCooglc
495
moradores de la isla , quo son muy pobres , ca lo mas qtie
en esta isla se coje es algodón , que pan y vino muy poco
hay , que todos se bastecen de Cecilia , y por el daño que
la gente hacia . luego oiro dia jueves la armada se partió
y tomaron derrota para el puerto de Tn'pol de Berberís,
que ya á esta sazón muy de cierto se sabia que el arma*
da iba allá, c ansí navegando sábado seguiente 20 del
mes , salió una gran cometa de hacia poniente . y fué á
caer hacia mediodia . en lo cual muchos miraron. A esta
sazoD toda el armada estaba en calmas muertas á vista de
la isla ya dicha , é plugo á nuestro Señor que otro dia do^
mingo refrescó algo el tiempo * ó luego lunes á la larde
22 del mes amainó velas en alta mar toda la armada y
esto por no saber si etaban cerca de tierra , y esta misma
tarde mandó el conde que toda la gente se embarcase en
galeras, y bergantines y carabelas ligeras, y saetías* y
galeones, y gripes, y chalupas, y barcos sevillanos, y fus-
tas, barcas, y bateles, y esquifes y en otros navios peque-
ños , y esto por estar mas presto para saltar en tierra mas
de cerca , porque el pueblo de Tripol es muy bajo é los
navios grandes no se pueden allegar cerca de tierra ; y
estando ansi la gente con mucho trabajo y congoja por
estar muy apretadbs . é sin comer ni beber cosa que les
hiciese provecho , estuvieron desde el lunes en la noche
que se embarcaron , hasta jueves por la mañana que sal-
taron en tierra sin poderse asentar, y ansí otro día martes
comenzó la armada á hacerse a la vela , é miércoles se-
guiente que se cqntaron 24 del dicho mes se descobrió
tierra de Berbería , la cual está tan bajo que estábamos no
aun cuatro leguas de tierra é á penas se determinaba s\
era tierra ó no, de manera que toda la armada tornó
amainar velas y por mejor saber el puerto , y para saber
3vGooglc
49Q
que tan lejos eslnba , el conde mnntjó á un coronel lla-
mado Vianelo , que era veneciano , que había sido mer-
cader y era platico en Trípol , ó causa que muchas veces
había estado allí con mercaderías , que fuese y espíase que
tanto habla, ó de que manera estaba el puerto, y sí habí»
algunos navios de turcos dentro ; el cual luego metido en
una galera se fué la vía de Trípol é como quiera que tra-
bajase por DO ser visto, fué descubierto de los moros de la
cibdad, que luego conoscieron que era de la armada del
Goude, é como estaban sobre el aviso comienzan á hacer
ahumadas por toda la tierra, é ó inviar mensajeros de unn
parte á otra , é allegar gente é abastecer é pertrechar b
cibdad , aunque ellos estaban ya bien fortalecidos y aun
sobre el aviso i porque estando el conde en la ísla de In
Faguñana con la armada fueroil dos fustas de moros y
descubrieron toda el armado , é como estas fustas se vol-
viesen en Berbería lo hicieron saber por toda la tierra , y
como lo supiesen en Trípol comenzaron á proveerse de
pertrechos é de todo lo necesario, porque aunque no su-
piesen á que parte había de lírfir determinadamente,
cada uno se temia * é con esto todos estaban apercibidos;
pero como el coronel entrase en el puerto é viese la gente
que se llegaba que no era nada , después de haber mira-
do todo muy bien se tomó para el armada donde contó
toda la verdad de lo que habia visto.
Informado el conde, como dicho es, de lodo lo quo
el coronel había visto, sabiendo lo que había dende á la
cibdad, luego manda hacer vela^ aun^jue liabia graurato
de noche, de manera que como el frescor de la noche fue
entrado desde aquella hora, basta después de media no-
che, las naos anduvieron tanto que toda la armada se
pasó adelante de Trípol, y esto fué ansí por la grande es-
zecbyG00¿ílC
407
cui-idad, como por los pilotos no ser pláticos en aqncllas
partes , pero después de solido el lucero como comenzó
á esclarcscer . annque muy poco , y reconoscieron la tier-
ra y la cibdad y palmares, dieron vuelta á lacibdad poco
á poco, de manera que cuando amanesció otro dia jueves,
dia del señor Santiago . que se contaron 25 de julio , toda
la armada se halló una legua de la cibdad , de lo cual toda
la gente sintió tanta alegría y placer, que no se "podin
pensar , porque tenían tanta gana de se ver con los moros
envueltos , que es cosa increíble , aunque habla tres. di;is
que no se habían sentado, quien poilría decir el gran es-
fuerzo que -todos mostraban, el relucir de las armas, e\
canabercar de las picas , la orden que tenían , que en ver-
dad páresela mas cosa de Dios que de hombre ; y con esle
concierto entrados y allegados los navios que llevaban In
gente en el puerto , juntáronse cerca de ta costa y co-
mienzan á saltar en tierra , y en esta sazón las naos se
quedaban Fuera del puerto ó causa del poco tiempo. Los
moros de la cibdad , como los navios comenzaron á entrai-
en el puerto, luego comenzaron ellos á tirar unos tiros
de artillería de hierro que ellos tenían asestados á la ma-
rina, pero como las galeras entrasen las primeras, sin
ningún temor , se llegan donde era menester , y comien-
zan á disparar artillería en el muro de la cibdad tanta y
tan espesa, que no párese i» sino que hundia la cibdad.
En e^áta sazón entre tanto que las galeras daban combate
por la mar, toda la gente saltó en tierra é luego fueron
fechos en sus escuadrones , é aunque muchos alárabes h
bcrberiszes, é genequcs é turcos, ansí á caballo como á
pie , vinieron á la marina y arremetían hacía los cristia-
nos, para lee impedir que no desembarcasen, no lo pu-
dieron hacer á causa que ios escopeteros ó ballesteros que '
Tomo XXV. 52
3vGooglc
498
ilcsemborcaban delante, los hncian retraer, y ansí totla
la gente salió á tierra , que serian hasta quince mili liom-
bres de pelea , los cuales luego fueron hechos cuatro es*
cuadrones de eiuitro coronelías .de gente cada escuadrón,
y repartiéronse de esta manera : la gente del coronel doD
Diego Pacheco, y la del coronel Joanes de Arriaga, y la
de Juqn Salgado coronel, y la del coronel Avila, estos
con cada mili hombres -tomaron la delantera , porque ansí
fué acordado en la isla de la Faguñana en una hablo quel
conde hizo á tos coroneles', donde les se&aló á cada uno
el lugar, diciendo quél entendía de ir á un lugar en el
cual creia que se podian juntar muchos moros al socorro,
y que para esto á él pareacia que en tanto que unos da-
ban combate á la cibdad , lo» otros hiciesen rostro á los
moros que viniesen al socorro en el campo, y que [ura
esto los coroneles se concertases Ó por suertes ó de otra
manera, y allí se concertaron les coroneles, que fuesen
los cuatro ya dichos los que quedasen fuera en el campo
para hacer rostro á los moros que viniesen al socorro en
el campo, y que estos gozasen de todos los esclavos y
ropa de mercancía toda la que se tomase en el saco do
in cibdad; y lasque diesen el combate gozasen de todo
el dinero, oro, é plata é alhajas, y de toda la ropa corta-
da de vestir : ansí que estos cuatro coroneles se van de-
rechos para los moros con su gente con tanto concierto
que no los dejaban llegar á la otra gente que daba el com-
bate, y ansí estovieron en el campo hasta que la ciudad
fué tomada. Después que fué anochecido y los otros coro-
neles con toda la otra gente , que serian once mili hom-
bres ordenados sus escuadrones, fueron á la muralla y
comenzaron á dar combale á la ciudad, allí viérades á
los cristianos disparar escopetas y ballestas que no se oian
3vGooglc
4ftí»
ni vian , ansimismo los moros dc»)e los mtivos tirnr infi-
nita piedra, y los turcos mucha flecha, ansimesmo desde
los torres tiraban muchas lombardas , otros lanzas , otros
gorguees, otros muchas saetas, c ftnsi con lo uno como
con lo otro hirieron alanos crisliaDos, pero no para que
en todo e) combate de fuera matase tres ó cuatro, y tslm
los dos deltos con un tii-o de pólvora antes que los escua-
drones llegasen á la muralla, é ansí que plugo á nuestro
SeAof , 7 á su bendita Madre f al glorioso apóstol Santia-
go que comenzando ¿ dar el combate á las nueve del din
y á las once estaban los cristianos encima del muro< Fa-
cía aquel dia tan grandísima calor , ansí del sol como de
las armas « é gente é trabajo de combatir , que la gente
estuvo en gran aprieto de se perder porque ya muchos des-
mayaban i pero como parte de la gente subió y ganó lo$
muros , los que quedaban tuvieron lugar de sacar agua de
muchos pozos que están junto á los adarves de muy bue-
na agua de que todos bebieron; é como los primeros co-
menzaron á subir, allí veríades lo» moros y turcos pelear
con ellos tan reciamente qtie acontecia estar atravesados
con las picas i y irse por ellas hfista llegar á dar al que
tenia la pka, con los alfanjes é gemías, pero luego co-
menzó ó subir tanta gente por escalas é maromas é tan
ligeramente que parescia que el bieíiaVenturado apóstol
Santiago les duba la mano.
Habiendo entrado por los muros, las puertas de la
cibdad aun estaban cerradas , é aunque al principio en-
trasen hartos . pero no eran tantos que pudiesen resistir n
los moros , é ansí murieron peleando antes que tas puer-
tas se abriesen mas de cíen cristianes , y unos moriaii pe-
leando y otros por robar, é entre estos morieron algunoj
hombres prencipales , entre los cuates fué un coronel que
3vGooglc
500
se decía Ruy Dins de Rojas, uno de los Cabreras, un ca-
pitán llamado Francisco de Simancas, camarero del conde
Pedro Navarro. Allí viérades á esta sazón áiltes que se'
abrieseo las puertas de la cibdad , una maña (1) de pelear
que queria parescer mas pasatiempo , que Otra cosa , y
era que como los cristianos que habían entrado por los
muros fuesen pocos , en comparación de los moros quo
dentro habia , é como los unos anduviesen peleando por
las calles con los otros , y como se sintiesen cansados, sen-
tábanse á descansar, é como los moros los viesen senta-
dos , sentábanse también ellos y descansaban, ó después se
levantaban á pelear • é esto facían muchas veces, y ansí
pelearon hasta que las puertas de la cibdad se abrieron
quo entonces no había tiempo de descansar.
Como los cristianos vieron que los moros
tan recio peleaban é que ellos eran tan pocos,
repartiéronse en tal manera que deltos queda-
sen para hacer rostro á los moros en las ca-'
lies , é los otros fuesen abrir las puertas , aun-
que era muy difícil cosa , ansí porque estaban
quien las guardaban , como por estar con muy
Tominiognuít- gruesos cerrojos é sus llaves, y porque In
BerbtríB. genlc «O tcuia con que las descerrajar, pero
como pedieron finalmente las abrieron, é co-
mo en las abriendo toda la gente entrase con
gran ímpetu, luego los moros s&retrajíeron
á la mezquita mayor, donde muy reciameo-
te peleaban , ansí como aquellos que sabían
(1) Cifra en lugar de manera, que Id quedado ya iotrodocida
en naestro idioma , por la costumbre de prun un ciarla como está
escrita.
zecbyG00¿ílC
501
que, ó t]e muertos ú de presos, no podion escapnr,
oíros se hacían fuertes en las torres de los adarves que
son muchas y muy fuerles ; y allí los cristianos por les
«Blrar, y ellos por se defender, duró el combale délas
torres hasta después de anochecido. Los moros que es-
taban en la mezquita luego al principio muy reciamente
se defendían; pero como la mezquita era grande y con
muchas puertas hobieron los cristianos lugar de quebran-
tar algunas deltas por donde se entraron por fuerza , lo
cual viendo los moros se defendían tan reciamente que
era cosa de espanto ; pero oomo los cristianos se comen-
zaron á encarnizar en ellos de lal manera, que mataron
dentro de la mezquita hasta dos mili moros é moras é to-
dos los otros fueron presos. Halláronse allí tanto oro, é
plata, é joyas é otras preseas que estaban hechas h'os
que á esta cabsa no cabian do pie los moros y morasj é
como los moros que se habían hecho fuertes on las torres,
viesen que la mezquita era entrada , é que no había otro
remedio sino morir , diéronse á partido de las vidas á un
coronel llamado Samaniego y otro llamado Palomino . los
cuales cativaron y tomaron allí en los torres tres mili mo-
ros, con muchas riquezas de oro, y do plata y ropas.
Entretanto que esto se hacía , la cibdad se saqueaba , que
no estaba toda la gente en la mezquita y en las torres,
sino unos por una parte y otros por otra á robar derrama-
dos hasta que vino la noche que todos se retrajieron cada
uno donde le lomó la noche. El jeque ó señor de Tripol
habíase hecho fuerte en una alcazaba con otros moros los
mas principales á donde él y ellos pelearon un gran rato,
porque este jeque era tenido por muy esforzado de su
persona, pero como cuando la puerta se abrió el conde
entrase luego c se fuese al alcazaba , requerióle , que so
3vGooglc
502
(líese con la vida pues que via que la cibdad era entra-
da , é que si ó ellos también lea entraban .por fuerza , no
era posible escapnr con los vidas ; luego el jeque eolónces
mandó abrir la puerta, é luego el conde entró con sui
ulabarderos é capitanes, y otra gente bien armada donde
oüUiba el jeque y su mujer, y dosbijos, y un hermano, 7
otros muchos parientes y amigos con todo cuanto tesoro
lenian.
Recogida la gente y venida la noche, como dicho es, é
eran tantos ios moros que había por las calles muertos, que
apenas liabía quien por ellos podíese andar; pero lu^o
otro día el conde los mandó quitar de allí , y dellos echa-
ron en los pozos de la mezquita, y otros en la mar, y otros
quemaron . y ansí se hnllaron de los .que murieron en la
mezquita y por los calles mas de seis mili moros y mo-
ras, y se hallaron tener cautivos mas de diez mili entre
machos y hembras, grandes y pequeños. Las riquezas que
en este saco se hicieron fueron sin número, aunque fueron
muchas mas las que los ntoros habían sacado de la cibdadi
ciento y setenta cristianos cautivos que pran italianos , si-
cilianos y nialleses , los cuales dijeron que bahía treinta y
cinco días que los moros sabían que la armada bahía de
ir á Trrpol , y esto por aviso de un mercader gepovés qua
á la sazón estaba en Trípol , por que otros ginoveses que
á la sa^on estaban en Cícilia se lo habían escrito que se
embnrcase antes que la armada fuese, y esto le escribie-
ron para que podíese poner en cobro su mercaduna, y des-
do entonces comenzaron los moros á sacar camellos car-
gados de ropa á los lugares é aduares mas eercanos en
especínl á dos litgares que están , uno á tres leguas que
se llama Tafora , y el otro dos leguas que se dice Zonzon,
y lo que á os^os lugares no tlevubfih lo escondían $0 üorra
3vGooglc
503
B Mnbts. por los campos , y esto por miedo de los alá-
rabes que es mía generación de moros que an>
dan siempre por el campo sin entrar en po-
blado Bino cuando \an á robar algún aduar,
y por estd se dice estos ser señores del -cam*
po é aun de los moros por roballes como les
roban cuanto pueden haber , ansí que decían
los cauUvos que después que los moros supie-
ron que la armada iba á Trípol habían sacado
mas de cinco mili camellos cargados de oro. é
plata, seda, grana é mucho paño 0no é otras
riquezas ; decian ansímismo estos cautivos ha<
ber oído á los moros, estando altercando, cual
era mas rica cíbdad, Túnez ó Trípol, concluir
lodos que Túnez , por ser mayor mucho, era
mas rica cuanto á vestidos, é ropa é alhajas de
casa, pero que de oro, é piala , y aljófar y
mercadurías muy mas era Trípol , á causa del
puerto y del grao trato que en ella habia de
, moros de la Suria , alárabes y turcos , y mer-
caderes ginoveses , cicilianos, italianos , vene-
cianos y malteses , y de todas las generaciones,
por que como quiera que Trípol sea el postre-
ro lugar de Berbería , y el primero de la Tur-
quía, habia causa y razón para que muchas
generaciones pudiesen tratar en él, de don-
de se puede creer que este era el puerto mas
rico que había en aquellas parles, porque co*
mo los moros supiesen la venida de los cris-
tianos , sacaron casi que todo cuanto lenian ,
que no quedó sino lo de los parientes é ami-
gos del jeque , poi'quc cslos no podían hacer
zecbyG00¿ílC
sino estar quedos con bub personas y haciendas , porque
8Í alguno hubiera sncado , ea de creer que donde había
ciento y cincuenta tejedores de sedas é zarzahanes, don*
de se tejian muchas tocas toDO-áes y se hacian alcalifas
y muy buenas , muchos chamelotes é muy buenos lien-
zos alcotán , infinito lienzo de algodón y seda y de lino,
donde habia muchos boneteros, y mochas tiendas de
especería, y gran platería, y grandes tiendas de paños y
muy Qnos , de inGnito aljófar, finalmente habia todos
cuantos oficios ea una ciudad populosa se podían hallar, y
por esto se puede creer que si todo esto ó la mayor parte
no sacaran, que todos los que allí se hallaron fueran ricos,
por que los mismos moros lo decian. Hallóse en el puer-
to una carabela de cien toneles sin ninguna jarcia ; asi-
mismo se halló una galera de 22 bancos que estaba fuera
del agua y ann no acabada de calafatear, y dos fustas gran-
des de 18 bancos que estaban de la mesma manera; ansi-
mesmo se hallaron cinco grifos y otros bateles y barcos
pequeños, y destos vasos hizo mercedes el conde á capita-
nes y coroneles y otros hombres de manera.
Ganada la ciudad, ansí como dicho es, ese mesmo dia
en ia tarde el conde mandó poner guardas á la puerta
de la ciudad que satia á la marina, y todas las otras hizo
cerrar , porque ninguno pudiese sacar alguna cosa de las
ropas ni esclavos fuera á las naos, y si lo sacasen que todo
se lo tomasen , y esto hacia porque los cuatro coroneles
ya nombrados, que habían quedado fuera de la ciudad
á guardar el campo habían hecho el concierto, que no de-
bieran para sus conciencias, so aclamaron al conde, dicien-
do que ellos habían quedado en la guarda del campo, y
que no habían tomado nada , y que habia quedado con-
certado; quo todos los esclavos fuesen dellos con toda la
3vGooglc
505
ropa de mbreodem, y por tanto suplicaban á sh señom
mandase complirel concierto. Oido esto el conde, luego
otro día mandó apregonar que todos los que toviesen es-.
clavos loa diesen y los entregasen á los coroneles , y
pregonando esto los compañeros so to& llevaron hiego to-
dos . ó si no todos los que tenían cuatro , cinco , ó ocho,
llavábanle los nueve , y desta manera muchos so habían
quedado con uno ó dos esclavos; peco tos coroneles no
contentos con esto anduviero» todas las casas., y cuantos
hallaban se llevaban , y esto no solo á los que habían en<
trado en la ciudad primero, pero á los compañeros., que
habían quedado con ellos en la guarda del canpo , les to-
maban los esclavos que tenian, é como ellos no hubiesen
habido sino esclavos é se los quitasen los coroneles , que''
daban perdidos , y no solo tomaban esclavos pero la ropa
y dineros y cuanta había , y esto no sobmente los coro->
neles , pero aun los capitanes hacían muchas demasías y
tan grandes , que estuvo la gente toda movida dos ó tres
veces para hacer algunos desconciertos ; é si en tiempo
se hallaran é se hartaran tan grandes injusticias como
eran quitalles lo suyo que con tanto peligro y trabajo ha*
bian ganado , con tanta hambre y sed , y muchos dejando
sus haciendas é mujeres y hijos, é aun ao solamente se
los quitaban , pero por sacarles si tenian algo k» ichaban
en prisiones , y si todo lo que en este caso acaesció se
hubiese de escribir, seria nunca acabar é causa para que
culpasen no solamente á quien tal hacia , pero al conde
que tal consentía, aunque de lo menor era él sabídor, pero
él se descargaba con alguna persona que no es razón que
se diga según su orden é hábito, lo que este hacia y res-,
pondia, se tenía por último y postrera voluntad del conde.
