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COLECCIÓN

DE DOCUMENTOS INÉDITOS

PiRA LA HISTORIA DB ESPAI^A.

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COLECCIÓN

PARA

LA HISTORIA DE ESPAÑA,

Individuos de la Academia de la Bistoría.

Tomo XXV.

MADRID.

IMPHENTA DE LA VI«DA DE CALERO.

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HISTORIA

CONDE PEDRO NAVARRO,

GENERiL DE INFANTERÍA , MARINA É INGENIERO, EN LOS REINADOS DE

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DOÜA mu T St HIJO DON (ARIOS.

Duetm Gallomm parrn ucutaa. CaplMn que tigoü el pinlda [rincéi. Su EriTtrio.

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SOV ISABTIH SE LOS BEBOS,

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Va ¡lastrada con documentos, con el retrata de Pedro Navarro y un facsliiiile de una carta saya aatúgrafa.

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ADVGRTENCU PRELIMINAR.

Hace muchos afios que puse fia á esta HUtoría del CoDde Pedro Navarro, comenzada en tierra 93- traSa. Un día qae por casaalídad hablé de ella en el palacio del Senado con mi compa&ero é ilustre ami- go el Señor Don Martin Fernandez de Navarrete, me dijo que el Seffor Don José de Vargas Ponce, Director que fué de la Academia de la Historia , se había ocupado del mismo asunto, y que me facili- taría el manuscrito. Me le entregó con efecto, y que el Señor Vargas habla llevado su obra hasta el fin ; pero dejando sin corregir la mayor parte de ella j en términos de no ser fácil comprenderla otro que el mismo autor. En cuanto á los escrito- res que conveniaD al objeto , así el Señor Vargas conao el que esto escribe , claro es que podrían ser los mismos, como Guiccíardiní , Jovio, Zurita, y entre los inéditos Gonzalo Fernandez de Oviedo,

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Pedro de Torres, etc. ; mas el Señor Vargas, que según parece escribió en 1810, tuvo á su disposi- ción la celebré Biblioteca de Don Luis de Salazar que, habiendo pasado intacta ála Nacional, noha- bia sufrido todavía los estravfos, y aun podemos añadir sustracciones posteriores, con su vuelta al monasterio de Monserrat en 1814, con su regreso á la Nacional en 1821 , su traslación al Monasterio otra vez en 1824, y su entrega á la de Cortes y vuelta á la de la Academia después de 1836. De aquí es que encontrando entre los documentos co- piados por el Señor Vargas algunos, que no existen en el día , aunque anotados en el índice de MM. SS. de la Biblioteca Nacional, se han indicado en sus respectivos lugares por lo que aclaran y aun confír- inan los hechos de que se trata. Por lo demás y sin- tiendo, como se debe sentir, que el Señor Vargas Ponce , pues que sobrevivió bastantes años todavía, no hubiese en sus dias llevado á cabo , á causa de sus persecuciones políticas tal vez, la orden de la Regencia de 13 de enero de 1814, para que se im- primiera asi su Vida de Pedro Navarro como la de Don Hugo de Moneada (1); si se comparase su ta- rea con la que hoy se publica, se vería sin duda su

(1) Torao 23, número t.* de esta Ooleccíon.

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superioridad en el eslilo ; la mayor importancia que como marino dio á las campañas marítimas de Na- varro. Tal cual es sin embargo nuestro trabajo, y no obstante que en el retiro de tantos anos no ha sido fácil enriquecerle con noticias relativas á los adelantamiento de nuestra infantería principalmente en la época de Pedro Navarro , sale á la luz pública á instancia de algún amigo; siquiera porque se sepa, qaien fué aquel hombre extraordinario, y para que en tiempos en que fueron desgraciadamente fre- cuentes las deserciones militares y políticas, se co- nozca cual era sobre los tornadizos, la opinión de nuestros antepasados. Yalmaseda 1.* de julio de 185^,

'íltttttiit De foi 9€eto4.

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HISTOHIA

PEDRO NAVARRO, CONDE DE OLIVETO,

SN EL BBIHO DE ÑAPÓLES.

rnilERA EFOQA.

Desde I4«0 i 1499.

Reprimidos por los muy esclarecidos Fernando é Isa^ bel aquellos bandos y nobles ambiciosos que , descono- ciendo el amor á la patria, perturbaron á Castilla y á laa tres provincias Vascongadas en los reinados , especial- mente de Juan II y de Enrique [V, entre la mucbedum-r bre de capitanes insignes y funcionaríos ilustres , que del vulgo ó de la mas modesta hidalguía salieron á dar gloria y poder á la renaciente España, aparece como en pri- mer término un aventurero llamado Pedro Navarro. Su historia que nos proponemos ordenar con lo que los na- cionales y mas los extranjeros admirados escribieron , no llamará tanto la atención por su valor y proezas «n la mar

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y cntiiina y dcbnjo de tierra, como porque su trágico fin, á pesar del alto lugar y reputación de que gozaba, nos confirma en que el patriotismo, aunque de reciente data, imponía ya deberes, cuyo desvio , aun mediando excusas tolerables, se castigaba con inflexible rigor.

A pesar de quo en su epitafio le llamaron cántabro ; de que el obispo c historiador Paulo Jovio que le cono- ció y trató familiarmente dijo en su elogio, refiriéndo»e á lo que él mismo le contó, que según costumbre de la Cantabria, anduvo algún tiempo embarcado (1): que Gaspar de Baeza, traduciendo ese elogio no muchos años después de escrito, puso Vizcaya por Cantabria (2) : que el caballero Brantome, á quien debemos la publicación de su epitafio y su traducción en francos, empleó la pa- labra vizcaíno por cántabro, habieiido conocido en Ñá- peles algunos militares quo alcanzaron á Navarro (3): que éste en la correspondencia con el Rey Católico se ti- tulaba su /iel vasallo ( 4) ; y que prescindiendo de lo que mas adelante apuntaremos, no estando el reino de Na-

(1) Pauli Jovii, etc. Elogia virontm betliea virtut» Ulualrium,

lib. 6. P«lriM Navarnu familiariter miiem nobit cognitus {ut

ipM dicebatj navali disciplinre, u( in Cantabria moris tit, i«se ati- quamdiu dedil,

(2) Elogios ó vidas breves de los caballeros antiguos y moder- nos etc. Traducidos por el liceociado Gaspar de Baeza. Granada 1568, pág. 164. A Pedro Navarro cmociio familiarmente y de- clame que como es uso en Viieaya se diá algunos dias á andar por la mar. Según D. Nicolás Antonio, Baeza, qae en 1 562 habia ya tra- ducido y publicado en Salamanca )a {.* y 2.* parlo de las Histo- rias de Jovio , murió de 30 años.

(3) Brantome , Vies det Grandi Capitaines etrangert et frangoii, D. Pedro da Navarre. Ossibus et memoriie Petri Navarri Cantabri Aux os el á la memoire de D. Pedro de Navarre Biscain,

(4) Véase el Documento núm. I.

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varra uoido todavía á los demás de España , cuando Na- rarro mandaba sus ejércitos y armadas, no parece razo- nable que á un extranjero se connáran cargos tan impor- tantes, no faltando nacionales muy aptos para llenarlos; prevalece la opinión de que verdaderamente fué navarro. El mas respetable testimonio que para esto hemos encontrado es el del capitán Gonzalo Fernandez de Ovie- do. Tratando este muy apreciable escritor de las empre- sas y valor de su contemporáneo Pedro Navarro, cuenta en sus Quincuagenas, hasta el dia no publicadas por la imprenta, haber sido navarro por su nacimiento é hijo de un hidalgo llamado Pedro de Roncal que él conoció (i ). Quizás de aquí derivase decir el historiador de Carlos V y obispo de Pamplona Seftor Sandoval y otros escritores del siglo XVlI, que nuestro conde no soto se llamaba Pedro de Roncal , sino que habia nacido en el vallo de . su apellido en Navarra (2); adelantándose los genealo- gislas en aquel siglo y los analistas navarros en el si- guiente á dar por cosa cierta y sentada que nació en la viUita de Carde, una de las siete que constituyen la reu- nión ó comunidad del valle de Roncal ; que su verdadero nombre era Pedro de Yerelerra , que en vascuence sig- niñea clérigo y que su descendencia al tiempo en que es- cribían se conservaba en el poseedor de la casa de aquel apellido (3).

(1) Quinquagma 1.' Eítancia 39. p&g. 9í. HS. en la Bibliote- ca nacional.

(S) Sandoval, Historia de Carlos V, tomo 2, líb. 17, § 20. García de Góngora, Historia apologética y Deseripcion del reino de Navarra, liK 2, cap. 3, §2, pág. 14, v.

(3) Aleson , continuador de los Annales de Navarra del P. Mo- rel, lib. 35, cap. 13, § 2, mira. 6, pág. 177. Elizondo, Epitome de los Annalet, lib. k, cap, 6, pág. 615.

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Í4 Es probable que las memorias y escritos calificados

do aulénlicos por los mencionados analistas , que en ellos croian encontrar la fe necesaria en este punto , no sean por ventura una genealogía de los dos apellidos de Navarro y Verelerra , que se lee en la Hisloria del Cole- gio viejo de San Bartolomé de Salamanca. Eo ella, y con el empeño que se advierte de que, contra el espíritu del caritativo y benemérito fundador , brillen mas los cole- giales por su alcurnia que por sus letras, se cuenta que D. Diego Antonio Navarro.de Vereterra, recibido colegial en 8 de diciembre de 1685, era sexto nieto de D. Juan Sanz de Vereterra, hermano tercero de nuestro conde Pedro Navarro. Estos dos hermanos se quiere que fueran hijos de Pedro Suarez de Vereterra , Coronel ó Almirante del valle de Roncal, nietos de Sancho Roncal de Vere- terra y biznietos de Pedro Sanz de Vereterra y de Doña Catalina López Urriqui , tjue por los años de 127i vi- . vian en el lugar de Carde en Roncal ; y como ya tanta antigüedad no bastara para ennoblecer no digamos á un colegial que comenzaba carrera ni aun á nuestro con* de , cuyo esfuerzo fué tan grande , sino á muchos magna- tes y Príncipes ; todavía el genealogísta y el crédulo his- toriador del colegio remontaron la ascendencia del cole- gial basta Garci Sánchez de Vereterra, que acaudillando á la gente roncalesa hacia el año de 785 , venció en Olast al Bey moro de Córdoba Abderraman , que trataba de penetrar en la Galia gótica , y perdió en la tentativa su cabeza (i).

(i) Historia rfet CoUgio vitjo da San Bartolomé por D. Fian- cisco Buiz de Vergara , aumeouda por e) marquéG de Alveotos. Madrid, 1766, tomo 2.% núm. 100, pág. 519 y 524.

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15 Para ser iloatre la familia de los marqueses de Gazta* naga, á la que parece pertenecer esla genealogía , no ne- cesita mendigar Falsos timbres tan antiguos, cuando tos tiene muy propios y muy seguros. Nada diremos de su poco justificado enlace con el conde Pedro Navarro , por- que no es posible justificarle cuando el mismo conde y su padre le rechazan. Ni aun el menor indicio apareció hasta el dia de que hubiesen usado alguna vez del apellido de Vereterra ; y lo que el genealc^isia añade acerca de que Garci Sánchez de Vereleira después del suceso de Olast agregó á los doa ptnoi sobre doa rocas de sus armas una cabeza alusiva á la de Abderroman , al paso que sirve para probar la Falsedad de la genealogfa con la falsedad de los sucesos y de las circunstancias en que se apoya, nos sirve también de prueba de que Pedro Navarro no tuvo el apellido de Vereterra, pues desconoció entera- mente sus armas. Aun cuando la batalla de Olast suce- diera, que ni está probado ni es tampoco fácil de asegu- rar que en el siglo VIII y en Roncal , ó sea en lo mas ás- pero y encrespado de los Pirineos navarros, ocurriera una batalla» fué sin duda muy posterior al tiempo en que se supone. Tan doctamente como acostumbra lo demostró el Mtro. Risco en su Va$c<mia contra el P. Uoret (1 ), á quien sigue el genealogista ; y no habiéndose comenzado á usar en Navarra las armas y los blasones, según el mis- mo analista , sino unos quinientos años antes de que él escribiera sus Investigaciones históricas , en que lo in- dica (2); ya el suceso de Olast Fuera en 785 como pre-

(1 ) Etpaaa sagrada, tomo 32, cap. 16, pág. 36i y sig. (2] Ed el lib. 3, cap. § 2, habiendo sido impresas en el lo de 1665.

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tende, ó bien en 9G1 como señala el Miro. Risco, en ninguno de los dos casos aparece que se usaran armas cii Tíavnrra. En cuanto á nuestro conde, referiremos mns adelante que por no conocerlas ni tenerlas , pidió á Paulo Jovio que le arreglara y compusiera una empresa ó divisa alusiva á sus hazañas.

No habiendo mar en Roncal y creyendo tal vez los escri- tores que refutamos, que el oficio de marinero, y marinero en Vizcaya, país tan noble com«Roncal(l), no era tan hon- roso como el de labriego en aquel valle, cuentan que can- sado Pedro Navarro de labrar sus propias heredades y con- ducir sus ganados como lo practicaban los demás ronca- leses, todo lo abaiiddnó para mejorar de suerte. El viaje sin embargo no fué largo ai á ningún estado ó gran me- trópoli ocasionada á enriquecerse con el tráfico ó con cl ingenio, sino á la modesta villa y boy ciudad de San- güesa, cabeza de la merindad á que también pertenecía Roncal. Un dia en que por no haber hallado ocupación, se paseaba ocioso por su puente, refieren los mismos escri- tores, que encontrándole unos mercaderes genoveses, que regresaban á su patria , y prendados del buen modo y'des- pejo con que, preguntándole por la posada los guió á ella y sirvió, mientras permanecieron en Sangüesa, le admitie- ron en su compañía y le llevaron á Genova. Allí siguen, con que, según unos, sentó plaza de soldado de marina en un corsario , y conociéndole natural de Navarra , comen- zaron á llamarle Navarro, y según otros se hizo merca-

(|| Acerca de la iofanzoata ó hidalguía que de resultas de la balulla de Olasl concedió el rey de Navarra Forlun García á loa ron- caleses y lo que era la nobleza en aquel reino , Téanse los artículos Hidalguía y R-mcal del Diccionirio de las antigüedades de Na van a del Sr, Yaiíguns.

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der negociando con tas presas que tomaba, y en su mayor parte eran, como entonces se usaba, de moros (i).

EUta narración propensa como se á atenuar la hu- milde condición en que Navarro nació, y sobre todo sus atrocidades, cunndo fué roas bien pirata que eorsario, no guarda conformidad ni con lo que escribió Gonzalo de Oviedo , ni con lo que el mismo Navarro contó á Paulo Jo- vio. El primero dice , que desde muchacho sirvió al mar- qués de Cotron, caballero del reino de Ñapóles, y que des- pués de cogido et marqués por las turcos , anduvo en las correrías que en su lugar rcrcrirómos (2); y el segundo feGereque, habiendo algún tiempo navegado j^or los ma- res de Vizcaya, enfadado de aquella vida se fué á Italia, en donde pudo acomodarse de mozo de espuela (de pala- frenero dicen otros) del Cardenal Joan de Aragón (¡í).

(I ) Aleson , coDtiDuador de Horet , ea los Annatas de Navarra, tomo 6. lib. 3S, cap. li, %. 2, núra. 6.

(8) QniuqnageDB l.'EsUncia 39.

(3) Elogia etc.... ul Jaamii Aragonis Cardinali á peáilibut terviret. Baeza, ibi, pAg. \&^. Lope Garcia de Salaiar, que escribió su Bleanandaiitas y Fvriunai hacia el año de 1 470 , IrdUudo De laCasaé linage de Davalot é de m crecida é de su caída, dice "que el linaje de Üávalos eraa del reino de Navarra é de estos vino en CastilU UD fijodalgo mancebo áú XVI años que llamaban R.* Da- vales, que fué mozo de espuela del rey D. Enrique Ul de este nombre é deepacA ^fué page , ¿después camarero,... i fué Condestable.'' So vd pues que laii bajo empleo era bien propenso á subir muy alto y laiubien á morir en desgracia como le succiJió al Conilestiible Itai López Davalo», desterrado en Valencia en lí28.— V, Generaciones y Semblamos de Fernán Peres de Gnzman al fio de la Crvnica de Jua:i Jl. Segnn el misuio Gonzalo Fernandez de Oviedo, citado por rl Sr. Clenieacin en las Ilustraciones al Elogio de la Reina Doña Isabel, pág. 188, la primera guardia que tuvo el Itey Católico, la joDtó el capi^Q Gonzalo de Ayora, tomándola de los mozos de es- paelat de los caballeros cortesanos.

Tomo XXV. '1 .;

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i485. Fué este cardenal hijo del Rey D. Fernando I de Ñapóles y de Isabel de Glaramonte. Murió en Roma con sospechas de envenenado en octubre de i 485, sin (ener apenas veinte y un años (1). Do sus resullas quedando nues- tro Navarro desocupado , y pareciéndole mal el ocio de aquella corte, prosigue su amigo iovio, qne se fué á tomar partido en la guerra de Laca 6 Lunigiana (2] : de suerte que, atendida la robustez que necesitaba para acompañar como espuelista , ó ya fuera á pié ó á caballo al cardenal cuando cabalgaba , y el esfuerzo que luego comenzó á mostrar en la guerra Lunigiana , no parece exagerado re- putarle entonces como de veinte y cinco años, y que pudo por lo tanto nacer hacia el de i460.

Si en nuestras provincias Vascongadas, hoy tan pobla* das y apacibles, y si en medio de sus pobres y ásperas montañas, los bandos de Gamboa y Oñez por mandar en tan corto y miserable recinto, derramaban entonces la sangre á torrentes y combatían en batallas ordenadas, sin que hubiera reunión pública con cualquiera objeto que fuese , ó bien de familia y parientes por boda , entierro ó misa nueva , que no acabase en desafío y pelea con loa del linaje contrario y su bando, ¿qué no sucedería en aquel siglo y en esa hermosa Italia llamada por la natu- raleza á ser politicamente una , y constantemente con- trariada por intereses eitraños , y loque espeor, y todavía continúa, por los mismos italianos? Repartida entonces en multitud de pequeños estados y repúblicas, celosos todos unos de otros y aspirando á dominarse ; y divididos á su

(1) Haratori, Annall d^Ilalia, tom. 9, pág. 549, sn. 1UI&. Alphonsi Giaeoníi , Viite et res gesta Pontificum el Cardinalium at Augusto Oldoina S. J. reeogniía, \om. 3, pAg. 70.

(3) JoTÍo y Baeza ibi.

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Tez en bandos ó facciones interiores afiliadas las de güelfos y glbelinos, que era el nombre de tas principales, en nada sus insensatos hijos seguían ni se asemejaban á los antiguos romanos sus progenitores, sino en llamar bár- baros á los que no eran italianos. En todo pensaban en- medio de sus adelantamientos en las artes y en las letras, menos en que asi como la república romana dominó con la unión y el patriotismo al mundo, y los extraños y bár- baros acabaron con el imperio desunido , así también su- cumbirían ellos , pasándose siglos como ha sucedido y to- davía sucede en España , antes de que el poder de la naturaleza , no obstante Id superioridad de su fuerza sobre el de la política , los restituya á la uninacionalidad que con los montes y los mares les tiene señalada.

En aquella confusión , y al tiempo de morir e) carde- nal de Aragón , se distinguían en Italia por la cruda guer- ra que se hacían en la Lunigiana ó campos de Luca las dos repúblicas de Florencia y Genova. Había comenzado en el año de 1484 por disputarse ambas repúblicas la po- sesión de la ciudad de Serezana , que sin razón ni motivo fundado babia vendido á los florenlines Agustín Fulgosío, genovéa (1). Pero lo que con mas ardor se disputaba era e! castillo de Serezanello , que para sujetar á los de Sere- zana babia en otro tiempo levantado sobre una peña muy inmediata á la ciudad el famoso Castruccio Caslracani que, pasando de mancebo de mercader á soldado, llegó

(1) Ubcrli Folleto Geimentium Húloría ele. Ínter Antiquita- rum /ío/ifE scriptores , lib. Xl.pag. 561. Eoannoqai fuít hujus

sseculi oclagesimiis quartus bellum ínter GeDuenacs et FIü-

reDtinos in agro Luoeusi orluiii tist.... causa i|U« boc bellnm con- fíiTitSergiananrbs fuit quain Augustinuí Fulgosíus, iacoiisulla ra- lioae floreatinis Tendíderat.

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con su valor y Jilígfincia á ser Príncipe de-Laca- y^de la Luniginna (i ). *

1486. Inocencio VIH que, como sus predecesores en el ponliGcado, aspiraba á dominarla Italia, mediando en- tre las dos repúblicas en 1 486 , logró introducir la paz en ellas. Las basüs Tueron , que los florenlincé cnlrcgarian Serezana y Sereíanello á los genoveses en cambio de Píe- Ira santa que estos les habian tomado. En cuanto á la res- titución de Serezana ningún reparo opusieron los floren' Unes : mostráronse por lo contrario muy eficaces en cum- plirla , empleando pura la de Serezanello tanta astucia y lentitud qne al fin paró en resistencia. Atribuyóla alguno á sugestión del papa Inocencio, altamente ofendido de los genoveses, por el subido interés á que, desconfiando de el , le prestaron cierta cantidad que !e urjta (2) ; pero pa- rece mas cierto, y los sucesos así lo probaron , que los tío- rentines no queri&n desprenderse del castillo, esperanza* dos en que desde él no tardarían en recobrar á Serezana.

i487. Aprestaron con este fln y desde principios de 1487 cuanto juzgaban necesario. Los genoveses que lo su- pieron, ordenaron á Juan Luis Fiesco y á su gente quo pu- sieran cerco á Serezanello. Sin descuidarse los Horcnlines trataron de disputarlo ; y tan resuello y afortunado andu- vo el conde de Pitigliano, su general , que enconirundo en 15 de abril á los genoveses, los venció en batalla cam- pal, prendió á su general Fiesco, y descercaron á Sereza- ncl lo : amedrentados con lo cual los que defendían á Serezana, al ver que los florentines se preparaban para

(1 } Jovio en las Bislorias de su liempo y en el elogio de Chs- trnccio. Nicolás Machiavelli vn su vida que Jovie dice haber es- crito con poca exactitud.

(3) Vberius Folíela ibi.

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SI

UD asalto geooral , enarbolaron bandera blanca el 22 de junio, y entregaron por capitiflacion la plaza (i).

Hemos entrado en estos pormenores porque en esa guerra de Luca 6 Lunigiana y en las empresas de Seré- zaúa y Serezanello convienen los italianos mas fidedig- nos en que militó Pedro Navarro como simple peón ó sol- dado de inrantería, aunque diGercn en tas banderas que siguió. Paulo Jovio su amigo , y por eso muy digno de fe, da por sentado que estuvo con los florentines , cuyo ge- neral Pedro Montano ó del Monte no le dio al princi- pio mas de treinta reales mensuales, basta que viendo cuanto excedia á los demás soldados en capacidad y en las obras de ingenio que ejecutaba , especialmente abrien- do minas y henchiéndolas de pólvora, le dobló al cabo de algunos meses la paga (2). Guicciardini por lo contrarío asegura que seguia á tos genoveses , y que con etlos mi- litaba como infante particular, según algunos le afirma- ron al cercar en 1487 la peña de Serezanello guarda- da por los florentines ; contra la cual, aunque aplicó sus minas, que por primera vez se usaron entonces en Italia, apenas produjo efecto la explosión por no haberse exca- vado lo suficiente en la peña para llegar hasta detiajo de las murallas, y quedó por lo tanto abandonada esa inven- cicKi hasta mas adelante (3).

0) Uaratori, ibi, pj^. 553 y 555.

(2) Paulo Jotío en su Elogio y Baña ea la tradaccion pooe rea- Jes por liíialit dtnariis.

(3) Gnicciardini, htoria if Italia, edición de 1563 en Venecia, lib. 6, pág. 150, tralando de las mioas qne Navarro cmpteó eo 1503 contra los caslillos de N6po1es ¡ la tfuale spreie (ftipugnalio- ne era Uata la prima volla aaata in Italia tía GcHoveii coi quali te-

tonda eke affermami aleuni, militaba per f ante prívalo Pietro Na- varra quando l'aiuM 1487 i'aeeamparono Ma Racta de Strezúiullo

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Sin decirnos de donde lo iomaron los aoalislas de Navarra , sostienen que nuestro conde aodaba con los ge- novases, á quienes acompañó eri el socorro que enviaron á los florenlioes en la guerra que tenían con los písanos. Ed el sitio que entonces pusieron á Pisa, refieren, haber sido en donde observando Navarro el poco lino con qtie dirigían las minas, que entonces comenzaban á usarse, et ingeniero encargado de ellas, se ofreció á prepar&r otras que hicieran mayor estrago , y habiéndolo conseguido muy pronto , mereció su obra tanta admiración como aplauso. La brecha que de la eaplosion resultó concluyen con que fué tan capaz y practicable para el asalto , que los sitia- dos al ver que todo estaba ordenado para él se rindieron por capitulación (1); mas como la guerra entre florenti- nes y písanos , á que parece que aluden , y el sitio consi-- guiente á ella solo tuvieron lugar en los años de 1496 y 1499. cuando Navarro, como veremos, andaba en empre- sas de otro carácter , no merece tomarse en coenta la re- lación de los que se tenían por sus paisanos (2).

Mas grave sin duda alguna en lo que coneieme á nues^ tro minador, es la autoridad de so contemporáneo Her- nando del Pulgar. En el año de 1487 y casi en los mismos din^ en que, según los italianoa poco citados, vencieron los florentinos á lo» genoveses y se apoderaron

Umita da i Fiorenlim', ove con una cncn m iÍmitmod« mpersoito parte áe la muraglia, ma non €onq¡ii$tando. la recta per enere la tníita penelrata tanto sollo i fondamenti del muro, guanta era neterssa—. rio, non fu lequitaio per allora le essempio di ipiesta cosa.

(1) Aleson, Anuales de Navarra, tooi. 5, parte 2, tifa. 16, cap. S, núm. 2.

(2) Haratori, Annali d'IiaUa, ibi, pdf;. 58T, aii. de 1496, y pig. 597 , en. ] i99, en cayo día t.* de ngesto djice ^ac el gv neral (lorentin puso sitio i Píei.

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luego de SerezDna. nos cuenta aquel testigo de vista y dís* tinguido cronista de los Reyes Católicos , que se rindió á estos en 27 de abril la ciudad de Velez-Málaga. y algu- nos dias después el fuerte casUllo de Bentomiz, en que pusieron por alcaide á Pedro Navarro (1). Y para conflr- mamos el diligente historiador Esteban de Garibay en que fué el mismo aventurero Navarro, cuya vida escribimos, al referir el mismo acontecimiento que Pulgar, le da el título de capitón , y añade que de pobre mozo qae se platicaba por tradición haber tido marinero , aunque hidalgo, vino dtspuea á Beñalarte tanto ^ue mhió á Conde (2).

Si llama la atención que un escritor tan entendido en las cosas de Navarra como lo fué Garibay , y que debió si no alcanzar, á lo menos oir y tratar á los que alcanzaron y trataron á Navarro , no solo le tenga por guipuzcoano ó vizcaíno , sino que le represente como Pulgar , peleando contra los moros de Granada ; no la llama menos , que dos muy esclarecidos críticos y académicos , en este siglo y en el pasado , ninguna mención hicieran de acontecimien- to tan notable. Ni el Sr. Glemeacin en su ms^nífico Elo- gio de la reina Doña Isabel , se acuerda de Navarro ni de ■US minas , no obstante haber consagrado una Ilustración entera de su Elogio á señalar los adelantamientos del arte militar en aquel reinado (3) ; ni el Sr. D. Vicente de los Ríos en su precioso Discurso sobre los ilustres artilleros españoles desde los Reyes Catátteos á su tiempo, aunque

(O Crónica áelos Rexes Calólleos etc. Zmh^ozí , 196?. Parte 3, cap. 70 y 73.

(S) Garibay, Compendio hiuorial, Amberes, 1571, tom, 2, ca- pitulo 31, pig. U34 y lib. 19, cap. 16, pág. 1245.

(3) Mtmoriat de la Academia de la Hiiioria, l<)ma6. Ilustra- ción 6, pág. 167.

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atribuye constantemente á Pedro Navarro la itiTencion de laa minas contra tas plazas de guerra, se acuerda de las (|ue se usaron contra la de Mñlaga en el mismo año . de 1487 eii que se rindió Á 18 de agosto (1). Ambos es' critores sin embargo hablan leido y releído como lo prue- ban sus escritos, la Crónica de Pulgar y enterádose no solo de que Navarro fué alcaidü de Bentomiz por el Rey Católico, stQO de que éste mandó cercar á Málaga, minar- la por cuatro partes; siendo tanto lo que minaron los cristianos y contraminaron los moros desde el punto que to sintieron, que encotitrándose debajo de tierra, el mis- mo Pulgar reQere, que peleabpn y se herían con las lan- zas y las espadas (2).

Es por cierto muy de sentir que el Sr. Bios tan hábil en la critica (3) como en la tormentaria, no tratara de investigar si realmente nuestro Pedro Navarro fué alcaide de Bentomiz en el año en que, según los escritores italia- nos, asedió con los florenlines ó genovescs á Serezana y Serezanello, y si entre las minas abiertas contra Málaga, no las hubo por ventura de la^ que cargándose con pól- vora y rebentando , asombraron entonces por primera vez en Italia. Quizás le apartase de lo primero haber obser- vado que Pulgar ni antes ni después de lo de Bentomiz, mencionó para nada á Navarro, y que tampoco se acordó de él ni le aludió el Cura de los Palacios en su Historia de los Reyes Católicos no publicada todavía. Quizás le preo- cupase también tener á Navarro por róñenles y vertladera-

(1) Ibidem, tomo í. Parle 3, del Discurso, ariic. 1.* (S) Crónica, ibi, cap. 62 y 85. De ias peleat que pasaron en lat minas etc.

(3) Véase sn bello Discurso preliminar á la edición del D, Qui- jote, por la Real Academia Española.

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meDlé nacido en Navarra, de cuyo reino, no incorporado todavía con los de Castilla y Aragón, no aparece haber asistido otro á la empresa de Velez-Málaga , sino D. Fe- lipe de Aragón y Navurra, bastardo del difunto Principe de Viana , y sobrino por lo tanto del Rey Católico ; mas en lo tocante á las minas mediaban otras razones. Pulgar tra- tando de una de las abiertas en Málaga, cuenta con su habitual exactitud , que asi que los moros la vieron derri- bada, "cobraron tanto esfuerzo que pensaron cometer pelea por todas partes á 6n de quemar é derribar las otros minas é armaron sus albatozas é rornesciéronlas >de gentes é de tiro» de pólvora {\):" lo cual dejando aparte tantos maestros de fabricarla así como la artillería, tantos ingenieros y artífices como acudieron , y tantas y tan nuevas invenciones, como el mismo Pulgar rcliere que se practicaron en la guerra de Granada (2) , bien po- dían haber despertado la atención de algún militar enten- dido, para que comparándolas qon Ins atribuidas á Na- varro, supiéramos si en lo que especialmente toen á las minas, no fué mas bien un perfeccionadorque un inven- tor de lo que ya se conocía en España.

Esta investigación acaso hubiera conducido á conocer el distrito en que tuvo eso principio, y tal vez el en que nació Navarro. Entre las gentes que , llamadas sogim eos* lumbre de otros afios á la guerra de Granada , acudieron en el de 1487 á la conquista de Velez-Málaga y Málaga, las hubo de Vizcaya y sus Encartaciones (5) . Eran estas por

(1) CrÓQÍca, ibi, cap. 85, y Nebrija queeola suyalalioa le si- gue esaclamente.

(2) Ibid. cap. ki j 46.

(3) Colección de Cédulas, Carlas-patentes etc., concernientes á las ProTÍiicias Vascongadas impresas de Real orden en 1828, lom. t.

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ventura entonces la única comarca de España, en cuyos pueblos cercanos á la costa podía un solo individuo, como hoy todavía sucede , alternar en los dos oGcios de mina- dor, extrayendo la mina de hierro del Tamoso monte de Somorrostro. situado por Plinio en la Cantabria, y de navegante ó marinero transportándola por mar á los puer- tos y ferren'as de las provincias de Santander y Asturias, y de Guipúzcoa. Bayona y tierra de Labort (i).

Gomo no creemos que Navarro , si nació y fué labriego en Roncal , por mucho in^nlo que tuviera y le concede- mos , recibiese por ciencia infusa la pericia en el navegar, en trazar y delinear fortalezas y en rendirlas con tas mi- nas ; hemos siempre propendido á que nació en las En- cartaciones de Vizcaya , y tuvo educación algo mas esme- rada de la que se refiere. De este modo y mas recordando que las tres provincias Vascongadas, después de reprimí* dos los bandos , se transformaron en un país belicoso y en un activo arsenal de donde así salían distinguidos oGciales de mar y tierra y naves, artillería, pólvora, lanzas, pa- vesos y todo género de armas para asegurar nuestras cos- tas y las fortalezas de Sicilia (2) , como corsarios , piratas

pág. 16^. Garla de los Reyes de 27 de Agoslo en Miilaga, maadan- do pagar enlreotrus íJuanJeAedo, vecino de Vaimnseda , lo qae habían addanlado á la gente de á pie, ballesteros y lanceros de Vizcaya y las Encartaciones , por los días que además de los cíenlo porque snlieroo de sus casas pagadas por los concejos, se dela- vieron sin duda hasta conquistar aquella ciudad.

(1) Ibid. pég. V7 y IIÜ. Cartas de los mismos Reyes de 18 de julio de 1i75 y 23 de marzo de 4&87, permitiendo á Pedro de Sa- Iszatfu vasallo, por los servicios que lea babia hecho en la guerra contra Portugal, extraer la vena de Somorrostro para San Juan de Luz , Bayona y tierra de Laborte , y que se pudiera extraer libre- mente.

(2) Esta transformación de las provincias se deduce de muchas

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27 y aventureros , que'algnna vez castigaron los Reyes ; nos es lícito inferir que Navarro fué uno de ellos y nació en Vizcaya, Por cántabro hemos ya visto que le tuvieron sus contemporáneos , y que los que Íes sucedieron , dieron á esa denominación latina la vulgar de vizcaino. En lo antí* guo como en el dia , en el cómun de Aragón , á tos naci- dos de las tres provincias Vascongadas se los suele desig- nar con el nombre de navarros. Participando Paulo Jovio de esa vulgaridad que hubo de llegar á Itnlia mediante su trato y roce frecuente con Us gentes de Aragón, no debe causar novedad que alguna vez en sus escritos llamara Reyes de Cantabria á los de Navarra , mayormente si se atiende á que Pedro Mártir hacia lo mismo . residiendo

BMiles provisioDcs que se encuentran recopiladas ea U Colección qne dejamos citada. Por una de 16 de diciembre de 1480 aparece qne los Reyes Caldlicos mandaron acopiar armas para proveer laa fortalezas de Sicilia y la armada contra el turco, y que en Us fer- rerias de Álava, Guipúzcoa y Vizcaya las labrasen dejando toda labor. Por otra de URS se mandó á la Janta de Guipúicoa, vista U habilidad de la geale de aquella provincia, que preparase naves con- tra los moros de Granada. Por otras de 18 de marzo de 1486 y 2i de julio de 1487, se mandó pagar á unos corsarias guipaicoaiios los robos y costas qae habían hecho á nnos mercaderes bretones, y prohibiéodoles el corso & loa armadores de la misma provincia, mientras no dieran Ganzas en los puertos de que salían, de respetar las alíanzHS y amistades de la Corona. Por otras en fm de 22 de se- tiembre , 29 de noviembre de 1488 y %0 de enero de 1489, se man- da fabricar srtiUeria en Vizcaya y Guipúzcoa, ayudará Maestre-Xi- mon y & Garcia de Orejón, vecinos de Santander, con carbón, l»^ Ba, acémilas y posadas mientras la fabricaban y para transportarlas lombardas y otras armas hasla los puertos en donde ae hubiesea de embarcar para Sicilia, y para que con el mismo destino y pre- ferencia á cualquiera otra obligación y contrato se fabricase en laa tres provincias cierta cantidad de cerbatanas, espingardas, lanzas, balleslaa, saetas, corazas, celadas, capacetes, barnotes, paveses y otras ormas.

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<le muy otras en E^pañn (1 ). Da suerte que, prescindiendo de si Pulgar al publicar la Crónica piucho después del su- ceso do Bentomiz , designó á Navarro con el nombre que eulónces le daban ; si juntnmos á tantos antecedentes el de que mas adelante le bemos de ver acompañado de un presbítero llamado Taramona; podremos insistir en que siendo ese nombre el de un lugar de las Encartaciones en el concejo de Gatdames, era sin duda paisano de Navarro, y éste por lo tanto cncartiido.

Mas ya lo fuese ó roncales, ó bien navarro ó vizcaíno, BU nacimiento en nuestro sentirla ningún pueblo ennoble- ce. Hombre sin ide.is de patria y que á lodos vendía su sangre, nada bace dudar tanto de quo estuviera en VeteZ' Málaga , como no verle participar del espíritu nacional y caballeroso que como á porfía mostraron los capitanes que militaron en la guerra de Granada. Pasando, como ya re- ferimos , de cspuelista do un cardenal á infante aventu- rero en la guerra Lunigiana ; tomada Serezana por los flo- rentines, nos cuenta su amigo Jovio que se lanzó otra vez á an.lar por la mar, dándose al corso contra los corsarios ó pirarlas africanos ("2].

Era este ofício lucroso entóneos y mirado ul parecer sin prevención. Emprendíase con apariencias do religiony bajo pretexto de perseguir á los turcos; y de tal modo lo practicó Navarro, ya tomándoles sus navios, ya dcsembar-

(0 V. catre otras epístolas He Pedro Márlirla 215 del libro 3, escrila en 1 Í99 . ea que dice Lerini Camei Navarra qua in Cania- iris est comeitn&llls.

(2) Jovio en su Elogio: Ferum Strgiano oppitlo á FtoreMmt m poíesiafem redado, iurum mariiima exerdiaiionis muñera eample- xtu, multa litloiibut A/rita, Puniát preedonibut infeilutt dttri-

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criDtlo en las playas afrícnnas, que de sus resultas se ha escrito que le apellidnroo Roncal el salteador (1) ; sobre- nombre que si el estado social de entonces llegó ñ tenerle por honroiú, el nuestro por mas que le vituperen, no de- jaría de mirarle con horror.

Muchos &ti09 posó Navarro en tan terrible ejercicio. Paulo Jovio ó avergonzado de sm horrores, aunque no de- bian escandalizarle entonces, 6 por que él no quiso con- társelos, no desciende ó sus pormenores. Los contempo- ráneos sin embargo, cuentan algunos atentados suyos que no fueron contra los turcos que , siendo genei'alincnte odiados, ya se infiere como los tratarla, sino contra cristia- nos aliados y en buena unión con los españoles. Entre los hombres señalados que en aquel tiempo nos dicen haber* se dado al corso , uno de los mas distinguidos por su na- cimiento y estado fué D. Antonio de Centellas , vulenciano de sangre ilustre, y solo parecido á Navarro y á su pai- sano Menaldn Guerra (2) > en el desdichado Gd que tuvo. Por su muger era marqués de Cotron ó Gotrone , ciudad

(4) Rio», Disearso, pig. 45.

(2) La osadía de Henaldo Guerra , navarro seftuD unos , y viz- caíno según el Iraüuclor de la Vida del Gran Capitnn, escrila en !»• lia, llegó en H97 al punto ile sorprender el castillo de Ostia i la emtioradnra del Tiber, sin permitir que por el rio subieran vive- res i Roiua. Tenia aterrada aquella ciuduil y sos cercaolas , y ha- biénduse burlado de cuanta gente envió contra él Alejandro VI, fué e) Gran Capitán con la suya á combatirle , y habiéndole rendido le entró en Roma alado y montado en an caballa iietjro. Tomasa i'oslo: DeiCompem/io <Íelia Isloria riel ityiio de Nopoli de Paatfotfo Collc- naeaoac. in fenefía. 16|». lib. 8 . pág. 381. Jtítnaldo Guerra de f\'avarra,/anioio pirata, ele. Zurita, tomo 5, lib. 3, del rey D, Fer- nando, cap. 1, pAg. 116, aSu de 1497 ; pero ie llama Uenaul de Gaerri, y aHade qne el Gran Capitán asegnró |a vida A todos los veBcidos. El poeta Cantalicio le llama fraucrs en sus verüos.

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marítima de Ñapóles ; y ambicioso é inconslaote , tiabiéD- doae en las guerras de aquél reÍQO declarado unns veces por los barones anjoinos ó franceses y otras por los arago- neses y españoles , resentido de que estos no le admitie- ran en la tregua que con aquellos concertaron en 1497, se declaró por la Francia y alzó banderas por ella. Ter- minada la guerra , y expulsados de Ñapóles los franceses , el Gran Capitán retuvo como en depósito y para la segu- ridad del reino seis plazas importantes de la Calabria, que guarneció fuertemente , y entre ellas la de Cotron. Vién- dose entonces et marqués vencido y privado de su estado, se entregó al corso y piratería contra los turcos, que. cautivándole al fin, le llevaron á Conslanlinopla, en donde murió degollado (1).

A ser cierto, como González Fernandez de Oviedo es- cribió , que Pedro Navarro desde mucbacbo sirvió al uaar- qucs de Cotron. atribuirian á esa causa la protección que le dispensaron tanto el marqués como su familia. Los historiadores no la indican , y solo sabemos por Pedro Bombo, á quien en su tiempo veremos en correspondencia epistolar con Navarro , que noticioso el Senado veneciano de que los de Cotron acogían á aquel pirata, á quien lla- ma Pedro Cántabro , y que á la sazón se hallaba eo Ori- ceí/a(2], determinó buscarle y destruirle, para que no

(1) Zorita, tomo 5, tib 2, cap. 11 . pig. 72, lib. 3, cap. 6 y 7. pAg. t2b y 125, ano de U97, y lib. 5 del rey D. Feruando, ca- pitalo 6, pág. 254^ año de 1502. TriíianiCaraceioti,PatñciÍíiapo- lilani, Opuscalii histórica, p¿g. 8S y 83. De vtu-igtote foriona, In~ ter Herum IlaJiearum Scríptoret, lom. 22. Tríslaii fué coa temporá- neo según Muratori en el prólogo.

(2) Oricella, ha de ser la ¡tota, ailuada á dos leguas y medía de Cotron , qae aunque no leaia buea muro era lugar que imporlaba mucho por el puerto y señorío de Gotrou , y por eso se apodera

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31 siguiera causando daño á los naturales de la república. Envió al intento contra él y con alguna gente embarcada en dos buques menores llamados Gripos. al valienle An- drés I-oredano, capitán por el mismo Senado de una gran nao de guerra y carga. Echadas las anclas á alguna distancia , y retardado el desembarco hasta después de amanecer > Navarro que vio que se le acercaban como unos trescientos hombres , que eran los desembarcados, les salió impávido al encuenlro con su gente, y con cuan* ta inrantería y caballería babia en Cotron , y envió á su socorro Antonio de Centellas, que Bembo llama Alcaide de aquel costillo. Trabóse luego entre unos y otros un recio y muy sostenido combate , en el que al cabo de seis horas lograron los venecianos que muertos muchos de sus enemigos, heridos unos ochenta, y entre ellos el mismo Pirata , los demás huyeran y se refugiaran al cas- tillo. Allí sigue Bembo que sin descansar los combatie- ron, y que tomada á poca costa la torre con cuantos la defendian , nueve de lo$ cuales fueron con toda solemni- dad ahorcados . acometieron vigorosamente al castillo. La guaraicioD se derendió con obstinación, y tanto que, viendo los venecianos al cabo de dos dias de combate que nada conseguían > su historiador «oncluye con que, « destruida una parte de sus murallas, ganada la artille* « ria , talado el campo , ó incendiada la armada del Pira- ta, tomaron á embarcarse sin otra péi-dida que la de un « muerto y muy pocos heridos (1).

" Cogido el Marqués por los turcos y llevado á Tur- de ella el Gran Copiían, según Zoríla, lib. 3, del Bey D. Poroan- üo , cap 6 y 7 , pig. Í2k,

(O Pelri Bembi, Hiitoria véneta ele., lib. 4,pig. 52, edil. 1551. Nosiro auiem in mart.

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quía , cuenta Gonzalo Fernandez de Oviedo (1) que Pe- > dro Navarro anduvo con una nave del mismo Marqués al

corso por el Mediterráneo, é hizo muy buenas cosas." Tal vez entre ellas sucedieran las que provocaron la in- dignación de los venecianos; 6U contemporáneo Ovie- do no tas refiere cual nos convendría saberlas, sino que

en vista de ellas la Marquesa, mujer del Marqués, y « D. Enrique su hijo le dieron la nao en que andaba, < y continuando su corso el año de 14'it9, topó con uou «nao di) porlugne.'es , la cual tomara st no le hirieran « con un tiro de pólvora que le llevó la mayor parte do

* las nalgas y herido arribó á Civita vieja , puerto de

Roma al fin del Tiber, y como se vido sano se fué al « Gran Capitón D. Gonzalo Fernandez de Córdova, que « con el ejército de España por mandado de los Reyes a Católicos favorecía contra Traiiceses el Rey Federico de . iNápoles (2)."

(I) Qainquageaa i.' Estancia XXXIX, píg. 9i.

(3) Anda equivocado Goazulo Fernandez de Oviedo en cuanio á lo que dice de haber dado Navarro la mnrqueu de Cotron y sa hijo D. Kiiriqne una nao para andar al corso intes de kW, puesta qile D. Enrique liijo único del marqués fué con posteriori- dad Cautivo de los moros al mismo tiempo qui^ su padre. Parece estarlo igunlmenie Zurita (IÍb. S, del Rey ü. Fernando] al rererir en el nño de 150S que D. Antonio Centellas marqués de Cotron y su hijo O. Rnrique de edad de veinte años, llevados cautivoíi á Cons- tantinopl.i D. Enrique murió en la prisión y al psdre le cortaron U cabeza. Quizás esto sucediera en aquel año de 1508 i mas en el de loOl , segnn resulta de la súplica que en favor del hijo y del padre diri^iié el marqués, de Manlna á los Iteyes C»ti)licos ya es- taban los dos en sn cautiverio. Véase el Uucumenlo núm. 2.

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SBfiDNDA BPOCi. Desde 1499 á I504.

Ese Navai^o que acabamos de ver perae^piido como pi- rata, y vertiendo su sangre por robar, no á los infieles Bolamenle , sino á los portugueses sus hermanos y cristia- DOS como él , vamos á verle en la segunda y ya mas segura época de su vida , admirando á Europa con su valor y pe* ricia militar. Afiliado en el ejército del Graa Gonzalo de Córdoba , serán teatro de sus hazañas al lado de tan insig- ne capitán , Gefalonia en el archipiélago de Grecia , y en Ñápeles y su reino , las plazas, castillos y campos de Man< fredonia. Canosa. Taranto, Castellaneta, Altamura, Con- versano , Castel-Ovo , Gaeta , Boca-Guillerma , Monte- Casino, Roca-Secca y Garellano. Ora derribando murallas y rindiendo las fortalezs con sos. tremendas minas, ora defendiéndolas con su indomable esfuerzo, ó bien pelean- do en batalla al frente de la infantería española que solió invencible de su escuela , Navarro aparece siempre como un guerrero singular á quien no se encuentra copia. Mas como sus hazañas están en todo relacionadas con la política de nuestra nación en el tiempo á que hemos llegado, tene- mos por oportuno dar alguna noticia de esta , y do cir- cunstancias y personas que amenicen algún tanto la seque- dad de nuestra narración.

Tono XXV. Z

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Muerto ea abril de i 498 Garlos Vni de Francia, que tan mal parado saliera eo el año anterior de su empresa sobre Nápoies, Luis XII qne le sucedió, aunque le so- brepasaba en el ansia de conquistar aquel reino y de do- minir á Italia , aparentó al Rey Católico deseos de llevar á cabo la concordia y paz que Garlos su antecesor había comenzado á negociar. Ambicioso ain embargo y dando oidos á los lisonjeros de bu corte , tardó poco en titularse Rey de Jerusalen y de una y otra Sicilia, y mostrando desden por el Bey*Católico y sus aliados, penetró en Italia en 1499 de concierto con los florentinos, los vene- cianos y el Papa Alejandro VI (1).

La poca resistencia que encontró en Genova y en Hilan , le persuadió de que con igual facilidad llegaría á Ñapóles y se apoderaría de aquel reino. Sosteníale en su ilusión contemplarle por un lado desapercibido para la defensa , y privado por otro de la pericia y denuedo del Gran Gonzalo de Córdoba, que en junio del año anterior había regresado á España. Todo en realidad era propicio á sus proyectos , y no hubiera tardado en realizarlos á no habérselos frustrado la sagacidad del Rey Católico, prime- ro con negociaciones en que con destreza le insinuó los derechos de la casa de Aragón á Nápoies , y proponién- dole después el repartimiento de aquel reino (1).

Para salir el Rey Católico adelante en tu proyecto in- teresó al señor de Larius, gran favorito de Luis XII, ofre- ciéndole con el titulo de marqués la ciudad de Cotron, que aun retenían los españoles en Calabria. Con tal se- creto se negoció , que hasta que los Reyes de España en

(1) Beroaldez.— Gura de losPatücios, cap. 168. Guicciardi- ni al priacipio del lib. i>.— Zurita, lib. 3, cap. 19, 21,25 y 26.

(2) Znrilj, ibi, cap. 27, 39 y M.

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noviembre de 1500 le ratificaron en Granada , nadie tuvo noticia de un tratado (1) , del que resultó, aegun con gra- cia escribia Pedro Mártir, que el Rey D. Fadrique de Ná* poles, desgraciado cachorrillo metido entre do$ leones hambrientos, se quedase sin su reino, fallo de medies para resistirlos (Í2).

Antes de publicarse el tratado el Rey Católico siem- pre previsor apoyándose en lo convenido, y ao pretexto de auxiliar á los venecianos acosados de los turcos , ha- bla mandado Salir de Málaga patH Sicilia una numerosa armada. Iba en ella de general el Gran Gonzalo de Cór- doba , que tanta fama habia adquirido en su primera ex* pedición á Ñapóles. Aunque los escritores varian así en el día de su salida como en el número y clase de buques que la componían , habiendo algunos que la suponen hasta de sesenta velas entre naos, carabelas y fustas. Los mas con- vienen en que llevaban trescientos hombres de armas y otros tantos ginetes ó caballos ligeros , y treinta piezas de artillería, variando igualmente en el número de peones, que unos cuentan de siete mil, otros de cuatro mil, agre- gando algunos otros cuatro mil mas de mar (3).

(I) Zañla, lib. %,cap.32.— GuicciardÍDi, lib. 5. Zorita dice que el tratado se firmó ud día intes de que partiera de Granada la Ueioa de Portugal Doña María, segunda muger del Rey D. Haouel, que fué A 23 de septiembre; pero GianDODe, mejor informado, cnenta en SQ Istaria dvilt del regno di Napaíi que fué en 11 de uoTÍembra de 1300: lib. 29, eap. 3, pAg. 459.

(2] Epiílolarum, lib. ik, epístola escrita á 16 de febrero

de 4 501 Faciic factum palo ut ¿nfelix Federieut regno spatie-

tuF. Catelluí namijae solas, duobus fameUcts leoniiui , haudqtia- quam polis erii cbsistere,

(.3) El canónigo Pedro do Torres en sus Apuntes, piig. 12, y ['1 Cura de los Palacios, cap. il%, en su historia, aquellos y psU un. SS. diceuque la armada salió de Milaga e1 4de¡nlÍo de 1500.

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1500. Entre los caballeros y soldados de fama que en busca de honra y fortuna acompañaban al Gran Gon- zalo en aquella expedición , cnenla la Hisloria á D. Diego López de Mendoza, hijo del Gran Cardenal de España, á Zamudio , Víllalbfi , Pizarro el padre , Diego García de Paredes, Luis de Herrera, moseo Peñalosa, el comenda- dor Mendoza, mesen Foces, y.al giboio Pedro Paz que iba con la compañía de D. Juan Manuel , y se señaló en aque- llas guerras tanto por la exigüidad de su persona co- mo por su extraordinario valor (I). A tan ilustre cuadri- lla veremos muy luego asociado á nuestro Pedro Navarro, sobresaliendo en unas ocasiones por su arrojo y en otras por su serenidad, y principalmente por su industria y astucia.

Tocó la armada en Mallorca en donde el Gran Capitán solemnizó con su presencia la procesión del Corpus. Si- guió á Gerdei'ia, y desde allí por causa de los calores tar-

La Crónica del Gran Capitán, impresa en AtcaU en 158Í», refiere qne faé en 5 de jonio , y oíros suponen ine en mayo. Difieren iguat- mentaen cnanto al dia do su llegado á Uesin», y al número de buques que salieron de Málaga. Paulo Jovio, en bu Hisloria delCran Capitán, traducida por Blas Torretlss en 1584, lib. 1, pág. 22. ouenla que crao cuatro carracas gcnovesas bastecidas de toda mo- nición (le guerra, y que la mayor dcllas llamada la Camila, era la capitana , y aliando dcsias fueron otras treinta y cinco naves de carga, tiicte bergantines armados, ocho galeras y cuatro fustas, lle- vando en ellos cerca de ocho mil infantes escogidos y mil y dos- cientos caballos.

(1) Gibber, le llamú Paulo Iuyío algnna vez, y Brsntome que lo coloca entre los grandes capitanes extranjeros , refiere que cuando cabalgaba metido en las grandes sillas usadas en su tiempo, iba tan escondido que con diñculted so le veia, y CBando se pregun- taba por él , si iba i caballo , respondiao como por risa , que se habia visto pasar un caballo bien ensillado y embridado, pero que nadie iba encima.

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trece dias en llegar á Hesina . habiendo mnerto de sed en el intermedio algunos hombres y muchos caba* líos (f } ; indicio cierto de no navegarse entonces ni con la pericia ni con la previsión que después. Mientras que en Mesina reparaba el Gran Capitán esas y otras faltas de la armada , observando, y era su principal encargo, tos mo- vimientos de los franceses en Ñápeles , recibió á Fran- cisco Florido, embajador de Venecia . remudóle en nom- bre de aquella república que cuanto antes la ayudase con su gente y sus navios á recobrar las islas que en el Adriá* tico le habian tomado tos turcos.

Accedió el Gran Gonzalo á la demanda , y reforzado con unos dos mil peones españoles muy esct^idos que va- gaban por Italia , y entre otras naves con cuatro barcas vizcainaa , en las que creemos que estaba Navarro, se di- rigió con muy recio temporal á Corfú. Desde aquella isla se trasladó á la de Zante , á la que también llegaron doa carracas con ochocientos hombres enviados por el Rey de Francia en auxilio de tos venecianos ; y á luego de eso la armada de estos mandada por el general ó proveditore Benedicto Pésaro (2).

Presuntuoso y vano en conservar el nombre y autori- dad de la república mas de lo que sus fuerzas permitían, pretendió como sus capitanes pasara sin saludar las ban-

(1) Zurita, íbi, cap. 11 , dice que llegó la armada á tesina en 18 de julio; otros qne en i.* de agosto.

(2) El Cura de los Palacios refiere que las dos armadas se jan» Uron ea S8 de octubre , y Zurita por lo contrario , que salió de HesÍDa la espsSola en 27 de eetiembre , llegó i Corfú el 2 de oc- tubre, volvió á salir el 3 y llegó el 7 i Zante, que el llama Jas- toñio, lib. \, del Rey D. Peraando, cap. 19, S% y 25, y Cr6ai~ ea del Groa Capi/an , lib. 1 , cap. 9.

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deras Reales de España al juntarse con nuestra armada. Tanto se alteraron y de tal modo se indignaron los viz- cainos que iban en ejla, que en fituy poco se erró de dar mas ayuda al turco en aquella jomada que á loi venecia- nos mismos (I). Enmendóse el ultraje de modo que los agraviadas quedaren del todo satisfechos ; y saltando en tierra ambos generales, tuvieron un:) entrevista en el muelle mismo de Zante. Uno y otro se presentaron acom- panados de los principales capitanes de mar y tierra que los acompañaban, y todos con el mayor boato , presentán- dose, dice Zurita, vestidos á su manera los venecianos con ropas largas de grana y tercioptlo carmesí , á guisa de gente de paz , y los nuestros con ropas cortas y capas gallegas á uso de guerra (3).

De la conferencia entre Gonzalo y Pésaro resultó di^ rigirso las dos armadas á la isla de Cefalonia , cuyo puer- to que pasa por uno de los mejores del mundo, pues boja ciento y cincuenta n^illas, era de mucha mas seguri- dad que el de Zante. Dominaban los turcos la i^la. y

(1) Zurita, ibi.

(2) Zurita, cap. 25. El mismo Zaríta caenla eo el capitulo 7 Ae\ libro 2, que no la primera expedición del Gran Capitán é Ña- póles , conociendo el Rey Católico ser aquella lierra mas i propó- sito para peones qne para f;epte de é caballo, mandó embarcar mil y quinicDtoa de aquellos en Asinrias y Galicia. Tratando Paulo Jo- vio de que entonces y en' el primer asalto á Bivacandida fué re- chazada la infantería , cuenta que eran aquellos infanles gal/fgot de la última parte de España; los cuales en aqnel tiempo asaban en general rodelas grandes y azagayas peqaeBas. Algunos traian pe- queños broqueles de hierro y largos lanzones y con su necio géne- ro'de armas daban que reirá todos; pero era tal sn ánimo y lige- reza de cuerpo que en ninguna manera debian ser menospreciados. Li6. i de las Histortat, cap. 7 , p6g. 95, de la traducción de Bae- za, año de 1496.

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teoiao guardado con trescientos hombres muy escogidos el fuerte cantillo de San Jorge, que los venecianos habían inútilmente combatido en el año anterior por tiempo de cinco meses. Llegadas las escuadras el 2 de noviembre, y retirados los franceses por no pagarles los venecianos el sueldo devengado desde que llegaron á Zante , se comen* zóen 8 del mismo á combatir el castillo. Tan furiosamente lo hacia la artillería de los venecianos con unas piezas de bronce llamadas batiliieog , que las pelotas de hierro que lanzaban penetraban ocho pies en la muralla (i). Ni aun cf>B haberles derribado una gran parte de ellas, sin em- bargo, se amedrentaron los turcos; lo cual visto p<»r el Gran Capitán , que gran deseo tenia de acabar con aque< lia empresa, mandó minar la villa, dice su coronista, por diversas partes , y que sobre todo por donde él tenia au estancia se hiciera una mina muy grande ; y llenas que fueron todas de pólvora y tapiadas cou un fuerte muro, un martes á 25 de noviembre se les puso fuego ; mas aunque rebentaron con gran fortaleza, y derribaron dos buenos pedazos del muro , los turcos á pesar de la nove- dad de la explosión se mantuvieron impávidos. Tenían como los de Málaga preparados sus reparen , y con admi- rable serenidad y todo género de artificios rechazaron á los españoles , que con increíble arrojo triaron por las escalas al asalto [2).

Estas minas ninguna duda deja el coronista de que las dirigía Navarro. " Rechazado de alli á poco, sigue,

(1 ) Jovins , De vita el reías gestts Consati-i Ferdinandt Corda~ bm, Itb. 1 , pág. 226. Haieiat Pisaurut aenta tormenta ingeatis ntagniludinií , qute Basüisci nomine vocabantur. Horum tanta ñt erat ut pila/errea oclonum peáum murum transverberarent.

(3) Crániea dd Groa Capilm , cap. 9, 10 y 11. Zurita, ibí.

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40 otro asalto de los veneciaDos , babieodo en aquellos

días, el conde Pedro Navarro (el cual despnes en la

guerra alcanzó suprema bonra , eieodo ínvenlor de co-

sas maravillosas ), derribado una pafte del muro y ba-

ciendo cavar algunas minas en el fundamento donde es- « taba asentada la fortaleza, y metiendo en ellas bamles

< de pólvora para dalles después fuego , que con la vío-

< lencia de aquel elemento cerrado por donde pudiera > espirar , rompía con gran presteza cuanto topaba , como

< no produjesen efecto alguno por las contraminas de los « sitiados . el Gran Capitán determinó dar otro tiento (1)."

Dispuso con rancba priesa hacer aparejos é ingenios con que poder tomar mejor á to^ enemigos. Entre los varios que mandó preparar fueron tres grandes minas que hinchió de mucha pólvora é hilóla» cerrar con un muro muy fuer- te y después que las minas fueron acabadas y los

otros ingenios y aparejos fueron hechos y la puente de ma- dera para subir por ella acabada ; como voladas las minas ningún efecto produjesen por haber sido contraminadas, se ordenó un asalto general. Ejecutóse con efecto, y al cabo de una obstinada y valerosa resistencia en que los turcos quedaron reducidos ¿ pchenta , entraron los nues- tros en el castillo, fidelantándose á todos, aunque herido, el valeroso capitán de infantería Martin Gómez , y loán- dose mucho á Juan de Piñeyro comendador de Trebejo (2).

1501. Recobrada Ccfalonia y restituida á los vene-

(1) Annque algunos atribnyen i Hernando del Pul^r la Cró- nica del Gran Capitaal, copia en este pasaje literalmente i Paalo Jovio en sa vida. Nuptr, dice en la púg. S28, eos diei Pelnts Na- varrui qui postea ad summum imperii militaris honortm etc.

(2j Crdnica. cap. 12 y 14.— Zurita ibi, cap. 30.

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ciaDos que para recompeosar á Gonzalo de haber obrado como uno de sus ciudadanos y patricios , le enviaron una embajada con regalos que puso ¿ merced del Rey , que- dándose solo con el privilegio de Noble en aquella repú< blica (i), determinó regresar con la armada á Sicilia. Detenido algunos días por el tiempo borrascoso y suma escasez de víveres, se dio al fln á la vela en 17 de enero de 1501. Estaba la isla á su llegada apestada. Las gen- tes de la tierra trataban á sus soldados como á enemigos, y faltando la obediencia, solo ala fuerza se sacaba de ellos lo necesario, En medio de aquellas escaseces se io- trodojo la indisciplina en la gente de guerra, especia- mente en le vizcaína , que ni aun con los escarmientos pudo sujetar; siendo entonces cui>ndo al verlos tan des> mandados cuentan baber dicho 'el Gran Capitán mas do una vez, que mucho mas quisiera ser leonero que tener cai^o de aquella fiacion (2).

Con ella y como de su país , es de creer que andu- viese Pedro Navarro, aunque sin acompañarla en su indis- ciplina, al partir el Gran Capitán de Mesina en 25 de julio y desembarcar en Calabria , para apoderarse de orden del Rey Católico de lo que se habia repartido en Ñápeles. Acompañábanle al intento trescientos hombres de armas y otros tantos gínetes. con unos tres mil ochocientos infantes españoles, á que se agregaron muy luego otros setscienles que nuestro embajador en Roma recibió á sueldo, de los que en la guerra de la Romana militaban con el Duque de Yalentinois. hijo del Papa Alejandro VI, y terrible sdver-

(t) PetriBembi, /íistoría feaeta, lib. 5, pág, 107. Goníedvuir que dns etse venelat el ipse ridertíur. Zurita , ibi cap. 39. (9) Zurita , ibi cap. 27.

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gario de España. Incorporáronselo también muchos caba- lleros y aventureros napolitanos del partido aragonés, y entre ellos Próspero y Fabricio Colona , cabezas de su po- derosa familia; viéndose el rey D. Fadrique en la angus- tia de que el Católico su deudo, en quien confiaba que le auxiliase como anteriormente contra los franceses, &&• piraba por lo contrario á despojarle también ; y en su despecho quiso llamar á los turcos, pero entregando á aquellos la ciudad de Ñápeles y otras^ acabó por irse á Francia (Í).

Fué entonces cuando el Gran Capitán hizo á Pedro Navarro capitán de infhnleria como era razón; aludiendo tal vez con eso Paulo Jovío que lo refiere (2) , á que era la recompensa de loa servicios prestados en Cefalonia, aunque sus minas habían sido de muy corto efecto toda- vía. Tardó poco Navarro en corresponder á la distinción que acababa de recibir y debia solo á su mérito , mos- trando un valor indomable , y dando á la infantería que á ejemplo de la suiza habia comenzado á ordenar Gonzalo de Ayora, una fuerza desconocida (3). En medio del poco aprecio con que generalmente se la miraba entonces, así por combatir á pié y mal armada , como por la gente vil y soez que comunmente militaba en ella , Navarro la real- zó de tal modo que quien mas le admiraba vencer con ella, no era tal vez su protector Gonzalo, sino los nobles

(1) Zurita, ib),cap. ii, 45 y i8. César Dorja, duque de Valen- ÜDois, íué tal el odio que tenia i Espafin, aunque el Papa sn padre era español , qne se llamaba César Borja de Francia , y en el prin- cipal cuartel de sas armas traía las de aquel reioo. Hnrió desastra- damente junto ¿ Viana en Navarra.

(2) Iotío, en sn Elogio.

(3) Clemencia, llnstracíon 6, al Elogio de la Reina Doña Isabel,

§. m.

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franceses , cuyo asombro era mayor cuanto mai ruines eran los españoles que los Teneian (1).

1 502. De los pueblos que mas proDlo presenciarou el gran valor de Navarro, el primero fué ManFredonia. Estn ciudad y la de Taranto fuertes por la naturaleza y el arte, en la controversia suscitada sobre si al Rey de Francia ó al de España correspondian la Capitanata y la Basilicata y otras tierras no bien expresadas en el tratado de repar* ticion, resistieron su entrega al Gran Capitán y se man- tuvieron por el duque de Calabria D. Hernando de Ara- gón, hijo del rey D. Fadriqne. De Taranto al cabo de pro- mesas, negociaciones y treguas por nn lado, de amenazas por otro y de haber Navarro interceptado por mar á unos franceses que iban á levantar banderas por Francia , se apoderó al fin Gonzalo en 6 de marzo de i 50'¿ (2) ; mas de la de Manfredonia dio el encargo- á Pedro de Paz.

Presentado éste al frente de ella y observando que si) gobernador, siguiendo el espíritu áe D. Fadrique, quería

(1) Es curioso lo que Paulo Jovio escribe en el capflnlo i del libro 9 de sus Historias acerca del poco caso que se hacia de la in- fantería cuando Carlos VIII de Francia invadió i Ñápeles en 1495, y el Gran Capilan le hizo salir de aquel reiuo; pero en todavía mas curioso lo que Nicolás Hachiavello escribía de la francesa, compa- rándola con la espafiola en su tiempo. £ dipoi sonó per le ierre tut- ti ignobili i genti di mesiiero, ¿ stanno tanto sotioposti d noiíH Í tanto tono in ogni alione depretsi , che sonó vili e pero ti vede che il Re nelle guerre non si serve di loro perche faimo caitiva prova. Btn- cAe fi lienno li Cuaseoni de ch'il Be si serve che sonó, un poco me- glia che gli olí ri ¿ nasee perche sonó vicini á conjini di Spúgna, che- vengono á ¡enere un poco dello spagnuolo. Opera di Niccolo Uachia- relli, 4782 in Firenze, tom. 2, pé,^. 133. Ritrato di Francia.

(S) lovius, Historiarum, pñg. 22i. Zurita en el oap. 57 del li- bra i , pone la rendiciou de Taranto en 1 .' de ourzo , que un de»- pacbo del Gran Capitán del 10 lo Bja en el 6, y refiere el pasaje de Navarro.

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entregársela á los franceses, pidió refuerzo al Gran Capi- tán. Envióle éste sin detención á D. Diego de Mendoza con cien hombres de armas, á Diego de Vera, insigne ar- tillero de aquel tiempo, con diez piezas entre cañones 7 faloonetes , y al jaque de los jaques Diego García de Pa- redes, f á Pedro Pizarro y nuestro Navarro con dos mil io- Ibntes. Apenas llegados en 4.* de marzo y plantada la ar- tilleria contra la plaza, emprendieron el combate. Hasta el 3 no cesaron de tirar, de modo que en el dia 4 Man- ftedonía se rindió á los españoles , quedando Pedro Na- varro de gobernador de su castillo con una guarnición de cuatrocientos infimtes (1).

Iban las cosas nüentras tanto disponiéndose de mo- do, que la guerra era inevitable. Cuanto mas negociaban los dos Reyes para entenderse en lo que tan fácilmente se babian repartido, y cuanto mas aires uno y otro se da* ban de buena ib , mas lejos se encontraban de aproxi- marse. Las conferencias que pasaron entre el Gran Gon- zalo y el Duque de Nemours, general de los franceses, ningún fruto produjeron. Ambos caudillos aparentaron á porfía los mas delicados modales y el mayor deseo de la paz, al cabo de las cuales se descubría la guerra. Remi- tióse pues la decisión á las armas, y como los franceses reforzados con dinero y dos mil suizos, confiaran en que su superioridad les daria la justicia , tos sucesos como mas de una vez oconleció > acabaron por darles un amargo de- sengaño (2).

(1) Zarita , ibi , cap. 57, aanqne Taria algún tasto en la gente qne fué de socorro i Hanfredonia, y nada cuenta del combate. Co- mentarios del Sr. Hernando de Alarcon, lib. k. Crónica del Grtm Capitán, ]ib. 8, cap. 35.

(S) Sobre las conlerencias entre Amaifi y Átela en ana capilla

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El sagaz Gonzalo persuadido de que con sus reduci- das fuerzas no podría reBÍstir á las mayores de los fran- ceses, determinó suplirlas situándolas en sitios fuertes. Encerrándose desde luego ep Barieta con algunos pocos españoles , repartió á los demás capitanes en varios pun- tos. y á Pedro Navarro que ya en ese tiempo tenia grande opinión de soldado (i), encargó de la defensa de Canosa con quinientos ó seiscientos infantes, pues hay variedad, aunque escasa, en el número, y los capitanes Peralta y Coello.

Era Canosa un pueblo pequeño no bien situado y poco capaz de defensa. EIn conservarle el Gran Capitán ó á lo menos en defenderle > no se proponia mas que consumir en combates las fuerzas francesas, en tanto que le llega- ban de España loa refuerzos prometidos, y que de dia en dia esperaba. Apenas encerrudos Navarro y sus compañe- ros en Canosa, cayeron sobre ellos en 15 de agosto el Duque de Nemours, Virey de Ñapóles por los franceses, y Mr. d'Aubigni escocés , muy distinguido y acreditado , que militaba en aquellas fitas (2). Acompañábanlos cinco mil infantes y de ellos quinientos alemanes y ochocientos suizos, con cincuenta lanzas y muy numerosa artillería; y Navarro sin intimidarse á la vista de fuerzas tan impo- nentes, dio colocación á las suyas, situándose él con ciento y cincuenta soldados al frente del mismo Nemours,

á1.* de abril y 29 de junio, Zurita ibi, cap. 60 y 66.— Jbvwj ibí, pÍE- 236.

(1) Comentariot dtl Sr. Alarcoa, ibi.

(2) Acerca de loa cspilaues franceEeB qUe oqul meDcionamos, y en adelante meDcioiiarémoa, algunas nolicias biográficas Bran- tome eu sos yiet det hamnus illuttres el Grmdt Capitmaet fran-

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46 aposentado á orillas del rio Lopanto que corre inmedialo ú Canosa.

CoD tan arrebatado furor cuentan los escritores que la artillería francesa batió la plaza dos alas y dos noches por el lado que defendía Coello, que al tercero. Tiendo en tierra gran parte del muro , creyeron los sitiadores que podían encaminarse al asalto. B¿y quien dice que la cerca de Canosa estaba tal que por ella podía subirse á caba- llo (1); y los franceses lo verificaron con tan obstinado esfuerzo , que solo al cabo de dos buenas horas de muy recio combate, pudieron ser rechazados. Guiados de un villano que saliéndose de Ganosa deacubrió á Nemours su Üaqueza por el lado que la defendía Navarro , llevaron ba- cía allá su artillería ; y al cabo de tirar un día y una noche sin descanso , como á la mañana del quinto dia de sitio, los franceses observasen que la mayor parte de la mura- lla estaba caída, repitieron por allt el asalto. Los españo- les redoblaron como en el anterior su esfuerzo de modo que al cabo de hora y media de muy porfiado combate, tuvieron los franceses que retirarse con perdida de mas de ciento y cincuenta (1).

La noticia de lo que pasaba en Canosa, sigue la Cró- nica , agitó el ánimo do los soldados españoles que se ha-

(1) Znrita, lib. i, cap. 69. Cneala D. Oírlos Coloma, testigo por decirlo asi preseocial, que coando los españoles enlregaron en 1597 la plaza de Amiens, que tan valieo temen te defendió el go- bernndnr Hernán Tello de Portocarrero, natural de Toro, y pot bu mucrU; bI marqués de Montenegro, las balerías ó llñmense brechas estaban , especialmente la del rebellín tales que sinayuda alguna su- bió por ella Madama Gabriela, dama de Enrique IV, y otras idu- clias damas que fueron á ver á sus maridos, sabiendo qaa la guarni- ción capitulaban. Guerrat ele Flandn pág. VVA,

1^) Cráuica, lib 2, cap. 46 y 47, [nÍ);. 71, v.

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47 liaban en Barleta con el Gran Capitaa. Fuéronee á él cod- moviilos é indignados pensando en el gran riesgo que cor- rían Mavarro y su gente , pidiendo que los llevara á su socorro y exponiéndole con Tebemencia cuan fuera de ra* zon era sabiendo el estrecho en que se encontraban Na- varro y los otros españoles , dejarlos asi abandonados: que viese que no solo por lo que tocaba al mejor servicio del Rey se les debia dar socorro , sino por lo que en ello se interesaba la honra España que recíbíria gran menos* cabo sufriendo á la vista de sus mismos ojos tal daño y ofensa hecha en los suyos , y que por lo tanto estaban de- terminados á socorrerlos ó á morir en la demanda.