Luego otro día sábado , que se conlnroii 27 de julio.
zecbyG00¿ílC
506
aconteció que venia un navio de turcos de hasta cien to-
neles . que se llama e^uazo, que tiene su castillo á la proa
como uoa nao, y debajo del castillo un espolón ó arti-
mon ó mayna ansí como galeón , y este venia de Alejan*
dría cargado de especería, y como no hubiese sino dos
días que la ciudad era ganada , venia muy descuidado de-
recho al puerlo, y allegando cuanto dos leguas á vista del
puerto , de que vieron tantos y tales navios reconoscieroo
ser armada de cristianos , porque no bastaba poder de
moros para juntar tantos y tales navios , y como reconos-
cieron dieron bordé y quisieron volverse y volvieron las
velas á la mar ; pero \:omo iban con tiempo hecho de le>
vante halláronse perdidos, no tuvieron otro remedio sino
tomar la vuelta de tierra y dar al través eci la mesma eos*
ta , y encallar en tierra con el escoazo . y dejarle perdido
con la mercadería , y lodos los turcos que en él iban salir
atierra, y hicíéronlo ansí, de manera que como fuese
visto en alta mar á la hora fueron cuatro galeras por alta
mar á mucha priesa y comienzan á bogar á vela y remo,
pero como el navio estaba muy lejos cuando las galeras
llegaron ya habían los turcos tabordado (1) con el esguaie
en tierra , mas no para que toviese tiempo para sacar
cosa ninguna de la mercadería antes de que se escaparon,
hicieron cuento que Dios les habia hecho gran merced;
é como los cristianos llegaron, entraron dentro y con toda
la mercaduría le sacaron a jorco (2) con las galeras, é cta
mucha alegría lo llevaron al puerto. Ansimesmo jueves
otro dia después que se ganó la ciudad , que se contaron
(1) Asi el original por zabordar.
(3) Jorco for jorro, fnse nétitica anticuada.
If Dl« (h NiVUKlC.
3vGooglc
507
dos de agosto, iban tres cirbos(l)de la Belóna, que es
ano ciudad en la Turquía . á Tn'pol cargadas de mercadu*
ría, é como descubrieron la armada, ansimesmo dieron
vuelta en tierra , é coino luego fueron vistos, aunque muy
lejos del puerto estuviesen, cuando las galeras salieron era
tan- grande el lerante que á la sozon corría, y andaba
la mar tan alta , y con contraria á las galeras , que ciiando
llegaron á loi'cirbos todos lo* tqrcos estaban en tierra
y habían sacado la mercadería, é como los cirbos sean
pequeños y de poco cargo, que soq como barcos Sevilla*
nos, rasos como los de las galeras, los vieron vacíos,
por úo ser de mucho provecho, y por no pararse á deS'
encallar, les pusieron fuego y se volvieron, y. ansí otros
muchos barcos de moros é turcos fueron tomados.
' Como el conde toviese ganado á Trípol , como dicho
es, y la isla de tos Gelves estuviese de allí 35 leguas,
pensó en si, sogun lo que adelante se urdió, que pues
Trípol era ganada clnoo dios había , lo cual los moros de
los Gelves ya era notorio, é que pues é\ habia ganado nna
ciudad tm fuerte en una hora-é media, que los Gelves
se le darían a partido, y paresctóle que sería bien el ir
allá é requerirlo oon paz, é luego el lunes después que
se tomó la ciudad, qoe fueron 29 de julio, tomó ocho ga*
leras é cuatro fastas gruesas con alguna gente é fué la
TJa de Jeldes (ríe) ó la misma cañada vía de la puente, y
llegados allí, manda salir á tierra tres hombres que sabían
la lengua con una bandera en señal de paz para que de
parte del conde requiriesen á los moros de paz, pero
(1) Eq el orígÍDol parece ¿ veces decir earhiu. Acaso seri la
misma clase de embarcacioaes que la que los turcos llamaban ea,~
tiDUdcHiTvreit.
3vGooglc
508
como los moros ovjesen vislo los navios- en alia mar ¿dIcs
que llegasen al puerto, toda la isla se puso en armas y
@e apercibió, y mucha gente de cabnilo se víno á par de
la marina, y como los moros vieron los tres Rrislianos sa-
lir á tierra, arremeten á ellos é bicieron pedazos á uno
que ya estaba mas cerca desembarcado, é los otros 'dos
como esto vieron se echaron al agua, é luego fueron to-
mados en el batel é se van á las galeras; los moros do la
marina comienzan hacer muchas algarazas y decir al con-
de que no pensase que eran ellos gallinas como los de
Tn'pol, que fuese cuando quisiese, que antes querrían
morir que darse ó partido , y que el jeque y cuantos ha*
bia en. la isla estaban en el campo esperándole todos muy
apercibidos, por tanto quejno su tardase c(m toda su B^
mada. El conde oido esto mandó alzar las velas á todos
los navios y fuese á una puente que estaba entre tierra
firme y los Gelves, évió que estaba quebrada y toda
deshecha, la cual lo» moros de la isla babiao .quebrado ansí
como gente guerrera , y esto porqne aunque los moros
que en loa Gelves estaban quisiesen huir, no pudiesen,
y cuando viesen que no había lugar por do salir, toma-
sen mas ánimo para pelear, porque como quiera que la
isla de los Gelves sea isla, por sí tiene un estrecho ó t&-
nada á la parte de levante que hay dos millas do a{fua, á
lo mas estrecho tiene una puente de madera desde la mis*
ma isla á tierra firme , ansí que rodeada la mayor parte
de la isla, y víela la manera del desembarcar, dio la
vuelta para Trípol, aunque no con muy buen tiempo,
porque algunos de los navios que iban con él no pudie-
ron volver á Trípol donde á cinco dras después que el
conde llegó, que fué sábado nueve de agosto, el cual como
salió en tierra, estando allí algunos coroneles y capitanes
3vGooglc
509
y otros mllchos hombres de bien que le habinn solido allí
á rescibir, comenió á decir la primera palabra xerra, xav-
ra, que quiere decir guerra, guerra ^ porque ansí dicen
tos moros ctiaodo quieren pelear, á dar ¿ entender que
los moros de los Gelves no querian sino guerra; lo cual
de que se supo en la ciudad « toda la gente hubo mucho
placer, porque desde que el conde fué a los Gelves todos
estaban muy tristes, penoando que los moros se habían
de dar á partido, lo cual pluguiera á Dios que ansi fuera^
porque nuestros yerros no fueran tan públicos como fué
con su fantasía y soberbia.
Como el conde viniese enojado de la respuesta que los
moros habían dado, teniendo pensamiento de se vengar
dellos , dia de la Asunción de nuestra Señora, que se con'
taron 15 de agosto, mandó hacer alarde general de toda
In gente de pelea, en que se hallaron cerca de quince
mili hombres, é luego mondó 6 dos coroneles, el uno llot
mado Samaniego y el otro Palomino , que se quedasen en
guarda de la cibdad de Tn'pol con tres míll bembrcs; todií
la otra gente hace embarcar luego otro día después de la
tiesta de nuestra Señora , á causa' de ser el tiempo muy
contrarío estuvo toda la gente embarcada sin poder salir
del puerto hasta sábado 24 de agosto que estando alH
vieron ir 16 navios y todos ó los mas de dos gavias, en
que iba. don García , hijo del duque de Alba , con el cual
iba otro su hermano con otros caballeros, ansimismo iba
Diego de Vera, capitán del artillería, y un coronel llama-
do Francisco Marqués con toda la gente que había que-*
dado en Bugia en guarda , que serian hasta tres mili hom'
hres; y como estos caballeros con toda la gente iban muy
fatigados á causa que habían andado muchos días por la
mar con grandes fortunas, sin salir á tierra , y por ver la
zecbyG00¿ílC
eiuiIaJ lie Tn'itot. salieron en tierra, y dcsla causa estu-
vo el armattfl en el puerto hasta el martes siguiente, que
fueron veinte y seis de agosto, que este dia toda la arma-
da se hizo á la vela , y el mismo dia hizo algunas calmas,
ansí que todo aquel dia estuvimos á vista de Tripol, y lue-
go miércoles á la noche comienzo una gran fortuna , aun-
que no turó mucho, y luego otro dítt amanesció toda
el armada ante la isla de loa Gelves, y las primeras nao«
que llegaron fueron la capitana y otras de las mejo-
res i y surgieron á una punta que se hace en la entrada
de una cañada de la isla hacia la parte del castillo , y allí
estuvieron hasta que la armada toda se recogió, é de
que fueron juntas se hacen vela y métense lodos en la ca-
ñada hacia la puente , encima cuanto dos millas hacia la
parte del norte, y allí todos los navios surgieron cerca
de un hachón ó torre que los' moros tenian por atalaya,
é allí estuvo el armada todo aquel dia, hasta después de
media noche qlie el conde mandó embarcar la gente de
pelea en galeas^ é galeones, é bergantines, fustas, chalu-
pas y barco» y otros navios de temos, porque la gente es-
tuviese mas aparejada para saltar en tierra: é luego olro
día viernes , que se Contaron 30 de agosto . luego comen-
zando á esclarecer, la gente ó parte della fué echada
en tierra, aunque con mucho trabajo á causa de \m
muchos bajíos, porque después que la gente saltaba de
los bateles . antes que pudiesen llegar á tierra iban mas
de una milla por el agua con todas sus arma», de manera
que cuando llegaban á tierra iban muy cansados, é ansí
como salian á tierra luego se juntaban cada uno con sii
gente , é los coroneles y capitanes los ponían en sus escua-
drones : entre tanto que esto se hacia, aparejaron un altar
y dijieron misa junto á una torre ó ocho, donde el conde y
zecbyG00¿ílC
5H
i>. García y otros cobolleros, qiio habían sido los prime-
ros que sallaron en tierra, oyeron misoi y acabada la misa
B. García se armó de un coselete dorado con sus broza-
letes y orlada (I) y cabalgó en un caballo rucio, crecido y
uo paje con una pica y otro con una gineta. Estaba ansimes-
ino allí Hernando Alvarez, lio de D. García, et cual estaba
muy enfermo y muy flaco , y como vio á D. García puestea
en orden para pelear, luego demandó un caballo para se
ir con él . y como D. García lo sintió , fnése para él y dí-
jole : Señor, Vmd. está muy flaco, y no está para tomor ar-
mas ni pelear, por que según el calor que hace, si Vmd.
allá fuese no seria mucho moHr , y otro tanto le decia et
conde Pedro Navarru, con todos loS' otros caballeros que
allí estaban.. Hernando AWarez respondió, que no habiir
de dejar de ir con él ; D. García le dijo , señor, hoy no te-
nemos de pelear, para que queréis ¡r donde todos tenga-
mos que bftcer en mirar por vos, por estar como estáis.
mas que en pelear con los moro», y diciendo esto- salí»
del caballo y sentóse á par del , diciendo, pueseatémono»
aquí todos (2) comvesto tío Hernando Alvarez casr
medio por fuerza le metieron en una galera, y esio hechiv
luego el conde é D. García anduvieron hablando un graiv
rato cabalgando hasta que el conde se despidió dét y se fué
para la gente, y comienza á entender en sus escuadrone»;
pero como las naos estubnn surtas mas de tres millas de*
tierra y la gente era mucha no se pudo desembarcar ta»
presto que cuando fueron puestos en la orden que había de-
estar no fuesen mas de las diez del día . y era tan grandísi-
mo calor de las armas y de la mucha gente , que no po-
{1) Acaso celada.
¿2) No se comprende la voz qoe aqui nsa el orígioil.
3vGooglc
312
dian sofrir h cslnr cii )o3 escuadrones : nlli vicrados ha-
cer fuentes con las picas, csvar en k arena enti-e medio de
los mesmos escuadrones pensnndo sacar ogua, é aanque
alguna sacasen, era lan salada como si fuera dentro de la
mar; viéradcs ansimesmo dar cinco trípolioaa é veinte, que
cada una vale un ducado, per una vez de agua , é diera
ciento si las toviera , i ansi con la pene que es dicha fue-
ron ordenados once escuadrones de muy lucida gente que
serian hasta IG mil hombres de ordenanza, sin los mii-
rineros que serian mas de dos mili.
Luego hecho esto , fueron sacadas seis piezas de arti-
llería 7 puestas en medio de los escuadrones , que eran
dos cañones gruesos , y dos sacres y dos fatconetes , y
dado el cargo á los que lo habian de regir > toda la gente
comenzó á caminar, y estos tiros llevaban los soldados ti-
rando como acémilas, no podiéndose menear de sed,
porque los otros que no tenian sino sus armas ¿ntes que se
comenzasen los escuadrones se caien de sed muertos en el
suelo, cuanto mas los cuitados que iban tirando el artdle-
ria, haciéndoles llevar á cuestas los barriles de la pólvora,
y los coroneles y capitanes á caballo dando palos en ellos
porque tirasen , como si fueran asnos , ansi que caminan-
do con esta pena era tan grande el calor y la sed , que la
gente se caia algunos dellos , é muchos muertos ; otro»
que no se podian levantar , é como esto viese el coronel
Vionelo , que llevaba la delantera , no pudiendo hacer mas
dio lugar á que su escuadrón sé deshiciese, é como la
gente délos otros escuadrones viesen aquello, todos co-
mienzan á deshacerse, salvo el escuadrón de don Dieqo
Pacheco, que era el postrero do la retaguardia y había
quedado cerca de la marina : deshechos los escuadrones,
se me turba el sentido de contar este paso ! ca viérades
3vGooglc
nir»
ios hombres muertos , puestas los cabezas sobre las rodi-
llas, otros los coseletes, puestos por sombreros encima de
las cabezas , é ansí se les saiia el alma , y otros temblando,
é otros royendo y otros llorando, de manera que ni el her-
mano podia remediar al hermano, ni el padre al hijo , ni
el hijo al padre , ni el pariente al pariente , ni el ami-
go al amigo; allí andaba aquella sazón aquel esforzado
caballero don Goréía delante toda la gente dicÍ¿ndoles:
ea hermanos míos esforzaos que ya llegamos á los palma-
res donde hay mucha agua , y allí beberemos y reposare-
mos ; ansimesmo el conde otro tanto les decía , y todos los
otros caballeros y compañeros que mas esforzódos se sen-
tían , é ansí con lesta fatiga anduvimos casi legua y media
de un llano raso que no había sino unas yerbas y arenal
basta llegar a unos grandes y espesos palmares, y en este
tiempo ningún moro pareacía , y como la gente comenzó
á entrar en los palmares cuanto una milla,- que es un cuar-
to de legua , estaban muchos olivares hacia la parte del
mediodía , bacía do la puente iba , adelante unos pare-
dones que antiguamente habían sido casas estaba un
pozo donde los moros como gente de guerra y que tuvie*
ron conoscimiento y según el grandísimo calor y camino
que habían andado la mayor necesidad que llevarían sería
de agua , con este pensamiento pusieron muchos jarros y
cántaros, otras muchas vasijas atadas con sus sogas, y
los moros que serian mas de tres mili de caballo sin mu-
chos peones estaban puestos en velada cuanto un tiro de
ballesta del pozo, é como los cristianos llegaron, luego
comenzaron sin orden ninguna á sacar agua y beber, otros
se arrojaban dentro, é como los moros de la celada vieron
aquello , salen con un estruendo y alarido quel mundo
parescia que se hundía , pero ni por eso los que estaban
Tomo XXV. 55
3vGooglc
514
nn el pozo que serian mas de quinientos críslianoa fteja*
sen de beber que acaesció estar alanceando el moro al
crístUiao y no dejar de beber , - de maDero que como
esto vieron los cristiaoos que á la sozoa mas cerca de
estos estaban, los cuales eran bien pocos á cabsa áe an-
dar desmandados de diez od diez, de veinLe en vein-
te á buscar agua , comienzan á retraerse hacia la mano
derecha do iba el golpe de la gente , é como los mu-
chos viesen huir á los pocos hacia ellos , é qae los mo-
rosvenieB alanceando en ellos, comienzan á retraerse, j
como esto viese don García que á la sazoa estaba á caba-
llo j había arremetido ya dos veces á lo» moros , apéase
del caballo y suéltale, y tomó una pica del suelo, qne en*
tóncea ya hubia hartas que habían dejada los soldados {wr
huir y púnese delante la gente diciendo : aquí henna-
Hos, aquír que no son nada, no hayáis miedo, y como calo
dijese arremete á loa meros, y como los cristianos. lo vie<
ron arremctea á ellos con éL, é kiego los moros comien*
zan á huir cuanto una carrera de caballo y dan vuelta so*
bre los cristiano», entonces los cristianos tornan á huir,
é como don García en este liento se hallase en la delan-
tera , y la gente tornó é huir , quedóse solo , y ansí pe-
leando y matando morosmurió^ porque hombres que le
vjenm pelear aunque estaban bien cerca del certt6caron
tener hecha tanta riza de moros apardes y muertos que
era cosa de maravilla , pero como era solo , allí le mata*
ron , ansímesmo el conde Pedro Navarro que á la sazón
estaba- algo desviado, teniendo y esforzando la gente que
ya del lodo iba de huida ,^ como viese tan gran perdi-
miento , arremete como un lobo á- la delantera . dicíéndo-
les, qué es esto , hijos mies y mis leones? ^'uclla , vuelta
que aqut estoy yo-, no hayáis miedo que no son nada, no
3vGooglc
515
soliodes vosotros, hijos míos, hacer ansí; diciendo esto
el conde algunos dedos dan vuelta mas de vcrgúenza que
de esfuerzo , y luego tornaron los moros á huir cuanto un
tiro de piedto , pero luego lomaron á dar vuelta, é luego
los críatlanoa tornaron á huir , de manera que no aprove-
cho el conde ponerse delante llorando , diciendo : Hijos
mros, de qué huis? vuelta, vuelta ¡ó mis leones esfor-
zados! que hoy se pierde cuanta honra ha ganado la co-
rona de EspAña , hoy quedamos deshonriados, hoy que-
damos sin loor dé guerra , hoy somos tenidos por los mas
cobardes que jümás fué gente én el mundo. Estas y otras
muchas lástimas les decia, pero ninguna Cosa le aprove-
chaba porque ninguno habia que volViese la cabeza atrás,
ni mirase si iban sus enemigos tras ellos ó no , sino por
donde hablan de huir, y como esto viese el conde no po-
diendo itins hacer llorando so va hacia la marina , y como
los escuadrones que estaban en la retaguardia que á la sa-
zón estaban enteros sin deshacerse , y sé habían sustentado
porque habían estado parados y sin mudarse, y si habían
andado era muy poco-, viesen que ya la gente iba fuyendo
conrenzaron de andar rodeándose de Uno parte á otra de
poco en poco , hasta que ni bastaron los coroneles qne
eran don Diego Pacheco y otro que decían Gil Meta , que
eran de la retaguardia , hacellos detener, sino del todo se
desbarataron y se ponen en huida comenzando á echar
los armas: allí vicrades arrojar los coseletes, brazales y
celadaSi corazas, casquetes, espadas, puñales, balleií-
tas, picas, lanzas, rodelas, escopetas; oyérades decir á
Ift gente con un alarido que al cielo queria sobir, sin que
ninguno esperase á otro, vuelta, vuelta, señores, de que
huimos, vuelta que no hay nada. ¡O España, España!
dónde queda tu honra ? dónde está tu fama , que siempre
3vGooglc
H6
has ganado y hoy la pierdes? ¿qué dia aciago ea este? qué
gron desventura? qué pecados Iiaa causado lan grande
anguiLÍB? y esto diciendo, los unos se hacian pedazos loa
vestidos y se quedaban en carnes , otros se ahogaban de
calor con esta desventura : la gente se recogió á la mari-
na, y tos moros siempre en el alcance á la rezaga , y
por los lados alanceando y captivando cristianos , y esto
de una manera que casi parescia los moros venir con te-
mor , porque de cierto ellos pensaban que los crístianoi
huian por los sacar á fuera de los palmares á lo raso , y
después dar vuelta sobre ellos, y por esto paresce muy
claro que Dios no permitió del todo perecer tanta geole,
porque de otra manera , según lo gente íba tan perdida
de sed , y destrozada , y cansada del mucho correr, y sin
ninguna arma> cayéndose muertos por el camino, si los
moros 80 pusieran de hecho á seguir ei alcance, ninguno
escapara de muerto ó cautivo , y esto por lo que arriba
es dicho , y porque todos los bergantines, gaiteras y fus-
tas eran idos á bajo á la cañada , húaia la puente , por-
que el conde les habia mandado tr y estar allí, |tara
guartla que ni los moros se saliesen de la isla , ni otroa de
fuera entrasen ; también habia mandado á tos patrones de
las naos que & los otros navios de toda la armada , que en
haciéndoles tiempo bicíesen vela y se FueseD ó surgir al
paraje , ó en derecho del. castilo de los Gelves , y si por
mal de nuestros pecados les bebiera hecho tiempo, y Iw
navios se hobieran ido , de nueve parles de la genl« que
escapó, no escapará una, y esto porque los moros no es*
tando allí las naos, se metieran mas en los cristianoe,
porque si una vez tas naos surgieran en derecho del cas-
tillo, por ventura no les hiciera tiempo, y si hiciera do
fuera tai que bastara para doblar la punta para volver á
zecbyG00¿ílC
517
la cañada donde estaba la gente desbaratada , donde aun-
que los cristianos quisieran pelear no tenisn armas, j
puesto que las tuvieran no tenian fuerza para poderse me-
near , fbé gran juicio de Dios esto que así tenia delermi •
nado , porque si la gente aquel día que saltaron en tierra
asentaran su real junto á la marina y comieran y holgó-
ran , pues que había bastímientos en las naos, y otro dia
en esclareciendo comenzaran á caminar , no acaesciera
esto, pero teníalo Dios determinado que no fuese ansí,
por los muchos pecados que cada día cometía la gente
c<Hilra Dios en renegar y descreer de Dios y de sus santos,
y esto con un corazón, y solenidad, y articulizamiento y
ademan que es absurdo de oír, y esto , según uso de guer-
ra y costumbre de soldados, dicen que no es pecado, di-
ciendo que no es para la guerra el que no reniega , y lo
que peor fué , que del coronel al capitán , y del capitán al
teniente, y del teniente al alférez, y del alférez al algua-
cil , al cabo de scuadra , y del cabo de scuadra al canci-
ller, y del canciller al escribano, y del escribano al atam-
bor, y del alambor al compañero, y del compañero á
su mozo, ninguno de estos se halló en Trípol que no se
ichase con cuantas moras podían haber, y después se
alababan dello , pensando que habían hecho mucha gen-
tileza . ó valentía . ó servicio á Dios : hubo muchos que
juraron que habían oido á un moro de un caballo rucio y
un capellar de grana colorada que \enia deeiendo tras los
cristianos: ¡¿cristianos! deque huis traidores, no ha-
yáis miedo, vuelta qué no son nada tos moros : y esto lan
claro , que todos los cristianos lo podían oir ; arremetía
este moro'á los cristianos, é si alguno hallaba delante,
hacía acometimiento como quo lo alanceaba , y pasaba
adelante sin llegar á ci, y esto so creia ser uno de los
zecbyG00¿ílC
518
tres renegados que habia en la i»ln , y los dos dellos erao
peores que los m^smo^ moros , ca M crein ellos solos ha<
ber muerto mas crislianos que cuantos allí se bailaron.
Allegada In gente á la marina , con la fatiga que es
dicha , viérades en aquel arenal tendidos muchos muer-
tos, nnos desnudos y otros vestidos, aunque los nwnos,
y esta porque en cayendo el compañero los que venían
detrás le desnudaban , y i^aescia & muchos que con el
mucho calor, sed y cansancio que traían, caerse, y no
ser caídos cuando en la hora les quitaban cuanto traían
á cuestas , dejándolos en carnes ; y como reposaban algún
poco y tornaban en sí , levantábanse y íbanse para la gente
atónitos, no sabiendo decir qv(ica los había despojado;
viérades apsimesmo muc)ia diversidad de locos haciendo
muchos gestos la boca hacia el cíelo , otros con lasmanos,
otros caídos en tierra dando bocados mordiendo la arena
de sed, olro^ hacerse pedazos desgarrando sus carnes de
rabia, otros desenvainadas las espada» arremeter unos
con otros, é ra^tiánsela ppr el cuerpo, otros tendidos en
la mar dando voces , é otros haciendo otra mucha diversi-
dad de locuras, y esto causaba que como iban desatina-
dos por hnir con el miedo, y cansancio, y calor, y grandí-
sima &ed , echaban^ en ta piar y arlábanse de agoa , é
como «I agijMi de la mar era muy salada , quemábales los
hígados y hacíales hacer aquellas bascas , y anu de esta
manera murieron allí muchos , que serian todos los qne
de s^d perecieron hasta miU hombres, y los que mataron
los. moros y quedaron cautivos basta quinientos, ansí que
todos loa que en esta batalla murierop serian hasta mili y
quinientos hombres; y esto se supo por algunos cautivos
que después. se rescataron, y fueron á Trtpol, y todos los
que allí murieron fueron hombros delicados qwe nu^^ ó
zecbyG00¿ílC
519
pocas VACOS se vieron en trabajo, y esto paresce porque
muy pocos hombres del campo murieron , ansi que plugo
á nuestro Señor que como los capitanes y maestros de
naos estuviesm apercibidos esperando tiempo para hacer
vela é irse á la parte det castillo como el conde les ha-
lúa mandado , y viesen venir la gente huyendo y los mo-
X0& en el alcance, traen los bateles de las naos ¿pues
qué diremos de este embarcar? allí viérades en veniendo
el batel media legua de la marina, echarse á nadar la
gente por se embarcar, y no los querían los bateles res-
cibir sino eran de la gente que había ido en la nao donde
el batel era, é de esta manera algunos se ahogaban : vié-
rades algunos que no sabían nadar , meterse al agua hasta
ia cinta, é otros mas. é otros menos, los galeones y gale-
ras, fustas y bergantines, y todos los navios de remos,
como estaban abajo á la guarda de la puente, ansí como
dicho es, viendo, el desbarate vienen ansimesmo a mocha
prisa , aunque llegaron tarde á causa de estar lejos de allí
por nuestro mal , que si las galeras estuvieran allí, c al
tiempo del llegar tiraran algún tiro de arlilteria, los mo-
ros DO solamente se detuvieran sin llsgar á la marina , pe-
ro en oyendo el primero tiro huyeran, sin osar esperar:
allí viérades al conde con los otros caballeros, llorando,
preguntando por D. García , basta que llegaron los que
mas cerca del se hallaron, y dijeron como era mueilo , ca
hasta entonces todos creían que era cabtivo. Venidas las
galeras , el conde mandó que recogiesen en ellas y en los
navios toda la gente, y llevasen á cada uno á la mesraa
nao donde había venido, mandando á los capitanes de las
naos que los rescibiesen , ca no los querían rescibir á cau-
sa que cargaba tanta gente en especial en los navios que
estaban cerca do tierra . que los liacian encallar en el sue-
zecbyG00¿ílC
320
lo y deata manera se perdió un galeón y ooa carabela;
que después no se pudieron sacar, y ansí poco á poco em-
barcaron la mayor par4e de la gente , pero como comen-
zaroo tan tarde . no se pudieron tantos embarcar qne no
quedase aquella noche en tierra mas de tres mili hombres,
donde algunos murieron y otros se fueron á los moros
desesperados, y los otros mas medrosos que esforzados, sa-
cando fuerzas de flaqueza se sostuvieron haciendo entre lí
rebatos y tocando alarma porque kt gente no se durmiese,
porque sí los moros viniesen no los hallasen ^sapercihi-
dos , y si por el mal de sus pecados los moros aunque pa-
cos vinieran , no quedara homhra dellos , porque no te-
nían armas con que pelear, y muy desmayados y perdi-
dos de sed, y con esta pena se sostuvieron hasta la mañana.
¿Pero quién podrá decir e) llorar y sollozar del conde,
viendo quedar la gente eo tanto peligro, sin les poder so*
correr á causa do ser tan tarde á tan escuro? Pero como
un leoR que ve sus hijos perecer, se levanta otro dia an-
tes que amaoeaca y salla en ana galera , y toma todas las
otras galeras y fustas, bergantines y navios de remo, é
presente él, hace á todos embarcar, cada uno en el na-
vio en que había venido , de coronel abajo no le querían
rescibír, ni para ello bastaba persona, y esto á causa de
la poca agua que había en las naos de toda el armada,
porque luego como la gente sailíó á tierra con mucha so-
berbia , de la cual Dios no se paga , pensando que no ha-
bía de haber detenimiento en ganar h isla, las mujeres
que quedaron en los navios , consintiendo bs capitanes y
patrones comenzaros á enjabonar y lavar ropa, como si
tuvieran fuente i ríos, de manera que gastaron la mayor
parte del agua de todas las naos , por lo cual padesció la
gente tanto dctrimíoiito , que dcoiaii algunos qu» ftié tanta
3vGooglc
521
la gente que se ah<^ó y echaron ¿ la mar de aed , como
la que murió en los GeWes.
Embarcada la gente, como dicho es. sábado postrero
de agosto , este mesmo día á hora de las nueve se levan<
tó tan grandísimo viento norte que- puso tonta fortuna,
que no parescia sino que las naoa se alzaban dos estados,
é puso el armada en nHtcho peligro . de se perder , y ansí
se quebraron las amarras de tres navios , que eran dos
carabelas y un galeón, todos cateados de gente, los eua<
les dieron al través, sin poderse remediar á causa de la
fortuna tan grande de la mar y del viento, aunque capea*^
ron y dieron voces por ser socorridos de bateles de las
otras naos , mas en aquel tiempo tenia la gente tanto que
hacer cada uno en entender en su navio que ninguno era
señor de ponerse en pie para asomar ó la orla de la nao,
y esta fortuna causaba quel viento- entrabo por la boca de
la mesma cañada que tenia la entrada á la parte del ñor*
te , de manera que estos tres navios se fueron por Is ca-
ñada basta que llegaron á los bojíos y se encallaron en
el suelo, y se blcíeroH pedazos, en los cuales se ahija-
ron muchas mugeres y mochachos y la mayor parle de
todos los hombres y esclavos , salvo los que sabian nadar,
aunque pocos, que con mucha pena iban a los navios mas
cercanos, y aun no los querian acoger ni rescibir por la
causa ya dicha ; ansimesmo se salvaron algunos que se
sostuvieron en los masteles de los mismos navios , y de la
mesma jarcia , hasta la tarde que viendo el conde que el
tiempo no sosegaba y que la gente se iba a perder , por-
que la fortuna ya babia desasí (t) los masteles de la mísmo:
(1) Dttoiido.
HoU de Hattririe.
3vGooglc
533
jarcia , y so iban á lierra , llorando que ee le salía el al-
iña, mandó á dos fuslas gruesas que aventurasea á ir
Irás ellos entes que llegasen á tierra que los moros los
matasen é cablivasen , porque como loa moros viesen le-
vantada tan grandísima fortuna, luego se fueron hacía la
marina, hacia la parte do estaban los navios haciendo
muy grandes algasar^s y alegrías, andaban de una parte
é otra, ansí de caballo como peones, corriendo y tirando
tiros hacia el armada con el artillería que habia quedado,
mas no porque daño hiciesen, por no saber cuno se ar-
maban ni que tanta pólvora habían de echar, sino como
hallaron armadas las piezas, poníanles fuego y desla aw*
neta ellos muy alegres estaban esperando cuando todos
los navios habian de dar al través , y no ftiera mucho si
Dios maravillosamente no los sostuviera, según la grandí-
sima fortuna que habia ; é ansí iban las fustas á mucho
peligro, y alcanzan aquellos que iban en los masleles que
iban bien cerca de la puente . y tréeulos á la armada , y
de esta manera plugo á nuestra Señora de sostener bMta
el martes siguiente. Con estos y otros muchos peligros
estuvieron allí, sin poder salir, salvo las galeras tfm sa-
lieron el domingo adelante después de la rota, aunque
con tiempo cQntrario, y se fueron la vía de Ñápeles, por-
que el Rey los habia inviado á llamar.
Martes siguiente , que se contaron tres de
setiembre , plugo á nuestra Señora de calmar
y cesar el tiempo malo, y vino un poco de
viento poniente que llaman maestro, e<m el
cual toda el armada se hizo á la vela y sali-
mos de la cañada donde estábamos , y nave-
gamos cuanto dos leguas , y como aun nuestra
fortuna no había acabado, vuelve levante.
3vGooglc
S25
tiempo coDlrario . y lu^o ifl&t. y h armada comeDzó á
derrainarse . unos navtos por una parte y otros por otra,
aunque el conde como iba á la sazón en nn casa-con gran-
de ginovés no pudo acabar de cabalgar á ta punta de la
cañada, porque era muy peaado de la vela, y ansí tomd
á «ui^ir á la punta d^ {a isla y algunas naos con'él , aun-
que pocas , y allí estuvieron hasta otro dia quo calmó el
tiempo, y aun entonces salieron coi^ el mismo tiempo,
forceando por no poder hacer otra cosn de causa que \a
gente 9e moría de sed , y ans( tomaron la vía de Trípol.
y con mucha fortuna, y tiempo contrario y peligro de los
moros tornaron á surgirá Tn'piol el Viejo, y viéndose en
tanta fortuna de sed, ansí conio aborrído8.t el «jonde los,
manda saltar en tierra, y los moros con ell«« peleando,^
sacando fuerza de flaqueza , algunos tomaban alguna agua,
y los otros no podiendo resistir á los moros dejaban las.
bolas en (ierra y se volvian á Iqs naos , y desta manera
muchas naos estuvieron hasta llegar ñ TrípoK y algunas
nao» que eran mas ligeras de la vela, llegaron tres días
antes que el conde llegase con las naos que consigo Iroia^
y estas tres naos hicieron agua de presto en los pozos que
estaban junto á Trípol, y tornaron á salir á rescibir al
conde antes que llegase con mas do diez leguas , é repar*
tieron el agua que llevaban cw todas I9S naos que venían,
4msimísmo otras naos no podiendo Gofrir la grandísima sed
que tenían con mucho peligro ó aventura de sus perso-n
ñas , sallaban eq tierra por buscar agua y se ^b^n costa á
costa por tierra de moros , no teniendo en nada ser muer-i
tos ó cablivos de los moros, se iban hasta llegar á Trí-
pol , ansimesmo otras naos llegaban á Trípol después de
-diez días, y otras mas, y otras menos, y otras que se
apartaron del conde con la fortuna que lodos las naos sa-
3vGooglc
524
lieron de lo cañada, las unas tomaron la vía de Cerdeña, y
otraa la vi'a de España , y otras la vía de Ñapóles , y otras
la vía de Malta , y Gozo y la Pantoleria , y otras fueron á
parar en Cecilia, entre las cuales fué uDa en que iban dos
capitanes con su gente, en la cual yo me hallé , y como el
uno destos capitanes tuviese acordado de pasar á estas
partes de España . como despuea se pasó por tener me-
jor aparejo, hizo al capitán de la nao que tomase la vía de
Cecilia, lo cual hubiera side causa qjie todos nos perdié-
ramos , como fué de algunos , si Dios milagrosamente no
nos sostuviera , ansí que lomada la vía de Cecilia como el
viento era levante é muy desaforado hizo abajar la nao
ó la parle de poniente , y ansí navegando martes ya di*
oho . que la armada salió de la cañada , A hora de la me*
día noche dimos en los bajíos de una isla que dicen los
Querquenes, en unos secanos que duran catorce leguas,
y diei y seis leguas de bajíos, que na tienen sino seis
brazas, oinoo, cuatro brazas de agua en el ruedo de la
misma isla de los Querquenes ; en estos bajíos se babia
perdido el dia antes una carabela que se encalló, yú
aquel tiempo estando encallada no acaescíei-a por allí ve-
nir un barco sevillano, toda la gente peresciera sin tener
ningún remedio , mas como los del barco viesen la cara-
bela , fueron allá , y sacaron toda la gente , y dejáronse
la carabela allí donde estaba encallada , é como allí alle-
gásemos con nuestra nao , ya qne nos íbamos á encallar
el piloto hubo conoscimiento como ibamo^ perdidos y co-
mienza á dar voces , amaina , amaina , toma vela , vuel-
ta vuelta que nos perdemos ; y ansí mny presto giraron
las velas , y nos tornamos por donde nos habíamos venido,
la vía de los Gelves, y amanesciónos sobre el mesmo cas-
tillo, dondo estaban otros diez y ocho navios gruesos es-
zecbyG00¿ílC
525
lierando tiempo pora toranr la vía de Tri'pol . y cerca de
allí DOS fuimos ó surgir; y porque no llevaba la nao sino
una amarra y una avela (1) muy pequeño no se osó llegar
cerca de laü oli'aa naos que estaban algo cerca de tierra,
porque si lo amarra do la nao se quebrase tuviesen lugar
de bacer vela y correr por la mar , y por esto surgimos allí
desviados hacia la parte del norte ; y como quiera que
las mujeres de la nao habían gastado el agua en jabonar.
como en las otras > no había sino media bota de vino grie*
go para trescientos hombres que Íbamos en la nao, sin otra
gola de agua, y unas pocas de habas, y estando en esta
necesidad pensamos ser allí socorridos de las otras naos, de
algún bastimiento , mas como no llevábamos batel, porque
eoa la fortuna lo hablamos perdido * luego en sui^iondo ti'
ramos dos tiros de artillería de socorro pensando que las
otras naos socorrieran , ó vinieran á ver qué cosa era ; mas
tanta era la fortuna que la mar traía qne no había ninguno
que se asomase al bordel: allí víéradcs decir á toda la
gente ¡ O Señor I y qué cosa es esta incomportable que
usas con nosotros? por hacernos morir tantas muertes^
mejor fuera que los moros nos mataran que no vernos
aquí morir sin ser remediados ; algunos decían que que*
kraseb las.amarras á la nao , y diesen al través y se fuesen
á los moros ; y es la verdad que en todas las otras naos
juraban que si estuvieran ciertas que los moros 1 os tomaran
captivos, que ellos mismos cortaran las amarras á las naos
para se ir á los moros porque los hartaran de agua , y aun
algunos lo quisieron intentar de poner por obra , sino
fuera por los marineros que lo sintieron y dijéronlo á dos
(1) Así doro.
NoU it SlTITTClíi
«Google
52G
capitanes y pusieron guarda á \its amari'ns , y ansí con
eat« tribulaeíoo y pélÍg;ro dándonos á cada uno veinte ha-
bas para comer, y entre cuolrO hombres medio cuartillo
de vino, estuvimos allí desde el miércoles hasta el sábado.
Sábado, que se contaron siete de setiembre vegilia de
nuestra Señora , Calmó algo el tiempo v y todas las naos
que estaban surtas al castillo hicieron velo y tomaron
barloventeando como pudierort la vía de Tripol salvo la
nuestra que tornó á tomar la vía de Ciecilia, y con aquel
Tilinto que salimos que ertt poniente i comenzó á venir
viento contrario, y de poco en poco comenzó arreciar
tantot y la noche cargó tanto de escuridad y de fortuna
que no sabíamos que hacer, y andando ansí á mucho pe-
ligro dimos vuelta hacia á donde salimos, y andando sin
saber donde , ni á que pak-te estábamos , á causa de la es-
curidad, estaba Una nao surta en 16 brazas de agua , y
como Íbamos desatinados y con gran reziura (1) topamos
con ella , sin que ello nos sintiese á nosotros , ni nosotros
á ella, hasta que del gran golpe le quebramos baprés con
todas las obras muertas del castillo de proa , é si mas daño
se hizo DO lo supimos, y así nos pesamos de largo, y como
et golpe fué grfinde, cotno lanza le dio con la nariz de la
proa , abrióse por la misma qullca ( tic) de la proa , y hacia
mucha agua ^ y viendo esto surgimos adelante de la otra
nao, y allí estuvimos las trea partes de la noche, y con
tanta fortuna del mar que no habia ninguno que osase re-
posar ni dormir, y viendo el cuarto del alba , como la nao
trabajaba mucho y la marea era muy delgada, no pudo sos-
tener tanto , que antea que omaneacíese tres horas no se
(i) De recio.