Aunque el Gran Capitán no desaprobaba interiormente aquel m»do de explicarse , quiso según el coronista , que el asunto se examinara con detención , sin tardanza, y al intento convocó á consejo á los principales capitanes. Puesto el punto en discusión, todos dice que opinaron que no debia darse el socorro por no ser ellos tan pujan- tes y fuertes como el francés. Solo Diego García de Pare- des, á quien el coronista se muestra siempre propenso, opiné porque á todo trance se diera ; parecténdole cosa fea que por ningún género de miedo se dejase de socor- rer á tan noble gente y mas en aquella ocasión en que tan dispuestos estaban los soldados ; oyendo lo cual el Gran Capitán y los demás que con él estaban , desde luego pa- reciéndoles bien la propuesta de Paredes , ordenaron que con la mayor diligencia se comenzara i entender en el socorro de Canosa.

Por primera diligencia parece que dispusieron la sali- da en aquella misma noche de algunos caballos ligeros que explorasen la sittiacion que ocupaban los sitiadores. Todo sin embargo fué inoportuno, porque mientras se an-

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48 daba eo calos acuerdos, los franceses que por ventura Iob habían penetrado , apresuraron y repiUeron los asaUos. Peleaban los de adentro mano á mano con los de afuera, y Jos españoles que siendo tan pocos de todo el ejércilo fran* cés se defendían , no solo usaban de las armai defensiras, sino de cuanto su ingenio les sugería. De piedras y aceite hirviendo con lo cual quemaron á muchot franceset, dice también el coronista ; mas como el muro estuviese desba- ratado y por tierra, y los sitiados hubiesen perdido ya mu- cha gente , contemplando Navarro inútil la defensa contra fuerzas tan superiores, determinó al 6n rendir la plaza con honrosas capitulaciones, y la entregó en 2i de agosto (1). Esta entrega, á la que hay quien cuenta haber prece- dido catorce asaUos , é matar los cercados á los cercadores mas de mil hombres sin perder quince de los suyos , di- cen algunos que se aceleró porque el capitán Peralta en- flaqueció tanto en el puesto que defendía , que se puso en trato con los franceses y persuadió á los soldados que forzaran á Navarro á que se entregara ; lo cual, añade el muy respetable Zurita, hubo de hacer, estando ya el Gran Capitán determinado de socorrerlos en aquella misma no- che (2). Refieren otros, y esos italianos contemporáneos y tan bien informados como Guicciardini y Jovio, que Na- varro capituló cumpliendo con las órdenes que el mismo Gran Capitán le comunicó secretamente de no aguardará ejecutarlo en el último peligro , sino que con tiempo aten- diese á BU persona , y tratase de conservar tan valiente guarnición , en la que la compañía de Navarro parece que era de vizcaínos (5).

(1) Ibi.cap. 47. (%) Zurita, ibi. (3) Guicciardini, htoria ¿'Italia, lib. 5, p¡lg. 138, dice qm; Na-

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A9

La Gi-ónica del Gran Capitán, de la que hemos toma- do varios pormenores' algún tanto vulgares y de menos importancia , no entra en los relativos á la gloriosa capi- tulación de Navarro y á su salida triunFante de Ganosa. Hay sin embaído entre sus coetáneos uno quo al rererír todo lo que entonces se decía, da á su narración tal inte- rés que aunque Navarro no hubiese obrado otras acciones que las pasadas, merecía bien el título de hombre aptísi- mo para la guerra de mar y de tierra , que Pedro Már- tir, que también hübia sido soldado, le dio cuando esta- ba en Canosq , sin duda por lo que oyó en Venecia , cuan- do regresaba de la embajada que con él enviaron los Be- yes Católicos al Soldán de Babilonia (I).

" El Gran Capiian, cuenta el Cura de los Palacios después de referir lo de los coloree asaltos que ya indi- camos, " envió á decir á Pedro Navarro que ansí por la

villa ser flaca como por no tener el aparejo para le so- « correr, por estar todo el ejército de Francia allí junto

sobre él, que si no se podía tener que íleiese el mejor

* partido quepudiesc , ó que st algunos dias se podia t¿-

ner, él le socorrerla aunque á mucho peligro le fuese. « El dicho Pedro Navarro no tenia gana de bacerse par-

tído. sino' tenerse hasta ser socorrido; é uno de los

Turro capituló sah'e robe el Ir personti Jovms, De vita magni Goh~ taivi, lib. 2, pág, 241. Erat Canusü Pelrui Noforrui cum sua Coalabroritin cohorte j cui Colliut sclopelarios circiler ducenlos addi--

ilerai fier Iriduum incredibiU viriule suslinuit.. . niti per ocultot

uiuaios, jubente Cousali'O lU sibi consutcret ,fortitsimo¡que militares oMServarel , parcitdum ette ceusuil , ele,

(1) Epiblüld 2^0, ejc urbe aqiiis circumsepfa III nonas jiinii, MDil. Caiiuíiam Homaaa clade oppidiim insigne in Apiilia Galli

adoriaiilur Oppidum prtxsidio tenet cum tliiecla maiiu Pclrus

qiiidant Navarras vtr mari ac tena bello apiissimus, '

Tomo XXV, 4

„.b,Googlc

so

otros (los capílnoes secrelamefite irfllaba partido por el

peligro que esperaban : é ansí cuando supo esto Pedro

Navarro é que medio no llevaba de se poder defender^

acordó de bacer el mas honroso partido que jamás Din*

guno hizo en esta manera : que le dejasen salir al dicbo

Pedro Navarro con los otros dos capitanes con toda su

gente armados por medio de su real , con sus banderas < tendidas é sus alambores é trompetas tañendo é dicien-

do España , España , é que dejasen salir todos los del

lugar que con él quisiesen ir con toda la bacienda que

quisiesen llevar, é que á los que quedasen no les fuese

fecho enojo alguno. E ansí salieron é se fueron camino « de Barleta, donde se habia encerrado el Gran Capitán á

los 10 de julio, é les salió á rescebir el Gran Capitán ma»

de una milla del lugar; lo abrazó é le besó en el rostro « á Pedro Navarro é le dijo muchas palabras de honra é

de amor (1)."

Lo mismo substancialmente Confirman el protonota- rio Pedro Mártir y Paulo Jovio. El primero, que anda- ba en la corte de los Beyes Católicos, en una carta, que lleno de admiración por las proezas de Navarro, escribió en Zaragoza en setiembre de aquel año (2), y el segundo añadiendo á su capitulación y salida de Cti- nosa circunstancias muy gloriosas, convienen en que se estipuló que le hubieran de dar acémilas para- conducir sus heridos, y que al verle solir de la plaza con sus soU dados y tion aire do vencedores, mas que de vencidos,

(1) Historia dt ¡os Reyes CaióUtos, M. S. en la Bib. Nucioiial, cap. 175.

{2) Epístola S47. Mira de Pedro Navarro..... feruniur.... Per Gallorum ordinct Hispaiiia, Hispaiña, tíispania vit'ttt , suilalis »w- eibut proclamando Irantisse fcruiiiur ad suos.

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se maraTÍllabaD altamente los franceses de que tan pocos hombres como aquellos hubiesen pcJido resistir á la mn- chedumbre de los suyos, y á tantos peligros y asaltos [1): de suerte que al ver como celebrabaa escritores tan gra- ves la capitulación y salida de Canosa , no se tendrá por exagerado al poeta napolitano y testigo que al referirlas en su Cojisalvia, cantó que desde aquel dia en adelante ya no tuvieron los franceses valor para asaltar ningún castillo en que hubiera guarnición española ; y exclamó al 6d : / Oh valeroso Navarro que acostumbrado siempre á vencer y ó poner en fuga á los enemigos, con solo ha- ber perdido ahora un lugar ha sabido vencer ejércitos en- teros (%l

Apoderado Nemours de Canosa amenazaba desde allí al Gran Capitao 7 á los españoles que, faltos de todo, se mantenian encerrados con ¿1 en Barleta. Molestaba también á los que guardaban algunos otros pueblos cer- canos pero menos importantes : siendo su empeño arro- jarlos de los ptlntos que con stlmo acierto y vista la inferioridad de su número habian elegido, y el de los nuestros por lo contrario guardarlos y mantenerlos Ín- terin les llegaban los refuerzos prometidos. Gomo tan córennos estaban, los encuentros, escaramuzas y com- bates parciales entre españoles y franceses eran muy fre- cuentes. De sus resultas y del agravio que los últimos

(1) Jovius, ibi. Galli^ue item ianunta piahertnt quibus saucii adveherentur el.

. (2! Baptista Caotaliciiis napoliteDas. De bU rtcepla Parthenope. Cwualvia, Ubrtt quaiuor. Neapoli 1 506, lib. 2. Eb meaus raro ea italiano con el Utalo de Le Hitiorie de Síontignore Gio. Baitisia Can- laíiciof ele. ,De¿le guerre falte in Italia da Conialyo Ferrando rfi Aflar. CoscQía, 1395, lib. 2, pig. 30.

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sentiao con el reciente suceso de Navarro, se dejaron al- gunos decir que si Lien era cierto que los peones ó tea infantes españoles era gente esforzada y valiente 'no asi la caballería que con sus giros y caiacoles acostumbra'- ba huir cobardemente de las lanzas francesas (1); bala- dronada harto jaclaociusa de que hubieron de retractar' se , por consecuencia de aquel público y solemne desafío que entre once franceses y oíros tantos españoles á ca* bailo tuvo lugar entre Rarlela y Vitelo en 27 de setiem- bre (2).

Navarro mientras tanto y aun sin haber apenas repc sado de las fatigas de Canosa Fué enviado á proteger á Ta' ranto amenazado por Nemours. Gobernaba aquella plaza como teniente del Gran Capitán su sobrino Luis de Her- rera , y no contaba con otra fuerza que la de unos cien ginetes ó caballos ligeros. Importaba su posesión así por su fortaleza como por ei sitio en que estaba, y ya fuese para asegurarla de bs asechanzas enemigas, ó por- que al mismo tiempo quisiera el Gran Cbpilan dar á su sobrino un acreditado maestro militar, le envió de so- corro á Pedro Navarro con alguna gente. Llegó tan opor- tunamente que muy pronto frustró una sorpresa inteih^ tada por el mismo Nemours en persona con trescien-^ tos hombres de armas , otros tantos caballos ligeros, cin- co mil infantes.; nueve piezas de artillería (5) : eso sin

(1) Jováti. De fila magni GúnicdvC , Ub. 2, pág. SSS.

(2) Crónica, cap. 53- Zuriia> tíb. 5, cap. 3, j sobre todo la Fida del Gran Capitán por el Sr. D. Manuel José Quintana entra las de sus Españolet ilustres; en la que tanibien se reGere el de- safío qoe mus adelante tuvieron trece italianos coa trece franceses. El de los españoles Ic pone Zurita en SO de seliembre.

(3) Jovio, ibi.

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embargo no fué mas que el preludio'de lo que muy pocos dias después emprendió Mr. de Laude . capilao Traiicés muy, distinguido.

£ra su ánimo dar un tiento á Taranto por el lado del castillo ; y reunida toda la gente francesa aposentada em Castellaneta y sus cercanías emprendió la marcha con ese ño. Sin obstáculo y coo el mayor orden llegó hasta las murallas de la plaza. A punto estaba ya de arreme- terla y todo parecía caminar de acuerdo con sus deseos, cuando Navarro y Herrera que le acechaban y habian de- jado acarear , cayendo de improviso eon su gente sobre Mr. de Laude y la suya, trabaron un recio combate. Pe- leóse por una parte y otra con el encarnizamiento que mas de una v ez se observó en aquella guerra , y era con- secuencia inmediata de la exalloda nacionalidad de ambos combatientes. Entre los españoles habifr algunos bailes^ teros y escopeteros ; y por desgracia de Hr. Laude uno de estos le mató de un tiro. Dispersóse su gente en se- guida , y la española se retiró sin otra pérdida que la de dos muertos y oioco heridos (i).

Ni aun con tan dura lección desistieron los franceses de sus proyectos. Conocian la importancia de Taranto y aspiraban por lo mismo á su posesión. Animábalos tam- bién la escasa gente española que tenian al frente , sus priraciones y la falta de todo que sentían; persuadi- dos sin embargo de su vigilancia acudieron á la astucia para sorprender la plasa. La Crónica del Gran Capitán, que en la narración de los sucesos se acerca mas de una vez al gusto y tendencias de los soldados . cuenta que ha- biéndose desertado un napolitano de la compañía de Luis

(I) Cróaka, ibi, cap. 65, p&g. 90.

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de Herrera , se fué, Eegan los de Taronlo creyeron, á con- tar al enemigo la situación en que se encontraban: Pre- sentóse á pocos dias , y dándose aires de pasado, otro sol- dado francés que hablaba regularmente en castellano, y se mostraba indignado de que el olro desertor hubiese indi- codo á los enemigos el modo de apoderarse de la ciudad que tanto deseaban. Propuso á Herrera y Navarro que si querían asegurarse de él se la pondría en las manos , pre- sentándose en la noche siguiente y á la hora convenida en el paraje á que les aseguró que le traería engañado.

Aunque esta relación tiene aire de ser una tergiver- sación del suceso del capitán Alonso de San Severino , dis- tinguido caballero napolitano , y muy apreciado del Gran Capitán, que por aquel tiempo andaba en tratos con el duque de Nemours, y con setenta de su compañía se pasó por último á los franceses (i); seguiremos con que habiendo acudido los dos capitanes españoles á la hora y paraje señalado, en lugar del desertor que aguardaban, descubrieron al amanecer un grueso de gente francesa que á buen paso venia sobre ellos. Luis de Herrera y Pe- dro Navarro, conocido entonces el engaño, se recogieron ú gran priesa á Tarpfito. Corriendo en pos de ellos los franceses llegaron hasta sus murallas, desde donde, senti- dos de no haberlos alcanzado, se retiraron á sus alojamien- tos ; mas Navarro y Herrera que conocían bien el pais y sabían por donde debia cada uno pasar para recogerse al suyo, sin detenerse en Tfip^to salieron secretamente por la puerta que iba á Puzano. Alojábase allí el capitán Fabricio , hijo del conde de Conza con su gente , y car- gándole al paso Herrera y Navarro que estaban embosca-

0) Zurita, lib, 5, cap. 13.

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dos junto á una iglesia, el primero con sesenta ginetes, y el segundo coa ciento y cincuenta infantes, de tal ma- nera le hizo fuego la infantería emboscada , hasta donde le atrajeron con engaño, que muertos. cincuenta france- ses de los sesenta que le acompañaban, toda la demás gente incluso el mismo Fabrício cayó en poder de los dos astutos españoles (i).

1503. Esto aconteció entrado ya el año de 1S03, año glorioso ^ara el Gran Capitán en que recogió los laureles, que justamente merecían las mas altas dotes que nunca tuvo general , y á los cuales concurrió Navarro como uno de los mas insignes guerreros que para su logro le acom- pañaron. Ea tanto que en mayor teatro le vemos figurar continuaremos con que , todavía en Taranto con Luis de Herrera y su gente de á pié y de á caballo , se apodera- ron de Gastetlaneta , pueblo de allí distante diez y ocho «lillas en que babia una guarnición francesa numerosa. Quejábanse los vecinos tanto del mal trato de los france* ees como de que atentaban á sus mujeres; y ya fuese el Grao Capitán quien primero se entendiera con ellos , ó bien qué Herrera y Navarro los incitasen á revolverse con- tra sus opresores, convinieron aquellos en que en el día en que lo emprendiesen y les bcititasen la entrada en la ciudad, oslarían alli'dispuestos á sostenerlos. Concertado todo y bien cumplido, apenas en el dia señalado comen- zaron los vecinos á moverse antes de amanecer, que ya

(f ) Crónica, íbi, cap. 67. Zurita en el cap. 8 del lib. 6, coenlB baber sucedido esle encuentro al volver Berrera y Navarro con la fuerza que refiere la Crónica, de la escaramuta en qne murió Mr. de Laude, que él llama Lauda. Tres solo añade que escaparon de los que llevaba el Gande de Gouza, y eran Ireiota y tres hombres de ar- mas, cincuenta archeros y diez estradiotes ó gineiesj^riegos.

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los dos capitanes españoles estaban á las puertas de la ciudad. Entrando on seguida en ella , prendieron y mata- ron sesenta hombres de armas y cíen ardieras, contán- dose entre los muertos a) capitán Simonet, comandante de la plaza ; cogieron trescientos caballos, y rendida Cas- lellaneta-, muchos otros pueblos, y fué lo mas importante, alzaron banderas por el Rey de España (I).

Ofendido el virey Nemours con esta pérdida, reunió en Canosa cuanta gente pudo y salió á vengarse de los de Castellanela. El Gran Capitán, que de lo que pasaba en el campo francés estaba pronto y bien informado, no se descuidó en oponerse á'su intento. En tanto que Navarro le frustraba, introduciendo en Caslellaneta trescientos de los suyos la noche antes de acercarse Nemours á ella. Gonzalo de Córdoba saliendo también de noche y con se- creto de Barleta, con alguna gente y artillería, se puso antes de amanecer sobre Ruvo, llamando su atención so- bre aquella plaza. Era su comandante en aquella snzon, un capitán de múcba fama llamado Mr. de Lapalice , y por los españoles el capitán la Paliza , Gran Mariscal de Francia (2). .acompañábanle doscientos hombres de armas ;y otros doscientos archeros gente toda muy escogida ; de suerte que cuando plantada la artillería y batida la mura- lla , el Gran Capitán ordenó el asalto, fué el combate de los mas recios y obstinados que se vieron. Siete horas hay quien cuenta que duró , hasta que al fin Francisco Sán- chez, despensero mayor del Rey, ó sea tesorero del ejército , plantó el primero la bandera sobre los muros de Ruvo. Saltaron con él otros españoles á la plaza, y ense-

(1) Jovius. De vila maguí Gonsalvi, ibi, píg. 246.^^níítiV(T, ca- pitulo 71— Zurila. lib. S, cap. 13, ano de 1503.

(2) Branlomc. Homines ilhistrcs, ole. Mr. de LapaUct.

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ñoreándiose de ella cogieron seiscientos caballos , premlie* ron á Mr. de Lapnlice , y al teniente del duque de Sabo- ya que le aconipañaba y á otros muchos frauceses distin- guidos (1).

(4) JoTÍos. De vita magni Gonsnlvi, pig. 346. Certaium ett per sefilem horas summa coHtclione..... Primum quod iUaium est , reppul- tií Gallií, iiexi/tum , fuit Franciseus Sanees qai fírgii Htipania dit- pensator eral. Zurila, ibi , cap. 1 4 , y ea el 73 dice , refiriéndose al mismo Sánchez , que despensero mayor era aquel á cuyo cargo es- taba tener la cuenta del dinero del ejircilo, pues lo rreibian ¿I y tus ministros. Como pafecp reppgnanle que se cogieran lautos ca-:- ballüs, siendo al parecer tan poco namerosa la |;uaraicioii, coavie- ne saber cual era en aquel tiempo el armamento mas usual <le la caballería é infanteria. Tratando el díligeote y muy apreciable Zu- rita (lib. 3, del Bey D. Fernando, cap. 6), del que en el afta de ^h9^ Lutrodujo Don Sancho de Castilla en la gente destinada á defender el Rosellon , dice que; " siguiemlo la costumbre italiana y «francesa, se introrlujo, que de allí adelante los hombres de ar- « mas trajesen almetes y lanzas de firmas, y sus espadas ó esto- « qnes, y un caballo encubertado y otro para un page con sus ma-

las eo los arzones : y de veinte en veinte hombres de armas ha- » bia un cabo de escuadra qne primero pe llamaba cuadrillero, y a porque en las otras provincias se acostumbraba que cada hombro a de armas tenia un archero ó balirslero á caballo , y tanto número

de gente parpóla inútil, y también era muy necesario á \a. gente «de armas llevar consigo ballesferoi á caballo, se USÓ algUD liem- « po que en cada compania habia respecto de las lanzas el quinto

de ballesteros qne traían corazas, armadura de cabeza , füida , y

los que entonces llamaban gacetes. Repartiéronse los peones, que I asi se llamaban en este tiempo y mucho después, en tres partes; > el un tercio con lanzas como los alemanes bs traían , que llama- a ron picas, y el otro tenia el nombre antiguo de escusados , y el a tercero de espingarderos y ballesteros que se ufaban entonces, y o llevaban 1as ballestas tan fuertes qne no se podían armar sino c con cnatro poleas, y iban estos peones repartidos en cnadrillaa

de cincuenta en cincuenta, y cada compañía de hombres de ar- a Blas llevaba A su cargo alguna parte ríe la artillería del campo B á respeto de las piezas (]ue tenia el ejército.» Acerca clel suces»

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EsLa operación , emprendida con el fin , como se ha dicho , de apartar al Duque de Nemours de sus proyectos sobre Castellanela , se termiaó con tal suerte y oportuni- dad, que al día siguiente , dos horas antes de anochecer ya daba el Gran Capitán la vuelta á Barlota. De sus re- sultas se encontró Nemoars burlado y en la mayor ansie- dad. No podía ir al socorro de Ruvo, porque ya los «lyos le habian perdido, y no podía tampoco continuar á Cas- tellaneta , por miedo de que los españoles mientras tanto no se apoderasen de otros pueblos y basta del mismo Ca- nosa. En semejante conflicto, nada le pareció mas acer- tjido que recogerse á ella y asegurarla , juntando cuanta gente pudiera de la que guardaba puntos menos seguros ; con cayo fin ordenó á Hr. de Bramonte que se hallaba en las Grutallas , que al punto de recibir su aviso , le siguiera á Ganosa , por el camino que el mismo Nemours llevaba: mas apenas Pedro Navarro y Luis de Herrera entendieron estar las Grutallas libres de franceses que , saliendo de Taranto con alguna gente pusieron aquel y otros pueblos á la devoción de España. Pasaron en seguida á Asti, que iuan de Lezcaoo no bahía podido tomar con la gente de mar que había desembarcado de sus galeras ; la entraron.

de Rufo , pueden tambieD verse la Crónica del Gran Capitán , ca- pitulo 78, pAgina 98, y Guicciardiai en el lib. 5, pAg. Uk v. Se- gún Zurita fué tomada en 23 de febrero de 1503.

Tratando el mismo Zurita del armamento de los doscientos Aem- bret de armas y irescienlos giaetet , cou que las Cortes de Aragón, reunidas en abril de aquel año, acordaron servir par tres meses en aquella guerra de la Pulla y Calabria , dice que Tué esta gente muy lucida y bien armada, é iban los komhres de armat con sus pajes y con caballos encubertadoa y todas armas blancas , y los ginetes segOD era costumbre coo corazas, capacetes, armaduras do brazos, quijotes y faldares. Ibi, cap. 23.

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saquearon y abandonaron muy luego , trasladándose des* pues á Francavilla que los admitió sin resistencia (I).

Cuando esto sucedía á principios de marzo de i503, las cosas tornaban tan á favor de los españoles en medio del hambre y privaciones de lodo género que sufrían ea las costas de Calabria y la Pulla como adversas se mos- traban á los franceses que dominaban en lo demás de Ña- póles y de nada carecían. Conociéndolo Nemours llegó á temer que no le cercaran en Canosa , y tan deseoso de evilarlo como de mantener su reputación , mandó reunir allí cuanta gente le fuera dado , para ir luego á dar con ella sobre Barleta. Gomuaicadae al intento sus órdenes á los capitanes franceses , y entre los italianos que seguían sa partido á Mateo de Aquaviva situado en ConvereanOi les prevenía ante todo que se juntaran en Altamura , con Luis d'Ars, en quien confiaba mucho, y que desde allí unidas todas sus fuerzas y mimdadas por el se encamina-* sen á Canosa, en donde le encontrarían.

Asi que el Gran Capitán entendió este movimiento, cuyo objeto al pronto no atinaba , comenzó á precaverse contra cualquiera suceso. A Pedro Navarro y á Herrera, qae aun continuaban en Francovílla, les ordenó que, de-> jando á Taranto á buen recaudo , se le juntasen cuanto an- tes en Barleta. En oso andaban, cuando por acaso suce- dió caer en maqos de Navarro una de las cartas en que Luís d'Ars y Mateo de Aquavíva concertaban el modo y día en que habían de reunirse, para buscar luego juntos al virey Nemours en Ganosa, Enterado por este medio el astuto Navarro del día en que Maleo se encaminaría á Al- tamura, con tal destreza se emboscó que, sorprendiéndole

0) Crónica, ibi, cap. 73, p4g. 100.

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al paso , aunque se defendió con valor, cayó al fín prisie- iiero. Murió su hermano Juan de Aquavjva, y rota su ca- ballería , fué por la mayor parte presa de Herrera y Na- varro que , prosiguiendo su viaje á Barleta , todavía al paso hallaron ocasión de acreditar su denuedo (1).

Obedeciendo las órdenes de Nemours , iba desde Con- versano a juntarse con él en Ganosa el marqués de Biton- to. Acompañábanle cincuenta hombres de armas con otros tantos cnbaltos ligeros y unos trescientos paisanos. Habién- dolos descubierto Pedro Navarro y ia compañero echaron adelante algunos do sus caballos ligeros que los entretuvie- sen y cebaran, mientras que su infanlería los alcanzaba. Asi sucedió ; dándose tan buena maña , que toda la gente del marqués, mediando un recio combate fué desbaratada, muerta una gran parte , preso él y cogido lodo su recuaje en que iba su recámara oon mucha plata , dinero , joyas y ropas, por ser el marqués persona muy principal y muy señalado también en la guerra (2}.

Al ver tantas y tan felices empresas y con tanto acíei^ to combinadas ¿qué cosa mas natural que , al llegar Na-

(t) Crónica, cap. 71», p;íg. 100 v Joviu¡,\\i\, pág. 253. 5ef/

daminlerse Arsius et Aquaviva de profeclioni¡ die constituunl , Na- varrut círca Tarenlum Anii litleras "líeí-cí^íV,— Gnicciartiini, lib. 5, p%. 1^7, llama á Hateo de Aquaviva tlnqae de Atri, y lio alJuaa qae otros dicen su hermano.

(1) Jovio ni Guicciardini do mencionan este suceso. Zurita, li- bro S, cap 26, le junta con el anlerior, y le ceíiere como sucedido once días antes de la batalla úe Seminara ; mas la Crónica del Gran Capitán las distingue y aun casi señala los dias qos mediaron entre uno y oiro ; al paso que no razón del qae Zurita refiere en el ca- pitulo 19, al tiempo que Herrera y Navarro iban á juntarse con Lez- cano Recuas , recuaje , fardaje , hoy brigadas t bagaje, V. i Pul- . gar, Nebrij'a y otros.

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varro y Herrera á Barleta con los trescieDlos infantes, cuareola lanzas y ciento cincuenta caballos ligaros que llevaban , se holgara el Gran Capitán con ellos , los aca- riciase y encomiara la prisión de un caudillo de tanto nombre como Aquavíva y aun del marqués de Bitonto? ¿ Cómo no regocijarse de que á tan buen tiempo se le jun- tasen unos hombres tan valientes y seguros , y de tanto provecho para loque meditaba (1)? A) cabo de lantos meses de privaciones y esperanzas, hobisn ya desembar- cado algunos refuerzos de España en Calabria, y entro ellos dos mil gallegos y asturianos. De sus resultas, y muerto Luís Portocarrero que los mandaba, D. Fernando Ab Andrade que le sucedió. den'Otó en 21 de abril á loa franceses en Seminara, á que se siguió ser prisionero su general D'Aubegni y sus principales capitanes (2). Llególe por entonces también al Gran Capitán un auxilio de dos mil alemanes , y ya con tales fuerzas se resolvió á salir de Barleta con toda su gente , y á buscar y presentar batalla á la francesa.

Moviéndose pues con ese ánimo el jueves 27 de abril, se aposentó la primera noche en Canas, pobre lugare- jo á seis millas de Barleta , pero muy célebre por la vic-

(t) JotÍo, ibidem, Eo nfgotm eX ítiaert JelicUer gesto Nmiarrut tt Errera Baroliwn peiveniunt , etc.

(2) Gnicciardini , lib. ü: Obigni benche fuggiste , nella rotea dt Angiiola riachiutoni dentro dentro fu conslrelio ad nrrendersi prigio- Mr.— Zurila cuenta deteDÍdamente la batalla de Semenara en el ca- pilufo S5 del libro 5 del rey D. Fernando , y que habiéndose amcH tinado iJntea de ella los gallegos por la paga, hubo para una con las Cadenas y collares de oro, la plata y dinero que tenían y dieron \y. Fenwndo de Aadrade, Garvnjal, Figuercdo y otros (capitanes. A D. Fernando de Aodrsde le llama la Crónica del Gran Capitán en ' el cap. 78 del lib. 1, pAg. 206 , gallego y conde de Villalba.

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loria que él alcanzó Aníbal délos romanos. Resuel- to en consejo de ^erfa que el ejército se dirigiese á la Cerinola , lugar de poca importancia, aunque bien situado para combatir, se emprendió la marcba al dio siguiente, después de haber confiado á Pedro Navarro y Diego Gar- cía de Paredes los seis mil infantes españoles é ilalianos de que se componía el ejército (1). El terrena por donde se camioaba era muy raso y estéril , y todo Cubierto de cañaveras y gamones muy altos. La sequedad del suelo y los ardores del sol causaron tal sed que los soldados se desbandaban para remediarla, y muchos se quedaron en el camino ; .viéndose el general Gonzalo en el caso de que para aliviar la fatiga de los infantes, mandase á la gente de á caballo tomarlos & las ancas , y como alguno murmu- rara fuese él quien primero diera el ejemplo (2).

Llegada la gente á las viñas de Cerinola y algún tanto refrescada, dio orden de fortificar el campo y que plan- tada la artillería, combatiera un castillo que defendía el lugar y tenia guarnición francesa (5). Mientras tanto el virey Nemours, noticioso del rumbo que seguia el ejér- cito y de la sed y fatiga que le acosaba , pensando que si le alcanzaba en el raso le sería fácil desbaratarle , ee mo- vió á gran priesa contra él. Su ansia por alcanzarle fué tal , que se colocó en la vanguardia á la cabeza de cuatro-

(1) Crém(a,c»p.'}S, pág. 101.

(S) Jovio, ibi ; pig. 253. Zurita, ibi , cap. 27.

(3) Crónica, ibi, cep. 75, que es la que segnioios porqae otras histonadores difieren eo algo. GuUciardiut , libro 5, pág. iiS, E fama , che f¡uel di perirono nel caminare di seie molli di ciascuaa delU partL—ZañlA dice (cop. 27 ) , qne por guardar la ordeiiaiua <le la iDr^aterla se lardaba uua hora por milla, y con mucho tra- bajo ppdiao caminar.

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cientoit y cincuenta hombres de armas y quinientos caba* líos ligeros. De nada sin embaído le sirvió , porque cuan- do llegó á conseguirlo-, ya le encontró en posición y algún tanto reposado, y al Gran Gnpílan que tranquilamente y lejos de intimidarse al acercarse fuerzas tan superiores ordenaba sosegadamente las suyas. En lo tocante á la in- fantería, DOS dice su coronista que formó con ella un 6a- tallon que dividió en tres esctiadrones . uno de alemanes, que situó en una viña hacia la parte de Barleta , y dos de españoles ; el uno de estos que coloc¿ hacia el lado de Cerinola le cooGó á los capitanes Zaniudio, í*iilarro y otros, y el restante á Diego García de Paredes y Pedro Navarro, encargándoles la guarda de la artillería situada en una vi- ña por donde estaban los franceses (1).

Caia el sol al descubrirlos por entre las cañaveras tan cercanos ya, que ambas artillerías se comenzaron á salu- dar. En medio de este cañoneo aconteció aquel dicho del Gran Capitán que tan aplaudido fué de sus mismos enemi- gos. Cuéntase que al cargar Un lombardero español un ca* ñon, se le cayó de una bota en el suelo un raitro de pólvora de las carretas do venia la munición, que llegó hasta don* de el cañón se había de cebar ; y queriendo el artillero po- ner fuego al cañón sopló la mecha jf saltó una centella en el suelo donde desde el rastro de la pólvora fué el fuego ade* /aníe hasta dar en la bota , que encendida comunicó el fuego á los carros de munición. Quemóse con eso cuan- ta pólvora habia en el ejército; y pensando el Gran Ga- pilan que ese accidente tal vez decaería el ánimo de sus soldados, prorumpió en aquella esforzada y bella excla- mación de ea amigos y compañeros no os alteréis por ¡o

(I) Crónica, ibi.

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5«¿ habéis visto , que estas son lús luminarias y mensagc- ros de la victoria, y por lo tanto cúmplage la falta de la artillería con el poder de nuestro corazón y ánimo inven- cible (1). , .

No se dirigieron ásordot ni á pusilánimes esta» pala- bras. Pedro Navarro y García de- Paredes que las oyeron y que quemada la pólvora ya no necesitaban guardar la artillería, al ver que el yirey Nemours y Mr. de Chan- demier con toda su infantería y gente de armas se diri- gían hacia ellos, so adelantaron á recibirlos fuera de las viñas con unos quinientos infantes españoles de los su- yos. Allí fué el pelear y el apretar los puños. " Mezcla'

ronse los unos con los otros muy reciamente, dice la

crónica del Gran Capitán, haciéndose entre ellos una

* muy reñida y peligrosa batalla en la que allende de las

espadas andaban tantas escopetas y ballestas que mu-

* cha gente de una parle y otra cala en el campo muer-

ta ; pero los dos capitanes (Navarro y Paredes] , con la

< suya hicieron tanto de sus personas y tan valerosamen- « te trabajaron que en bien poco tiempo rompieron toda « el avanguardia francesa , y mataron mas de treínla fran-

< ceses, entre los cuales en este primer encuentro murie- « ron el duque de Nemours de un arcabuzazo que, es-

< tando en el fosó sin poder pasar adelante le dieron, y « Mr. de Chande» {'í) que según dicho es, llevaba la van-

{1} Crónica, 'M.—Jovio, ibi, pñg. 1S&, aunqoe diGere algo de la Crúnica romiene en que al anunciar i Gonzalo el incendio res- pondió ain ¡amularse Practarum ornea accipio, ¿Quid rtiim nobit latiui accidere poltttl qiiam provenicnüs victoria laiuinana speela- f/jic.^— Guiccíaidini, también con le m pora neo, dice ai fín del lib. 5. Gonsalvo griló.... Idilio annuncia manifeitamentt la vi/loria daiu/oM íi-giio clie non ha biiogna piu adaperare l'arligleria.

(S; Zorita le da el Ululo de coronel de los suizos ; rosE Branio-

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guardia : los cuales murieron como muy esforzados y

valientes caballeros y capílanes peleando^ En eslo los

< franceses desmayar'on viendo muertos á sus capitanes « y caudillos; y no pudiendo sufrir mas á tos españoles « Volvieron las espakiasi y toda la otra gente del escua-

dron de Diego García de Paredes y Pedro Navarro que « serian mil y quinientos hombres saltó luego fuera de « los viñas j juntándose con la otra gente que primero « faabia salido , siguieron la victoria por aquella parto y « de tal manera que la gente de armas francesa por se

salvar de los españoles á gran priesa huía, y rompiendo

por un costado su propia infantería los apremiaron do

modo quG infantes con infantes se mezclaron con tanta

fortaleza que era cosa de ver En esto los españoles

< llevaban lo mejor, cuándo el Gran Capitán viendo á los

franceses ir de vencida arremetió con toda la restante

< gente de armas y caballos ligeros y dio tan recio en

ellos que por su venida todos fueron en muy poco es- « pació desbaratados y metidos en rota siguiéndolos el

< Gran Capitán con toda su gente mas de seis millas ma-

< tando y hiriendo hasta que no hallaron con quien pe- -tear(l)."

Fué esta batalla una de las mas célebres que basta entonces presenció la Italia. Aunque los españoles eran algo superiores en infantería, los franceses lo eran mu- cho mas en ca1)allería. Sus hombres de armas principal- mente eran tan escogidos que se asegura haber dicho el Gran Capitán que tan bien armados y aderezados habia

me no le refiere e&ire ellos , y^Guicciardiiii lo llama Mr. di Cian- áat y es el mismo Cbandeniier. (f) Cróoica, cap. 76, pág. 103.

ToHO XXV. 5

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grandes liemp08 que do se veían en Italia (1). En medií hora que según Paulo iovio duró la pelea {% , ó bien se- gún la Crónica, desde puesto el sol haota hora y media noche murieron mas de tres mil y quinieDtos franceses y pasaron de quinientos los presos con pérdida de solos cíenlo de los vencedores, que todavía hay quien reduzca á nueve (5). Toda la artillería y cuanto llevaban los Tran- ceses lodo cayó en manos del ejército español, que al día siguiente sábado, rendida á discreción Cerinola con su castillo, se encaminó á Ñapóles en el lunes inmediato.

La entrada del Gran Capitán en aquella ciudad en la tarde del i 4 de mayo de 1503 fué un verdadero y osten- toso triunfo (4). En medio con lodo de tantos y tan re- pelidos aplausos y festejos, su primer cuidado fué apo- derarse cuanto antes de los castillos y fortaleza de la mis- ma capital. Al abandonarla los franceses, boLian dejado en ellos numerOBos y no mal provistas guarniciones, que entretuviesen la defensa hasta que, reunidos los restos de su derrotado ejército , volvieran reforzados á socor- rerlos, ahuyentando á tos españoles; y ¿ la previsión de

(1) Znrita, lib. S, cap. 37.

(2) Jovio, ibi. rugnatnm est sd Geríonem Oie veneris IT Ka- leod. maias (28 de abril],.. Casa tunt ad qualuor millia hoslium tanta ceUritaie faalUateque ul eam temihora mommlo res eaepta ionfectaqat tu f itec ceatum qaidem ex viclorUtat perieríni. Guie— ciardini refiere qne el combate duró poco , y que se observó qne esta derrota y la de Aubigni Fueron eu riérnes, día reputado feliz para los españoles.

(3) Zonta, ibi.

(V) Zurila, lib. 5, cap. 30, pone esta entrada en 16 de ma- yg, pero Guicciardiiii, y sobre lodo Giaanone, que debia haberlo bien averiguado, la fijan en el dia 1^, refutando el último en ana nota á los escritores que la señalan eu el 1S y en el 16. Gienno- ae , Ittoria eit'iU di Napoh, lib. 29 , cap. k , pig. Vl\ .

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estos y de sa general no se escapaban tales proyectos. Era el Castel-nuovo ó castillo nuevo, situado á orilla del mar y junto al puerto , el mas importante por su situa- ción. Con muchas y buenas defensas y quinientos sóida- dos escogidos de guarnición, aunque en opinión de al- gunos no estaba suficientemeote artillado, contaba con grandes medios de resistencia, y podia ser socorrido por mar. Cabalmente por eso y porque el Gran Capitán desea- ba salirse cuanto antes en busca de los franceses , que ya 86 rehacían , conociendo prácticamente el mérito de Navarro como ingeniero le encargó de aquel sitio, po* DJendo ó sus órdenes la infanleria , única gente que con él había entrado eo Ñápeles, y la artillería á ta de Diego de Vera (4).

A la ambiciosa intrepidez y pericia de Navafro no se podia presentar ocasión en que lucirlas con mas gloria. Sin titubear declaró que tardarla poco enapoderarse de todos aquellos castillos y fortalezas, y ejecutadas muy lue- go algunas obras plantó contra la de Castelnuovo la arti- llería que en gran parle era de la tomada á los franceses en Cerinola. Aunque bo dejaba de causar estrago en el cas- tillo , como Navarro observase que la torre de San Vicente que cubria uno de sus flancos dañaba considerablemente á los suyos, determinó tomarla antes de pasnr adelan- te (2). La empresa era difícil. Estaba la torre situada so- bre un peñasco no muy fuerte a la verdad , pero que se adelantaba al mar precisamente en el punto por donde sus aguas pasaban al foso del castillo. Acometióla sin em- bargo Navarro , y cuando ya en gran parle destrozuda , se

(1) Crónica, cap. 6k. Zorita, ibi., cap. 30. (S) Jovio. Da vila M. Goiualvi, lib. 2, [>ng. 256.— GuiccbrJini, lib. 6.

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tralalia de asaltarla, luvíeron los capilfines siliadorcs por mas acertado tomarla por arte que por fuerza y perdien- do gente ; en lo cual siguieron sin duda el consejo do Na* varro . que muy confiado éa su industria se encargó de ejecutarlo»

Entoldó al inteato una barca , cubriéndola con fuertes maderos que á los que fuesen dentro resguardara de los tiros de los franceses puestos en lo alto de la torre. Metió- se á su tiempo en ella con Veinte ballesteros y otros tan- tos escopeteros , y cou otros cuarenta bien arniados dis- puso que el capitán Martin Gómez , que ya se señaló en Cefalonia, entrase en una barca descubierta. Un dia, cuan- do todo estuvo ordenado, salieron del puerto las dos bar- cas una bora antes de anochecer, y con gran disimulo y al remo navegaron en dirección opuesta á la torre. Cam- biando de rumbo tan luego como obscureció . acercóse á ella Píavarro con su barca y groo silencio , por donde la artillería habla derribado un buen pedazo del muro. A la cabeza de su gente comenzó á salir por allí en tanto que Marliu Gómez con la suya y no menor arrojo vencia por el lado opuesto los obstáculos que se \f presentaban : y tan buena mano so dieron los dos , pero especialmente Navar- ro, que al llegar Martin Gómez al patio de la torre, ya estaba aquel preparando reparos no solo contra los que desde lo alto de ella les tiraban , sino contra los que desde el Castel-nuovo que dominaba el patio les ofendían á des* cubierto.

Lo trinchera que al intento hicieron, les puso muy luego en estado de poder ellos tirar á los que para ofen- derles se asomasen á la torre : lo mejor sin embargo fué que como los que la guarnecían , oyeron distintamente el golpeo de los picos y azadones de los que trabajaban en

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la Irinchera , se amedrectaroD creyendo que los minaban j que iban á ser volados. Prevenido Navarro de que que- rían rendirse , convinieron en que si en aquella nocbe y hasta el medio dia siguiente no tos socorrían del Castel- nuovo , entregarían la torre sin otra condición que la de salvar sus personas ; coyo término pasado sin recibir so- corro alguno, salieron los defensores y se retiroron ai cas- tillo dejando á Navarro dueño de la torre en el dia 28 de mayo {i).

Terminada con tanto arrojo esta empresa , siguió Na- varro con mayor fervor la de Gaslel-nuovo, A la mucha ar- tillería con que antes la combatía por varías partes , agre- gó las cuatro piezas que acababa de lomar á tos franceses, colocándolas en lo alto de la torre. En seguida y para que el combate fuera mos terrible y decisivo , comenzó á ca- var las minas que tanto espanto ponían en sus enemigos. poco diestros todavía, por no ser vieja la invención, en el arte de las contraminas (2). Una de ellas parece fué orden expresa del Gran €apitan que se abriera debajo del alma- cén ó Casa de la mvnicion del mismo castillo: lo cual obedecido y concluidas las otras minas, Novarro siguiendo su sistema , las kincJiió de muchos barriles de pólvora, y junto con eso las hizo cerrar de un fuerte muro y pared espesa (3)

Cuando ya todo estuvo á punto para el asalto , le se- ñaló el Gran Capitán para el i3 de junio. Reunida en aquel dia la infantería española con mucho aparato de es-

(t) El Cura (1» los Palacios, cap. Í80.— CrAuca, oap. 8i Zu- rita, lib. 5, cap. 3i.

(S) GaicciariliDÍ, lib. 6, pig. 450: i moái auwi Ml'offat per- che non tono ancora iscogilali i modi dclle iiftst.

(3) Crónica, cap. 86. Znrili), ibi.

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calas y gran ruido de trompetas , se encaniiDd resuelta al castillo. Sus defensores que lo obstirvaban y do sabían que era un atnque fingido , se adelantaron animosos á re- chazarle. Era eso lo que Navarro buscaba. Dada la señal convenida y retirada con gran concierto su gente, se dio fuego á la mina de la Casa munición, con tal efecto que oo solo voló un lienzo del adarve de la ciudadela, sino la misma casa con los reparos dentro dispuestos para su defensa. Entonces el animoso Navarro que aquel mo- mento espiaba , poniéndose a la cabeza de dos compañías de infantería , y presenciándolo desde sus torres y azoteas las damas y caballeros, todos los curiosos en 6n de Ña- póles , arremetió el primero por el adarve arriba con tan- ta furia que lanzó de él á los que le defendían. Acometió en seguida á los que oslaban en la ciudadela. Resistié- ronse con grandísimo esfuerzo, pero no pudiendo sopor- tar el de Navarro y los suyos se retiraron con precipi- tación al castillo por el puente levadizo de la Puerta Real. Tal fué sin embargo el ímpetu de Navarro y de la gente que le seguia, que entrando por el puente mezcla- dos con los franceses, rompieron sus cuerdas y cadenas para que no le alzasen , y quedaron con eso dueños de la ciudadela y de cuantos muros y torres se acababan de la- brar para su defensa.

Los sitiados que en aquel lance no murieron se re- fugiaron como pudieron al castillo : su diligencia sin em- bargo en cerrar las puertas, de nada les aprovechó; porque Navarro y sus soldados los embistieron como lo habían hecho en el puente. Ganaron al instante el rebe- llín , y por otro puente que desde él y la ciudadela daba paso á la torre llamada del Oro , se dirigieron contra esta nuestros atrevidos soldados. Guiábalos como siempre Na>

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Tarro , que arrimándose á la torre . empleó para acsbar coQ SUS valientes defensores la pólvora y otros artificios de fuego > dándose tan bueua maña que una parte de los sur yos la entró por fuerza de armas, otra por las estancias que servían de escribanía y tesorería , y otra ayudándose de las picas, poruña ventana que quedó abierta, y la ar- tillería acabó de arruinar.

Ya no faltaba mas que apoderarse del castillo. Para legrarlo Navarro , tomada que fué la torre , se situó á sus puertas cou algunos capitanes y bastante gente. Todos entonces con él y como á porfía con hachos, picas y otros ingenios se esforzaban en romper tas puertas en tanto que la guarnición con piedras, pólvora, cal y aeeiie hir» viendo se defendían vigorosamente. Una hora se comba- tió allí coD el mayor denuedo , hasta que los defensores «cesados á un tiempo desde )a torre del Oro . y sus ven- tanas y eseribanía ó sea contaduría , desde las mismas puertas del castillo y de todas partes en fin , con la arti- llería y todo género de ofensas, decayéndola el ánimo, habieron de pedir partido. Estando cerca el Gran Caph tan . cesó de una y otra parte el combate y se comenzó á tratar de las condiciones de la raidicion ; mas mientras que se disoatian los españoles que estaban en la torre dd Oro y sus estancias, obstinados en abrir las puertas del castillo volvieron á combatirle con la artillería . y algu- nos lograron penetrar en él por la Puerta Real. No se estuvieron quietos los defensores, sino que con su pólvo- ra y artificios de fuego abrasaron á mas de cincuenta, coya mitad casi murió , quedando los otros muy lisiados y estropeados: lo cual visto por los demás españoles se em- bravecieron de tal modo que entrando con grande ímpetu en el castillo se rindieron los franceses á discreción. En se-

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guida quitadas las derensas entraron también Pedro Navar^ ro , Ñuño de Ocampo'y otros c&pitaneR con la infantería eD ordenada Torniacion > y saquearon ó su salvo el castillo, obtenida para elto la mas completa autorización del Gran Capitán (1).

En tan famosa jornada quo áofó dos boras y en la que no solo toda Ñapóles que lo vio , sino los mismos españo- les se admiraron de haber gnnado en tan breve espacio una ciudadela y castillo guardados por ocbocientos hom- bres ; el primer papel después del General , lo representó Pedro Navarro. Siguióle Ñuño de Ocampo, á qnien el Gran Capitán entendiendo que el que por ganar á Ga8tel-=nuovo se expuso á tilinto peligro , se eipondria al mismo 6 & mayor por defenderle , le confirió su tenencia , mandando para dar á Navarro una muestra de aprecio, que en el cas* tillo qnedára de guarnición su compañía, que pasaba por la de mas escogidos y valientes solda^ del ejército (2), Entre los soldados y tantos otros valientes que en aquella ocasión se distinguieron , merece una especial mención de los historiadores Juan Pclaez de Berrio, natural de Jaén, y uno de los pajes ó gen ti les- hombres del Gran Capitán. Fué el primero según unos, que entró en el castillo se- guido de solos tres soldados , y peleó con tanto ánimo que , aunque recibió siete heridas y le llevaron un dedo déla mano, perseveró haciendo rostro & los enemigos hasta que llegando mas gente los hizo retroceder (5). Cuentan otros que , llegando al tiempo que los franceses

(1] ZuriU, lib. 5, cap. 34, coya narración aunque algo con- fnsa hemos seguido por pareceroos mas metódica qae )a la Crónica del Gran Capílan.

(2) Zurita, ibi.

(3) Ibid.

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eonenzabao á alzar el puente levadizo, con una mano se asió de las cuerdas, y con la espada que traía en la otra cortó las de ambos cabos , y cayendo con la puente ó la puerta del castillo, entró por ella adelanto peleando con gran fortaleza , hasta que riéndose solo y sin quien le socorriera acabó como valiente soldado digno de eterna memoria (1).

Pero Id mayor prueba de la confianza del Gmn Gapi-< tan en Navarro estuvo en que , urgiéndole salir contra los franceses que se iban reuniendo y ordenando en Oaeta y otros pantos , le puso por capitán y cabeza principal de toda la gente que dejaba en Ñápeles. Componióse de mil infantes y con ella babia de tomar Navarro el Cantillo del haeTO ó CattetrOvo, situado en yn peñasco aislado enme* dio del mar y sin otra comunicación con la tierra que la de un puente de piedra bastante lat^o (2). A esta dificultad se agregaba la de poder ser socorrido por mar; y como no andaban lejos las galeras franccsos, para Uevor Navarro á cabo sa ebipresa la arremetió con aquella activa resoln-r cíon que tan natural le era. Comenzó por plantar la'arti-- Hería en el inonte Ptzzifalcon& que dominaba al castillo . Con tal fuerza y tan á oicnudo mandó en seguido^ disparar- la contra él, que apenas podian asomarse los franceses para atender á su defensa. El castillo sin embargo, no era el punto principal á que se dirigían los conatos de Navar< ro , sino contra una casamdla colocada al cabo del puente

(1) Crónica, ibi,— Jovio. De fila M. Gomalfi, pág. 2&7. Mura- corona decus promeruil adolcieeiu ex armigerií i'.oiualvi pueris Joannes Pelaef Berriut, qui pínats pluteum , Gallo manuM dttrun- canU audacler apprekcnderat.

[%) Crónica , cap. 88 y 93.— Zurita , cap. 35.— Jovio , ibi.

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y contigua al castillo > por donde forzoiameote habia que pasar para entrar en él.

Ai ver Navarro que por mas que la combatía adelan- taba poco en su empresa , ansioso de ganar tiempo se de- terminó á acometerla personalmente. Púsose á la cabeza de cincuenta valerosos soldados de los suyos, y tan deno- dadamente arremetieron con la casamata, que sus defen- sores la abandonaron retirándose al castillo. Navarro en- tonces á su pié , bien persuadido de que por la fortaleza del sitio dentro del mar era muy difícil sino imposible entrarle de otro modo que con aquella estr.aüa y ma- ravillosa industria en laque, como dice 2¡urita , se señalé sobre todos los capitanes de su tiempo , comenzó á minar en la peña viva. Comprendiendo los franceses su peligro, asi que sintieron el ruido de los picos, trataron á todo trance de impedir su progreso. Saltando del castillo hasta unos veinte, con la mas resuelta voluntad y ánimo atre- vido, arremetieron, con los minadores justamente á tiempo en que Pedro Navarro y Martín Gómez tos activaban coa su presencia. Al frente entonces de unos treinta de tos suyos, y ayudados de la artillería do Pizzifalcone , arre- metieron contra los agresores de modo, que á no conte- nerles el daño quo con piedras y fuegos artificíales les lia* cían desde lo alto del castillo, entraran revueltos en él.

Retirados tos enemigos volvió Navarro á sus minas. Tan sostenido trabajo empleó en ellas que al cabo de nueve dias ya tenia abiertos dos hornos de bastante capa- cidad. Mandó en seguida , según su método habitual , hen- chirlos con pólvora y cerrarlos después con nn maro tnay fuerte; lo cual cumplido, ordenó dar fuego á los horni- llos , puesta la gente en armas para acometer por donde

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roas cooTÍDÍera. El erecto del uno parece que fué tan re* ducido como terrible la explosión del otro. Abrióse gran parte del pefkosco y vino abajo un buen trozo del moro del castillo , cayendo al mar envueltos con los escombros muchos de los franceses que le defendían. Los españoles entonces se dieron á subir por las ruinas con tal intrepi- dez , que los sitiados , habiendo tenido la de^racía de que se volviera contra ellos y quemase á ito f)ocos una cava que habían gembraio de pólvora para darla fuego cuando lot nuestros estuviesen arriba , y antes de tiempo $e en- cendió , acabaron por rendirse á discreción , salvas las vi- das como en los otros castillos (1).

Así en 2 de julio de 1503, y á los veinte dias de ha- berse rendido á Navarro el Gastillo-ouevo ó Castet-nuovo. se le rindió el del Huevo ó Castel-Ovo. Si asombrados quedaron los napolitanos tanto d<!l efecto de las minas en el primero , como del arrojo con que Navarro le asaltó pa> sando intrépido sobre sus ruinns : la rendición del segun- do, reputado hasta entonces por inexpugnable, no solo dejó atónitos á los que lo presenciaron en Ñápeles sino á los italianos todos > y á la Francia entera, á la que sus sol* dados rendidos llevaron la noticia del terrible artificio con que Navarro lo había conseguido (2). La prueba de este asombro la tenemos en que tanto los escritores italianos como los franceses , olvidando ó ignorando que Pedro Na-

(1) Crónica, ibi, cap. 93 y Qi^.— Zorita , ibi, cap. 37— .Jorio, ibi , p.íg. S5T. Saeeeitit rtipi Navarrus , ptrfositsque eautihus tdie' n atque vlgetiimo He quam noeam arcem ad lerlium Muí Jumo» ettpermt , igne tuMiiit etc.

(2) Huralori. AnnaU ^Italia, tom. \, pig. S3, 1503. E in tmto il CcsteÜQ dtl üovo ir Napoli per una mina (cosa allor nuoTa) tie /eee saltar eolia polve dafaow PUlro Navarro venne m f^er de Coiualvo.

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. varro había ya usado las minas en Cefalonia > suponen que por primera vez las aplicó á Castet-Ovo , con el lerrible efecto que dejamos reOerido ; deteniéndose Guicciardinl á contar con este motivo lo que ya mas atrás indicamos acerca de su primero é inúlü ensayo en 1487 contra el castillo de Serezanello (i).

No ha fallado sin embargo quien entre los italianos y en el mismo siglo de Navarro le negara tan espantosa in- vención. En nn curioso tratado de Pirotecnia . impreso en Venecia en 1569, se lee que quien le aconsejó á em- plear las minas contra Gastel-Ovo fué Francisco Jorge, ingeniero de Sena, y muy escelento arquitecto, que, es- tando en Ñapóles con gran sueldo al servicio del Rey de Francia , se posó at del Rey de España (2) ; mas tanto lo

(1) GaicciardÍDÍ , lib. 6; y véasela nota puesta alpiádela pá- gtúa 9.

(2) Piroteehnia dtl S. Vannuixio BiriaouceSo Senete ; nella qua- U li tralla non tolo delta dii>ersitá delle miaere, ma ancho di quaal» ti ficerea alia practica di ene. E di quanto tappartiene altarte de

. lafatioae ó geilo de melalli ele, nuovamcnte stanipato In Veii^- tía. Appresso P. Gerónimo Gigllo i oompngni. SI.DLtX, con estam- pas, lit). X> cup. UII. Delle mine el ioterranei adatlamenti can che fauno rouinar te/ariezze inexpugnabili eo-'l Jaoco, per non poterutü aecastare con arliffliária—rpig. 326 v... E il primo iavenlor diquesta in Italia, fu Francesco di Giorgio, eioe, qiiet Ceorgio ingenieri Se~ nete tccellenlittimo arehilelo; ancor che tal gloria si deite el tfíasi, da ehi non sa, al Capitana Pietro Navarra: quatfu ten eseeutore, ma non inventare di coial effclo.: perche (carne sempre ttfienej , che la fama delle gran cote diasi alli pia degni , pero á quello fu altri~ buila el non al vero imentare f carne ui ha dtttajr concioiia que Fran-> eeseo, che (per le me viriuj siaaa in Napofí, con gran tiipendio, fatie tollo dal Re di Spagna al Re di Frania: e qaetio estendo ri-> chietto dal delta Capitana lo eoHsiglio nel far l'impreta del eastello dell'Om, propiaquo alia cilla di Napoli el mostraadoli difar tre di quetle mine, etfecele empire di detia polvere, si che, qitando parac~ gU lempo , offese salto la eapella de ta chiesa del catletla, el tan bo-

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que repetidamente hemos anunciado acerco del uso de las minas dentro y fuera de nuestra patria antes de emplear- las contra Castel-Ovo, como lo que refieren los escritores franceses , poco propensos á encarecer las cosas nuestras, ninguna duda dejan de que la invención fué española , y Navarro el primero que con tanto asombro la aplicó en Italia. El P. Daniel por no citar otros > al referir la rcndi- cion Je los dos castillos de Ñapólos, y como Navarro hizo minar la muralla de el del Uvo por la parle de Pkzifal- cone , sin que se apercibiera de ello la guarnición france- sa, sigue con que en el ataque de aquellos dos castillos 86 comenzaron á .usar las minas , pava hacer saltar las mu* rallas del modo que se usaban cuando ét escribía. « Por-

> que si bien en todos tiempos se habin minado ú mas

> bien zapado , para abrir brecha en las plazos j eso con-

sistia-unicamente en escavar, por ejemplo, debnjo de una torre y entibarla con maderos ó estacas , á medida

que se le quitaban las piedras; cuya operación termina*

> da , se daba á las estacas ó postes que servían para la

entibación, una capa de pez, resina ó cualquiera otra

nissimo lueeciio hebbt rffeio il sao diitfgno: tat ehefeee rouiaar iit niettíe una parí t di tjuel itvglio , iatiemecoa la capella , et gran parre áelU Fraitceii, che, per diffenderlo , denlra tlauano l di mamera, che ton pochiiiimo eoMi ráelo li Spagiali taliii per te Scale,fatsgli dalla rouina , Ui éntrorono dentro : fa poi qaeslo modo utato tn piu altrt luochi , ma in muuno , ek'io tappia, he66e effeto con tanta nmiiuii forti rtspetto alia qualita del íaito, o per miglior adatiamento fat' touiei, Har voleadoui diré il modo et ordiae commune, colqaaia ü fon- no quesle cose, ele.; y íigae el modo lie abrir ]be itiinnB, cargarlas y liarlas facgo con una estanipila ((ac sirve at intento, l'^ata opinión siguió ianibien el I>r. Cristóbal Snarez de Figucroa en gu Plesa. univeríol de toda* ¡ai artes jr eicaciat. Discui'so 80 llamando al iii' venlor Francisco Jorge.

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78 » cosa combustible , se les ponía fuego , y luego que se

quemaban , la torre se hundiia en el foso ; pero nunca , o concluye el mismo historiador , sirvió la pólvora para

eso , hasta que habiendo Pedro Navarro perfeccionado

la invención que ya se habla empleado contra Sereza- » nollo, la empleó afortunadamente contra los castillos

de Ñapóles, y puso con ella á los españoles en posesión » de tan importante conquista (i)".

Mientras que la Italia y aun podemos añadir la Europa la contemplaba atónita y la desventura de los franceses en Ñapóles , Navarro colmado de gloría y sus soldados ricos con lo pillado en los castillos , dejaron la capital para juntarse con el Gran Capitán. Encontráronle en Roca-Guillermo disponiéndose para poner sitio á Gaeta, fortaleza célebre hasta en nuestros días, y de manera, di- cen los antiguos, que ningún ejército por muy poderoso que fuera bastaba á sojuzgarla á no tener la mar y estre- charla al mismo tiempo por tíerrai Componíase su guar- nición (le cuatro mil y quinientos hombres de pelea, y aunque á la sazón había bastantes enfermos, toda era en general gente muy escogida y capaz de gran defensa (2).

(<) Histoire de Franee. LouirXIf, vol. 8, an. 1503, p4g. 380. En cuanto á lo que sorprendió en España , no hay mas qué leer la epístola 361 de Pedro Hirlir, escrita en Segovia el XIV de las ca- lendas de noviembre de 1503, eo la que trata de la rendición de Castel-Ovo —/*«(«« !>favarrus...„ ane nova it/am slruxit oppagnatú)- nem gua minut hcstes putaAant, mniculos intra vivi taxi cm-ernaiet perfoisores et catones fffeeit, etc.

(,2) Crónica , cap. 95. El Cnra de los Palacios en el cap. t9l cuenla que se sitió i Gaela en 1.* de julio da t503; pero si Na- varro, rendido en el dia 2 Caslel-Ovo, se juntó coa el Gran Ca- pitán óiiles de asediar aquella plaza, oo parece conformarse las datas.— Zurita, ibi, cap. 37.

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Sieodo la plaza 7 la guarnición tan respetables, el Gran Capitán que contaba con muy poca aftillería , no hizo por el pronto masque amagarlas. Recibida una bue- na porción de la ganada en los castillos de Ñápeles y de la que aití habia dejado , y colocada oporlunamenle para el ataque, i fin de asegurarla contra las salidas de la plaza, cuentan que el Gran Capitán siluó fu gente tíin cerca de ella, que desde Ins murallas ó desde el monte en que se encuentra, se alcanzaba con una piedra al campo español. A Navarro en aquella colocación , dice la Cró- nica del Gran Capitán que le locó situarse de los nios próximos y con mil y quinientos infniítes en un jardín á la derecha de ta puerta que do la ciudad iba al mar (1); y á Diego García de Paredes, bajo la fe de Gonzalo Fer- nandez de Oviedo, se refiere que habiéndole opuesto con su gente á un torreón de la marina, teniendo á su dere- cha á Pedro Navarro, como los servidores de este y los que asentaban el real' hubiesen adelantado su pabellón al de Diego García , mandó este á los suyos con ceño que le retirasen: advertido lo cual por Navarro se excusó muy comedido , dando la* orden inmediatamente de que asi se verificase para que Paredes tuviese la preferencia. Tan pagado siguen que se vio aquel valiente de este come* dimiento que dijo: " dojadlo estar , y pues no es llegado > el pabellón del Señor don ITgo de Cardona , tomen ese

pabellón y asiéntenlo aquí al par del mió para el Señor

Pedro Navarro y para ; y así se hizo en grado y vo- luntad de ambas partes. Y Don Ugo se aposentó en

aquel pabellón primero; y estando sentado en una silla

entró una pelota de artillería que habia dado unos veiu-

(1) Crónica, ibi.

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80 le pasos antes en tierra , y al segundo sallo le lleTÚ B ambas piei'Das á Don Ugo, y le malo so desveutura; y

> murió como católico en su oficio ; dejando mu«fao do-

> lor de su muerte al Graa Capitán y á todos los espa&o- .le8{i)."

A este pasaje un si es ó no poético y algún tanto in- Verosimil, atendida la noticia dada de ambes conten- dientes . agregaremos para amenizar tan sangrienta nar- ración , en tanto que de otro modo ifeferimos la muerte de D. Ügo. otro pasaje filgo mas poético sin duda y de todo punto iocreible. Con tanto Turor se combatían sitia- dos y sitiadores en Gaeta, que verdaderamente parecía estar allí junto todo el ejército y rumor del infierno (2). Al empeño de los prímel'os en mantenerse y en disponer reparos y defensas para cualquier evento, sobrepasaba el de los segundos en apretarlos. Sabían que la plaza iba á ser fuertemente socorrida por mar , y querían para fru6< trarlo que se rindiera cuanto antes: de modo que agre< gándose á la penoéa situación en que se encontraban los sitiadores . haberse venido abajo una buena parte de las murallas de la plaza, determiiid el Gran GapAan tentar un golpe decisivo contra ellas.

Como que la empresa era peligrosa , los capitanea y soldados se prepararon , confesándose los unos y haciendo testamento los quo tenían do qUe. Llegado el día seña-

(2) El señor Vargns Ponce en la Fir/a de Diego García de Pa- redes, H. S' en la Academia de la HUloria , y en la de Pedro Na- varro, reñriéndose a Gonzalo Fernandez de Oriedo, que efecli- rainente asi lo cuenla en lo agregado á la Quiatpiageiía Z.' Biblió- (ecB nació nal.

(1 ) Crónica , ibi.— El Cora de Iob Palacios dice que desde Gaeta batían el Real por trece [lartes.

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lado , y cuando ya lodos formados en secrtílo y ánles de amanecer esperaban al pié del muro el toque de la trom- peta que era la señal de arremeter; he aquí que según el poeta Cantalicio , á quien sigue la Crónica del Gran Capitán , se oyó con asombro una voz que dccia ; dejad la batalla y tornad atrás vuestras banderas (I): voz qne por mas diligencias que se practicaron no se pudo averi- guar de donde salía. Sin embargo como en medio de ellos hubiese el Gran Capitán entendido que eran inmen- sos los aparejos de toda, especie dispuestos para defen- derse dentro de la plaza; cambiando de resolución y sin dar valor ni á lo dispuesto en aquel día , ni á lo mucho que en tos anteriores se había adelantado con los consejos de Navarro , y sobre lodo cqn bu obstinado y arriesgodo empeño de abrir minas para apoderarse de Gaeta con la misma buena suerte que de los castillos de Ñápeles (2), ordenó la retirada con gran pérdida de los suyos, siendo de los mas señalados D. Ugo de Cardona y D. Juan de Es- pes (3).

Siguióse a eso que, reforzados los sitiados con cinco mil hombres, para no perder mas gente al frente de la

(1} Crónici, ití.—Cantafycü Epiacopi Gonstdvia , lib. k.

pox est aeies audíla per omaes,

Parcile pugnare el convertiré tigna retrorsum.

(2) Panto Jüvio en is vida del Graa Capitán, pig. 2^, explica de este modo lo que Navarro (rabajó en Gaeta. Jam Navarrui.,^ tonabalur codcm artificio quo Ncapoli felicissime uium fueral , plú- teos faceré effottere eaniealit, mtrnium pinaat detérgete, f^erum Sa- lasíuí et Alfgria Gallorum el F'asconumfreii preesidio, Navarrum iniqao loco taita molieiitem aisiiltie cvnieciit Colubrittarum et falco- nuoi pilU perlurbabaiil , usque adeo violenter , ut non solum qui circa tormenta alque dggeret in opere versaretitur, verum el qui pracul in tasirit esteat , vita periculutn ailiretif, ele,

(3) Crónica, Íbi.-Zurita, lib. 5, cap. bl.

Tomo XXV. C

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plaza , determinó el Gran Capitán situarse cii CasUglione, pueblo pequeño , reputado por el antiguo Formiano, man- BÍon deliciosa en tiempo de Cicerón , y tan inmediato á Gaeta , que en realidad quedaba por tierra tan cercada como antes. Emprendido muy ordenadamente el movi- miento en 7 de agosto, los franceses así que lo observaron, salieron de la plaza con alguna infantería y lodos sus ban- deras de gentes de armas. Cubrían la retaguardia espaüo- la con quinientos infantes de su nación Diego García de Paredes. Pedro INaTai-ro, el capitán Pízarro y el coroael Villalba , y tan reciamente voWieroD sobre ellos que los forzaron á regresar á la plaza desbaratados (1).

Este acontecimiento y la pesadez con que nuestra ar- tillería arrastrada por bueyes se movia , fueron sin duda la causa de que la retirada no se completase eo aquel tlia. Al continuarla en el siguiente 8 de agosto , recelando el Gran Capitán que los franceses, no obstante la ruda lec- ción recibida en el anterior , tomarían á (aligarle , refor* la retaguardia con mas gente, y se quedó en ella acona- pañando á Navarro y á Paredes. Correspondiendo el suce- so á su previsión, apenas el ejército se babía movido, que los franceses cayeron.sobre él con el mismo furor que la víspera. El combate fué reñidísimo, andando tan inme- diatos los unos de los otros que se herían con las espa- das; hasta que en lo mayor del aprieto,, trasladándose Navarro y Paredes con parle de su gente al tugar que mas lo necesitaba, y dando de recio Eobre los enemigos los pusieron en fuga y persiguieron y golpe de espada entraron con ellos hasta la mitad del arrabal de Gaeta coa pérdida de mus de ciento y cincuenta franceses y

(1) Crónica, ibi.

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< todavía los si^ieran mast, si et Gran Capitán no diera * orden de retirarse y de seguir tranquilamente como lo ( hicieron á Mola y á Castellón (t)."

Mientras que en esto se andaba, y la suerte se mos- traba algon tanto desfavorable á tas armas españolas , los habitantes de Roca-Guillerma , en donde dominaban los anjoinos.se entendieron con la guornicion francesa do Gacta para libertarse do la española , y entregarles por consecuencia su fortaleza. Concertado el dia, dieron los vecinos principio á su empresa sorprendiendo en su igle- sia y al tiempo que oian misa al gobernador Tristan de Acuña y ó otros muchos españoles. Abiertas en seguida las puertas, y entrados seiscientos franceses y gascones que en las cercanías lo esperaban, se habrían desde luego apoderado del castillo ó fortaleza, si Pedro Mellado, Fran- cisco Hongo, Peña y Francisco Bravo, cuatro soldados cu- yos nombres merecen repetirse con aprecio, no se hubie- sen retirad» con oportunidad á ella, y defendidola valien- temente (2). Dio esto lugar á que llegando la noticia al Gran Capitán ordenara á toda priesa á Navarro que con el coronel Zamudio volara á socorrerlos ; y ya fuesen seis- cientos hombres ó bien dos mil y quinientos los que le acompañasen, tan diligente anduvo Navarro que, salien- do de su alojamiento en el mismo domingo al mediodia, y llegando puesto el sol al pié de la montaña en que está situada Roca-Guillerma, después de pasar allí tranquitu- mente la ooche. bastó que al amanecer se mostrara re- pentinamente á los franceses pora que los que desde el pueblo combatían la fortaleza, le abandonaran al inslan-

(1) Crónica, cap. 96.— Zurita, cap. i3, IÍb. 5.

(2) La Crónica del Gran Gapitaa, sin nombrar i los soltlados, dice qae fueron siele los qae se rerugi<iron i la fortaleza.

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te. Entrando entonces Navarro, y sabiendo que á lodo andarse retiraban por la via de Pontecorvo, dejando á Zamudio en el pueblo con una parle de la gente , salió con la otra á perseguirlos , y habiéndoles preso ó muerto unos ciento que alcanzó, se tornó á Roca-Guillerma que incendió y saqueó en pena de su traición (1).

Aunque en tanto que la actividad y denuedo de Na- varro y su gente , campeaban en esta y otras empresas, se manlcnia el Gran Capitán en Castíglione amenazando á Gaeta, tuvo al fin que abandonar aquella importante si- tuación. Supo que el ejército francés que venia á socor- rer al que quedaba en Ñapóles , había ya pasado el Tiber, y á buen andar se acercaba al reino ; y. levantando al ins- tante su campo de Castellón, se situó en la misma noche á orillas del rio Lirís ó Careliano. Do allí dejando ú Pe- dro de Paz con mil y quinientos peones y algunos gine- tes para la guarda de aquel paso del-rio, se fué á San Ger- mán, á donde llegó en el domingo 8 de octubre, y lomó posición al frente de los franceses que ya estaban en Pon* tecorvo(2).

El ejército que estos traían y cuyo general era el mar- qués de Mantua , se decia componerse de mil almetes, do6 mil caballos ligeros y nueve mil infantes, la mayor parte italianos con tretttla y seis piezas de artillena;

(1) Crónica, cap. 98.— Jov¡o ibi., p%. 261. Kxierruit tos Na~ farrus: et depulío Callorum prasülio Icvilatis afqiie perfidia pae- nat dure capU.-~l\iñ\a, lib. 5, cap. 43, pone este suceso en el la- ñes \k de agosto, y añade qae Navarro prenilió al capitán Casano- va que servia al Itey de Navarra, y de Gaeta bsbia salido k prote- ger d los de Uoca-Guillerma; y qae prendió ademits quinientos hombres, qne por faltar gente en las galeras los envió el Graa Ca- pitán ¿ ellas.

(.2) Zurita , lib. 5 , jp.ip. 49 y 57.

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85 la$ diez y seta cañones y eulebrinas , y las restantes de las que llamaban girifaltes y falconetes con muy cumplida mu- nición (i). Tanta gente y provisión podían arredrar, y mas cuando todo le escaseaba, á quien no fuera el Gran Ca- pitán ; mas lejos de eso, apenas llegado á San Cernían, or- denó á Pedro Navarro que al siguiente dia lunes con in- fantería y artillería competente fuese á combatir los fran- ceses que Pedro Médicis hablo dejado á defensa de la abadía y castillo de Uonte-Casino , v no quería sufrir que allí estuvieran.

A la penosa situación de aquella antiquísima abadía en una alta montaña se agregaba entonces haberla forti- ficado los franceses, y reforzádose además con gente de la tierra. Navarro, habiendo empleado todo aquel dia con sn genial actividad en subir trabajosamente la artillería, al inmediato martes 10 de octubre, emprendió resuelta- mente el ataque. Tan vigoroso y sostenido fué que á poco y á viva fuerza se apoderó de la abadía con muerto y prisión de cuantos la guardaban y sin pérdida de nin- guno de los suyos. Este hecho de armas en que se dis- tinguieron los dos capitanes Ochoa y Juan ó Jordán de Arteaga. y en que á no oponerse con su espada García de Lison , los soldados españolea habrían saqueado hasta el sagrario y las reliquias (2) , fué tenido en mucho así

(f) Ibid., cap. 57. El ejército francés, segan Guicciardini , li- bro 6, se componía de 800 lanzas, cinco mil gascones, que cooda- cia la Treraoaille, y ocho mil suizos, qne cou los soldados de Gae- ta companJBD 1,800 lanzas entre italianos y franceses y mas de diez y ocho mil infantes.