Notí de Havarr* L(.
zecbyG00¿ílC
S21
<]uebras[( ei amárrn y ramos ni íravés; viendo esto tid
tovimos otro remedio sino hocer velas y correr por la mar
adelante donde nos echase la fortuna ; y ansí fueíAos con
gríindísima forluna de la mar, é gran viento levante y
mucha escuridad. sin saber donde ibámoajiasla otro
día domingo, día de úuestra Señora , que calmó tanto ef
tiempo de una» calmas muertas que la nao no se mudaba
á una parte ni á otra , tanto que mas quisiéramos la gran
fortuna que había cesado para correr alguna parte, aun-'
que fuera á tierra de moivs-, qiie no vemos ansí perdidos
en medio de aquella mar , estando C!on tanta tríbulacíóU
sin bastimiento, ni gota de agua, ni vino, que la mcdí^
bota ya era acabada, tomamos por medianera y abogada
á la Virgen nuestrff Señora, y prometimos en saliendo a
tierra de cristianos de íñvíar un romero á nuestra Sc->
ñora de Buen Aire, que es en la cibdad de Callar, en ht
isla de Cerdeña, que es una Señora muy devota y de mu-f
chos milagros, quien en semejantes- casos á ella se cn-<
comienda con devoción , nnsimesmo prometimos que cif
llegando á Trápana, que es en Cieília, de ir todos descnl-'
zos y en procesión á un monestcrio de frailes, que llaman
la Anunciada de Trápana, donde ansimesmo está otiif
imagen de nuestra Señora que hace muchos milagros , y
COD esto muchas misas á san Laurencio, con quien tienen
mucha devoción los marineros quien les falta vientos, y
para complir estos votos, ordenamos que un lego é yo/
demandásemos limosna entre la gente de la nao . é dieron
el cai^o á uno que parescia muy buen hombre, y de muy
buena conciencia que era lego , y este é yo demandamos'
por toda la gente que se llegaron ansí para lo uno como
para lo otro cantidad do dineros por que venia en la nao'
trecientos soldados sin los marineros y las mujeres , qutf
zecbyG00¿ílC
en esta sazón cada uno hacia largamente limosnn , ansí ile
dineros como de otras joyas moriscas , y demandado qué-
dasele todo en guarda aquel , ansí los dineros como todo
lo demás, en que plugo á nuestra Señora que aquel día
de su Natividad bendita nos refrescó tiempo, y navegamos
un poco y yendo ansí con tiempo y la gente comenzándose
alegrar después de mediodía asentáronse á jugar unos
cuatro , y con ellos aquel que tenia en guarda los dineros
de la limosna , y de lance en lance , dijole tan mal el nai-
pe , que perdió sus propios dineros , y con ellos después,
con mucho atrevimiento y poco temor de Dios y de nues-
tra Señora, jugó y perdió los dineros de la limosna, sin
quedar un maravedí, de manera que quiso Dios por nues-
tros pecados, en la larde tornar á calmar, y estando ansí
sin ningún viento . aun algunos de los que miraban como
jugaban que conoscieron poner en el juego de los dineros
que ellos habían dado en limoaia, van é dicenlo á los
capitanes', los cuales movidos con mucha ira y enojo ar-
remeten á él para lo malar . los que allí nos hallamos,
que no lo hiciesen , sino que pues él habia hecho la ofen-
sa é nuestra Seítora, nos parescía que allá hiciese la
emienda , por tonto , que por servicio de Dios no mata-
sen aquel hombre , juntamente decían todos que no satis-
faría con ninguna emienda , pues llevábamos muy buen
tiempo , é por haber hecho el tal insulto , habia cesado
el tiempo y estábamos á punto de nos perder , sino que ile
todo en todo tan mal hombre como aquel habia de ir á In
mar y no en la nao , porque él bastaba para irnos todos á
fondo , entonces dijimos que si de tanta crueldad con este
usasen , que ni Dios . ni nuestra Seúora serian dello ser-
vidos, y que antes tal cosa era para que todos nos perdiése-
mos á tierra de cristianos ; con estas y otras muchas cosas
zecbyG00¿ílC
529
sosegó algo la gente , y coucertainoa tlu eála inanei-n : qno.
lo primero él buscase la cantidad del dinero prestado sobro
prendas , y que se deposítase , para que se cumpliese lo
que se bábio prometido, y ansí se hizo, que dellos sobre
prendas, dello prestado, é depositaron en mí ; ansimismo
por cumplir por la gente y aplacar el Turor que contra
est« tenían, dijimos: que pues teníamos prometido de ha-
cer una procesión á nuestra Señora de la IVunciada de
Trápana, que es media legua de la cibdad, que este Aiesu
desnudo y descalzo , y una soga á la garganta , y decipli-
Dándose delante la procesión , y dicho esto , paresció muy
bien á todos; mas aun no contentos con esto, témanlo y
dan con él en la sentina de la nao á bombo, que es un lu-
gar donde se recoge toda el agua que entra dentro en la
nao, la cual es muy honda y hedionda, y este lugar por
ser deata manera, le tienen para cárcel donde echan los
que en algo yerran en la nao, y echado allí, no hacían
sino sacar agua de la sentina ; y cuanta sacoban le caía en-
cima, y desta manera pasamos domingo, y lunes y martes
sin beber gota de agua ni vino , aunque del comer no digo
nada, porque la sed nos hacia perder el cuidado y gana de
comer , é con tanta fatiga que en contallo me temblan las
carnes. Viérades las inujeres desnudas en carnes metidas
en el agua que hacía la nao, después que topamos en l;i
otra d^l castillo de los Gelves; ansimismo vícrades los
hombres sacar con los casquetes del agua de la mar y me-
ter tas caras y las cabezas dentro y ansí estarse gran pieza
del día, otros pasarse con el aceite que bebían, otro^
en todo el día no orinaban hasta la noche, y lo que orin.i-
ban , guardábanlo en un jarro para beber á la mañana;
ansimesmo viérades los niños hablando , salírseles el alma
de sed, y sus padres no los poder remediar, otros hom-
ToMo XXV. 34
zecbyG00¿ílC
550
bres y mujeres riendo morirse ; viérades I
caídos en el suelo sin poder gobernar l« nao ni tmer
Tuerza para menear eí leme , y alguDM veces venia sJgima
gran grupada de aire recio , sin nmaidar las velas y de-
járselas tendidas en el agua sin podellas sacar mas do una
hora , aunque los soldados que mas esforzados se senlie-
ran , que eran bien pocos , las sacaban del agua , y coa
mucha pena, y de esla manera nos sostuvimos bastdel
martes siguiente que plugo á nuestra Señora de rcrreSGar>
nos un poco de viento podiente , y fué tal , quel piloto
dijo, que sí aquel tiempo duraba, otro día miércoles por
la mañana viéramos tierra de una isla llamada Pantanelea;
ansí aquella nocbe navegamos razonablemente, y otfo dia
miércoles en esclaresciendo , algunos de los soldados se
subieron á las gavias , y miraron á una parto y á otra , y
no veian tierra ninguna , y como se bajasen y dijiesen que
no veían tierra, toda la gente desmayó, en tanta ma-^
ñera que no había quien pediese echar la habla del cuer-
po , entonces el piloto de la nao doliéndose de tanto per-
dimiento de gente , súbese á las gavias > y como por el lino
sabia poco mus ó menos donde estábamos , y donde cala-
ba la i^a , y el sol era ya salido , y la niebla era qnilada
que estaba encima de la isla, aunque á la sazón estaba
mas de diez leguas , luego se comenzó á determinar In
tierra , y como la viese luego comenzó á decir tierra, tier-
ra ; entonces toda la gente alza un gran alarido de placer,
loando á nuestro Señor y á su bendita madre que tanto
bien nos había hecho , que sí por nuestros pecados no lle-
gáramos aquel día á ver tierra fuera gran maravilla esca-
par ninguno de Cuantos en la nao íbamos , por haber tres
dias que ni comíamos oí bebíamos , que era lo mas peli-
groso , y aun con todo esto aquel dia echamos á la mar
3vGooglc
r.r.1
cuolro pertonas otiogadas <Ie seJ , antea que Hegiii^eBias ú
la isla , sin oíros muchos que antes habían echado , y ami
navegando con buen tiempo, y allegados en la tarde
cuanto dos millas de la isla , antes que la nao surgiese ni
llegase al puerto, se echaron muchos á nado eon barriles
y calabazas por ir á beber agua , é para traer á sus ami-
gos ó mujeres y hermanos, y esto porque como didm
es no llevábamos batel ni marras, eiao una mancha muy
pequeña y muy delgada , y ansí loa que se echaron ¿ la
mar para beber fueron á tanto peligro que uqo ó dos se
abogaron , y porque lo bueno «s razón que sea alabado y
resciba algún premio el que obra virtud, en esta isla está
un lugar cercado con un castillo Rierle ; hay en este lugar
trescientos vecinos que hablan algarabía comO moros , j
muy bien la lengua ceciliana, porque confina y trata «lu*
cho con ella por estar treihtd leguas la una de la otra , y
creo que los hizo Dios los mas caritativos ; y esto digo
porque como los del higar vieron fr nadando los que se
'habían echado á la mar desnudos para ir á beber, porque
de otira mtmei^a no pudieran , solen los hombres y muje-
res del hignr con mucho pan, y vine , y carne , y uvas y
cosas de refresco , y vánae para ellos ; y como los vieron
desfigurados y traspasados de sed y de hambre , llorando
con ellos, no los dejaban beber hasta que oomiesen algu-
na cosa , porque no les hiciese daño , y ansí abrazándolos
les haciao comer , aunque Con mucha pena , i causa que
teniamos cerrados loa caños oi^ánicos por haber estado
tantos días sin comer ni beber : ansimesme se echaron i
nado seis hombres de aquellos que primero se habían Me*
gado á la marina i cada uno con su media bola de agua de-
lante de si , y tan buena diligencia se dieron que llegaron
con ello ante que la nao fuese surgida , porque como la
3vGooglc
632
nao tiró una lombardatb pura hacer salva al puerto como
se acostumbra , el taco de la lombardada dio al uno de
aquellos que traian el agua, é le descalabró, aunque no
fué-cosa de peligro, y luego como ta nao surgió, como
las galeras del armada que iban á Niípoles arribaron allí,
y el dia antes se habían parlido , hablan dicho deste des-
barate de los r>elves, el capitán de la isla vino á la nao con
un batel cargado do pan, y vino, y uvas, y pasas y de oirás
frutas de refresco, y como viese la gente tan disligurada<
y ansí arrojarse á la mar por allegarse al batel , llorando
dccia, que muchas personas habia visto debilitadas de
hambre y de sed, pero que jamás había visto ni oído gente
tan sin gesto como todos íbamos: decía también , callad
hijos y estar quedos que yo os traeré cuanto hubierdes
menester, é acabado Je repartir cuanto traía , tornó y
trajo mas. y ansí nos estovtmos en la nao aquella noche,
hasta otro dia jueves , que se contaron doce del mes , quel
mismo capitán envió un batel en que saltó toda la mayor
parte de In gente en tierra. Ver como la gente del lugar
chicos é grandes, de vernos tan debilitados y desfigurados,
lloraban que era una lástima de ver, tanto -que, aunque
nosotros veníamos sin poder echar lo habla , ni poder escu-
pir , sino muy poco , y todo podre lo que escupíamos , nos
provocaban á llorar , y ansí nos estuvimos allí todo aquel
«lia dándonos muy bien todo lo necesario ; á los que tenia»
dineros y querían pagar, pagábanlo , y á los que no lo te-
nían, se lo daban de gracia, aunque muy pocos bahía que
no tuviesen dineros, lo» cuales pagaban aunque no les pi-
diesen el dinero, por vellos de tan buena condición y áni-
mo; ansímesmo ellos con su batel inchcn diez ó doce bo"
tas de ogua y las posieron en la nao. y haciéndonos es-
tas y otras muchas caridades, nos estuvimos allí hasta la
zecbyG00¿ílC
S33
tarde que comenzó á salir y refrescar vienlo medio jorno,
que entonces el capitón de la isla rogó á los capitanes de
la gente, porque los de aquella isla eran muy pobres, á
causa de ser pequeña la isla , que no tiene mas de doce
millas que son tres leguas, y allende desto que no habia
tres años que habian ¡do mili turcos en sus fustas é se en-
tmron en la isla y combatiendo el lugar, y lo tomaron, y
los del lugar se reirajieron en el castillo con sus mujeres
y hijos , y como el castillo es muy fuerte se defendieron
cuatro meses continuos sin que los turcos les podiesen en-
trar , basta que el señor de la isla, que es un caballero de
Aragón lo supo , invló gran socorro , toman toda I» ropa
que había en el lugar , y embárcanse en sus fustas y van-
-se en Turquía ; por esto el capitán les rogaba é pedía
por merced, hiciesen embarcar la gente, y pues hacia
buen tiempo se hiciesen h la vela. Los capitanes les res-
pondieron que de muy buena voluntad les placía , que
aunque él oo se lo dijiera ellos tenían el pensamiento da-
cello , y luego mandaron embarcar la gente , y ellos se
despidieron del y de todos los del lugar , dándoles mu-
chas gracias por la mucha caridad y nobleza que con nos-
otros habían usado. Embarcada la gente , como dicho es,
jueves en la noche hecimos i la vela, y con muy buen
tiempo de media proa anduvimos i 8 l^uas, y luego cal-
mó el tiempo , y con mucha pena sábado que se cuntan
ii del mes , llegamos cuatro leguas de Trápana, que es en
la isla de Cecilia, y como nuestros pecados aun no esta-
ban acaba'dos de purgar, pasando entre la isla de la Fa-
guñana y unos bajíos que llaman los Hormigueros, sábado
ya dicho, después de media noche, yendo a la vela la nao
se encalla , y el capitán de la nao toma una hacha para
cerlar el mástil, á cabsa que andaba la mar muy alta , y
zecbyG00¿ílC
534
nndaba mucho viento y la nao se hacia pedazos y peres-
ceria la gente : viendo el contramaestre quel capitán que*
ría- cortar el mástul , comienza a dar voces que no hubie-
sen miedo, por esforzar lo gente, que la nao era nueva j
se sesteoia sin quebrarse ni deshacerse tres dias si fuese
menester, y con esto el capitán no cortó el máslel, y la
gente se sosegó hasta otro día domingo por la mañana que
comenzamos á tirar tiros de una lombarda porque viniese
algún socorro, mas sin venir batel ni socorro nos estuvi-
mos todo aquel día , hasta hora de vísperas que viendo
tan gran perdimiento algunos de los mejores nadadores
que en lA nao habla, ron mucho peligro de sus personas,
dijeron que ellos se querían aventurar y echarse á la mar,
por ver si podrían llegar á tien-a , aunque estaba muy le*
jos ; de manera que viendo su buen deseo todos les die^
ron mdichaa gracias , y les ataron muy bien calabaías por
bajo de los brazos , y encomendúndose á nuestra Señora
tmlos tres juntos yendo á tonto peligro , por estar la tíer^
ra muy lejos , y esibr la mar muy alta , que muchas veces
los aleaba y Iva torn&ba á meter debajo de las grandes
otas que hacia, y los temamos por ahogados; mas con
ayuda y esfuerzo do Dueslra Señora llegaron i tierra , y
yendo por la marina adelante topan oon unos cecilianos
qtie andaban ¿ caza do conejos, y como quiera que estos
erbn de Trápana , habis«rse ido ftllí en un batelejd por la
mar, y como los ^ue salieron déla nao toparon con ellos,
y vieron el balctejo , les ruegan por amor de Dios , y pa-
gándoselo muy bieti , que vayan con ellos hasta saear la
gente que en ella estaba. Los Cazadores mas por el dine-
ro qUe les dieron, que por el servicio de Dios, dejan la
caza y mótense con los compañeros en el bntel, y van á
la pao y sacan uno baldada de gente en licrpt, y oi^ (¡lio
zecbyG00¿ílC
535
solió el capUao de la nao , el cual fué á Trápana en un
bergaiilin é trajo una ancla y una gomia, y Iraida echa el
nncla- por la popa de la nao por donde la nao había en-
■track) é se hatúa encallado y ooniienza á rodear el cabes-
trante todos cuantos habia en la nao, y jamas hizo movi-
miento para salir, y viendo esto , acordaron de echar toda
la gente en tierra , y toda la ropa y dejarse la nao perdi-
da , y ansí comeozoaxto á echar toda la gente fuera , y
com la tierra estaba muy lejos y el batelejo era muy pe-
queño, na podieroQ aquel dia sacar toda la gente, é por-
que la maldad de tos malos no es razón que se calle por-
que aea publicándose para ellos castigo y para otros es-
carmiento, fué que como á lodos no sacasen en tierra, y
á este , que se puede llamar delincuente > pues jug6 la
limosna , salida toda la geale no quedaron sino seis ma-
rineros, y después de lodos fuera prueban ansí como de
hurla á burgir fiicj el cabcalranle . y plugé á nuestra Se-
ñera que á loa primeras vueltas, estos seis solos , hicieron
k) que trescientos no pedieron hacer, y fué , que á la hora
sacaroQ la nao, y sacada hicieron á la vela, y fueron al
puerto de Trápana , donde en llegando , el capitán de la
nao am los marineras , de cierto certificaron que en sa-
liende aqtwl delincuente , luego en la hora á la primer
varita calió del caliostrante tan ligeramente como sino
ilegam a tierra , de lo cual todos dimos gracias á nuestro
Señor , y con inticho placer y alegría hicimos la proce-
sioa que ieuiomos prometido á nuestra Señora de la Anun-
cia^ de Trápana , y ansimesmo despachamos el romero
a nuestra Señora de Buen Aire , que es en la isla de Cer-
486a. Hecha nuestra procesión, iba tan fatigada toda la
^eale y temorizadá del poco saber del piloto , que lodos
se fuefon, los unos á Palermo, los otros á Mccina, que
zecbyG00¿ílC
53t>
snn ctbilailes en la isla , y otros embarcáronse para Ñapó-
les y otros pnra España, oíros se quedaron en el mismo
hignr lie TTiipana , porque solamente les diesen de comer
por su trahnjo, y otros nos tornamos á embarenr para Trí-
[lol , aunque pocos en un galeón ginovés que iba con mer-
cancía , y salimos del puerto de Trápana lunes que se con-
tnron 23 de setiembre, con liempo muy contrario de
levante lebeche , no podiendo tomar la isla de la Lampa-
dosa , corrimos á los Querquenes, y allí estovimos un dia
y una noche, é de alh nos Itevantamos con poniente
maestro, y obra de 10 leguas tornónos á saltar levante
que nos echó á la costa de los Gelves , y allí lomamos de
necesidad á surgir, y estuvimos dos noches y un dia, y
allí plugo á nuestro Sefior que nos tornó poniente y soli-
mos junto á la costa de Berbería , tierra á tierra llegamos
á Trípol lunes postrero de setiembre, y como el piloto
del galeón en que íbamos no era platico en aquellas par-
tes ni en el puerto , como íbamos muy caídos á la parte
de medio jorno , no pedimos cabalgar una punta que se
hace de unos bajíos y peñas á la entrada del puerto á ta
parte del norte , de manera que de necesidad hubimos de
surgir fuera det puerto , y como el conde á la aazoD esta*
ha ei^barctido con toda la gente que se había reci^do
después del desbarato de los Gelves, 'viese el navio surto
fuera del puerto y á mucho peligro si arreoiara el tiempo
que entonces corría , ínvía un barco por medio de los se-
canos , y metieron el galeón á jorro dentro det puerto.
Llegados á Trípol postrero de setiembre , el conde es-
taba embarcado con toda la gente que con mucho traba-
jo y peligro le habían seguido después del desbarato,
que serian hasta ocho mili hombres de pelea, y estovi-
m.os ansí embarcados hasta viernes seguiente, que se conta-
3vGooglc
537
ron cuatro de oclubre , y con buen tiempo, to-
das las naos, que serían hasta sesenta velas
entre grandes y pcqueíkas, salieron del puer-
to, y aquel día y aquella noche anduvimos
hasta 25 leguas , porque en saliendo del puer-
to calmó algo el tiempo, é luego otro día
sábado por la mañana se levantó tan grandí-
sima fortuna de poniente maestro que no pa-
rescia sino que rajar fgicj toda la tierr«. Allí
' vtérades los navios derramarse unos por ana
parte y otros por otra , diciendo la gente con
gran clamor y alarido ¡ O Señor y miserícor-
dia! pues Dios^e misericordia eres. ¡ O Se-^
ñora Virgen María! váinos pues que eres ma-
dre de Dios. Otros decian cosas tan lastime-
ras que á todos provocaban á llorar ; y con
esta tribulación unas naos corrieron á Cecilia,
otras á Malta , y Gozo y la Panlaleria , y alie*
garon muy destrozadas y perdidas de la grap
fortuna ; y de necesidad algunos fueron á Me*
ciña, que es en Cecilia, á dar carena , otros ti-
raron la costa de Turquía , otros á una cíbdad
que llaman Golfo, que es en Grecia , de criS'
tianos, donde fueron muy bien remediados, y
otras se perdieron por otras partes, quenuq*
ca se supieron, salvo de cinco navios, los
dos galeones y tres carabelas gruesas que se
perdieron tres leguas de Tripol , las t:uale8
iban al puerto, y la grandísima fortuna hizoles
dar el (i) través en la costa donde se bicierofi
(1) El por al.
Ñola d* Koarrelc.
„.b,Googlc
558
pedazos , y tiestos cinco navios escaparon solos oinouenla
hombres y mujeres que deqde allí se fueron de noche á
Trípol, que de la oira gente cuanta iban en los navios ja-
más se supe mas de cuanto se creo ser ahogodos ó cabti-
vos : allí se perdieron muchos esclavos , muchos dineros,
mucho oro é plata , mucha ropa muy rica, porque todos
los que escaparon , salían desnudos en carnes . salvo algu-
nas mugeres que salieron á gran dicho como las tomaba la
voz , Y aun cuando escnpahan, cuidaban que Dios les hacía
la mayor merced del mundo. Astraisrao un ber^ntin de 1 8
báñeos que iba junto para entrar en el puerto de Trípol le
tomó la ola y da con él encima de una peña muy alta, do
manera que cuando cesó la Ibrtuna quedó en seco sin se
quebrar ni perder un solo hombre. Pues que diremos del
pobre caballoro el conde Pedro Navarro , que á esta sazón
«staba sin dormir, que no menos peligros pasó que toda la
otrn gente y naos que se salvaron , y esto , porque como
todas las naos se derramaron, quedó solo, aunque no de
la misericordia de Dios , la cual muy claro parescía habe-
Ile salvado á ¿I , y á cuantos con él iban , no le siguiendo
sino solo un barquito de Mólaga de hasta ocho ó diez tíme-
les de uno llamado Pedro de Morón, y ansí solo el conde
corrió hasta en cabo de Mesúrate , que es en Turquía , é
come él iba en una nao de cuatrocientos toneles de un víz-
cttino llamado Juan de Ocho» de Motríca, la cual como era
nueva del prmicr viaje , y hobiese estado alguna parte del
verano en el puerto de Trípol donde hace grandísimos ca-
lores , y como nunca se habia calafateado dende que salió
de Castilla , estaba algo abierta , é la grandísima fortuna
hacíale saltar y el estopa de un lado que habia orza mas
quel otro , y como siempre iba forzado á orza por el tíenh
pe contrario, y muy cerca la costa de Turquía , sobado que
3vGooglc
559
se contaron 12 de otultre á medía noche lo nao se inchia
de agua y á mas andar se iba á hondo . por que e) agua
daba á la rodilla de abajo de sota encima del asiré fsicj de
la nao, y como los marineros y oíros caballeros que iban en
la nao viesen tanta agua dentro, comienzan á dar vo-
ces ; como el conde oyó dar voces sale de ta cámara muy
sosegado que parescia ningui^a atieracion traer, é si la
traia no para que la mostrase , por no desmayar la gente,
é premunió que era aquello. El espitan de la nao respon-
dió : Señor, jiaonos á fondo. El conde dijo ¿cómo es aso?
Se&or, la media nao esta de agua por cima del lastre.
Entonces el conde habló coma caballero muy esforzado,
éehala, échala fuera, y qué! ¿de eso os maravilláis?
pues yo me be visto en naos tener el agua basta la rodilla
sobre la c^Herla, y no perdernos. Estonces viérades chicos
y grandes, caballeros y escuderos unos dar á la bomba y
otros con calderas, y otpoi con baldés, y otros con medias
Ctt*rtcT(das echar aguo fuera de la nao , y el conde alum-
brando con una hacha ; é como en este trabajo anduvié-
semos gran pieza de la noche, tanto que apenas los que es-
taban en ta nao le pediesen sofrtr , y el agua de la nao no
menéate, mas cada hora crescieae , estonces el almirante
db la mar llamado Charrán, dijo al conde : Señor, esta agua
cada hora crece é ímoaos á fondo, pues nuestro Señor ansí
lo quiere, mélaae su señoría en la barca de la nao y vayase
i BU aventura por la mar, y desla manera salvarsehá , y no
perezoamos todos. Entonces el conde con mucha manse-r
dumbre dijo : Si vosotros salváis á mi . yo salvaré á voso-
tros; á dar á entender que otros se hablan de salvar y él
con ellos, é que si todos se hablan de perder y él lo
mismo. Acubadas estas i>alabras, el conde preguntó que
3vGooglc
510
por dontic entraba el ngua : ellos dijeron que por el lado
que la nao va á orza. Dijo el conde, pues dar olro borde
á la nao , y giraron las velas, y en la hora plugo á mies*
tra Señora, como del otro lado no estaba lan abierta ces¿
el agua y ansí nos sostuvimos hasta otro día domingo por
la mañana que la mar mitigó, y sosegada tomamos la vía
de Trípol, y llegamos al puerto con calmas muertas jue-
ves diez (1) de octubre, y cuando llegamos al puerto ya
estaban hasta 20 naos que habían arribado el día antes,
y ansí estuvimos allí hasta que la nao del conde se cala-
fateó . y en este tiempo llegaron 10 naos que venian muy
perdidas y destrozadas ; mas no porque el conde aquellos
dius que allí estuvimos saliese á tierra, sino por mucha
maravilla aunque fuesen personas de cargo, y sí algunoi
salían no volvían mas á las naos , y esto por el grandísi*
mo miedo que habían cobrado á la fortuna de la mar.
Llegado el conde á Trípol y recogidos hasta treinta
navios gruesos en que podía haber hasta cinco mili hcHO-
bres de pelea, y no muchos mas, porque como quiera
que todos habían corrido mucha fortuna ta gente que sa-
lía de las naos á tierra no querían volver é embarcarse,
y quedábanse en la cibdad ; y porque las otras naos que
habían corrido á Cecilia y por otras partes habían perdí*
do mucha gente , y no menos los que dieron, al través y
se perdieron , de manera que salidos de allí con muy
buen viento llegamos á la isla de la Lampadosa, que es-
tá 55 leguas de Cecilia, y veinte y cinco de los Gelves y
treinta y cinco de Trípol : es isla que tiene en ruedo Irein-
(t) Debe ser diez^ seis.
3vGooglc
541
IB millas, que soii siete leguas y inedia ; liay en ella mü*
chas brutas(l)y cuevas debajo de tierra; hay mucha leña
de unos chaparros anchos y muy espesos ; hay un castillo
en la marina al mismo puerlo , muy antiguo y la mayor
parte del derrocado ; hay en esta Jsla poca aguo y no muy
buena ; había en ella algunos conejos y tortugas , y al-
gunos pajarlcos muy pequeños ; hay mucha cebolla, que
llaman albarrana , y muchos ajos monteses ; hay al tiem-
po muchos espárragos y cardos montesinos ; ansí que alie*
gados allí , luego otro día el conde mandó por la mañana
decir misa á sus capellanes , y á toda la gente con el sa'
lid á oir misa , y desque lodos oyeron misa . como el
conde habia visto tantas desdichas y peligros como Dioa
nos habia dado unas tras otrils , mandó juntar toda la gen-
te, y él en medio de todos dijo : Hijos y hermanos míos,
Á lo que os mandé llamar aquí , es para deciros como
nuestro Señor ha querido castigarnos muchas veces con
las fortunas, y peligros, y necesidades, las cuales han
9Ído á todos muy notorias , y esto pcir nuestros pecados,
y de esta cabsa me parece que yo con todos vosotros no
me avenloraria ni atrevería á la menor hueste del mundo
lie moros, ni aun á solo el menor moro de la Berbería; por-
que seria tentar á Dios muchas veces, si primero no me
prometiésedes dos cosas , lo primero , el muy odioso es-
tilo que tenéis de renegar, que os apartéis de lo hacer,
lo otro de no os echar con las moras , y si estas dos cosas
me prometéis y las guardáis, osaré acometer á cuantos
moros hay en la Berbería ; y dicho esto tos coroneles res^
pendieron que se lo prometían, y ansí toda la otra gente
{!) Sin duda por grutas.
zecbyG00¿ílC
Monei.,.
Alfiquei
542
nizando los dedos hacia arruta. El c(Hidc di-
jo, pues que asi es, é si lo cumplís, iremos
bien preslo á tomar nuestras cosas para el in>
vieroo; y esto decia-porque tenia pensado de
aSÍSÍm''" •'" ^ tornar á Zuzar , ó i Monasterio , ó á los
Alfhques , ó África , que todos estos son luga-
res de moros y están á quince y á Teínle le-
guas de atli > y lodos muy buenos y ricos lu-
gares , y de rouy buenos puertos , y hermo-
samente torreados. Y dicho el conde lo que
era su intención . mandó sentar sus tiendas y
que toda la gente solga ó tierra , la cual esta-
ba muy quebrantada de la fortuna , y aosi-
mismo manda que á todos dea ración de hs-
rjno . y vino , y carne salada para quince diat
porque refrescasen y tomasen fuerzas ; y coa
esto toda la gente muy alegre holgaba de ma-
nera que luego tornaron en si; é como el
conde viese que la gente esiaba ya buena,
salvo que estaba muy desarmada del desba-
rato de los GclVes, manda repartir las armas
que habia en las naos á cada uno pira que
todos estuviesen bien armados de sus cosele-
tes, y brazales, y celadas, y espadas , y puña-
les y picas; y á los ballesteros mandó que
tuviesen aderezadas sus ballestas, y á los es-
copeteros BUS escopetas y su pólvora muy á
punto, y hecbo esto i cabo de odio dias
mandó embarcar toda la gante, y poner to-
das las naos á la colín, y estando ansí em-
barcados, comienzan unas calmas muertas
que no se movía ningún aire, y ansí estu-
3vGoo¿ílc
Vimos quince dins embarcados, y viene iltl
Vietito medio jorno , que hizo que ninguna nao
pudiese salir del puerto , y esto porque la bo-
ca de este puerto estaba hacia lo parte de me<
(liodia, y snsí estuvimos esperando que aman-
sase la fortuna , la cual era ton grande , que
muchos DO podiendo sofrir á estar en las naos,
se salian á tierra , y como allá no había nin^
guno que les diese tílualla, ni después do
salidos los podían ir á recoger en los naos , se
gun la grandísima fortuna, de manera que se
iban por la isla adelante i comer yerbas, y se
morían 1 y de esta manera muchos hallaban
muertos por la isla ; y ansi estuvimos muchos
dios embarcados, tanto que Viendo eUo se co'
menzaron pocos ¿ pocos á desembarcar y se '
estaban en tierra , y otros se quedaban en ta
nao, y de esta manera estuvimos hasta el mes
de diciembre que en este tiempo algunos na-
vios iban y llevaban bastimientos de Cicilia y
de Ñapóles I y siempre daban raciones que po^
co que mucho. En esta isla, como es dicho, liay
grandes cuevas debajo de tierra , y otras en-
cima entre las pefias, entre las cuales hay ana
muy grande y muy gentil hecha debajo de una
peña, media legua del puerto, en la cual esló
un altar y una imagen de nuestra Señora do
Unxada á la gregisca . con su bendito Hijo en
los brazos muy devotísimos, la cual en oque'
lia sazón se dccia haber tres ó cuatro años
que estando alli en el mismo puerto de 1»
Lampadosa surta cierta armada do turcos^
3vGooglc
Ui
sallaron los liircos en la isla y entraron en las cuevas,
y como enlrasea en esta donde estaba ta imagen llevá-
ronla á las naos, y como la arrojasen por escarnio, aca-
so en aquel navio donde la llevaron andaba un cristiano
cautivo, el cual como viese á la imagen de nuestra Se-
ñora hizo su acatamiento y disimuló como si ningima
cosa viera , y ansí estovieron los turcos allí algunos días,
tanto que desdo la hora que metieron la imagen, les
comenzó hacer tiempo contrario lan recio y tan contino,
que estovieron cuatro meses sin poder salir del puerto,
tanto que estabait ñ punto de se perder y morir de ham-
bre, y como quiera que esta necesidad todos loa turcos
la sintiesen , pero mucho mas el cristiano por ser cab-
tivo , y eso poco que le solian dar , no se lo daban por
no lo haber , y no podiendo sofrír la hambre pensó que
aquella fortuna causaba la traida de la imagen, y dijo al
capitán que se llamaba Ah Camalí : Señor , tu as de saber
como algunos de los tuyos andando por la isla toparon una
imagen de lo madre de Dios , en quien todos los cristianos
creemos y tenemos mucha confianza, y la han (raido á
los navios , y si no la mandas volver ol mismo lugar dundo
la tomaron, sábete que no saldremos de aquí, y todos
perescerémoE, y si eslo se hace luego nos hará tiempo.
Oído esto Alí Camali, mandó hacer pesquisa por todos los
navios , y pone muchas penas para que luego se la traigan;
y como lo supieron los que la tenían , á la hora la llevan.
y mandó que la llevasen y pongan en su lugar, y ansí lo
hicieron, y luego otro dia vuélveles buen tiempo, yvónse
en Turquía. En este tiempo que es dicho que estaba el
conde en esta isla con toda U gente esperando tiempo
para salir del puerto, un clérigo que dccia misa en el
castillo, habi a tomado esta misma imñgcn de donde cs-
zecbyG00¿ílC
r>45
laba, y la había ilevailo al caslillo Jümle leiiiu su nltar y
celebraba , y como muy conlínuamentc iba la geole á bi
iglesia . donde solía estar la imagen , á misa y á hacer
oración, y no vieron la ¡mágon en el altar, luego pre-
guntaron los unos á loa oíros, que era do la imagen, y
esto decían porque á todos era muy notorio lo que habia
acaescído á los turcos , y como la imagen no viesen sino
los que oían misa en el castillo , que eran pocos , los que
no lo sabían , van al conde y cuéntanle muy por orden lo
que habia acaescído á los tarcos á causa de la imagen ; y
el conde les respondió , pues á que propósito : ellos dije-
ron : Señor , porque han tomado la imagen de la iglesia,
y no se sabe quien ni quien no, por tanto suplicamos á
V. S. mande hacer pesquisa. El conde mandó luego que
la buscasen, y andAndo pesquisando, dijeron como no
sabe que la imagen está en el castillo , y dijiéronlo al con-
de, y luego manda que para otro día por la mañana to-
dos los clérigos estén apercebídos, todos los clérigos y
frailes que había en la isla « y toda la otra gente chicos y
grandes , y ansí jutitos se van al castillo , y toman la ima-
gen y en procesión muy ordenadamente con mucha de-
voción los clérigos y frailes eanlando hinos y letanías y
toda la mas de la gente descalzos nos fuimos hasta la igle-
sia, qfie- 03 media legua grande del castillo , y allí posímos
en su lugar y dijimos misa, y de allí adehinte toda la
gente iban cada día descalzos á la iglesia á oír misa y con-
fesar y comulgar, y esto tan continuamente que en pocos
dias, aunque el campo era muy áspero á causa de ser todo
peña y monte, le cavan tan seguido y tan limpio y lleno
de cruces t y de montones de piedras, como está el ca-
mino del señor Santiago en el año del jubileo.
Llevada la imógen, como dicho es, plugo á nuestra
Tomo XXV. 35
zecbyG00¿ílC
54G
Señora déiide ú pocos dias sosegar la ruriü*
na y comenzó hacer algunos dias de caimas-
y buen tiempo, y viendo esto el conde, vigi-
lia de la Natividad de nuestro Señor , mandó
sacar toda la arlillería que estaba en las naos
é mandóla limpiar muy bien de dentro , po^
que estaba muy lomada de Ib mar, y des-
pués bácelaa tomar á las naos y á encabalgar
en suB camenas fatc^, y manda embarcar toda
la gente pensando que ya la fortuna estaba
harta de le perseguir, y pensando que ya
muy libremente podíamos salir del puerto,
para ir donde deseaba; mas como quiera que
ya estaba determinado de Dios que habia de
ser asi, mediante nuestros pecados, estando
anai, como dicho es , la gente en las naos em-
barcada . martes que se contaron dos de ene-
ro , se comenzó á llevanlar tiempo ó viento
de medio jorno, de manera que de poco en
poco se avino tanto que á hora de las tres
después de medio dia se vuelve en tan gran-
dísima fortuna que comienzan tas unas naos
á quebrarse los próises que tenían echados
en tierra, otras quebrau los ayustes, otras co-
mienzan á garrar, entre las cuales habia un
carracon grande ginovés de ochocientos tone-
les, el cual por ser tan grande estaba amar-
rado fuera de la entrada del puerto con ca-
torce gomias ó marras muy gruesas , é como
quiera que el puerto es muy pequeño que
apenas pudian los navios que dentro estaban,
caber , y la fortuna fuese siempre mas , crcs-
3vGooglc
547
ciendo taoio que entraba el agua por los cómbeles tlu hi
nao , y esto á cobsa que el tiempo que corría era medio
jomo, como dicho es , y la mismo entrada del puerto esl»
al raismo viento , de manera que no podiendo eofrír las
amarras del corracon la grandísima fortuna se quebra-
ron todas : iba el carracon al través , y como quiera que
las naos estaban muy juntas, loma delante de sí cuatro
ó cinco naos, y tráceles romper las amarras y lle^'ab:*
delante y bacetas dar en tierra donde se hicieron mili
pedazos; Ansiraesmo comienzan otros 16 ó 17 navios de
poco en poco á qtiebl'ar las amarras y dar al través de
manera , que los unos dobao sobre los otros , que la for-
tuna y loa mismos navios se &rrojat>an encima de unas
peñas, y otros encattalron en tierra, y algunos con la
gente via que iban al través haeian veta muy presto . y
como la fortuna de la mar y aire era grandísimo arrojaba
la nao Ibera de la mar en tien'a con la gran fuerza que
llevaba , y ansí escapaba la gente , en especial esto Iiizo
un coronel llamado Diego de Valencia, el cual por esta
dctigencia que bizo, ninguti hombre de su nao peligró ;
de manera que 20 ó 22 navios se perdieron entre el día
y la noche. Pues ¿qué se dirá de lo gente pecadora que
dentro estaba? Viérades^los saltar y echarse á la mar, y
la mesma rezíura (1] lornallos dentro, y donde no babia el
agua á la rodilla ahogarse , oíros ir nadando , y no poder
pasar con los muchos que ahogados topaban , y ansí aho-
garse , otros asirse á los abogados por sostenlarse , otros
caballeros en la madera de las naos; ansimismo las mu-
jeres sacar á tos hombres por la mano fuera del agua,
(!) Reziura por retaca.
zecbyG00¿ílC
548
teiiíüiiJo ellas para ello mas esfuerzo, oLras savar sus hi-
jos, aquestas no poiltenilo aalir. de lantos como había
ahogados: víérades los cosíales de la harina andar na-
dando por la mar , las botas de vino hechas pedazos , la
curne salada por la mar adelante, el bizcocho derrama-
do por la costa', y las tinajas de aceite y vinagre derra-
marse , y tas cajas ó arcas andar nadando por el suelo
dándose golpes las mías con las otras haciéndase pedazos:
viérades mucha ropa y muy buena , por cima de las olas
y no en parte donde della se pudiesen aprovechar: vié-
rades ahogados muchos esclavos, y desla manera mucha
gente peresció , y los pobres que escapaban, muy mojados
y perdidos , el socorro que tenían era hacer lumbre y ca-
lentarse c ir á coger puerros montesinos y asar y comer,
y beber de una agua muy amarilla y salobre y de muy
mal gusto, y dende adelante como la mas de la vitualb
se perdió , lo que quedó vendíase tan caro que un pan de
una libra de IG onzas valia un quevír de nueve mrs., y
destoa panes habia menester hombre tres ó cuatro para
hartarse á una comida; valía una tortuga catorce quíles;
vendíanse unos pnjarícos pequeños en tres ó cuatro qui-
bilcs, valia un gato medio ducado, valia de unos espár-
ragos que allí habia cada espárrago á maravedí, vaha de
unos cardos montesinos pequeños cada uno dos ó tres qui-
les, y estos no eran de los cardos que nascen en la An-
dalucía en ei campo, mas eran de una naturaleza que
nacen muy bajos pegados con la tierra , y las hojas muy
bajas, y anchas, y redondas y almenadas como hojas de
higuera y muy verdes , tanto que , sino muy cocidos en
agua, ninguno habia que los pediese meter en la boca del
gande fstcj amargor que tenían ; valía una gallina ducado y
medio é dos ducados ; valia urí conejo un ducado ; y es-
zecbyG00¿ílC
549
tamlo en esta estrecha liecesiilad-ptugó á nuestro Señor
que á cabo de 15 días la mar se sosegó la fortuna, en-
tÓDces viérades entrar en )a mar á sacar los que estaban
ahogado¶ enterrallos, aunque no en la iglesia sino en
la marina , y como se habían ahogado muchos esclavos
moros y moras , muchas veces los sacaban pensando que
eraa cristianos , hasta que tcnian conocimiento como eran
moros; viérades mas, que andando sacando los abogados
toparon acaso un caballo que se habia muerto mas habia
^e 15 dias cuando las naos se perdieron, y como lo to-
paron , viérades la gente asi como lobos entrar á porfía y
«OD mucha cuestión y rencilla , quien mas podia roas cor-
taba, y en espacio de media hora ni habia ni parescia
hueso ni pelo del, y aquello comían como si fuera faisanes.