íi] Jovias. De pila M. Gonsaivi, lib. 2, pig. SOI ae nitl

Canias Uioaius, qui pietate iiisigni ad Rabos captivarum famina- rum pudorem eonservarat , intealalo gladio pradones eoercuissel, ve- merabiUs etiam taaclorum patnim reUqaittf loculis srilieet argentas

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por ser aquel caslíllo " uoa fuerza muy principal y muy

importante por el paso en que está , como por haberse tomado á vista de los fuegos del ejército francés , que

se apercibía desde allí muy clammente y por muchas » ahumadas que se hicieron do quisieron de modo alguna « venir al socorro {i)."

Terminada con tal prosperidad y rapidez la empresa de Monte-Gasino, proveyó el Gran Capitán á los lugares de la frontera de la gente que cada uno requería para re- sistir á la invasión francesa. Quedóse con su persona y la que le restaba disponible en San Germán, hasta que di- vulgándose que el marqués de Mantua jefe del ejército enemigo habia proferido palabras que lo eran ofensivas, lo mismo que á sus soldados, se fué derecho á buscarlo.

Es curioso á propósito de estos denuestos, y creemos como Paulo Jovio que lo veGere , que no se debe callar la costumbre que los soldados de las varías naciones que en- tonces militaban en Italia, tenían de afrentar á sus con- trarios según la opinión que de ellos comunmente se for> maba , cuando comenzaban á pelear ó como hoy diríamos se batían las guerrillas. Los españoles dice que llamaban borrachos á los franceses y mea-vino: los franceses á los españoles ladrones ahorcados por la rapacidad de sus ma- nos: los alemanes á los suizos por desprecio covamelos Ó vacas ordeñadas en el establo : los suizos á los alemanes smocharos, que en alemán parece signiQcar puercos be~ llacos; y todos á los italianos buj,arrones \^). Lo que el

tonJiííB profecía twarüia müilum ceJ»'»en/.— Zurita, ibi, capila- lo ^.—Crónica, cap. 101.

(1) 0<{/iica, cap. lOt.

(2) JoT¡us,ib¡, píg. i&i.Erat fnírn mas apadmiliteíf'^uod mini- mi pratermilteadum videlurj ut teco terio^e íes* muinít eoniutnt'

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marqués de Mantua llamó á los españoles cuenlao que fué canalla, expresión harto insolente por cierto en persona tan altamente colocada. Porque si bien de allí á poco dis- culpándose el Gran Capitán delfuvorque leacusabon dará la gente de guerra, y de la impunidad con que dejaba sus excesos, respondió: " que él no podía alabarlos de retigio- > sos, porque todos los mas que allá iban do España eran « tales que no loa surríria la tierra por bus delitos ; y que « no se podia negar que no cometiesen algo de aquello < que se les imputaba, aunque no quedaba sin casti- * £(> (^)<" "^ '^ plugo Y tuvo razón tolerar tal denuesto del general de un ejército enemigo no vencedor ni mejor disciplinado que el suyo. Púsose pues en campaña con él. y presentándose á 'Una milla del francés, por maa que le provocó á batalla . y les requirió á que si tanto la deseaban, era aquella la ocasión de ver quienes de loa españoles ó franceses eran de mejor condición ; el mar- qués de Mantua nada mas respondió sino que en el Ga- rellaoo se verian presto (2).

Ea el Gareglíano ó Garellaoo un rio, dice Zurita, que nacieudo en el Abruzzo pasa por entre San Germán y las tierras de la Iglesia. Va ahocinado como el Genil aunque es muy mayor y sin otra puente que la de Ponlccorvo, eiendo muy difícil vadearle. El marqués sin embargo, ha-

lili ex propria vulgarique gentium nota.--^ JVam Gallos Hápani Bor- radial, id eit, ebrios el ex temuUnlia vínum meientet pocabant. Calli autent Hispanos áfttracimaKU lalronei taqueo suspensos appellahant: tieuti Htlfetiot Germani ad eiprimendam gentil ignobiliíalem Cova- sneloSf/ioe eit , vaccat in tfabulis mulgentes , votare eranl lolili: Ger- manos vero Hehelici Smocharos qua vox germanice sparcos nebulones iudicat : Itali vero ai aliis Bagroaet , koe esi , puerarii t-oearenlur.

(1) Zurita, ibi, cap. 73, año de 1S0(.

(2) tbid, cap. S7,

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biéndosele ya unido tres mil franceses salidos de Gaela. lo pasó en 1 5 de octubre por el vado de Seprano , y trató de sorprendei' á Hoca-Seca, punto importante en el lími- te de los Estados pontificios. El Gran Capitán que pene- tró su designio , desde San Gci-man , en que todavía per- mauecia, ordenó al otro día i6 de octubre, que Pedro Navarro y García de Paredes con la inranlería fuesen por la montaña á socorrer á Roca-Seca, dirigiéndose él con Próspero Colona y toda la gente de armas por el llano. De tan acertada disposición resultó que, habiendo entra- do Navarro y Colonna en la Roca, no solo obligaron al marqués de Mantua á desistir de su intento y repasar el Garellano , sino que saliendo contra él los capitanes Zamu- dio, Pizarro, Escalada y el coronel Villalba, que habían defendido la Roca, y alcanzando su retaguardia desban- dada , le mataron y prendieron mas de trescientos hom- bros incluso un capitán (1).

Tan cercanos andaban ya en esto los dos ejércitos que bien se veía que uno y otro general buscaban la ocasión propicia para acometer al otro. Corridos así algu- nos dias é insistiendo los franceses en pasar el Garellano por un puente que guardaba Pedro de Paz con mil y dos< cientos infantes y algunos caballos , le arremetieron at fin furiosamente. Tres dias con tres noches se defendió Paz valerosamente del ejército enemigo. Socorrióle con opor- tunidad el Gran Capitán con el suyo ; pero recelándose de un nuevo ataque por ventura mas vigoroso, al paso que ordenó á Pedro de Paz, que se recogiera con su gente, dispuso que Pedro Navarro con alguna do la suya pegase

(\) Jovio, ibi, pág. 262.— Zurita ibi.— La Crónica del GranCa- pilan pone el movimiento del niarqnés de Uantua en el último dia de octabre y )o demás en los primeros dias de noTÍembre.

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fuego á un trozo de la puente que estaba labrado de ma- dera en lo quebrado de ella, 7 asentó su real al poso de la puente (1).

No toca á la historia que escribimos rererír todos los pormenores que precedieron á la batalla del Careliano, j dieron gloría inmortal A Gonzalo Fernandez de Córdoba. SdIo diremos qae en medio de la agitación y amotina- miento de su ejército por el crudo temporal , por el hnm* bre y falta de pagas en que se vio ; movimientos y desó^ denes en que no solo tomaron parte los Colonos y capi- tanes y caballeros napolitanos que onsiaban porque el Rey Católico restituyera aquel reino á su srjbrino D. Fodrique, sino hasta D. Diego de Mendoza , Iñigo López de Ayola y D. Hernando de Andrade (2) ; para gloria de Navarro, na> die escribo que participara de los vergonzosos extremos á que se lanzaron aquellos y otros capitanes españoles, por otra parle muy valientes y distinguidos. No nos incumbo tampoco describir y sobre todo poner de acuerdo á Guic< ciardini . Jovio, Zurita, Alarcon , ta Crónica del Gran Ca- pitán y otros sobre los varios incidentes de aquella céle- bre campaña , en la que no deja de advertirse et deseo de qtie tales ó cuales personajes ocupen el primer térmi- no ; porque para nuestro objeto basta que en ninguno de ellos ocupe el segundo nuestro atrevido Encartado. Nos envanece por lo contrario que cuando los franceses des- pués de concluido un puente de barcas posaron el Gare- llano apoderándose sin resistencia de una torre que les entregaron los infantes que la guardaban porque les ofre*

(1) Zurita, ibirl., nodando en esle tiempo tan juntos Pedro de Paz y Pedro Navarro, que algaoa vez parece dudarse de si no es- tán con fundidos.

{•£) Zarila, ibi, cap. 58.

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cieron salvar sos vidas y fardaje : aquello de talvar la vt- lía por temor de la muerte pareciera lan infame y se tu- viera por tan ultrajante al nombre español ep el mismo ejército poco ánlos amotinado , que tumultuariamente y como por juicio público de los demás soldados fueron condenados y sufrieron una muerte horrible, los que pu- diéndose acordar de la defensa de Navarro en Canosa co- metieron tan cobarde acción (i).

Fué la rendición de aquella torre en medio de lan pundonorosos sentimientos, el preliminar de los célebres triunfos y victorias que en los fastos de nuestra nacíoD aun conservan el nombre del Garellano , por haber tenido lugar á orillas de aquel rio. Habiendo intentado su paso por el puente que para ello construyeron , y habiéndolos rechazado con gran pérdida aquella infantería siempre valiente y entonces ayudada de La gente vizcaína que, como útil para cualquiera afrenta y fatiga mandó el Gran Capitán desembarcar de la armada y quedarse con ella (1): excusado es decir cuanto se luciría Navarro. Murieron allí con efecto varios capitanes paisanos suyos , mas entre tan- tos españoles como en aquel, dia so señalaroo, es muy

(1) lovíus. ibi, pAg. 263 Ea dtdilia uti infamit usque adeo

indecora Hijpano nomini ia easlris visa ett , ut qtii metu morlis tit- tam strvaraitt eoneursit iratorum mililum, veluli publico indicio damnati Irucidaliqíie mitñrahitem alque leterrimam mortem subirerU etc. Jovio parece colocar este suceso mas adelante, pero seguD Zu- rita debe (le estar aqui. La Crónica del Gran Capitán atribuye este alentado á un capitán y diei eoldsdoE gallegos, que estimando mss la cobdicia del dinero que no la honra entrrgaron la torre por dot mil corona) de oro , y á pesar del perdón del Gran Capitán, que es íd- dicio da haber alguna eiageracion en et suceso , yuez-on hechos pie- sai por tot demeu toldado! no dejando hombre de cUoi á vida. Par, S, cap. 107.

(I) Zurita , cap. S8 y 59 del lib. ^.—Cróuita, cap. 109 y sig.

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91 justo que todos y en ocasiones oportunas renueven lo ine< moría de un alférez llamado, según Pedro Mártir, Alonso de la Parro, natural de Pastrana (1), y según Paulo Jovío, que parece mejor informado, Hernando de Illescas. A pe* sar de que una líala do cañón le llevó la mano derecha con que sostenía la bandera, siguió sin aliandonar su lu- gar sosteniéndola con la izquierda y persiguiendo al ene- migo con liis suyos: cuyo servicio loado públicamente y apreciado por el Gran Capitán en lo que merecía, le re* compensó en él y en sus hijos con una pensión de qui* nientos daeadot anuales sobre las rentas de Ñapóles (2). A ese triunfo mediaron otros cada vez mas á propó* sito para el fin que el general español se proponía, aun- que no fueron sino parciales. Continuaban los franceses de resultas del anterior tan abatidos como orgullosos se habían mostrado antes de intentar el paso del rio. Si- guióse á la desgracia, como regularmente acontece, la discordia entre sus capitanes y los italianos que militaban con ellos , y por último dejar el mando del ejército et marqués de Mantua y retirarse á Roma despreciado de los fronoeses que ya no querion obedecerle y le denosta- ban públicamente como á italiano (5). Cuéntase también

(O Ptirí Marifrís Epistolar, lib. 12. De Medina, [X Calend. Jimuarii 6 sea á de diciembre tie 1503.

(3) Jovio , ibi , pig. 36^. Laudatar quoque puMko praconio Fer- dinam/tu Híleieai tignifer hitpanitt, fui rapiente ti dexlram tor- meali jñla, imperterrilut vexiltum lava manit MustuHl el in halle irv ptrrexif. Hunc poilta Coitsalvui rjusque libtrot i'irltilii causa ex rt' gio vectigali aanuis aureis quiíigenlis donafit.

(3) Ibiilem, trat-indo de lo que decía uno de los Cftpttnnes mas afamados llamado Snndriconst, /i in corona nriliiiim iamunde loijaens^ jare aplimo (inquit) virt Galti mulctamar á Forluna, pQllqiiam tO ieftnium est ul éirgroni iia'o parendum exiftimemui.

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que no fuUú entre ellos alguno que le recordase al in- lenlar el paso del Careliano sus anteriores bravatas y ha- ber llamado canalla á los e8pafioles(l), cuyo geneml siempre con el empeño do echnr á los franceses de Italia, ni ver que aunque decaídos todavía le superaban en nú- mero, trató de darlos la última mano.

Dispuesto un puente de barcas y carros para pasar ó buscarlos , y amagando echarle en una parte , frustrando la vigilancia franceüa, le echó en otra, y pasó al otro lado del Careliano en el jueves 28 de diciembre. Lleva- ba la vanguardia, según Paulo Jovio á quien para mayor brevedad seguiremos, el italiano Bartolomé de Alviano ó Laviano, célebre caudillo de aquel tiempo, que poco antes habla lomado partido por España. Así que La- viano pasó el puente por Sagio acometió á las compa- ñías normandas que allí cerca invernaban, siguiéndole Navarro con su infantería, y luego Prospero Golona y Mendoza con lo gente de armas, y por fin el Gran Capi- tán con el resto de la caballería y los alemanes. Disper- sada la caballería francesa y la infantería norm.inda con tan inesperado ataque, y llegada la noticia á sus reales, todo fué confusión en ellos sin que fuera posible á les ca- pitanes ordenar ni reunir sus gentes. El marqués de Sa-

lí] Cnenta Znríta, ibí, cap. S9, qae al pasar el ejército fran- cas el f Deate qae habían echado sobre el Careliano Mr. d 'Aliebre, uno de sus mas distinguidos opilanes , recordando al mirquis de Mantua la maravilla que en otras ocasioaes habia mostrado de qne Un vil marranalla los hubiese vencido en la Cerinola y otras par- les: Ea le dijo: a/U los icaeis: esot son los españoles fue not dtsba- rataron : Ved lo que ahora hacen sin temor de ¡a artillería qae lam repelidos golpes da entre ellot ; pasemos y veréis si esa aawlla fvc detís, sabe Jugar de pica y lama.

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luzes que babio sucedido en el mando al de Mantua , pa- reciéndole mengua perder la artillería , embarcó alguna para Gaela, y emprendió la retirada para aquella plaza; mas cargando en esto la caballería ligera, y en seguida las compañías de Navarro sobre los reales abandonados, notpresenlándose nadie en armas á defenderlos, fueron muchos cogidos prisioneros, y Otros, desbaratadas las tien> das y medio muertos y beladoa, TueroD cruelmente de- gollados por los vizcaínos , sin que los hombres se acor' dáran de haber jamás presenciado Tuga mas fea y misera- ble (1).

A este y otros desastres, que pueden leerse en los quo de intento se ocuparon de aquella guerra, sucedió la ca- pitulación de Gaeta en 1." de enero de i 504, entrar en ella nuestra gente en el miércoles 3 del mismo, alzarse acto continuo banderas por España . retirnrae abatidos y destrozados los franceses, y acabarse la guerra de Ita- lia (2). QnedaroD sin embargo armados algunos barones anjoinos, que, por no estar con los franceses al tiempo de capitular, continuaron en aquel estado. El mas notable, así por SD obstinación como por su poder, era el conde de Capaccio. Tenia sus lugares en el Principado, y encer- rado en el de Chelino quo era el mas fuerte, con cuatro* cientos franceses é italianos, se defendió vigorosamente de Gil Nieto, que con olgunos españoles le tenia cercado. Has apenas vio que Pedro Navarro con mil y quinientos

[1) JoyIus , lib. 3, p&g. S67.... Nuüa unquam ai kominum me- moria fxdior et miserahilior f ocies fug<x fuil.

(2) Véase sobre los desastres de los franceses en esla camp- ña, al mismo JotíO) Pedro Uártir, Guicciardiiii , lib. 6,1a Cróiiira del Grao Capitán, cap. iOO y signieates, y Zorita en el lib. 5, del Rey D. Fernando, cap. 60 y sig.

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infantes y por manilado del Gran Capitán se dirigió con- tra él , y que AUaTÍlla , Bocea de l'Aspero y otros luga- res Tuertea se le habian rendido , y que con su gente se aproximaba á Chelino, que se entregó sin resistencia ; per- diendo sin embargo su estado por la versatilidad con qne había obrado unas veces en pro y otras en contra del Rey Católico (i). *

PaciGcado el reino de Ñapóles, y publicada la paz en- tre Francia y España en 25 de febrero de {504, en me- dio de los cuidados que al Gran Capitán merecía la go- bernación de un ealado tan necesitado de ella, no se olvidó de recompensar á los que con mas inteligencia y valor le habian ayudado en tan grande empresa. A lo- dos según su mérito les señaló pueblos , ciudades , alcai- días y castetlaníns de plazas y castillos, casas, quintas y heredades, sin olvidarse tampoco del obispo Caotalicio y del carmelita Mantuano que le habian celebrado con sus versos. En tan generosa repartición tocó á Pedro Navarro la ciudad ó villa de Olivólo ú Olveto en el Abruzzo con su condado , derivándole de ahí el título de conde con que desde entonces le apellida la historia (2). Al confirmarle el Rey Católico Ion Insigne merced para él y sus sucesores, no quedó elogio que no dispensase á Navarro en et titulo que le despachó enSegoviaá 1.' de junio de í 505. Llamó- le " magnifico y valeroso capitán muy fiel y muy querido m suyo; dijo que en todas las ocasiones, lances y tiempos, así de guerra como de paz, y señaladamente en la recn* « peracioa del reino de Ñapóles finter cceteros excellviitj

(I) Crónica, cap. Hl y 1H.— Zurita, 62, 63. 65 y 70.

¡2} Jovto,- íbi, lib. 3, pág. 270.... tt Navarro OU-oetum in Pra- rudiat tribueral..^ hU fuere Cantalicúti el Carmelita Manluimui (ocni/t <'(>(.— Crónica, lib 3, cap f.

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> habiá soLersalido entre todos aun (o el arte militar: que de todos modos se había mostrado valentísimo tanto

con su ingenio como con su persona , y en cuanto era

propio de un óptimo capitán sin reparar en gastos , Ira* I bajos ni peligros, obrando en fm como debe un vale-

roso soldado , y fuerte y fidelísimo jefe . no solo para < alcanzar y merecer gloria inmortal , sino la gratitud de

au Principe (1)."

TIBGESA EPOGi. Desde 1504 ¿ f Mi.

Tenemos ya conde y señoi* de vasallos á quien estu* viera ó no en la guerra de Granada , y fuese ó no alcaide de Bentomiz , los historiadores que le conocieron y alcan- zaron , nos presentan como obscuro marinero vizcaíno i humilde labriego roncales en un principio; como espue- lísta del cardenal de Aragón después ; como soldado de á pié y aventurero mas adelante en la guerra entre floren' tinea y genoveses; y por último como pirata á quien los venecianos perseguían de muerte pocos años antes de ser elevado á tan alta condición. La osadía , la intrepidez, el

(t) Véase el Docamenlo núm. 3.

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itesprocio de la vida en tos combales , y sobre todo la novednd y terribles efectos de tas minas que fueron la base de la elevación y merecida fama de Navarro, lodo - lo puso por obra, sin salir, por decirlo asi, de la clase de subalterno. Varaos pues á presentarle como general y cabeza , para que formando el juicio que se debe de su genio superior y extraordinario , lamentemos a su tiempo que á quien uo amedrentaban ni tos mares embravecidos, ni tas baterías y falanjes enemigas, le dominasen los ar- ranques del ánimo ofendido , faltándole la prudencia para templarlos.

Mus antes de entrar en esa relación , rectificaremos un error en que oos parece liaber incurrido el diligente historiador Sandoval al referir entre las noticias que dejó de nuestro conde , la de haber venido á España , tenien- do guerra el Rey Católico con el Rey Luis de Francia , y haberse hecho por su consejo y trazas el castillo y fortaleza de Satsns en Cataluña (1). No dice de donde tomó la no- ticia ; pero habiendo sido la guerra entre' ambos Reyes y verifícádose el sitio de Salsas en el eslío y otoíto del año de 1 503 , en que dejamos referido no haberse Pedro Na- varro apartado un instante de Ñapóles y su guerra, no es fácil justificar que por entonces viniera á nuestra penin- 6u!a. Cuando los franceses se movieron coiilra Salsas á fines de agosto de aquel aiio, aquella fortaleza, dice Zu* rila , no estaba acabada de fortíScar, pues fnllaban de la- brar las principales defensas de ella. Cuando en el mes do setiembre ÍDmcdiato estaba el campo francés asentado hacia la parle de la sierra en los valles que son todos de peña viva, cuenta el mismo historiador, que ni se podia

(t) Sandoral, HtilortadeCárhs V,\\h. 1T, §20.

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cavar ai hacer reparos en ellos, y lag minas se hicieron en tomo de la fortaleza ; lo que prueba y es muy de no- tar . que tos franceses trataron de aprovecharse de In iaveacion de Navarro contra una plaza española en el misino año que aquel la empleó contra los castillos de Ñápeles; y Analmente para quitar toda duda de que ví- oiera á España durante aquella guerra, y aun de que diera consejo para levantar aquella fortaleza, no solo le- ñemos el testimonio de Pedro Mártir acerca de que ya en '1501 se la estaba preparando, sino el del mismo Zurita, que ánles de referir como los franceses levantaron el sitio en 20 de octubre de 1503, cuenta que al ver los que defeodian la plaza que en la conservación de un baluarte perdían mucha gente, por industria del Maestro Itami- ro Ingeniero que era el que entendió en la obra y forti- ficación de aquella fuerza, pusieron algunas botas de pól- vora en una bodega, y dando lugar á que los franceses lo tomasen, cuando estaba mas llena de gente, le pu- sieron fuego , y saltando el baluarte pereció mucha en

éi(i).

Volviendo ahora á nuestro conde continuaremos con que en tanto que sus compañeros descansaban de las fa- tigas pasadas, el Gran Capitán que no descuidaba el go- bierno del reino, y que siempre, como dice Paulo Jo- vio , amó á Navarro por la eficacia de su valor no muy co- mún (2), trató de no tenerle ocioso. Habiendo sabido que los turcos preparaban en la Voyosa una armada de veinte y dos galeras, diez galeazas y doce fustas, que

(1) Pedro Mártir, Epiuol. 228, 259 y 260, Ub. U y 16. -Z«- rifa, lib. 5, cap. 50, 51. SS y sig.

(?) Eq su elogio... £t Cmitalvo imperalori apprimt caras ali tjficatia imuitatte virtutit.

To»o XXV. 7

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con mas de cuatro mil zapea de desembarco se decía que caerla Bobre las costas de Sicilia y la Pulla, ordenó á Pedro Navarro que cod dos naos y tres fustas la fuese á combatir, llevando eu su compañía á Diego de Vera. SatieroD con efecto á la mar ; mas como no correspondie- ran las noticias de tales preparativos á lo que por si mis- mos observaron , regresaron tranquilamente ai puerto de Ñápeles (1).

Venían mientras laoto al Rey Católico desde aquel reino numerosas quejas y de todo género contra el Gran Capitán. Partian principalmente y como siempre suce- dió en semejantes ocasiones de los que en el reporlimiento de las mercedes y recompensas al fin de la guerra, ó no las alcanzaron ó no lograron las que creian merecer: sucediendo por su desgracia y en poco estuvo que para la de toda la nación , que la Reina Católica que siempre le miró como criatura suya , y en todo tiempo le faabia favorecido , falleciera en Medina del Campo y en 26 de noviembre de aquel aúo de 1504, cuando ya las quejas de los enemigos de Gonzalo habian introducido en el áni- mo del Rey la desconQanza. Siguióse á eso que aquella clase privilegiada que por su interés anteponía la humi- llación, en que Enrique IV tuvo á Castilla, á la gloria y esplendor que á la naciente España habian dado Isabel y Fernando, obstinada en apartar ueste del gobierno en que tan maestro se había mostrado , se declarara por su yerno Felipe el Hermoso así que se presentó en España, DO obstante la poca capacidad y el mucho despego que por ella había mostrado en su primera venida, y que su* cediendo en la corona de Castilla por su mujer Uofia Jua*

(1) Zorila, ibi, cap. 80.

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na juslameDle llamada la Loca , pudieron temerse desór- denes de consecuencia (1).

i 505. Previólos sin duda el fiey Católico , y alarmado por otra parte con el ascendiente que en Ñápeles le decían iba tomando el Gran Capitán , trató con su acostumbrada sagacidad de remediar á uno y otro , sirviéndose para ello del conde Pedro Navarro. Ordenó en primer lugar al Gran Capitán despedir toda la gente alemana y mucha de la española que le había servido en aquella conquista , y que con los cuatro mil y quinientos peones que todavía le quedaban, se viniera á España. Aunque el Gran Capi- tán , obedeciendo este mandato, ya tenia en 25 de abril de 1505 embarcados sus caballos y recámara, se detuvo, dice el exacto Zurita , por sobra de mal tiempo y falla de dineros para dejar la gente de armas y los castillos proveídos , y porque la gente de guerra se comenzó a mover y alborotar por las pagas ; pero encalcó á Pedro Navarro, en quien el Rey tenia gran confianza , y que por mandado suyo regresaba á España , que cuidase de infor- marle de esas y otras causas de sutardanza {1).

O Navarro á su llegada a España no correspondió ala cooGanza que en él puso el Gran Capitán» ó el Rey Cató- lico no apreció sus ¡nrormes , ó tal vez le puso de su par- te ofreciéndole en Segovia, y en setiembre del mí^no año de 1605, la capitanía general y mando de la infantería de

(1) Sobre las qaejas dirigidas al Rey Catúlico contra el Gran Capitán, aunque pueden consultarse i Paulo Jovio en el libro 3.* de sa vida, Uariane en el capitulo 9 de) lib. 28 de su Bialoria de Es- paSa, y oíros escritores, ninguno mejor que ei Sr. D. Hanue) José Quintana en la excelente Fida que escribió de aquel efclare- cido capilao , y esli entre las de sus Etpañoiet ilustres.

(2) Zurita, lib. 6 del Rey D. Fernando, cap. 7, 9, S«, 31, etc.

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la expedición que preparaba, contra los africanos (1), » Navarro en último resultado sacrificó sus afectos y debe- res para con el Gran Gapitao á la dureza de la subor- dinación militar. Ello es que en vez de atenuarse con las . noticias de Navarro las desconfianzas del Rey Católico, aparece que por lo contrario crecieron después de su ve- nida á España; llegando al punto, cualquiera que fuese su origen , de que resuelto ¿ sacar de Ñápeles al Gran Capitán y asegurarse de su persona , solo confió el secreto y el proyecto á su hijo natural el arzobispo de Zaragoza que le había de suceder en el virelnato , á Pedro Navarro que había de ser el ejecutor, á D. Ramón de Cardona y á un tal Alberico Terracina, hombre muy popular en Ñápeles que le habib de ayudar (2).

1506, Yo estaba concertado embarcarse en Tortosa el arzobispo, Alberico y Navarr.o ; y ya estaba también con- venido que al llegar á Ñapóles en tanto que Alberico cau- tivaba secretamente á los populares de mas influjo , ofre* cióndoles en el gobierno de la ciudad otros tantos votos como tenían los nobles. Navarro entrando con igual se- creto por la puerU falsa del Costel-nuovo , se apoderaría del Gran Capitán . que allí moraba ; cuando el Rey Cató- lico mudó de parecer. En lugar de traer á España por medios tan extraños como violentos á un caudillo tan ilus- tro y que tantos recelos le inspiraba , determinó ir per- sonalmente á tomar posesión del reino de Ñapóles , con- siderándole propio suyo como dependiente del de Aragón; determinación consiguiente al convenio celebrado con su yerno en junio de aquel año de i 506, de que resultó que*

(4) ZoriU,IÍb. 7, csp. 6.— Hariaoa^ lib. S8, cap. 18. (2) Ibid, ibi

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dar cnleramente apartado de loda intervención en tos ne- gocios de CastiUa (i).

Al embarcarse en 4 de setiembre siguiente en Bar* celona y en las galeras que mandaba D. Ramón de Car- dona, aunque ya en Castilla se quejaban del desgobier- no de D. Felipe, de sus parciales y sus flamencos, iban muy lejos &ai el Rey Católico como Navarro, que le acompañaba , de pensar en la mudanza que se verificaría en ella. El mancebo y hermoso D. Felipe falleció muy pocos dias después en Burgos (2] ; y á pesar de que al Bey su suegro le alcanzaron la noticia y las cartas de al- gunos Grandes que le llamaban á Castilla antes de llegar á Ñapóles, no desistió de su propósito. Siguió resuelto á aquella c^ital en donde Fué magníficamente recibido, y en ella dictó entonces y después para ella y para la pa- cificación del reino tales leyes , que el historiador Gian- none , que escribía 'cuando ya no pertenecía á España, ni habia porque adular á los sucesores det Rey Católico, las llamó leggi tute provvide é gavié; añadiendo -que en el eslablecimíento de otras semejantes para gobernar fuera de su patria, ningunos imitaron y siguieron á los romanos mejor que los españoles (3).

De las dictadas entonces por el Bey Católico, la''con- cemiente algún tanto á nuestro objeto fué la que mandó restituir á los barones anjoinos, ó como hoy diriamos afrancesados, los estados y bienes que perdieron por serle contrarios y con los cuales se había premiado á los

(1) Znrita, cap. 10 ysig. V. Documento iiám. i.

(2) A 25 de setiembre de f 506. Mariana , Historia de España, lib. 28 , cap. 23.

(3) GiannoM, litaría ciñió del rcgn» di NnpoU, tlb. 30, si fio del cap. 5.

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españoles y á muchos napolíUraos é italianos que siguien- do su partido se distinguieron en la expulsión (le los fran- ceses y conquista de aquel reino. De sus resultas Antonio de Leiva, Uernando do Alarcon , Gómez de Solís, Pedro de Paz> Luis de Herrera, Juan Piñeyro, Diego García de Paredes, Francisco de Rojas, D. Pedro de Castro y otros quedaron sin las mercedes que per sus señalados servi- cios les hizo el Gran Capitán (1); roas no asi Pedro Nat varro. Habiéndosele perdido el título que del condado de Oliveto; que referimos habérsele despachado en Segó- via, estando el Bey Católico en Ñapóles, mandó al mis- mo secretorio Miguel Pérez de Almazan que había enten-. dido en el primero que le despachara olro como lo verir ficó en aquella capital á 25 de mayo de 1507, concedién- dole de nuevo el condado y quif^ientos ducados anuoles sobre los fuegos y sales det mismo condado (2).'

1507.— En Castilla^ mientras tanto todo era descon- cierto en su gobierno.' Divididos los Grandes en faccio- nes y atentos generalmente mas á su provecho que al del pueblo, ya se dirigieron al Rey de Romanos Maximiliano, ofreciéndole la regencia del reino como abuelo paterno y tutor det Príncipe, que después fué Carlos V , ya al Rey de Portugal D. Manuel, que aunque yerno del Rey Cató- lico, acaso pretendía como bus antecesores convertir en su provechb aquellas alteraciones (3). A los terribles

(1) Mariana, liK. 39 , cap. i.— Zurita , lib. 7, cap. iO.

(3) Existe como el minero en el Archivo del Sr. doqae do Sesa , y es casi idéntico a1 que va en el Documenlo núm. 3 , excep- to eu añadir..... neenon qui'ngentoi ducatoí de CarleiiU anao quoltiet Carlenorum deeem ducalo guolÜet compútalo in el fitper j'urióut J'ti>~ culariorum et talit et per se et tuos haredei et íaccetsoret eto.

(3) Zurita, lib. 7, cap 50, ylib.S.cap. I.'— rHariaM» lib. 29, cap. 8.

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103 bandos Oñecíno y Gamboino, que por siglos hablan ensan< greñudo y perturbado las proTÍncías Vascongadas, com- paraba Pedro Márlir , escribiendo al arzobispo de Gra- nada (1) en enero de i507 , las facctones que en la corte de la infeliz Doña Juana separaban álos magnates, capi- taneados los unos por el duque de Nájera , y los otros por el Condestable de Castilla. La insolencia y atrevimiento . del primero y la de su mas fervoroso partidario D. Juan Manuel, llegaron al extremo de levantar tropas para resis- tir al Rey Católico, que arreglado lo de Ñápeles, empren* dio en 4 de junio su vuelta á Castilla , habiéndole prece- dido de ocho días el conde Pedro Navarro , con lo armada de Daos y soldados que conGó á su valor y pericia (2).

Llegados uno y otro al Grao de Valencia , pero con mucha anticipación Navarro, recibió este la orden de adelantarse á Castilla y entrar en ella precisamente por Almazan , pasando por Aragón (3). Siguióle de allí á poco el Rey Católico que á 21 de agosto en Monteagudo , pri- mer lugar de Castilla, tomó posesión formal de su go- bierno en presencia de los alcaldes, alguaciles y demás oficiales públicos que le acompañaban ; y emprendido su viaje á Tortoles , entre Aranda y Valladolid , en donde residía Doña Juana , aeudian por todo el comino á la hila, dice el grave Mariana j Grandes , Prelaáoi y Señores , si bien , para vititalle y kacelle reverencia , lot mag con de- seo de recompen$ar con la presteza los deiervicios pasados y con fingida alegría (4). También podemos añadir que

(1> Pelri MartyrÍB de Anglcrla. Epistolar., \ih. SO, Eplun- la 331 , Xri KaUnd. Februarii

(S) ZariU, lib. 8, cap. 7.— Mariana, lib. 19, cap. 8.

(3) Zorito, lib. 7, cap. ¡A, kky 49.— Mariana, ibi, cap. 9.

(1) HariaDa, lib. 29, cap. 10.

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por respeto al Rey, sostenido por Pedro Navarro y m f;;ente; sometiéndose at fin lodos cunndo juntándose el Católico con su hija en 28 del mismo mes , le acató res- petuosamente aquella triste Señorn , ó pesar de &j, per- turbación noental , se echó á sus píes y le entreg;ó la som- bra de autoridad que en ella se reconocia (1).

Solo D. Juan Manuel, Señor de Belmente, y el duque de Nájera quedaban armados y braveaban todavía la au- toridad del Rey Católico, en medio del gozo popular con que se la acataba en Castilla [ü). Obstinados en que el inconstante y deíocreditado Rey de Romanos, que así le llama Zurita (5), fuera quien la gobernase en nombre de D. Carlos tan nieto suyo como del Rey D, Fernando; solo á Id fuerza de Navarro cedieron , confiados por ventura en que les vendrían los auxilios de Flándes, que fué á soli- citar D. Juan Manuel (4). Entre las muchas mercedes que este alcanzó en el pasajero reinado de D. Felipe el Hermo* 80, se contaba la alcaidía del castillo de Burgos, tan fuerte por el arte y su situación , como se puede inferir de que en la guerra de la independencia, defendiéndole los france* ses en 1S12, no pudieron someterle los ejércitos aliados. Era teniente suyo en aquella fortaleza un jaque de los de aquel tiempo llamado Francisco Tamayo, á quien ni las ofertas ni aun los ruegos que con menoscabo de su

(1) Hariaaa, lib. 29, cap. 10.

(2) Acerca de los rundameDlos qae el duque de Niíjera y Don Juan Manuel alegaban para sa oposición al Bey Calóllco paede ver- se la Hiiioría de la eaia de Lara por D. Luis de Salazar en el lib. 8, cap. 6, pág. 126 y siguientes, tratando del segando duque de Ná- jera.

(3) Zorita , lib. 8, cap. 16, ea dond,e advierte que basta el año de 1S08 DO tomó Maximiliano el titulo de Emperador.

(V) María Da, ibi.

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dignidad le dirigió el Rey Católico, pudieron traer á la obediencia debida ; hasta que mandó aprontar la artille* ría que estaba en Medina del Campo , causa después de su ruina al sacarla contra loa comuneros (i] ; y que Na'< varro con ella, y con la gente que traia de Ñápeles pasase á combatir el castillo. Sin tardanza lo puso aquel por obra situándose en el barrio de Santa María la Blanca al pié casi del mismo castillo ; lo cual visto por el atrevido Ta^ mayo entró en cuentas y le rindió (2).

Ordenó entonces el Rey á Piavarro que juntando & sus soldados los de las compañías de la guardia real se enca- minara á la Rioja á prender al duque de Nájero , y á apo- derarse de sus estados , pues que no quería ceder sin que primero se (aentasen las cosas á su manera (3). Con la gracia de Nuestro SeUor Dios y con las armas en la mano^ respondió Navarro desde Melgar , que estaba pronto para cumplir su mandamiento y abatir y aniquilar, gastar, abrasar, y destruirá los que desobedeciesen los suyos (4}; y emprendiendo la marcha desde Burgos por Viltafranca de Montes de Oca á Belorado y desde allí á Santo Domiiy go, resuelto & no perder una hora en la ejecución de su encargo (5). Anle$ de llegar las cosas á tanto extremo me- diaron con el Rey el duque de Alba , el condestable da Cistilla y otros Grandes, y se spmetió el de Nájera, de-> jándosele únicamente aquella fortaleza y entregando at

(1) Sotaron ariillcría para el caitilto de B&rgos. el día de Saif Migurl. MS. del canónigo Pedro de Torres. Acerca de la des- Imccion de Medina at fiacar la arlilleria en tiempo de las comuni- dades, coQSÚllese al P. SandoTsl y otros oscrtlores.

(S) Carta de Navarro al Rey. V. Documento núm. 5.

(3) Hitiaria de la casa de Lora, \h\, pig. 133.

(4) Garla de Navarro.— V. Documento Dúm, 6.

(5) Ibidem.

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106 duque de Alba en rehenes las de Redecilla , Ribas y Val- maseda con las demís que le pertenecían (1).

Sosegada Castilla y contenta con el gobierno del Rey Católico volvió este su cuidado á los armamentos ya prin- cipiados contra los moros. Incitábale á eso contar enton- ces no solo con seis ó siete mil bombres dispuestos á mantener su autoridad si se renovaban los pasados distur- bios , sino el fervor con que el pueblo admitía y se pres- taba á semejantes empresas. Agregábase también , fuera de las quejas por los daños que los moros causaban en las costas de Granada (2) , que el vecino Bey de Fez estaba mal avenido con sus hermanos, y convenía aprovechar aquella disidencia. Uno de ellos que era Rey de Túnez y ambicionaba mejor estado, envió al Rey Católico en no- viembre de aquel año de 1507, cuando mas le ocupaban las pretensiones del duque de Nájera y D. Juan Manuel, una solemne embajada prometiendo ayudarle en la con- quista de Oran y otros lugares contiguos en la costa , si con sus armas le aseguraba la posesión de los mas distan- tes y sobre todo de Tremecen (3).

1508. El Rey Católico que nunca abandonaba sus proyectos contra tos africanos , admitió la oferta , y dio, ya entrado el año de 1508, tas órdenes mas eficaces para que cuantas naves, gente, armas y demás se encon- trara en el puerto de Málaga , se pusiera bajo el mando del conde Mosen Pedro Navarro, capitán general do su infantería (i). Ya estaba pronta á salir de aquel puerto la

(1) Pedro Bfirtir en varíu epíitoTas. ZariU, lib. 8, cap. 9.— Mariana, ibi., cap. 10. Cata de Lara, ibi.

(2) Pedro Míilir, Rpíslol. , Kb. SO, Epist. 350.

(3) Zorita, ibi.. cap. 11.

(i) Cartas del Rey Católico y DoBaJcoDa.— V.Docnnwntonúm.T.

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armada , cuando anteponiendo los oorsaríos africanos sus' arrremetidas á lo acostumbrado en otros años, asaltaron las costas de Andalucía , 7 robaron y cautivaron como de costumbre. Encnminábase el Rey Católico á aquellas pro- vinoias á castigar las demasías del marqués de Priego , y de tal modo le afligieron con la relación de aquellos re- cientes desastres , que desde luego ordenó á Navarro abandonar lodo otro proyecto y salir con la mayor bre- vedad á castor á loa corsarios ; y con ton acertada rcso* loción lo ejecutó , que además de tomarles algunas fus-~ las, rescató mucha parte de lo que'habian robado (1).

Necesitábase sin embargo disminuir ya que no impe* dir enteramente, por no ser Tácil , la repetición de tales rebatos. Al intento, como siguiendo Pedro Navarro á loa corsarios hubiese (legado á la isla ó Peñón de VeliTz , á cuyo abrigo se contemplaban en toda estación seguros en la ciadad y puerto de su nombre , resolvió apoderarse de él. La empresa con todo no dejaba do ser arriesgada. £1 Peñen además de estar apartado del continente cosa de setecientos á mil pasos -y alzado del mar , contaba con buena artillería y doscientos moros de guarnición. Ni á reconocerle ni á combatirle despacio nos cuentan que se detuviera el Intrépido conde, sino que para no perder tiempo, en tanto que las galeras de bu armada remolca-; han las naos que la calma no permitía navegar, mandó que un galeón fondease entre la ciudad y el Peñón para cortar su comunicación. Ordenó igualmente que el galeón se entoldara y cubriese con sacas de lana á fin de quo I0& disparos de la fortaleza no ofendiesen á la gente que iba en él. Llegadas las naos y fondeadas al lado del galeón,'

(I) Hariana, ibi-, cap. ISy Ht.

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al ver los moros á Navarro disponiéndose ó desembarcar con arlillería en el Peñón, le abandonaron amedrentados en el día Í13 de julio. Subió á él entonces , con gran re- solución, la gente española , y cañoneando desdo su do- minante elevación á la ciudad de Velez de la Gomera, la destruyó y acabó con aquel asilo de devastadores de nues- tras coatas (1).

Proporcionada á la pena de los moros por aqnella pér^ dida fué la alegría del Rey Católico y de los moradores en las costas de Andalucía , y mucha parte de las de Valen> cía y Murcia. Conociendo el victorioso Navarro cuanto para la seguridad de ellas 'valia la conservaron 7 defensa del Peñón le fortificó cuidadosamente, puso en su forta- leza ó castillo cinco lombardas de las que entonces se usa- ban ; dejó guarnición de infantería y de mar^ y confió su alcaidía á un valiente soldado llamado Juan Villalobos. Proveyó también el Rey Católico á seguridad, y auoqne catorce años después swpren'dieron los moros y se apode- raron del Peñón con muerte de Villalobos , te regañó en tiempo de Felipe II D. García de Toledo, y todavía con- servamos esa memoria del valor de Pedro Navarro y de BUS atrevidas empresas (2).

Solo el Rey de Portugal D. Manuel se mostró ofendi- do de lo que acabamos de referir. Fundándose en que Ve- loz de la Gomera como parte del reino de Fez estaba comprendida dentro del límite de las conquistas portu- guesas . se mostró sentido de que las armas del Rey su

(1) Pedro HártíF, Epittota 393,lib. 2).— Zmla, ihi.,cap,23. Uariana, ibt., cap. 44-

(2) Carta del Rey Católico al cardenal Císneros.— Y. Documen- to núm. 8 ¥.\ Cura de loi Palaeios, cap. 219. Lais del Mármol^

Dcseripc'oit del áfrica, lomo 2, lib. k, cap. V2.

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suegro se hubiesen apoilct-ado del Peñón , y le pidió ex* plicaciones al inlento. Sin convenir el Rey Calótico en la justicia de la reclamación ni desatenderla tampoco . re- plicó á su yerno con el acierto y tino que le distinguían. Dijo que, careciendo de fuerzas para conquistar y conser- var el Peñón, harto desviado por otra parte de los demás dominios portugueses en África , que le retendría en su poder basta que se decidiese lo justo, ó que en otro caso le indemoizana oportunamente (i)^ respuesta sensata y juiciosa que si bien no contentó al monarca portugués, se presentó luego ocasión en Arcila de ver que si tenia ambición le ^Cascaban los medios de satisfacerla.

Poseían los portugueses iquella plaza á orillas del Océano, y ó poco distancia de Tánger y del Eslrecbo, y la tenían no bien provista ni guarnecida. Viéndola en tal estado el Rey de Fez, creyó que acometiéndola de im- proviso, ni se podría resistir ni ser á tiempo socorrida. Púsolo por obra en 10 de octubre con tales fuerzas, que hay quien las computa en veinte mil caballos y ciento y veinte mil peooes (Q). siendo así que sobraba gente con los quince mil ballesteros y espingarderot , que según otros traía ademes de la caballería y buena artillería (5). Aunque la plaza solo contaba con unos cuatrocientos sol* dados, la defendió valerosamente su alcaide D. Vasco Coutiño, conde de Borba ; pero herido de un saetazo en el brazo y aportillada la muralla por donde entraron los ene* migos, se retiró como pudo al castillo. Al verle poco oper-

(I) ZnriU, ibi., cap. 3i.

(S) UieroDÍmas Úsorius, De rehus Emmanndis Lusilaniartgis. lib. 5.— Paria de Sousa, Afrka portuguesa, cap. 7. DÚm. 35. (3) Zorita, ibi.

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ciliido para una larga defensa, pidió auxilio á Lodas par- tes, y el primero que, acudiendo i su llamamiento, entró con él en Arcila, fué Ramiro Nuñez de Guzman , corregi- dor de Jerez, con trescientos ballesteros y espingarderos | algunos caballeros de aquella ciudad ; mas como los moros no desistieran de su intento á pesar de ese y otros refuer- tos que liaron de Portugal ; el Rey Católico que aun estaba en Andalucía , ordenó á Pedro Navarro que salien- do de Gibrallar coa las galeras tjile mandaba, se dirigie- se inmediatamente á Arcila, prefinendo aquella empresa al ardid de quemar unas fustas de moros que proyec- taba (1).

Obedeció con puntualidad Navarro y antes de anoche- cer el dia 30 de octubre en que zarpó de Gibrallar , yn estuvo delante de Arcila con sus galeras y tres mil y qui- nientos soldados en ellas. Fondearon aquellas al dia si- guiente, de modo que lombardeaban de través á los mo- ros ; pero como á pesar del daño que rccíbian , no se mo> vieran los sitiadores, acostó NavaiTO por aquel lado, y á cosa de medio dia una nao con mucha y buena artillería que á los pocos disparos les obligó á mudar el campo n otra parte. Desembarcando entonces Navarro con cien es» pingarderos y metiétidese en el castillo tan vigorosa- mente combatió á los moros desde él y desde la armada que á la noche y sin ser sentidos levantaron el sitio y se retiraron hacia Alcazarquivir, no habiéndose conocido su partida hasta que amaneció. A pesar de ser tarde pam perseguirlos, Navarra sin embargo salió contra ellos acom- pañándole la gente que con él entró en el castillo y algu- nos soldados viejos de la guarnición ; mas regresando sin

(1) V. Documenlo núm. 9.

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rfccto alguno, prcsló á la plaza el cuidado y atención que merecía. Reparó sus muros , la proveyó de víveres , orde^ otras cosas para su defensa , y dio de todo cuenta al Rey Católico que aun remitió otros auxilios, con los que quedó bien asegurada (1).

Aunque el Rey de Portugal eslimó este socorro cuan- to era de razón , todavía pretendió con empeño que se le restituyera el Peíion (2), siendo así que para consen'ar las otras. plazas africanas le escaseaban, como se ha visto, los medios. Esa ambición con todo no le apartó de mos' irarse agradecido y generoso con nuestro conde. Seis mil ducados de oro cuenta el elegante historiador y obis- . po portugués Gerónimo Osorio que le quiso regalar por el servicio prestado ; pero que Navarro no solo tos rehusó obstinadamente , sino que añadió haber hecho lo hecho •por cauta y servicio del Rey D. Femando, cuyo sueldo recibía y cuyo súbdiio era y que de solo él como tal y no de otro ninguno esperaba el premio y la recompensa de sm tareas y fatiga» : respuesta honrosa y delicada que (lió también el corregidor de Jerez , y que muestra la dis- tancia que mediaba entre Mosen Pedro Navarro, conde de Oliveto , y el mismo Pedro que pocos años antes piratea* ba para vivir (5).

(1) Pelri MarlyriB, Epitiol. Wi , lib. —Zorita , ibi.— Ma- riana, ibi. cap. 14.— HArmoI, tumo i, lib. i, del Reino de Fez. En este mismo año dice que se partióla conqnis[a de África entre el Rey de Castilla y el de Portugal, y cay6 a Castilla desde TetuaD ha- cia levante y á Portagal desde Ceula hasla poaieDle.

(2) V. Documento nüm. (0.

(3) Osorius, ibi. Pttro aiitem Navarro srx millia nummorum au- reorum dota misil; quod munut iUe accipere aullo modo voliiil. Se naiit dixil Brgis Ferdinauíli causa, ai jai ili¡ieiuliis aleialur gesiiíse

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Sieado tules sus acciones y tañías h& pruebas Je adhe- sión dadas al Bey Católico, nada mas natural que con- tar éste seguro con semejante caudillo «I éxilo de sus proyectos contra los arricanos. A pesar de ser ya antiguo que de ellos se ocupaba co<i empeño, los tuvo que ínter* rumpir por causa de la liga que en 10 de diciembre de aquel año de 1508 contrató á Cambray con el Empera- dor, el Rey de Francia y el Papa, para obligar á los ve~ neciatios á la restitución de lo que cada ifno de los coli- gados pretendia que le habian uMi'pado. Aunque e) Rey Católico no tenia en eso el mismo interés, iii puso en la liga tanto calor como los demás asociados; habiéndose convenido en uno de sus artículos que para 1.* de abril de 1509 i cada confederado tendría pronto en Italia su contingente para romper las hostilidades contra Venecia, hubo de aprestar una armada al intento y dar ó los asun- tos de Italia la atención consiguiente á lo tratado (1). No faltó sin embargo un hombre extraordinario y de un des- prendimiento inconcebible en tinestros dias , que valién- dose de Navarro igualmente, siguiera con mas fervor tal vez que el mismo Rey Católico sus proyectos contra lus africanos,

Desde que aquel gran Bey volvió de Ñápeles y orde- nó el gobierno de Castilla le instaba el cardenal y arzobis- po de Toledo fray Francisco Jiménez de Cisneros á In guerra contra los moros. Frustrada con la derrota del Alcaide de los Donceles en 1507 la conquista de Mnzar- quivir, para la que adelantó generosamente once cuen-

qua gtsserat, elt iiloque taatum taboris el iadiuiria pramium pollicc- rí, eujut eral aíamHUt. Idtm/ecit Pnttvr Xarisknsis. (f ) Zurita, ibi-, cap. 27.-Haríanaj ibi.j cap. 15.

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tos de maraTedís (1) ; quería que el Rey acabase y a6aii- zuse aquella conquista coa la de Oran , ó que le permi- tiera ejecutarla á sus expensas. Vencidas algunas repug- nancias , si bien el Rey D. Femando le agradeció su celo, y poniendo á sus órdenes las nates y galeras del reino le despachó en ÍÍO de agosto de 1508 la patente de capitán general de toda el África, no convino, aunque se lo pi- dió, en que el Gran Capitán fuese su lugarteniente ge- neral (2). Suponíale en connivencia con los que en Cas- tilla aun andaban descontentos con su gobierno y en tratos con el Emperador (5) ; mas en su lugar ya le pidiera el cardenal, por consejo del mismo Gran Capitán que tan conocidos tenia su valor y pericia , ó ya se la diera el Rey por la sunia coafianza que en él tenia, fué Mosen Pedro Navarro nombrado maese de campo general ó ca- pitán general de la expedición que el cardenal costeaba, asociándole parq mandar la artillería á Diego de Vera , y por cuartel-maestre á Gerónimo Vianello , veneciano á nuestro servicio , muy práctico en las costas de Berbe- ría , y sobre todo en proveer armadas (4).

É& sobremanera curiosa la relación que un escritor nos da de lo que Navarro pidió al cardenal para aprestar la suya. Diez mil soldados de picas y coseletes, ocho mil

(1) Zorita, lib. 6, cap. 15, y lib. 8, cap. 11.

(2) Alvaro Gómez: De rebus geslU Francisei Ximenii, lib. k, fol. 101. Archetipo de virtudes: eípijo de Prelado! el veiieraile Fr, Franeiica Jiménez de Citnerot , por el Colegio mayor de San Il- defonso de Alcalá, lib. 3, cap. 19.— ^ndoval. Historia de Cór- /«r, lib. 1,S. 27.

(3) Mariana, ibi., cap. 15.

(4) Jotío : De vita magm Consalvi, lib. 3.— Alvaro Gómez y Ar- qneliiM), ibi.

lono XXV. 8

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esGopütcros y ballesloros ; doscientos azadoneros coa pi- cos, palas y azadones ; dos mil hombres de á caballo, los quinienlos de armas y los demás gioetes , y doscientos es- copeteros y ballesteros á caballo. Para su mantenimiento y transporte pidió veinte mil toneladas de navios, diez galeras y en ellas quince mil quintales de bizcocho, dos mil fanegas de cebada para los caballos , mil y seiscien- tas botas valencianas de agua para beber, mil y doscien- tos quintales de carne salada, quinientos de queso, seis* cientos de pescado cecial , ochocientos barriles de sardina y anchoa , treinta botas de aceite , setenta de vinagre, trescientas fanegas de sal y quinientas botas de vino , con toda la artillería ordinaria que conviniese para ciento y cincuenta velas y diez galeras ; y con especialidad cuatro cañones gruesos, dos pedreros, seis gerifaltes y cuatro culebrinas para desembarcar, con el repuesto necesario de plomo para balas, pólvora sin cuento, hierro . herramien- tas, picas, coseletes y escopetas proporcionadas al núme- ro de gentes de guerra, y setenta acémilas para las mu- niciones y servicio del Real (1).

A todo se dice que accedió el cardenal , facultando además á Navarro para tomar á sneldo cuantas corapa- fiias pudiera délas que en Italia quedaron y habian obe- decido al Gran Capitán. También le ordenó trasladarse á lilálaga á reconocer la armada y aprestar lo que faltase, mostrando en todo la mas celosa actividad , á pesar de su edad septuagenaria, y sin advertir por ventura que ese mismo celo falto de inteligencia en aquello de que se trataba podia ser causa de disgustos. Por cartas del Rey Católico á Pedro Navarro y al cardenal sabemos que á

(1) Arquetipo, ibi.

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este DO soto le habían becho desconfiar de aquel sino de) mismo Rey (1). La causa de esa desconfianza, olvidando otras políticas y acaso mas verdaderas, fué según alanos

> la condición del conde poco cortesana y sufrida , en fin

> como de soldado , y porque el cardenal nombró por » capitanes algunos criados suyos , de compañías que (e-

> nía ya el conde encomendadas á otros (2) ; siendo quizás

mas probable según otfos que eso fuera , porque los

soldados se consideraban como ultrajados de que cosa » de tanta monta se manejase por quien criado en el

claustro y embozado en su capucha jamás habia visto B ni enemigos ni campamentos, se quejaba de la lentitud

con que se obraba, de que habia descuido en los arma-

> mentes é infidelidad en los empleados y de que en los

buques faltaban las provisiones y otras cosas necesarias.

llegando por último á desconfiar del mismo Pedro Na-

> varro . viendo que unas veces quería desembarcar en

> One desde donde los moros nos hacían gran daño , y

otras ir á cercíir ¿ Teluan , que le parecía mas prove-

> Ch080{3)."

Pero dejando á parte las reflexicmes á que Zurita so entrega , tratando de la pugna entre dos hombres que por distinto camino habían pasado de la humildad en que na- cieron á colocarse en puestos muy eminentes , y en tos cuales fil uno quería mandar con la humildad . y habien- do sido siempre religioso , á quien hacia poco caso de

(1) V. Documento núm. 11.

(2) Mariana, lib. 29, cap. 18.

(3) Alvaro Gómez, ibi.-— One, llamado por !o5 africanos De- gral-Unein, estaba sitoado en el Mediterráneo á la altura de Alme- ría. En 1533. fué tomado y destruido por D. AWaro fiazan el Vie- jo.— Mármol, tomo 2, lib. 5, cnp< 9.

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eso , habituado á mandar siempre con el estoque ó la pica en la mano (I); lo cierto fué que en tauto que algunos liaron á tener á Navarro por incapaz de dirigir tan grande empresa, no habiendo antes entendido en otra igual . el cardenal mortificado con lan sostenidas contra- dicciones, estuvo á punto de renunciar á ella. Si no lo ejecutó, no tanto da á entender su elocuente hisloriador Alvaro Gómez, que se debió á las cartas del Rey Catoli" co, " como al descrédito en que si por causa suya no se verificaba la expedición , le dijeron que iba á caer la * alta dignidad del Primado de Toledo, cuya grandeza

> habia sido tal en todos tiempos quo no solo pudo man-

> tener ejércitos , sino conquistar de los moros pueblos y » ciudades fuertes (2)."

1509. Vuelto pues el cardenal de su propósito, pasa- ron á principios de 1509 á verle de orden del Rey en Al- calá Pedro Navarro y Gerónimo Vianello. De su entre- vista resultó terminarse algún tanto las diferencias con Navarro, y estipularse con toda solemnidad y en instru- mento público las obligaciones recíprocas del Rey, del cardenal, del mismo Navarro, y de los que á sus órdenes habían de militar en la expedición. Estipulóse también que esta se dirigiría á Oran en la p/imavera inmediata y que todo lo concerniente á ella había de estar pronto y reunido en Cartagena para el 23 de abril de aquel año; siguiéndose ó la estipulación partir Navarro á Málaga para conducir la armada á Cartagena con oquel fin , y con el mismo á los cuarteles en que invernaban las tropas, sus jefes y capitanes ; entre tos cuales se distinguía Gonzalo

(1) Zorita, lib. 8, cap. 30.

[i) Alvaro Gómez, ibi. , pág. 103.

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de Ayora, que fué el pnmer creador de la Guardia Real ^introductor de la táctica moderna en España , y que tan práctico en la disciplina militar como ardiente defensor de la libertad castellana, murió en tierra extraña por ha* ber abrazado con calor la causa de las comunidades y ha* berle excluido Carlos V de sus indultos (1).

Has á pesar de lo estipulado y de la actividad con que todo se preparaba no dejaron de sobrevenir nuevas disi- dencias entre el cardenal y el conde. Como aquel en con- cepto de capitán general queria mandar en persona la ex- pedición , anunció, y asi lo cumplió , que queria estar en Cartagena para el 6 de marzo , contando con que para entonces ya podria estar en aquel puerto la armada que de el de Uálaga habla de conducir Navarro. Presentósele éste manifestando no haberlo permitido el tiempo, y que aun se tardarían diez dias, y cuando ya se verificó la tras- lacion y que todo estaba reunido y pronto para dar la ve- la, vinieron á retardarlo sucesos muy desagradables. Amotinados los soldados por uno que hahia sido zapatero en Alcalá, se obstinaron en no embarcarse hasta que no se les pagase lo que se les dcbia. Castigó Vianello á algu- nos coD rigor militar, y como por orden del cardenal le reconviniese por eso su sobrino García de Villarroel que

(1) Alvaro Gómez, ibi., pig, iOi.— Sobre GoDzalo de Ayora y BQ táctica pueden verse sos Cartas y las Ilustraciones del seSor Cle- meocin al reinado de Doña Isabel en su Elogio. Zurita enellib. 8.*, c»p. 30 del Rey D. Fernando no se muestra muy generoso, después de decir que " presumía ser muy dieiítro en la disciplina militar, » y que no solo podía poner las manos como cualqniera capitán en X los hechos de la guerra, mas intervenir en los consejos/' añadien- do '* que tenia cargo de ordenar la historia del Rey , pero ejercitó » mas BU elocuencia en el hablar que en escribir las cosas de su » tiempo como fuera razoD."

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mandaba la caballería, y Vianello le replicase hablando mal de su tío , le dló aquel una cuchillada en la cabe^ que hasta que no se curó, detuvo la expedición (1).

Culpóse de todo á Navarro , suponiéndosele en conni- TODcia con Vianello. Tmputósele andar buscando armada y caudal para guerrear de su cuenta contra los moros de Ar- gel ó en cualquiera otra parte. " Acasáronle de haber

> sido quien habituado á las rapiñas de Italia, y olvidado

de lo pactado con el cardenal acerca de que la paga de

los soldados no se entregara á los capitanes sino que la

> recibieran de su tesoro, para que según la experiencia

> probaba , ni se les derraudase en lo justo ni se cobraran

plazas supuestas al ver la determinación de que no sa

* les pagase hasta en Oran , habia por una parte inducido

> á los soldados á desconfiar del cardenal , y á los capita-

> oes por otra , especialmente á los que con él habian mi-

htado en Italia, á rescindir sus contratas así que llega-

> ron á Cartagena ; tan codicioso en fin y tan falto de pa-

* labra describen á nuestro conde, que habiendo también » pactado con el cardenal que la mitad do las presas se

hubiese do aplicar A los gastos de la guerra ; habiendo

tomado algunas después de estar en Cartagena , no qui-

> so de modo alguno aplicar al común la parte que le cor-

> respondía, sino con evasivas militares convertirlas en-

> toramente en su provecho y el de algunos otros (2)."

Por su parte , nos cuentan, y ya hemos indicado, que Navarro se quejaba de que el cardenal hubiese nombra- do capitanes á algunos criados suyos. Recelábase además de que la expedición, aunque en la apariencia preparada

(1) Alvaro Gomez> ibi.

(2) Ibidem, p¿g. 107.

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contra el África , no se dirigiese contra Venecia ; alormáii' . dolé esto de modo que públicamente decía que si tal su-, cediese se echaría antes al mar y moriría de mala muer- te í lo cual atribuye Zurita á escrúpulos de otro orden, siendo asi que pudieran derivar de la persecución que cuando era pirata sufrió de los venecianos (1); llegando por último las desconfianzas á punto de que además de prestarse mutuas seguridades el cardenal y Navarro , to- davía hiciera este pleito homenaje ante el conde de Alta* mira j en manos de D. Antonio de la Cueva de obede- cer sin replicar lo que el cardenal le mandase (2).

Mientras tanto los soldados que en la furia de su mo- tín á grandes voces gritaban paga , paga , que rico es el fraile (3) , y que todavía se resistían á embarcarse , si no se les pagaba , se fueron serenando con las razones del capitán Salazar que mandaba la gente de Toledo y les inspiraba confianza. Persuadido sin embargo el cardenal de que si no se pagaba no habría sosiego, entre receloso de Navarro y de que los soldados se le fuesen, para cal- marlos , mandó pregonar un bando ordenando que todos acudiesen á cobrsr su sueldo á las naos. Ordenó además para pública salisfaccion de los interesados que los sacos del dinero se llevasen á la Capitana en que estaba el teso-

(1) Véase mas atrás en la pig. 31.

(2) ZoriU, ibi.

(3) Sandoval en la Hiitoria de Cárloi V, lib. 1 .*, %. 30, supone ipieeataa voces partieron de los soldados después de llegar á Oran, También pndiera hacerla creer un pasaje de Pedro Mártir de An- gleria en la epist. 420, lib. 22, en qoe trata de la vuelta del cár- deos! de aquella plaza ; pero como alli ni Alvaro Gómez ni Zurita cuentan qne huhiera nuevas alteraciones, puede creerse que aque- JUs voces se oyerou va Cartagena antes de qne i los soldados se les diese la paga.

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rero, á vista de lodos y coronados con verdes ramos, acompañándolos la música militar; consiguiendo de este modo que olvidados enteramente los soldados de los ante* ríores motines, acudieran á embarcarse sobre manera alegres j como á porGa (1).

Gozoso el cardenal con esto, y ya curado Vianello de su herida , se embarcó también en 1 5 de mayo para espc* rar á bordo el buen tiempo. Logróse al día siguiente cual se deseaba , y levada el ancla salió de Cartagena la arma- da como á las tres de la tarde. Componíase de óchenla naos y diez galeras , con el número de buques snficiento para conducir hasta diez mil peones de desembarco j cualro mil caballos fuera de los vivanderos y marineros de que iba bien provista: y continuando cl viento con igual favor llegó al otro dia 17 de mayo , jueves de la Ascen- sión, algo después de anochecer á Mazarquivir, gran puer* lo en el Mediterráneo, como á una legua de Oran , repula- do entonces por el mejor y mas copaz del África (2).

El cardenal, á quien D. Diego FemaiHlez de Córdoba, Alcaide de los Donceles y de la fortaleza de Mazarquivir salió al encuentro , no quiso de modo a^no desembar- car á BU llegada. En vez de entregarse al sueño como su edad requería , aun cuando supo que la armada , á pesar

(1) A1,*Bro Gómez, ibr, pág. i(l6...feita /ronde eor<mafe,cuiie- tii vidtntikus et lympanorum lubarumque sonum audienliiiu, futv prtiioíum metailum in navim prceioriam eomilaianlttr, uhi pastor tedeiat, tltpendta qva euique deberenlur numeraturut. Hoe tpeeta- cuto ita mnl omnes injlamali, ut iaeredibiUfesiinaiionr ad mutm no- vel eonseenderiat, teditiouii ehliti, tte.

(2) Mazarquivir 6 Marza-el-qaifir , segna Luis del Mármol, qaiere decir en arábigo Puerto grandt. Desa-ipcion del Afriear lib. 5, cap. 18^ pig. 193.

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de su aúmero y de la oscuridad de la noche había entra* do sin desgracia en el puerto, no quiso descansar, sino ve- lar y ordenar lo que se habia de ejecutar al otro día. Pe* dro Navarro , mientras tanto , siendo tan excelente capi- tán , como sus censores reconocen, no estuvo ocioso , ni omitió nada de cuanto en aqaella ocasión convenia tener presente. A todos inspiraba aliento. A todos exortaba ¿ pelear con ánimo para vencer con gloria al otro dia ; mas entonces también lo mismo que en cuanto habia precedí* do se vio contrariado por los que con menos ínlelígeDcia en la milicia y cosas de. guerra tenían mas ascendiente sobre el cardenal, plabiéndose discutido en va presen- cia sobre la hora y modo de desembarcar, y adop- tada la opinión de los mas que estaban porque fuera án* les de amanecer para apoderarse de noche de una sier* ra entre Hazarquivir y Oran, así se veríGcó. Sin embar- go, como Navarro nunca fué de opinión que se embarcase tanta caballería por ser áspero el terreno y poco dispues* to para ella . pareciéndole por el pronto innecesaria , no cuidó de su desembarco, sino de que terminado el de toda la infantería, los esquifes y otros buques que habían de servir para et déla caballería se quedasen á la orilla (i). Anunciado esto al cardenol, creyendo que Navarro obraba de ese modo por emulación en el mando y afren- tarle, se indignó contra él y ordenó todo lo contrario. Principió pues la caballería á desembarcar, y aunque coa desconcierto y mucha pérdida apenas lo ejecutó á tiempo la tercera parte : visto lo cual por Navarro que desde las seis de la maúana so hallaba al frente del castillo de Ha- zarquivir con BU ejército formado en un llano y repartido

(1) Alvaro Gomex, ibi., pág. 109.

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en cuatro cuerpos de á dos mil y quioientos hombres^ suspendió la marclia a) enemigo. Tratóse entonces de que los soldados almorzasen. Pusiéronlo por obra, dispensan* dotes el cardenal que pudieran comer carne pues era vier- nes. Rompióse luego la marcha, pero como el cardenal qtiisiera dirigir el ataque montado en una muía , revesti- do de los ornamentos arzobispales y con una cruz delan- te , le exhortaron todos y no sin pena consiguieron que se retirara al pueblo. Navarro ya solo entonces á la cabeza del ejército , advírtienJo que los enemigos eran muchos, y que estando el tiempo tan adelantado, pues erau las nue- ve de la mañana , acaso vendria la noche á interrumpir el combate , pensó |en suspenderlo hasta el otro dia ; pero consultado el cardenal respondió que arremetiese al ins- tante. Asi lo ejecutó Navarro con su habitual resolución. Poniéndose á la cabeza del escuadrón de reserva , y orde- nando á la artillería y á la caballería que había desembar- cado que le siguieran , sonadas trompetas y tambores y apellidado Santiago , marchó derecho con su gente á to- mar la sierra que separaba á Oran de Mazarquivir (1).

Los moros que en un principio aparecieron como de doce mil á pié y á caballo , reforzados cada vez mas y confiados en el socorro que esparaban de Tremecen, de- fendían el paso valientemente. No solo usaban de las sae- tas sino de grandes piedras que echaban á rodar contra los nuestros ; señales una y otra de que no habían adelan- tado gran cosa en el armamento y táctica. Algunos hubo tan belicosos y resueltos , y esta es también señal de lo mismo , que se adelantaban á escaramuzar con los cnstia-

({) Alvaro Gómez, ibid.— Hariana , lib. 39^ cap. 18, dice que eran las trea de la larde cuando se emprendió d combale.

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nos y a provocarlos en su misma formación ; cuyo arrojo, no obstante estar en el ejército del conde severamente prohibido salirse de las Olas, arrastró tras ellos algunos especialmente de Guadalajara , que adelantándose dema- siado , pagaron, como por lo común acontece, su falta de subordinación (1).

El ejército entretanto trepaba bravamente por la sier- ra , protegido de la artillería que Novarro babia colocado con inteligencia. Ganado un manantial de agua que refri- geró mucbo á la gente , y mudada la artillería á un punto entre unos lugares y unas quintas, fué grande el estrago que causó entre los moros. Nuestro conde que lo observó y sabia aprovechar las ocasiones, poniéndose entonces á la cabeza de unos cuantos soldados escogidos , cayó tan denodadamente sobre el enemigo que amedrentado huyó desordenadamente y abandmó la sierra , persiguiéndole con no menos desorden nuestra gente , olvidada la subor< dinacion y desoídos sus capitanes (2)

En esto las galeras que ya se habían acercado á Oran, y con su artillería bien dirigida combatido tas murallas de la ciudad, desembarcáronla Igu ñas compañías que pene- trando en ella se apoderaron de la alcazaba y de algunas torres. Dirigiéronse luego á abrir las puertas por donde los que habían perseguido á los fugitivos trataban de pene- trar con tal empeño que basta con las picas se empujaban

(i) Ibidem.— ZuriU, ibi.,eDlre los maerloB cita á Luis de Con- treras.

(2) Ibid... Quai-e lormenlis inlerfcelas et suhurhanas quatáam habitationeí eoUocatis... Navarras et atiquot teUcti mili/es lauta /erra strageqae ediderunt, ut terriSUi mtíu deiilitati mauri vini illorum tuttiaere itequiveriní, sed terga daitíes, monlera deseruerunr, noilris- qiu líber traaíttus til relictas etc.

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uno3 á otros. Ta dentro todos combatieron unidos contra algunos moros que no obstante ver eo la ciudad izadas las banderas cristianas, todavía querían penetrar en ella. Re- chazados al On , todo quedó par los cristianos, siendo su vic- toria tan completa que solo se cuenta haber perdido trein- ta hombres, al paso que de sus enemigos se dice que Tue* ron cuatro mil muertos y cerca de cinco mil los prisio- neros (1).

Esta conquista de Oran veriGcada en el dia i7 de ma- yo de i509 con tanta facilidad, que solo se emplearon dos ó tres horas en ella, la atribuyeron algunos escrito- res por esa razón á las fervorosas oraciones de quien ia habia costeado tan desprendidamente. En una curiosa re- lación escrita de orden del mismo cardenal Jiménez, por quien le acompañó en aquella expedición , se dice para probar el milagro que hubo, especialmente en la pelea, que DO solo pareció á la hueste cristiana haber Dios alar- gado el dia como en tiempo de Josué, sino que cubría á los moros una niebla tan oscura, que les impedia ver á los cristianos favorecidos con una luz clara y buen tiem- po (2). Otros dijeron que solo milagrosamente so pudo ganar plaza tan importante, habiendo sido tan grande el desorden que buho en nuestra gente sobre todo en la que llamaban de ordenanza : añadiendo otros que lo mas se debió á las inteligencias del Alcaide de los Donceles y de Mazarquivir coa un judio y dos moros cobradores de las rentas del Bey de Tremecen y alcaides de las puertas de Oran, los cuales , cerrándolas a los fugitivos para que no

(1) Alvaro Gómez y Zurita, ibid.

(2) Zurita, ibi., cap. 30.— Véasela carU del Mtro.Cazalla en el Documento núm. 12.

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enlráran, y avisando at cardenal para que enviase desde Mazarquivir gente que, como lo hizo, asaltara la plaza, contribuyeron encazmenle á tan 'gran triunfo (1). Hubo empeño en no atribuirle de modo alguno ni á Pedro Na- varro, no obstante ser tan perito en la milicia como sus mas distinguidos contemporáneos reconocen, ni i la dis- ciplina de sus gentes, mayormente de las que con el Gran Capitán habían estado en Ñapóles, y tan superior era á la de los africanos ; porque todavia duraba entonces como por lo pasado atribuir al acaso á los milagros lo que en la guerra era consecuencia precisa del valor combinado con el arle (2).

Sin embargo los mismos panegiristas del cardenal tie- nen que reconocer grandes prendas militares en el conde Pedro Navarro. Soqueada la ciudad y pasado el primer desuden , cuento Alvaro Gómez que para evitar ser sor- prendido, puso con suma previsión y al cuidado de acti- vos capitanes, guardias que lo impidieran. Ordenó ron- das, y venida la noche, en tanto que los demás decansa* han en profundo sueAo, él. que dormía mvy poco, y que en la guerra nunca se desnudaba del sayo militar, velaba por todos Cá). Al amanecer el siguiente dia, reconoció como prudente los alrededores de la ciudad. Mandó luc-

(1) Mármol, Descripción del jifríca , lib. 5, cap. S8, pég. 197.

(2) Vedro Mártir, dando cnenta de una carta escrita en Valla- dolid í S9 de abril de 1 500 de como el cardenal adelantaba los fon- dos para la expedición que ya estaba en Cartagena, elogia á Navar- ro, diciendo Primariuí eit ei dador Petrus Ule Navarrur Comes, man el lerrii Mlica gloria fama illusiris. Epistol. 4(3, lib. 22.— Véase la carta qne le escribió Hernando del Pulgar eloji.'ndole An- tes de prtir. V. Docnmento núm. 13.

(3) De rebus getlis, Ctc. pig. Ul.... nunjwom militare tegum txuil, qiwd illiperpctaum in ietíofuif, eral cm'in somrii partiisimui.

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go enterrar los muertos , trasladar los heridos á las mez- quitas y otros lugares seguros, intimó la rendición, ofre* ciendo buen trato , á los pocos moros que aun querían defenderse en algunas casas, y dispuso por último que se esplorasen las cercanías de la plaza, para que al entrar en ella el cardenal, que aun estaba en Mazarquivir, nada turbara ni su seguridad ni su contento.

Si por otra parte, y como el mismo Alvar Gómez re- fiere , al entrar en Oran . se le ofreció como á general del ejército cuanto se habia apresado, mal se compa- dece ese desprendimiento con la rapacidad de que al aprestar la armada acusaban á Navarro. Esa contradicción y la suposición de que él mismo se jactaba de leaer envi- dia de aquel hombre con capucha (1) confirman en la opinión de que los eclesiásticos y frailes que influían con exceso en el ánimo del cardenal eran antipáticos á aquel atrevido guefrero, que en todo era inferior al eminente y virtuoso prelado, salvo en lo militar. Sin embargo se obstinaron en que en eso le sobrepasase ; y con ese em- peño cuentan que á luego de entrado el cardenal en Oran y de consagrar en catedral su mezquita , como tratase de ordenar otras cosas relativas al gobierno militar. Navarro le dijo resueltamente que en adelante no toleraría que siendo él tan práctico en las cosas de la milicia, le man- dara otro que no hubiese jamás vestido aquella ropa. Con motivo de que un criado suyo mató en una riña á otro del cardenal, cuentan también haberle reprendido con toda severidad, imputándole ser la causa de los motines del ejército y de faltarte loe soldados á la subordina-

(1) Alvnro Gómez, ibid-, pág. M6... uni^ homúUt c ipse dicebatf invtdiosus erai.

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cion. Aun añaden haberle dicho que si se iba luego y él quedaba gobernando , no dudaba de conquistar muy pronto gran parte del África , que el mando de dos per- sonas en un ejército era todavía mes de temer que la es- pada de los enemigos : que regresara á España satisfecho con haber presenciado aquella importante coaquista ; y que en el caso de querer permanecer en etla tuviese en- tendido que bahía de ser como mero particular y sin nin- guna acción en el ejército , porque en adelante todo cuan- to él obrase lo baria en nombre del Bey , que únicamente le había eacai^ado de temer á Oran ; y terminado eso y hasta que otra cosa no dispusiese, su mando del cardenal había espirado, siendo por lo tanto lo que mas entóuces le importaba dejar á la potestad Real la dirección de todo y á los militares sus espadas, envolviéndose él como hombre privado en su ropón , en la inteligencia do que en su presencia , al son de trompeta y con banderas des* plegadas iba á proclamar al Rey (1).

Calló Jiménez , prosigue su historiador Alvar Gómez, y disimuló que así se fallase á lo pactado de dejar aquella conquista para la mitra de Toledo , y á él con todo el mando y gobierno de ella. Las palabras de Pedro Na-> varro le habían con todo parecido muy duras , y de ahí dedujo que su situación había variado. Meditada esta y pesadas aquellas conoció al fin que nada le estaba me- jor que confiar toda la autoridad á Navarro y embarcarse prontamente para España. Así, después de haber presen- ciado la proclamación del Rey , lo puso por obra en 25 de mayo, partiendo de Oran en una galera, que en el

(1) Alvaro Gom^z, Ibidem.

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misino día llegó á Cartagena (i). Su arrebatada venida causó gran novedad en el reino , atribuyéndola unos á mo- tin de toa soldados por sus pagas ó á quo se enviaran nuo* vos Bocorros á los que allá quedaban (2) , otros á sospe- charse no solo de Pedro Navarro sino del Rey que le que* ria entretener en aquella guerra para divertirle de las in- teligencias que Iraia con algunos Grandes sobre ol gobier* no de Castilla . ó ¿ea á que el conde intentaba dejarle en- cerrado en Oran y encaminarse él con lo armada á otrn expedición (5) ; autorizándose tal vez todos estos juicios con que, si bien el cardenal en las cartas que^e escribió* ron de su orden anunciando su llegada así que desem- barcó en Cartagena, solo manifestó que venia á procurar socorro á los que estaban en Oran y á encomendar al Rey y á los Grandes la conquista ya fácil dol Arríen des- pués de la de aquella plaza (4) , apenas llegado á Alcalá expuso al Rey, por medio de fray Francisco Ruiz su com- panero y gran privado, las injurias que había escuchado de Navarro y su rapacidad (5).

Sin embargo el mismo Alvaro Gómez que tan minu- ciosamente refiere estas y otras opiniones relativas al regreso del Cardenal , concluye con que creería lo que dijo y encargó al padre Ruiz , á no ser mas cierto baber

(1) El Cura de los PalacíoSj capit. ^^.—Arqutíipo de virtuáet, lib. 3, cap. 20.

(2) Petn Hartyrís, Epist. &20^ ibi. (3] Zorita, lib. 8. cap. 30.

(4) y. DocameDlo núm. U.

(5) Alvaro Gómez, ibi., p'g. ií7. Pott adytnlum stium liticrat ad regem compluii dedil querelarum pleruu quíius et Nof-arri inju- rias et rapaciíaiem expotuit.

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sido la causa de su venida un lio de corlas del Rey Ca> tólico que cayó en sus manos y era dirigido á Navarro, mandando detenerle en Orón el tiempo puramente nece- sario para arreglar aquellas cosas, de lo cual el anciano y sospechoso Jiménez dedujo que se tramaba algo contra él. y hasta que podia estar de peligro su vida (4) ; dedu- ciéndose de todo que Navarro obraba sin duda alguna ar- reglado á instrucciones que tenía del Rey Católico : que probablemento éste no queria dejar al araobispo , ya fuer- te con las plazas de Alcalá y Talavera, que como sus predecesores montenia armadas, la que se acababa de conquistar ; y que el cardenal estaba rodeado de perso- nas tan poco afectas al Rey como á Navarro , quien por su parte no debia sufrir » y mas teniendo mal genio, qtm frailes y personas que no eran de la profesión^ militar ni babian practicado la guerra, le ultrajaran tratándole lo mismo que á sus soldados, como si vivieran en un con- venln.

Pero en medio de los favores y disfavores con que el elegante historiador del insigne Jiménez trata á nuestro conde, pone en boca de aquel un elogio, que es el que mas podria lisonjear á un hombre de su clase. Cuenta que al despedirse de él « y al encalcarle del gobierno do Oran como capitán general, le dijo en presencia de Diego de Vera y otros capitanes , que por serlo tan esclarecido te estaba reeervada la gloría de sojuigar el África ente-

(1) Dd rebut. lib. h, pig. 117... mti conilanlior opintpfuitset UiierariunfaseUulum <¡uem rtx ad Navarrum dtderat in Ximcnii iiiamis primiim dcveiiiisel... Rcx igitur Navarro per Utieraa manda-' tal ut laiiiisper Ximcnium a iraicicadú averierel, dum qut prtescii- lia rcbus ageudis necetai ia'/oref.

Tomo XXV. 9

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ra [{.). También aprobó cuanto Navarro le propuso para asegurar aquella conquista , levantando las murallas ar- ruinadas, edificando cuarteles, manteniendo la tropa en ÍDcesante actividad y ejercicio , con otras medidas que prescindiendo de el conde por su rusticidad , coido el auditor de guerra escribía al cardenal, era inepto para el gobierno civil (2), prueban que era el que en la situación en que se encontraba Oran , era el mas conveniente para su seguridad y defensa. También nos quedan memorias de que no era tan duro .de corazón como se ha pretendi- do (3), sino que se atenia á las órdenes del Rey que lejos de apartarle del gobierno de Oran como sus detractores con empeño pretendían , le conservó y mantuvo en él, hasta que le pUso á la cabeza de la grande expedición que preparaba no solo contra los reinos de Tremocen y Tú- nez , sino por Trípol á Levante hasta Alejandría y aun á la Tierra Santa (4).

Aunque tan gigantescos proyectos se los moderaba al* gon tanto el auxilio que por consecuencia de lo tratado en Gambray debia suministrar á loa otros coligados, juzgó que en gracia de sus armamentos contra los moros le dis* culparían su tibieza contfa los venecianos. Proclapió pues que en persona dirigiría la expedición contra el África, y desde luego ordenó, dice Zurita, que se hiciesen "!20,000 » españoles y 7,000 alemanes de gente escogida y bien > armada de la que llamaban do la ordenanza, mil gastb-

{<) De reius ibL Deinde Navarrum tese illi coaciliaas, sopre~ mum imperacorcm , caí tamquam duci prastantisiimo totius África suhigenda triumpham dccernendum speraret, honorifice dicü.

(% Ibid., fol. 121.

(3] V. Documenio oüin. la.

(i) Zurita, líb. 9, cap. 1.

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» dores , 2,500 hombres de armas y otros 6,000 entre

caballos ligeros y ginetes en que hubiese 1 ,500 balles- » teros y espingarderos á caballo de los que se solían po-

ner á retaguardia para guardar ios pasos. Nombráronse a capilaiies de los njas diestros y probados, estando todas » las gentes de España tan puestas en servir al Rey en

esta guerra que se turo por cierto que saldría doblado

número del que era necesario.... Púsose en orden la

artillería para tres baterías que eran 72 piezas, y aper-

cibiéronse 100 naves algunas de 250 toneladas en \oa

puertos de Fuenterrabía, Pasages y otros de Guipúzcoa,

mas de otras 100 en los de Lequeitio, Bermeo, Bilbao > y otros de Vizcaya, y otras 30 aunque pequeñas en Cas-

tro-Urdiales, Laredo y demás de la Trasmiern y Astu-

rias (1)".

Mucha parte de tan numerosa armada , después de reunida, quedó en las costas^de España, en la que tam- bién quedó el Rey, cediendo á buenos consejos. Otra parle llegó á Mazarquivir, en cuyo puerto, habiéi^dose juntado 15 naos muy bien armadas y algunos otros bu- ques . se embarcó Pedro Navarro como general de la ctí- pedición, acompañándole alguna gente escogida de la que estaba en Oran. De allí salió á 50 de noviembre, din de San Andrés, llevando como 5,000 hombres lucidos con mucha y buena artillería, siendo (an secreto el pun- to á que se encaminaban , que cuando creian que desem- barcarian en Granada se encontraron con que las órdenes del Rey disponían que la armada fuese á invernar en Ibi- za. Obedeciólas puntualmente Navarro, y a la llegada á aquella isla, se halló con que Gerónimo Viancllo habia

(I) Zurita, lib. 8, cap. í\.

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lambieo concurrido á ella de órJen del Rey con otra par- le de la armada ; la caal reunida ya toda y alg;uQ tanlo mitigado el rigor de la estación , declaró Navarro que la expedición era contra Bugía. y se dio á la vela en 1." de enero de 1510 (i).

Bugía, llamada por los alárabea Bugeija , era una ciu- dad antigua y populosa que estaba bien surtida y habia medrado mucho con el comercio. Situada en terreno des' igual y al pié de una alta montafia, tenia en esta una buena fortaleza que la dominaba. Su puerto, aunque poco seguro, servia no obstante de abrigo á muchos cor' garios, que discurrían por nuestras costas haciendo gran daño en ellas ; siendo ese el principal móvil del Rey Don Fernando para mandar á Navarro á que ó los castigase ó tomara con su Rey algún asiento para que no los acogiese en su estado (2).

Llegó la armada á Bugía ánles de amanecer el día 5 de enero , y reinando un viento terral que no la permitía entrar en el puerto, se vio forzada á fondear á un tiro de ballesta de la ciudad. Dióse con eso lugar á que volviendo los moros de la sorpresa que les causó su llegada, em- plearan el dia en evacuarla de gente inútil , y en allegar unos ocho ó diez mil peones para su defensa: situándolos su Bey Abderramen en la sierra que dominaba la ciudad para desde allí bajar á su tiempo á impedir el desembar- co.Habiendo cambiado et viento un poco después de me-

(1) El Cura de lus Palacios , cap. 3S5.- Zorita, lib. 9, cap. 1

Sandoval, lib. 1 , cap. 32, pone FormeiUera por Ibiza.— Según Al- var Gómez, pág, 11i, moroi se llamaban los (jue habilaban ea las pnblacioiies, alarbct ó alárabes ¿ les qu; habí la bao sin ellas ai ley en loa campo;.

(2} Sandural, ibí.— Múrmol, tom.2, cap. 60, pAg. 229.

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dio dio , ya á las dos de la larde estaba toda la armada dentro del puerto, en cuyo caso Navarro diligente y ac- tivo como siempre, entrando en un batel salió á recono- cer el terreno propio para el desembarco; y babiéndole seguido Diego de Vera y advertido lodos el poco efeclo de la artillería , resolvió Navarro que aquel se verificase en la víspera del dia de Deyes.

Puesta la gente en tierra con las tafureas (1) y barcos menores de la armada , la ordenó Navarro en dos escuo- drones. Distribuyó á cada uno su artillería , y encargó á sus jefes de encaminarse el uno á la ciudad , y de arrojar el otro de la sierro á los que desde ella la defendían. Fué admirable el orden con que este comenzó á trepar. Te- mierpn los moros al verle , y á pesar de ser tan menos en número los nuestros no osaron esperarlos en aquella situación tan ventajosa, y ss retiraron ala ciudad. Apode- rándose entonces Navarro de la altura dispuso que mien- tras algunas compañías del escuadrón dirigido contra la ciu- dad la atacalia por donde llamaban la ciudad vieja , otras del que estaba en la sierra la combatiesen desde aquella altura. Obróse en todo con tal concierto que tardaron muy poco en escalarla y penetrorla. La resistencia del Bey y BU gente no fué á la verdad notable por estar per* suadidos tal vez de que Navarro solo trataba de saquear la ciudad ; y sucedió por lo tanto que la iban abandonan- do á medida que los nuestros iban adelantando en ella. No faltó quien escribiera que Navarro ni siquiera había desenvainado la espada en tas tres horas que duró la ac- ción contra Bugía (2) ; mas es indudable que desde que

(1) Tafurea, dice e) Diccíoaarío de la lengua, embarcación chata y sin quilla que sirve para embarcar y conducir caballas.

(2) Mármol , ibi.

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se njioderó de elln con gran presa de caulÍTOs y oíros efec- los, conoció su importancia para las demás conquislas que meditaba en África (1).

Con este motivo al paso que á Diego de Vera le encar- gó de informar al Rey Católico de tan importante con- quista , le ordenó también pedirle para su conservación un capitán de confianza y dos mil hombres mas. Mientras tanto y atendiendo á su seguridad levantó en la playa una buena fortaleza . y reparó un antiguo castillo que defen* dia el puerto. Nada en fin descuidó Navarro de cuanto un capitán entendido debió practicar en su situación. Hasta ee mostró político ; porque " persuadido de que en

conquista tan estensa y de gentes tan bárbaras como » las del África hnbía necesidad de buenas obras, y de > aprovechar los bandos pareciendo imposible concluirla

únicamente con el hierro (2)," acogió con suma bondad Muley Abdalla, sobrino de Abderramen, que preten- día ser el legitimo Rey de aquel estado y que, privado de la vista y encarcelado por su tio, pudo librarse del encierro y refugiarse á Bugía. Le señaló un arrabal para alojarse con los pocos que le acompáttoban. Repartió ó todos armas para su defensa, y dio á Abdalta sus médi- cos y cirujanos , los cuales cortándole la carne de los pár- pados que el fuego le habia pegado encima de loa ojos, luego se entendió que estaba sin lesión, y con poca dili- gencia cobró la vista al cabo de algunos aiio» (5) : de mo- do que con tan humano proceder además de atraer Na- varro á la ciudad muchos prófugos, Abdalla y los suyos lo

(1) V. Docamento Dúm. 16. (S) Zurita, lib. 9, cap. 3. (3) Sandoval, iib. 1,§.22.

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ayuílaroD contra Abderromen que acampado con mucha morisma y algunas compañías de alarbes á pocas leguas de Bugia á nadie dejaban salir de ella (i).

En tal situación, habiendo Pedro Navarro alcanzado de Mallorca , Menorca y Cerdeña parte de los refuerzos que solicitara, antes de lanzarse á ninguna otra empresa llamií á consejo á los coroneles de su ejército. Acordes todos en que se fuese contra Abderramen y su gente, ordenó Navarro que dos cristianos y dos moros de los de Abdalla reconocieran sa campo y los pasos y caminos que conducían á él. Sabido que Abderramen estaba en unos espaciosos prados en lo interior de unas sierras , y que bahía camino á ellas, dispuso que salieran de Bugía los primeros Diego de Vera y los coroneles Avila y Francisco Marques, cada uno con siete banderas: que el coronel Diego Pacheco los siguiese con otras diex y ocho, tas ocho de su inmediato mando, y las diez restantes de las del mismo Navarro , conGadas á los capitanes Mosen Bo- nastre y Alvaro Paredes , y que en la retaguardia se co- locase el mismo Pedro Navarro con los compañías de la coronelía de Gerónimo Vianello (2).

Instruidos todos de lo que hablan de ejecutar , comen- zaron á salir de Bugía al anochecer del 15 de abril. Na- varro, a quien acompañaba Abdalla con doce de á caballo y otros tantos peones todos moros , intentaba sorpren- der por cuatro lados, y antes de que amaneciera , el cam- po de Abderramen. Habiéndose caminado toda la noche con el mayor orden y sin tropiezo alguno, al entrar an- tes del alba en los prados en que estaban los enemigos,

(1) Sandoval, Uirmol y Zurita.

(2) Zorita, ibi.

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se alarmaron estos , no se sabe si porque la gente Je Die- go de Vera tomó por tiendas de campaña algunos algar- robos y lea hizo fuego (1), si porque los delanteros tan codiciosos como solian ser los soldados de vanguardia ar- remetieron antes de tiempo , ó bien porque un tambor imprudente dio ta señal de ataque antes de tiempo y despertó á los que dormian , poco cuidadosos de tal su- ceso (2).

Dióse con esto lugar á que Abderramen se salvase con muchos de los suyos. Pedro Navarro, aunque sintió el in- cidente, sin retroceder ni titubear, ordenó á los delan-r teros que se contuvieran, y rehechos suü encuadrones , y mandado dar un Santiago cayó su gente á todo correr so* lire las tiendas enemigas , que aun estaban como á medía legua ; tomó cuanto en ellas había , puso fuego al campo y siguió á los fugitivos hasta encerrados eo las sierras, computándose los muertos en 500, aunque algunos di- gan mas, y entre ellos la mujer é hija de Abderramen, los idcaides de la ciudad y castilla de Bugla, su Mezuar ó justicia con 200 ó 600 prisioneros, alguno do los cuates se cuenta baber dado por su rescate hasta mil tripolines, valiendo cinco mil ducados la vajilla de Abderramen que cayó en manos del alférez de D. Diego Pacheco (S).

Reunido todo lo apresado, así en plata y alhajas como en ganados, y puesta en orden la gente, emprendió Na- varro la retirada como á las dos de la tarde. Dispúsola de modo que iba delante la presa. Cubríanla las compa* nías de Avila, Pacheco y del mismo Navarro, llevando la

(1) Mármol, ibid.

(i) Pedro Mnrtir, lib. 23, Epístola 437.

(3) Sandoval, ibi.

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retaguardia tas de los coroneles Marques y Vianello. Como á las dos horas de haber caminado con las precauciones que su situación requoria , se apareció Abderramen ama< gando á los tíltimos con unos 550 de á caballo y como dos mil de á pié; mas al ver el orden con que se caminaba, y que la e$pingarderia al acercarse le alejaba y no le per^ mitia introducir el desorden que buscaba , apeló á una estratagema que repetido mas tarde fué bien funesto á otro jefe y soldados españoles (1). Juntó una gran mana» da de camellos, mandó hostigarlos con furia para que ca< yendo de tropel sobre la retaguardia la abriesen y desor- denasen , facilitándole con eso su destrozo , que reputaba tanto mas seguro cuanto que los nuestros tenian que pa- sar dos ríos,' uno de los cunles el Huet-el-quivir ó Zinga* ñor iba entonces muy crecido , por el derrelimtento de las nieves (2). Era cabalmente aquel el punto en donde con el amparo de los camellos esperaba Abderramen completar su proyecto, y lográi-a sin duda si Navarro adivinando su intención no hubiera tomado las mejores medidas. Colocó oportunamente y por las orillas del rio cien ballesteros á una mam y cíen espingarderos á la otra. Onienó á cincuenta de ellos (fue cuando la manadit de camellos se les acercase como á cincuenta pasos dis- parasen sus armas contra ellos ; y tan acertada fué esta

(1) En 1581 el gobernador A^ Angra en las lalas Terceras . ba- bieDilo desembarcado D. Pedro Valdés Antes de que llegara D. Lope de Figoeroa, qoe apoderado Felipe II dePortnpHÍ iba í tomar po- sesión de aquellas islas, solió por consejo de un fraile una manada de Tacas contra Valdés y su gente , qae deí^ordenada dejó mas de 400 bombres en poder de los portugueses y solo con dificultad pudo,- embarcarse el reslo.—Ferreras , tom. 16, pig. S91.

(S) Mármol, Descripción del áfrica, tota. 3, »p. 60.

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disposición que aturdidos los animales los unos con el ruido y los otros con tas heridas, todos se dieron á huir un atreverse uno solo á entrar en el rio (i).

Al ver esto Diego de Vera, Gerónimo Vianello y Francis- co Marques enviaron alguna gente contra los camellos, y se dieron tan buena mano que siendo unos 300 de todos se apoderaron. Dadalaórdenderecogerse y emprendido otra vez el paso del rio volvieron los moros á amenazar de nue- vo con unos cíen de á caballo y 300 peones. Por fortuna ni los espinqarderos ni los ballesteros, puestos antes por Na- varro en la orilla, la habian abandonado todavía, y con su protección pasó el río y llegó á salvo la camellad». Pasóle también la gente que reunida y siguiendo su marcha or- denadamente llegó de noche á Bugía, sin mas pérdida á pesar de haber continuado tos amagos del enemigo, que los de un hombre, pero cansados todo&, y muy lastima- dos de unos cardos tan punzantes como abrojos que abim- daban en aquellos campos (2).

El asombro que en nuestra patria y principalmente en- la corto causó la noticia de haber Navarro ganado una ciudad tan importante, nos le deja presumir el que ma- nifestaba Pedro MárlíV, al comunicarla al conde de Ten-< dillu. / Oh hazaña digna de alabanza! le decía. Nada hay ya arduo ni ái/icU á tos españoleg; nada acometen al azar; atemorizaron ai África y la llenaron de espanto (5). El Rey Católico gozoso, con la conquista y deseoso de con-

(f) Zaríla, ibi.

(2) Zurita, UJrmol ySandoval, ibi.

(3) Epiíiola i3i, lib. 23, desde Uadríd, el 19 de las Caleí». das de febrero (23 de enero de 15^10). O laude dtgauta facinutl Niljam fíispaiiis ardimm, nihil aggredtuiüttr intat*um, Africtaa.

formidine replcvcruHl.

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1S9 servarla con et menor dispendio posible , envió á Bugía á Alonso de Rabnneda, encargándote de entenderse al io'' lento con Abderramen. y Abdalla que simultáneamente buscaban su favor. Llegado allá Rabaneda 7 unido á Gon- zalo Marino de RÍTCra, á quien Navarro nombró su lugar^ teniente ,- arreglaron un tratado que entre otros artículos comprendía el de que los españoles pudieran levantar dos fortalezas y poner guarnición en ellas ; que para su manu* tención se tes hubiera de suministrar anualmente y á pre^ cío equitativo tres mit y seiscientas fanegas de trigo, mil cargas de cebada y- otras tantas de leña , mil comeros, cin- cuenta vacas y otras tantas fanegas de baba?, y que Abder- ramen, como mas rico enviara de parias al Rey de España en cada año tres halcones, tres caballos y trescameltos (1 ). Consecuencia también fué de la conquista de Bugía y del espanto que como decia Pedro Mártir impuso Pedro Navarro á los africanos, que los de Argel , pueblo entáo- ces muy poderoso, sin mas que enviarles un comisionado intimándoles la sumisión al Rey Católico y la libertad de cuantos cautivos tuvieran, no solo lo ejecutaran sin repli- car, sino que dos de sus mas principales ciudadanos se Irashidaron á Bugia á concertarse con Navarro sobre lo que les había intimado. De sus resultas en Zi de enero de aquel año de i 510 se (irmó un pacto en que Navarro en nombre y como representante del Rey Católico se obli- piaba á conservarles sus leyes, privilegios y tribuios, y los argelinos se reconocían vasallos y tributarios del mis- mo Rey, á quien enviarían dos moros de los mas señala- dos á prestarle la obediencia , como efectivamente lo efectuaron en Zaragoza en 24 del siguiente abril (2).

(I) Saotloval, ibi., §. 36 y 22. (3J Zurila, ibi., cap, 2 y 13.

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Muley Yahia, bey de Túnez, que ya en otro liempo pa- rece que se orrecia por vasallo del mismo Rey Católico si le protegía contra el Rey de Fez su hermano , lo puso en ejecución al ver los triunfos de Navarro. Por un solemne tratado que entre los dos se celebró en Bugía á 23 de mayo del mismo año de 1510, se obligó Muley Yahia, nde- más de otras cosas de menos interés, á servir al Rey Ca-* tóllco en la guerra coiao bu vasallo , pagándole la gente; á prestarle en parias y en reconocimiento de ese vasallaje dos caballos y cuatro halcones en cada año; á estregar en rehenes dentro de otro á bu hijo ó á dos personas de cada lugar de su. reino; á poner en libertad á lodos los cautivos cristianos, y á trutar bien y proveer á la salva- ción de todos los navios de cristianos ó de moros vasallos del mismo Rey Católico, que dieran de través »se per- diesen en las costas de sus dominios. Igual vasallaje reco- nocieron los moros de Tredeliz ó Ted~DeUz a diez leguas de Argel y en su provincia y costa, y muchos otros pue-* bles y ciudades de la misma y de la de Oran , en donde al tiempo en que Navarro se disponia á salir de Bugía, anda- ba en tratos el Alcaide de los Donceles con el Rey de Tre- mecei^y los habitantes de Most9gan (1). ¿Qué extraño es pues que al ver nuestros mayores tan grandiosos resultados que nadie logró después, oyeran con gusto que sa Rey pensaba continuar la gtterra hatta ganar la cata tan" ía (2) , y que el Rey visto lo que Navarro había consegui- do con un puñado de gente, creyera que con mejores fuer- zas pudiese conquistar el África (3).

(1) Mármol, lib. 5, cap. S^.—Zurile, ibi., cap. 15 y 32.

(2) Zorita, lib. 9, cap. i.

(3) Pedro Mártir, lib. S3, Epístola ^35. De Madrid el 16 (U ks Calendas de abril (H de marzo) de 1510.

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Tan persuadido estaba de eso, que leoiendo por de corona de Aragón las conquistas que Navano acobaba de alcanzar, y creyendo ser los mas beneficiados con ellas los reinos y señoríos- dependientes de aquella^ coro- na, determinó pedirles auxilios para llevarlas adelante. Convocadas Corles á Monzón con aquel objeto y abiertas en abril, aunque el Rey en persona les pidió lo necesario para la conservación de Bugia, y para lo que aun faltaba que hacer en Túnez y aun en el mismo Bugia , no parece que encontraba según Pedro Mártir muy resueltos á los aragoneses. Libres y enteramente gobernados por tus leyes y no por mandato del Rey, mostrábanse algún tanlo dudo^ sos (1) ; pero Zurita afirma , que babicndoles dicho " que

poc una parte confiaba en que no olvidarian que sus

antepasados pospusieron siempre su interés al de sus

* Reyes; y en que por otra jamás se vio que se pei-diera

nada de lo que una Vez se habia conquistado por loa » Reyes de Aragón; fué de sus resultas, añade aquel an<

> naltsta , el servicio que se le hizo por estos reinos y

> principado de Cataluña el mas señalado y aventajado

> que se concedió en los tiempos pasados porque le sír^

> vieron con quinientos mil libras {'i)."

Navarro mientras tanlo, teniendo entendido quo el Rey Católico hnbta nombrado para sucederle con el man* do de Bugia á D. García de Toledo , primogénito del du- que de Alba ; aunque su deseo era dejarle en posesión de su cargo, al verque D. García no llegaba, que en Bugia no se podia subsistir por falla de vitualles, y que la peste

(1) Epítt. i38i De Monzón priilie Idos M«¡i. Hte sunt horunt ambagei, qtti ¡iberipatriis IcgHiut nil imperio Hrgis gulnrnauliir.

(2) Zarila, Itb. 9, dul llcy Ü. Fernamlo, caj). U.

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nrrebataba cada día un centenar de personas (I), adelan- tó su salida de aquella plaza mas de lo que habia penan- do. VeríGcóla en 7 de junio con unos odio mil hombres, dos mil de lo3 cuales, y entre ellos mas de quinientos en- fermos, puso á cargo de Diego de Valencia, á quien orde- nó que , pasando primero á Ñapóles a recoger municiones y víveres, se le juntase luego en la isla de Faviñana de- lante de Trápana en Sicilia, bácia la cual él dirigió su rumbo, y en donde ordenó también que se le juntasen las galeras de Nápolés y Sicilia.

Cosa de un mes estuvo Navarro en la Faviñana. En ese intermedio se proveyó de agua y leña , y el ejército se entregó á la caza muy abundante entonces en aquella isla desierta (2). Al cabo de ese tiempo, habiéndoselo juntado las galeras que esperaba , y Diego de Valencia con los bastimentos y municiones que fué á buscar á Ñapóles, se dio á la vela en 15 de julio para Trípoli (3). Componíase su armada de cincuenta naves de gavia con once galeras, inclusas dos de Sicilia, y gran numero de galeones,, cara- belas, fustas y otros buques. Computábanse en catorce ó quince mil hombres la gente armada que conducían , con lodo lo cual y después de haber pasado á la vista de Mal- ta y Pantanalea , navegando siempre por el golfo , se en- eoalró Navarro en el dia 24 como á cuatro leguas de In cosía de Berbería. Siendo baja la tierra y no conociendo aquellos parajes, ordenó á Vianelto que como negociaole

(1) HarmQl, lib. 6, cap. 40.— ZnriU, ibi., cap. 46.-SaDdova1, lib. 1,§. 37.— V. Docnmenlo núm. 17.

(S) Mataron (oí del ejército en aquel livmpo, dice SaDdoval, li~ brol.*. §. 37, icgunlotque lo vieron, leU milvetiaáot y otrat lautas salvajinas y mat de tétenla mil conejes.

(3) V. Documcnlo nñm. 18.

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U3 había residido mucho Uempo en Trípoli . que reconociera su puerto ^ el terreno mas acomodado para desembarcar. Mientras tanto y d fin de practicarlo con mas expedición en su caso, mandó trasladar á las galeras, fustas y de- más buques de remo toda la gente que lo habia de ejecu* tor (1).

Era Trípoli entonces una ciudad rica y todavía famo- sa por su comercio con el Asia é Italia. Estuvo sujeta á tos beyes de Túnez ; pero no pudiendo sufrir sus injusti- cias se alzó contra ellos , y eligió uno de entre sus mora' dores que la gobernase con el nombre Jeque. Situada en un llano arenoso y en su mayor parte rodeada del mar> tenia por todas, pero principalmente por la- de tierra, buenas murallas con muchas torres y baluartes bien fur- tiScados y provistos de artillería, y con un foso lleno además; siendo por lo tanto capaz de grande y sostenida defensa. Juntábase á todo eso haber sido los habitantes avisados mas de un mes antes por unos genoveses, de la expedición de Navarro ; y habiendo descubierto á Vianello en el reconocimiento que aquel le encargó, se dispiusie- ron para resistirle, introduciendo tantos alárabes, bere> bércs y otras gentes que con las útiles de la ciudad se computaban en mas de catorce mil combatientes.

Todo sin embargo tenia que ceder á la inteligencia y resuelta determinación de Pedro Navarro. Vuelto Viane- llo y oídas sus noticias, aunque pensó desembarcar al amanecer el siguiente dia de Santiago 25 de julio, advir- tiendo al salir el sol que por la oscuridad de la noche y poca práctica de los pilotos, habia la armada rebasado una legua de Trípoli, hubo que desandarla con la clari-

(1) Zurila, Mármol, Sundoval.

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liad del día. Llegada al puerto y dada la orden de desem- barco, comenzoron los soldados á ejecutarle á pesar del soatenido cañoneo de la arlilleria mora. Acercándose lue- go las galeras para proteger y asegurar la operación, no solo alejaron con el snyo á los que intentaban impedirla, sino que apagaron los fuegos de la ciudad ; y los que de- fendían sus muros, torres y bnluartes tuvieron que re- cogerse á cubierto. Tul actividad en fm y tanto empeño puso Navarro en el desembarco, que á las nueve de lu mañano ya estaba en tierra lodo su ejército ordenado y caminando contra la plaza , dividido en dos trozos y cada uno en cuatro escuadrones (1).

El trozo de vanguardia le tomaron Diego Pacheco y Juanes de Arriaga con otros dos mil hombres de sns co- ronelías , y Juan Salgado y Martin del Águila con otros dos mil de los suyos. Dióseles la orden de resistir á lodo trance á cuanlos moros de á pió ó de á caballo vinieran de fuera de la ciudad á socorrer é impedir el asalto; y para indemnizarles de lo que perderían por no hallarse en él , se concertó y convino en que se les darían para repartir cuantos esclavos, ropas y telas de mercaderes se ganaren , quedando para los que 'asallascn la ciudad cuan- to dinero, alhajas de plata y oro y ropa corlada se encon- trase dentro de ella (2). ISavarro Con el otro trozo en quo iban loe demás coroneles . y en todo como unos once mtt hombres , debia escalarla cuanto mas untes pudiera , fa-

(1) Zorita dice cioco y-Uármol cuntro escuadrones. En estos ¡r otros eBcritores qne ta) vez alcanzaron las relaciones oficíales, se aüvierle qoe descuidan la descripción de las operaciones mililares que importaria comparar con las modcroas, y no ^olo confuDcleii ó quieren explicarlas sino que muchas veces son incompreasibles,

(2} Miirmol y Sandoval, ibí.

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Toreciéndole la armada oportunamenle no solo con el fiíego de su arliilería sioo desembarcando algunas com- (laáías de infantería y marineros que esbalasen el cuartel de la marina.

Aunque se intentó lo último ningún resultado tuvo. Era por allí la ciudad menos flaca de lo que se pensaba, y el combate mas serio y el vator mas denodado andaban por la parte áe tierra. Defendíanle bravamente los mo- ros y apretaban en igual proporción los cristianos, siendo tal la perseverancia de estos que entre diez y media y once de la mañana ya lograron plantarse sobre los muros do la ciudad. Treparon á escala vista por junto á la puer* ta llamada de lo Victoria, no lejos do la alcazaba, siendo Juan Ramírez, infanzón aragonés, uno de los ¡trímeros quu salieron y que á pesar de estar herido no abandonó su lu-

Renovóse alli la pelea , cbyendo muchos de los que subian. Los demás no por eso desfallecieron, antes bien obstinados y con la resistencia mas ¡mimosa fueron tantos .por último los subidos, que despejados los muros y arro- jados los enemigos de algunas torres y baluartes, saltaron á la ciudad y se empezó á combatir en las calles. Privados de socorro los nuestros por estar las puertas cerradas, mu- rieron no pocos de los primoro« que bajaron , hasta que abriéndolas por dentro y entrando de tropel Navarro con su gente se trabó la pelea mas sangrienta y terrible. Nu hubo plaza, calle ni casa en que no se combatiera y de que á los cristianos no se hiciera gran daño. Forzóseles ulguna vez á replegarse ; pero ai Gn creciendo su valor con el peligro, obligaron á los moros á retirarse los unos

(1] Zurita, ibi.

Tomo XXV. 10

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á las torres, Iob otros á la mezquita mayor y el jeque con 8U familia á la alcazaba. Duró tanto el combate en la ciudad, dice Mármol, y estaban unos y otros tan cansados que parecía burla su pelear y se sentaban á descansar unos mientras los otros peleaban (1).

En eslo llegó la noche y con ella el mayor arrojo de nueslra gente. Penetraron en la mezquita y pasaron á cu- chillo á cuantos allí encontraron ; en cuyo estado, creyén- dolo todo perdida los que defendían las torres , se dieron á partido. Lo mismo hizo el jeque entregándose con toda su familia á Pedro Navarro; quien recelando que acasd desde la alcazaba salieran arrebatadamente contra sus sol- dados desmandados, acudió personalmente á evitarlo. Tan acertado anduvo que todo en seguida cayó en su poder in- clusos los buques que estaban en el puerto y otros que en aquellos dias se apresaron con mercancías ó que persegui- dos encallaron en la costa (2). Murieron como cinco mil moros y se cautivaron infinitos, contándose entre ellos ciento y ochenta italianos que recobraron su libertad, sien- do inmenso el saco de la ciudad y no pocas por lo tanto las disputas que ocurrieron sobre su repartimiento. Nues- tra pérdida Ifl computan los escritores en unos trescientos hombres y entre los mas distinguidos lo fué el almirante de la armada Cristóbal López de Arriaran (3).

La conquista de Trípoli á 25 de julio de 1510, pasó

{1 ) Deseripeivn del África, lib. 6. Del reino de Tanei, cap. 40.— Saadoval , íbi.

(t) Estos buques quizás faesen las caatro fuslas y una carabela qa« el Principe de los tarcos, cnenta Pedro Mártir, enviaba al so- corro de Trípoli y fueron apresadas por Pedro Navario. E¡iitio~ la ki3.

(3) Mármol, Sandoval y Zurita, á qoiea spgaimos principal- méate.

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y se rapató como una de las maa Tamosiu de aquella edad. tu escritor siciliano, que pudo alcanzar á Pedro Navarro, reQere que para perpetuar su memoria acuñaron una mo- neda con un jugo (1). En Roma nos dice Pedro Mártir que el regocijo del Santo Padre , del Sacro Colegio y del Se- nado de la ciudad fué proporcionado al. concepto que te- nian de no haber fuerzas humonas suGcíentes para conquis- tar á Trípoli, así por la fortaleza de bu situación, como por lo que la habian aumentado las obras del arte (2). Pero en quien mayor contento produjo, como era natural, aque- lla conquista fué en el Rey Católico (5). Aun estaba en las Cortes de Monzón cuando le llegó la noticia que sirv¡(> para declarar mas abiertamente, su ánimo de ir en persona á continuar la giierra de África. " Allende de las razones

que para esto piJblicaba ora muy principal , dice Zurita,

> la de que los lugares en la costa no se podian sostener

por tos grandes gastos que arrecian sin que se ganase la

> tierra adentro ; para qne.ayudase á defender los lugares

marítimos teniendo ealo por el principal fundamento de

> aquella empresa ; porque hallándose medio como la

guerra se pudiese entretener á costa de la misma tierra

> seria cosa durable y acabado aquello se podria mejor proseguir la conquista (4)". Mas en tanto que el Bey Ca- tólico asi discurría , y que en su corte admirando las vici-

(1) Franeiui Maurolfti f que escribía en 1562) Sicanica Hitio- riiK [inTiutauro Aatiquitalum Silicia, tom. i, líb. 6, p&g. 272) a<l ao. 1S10. Ítem Pttru» Navarrtit eum claite ac copiU ex Hispania miitut in Sieiliam traas/rciifvU , ae TripoUia expugnavit. Excusa

fiút moatta jugo lignata ob cj'ui memoriam,

(2) Petras Hartjr, il>i.

- (3) Y«ase la c*rU al cardeadl Jimcnez ie Cisncros en el Docu- idcdUi dúid. 19.

[i] Zarila, lib. 9, c»p tC.

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situdes humanas ss decio al ver lo sucedido en Tnpoli quo los africanos tan temibles en otro tiempo á los españoles* se les reodian en doDde quiera que se encootraban (i); esas vicisitudes y nuevas complicaciones en Italia dejaron sin efecto lo que el Católico proyectaba.

Aunque el Rey de Francia por consecuencia de la liga de Gambray se mostraba en la apariencia aliado suyo, iba en realidad desmandándose algún tanto y procurando lu ocasión de volver á la conquista de Nápole«. El Papa que lo conoció se fué acercando á los venecianos, y resuelto ó ecbar á los franceses de Italia buscó al intento como su principal apoyo el del Rey Católico. Concedióle desde lue- go la investidura del reino de Ñápeles, inclusa la parto que por el tratado de su repartición en 1500 babia que- dad» á la Francia ; en cambio de lo cual y de baberlo eje- cutado, dejándole libre de todo censo y vasallnje, el Rey lo prometió auxiliarle con trescientos caballos (2).

Fué esto causa de que Pedro Navarro que triunfante en Trípoli^ quería serlo también en Túnez , no alcanzase los cuatrocientos hombres de armas y doscientos caballos ligeros que para ello solicitaba. £1 Rey Católico bien de- seaba procurárselos , y con ese motivo ordenó al Virey do Ñápeles , cD donde residían la mayor parte de los hombres de armas , que le aprontase cuanta caballería pudiera (5) ; mas aunque tsmbíeu mcindó que t^e juntasen los navios

(1) Pedro Múttir, Epiíto/a 442. lia rerant fices versant huma- nte. Formir/aiiUi quondam Hispanis Aphri, i-unc Hispcnis cedunt qnocamque concarritar,

(!2) Zorita, ibi., cap. 11 y 18.

(3) Véase en el Documenio nóm. 20 los (]iipjns del Cran Capi- Ud por qnerer el Rey Calólico que rd coRipnüia de homl res de \\\- mss pasase cod él á los Gerbes.

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necesarios para el Iransporlo , en la ¡ncertidumbre de se podría enviar ó no la caballería dejó á 'cargo de Nnvarro, ó que fueite sobre Túnez, ó que enlre Túnez y Trípoli em* prendiera lo que mejor le porecirse (1).

Navarro en tal situación , aunque al principio perple* jo , determinó al 6n por no mantenerse ocioso , salir contra los moros de Gerbes, hoy Zervi, isla lo mayor y mas prin< cipal de aquellas costas, que bojea como seis leguas y dista de Trípoli como treinta, rasa y arenosa, sin mas agaa que la de los pozos, y tan allegada á tierra en algu- nas partes, que entonces se comunicaba con ella por un paente de madera. Abundaba en palmares y olivares, po- blábanla muchas alquerías y pocas aldeas, y la gobernaba nn jeque llamado Yhaya. No tenia mas fortificación que una antigua torre levantada en la marina por los ca* talanes que la dominaron después de conquistada en 1284 por el célebre almirante de Aragón Boger de Lauria (2). Como que sus habitantes causaban grandes dados en las costas, en aquel tiempo nuestras, de Sicilia, Córcega y Ñapóles, antes de que Navarro saliese de Bugía para Trí* poli , habia tratado de castigarlos el Rey Católico , y aun se dijo que habia dado el encargo á D. García de Toledo así como el de suceder á Navarro en el gobierno de Bu- gía ; pero como D. García no llegaba y la peste y otras necesidades apuraban en términos de no poderse ya sub* sisltr en aquella plaza , Navarro antepuso, como ya vimos, la conquista do Trípoli , dejando para mejor ocasión la do los Gerbes (5).

(1) Zorito, jbi., csp. 16.

(3) Hirmol, lib. 6. Del reino de Túnez, cap. 11 .—Zurita, (bi., cap. 17, en donde pone oíros ponnenores. (3) Zarita, ibi.,cap. 16.

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Para dominar á estos sin gran peligro contaba nuestro conde con el espanto que tes causara lo de Trípoli , y con estar divididos en parcialidades y bandos cada ano coa su jefe á la cabeza , aunque al parecer el uno de ellos con oi nombre de jeque se habia ya hecho como el señor de la isla. Fortificados pues el^aslitlo principal y otro mas pe- queño de Trípoli , y arrancada aquella parte de la ciudad que dificultaba su defensa y dominación , embarcó el con- de su gente y se dio á la vela en 10 de agosto de aquel nño , llevando cosa de ocho mil hombres en ocho galeras y cuatro Tustas gruesas. Su principal designio era ver si la isla ae le sometió de paz y prestaba vasallaje al Rey Cató- lico , ó en otro caso reconocerla de modo que se asegura- se la empresa. Hny quien dice que en el día qne arribó la armada, el jeque que estaba aniedrentado con lo que le contaron los prófugos de Trípoli ofrecia dar al conde veinte y cinco mil tripolines por una vez , y diez mil anua- les de tríbulo al Rey Católico con la tenencia del castillo y otros derechos en la isla que el conde no quiso admi- tir (1); al paso que otros refieren que habiendo desem- barcado tres hombres junio al puente que unia la isla al continente, y penetrado en ella con bandera de paz y ha- blando en algarobía con los islei^os, lejos de mostrarse estos sumisos, habían roto el puente firmemente resueltos & de- fenderse , y no solo desafiaban al conde diciéndole que allí encontraría hombres y no gallinas como en Trípoli, sino que alancearon inhumanamente á on parlamentario, salvándo- se los otros dos en un esquife que hallaron en la costa (2).

(1) Zurita, íb^,cap- 19.— Mármol pane elembarqne y partida del coode en el lunes 30 julio, cinco días después de ganada Trípoli; loijue parece muy pronto.

(2) Saiidoval, Historia de Cárhtf, lib, 1, g. 3..

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Pedro Navarro en vista de tal decisión y arrojo, ha-^ biendo primero rodeado una gran parte de la isla y reco- nocido el fondeadero , mandó alzar las velas y regresar á Trípoli. Ordenada allí de.nuevo bu gente y hecha reseña general en el dia 15 de agosto, la mandó de nuevo embar- car en el siguiente 16 para emprender el mismo rumbo. En el día 23 . siéndole muy contrario el tiempo, se avista* roa quince naves gruesas de á dos y tres gabias , que for- maban la armada de D. García de Toledo, la cual dete- nida largo tiempo en Málaga por decirse que había peste en Bugia, después de tocar en aquella plaza y recoger tres mil soldados de su guarnición con el coronel Francisco Marques, siguió ¿juntarse con la de Pedro Navarro para caminar unidos ó los Gerbes (1).

Acompañaban á D. García siete mil hombres. Entre estos iban el capitán de artillería Diego de Vera, que tanto crédito gozó en su tiempo, y muchos caballeros bien co- nocidos , aunque no muy prácticos todavía en las cosas de la guerra. Estaban todos tan fatigados del temporal y poca costumbre del mar, que Navarro viéndolos con ne- cesidad de refrescos, y que por otra parte mostraban su- mo deseo de conocer la ciudad de Trípoli tan famosa en España después de eu conquista , se prestó gustoso á que

(1) Zorita , 'ibi.— El Cora de loa Palacios eo el cap. 325 de su iJisioria US. dice; " Edespoes de llegada la gente toda Málaga) « tardóse mucho ü. Garda en embarcarse, y estuvo alli el dia de « Sao Juan é lidió toros é muchos de tos que hahian de ir en la ar- « mada asi frailes como aludes é legos por la tardanza se volvie- « ron ; é DO si se hizo esta tardanza porque supo e1 dicho D, Gar- cía que morían de pestilencia en Bugia. En Gn partió de Mála- « ga con su flota ó armada con siete mil hombres después de haber « estado en Malaga (ros mesea é mas."

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ilesemljnrcóran en ella. VeriGcúronlo , y repurados loJos y remediado cuanto to necesitaba, la armada reunida se dio de nuevo á la vela en el márles 27 de agosto , habien- do dejado primero en Bugía & Diego de Vera por teniente de Pedro Navarro con tres mil soldados de los coroneles ' Palomino y Snmaniego (i). Sin sdelantnrse rosa a^una en el primer día por la calma . ni sufrir tonopoco gran cosa en la nuche del siguiente por un temporal ó Tortuna (2), cor- ta pero desecha, que experimentó la armada , se encontró sobre los Gerbes al amanecer el jueves 29 (3). La capitana y otras dos naos que por mas ligeras se adelantaron , sur- gieron en una ensenada cerca de Gerapol , á la punta del canal donde estaba el puente quebrado. Llegadas las otras, se adelantaron todas á la vela en el mismo cuñal cosa de media legua. Dieron allí fondo, y pasado el dia, ordenó Navarro en el segundo cuarto de la noche que toda la gente se trasladase á las galeras , fustas , berganti- nes y demás buques do remos para desembarcar al espio- recer el inmediato viernes 30.

Tomóse aquella precaución por ser la costa muy difí- cil á cnusa de los bnjíos y del poco fondo, y aun así que- daron las naos como á media logoo, de la torre señalada como lugar de desembarco: de modo que, teniendo los soldados que andar gran trecho por el agua , aunque solo llevaban las armas , cuando después de tocar la tierra se juntaban con sus bandera», llegaban fatigados y mojados. Notóse sin embargo, y con razón se tuvo por cosa extraña,

(1) Así lo dice SandoTal , ibi , §. 39 , poniendo la aalids de la armada en el dia 28 de agosto.

(2) Nombre que en lo antiguo se daba a), las tormentas y tem- porales.

(3) Zarila , ibi , dice jueves 28 en la noche, «lia de S. Agustín.

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que aun cuando en esa operación se pasó hasta el medio «lia , ni se recibía daño ni se vió moro alguno.

Estaba acordado antes de que llegara D. García de Toleda con su armada que el coronel Gerónimo Vianelo llevase con su escuadrón la d«lanlern ; mas habiendo ro^ gado el D. García con todo género de instancias y súpli- cas que se le conGase á él 'con los caballeros y gente que le acompañaban ; Navarro vencido al fin de las plegarias de aquel mozo tan ardiente y tan ansioso de gloria hubo de convenir en ello , tomando también en cuenta la ca- lidad de su persona (1). Dicen algunos que se holgó mu- cho con la demanda de D. García, y que le dejó escoger la gente que quiso. A otros por lo contrario oyó Zurita afirmar y Pedro Mártir también lo confirma, que seña- lándole Navarro el lugar que como á genernl le corres- pondía , le replicaron él y otros que solo habían ido á pelear, y que aunque Navarro lo resistió y aun mediaron malas palabras con alguno sodre ello, consintió al fin y )e dejó ir delante con t,600 hombres los mejor armados y ordenados de toda la expedición (2) ; variando su plan de no combatir hasta la caída del sol (3).

Los quince mil hombres de que al parecer constaba el ejército , los dividió Navarro en siete cuerpos ó escua-

(1) Pedro Mártir, Eptstúla tk&. Ex maJriía ia Calend. Ocio- iris H\0..,. horlalu* monet , immn et tjuisnam eiiel canjea ans orat^ farüt ínter eos agilalum fuisse argumenñs fertur. At vietus lantén generesi juvenis preeibas, Comes primam illi acitm in halles licet iavi- lus per mis sil.

(2) Zurita, ibi, cap. |9, aDadiendo que las malas palabras fne-^ roD con Diego de Vera, que había quedado en Trípoli; en cuyo caso la dispala hubo de ser antes de salir de allí.

(3) Alvaro Gomei , lib. 4 , pSg. i2h.—Nm-arnis cnim solis ie- clinationem expccta/idam omnino centcbal.

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tirones según unos, y en once se^un otros (1). Al de vanguardia , que dejamos dicho haber dado á D. García, seguia el del coronel Francisco Marques con unos mil y dos- cientos. Venia luego otro de dos mil soldados, muy esco- gidos al cargo del coronel Jiuanes de Arriaran , y detrás con los suyos respectivos los coroneles Pedro diO Lujan, llamado generalmente Píerna~ gorda, D. Diego Pache- co, Valencia, Nieto y otros, cerrando la retaguardia el coronel Palomino. La artillería compuesta de dos caño- nes gruesos , dos sacres y dos falconetes con la pólvora y balerío se colocaron en el centro ; siendo lóstima ver co- mo por Talla de caballería los soldados tiraban los unos los carretones de la artillería , iban los otros cargados con los barriles de pólvora, y otros allanaban el camino, y aun sobre todo su trabajo les daban palos como á bes- tias (2).

Serian las diez y media de la mañana cuando empren- dido el movimiento después de haber oído misa, la sed que, así por la bora y modo de desembarcar como por lo tardado en ordenarse, era ya estimulante en la gente-, creció mas con el caminar. Ardia el aire y la tierra abra^ snba con el calor del sol en aquel día , cuenta el grave Gerónimo de Zurita, y la sed era tanta en aquel arenal, añade el obispo Sandoval, que daban por un trago de agua tres tripotines y aun veinte , y algunos cayeron muer- tos lie sed, especialmente de tos que tiraban la artillería.

(4) Sandoval, ibi, §. 40, dice once y Zurita siet», y aonqne ambos escritores se conoce qne tavíeron é la vista docamentos au- téoticus, no dejan de variar en sus relaciones, conio en este casv sucede con el coronel ralotnino, que según Sandoval quedó en Bo- gla con Diego de Vera , y Zurita pone i Isa dos eK lo» Gerbe».

(3) Sandoval, ibi.

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155 Cubrióse al Gn el campo de oadáveres, no siendo ya dado á ningún jelb en medio de tal ansiedad mantener el or- den y formación que se le habla encomendado (1). Acer- cándose en esto D, García con so vanguardia á unaa pal- meras y luego á unos olivares en donde habia unas casas derribadas , por mas que se esforzó en contener á su gen* te nada alcanzaron ni sus amenazas ni sus ruegos. Tu-r vieron nueva de que allí cerca habla unos pozos de agua dulce ; y con el ansia de beber se desmandaron todos en tropel por llegar á ellos, encontrando muchos la muerte en donde creyeron encontrar el alivio.

Ya fuese casualidad ó bien previsión de los moros, que aun se quiere que para cebar mas á los sedientos dejaron tilli de intento cántaros, calderetas, jarros y hasta sogas para sacar el agua ; con el ansia del beber se redobló el desorden. Aparecieron entonces y cayeron arrebatada- mente sobre ellos , y sin que se s^a en que número , los moros que todo lo observaban y estaban en emboscadas. Hay quien los sube hasta tres mil de á caballo con mucho peonaje allí de intento preparado (2), y quien, suponien* do que todas las fuerzas del jeque y sus hijos no exce- dían de dos mil y quinientos peones y ciento y veinte ca*. Iiallos inclusos cufirenla alárabes , dice que los que con grandes alaridos atacaron ¿ los sedientos é hicieron todo el estrago serian ciento y cincuenta de á pié y wios se-^

(t) Por lo cual comenzaron á desordenarse y á desmayar tos Sel coronel F'ianelo y del coronel Pedro de Lujan Pierna gorda qug. llevaia» la vanguardia y luego todo el ejército salvo los de D, Die-. go Pacheco. Asi dice Sandoval, pero discorda en lera mente de Zo* rila y olroa , qa« convienen en que D. García llevaba la delantera y faé sa gente la primera que ce desordenó.

(3) Mármol, ibi.

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icnta lie & caballo (t); reduciéndolos todavía Pedro Má^ tír á solo unos ochenta de los últimos (2), Has fuesen tos que qui:>lerBn> pues que para desordenar un ejército no se necesitaron á veces tontos; en vano fué que D. García con unos cuantos de á caballo que le acompañaban y que en todo el ejército cristiano apenas llegarian á quince, tratara así que descubrió á los moros de opartará su gen- te de los pozos y ordenarla. Ni exhortaciones, ni ruegos, ni desmontarse y tomar una pita de los que andaban por el suelo, ni su ejemplo peleando á pié eon gran denuedo, ni el que te daban otros jefes y caballeros que le acom- pañaban , nada bastó para contener la fuga y el desorden; siendo lo peor haberse comunicado ó los escuadrones in* mediatos ó pesar de la esforzada resistencia de Diego Pa- checo , Gil Nieto , Miguel Cot^rero , Pedro Lujan y otros, que todos cumplieron con su deber, saliendo por órdea do Navarro y con los escuadrones, de retaguardia que mandaban, á oponerse á los fugitivos (Z).

¡ Qué es eslo hijos míos y mis leones! nos cuentan que esclamaba Pedro Navarro en medio de tan triste confu- sión. No soliadea vosotros hacerlo asi. Acordaos de lo que deciadei en Tripol. Vuelta , hermanos , vuelta : no hayáis miedo; qae moros soa y pocos: otras veces habéis vencido muchos mas : aí¡ui conmigo qae nos va la honra y la vida, acompañándolo todo con lágrimas que le salion de los ojos y que si bien hicieron que algunos volvieran el rostro al enemigo fué con tan poco aliento que muy pronto y cie- gamente se dieron á huir hacia la mar (4)., En semejante

[1) Zurita, ibi. [i) Epístola i45.

(3) Zurita, ¡bi.

(4) Sandoral.

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157 BÍtuacion y viendo que ni con la vergüenza ni con el esl^ mulo tos podia contener, pues que estaban todos ame* drentados, determinó acudir de los primeros á las galeras> ya para salvarlas de que en el desorden se hundiesen, ya para recoger á los que sin atender mas que á mismos á todo se precipitaban , y hasta las mismas galeras eraa iabumanamente rechazados; aconteciendo entonces que si hubo muchos que se ahognron con el ansia de embar- carse hubo todavía muchos mas que aun después de em- barcados morieran de sed. Las mujeres y mozos que ha-* bía en la armada, contando Con la conquista segura de In isla, habían gastado el agua dulce en lavar la ropa y otros usos ; y eroD ti les los extremos que según Mármol se ob* servaron en los sedientos qve hubo muchos soldados que perdieron el juicio y andaban haciendo visajes y locuras peligrosas (i).

En tan aciago dia y eolre las personas que peleando valientemente murieron con D. García de Toledo, padre que filé del gran duque de Alba, se conlat'on García Sar- miento , Cris óbal , Vetazquoz , Loaysa , y según el Cura de los Palacios ba'sla sesenta hijosdalgo de casas genero- sas que le acompañaban (^]. En los otros escuadrones murieron también de entre las caballeros y personas se" lialadas D. Alonso de Andrade, Santangel, Melchor Gonzr<- lez, hijo del conservador de Aragón, y los capitanes Saave- dra, Sotelo y otros. Nuestra pérdida en muertos y cautivos la computaron algunos en cuatro mil hombres (ó). I.a re- dujeron otros á tres mil y aun á dos mil, quedando qui-

(!) Descripción del jif rica, Wh. 6,cap,il.

(á) Hisforía mi. tie los Hey^í Cmi'íícos, cap 227.

(3) Zurita ibid.— Mnríanajib. 29, c»p. 25.

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liientos caulivos (1) ; y no falta quien, reCriéndoso a tos que de estos se rescataron después . escriba qiie solo fué üe mil y quinientos; los mil de sed y los restantes en- tre muertos- de heridas y caulivos , siendo casi todos de los que i la entrada del palmar se desmandaron á los po- zos (2).

Ed cuanto á Pedro Navarro , que tantas pruebas de ánimo y valor dio en aquella ocasión , se le acusó de va- rios modos; siendo asi que su mayor y acaso su única fal* ta fué , conociendo la inexperiencia de D. García , haber* le confiado el pfimef puesto del ejército, atendiendo solo y coa demasiada cortesanía á que era sobrino del Bey Católico como nieto de una hermana de su madre [5). Mo* tejáronle los unos de haber perdido la jornada por no ha* her sacado de los buques de comer y beber , habiéndole quitado la confianza en el triunfo el juicio que siempre tuvo muy acertado {Á) ; y otros do haber dejado la gente en el campo, de haberla desembarcado muy lejos del lu- gar mas importante de la isla y de no haberse fortifícndo en el ponto que desembarcó. Se dijo de él que si bien era uno de ios grandes capitanes de su tiempo y habia mos- trado entonces valentía/ no así el consejo conveniente para el campo y gobierno de un ejército, en que por falta do Diego de Vera en ei Real se habia notado mala orden y poco castigo ; llegando por último hasta decirse de él que '

(1) Sandoval, ibid.

(2) Hármoi, ibUI.

|3) Pedro BIértir, lib. 23, tpíttol. Ii5.... rntuil romet quamdia potuit, Ad veieraaot eam provinciam alliaere, íub veltranorum dü- tam regula, rem miliiarem príus experiatur quam te lanío periculo exjionat, ele. .

(4) Sandoval, ibi. %. il.~MaríaDa, lib. S9, cap. 25.

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con ser nacido de muy baja sueríe era, como dice Salustio de ítlario, soberbio y feraz (1).

Hablóse lambien mnl de Gerónimo Víanelo. Atríbuyó- seie ser quien guiaba á Navarro con sus coasejos y le con- ilucia á empresas vanas y peligrosas, y que en cambio de eso le daba siempre Navarro la delantera y el mejor lugar ea las acciones, agraviando á Diego de Vera y otros que tenian por arrenla á la nación ser antepuestos por un ex- tranjero. Vianelo con efecto lo era , pero tan distinguido en nuestra milicia que ya era caballero de Alcántara por los servicios prestados en ella (2), cuando esa distinción no signiGcaba tan poco como en los siglos posteriores al XVI. Y fii por acaso se quiso con eso acusar á Víanelo de haber sido quien indujo á Navarro á la empresa de los Gerbes, el mismo historiador Sandoval, cuyo juicio en ella no es muy favorable , afirma que siempre estuvo en el ánimo del Roy Católico arrojar á los corsarios de aque* lia isla , y que si el Gran Capitán no lo puso por obra en i501 al regresar de Cefalonia fué por haber sobrevenido la segunda guerra de Ñapóles (5).

Tal fué la infeliz jornada de que en Castilla parece ha- ber derivado el dicho de los Gerbes madre malos son de ga^ aar (4), y ese será el término de todas en tos que no pre- sida el valor con la prudencia en los que manden y la mas ciega subordinación y disciplina en todos al frente del ene- migo. "¿08 que á las inaccesibles Oran, Bugia y Tripo-

(1) Zurita, íbi. Y véase á stl ahreviador Abarca en loj Anata de Aragón, Cap. 19, núni. 5, que está moA doro.

(9) Asi le llama Sandoval, ibid.

(3) Historia de Carlos A", üb. 1, g.38.— V.el DocQinenlc. nú- mero 21.

li¡ ll)id.,S.U.

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IGO k li, póderotas por mar y tierra la» tomaron por fuerza, » esclamaba Pedro Mártir al referir oquella derrota , y » cott tut manos creían poder ya conquistar el cielo , catje- > ron muertos á centenares con las hoces de unos ochenta isleños casi desarmados {i)": conaumiéndose al fin casi por completo una multitud de diez mil hombres fuertes y tan gloriosos por sus victorias y trofeos como por sus con- quistas, á quienes hasta entonces no habían podido resistir ni las poderosas torres ni los muros casi diamantinos de muchas ciudades (2). Pedro Navarro sin embargo cumplió en dia tan desgraciado , como debía esperarse de su acre- dilado valor y experiencia, y los contemporáneos y testi- gos no le acusan ; pero ta suerte estaba echada , y la muer- te desgraciada de D- García de Toledo y la derrota consi- guiente fueron como el primer origen de sus desgra- cias (3), asociándosele también hasta los elementos como entonces se decía.

Tan crueles se le mostraron , que recogidos en la ar- mada tres mil hombres que con el coronel Pierna gorda pasaron la noche en tierra (4), apenas se habían dado lo-

H) Epíitola íí^.

[f] lhid.,cp¿tlolakhñ...' eoniutnpta eit landeta universa áeeem miilium virorumforlium glorióla trophait et tptiHt opÍmÍt mullilu— Ho, eui nec valida poiuerunt reiittere turrtí kaelenut, nec multarum feri adamantina urbium mania.

(3) AWarus Gomt:z, De mbusgeslis, etc.^líb. 4, fol. 12^. Hiñe Navarro prima mali labes nam cum ejus fraude, id accidUie vulgo jactarelur, rex Ferdiiianditi ut Atbano rrgulg grarlficarelur; leriio deiiide anno Navarrum , eruenlo illa pralio ad Havciutitt habito, ca/>- tum nfglexit.

(it) Gonzalo Fernandez de Oviedo, tratando en su Quinruag^nn primrra, Eítama XXX, de este coronel Pedro de Lujan , llHniado Pierna gorila , cuenta de él en la prte <iae nos concierne ()ue "so

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dos á la vela en la mañana del sábado 51 de agosto que sobreviniendo una furiosa tempestad tuvo la armada que regresar al fondeadero que acababa de dejar. GüDnto allí sufrirla la gente, faltándole el agua que sin previsioD, como ya referimos, se había gastado lavando la ropa, no es difícil de inferir ni tampoco las amarguras de Navarro. Se- renósd al Oo el tiempo y enviados primero al Rey Católi- co el maestro Alonso de Aguilar y Gil Meto para informar- le de lo sucedido, volvió Navarro á darse á la vela en 5 de setiembre para experimentar nuevos desastres y tor- mentas. Tan furiosa fué la que asaltó en el segundo din de vibje á su armada , qiie perdió cuatro naos con toda su gente , llegando por fin á Trípoli al cabo de mticfaos dias de penas y sufrimientos en el i9 de aquel mes (I).

Navarro en aquella ciudad y puerto que tan gloriosos

»hall6 en el afio de i 510 en a(|iiella jcirnada de los Gerbes en donde

> los moros mataron i 0. García de Toledo y como el D. García om » general y sin eiperiencia adelantóse cou ciertos giiietes y caba- u lleras mancebos que le siguieron delante de los escuadrones qaa

iban en la Ordenanza. Y los infieles viendo que eran pocosesos j> delaDleros, atendiéronlos de tal manera que ¿ D. García y á los que

le siguieron los nialaron, y como los desbarataron el ebcuadron w flelantero viendo aquello huyó y v loo á dar en el segnndo y ambos N en el tercero y el tercero en el caarlo del cual era coronel Pier- B na-gorda, y desque vido la eosa en tan mal estado como hombre

de grande ánimo apeóse de sn caballo é |)USO mano á la espada y » procnró de hacer deleoer la gente él y el conde Pedro Navarro ó

> no los pudieron detener basta llegar i la costa del mar donde so

embarcaron los que pudieron y quedaron mal de tres milen la cas- » ta esa uoclie y el loronel Pierna-gorda tuit tHa j- el dia siguiente ét » ylot deináí u embaicaron.... y ninguno de los hombres de cuenta

> y señalados quedó mas honrado en aqnella jornada que Pierna^

* gorda, etc. NS. en la BibUoi: nacioiu

(1) Zurita, ibid.— Sundovul, ibi-, §. i3; pero véase princiiul- mente el Documento núm. %t.

Tojio XXV. 1 1

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y DO muy lejanos recuerdos le ofrecía , se aplicó á refor- mar 8u armada y su gente á medida que se le iban reu- niendo. Envió á Ñapóles las galeras, se desprendió de los navios que ganaban sueldo, y despidió basta tres mil sol- dados de los mas inútiles y enfermos. Con el resto, y cuan- do todo estuviera pronto y ordenado , se proponía correr la costa entre Gerbes y Túnez, ganar en ella cuanto pu- diera y pasar de ese modo el invierno en unos mares que al paso que le parecían los mejores para aquella estación, le facilitaban, no estando lejos de Sicilia, ser ayudado do aquella isla en cualquiera mal suceso. Todo en fin lo dis- puso y preparó como de su inteligente actividad podía esperarse ; y dándose á la vela en el viernes 4 de octu- bre , dejando en Trípoli á Diego de Vera con tres mil bom- bres para su guarda y defensa , ú bien al pronto el vienta le favoreció , tardó poco en sufrir otro temporal en que estuvo á punto de perecería armada, compuesta según algunos de sesenta velas y cebo mil bombres (1). Perecie- ron sin embargo algunas naves ; corriéronse otras á Malla á donde llegaron con suma dificultad ; y Navarro con las que pudieron seguirle arribó otra vez á TripoH tan angus* liado como se deja conocer. Firme sin embargo en su propósito, babíendo allí juntado treinta navios y cosa de cinco mil hombres volvió á darse otra vez á la vela como á mediados de octubre (2).

Era su objeto entonces apoderarse de la isla de los Querquenes , inmediata á la costa de África ; pero ó por la crudeza del invierno, que Pedro Mártir aseguraba oobaber

(1) Mármol, Del reino Tanex, )ib. 6, cap. 40.— Zuñía dice que la gente eran cuatro mil, y la tormeoU ea 4 de octubre deEpnes de haber salido.

(2J Zurita, Hb. 9, cnp. 19.

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los nacidos conocido otro igual en Andalucía (í). yfué tam- bién uno de los mas rigorosos que se vieran en Italia (2}, ó por ser comunes en aquellos marea y en aquella estación los temporales. Navarro y su escuadra sufrieron muy luego otro en que estuvo para ahogarse. Fué entonces cuando en medio del mayor peligro , y cuando el almirante de la armada llamado Carranza le importunaba para que se sal- vase en el batel , le replicó con la mayor decisión que no queria abandonar á los suyos : lo cual sin díjda hubiera sido una bajeza indigne de su valor (3); hasta que al íin. serenado el tiempo y regresando á Trípoli, volvió á salir con su armada ya reunida pero variando de rumbo. Diri- gióse primero á la isla de Lampedusa, situada en medio del golfo entre Malta y el continente africano, que tenia por abundar de leña y agua , como por la facilidad de ser proveído de Sicilia, le prometía ventajas en el estado en que se encontraba su gente ; y habiendo llegado con feli- cidad y pasado allí lo mes duro del invierno reponiéndose de todo , apareció sobre los Querquenes «i el sábado 20 lie febrero de 151i (4).

i 51 1 .—La isla de tos Querquenes, situada entre la de loa Gerbes y Túnez, se hallaba entonces casi despoblada y sin ningún lugar cercado que llamase la atención. Los moros la destinaban principalmente al pasto de sus gana- dos ; y como no fuera el ansia de continuar dominando en

(1) Pedro Mártir, Epstola 4i9, eo Sevilla á 31 de enerado <514.

^S) MDralori, Anual. 1SM> Fu quel verao uno de pin rigorosi che mai provoíte l'Ilalia.

(3) Sandoval, ibi., §. 41, cuenta esle lempordl y diálogo y la salida de Navarra de Trípoli con treinta velas y cinco mil buinlires.

(í) Mánnol, ibi. -Salido val, ibi., §. M.

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la costa de Arríca ite que no dista mucho , no se alcanza que de su conquista resultase grande utilidad. Quizás la necesidad de remediar á las grandes privaciones, especiol' mente de agua , que el método de aprovisionar los buques podia ocasionar entonces, indujo á Navarro á apoderarse de aquella isla , ó acaso instrucciones privadas del Rey Ca- tólico de no descansar en sus empresas , y mas bien de mantenerse cerca de Italia, atendido como luego veremos el estado de esta. Ello es que , habiendo saltado en tierra alguna gente é ido con ella á reconocerla el coronel Ge- rónimo Vianelo , volvió diciendo que había encontrado tres pozos de agua dulce y saludable ; de cuya conserva- ción y limpieza le encargó Pedro Navarro. Asi lo puso por obra al dia siguiente con algunos capitanes y unos cuatro* cientos soldados , rodeando los pozos de una albarrada ó cerca en la que colocó entre dos picas una escopeta, para que pudieran resistir cualquiera tentativa de tos moros que apenas se habían descubierto todavía (1).

Visitó Navarro loa pozos por la tarde y todo lo encon* tro bien dispuesto. Instando á Vianelo para que volviese á bordo , tanto le importunó porque le dejase á derenderlos en aquella noche, que al fin hubo de consentir en ello. Mas he aqui que como en medio de los mayores sucesos □o deja de ocurrir algún lance vulgar á que suelen atri- buirse, los historiadores nos cuentan que " resentido un

> alférez de que Vianelo le hubiese pelado las barbas por I que al limpiar los pozos no hizo lo que le mandaba, al

anochecer se pasó á los moros, que pocos y amedrcnta-

> dos se hallaban juntos en un extremo de la isla. Conlán-

doles el caso y lo fácil que era acabar con los españoles

[i] UArmol.— Zurita Suodoval, ibj.

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> que guardaban los pozos , supo atraerlos tan resaelía-

mente á su propósito de venganza, que cayendo de 8or>

presa sobre ellos pasada la media'nocne del dia de San Hateo, á casi todos los. mataron incluso el coronel Via-

> nelo (1)." Así se reitere este lamentable suceso, que sin duda no hubiera tenido lugar, aunque aquel Talieole ve- neciano hubiese pelado las barbas al alférez, si los que guardaban los pozos no hubiesen estado descuidados, y durmiendo y poco vigilantes que fueron como siempre acontece los primeros que acabaron (2). Sabida aque- lla desgracia así por la algazara de los moros como por el reconocimiento que Navarro encomendó al coronel D. Diego Pacheco, partió de allí el desventurado conde triste y enfadado y con tanta falla de agua , que acon- teció echar á la mar en un dia cuarenta hombres muer- tos de sed. Sandoval añade que hubo de ir la arma- da por ella á los Gerbes , cuyo jeque ofreció generoso á Navarro todo lo que quisiera ; pero la suerte no'casaba de afligirle , y al cabo de nuevos peligros llegó á la isla de Caprí con las reliquias de su expedición reducidas á vein- te y tres velas y solo ouatro mil hombres, después de to- mar al paso un cárabo , que venía de Túnez cargado de aceite (3).

(1) Mármol, ibi.— Sandoval , §. 43.

(2) Zariía , ibí., cap. 29.

(3) Mármol y Saadoral, ibi.

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CUABT&KPOGA. D«sde «Mf á t513.

En taoto que el conde Pedro Navarro, ora vencedor ora vencido, corría con tan varia suerle los mares y cosías de África , el Rey Católico aparentando cada vez mas celo por conquistarla, activaba cuanto podia sus armamentos. AI verlos tan extraordinorios y que se aprestaban dos ejér- citos de gente práctica y usada en la carrera militar e( uno, y de soldados nuevos para mezclarlos con los vete- ranos en la ocasión el otro; ee acreditaba cada día mas et rumor de qae el mismo Rey en persona iba á dirigir la empresa. La derrota de los Gerbes sirvió también para dar mas crédito á esas voces, pues se decia de público que no solo qoeria el Rey vengarse de aquellos isleños , sino conquistar resueltamente á Túnez (I)-

Muy lejos de desvanecer el Católico semejantes ru- mores, daba por el contrario alimento á ellos. A pesar de la extraordinaria crudeza de aquel invierno, se trasladó por enero á Sevilla, sin dominarle otro pensamiento en medio de su edad y de las incomodidades del viaje, que el de activar los aprestos militares y que la armada y todo estuviera pronto para la primavera (2). C^n au presencia

(1) Zorila, lib. 9, cap. 29 y sig.