Estando el conde en este trabajo . deseando salir del
puerto (t) parte por los coroneles y capitanes hasta'qui-
nientos cestones y manda que luego se hagan de la rama
de los chaparros que había asaz por toda la isla , los cua-
les hechos eran de ocho pies en ancho y de mas de un es-
tado de alto, y la intención porque se mandaron hacer
no se supo, mas de cuanto se sospechó que era para ir á
la puente de los Gelves , y en saltando la gente eif/ticrra
enchir los cestones de tierra , y hacer al derredor una ca-
va , y allí hacerse fuertes , de manera que sospechando
esto al principio del mes de hebrero, manda el conde á
8U mayordomo y á otros dos coroneles que vayan en Ceci-
lia y calquen los mas bastimientos que pudieren y los trai-
gan , y porque los pocos bastimientos que habían quedado
quedasen . y hubiese mas para los pocos que para los mu*
(4) A(|aí hay una cifra que do se enlieodo.
zecbyG00¿ílC
550
dios , y se poiliescn mejor susteat.tr , mandi á los dichos
coroneles que iban á Cecilia que cada ano se lleve ni
gente consigo en tres naos que llevaban , y aosimismo les
inandó que vuelvan loa mas presto que puedan, y que
cuando tornasen se fuesen á tos bajíos de los Querquenes
que allí le tullorian. Hartídose estos coroneles con toda
su gente , el conde quedó y mandó apercibir toda ta gen-
te , y donde á cuatro dias hizo embarcar la gente y salie-
ron del puerto á diez de bebrero con hasta 24 navios en-
tre grandes y pequeños , y tomamos derrota para la isla de
Negra fée, que puede ansí llamarse por nuestros peeados,
de los Querquenes ya llegados surgieron tas naos de noelM
todas á causa de los muchos bajíos por no encallar en
tierra, que si navegaran sin tentar los bajíos no Aiera
-mucho perderse los navios , y surtos estuvimos alli aquella
noche que serian mas de cuatro leguas de la isla , y cnan-
do amáneselo no se vía tierra ^m^WM : en aquella sozoa
había muy poca agua en las naos é manda el conde i im
coronel llamada Diego de Valencia , que vaya con sn nao
y gente hacía la parte de un higar de moros que se llama
los Alfanequcs á hacer agua , asimismo ÍDvia otro coronel
llamavV) Samanicgo á otra parte que Irujiese agua , y el
conde mandó hacer vela con las naos que con él queda-
ban , y llégansQ mas adelante hacia la kla' y haee íp un
bei^ntin delante de los navios con una Gíndiüe^ (1)
tentando el fondo que había porque las n^os no ettoalta-
sen , y como llegaron á cinco bra2as de hondo , hiego to-
dos los navios surgieron, quesería una legua de Iq idla , y
-alli estuvimos á vista de Zuzar y Monesterío hasta cerca
(i) Guindalaq.
3vGooglc
551
-do ocho *\m que vino el coronel Diego de Valencia, y no
COD mucha agua y muy salobre, de maDera que á la sa-
zón mucha fatiga pasaba la gente y de hamhre , tanto que
el conde mismo teoia por deTocion de ayuoar los viernes,
y estando eo tanta necesidad lo quebrantó y mandó que
aunque era cuaresma toda la gente comiese carne si la
.pediese haber . y ansí como e) coronel Diego de Valencia
llegó, mandó embarcar toda la gente en las fustas, y ber-
gantines, y barcas y otros navios de rMTio poco ¿ poco,
.aunque con mucha pena á causa de estar los navios muy
lejos é echaron toda la gente en la isla.
Echada la gente en tierra, luego se ponen en orde-
nanza de cinco escuadrones y comienzan luego á ca-
mioar por la isla adelante, y el conde á pie en los delan*
teros, con sus alabarderos, y en esta orden caminaron
cuanto una legua grande , sin que pareciera moro ninguno
ni ganado , porque la intención del conde era solamente
hacer agua y nutar algún ganado para hacer carne , por-
que en aquella isla había mucho de todo ganado , tanto
que los Gelves y todos los lugares de la costa se proveen
da carne de aquella isla . y esto porque es muy grande y
despoblada , mas de cuanto algún pan se coge, aunque
poco, y para esto tienen los moros allí algunas casas ó
manera de castilh» para coger su pan ; de manera quo
.viendo . el conde que la gente habia andado gran trecho
sin que hallase ningún ganado ni agua , da la vuelta pora
la marina porque no nos tomase b noche , que ya era
.algo tarde , y muy desviados de la marina : en esto un
coronel llamado Vioneto habíase apartado de la gente
cuanto media legua dentro en tierra , y andando mirando
por nna parte y por otra , topó tros pozos de agua , que
no debieran ser hallados. Vuélvese muy alegre á la ma-
zecbyG00¿ílC
552
rinn donde estaba el conde, y dicele: Señor yo he halla*
do tres pozos de agua muy buena. El conde^ viendo la
gran necesidad que en las naos había, holgó mucho de oír
aquellas nuevas, y dijole: ¿Dónde eslan esos pozos que
decís? Dijo él: Señor, media legua de aquí. Entonces
porque ya era larde maRda que toda la gente embarqne
siitro el escuadrón de la gente del dicho coronel Vionelo,
y aquella gente manda que no se parta de allí de la ma-
rina , y porque los pozos estaban hacia la parte de po-
niente, li.icia una punta que se hacia en la misma isla,
métese el conde en un bergantín , y el coronel por tíerra
con diez compañeros váse por la marina adelante hasta
el derecho donde estaban los pozos, y allegados, el oonde
tos mira muy bien , y bebe del agua, y hállala muy dulce
y muy buena, y por ser tan tarde vuélvese á la nurína
donde estaba la gente , y llegados embárcanse lodos y
vánse á las naos , y luego otro dia por la mañana miérco^
les, que contaron 24 de hebrero, va el mismo coronel qu«
babia bailado los pozos, como aquel que no sabia lo que
le babia de acontcscer, y suplica al conde que le deje sa-
lir con su gente en tierra para ir á limpiar los pozos para
hacep aguaje. El conde viendo tanta necesidad de agua
y su importunidad, dio licencia, y dada, sale en tierra coa
su gente, que era la mas escogida que en toda la armada
había , y váse á los pozos ; y con la gran diligencia y tra-
bajo que puso , á hora de medio i^a los tenia limpios y ade-
rezados, y hecha una caña ó nlb;irrada que cerraba lodos
los tres pozos , y puestas las picas y caladas hacia fuera,
y mezcladas entre dos picas una escopeta, porque aun-
que los moros viniesen no pudiesen entrar. El conde aquel
mesmo dia después de comer , con media docena de ala-r
barderos salta en un bergantín , c yáse para los pozos, é
3vGooglc
como allegó vio la manera, y corao eslafaaa limpios y
con mucha agua, y viéndolo todo de la manera que es-
tabo, algoá bu conleutamiento , dijo al coronel Vionelo
¿bien apercibido estáis? Entó;ices dijo el coronel: ¿pues
qué le parece á V. S. ? quién bastará á entrar en esta al-
-barradaf £1 conde como quiera que muy bien le páreselo,
-pero como hombre de guerra , y que pensó , lo que des--
pues 8iicedi6, que podría acaescer , dijo al coronel : ya es.
muy tarde, tomad la gente y vamos á embarcar. Enton-
ces dijo el coronel: suplico á V. S. que señaladamente
allende las mercedes que me ba hecho . sea esta la ma-
yor, de dejarme aquí esta noche á guardar los pozos,
-porque en la mañana traigan tas botos y hagamos agua-
je. El conde dijo: no me paresce á mí ansí, sino, pues
tenéis tanta gana de quedar en tierra , os v^is á la marina
donde desembarcamos, y allí os estéis esta noche con
-vuestra gente. Ekcoronel le lomó & replicar con mucha
soberbia de lo cual Dios no se paga. ¡Oh Señor! quién
basta á echarme de aquí , aunque se junten cuantos^ moros
hay en Berbería? El conde viendo el gran deseo é impor*
tunidad dijo : ahora pues ansí queréis quedaos con Dios, y
váse y embárcase, y el coronel se queda con toda su gen-
te muy alegre, y sin ningún peusamienlo de lo que des-
pués la fortuna aun no contenta con lo pasado^ rodeó.
Estando limpiando los pozos est« coronel , había man-
dado á un alférez que hiciese cierta cosa que perlenescia
á los mismos reparos, y porque el alférez no lo hizo tan
presto , aquello que el coronel le mandó , como él quisie-
ra, arremete con él como un perro, é con mucho vitupe-
rio de su lengua te pelaba las barbas , dándole de puña-
das y golpes. El alférez, viéndose afrentado de tal manera
y lan públicamente , calla y disimula lo mejor que pudo.
3vGoo¿ílc
y ea anocheciendo vóse donde eslabón los moros , que es-
taban casi al cabo de toda la isla, y dlceles que él se va
con intención de se tornar nioro , y anaimesmo dice que sí
quieren tomar su consejo , les dará industria como uingu-
DO de los cristianos que estaban en la isla , escape ni que*
de cou la vida. Los moros, como quiera que ya sabían que
habia gente en la isla, holgoroo de oír «quello, é infonna-
(los do la manera que la gente quedaba > eoneertanm quet
mismo cristiano tria con criloa después de medía nodw,
y como el cristiano supiese donde habían quedado las ca>-
• tíñelas á escuchas, váse con loa moros ó mótalas : estas
centinelas ó escuchas es uso de ponelbs en semejantes ca-
sos de guerra^ de tal manera, que siempre estén aparta*
dos de la otra gente cuanto un tiro de ballesta por donde
piensan ó sienten que puede pasar gente , ansí como en
las sendas ó caminos ^ y estos que están por escuchas ó
centinelas, están tan secretos que aunque pasa por el ca-
mino alguno , no lo verá , y la escucha ha de ver á loa que
pasan, de manera que llegados loa moros y muertas las
centinelas, vánse para los poios donde estaba la otra gen-
te , y cooto los que estaban en los poun eataban desan-
dados dormiendo . -pensando que sí moms viniesen , las
centinelas habían de Ir con el rebaio, mas de tal mamera
estaban durmiendo á cMisa de estar muy eanaadoa de lo
que habían trabajado en limpiar los posos y hacer reparos
que no los sintieroQ llegar : llegados ios moros á los po-
zos donde estaba la gente dormiendo , ya al cuaKo del
alba , entran dentro del circulo sin que ninguno de los
-cristianos lo sintiesen , ni estuviese despierto , de lo caal
«o obstante que las centinelas tuviesen puestas, pero el
coronel y los que allí estuvieron , no se pueden excusar
de culpa , porque ansimismo habían de tener sus velas,
3vGooglc
como se suele hacer, y como los moros eran muchos , co>
mieozan á matar en los cristianos de tal manera , que en
poco tiempo les corlaren las cobezas á todos , sin dejar
mas de dos que tomaron á vida, y el uno de estos invÍa-<
ron al Bey de Túnez , y el otro al jeque de los Gelves , y
otro quedó con cinco ó seis heridas , debajo de los muer-
tos, y como quiera que las naos estaban de allí muy lejoa
nunca cosa se sintió d¡ oyó, mas de cuanto á prima noche
el conHiel habia inviado 20 hombres dende los pozos á
lu naos para que trajiesen bastimientos para que el coro*
ntl -y la gente comiesen , y como desde tos pozos ó la ma*
riña habia gran ralo , y desde la marina á las naos ansi-
mismo, tardáronte tanto, que cuando volvieron con las
Tituattos oyeron el alarido y algarazas que los moros traían
■Mtaad* les cristianos . y como habieron conoscimiento
que enm moros, vnélvense y allí se están sin hacer nin*
gim nimoi de lo que hablan oido , porque aunque qnisie-
roa haeer reboto ninguna cosa aprovechaba , por ser de
noche y estar las naos tan lejos de alli como estaban ; mas
tos moros que ya habiaii hecho el carnaje, como quiera
que de su natural sea dar gritos y hacer grandes algarn-
Eas , andando ausl en sus placeres, [wbod fuego , y suel-
tan tas escopetas que est^an todas armadas y apercibidas,
é como ya era cerca del alba , y el conde aunque estaba
en las naos, tenia mucho pessaniiento de la gente, y á
esta sazen oe dormia , y como oyó las escopetas que ha*
bion soltado, tomó algún recelo de ver que á tal hora dis-
paraban, y como quiera que ansí en la mar como en la
tierra jamás nunca nadie le vio desnudo sino en calzas y
^ubon, salta de la cama y manda que luego á la hora to-
da la genle desembarque, y salte en tierra , y como la mas
de \a gente estaba an« , como hablan venido en sus bcr-
zecbyG00¿ílC
53C
gnnlincs y fustas, con pensamiento que á la mañana lia-
bian de ir á los pozos con las botas ¿ hacer aguat. Juego
quQ el conde mandó aquello sallan en tierra aunque no
fué tan presto que cuando la gente acabó de saltar no era
de día, é como los moros que aun á la sazón están cor-
riendo y escaramuzando cerca de los mismos posos, vie-
sen sallar los cristianos en tierra , con la osadia que les
ponia la Vitoria que habian habido, se vienen hacia la ma-
rina y escaramuzando los unos con los oíros , entonces ul
conde mondó al coronel Diego de Valencia , que concier-
te la gente en sus escuadrones . y que arremeta de hecho
y den en los moros , y como el conde toviese grande re-
cela de la gente que habia quedado en los pozos , por ha-
ber oido soltar las escopetas , se mete en un bergantín y
se va costa á costa, al lugar donde babia desembarcado
el dia antes para ir á los pezos porque' por allí se podía
ver desde la marina , y llegado , comienza á mirar desde
el bei^ntin á una parte y á otra de los pozos , y ni oia ni
veia ningún cristiano , y no confíándose en esto mandó á
un marinero de los del bergantín que suba en el mástil y
mire bien hacia la parte de los pozos , ó como subiese con
mucha diligencia y no viese nada , cotonees el conde pen-
sando lo que era da vuelta para la gente , la cual ya esta-
ba para arremeter á los moros, y aunque los moros de
caballo estaban salvos, los peones libraban muy mal; se
ponen todos en huida, y como el cristiano que es dicho,
que escapó muy mal herido debajo de tos muertos, sintió
que los moros estaban algo desviados, sálese paso á paso,
y muy cojo de las heridas que traia, echándose y llevan-
tándose , viene hacia la marina donde estaba la gente , y
como viesen ansí venir de lejos, estaban en diferencia, si
ora moro ó cristiano , y en este letigio estuvieron hasta
3vGooglc
que algo se acercó, que fué entúitces el coronel ya (IícÍkI
Diego de Valencia con algunos compañeros y le preguoia-'
ron que como venia ansí , y él te dijo lo que hobia acaes-
cido, y ansi se vienen con el herido donde estaba la gen-
te , y allí el mismo coronel llama ua fraile de san Francis*
co que el conde Iraia consigo llamado fray Hernando , y
secretamente le cuenta lo que aquel herido decía. En esta
sazón el conde era llegado donde la gente estaba , y el
fraile se va para él y le hace relación de lo que pasaba. £1
condo por mejor informarse llama al herido y apártale , y
pregúntale de que manera ó & que hora habia acaeacido
ton gran desdicha, é informado con mucha tristeza el con'
de se va bacía la marina donde está la gente , y manda
que luego se emh^uen, sin decir ninguna cosa de lo
que habia acaeseído , aunque no habia menester de lo de'
cir pues todos conoscian lo que era , pues á todos mandu*
ha embarcar sin los que en la isla quedaban.
Otro dia por la mañana el conde mandó ó un coronel
llamado D. Diego Pacheco , que salga en tierra con media
docena de compañeros, y puestas sus atalayas vaya y vea
tan gran desastre de muertos, que seria mas de cuatro-^
cientos y cincuenta ; el cual ido ios halló todos muertos y
se volvió, y el conde quisiera salir mucho de aquellos bu'
jios con todas sus naos y hacerse á la veta , salvo que los
dos coroneles que habiun ido á Cecilia por bastimientos
no eran venií^s , y como la mayor parte de la nescesidaJ
que habia en la armada era de ogua , itivja á un coronel
llamado Samaniego hacer agua , el cual la hizo en una ibla
con la .voluntad de los moros, mas no fue tanto que no es-
tovimos en tanta ncsccsidad, que acacscíó en una nao don-
de iban los enfermos, cti un día echar á la mar cuarenta
[>or fiílta de agua , aunque de comer no hñbía mucha so-
3vGooglc
5o8
bra, porque ninguna cosa lenia para regirse; y Vienilo
esto el conde mandó hacer vela paro ir á biucar agua don-
de quiera que se hollase , aunque fuese en tierra tnuy pe<
ligrosa de moros, y llama á un coronel Francisco Marques.
y mándale que se qued« allí , hasta que los dos cúronelea
vengan de Gicilia. y venidos que él y ellos se vayan á los
Gelves y estén surtos en derecho del castillo , y le esperen
allí, y dicho esto se vá; y quedado e) coronel estuvo espe<
rando allí , los dias que el conde le habia mandado quo
esperase, y como en aquellos diaa no vinleroD , el coronel
hace vela y se va al castillo de los Gelves , y como sui^ió y
fué visto de los Gelves, el jeque de los Gelves mandó luego
un esquife con tres moros y una bandera de seguro, y que
sepan quien es el que viene en aquella nao, y que quiere
ó que busca. Los cristianos de la nao como vieron venir
los moros en su batellejo , les dan seguro , y Jes dicen que
se alleguen á la orla de la nao para ver lo que quieren, y
llegados dicen por una lengua que con ellos iba , que le
llamasen al capitán de la nao ; entonces al coronel se para
al borde de la nao , y la lengua que los moros llevaban les
dijo las palabras seguientes: Mi señor el jeque de los Gel-
ves me invia á tí, para que me digas quien eres, ó que
buscas por aquí, y que si tienen necesidad de algún bas-
timiento de pan , ó agua , ó de otra alguna cosa que haya
en su isla , qQe se lo invíes á decir , que él te mandara
proverde todo lo que hubieres menester ^ara tu nao ó
gentes. El coronel le respondió, qiie él podia decir al je-
que, que él era un criado del conde Pedro Navarro, ca~
pitan del Rey de España . que le andaba ó buscar, y que
él había ido allí con pensamiento que se hallaría en aquel
lugar ; y que cuanto á loque decía de los baslimientos. que
él traia , y aun sobrados todo lo que habia menester para
3vGooglc
550
toda su genie , y sabia Dios In vcnlad. £1 moro le dijo qué
por allí habían pasado ciertas naos , cinco ó seis días ha-
bia , que debiera ser et conde . j esto dicho el moro se vo
con la respuesta i y dende á cuatro ó clocó días el mesmo
inoro vuelve coo un presente de pao blanco y azan&honagí
y dice al coronel : El jeque mi señor te ínvía este presente
y querría mucho saber cuando el conde viniese para invia-
lie una carta. El coronel le dijo que cuando viesen tornar
las naos que por alli pasanni q«e en ella venia el conde i
que entonces podían venir, y qlw si cartas trajiesen que
viniesen al mismo coronel, que él se- las daria, y con esto
el moro se decidió y el coronel estuvo allí hasta que'el
conde vino.
Hecho e! conde á la vela, ansí como dicho es, y salido
de los bajíos da los Querquenes , toma la vía de los Gel-
ves. y ansí como aborrido, viendo la gente perescer de
sed costa á costa , no hallando-disposición para poder sur*
gir y tomar agua, se va basto que llegó á Trípol el Viejo»
que es diez leguas de Trípol de Berberís , y llegados sur*
gen y echan muy bien sus anclas , y manda llamar al al*
mirante de la mar, llamado Posiunde, que tome los ala^
barderos , y alguna de ta otra gente , y salga en lierray
y puestas sus atalayas sepa sí por allí hay agua, para que
luego la gente se provea de beber. El almirante luego
sale en tierra, y como no parescia moro, incfae cuatro
botas de agua muy presto, y vuélvese y reparte el agua
por toda la gente , y ansí se sustentaron todo oque! din.
Por la mañana tornó á salir el mismo almirante . y como
loa moros habían visto el dia óntes salir los cristianos y ha'
cer agua , pensaron en sí que la gente tenia necesidad de
agua , y que no habian podido el dia antes meter en ton pe
co espacio mucha agua, y como quiera que ellos sabían do
Dg,l,zecbyG00¿ílC
56n
lus c(uc hubiaii mucrlo en los Qucrqucoes , pensando en si
oalos vienen desbaraiados do tos Querquenes, y troeD mu-
cha necesidad de agua, agora tenemos tiempo de acá-
ballw de destruir, de manera que allí cerca donde et
almirante habla hecho el agua, se hacia una quebrada á
manera de vallecJco , y aquella noche se ponen los moros
en celada en et misino valle, y como vieron la gente en
tierra eatánse callando, sin parescer ninguno. Los cristianos
habían puesto sus atalaya» luego de mañana, y mírarun
por una parte y por otra, y como los moros estaban eu
celada de antenoche , y estaban sosegados , nunca los cris-'
titmos vieron moro ninguno, de manera que yendo los
cristianos muy apercibidos, y sobre el aviso, comienzan
á seguir ta vía de los pozos, y como Dios no era ya ser-
vido que mas desdichas acaesciesen por nosotros, como
los moros vieron Jr á los cristianos hacia los pozos , uo
quiso Dios dalles sufrimiento , para no descubrirse , y ansí
salen y arremeten con un alarido que no páresela sino que
toda la Berbería estaba allí ; mas como los cristianos esta-
ban cerca de la marina y de los bateles, dan vuelta muy
presto y echánse á la mar , y métanse en los bateles , y
los^moros en la marina echaban la arena hacia riba, y
escarbaban con los pies bócia tras, y los cristianos en los
bateles, desafiaban y maltrataban de palabra los unos á
tos otros ; y onsí Dios escapó á tos cristianos . que si los
moros estuvieran sin descubrirse hasta que los cristianos
llegaran á los pozos, y comenzaran á beber, ninguno es-
capara de ellos , por ser los moros mos de trecientos y los
cristianos no mas de treinta , y an^ se fué el almirante á
decir al conde todo lo que habla jiusado, y toda la otr.i
gente se quedó en los bateles hasta que la gente que es-
taba en tas naos vino , porque entonces el conde oyó lo
zecbyG00¿ílC
que pasaba , y manda que luego á la liora loda la gente
■alga en lierra . y que saquen todas las botos que había
en las naos para hacer ngaa , y salidos en tierra , luegu
los moros vienen á los pozos. El conde manda ordenar In
genle en un escuadrón, que serian hasta mil) hombres, y
él se va en un bei^antin hacia la punta á descobrir la ce-
lada de loa moros ; onsimismo deja mandado que cuando
él haga una cierta señal , que todos airemetan á los mo-
ros, y si no la hiciere que estén quedos. Con este concier-
to estando los cristianos muy apercibidos y hecha su orS'
cion , como es costumbre hacer cuando quieren dar bata-
lla , y hecha el conde la señal que arremetan , haciendo
cuenta que los moros eran pocos, y que aunque alguno»
crístionos matasen , era mejor que no todos muriesen cu
las naos por no tener agua , y pensando esto plugo á nues-
tro Señor que ninguno peligró, porque como ellos arreme-
tieron luego, los moros se ponen en huida, sin parar en
gran ti-echo de tierra, entonces los cristianos tomaron los
pozos y bebieron , y esforzaron y comenzaron hacer foyos
con las manos , para mas presto IiaCer agua , é traídas las
botas el conde manda que se dé priesa á hacer agua, avi-
sándoles que el que hasta la tai'de no hubiese hecho agua
la que había menester , que se quedaría sin ella , y de
esta manera s^ dieron tanta prisa que cuando vino hora
de vísperas , lodos tenían hecha el agua que habían me-
nester y puesta en las naos , y ansí embarcaron ; y luegu
otro dia por la mañana nos hicimos á la vela y nos tor-
oamos á los Gelves; y porque el tiempo era griego levan-
te y recio, no nos podimos detener tanto que no pasáse-
mos gran ralo del castillo de los Gelves hacía la parle de
ios Querquenes , y allí surgió el conde con las naos quu
consigo llevaba.