(2) Pedro Mártir, Epitiola 4i8 y ii9.

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167 ea Andalucía y con sa escitacion caminaba todo con la mayor aclmdad ; y ya se habían reunido en Sevilla mu- chos caballeros y personajes de los que debian acompa- ñarle en aquella jornada ; se habian pedido ¿ Inglaterra rail archeros que se contemplaban muy útiles para ella, y ya el mismo Bey manifestaba estar á punto de ír á Halaga á embarcarse, cuando las noticias de Italia vinieron á dar á BUS armamentos la dirección que habia previsto y que con tacto cuidado disimnlaba (1).

Ya en su lugar indicamos que, apoyándose en el plau- sible motivo de castigar ¿ los infieles y de librar de ellos á la cristiandad , aunque aumentó sus fuerzas de resultas de la liga de Cambray , no se mostró tan hostil á los ve- necianos como el Rey de Francia y los otros coligados. El Papa Julio II, si bien no profesaba mucho amor al Rey Ca- tólico , temía mas la dominación de el de Francia en Ita- lia ; y habiéndose apercibido de la ambición 'y proyectos de este , trató de conciliarse con los venecianos y con los demás que habían tomado parte en aquellas contiendas. No parecía muy dilicil un arreglo en medio de tan encontra- dos intereses ; mas he aquí que lodo se descompuso , por- que entre otras cosas , los franceses se declararon abierta- mente contra el Papa , se apoderaron de la ciudad do Bo- lonia, que era del patrimonio de la Iglesia , la entregaron á los BentÍTOglioB, que en otro tiempo la habían usurpado, y tomándolos bajo su protección les enviaron alguna fuerza para que la defendieran (2).

Aun pasaron mas allá , pretendiendo que una fracción del colegio de cardenales que apoyaban contra el Papa,

(4) Ihtáem.EpútclaW.

(5) Zorita, ibi., «p. 32 y

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168

juntara un concilio general y lo destronase: de modo que el Rey Católico al ver la favorable ocasión que se le ofre- cía de asegurar la posesión del reino en que la Casa de Aragón siempre estuvo interesada , y de romper al mismo tiempo la liga de Cambray en que entró con muy poca voluntad, no quiso de modo alguno desaprovecharla. De- cidióse deade luego por el Papa y anlepfuiienclo.los nego- cios de Italia i los del África con que hasta enlónces cu- briera sus designios , ordenó', despidiendo primero á los mil archeros ingleses ya llegados á Cádiz, que tres mil soldados escogidos de los que se destinaban al parecer con- tra los moros, se embarcaran en Málaga para Nepotes. Asi con efecto lo verificaron llegando á principios de agosto. mandados por D. Alonso de CarvajaK, señor de Jodar , y distribuidos en quinientos hombres de armas de las guardas da Castilla, trescientos caballos ligeros y otros tantos gi— netes y dos mil soldados de á pié á cargo del coronel Za— mudio (1).

Dispuso también restituirle á Castilla para atender des- de mas cerca á los negocios importantes que en ella le preocupaban. Era el primero y el de mas trascendencia el de la unión del reino de Navarra con los otros de Ara- gón y Castilla , en que ya en otro tiempo habia pensado con su ilustre esposa la Reina Doña Isabel, y que en aque* lia ocasión logró, haciendo diestramente sentir al Rey de Navarra las consecuencias de su adhesión al de Fríincia y á los cardenales cismáticos (2). Queria además juntar las

(1) Zurita, ihi., cap. 36.— Pedro Táiitir, EpiítoUt iVi y i53.-r- Mariana, lib. 30, cap. 5.

(2) Declarada la guerra eotre EspgSa y Francia por consecnen- cia déla liga, de que luego se tratará, y excomulgado el Rey dePraa- cia por el Papa, [lidió el Catúlico paso á los de Navarra para Jas tro-

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169

Cói-tcs de Castilla coolando coa que ao solo le preslarian ayuíla y favor para la empresa de Navarra', sino para re* iislir á cualquiera otra que los Traacesea inlealasen por aquella frontera ó por la de Guipúzcoa. Por lo cual, sa-r lieodo de Sevilla para Burgos y lomando el camino de Ex< tremadura al paso por Guadalupe , ordenó á Pedro Navar- ro que desde la isla de Gaprí en donde se encontraba des- pués de de los Querquenes aparentando querer volver á las costas de Berbert'a, se trasladase al reino de Ñápe- les con las reliquias de su armada (1).

Ejecutólo Novarro y llegó ó las costas de aquel reino casi en los mismos días en que llegó á él también Don Alonso de Carvajal con la gente que eacó de España. La q'ie llevaba Navarro na pasaba de unos mil y quinientos soldados , todos muy maltratados y desfurrapa^os. Des- pués de desembarcarlos en Gaela, para estar en el cami- no de Bolonia , los repartió en sus burgos y en la Mota y Castellón, testigos en o^ro tiempo de su valor. Allí se encontraba esperando las órdenes del virey D. Ramón de Cardona, que por su parte habia llamado las. compañías de españoles que andaban en Italia , y arreglado todas las ca- ballerías que habia en Nápoks, cuando habiendo manda- do el mismo virey que para despedir del ejército los ma-

pta que con el duque de Alba enviaba contra el de Francia. Habién- doselo negado, los excoioQÍgú el Papa como i cismílicos en 1.* de marzo de 1512, y aolorizó al Key Católico para hacerles guerra. Verificólo de sus resultas, entrando el dnque do Alba en Navarra y apoderándose en el día de Santiago de Pamplona, ¿ lo cual se sigai¿ la Gomision de aquel reino, que unido á Castilla en 1as Cortes BdrgOR de 151 5, no ha vnelto n separarse después. Sandova!, lib. í,_ §. 46.— Mariana, IÍb. 30, cap. 8.

(1) Pedro Mártir, Epínola 457, á 6 de julio en Guadalupe.— Zorita, ibi., cap. 36. Mariana, ibi.

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no

rjneros y genlc inúlil que tomaba paga y le reducían ¿ solos 7500 hombres hábiles , no se entregase el dinero á los coroneles, sino que se les pagase personalmente; se movió, como en Cartagena al embarcarse para Oran, un grande alboroto entre los soldados. Hubo que ceder 6 lo que pedian, y sosegados y pagados los alborotados, par- tió Pedro Navarro con toda la infantería para Pontecorvo, siguiéndole detrás Zumudío con la que llevó de Espa- ña (1).

. Mientras tanto el Rey Católico requirió por medio de su embajador al Rey de Francia , que restituyese á la Igle- sia la ciudad y condado de Bolonia de que se había apo- derado. Habiéndolo resistido como era de e&perar, se concertó en 4 de octubre de aquel año de 1511 entre el Papa, el Rey Católico y los venecianos la liga llamada santisima , por el fío á que se dirigia de defender al Papa y la libertad y unión de la Iglesia contra los cardenales cismáticos y contra el concilio que habian juntado en Pisa, y que se restituyeran á la misma Iglesia la ciudad de Bolo- nia y lo demás que se le había usurpado. Las condiciones principales á que se obligaron los coligados fueron las de que el Papa acudida con seiscientos hombres de armas mandados por el duque de Termens : la señoría de Vene- cia con su ejército y con su arn^ada para que se juntase con las once galeras del Rey Católico: que este á los veinte días de publicada la liga habia de enviar contra lo» franceses' un ejército de mil y doscientos hombres de ar- mas, mil caballos ligeros y diez mil españoles de á pié, dándole el Papa y tos venecianos para su paga cuarenta mil ducados en cada mes, y ochenta mil por la de dos

(!) Zorita, cap. 41.

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17!

meses en el dia en que se publicase la alianza; y que las tropas de todoa los coligados hubieran de obedecer al ge- neral que el mismo Rey Católico nombrase (i).

Hay quien dice que aquel Rey por consecuencia ^e esta condición " estuvo muy inclinado á dar á Pedro Na- > Tarro el piando del ejército de la liga, y que le dnñó

el poco esplendor do su nacimiento; porque aunque le parecía que los españoles le obedecerían si él lo manda-

ba, como lo habían hecho en AMca poco antes , dudaba

> mucho de que obedeciesen los cobos principnles de la

> Santa Sede y de Venecía. Por esla razón , añaden que

> nombró por general al vircyde Ñapóles D. Ramón Car-

dona (2)," mozo de gran linaje, de buenas maneras, alentó y elegante, pero que como con razón dubaba Pe- dro Mártir y la experiencia acreditó no baslabn eto para mandar ton grande ejército , pues se necesitaba olro mas práctico (5). Su alcurnia sin embaído , y eso nos mues- tra los obstáculos en que hubo de tropezar el Cíttótico, no bastó para acallar la altanera, presunción y orgullo ile Próspero Colonna.uno de los barones napolitanos mas pre- ciados de su nobleza y poder. Excusóse de salir per- sonalpiente á campaña á la cabeza de su compañía de hombrea de armas; porque dijo que no tria sino con Rey ó kijo de Rey (4) , y no pensaba mal por lo tanto el escri-

(1) Guicciardini , Títoria d'lialia, lib. 10.— Zurita, lib. 9 ca- pítulo 3S.—MariaDa , lib. 30, cap. 5.

(2) Aleson, Jnnales át Navarra, lib. 85, cap. í 2, %■ 3,p"g- í'»-

(3) Epiíiola 469, en Burgos j 5 de diciembre de 1 51 1 . /j Ra- monuf nobili genere orlus ett, naiura urbanas , milis tlegoni. At nació an ad fanfam exercitum gu¿ernandum, hae salii lint, jnallem

(4) Zurita, ibi., cap. 41, y Mariana dicen que también se excu- sa Andrés Carrafa, conde de Sania Sevcrina.

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in

tor contemporáneo que miraba como una desgracia en Navarro ser hombre que habia alcanzado muy grandes ho* ñores de guerra por su extraña astucia y arte , sin tener ningún resplandor de linaje (1) , porque esta fatta inde- leble , según las opiniones de aquel tiempo , no bastaban su valor y su pericia militar para borrarla.

Ni aun el segundo lugar se le dio eo el ejército. Con- cedióse á Fabricio Colonna , primo de Próspero, oo sin re- gatear primero los honores y ventajas con que habia de regir un cargo que reputaba por inferior á su alcurnia. Pidió y obtuvo que ya que el virey Cardona precedía á todos como general de la liga , á él se le diese el nombre y cargo de lugarteniente y gobernador general del ejército Ae\ Rey, y por ser persona de tanto nacimiento se dio or- den, dice Zurita, de honrarle anteponiéndole á Pedro iVa- varro que llevaba cargo de capitán general de la infante^ ría (2). Logrado eso pidió y también consiguió llevar, se- gún antes lo babian usado en Italia otros gobernadores y lugartenientes generales, una bandera cuadrada con las armas reales, oigo diferente y menor que la del capitán general, y además de otras distinciones con que mortificó á Navarro , llegó á pretender que al voto de este prefiriera el suyo en los consejos de guerra , agraviando con eso á aquel distinguido guerrero de ud moda que acaso tuvo trascendencia después (5).

E^tos y otros puntos prevenidos y ordenados, salió el virey el 2 de noviembre de Ñapóles para Aversa. Su ejército el mas numeroso y lucido qae hasta entonces tal

(1) Zarits, ibi.

(2) Historia del marqués de Pescara por el Mr». Valles, lib. if cap. 3.

(3) Zurita, ibi.

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173 ^-ez se huiticse visio en Italia , constaba del número y da* ie de geole estipulada en la liga. Militaban en é) los ca- pitanes y coroneles mas afamados de su tiempo , y los caballeros y barones mas orgullosos de Ñápeles y Sicilia, contándose entre aquellos algunos de los anjoínos. De £u lujo 7 ostentación dará uq indicio, que á los cien alabar- deros que el virey babia creado para guardia de su per* tona, " los llevaba vestidos con ropetas de paito verde

oscuro y rosado de grano , jubones de raso ó tafetán

blanco y morado , calzas blancas y morados , gorras de

grana. El capitán dellos llevaba sus atavíos dos cabo-*

> líos darmas para su persona ataviados con lodo su cum*

> plimiento ; el Uno cotí unas sobrecardas de raso morado

cubiertas de chaperia de plata , de unos cordones de

San Francisco que hacían una reja, y en los cuadros

de la reja sobre el raso habia dos ESSES de plata con

> un sayoQ de terciopelo carmesí hecho á puntas con pes*

lañas de raso blanco. £1 otro caballo llevaba con unas

> cubiertas de terciopelo verde y raso amarillo, é mita'

> des cubiertas de unos escaques de liras de tres en tres

de la una oolor en la otra sobre pestañas de raso blanco :

el sayo de esta manera sin los otros alavios que llevó."

" Llevaba mas el virey cincuenta continos del Rey

> lodos mancebos, hijos de caballeros, los cuales iban tan

bien ataviados j que ninguno llevaba menos de dos ca-

balleros de armas con lodo cumplimiento de sus perso*

ñas. Llevaba mas XX mozos de espuelas con ropetas de

paño morado y jubones de terciopelo verde y calzas de

grana. Llevaba XXIIII coballos de su persona, ocho es-

tradiotes y ocho gineles con XXIIII pajes en ellos , res-

lides con repelas de grana, jubones de terciopelo ó

raso negro, gorras de grana, capas aguaderos de paf.o

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174

* de Perpiñan. Llevaba GG gastadores con su capitán para 1 asentar bus tiendas. Llevaba su capilla con XIIII can-

* tores muy cumplida. Llevaba sus atabales y trompetas

> bastardas y trompetas italianas con todos los cumpü- « mientes de su casa y criados como se requería. En su » persona llevaba unas sobrevardas y sayón de brocado

> blanco y raso carmest hechas á girones y los girones » hechos á puntas de lo uno en lo otro con pestañas de

raso azul. Llevaba unas sobrevardas y un sayón de raso

* azul cubierto de unos lazos Ae brocado que lo cubría:

todos seütados sobre raso blanco. Llevaba unas sobre- » vardas y un sayón de terciopelo carmesí y raso blanco

* hechos á cuartos y sobre los cuartos de carmesí había

> una reja de Treson de oro , de un dedo de ancho, hecho » á centellas; dentro en tas centellas había unos Otros ¿b » oro relevados que descubrían tanto de seda como era

> de ancho el fresón. Otros muchos atavíos llevaba de su ■.persona forrados y por aforrar, cadenas, bajílla, que

> por ser breve no digo. Llevaba dos cortinajes y cobcr-

> tores para dos camas , una de brocado carmesí toda y

> otra de brocúdo blanco y raso carmesí. Dicese do cierto

> que gastó sin lo que propio suy¿ tenia, veinte y dos míl B ducados de oro antes que de Ñapóles partiese, en solo

el aparejo de su persona y casa (i)."

De solo el tren de dos españoles da razón et curioso autor de esta descripción , de el de Antonio de Leiva, que fué de los mas famosos que militaron en Italia desde el tiempo det Gran Capitán, y de el de Al varado. Nada

{i) H'ttloria del invicfítlmo y muy aiiimoio caballero y cn¡>iiaa D. Heriiando de Avahs, marquéí de Pescara, recopilada por el mars- irn l-'alles con itiia adición hecha por Diego de Fuenlet, Znragoza, 4a63, líb. 1, cap. 3.

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175 cuenta de Navarro qlie, baliienJo vuelto do las mUerias y trabajos del África l&n pobre y detfarrapado probable- meote como bu gente, después de haberla apaciguado, cuando se amotinó por las pagas, continuó para Ponlecor* To con su infantería de vanguardia seguido, como ya refe- rimos, del coronel Zamudio con la que habia llevado de España. Aun no habia salido del reino de Nápole*, cuan- do ya Navarro tuvo que reprimir vigorosamente un aten- tado, que indica su severidad militar. Los coroneles Luís Tineo y D. Antonio Gamporedondo no habiéndolos queri- do acoger en el lugar de Rocaseca , se encaminaron con suB banderas contra él. Resistiéronse los vecinos , y resul- tando algunos muertos de ambas partes en la pelea , man- dó Navarro prender á los coroneles que tomaron porte en ella. Enviólos luego al virey que ordenó llevarlos ol Ca«~ tillo-^uovo de Ñapóles . y como si ya no bastase haber castigado en los gefcs el atentado de los inferiores, se deshicieron sus coronelins y las de Sancho Velszquez, Juanes y D. Diego Pacheco ; repartiéndose la gehle de sus compaftías y la do las que poco antes se habían albo- rotado , por las demás que en aquella ocasión se organiza- ron (i).

Terminada esta operación continuó el ejército adelan- te llevando siempre nuestro conde !a vanguardia. El Papa que mucho ansiaba por recobrar á Bolonia instaba al vi- rey para que cuanto antes se encaminase á ella. Parecía- le que aun antes de llegar el ejército se entregeria sin soltar un tiro ; no obstante ser una ciudad grande y po- pulosa, y además de muy aficionada al francés, fuerte por la naturaleza de su terreno que no permitía acampar en

(I) Ziir¡la,;ibi.

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170

6\ (i). Opinaba de dielinto modo el virey. Pensaba que, estando el invierno tan adelantado era lo mas convenien- te ir primero a Florencia f apoderados de aquella ciudad adicta al Rey de Francia y los cismáticos, pasar en ella y 8U territorio lo roas crudo de aquella estación. <^onio on medio de esa divergencia prevaleciera al fin la opinión del Papa , vdrió el ejército de dirección y lomó la del Abruzo, país trio y de caminos difíciles; De eso resultó que no soto enfermaron muchos de los soldados recientemente salidos del benigno temple de Ñapóles, sino que no pu- diéndose transportar la artillería gruesa para trasladarla á Rimini , hubo que embarcarla en Manfredonia (2).

1512. Hasta el dia de Navidad, primero entonces del año de 1512, en que se unió al ejército, tuvo el ri- rey que estarla esperando en Imota, último lugar de la Romana. Emprendido entonces otra vez el movimiento, bastaba enviar un trompeta á los lugares del duque do Ferrafa, por donde pasaba ó se acercaba, para que se rindieran al vlrey. Solo se mantuvo firme la fortaleza ó llámese Bagtia del Fosmlo de Geniuolo, que el duque como partidario de los franceses y enemigo por lo tanto de los venecinnos babia levantado sobre el rio Po, para impedir que por él subieron las gateras de estos. Guarnecíanla 250 infantes valerosos con mucha artillería y buena gente para servirla , y estaba por otra parte tan bien entendida y dispuesta , que se creía necesario un ejército numeroso para combatirla. Pedro Navarro qne con su infantería llegó el primero á Lugo y Banacabaln, viendo al virey de- tenido en Imola esperando la artillería gruesa, le pidió

(I) lbi(l.,cap. U. ('i) Itiiil., c'^|). ^5.

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177

exctUdo por algunos de tos suyos, que para conservar su reputación y aterrar á los enemigos le periniliera expug- nar la Baátia ó Baslida. Concedido que le fué y eneami- liado contra ella, comenzó, así que llegó, á combatirla con tres piezas. Encontrando en bus defensores mas resisten- cía de la que se prometía . mandó fabricar dos puentes de madera para atravesar los fosos llenos de agua. Apenas coocluidos, cuenta Guicciardini que los españoles camina- ron intrépidos y osados al asalto y que al cobo de diferen- tes tentativas entraron á escata vista en la fortaleza, de- gollando á casi todos los que la defendían , incluso su ca- pitán Vestitello (i); al paso que Paulo iovio refiere que el asalto se verílicó después de haber Navarro usado de aquel su peculiar artificio de las minas que tan gran repu- tación le dio en las guerras anteriores (2].

Suceso tan arrojado , que tuvo lugar según unos en el último dia del año de i 51 1 , y según otros tres dias an- tes (5), QÍDguna ventaja produjo, do obstante la celebri- dad que se le trató de dar. Quería el virey que la Bastia o Bastida se demoliese y Navarro por lo contrario sostenía su conservación , teniéndola por muy útil , como el duqoe

(t) Guicciardini, lib. 10.— Zurita, ibi., cap. K.

(2] De vila A/fami DbcÍs Ferrarir, ^g. Mh. ¡taque Ntwarrttí... ad Butiaia defertur, ad matitque tormeniis murum alqae aggtret vthcmtniisíime qutuit sao tiiam pecuUari ariificio, quo nomea cuacta expugttattdií saptriorihus bellis fueral conieculut , cunicutos ogil et luódilo ac incensó sulphureo pulvere toliat munilioais fronlem ab tai- mo in íummam caronam terribili eum fragore extiadit , parotque ai taparte adtiuin el atceitsum milUi. Nee mora Hiipani irrumpitní.... Cmtírudiiiir iarra aream CastclU yesiideUiis.

l3j Peiri Bcinbi Hisiorta fenela,\ib. 12. Ex fíispauis iirm cfn- lum in en oppugna'ioue orcubueruiU terlioque ab ea re dic anuí Jiuif fitii, [lerj ZuriU le refuta.

Tomo XXV. líi

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178

de Ferrara en eentído ioTeno. para asegurar la navega- cioD del Pó. DeGriendo al fío el virey á la opinión de Na* Tarro > encargó este la defensa de la fortaleza á doscientos soldados del Papa que puso en ella con loa capitanes Saxo^ italiano, y Faronda. español , mas anduvieron Un débiles cuando de allá á poco trató el duque de recuperarla «- gulendo su anterior propóúto , que se la rindieron con soma facilidad (1).

Mientras tanto Navarro que faabia regresado á Imola. siguió con el ejercito, y en el lugar que le corre^ndia. á Butrí. Allí, y antes de pasar adelante, llamó el virey á con- sejo de guerra para decidir lo que debia practicarse. Fabril ció Colono- y los capitanes que con él y con la caballería iban eolónces en la vanguardia, opinaron porque ponién-' doso el Real en Cerlo y en la Piebe, que el giboso P^dro de Paz había ganado en aquellos días, se tomara desde luego á Castel- franco , plaza fuerte é importante entre Carpi, en donde alojaba la gente francesa, y Bolonia ^ Fundábanse en que además de poderse desde allí correr el campo de aquella ciudad y apoderarse de los pueblos cercanos que mas convinieran, no se exponía al riesgo de poner cerco á Bolonia en lo mas bravo del invierno y de- jando Ferrara á la espalda. Decían también que cuando fuera el tiempo mas acomodado para emprender aquel cerco , les facilitaba la posesión de Castel^ranco poderlo ejecutar por la parte de Módena que era en sil opinión el lugar mas oportuno para ello ; conformándose mas y mas por último en su dictamen al oir que Gastón de Foix, du-

(I) Jotío, ibi.— Pedro Uárlir, Epísio¡. 478 y i79.'Guicct3rd¡- ni, lifa. 40, dice que el dttque combatió la Bastía con nueve piezas de arlillerta.

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que de Nemours y general Jel ejército francés, camiiiabit ya por Rozo y Hódena con genle de ¿pié y á caballo á socorrer á Bolonia.

Pedro NaTarro, á quien se moteja de que teniendo gran- de opiaion entre la gente, si no se seguia &tt opinión, ser- via de mala gana por ser terco y cabezudo (I ), sostuvo por lo twotrarío que lo mejor era ir cuanto antes y dere- chamente por la montaña á cercar aquella ciudad. AGrma- ba y soslenia quo la tomarla p»lmo á palmo aunque le en- trase socorro ; que de ningún modo convenia detenerse en Castel-franco, asi por no ocupar gente en su guarda, como m»8 señaladamenle porque dislando quince millas de Bolo- nia no se podía aprovechar de él en lo principal; y como en este parecer ampliado y mantenido porfiadamente por Navarro , se hubiese al fin fijado el virey , pasó con lodo el ejército á situarse á cuatro leguas de la ciudad (2).

RecoDocido al otro día, que fué el 16 de enero, todo el terreno inmediato á ella hasta tiro de lombarda , se volvió á discutir en consejo lo que se había de practicar para Tor- maliiar el sitio. Acordes Fabiicio y Navarro en que desde luego se cercase la ciudad , se puso el Real en la quinta lla- mada Belpogio que pertenecía á tos Rentiv(^líos (5). Fií- brício oon BU vanguardia compuesta de setecientos hom- bres de armas , tjuinientos caballos ligeros y cinco mil in- fantes se situó entre el puente del Reno y la puerta de Sim Feliz para impedir el socorro francés ; y á fm de enseño- rear enteramente la montaña que domina la ciudad, pu- sieron en el bosque y monasterio de San Miguel muy in-

(1) Zorita , ibi ., ca^. 45.— Hariioa, liU. 30, cap. 7.

(i) Zuriu y Hariuna, ibi.

\¿¡ Zurita, cap. i6.-'Huri.iiia , ibi.

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180 mediatos á ella una gran parle de la geale y la arlille-^ rta(l).

En tanto que en esto se andaba se introdujeron en Bolonia, en donde antes' no liabia mas que el pueblo ar- mado y algunos infantes y caballos de Bentívoglio , hasta doscientas lanzas Trancesas y dos mil infantes tudescos en-' viados por Gastón de Foix (2). Eran sus capitanea Ivo d'Allegre y otros caballeros franceses muy distinguidos, que no solo confiaban en su valor y fuerzas para defender la ciudad, sino en los mayores socorros que su general les había ofrecido. Eranles con efecto tanto mas necesarios cuanta que aquella gente no era suficiente , atendido el recinto de Bolonia para poderle cubrir; las forlificacloDes se babian levantado muy á la ligera , y además de estar todo dominado por la montaña en que se habían situado los españoles , se temía mucho á la infantería de estos, que por su agiUdad , destreza y valor no bailaba resisten- cia en ninguna fortaleza , según acababa de conGrmarto OD la loma de la Bastida ó Bastía (5).

En medio sin embargo de ese decaimiento cobraron ánimo los sitiados al observar la lentitud con que proce-* dian los sitiadores. Nueve días llevaban estos al i^dedor de la ciudad, y nada aun habían emprendido contra ella^ Todo era discusiones, ya sobre el lugar en que so debía plantar la artillería para dar principio al combate , ya so- bre el modo do impedir la entrada del socorro anunciado. Lo que en un día se aprobaba , nos dicen los historiado'

(1) GDicciardini, lib. 10.

(2) Pedro Hártlr, Epiíiola 480, dice que en Bolonia, babu praier hahitalores Gallorum peditum iría mitUa, ealapkraetorum iancea quingeata L-tc.

(3J GuicciarUint , ibi.

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res que se desaprobaba al siguiente ; siendo mas incons- tanles las determinaciones á medida que se acreditaba la Toz de estar ya Gastón de Foix en el Final , á veinte millas de Bolonia , con ochocientas lanzas, mil caballos ligeros y tres mil infantes , ó los que se juntarían dos mil gascones y algunos caballos del duque de Penrara , con la firme determinación de hacer levantar el sitio (1).

Ya en esto se había principiado á combatir la ciudad desde el alto de San Miguel con dos sacres y dos culebri- nas (2). Los sitiados correspondieron también con su ar- tillería menuda y mataron de un tiro al coronel Salgado y á Mosen Juan Bovadilla (5). Nada sin embargo ade- tantaba el sitio con ese cañoneo, disputándose mientras tanto continuamente y no sin calor en el ejército sobre el mejor modo de llevarle á cabo ; hasta que al fin viendo el virey que, en medio de opiniones tan encontradas, los mismos que un día aprobaron la mudanza de Fabricio Co- lona y BU gente al otro lado de la ciudad , la desaproba- ron al otro , se decidió por el consejo que privadamente le dio nuestro conde , de que avituallando primero y para cinco dias el ejército, se le mudase todo entero al otro lado de la ciudad, dejando únicamente en San Miguel del Monte una guardia para su custodia. Desde aquella sitúa-

(1) GoicciardiDi , Zurita y Mariana, ibi.

(2) Las culebrina!, qne Bnliguamente se empleaban para arro- jar las balas muy lejos , dice rni escrilor que eran de caatro espe- cies y se distinguían por el calibre. Había culebrina , inedia cule- brina , cuarto de culebrilla ó sacrt y octavo de culebrina ó falcontle. Todas estas especies si tenidn de largo 30 ó 32 diámetros de sn boca se llamaban Ugílimas, y tenían menos bastardas. Con ^fol- conete se arrojaban balas de dos libras y media.

(3) Zurita , ibi.

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cion crcia Navarro , que no solo se podía impedir qoe el ejército enemigo socorriera á Bolonia, sino que acercán- dose él con el nuestro por donde no estaba preparada para la defensa, ni esperaba ser asaltada, la tomaria in- fatiblemenle en aquellos cinco dias OOD U aplicación opor- tuna de sus minas y trabajos (4).

Tan luego como esta determinación del virey fué conocida de Fabricío Cotona y sus partidarios , no hubo uno Bolo que no la contradijese. Opusiéronse abiertamente á que el ejército se situara en un lugar en que no podia recibir de la Romana las únicas T^uallas con que se sos- tcnia. Las consecuencias de eso decían que serian el desorden y disolución del ejército, si la ciudad no se lle^ gaba á tomar dentro de los dias que para ello se seAala- ban. [^opu»ieron otras dificultades y proyectos , siendo el mayor obstáculo para la ejecución de cualquiera de ellos, la ambigüedad é incertidumbre en que todos se en- contraban. Mostráronse a! fin mas dispuestos á que se asaltase la ciudad por la parte en que el ejército estaba, y quién mas por esto instaba era el legado del Papa Juan de Hédtcis, fastidiado de que tanto se tsu-dára en some- ter á Bolonia (2).

A ese vehemente deseo acompañaban sus sospechas de los españoles , no viendo en cuanto pasaba sino el pro-, ceder artifícioso del Rey Católico. Mediaron sobre esto palabras harto serias con el virey, que le echó en cara, y no 6ÍD razón, que no siendo militar ni entendiendo de las cosas de la guerra , diera ocasión con sus conversacio- nes y solicitudes á precipitar medidas en las que , tratan-

(1) Guicciardiai , ibi. (8) Ibid.

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dose de negocios que á todoa tanto imporlaban , ninguna deliberación estaba de mas: concluyéndose al cabo de tanto hablar con seguir el virej el parecer de Pedro Na^ vaiTO, de que se continuasen las provisiones necesarias para expugnar la ciudad y oponerse al socorro francés , y de que le plantase la artillería como á unas Ireficientas brazas de la puerta de San Esteban en el caniino de Flo> reDcía , asestándola contra el muro que , volviendo hacia la puerta de Castiglione , Tormaba ángulo con la mon- taña (1).

A la Tez que esto se practicaba emprendió Navarro una mina y cava subterránea hacia la misma puerta de Castiglione, dirigida precisamente contra aquella parte del muro en que había una capillita. Era su objeto asal- tar á Bolonia por dos parles á un tiempo , contando con que divididas de ese modo las fuerzas de los sitiados se- ria eo cada una mas flaca la defensa ; pero como en los trabajos de la mina oo iie adelantaba tanto como la arti- llen'a contra las murallas de la ciudad , aunque ya tenían abierta una brecha de mas de cien brazas , y que los si- tiados abandonaron la torre de la puerta por no poderla defender. Navarro se opuso á que se diera el asalto hasta qoe la mina estuviese perfeccionada. Tan temerarios buho con todo algunos soldados españoles que aplicando una escala á la torre la entraron por un agujero, y después de plantar su bandera en ella , saltaron á una casita aban- douada dentro de los muros. Aun pasaran mas adelante con los demás soldados que tumultuariamente queriaq seguirlos, si en tanto que á estos los cortenían fuera los

(I) Guicciardini , ibi.

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ca[>¡taDe8, á ellos no tos hubiesen parado los reparos que ilentro descubrieron , y la arlilleria que para defenderlos traían los sitiados (1).

Estos sucesos y los preparativos, así do las minas como

' de puentes de madera y de faginas para pasar nuestra in- fantería los fosos y encaminarse al asalto , tenían conster- nados á los bolúñeses. Conociendo su peligra muy cerca- no enviaron mensajeros é Gastón de Foix recodóle con empeño , que )w socorriera cuanto antes. Tan propicio le encontraron que en el mismo dia lo verificó con mil infan- tes, y al siguiente con ciento y ochenta lanzas que juzgó suficientes para defender la ciudad; mas antes de que lle- garan , acabada la mina y cargada , mandó Navarro infla- marla, pronta la tropa para et asalto. Guícuiardíni, a quien principalmente seguimos, por haber sido entonces emba- jador de los ñorentínes al vírey de Ñapóles (2), cuenta que la mina reventó con el mayor impela volando por los ai- res la muralla y la capillita de Nuestra Señora puesta so- bre ella. Tan en alto quiere que fuesen lanzadas, que se vieron por debajo todo lo interior de la ciudad , y los sol-

. dados que detrás de los reparos prevenidos estaban pron- tos para defenderla ; mas por una casualidad que los bolo- ñeses atribuyeron á mílagrOj reputando por imposible que sin el auxilio divino pudiera suceder, la muralla y la ca-

. pilla volvieron á caer tan á plomo en el lugar que antes

ocupaban y quedaron tan encajadas en él , como si con la explosión no hubiera votado : de modo que no pudiéndose

(1) Gaicclardini y Zurita, ibi.

(2) Asi se dice en udb nota a) libro ÍO, y qae Guícciardiní te- nia entonces veinte y nueve años.

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-i8&

-por esn cansa dar por aquella parte el asalto proyectado, juzgaron nuestros capitanes que tampoco se debía dar por la otra (i).

Otros, y aca^o no mal inrormados, refieren, que la opc-! mcion se frustró por la nieve que durante tres días no ce- só de caer. Tanta fué , y tan rigoroso y duro aseguran har ber sido el tiempo, qife los soldados majados y revueltos en el cieno no se podían mover ni hacer servicio algu-? no (2). La debilidad del muro por una parte y la humedad de la tierra por otra , la pólvora algo mojada , y acaso no mucha regularidad en la cava , aGrman otros , que en vez de levantar el muro en alto , fueron causa de que la mína reventase con poco efecto y hacia lo interior de la ciu- dad (3). Otros en Gn lo atribuyeron á que los hornillos se colocaron y cavaron precisamente debajo del grueso de la maralla, sin extenderse á ma^ terreno, y como Navarro dicen que Fué de este sentir y le pareció temeridad dar por allí el asalto, no estando prevenido de las escalas ne- cesarias y habiendo visto por el claro que dejaron la mura- lla y capilla al volar . que los enemigos estaban en postu- ra de recibirle : el virey Cardona siguiendo su parecer di- lató el darte hasta que en otra parte se abriese una nueva mina en que Navarro comenzó desde luego á Irabajar- (i).

O por esta razón ó porque la Burgesiade Bolonia tuvo

(1) Ibid... Ailribaironoqueílo caso jr Bohgneii Á miraeoU, ripu- lanáo impoisibile che lema ¡'at/julorio divino fosie poluto ricongiu-< . gnerti cotí appun/o nei medesimi fondamenii onde fit dip«i ampfiaia quella Capptlla e freipteniata con non piccola divoúone del papólo, {%) Zurito, ibi.

(3) Pedro Hárlir, Epittola i60, en Burgos á 21 de febrero de. 1512.

[i) AlesoD. Anales de Nm-arra, lib. 17, cap. ^, DÚd>. h.

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mag miedo por el peligro qtu habia corrido que valor por el milagro que habia creido (1), so fué á losBenlivoglíos, infitñndoles para que ó capitulasen ó apresurasen cuanto antes et socorro francés , porque no querían correr los riesgos que les amenazaban. Fuéronse pues sus principa- les capitanes at duque de Nemours Gastón de Foix, y de tal modo le exageraron su peligrosa situación, que si den- tro de tres dias no los socorría , le dijeron quo se rendi- rían. Bien quena Gastón, mozo joven y deseoso de gloría ir en persona á socorrerlos, pero llamaba su atención la ciudad de Brescia ocupada por los franceses que los vene- cianos, cuya era, intentaban recuperar. Preliriéndola en algún modo por ser mas fuerte que Bolonia, y tratando de ver si podía conservar las dos , solo envió á la última UD socorro de mil infantes y alguna caballería , que aun- que entraron en ella sin perder un hombre , ni los espa- ñoles desmayaron en sus proyectos, ni los sitiados se alen- taron y dieran por seguros (2).

Insistieron por lo contrario en que Gasten de Foix los socorriera mas eficazmente , y que él mismo en persona, y según se lo babia prometido, fuese con el socorro. Tan re- petidas instancias, y la persuasión de que la crudeza del tiempo no permitiría á los sitiadores atender al servicio con la vigilancia debida , le indujeron al fin á cumplir su promesa. Saliendo del Final una tarde al anochecer y de- jando allí la artillería, con tal silencio y presteza caminó

(1) Aleson , ibi. Segnn est« mismo anslista , Gastón de Poii, duque de Nemonrs, sobrino del Rey Lnís Xll.de Francia, y cañado del Rey Catútico, como hijo del infante D. Juan de Navarra, era tan navarro como Pedro de Vereterra, qne persiste en que fuera Ai- dalgo roncales, ibi. cap. 2.

[2j Ibid.

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loJa la noche á pesor de la nÍOTe que caía , del víenlo tni< petuoso que la llevaba á los ojos de los hombres y de tos caballos, y de an tiempo en fin el mas horroroso que pueda describirse , que al amnnecer del día siguiente se encon- lr¿ dentro de Bolonia con seis mil infantes y trescientas Innzas según unos . con setecientos caballos y cinco mil infantes según otros , y con mil y trescientas lanzas de hombres de armas-, y una numerosa infantería de tarios clases según otros (i ).

Esta operación que los escritores de aquel tiempo recomiendan como una de las mas famosas y resueltas que se habían visto , sc practicó con tanto silencio como descuido y culpable negligencia de los españoles. Un día y una noche estuvieron sin 'saber que hubiese entrado el socorro; durante cuyo tiempo pensó Nemours comba- tirlos por los tres puntos que ocupaban , y no lo hizo por haberse opuesto los principales capitanes de su ejército y sobre todos el gobernador de Bolonia Mr. d'Allegre. Cuan- do al fln . por un stradioía griego ó albanés , 'caballo li- gero, que habiendo entrado en aquella plaza con el socor- ro , sali^ á reconocer nuestro campo y Alé prisionero , se supo aquel resultado, juntó el virey Cardona su consejo de guerra, y en él se determinó la pronta retirada de la artillería á favor de la niebla espesa que habia , y que á la primera noche la siguiera todo el ejército. El conde Pe-

dí Pedro Bembo, escritor contemporáneo en an fíistoría ^ene-. ta, lib. 12. Fojui... Mediolano ciim equitihus seplingenfís, mllilt-. ittí quinii miUibui ineredibili eeleri/ate, nivoiis lutossissimiique iltru- Tihutf Boñoniam profeetus ita se taet'li in nppidum intutit ui Hispa- not, etc. Podro Hártír, Epíítofa 481, en Burgos á 10 de marzo.— Zorita, ibi., cap. i7.— AlesoQ dice que el socorro entró en Bdonia.. el i de febrero y no et 4.

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dro Navarro fué quien mas promovió esta determinación, y la cumplió con tanta puntualidad y tan extraordinario silencio, que si grande fué la sorpresa de los españoles al saber la entrada del socorro , no debió de ser menos la de los franceses cusndo después de ejecutada supieron la re< tirada de nuestro ejército. Al amanecer, la artillería que habia- caminado por lo llano cubierta por la gente de ar-^ mas, y protegida por Navarro y ta suya que marchaban por la sierra, se encontraba ya al otro lado del rio que corre á una milla de Bolonia , no habiendo tenido otra pérdida que la de algunos soldados que descuidados ó dor^ midos al levantarse el campo , fueron muertos por los bolo- ñeses , que salieron á reconocer el lugar en que estaba (1). De San Lázaro en donde por el pronto sentó su Real el virey Cardona se trasladó dos dias después al pueblo nombrado Castillo de San Pedro. A Navarro con su infan- tería se le destinó á Vimintano y a Fabricío Colona con la gente de armas , y los otros capitanes se les alojó en los lugares del contorno. Según sucedió en todos tiempos, cuando las cosas militares no salieron tan bien como se deseaba, en tanto que el duque de Nemours, sus'cnpilanes y parciales encarecían el haber becho levantar el síLio á un ejército tan afamado como el español y en que militaban coudillos tan esclarecidos como Fabricio y Navarro (2), en nuestro campo y entre oGctales y soldados se murmuraba

(1) Ggicciardini, Zurita, Alesoo, ibi. EsU retirada dicen anoa que se verificó el 6 de febrero, y no falta quien diga el 7.

(2) Jovius, De viía Leonii X, tib. 2, tratando del socorra, dice : Aeeidit auiem id qiia nihil álate nottra admirabilias in re beUica/or- taise eontingil, ut nihit proriut tentientibut hispanit... Bonooiam M ingreiíits: quam Fairiiius et Navarras vigilanttssimi komines, tal equitum turmai.., nihil de ejus advenía praseniUftnt.

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allamenlc de cuanto ea el sitio habia ocurríJo; Acusaba* se al Tjrey del tiempo que perdió al principio dando lu- gar á los boloñeses para repararse y ser socorridos, y de lo poco que lomó en cuenta la dureza de la estación y la (lificullad de ser abastecidos. Decíase de Navarro que ba- bia muy mal dirigido las minas y se babia mostrado muy confiado en ellas y en mismo, y acriminaban por último la falta que hubo de vigilancia y de espías para dejar pasar al duque de Nemours sin dar aviso de su venida ()}.

A estas agregaban otras acusaciones y quejas que apa* recieran mas fundadas, si en aquel ejército no hubiesen militado, además de Pedro Navarro, cuyo dictamen solía preferir el virey, capitanes y hombres de guerra tan prác- ticos como Antonio de Leiva, el capitán Alvarado, Gas- par de Pomar, D. Juan de Cardona y el marqués de la Padula que lodos eran del consejo. Mas aunque las que- jas no fueron del todo infundadas, y que en tanto como bblan los soldados en algo hubieran de acertar « no fallo- baa algunos que en lo concerniente al virey le escusaLsn con que á frustrarse la empresa de Bolonia babia mas que toilo contribuido el carácter avieso y terrible del papa Ju- lio II que lodo lo quería mandar y disponer á su modo, habiendo pretendido que hasta se emprendiera el sitio sin que llegáro la arlillería , conlando con que con solo avis- tar el ejércilo la ciudad se la rendirían sus parciales; que ai los venecianos habían cumplido lo pactado ni llegado los suizos que se esperaban ; y que á pesar de esa fulta y del rigor de la estación, si el socorro se hubiese retarda- do dos días, los boloñeses se hubiesen rendido (2).

(1) Zurita, ibi.

(2) Traláadose del Pnpa díCC Zurita, qae i¡ve

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Iiliealras tanto el virey llevando Fabricio Colona la iranguardia con ochocientos hombres de armas , el man- cebo marqués de Pescara mil caholios ligeros, que no era poco para quien salía por primera vez á campaña (i), y Navarro cinco mil infantes , se encaminó con algunas pie- zas de artillería á Cento y la Piehe. y él se fué á situar ea Bntri. Foix por su parte habiendo dejado á Bolonia cus- todiada uoD trescientas lanzas y cuatro mil ¡arantes, sts dirigió á toda priesa conll'a Brescia , cuya importante For- taleza habia caido en poder de los venecianos en el dia antes de que socorriera á Bolonia (2). Toca á la historia general referir cuantos sucesos mediaron en aquel tiempo y la diferente tendencia que de resultas de haber sido favorables á los franceses, se mostraba en cada ejército y sus respectivos generales ; en el francés todo era deseo de combatir con el español y derrotarle ya que no lo habiu conseguido en Bolonia, y en el español por lo contrario en nada se pensaba mas que en conservaHe sin arriesgar batalla ni suceso alguno que no se tuviera desde luego por seguro (5).

Na faltaba sin embargo quien , como Fabricio Culona« al ver que tos franceses se encaminaban ¿ Brescia, opina- se porque ó se les persiguiese en aquel camino, ó se em- prendiera otra operación que los forzase á dejarle ; ma^ aunque habia muchos que sostenian la opinión de Fabricio en el consejo, el virey no varió de dictamen. Respondió

moda avieso y terrible en que corría ma/or peligro y á donde los yerros no sufrían enmienda era la eondicivnmai inlolerable y ¡lor ella se avenlaraba á perder mucho. Llb. 9, ilel Rey D. Ftíoando, cd|i, ^7.

(I) El Mro. Vulles ea ta Historia, ibi.

(2' GuicciardÍDi, lib, 10.

(.i] Zuritii, ibi., c;ip. '¿% .

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siempre que ti los francetes iban por la posta él quería irse despacio (1); ocomodándose enteramecle á lo que el iley Católico Iq habia anticipadamente prevenido acerca (le que en lugar de convenir con las priesas del Papo, obraae por lo contrario con detención y que se situara en un lugar fuerte y acomodado para recibir vituallas ; por- que acaso en ese intermedio sucediera que en las nego- ciaciones en que entendia, se tomasen contra los france- ses y se llegase á vencerlos sin comprometer la suerte del ejército (2),

Con la idea de inculcar en el ánimo del virey y demás capitanes del ejército este proyecto que aludió a la alian- za que realizó el Rey Católico cod el de Inglaterra pai'd atacar á los franceses por la parte de Guipúzcoa y Navarra, tan luego como supo que Gastón de Foix habia retomado á Brescia y derrotado á los venecianos, mandó partir para Italia á Hernando Valdés, capitán de su guardia. Después de haber visto al Papa en Roma y alentádole en BU abatimiento por ios triunfos del francés, pasó al cuartel general del virey Cardona , en donde reunidos en su presencia el virey, Fabricio Colona, Pedro Navarro y los denlas capitanes, habiéndoles primero enterado de lo que el^Rey Católico trataba con los ingleses, suizos y venecianos, les intimó de orden suya que "si las cosas

* de Italia no ayudasen para proseguir la guerra con se^ t guridad , se procediese de modo que nada se aventurase basta que se rompiera por la Guiena : que por esa razón

* cuando se puso el cerco á Bolonia tuvo harto descon'-

(1) Zurita , ibi-, cap. K.^Parui Bembas, Hinoria Ventla, lib. «2.

(9) ZariU, ibi., cup. SG.

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tonto á pesar de la priesa y precipitación dul Papa . por-

* que aqiietto iba encaminado contra ese fín : que do obs-

tante saber él'que la infantería francesa, no siendo de » alemanes ó suizos no era de tanto vigor ni tan ejercitada

en la guerra que pudiese ofender á los españoles , y quu » creia que aquel su ejército según su esfuerzo y valor y

> el de sus capitanes y los caballeros que iban en él , se-

* rian bastantes para vencer y esperar ta batalla , aunque

* los enemigos fuesen tan numerosos como ya eran: con

> todo les encargaba que pensasen en que de su conserva -

cion dependia todo el bien y remedio de la Iglesia y de

* toda lo Italia : que por lo tanto hasta que el inglés rom-

> píese la guerra por la Guiena , les repetía que se gober-

* nascn de manera que en todo caso se conservasen y solo, » ayudando la ocasión , emprendiesen aquello en que sin » poner el ejército en aventura , se ganase repulacioo . y

* que DO se curasen mucho de las priesas del Copa, cuya

> condición él conocia muy bien (1)".

Como el Rey no ignoraba tampoco que entre el virey, Fabricio y Navarro y los otros capitanes habia mucha di- visión y discordia, llevaba también mandato el mismo Valdés para amonestarlos en su nombre, y hacer que ce- sase twla diferencia. Tales prevenciones y avisos, aun- que tan acertados como mas adelante se vio, llegaban sin embargo tarde. Cuando Valdés se presentó en 29 de mar* zo en el castillo de San Pedro , en donde estaba el virey, hacia ya dios que uno y otro ejército se encontraban á la vista, y á muy corta distancia, amenazando el fran- cés quererse apoderar de Ravena. Siendo aquella ctii- dad el punto de donde el nuestro se surtia de víveres y

(1) Guicciurdiiii y Zurita, Ibi.

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193 (enia sus almacenes, así que el virey entendió que los frsoceses se encaminaban á ella, dispuso con acuerdo y consejo del legado del Papa y de sus capitanes , y pre- senciándolo el mismo Vatdés. que Marco Antonio Colona sobrino de Fabricio , con las cíen lanzas de su compañía y quinientos infantes españoles caminando^de noche y á toda priesa fueran á juntarse con la gente y caballería que anticipadamente y para defensa de la misma ciudad de Bavena babia situado en ella con D. Pedro de Castro y Luis Dentici , caballeros gbllego el primero, y napolita- no el segundo (i).

Túvose por tan arriesgada aquella empresa, y las con- diciones del servicio militar eran entonces tan distintas de las nuestras, que Marco Antonio Colona antes de salir á ella exigió seguridades que hoy ningún oficial osaria proponerlas. Pidió que el legado del Papa, Fabricio Co- lona su tio, Pedro Navarro y los demás capitanes jurasen ante la hostia consagrada acudir á su socorro tan pronto como supieran que habiendo entrado en Ravena , babia Gastón de Foix comenzado á combatirla (2). Así con toda solemnidad lo practicaron y no dejaron de ponerlo por obra á su tiempo , dando con esto lugar á una de las batallas mas famosas que presenciara la Italia. Apenas con efecto babia Marco Antonio entrado en Ravena en el dia 8 de abril . jueves santo de aquel año , que ya los franceses

(f) Zarita, ibi., cap. 61. -Pedro Hérlir, £/»j/o¿) 483.— Jovio, Dt rila Leonii X, etc., dice que D. Pedro de Castro salió con Uar- co Aiitooio Colooa, á quien también acompañaban los capitanes Salazar y el famoso Diego García de Paredes.

(2) Jovius, ibi. Guicciardini , Hieronimi Buieei Hiiíoriarum Raveanaiunt,VA¡. 8, piíg. 6C7, ia tomo 7, parte prima Aiaiquiíor- lum I faitee.

Toad XXV. tZ

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194 comenzaron á combatirla con su artillería arrastrada dp

al paso lardo y perezoso de los bueyes, como hacían los españoles, sino de caballos mansos y ágiles uncidos por el cuello (i). Con tal furor continuaron el combate en el siguiente viernes santo no obstante lo religioso del dia. que aunque solo babiao arruinado como unas treinta bra< zas de muralla > y todavía quedaban como unas tres de altura , que aolo podían subirse con escalas , delerminó su general que se procediera al asaKb.

Dispuso con ese fin tres escuadrones, cada uno de á mil bombres escogidos entre los tudescos ó alemanes, italianos y Franceses de á pié que militaban en su ejérci- to. A la cabeza de cada escuadrón mandó que se pusieran también á pié diez bombres de armas por compañía de las que habia en el ejército, de los mas animosos y resueltos ; los cuales cubiertos con las mismas armaduras con que peleaban á caballo, guiaran á los demás. Verificáronlo con tal arrojo y denuedo , que basta cinco veces fueroa rechazados , según unos en tres horas, y según otros en cin- co , retirándose al fin con muchos heridos , y dejando mas de trescientos muertos, entre los que se contaron á Hon- sieur Spinay. maestreado la artillería, y á Mr. de Chantillón uno de loa mas esclarecidos capitanes de caballería (S). Un escritor que de intento trató da las cosas de Ravena cuenta que los españoles no solo emplearon para defen- derse y con admirable resultado uno« fuegos azufroso» en- cerrados en unos luboi de madera de tres pies y cubierlot de barro cocido . que arrojaban á los enemigos y no se po'

(1) JoTÍns, ibi., De vita Leonit etc.— Pedro Mártir, ibi., In Cana Domini qua fuil hoe tumo Idiitim AprUii sexta.

(2) Jovius, De fila Lconú, ibi.

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dian apagar ni apartar de donde te huhieten pegada . lo cual parece como un preludio á los modernos cohetes á la Congreve ; sino que se aprovecharoa con acierto de In artillería gruesa y menuda, y de piedras gordas y largas TJgas que ecbabao á rodar contra los que arrimaban las escalas á las ruinas ; y sobre todo de uo grande y hermo- so cañón llamado culebrina, que colocado por Colona en un bastión los combatió de Satico (1).

Tan pronto como el virey, que al ir Marco Antonio Colona á Ravena se babia situado con el ejército de la liga bajo los muros de Faenza , supo el riesgo que aquel corría , partió á socorrerle con toda su gente ; y Gastón de Foix que con tanta pérdida acababa de ser rechazado, así que entendió que Fabricio Coloiia, Navarro y los demás capitanes coligados apenas oído el cañoneo contra Rave- na se habían puesto en movimiento, levantó el campo arrebatadamente por no verse metido entre dos fuegos (2). De aquí resultó que, habiendo el ejército coligado situñ- dose en un paraje llamado Mulinüccio í dos ó tres millas de Ravena , los Trancesea que lo observaron determinaron oponerse ¿ que pasái'an el ¡lonco por el vado que ofre-

(1 ] Hieranimut Rubaus, lib. 8, pág. 67. Hispani tulphureU igni- túi ufi taní, qttoi ligneii lubit tripedatibut , a/que illis íeitaeeit in- duMí, miraiiii iaeceitu it hostet jaciebanl ¡ aeque enim ulla vi exlíu- gui poterant aud de loco dimoferi ad quem adhmtiiuent : majara úuuper minofaque tormenta auidue displosa, el ex ruinaniia «um- mitate f sosa ingenletqae trdtet undique demissa ia murum ^adrrt conentei in prceeepi delurbahant , reprimebaiii urque tuhinde et t-ul- ntraianiur qai tcaia luiibant. Sed Ínter calera máximo fait usui tormrnium ingem quod eltgaatit et mira magailudiius talubrinam twca¿aní.— GuicciardÍQÍ y Jovio ibi,

(2) Jofina, Deviía Lcaiúi... a Ravennaproperi dieeisit ntinler- e¡uju*f ti diuliut hareret , lihinecette foret aneipili praliodeceriare.

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cié. Creyeron, y mas teniendo fuerzas tan superiores, que aquella era la ocasión de dar la batalla que tanto deseaban y tan repetidamente les habia recomendado Luís Xll su Rey (1).

Con esta determinación y resueltos á combatir á los coligados en la mañana del siguiente onci de abril do- mingo de Resurrección, pasaron aquella nocbe del sába- do sanio en echar un puente sobre el Roneo y en allanar sus orillas para buscarlos con mas facilidad. En el campo de la liga mientras tanto se trabajaba en abrir fosos y en resguardarse con tas zanjas que daban curso á las aguas: disposición debida á Peilro Navarro que contra el parecer de todos los capitanes de caballos, y especialmente de los italianos, no quiso cunsentir como general de la infantería, on que el campo se mudara en aquella noche á una coli* na inmediata á Ravena. Acusósete después de esa terque- dad ; pero semejante precaución no aparece desacertada, mediando entre uno y otro ejercito la vasta llanura deno- minada Sobre-clase de Ravena sin otra defen a qae los dos riachuelos Hotico y Sabio muy fáciles de vadear (2), y sobre todo la Inferioridad numérica del ejército coligado comparado con el francés. Llegaba este según algunos á veinte y cuatro mil infantes franceses , gascones , italianos y tudescos , dos mil hombres de armas y mas de otros tan- tos caballos ligeros con cincuenta piezas de artillería (5);

(f^Gnicciardini y Zarita, cap. 55,

(2) Clastis Ravena la llama Pedro Mártir eD sd epístola 483.— SandoTal en el Jib. i, %. i&, pone la batalla ea el domingo 1 2 da abril ; pero los mas escriben qne fué en el domingo once. Pedro Bembo en su Hisloria Fetiela lib. t2 expreeameote afirma qne fuó ad diem fertium Iduum jáprilium, qae es e) once.

(3) GuicciardiQÍ y ZuriU^ ibid.

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197 en tanto que los coligados apenas contaban con nueve mil infantes españoles y cuatro mil ¡lalianos poco antes alista- dos . setecientos hombres de armas de las compañías de España y quinientos de las de Italia con dos mil caballos liaros italianos y españoles y veinte y cuatro piezas de artillería (1).

Antes de principÍAr ta batalla . cuentan los historiado* res que el galán y todavía imberbe Gastón de Foix (*2] arengó con fervor á su gente . recordándola " que aque-

líos españoles no eran los temibles veteranos de la guer- « ra de Ñapóles . sino otros tan nuevos como inexpertos,

que solo habian peleado , contra los arcos, flechas y des- > puntadas lanzas de los moros, y sin embargo, estos, no

obstante ser una gente flaca de cuerpo , tímida de áni-

mo, descarnada é ignorante del arte militar, la habia

vencido con ignominia un año antes en los Gerbos de adonde huyendo aquel mismo Pedro Navarro que tenían

al frente y tanta fama gozaba entre los suyos, dio un

memorable ejemplo á Lodo el mundo de la gran diferen-

cía que había entre batir las murallas con el ímpetu de

la pólvcH*a y con las cavas á escondidas abiertas debajo

de tierra, á combatir con verdadero valor y fortaleza." A estas quieren que añadiera otras palabras , que siempre hemos tenido por mas propias del estudio y sosiego de los escritores en sus casas , que de la agitación y silencio que precede á las batallas : mas sea sin embargo de esto lo que fuere, y ya mediaran ó no en el campo español iguales arengas , los escritores cuentan también que el legado Me-

tí) Ibid.

(2) JoTins. De ñla Lemit etc. Erat Fostciut imberbU adhueei pratlara Jacit masime decorus.

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(licis dio la bendición á Iob tropos de la sania liga 5 les concedió una indulgencia plenaria para que peleasen coa fervor (1).

Gastón ya arengara ó no á los suyos Aió principio al combate ordenando á la infantería alemana pasar el Ron- co por el puente que al intento había dispuesto. Al mismo tiempo ordenó también que el cuerpo de batalla con gran parle de la vanguardia le vadease y en maa^ se dirigiera contra los de la liga. Mandaba Fabrício Colona la vanguar* dia de estos, compuesta de ochocientos hombres de armas, situados á la orilla opuesta del rio y todp á lo largo , te- niendo á su derecha un escuadrón de seis mil inrantes. Detrás y paralelo también al rio estaba el cuerpo de bata- lla de los coligados con seiscientas lanzas y á su derecha otro escuadrón de cu^itifo mil infap^s españoles condu- cido todo por el vírey Cardona y el marqués de la Padula. Venia luego é igualmente con el mismo paralelismo al rio la retaguardia á cargo de Alonso de Carvajal con cuatro- cientos hombres de armas , y cuatro, mil infantes , y de- trás y ó su derecha el marqués de Pescara con los caballos ligeros de su mando. La artillería estaba á la cabeza de la gente de armas , y Pedro Navarro á quien se debía esta disposición; sin lugar fijo y acompañado únicamente de quinientos infantes escogidos para acudir á donde convi- niera , habia entre otras precauciones defensivas adoptado " la de colocar sobre el foso del rio y al frente de la in* >fanteria treinta carros cargados con artillería menuda y armados con unos largos cuchillos y espadones que nun-

(1) GuicciardiDÍ, lib. lO.^MarinDf^enel cap, 9 del libro 30 da traducida con elegancia la arenga : lo de la indalgencia lo refiere Vargas^

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>ca se hal»an visto y eran como los carros falcados de los antiguos dirigidos á abrir y destrozar las filas enemigas, " aunque alguno los asemeja á los caballos de Frisa moder* nos (1).

Con ellos y con la seguridad que le daban los fosos pensaba Navarro no soto resistir al enemigo sino descon- certarle; y 80 proyecto no era del todo infundado. Ha- biéndose aquel adelantado como á unas doscientas brazas del foso, y observado que nuestra gente se mantenia fir- me y sin abandonar su alojamiento , se cerró y contuvo por no atreverse á pasar mas adelante. Mas de dos horas estuvieron inmóbiles uno y otro ejército en esa situación y y con el foso en medio , cañoneándose de parte á parte con infinidad de -{iros y gran daño de la infantería france- sa. Con tanto acierto babia Navarro colocado su artillería que causó la muerte de mas de dos mil enemigos y que de cnarenta capitanes de las guardias francesas y flamen- cas solo se salvasen dos. Gasten entonces, viendo tan mal parada su gente , sacó del centro de su ejército una par- te de la artillería . y conduciéndola el duque de Ferrara con ^n celeridad á la punta de una de sus alas en que estaban los arcberos , y que formando como una especie de media luna envolvía el flanco y amenazaba la espalda (le los coligados , combatió la caballería de estos con tan- la fuerza como poco antes la artillería española lo habia ejecutado con la infantería francesa.

Para preservar Navarro de esc estrago a ia española que babia colocado en un lugar algo profundo junto al nrcen del rio , la mandó echarse boca abajo. Ningún daño

()) Guicciardini, Hb. 10. Hisioin A Franet par k P, Danúi, tomo S, pág. 59i. ¿MI» xn.

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recibió de ese modo, pues las balas le iban por encima, al paso que le cauEaban notable en la caballería ; cuyo ge* neral Fabrício Colona , cuentan que gritaba y con repeti- dos mensajeros pedía al virey, que sin aguardar á que la artillería le acabase , emprendiera la batalla ; pero que Navarro que tuvo tema de ser siempre de opinión contra* ría á Fabricio, y de ser hasla protervo (1) contra el pare* cer de los que toas lo eniendian, h repugnaba movido de perversa ambición; porque contando quedar victorioto con solo el valor do la infantería español^, ninguna pena le daba de que los demás pereciesen , antes bien pensaba que su gloria alimentaria en igtial proporción á lo que aumen- tase el daño del ejército (2). Suposición harto impertinen- te y libro en escritores, que queriendo- como disculpar á su paisano Fabricio , no temen asegurar que su desespe- ración y falta de sufrimiento llegó'al punto de que, escla* mando ¡ si todos habían de morir por la obstinación de un marrano y si todo el honor de España y de Italia se había

(1) Zurita, )ib. 3, c^. €l , Un popo amigo como siempre de Na- Tarro, le da esa y otras califícaeionea por su oposición i Fabricio; y sa abreviador el P. Abarca, eiageraado fuera de lo que la imparcia- lidad exige, y suponiendo que Fabricio empleó las sumisiones, las plegarias, las lágrimas y los abrazos para que Navarro dejase sa posición, mal todo, aaaila,/a¿ implorar y llorar á un tigre: entes en el mismo cap. 20, pág. 390 del tomo II, tratando, del litio de Bolonia, le había llamado oto.

(2) Gnicciardirii y Jovio , ibi. Mas para apreciar lo lijero de efr* tas suposiciones, basta decir que hasla el mismo Zurita harto des* favorable & Navarro, caenta i este propósito, qne quiso goiernarlo todo haciendo el principal fundamento de la infantería española como a la verdad luvo en aquello razan, por ser la mas escogida gente jr mejor que hubo en aquellos tiempos y paréetele de aventurarla contra todo el ejército junto de los enemigos; lo cual se luvo por gran teme- ridad y detalino : los eniendidos sin embargo decidirán.

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do perder por solo Navarro ! se ech¿ con toda su coballer ría. faera del reciotoDcomprendido entre los Toaos , síq es^ perar la órdeo del TÍrey Cardona (1),

Al verlo la francesa que era mas numerosa ; había su* frido menos , la car^ó y desordenó , y cogió prisionero al tan impaciente como poco valeroso y resignado Fabricio. Los carros aleados en que tanto confiaba Navarro, aunque hicieron g^nde estrago en la vanguardia enemiga . cesó {vonto porque algunos de sus ardieres de los mas diestros entra los hombres de armas , desmontándose de sus caba-r líos y calándose con intrepidez y de dos en dos basta los costados de los que tiraban los carros . desvanecieron con desjarretarlos toda aquella máquina de tiros tan eitraor^ diñarlos (2). Empeñada ya la batalla con un encarniza- miento pocas veces hnsta entonces visto , en tanto que los principales capitanes de la caballerfa de la liga peleaban flojamente y abandonaban el campo, ayudados del ejemplo de su mismo general Cardona , de Alonso do Carvnjnt , do Hernando de Valdcs y hasta de aquel Antonio de Leiv» que tan famoso fué maa adelante (3) ; Pedro Navarro que con su gente tendida frustraba el cañoneo francés y aguar* daba á venir á las manos según su costumbre , así que se

(1) Cnicciardini , ibi. Pero FiAritio «selamanáo , kab&iamo tioi lulñ vituperosamente d moriré per l'obstinatione el per la malignitá ¿"uit Marrano..' ha l'honore de Spagna el d'¡la!ia á perderti per una Navarro. Harrsuos llamabui á los espafioles, aludiendo i que eran de generación y raza de judiosj 6 sea tomadizot y recien conrerti- dos.— Nuiiez, 0üi/i^w ¿econrencion, ele. S.*, pig. S3.

(2) Gaicciardini, ibi. k\tiO'a, Anatet de Navarra. Parte 2, li^ hro fO, cap. k.

(3) Guicciardini, íhi., perche il vieerá e Carvagial non fata tul- tima esperieneia de ta i'irlii de itioi, si mestono infiiga. Panlo JovÍo aun esU mas duro que Guicciardioi; pero Zurita dice que segva al-

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acabasen los iWos ; viéndose abandonado de la caballería; dio á sus infantes la señal de acometer. Obedeciéronla prontos , saliendo con espantosa ferocidad contra un cuer- po de alemanes qoe se les había acercado mucho, y cuyo jefe Jacobo Eini>ser , uno de los capitanes de mas fama que hnbia en el ejército francés, habiendo combatido per- sonalmente y de pica á pica con el coronel Zamudio, le derribó este de su caballo y murió (1),

Pero nada refieren con tanto asombro loshistoriadoresy no sin razón añaden no haberse nunca visto ni oído, como que Navarro observando que la infantería española "ha-

> bia padecido algo en su formación y en el primer cho- » que con los alemanes por la firmeza de sus picas, dispn- 80 que una parle de aqueja , arrojando las suyas , po-

> niendo mano á sus espadas y puñales y cubriéndose con

gnoas relsciones, los Durqiiesss de Pescarar la Padula y Garvajal pelearon tan vate roas mente que rompieron la yangoardia del enemi- go, f le tomaron algunas banderas, que Leiva luro dos caballos mnertos... hasta que la mayor parte de nuestra vanguardia se pnso eu fuga y fueran allí muertos D. Gerúnimo LorÍKy Diego Quiíiones. Has adelante maDÍfieata el mismo Zorita la diversidad con que los autores alemanes, italianos y franceses escriben lo que pasó en aque- lla jornada, representándolo con grande artificio de palabras, y como nuestro objeto no sea ponerlos de acuerdo, referiremos todo aqnello en que figuró Navarro en primer lérmioo y fué lo prin- cipal.

(I) Hiríana, Zurita y Aleson signiendo á Guiociardini y otros cnentan que Zamndio al terciar so pica esclamó ;0 Rey I cum caras cuestan las mercedes ^c nos haces y cuan bien se merecm en semejantes jornadas!; pero habiendo maerto en aquella Zamu- dio y no habiéndoselo contado por lo tanto k nadie , puede eso pasar por naa inveocion de los que describen las batallas ni mas ni menos que oomo se dan en los teatros en donde u mnere can- tando.

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sus escudos j ^dargu, se metiera por debajo de las pi*

> cas de los alemanes y tos arremetiese de ese modo. Así

lo ejecutó, situándose entre sus piernas y haciendo hor* » rible estrago en ellos (1 ) ; y ya casi habían llegado á la

mitad de un escuadrón , cuando advirtiendo que la in>

fanlería italiana que , no obstante haber sufrido mucho

> de la artillería aun se mantenía firme , se hallaba com-

batida por un cuerpo de gascones y una compañía de

caballos franceses , tuvo que separar una parte para so>

> correrla, quedando la otra, aunque fatigada, conteDÍem

> do y resistiendo á loa alemanes {%."

Hay quien afirma que esto sucedía á tiempo que núes* tra infantería, que apenas habia perdido gente todavía, habiendo asaltado á la artillería enemiga, estaba ya para ocupar su Real y dar con repetición y como en señal de triunfo el Viva España (5). En tal estado , y después de haber visto al cuerpo de batalla francés tocando á su es-* terminio, no' quedando á nuestra gente otro medio de salvación que el de una retirada , emprendió sola, & pié y sin otro apoyo que ella mismo , una de las mas famosas

(1) JpTÍos, De vita Leontá, etc. Ilaipte teie atqae hattOM freti- nut erextre laata que animorum alaeritalt Germanoi ¿nvtuere ut num- quant ai alia hominum memoria aut ferocias aut aerius lit concar- jum.— Petrus Martyr, Epislola M3... Slratagemafe uens est inaudito hacteons in ea pugna NiTarnis Comen, dnm ¡onfii hatiis ab aliii hu- merit certartnt ulrimque: deleeloi jubet quotdam peditet rti bellira peritioret tolo tub longarum katlarum umbra ¡neurvari, curlit eniibut Uispani* acciactott qui tx intidiis eerlanlibus Galhrum milílibut

(2) Guicciardint, Hiertmimus Rubsos, ibi.

(3) Peirus Hartyr, ibi... i'n larmcntorum vata quidam insiliiuH et toa patria timbolum mátíiplicato promunt elalit clamoribiu.., sed eum se a tergo videreiH desertas, ab equitiius cireunuepiwtiur, pre~. munlur undiqae.

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que se leen en las historias. El mismo conde Pedro Navar- ro, cuenla un conlemporáneo, dio forma á los oíros seis mil españole» que restaban, como se saliesen de la batalla juntos, qtiedando él preso (1). lo cual aseguran otros que á él mismo se lo oyeron , fué porque anteponicQcto la muerte á su salvación y no queriendo sobrevivir á tanto es- trago , se arrojó temerariamente á los tiros de los enemi* gos prefiriendo el morir á dejar el campo de batalla (2). Pero otros aseguran qw eligiendo como mas seguro para su retirada el camino que guiaba á la Romana y á un lado tenia la mar y al olro grandes y continuos pantanos, la emprendió por él, cubriendo con su persona la retaguar- ' dia . y llevando la delantera Samaniego , oriundo de Na-- varra, según escribe el P. Aleson. Con tal serenidad y con ánimo tan tranquilo nos dicen que caminaba Navarro, que apretándole en una ocasión el enemigo , y volviendo re- suello contra él. le paró y contuvo largo ralo dando lugar á que Samaniego se adelantase. Cuéntase qae esta resijel- ta y determinada acción le salió muy cara ; porque habién- dose apartado de sus compaüeros mas de lo justo y metí- dose entre los franceses mas de lo que debia, le díó uno de ellos un golpe tan recio con el cabo del arcabuz, que cayó de su caballo sin sentido y como muerto, y en eso estado fué reconocido y preso (3}.

(1) El canónigo Pedro de Torres en sus Apuntes biss. en la M- blioleca nacional, que va pnent» entre los Docamentos en el núm 23.

(2) Jovio, De fita Leonií X... ín earecepiui dijjiculrale IVaearrw, sese ullro telis objeclans, ne lantx cladi lupereiie, ul postea dicere sole&at, (Kíercípiíar.— Guicciardini, ibi. Nel cual lempo Pietro Na- varra desiderosa piu de moriré eht di salvarsi é pero non si pariendo dada balaglia, rimasse A />r^ion«.— Hier^iinos Rnb^ns, ibi., pigi- na 673, 74 y 75 .

(3) AlesoD, Anales de Navarra, parle 2, lib. í8, cap. 5.

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Esla desgracia con lodo no privó ó Samaníego y á la grnlc que quedaba á su cargo do seguir su camino al paso regalar y prestintando al enemigo muy poco frente . Apa- rentando «n BU manejo mas bina la ejecución de una con- certada maniobra de alarde ó instrucción militar que el abandono de un campo de batalla , rechazaron con impo- nente aspecto y animosa serenidad cuantas cargas les dio la caballería enviada contra ellos. Nemours entonces al ver que nada absolutamente los perturbaba y que la victoria que ya le halagaba, no seria completa si no la consumaba, dando fin de los que mas parecían vencedores que venci- dos , púsose , dice un escritor , como león rabioso á la ca- beza de cierta porción escogida de su gente, y la obligó con juramento á morir con él ó á dispersar el escuadrou español (1).

Como lo dijo, así parliú animoso y resuelto á ejecutar* lo. Estaba ya en el momento de dar su carga, cuando ó porque cayó el caballo y con la armadura no se pudo le- vantar fácilmente , ó porque el caballo le arrojó de si mis* mo (2), ó porque al volver cara$ los arremetidos para con* tenerle se metió entre sus picas con la rapidez de la car- rera (5), quedó entre ellas cubierto de heridas sin que le valieran ni su gallarda juventud, ni gritar á los soldados españoles que no le matasen , pues era hermano de su Rei- na Germana de Foix , y su Rey te quería como á hijo (4).

(t) Pedro Mártir, ibt.

(2) Guicciardini y Hubens ibid.

(3] El P. Daniel ibi. pág. 59^, tomo 8. Brantome en la ar- ticnlo, dice que los espa&oles le desjarreta ron el caballo, y cayó en tierra contando solo desde la barba & la frente catorce heridas.

(k) Pedro Uártir, ibi. —Brantome atribuye estas palabras i OJcto du Fois, Señor de Lautrecb , su primo.

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Murieron cod él bo pocos de los que le acompañüban. Fue- ron otros heridos , libertándose Odcto de Foix su paríeR' te que también habla caído á su lado por merced del sol- dado Luis Gordo (1), con lo cual libre y& nuestra infante- ría de otras persecuciones y molestias siguió impárida su camino . salvándose al Un cotno unos cinco mil bombres de los ocho mil poco mas ó menos que entraron en la ba* talla (2).

De este modo terminó la Famosa de Ravena . do la que no sin razón se dijo el vencido vencido y el vencedor per- dido ; porque aunque los francoses quedaron por el pron- to dueños del campo, se creyó que hablan perdido mas genle, y tuvieron muy luego que abandonar la Italia (5). A cuanto ascendiesen las htijas de Uno y olro ejército , entonces ni después se pudo averiguar. Uezclóse en eso como de costumbre la vanidad nacional , y el deseo de atenuar la desgracia propia para aumentar la extraña. Cuentan sin embaído los franceses que al saber su Rey la muerte de su sobrino Gastón de Foix , de Ivo de Alegre 8u segundo y de tantos otros distinguidos capitanes y ca- balleros que le acompañaban, exclamó / Dio$ nos guarde de alcaniar jamás victurias semejantes (4] !

(1) Jovio, Elogia ifirorum ete, , en el del mismo Odeto ó ua Laulrecb.

(2) Pedro Narlir ibi. Ex forte ocfo miltihut Hitpanorum pedi- lUBt... quinqué millia tvtsiiie feruntur. Zurita dice que fueron ena- Iro rail V Pedro de Torres seis mil los que se salvaron.

(3) ibid., Epistola M9, á 27 de junio de t5l2... Gallos i'n/u- gam palitos mediolauum tt confinia deterere ; lo cual coufirma en la

Epistola 490 de 13 de Julio.

(i) El P. Uaoiel, ibi., pAg. 598. -Mariaaa, lib. 30, cap. 9.— Braiilnme , Iratondo de Mr. de la Pallise, dice que [.ais XII duseaba iiiHS haber iterdtdo tres bslatlas como aquella quu A su sobrino Gas- tón ele.

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Dijeron oíros que du los diez mil hombres que desnpa- recieron . un tercio fué de franceses , y los otros dos de españoles ó de la liga (1). También hubo quien aumentara ese número, en tanto que Zurita, refiriéndose asíalos informes que el Rey Católico mandó tomar como á los alardes y revistas que se pasaron después, refiere que ne llegaron á mil y quinientos de á pié y á caballo los que murieron en aquella jornada, comprendiendo entre ellos á D. Juan de Acuña, prior de Mecina en la orden de San Juan, D. Gerónimo Loriz caballero valenciano. Diego de Quiñones Alvarado , Geróm'mo de Pomar teniente de la compañía de hombres de armas de su tio Gaspar de Po' mar, y los coroneles Zamudio, Juan Diez de Aulx, Ar- mendariz y casi todos los capitanes de la infantería espa- ñola (2). agregando Paulo Jovio á ese catálogo de valien- tisimos españoles tan gloriosamente muertos en aquella

ocasión á D. Juan de Cardona ai giboso Pedro de Pa2

que tan gloriosas hazañas acometió en tiempo del Gran Capitán y de los que habían andado con Pedro Navar- ro en las cosías de África á Samauiego , Juan Navar- ro, Diego Paniagua, Clavcr, y Arteta aguerridísimos viz- caínos (3).

(1) GuicciardiDÍ , lib. 10.

(3) Pedro Mártir ihi. Zurita, lib. 9, cap. 61 .

(3) Jovio, De vita Mfonti Ducis Ferraría, pág. 177... Ex tííi- panieo qaoqae exerdtti occubuere Joaimes Cardonius... Pelrui eiiam Pacaus Gibber qui mb magno Consalvo praclara olim aim laude mi- lilarat. Ex Afrioanis vero Ugionibus.., numeraianlur Zamadiui Samaneeus et secundum kos fatili primores Jaymuí Dicctus, Joannes Navarrus et Didacus cognomento Paniaqua , eum coque Claverius et Áretela Canlahrorum pugnaeistimi, Don Juea de CardoDa nouríó tle sus heridas estando prisioDcro, y de Sjoiaaiego cuino oo fuese

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Pero lo notable de esta batalla y lo que la hizo una de las mas famosas que 'lasta entonces se hubiesen visto fué su duración. Contra la común costumbre de decidirá otras en un momento y con una sola arremetida, se com- batió y disputó en ella cerca de ocho horas según anos (1) y cinco según otros (2). Los cipilanes á su vez mostraron gran vidor y pericia. Pedro Navarro sobre todo descubrió lo que no era bien conocido todavía , que el alma y la fuerza de los ejércitos estaba en la infantería , y que la española con lo seguridad que ¿I tan poderosamente ha^ bia contribuido á infundirla, no solo sobrepasaba á cuan- to haita entonces se habia encomiado en la de los suizos y alemanes, sino que realmente no tenia rival. Así es que un historiador francés , que no descuida las glorias de su nación , apoyándose aun en el testimonio de los que asis- tieron ¿ tan sangrienta jornada, y pelearon contra Na- varro en ella, no titubeó en afirmar que "aquel á pesar

> de BU derrota y prisión adquirió entonces grande hon- ra , y que hay muchas apariencias de que si la coballe* ría so hubiese conducido tan bien como la infantería

> española, habria perecido la mayor parle de los fran-

> ceses que con tantas desventajas atacaron (Z)."

Aun el mismo abreviador de Zunla que. Irnlando do las diiiidencias de Navarro con Fahricio Colona en Bolo- nia y Ravena, le apellidó con demasiada licencia oso y (/• gre, después de referir como el virey Cardona, Carvajal,

otro, beroos dicho que se retiró cod U inrantería. Véase en el I>o- meiito nún). 24 la descripción que del Talieote Pedro de Taz hizo el poeta GaDtalycio.

(1) El P. Daniel, ibi., pig. 535.

(2) Zarila, ibi.. cap. 61.

(3J ÜAtiiei f fíiítoire de Franee , ibi.

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Leiva y otros hombres de probadísima iadustria en la gaerra, m dejaron arrebatar de la san^. Tuga y turba- ción de los soldados , llevándose la tercera parte del ejér- cito, sin hacer la última prueba de su virtud (1) , no pue* 4le menos de elogiar , como Navarro con su gente destro- á la infaoteria alemana y gascona , pisó y trató del mis- mo modo á la italiana y ahuyepló y rompió á la Trancesa, y ganaron aquella artillería , que si la ganaran antes so llevaran con ella toda la gloria de una gran vicloria, á la que nada falló para ser muy entera sino, la asistencia de nuestra caballería (2). Otros escritores españoles y extran- jeros del mismo siglo de Navarro, admiraron también, y como no podino menos, su inteligencia y valor en aquella batalla (3); ante los ilolianos sus contemporáneos, y atin en algún nacional que los sigue , encontró muy poca gra- cia. El historiador del marqués de Pescara, que con refe- rirnos menudamente ios terciopelos , rasos, brocados, pa- jes, vajillas y demás adornos con que el virey Cardona, Fabricío Golona , el marqués de Pescara y otros caballe- ros napolitanos salieron á campaña, nos dio á conocer cuan poca idea tenian de la guerra (4) ; comparados con

(1) GuicciaHini, lib. 10, iVcícereeí Carvagiale timeisonoin/uga tondttteiidone quasi intero it teño squadroue.

(2) Abarca, Anales de jira^oa, tomo 2, cap. 20, pág 392.

(3) Bernardino Escalante en el 3." de sus Diálogos Militares, inipreEos por primera vez eu Bruselas en 1583, elogiando á Na van o y, su gente dice que " los españoles que se hallaroD en la hatalla dn Ravena yiendo inclÍDada la vicloria i la parte enemiga se arrojn- » ron con sus eepadas y broqueles contra las picas de un grueso es-

> cuadroD de tudescos de la btiada negra y los rompieron , hacien-

> do una cruel matanza en ellos y á no ser socorridos por la caba- » Hería Trauc esa que andaba victoriosa no quedara uno solo á viihi/'

(4) Véase como Branlome se burla con razón de todo pse tren.

Tomo XXV. f i

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el valiente y modesto Navarro , á quien ya ea el útie de Bolonia echó en cara no tener ningún retplandor de li- naje, recapitulando cuantos cargos se le hicieron y siguien- do lileralmente á Paulo Jovio, no sale "de haber sido

causa del acontecimienlo de Ravena porque persuadido

> de una cierla obstinación desatinada de ánimo soberbio

> habia dejado pasar el río no solamente á toda la caballe-

> ría francesa mas aun la infantería tudesca sin ningún » impedimento. Porqae habia concebido en su ánimo que

> había de haber aquel dia la victoría muy cierta y abun-

dante del enemigo confiándose en el valor de la íoíaD- V tería ; la cual andaba siempre detenida en un lugar algo

bajo y sumido ; haciéndola estar con los cuerpos tendí-

> dos en tierra por huir los tiros que pasaban volando por

encima de la cobeza , gritándole Fabricio en vano y casi

pronosticando el cruel y desatinado fin de la batalla. De

manera que en tanto que el conde Pedro Navarro con

pestilencial consejo trataba la cosa con tardanza, aque-

líos hermosos y lucidos escuadrones de los caballos del 1 Papa y españoles fueron rompidos con el artillería fran-

> cesa y recibiendo un daño fortísimo fueron desarmados

por toda la campaña (1}."

tratando de D. Ramón de Cardona, Viet des Gmnds Capiíamet tíraa- gert.

(1) Hiitoria del marqués de Peleara por el Hlro. Valles, )ib. 1 , cap. 3.— Jovio en la fida del mümo mar<¡uis comeaiando por Na- varrut enim insana quadairt elali aaimi oittinalione indtUus non modo lottim pene Gallieum equitatum, sed ipsius queque Germanorum cokar- les aiique ulio impedimtnio amaem transiré permiuerat... y coocla-^ yendo coq Itaque Navarras dum funesto concilio euaelaiiut rem ge- rit, decora illa Hispanorum et ponlijicorum equitam agmina tormén- ti* Gallicis consternuntur el miserahUi aecepta clade roto campo ditst- pantur.

ze'byGoOglc

211 Ningún Tilor dan ni estos ni otros eicrítores, ounque In refieren > á la vei^onzosa fuga de toda la gente de ar- maft qne . no obstante blasonar de mas alto origen y ri- queza que Navarro y su vilipendiada íorantería, la dejó tal veiE por eso abandonada en el eampo , cuando su ge- neral creía , y el aiiceso lo acreditó , que con ella podia aventurarte coatra todo el ejércilo enemigo janto (I). En nada tampoco ó en muy poco acusaron al virey de Nápo> les y general en jefe del ejército D. Ramón de Cardo- na . que fué de los primeros que huyeron y con el ánimo tan preocupado que, al salir de Romn el correo para el Bey Católico con la notieia de la batalla, aun no se sabía á donde faabia ido á parar , basta que al fln se entendió que alÓDÍto y espantado con el ruido de la artillería y ar- cabuces, y sin volver atrás la vista en todo el camino, hobia llegado á Jlnctma (2). Ni se acordaron tampoco do lo tibio que anduvo Mtóncea Antonio de Leiva , origino* rio de aquella misma Vizcaya, provincia la mas feraz de España en hombres famosos por mar y tierra, y á quien Navarro nacido en'ella , por causa del desgraciado fin que tuvo , le debe ceder la pa|ma de ser el español mas insig* ne que después del Gran Capitán pasó á Italia (S) ; ni por

(1] lbid.> Zarita.

(2) Pedro Mártir, Epittola 483..- Aufugii inlerea Bamonus Pii>- rer. Fvgmnt eo disetdenU qai lupereranf, paucis excepiit, tquiíts... XamoMUi a Cardona Prorex nuspiam ad eam utgue horam qua labe- ilarúu hiciUr ad Ho» eepit, reperilur. Ibld. Epíilolatók. Raom- MU Prorex i faga numquam retrosptxúte didlur; lUmee Aatho-

(3) Paolo Jotío ea el Elogio de Aatonio de Leiva. Neuw tx hit fid ueculo nostro ai Hitpaaia in italiam venere el potl magniim Caiuali-am aliquid praelari Bomiiiii mUiíiee suní toaseculi , ipio Aii- tomo Leva vet iiigado aculior vel iltustribut bello f aclis pratlaiuior

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último hicieron mención , dejando aparte á variott otros italianos y españoles, -de Alonso de Carvajal, de-quieii, no obstante el concepto de valerosa que desde la guerra de Granada merecia, escribieron de Roma á la corte del Rey Católico que, " desertsado el campo, amedrentado

con la arlilleria cuando la.gente de á pié peleaba toda- » vía , habia llegado á aquella ciudad volando como liebre » seguida de perros y diciendo al Papa que lodos los nues-

> tros sin quedar uno habían perecido , y salvádose él

> solo á duras penas para poder contar á su Santidad lo «sucedido (1)." De modo que juntando á eso que, "el

Papa al virey de Ñápeles le llamaba como por mofa la

> señora Cardona , por que tenia mas de elegante y pulí-

do que de esclarecido general : que todos criticaron la o elección que el Rey Católico hizo de él para tan grave «cargo: que aunque siempre fué bondadoso y de tan

* agradables maneras que por ellas se distinguia entre los B mas apuestos cortesanos, no era ni vigoroso ni práctico

en las cosas de la guerra, y que algunos criados del Rey

efosii. Huie namque Níwarruí miierabili fila exitu clarus facüt c&- dil. Ipse geniii dacebat ex Cantabria qua una omnium Hispanite pr->vinciariím optimorum térra mari'que feracisiima opinalur.,, In- Urfuil demum Ravenna Cardoitii signa lecului, quofancslo pralio non ignominia ted laudi fait iaealumem ectui'jie.— Branlome aiu embarco, y en medio de lo que elisia á Leiva, dice de él guUt futfort blatmi de eeux de sa nation, meimet det Italieni et J'rait' foi» de navoir par moini faiet en eetle baiaille de Bavenne qu* les auiret qui s'enfuirent.

(i) Petrns Harlir Epitiela 484... Ex urbe leriiiiur, pedirum

certamine durante, Caravaialum vi tormeatorum perierritum^

pugnam diteruiste et volitando Bomam appuUum tamquam leporent

eanibaí intequtnlihus Poulijici retulit Carvaialuí ad itnum in—

lerüste notlroi , ttque vix evasitse ut sua Brati/udini rem eignifiai- retf qiio tibi tuisqiic rebui tonsuUrrl.

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■2i3

» que no eran de los mas inferiores , le tenian por hijo suyo y creian que por eso le colmaba de honores (1);" nada mas natural que Leíva, Carvajal y Ruiz de Cerón es- «ribieran al Rey Católico contra Navarro (2) , y que en medio de aquel terror pánico que aun en el mismo Roma alcanzó al embajador Gerónimo de Vic , que sin vergüen- za temia la muerte como una tnujermela , y trataba de ponerse en salvo (3); Cardona también se declarase ene- migo de Navarro y le acusase, y que el Católico al fin creyéndolos á todos ó aparentándolo concibiera gran tedio contra él (4).

Hasta conveniencia y aun razón de estado podia en- contrar en lo último. En imputar á otro la desgracia en vez de acusarse á mismo de haber conferido mando tan superior á persona tan inexperla como Cardona y los otros caballeros napolitanos y romanos que con tantos pages, lacayo», libreas, oro, piala y azul pensaban espantar ¡a Francia entera . como dice con gracia BraoLome (5}, na-

(1) Ibíd. EpUtola (83. Domiiuan Cardonam solet nostrum Pro- regem Jalius Pontifex appellare quod magis elegans ei perpolitus quam egregias Imperalor sit... Puiant aliqui nec de grege quidem famüiarium, Regii JUium etse, propíer ea tantos illikonoret tribaere.

(2) Zurita, lib. 10, cap. 2, tomo 6.

(3] Ibid. Epístola iSk... audilu pudendum est ; de Hieronimo Vic Regís oralore viro valentino rmllam scribítur fteminam enerva- tius unquam timuisse mortem.

(4) Jovius, ¡iisloriarum suí temporis, lib. 15, pág. 167.

(5) Ed sus Vidas de los Grandes Capitanes extranjeros tratando de) nisroo D. Ramón de Cardona, dice, qne en nn libro español titulado Quesiíones de amor vio la descripcioQ de todos los adornos, divisas etc., qne sacaron á campofia Cardona y los que le acompa- Daron en aquella ocasión. Las hemos ya indicado mas atrás, y en medio de la critica que Branloroc hace de sa tuga que le hizo llevar sobre lu frente mas vergüema que libreas tenían sus pages , cabaUc-

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214

da decaía sa previsión. Aun conociendo el mérito de Na< varro que tanto reolzaba la pusilanimidad de sus adven»-

rios, ¿quién sabe si por no humillar demasiado á estos, siendo tantos y lan orgullosos , no lo disimularía f Y ei por último á nuestro Conde se le acnsó del desastre de los Oerbes , tan solo por ocultar la flaqueza de haber conña- do aquella expedición á un mozo tan inexperto oomo Don García de Toledo , solo por ser sobrino del Rey ; ¿ por qué si desde entonces el duque de Alba su padre fué uno de los mayores enemigos de Navarro , no creer que fbese tam* bien quien á la cabeza de los cortesanos , y después de lodeRavena, le persiguiera y desacreditara con mayor tesón , para ocultar como diestro palaciego y con mayo* res apariencias la parle que pudo tener en el primero y lastimoso revés que experimentó en los fíerbe3(t)?

Así cuentan los escritores que lo hacia en tanto qoe nuestro Conde, sin que le fuera dado replicar ni descubrir las flaquezas de sus cobardes detractores, seguía la c<Hi' rlicion de prisionero. Seguíanla también con él Juan de Mediéis , cardonal y legado del Papa , Fabricio Colona y su yerno el marqués de Pescara, D. Juan de Cardona

roSf mozos Je espuela y laeayoi, cuenta que venció k los franceses en Calabria y qae poco tiempo después faé mnerlo de un oaBonazo en Gaeta.

(f ) Con eelo coincide lo qne dice jilvaro Gómez, De rehus gtt- tii Franeisei Ximenii, )ib. 6, fol. 182. Tratando de como Navarra enlrii al eerTicio de Francisco i. Peirus Na-earruí quem ad Afri- eanam expedilioitem imperalorem Ximeaias hahuerat, cnienla Ufa apud Ra-veimiun pugna, eum foriiisimi ntiíitis el optimi diteit parla prasiitiiset , ¿I Gallii captus el odio qaorundam nostrorum quot im- fensos kahehat iit eusiadta nrgUelus, h rege Callorum tUlidta- 'fi ele,

Dg,l,zé.byG00glC

315

marqués tle la Padula (1) . y Gaspar de Pomar , que mu- rieron de sus heridas ; y entre oíros capitanes y caballeros qae no abandonaron el campo de batalla el señor Her- nández de AlarcoD , que también fué gravemente heri- do (%. El cardenal y Navarro enviados desde luego & Bolonia, fueron recibidos en ella afrentosamente, A Na- varro sohre todo le ultrajaron con los mas injuriosos dic- terios y amenazas la chusma pueril y los artesanos que saliao de sus talleres á verle pasar. No ialtaron también algunos vecinos de perversa reputación que al cardenal le iusultaseo coa palabras atroces ; pero acogido benévola*

(1) Guiccúrdini le llama Harqués della Palude, Ufa. 10.

(8) Don Antonio Saarez de Alarcon , que nuDca se maestra pro- picio á Navarr» en bus Comentarioí de los hecho» del señor Alar- tmt, tratando de la prÍHoa de Na*ano dice que conoeeria entónctt M> era el mas eotwenienle su voló en eila batalla por mas que le es- forió su porfía 6 su empeño de singularizarse de los demás, Pero este escritor ó no leyó bien la historia contemporánea ó meditó poco «obre ella : porque habiéudose debida la libertad de Italia, como laego veremos, i la gente que tialvó Navarro y á los Talien- tes que siguieron sa ejemplo, Fabricio Colona y los dem&s qne ba- yeroa y se encontraron prisioneros con él debieran entonces co- nocer que si le hubiesen imitado, ó no estarían en aquel caso, ó á lo meóos habrían salvado su reputación. Rn este caso puede po- nerse al sefior Hernando de Alarcon, de quien cuenta que "babien- » do sido herido de mnerte y lanzado del caballo entre los cuerpos » mnerlos con riesgo de ser atropellado de la caballería ; se metió

* entre ellos lo mas qne pudo y alli al ña hubiera muerto de-

» sangrado si un negro criado sayo llamado Diego, habiendo oIh servado donde cayó no le hubiese buscado y conducido aquella » noche inmediata cubierto de sangre y hecho una llaga de heridas

* á Imola donde Toé entregado á las tropas del duque de Ferrara, » quedando su prisionero junto con Fabricio Colona y D. Juan de

* Cardona etc.," lib. 7, píg. 169 y 171.

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3IG

mente por los Beiitivoglios , antiguos amigos de su fami- lia , de nada llegó á carecer (i).

Celebradas solemnes exequias en Bolonia al desgra- ciado Gasten de Foix, duque de Nemours, Navarro, el cardenal y otros muchos nobles prisioneros fueron trasr ladados á Milán (2). Allí se encontraba ya el cadáver de Nemours , á quien los suyos preparaban un pomposo fn- neral. Querían que tuviera todo el aire de un antiguo y magnifico triunfo romano ; y con ese ánimo y el de real- zarle cuanto fuera dable , en medio de su abatimiento, ordenaron que le acompañasen el cardenal. Pescara y otros prisioneros ; pero que sobre todos Navarro , tanta era la fama de que gozaba , fuese delante de las andas del cuerpo muerto y entre los estandaríea cogidos del Bey de España y del Papa (5).

Terminada esa tan magnidca como lúgubre ceremo- nia, se comenzó á tratar de la suerte de los prisioneros. Desconocíase entonces y aun tardó en introducirle en Eu- ropa el orden y método hoy seguido de que cada nación guarde y conserve como suyos los prisioneros tomados sin

(i) Jovíqs, De vila Lronis X, lib. 2, pág. W. Ipte vera medí- ees legatutf Peiruique Navarrui captivi , Bononiam miliun/ur. Na- varrum iranseaniem pueri et muUiludo opijicum ¡pcctandi sludia, effttsa indiffnatione contumeliü affecere. Nec legato dffuere improbi noti eives qui alrocibus verbis itisuUarent etc.

(2) IbiHem.

(3) Jovio ,* De vita Feráinandi Davali cogiwmenlo Piícarü, lib. i, p&g. 302... Nec muUo post qunm Gaalonia Imperatoris cadá- ver.,, Hediulanum deferretur, co eliam Piscarías cum mollis cap-

tivis est perductns, laler eos fuit Joanaes Medices et Navarrus

taati nominis dux, qui ad cohonestandas victoris exequias ioter cnpta vexiUa Hispanice regís atqne pontificis, feretri leclicam prece- debat etc. La fíiitoria riel marqués de Pescara. Zaríta y Braiilo* me en 1a vida de Mr. de la Pallicc.

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2i7

dÍ8l¡ni;ion de clases al enemigo, hasta el Gn de la guerra ó hasta que en virtud de convenios especiales ó de olro modo sean canjeados unos por otros. Am fué qne siendo en aquel tiempo los prisioneros de quien los tomaba en la batalla ó de olro modo justo, y reputándose como una propiedad suya enajenable y permutable á su voluntad (1); acontecia como muy justamente observa el historiador in* glés Hume, que los Príncipes y nobleza iban muy desven- tajosamente entonces á la guerra , porque si eran prisio* ñeros, ó lo estaban toda la vida, ó adquirían su libertad al precio que acomodaba á los vencedores , y con frecuencia reduela su casa á la indigencia (2).

En las guerras que á fines del siglo XV y principios del XVI hubo entre españoles y franceses, especialmente

(1) En la Crónica de Enrique II aflo 9.', de 1374, cap. 8, se lee qne en aquel año t>3gó aqael Rey lu "qae montóla compra que 1 fizo á Mosenj Beltran (Du-Gaesclin) de la cibdad de Soria é las

> villas de Alroazan é Atienza é los otros logares que le habla dado B en 240,000 doblas, e dello le pagó eo dinero é ddlo le dio prisio-

> Htnu en paga. Antes le babia dado el Etey de Napol por oien mil R francos de oro (*) e didle agora el conde de Peñabroch eo otros B cien mit Trancos de oro. E el conde fué entregado k Mesen Bel- I traa e antes qne le pagase los cien mil francos de sa rendición, •a morió el conde en poder del dlcbo Mesen Beltran de su muerte

> natural. £ dióle mas el Rey D. Enriqne al dicho Masen Beltran B en cnenta de la paga veiatt e tas prisioneros caballeros ingleses que B fueron tomados con el conde de Peñabroch : e otrosí le dio otros ipriiioneros que tenia en precio de 34,000 francos."

(2) Hume, History of Ingland, Henri VI, tratando en el ano de lUO de qne el duque de Orleans, que hacia veinte y cinco años _ que estaba prisionero en Inglaterra, ofrecía por su rescate 54,000 no- bles, equivalentes i 36,000 libras del dia.

(') Ea li Cr&^leí del Biy n. P«dro aho de lltrr, cap. 31, M die« que el Rej n. En- rique «i<iA ai Bejr de Napol preio desde Dúrgos al cailillo de Curiel c despuea lué ren- d>d« por 80,000 doblia que pigú U Reina dolka iaaa de Napol su mugei por él.

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CD la segunda expedición del Gran Capitán á Nápolet, se estipuló y concertó entre ellos que cada infante 6 peón prisionero hubiera de dar por su rescate la paga de no mes ; el hombre de armas la de tres ; el capitán de infan- tería y su alférez la de seis ; el capitán de una banda -de caballo» la de un año; y lo9capitanes y aventureros déla clase de nobles al arbitrio de cada general (i). Mas al tiempo de la batalla de Ravena parece que el Rey de Francia ordenó que " ningún capitán , oficial ó soldado

> de su ejército soltara á ningún prisionero de buen doid> » bre y apellido sin consultarlo primero con él , para que

* sabido el nombre y quien era , y pagando primero cierta 1 cantidad al soldado que le hubiese cogido, le quedase

entera libertad de retenerlo en su poder ó de ponerlo

> en la cárcel públi'ca (2).

Por consecuencia de esta medida que constituia al Rey de Francia arbitro de la libertad ó encierro de los gene- rales ó jefes enemigos suyos , al marqués de Pescara pri* sionero con Navarro, como ya hemos referido, se le puso en una fortaleza. Los que sabian la averaion que su pa- .dre y toda la familia de Avalos , mostraron siempre á los franceses . llegaron á temer que Luis XII su Rey le en- cerrara en mas estrecha prisión , ó á caso le condenase á cárcel perpetua en Francia. Afortunadamente para el

(1) Jovins , De vita Constdvi ele., lib. S, pig. 339... Caleri áa- eei ex ordine nohilium 41 capereniur ex sumtni dueit arbitrio pendt- rent. ele. Crónica del Gran Capitán, lih. 2, cap. 53, pag. 78. Zo- rita, lib. 3, del Rex D. Femando, cap. 16 , aüo de 1^95 y lib 5, cap. 14 y 22, afio de 1603.

f2) Hiuoria del matates de Peteam, 1ib, i, cap. (. Branto- me en la *ida del mismo marqués, refiere que por causa suya dí<S el Bey de Francia aquella drdaa , después de'hat>erle concedido la libertad.

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marqués , militaba entonces en los ejércitos de aquella nación el milani^s Juan Jacobo Trivulcio. casado con su tía Doña Hipólita Dávalos. Su crédito y la estimación en que le tenia Luis XII eran tales que le premió hasta con el tí< lulo de mariscal de Francia, y tantas fueron sus súplicas y ruegos por el sobrino, que al fín consiguió ponerle en libertad. No la obtuvo sin embaído de balde. Seis mil du- cados pagó á los hombres de armas franceses que le pren* dienm, y si el rescate no fué mayor, nos cuentan los biógrafos del marqués haber sido, por creerse " que no

> valia mas el de un soldado mozo y sin barba que por la » primera vez que había tomado las armas quedaba bien

> castigado además con. las heridas recibidas en la bata- . lia ())."

Pero la situación de Navarro era de toda punto distin- ti. Hombre oscuro ó soldado de fortuna, como con des- den se solia llamar á los 'que sin el esplendor del linaje alcanzaban por su mérito y valor los primeros cargos mi- litares, tenia mas reputación y mas émulos -que el mar- qués, al paso que carecía de su riqueza. El Rey de Fran- cia que sabia lo que valia, aunque no fuera mas que por lo que destrozó su ejército en Ravena haciéndole pagar tan cara la batalla como si la hubiese perdido (2) , le impuso veinte mil ducados de rescate y se le guardó. Careciendo de ello Pedro Navarro á pesar de su condado de Olivcto, de tantas campañas y servicios y de tanto como al tiem- po |de la expedición de Oran le tacharon de interesado y

(I) Jotio, Dtvita Ferdiitandi Davali, eto.— Hisloña del marquii, Bnnlome, íbi.

(2] Braiilome, en la Vida do Luis XII. Mati quel gain fiit-ce? et deis batalla de ^tstna unqui eftuilaauui eher qu'tuitfaitt une au- Ire pcrte.

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lie propenso á las rapiñas de Italia ; hubo do resignarse con su suerte, é ir preso al castillo Loches muy adentro en Francia {i).

QUINTA EPOG&. Desde 1513 á 151S.

El castillo de Loches, en que fué encerrado Navarro, existe en la ciudad cabeza del distrito de su nombre en el departamento de Indre et Loire, cuya capital es Totir^. Se la tiene por la antigua Luccce. Lacheas , y se atribuye la fundación del castillo á los romanos. Habiendo perte- necido en su tiempo álos primeros Reyes de Francia, pa- só después á los duques de Aquítania, y mas tarde á ios condes de Anjou. Vuelto otra vez á la corona le habitaron y aumentaron considerablemente en sus respectivos reina- dos, Carlos Vil, Luis XI, Carlos VIH, Luis XII, Francis- co 1, Enrique 11 y Carlos IX. Por mandato de Luis XI se pusieron en él dos cajas de hierro de ocho pies de ancho y de altura uno mas que la do un hombre con cerraduras y precauciones terribles ; las cuales se conservaban toda- vía en 1789 al principiar la revolución. El cfilebre Feli- pe de Commines que estuvo preso en ellas ocho meses y las maldijo como otros muchos que también lo fueron,

(i) Sandaval, Hb. 17, §. 9X).—Les Annalet d' Aqu.il aine par Jtan Botichel, á Poitiers, i6Vt, k.'^' Partie, chap. U, |}% 353.

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cuenta haberlas inventado el obispo de Verdun , que ape-* ñas ncabada la primera fué enjaulado en ella y allí pasó catorce años. Entre tantos como fueron presos en el casti- llo, se citan con mas particularidad y como mas próximos á la época en que lo estuvo Navarro el duque de AIcd^od en 1456 ^ Carlos de Milán, ¿ quien allá cortaron la cabeza en 1468, Felipe de Commines en i486, y el duque de Milán en 1500 (1).

Con estos antecedentes aunque no mediaran otras cau* ms, es bien fácil de inferir cuan tristes reflexiones suge- riria á Navarro su situación. Mientras tanto sin embargo y gracias así á su arrojo en la batalla como á su serenidad y pericia en la retirada de Ravena , mejoraban de dia en dia en Italia los negocios de la liga. El ejército francés muy lejos de encaminarse al reino de NápoIcs ó de caer sobre Boma y saquearla , como después de su cacareado triunfo lo esperaban los cobardes , alónilo con la muerte de su general Gastón de FoÍx y con tanto daño como reci- bió se mantenia ocioso é irresoluto á cuatro leguas de Aa- vena y mas parecido á un vencido que á un vencedor aguar- dando con Ur. de la Palisse , que le mandaba , las órde- ues de su Rey (2).

En el de la liga sucedia lo contrario. Aunque el Rey

(i ) Leí Memoiret de PkiUppe de Commines Seigneur d'ArgenlDn mr les priacipauxfakis et gestes de Loys XI el Charles VIH, sonfits, 1ÍT. 6, chap. 13. Anmiaire da Depariement d'Indre el Loire pour Fon 4833, ele— Jovío, lib. \i, lib. 1S, dice qne Luis XLI hÍEo mo- rir en uua jaula coa la mayor miseria de] mundo á Luís Sforcia, na dándote logar siquiera para que se consolase escribiendo ó leyendo.

(2) Guicciardini, lib. {0... Ma l'eiscrciio franeesse rimasso per la Btorie Je Fois et per tanto damno ricevuto comme stupido... et le sol- ditíi.-. parct-ano piu limili ¿ fiíiti i/ie ú fÍitcitori,Qlc.

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Católico con la primera noticia de la batalla, temiooclo por el reino de Ñapóles j por la libertad de la Iglesia ame-> nazoda de los cismálicos, escribió al Papa Julio II ofre- ciéndole grandes socorros y que el Gran Capitán iria á mandar el ejército ; no tardó en serenarse y mudar de pa< recer. El Papa, á quien sus cardenales, amedrentados tam* bien con las primeras noiit:ias, instaban que recibiendo del Rey de Francia una paz honrosa, que no dudaban le otorgaría, salvase la Santa Sede y su persona; te mantu- vo inflexible, no obstante los recelos de que alarmado el pueblo con las exageradas noticias de la batalla, estallase en Roma algún motín. \ eso nos refieren los historíadoreí que por el pronto contribuyeron los embajadores de Es- paña y de Venecia, manifestándole con empeño que las cosas no estaban tan perdidas ni reducidas á tal extremo que no dieran lugar á grandes esperanzas ; mas la base y el fundamento de editas y de todas sus exhortaciones so debían en medio de la aítíccion general al prisionero de Locbes. No lardó mucho en saberse que la inranteria e»- pañota habia salido de la batalla unida y sin perder su or- denanza, y salvada esa, decían los embajadores al Papa, toda la demás pérdida era de poquísima ó ninguna impor- tancia (1).

Así con efecto sucedió. Unidos á los cinco mil vale- rosos soldados de á pié con tanto acierto retirados por Navarro , como unos tres mil caballos de los que con el Virey Cardona abandonaron la batalla ; los coligados sino numérica , moralmente por lo menos , y mas con el des-

()) Guiccíardlni, ibi., Sapeisi pare il viceri enersi salvali ton la maggiore pañi di cavatli euersi parlita dal Jallo iCarme rítlretta i'«r- tíeme in ordenama la fanleria spagnuota , la quale te fisie lalva, com- me eravc Uiinile , ogiú allra perdila estere de piccolo momento.

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225 concerlailo proceder de los n-aoceaes, eran ya losmas fuer* les en Italia. Con ese apoyo pudo el Papa abrir con toda so- lemnidad en la iglesia de San iuan de Letran el concilio que lleva su nombre , y anatematizar y excomulgar á lo» cismáticos del conciliábulo de Pisa y al Rey de Francia y sus iautores justamente en el mismo día tres de mayo, veinte y uno después de lo de Ravena . en que el virey Cardona entraba como triunfante en Ñapóles con aquellos soldados abandtjnados entonces por él. Olvidándolo todo el Rey Católico , que en apariencia ó en realidad, cuando supo lo sucedido, se mostró muy servido del ejército, " porque pelearon generalmente como varones de gran esfuerzo, y dejaron el campo con tanta sangre ene-

migatl)," llevado del amor y afición que profesaba al virey > cuando dispuso que el Gran ,Capttan ya no pa* sára á Italia , le confirmó en el mando de aquella gente, confiando . y no se engañó , en que seria otro su proco* der en adelante ; mas en muchos se confirmó con eso la opinión de que era hijo suyo (2).

No toca á una historia tan personal como la que nos ocupa, referir como con la protección del Emperador Maximiliano , la diligencia del Papa , y el favor y defensa de los españoles, volvió á dominar en la Lombardía Uaxi- miliano Sforcia, hijo del duque de Milán, Luis Moro; los genoveses se sustrajeron del yugo francés , y aclamaron dux á luán Fregóse , y el virey Cardona á pesar de lo que el Papa resistía su vuelta á la Lombardía , restable- ció ea Florencias los Médicis, "sacándolos de aquella

sujeción , que padecían debajo del nombre de libertad

(1) Zañta,Iili. lO.oip. i. IS) Ibidem, cap. 21.

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224 n siendo una muy honesta servidumbre (!]." Ni esto ni si

la intención del Rey Católico no tanto era de subvertir K la libertad florentina como apartar la ciudad de bu adhe- > sion at de Francia, y de sacar algún dinero para pagar

* su ejército (2) ," ni si los franceses salieron de Italia ex- pulsados por las fuerzas de la liga, ó por el miserable es- lado en que quedaron después de la batalla do Ravena, ó porque con su altanería , áspero gobieruo y licencioso proceder con las damas, exacerbaron al pjieblo [5), po- demos hacer mas que indicarlo sumariamente. Solo y por que se infiera cuanto habian mudado las cosas y cual era el orgulloso carácter del popa Julio II, haremos un líjero alto en que opoyado principalmente con' los suizos que fueron á su socorro tío quiso de modo alguno oir las pro- posiciones de paz que el Rey de Francia le dirigió; que antes de admitir a su gracia al duque de Ferrara Alonso de Este que hahia servido á aquel, le obligó á dar liber- tad á Fabricio Colona , Hernando de Alarcon y otros pri- sioneros de Ravena que guardaba : que después de eso y tratándole como feudatario suyo, no contento aun con que en público consistorio le pidiera perdón vestido con una

(1) Zurita , lib. 10 , cap. 20, 21, 22, 23 etc.

(2) Guicciardiaí lib. li, perche nel Re tTAragomt non tra Ja principio laalo daiderio de loverlire la liberta, qaaiUo di rimovere ¡a Citla dali aderentia del Ri di Francia el di trarnt alcana quantica di danari per pagare all' etercilo.

(3] Huralori, lomo 10, año de 1512, tralando de la salida de los franceses de I Valia, dice que fué, portando serouniuon doeumrnioa i Principi de non mallrafare i popoli masfimnnttnte queidi miovD con- quifti, Cerlamenle Callcrigia loro, l'asprogoverno e il lir.rncioso pro- cedereeotle Domneavcano tola/mente rsacerbaii i Popolidclla Lombar- dia,ehe tiilli ¿¡gara, súbito que se la videro bella, doniiiiaiioni.

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225 ropa de terciopelo negro sin bonete, y con una cofia de oro en la cabeza , faltó poco para que no le enceirára en el castillo de Sanl-Angelo y le cortasen la cabeza (1); y que por último sn atrevimiento y ansia de dominar le lle- varon hasta el punto de querer lanzar de Italia no solo á los españoles , sino á todos los extranjeros , á quienes ape- llidaba como por dedprecio bárbaros -j ultramontanoi (2). En medio de tanta inquietud y de las negociaciones que octirrieron entre el mismo Papa , el íley Católico, el emperador Móximiliano, los venecianos, los suizos y el Rey de Francia , trató el emperador de reconciliar á este con el de España. PropOsd para ello entre otras ba- ses la de que nuestro Infante D. Femando, nieto ó un tiempo suyo y del Rey Católico, casara con Reinera, hija segunda de el de Francia, dándole en dote el ducado de Milán. En donde intervenian intereses tan encontrados y personas tan opuestas como las que por desgracia de la Italia tos disputaban en ella , era muy difícil sino imposi- ble llegar á entenderse sobr'e eso. Todo eran desconfian- zas, intrigas y enredos ; en medio de las cuales , y sin que estuvieran próximos á vencerse, murió en 21 de febrero de 1513 el papa Julio II, hombre impetuoso, de pensa- mientos demasiado altivos " y digno, según su contcm-

poráneo Guiccíardini, de eterna gloria si hubiese sido

> un Príncipe seglar, ó si et cuidado ó conato que puso

en exaltar y engrandecer la Iglesia en lo temporal con

> las artes de la guerra, los hubiera empleado en ensal-

zarla en lo espiritual con las artes de la paz (ó)."

(1] Guiccíardini, lib. 11.- Zurita^ tbi., cap. 20. &) Ibid., cap. 22 y 35.

(3) Zorita, íbi., cap. 57, dice que Julio II murió en 20 de fe- brero de 1513; pero Guicciardini , lib. 11, afirma que Jiai la nufie JoM XXV. 15

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226

Sucedióle con el nombre de León X el cardeaal Juan de Médicis, que habia sido su legado en el ejército coliga- do ; que fué prisionero en Ravena y TÍlípeodiado ea Bolo' nia, cuando entró en ella con Pedro Navarro , y que con él y como tal prisionero asistió etl Hilan á las exequias de Gastón de Foix. Al abandonar los franceses aquella ciudad le llevaban á Francia bien custodiado. Habiendo un día pernoctado en Pieve del Cairo , alborotados algunos de sus vecinos y unidos con parte de sus criados, al pasar por la mañana el por la barca de Batignano, amedrentaron de modo á los que le guardaban , que solo trataron de sal* varee y no de defender al preso (1). Llegó tan á tiempo á Roma que habiendo poco después muerto Julio II, fué sublimado al solio pontificio nemine discrepante de loa veinte y cuatro cardenales que entraron en el conclave. Corónesele en San Juan de Lelran con tanta pompa y con tanta algazara del pueblo, que desde la inundación de los bárbaros se decia no haber visto en Boma dia mas mag- niflco y soberbio; "haciéndole todavía mas memora- B ble y digno de admiraciou el considerar que aquel que

entonces con tanta pompa y raro esplendor lomaba

las insignias de tan grande dignidad, en el mismo dia * del año anterior había caído miserablemente prisíono- > ro (2) con Nuestro conde Pedro Navarro, á quien lejos

diaanzi al vigessimo primo giornodi Febraio, eíleruio gia propincuo it giorno.

(1) Guicciardini, lib. 10.

(2) GuícciardÍDi , lib. 11, «t fece questo giorno piu mtmora- bile el di maggiore ammiraliont it eoiuiderare cotui che hora pi~ gtiava con ti rara pompa el splendere te inifgne di tanla drgniía^ era staio nel giorno medlíimo laniio dinaini /alto miserabitnieule prigione.

3vGooglc

227

tJe olvidar en su grandeza veremos luego cuanto se in-

teresó por su libertad."

' A pesar con todo de (anta admiración, "y del gran

placer que , según Guicciardini , causó en loda la Iglesia

la elección do un pontífice que había de ser rarísimo,

así por la fama de su liberalidad , benignidad , castidad 1 y perfectas costumbres . como porque , imitando á su

padre , había de ser muy inclinado á los literatos y hom-

bres de genio, y sobre todo por su elección limpia, sin

simonia ni sospecha de mancha al};una {i)." Pedro Már- tir de Anglería, que por un criado del mismo Guicciardini, embajador á la sazón en España de los florentines , supo aquella elección , no pareció muy contento de ella. Ape- nas podía creer, y asi lo escribía á un amigo, que el sa- cro colegio " que acostumbraba colocar én la Santa Sede » mas bien á los cardenales decrépitos que á los de edad

juvenil y vigorosa, hubiese puesto en ella á Juan

> Hédicis, que agn no contaba treinta y ocho años. Tene- » mos, pues, le decia, un pontífice mozo y erudito, mú-

sico y muy aGcionado á la opera y á lo» conciertoa , na-

da guerrero, sino mas bien inclinado de suyo á la pae,

> de condición suave , aunque mas inclinado que lo justo

> á sus parientes y familiares (2)." Mas el Rey Católico por lo contrario se holgó altamente con la elección. El

(1) Goicciardini , '\\¡\. f ata TeUtlione candidamente sema simo- nía o sotpetto di macula alcana etc.

(2) ...Vix credcre id posiumus quia sil anaum nalus noadum iKiavum et Irigetimum, tohanique Sacre Sedií Romanm Cardinet potiut deerepitoi qaam átate virentei dcligere,.,.. habcmus Poniiji- tem eruditum, sed musicam et qui caDlorum collegiii; et freqaeoti cortma delecletar; pacis esl taopie amatar , minime Martialis, uli- tis admwlam , luorum et affinium el familiaiium aquo ainauíior. EjHStola 519.

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minucioso y veraz Zurita refiere haber oído á una persona muy grave que fué del Consejo de aquel Rey tan de cora* zoo español que una de las tres cosos de que decia haber recibido mas placer y contentamiento en la vida era la creacioQ del papa León X (1).

Así sucedió que siendo este Papa tan propenso á la paz como belicoso y resuelto habla sido bu predecesor, no fué dificil concertar una tregua entre lo» Reyes Católico y Cristianísimo. Publicóse con efecto en 1 ." de abril de aquel año de 1513, pero solo por un año, y para esta parle de los Alpes, ó sea entre los Alpes y los Pirineos, en la que debían cesar enteramente las hostilidades entre los dos. Como se arregló esa tregua sin conocimiento del Emperador , los antiguos enemigos del Rey Católico , Don Juan Manuel, el obispo de Badajoz y otros de los que opuestos á su gobierno en Castilla , se habían refugiado á Bruselas , aparentando celo por el Principe D. Carlos su nielo , indignaron al Emperador contra él. En su oi^ullosa insensatez y falla de patriotismo no conocieron aquellos ambiciosos, ó por lo menos afectaron desconocer que al Rey Católico, mas celoso que nadie por los intereses de su nieto, le convenía mas que gastar la sangre y dinero de sus españoles en la guerra do tSavarra , asegurar pacíficamen- te aquel reino, que acababa de ganar; á cuyo fin y con su habitual destreza excluyó de la tregna á su Rey Juan Labril , privándole con ella de los auxilios qne le prestaba el Rey de Francia su aliado (2).

(I) Las otras dos eran el naoimiealo de! Principe D. Juan y la cutradH iriuafante en la ciudad de Graaada, termíoada la cuiiquis- ta de aqoel reino. Zurita, ibi., cap. 57.

(1¿) Guicciardini, lib. 1 4 , per che coa ¡a quiete si ita&iliiit me-

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229

También tlísgusló la tregua al Rey de Inglaterra En- rique VIII. Quejábase como el Emperador, é igualmente impulsado por los castellanos que andaban en Bruselas, de que el Católico su suegro le hubiese engañado concertán- dose con el francés, cuando unido con el Emperador te- nia determinado invadir la Francia por la Picardía mien- tras el Emperador la acometía por la Borgoña. Todo eran acusaciones por un lado y preparativos de guerra por otro; en medio de los cuales y de las complicaciones, guerras, motines militares y desastres que por su parte asolaban á la desunida Italia , pasó el estrecho de Calais y desembar- có en Francia un numeroso ejército inglés (i). Hasta de cuarenta mil infantes y mil y quinientos caballos dicen que constaba cuando cercó á Terouanno , plaza francesa situada en la Picardía ; en cuyas cercanías y con ocasión de que los franceses trataban de introducir un socorro, se trabó y los ingleses ganaron eu agosto de aquel año la famosa batalla de Guinegate , y por otro nombre de las espuelas , por lo mucho que se dijo haberlas los franceses aplicado á sus caballos para salvarse (2).

Entre los prisioneros de mas nombre que en tan céle- bre jornada cayeron en manos de los ingleses , se contó al marqués de Rotelin , duque poco después de Longue- Tille, que como dice Branlome no se sirvió de sus es- paela$ para huir (5). Era uno de tos caballeros de mas

glio il Regno nuwamente atquútato de Navarra,— tw^a , ibi,, Gap. 61, 62 r65.

(1) Ihid. 66.

(2) GnicciardÍDÍ , lib. 12.— Zaríta, ibi., cap. 73 y 7i. Jotío, ^\m Uiiiorias , lib. 11 , cap. 10 y If.

{Z") Et & la jouraie des esperons , ou il ne se se/vif guieres áei sieM poaF fuir eomme íautrtí,.... fut meaé prísouier en Anglelerre, etc. ea su vida.

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250 nombre y fama en Francia así por su valor como por es- Lar emparentado con la familia Real (1). Tomando encoen- ta esas circunstancias, y siguiendo la práctica de tasar los prisioneros, se le pusieron cien mil ducados de res- cale ó talla. Por via de auxilio para pngnr tan gruesa su- ma y que pudiera cuanto ánles regresar & su patria , le traspasó Luis XII la propiedad que se había reservado de Pedro Navarro, ó sea los veinte mil ducados en que es- taba valuada su soltura (2) : de modo que, y esto hace ver que algo han ganado los hombres en dignidad , aquel que tan superior era ttl duque de.ljongueville por sus proezas en mar y tierra y así en África como en Europa , fué ta- sado por tos mismos que debían apreciar mejor esa dife- rencia, en la quinta parle de lo que lasaban un duque, á quien, como dice Brantome, ilustraba mas su raza, á pe- sar de ser bastardo, que su valor y virtud (3).

15i4. Pero no era eso quizás lo que mas afligía á nuestro conde en la soledad de su prisión. Al cobo de mas de un año en ella , podía creerle, y aun au parece que lo indican sus contemporáneos, olvidado del Rey Católico, por la envidia " de los que se salieron huyendo de la bata-

> lia de Ravena, y de los que, no habiendo estado en ella, le criticaban no siendo para la guerra , ni entendiendo

> una palabra de arte militar, y por la mala voluntad del

(t) Gnicciardinl , ibi. LongtwUIa atlrimenii il Marthete de A»- tellino , Principe del teuigue Retde etc.

(2) Mererai, Histoire de Franee, to). S, pdg- 359 y 383.-Da- niel, Tol. 9, pAg. 637.

(3) En su vida, y tratando de los coroDeles franceses, j4prit Mr. de Ckatimont viat teñir la place Mr. de Longuevilie plut par illuítratioa de $a race fmait pouriant á caute de la battvdUeJ q«e pour sa vaieur et verlu.

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231

duque de Alba y otros privados del Rey (1) ": mas este, aunque á U verdad no anduviera muy aolícito en procurar su libertad al principio, auténticamente está probado que se ocupó de ella con empeño. En tas instrucciones que en febrero de i 51 4 dio á Pedro Quintana su secreto- rio y embajador en Francia para negociar la continuación de la tregua, y en las que después de haberlo conseguido dio al obispo de Trínopoli, su predicador (2), y á Gabriel de Orti, su capellán, para que trataran de convertirla en paz perpetua entrando en ella el Emperador y el Bey de Inglaterra, no solo les señaló la libertad de Pedro Navar- ro como punto do política sino de delicadeza y de rigoro- sa justicia. Quena que al fin del tratado en que se con- signaran la paz y los matrimonios del Infante D. Femando con Rainera, hija segunda del Rey de Francia, dándole en dote el ducado de Uilan, y del mismo Rey de Francia, muerta su mu|er Ana, con la Infanta doña Leonor, herma- na de D. Fernando, é hija como él de doña Juana la Loca, se insertara un artículo especial en que se estipulase la libertad de su desgraciado general.

" Estaréis sobre aviso , les decia , que en fin de la ca-

pitulacion dicha, paz y casamiento se ponga un artícu- >lo para que. siendo firmada la dicha capitulación, sea

sollado y puesto en libertad el conde-D. Pedro Navarro >8in paga alguna y que le dejen luego venir á mis reinos

libremente. Y si el Rey de Francia vos dijere, que lo

(1) El canónigo Pedro de Torres ea ei HS. que va en el Do- cumento adm. 23.

(2) Llamábase fray Bernaldo de Mesa según Zurita, lib. 10, cap. 86 y 68, y había ido i Francia, lo mismo que Gabriel de Orti, de quien trata en el capitulo 69, i reclamar los bienes de Gastón de Foix para la Reina Germana sa hermana , mujer del Rey Católico.

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> tiene dado al duque de Longavila (1] , le responderéis. «que estando como está el dicho conde en su reino, aun-

> que el dicho duque le tomara prisionero , asentando tal

capitulación de pas y casamientos como esta', el Rejr de

Francia era obligado de hacerle poner en libertad, caan- « to mas estando e) dicho conde como estaba en poder del

Rey de Francia , y habiéndole él dado á dicho duque

> después que se entiende en estos negocios. Y decidle

que no se fallará que jamás se ficiese tal paz y deuda

entre tales Príncipes, que los prisioneros no se soltasen

y aun así lo fice yo cuando casé con la Serenísima Rei-

> na (^ Germana J mi mujer , cuanto mas en este caso qne

> DO hay mas qne un prisionero y seria tanta vei^enza » facer la paz sin soltarlo que no podría ser mayor ; y por

esto habéis de insistir que en todo caso el dicho conde

sea puesto en libertad sin paga alguna, y decid dicho

> Rey de Francia que también se habían puesto á rescate

> los que yo la otra vez tenia presos , pero libremente los

solté y aun restituí á sus estados ; y habiéndose fecho

> ésto siempre, y siendo cosa tan ordinaria y tan debida, » razón es que se faga lo mismo por el dicho conde sien-

do tan buen cristiano ; y yo no consentiría que se me

Ocíese tanta vei^úenza en caso que nunca se fizo ni como » yo lo pido ; y no puedo creer que el Rey de Francia

> quiera otra cosa ; mayormente sabiendo, que eq la em-

> presa de Milán que con el ayuda de Dios se ha de facer

podrá mucho servir el dicho conde. Pero en caso que >no pudiésedes acabar que pongan en libertad al dicho

(1) Ed la respoesta ^ Pedra Quintana se )¿e: V decir que Iq tie- nen dado á su mujer del duque de Longavila y el dicho ccnde etlá tasa reúioelG.

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> conde no dejéis por eso ile concluir y asentar la dicha .paz(l)."

Vivia Navarro en Loches tan ignorante del cuidado qae debía á su Rey como ansioso áa salir de aquel en- cieiTo. Por su desgracia ni los malrimonios ni la paz con Francia qoe eran las premisas de su soltura, llegaron á te* ner efecto. Sucedió por lo contrario que Enrique VIII, al* tamente ofendido de que el Católico su suegro le hubiese tres veces engañado negociando y prorogondo la trejtua sin su conocimiento , mediando su prisionero el duque de Longueville, se concertó é hizo la paz con el Rey de Fram cía Luis XII. Publicóse á principios de agosto de aquel año por todo el tiempo do la vida de ambos Reyes y un año después, y entre las condiciones que abrazaba fué una la de que Haría hermana de Enrique, joven y hermosa dama, casara con Luis XII viejo y gotoso, preíiriendo aquel ese malrimonio al que tenia contralado de su her- mana con su sobrino el Príncipe y después {Imperador Carlos V (2).

Con lo libertad de Longncvílle perdió el conde Pedro Navarro alguna esperanza, si la tenia , de conseguir la su- ya. cuando aquel fuera rescatado. En semejante aflicción, y siempre con el agravio de que el Rey Católico no le aten- día , ya fuera por dar oidos á sus émulos ó porque siendo aragonés misero y e$ca$o , como pensaba el canónigo Pe- dro de Torres y confirma Paulo Jovio, creía que por su avaricia le despreciaba (3) ; antes de tomar otra determi*

H) Véase el Doenmento núm. 33.

(2) Guicciardini, lib. 12.— Zurita, ibi., cap. 88.

(3) Véase el [)ocuinetilo núm. 23 y el elogio de Navarro por Jo- 110, eo que dice tralaodo de su deserción, poslquan ai/aré eontemp- iHi á tutt gentis Rege viderelur ele.

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nación Be Jirigió á su ilustre campanero de prisión cr Ravcna y denuestos en Bolonia, el Pontífice León X. Entre los literatos llamados por este á su lado al subir al solio pontificio, fué uno de los mas señalados et historiador Te> neciano y distinguido poeta Pedro Bembo, á quien nombró su secretario y mas adelante cardenal (i). En la colección que de sus cartas nos queda . se leen con sumo placer las que por mandato de León su protector, el hombréala sazoD de mas autoridad en la tierra, pues que aun no se la había disputado Lutero, escribió así á nuestro desgra- ciodo conde , como á Luis XU de Francia , solicitando su libertad.

Navarro que era devoto , propenso á frailes y que á ejemplo del Rey Católico los empleaba como sus mensaje- ros, hubo de enviar uno á Roma con la relación de sus cui- tas. Compadecido de ellas LeonX, le respondió en 20 de setiembre de aquel año, que, " estando para regresará > su compañía fray Fernando de la orden de los Henores

franciscanos, le habia dado carta para el Rey de Francia

rogándole que le pusiera en libertad ; lo cual de modo V alguno dudaba que dejase de ejecutar por el amor y

benevol encia que le profesaba. Quiero por lo tanto que

lo sepas , así para que tengas buen ánimo como para » que confies en que nada de cuanto concierna á tu sa-

lud y libertad he de descuidar, según mas plena y es-

tensamente el mismo fray Fernando te podrá infor- . mar {2)."

Aun estuvo mas expresivo y afectuoso y justo apre- ciador del valor y religiosidod de Navarro, en la que por

(1) Jovio, De fila Leonü X ele.

(2) V. el Documento aim. SS.

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235 el mismo conducto escribió al Rey de Francia en el mis* mo dia. " Amo de tal manera, ie decia , al vizcaíno Pe* » dro Navarro , tan sobresaliente on las cosas de la guerra

7 en la actualidad ¡tu prisionero , cuyas valerosas y es*

> clarecidas acciones por la cristiandad así como sn insig-

> oe fée y su reverencia para conmigo juzgo serte bien co*

nocidas, que su salud y comodidad han llegado á ser >uno de mis mayores cuidados. Ruégete por lo tanto y >con toda la amistad y benevolencia que puedo, te suplí-

coque llegue alguna vez el dia en que quieras ponerle

en libertad : acerca de lo cual así Luís obispo de Tricari* » co legado cerca de tu persona á quien al intento es*

cribo , como Juan de Rocberort tu embajador cerca de

la mia, á quien he descubierto con mayor amplitud y

cuidado mi pensamiento te darán razón de todo (1)." Y para no dejar duda ni del arecto que profesaba á Navarro, ni de lo mucho en que apreciaba León X su valor y de- seaba su soltura , cumpliendo con lo antedicho escribió á su legado en 21 de octubre del mismo año de 1514, que "con cuanto cuidado podía había escrito al Rey de Fran- » cía en favor y recomendación del vizcaíno Pedro Navar-

ro, y que puesto que no se le ocultaba cuan grande

amor le profesaba por su valor tan acreditado, deseaba

(|ne aquel Rey y en atención á que iba ya para tres años

que le tenia en su poder, te restituyera ó sn libertad.

> Procurarás por lo tanto, seguía , y trabajarás con cuanto

> mayor empeño y diligencia pudieres para conseguirlo si

(1) Ibid , Tncaríco es una ciudad da la Bastiicata en Ñipóles. Tlamábase Luis Canosa, y fné enTiado por León X i Ioe Reyes de Francia é Inglaterra para Ib paz qne en aquel año concertaron. -^ JoTÍo, Hütor., lib. H, cap. 18, dice que era de sagaz ingeDÍo, j Gaicciardini le titula Vescevo Tríearíeo.

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> es que quieres prestarme un servicio taa sumamente de

> mi agrado como de mi deseo : con el bien entendido ^d » embargo de que en lo que a) intento aconsejares, hayas * de'emplear aquella suavidad y discreción que acoslum- bras en tu conversación (1)."

O por que el legado ateniéndose á esta última reco- mendación anduvo flojo en el desempeño de su encargo. ó por que el duque de Longueville no quería que solta- sen á Navarro sin que pagase su tasa , ó por que Luis XII en opinión de algunos pasaba por muy escaso y aun ava- riento, aunque pagaba bien á los soldadoe y sus deu- das (2), ningún efecto produjeron las afectuosas demos- traciones y ruegos del Papa. Valia mucho por otra parle Navarro y nadie lo sabia mejor que los franceses , y sobre todo su Rey que al noticiarle haber vencido en Revena pero perdiendo á Nemours, exclamó que nada habí a gana- do sino perdido muchísimo (3), De modo que lalibertad de Navarro dependía esencialmente del dinero que él no tenia y nadie lo ofrecía por él; siendo tanta su desgracia en me- dio de lo que lodos le elogiaban que hasta el caballo que montaba León X cuando le tomaron prisionero fué oportu- namente rescatado para qtie le condujese triunfante en la majestuosa pompa del dia de su aclamación (4) ; y ¡ el va- leroso soldado que^ á pesar de sus malsines, habia sal- vado el honor de su patria en Ravena, libertado á la ciu- dad santa de ser saqueada y á la Iglesia del cisma y con- ciliábulo de Pisa tan protegido por el Rey de Francia, yacía

(1) Ibid.

(2) Jovio, Historiar, lib. U, cap. 18 al fia.

(3) En U vida de Luis. Ah Dieu ! je ne tay pas gagnée mmt tres bien perdue.

(i) JoTÍo, De vita Leoait X,

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en (riále prUinn por haber antes pensado en su gloría* que en adquirir con el saco y el pillaje to que do había heredado!

Si León X se hubiese prestado á \¡t liga que en aquel tiempo le proiwnia el Rey de Francia contra el Católico y el Emperador, en vista de los pocos soldados que te" niaa.enltaliayla gran falta de dinero para pagarlos que experímentaba el segundo y lo muy amigo de guardar los Kuyoa que era el primero (1); acaso sus demostraciones por el prisionero de Loches hubiesen logrado buen éxito. Mas aquel Papa ambiguo é indeciso temiendo por un lado á los franceses y por otro á los españoles é imperiales que le busc-aban , á todoa los igualó diciendo no ser propio de su oficio pontifical aconsejar la guerra entre los Príncipes cristiaaos unos con otros, sino contra -los turcos enemi- gos de la fée (2). Daban estos mucho que temer con efecto. Divulgábase que el Sophi Ismael, al ver la debili* dad y discordia en que las guerras habían puesto á Italia, la amenazaba y principalmente la Marca de Ancona en el estado pontificio, con una armada de ciento y cincuenta galeras y muchos navios ite carga. Para resistirlo se con- federaron el Emperador , el Rey Católico y el Papa , con propó^to de que se les juntarían tos Royes de Francia, Inglaterra, Portugal y otros (3). Todo sin embargo quedó eo palabras y nadie se movió , á pesar de que las disensio* nes intestinas y la guerra que los turcos traían con toa persas inducían á combatirlos en su casa. Quizás la soli- citud que León X mostraba por la libertad de Navarro su encaminaba también á emplearle por mar ó tierra contra

(t) Jovki, Historiar, lib. li, cap, 18.— Guicciardiiii, 1ib. M,

(2) Guicciardioi, ibí.

V3) Zurita, lib. 10, cap. 85.

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238 etloB, teniéndolos tan conocidos. Su ánimo llegaba & tan< to, que según el Cardenal de Santa Cruz escribía al Rey Católico por aquel tiempo, exorlándole á continuar la tre- gua con Luis XU y ñ coligarse lus dos contra el S^hi, Navarro habia dicbo en Ñapóles en cierta ocasión que con una armada ¿e quince á veinte mil hombres que fuete á Gallipoli y se apoderase de los castillos del ealrecko , de seguro te tomaba á Constantinopla (1),

1515. Mas tanto esfuerzo y valor tardaron poco en volverse contra la patria y en hacer desventurado á Navar- ro. A pesar de la paz que el Rey de Inglaterra habia coa- certado con el de Francia por odio al Católico su suegro, no cesó este de negociar con el francés la paz , con la que estaba unida la libertad de Navarro. Persistía siempre cu esto y en que la base del concierto fuera el matrimonio del infante D. Fernando su nieto con Reínera, hija se- gunda de Luis XII , dotándola este con el ducado de Mi- lán ; " pero como el Rey Luis que era de mucha edad y

estaba enfermo de gota , tuviese demasiada conversa-

cion con su nueva esposa , enfermó de unas calenturas, » y acudíéndole sobre ello unas cámaras murió en el prt- > merdia de enero de 1515 (2)."

(i) Ed U de abril de I5li V. Oocumeoto Dúm. 26.

(2) Asi expresa el traductor de Paalo Jovio lo qoe Guicciardiní refiere con mas claridad y no sin decencia perche il Ri di Fran- cia, mentrí che dando cupidamenie opera alta telleta eccellente et alia eta delta auova moglie, giovaae di dicio/io aniii, non li ricorda detieta sua e della debilah della comprcisione , oppresso da fcMre et topravenendagU accidente difiuuo parli quaji repenliaamtnie della vita presente, havendo fallo memorabite il primo giorno, etc. Bran- tome, con bu habitual Bollura dice en su vida que // a'eiil aueuHi enfniíi de sa dcniierejemme Marit d Angleicrre : il ne lint pa$ A elle , eommej ajr dict aillcurt. Aiusi elle nc dcmeura guirres aoec-

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Sucedióle con el nombre de Francisco I su yerno el üuque de Angulema , casado con su hija mayor. Joven, valeroso y de ánimo resucito, apenas fué solemnemente coronado y jurado , que puso todos sus pensamientos y fuerzas ea recuperat el estado de Milán y dominar en Ita- lia . lanzando de ella á los españoles y alemanes que abor- recía de corazón. (labia por otra parte tenido muy estre- cha amifltad con los Reyes de Navarra D. Juan Labrit y Doña Catalina , en cuyo favor había tomado por primera vez las armas, y miraba como punto de honra, y aun les daba esperanzas de restablecerlos en su reino. La nación en general y mas particularmente la nobleza le animaba á encaminarse á Italia, continuando con los recursos que el difunto Rey su suegro habia ido reuniendo para vengarse de las afrentas que en ella habia sufrido ; y finalmente genoveses y venecianos le llamaban presentándole muy fácil el triunfo, especialmente los últimos; ansiosos de re- cobrar las ciudades, que después de expulsarlos los fran- ceses , les habían tomado tos alemanes y españoles (J).

El Rey Católico á pesar de su edad y muchas dolen- cias ero muy prudente y perspicaz' para dejarse sorpren- der. Habiendo el nuevo Rey de Francia adoptado desde el punto de su advenimiento el titirlo de duque de Milán, bien claras eran eus intenciones. Asi fué que habiéndolo propuesto la continuación por un año mas de la tregua que

^uci luj'; car s'efforftmt par Irop aprit ceite grande heauté pltit gue soa vieil aagé ite le porloit , il mouruí. Auisjr dUoil-on pour íors <¡uand il l'apousa, qu'il avoit pris el chevauclioit unejfune qaiUetli- V qui bien loil te meneralt en paradit loul Hroict et plustott qu'il ne voudroil ton grand chemin.

{\) Jotío, Hislorlar. Ub. iíS, cap. 1."— Guícciarjini, lib. 12.— ZuriU, lib. 10, cap. 91.

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tenia Con su antecesor, el Católico conociendo que era para ganar tieni|>o y concertar mejor su expedición á Ita- lia , le respondió sin reparo estar pronto y dispuesto á olla siempre que Fuese general , y se extendiese no solo al otro lado de los A.tpes , sino también á nuestras froo- teras por los Pirineos (1). Y mientr'as tanto al paso que con su acertada previsión negociaba una liga y so confe- deraba con el Emperador , los suizos y Maiimilíanb STor- cia para mantenerle en el ducado de Milán , convocaba las Cortes de Aragón y Castilla , para pedirles auxilios en la terible guerra que le amenazaba . y en las últimas ade- más, y para dicha de Navarra , se la nnió á su conna, manteniéndola sua Fueros y prívilegioa(Íl).

Gomo en los negocios políticos nunca es el bien com- pleto ; en tanto que la madre España se complacía de que el Rey Católico infatigable en la obra inmortal de unir á todos sus hijos, lograra en sus últimos días que los navar- ros al cabo de tanta sangre vertida en las guerras con sus hermanos y en sus disenciones intestinas, afianzasen una ptti no interrumpida después ; y en tanto que el mismo Rey con el propósito siempre de realzar el pueblo ate- nuando las altaneras pretensiones de la nobleza "antes

decia á las Cortes, entonces reunidas en Culatayud, estar

aparejado para esperar cualquiera inconveniente que

consentir en sus dias, que con perjuicio de la repúbli- > ca , como los ricos-hombres y señores de vasallos en X Aragón pretendían, se revocaran los recursos de sus vasn-

líos al Rey, y la justicia no pei-sigiiiese á los malhecbo-

H) Guicciariliiii. Zurita, ibi. {■edro Márlir.

(2) Zurita , cap. 92. Véa.se el <locii[nento de la unioD en el lo- inu 3 de Auiigüedadet de Navarra , por e) seQor YaiíguaR, arlfculu fícjrs, pAg, 260.

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S41

res qoe ae rerugiarao á aus lugares (1)"; dos de tos mas famosos é insignes españoles de aquel tiempo , como fue- ron el Grao Capitán y Pedro Navarro, conspiraron abierta- mente contra su patria. El primero, sin comprender el gran pensamiento del Rey Femando y unido siempre á sos enemigos , como si la incorporación de los maestrazgos á la corona , y principalmente del opuletito de Santiago, nii hubiese sido una délas mas insignes acciones de aquel Rey. y de la esclarecida Doña Isabel , sin atender mas que á su engrandecimiento , y fijo en que el maestrazgo de Santia* go le había sido bien ó mal ofrecido en premio de sus ser- vicios, solo aspiraba á obtenerle. Querin con su poder y con la inmunidad eclesiástica de que gozaba, representar segan el tiempo lo permitiera el papel que por lo pasad» habían representado los maestres uniéndose á los magnates revueltos contra los Reyes y nunca en favor del pueblo; y como si el Rey Católico fuera fácil de engañar , bajo pre- texto de ir Á servir al Rey de Inglaterra que te llamaba, trataba de pasar á Flándes, para venir á Castilla, unido coQ D. Juan Manuel y los antiguos revoltosos que rodea- ban al Principe D. Carlos ya mayor, á privar á su abuelo del gobierno que con tanto acierto habia sostenido duran- te su menor edad y la demencia de su madre. Hasta bulas del Papa se dijo que tenia para suceder en el maestrazgo al Rey ya casi moribundo, y tan persuadido de lo útil que era su incorporación á la corona , que por mas que

(1) Znrita, líb. 10, líel Bey D. Fernando, cap. 93, reSere con sn loable eiactitud la firmeza con que el Rey se opuso & Un perjadi- ciales pretensiones, sin querer de modo alguno acceder á ellas tt pe- sar de que par la falta do unidad en los brazos le negaron l:is Cúr~ tes el auxilio necesano para defender el reino amenazado de los franceses, y turo que acudir á tas ciududes y ealado eolesiAslico.

Tono XXV. 10

„Googlc

242 le instigaroD á que los dejara todos á bu nieto el Infante D. Fernando , no hubo medio de privar de ellos al Princi* . pe D. Garlos su sucesor (1). Fué pues fortuna del Gran Gonzalo que aquel Bey en medio de su decadente eatado> tomara con resolución las medidas conducentes á que ni el reino fuera perturbado en sus últimos días , ni el nom- bre de persona tan insigne pasara á la poateridad con la nota de desertor y de falso. Habiendo oportunamente sabido que Gonzalo trataba de embarcarse en Málaga acompañado del marqués de Priego y de los condes de Cabra y Ureña, ordenó por un lado que á nadie se per- mitiera embarcar sin su licencia, y que por otro se obser* vasen las acciones de aquel hombre extraordinario , que en diciembre del mismo año acabó sus días en Gra- nada (2).

Pero no fué tan feliz Navarro su antiguo compañero de gloria , y encargado después de prenderle. Cansado de la prisión y sentido del olvido en que por cansa de lo de Ravena y oir á los cortesanos , ó por su miseria y avari" cia, le tenia el Rey Calólico, cuentan los historiadores franceses, algunos italianos y españoles , que apenas acla- mado Francisco I de Francia , le envió á buscar ofrecién- dolé altos cargos militares , y pagando de contado los veinte mil ducados de sn rescate (5). Acaso por atenuar.

(t) Zurita, tbi., cap. 99.

f2) redro Mártir, Epistolar, ele— Zorita, ib¡d..96.

(3) Bochet escritor del siglo XVI en sos Anales líAquittÚM, 4." Parlie, cbiip, 13, pég. 3S3, escritor muy inmeditto á Navar- ro, lo mismo que Branlome que trató en Ñapóles i los qne te co- nocí e roa.— Daniel, Hisíoire Frunce, tom. 9, Fran^ois I, pig. 15. Guicciardini, escritnr contemporáneo en el lib. 12 de sa Hinw ría dllalia, año de Í5|5, dice lo mismo que Zurita en el capitu- lo 95 del libro 10, liabcT sido el nuevo Bey de Francia quien le

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la flaqaeza de haberlos aceplailo , añade el elegante bió* grafo latino del cardenal Jiménez deCíanerct, que al ad- mitir el mando que aquel Bey le dio. puso la condición de que 00 hablo de combatir contra los españoles, ni en- trar en guerra abierta contra el Rey qne tanto le había apreciado y tenídole á su sueldo (1); mas ni tal estipula- ción fué cierta , lo que es mas , mereció el aprecio del analista Aleson. Como si fuera mas glorioso para Roncal y NaTarra , en la que persiste haber nacido nuestro conde, apartarse de sus hermanos y asociarse á sus enemigos, que mantenerse unido con aquellos y adicto al Rey que tanto bien habia dispensado aun á la misma Navarra , so- brepasando á lo que Paulo Jovio refiere haber oído del mismo Navarro acerca de sus victorias y desventuras, cuenta como si lo hubiese presenciado, que no haciendo el Rey Católico caso de él y dejándole podrir en el cauti- verio sin darle con que pagar su rescate ni las asistencias

hizo grandes ofrecí míen tos con ÍQÍmo do emplaarle y lo pagA su reseate , síeodo may de Dotar en medio de la opinión ten general (obre las cauMS qoe Pedro Navarro lavo para pasarse á los fran- ceses qne (anlo Pr. Tboiu. Fazelli, De rthut Stculis poiterioris DernJií f lib. 9, cap. W, como Franciscas Maurotjrci, lib. 6, pági- na 272, Sicaaica Hisioria ad aii. ISlO, escritores contemporáneos Je Navarro , refieren qne de resultas de haberse conducido mal en la empresa de los Gerbes , relevado de sus jarameatos por el Rey Católico, se fué A servir i los francesas. Thetaunis AniiquittUum tttJim, tom. h, pAg. S7a y 667.

(1) Alvaro Gomes, reiat gettit Franáfci Jümeiúi, lib. 6, pág. KtA... odia tfuwumdam *o$trcnun ifuoi inf tuto* k^biil , Íhcui- lodia negUelut, á Rege Gaüorum soliatatus , datsi Galliea kae (ut ajont) tondititMeprajieitur, ut stavalHui tt pedettriiut copiis con- MÍtio praientia tua eonsutertl , mamut auiem eum Hispamt eoH- tertre, aul Rcgetn saum apud quem ü) pretio haJtitut tlipendia fc- eerat, apeno Marle offendtre non lenertlur.

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necesarias con que pasar su triste vida por dar oídos á chismes de eoTÍdiosos, y sobre todo á los cargos que por lo de Rarena le hacia el virey Cardona . . . . " con el des*

> pecho de la crueldad é ingratitud que con él se usaba«

> recurrió á la generosidad <iel Rey Francisco ofrastén-

> do servirle contra todos sus enemigos , aunque fuese con'

tra el Rey de Aragón con tal de que le concediese lo gue

el otro le negaba; y qno aceptado esto por el de Fran-

cía, DO solo le otorgó la libertad pagando al duque Lon*

gueville su rescate, sino honrándole con el cargo de su

general de infantería gasccma (1).