Tomo XXV. 30
3vGooglc
562
Llegada el conde á los Getves, como los moros Iotíc*
sen , luego tos tres'que antes habían veaido . se van á lo
nao del coronel Francisco Marques con una caria que
inviaba el jeque, y pan blanco y acenorias al conde. El
coronel toma un bei^anlin y váse para la nao del conde,
y date la carta y el presente en secreto , y también por-
que venía en letra y lengua arábiga , y de esta caria lo
mas que se pudo saber de ella , era que el jeque inviaba
á decir al conde , como ya él babia visto , como había ^ido
desbaratado , y ansímismo que él creía , como el conde
habría oído, qué^ntras huestes de gentes hablan sido des-
baratadas de los moros de aquella isla , por tanto que di-
jese lo que por allí buscaba , que si tenia alguna nescesí-
dad de baslimientos ó agua , que como creía que la tenía,
pues que venia desbaratado de los Querquenea á causa
de tomar agua , quét se le mandaría proveer de todo lo
que hubiese en su isla ; que en lo demás bien sabia quel
Rey de España era et mayor señtH* que había por la mar
del mundo , y que por esto él no le podía defender que
anduviese y pasase por la mar donde quisiese ; pero que
si se quisiese poner á tomalle la isla , que la había de de-
fender como siempre había hecho. Leída la carta el conde
rióse , y aquel día mesmo estando comiendo á la mesa con
Unos caballeros , no queriendo el conde comer el pan que
le habla inviado el jeque , dijo estas palabras: no quiero
comer este pan porque este jeque es muy gran traidor y
alevoso; y esto digo porque teniendo dos hermanos, y un
día invíó llonar el mayor de ellos, y sin ninguna cabsa le
cortó la cabeza , y luego inviado á llamar el otro , y mos-
tróle el muerto para ver lo que hiciera, determinado si
el menor sentimiento del mundo le viera hacer, matalto,
y ansí el conde nunca quiso comer e) pan ; pero luego los
zecbyG00¿ílC
otros trabaron del á la mesa y lo comieron. Ansí estuvi-
mos aquel dio con muy mal tiempo ; y otro dia por \n
mañana eslAndo segaros Vienen tres cárabos de moros que
Tenían del poniente de la cíbdad de Túnez , los cuales
venían cargados de aceite, y como el tiempo era poniente
lebecho, cotno asomaron á vista del armada, no podie-
ron dar vuelta , y luego meten á Yerno y á vela , y mé-
tense por medio de las naos , y pasaron muy presto junin
donde estaba la nao de Francisco Marques, coronel, y ca-
íanse muy presto. Los que estaban en las naos, como los
vieron venir derecho á ellos pensaron que eran navios de
la armada, hasta que fueroh pasados que reconosoieron
los cárabos, y de presto va Un bergantin á vela y á remo
y alcanzan el uno t y embiste con él , é como les moros
eran pocos y sin armas, luego los tomaron, y atan cinco
moros que habla dentro y traen el cárabo arrojo (1) has-
ta donde estaba úl conde , y ansí con mucha pena y nes-
cesidad de vituallas estuvimos allí hasta el sábado i 5 de
marzo que llegó una nao de un vizcaíno llamado Juan de
Armendi, que venia de Cecilia cateada de vituallas. Con
la venida de esta nao él conde y cuantos en la armada es-
taban, hedieron mucho placer, lo uno por ser el dueño
della muy bnen hombre , y de muy buena ánima , y por
ser acepto al servicio del conde, porque pensaron ser per-
didos cuando vino la fortuna, cuando salimos de Tripol,
y lo otro porque como la nao era de decientes toneles ve-
nia muy cateada, ansí de vituallas del Rey, como de
otros mercaderes. En esto nao venían dos caballeros, el
uno llamado Diego de Quiñones, natural de Valladolíd, y
(!) Debe decir á jorro.
Hm» if Nn«rrti«.
zecbyG00¿ílC
p\ olro llamailo Francisco Tetlo, natural de Sevilla, y am
siinesino cinco ca{)¡tanes y otros hombres de bien que st¡
habían embarcado en Palermo y en Trápana. Traia la nao
dos mili y quinientos quintales de bizcocho, cien botas de
muy buen vino, y mucho pan fresco, y mucha harina,
y carne salada , quinientas gallinas , muchas botas de sar-
dina arenque, muchos rodábalos, mucha fruía y muy
buena , ansí manzanas como granadas , mucho higo , mu-
cha pasa , almendra , mucha azúcar , ansímismo muchos
cardos , rábanos , lechugas , cebollas , ojos , nueces , avo'
llanas, miel, vinagre, aceite, y de cuanto se podiese
hallar en la mas proveida cibdad del munilo ; y ansí esto-
vimos surtos allí un día y una noche. Otro din domingo
nos llevanlamos y tornamos á surgir unn legua de allí ha-
cia los secanos de los Querquenes , y esto á causa que las
naos se juntasen que esiabao divididas las unas de las
otras , no podiendo hacer mas á causa de ser el tiempo
muy fuerte , y alh estovimos surtos hasta que el miérco-
les seguiente, que se contaron 19 de marzo , nos partimos
de allí y con mucha fortuna de poniente lebeche. Sábado
siguiente, que se contaron 22 del mes, llegames á la isla
de la Lampadosa, y era tanta la fortuna de la mar y del
viento que se cayó á la noar un grumete , y nunca lo pe-
dieron tomar, y ansí algunas naos surgieron á la boca del
puerto , y otras no podiendo arribar se pasaron de lai^o,
y no se pedieron sostener hasta que llegaron á Trípol de
Berbería , y los naos qite estaban surt¡is i;staban en punto
de hacerse lo mismo , y ansí estuvimos allí con mucho
peligro , basta otro dia domingo que con tiempo Je medio
jorno hicimos a la vela vía de Cicilia , y luego olro dia
nos volvió tiempo contrarío de tiempo traniontana, la
cual vino con tan grandísima fortuna que apenas podíamos
zecbyG00¿ílC
tomar la isla ile Cecilia ; mas todavía plugo á nuestro Se-
ñor qtie surgimos la costa do Mazara , que es un lugar
onatro teguas de Trápana , y una legua de la isla de la
Fagañana , y allí estuvimos hasta martes 25 del mes, día
de la Anunciación de nuestra Señora, que abonó la mar,
y nos metimos en el puerto de la isla Faguñana , y estan-
do allí viernes y sábado siguiente 30 del mes se metió
tanta fortuna de griego llevante, que ocho naos que esta-
ban en el puerto dieron al tr&vcs y salieron del puerto,
y plugo á nuestro Señor que ninguna peligró, salvo un
galeón que estaba muy cargado de gente , y le trabucó la
fortuna , y fuese á fondo con toda la gente , sin poderse
escapar ninguno , que serian hasta cien personas , y las
otras naos que salieron del puerto tiraron á Ñápeles sin
poder ser remediados, porque la fortuna era tal que las
que quedaron en el puerto se pensaron hundir, y esto
porque cada vez que venia la ola , metía por cima de lo
descollado de la nao cuatro botas de agua , y ansí plugo á
nuestra Señora que otro día amansó la fortuna de la mar.
Puédese muy bíeo decir que este invierno del año de
once se perdieron muchos navios navegando , y que fué
el año mas cruel en la mar de cuantos mucho tiempo
han sido , porque estando surtos muchos navios en los
puertos peresoian muchos, especial hacia la parle de lle-
vante , porque vino de cierto por carta á Cecilia , que
solo en el golfo de Venecia se habían perdido 325 navios
desde principio de enero hasta en fín de febrero , y es-
tos de los que alcanzaban á saber, sin otros muchos que
no venían á noticia de ningunos, ansimesmo otros mu-
chos que se perdieron en los puertos, unos sobre las amar-
ras , trabucándose otros á la vela , iban parar á Turquía o
á Berbería ; c ansimesmo á cuatro dios do enero se per-
zecbyG00¿ílC
QG6
dieron cuatro galeazas de veDecianos que venían de Ge-
nova del socorro del Papa ; ansitnesmo en el puerto de
Palermo se perdieron muchos navios , y no menos en el
¡uierto de Trápana , y por otrait muchas parles que no te
supieron.
Llegados , como dicho es , á la Fagoñaoa
con 25 navios, entre grandes y pequeútw, y
con tres mil hombres, dende á poco se re-
cogieron y vinieron á Cecilia otros dos mili y
quinientos hombrea de los que habían queda-
do allí del desbarato de los G^ves , ansimis-
mo vinieron ciento y cincuenta sardos que
trajo un capitán de la isla de Gerdeña . y ansí
los que allí estaban como los que después vi-
nieron , todos muy bien proveídos de muchos
bastimíentos que e) visorey de Cecilia invift-
nm; ba; y luego a 27 do marzo jueves siguiente
el conde invió un coronel á Ñapóles para que
hiciese gente , y luego el día de Pascua de
Resureocion, que se contaron 20 de abril, el
conde mandó ir todas las naos de la armada
á Ñápeles para traer vituallas y gente de á
caballo y otras cosas pertenecientes á la ar-
mada, porque entonces de cierto se decia que
el Rey nuestro señor pasaba en aquellas par-
tes de Berbería , y con esta fama en Cecilia
y en todos sus puertos estaban juntas y aper-
cibidas muchas naos ; ansimesmo en Nápotes
se habían juntado mas de cincuenta naos de
dos gavias , y mas de otras tantas velas pe-
queñas, y todas á punto, muy calafateadas
é muy enjarciadas y pintadas , y bocbos los
3vGooglc
567
alQDques ó lugares donde habían de ir los caballos, y
ansí estovieron en el puerto , hasta que vino nueva quel
Rey mandaba sobreser la armada , y esto se supo en Ña-
póles á quince dias del mes de junio. A esta sazón se sonó
que el Rey de Francia habia inviado á Bolonia quinientas
lanzas gruesas, de lo cual toda la gente hubo mucho pe-
sar . porque mas quisieran ir en Berbería que no en Bo-
lonia, contra cristianos; y en todo este tiempo el conde
estaba con su gente en la isla de ta Faguñana, hasta jue-
ves 18 de junio que se hizo á la Vela con toda la gente
por mandado del Bey nuestro señor, y fué lunes vigilia
de San Juan, que se contaron 24 de junio , á surgir cinco
leguas de Ñapóles, cerca de Prizoli, que lloman la bahía,
{donde el vísorey de Ñápeles en sabiendo su venida , lue-
go otro dia, día de San Juan, se fué para allá con dos ga-
leras, y allegados estuvo hablando con el conde la mayor
parte de aquella noche , y luego otro dia se volvió á Ña-
póles, y el conde se hizo á la vela con todas las naos,
que serian basta 25 navios con grandes y pequeños, y
hasta cinco mil) hombres , y se fué á surgir á una isla
llamada Gapri , que llaman á fsicj las Bocas, 30 millas de
Ñapóles. Esta es una isla muy fresca, de mucha arboleda,
de muchas frutas y viñas, tiene poca agua, tiene de rue-
do de tierra 20 millas . tiene un lugar á la parte de grie-
go llevante do cuatrocientos vecinos, muy cercado y
torreado hacia el poniente maestro , y de la otra parte
peña tajada y la mar ; ansimísmo tiene un castillo muy
fuerte cercado. Hay en este lugar un monesterio de cartu-
jos, que tiene de renta cinco mili ducados, y en este mones-
terio está el brozo de Santiago el Menor con otras muchas
reliquias ; hay ansimismo en esta isla otro lugar de hasta
cincuenta vecinos á la parte del poniente maestro, qne
zecbyG00¿ílC
568
no liene adarve ni mnralla. Hay entre estos dos lugares
tina iglesia colegial, llamada san Coslantíno, donde se dice
oslar el cuerpo do! santo y celebran su mesma fiesta á
(|uince de mayo : esta iglesia es cabeza de obispado , y
tiene de renta el obispado delta cuarenta ducados, y estos
de recta de codornices que so tomón en esta isla infinitas
<!»ando pasan de paso , y ansí [puchos viven de lomar co-
dornices, y Itévonlas á vender á Ñapóles.
Llegada la gente ala isla de Capri, otro dia de san Juan,
r^ne se contaron 37 de junio, luego el visorey de Mápoles
etivta baslimientos, ansí de pan é vino, como carne y atún
salado, y de todas las otras vituallas tan abundantemente,
que después de repartidos por los capitanes y por toda la
gente , los dejaban por la marina , muy sobrados que no
los podian comer, de manera que la mucha abundancia de
lo que aquí nos daban, suplían te mucha nescesidad que
¿nles habíamos pasado , y ansí en pocos días la gente se
remedió y tornó en sí que páresela no haber padetcido
ninguna necesidad ; y como el conde viese que la gente
estaba tornada en sus fuerzas, salvo que estaban muy'
dcslrozadoB de vestidos , mayormente los que habían es-
lado en la isla de la Lampadosa , envía un mayordomo
suyo á Ñapóles, y manda traer, para los que estaban mas
destrozados , calzas, y camisas , y gorras, y zapatos , y ha-
celo repartir de manera , que con esto y con el buen man-
tenimiento estaban muy contentos y alegres. Y en este
tiempo como la pasada del Rey nuestro señor en Berber
ría fué tan sonada por toda Italia , había mucha gente de
guerra, toda española, por tas comarcas de Roma y de
Ñápeles, ansimismo muchos que esloban sobre Bolonia
en el campo del Papa , y otros que estaban con el duque
do Ferrara. Sabida la pucva que ol Rey pasabo, se to-
3vGooglc
560
nian á la ciLtlad de Ñapóles, de manera, qac en pocos
dias habinn recogido en la cibdad sobre cuatro mili hom-
bres de ¡pierro, y recogidos el coronel ya dicho, que et
conde babia inviada á la isla de la Faguñana, llamado Joa-
nes de Arriaga, y otro coronel llamado Artiela, el cual
ansímismo el conde habia inviado hacer gente , y otros
muchos capitanes, lodos comenzaron hacer de aquella gen-
te, y como quiera que }a gente estaba muy destrozada
y pobre, ansí la que venia de Bolonia, qse se babia baila*
do en la rota del Papa , á cansa que todos fueron robados
de los villanos, como los que babian estado en el campo
del duque de Ferrara, que «ra capitán del Rey de Fran*
cia, á los cuales por no querer estar en s» campo, les
quitaban cuanto tenisn ; y de esta causa todos asentaban
con aquellos coroneles y capitanes , por solo que tes die-
sen de comer, y de esta causa los coroneles y capitanes
en pocos días gastaron tan largamente con los compañe-
ros , que ya ni tenían para sí ni para ellos ; y estando en
esta necesidad , acordaron los coroneles de ir al vísorey á
le suplicar, que pues aquelh gente estaba allí en servicio
del Roy nuestro señor , como á. sti señoría era muy noto-
río, y ellos habían gastado cuanto tenían con ellos, y de
esta cabsa, ni ellos tenian para sí ni para los otros; por
tanto que le suplicaban les mandase dar algún socorro
para que comiesen , ó si no que les diesen licencia , que
ellos tos llevarían donde les pagasen y tuviesen que comer.
El visorey tes respondió que él do tenia mandamiento ni
comisión de Su Alteza para dalles ninguna cosa, pero hasta
en tanto que él hacia correo al Rey , él mandaría dar á
cada uno para comer cada día un armentilina, que son cin-
co tornesca de Ñapólos ó ocho mrs. y medio de Casti-
lla , y ansí con cslo estuvieron hasta domingo, que se con*
zecbyG00¿ílC
laron tres de agosto , que como quiera que Ñápeles ile
cada dia mas se poblase de geute , por la fama ya dicha,
y las vituallas se encarescieseo , y los soldados viesen que
no se podían mantener , domingo dicho se juntó la mayor
parle de los soldados y se anlea fuera de la ciudad hacia
nuestra Señora de Pie de Brota fsicj, que es media legua de
Ñapóles, y juntos allí entran medio por fuerza en el mo-
neslerio, y loman una bandera, y allí se juntan todos con
intención de salir fuera y robar y saquear cuantos laga-
res hallasen , por donde quiera que fuesen , y lodos jun-
tos hácense un escuadrón y comienzan á caminar , y como
quiera que habían de salir por una bruta fsicJ ó cueva que
dura mas de una milla debajo de tierra . y la cual tie-
ne el lai^or que dicho es, y de ancho que pueden ir
dos carretas juntas , sin que la una llegue á la otra , y
esta cueva dicen haber hecho Virgilio , y ansí caminan-
do por la cueva los villanos de los lugares cercanos de
Ñapóles, como supieron que los españoles eran amoti-
nados, júntanse mochos dellos y vienen muy armados
y tómanles la salida de la cueva , y allí comenzaron ¿
defendelles la salida; y como los españoles viesen aque-
llo , provocados á mucho enojo , matan tres ó cuatro yi-
llanos, y salen fuera de la cueva y comienzan á entrar
en unas tabernas que atli esloban , y beben y derraman
tres ó cuatro bolas de vino, y roban cuanto hallan. Y sabi-
do esto por el visorey cabalga con algunos caballeros y gen-
tiles hombres y varones que allí se hallaron , y váse para
donde eslaha la gente, y antes que llegase á ellos les en-
vía ¿ decir con un caballero, que se maravillaba mu-
cho dellos haberse amotinado ; que pura que lo hacían,
pues que él estaba allí, á quien podían ¿ntes decir sí algo
querían ; y díjoles otras cosas de mucho ruego ; mas ellos
3vGooglc
571
como vieron venir al eabatlero y acabó de decir lo que
era mandado , no quisieron que allí esloviese , mas uiu;
crudomeule caladas las picas arremeten para él , y entón*
ues él se relrajo é se volvió donde estaba el visorey ; ó
visto eeto el visorey invía un escudero suyo á decílles que
si habrian por bueno que él mismo fuese allá á hablalles:
olios dijeron que fíiese, mas que no llevase ninguno con-
sigo , sino que fuese solo ; entonces el visorey se va para
allá CMi cuatro de caballo, y métese en medio dellos, y
díjoles: Hijos y hermanos mies jqué es lo que vosotros
pedisF ¿por qué liaheis hecho estof Ellos respondieron
que estaban perdidos y muertos de hambre, y que pues
no les daban lo que habian menester , que les dejase ii*
á sus aventuras. £1 visorey entonces respondió muy man-
samente: Pues hermanos, ya veis y sabéis que el correo
que inviado al Rey mi señor , no es venido para que vos-
otros tengáis razón de quejaros de mí ; pero volveos á la
cibdad , que yo os doy Is fé de caballero de mañana en
todo el dia haceros dar cada quince carlíos. para un mes,
que vale cada carlie treinta maravedís , hasta tanto qud
el Rey me mande lo que tengo de bacer de vosotros : y
dicho esto , ellos todos dicen que con aquella seguridad
ellos se volverían con él. El visorey les dijo que cumpli-
rá lo que tenia prometido : entonces toda la gente se vueU
ve hasta la ciudad con él , y luego otro dia hizo reseña
y pagó toda la gente á quince carlíea.