Según Gonzalo Fcrnnndoz de Oviedo , como el Rey de Navarra D. Juan de Labrit era Francés, se concertó con él Pedro Navarro y con el Rey de Francia , pasando des- pués i Italia contra los españoles , para no acertar nunca y perderse , como oportunamente advierte , en compa- ñía de los franceses, después de haber sido tan ventu- roso en la de aquellos (2). Antes sin embargo de admi* tir la honra que el Rey de Francia le hacia , " acordó é

fué bien acordado, dice el canónigo Pedro de Torres, ol* vidándose de que no vivía en los siglos en que los ricos- hombres podian desnaturalizarse é ir á buscar servicio

(1) Anales de Nanarra. t*arte 2.*, lib. 30, cap. 1.— JoviosD el capítulo k del libro \k <le la traHoccioQ de Gaspnr Baeza se ex- plica too distinta mente que dice "como el Rey D. Femando en tantas ocasiones como había en el tiempo de la paz (por la ene- mistad que habia entre el Navarro y D. Bañan de Cardona sobre el mal 8uc«sa de la batalla de BaTens ) mo-oirlo de dolor desta iit- jaria mía que de molestia de ¡a priiion se habia apartado de todo ponto del servicio del Rey de España. Y queriendo librarse del juramento qoe le Lenia hecbo , renunció volunta ríame nle por eacri' tura pública los lugares de tierra de Labor cte,"

(^) QuinijUBgcua 1.*, Rslsnza XXX. V. Documento niím. 27<

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245 contra su propio Rey (i), de se despedir del Bey de Cas- > tilla, e perder lo ganado e servido e hutcar el remedio »deM vida , e propúsose de servir al Bey de Francia (2] ."

Habíale acompañado en Loches como su confesor el mismo fray Alooso de Aguilar , que fué también su com- pañero en la desventurada jomada de los Gerbes. Ast co- mo entonces se sirvió de él Navarro para informar al Ca- tólico de tan triste suceso . asi en esta ocasión le encalcó de comparecer en «u corte , y depositar en sus manos la solemne renuncia que por escrito le enviaba del condado de Olívelo y de los Teudos que en recompensa de sus ha- zañas le había en otro tiempo dado en la tierra de Labor eo Nápolea. Estaba también encargado de requerir al Bey Femando que lo alzase el juromenlo de fidelidad que le debia , á G& de que Ubre y exento de él , pudiera ser- vir y prestar otro al Rey de Francia que le daba la liber- tad , y vengar las nuevas injurias renunciando las anti- guas mercedes (3),

Era mayo cuando se divulgó en Castilla la venida del P. Aguilar y la causa que la motivaba (4). El Rey Cató- lico al ver el memorial de Navarro que traía y conociendo que si era bueno para servirle era muy de temer si le de- servia quiso atraérsele á todo trance. Con ese intento y con muy dulces palabras le envió á decir , por su repre- sentante en Francia, que "no podía creer ni era posible

(1) V. Documeoto núm, 23.

(S) Datiiel, ibi. ZoriU, ibi.

(3) Jovto, ílii.... ut liberüís apud Sraiuiseum qui lüerlaUm da- bat,miliiaret, et renundatb antiquú muneribut reeentem twilume- Uam ulciscereiur, «te.; y en su elogio "abdicatit anliquii muiteriéus, Fraaeiiei regú militiea tese addixit, pottquam ovare eontemplus a toa gottis Bege viderelur

(i) Pedro de Torres, ibi.

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que esluvieBe en libertad cuaniJo fizo aquello, ni ^

> tampoco procedía de bu volnatad'; por que teniendo él

su tanto de honra como la tenía y como era razón do » tenerla , no era de creer que Itícjese cosa qne fuese en

> tanto perjuicio della y negase*á su soíior que le había

> tenido y tenia tanto amor, y halña procurado su liber-

> tad mas de lo que á humanas fuerzas había sido posible

> y que Qunca la habla podido acabar como & lodo el mun-

> do era notorio ; que si otra cosa le habían dicho era gran

> hurla y lo habían hecho por indignarle ; que él , aunque » (Navarro) quisiera hacer tan gran yerro de servia al Rey

> de Francia , dejando ^ su Rey y Señor natural , por el

amor que le tep^a y por lo que deseaba su honra y por*

> que DO quedasen borradas sus. hazañas, no daría lugar

á ello ni le soltaría jomas la fidelidad que le debia , ni

> había recibido ni quería recibir la renuncia del condado

de Oliveto que le había enviado á bacer con «1 dicho

> fraile, antes quería pagar los veinte mil escudos que el

> Rey de Francia había pagado por su rescate como ya te> » nia dada comisión para pagarlo y mas si fuera menester; » que s& venga luego para mi, concluía , que yo le haré

otra» mercede$ y le- trataré con el amor y favor que

razón ; y ti dice el dicho conde qtte no tgthe escrito en

tres años que ha eaíado en prisión, decirle heis , que Diot

sabe ni lo ficiera , pero que el Rey- de Francia nunca » qniso dar lugar á ello ni á que le enviase á visitar por e mucho que se procuró (i)."

Auuque tan afectuosa respuesta ningún efecto produ- jo , sirve con todo para que , unida con las instrucciones

(I) Zurita, lib. 10, pig. 95.— ^&im, ibi.-«-V. Dowment» núm. 28.

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-que eonata haber dado el Rey Católico á sus embajado- res eo Francia se le justifique del abandono con que , por avaricia ó por haber dado oidos á sus émulos , se quiere que mirara á Navarro eo su encierro. Expresamente or- denó al obispo de Triaopoli y á Gabriel Horti su capellán «ncargadOB á la sazón de negociar la paz y el matrimonio de su nieto D. Femando con Reínera, hija segunda del de Francia, que precisamente en aquella capitulación y tratado se pusiera un artículo para que siendo firmada la dicha capitulación fuese soltado y puesto en libertad el conde D. Pedro Navarro (i). .Verdad es qne á lo último decia el Católico que si al cabo no conseguían la soltura -del prisionero , qué destinaba á la empresa do Milán , no por eso dejasen de asentar la paz y casamiento; y no cabe duda de que quizás no hubiera ejemplo de semejante solicitud , si como refiere el mismo Pedro de Torres, muy poco afecto á aquel gran Rey, envió ciertas personas para ter ti ífavarro podia ser hurtado y sacado del castillo sin reicale, e loa franceses ¡nisieron buen recabdo en el Conde, y los tnensajeFos fueron para tan poco que ni aun tupie-^ ron avisarle (2): de suerte qne al ver frustradas , así esas diligmcias del Católico como las gestiones de León X, bien se deja conocer el ánimo de Luis XII y de sus con- sejeros en cansar á Navarro de su prisión y en prepararle para la venganza qne tan en daño suyo se determinó á tomar, así de su Rey y de so patria, como de sus malsines, especialmente del virey Cardona y del duque de Albo. Cabalmente en et tiempo en que por ventura mas se en- conaba á Navarro contra los dos , el primero borrando su

H) T. Documente núm. 29. [i] T. Documento núm. S3>

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248 flaquBEQ en RaveiiD, arrollaba y veocia con gloria det nom- bre español y ta iafantería , que el mUmo Navarro ood tanto valor sacó de ta batalla, á los Teoecianos y á su c^ lebre general Bartolomé de Alviano en Viceoza y otros puntos; y el segundo lan prudente capitán como políUc» 66 apoderaba de Navarra, y daba fin á las desgracias omk EÍguiente^ ásu pequenez como reino (1).

Cuéntase con referencia al mismo P. Agnilar, que Navarro ya suelto de su prisión-, al saber las diligencias del Católico por su l¡ber^ld, le habia dicho en París coa lágrimas que ''Dios perdonara al Rey no haber ktcho ma-. moria de él en todo el tiempo que habia estado preto; por que tiS. A., añadió, me avisara que tenia voluntad epro- curaba mi libertad e los tiempos no daban lagar á eUo, yo nunca saliera de la cárcel e prisión , ni sirviera al Bey de Francia; ma» viendo la poca cuenta que S. A. de mi hacia , fuéme forzoso hacer lo que hice. E dijole ma* el Conde al fraile cuasi llorando , sigue Pedro de Torres, por que aunque- estoy suelto me parece que estoy mas pre-r so é captivo que antes (2) ;" ¡ palabras y sentimientos, que á ser ciertos , honraran mas á Navarro y movieran mas á compasión que no el empeño do justiflcar su deserción, como lo pretende el analista A.leson , con que no nació vasallo del Rey D. Fernando, ni este era su Roy y Señor natural, sino los Reyes legítimos de Navarra D. Juan y Doña Catalina, los cuales por estar en guerra con Luis XII de Francia, que era su enemigo, cuando Navarro fué á servir al Rey de Aragón , lo llevaron muy á bien (3) !-

Francisco I mientras tanto seguía impávido, y cada vw

(f) Gnicciardlni , Jfivio, Zurí^, eto.

(2) V. Documenio uiim. 23.

(3) jiiiolet, etc. Parte S.-, lib. 20, cap. 1.

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mas resuello, sus belicosos aprestos contra aquella Lom- bardía que tan aciaga le había de ser algún día. Teniendo á dicha contar por suyo á Navarro que tanta fama diera á la infantería española derrotando & la francesa, puso des* de luego á su cai^o la formación en Francia de un nume* roso coeipo que bajo su dirección y gobierno, combatiese mano á mano con la primera y aun la sobrepasase. Navar< ro á pesar de que todavía no estaba libre de sus juramen- tos y homenaje al Rey Católico, admitió sin escrúpulo tan alta comisión. Creyendo que los naturales de Francia mas iamediotos á España reunirían las condiciones que busca- ba, pasó á la Guiena, y con gran voluntad y cuidado, ^' juntó cerca de Teínio compañías de soldados aquitanos, rgateones y navarros de los que moraban en las vertientes

> de los Pirineos que, armados en la mayor parte de area- »buc0S y ballestas, eran tan sufridos, animosos, sueltos y

> ligeros , que en el combate y def^sa de tas ciudades y

> en cualqwera otra facción militar aspiraban á lograr con » su valor y manera de pelear, tanta gloria como los ate- manes con su ordenanza y mantenerse firmes en las bo- t tallas campales (I )."

Adelantada la estación y terminados los aprestos, cre- yó Francisco I ser ya llegado el caso de encnminarse a Italia f á donde á toda priesa le llamaban tos venecianos maltratados y vencidos por el virey Cardona y los españo- les. Hecha' reseña de su gente antes de partir, halló Fran- cisco que su ejército se componía de cerca de dos mil hombres de armas, cada uno de los cuales, según entonces se usaba, llevaba tres ó cuatro caballos, y de ocho mil caba-

(1) Jovio, lib. i4,— Baeza, ibí., cap. 3— qne traduce ^oítwwí y vizcainot por t'asconUius caata&ris, y arcabuteros por tclvpeiarU, «le que usa Jovio.

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250 Itos ligeros mandados por el duque Carlos de Borbon , á quien poco después , por la nobleza de su linaje y prácti- ca de la guerra, le hizo gran condestable. La infantería, en £uyo número varían los escritores, era tanta . aun sin con- tar la reclutada por Pedro Navarro, cuanto nunca se sa- bia que hasta aquellos tiempos la hubiese reunido ningún Emperador ó Rey . distinguiéndose los lansquenets, que eran unos soldados viejos de la baja Alemania, muy afama- dos de valientes , y á quienes por el color de su bandera Ihimaban de la banda-negra (1).

En lo tocante á la artillería así g^esa como peque- ña , sin hacer cuenta de las municiones y otros- efectos, se creia que había la suficiente para dos buenos ejércitos. Los' carros y carretas en que iba la pólvora , pelotas (ba- las), picos, herramientas y útiles de toda especie para re* mediar y allanar la aspereza de los malos caminos, eran innumerables, y arrastrados por cinco mil caballos esco- gidos, comprados y mantenidos á gran costa, para ven- cer con su gran fuerza las diGcultades de los malos posos. Acompañábanla para su manejo muchos maestros y ases- tadores , á quienes en Francia se daba muy larga paga,, y babia gran muchedumbre de mancebos dedicados á cono-

(1) Jovio,ibL-*GaiccíardÍDl,lib.l3, negioraimeáesimitoaipar- ttrú i Laiucheneeh delli dtlla banda ñera... la, qual banda. della Gtr- maaia basia, era per la lua ferocita... in grandissima estimacione. En Brantome y en su discarso sobre loa Coroneles franeeses , tratan- do de lod aoldadus llamados laqaais y poT nuestro Zurita y otros la- eayoif^n lee, qne á los iafantes frauceses se les Jlamaba laqums 6 mas bien lacqiteu, para distÍDgnirlos de los intaates alemaaes lla- mados laiuquenets del alemán lands-kneckt , de que laquait do es mas que una corrupción , como allaquaü lo es de all-landtkneeht , esto es, jiietoH ó peón de lodo paii. Nota i la pég. K79 de la edicioa de 16(7, de las obras de Brantome.

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cer y practicar su ejercicio. Como lo» franceses no per- donan gasto alguno, dice á este propósito, Paulo Jovío ó quien Francisco 1 daba una buena pensión porque le tratase bien ep sus historias (I); " son en esta parte de

sus Tuerzas espanto de todas las naciones , y fácilmente

han ganado victorias memorables de fortísimos enemi« > gos. Los espftñales , italianos y las demás gentes , aun>

que saben fundir y labrar artillería con grandísima ele* « ganda y artificio , y aunque tienen gran aparato de ella

no saben aprovecharla en |a ncaesidad : siendo la causa

principal la pereza y espacio de los bueyes de que usan •.y no de caballos por ser grande su costa; y la ignoran-

cía y falta de hombres que lo sepan gobernar; por ha-

liarse pocos que sin gran paga quieran ponerse en aquel

manifiesto peligro de la vida (2]."

A todo lo antedicho, sigue el mismo historiador y tes-< ligo, acompañaba mas con deseo de robar que de otra cosa , una gruesa banda de soldados aventureros con suft banderas (3); y hasta tres mil villanos á jornal para lim-

(1) Branlome en Ib vida de Praocisco I refiere que el CoDdes' lable de Ilaalmorency >l nrreglnr h cusa de Enrique II , sacesor ieFr^aÜSCOfiltrouvaparmi les pentionairtt du feu roy ein<¡ tent escuM de peaiioa ordinaire qa'ü donaoii audiet Pauto Jovio, laquelU ü trancha aasty tost faiíatit euttudre au roy que e'e$toil un argenl tris mal emplofé pour estre plut imperial paiiioni que/raitfois tt

pour eitre an graiid menteur-

(2) Jovio, ibi.

(3) Brantome, trotando en sa discurso de loa Coroneles france- ses del carioso y mal prado vestido qoe tenian los soldados de Luis XII y Francisco I, dice que los españoles llamaban aventureras en tiempo del mismo Brantome A los soldados que no ganaban sueldo ni pags , sino que militaban por SU gusto ya fuesen toldados d ca- balleros geniits'hommet , y qne en Franeía ea su tiempo se les Um~ n»ha toldados de Jortuna. ^

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252 piar y allanar los caminos, con gran nAmero de merca* derea, aguadores y leñadores, los cuales Hevaban mucho ganado, TÍluallaa j cosas para Tender, por mandado del Rey los unos y por bu votunlad los otros (1) : de modo que sia llegar á la exaclilud úempre dirícil en tales casos y en aquellos tiempos, no parece haber exagerado el contemporáneo que computó el ejército francés en dos mil y quinientas lanvis, veinte y dos mil inrantes, diei mil gascones ó vascos con' Pedro Navarro , ocho mil fran- ceses y tres mil gastadores con la misma paga que loa in* fantes (2).

sisn mu.

Desde t51S á f 6t6.

Cuando el Rey Francisco I ya tenia ordenada y proa< to sn ejército para salir de Francia , se ofrecieron gran- des dudas y no menores dificultades acerca de por donde y de que modo había de atravesar los Alpes. Conocida la aspereza de aquellos montes, y sabiendo que los suizos en gran número y con el acreditado talor defendían dos pa- sos fuertes y estrechos, temían el Rey Francisco y sus ca<

H) Jovio.ih],

(3) Guicciardini , ibi... lÜece mUa guatehi fto$i ekiamanain» i faaii soldali da PUtro NafarraJ , olio mUafraucesi, El P, DaDÍel dice qae Navarro solo conducía sus mil gascones.

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pilanes ianzarse á ellos con tanla móquina y Irnnsporte mi* litar. No alcanzaban tampoco , oslando ya el ejército en Grenoble y otros puntos cercónos á los Alpes, como se po- dría mantener tanla gente aunque fuese por pocos dias, en un país tan estéril y despoblado. Repelíanse con este mo* ttvo los consejos de guerra y juntas de copilanes : en las cuales opinaron algunos porque , eml>arcándose Navarro con sus gascones en uno de los puertos de Francia , íuew á desembarcar Savona á poca distancio de Genova y en £u misma costa. Tenían otros por demasiado largo y muy lento por lo tanto ese rodeo. Juzgábanle además poco de^ coroso a la reputación del ejército , que con eso apárenla* ba no tañer gran voluntad do pelear ; ceanndo al 6o los de* bates por haber manifestado Juan Jacobo Trivulcio antiguo y alamado capitán italiano al servicio de Francia , que ha* bia un camino por el cual, aunque con trabajo podían atravesarse las montañas sin que tos esguizaros ó suizos su apercibiesen (1).

Recibió el Rey Francisco esa noticia con el mayor pía* car; sin embargo no creyéndola del todo, á pesar del gran concepto que en su ejército gozaba Trivulcio, encargó á Pedro Navarro y á Mr. de Lautrech, por otro nombre Odct- todo FoÍT, que por casualidad dijimos haberse salvado en llnvcna, de reconocer el terreno que Trivulcio señalaba. Practicáronlo detenidamente por algunos dias, al cabo do Iw cuales regresaron asegurando que bien habia gran- tles obstáculos que vencer, no eran de modo alguno im- poüibles. Emprendió pues el ejército ta marcha al través ■le encumbradas y cortadas peñas , empleando para sua* vizarlas y dar paso á la artillería cuanta industria y traza

[t] Guicciardini y Paulo Jovio, ibi*

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S54 pudiera imagiaaree. Hay quien dice que á nada de eso dej¿ de cooperar Navarro con bu genle y con su ingenio, sien- do por venlura entonces cuando ínvenló aquellos puentes de maromoi é caeros é tablai, que re6oi'e Pedro de Tor- res, los cuerot lleno$ de viento para potar la gente por caatqniéfa rio é brazo de mar (1).

Pasados cinco dias en trabajos continuos y molestos que ofuscaron tos de Aníbal para pasar ¿ Italia, sin el enorme estorbo de la artillería entonces desconocida , se encontré el ejército francés , sin que los suizos se hubie- sen apercibido , al otro lado de los Alpes , en las llannras del marquesado de Saluces. Habiánle servido con celo y guiádole muy bien los paÍKanos que estaban muy Agravia- dos delmal trato de loa suizos. Tampoco estabad conten- tos con la gente de á caballo que mandada por Prospe- ro Colona se babia situado en Vrllañvnca; lo cual sabido por Francisco I ordenó á Mr. de la Pallice, Bayard. d'Aubigni y otros capitanes afamados que cayeran arreba* tádamente sobre ellos y los sorprendiesen. Guiándolos también los paisanos lo verificaron en el dia 15 de agosto con tan buena suerte que cogieron á Colona desprevenido y cenando, siendo muy pocos los que se salvaron de aquella gente de armas y demás caballeros que se habian adelantado para observar á los franceses (2).

Atónita quedó Italia al divulgarse* en ella que aque- llos habian atravesado sin resistencia los Alpes. León X que por algún tiempo se habia mostrado indeciso y sin propender ni al Rey Femando ni á Francisco, así que se persuadió de los conatos de este sobre Hilan , se habia

(1) V. Documento adra. 83.

(2) Gnicciardini y Jovío, íbí.

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unido ya en julio, annque con gran reserva, á la liga for- mada eatre al Emperador, el Rey Católico, el duque de Hilan y los saiios. Mochos de estos por conaecueHcia de lo capitulado entonces habían bajado á Hilan para áu de- fensa. El Papa con el mismo objeto había enviado tam- bién á BD sobrino Lorenzo de Médicis con la gente de ar- mas, de la Iglesia y de Florencia , pero aparentando á fin de engañar á Francisco 1 , que sd objeto no era otro que prot^er á Parma , Plasedcia y Beggio con que se pro- ponia aumentar el patrimonio de San Pedro. El virey Car- dona por último, ateniéndose á las órdenes del Rey Ca- tólico , trataba de unirse con la gente de España á los suizos para dar junios batalla cuando la ocasión llegase, á los franceses ; mas tenían estos tantoay tan eficaces agen* - les y partidarios entre los suizos , que el virey andaba muy desconfiado. Temía que en vez de sinceros aliados no se encontrase algún dia con enemigos abiertos, y cogi'^ do entre ellos y los franceses; por lo cual se limitó ó opo* neral paso de estos á Próspero Colona, que cayó, como queda dicho, prisionero en Vitlafranca (1).

Desde allí y pasando por Turin se encaminaron los franceses á Hilan. Antes con todo de entrar en aquel du-* cado , no queriendo el Rey Francisco dejar ¿ so retaguar* dia nada que le fuese hostil , dispuso apoderarse de las plazas de Novara y Pavía. En tanto que él en persona y con gente suficiente se enseñoreaba de la última , Pedi-o Navarro con sus gascones se presentó delante de Novara. Sin dar la ciudod indicios de quererse defender se apre- suraron los vecinos á rendirsela ; pero como la guarnición del castillo no se mostrara tan dócil , Navarro que deseaba

(1) Pedro lUrtin , Efiíiola C49 y S53.— Guiccurdini y Zuri- ta, ibi.

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2r.G

adquirir humos laurelee, plantó la artillería cor.tra el cas- tillo Y le batió con tan arrebatada furia que , á las pocas horas viniendo á tierra y con grande estrépito lo mas alio de las murallas, bastiones y torre del castillo, amedren- tado su alcaide se rindió cotí toda la guarnición , salvas las vidas y equipajes [i).

Desde Novara hay quien dice que Navarro envió al vi* rey Cardona la renuncia do su condado para que se la re- mitiera al Rey Católico (2). Tan excusada diligencia cuan- do estaba ya vengando $us injurias , nos descubre en Navarro un orgullo que contradice abiertamente cuanlo refirieron otros de su pesar y lágrimas al saber las dil^en* cias del Rey Católico para lograr su libertad y sacarle de la prisión. Lo doloroso y triste en tal caso es ver que Na- varro, aquel esforzado capitán que habia sobresalido en- tre todos en la guerra de Ñápeles, que se habia mostrado valentísimo, así consli ingenio como con su persona, y que babia obrado como un valeroso soldado y fuerte y fdelisi- mo jefe , como el Rey Católico le llamaba en el título que le despachó del condado de Olívelo (5) , pasase ahora por la humillación y supiera la posterioridad que al conferir el Católico el mismo condado al virey Cardona en diciem- bre del mismo año de 1615, dijera que se le confcria por sus grandes y notorios servicios , y |)or la notoria rebetim é in^elidad de Pedro Navarro a quien se le habia dntci concedido (4).

(1) Iotío, lib. IK... Navarro ipii oppugnaret nfgotium licdíi. fue Botii decaris eupiditi, lukveetU emiinuo lormenris, cOnstilulU- que operiiui lanía vi etc.

[i) Perreras, ííno/jjw, ele., Utm. 12, aSo de 15*5.

( 3) Véase la pig. 95 y el docameato aitm. 8.

{k) V. Uocumento nüm. 30.

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Duefio Francisco I de Pavía y do Novara , se adetan- con su ejército á Hilan. Gomo nacía tiempo que trataba coD los suizos para apartarlos de la liga, juigó que acer- cándose á ellos, se tos atraería mejor. Eran veinte mil ó mas los que mandados por el cardenal Seduoense ó de SioD (i), hombre sumamente belicoso, estaban reunidos en Milán. Si Francisco I lograba separarlos de los domas coligados , daba diesde luege por vencidos á- estos , y en caso contrario lograba impedir , y eso le conducía al mis- mo objeto , que se uniese á ellos el virey Cardona con los espadóles; siempre receloso, y no sin razón, así de U in- constancia de los suizos como do Lorenzo de Hcdícis ge- neral del Papa (2).

Tan astuta combinación no tardó en producir su efec- to. Apenas Cardona supo que el ejército francés había lle- gado á Lodi , y los venecianos pasado el Adda para jun- tarse con él, que, temiendo ser derrotado en donde so encontraba, proveyó á su seguridad. Retiróse al otro lado del , pasándole al Frente de Plasencia por un puente de barcas que dispuso y cuya defensa encomendó al va- liente Juan de Urbina (3). Desesperados mientras tanto loa suizos de que el vírey y los españoles no se les unieran para dar juntos batalla al ejército francés que tan cerca tenían, reputando la inacción como una afrenta á su valor y buen nombre, se fueron solos y altivos á buscarle (4).

(1) Seduaum , Sion, ciudad del Cantón de Valais en Saíza. (3) Gnicciardini , ibi.^-Jovio, íbi.

(3) Jotío, íbi.., Joatutem Dariiaum tulelam cum cohorte el lormentii prafeeerat etc.

(4) Gnicciardiai y Jovia refieren eiteiisamente todos estos nio- vimíealos y como los suizos se ainotiuBron por falta de pagas, y se apaciguaron Inego que recibieron el dinero que les enviaron el Pupa y el Bey de España.

Tomo XXV. 17

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La batalla de Marignano ó Marinan llamada Um))¡ea (le San. Dónalo, que á semejante arrojo se siguió, pasó por la mas encarnizada tal vez que hasta entonce» se hubiese visto en Italia. Después de haber exhortado el cardenal de Sion á los suizos (1), presentándose delante de sus escua- drones con su capelo y ropa de grana, precedido de la cruz y montado en un caballo de guerra , y después de haberlos absuelto de todos sus pecados por autoridad pon* tiQcia. acometieron á los franceses con un ímpetu que no es fácil describir. En los dias Í3 j 14 de j$eliembre que -duró el combate, ni aun por la noche se descansó. Hubo en ella encuentros parciales y la arlilleria estuvo sin cesar tirando. Si los esguízaros ó suizos despreciando á loa fran- ceses, tudescos y gascones ostentaron un valor que fué calificado de bárbaro; si atravesaron con asombrosa intre- pidez i&s zanjas y fosos que rodeaban el campo enemigo; y si por último se lanzaron contra su artillería como se ar- roja el oso atravesado con el venablo contra el cazador que le hirió (3); los capitanes franceses dirigieron con grande acierto su gente y mostraron principalmente una docili- dad y paciencia que no se les conocía todavía. Su Rey Francisco 1 que apenas contaba veinte y dos años , Testido con una sobrevesta Real de color azul seinbi'ada de floree- lises de oro (5), apareció realmente tan animoso como Pir- ro, y no es temeridad decir que á su actividad , á sos va- lerosas excitaciones y ejemplo, y al mantenerse veinte y

(1) Guicciardini , ibi., refiere su larga arenga.

(2) Pedro Mértir, Epítioia SSG.-íielt'etií, latiquam tirsi aJvtrta iteafJiuU hasta in vulaeroHtem venatorem , fastat traiuiliunl ubi la''' minia eranC galltea.

(3) Jotío, lib. 15, cap. 12 de la tradaccion de Bae7^, á qa'e- oes seguimos

3vGooglc

259

siete horas á cobalto , buscando á unos y llamando á otros, se debió en gran parle <{ue se mantuvieran sus gentes uní* das cuando comenzaban á disperaarse, y lo hubieran eje- CQtadú á no contenerlas la oscuridad de la noche y la ig- norancia de los caminos (1).

Pero quien sobre todos campeó en aquella jornada cíHi brillo igual sino superior á las anteriores , Tué el afran- cesado Pedro Navarro, combatiendo ya contra su Rey, cbyo embajador Diego del Águila acompañaba al cardo- nal y á los SUÍ203. Juntando como siempre su valentía á su iodustria , se mostró á la vez ingeniero y general. Cor* respondió amplíammente á lo que el Rey Francisco se prometiera al alrDérsele á su servicio; y el estrellarse en aquella ocasión contra su infantería gascona la tan afama- da de los suizos, ¿cómo se puede dudar de que se debió á la serenidad y conocimiento de su fuerza, que como en fiavena á la española, había sabido inspirarle? Asi es que Paulo Jovio, su amigo, que conoció y trató á muchos do los que pelearon en Marinan, y habló sobro ello con el mismo Rey Francisco, en la elegante y minuciosa des- cripción de tan sangrienta batalla , no puede menos de referir la parte tan importante queá Navarro correspon- dió en aquel triunfo notable.

" Iban entre los suizos, diremos siguiendo á su tra-

ductor, algui;os hombres de extraordinario esfuerzo,

aunque bárbaro y desatinado , Conviene á saber ; Pclc- vgrino Landembei^, Cencio Amerer y Rodolfo el Largo.

Tenían estos puestas en la delantera tres compañías do

aventureros , hombres valentísimos. Ven llegai.do á

(1) Pedro Mártir, ibi. Gidloram txfreituí jam disetudeia/iir, id rexipsi! Pjrrha amminior acUs ciicumcuriistet actum era vlu.

by.Googlc

260

> TJsla de los franceses encendiéronse al momenlo con luí

> gran deseo de pelear que aunque los demás capitanes

> con consejo mas sano mandaban que parasen las ban*

deras y que tomasen primero lugar para sus atojamíea-

> tos j descansasen los soldados del trabajo del camino,

no pudieron ser detenidos que al momento no fuesen á

cerrar con los enemigos... Los tres escuadrones del

> ejército francés que parecían tres enteros ejércitos , ea-

laban alojados en tres cuarteles para que cuando fue- » se necesario, socorriesen mas sueltamente los unos á

los otros, y para este efecto lodos tres cuarteles estaban

en un lugar alto y fortísimo, cercado alderredor de

muchos fosos hechos por los labradores para regar los

campos. Demás de los cuales , Pedro Navarn babia,

según convenia , hecho nuevos reparos y puesto contra

> los enemigos escudos grandes hincados en el suelo y

atados con gruesas sogas , para que los gascones cubier-

tos con ellos tirasen contra los enemigos mas cierta y

seguramente saetas. £sla forma de los alojamientos y

sitio del lugar entendieron luego (y reconocieron) Mu- » cío Colona (1) y algunos capitanes esguízaros, que ha*

> hiendo también notado un lugar acomodado en que su

> gente se podía alojar , el cual era un hondo llano cerca-

do por ambos lados de un canal de un rio que iba á

unos molinos . trabajaban por persuadir á los esguízaros

> que se alojasen allí y que antes de haber refrescado sus

cuerpos con sosegar y comer no quisiesen dar temerá-

riamente la batalla... Entre otras razones, les reque-

rian que mirasen que acometían á los franceses con mal

> agüero. Porque por antigua experiencia que dello tenia

(I ) Condoiiiere de la Chusa le Ibina Gniccidnlini , ibi.

3vGooglc

261

> su nación el día de la semana en que al principio de B cada año se celebra la memoria de los inocenles que

Herodes mató que venia á ser el 1 3 de setiembre , era

> dia infelice y desdichado. Pero como un furor y fatal

locura hubiese quitado la obediencia á los soldados y el

autoridad á {os capitanes (cosa que jamás se había visto

> en campo de esguizaros) arremetieron los mas valien- a tes y trobaron una batalla terrible con los gascones y

alemanes... Estaba delante del artillería de los franco*

> ses un moy grao foso que sin osadía y peligro grandísimo

DO se pedia pasar . y en su defensa estaba Pedro Navar- » TB coa algunas compañías de infantería y] con alema-

nes valerosísimos muy cerrados en ordenanza. Allí sin

dudar punto arremetió un escuadrón de animosos

mancebos esguízaros. teniendo mas cierta la muerte

> que la victoria. Eran todos estos de edad floreciente y

> de valor mas estremado que los demás soldados de to-

dos los cantooes . los cuales conforme á la antiquísima

costumbre de so nación , suelen pedir las mas trabajo-

> sas empresas de las batallas é ir muchas veces con una

pestilencial honra á tomar claramente la muerte con

> sus manos para alcanzar en edad nueva principales ofi-

> cíos en la guerra con hacer alguna hazaña de notable

valor. Llaman á estos por su desatinada fortaleza los

> Perdidos, y honranlos mucho como á hombres á quien

tienen admiración ; y permíteseles por privilegio de

su valor que traigan bandera y sean capitanes de infan-

> tería , y en todo el tiempo de SD vida llevan paga dobla-

da. Estos perdidoe no se diferencian entre los demás

con otra iosignia de su felice osadía , sino con unos

muy blancos manojos de plumas que á su uso de capi-

> lañes traen bravosamente puestos en los capeletes. Ha-

3vGooglc

262

Liendo pues orremelido estos con gran ánimo hechos

> un escuadrón contra las pelotas del artillería ; como ha-

hiendo reccbido gran daño peleaseq lai-go tiempo recia-

mente dende un lugar muy alto y desaventajado, en

lin haciendo con au obstinada furia retirar á los alema-

nes, y rebatiendo la infiintería de Pedro Navarro pasa-

ron por encima de montones de cuerpos muertos hasta

donde el arlilllería estaba, y habiendo tomado siete

piezas cerráronse olra vez en escuadrón, y muy lie»

nos de confianza dieron sobre los que se retiraban y des-

ordenaron toda la primera ordenanza de la vanguardia.

> Viendo este peligro Borbon (el duque de) y Trivulcío ....

hicieron pasar adelante por muchas partes su caballe-

ria , procurando con todas sus fuerzas y maneras posi- » bles reparar su batalla que andaba desordenada. Asi » mismo Pedro Navarro no faltaba á los suyos, antes re-

prendiendo á unos y preguntando á otros si hablan ve-

nido solamente de los montes Pirineos y do los últimos

> fines del mar Océano á volver las espaldas y huir afren-

> tusamente de la batalla apenas habiendo visto á tos

enemigos, les decia que cobrasen ánimo y usasen pres-

> lamente de sus arcabuces y ballestas , y se reformasen

> un poco en tanto que les reforzaba los lados con nuevo

socorro de caballería ; y que pensasen de enmendar

aquel dia, peleando esforzadcmente , el nfrenta que por

cobardía ó mala dicha recibieron peleando en Ravena."

Desta manera como á un mismo tiempo arremetiese

gran caballería y los gascones cobrasen ánimo de ver-

güenza con las amonestaciones de Pedro Navarro, y los a alemanes se tuviesen recio do vergüenza é ira. reno-

> TÓse una terrible batalla. Cesaron con horrible ruido de

arinas y artillería ambas batallas. Las banderas fueron

3vGooglc

263

> arrebatadas ya los esguizaros así por haber pasado

> aquel malísimo foso como por haber tomado con gran

valor el artillería ; rebatido la inraotería y desordenado

> ios caballos j tomado lodo el lugar de babian echado

á los frauReses, llevaban lo mejor de la batalla cuando el

Rey FraDcisco . . . llegó á admirable tiempo con la banda

ne^a y con gran caballería . y él mismo con una sobre-

> vesla real de color azul sembrada de llordclíses de oro

hacíéudose generocamente conocer de los suyos y de los

> enem^os pasó basta la delantera de la batalla y birien-

> do animosamente á los esguizaros y arremetiendo su ca-

> hallo á una parte y á otra peleaba con los mas vahen-

tes, y DO con palabras y amonestaciones solameole, » sino también con notable ejemplo de verdadero valor

> encendia y animaba á los suyos Pelearon sin cesar

si^e horas. Por que aunque el sol se puso en medio del

fervor de la batalla, la luna que en aquel tiempo re-

lumbraba de noche , dio con su claro resplandor lugar

para que ambas batallas meneasen las armas .... pero

como al ñn la luna se cubriese con nubes , todos cansa-

dos de trabajo y de las heridas y embotadas jas armas

> buscaban lugar para reposar ; y en aquel medio andan-

do perdidos y errados "los unos y los otros derribaban

> eruelisimamente á los compañeros y á los coemigos dan-

do ciegos y desatinados golpes y el artillería aun-

> que hacia escuro, nunca cesó en toda la nocije , aunque

como se disparaba á bulto , espantaba mas que hacia

> daño."

"El Cardenal Sedunense que ni en esperanza ni en

cuidado ni en trabajo había faltado á los suyos perdióse

con la escurídad y vino á dar entre los alemanes ; pero

imitando con una voz muy áspera su lengua escapó del

3vGooglc

SG4

> peligro , y pasantlo el foso se vino á las casas que est»-

bao ardiendo, donde (los capitanes} Rost y Ainglard...

habían con una gran trompeta hecho señal de recoger,

para que los esguizaros que an&iban perdidos y espar-

> cidos acudiesen á sus banderas. Era aquella trompett

una bocina grandtjsjma de un buey salvaje, con la boca

guarnecida de plata befada , la cual han heredado los

> esguizaros de sus antepasados y guardado con grab coi-e

> dado y religión tos de Uri que fueron autores de la \i-.

> bertad de los eguízaros y estuvieron ambos ejércí-r

tos suspensos y con temor, sin dormir toda la noche . . .

> El cardenal y los demás capitanes que se veian engaña-

dos de su primera opinión , pues aunqae habiati desor- « denado con gran daño á los franceses no los habian ve*-

> cido á la primera arremelád». . . determinaron de en-

> yiar a Milán á pedir todo género de socorros ... El Rey

Francisco , aunque se veía libre de tan gran miedo y

peligro, y aunque le parecía que se habia tenido muy

bien con aqvellos valerosísimos bómbices, con todo eso » congojado con el peligro que quedaba , estaba esperan- » do el fm de aquella alterada noche y el sopeso de la ín-

cierta fortuna, suspenso como con el último cuidado que » puede haber en este mundo'. . . ardiendo de sed y del

> continuo trabajo de aquel dia, no dio al cuerpo mas

descanso de cuanto alzó la visera del yelmo para respi- » rar y se arrimó un rato á un tiro de artillería mientras

> mudaba otro caballo , y en mudándolo entendió en ba-

> cer oficio de capitán y envió correos á (Bartolomé de)

> Liviano (4), diciéndole que al momento viniese con el

ejército veneciano y retiró su campo un poco atrás,

(I) Guicciardioij Alt-iaiu,

3vGooglc

263

> aprobando en esto su parecer los capitanes, á los cua-

les había hecho juntar en una rueda donde tomaron

> consejo á caballo . . . Demás de esto, tomando consigo » gran número de caballos mandó á Borbon j al duque

de Alanzon que se pusiesen iguales y derechos á sus

lados el uno á un- lado con el avanguardia y el otro « al otro con la retaguardia . de tal forma que al que se

> ponia con la batalla Tronlero de lo$ esguizaros, hiciese

> COD 8u gente oficio de avanguardia y se pudiera apro-

Techar como de dos alas de aquellos dos escuadrones

> paestos á la diestra y á la siniestra."

"No lejos de donde el Rey estaba Pedro Navarro y

> gran muchedumbre de alemanes. Como despartiéndose

la batalla con la oscuridad de la noche no pudiesen sa-

> ber el estado de su campo ni la voluntad del Rey , hin-

carón en el suelo sus banderns y refirmándose en donde >les tomó la noche se habinn estado quedos. El Bey

Francisco queriendo ver por eus ojos que tal era el sitio

de los fosos y el espacio del camino que había en medio » y la cantidad del camino real , pasó á vista de los esgui-

zares acompañado de pocos caballos, y como esclare-

ciese poco á poco el dia, con la venida del alba fué á

animará los alemane&. y haciéndoles grondes pro-^

> mesas les contaba las injurias y daños que los c^uízaros

mas por favor de la fortuna y malos lugares y tra-

bajoso estado de los tiempos que por verdadero valor

habían hecho c^ tiempos pagados á los alemanes

Acabado esto hizo olra tal oración animando la caballe-

> ría francesa , diciéndotes que no quisiesen apartarse del

antiguo valor de sus antepasados, que en todos los si'

glos y tiempos hicieron vcnlaja á tod^s las naciones en

gloria do caballería."

3vGooglc

266 "No era menor el ánimo y esperanza con que los es- guizaros ordenoban sus batallas , aunque como la mayor

parte dello3 habían por diferentes casos parado en dife-

rentes lugares y aun en el mismo fuerte de los france- >ses. no habían refocilado sus cuerpos con ningún man- ejar y asi apenas con sus feroces ánimos podían suslentar >8us miembros, que á pedazos, como dicen, se les

caían Algunos de sus principales capitanes, viendo

con la luz del día el mal lugar en que estaban, eran de

parecer que no debían pelear , pareciéndoles que en la » batalla pasada habían ganado harta honra y quebrantado

el orgullo de los franceses; y así rogando y suplicando » y poniendo delante sus personas , procuraban detener

las banderas y escuadrones do los suyos que ya tiraban

adelante; pero viendo que no adelantaban nada, deja*

ron el negocio & la fortuna y á la voluntad de los sóida-

> dos. Y asi Hodolpho Segns , Visembach de Ondervald,

Ulderíc lotf y Zambron capitanes animosos y de valor

igrandísimo , habiendo concertado entre si la orden c<m

que habían de trabar la batalla, entraron por dos partes

en ella con sus banderas."

Sigue luego contando Jovio y traduciendo Baeza con el mismo estilo los furiosos ataques de los suizos contra los franceses, y como su segundo escuadrón puso tan gran espanto en la gente del duque de Alanzon " que la mayor

parte de la caballería cayendo muerto Beamonle su al- » ferez y siendo muchos muertos i la primera arremetida

volvieron las espaldas y á rienda suelta comenEaron á

> huir por el camino de Lodí ; lo que fué causa de que los

labradores y muchas espías que andaban en aquellos

campos, como vieron que los franceses huían entre el B bagaje, pensaron que el Bey Francisco habia sido vea-

3vGooglc

267

*ciüo en la batalla y escribieroa por toda^Italio que los

esguízaros habian habido TÍctoría y cierto la batalla cor-

> riera por aquella parte grandísimo peligro , si Emar de

> Prie y Aubigni capitanes muy prácticos que estaban con

> el duque de Alanzon reprendiendo á los que huian y

juntando las banderas y cerrando los soldado^, no sus-

tentaran con trabajo grandisimQ la batalla. Fué también

gran ayuda para los franceses que ya andaban desbara-

tadoB, que á aquel punto llegó Liviano corriendo con la

banda de los hombres de armas nobles y tras él venia el

> resto del ejército veneciano. Por que este como era ami- ago de pelear y de mostrar su valor, sin dudar punto.

> mandó á los suyos que te siguiesen y cerró de través con

> los e^uízaros; pero recihiéroule animosamente dos com-.

pañías de esguízaros y revolviendo hacia él sus hnnde-

> ras, hiriendo á muchos y matando á Cepino hijo del con^

de de Pitillano. mancebo de gran esperanza, hicieron

retirar lejos aquella caballería que animosamente daba

> sobre ellos. Pero en fin , la venida de esta nueva gente

mas que sus fuerzas amedrentó aquel escuadrón do es-

guizaros, porque pensaron que estaba ya allí todo el

> ejército veneciano , que á la verdad estaba cerca. Y así 'Comenzaron á mirar manera como salvar sus vidas; y

unos medio muertos de cansancio, heridas, sed y su-

dor se fueron á unas huertas cercanas donde fué muer-

> ta gran parte de ellos otros se retirartm- á un lugar

cercano y habiéndose defendido mucho con la puerta y

con los muros al cabo como se pegase fuego al lu--

gar por consejo de Liviano, murieron crudelísima muer-

te combatida de llamas y artillería : los demás que aada-

ban desbaratados y se retiraban al escuadrón grande de

los suyos, fueron sin escapar uno destruidos de la caba*

3vGooglc

268

> liona que por aquella rasa campaña los iba siji^ienilo.

> no so cerraran por consejo y valor do sus soldados vi&> >jos, qiio en aquel gran trabajo no olvidaron la buena » disciplina ni faltaron á ni á tos suyos , por que así cen *rados pasaron ol foso y so retiraron á los suyos."

En cuanto al tercer escuadrón de esguízoros que pe- leaba contra el duque de Borbon y Trivulcio, concluye Jovio con que viendo el mal suceso de la batalla ó que^ riendo vengar sus enemistades y parcialidades... "comen*

> zaron á volver sus banderas hacia Milán sin jamás querer

entrar en la batalla ó de traición ó perdidos de miedo...

Pasando esto de esta manera los otros esguízaros que de- ( jamos peleando cerca de la batalla del Rey , como arre-

> balados de Ira y desatinado furor defendieron su lugar a con mas obstinación de ánimo que con fuerzas , y como

viesen delante de otra nueva infantería de alemanes...

perdieron la esperanza de victoria é jhicieron señal de

recoger. Por que habían poco antes recehido gran daño » cerca del foso . porque los ballesteros gatcones los pasa*

ban dende un lugar alto donde estaban tirando increíble

muchedumbre de saetas. Por que estos ballesteros po-

niéndose cabo los arcabuceros, pora que los unos y los

otros tuviesen lugar para armar sus arcabuces y bailes- otas, dándose tugar, á veces tiraban unos tras otros con

tal orden que arrojando una perpetua tempestad de pelo- tías y flechas (lo cual pueble reputarse por un principio

de nuestro fuego graneado inventado por Navarro y pro- » Itado ya en tan solemne ocasión ] , el batallón de los es-

guízaros queriendo en vano ayudarse de sq valor, era

destruido sin tomar ninguna venganza."

"Despartida la batalla como Rosl-Rona y Anglardo y

> otros no pudiesen avisando y mandando proveer á tanta

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269

y tan desordenada muchedumbre ni cumplir fácilmente

> su oGcio de capitanes , los mismos soldados , aunque es- »taban aDigidos con todos tos males posibles, ordenaban

lo que camplia con admirable esfuerzo y notable destrc

za , porque no pareciese que huían. T asi teniendo cui-

dado de los heridos , cada dos soldados, conforme á la

flaqueza de cada herido , los llevaban con grandísima

> piedad sobre sus brazos y hombros , y volviendo sin fal<

tar una todas las piezas de arlillería que sacaron de Mi-

> lan. fortificaron su retaguardia con los soldados que e»-

taban mas descansados. ¥ marchaban por el camino real

con paso tan refirmado que en su partida no habia cosa

ninguna que pareciese huida. Porque los franceses no los

podían acometer sin dificultad, porque el camino por

donde marchaban , tenia por ambos lados hondos y con-

tinuos fosos, y habiendo estado armados en la batalla

veinte horas continuas, teniendo muchas veces la viclo-

ría muy dudosa , como lodos estuviesen manando sudor

> y sus caballos se cayesen de cansados, y tuviese casi

perdidos los sentidos del ver y del oir con muy espesa

escuñdad de la polvareda que se habia levantado y con

> el perpetuo y horrible estfuendo del artillería , cesaron

de seguir á los esguízaros (1)."

Entrados estos en Milán, aunque fueron recibibos con suma humanidad en los alojamientos y los heridos en \m hospitales, permanecieron poco en aquella ciudad. Bajo pretexto de que su duque Maximiliano Esforcia les debía

(I) Hisloria geaeral de todas las cosas SDcedidas en el mundo en estos ciacuenta aBos de nuealro tiempo, etc. , por Paulo Jofio obitpo de Nochera, traducida por Gatpar /faeía.— Sahmanca 15C2, lüm. <.-,Ub. 15, cap 1 ',13,43,14 y 15.

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270 \a ptiga de Ires meses , que muy bien sabían no podía dársela de contado , sin que nada lograran las amonesta- ciones del cardenal de Sioo se encaminaron dos dias des- pués á su pais por la vía y lago de Como. Los milaneses que de resullas de la salida de los suizos se vieron solos. ]>orque el duque se habia refugiado á la ciudadela, en la que el cardenal pudo dejar tres compañías de ellos acudie- ron al Rey de Francia invocando su clemencia. Envlankile una escogida diputación de los mas señalados vecinos; la cual al tiempo que pusiera ¿ su merced la ciudad > le ro- gase que los tratara con moderación y piedad. Así les res- pondió que lo haría mas por la blandura de su condición, que por que lo mereciesen sus continuas rebeliones y muertes de la guarnícioo francesa ; pero que le habían de pagar en tres plazos y en los dias que señaló , trescientos mil ducados de mulla (1).

Apenas despedidos los diputados dio orden el mismo Rey & Podro Navarro de ir con su inranteria á cercar el castillo. A lo fuerte que era por la naturaleza y el arte y á las muchas y abundantes provisiones de todo género quu á la sazón contenía , se juntaba una guarnición que Ioíi menos exagerados computaron en mil y quinientos suizos y quinientos italianos. Siendo tantos y tales los medios de defensa y opinándose generalmente que aqael ca$tillo fa- fítogmmo y fortisimu sobre todot log del mundo, no ha- biendo sido nunca jamás tomado por loacapiíanes anti- guos , tampoco entonces lo serín por fuerza ; ya se puede juzgar cual sería la admiración que causaría oir a N.ivniTO decir qile antes de un mes lo tendría en su poder (1).

(1) Jutío, iliL— Guicciardini, Ub. (2.

(2) Jovio y Gniciardiiii, ibi.

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271

No falta quien refiera que desde luego le asestó ochen' la de los que ja entonces se llamaban cañones (1). Si aun en nuestros días pudiera pasnr por escesÍTO ese número para los diez mil inFantes que según algún escritor acom- pañaban á Navarro (2), mucho mas lo parecerá si como otros escribieron, se reduce á cinco mil. La empresa de todos modos se consideró por tan arrojada, que hasta e.l mismo Navarro, nos dice su amigo Paulo Jovio, que la tuvo por digna de su fama , tratándose de un castillo tan famo* so. Empleando en ella Navarro su acostumbrado valor é inteligencia, después do circunvalarle para impedir las sn- lidas de la guarnición , dio principio á los trabajos con un gran DÚmero de aldeanos traidus á jornal. Ocupólos desde luego en abrir un hondo foso por la parle del norte del castillo que era la que había elegido para el ataque. Logra* do á los pocos días , de noche y para evitar el daño de la artillería enemiga puso delante de aquella obra "unos 1 cestones de mimbre como de siete pies de alto, los cua'

les en la manera ordinaria era henchidos de arena y jun- >tos unos cono tros. Abrió además en los tugares conve-

nientes una trinchea de doce pies de altura, para que,

sirviendo de resguardo á los soldados, no soto les dejase

trabajar en las minas que babia proyectado, sino ir y vé-

(1) Pedro Mártir , Epist. fSSSjy 558... Octoginla id genuí quos appeüanl caDones ad muros locatse dieitur Peirut Navarrus i intra paucoi dlet se moenia dirttiurum pollicetar,

(3) Andrera Hocenici : Belli Cameraeensis adversas f^enetos ,X\- liro6, pág. 136, tom. 5. Antiquiíarum Italia. Part. &.*— Autor coetioeo, pnes estaba empleado por la RepúbHca de Venecia en 1 59$ y sa obra se imprimió eo 1 535... Et Petius Navsrrus cuín decem mí- Ilibaspeditum contra Ucdiulaiii caslolium acriter slaiai atqueageba'.

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272

> nir de una parte á otra y plantar la artillería donde aco-

> modase ó transportarla con geguHdad (1)."

Acabado esto ordenó un nuuvo género de ataque , que por el tiempo y modo con que le dispuso, fué entonces muy celebrado. Con e) Gn impedií' que por aquel lado se mantuvieran los enemigos en las almenas de las torres ó PD los bastiones mas altos del castillo, observando lo que trabajaba, ó aprovechándose de la mucha artillería pe- queña y de todas clases que teniün colocada en los muiros de tantas en tantas almenas y con sus cañoneras para ti- rar por ellas , les plantó Navarro succsivomenle un gran< dísimo aparato de cañones y culebrinas; Guando todos estuvieron eh sU lugar comenzó ¿ descargarlos sin inter- misión contra el castillo, y su efecto fué tan ejecutivo y su estrago tan extraordinario . que quedó enteramente ar* ruinado, abriéndose toda lo que habia desde la torre lla- mada Palancina hasta el bastión del Carmen , sepultándose bajo las ruinas cuantos defensores estaban encima, y vi- niendo al sucio adem.ís do las almenas mas altas, todaj las máquinas é instrumentos de guerra que allí había.

En seguida y para no perder tiempo dio principio Ná- ** varro á su acostumbrada y terrible aplicación délas mioas. Apenns hubo cortado los cimientos de un bastión pegado al castillo qiiu tenia una salido al foso muy secreta , que gran parte del mismo bastión se vino á tierra desde los mis- mos cimientos. Los gascones entonces asiéndose de sus ruinas arremetieron y subieron por él intrépidos. Llega- ron ó lo alto y se pusieron encima con tal agilidad y prcs- teza que desmayados á visla de tan inesperado y súbilo peligro los que guardaban el bastión lo abandonaron. Tan

(1) Paulo Jovio y Bacu, ibi-t cap 18.

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27r>

npresurodos anduvieron al recogerse á otro lugar mas in- terior y mas fuerle, que apenas tes dieron tiempo para cerrar las puertas los qae con tan gran denuedo les ha- bían acometido (i).

Como el duque Maiimiliano era hombre de edad y ánimo flojo , aunque oyó el ruido que de resultas de este suceso causaban las gentes que subian y entraban en el castillo , nada determinaba para salir del gran peligro que tanto et castillo como su persona se veían. Es de pre- sumir que uno y otro se hubiera en aquella noche perdido, por haber muchos en la guarnición que por traición ó míe* do persuadían al duque de que para estar seguros baslabii haber cerrado la puerta del bastión ; si un enviado del Pa))u ó del Emperador que allí se encontraba, movido délo extraordinario é inminente del riesgo que se corria, no hubiese tomado á su cargo proveer de remedio. Repren- diendo á los unos su cobardía y á los otros su traición , y poniéndose á la cabeza de algunos soldados escogidos, bajó bástala puerta por un camino subterráneo; abrióla de repente , y matando á Unos y rechazando á otros do los soldados de Navarro que ya trataban de quebrantarla para entrar por ella, recobró el bastión con notable arro» jo y valor (2).

Nüvarro mietitras tanto no descansaba. Animaba á su gente y reconocía sus obras ; andando en lo cual sin pre- caución alguna , fué herido en la cabeza por un pedazo de mármol que ana cnlebrloa de los sitiados que tiraba de llanco, hizo sallar de la muralla, diendo la herida de gra-

({] Es de creer queGuicciardini alude é este scootecimienio al referir que Navarro se apoderó cierlo diu de una Castamala rleltas- Itllo perjianco verso la porta Comasiua, lib. 12. {•i] ILÍd.

Tomo XXV. IS

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vedad tuvo que retirarse y dejar et cuidado de los ataques y llevarlos adelante á sus capitanes ; sin que por la he- rida ni por haber perdido en aquellos días mas de dos- cientos soldadas y trabajadores , aflojara de modo algauo en so empeño. Esta firmeza producid su efecto en los me- drosos ó en los que interesados en la rendición del cas- tillo rodeaban al acongojado dnque. Decíanle con ese ijiiotivo que no habia salvación para ellos, por que el castillo iba sin remedio á ser asolado : que Navarro d6 oin- gun modo abandonaria sus minas y que con ellas, pres- cindiendo de si les cortaria las aguas ó se las emponzoña' ria , los baria volar con las torres y lugares mas altos del castillo, como en otro tiempo lo había practicado en Ña- póles.

A pesar de que había algunos que , conociendo la fop taleza y calidad del terreno en que estaba fundado el cas' tillo , decían que ni con (oego ni con minas se le podía hacer daño, no bastaron sus palabras para destruir el efecto que las desalentadoras de los otros habían cansado en el duque. Desentendiéndose enteramente de su honra y prestándose ciegamente á tan medrosas sugestiones , ni un instante quiso que se retardara su entrega y la de la fortaleza ¿ los franceses. Inútiles fueron las reflexiones que para disuadírselo emplearon, asi D.. Diego del Águila, embajador del Rey Católico que estaba á su lado (1), como las de Gambara enviado del Emperador y otras per- sonas que podían tener alguna autoridad con él (2). Ni

(1) Pedro Mártir, £/»Vo/a 558. Maxioúliamu Dax audir de deJt- timtt nuncios. Noiur orator DUcut j4quUa , ut forti til aninio , itee tese dedat koriatar, monel etc.

(2| Jovins, lib. 15. Ñeque Cambaras, ñeque AqiiHa trgal! ,Íii quitas íumma authoritat este debebat... quidquain projiciebat.

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con avergonzarle echándole en cara su flaqueza y la in- juria que hacia á los Príncipes de la liga que se hablan armado en su favor, ni con advertirle de que con seme- janlD conducta se privaría del auxilio de los suizos que tanta sangre hablan derramado por el y tan próximos estn* ban de llegar á su socorro, se pudo recabar cosa alguna. Insensible á todo , abatido hasta el mayor grado , y olvi- dado de que en un principio babia dicho que quería morir duque de Hifón (i), renunciando vergonzosamente y por treinta y cinco mli ducados anuales sus derechos á aquel ducado , se entregó á Navarro con aquel cnstíUo , hasta entonces tenido por inexpugnable , á los treinta días de alio según unos y en el cuatro de octubre según otros (3). No es dificil de conocer cuanto crecerla la fama do Navarro con la conquista y adquisición de tan acreditada fortaleza. Al ver su pericia en el paso de los Alpes, y stt valor en Novara , Marinan y Milán , debió Francisco 1 felicitarse de haberle atraído á su servicio. Faltábale sin embargo saber ti aquel hombre que á los castellanos é aragoneaes ponto ánimo é o$aáia de hablar é pelear con lat otras gentes , los tenia agota el mismo conde , aegun escribía Pedro de Torres su apasionado , atemorizados y espantados sin saber que decir ni que hacer, mas temian de cuando el conde los destruiría é prendaria (5) ; ó si naas bien no solo no fué bien acordado de te despedir del Rey Católico como el mismo canónigo decía , sino por lo contrario después que fué contra los españoles fué muy desdichado é se perdió é nunca en cosa acertó contra ellos

(i) Pedro Mártir, Episfola KM.

(2) Jovio, Baeza, Guicciardíni , ibi.— DaDÍel, lom. 9, pig. SK- IS) V. Documenlo oúm. 33.

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276 en compañía de to» franceses, comO' escribió Gonulo Ver- nuniloz de Oviedo y los sucesos juslíficaroa (1).

Habían sido los venecianos los que con mas afán so- licilaroD la ida de Francís'co I á Italia , ansiosos, como ya indicamoa, de recuperar las ciudades que los coligados les habían ocupado. A eso solo te dijeron que se oponían al- gunas tropas imperiales que dominaban en ciertos pue- blos y principalmente las que al retirarse el virey Cardo* na para defender á Ñapóles, había dejado guardando á Brescia y á Verona. Mostrábase propenso el Rey de Fran* cía á complacerlos, cuando en medio de sus triunfos tan fácil se lo presentaban ; pero hasta no ver se apodera- ba de Milán ó se le rendía Cremona, con lo cual se termi' naba , como sucedió, la conquista de aquel ducado, no se prestó á dar á Venecia el auxilio que pedia.

Mandaba el ejército do aquella república Bartolomé de Alviano ó Laviano. Por encargo de su gobierno en vez de perseguir al virey de ríápoles- y á los españoles al re- tirarse de los franceses y de su Rey, se fué á sitiar á Brescia , una de las ciudades tomadas á los venecianos, de cuya defensa estaba encargado el capitán D. Luis de kart, caballero catalán y soldado de gran nombre. Tan pronto como entendió que Alviano había pasado el Adda, presumió con sumo acierto que se dirigía contra él , y siu titubear , resuelto á defenderse con cuanto valor é indos* tría alcanzase , puso por obra y con indecible actividad todo aquello que un celoso y entendido gobernador de bia practicar para mantener to mas que pudiere su plaza. Reparó con suma diligencia los muros que aun estallan maltratados de otros ased¡u;j que Brescia había stifrido

(tj Ibid. núm. 27.

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poco ánles. Lovaotó otros nuevos , aumentó las defensas de las puertas, y plantando por último artillería en todas partes , acabó por bacer de veras inexpugnable una ciu- dad que por su situación era ya muy segura. Además de eso y prestando la atención debida , asi á la subsistencia como al orden interior, introdujo todo el trigo, ganado, vino y provisiones que pudo sacar do las alquerías cerca- nas , al paso que echaba fuera de la plaza á los vecinos que pertenecían á la facción de los gOelfos, y á los tacha- dos de andar en tratos con los venecianos para entregár- sela : sin olvidarse finalmente de suticítar, asi del comisa- rio imperial como de Marco Antonio Goloiia, algunas com- pañías de alemanes ó de las de españoles que el virey ha< bia dejado en Verona (1).

Por mucho que á Marco Antonio disgustara desprender- se de ninguno de los escogidos soldados que mandaba, te- miendo la responsabilidad en que caería si Icart sucumbía, dispuso socorrerle con unos mil hombres , distribuidos en* tre setecientos españoles mandados por los valientes capita- nes Orliz , Horejon y Guzman , y el resto de alemanes por Gothistard, que en su mayor parte eran todos arcabuce- ros (2). Llegados á Brescía , andando de dia y de noche por montes y veredas secretas, Alvíano que vio frustrado el golpe de mano que contra aquella plaza intentaba, se dirigió contra Verona. Menguada la guarnición de esta con

{1 ) GnicciardÍDi, tíb, 12... stati constrelti ¿i partiré numero gran- dUimo de Gaelji etc. Jovio , ibi. GatlJU iaspeeia Jidei cwihus urlre qeelts eto. Andreas Moceoicus, lib. 6... tnille pediles hoitiam. subsidio in Brixium venerunl , et prafecluí Hispanuí Brixienses cives Veneiafaelionts espulií , eum quibus atUca familiariler de dedilione yeaeii laquebaniur ele.

(2) Jovio, ibi. Argcasola, Anales de Aragón, )ib. 1, cap 15.

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278 el socorro enviado por Colona á Breseia . creyó que le se- ria muy fácil tomarla, por ser además menos fuerle; pero apenas puesto á la obra tanto por su edad como por lo macho que con el peso de las arma» y la furia de me- near el caballo se habia cansado en la batalla de Mari~ ñan , acabó sus días sin adelantar co|a alguna (1).

Dióle Venecia por sucesor con acuerdo del Rey de Francia, á cuyo servicio, como ya hemos referido esta- ba , á Juan Jacobo Trivulcio , que no conviniendo en los proyectos de Alviano, abandonó á Verons, llevando al punto su gente contra Breseia. Sentada apenas la arti- llería , fué tal el destrozo que hizo en las murallas , que los sitiados al ver snBciente brecha abierta para asaltar la ciudad y entrarla, se dispusieron á la resistencia. Pusie- ron en ello t&nlo denuedo como los sitiadores en su arre> metida. Hubo compañías de ellos que con sus banderas desplegadas llegaron hasta la orilla del foso y pasaran mas adelante , si una casualidad de las que son harto co- munes en la guerra , no les hubiese tornado en de^racia el triunfo que ya casi cantaban. Una culebrina de los si liados que de un tiro les mató tres lomharderos, y una acer-

(1) Guicciardini dice que Alviano tenia meóos de 60 afios y hace de ¿I an grandísimo elogio. Jovio, le hace igoalmeote, añadiendo que era de gesto desagraciado y qoe siendo adeotás gi- boso y pequeño, era verdaderamente disforme; pero para dar ana idea del traducir de Gaspar Baeía, diremos que habiendo escrito Jotío tanto en sus Historias como en el elogio que aparte escribió de Alviano , que murió como se dice en el texto, porque... equestri agitatione vitcera penituí in herniam abiittent , ineredibilet dotorum erueiaíui luslinere non potaif, Baeza tradujo " iaj'ándosele las tri- pas á los compañones, en un caso , y en el elogio, lib. i, p&g. 131, bajándosele las tripas á los sapinos , no pudo su/nr el tormén/» ¿e los dolores etc.

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taila descarga de la arlilterío y arcabucerfa en medio de niebla densa de la mañana, que les mató trescientos hom- bres , los desordenaron de modo que huyeron á toda prie* sa, abandonando cuanto aparato militar traian (1).

Al ver tal matanza y desorden tos sitiados mas resuel- tos pidieron que se ejecutase una salida. Repugnábanla y aun la fesistían icart y los cabos alemanes. Recelábanse como prudentes de que tan precipíladn fuga no fuese una celada de los sitiadores para sacarlos engañosamente de la plaza y destruirlos en el campo ¿ su salvo. Vencieron al fii| los porfiados , y poniéndose el capitán Morejon á la cabeza de seidcienlos alemanes y españoles, según unos, y de mil y quinientos según otros , sin mas armas lodos que sus espadas y rodelas, prendiendo á unos y matando ó otros, llegaron arrebatadamente bosta donde estaba la artlltería veneciana. Acometiéronla sin detenerse , y la lomaron toda , á pesar de estar guardada por cien hom- bres de armas y seis mil infantes : quemaron toda la pól- vora , quitaron de los carretones las piezas de la ariilleria gruesa y le$ qvebraron los ejes y las ruedas , para que no se la pudieran llevar, y tomando en los hombros las pie- •zas mas pequeñas para echarlas en los fosos se recogieron á la ciudad sin haber perdido vn soldado (2).

(1) GaicGiardmi y Jovío, ibi.

(3) Jovio y Baeza, lib. 6. cap. 1.*— Guicciardini y Bfocenious ibi... et quia temeré tlaiatur qaamvis centum mililes et sex millia pe- áUum essent f omnet re iiusperata ia/ugam convertí sunt. Lo mismo viene á referir Beraardinna Aldnni, De bello frneio , en et tomo 5 jlnliqui/atum Italia, parte i, lib. 6, pig. 280. Interíurhati tomen iexeentibus peditibus HUpanit cum ex improvito steraercntur , fadam omiKt in Jugant coiwerii lunt... Quofacium est ut nonnulii casis, lurpiter /ugaiii pluribus... tormenta á Hiipanis in urbem anecia sial , omnisque perusíus pulvii tormentarias.

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Retirado Ti-iviilcio por consecuencia de tan lerríblc derrota y levantado el cerco , imploraron los magiatrados de Venecia de nuevo y con mayor conato loe auxilios de Francisco I. Teniendo aquel Itey gran deseo de compla- cerlos ordenó que el Bastardo de Saboya se encaminara al punto á Brescia con tres mil caballos franceses y seis mil infantes alemanes, ó bien con seiscientos de los prime- ros y siete mil de los segundos (1). Pasado el Adda y es- tando ya [Quy cerca de la plaza se le amotinaron los ale- manea pretextando que no querían pelear , porque á ello no les obligaban sus juramentos al f^ey de Francia, c<m> Ira el Emperador ni contra los paisanos y parientes que te* iiian entre los enemigos. Turbáronse con eso los veDecia- iios y aun llegaron á sospechar si por ventura no era todo obra del Bey de Francia ; que para desvanecer sus sospe- chas y darles muestras de su buena voluntad mandó desde luego que los alemanes se retirasen, y que en su lugar fuera Pedro Navarro con d>oz compañías de gascones, com- putados en cuatro ó cinco mil hombres (2).

Paulo Jovio añade, y es tan natural como honroso para rfavarro, haber sido los mismos venecianos los que al Rey Francisco sugirieron esa determinación. Sabiendo que ba- bia convalecido de la herida que recibió en la cabeza, parece que le indicaron la preferencia que le daban sobre todos los demás capitanes, atendida su antigua gloria y la recientemente ganada en Milán con sus admirables artifi- cios, y la gran ciencia que tenia en combatir lugares. I..a elección sin duda no pudo ser mas acertada, y Navarro en virtud de ella se puso en camino con su gente, estando ya

(I) Gaiecisidini y Moceoicas, ibi. (8) GuicciariliDÍ y Jotío, ibi.

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muy adelADlado el invierao. Caminaba muy seguro y an- daba cerca de los veaecianos , cuando la fortuna dando vuelta á su rueda , é bien que ya no le alumbraba la eslro" lia de la patria que en mejores días le guiaba , aconteció que un dia que por casualidad ó de inteolo viajaba sin mas compañía que unos pocos criados, topó con una partida de caballos enemiga de las que andaban merodeando por aquella comarca. Acometiéronle con tan gran resolución que. á no ser por la ligereza de su caballo . babria dejado su persona en manos de los agresores lo mismo que queda- ron toda» ros balijas y iodo >u aparejo de campo (1).

Llegado a) Gn al de los venencianos sin otro contratíem- pio y poniéndose oon su general Trivulcio al frente de Bres- cia, la sitió al punto con mayor estrechez que antes. Sien^ do dos los lugares por donde se propuso combatirla á un tiempo, dividió igualmente su gente en do& cuerpos, com* puesto el uno de quinientos bombres de armas fran-- ceses y cuatro mil infantes , y el otro de siete mil de estos con novecientos bombi-es de armas venecianos y mil cuatrocientos caballos ligeros. Concluida la exten-. sa circunvalación y la fortilicao¡oi> de su alojamiento en lo que pasó muchos días, no pensando en ellos ni en sus. noches mas que en abrir fosos y trincheas con que cubrir» se y resguardar su arlillena , rompió esta un fuego tan furinso que muy pronto dejó sin almenas ni reparos , y sa vino á tierra toda aquella parle de la muralla á que se di-, rigió (2).

Navarro que sin mas que eso esperaba poder entrar en la ciudad, conoció muy luego y á su pesar que Icart y

(i) Jovio yBaeza, ibi.

(2) Joviú y Moceaigo, ibi.

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sus solilados do eran gente floja ni le temíüD. Ed vez de acobardarse, luego que oonocieroo el punto de ataque, prepararon interiormente y para su defensa otras mura* lias y levantaron muy altos y muy fuertes parapetos y otras obras. Navarro entonces al ver frustradas sus espe- ranzas acudió según costumbre á su terrible y experi- mentada industria de las minas, persuadido de que si no eran el único medio de lograr su intento, eran por ven- tura el mas seguro. Proponíase también una de dos cosas, ó bien que al saltar la muralla con la explosión entraría su gente en la plaza por entre las ruinas , aprovechando* se del espanto de los sitiados , ó que por las mismas mi- nas y muy secretamente penetrasen olgunos soldados, que poniendo en confusión y desorden la guarnición , facilita* sen la entrada á los de afuera.

Ni se limitó á eso solo su cuidadosa actividad. Cono- ciendo la obstinación de los sitiados, sus antiguos cámara* das, y convencido de que sin destruir los reparos y defen- sas que dentro de la plaza hablan levantado, poco ó nada alcanzarla, destinó algunos gastadores á preparar la ruina de una gran porción de la muralla rompiendo el muro, como pudo aprenderlo ó practicarlo en el sitio de Yelez- Málaga, con picos y martillos por "un poco mas arriba

* del oimiento y poniendo en ti^ar de las piedras que

> poco á poco se quitaban unos puntales de madera como

> de dos pies de largo y gruesos como un muslo, separados entre como otro tanto : con cuyo trabajo qae Navarro use proponía ejecutar al rededor de toda la ciudad, que-

daba el muro como colgado ; y luego hinchiendo con fa-

> gina seca embarrada con pez , aceite y pólvora el espa- ^ cío que entre un puntal y otro quedaba esperaba que en

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> prendiendo bien el fuego á la hora que se diese la señal >lodo vendría súbitamente abajo (1)."

A trabajos tan interminables é inutitadog como los llama el veneciano y contemporáneo Mocenigo, y ejecn- tadoB con increíble sagacidad y diligencia, pero con gran ]iena de los soldados, nunca Faltaban Trivolcio ni Navar- ro (3). Mientras tanto la artillería veneciima y francesa no cesaban de tirar contra la pla^a. Al cabo de veinte y ocbo dias de tan activo ejercicio , era ya en realidad enorme la destrucción de las murallas y muy considerable la pérdida de gente de una y otra parte. Los sitiados con todo no des- mayaban. Por Id contrario, llegado el dia ei^ que con es- pantoso estruendo vino abajo la obra en que con tanto em*. peño Navarro y Trivulcio entendían , en vez de fallarles ánimo ó industria para rehncer lo arruinado, fabricaron con las mismas ruinas otra pared y pusieron buena guarda en snjdefensa {S).

Como que tas primeras trincheas de los sitiadores ape^ ñas distaban un tiro de saeta de los maros de Brescia, eran frecuentes las habtM que babia entre sitiadores y si- tiados. Reducíanse por lo común á befa ó escarnio que los. unos hacían do los otros, echando en cara los venecianos y franceses á los españoles y tudescos el hambre que pasa- ban, la ninguna esperanza de socorro que yaies quedaba, y amenazándolos también con la muerte, porque decian que

(1) Jotío y Baeza , lib. 16, cap. 3.

(2) Hocenicus, ibi. Deinde ne per illa procumheret supponeliant lignea repágala el procedebant ulleriut quouique loftan urbem ful- cirent ligneis pessuli$,et qaia oput erat insolitum aiqiu inexkaus- litm, Joannes Jaeobus Trivultiui H Pelrut Nawtrrut sempcK insia- bant et primi erant ínter talia opera etc.

(3) Argeosola, Amüei de Aragón, lib. 1, cap. 15, pég. 446.

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Icart su gobernador habb jurado de do rendirse con ningún concierto. Los españoles á su vez llamaban cobardes á los venecianos. Los amenazoban eonotra salida y que les lo- marían con mayor estrago la artillería , y á los franceses aparentaban mirarlos con gran compasión y lástima por- que , estando habituados ú vivir bien alojados en las casas de tos milaneses tan bien aderezadas y calientes, cubiertos con buenas pieles y almorzando largo y comiendo mejor, aufrian por negocios ajenos y en tan dura estación del año, aquellos espantosos trabajos de agua', nieve y hielo que allí enviaban los Alpes.