Sabido en la isla de Capri , luego otro dia martes,
como la gente que estaba en Ñápeles se babia amotinado,
y habian rescibido pagua á quince carlíes la misma no-
che que esto supieron todos, se alborotaron diciendo,
que se querían amotinar para pasarse á Ñápeles ; mas co-
mo quiera que au deseo no hubo efecto , lu^o en la ma-
zecbyG00¿ílC
nana ol conde maiidó á los coronóles que cada uno por sí
juntase toda ta gente en los mismos cuarteles ó estancias,
y juntos todos , cada coronelía por sí va el mismo conde á
la una gente, y después á la otra, haciéndoles un razona-
miento . diciendo : que se maravillaba mucho de'llos que-
rerse poner en to que intentaban ; que les rogaba que cada
uno por sí desde el mayor al menor le dijese la queja que
del tenían ; que ninguno loviese empacho , ni vergüenza,
ni temor. A esto respondieron algunos que sí habían in*
tentado aquello era porque habían dada pitga en Ñapóles,
y á ellos qud en tanta neacesidad y peligro de las vidas se
habitin puesto , siguiendo á su señoría por hi mar y por
las islas descalzos, y desnudos y muertos de ;hambre. y
liabíendo pasado esto por servioio de Dios y de su señoría,
los tenían en menos que los que estaban en Ñapóles, que
no se habían hallado en tantos peligros , que lo sentían á
mucha afrenta. El conde les respondió quo aun á él nin-
guno detlos le habla fecho saber ni dicho que á los de
Ñápeles habían pagado , que si él to supiera , y él no Itu
hobiera remediado, entonces tovieran mucha razón de
hacer lo que hacían ; mas que pues ansí era , no se escan-
dalizasen, que él les daba su fe de caballero quél les daría
tanto y algo mas que á los do Ñapóles ; y dicho esto á lo-
dos, luego aquel día torna á inviará su mayordomo para
que de todos supiese lo que mas querían de comer y al-
gunos dineros, ó que les diesen dineros solos, y todos es-
cogieron que mas querían dineros solos. El conde tomó
luego una galera y se va á Nópoles , y vuelve otro día jue-
ves en la larde, y luego otro día viernes manda hacer
alarde general, y luego les pagó á quince carlines.
Rescibida la pagua estaban todos muy contentos y muy
alegres. En esto medio tiempo ya se sonaba como ol Rey
3vGooglc
573
nuestro señor no pasaba en Derbcnn , y <]cs(a causa las
naos que en el puerto. de Ñápeles eslaban llegadas, cada
dia se ibaú pof su parte , y ansimismo se sonaba que to-
doít los navios eslabaa embargados ea loa puertos de Es-^
l>aña y estaban despedidos, de manera que toda la gente
española que estaba en Ñápeles , y la que estaba en la isla
de Capri , estaban mas por fuerza que por grado. Había
muchas sospechas y nuevas, y las mas ciertas que se creían
era que babian de ir á Bolonia en favor del Papa , y esta
tuvieron por mds cierta cuando vieron asomar por la mar
el armada que el Rey nuestro señor inviaba , en la cuial
armada había 55 naos gruesas con una galeaza del Pap8«
las cuales parescieron domingo iO de agosto, enlí-e una
isla Mamada Próxita y otra isla que estaba treinta millas
de Ñapóles, y porque ya estaba mandado del visorey que
se hiciese ansí , desembarcaron toda la infantería , que se-
rian hasta dos mili hombres en una isla de aquellas dos,
llamada Próxita, é toda la otra gente de cábíillo, que se-
rían aietecientos ó ochoeienlos hombres de armas, y nuc
vccientos ginetes mandaron ir á Ñapóles , y luego marte»
siguiente, que se contaron 12 de agosto, se hicieron las
naos á la vela coii la gente de caballo, y se fueron al
puerto de Ñapóles. ¿Quién podrá decir el expender del ar<
lillería, que dende los castillos de la cibdad, y dende las
naos y galeras que estaban en el puerto , y las que iban
se despedieron? los cuales eran tantos, que no parescia
sino que la cibdad se hundía, y no solamente se oia en la
eibdad , pero diez leguas alderredor se oían los tiros y se
vían el ahumada, ansimesmo en la isla de Capri se oia, y
so vela muy claramente, de lo cual era grandísima el ale'
gria que la gente que estaba en la isla mostraba, y en se-
ñal de mucho placer hicieron infínitas ahumadas en toda
zecbyG00¿ílC
574
aquella noche , que no durmieron , sino ha-
ciendo lianzas é bailes.
Allegados los navios al puerto de Ñápelos
márles, que se contaron 12 de agosto, luego
otro día miércoles desembarcaron todos tos
caballos , y dieron sus aposentos á los hom-
bres de armas y gipetes dentro de la cibdad,
donde eran muy bien proveídos de todo lo
necesario por sus dineros , é ansí era tanto el
tráfago y multitud do'la gente que habia en
la cibdad, que era cosa maravillosa. En este
tiempo vino nueva de muy cierto quel Papa
era muerto, ó que estaba para ello, y dende
a pocos dios se supo que habia estado en con-
clave con los cardonales y con el embajador
de España « y como aquellos días el Papa no
páreselo , pensaron y echaron fama en Boma
que estaba enfermo, y junto con esto se sonó
que eran paces entre el Rey de Francia y el
Papa, porque el Rey nuestro señor habia en-
tendido de los concertar ; de las cuales nue*
vas fué sin comparación el alegría que la gen-
te tomó , y mas el conde Pedro Navarro . y
con estas nuevas jamas sosegaba, sino de la
isla á Ñapóles al vísorey, y de la isla de Ca-
pri á la isla de Próxita, donde estaba la in-
fantería que habia ¡do de España con Carva-
jal, y de esta manera nunca sosegaba.
Como á la sazón, que vino nueva de paz,
el conde se hallase en Ñapóles con mas gozo
que se puede decir, se va para la isla de Ca-
pri , y sábado que se contaron 23 de agosto.
3vGooglc
575
mandó juntar lodos los coroneles y capitanes y toda la
mas de la gente en un moncsterio que está en la misma
isla , de orden de San Francisco , y díjoles : Señores y
hermanos m¡os , quíéroos hacer saber unas nuevas de las
cuales holgareis todos, y son que el Rey nuestro se-
ñor ha concertado al Papa y a) Rey de Francia , ansí que
ha placido á nuestro Señor de me oír, porque no es otro
mi deseo ni pensamiento, sino de hacer gusrra á los
enemigos de nuestra fé, y no ir contra cristianos, de
manera que como yo haya suplicado muchas veces al
Rey mi señor, que no habiendo nescesidad acá de mi,
mo dejase ir en Berbería, y por mucha importunidad
me ha dado licencia que en estos tres meses primeros yo
haga lo que me parezca ; ansimismo me manda proveer de
vituallas, y no como hasta aqui, sino muy abundosamen-
te , y mándame dar hombres de armas y gineles los quo
hubiese menester: por tanto os ruego que todos os esFor'
ceis y estéis muy alegres y aparejados para cuando os lia*
máre, que yo os doy mi palabra de os peñeren parto
donde todos inchamos las manos si fuéredes para ello. Oido
esto , algunos respondieron al cotide : Señor no hay nin'
guno que no tenga gana y esté muy aparejado para ser-*
vir á V. S. ; mas tememos que nos sean quitados los escl»'
vos y ropa , como nos lo lomaron en Tripol. El conde res->
jiondió : Desde aqui os digo y mando que sí coronel ó ca-^
pilan se quisiese poner en tomaros lo vuestro , que lo ma'
teis y os vengáis á mi, que yo os doy la té de caballero
de os defender ; y si por empacho ó por no poder no lo
inaláredes , venios á mí , que - yo le daré tal castigo que
cualquiera quede satisfecho. Entonces dijeron todos , que
estaban aparejados para morir con él ; verdad es que siem'
{ire tuvieron sospecha , que aquello que les decia de Ihü
zecbyG00¿ílC
576
]inces , y de ir ú Berbería , era fingido, porque no se amo-
tinasen , y porque estuviesen allí quedos.
No me paresce mucho inconveniente contar lo que en
esta sazón acaescíó en la isla de Cecilia , en la cibdud de
Palcrroo, y fué que estando Diego de Vera, capitán ge-
neral de la artillería del Rey nuestro señor, en la misma
ciudad con nuevecientos hombres de infantería, los cua-
les babia traído de Tn'pol por no ser allá menester, los
cuates ansí como llegaron al puerto desembarcaron en la
misma cibdad, donde acaesció que miércoles 19 de agos-
to estando la gente de Spaña reposando, que algo venia
fatigada de la mar , fué movida una gran cuestión entre
toa naturales de la ciudad y la ^enle española , y luego
todos los de la cibdad se ponen en armas , y ansimi^mo
la gente española, y no porque su intención fuese ofen-
der i los de la ciudad , salvo para defenderse ; pero los
ceciliaaos con gran crueldad , ansí como peiros regañan-
do, con muchas escopetas y ballestas y lanzas comienzan á
dar en los pocos de los nuestros > diciendo : muera , mue-
ra la canalla perra española ; y como esto fuese en la plaza
do la cibdad cerca del palacio del visorey , porque todos
é los mas españoles posaban hacia atlí, y como fué oído y
visto por el visorey y Diego de Vera salen cabalgando di-
ciendo: pac, paz señores t no baya mas; y metiéndose
entre ellos hace requerimiento de parte del Rey que cada
uno que se fuese á su posada; mas aquella gente canina
no lo teniendo en nada, cuanto mas el visorey les decía,
mas se encendían contra los españoles ; é como esto víó
Diego de Vera y el visorey , hacen retraer toda la gente
hacia palacio , é viendo los cecilianos que no podían em-
pecer á los que se habían retraído , repártense por las en-
lies y otros por las huertas y viñas y por fuera de la eiu-
zecbyG00¿ílC
577
dad , y cuantos españoles hallaban , todos los mataban y
hacían pedazos , y se lavaban las caras y manos en ta san-
gre, y á los que estaban en las huertas sin sospecha , j por
los mesones, mujeres y niños y hombrea, cuantos topaban,
los mataban y echaban por las ventanas , y no solo á los
españoles que entonces vinieron , mas aun á los que había
veinte años que eran moradores en la ciudad : otros sa
iban por los hospitales, y á los españoles que estaban en-
fermos en las camas los mataban . basta las criaturas que
mataban con sus madres, diciendo: muera la canalla de
España. Y estando un capitán gallego con treinta hombres
retraído en una casa áe Audiencia, que está junto á ios pa^
lacios del visorey , y allí se defendían tan bravamente que
nanea les podian entrar, sale un caballero ceciliano y
llama al capitán y dicele que él le da palabra de caballe-
ro que no haya miedo sino qne salga él y los suyos, que
no haya miedo, y como ya el capitán quisiese salir, dí-
cenle que no haya miedo, que él y los suyos dejen las
armas, y ellos las dejaron pensando quejos cecilianos lo
hacían por asegurar sus personas , y por tomalle las ar-
mas solamente; y como los cecilianos los vieron dejadas
las armas , comienzan á matar en ellos y hacelles tajadas
los miembros, lavándose las manos en su sai^p'e , inovan-
do mili maneras de crueldad que nunca fué visto ni oído
entre bárbaros, ni judíos, ni moros, ni turcos; y como esto
hiciesen junto al palacio del visorey donde estaba Diego
de Vera con toda la otra gente, vida (1) tan gran crueldad.
llorando á grandes voces decía Diego de Vera : Señor viso-
rey, porque nos tenéis aquí encerrados y consentís que
(1] Vot villa.
Nota de Niisirclc.
Tomo XXV. 37
zecbyG00¿ílC
578
tanta vruel Jad Ee haga por no nos dejar salir ? que de olni
manera, ó todos habíamos de morir, ó no se haría en aque-
llos pecadores. Y llorando decía: ;0 hijos míos! como os
veff morir y no os ptiedo valer ! Y estando ansí llorando arma
una eBCOpeta , aunque ya estaba herido de una pedrada
en las narices que le habían dado cuando metía paz , y
encara con la escopeta, tira, y ansimísmo los soldados
como estaban en lo alto de la casa, comienzan á quitar
sillares y piedras de tas paredes y echar abajo; los ceci-
lianos viendo esto , van á la casa de la munición y traen
una pieza de artillería armada con su pólvora , aunque
algunos quisieron decir que no llevaba pólvora , y ansí la
tiran á la casa donde estaba la -gente , y como esto vio,
sale el visorey á caballo, y con requerimientos y ruegos,
quiso nuestro Señor de no dar mas lugar á su crueldad,
y ansí de poco en poco se mitigó la gente. Entonces man-
dó el visorey á loe suyos, de quien mas él se fiaba, que
fuesen armados por todas las calles , y en las casas, ó igle-
sias, ó monestetíos donde supiesen que había españoles,
los sacasen y llevasen á una fortaleza que hay en hi mis-
ma cibdad junto á la marina, ó los llevasen' acompañán-
dolos al palacio , y de esta manera se recogieron algunos
que lee tomó la voz en algunas casas de hombres de bue-
na conciencia que eran aGcionados á nuestra nación , y los
escondían doliéndose de ellos, y estos como les. tomaba
la voz en alguna casa, no tenían otro remedio sino horadar
las paredes por los lechos , y de tejado en tejado irse á
los moneslerios , y no porque en lodos los monesterios los
quisiesen rescibir, que monesterio hubo donde los mismos
frailes repicaban las campanas para que la gente de la
cibdad saliese toda al rebato ; y ansí recogida alguna gen-
te de hombres y mujeres , y puestos en seguro , luego el
zecbyG00¿ílC
579
visorey les mandó embarcar y se van á Ñapóles; aunque
como el conde esluviose en Capri . y los capitanes que
esta gente llevoban fuesen avisados desde Palermo , que
echasen esla gente en la dicha isla donde estaba el con-
de : dos ó Ires naos en que esta gente iba surgieron en la
isla , y echaron la gente en tieira , y la otra gente que iba
en las tres naos , viendo que ansimismo los querían echar
en la isla , dijeron todos á tos marineros que juraban de
dar con ellos á la mar, y ansi hicieron que los llevasen á
Ñapóles, donde desembarcó toda la gente.
Pues es dicho de lo que acaesció en Gicilia , tornando
.a donde antes estábamos, proseguiendo después quel
conde les hizo el parlamento, estuvieron todos en mucho
sosiego , dándoles todo lo que habían menester muy abun-
dosamente. En este tiempo unos decían que habian d&ir
á Bolonia, y otros que se esperaban cuarenta galeras de
venecianos , é que hablan de ir en Genova , y de esta ma-
nera había mucha confusión entre la gente; mas el conde
que mas deseaba la ida de Berbería , de continuo estaba
en el puerto de Ñapóles , que jamás salió de la galera si no
fuese para negociar con el visorey , y luego se volvía á
comer y dormir , y ansí estuvo en Ñápeles hasta que se
embarcaron mas do cincuenta caballos ligeros y se bas-
tecieron las naos que estaban en el puerto , y después de
bastecidas se embarcaron en su nao llamada Mapreta , y
con otras ocho naos gruesas so vino á la isla de Caprí, é al
tiempo que allí llegó no eran venidas otras naos que de-
jaba con gente en Nápotes, y ansí estuvo dende sábado 20
de setiembre que se juntaron allí hasta treinta navios , y
este dia viernes estando toda la gente embarcada hizo
tanta fortuna de tramontana que hasta otro dia sábado
ninguno pudo salir ni entrar en las naos. En esta sazón
3vGooglc
580
Tino el mayordome del visorey de Mapolea en
una galera, y luego el conde se embarcó en
la mesma galera, y fué á Ñapóles, y otro día
volvió y dende se comenzó á sonar que de
cierto la gente iba á Bolonia^ y que el Papa
le daba al conde para su gente seis pagas, y
ansí estuvimos allí efpbarcados hasta el sába*
do 4 de octubre que nos hicimos ó la veta con
treinta navios y con seis mili hombres, y fui-
mos otro dia domingo ¿ surgir cuatro leguas
y media de Ñápeles a la isla de Próxíta , y
luego ese otre día estando allí vinieron cinco
naos caladas de gente y de bastimientos de
Ñápeles, y el coronel Camundio (aic) con ellos,
y entonces el conde otando que ninguno se de*
sembarcase ni saliese en tierra ; y estando allí
tunes y martes comenzó hacer mucho tiempo
de levante , tanto y tan grande que en estos
dos dias no podían entrar ni salir: luego lu-
nes seguiente vino npa galera de Ñipóles, y
el conde se embarcó en ella y fuá á Ñápeles,
luego otro dia se volvió . y ansí estuvimos has-
ta el miércoles, ocho del mes de otubre , y
con buen tiempo nos hecímos á la vela ; y este
mesmo dia nos volvió fortuna grande de mu-
chas grupadas de viento y agn^, y con esta
pena llegamos aquel mismo dia á la cibdad
de Gaeta, que es veinte teguas de Ñápeles, y
allí estuvo la gente toda en las naos sin des-
embarcar hasta viernes seguiente, que se con-
taron diez del dicho mes, y aquel din toda
\fi gente desembarcó y puestos en ordeoanzft
3vGooglc
581
cada coroDelía por sí, fueron aposentar legua y media
ó dos leguas de Gaeta, ¿ tres lugares llamados Hola.
Imola y Castellón ; y aquel mismo día Tínieron tantoí
de unos gusanos grandes de unas zancas y atas muy lar-
gas qae veniao de hacia do iba la gente, y eran (antas
y tan espesas que quitaban el sol, y turó el pasar de ea<
las hasta la noche, que fué mas de cinco horas, de lo cual
todos los de la misma tierra se maravillaban y decían que
nunca tal habían visto. T allegadas las gentes y dadas sus
posadas, los dias primeros sacaron muchos bastimienlos
de bizcocho y vino y otras vituallas que las naos llevabaq
pensando que íbamos á Berbería , y ansí esAivimos con
ración de aquel bizcocho y vino y carne hosta lunes 30
de otabre que hicieron reseña general de toda la gente
que había , y luego otro dia martes en la noche la mayor
'parte de la gente se amotinó, y ansí amotinados, juntos se
fueron á la posada del conde , y como el conde sintió el
ruido que traian, asomóse á la ventana de su posada, y
muy mansamente les dijo , que es lo qne querían , y en-.
tónces con mucho reposo le respondieron , que muy bien
sabía su señoría que habían andado con él por la mar y
por islas y en tierra do moros sirviéndole muy lealmente
sin ninguna paga ni socorro , antes quitándoles loa coro-
neles y capitanes lo que hahian habido , y agora, pues que
estaban destrozados , querían que los pagasen. Entonces el
conde viendo lo que decían ser justo, les respondió qne
por cierto si él había mandado hacer alarde el día antes,
era con intención de les pagar , por tanto que les rogaba
que no se pusiesen en hacer ninguna desorden , que él les .
daba su fé de otro día les hacer pagar, y ansí se hizo, que
tomada la nómina de la gente que cada coronel había ha-
llado en la reseña , daban á cada coronel tos dineros para
zecbyG00¿ílC
682
que cada uno pagase su gente, los cuales pagaron aunque
no tan enteramente que á muchos no dejaron sin ninguna
paga ; y de esta causa la gente quedó no muy contenta.
ansf porque no dieron mas de una paga de treinta carlies,
como por la mncba gente que quedó sin paga ; y ansí se
estovieron allí aposentados hasta martes veinte y ocho del
mes de octubre que la gente comenzó á salir, mayormente
de dos coronelías que se fueron á Ñápeles , porque no tes
habían pagado^ para que allá los pagase el visorey, y
toda la olra gente quedó allí hasta otro día que comenza-
ron á salir , y caminaron la vía de los Santos , que es un
lugar, sin Atber á donde iban , mas de cuanto decían que
habían de irá Roma, ó ausentarse por algunos días, y
con esta sospecha muchos ansí de los coroneles como de
los capitanes enviaban toda su fardaje por la mar á Bo-
ma , y ansimismo muchos de los soldados se iban dere-
chos á Roma ; mas el embnjador de España como supo
que dejaban el campo y se iban , les mandaba que luego
á la hora todos salgan de Roma y se vayan donde estaba
la gente . sino que hacia juramento de los hacer ahorcar
á todos ; y viendo esto la gente; se iban de Roma á do es*
taba todo el campo.
FIN DEL TOHO XXT.
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tNDIGE
DE LO CONTENIDO EN ESTE TOMO.
Heros (D- Martin de los)— Historia de Pedro
Navarro . conde de Olívelo , general de in-
fantería, marino é ingeniero 5
IVavarro (Pedro] — V. Heros (D. Martin de los)
— Historia de conde de Olívelo, ge-
neral de infaDteria , marino é ingeniero.
-• Su retrato y facsímile de su firma. ... 10
Dibujo de su sepulcro, que está en el convento de
Santa María to Nova de Ñapóles 400
Facsímile de una carta suya autógrafa 405
Documentos relativos á dicha Historia id.
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