Un dia que andaban en estos y otros semejantes de- nuestos, aconlenciá que uno de los soldados de Pedro Navarro, que algunos creyeron ser español y otros del mismo Novara, queriendo, como cuenta Paulo Jovio, qui- tar á los españoles el parlar y la bravo$idad que tenían, les dijo en castellano claro: " Ea vosotros los fanfarrones

> que aun puestos en el mayor peligro os mostráis tan uta- * nos y descuidados que ningún caso hacéis de vuestras

> vidas , guardadvos ; porque tan luego como la gallina

> deje de escarbar con los pies, os hemos de podir cuenta >'de las injurias que nos decís y os habéis de arrepentir » bien de ellas:" cuyas palabras oídas por algunos de los muchos que ollí estaban y conocían bien las manas de Navarro su antiguo jefe , juzgaron con agudeza que la ga- llina á que el otro aludía no podia aplicarse sino á quien tan diestro era en cavar^ escarbar minas (1).

(1) Jovio, ibi>>. Húpanieé lócalas. CommUiíoaes, inquit , qui ex- treimi:eliam rebus lam secaré iocamini, cavtle ae á voiU eontume- liarum ratiwiem reposcanuts ; cum gallina 'pede sealpere ac Jodere hu- mum aliquando ¿esUril. Qute verba acali el pertpicaces Hispaia

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l)e la misma opinión fué el goliornador kart , ¿ quien qI punto y por medio de sus capitones y alféreces infor'- maroD los soldados. El sitio del lugar y de los muros en que se le indkaba poderse minar junto con lo que el soW dado enemigo ó inadvertido ó celoso habia dicho grace-* jando, lodo le indujo á enviar personas diligentes y en-' tendidas que cuanto antes averiguasen lo cierto. Al inten^ to se dirigieran desde luego á aquellos parajes de la ciu' dad que por mas próximos al campo enemigo juzgaron mas expuestos » las estratagemas y astucias del afrancesado Navarro. Entraron después en las casas de tos particula- res y reconocieron los sótanos. Practicaron lo mismo eu todas las iglesias y monasterios , notándolo todo menuda^ mente y sin descuidar ui aun los menores indicios que pudieran conducir al. descubrimiento dn la obra» Ningún moviiuiento ó ruido por tenue é Ímperceptibl6 que apa- reciese, desatendieron. Aqui se lendian los unos en el suelo para observarlo mejor, y allí aplicaban otros el oido á la tierra para advertir cualquiera alteración. Sobre clin ponían otros los tambores para ver si se movía el perche, resonaba alguna cosa y si se meneaban tos naipes y da* dos que tes ponían encima , en tanto que otros observa- ban en grandes librillos y vasos de toda suerte llenos de agua, esta por ventura ne sobraba ó movía con el gol- peo de los azadones {i}.

AI cabo de la mas constante y asiduia observación , si' gue el minucioso Jovio , vieron claramente que la su-^ perficíe de la tierra se meneaba en cierta parte, y alegran* dose lodos mucho dieron principio á una contramina.

^ui IR murv crant.,, Navarrum pro Gallma etc.— Bueza y Argén* sola , ibi.

(1) Jovio y BaezB, lib. 16, cap. 2.

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Gomo había en la plaza muchos soldados viejos espaüoles, excelentes mínaclores , que habían aprendido ese trabajo con el mismo Pedro NavQrro cuando servia á su Rey, y había también muchos alemanes prácticos en el laboreo de todo género de minas, por tas muchas de plata que se conocían en la Ercinia (1), y algunos de ellos estaban con los Tranceses cuando Navarro minaba las murallas de Bo* lonia y habían contraminado . contra ¿I, la obra se prose- guía con suma actividad é inteligencia . abriendo muchas minas á la vez, y cavando siempre de través hasta que al lin se encontró la labor del enemigo.

Llorado esto con sumo placer , suspendieron del lodo la suya, y dejando al cabo de ella un agujerito para obser- var por él á los enemigos, se ñieron con el mayor sigilo á contar lo sucedido á sus capÜEines. Tratóse entonces en junta de ellos de que valdría mas, si acechará los con- trarios y cuando salieran de la mina ó la dejasen menos guardada, entrar en ella y robarles los barriles de polvo* ra con que la cargaban , porque ya les bacia falta ; ó bien estar sobre aviso , y á la hora en que solían entrar Trivul- cio y Navarro en la mina á examinar lo obrado, ponerle fuego de repente y quettiarlos roÍBerablemenle con cuan- ta gente los acompañase.

Adoptado este pensamiento , se encomendó su ejecu- ción á un muy valiente soldado, que puesto ya en es- pera y acecho "Dios inmortal, exclama el minacíoso ¡o- >vío, que quiere guardar largo tiempo á los hombres de insigne valor y suele por su bondad impedir el ímpetu

(1) Ibid... prvp/er Argentarioí íecturat ijua apud m üá Her- tyma rcgioiiem mut frequenter eto. ¡Seri el Engebirge en Sajooía b1 qiic Jovio llama Hcrejrniai

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> y Turia de la fortuna que viene sobre ellos , los guardó en aquel dia como hasta allí lo habla hecho;" porque el soldado que con tanío cuidado esperaba, habiendo vis- to desde su observatorio andar dentro de la mina á algu< nos f entre ellos i uno vestido de gentil ropa de teda, á quien todos guardaban respeto por ser el maestro de la mina , pensando que eran Trivulcio y Navarro los que por allí andaban , y haciéndosele cada punto un año , sin mas esperar dio fuego á los barriles con tan buen suceso, que mató al maestro y á los franceses que le acompañaban; |>ero descubrió antes de tiempo el trabajo de los sitiados y su de«gnio (1).

Pedro Navarro y Trivulcio, aunque de resultas de ese suceso conocieron que el trabajo de muchos días se les había en un iostanse inutilizado, no dejaron por eso de continuar otras obras. Sus esperanzas con todo eran ya muy distintas, y las fundaban no en la industria de Na- varro, que del todo quedó frustrada, sino principalmente en los apuros de los sitiados. Constábales con efecto que habían gastado mucha parte de lo mas necesario : que ya empezaban á carecer de pagas y á perder las esperanzas de tenerlas : que se liaban poco en la diligencia del Em- perador Maximiliano para socorrerlos, parecíéndoles que miraba con desden lo concerniente é la guerra de Italia; de modo que, y asi era verdad, acalorados con esas voces los soldados de la guarnición y seducidos por algunos ca> pitanes y alféreces tan cansados de lo largo del sitio como ansiosos del dinero que les ofrecían los venecianos, aca- baron por amotinarse pidiendo su paga con mas arrogan* cía y desvergüenza de lo que en tiempo de cerco era de-

[^) Jovloy Baez>,1ib 16, cap. 3.<>ArgeDGola,l¡b. 1, c^p. 15.

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288 cente. Su desordenada osadía " llegó á términos de so-

qUéar á tos miserables ciudadanos contra la cortesía que » se debe á los huéspedes ( patrones] y á injuriar con todo

género de palabras al Emperador ; cuyo comisario el » cardenal de Gursa, como para sustentar sus esperan*

zas . les hubiese con repetición anunciado que el so*

> corro iba á llegar y no llegase, pusieron encima de un

asno á Un simple adornado con las águÜRS é insignias k imperiales y con muchos frascos y botellas colgadas del

cuello y le pasearon por la ciudad saludándole con afren*

> tosa grita y la mayor osadía como si fuese el verdadero

Emperador que venia en persona á socorrerlos : ultraje s y escándalo que los capilancs que con gran riesgo de

BU vida estaban escondidos , no se atrevieron á repren*

der ni castigar , temerosos de que el motin pasase mad

adelante (1)."

Mientras tanto sin embargo el Emperador deseoso do socorrerla , juntaba en Baviero /^ Vímíe/ícíii^ cuanta gente, dinero y vituallas podia. Desembarazado al fin de otros negocios llegó á donde habia reunidas quince compañías de alemanes é inmediatamente las mandó salir don otras, también preparadas con aquel objeto. Mas falló poco para que no llegasen larde; porque agregándose á la deseen- lianza que del Emperador era cada dia mayor en los si- tiados , lo duro de la estación y las diGcultades que el hielo y los malos caminos les sugerían para el paso del socorro por los Alpes; aun aquellos mas baladronea quo poco antes blasonaban de que por imaginación pensa*

(1) Jo*iu5, lib. 16, pAg. 186... morionem asseÜo iiii¡¡oiÍiui imperalorüs iniignibus aiqut aqailii exornatum , !agauu aillo lui ¡tensas difenitítm, ¡Kt urbem itcduserunt ele.

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289 lian eo rendirse hasta no apurar cuantos trabajos se iiuc- (lea sufrir en una plaza cercada, trataron en junta públi- ca de rendirla. Eaviaron al inlonlo mensajeros á Trivul- cio. poniéndole por primera coadicion una tregua do veinto días , y que si dentro de ellos no tos socorria el Emperador rendirían la ciudad á los venecianos ; que es- tos en ese caso habían de pagar á todos los soldados de la- guarnición el sueldo de tres meses , y que la salida en- tonces había de ser con banderas desplegadas, tocando sus tambores y trompetas s^un costumbre , y llevándose con* sigo lodo su aparejo y las municiones de guerra (1).

A pesar de ser estas condiciones tn&s arrogantes de lo que parecía convenir á gentes encerradas en una plaza y con dos ejércitos encima , las admitieron los venecianos. Sabia Trivulcio su general por los espías que el socorro se acercaba ; y al ver que el asedio aun iba largo y que Na-. varro con sus rainaa nada habia logrado , creía haber ga- nado harta fatuira con decirse entre las gentes que habia forzado á los españoles á rendirse antes de tiempo, sien- do como eran hombres que por no menoscabar su honra y gloria sufrían en la guerra Iqs mayores penas y traba- jos. Envió pues á Mr. de Bonaval, capitán de caballos franceses, á concertar las condiciones de la rendición con D. Luis de Icart; mas apenas habia regresado al campo que por repelidos correos se supo haber ya bajado gente del Emperador por loa Alpes Grisones , y que estaría allí dentro de dos dias con gran socorro ('i).

Temeroso entonces Trivulcio de que si veniun de re-

(I) JoTÍo 7 6aeza, ibi. Guicciardini dice qae Is tregua era de ireiata días ele.

(_2j Jnvio, ibi— Argcnsola, cap. 18.

Tomo XXV. 1!)

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penlc los alemanes sobre él y salion de improviso al mis- mo tiempo los sitiados, no le obligasen á dividir su gente y le derrotasen , estrechó su campo y mandó retirar al ar rabal de Santa Eufemia la artillería que eetaba al frente de la plaza. Hízólo sosegadamente y sin aparato , creyen- do que si los españoles que atentos le observaban U^a» han á entenderlo . sospecharían que tenia miedo ó inrven- tarian otra cosa. Advirtiéronlo con efecto, y aunque se ma* ravillaron de que la artillería se retirase cuando por razón de la tregua ni un solo dardo se tiraba de parte á otra, se contentaron con preguntar á los venecianos y franceses cual era la causa de aquella novedad. Respondiéronles que , dando por acabada su empresa, así por lo largo de b tregua como porque estando cerrados ios Alpes ningún socorro les pedia venir por ellos, recogían todos los ins* trumentos y máquinas de guerra á mejor lugar; mas en tanto que Trivuleío, Navarro y toda su gente así mentían, y ahorcaban sin piedad y como espías á cuantos iban de Brescia á Verona y Alemania ó al revés para que no die- ran á tos sitiados noticia de la llegada de los imperiales, atravesaban estos los Alpes por veredas ásperas y cubier- tas de nieve. ^

Gobernábalos Guillermo Rocandolf ó Roquendolf , mi- litar entonces de gran reputación en Alemania. Presen- tándose con su gente y banderas sin esperársete en los collados cercanos á Brescia . se le recibió en ella con grande alegría por el mucho ganado, algún dinero, gran cantidad de pólvora y sobre siete mil infantes que traja. Tratóse de sus resultas en consejo ó junta de capitanes, de-si como proponinn los mas viejos y á su cabeza Don Luis de Icart, asi que los que acababan de llegar hubie- sen dormido y descansado, no convendría en aquella mis-

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aia nocbe caer sobre el compo enemigo y sorprenderle. Siendo e.8ta la opinión que prevalecía en la junta , y la que atendida la ailuacion del enemigo mayores ventajas promelia, quedaron todos suspemos oyendo á Bocandolf y moBtrando al misnKi tiempo sus insl^ uccíon^a de no em- prender nada sin licencia del Emperador, limitándose únicamente á librar la ciudad del riesgo y peligro en quu estaba (1).

Observando ¡Rocandolf el mal efecto que en los ale- manes y españoles de la guarnición habia producido su respuesta , y recelándose de qne la indignación que mos- traban no parase en motin cootra él , dejando en la plaza dos compañías 1 se salió fuera con el resto de su gente y se fué ¿ Alemania , aparentando que iba á buscar dinero para pagar á todos lo que se les debia. Con su salida le- jos de serenarse los ánimos , aquellos soldados tan sufri- dos y resueltos en loa lances mas peligrosos , se desenfre- naron en términos de pedir con las armas en la mano las pagas que se les debían. Con el benemérito Icart sq go- bernador que los babia juntado para apaciguarlos con su autoridad y promesas, se insolentaron de modo que le pusieron las picas al pecho y le mataran malvadamente, si los alféreces que le rodeaban no le hubiesen cubierto con sm banderas; insignias enlóaces lantistmas y acata- dos (WR suma reverencio. Golpeáronle sin embargo con las picas , rompiéronle el hombro del sayo, y para mayor afrenta le llevaron preso á cosa de una dama á quien mu- cho amaba , aunque el obispo é italiano Jovío dice que no le correspondía; hasta que pasado algún tiempo los sol- dados mas comunes fueron los primeros en buscor á sus

(1) Jovio, ibi.

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292 capitanes que andabon escondidos, |>romelÍéndole8 con jurDmento y en nombre de los demás que no tes harían daño y los obedecerían (1).

Restituidos los capitanes á sus compañías y el gober- nador Icart á SD dignidad , como cada dia creciese la falta de dinero > prometió y juró á los soldados que no saldría de Brescia sín que el Pn'nclpe ya fuese amigo ó enemigo, en cuyo poder hubiere de quedar, no les pagase prímero el sueldo de tres meses. Tal escasez que hubiera algan tanto disminuido con un socorro en dinero que el Empe- rador enviaba á la guarnición , fué por lo ccmtrario en aumento, por haber los venecianos derrotado al conde LodroQ que desde Alemania venían escollándolo: faltando poco para que dos compañías de españoles , que vistas las hogueras y otras señales convenidas, salieron de Brescia á su encuentro , no fueran'sorprendidas y derrotadas igual- mente. Si se salvaron fué porque un ignorante y rústico labrador, creyendo por la semejanza de su armamento que eran de las de Pedro Navarro , les gritó desde un alto mo- tejándoles de que por su mucha pereza no se hubiesen encontrado en la derrota y despojo de los imperiales que les contó (2).

Con esto y con la angustia á que venecianos y france- ses iban de dia en dia reduciendo á los sitiados , era cada vez mas desesperada su situación. Lejos sin embargo de desmayar, á vista del empeño Je los sitiadores en ren- dirlos por hambre , redoblaron su esfuerzo y de dia y de

(1) Argensola, ibi. , cap. 18.— Jovio, lib. 16... Eum lamen nutu esangtttm hanwumifut ictibut violaiam,di¡cerptaabhumerit vette , ul maiore contumelia aJficeretU , in i/oiiium ada-uaia ncc ar- ridentis matrona capltfum perlraxcruní ett.

(2j IbiHem.

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noche y ó pie y á caballo salían de la plaza á saquear la tierra cercana al campo eaemigo. Eran con este motivo continuas las escaramuzas y emboscadas ; en una de las cuales fué preso el capitán de caballos D. Francisco de Icarl . hermano del gobernador , con algunos españoles, prendiendo estos en otra al capitán francés Villanueva que con otros treinta mas llevaron atado á Brescia. Y como no mucho después ocurriese otra sorpresa en la que unot po* cot caballot ligeros eupañoles que habían aprendido á traer yelmo con bufa (babera ó visera] corazas reciaty lantas gruesa* á uso de hombres de armas , ahuyentaron á los venecianos, los desordenaron y ciñeron entre muchos prisioneros á Camilo Murlinengo, hombre de crédito entre ellos, le trocaron por D. Francisco Icart (1).

Siendo nuestro objeto , al paso que contamos el poco bríllo con que no obstante su valor y pericia aparece Na- varro sirviendo á los enemigos de su patria , referir las acciones ilustres que sin él y aun contra él ejecutaban sus aotiguos compañeros y aun discípulos en Iji milicia, no omitiremos una de las salidas acaso la mas memorable que se ejecutó entonces de Brescia. Como unos cien in- fantes españoles y alemanes armados muy á la ligera y sin bandera , se propusieron mandados por el capitán Velas- tegui coger cuanto ganado pudieran. Regresando con él á la ciudad y con algunos prisioneros además , se vieron asaltados por mas de seiscientos caballos venecianos que intentaban recobrarlo. Por mas que durante tres horas continuas los persiguieron con empeño , nada alcanzaron,

(1) Jovíd, lib, 16, pig. 188... qua pugna pauci Híspani equi- tts Uvii ariaaiurte, qui bucculatis galas , ¡oUdiique tkoraciiut el trastierihus hailis ealhapkraeíorum more uti diiliceranr, magnam hoitium mulliíadiuem pepuleruui ele— Baeza.

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porque usando Velastegui y su gente alterntida y oportu- namente de lo pica y del arcabuz ', se defendieron con mucho valor , y gjn faltar uno entraron con su presa en la ciudad (1). Cuéntase también otra salida de Brescia en la que empeñada la infunlería de los sitiados con la de los sitiadores , acudiendo Navarro coa la suya en defensa estos, fueron aquellos rechazados; siendo esta una prue- ba de que también lomaba parte en aquellos ligeros en- cuentros [2).

1516.— Entrando, mientras en estose andaba el año de 1516, aconteció en 23 de enero la muerte del Católico Bey D. Fernando, Principe digno de eterna fama por su infatigable empeño en uninacionar á toda España, y que, como juiciosamente observa el obispo de Nocero su con- temporáneo , disponia á su voluntad las cosas de Europa considerando y mediando prudentemente las fuerzas de todos (5). Lejos de que con su muerte se entibiara el an- helo de su consuegro el inconstante Emperador Maximi- liano por socorrer á firescia , siguió por lo contrario con mas fervor les aprestos de gente y dinero en que cnten* día. Preparado todo se encaminó al anunciarse la prima- vera por los Alpes á Verona, en donde estaban todavía los

(1) Jóvio y Bfieza, ibi., cap, 0. Arge&sola, cap. 31 , ido At f S46. .

(2) Vooeniciu, De helio Cameractiui, lib. 6, pág. l&O... Et nu- per eum ínter pediies eerlamenetiel, Peirut Navarras tlaltm tuhti- di¿ venitf et hoítes intra urhem repulsi lunt ele.

(3) Ibid... marió de 65 aaos, ocupándose en trabajoso oficio de la caza , no dejando de perseguir las fieras, annqne bnfaien tempestades y lluvias, con lo cual y con darse demasiadamente i la humanidad, snigió de tal manera sus envejecidas fuerzas que con ninguna medicina pudieron ser reparadas.— Zorita dice que niur¡<í de hidropesía.

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españoles y alemanes con Marco Antonio Colona, llevando bajo sus órdenes cat<Hrce mil esguizaros y eiete mil alema- nes, todos de infaBleria, y en general soldados viejos, ade- mñs de muchos aventureros atraídos según costumbre por la ríqaeza de Italia (i).

Aumentan otros el ejército imperial con cinco mil ca- ballos , fuera de diez mil suizos mandados por el belicoso . cardenal de Sion y otros diez mil entre españoles y tu- descos (2) : con los cuales , fuese el que se quiera su nú* mero, creia el Emperador, que le seria fácil apoderarse de Milán, cabeza y ciudad principal de la Lombardia. Animábale también á eso la confianza que le inspiraban los gibelinos que dentro de Hilaban vivian y aborrecian tanto á los franceses como parcialidad y afecto profesaban al imperio : de modo que seducido el Emperador con es- peranzas tan lisonjeras en vez de ir derecho á socorrer á Brescia , te antepuso la empresa de Milán precedida de otras operaciones menos importantes.

Sorprendidos con su repentina llegada, así el general Trivulcio como el duque de Borbon que gobernaba los ejéreitos veneciano y francés en Lombardia , presinUendo su designio, volaron á socorrer á Milán. Siendo sus fuerzas tan escasas como numerosas eran las del Emperador ; en poco estuvo que siguiendo el consejo de algunos no aban- donaran aquella ciudad , teniendo por imposible su de- fensa. Pensaron otros de distinto modo , pero opinaban que para que los imperiales ¿ su llegada no tuvieran en donde alojarse , se quemaran, como se ejecutó , los arra- bales.

(1) Jovio, ibi, lib. 16.

(3) Guicciardini y Sfoccuigo , ibi.

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Apenas presuiitaiJo el Emperador é intimada la rendi- 4^Íon con el orgullo y nmenozas que pueden figurarse, cam- litaron las cosas de modo quf retirándose arrebatadamente de delante de Milán se fué al otro lado del Addn. Siguió de nlli á Trento , y por último á Alemania , disuello bu ejér- rito, y atribuyéndolo los hislorlpdores , primero á la ve- nida de otros suizos en auxilio de los venecianos y frao- coses, luego á las graves y reñidas contiendas que por musa de sus pagas tuvo el Emperador con los capitanes suizos y la gente que los seguía, y por último á que los españoles de la guarnición de Brescia , aparentando ser de enemigos el dinero que de Alemania venia para pagar n los imperiales , se apoderaron de él , y cobrándose de sus atrasos privaron al Emperador de dar á los suyos lo <]ue les debia (1).

Dísuelto el ejército imperial, Teodoro Trivulcio, á quien los venecianos habían confiado el suyo , y Odclo de Foix, señor de Lautrech, que por entonces sucedió al duque de Borbon en el gobierno del francés, en lugar de perseguir á los que con tan inesperada precipitación abandonaban In Lombardia , determinaron combatir de nuevo y con mayor vigor á Brescia. Manteníase todavía en ella y con el mismo aliento que antes, el valeroso D. Luis de Icart: la guarnición con todo estaba ya muy reducida. Apenas pa* saba de dos compañías de alemanes y españoles, tan nu- merosas como solían serlo en un tiempo en que , no con- taban como en el dia con fuerza determinada , y de unos cien caballos. Con la vuelta del Emperador á Alemania y el mal suceso de su espedicion habían de tal modo reba-

(I) Jovio, Guicciardioi, UoccDÍgo, ibi.—Argensob, lib. 1, cap. '29.

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jndo Ins esperanzas de muchos de los defemorcs y decaí* lio el ánimo de otros , que gran [larle de ellos se fué ¿ sus Ciisfls ó D juntarse con tos que guardaban á Verona. Hubo no pocos que , considerándose como los que mas, instiga» ron á robar el dinero del Emperador, aparentando temer el castigo, se buyeron á tos enemigos (1). En tres mil infantes, alemanes y españoles, computan los contempo- ráneos Guicciardiní y Mocenigo, los que de Brescia se pasaron á los Tranceses y venecianos, dando tal vez ese consuelo á Navarro , y ese fatal ejemplo á los que guar- necían á Verona (2).

Has no eran solo defensores los que faltaban en la plaza. Carecía de vitualla , y mayormente de pólvora, en términos de que al parecer no habia la suficiente para cargar diez veces la arlilleria (3). Icarl con todo no des- mayaba. Modelo de alcaides y gobernadores de plazas sí* tíadas , y por tal ya reputado en su sijjlo (4) , en medio

(1) Jovio, lib. 18, pág. 323. Multi quoque qui Hirípientla Cit- tariantg pfcuaia aathoreí faere dicebantur , jadicíum veriii ad hot- let perfugerunt.

(2) Hocenícus, ibi.,pig. 143. Germani el Hitpani millut Bñ» xia, adtriamiUiadeieiveruntadGtdloi e/ f^trneíM.— Guiccíarditii, lib. 13... et per la mtdetima cagione Iré mila fanti , parte Spogauo- ii, parle ledeschi patarono nel campo Franctie el veneltano. El mis- ino Gaiccianliai tratando maa adelante de como Odeto de Foix se re- tiró de delaotede Varona, teme roao del socorro que se decia venirle, refiere que fué á pesar de " che di Gerona f asumo paiiali d glt tli' pendil veaeti piu di dúo mila fanli Spogituoli el tedescki.—Jo'^iO mas moderado cuenta que solo fué' el capitán Haldonado con al- gunos.

(3) Jovio y Baeza, ibi.

(t) Diálogos de arte mililar por Beruardiao Eieatante. Sevi- lla 1583. Diálogo i.'quetratade las calidades quehande tenerlos Alcaides y orden que han de guardar en la defensa de susfortaU-

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de no ser fácil encubrir bu peligrosa síluacion, la disimu* laba como español y prudente , y con tal maña , dice Pau- lo Jovio, que los enemigos pensaban ser menores los tra- bajos y mayor la guarnición de la ciudad (1) ; mas si he- mos de creer á Guicciardiiii , los venecianos que soto la computaban eo unos seiscientos infantes españoles y cua- trocientos cabiillos , juzgando fácil tomarla de noche por sorpresa y antes de que llegasen loa franceses; por no ser bastante largos las escalas, y haber mostrado gran valor los defensores, fueron rechazados con pérdida (2).

A vista de lal suceso , y habiéndoseles juntado Odeto de Foix con su gente , determinaron Trivulcio y él atacar la plaza por cinco partes á la vez, conGando en que repartidos por ellas los sitiados . habia de ser muy flaca en cada una la defensa. Cuando al cabo de cinco días de incesante cañoneo,, vieron ya casi arrasadas las murallas, asaltaron los sitiadores con repetición , pero en vano . por- que fueron denodadamente rebatidos. Avergonzados y queriendo con un golpe magistral poner término i su em- presa , confiaron la ejecución á las compañías mas esct^i- das y mejor armadas del ejército. Arremetieron con el mayor arrujo y pelearon muchas horas , aunque siempre sin efecto, " andando la- pelea mas travada y peligrosa

* por la parle que Pedro Navarro daba el asalto, fie nada

* valió que sus navarros y gascones entrasen animosamen-

* te dentro de las murallas de la plaza, ni que entraran > unos tras otros con los escudos sobre las cabezas que

zas etc., en donde encarece y nols como se hicieron famosos en Brescia D. Luis de Icarty los españoles que le ayadsron á defender á Brescia coa taata orden y determÍDscioD.

(1) Ibid., cap. SI .

{•2) [bid., líb. 2.

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> parecían una pavesada ;" por que los de la guarnicioo nitemás de pelear esforzadamente con saelas , arcabuces, lanzas y espadas, "les arrojaban ollas llenas de resina y * pólvora y unos botafuegos que echaban de fuego ter-

> rible y mortal : con lo cual los soldados de Navarro se 1 turbaron y dando luego sobre ellos en aquella turba- 1 cion los enemigos fueron derribados por la balería (bre-

> cha] y retiráronse habiendo perdido- algunos de los su- ° yos y quedando muchos heridos y abrasados del fue*

Refieiionando entonces Icarl, así en tos cinco asaltos que en un mismo día y tiempo había sostenido , como en que de los suyos el que no estaba herido estaba traspasado de sueño , llamó á los capitanes y principales vecinos de la ctndod, y coa -se aeocrdo y auilorizfteíon trató y logró una capitolacion en la que no sola quedó salva la reputación de la guarnición sino las personas y propiedades de los ha- bitantes que se hubiesen declarado por el Emperador. Cumplió Icarl lo que tes dijo de que no recibirían condi- ciones, sino qne pareceria que las imponían; y así fué que al salir por las puertas de Brescia con su gente " iba

esta tan animosa y pasó tan ufana por medio de los es-

> cuadrónos enemigos , que los franceses viendo cuan po- » eos eran, porque apenas llegaban 4 setecientos solda-

> dos armados, comenzaron á confundirse de vergüenza

y á bramar porque tan poca gente haciendo muestra de

> que era mas, ee habia defendido de la furia de dos

(1) El testo latioo de Jovio dice... Sed ah ea parte ^uam iVo- «arrat opugnaadam acceperat , loage perieulotuwi certamen fuit: nam Caaiairi et F'tueonei iairepide marum subiere: attumi^ue est uirinque laidacter non missUiias tantum ted laneeii et gladiií quum tcuiii super eapita posilis ve/uii testndine facta succfderelur etc.

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> ejércitos. Quisieron mofarse de ellos y aun maltratarios » de despecho, pero ellos que todo lo entendían pasaban » sin perder su orden ; sin responder sino con risa y lí- bertad en los semblantes," llevando en multitud de car* ros su equipaje y dirigiéndose á Alemania por las monta* ñas de Trente (1).

(I) Jotío y Baeu, lib 18, cap. S3. Hocenions, ibi., pigt- na 144, y Beraadiaus Aldious De bellc i/enelo, lib. 6, pág. 292. Dum que possesia vioUnler acriiergue defaua maaia retaxani. Ipsi interea Juntenlii earpentitqae ómnibus pretiota tupeUectxle tua oo»- ratit... urbent tgressi magna examine íongitque tarrorum ligmeit per Tridtaiiaoi taliut in Germaaiam aiiere,

Brescia ae rindió en 2Vds mayo de 1S16, y no fué la úoica plaza defendida en aquel siglo por los españolea, que al rendirla admiraron á sus enemigos. Tratando D. Carlos Goloma qne lo presenciaba de rendición de Amiens, dice en el libro 10 de sus Guarnut/e fíattátt, pég. 477, aüode 1S97, "cumplido el plazo délos ocho diss salió la guarnición á los 15 de septiembre en número de 600 soldados sanos y al pié de 80O heridos : cosa que admiró al Bey de Francia y ma- cho mas al ver después cuales estaban las baterías y en particular la del rebellín , pues sin ayuda algnna subió por ella Madama Gm- briela Duquesa de Beaufort dama del Bey y otras mochas seño- ras que habían acudido á ver ñ sus maridos en sabiendo que la guarnicioD parlamenleaba. La salida fué con muy gran ostenlacioD, banderas tendidas y los demás requisitos de este género, y Devi»- dase á los ojos del Rey hasta los mas vites despojos de aquella sa nobilísima ciudad , tras seis meses y medio de sitio , en medio po- demos decir de su reino."

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sKPTiii mu.

Dewle 15ie á 15!í6.

Ninguno de cuantos se moslrabno ilespechados por la talida como triunTal de Icai't y In guarnición de Brescia, tenia mayor motivo para estni-lo que el tornadizo Navar* ro. Nada le había salido bien en aquella empresa. Des- deñando el ejemplo de los alemanes que, sirviendo ni Rey de Francia se resistieron á ir contra los compatriotas y parientes que en Brescia estaban por el Emperador, es' tuvo en poco que cuando ét menos escrupuloso caminabn contra los suyos, no cayera en manos, como ya rererimos. de los que de ,1a plaza hubian salido á merodear. Sus minas, aquella su invención tan terrible y tan cacnreadn. habian sido totalmente inutilizadas por las contramiMOS de los sitiadores., faltando también muy poco para que no pereciera en ellas. Sus escogidos gascones y navar- ros bajos á pesar de sus mandatos y de haberlos adiestrado hasta en formar coa paveses el teetudo ó galápago , usa- do por los romanos para combatir las murallas (!}, acato por no sentir en él aquel ardor patriótico que con los su- yos le animaban , se habian mostrado flacos y débiles en

[1) Yegcliufi, Dcre mUiiari , lib. i, cap. ik.

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tos asaltos; y la ProTÍdeocía por último, habiendo sido Icart el primer español contra quien Navarro guiado de su mala estrella combatió , pnede decirse que fué el pre* destinado , como en su lugar veremos , para presenciar cuando et día de la expiación llegó , su triste y desdicha* doOn.

1517. Pfo está claro Navarro acompañó á los Fran- ceses y venecianos cuando, después de apoderados de Brescia, se encaminaron contra Verona. Era su alcaide to- davía y gobernaba la gente española y alemana, no como general pontificio sino como comisario imperial, el mismo Marco Antonio Golona , que con tan acertada oportunidatl socorrió á Brescia al principiar su asedio. La guarnición reforzada, á pesar de los precauciones de los venecianos, con gran parle de la que alh acababa de capitular, dio también como su gobernador tas mismas pruebas de valor admiradas por los enemigos en Brescia. Ni con tener por el suelo ciento y cincuenta pasos de muralla derribados por los venecianos hacia la puerta de Vieenza, ni con haber los Tranceses abierto cinco grandes portillos por cinco par- tes diferentes de la misma muralla, ni con amotinarse por las pagas é irse de sus r^ultas á los venecianos , con grandísimo encono de los demás españoles, los capitanes Rojos , Plasolla , Crístoval Manjon , Juan Pérez , Juan La- drón, y el coronel Maldonndo y Juárez, pasado» deapues por las picas , sirviendo al duque de Urbino (1 ) (lo cuiil

(t) GuicciardiDÍ.lib. 12.— Jovlo, lib. 18, describe largamente este sitio en qíie también hubo retos y ílaelos por las Damud enln; Mpaaoles, italianos y fraeceses, y alborotos por Us rameras; y Iratnntlu da aiiuelin desercioo , refiere que muchos españoles sin vergüenza ninguna diciendo que sin paga no qnerino pelenr por el Emperador ni c^penr á pasar la última hambre , Gngian que salían

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(lf;bió servir de nvüo ó Navarro] l<^rar(m los sitiadores que se rindiera Verona. Sus defensores la'manluvíeron resuellos hasta que concertad» la paz de Noyon en agosto de aqoel año entre nuestro Garios llamado después el Quinto, y el Rey Francisco I, y luego entre este, el Em- perador y los venecianos , volvieron estos á su posesión en enero de 1517; y puesto So á la sangrienta guerru derivada de la liga de Cambray , que habla durado ocho

A correr la tierra y pasábanse í los venencianos. Pero otros mn- chofl , teniendo respeto á la honra de su nación , recibian eoojo, pareciéndoles qne aquella maldad era afrenta & toda ella. Y asi mal- decían el hecho y juraban qne en habiendo lagar babian de casti- gar su maldad matándolos por sus manos ó por Juslicii. Kntre otros que se pasaron fueron Juárez, Bojas, Plasolla, Cristóbal Man- jon, Joan Pereí y Juan llamado el Ladrón y algunos otros leones mas que soldados usadofi i ganar y aprovecharse. Estos poco áotes siendo muertos loa mejores de sa ^ente hablan entrado en lagar do los alféreces y capitanes mas por su atrevimiento y por favor de los soldados que por su valor. A estos siguió poco después el capitán Ualdooado no teniendo respeto á la honra que hsbia ganado en las guerras pasadas. Era verdaderamente digno de ser alabado de va- leroso guerrero, si siendo ya viejo, no lo engañaran soberbia y .ivaricia de manera qne macolÁra con esta maldad y con el horrible fin de su vida la honra genada con tantos trabajos. "Fué este Gn, B según Berrera en sus Comentarios de los hechos de los españoles » en Italia, pág. 301, qne el Coronel Ualdonado y el Capitán Jna-

rez y otros dos capitanes mas que servían al Duque de Vrbíao, > oído lo que trataban contra él y leídas las escrituras y cartas, y «relatados los indicios, estando todos los españoles con grande » atención, por común jaicio condenaron á muerte i Maldonndo y B ú los tres capitanes y haciéndolos pasar por las hileras de ¡as picas

fué ejecutada la pena y según decian purgada con este castigo toda M la malicia qne habla en aquel ejército. Y esto se llama entre la » nación española pasar parlas picas: castigo usado en ella. Véaii-

jie Jovio, lib. 19, y Gmcciardini, lib. 13 al principio y mas ade-

I ante. "

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años , se despidió Loda la gente de los ejércitos coligados y hubo paz por algún tiempo (1).

Cuando esto sucedia ya no seguía Pedro Navarro el ejército francés ni se hallaba en Italia. No se descubre si fué por no haber sido muy arortunado en Brescia, ó por consecaencia del tratado de Noyon que , encontrándose ocioso en el mismo año de 1516 y volviendo á su antigua profesión de marino , comenzó á juntar en Marsella una armada de diez y seis galeras con muy escogidos soldados. Tampoco puede afirmarse si aquel armamento le costeaba secretamente el Rey de Francia , ó si tal vez Navarro tan mal hallado con la paz como en iSO? lo estuvieron con la de Italia Diego García de Paredes, el capitán Melgare- jo y Diego de Aguayo, quiso como ellos, y aylidodo de los habituados al saco y al pilluje de la desventurada Italia, lanzarse en grande y de su cuenta al corso que él conocía muy bien , y entonces no dejuba de ser lucroso y aun de grandes esperanzas {%.

O por el temor que infundiau el arrojo y pericia de Na- varro á pesar de sus reveses en Brescia , ó por que se le creyó capaz de cualquiera alevosía desde que cambió de bandt-ras , hubo recelos en España de que con tan grueso armamento acaso se dirigiese contra las costas entonces nuestras de Ñápeles y Sicilia. Ayudaba á ese recelo en lu tocante á Sicilia , que con la muerte, del Rey Católico y bajo pretexto de que de sus resultas había caducado In autoridad del virey D. Hugo de Hon«;ada basta que elsu-

{i) Gvicctanlisi, Aldiní, Jovid, Argensola y Herrera, etc. Cin- co milioDeB de ducados, dice Guicciardiní . ijne costó i los Teiie- cianoi aquella guerra.

(% Zorita, tom. 6, lib. 8, del Rey D. Fernando.— Uanaiia, lib. 39, cap. 9.

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cesor en la corooa no la confirmase tte nuevo , la píele siciliana se había amotinado contra él y negádole la obe- diencia. Protegíanla también abiertamente entre otros per- sonajes los condes de Golisano y Camerata , llegando los excesos al término de i)ile el virey de noche y furtivu- mente no solo tuvo que abandonar su palacio y luego la capital y la isla, sino que continuando el desorden se de»- acataae la autoridad del Príncipe D. Carlos y al nuevo vi- rey que nombró (1).

El cardenal Jiménez de Gisneros que, muerto el Rey Católico gobernaba entonces á Castilla, fué quien segnn su elocuente bistoriador mas se receló de que Navarro tan práctico en las costas de Ñapóles y Sicilia , no fuese con su armada á favorecer aquella sedición. Creyó que su ob- jeto podría ser arrancar la isla á la dominación española, y auD el mismo Alvar Gómez así lo índica. Manifiestamen- te viene á decir que lo puso por obra después de baberse juntado con los genoveses, á quienes el cardenal expulsó luego de España , y cuya armada unida á la francesa ayu- daba hasta entonces secretamente á los condes de Came- rata y Golisano principales promovedores de la rebelión siciliana (2). No falta quien escriba que Navarro ccn el

(1 J Argeosola, etc.— Thoms Facelli, De reíiu Situlit posterío- ris Deeadis, lib. 10, capot uniaiiH, inUr Aaiiquiialum Sicilia Scriploret, lom. 4, púg. 689 y siguientes... Qaod ubi Hugo vidil, detperata pltbit rccipisceniia , /amulitm menliíui, clam per particum hora itoetit texta el upiimo die Mariii anni talatis 1516. Begia cgrtsitu domum Joannis iiigrtditur ele.

(S) De rebut getlii Francisci Ximenii, lib. 6, fol. 182. Petnu Nttvarrttt... U eo tempore ledeeim naviam claite Masiitiam vtmens deUctuj militum tludiosi facitbat iiec dubian emsc qiiiii illt fo/os apparalMt adiiersum Calabnam et Siciliam Ínitraerelitr~ IVaní Gf— HOensium clattií qua paulo aiile Galllta adjunriafuerat Panoimuat

Tobo XXV. '¿O

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fin i]e sublevar lambien á Ñapóles en favor de los france- ses desembarcó en los estados {lontificioB limilrofes de aquel reino, y aun faé causa de que la armada de Espaba no pasasie á Berbería (1) : sin embargo , los escritores si- cilianos i|ue presenciaron los alborotos de sa patria , nada cuentan acerca de que Navarro y los genoveses, ya junios ó separados, tomaran alguna parle en ellos, sostenién- dolos de cerca ó lejos en su origen ó sea en el año de 15i€. Soto en el de 15i7,*y ya bien eiitrado , se lee que ', aplacada la sedición cdn el castigo de uiios y la sali- da de otros de Sicilia, se comenzó á tratar en Roma la entroga de la isla á los franceses, entrando en ello aun el mismo Papa Leen X (2). Este proyecto se añade que con- tinuó con mas ó' menos calor en los años sucesivos y prin- cipalmente al tiempo en que los dos Reyes de España y Francia aspiraban á la corona impeiial , y acabaron por

aáoritndi etupieioiten déJerat , Camarina el Goiiíaao eüuj urUt prt- mariis hominibus dum aiíxilium ferentibui .- post N-avarri wii ad~ vtntuta apefíé remg-erenliias. NeqHeenim alia de cauia vir ej'ut ora perlliisimuí tupervcrieral , nisi al ej'us duclu et coniilio qui Campa- »(i et Sieula lillora lam probi noverat , tolain illam régimen infts- rarri. Acerca de los'moTimentOB de Sicilia en iSlBcontrael virey D. Hugo (le Moneada, yéanse en esta Colección de Documentos, los niadcnios del tomo St correspon dientes á los meses de junio y jalio, A})éndice á 1a vida de D. Hugo,

(t) SandoTal, 1ib. % %. 20.-A;-gensoIa, AnnaUs y CemtuU- rioidel seBor Atarcon, lib. 6.

(3) Paeden verse acerca de esto el Sieamcce Hiitoria teu Sica- RomVn anliquitelum ecmpendium de Franoisco Manrotyco, nacido en li9V y muerto en 1576, y la Historia Sieula de Tomús Pace- Ili, que declara tenia veinte y un años cuando presenció aquellos alhorotOB : uno y otro en los tomos 9 y 4 Aaiiiia.itatiim Sicilia scripteres Ínter Iialianorum renim icriptores. Trata lambien de ellos Pedro'tlártir en las Epístolas 393 y 591, escritas en setiembre de 4517.

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enemislarse ; pero como quiera que antes de eso en 151G al Papa , y á principios del mismo año de 1517 al carde- nal Cisneros , hubiese Navarro descubierto el Gn de sus armamentos ; ó se le ha de reputar por un hombre falaz y trapacero, ó no hay fundamento suficiente para imputar- Ifl contra su patria otros proyectos, y ya bastan, que los que puso por obra.

No cuenta Alvaro Gomoz si la satisfacción que Navar- ro dio á Cisneros provino de pedírsela este, o bien de que agraviado de loa pi-oyeclos que le imputaban quiso de su buena voluntad enmudecerá sus detractores. Únicamente refiere que "recordando al Cardenal su antigua y mutua » amistad le comunicó por medio del presbítero Taramo- i> na su familiar, que todas aquellas fuerzas navales de

que disponia, y todos sus empeños y conatos, lejos de *' dirigirse coiiti-a los reinos de Ñapóles y Sicilia , no te-

aian otro objeto, según ya él de muy atrás usaba, que

combatir á los enemigos de la religión y asolar las cos-

tas africanas (1)." Acaso con ese motivo pedía algún auxilio al generoso y fervoroso cardenal, al modo que en el año anterior y con el mismo ñn se le pidí6 al pontífice Leoa X, su compañero de prisión, por medio del francisca- no fray Ferrando que aun conservaba Navarro en su com-

(1) De nía I gestís etc., lib. 7, fol. 183... Navarras quoqac pr-) vetere aatieitia per Taramauam preshiterum familiarcm suum, maririmas illas copias, lotamque itlam appara/um, pro antiguo sao instituto adnersum husies religioiiis parare affirinalur , fiíesque saas et solidos coaaius , te poiius adversas Affricana liiiora quaiii contia regnam Neapoliíanum aat contra Siculam oram iiiiendere. TaramO' na hemos dicho en otra parte, y para miiiirestar el país en donde creemos haber lucitio Pedro Navarro, que era [loinbre do lugar y apellido en el concejo de GalJamoá, coiíGiiante con el de S'joiufi-DS- tro CD las Encartaciunes de Vizcaya,

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ponía y ramilia ; mas de la respuesta que aquel Papa le di* rigió en 5 de octubre , no solo se deduce que de su cueD* ta y no de la del Rey de Francia procedía en sus arma- mentos, sino que estaba muy apartado de los proyectos que le imputaban contra Ñapóles y Sicilia. Por que León X después de elogiar altamente su piedad y religión y de en* carecer lo muclio que por ella se le debia , pasando á lo» auxilios que Navarro le demandaba, se los negó, fundándo- se "en que habia gastado mucho en aprestar dos arma- > das en aquel año, una en Ñapóles y otra en Genova;

concluyendo con que si algún dia se decidiese á em-

prender lo que le habia anunciado , se lo avisase anti-

cipadamente para cuidar de contentarle en cuanto le

fuese posible (1)."

Así lo hubo de cumplir Navarro, pues que así se de- duce de otra carta que en 27 de mayo del siguiente año de 1517 le escribió el mismo León X. En ella y ensal- zando como en la anterior los ardientes deseos que ya conocia en Navarro, y que el florentin Oddi su criado le habia referido , de acometer cuanto antes alguna empre- sa insigne y señalada en provecho de la república crís- úana, y que al intento se afanaba por salir cuanto antes contra los turcos y los moros con la armada mas fuerte que pudiera: los califica de piadosos y santísimos, y le anima á llevarlos adelante. El pulido y elegante Pedro Bembo no omitió nada de cuanto con ese motivo pudiera alhagar al intrépido y adusto marino: repárase sin em- bargo en t&D expresiva caria, que diciendo en ella el Papa á Navarro que corrian voces de haberse dado á la vela la armada turca bien arreglada y adiestrada , ningún

(1) V. Doeunienlo m'im. 31.

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socorro ayuda le ofrecia d^ pronlo, sino que eludién- dolos como eo octubre anterior, dejaba á su discreción delerminar si seria mejor que su' armada y la papal, uniéndose primero , salieran juntas contra los moros ; es- perando que con tiempo se io avisase , para que en tal caso pudiera oportuna y gustosamente ordenar que lo dieran cuantos auxilios necesitase (1).

1518. No se comprende en verdad como una perso- na privada , cual en esta correspondencia aparece Navar- ro, y cual también te representa Alvaro- Gómez, podia juntar en Marsella ó en cualquiera otro puerto las fuerzas tan respetables que dos dan á entender. Gallan los histo- riadores; y Paulo Jovio.que abunda en curiosos porme- nores y que en lo concerniente á su amigo Navarro y & los sucesos en que tuvo parte, no deja de mencionarle, enmudece en sus Historias, al llegar ó ta época en que nos encontramos con la nuestra. Acaso pereciera en el saco de Roma como sucedió con algunos de sus libros (2);

(1) V. Docmnento núm. 31.

f^) Dice Paulo Jovio al fio det lib. k de sna Historias: "los poetreroH seis libros de esta primera Década se perdleroa en el saco de Roma : pero el autor tiene confianza en su memoria que lo po- drA tomar á sacar de sus memoriales y borradores si tuviese vida para ello. Por que paaó asi que al tiempo del taco Herrera Cordoves y Antonio de Gamboa viioaino , eapitanea de infantería , atormen- tando á los sacristanes de Santa María de la Minerva, bascaron todos ]os escondrijoi y hallaron una arca herrada en que el autor habia escondido cien libras de plata labrada y los libros de su Historia. El capitán Gamboa contentiodose con la piala arrojó los libros como presa inútil ; pero el Capitán Herrera que no era punto ne- cio , tomó parte de los libros conviene á saber los que estaban es- critos en pergamino y cubiertos de cuero colorado y no curó de los que estaban escritos en papel y asi se perdieron siendo hechos pedazos. El capitán Herrera trujo at autor al caslillo de Santangel

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mas 03 sin emliürgo cierto que á últimos de aquel año cnrria Pedro Navarro los mares con su armada, puesto que nuestro Rey Carlos I respondiendo en 6 de enero de 1518 á una consulta del virey de Cerdeña. relativa á ta manera que liabta de tener con el mismo Navarro y su nrmada le decia que " mientras no hiciese daño, le hi- cíese dnr las vituallas que hubiese menester por su dí- B ñero y hacer todo buen acogimiento (1)."

Pudo contribuir á su salida no solo el lucro que del corso podía provenirle, sino el alarma que por aquel tiempo dominaba en toda Italia, con motivo del poder que el Gran Turco Selím habla logrado con sus victorias cóbrelos Principes comarcanos.. Divulgándose en Roma principalmente lo inmenso de sus aprestos navales contra liis pueblos cristianos, y recordando León X y los carde' nales el desembarco que en otro tiempo hicieron los tur- cos en Otranto, se figuraban verlos ya desembarcados en las indefensas costas de la Pulla, y que con toda seguri- dad se encaminaban contra ellos (2). Su miedo en fin era (an grande, que el papa León no contento con haber or- denado para conjurarle rogativas en que anduvo con los

loa libros que iooid para qa6 se los psgase; y el Papa TBovido de las Jigrímas del anlor dio é Herrera por eos un beneficb quo procuraba itincbo haber por muerte de un sacerdote de su tierra. " Como el mismo Jovio en los libros 19, 20, 21, 22, 23 y 2<k e-n qne conclnye la primera parle de sus üislorias, no da mas que un ligerisimo resumen de lo sucedido desde la rendición de Brescía en 1 516 basta qne en 15S7 Iné el sacojde Roma , acaso perecieraa entonces también aquellos libros.

(1) V. Documento núm. 32.

(2) Pedro Hirtir, Epitlola G06 en Valladolid á B de febrero de <518. yíA urbe scríiitur Ponlijicem cum suis pnrptiralis tremeré, tliitant al ApuHee tliioribas , parvo frcto intertecanie.

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311 ))ieB descalzos , eovíó l^odos á los Príncipes cristianos ú excitarlos con empeño á que se coligaran contra el ene- migo común (1).

En medio de que todos se mostraban dispuestos á par- tir si los otros se movian , ninguno aparontaba tanto celo como el Rey de Fraooia. Con todo su reino corrian voces en Roma qve en llegando la /ooasion decía que saldría á campaña (2) ; y como oo obstante haber muerto Selím y apaciguádose algún tanto los ánimos,. aun contioaaban los temores del Papa y Sacro Colegio , con nada menos! ps-> rece que con cuarenta laii iafanleB y tr«s mil hombres de armas prometía volar á au defensa (5). El de España que no dejaba de conocer cuan precaria era la paz de que gozaba la Italia, al paso que en las correrías de los tur- cos y en las aparieacias de voItce á loa Gerbos , eacoi)< trabo justiOcaeíoa para tus armamento^ en Cartagena, mostraba también su prehensión al Papa > que no desde* úaba BUS ofertas. Uno y otro Bey en Gn se ^forzaban en ganari^ la voluntad con tanto mayor etnpeñq cugnto que el Emperador Maximiliano juntó aquel año los electores para que des^n&r^n elsucesor que había de tener en el imperio : andando en Ip cual albagando los dos Beyes al Papa y observándose entre porque los dos aspiraban al trono imperial ; la muerte del Emperador acaecida en i 2 de enero de 1SÍ9 vino á ponerlos eo piigna abierta y á

(1) Goicciardini , lib. 13, a&o de 15(8.

(2) Pedro Mártir, ibi. Galtorum res ad tam se expeditionem si oporluerit-, iturum cum universa Galliea polñntia pollicelur.

(3) Ibid, Mptsrola 632 ea Zaragoza i 30 de diciembrK de 1518. Chistiaaissimus auietn rex ad Proviaeiam ín Turcas recipiendam PoHli/icü offerl pcdiium multa quairigcnla, cataphraaorum Iria. Rex notíer iuam paral classem etc.

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ser el fundamento de la sangrienla historia de uno y olro reinado (i).

Poco ánles de eso teniendo el de España Cortes en Zaragoza con tos aragoneses , ee le presentaron los men- aajeros de et de Francia y del moso Juan de Albret á La- brit que se titulaba Rey de Navfirra, pidiendo para este 7 en virtud del tratado de Noyon la restitución de aquel reino. Cuantos consejeros consultó en aquella of^sion nues- tro no menos mo^ D. Carlos, todos conociendo la impor- tancia política aunque tampoco faltaba la justicia de seme- jante adquisición se decidieron unánimemente por consep varia. De mo^o que junto el resentimiento de esa negativa con el que naturalmente derivaba de haberse declarado los dos Reyes de España y Francia pretendientes á Ia-con>- na imperial , los colocó en actitud tan hostil que el mis- mo León X que poco antes imploraba el auxilio de ambos contra los turcos, ya se recelaba acaso mas de los cristia* nos. Ni aun la armada española que ¿ntes con tanto empe- ño solicitaba, queria que pasase desde Cartagena á Ñapó- les (2).

Francisco' I en tal estado las cosas , al paso qoe envió í la Dieta imperial sus embajadores cargados de dinero para ganar el voto de los electores, se esforzó grandemen- te conoóíendo su influjo en ellos , en captarse la benevo- lencia del Papa. Era para este temible cualquiera de los dos rivales en quien recayese la elección ; el uno por sus

(1) Guicciardioi , ihi. Acerca He la expedición de D. Bogo de Honcada i los Gerbes, véase su vida en eala Colección.

(3) Pedro Mártir, Epístola 638 en Barcelona á 33 de febrero de 1519, ¿Qua nova/ormido est exorta repente? Paulo ante turca- rum furores tremcbatis , nune nosfra vtdemini exlimttctrt^ Escri- liicndo al legado y sacristan del Papa.

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jl5 miras sobre Hilan y Genova , y el otro soLre Ñapóles , y algunas otms partes de Italia ; y como de él pensaba Fran- cisco que por ventura dependia la elección , deseando por una parte atraérsele . y aparentar por otra que quería des- embaraiurie del ascendiente de Cértos, ordenó á Pedro Navarro darse á la vela con una armada de veinte galeras y alanos otros buques con cuatro mil hombres de des- embarco. En el caso de que al Papa le agradase, le or< denó también ir con todas esas fuerzas á combatir los moros en las mismas costas de África (1); mas tejos de adelantar cosa alguna quedaron su valor y fama tachados. Un español afirma que habiendo en aquel año ido Navar- ro coD la armada qne equivocadamente llama de España, contra la ciudad de África en la provincia de Túnez, y combatidola reciamente , los moros que la defendían le obligaron á retirarse con mucho daño (2), al paso que otro francés le moteja de haber sido con sus correrías causa de que no se ganasen los Gerbes. Por que habiendo salido de Ñápeles D. Hugo de Moneada con aquel intei>- to y ana buena armada, dice que, temiendo encontrarse con la de Navarro , cuyo designio ignoraba , renunció á la empresa y se volvió á Sicilia (3).

(1) Gnicoiardini, lib. 13... il lt¿ di Francia ordinó che Pietro Navarro uteitíe ¡n mar* eon una ármala di ventigaUe , el daltri leg-ni el coa quatra mila fanii pagati, tallo nome di reprimere le

fiítte di Mori ele.

(2) Mármol, Dtteripeion del África, lib. 6, cap. S8; pero nÍD- ^nn otro escritor hemos visto que refiera ese saceso.

(3) Dnoiet, Hisloire de France, tom 9, pág, 82 y sig. Franpotí I; pero Argeosola y otras, callando esta retirada de D. Hugo, cuen- tan por lo contrario que, después de herido de un flechazo en )a cara en un combate naval con los turcos, desembarciJ en los Gerhes que so le rindieron y prestaron homenaje al Rey de Gspa&a. Véase

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Nucsiro Rqy D. Carlos elegido al fin Emperador en 28 de judío de aquel año, fué tanta su alaría y júbilo coma pena y tristeza sufrió su competidor Francisco. Los polí- ticos de menos previsión coDvinieron desdo luego en que el nuevo Emperador mas pronto ó mas tarde reooTaría las pretonsíone&jde.su abaelo Maximiliano al ducado de Hilan, y que Francisco I de reohazo agregaría á las maní- fesladas anteriormente al reino de Ñapóles , sus recientes agravios por no cuQ]plirse el tratado-de Noyoa en lo to- cante á la restitución del reino de Navarra. Quejábase también de.que según antiguas concordias no podía una misma persona reinar á la vez en Ñapóles y en el Im- perio ; mas como León ;X se habió ya mostrado favora- ble á Garlos , acabó su obra , dispensando en uso de su autoridad pontificia la incompatibilidad de las dos coro- nos (1).

1520.— Terminado en paz ysin hostilidades, á pesar de que se las esperaba, el año de 1519. acabó también sin ellas el de 1 520. Aunque Navarro en él siguió con su ar- mada cruzando por las costas de Italia , nada se cu«ita que intentase contra los turcos , y menos contra los reinos de Ñapóles y Sicilia. Aparece por lo contrario que en aquel eslío y otorVo ó aquejado del mal de la patria, ó des- contento de los franceses que como era natural le mira- ban con despego, ó bien dominado de eu altivez y orgullo, no podiendo soportar que una armada que Francisco I preparaba en la Provenza, -en vez de confiarla á su peri- cia y valor , tratase de entregarla al hermano de una de

acerca de la sujeción de los Gerbes la vid^ de D. Vta%tt y ios docu- mentos que la acompaSan en el Uimo S4 de esta CoUceioa. (1) Daniel, ibi.

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sus damas, solicíló U meilioeion del Papa, para recon- ciliaree con el Rey de España.

LeoD X , así pw la antigua amistad como por conocer cuanto importaba separar de los franceses á un hombre dol crédito de Navarro, se puso muy luego de acuerdo wa D. Juan Manuel, nuestro Embajador en Roma. Re- comendó este el asunto al Emperador, y mientras que sti determinación llegaba, comenzó á entenderse secretamen- te con Navarro. La negociación iba tan adelante que de nada menos se trataba que de apoderarse el Emperador sin dar la cara ni gastar un real , de la ciudad de Geno- va , que siendo el punto por donde pasaban los franceses con toda seguridad á la Lombardía , y de cuya conserva- ción dependía la del ducado de Milán ; no es difícil presu- mir lo que interesaria ganarla á quien preveia que aquel ducado vendria á ser muy pronto su principal campo de batalla.

Para salir con ese intento', trataba el Embajador con Navarro que, eoncertándose con os Adornos, que eran los cabezas de la facción espoñohi en Genova , tomaran á au sueldo y acaso también del Papa , mil infantes españoles de los qae habían vuelto da los Gerbos y andaban amoti- nados , que tenían gana de irse con Navarro. Cuondo es- tuviera lodo pronto habían de dar un golpe de mano Genova que, arrancándola á los Fregosos, cabezas de la facción sometida al Rey de Francia, la dejase á merced del Emperador, á quien no era cosa de gran monta lo que Navarro pedia por aquel servicio. Contentábase con que algún día , pues que había de quedar enemistado con el Rey de Francia, le recibiera en el suyo ; ocerca de lo cual el embajador que le recomendaba y pedia al Emperador que en breve le respondiera , concluia con que Navarro

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era para hacer otros hartos enojos á los franceses y serví- cios á S. A. (1).

Ya fuese veleidad de Navarro ó desacierlo de un Don Francisco de Urrea , bastardo de )a casa de Aranda que andaba en su compañía é ¡nlervenia ea estos tratos , ó ya fuese que por los tiempos y acaso falta de provisiones no pudiera mantenerse en aquellos mares la armada en que andaba Navarro; nada se concluyó con él. Retirado á Marsella con Gurrea á preparar nuevos buques con- tra los ialieles , es muy de sentir por cierto que los me- dios indirectos, que el embajador empleó pra parti- ciparle la favorable determinación del Emperador, ó no llegaran á su noticia, ó que llegándole en medio de la agitación que entonces reinaba en España . le apartasen de un proyecto que restituyéndole á su patria , le hu- biese salvado la honra y la vida. La sórdida avaricia y la escandalosa venalidad de aquellas esponjas chupadoras como con gracia y verdad apellidó Pedro Mártir á los flamencos que con Carlos V vinieron á nuestra patria {%); sabido es que después de embarcados con él en mayo dfc 1520 para ir á tomar la corona imperial , dieron lu- gar ni alzamiento popular de los comuneros. Como en to- dos los tiempos de revueltas, y en la antipatía consi- gniente entre los liberales y partidarios de las reformas y libertad nacional y tos serviles y cortesanos , hubo exa-

(1) Védnse las cartas del embnjador en el docDnienlo oiime- ro 33.— Gnicciardiai ea e1 lib. 1( refiere en el aSo de 1521 el proyecto de presentarse en et puerto de Genova dos mil iofantes españoles con Geróairao Adorno.

[2} Epislola 619. ea Zaragoza A S9 de mayo de lSf8. Deas beni vartal .- j'am tanl omn:a venalia: muera Castelta mille moJii de- pauperalur. .. Spongia mnt mulla parata ad Castelta íiueum er- haiirtcnáum etc.

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geradDs imputaciones Oe proyectos y planes odiosos de los unos para con tos oíros y contra la misma patria. Los realistas no contentos con acusar de republicanos á los populares, al ver que tos franceses querían oprovecbar aquel trastorno para devolver á Enrique de Labríl el reí- no de Navarra, dieron por sentado que los comuneros ha< bian buscado su apoyo , y aun les ofrecían su ayuda para salirse coa su intento (1). Corriendo estas voces en la cor* te del Emperador en tos Países-bajos, á donde los que el odio del pueblo lanzaba de España llegaban contando las mayores atrociiladea , j qué extraño tendría que también hubiesen contado que Pedro Navarro hnbia venido de se- creto y por orden del Rey de Francia á reconocer si se po- día minar la fortaleza donde estaba el mariscal de Novar* ra, que no sabemos cual fuese, y que hasta con el Papa y el CoDdestable de Castilla ínlri(,Mba para haberla en su po- der (2)f

4521. Aun después de vencidos Padilla y los co* muñeres en abril de 15^1 , siguió la misma acusación contra ellos, por causa de la ¡nyasion francesa en Navar- ra (5). Si Navarro era roncales, y como tal nacido en

(1) IbUlem^ Epístola 665, respondiendo en 6 de noviembre delSSO á Galinsra, Canciller del Emperador. Scribii Tolfiaiios cunt Gallif agtre ut in Navarram iraducmit extrcilum i quot pleuiut (¡ueaití ttdttioaem taturare etc.

{% Carta de Carlos T si cardenal de Tortosa en S7 de setiem- bre de 45SO.— Véase documonto udm. 34.

[3t Pedro Nérlir, Epitiola 724 , en 5 de mayo de 1K21 al mis- mo Canciller Gatinara. Galli á juncieris pUriique impulti lolelanis precipui ac particulatim ab uxore Padilia proaissurum hunc ignem ariiirati Py reama transierunt. Téase en la Uisloria de Carlos V, por Sandoval, lib. 8. §. 20, qae ni Juan de Padilla, ni la luota ni uUus de las cabezas de la comunidad jamás tal cosa inventaron.

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nquel reino, llama la atención que el Rey de Francia no le ocupase en una expedición , en que nadie ni con mas acierto ni tal vez con mas prestigio podía dirigir su nu- merosa infantería, siempre escasa de buenos caudillos. Los historiadores sin embargo nada nos cuentan, sino que , retirados los franceses de Logroño hasta donde ha- bían llegado fácilmente, y repasado el Pirineo, después de >'encidos en Esquiros (1); el Emperador que tenía en su ánimo la empresa del ducado de Hilan, trató de buscar pendencia á Francisco I , vengándose por a(|uella parte de lo que ¿I con tanto arrrebato babia intentado en España. La ocasión no podía ser mas propicia. AboiTecia en Hilan á los franceses por sus abominables escesos Fran- cisco Sforcia. hijo del antiguo duque Luis que nunca habia querido transferirles sus derechos á aquel estado ; desde Trente en donde residía , Sabia por medio de sus parien- tes y parciales conspirado permanentemente contra ellos. El Emperador, aunque disimulaba otras quejas , se mani- festaba sentido de que el Rey Francisco, olvidándose ile que el ducado de Milán era..cn otro tiempo feudo y pro- piedad del Imperio, ninguna gestión hiciera, después de haberse ceñido la corona imperial, para recibir la investi- dura y continuar en'sU señorío. León X en fm que en me- dio de estar entregado á la música y á los placeres áe todo género debía de ser poco aficionado á la guen-a (2), no queriendo el predominio ni ta vecindad de tos francc-

(1) Tcilro Mártir, Sandotal, ele.

(2) Guicciardini, lib. H, dic« de León qne era per nalitradr- i dito alfocio , et a piaccri el hora per la troppa licenza el gramitz^ iilir-Ho so/ira ino/lu ílalie /acccade , iinmerto ad udire lutlo'l giorae miniíhe , facciie fl buffoni, inclínalo anchara Iroppo pitt chélhaaei- 10 a pinceri, pa' cua dbvcste estere loiahitnlc aliena dalle guerre.

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5i0 scs , coQtrajo con el Emperador en 9 de muyo de aquel año y con el mayor secrelo uoa alianza , cuya base y ob- jeto principal se reducia á echar los franceses de Italia, restituir el ducado de Milán á Francisco Sbrcia , recupe- rar para la Iglesia las ciudades de Panna y Piasencia. engrandecer al Emperador y sostener á la familia de los Hédicis (1).

Para mandar las fuerzas que cada coligado había de poner en campaña , nombró el Papa al marqués de Man* tua y el Emperador á Próspero Colona que habia de ser «I general en jefe. La Jnrantcrta española é italiana se puso á cargo del marqués de Pescaro que tan mozo fué herido y prisionero en Ravena mandaudo la caballería li- jera ; y que aunque de origen español , todavía aentia no haber nacido en España . fuülidiando á los italianos ha- biendo naeido en N.-ipoles, con no hablarles nunca sino en español (2). Además de Antonio de Leiva y de Her- nando de Alarcon que llevaban caicos muy principales, iban también en aquel ejército los dos valientes, do quie- nes entonces se dijo en Italia, un capitán Juan de Urbina, un alférez Santillana (5). Acompañábale igualmente como comisario Hposlólico el célebre historiador Francisco Guic- cianliiii. gobernador por él Papa de Módena y Reggio, y

(1) Galcalins Capella , De bello mediolanensi prv restítutione Frakeuci Sfonia II ele. ab anno 1531 uj^« od anoum 4S30, lib. 1.— Josephi Ripamonli, Hli/oria ürbU Mediolaní, lib. 8, inier AniiqítUatum Itaüte leriplores. Pan, 4.* et 3.', fomi 2. Guicciar- dini, lib. U.

(2) Jotíus, De vita Ferdiiiandi Davali cogDOinealo Piscsrii ii- hro i, pig. 312... NecPUcariiu secas ae AJphontut pater t¡ai Hii- fMmvrum ingenia peni/US oderal , despcctis Ilalis tuoi i¡uibui rutiii' ^am niii Hiípanice/astidilo Mtrmone loquebaiur cíe.

13) SaDdoval, fíinoria de Carlos f, §. 26.

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que habiendo intervenido en las juntas y consejos de guer- ra y en todos los sucesos de aquella campaña , li descrié lie minuciosamente (i).

Compom'ase el ejército según unos de cinco mil caba> líos y veinte y un mil infantes , y según otros de diez y ocho mil de estos entre españoles, italianos, tudescos y suizos, y mil y doscientos hombres de armas, además de los desterrados de Milán que eran bastante (3). Siendo di- ferentes los Bnes con que se emprendía la guerra, fué con* siguiente que se disputara como y por donde se la debia comenzar. Querían algunos encaminarse ante todo' contra Hilan, al paso que tratándose después de si se habia de ir primero á Plasencia que á Parma , en medio de la diver- gencia que al porecer existia entre Colona y Pescara , se preGrió ir contra la última que contaba, con una buena guarnición francesa. Asestada la artillería contra sus muros en 129 de agosto , vino abajo una gran parte de ellos , por la que á su tiempo arremetió la infantería española con su babiluol intrepidez. Ya en 8 de setiembre estaban los coligados apoderados al parecer de un tercio de la ciudad, cuando se determinó abandonarla , no lauto por las disí' dencias entre Pescara y Colona, como por el socorro fran- cés y veneciano que á toda priesa y con Mr. de Lautrech venia (5) ; siendo en aquella facción cuando por primera

(1) Tratando Gaicciardini Je como go pensó mas adelante en abandonar i Parroa , dice que el Marqués la respondió en espaBul k las observaciones que le baota acerca de como no se podía ganar en aquel día la ciudad si en el dia de iiiles era rácil , qde im hoggi as domani ne doppQ domani,

(3) Gnicriardiiii « Cepetla, Ripamonte, ibi. , y el P. Daniel pé- gína 122.

(3) Ibid. Guicoianlini aüadeque por habeise puesto en cam- paña en conlra d Duque de Ferrara.

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521 vez á lo menos en Italia , opina un escritor francés , que los españoles vsaron aquellos arcabucea que por tu largu- ra y pesadez se necesitaba para apantarlos el apoyo de una horquilla [i).

Para consolar al Papa del abandono de Parma , le en* caminó el ejército contra Hilan. Apenas llegado ¿ sus puertas Pescara , ó por negligencia de Lautrech ó por co- bardía de ios venecianos , se did un asalto y penetró en ella siguiéndole luego todo el ejército. El placer de la conqnista de Milán cuentan hílber regocijado tanto ñ León X que murió de sus resultas en 1 .* de diciembre de aquel año : inclínanse sin embargo los historiadores á que fué envenenado por su mismo camarero, de quien so murmuraba que lo hiciera pagado por el Rey de Fran- cia (2). Creían que con la muerte de León decayeran los asuntos del Emperador y de los españoles en ítalia ; mas la elección de su ayo el cal-denal Adriano en 9 de ene- ro de 1522, ya debió ser de mal presagio para los fran* ceses en aquel año : sus inátites tentativas para socorrer el castillo de Milán que aun se mantenia por ellos , y con> t*a el cual, y para impedírselo además, levantaron los im* periales hasta trincheras de nieve , debieron también pre- venirlotf prescindiendo de otros sucesos de la mala suerte que les esperaba (7).

(1) DaDÍelfibi. , pig. 126, refiriéndose al 1." torao de Ibb He- morías de Da-Butlai.

[2] daicciardÍDi , iU. Jotío', lib. 20 las Historias y en la vida de Leoo, lib. 4.— Cspella lib. 2,

[3] GaicciardÍDi , 1ib, \\... perche etsendo eaduta in térra una nevé graniíiuima , Pratpero uiaado il bcnrfirio del Cielo fot iuanü giotno laaarare di nevé due argiui alia timilitudine de'quali soleva li

Tono XXV, ai

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522

1522. Pera coDira quieo se mostró mas fatal Taé contra Pedro Navarro , de quioQ en todo el año anterior' ninguna noticia bailamos. En et de i 522 y en medio de la actividad que Lautrech mostraba para reponer el as- cendiente de los franceses en Italia vinieron á ella con un gran socorro de gente y dinero que por Genova recibió, el mariscal de Foix, Navarro y.aquel caballero sin miedo y «in tacha llamado Bayard, á qníen la suerte reservaba triste Gn también con los españoles , que él sabia justa- mente apreciar en la guerra (1). A vista de tanto refuer* 10 y de capitanes tan ilustres como le acompañaban, per- suadidos GolMia y Pescara de que intentarían apoderarse de Hilan , estrechándolos entre la ciudad y et castillo qne todavía conservaban , se salieron al campo buscando sitio en donde si la ocasión se presentaba, pudieran batallar con ventaja. Conociéndolo los enemigos trabajaban cnan- to podian para impedirlo , hasta que al fln en una tarde saliendo de Monza los imperiales plantaran sus tiendas en la Bicoca , casa de recreo y caza de los duques de Milán, situada como á una tegua de aquella ciudad (2).

Tunada posición con grande inteligencia y puesta i cargo de Colona la caballería y la infantería al de Pesca- raque , sirviéndole de foso un camino, la colocó detrás de él junto con la artillería ; antes .de emprender Lautrecb nada contra ellos, encargó á Bayard y á Pedro Navarro que fueran á reconocerlos (5). Aseguran unos que Na- varro en tan memorable jornada tuvo á su cuidado allanar

(1) Véase eo Brantome y en su vida como esUado para morir empafló su espada, besó la crnz de ella en seiial de la de Jesu- cristo y conieaE6 á rezar el Mbererr. mei Deu$.

(2) Guicciardini, ibi.— Capaila lib. 2, pág. I2fi9.

(3} Jotío, De mía Fernandi Datali, lib. 2, pig. 338,

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S2ó

coa les zapadores las veredas que conduelan al campo imperial (I) , refiriendo otros haber stdo de los qae mas se opusieran á que se diera la batalla , opinando porque n los suizos que con sobrado oj'gullo insislian en que tuviera lugar, se piígase á loa unos y se despidiese á los oíros. Su dictamen y su experiencia ninguna acogida se dice que encontraron ; porque Lautrech y sus capitanes que cono- cian la obstinación de los suizos, y se consideraban per- didos si los despedían , pretiriendo el lance de una bata - lia á la derrota que en aquel caso suponían consiguiente, la emprendieron contra la opitlion de Navarro.

Dada la orden de acometer , loa suizos que menospre- ciaban ¿ los Trauceses, eti lugar de ejecutar el ataqUe si- muUéneo que sobre el Frente y flancos de los imperiales había Lautrech combinado, creyéndose suQcienles para vencer, no quisieron detenerse en la arremetida. Fuerón- so derechos á caer sobre el Trente del campo imperial, en donde estaba , dice el historiador del marqués de Pescara, convenientemente ordenada la artillería delante del foso y lu inrantería distribuida en cuatro escuadrones con fren* tes iguales , mezclados unos con otros españoles y tudes- cos con espacios trocados. A los tudescos, loa gobernaba Jorge Franisperg. hombre de gran cuerpo y de grandísimas fuerzas. Los ai'cabuceros puestos delante de la orden de las picas tenian toda la frente de largo, á los cUales mana- do el marqués de Pescara con orden nueva y totil y que fué después dichom . que no diesen fuego á los arcabuces, hústa que viesen "darlo primero al capitán Volagne con

BU comisión y ttidndamíento. Después mandó á los de

primera orden que en habiendo descargado los arcabu-

(I) Daoie!, FiantoU I, tom. 9, pAg. 147.

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cea , luego se hincDsen de rodillas y de ouevo annaseny

por que la segunda orden tuviese lugar de lirar sin pe-

ligro de los que estaban delanle , y mandó que lo 5)18- mo hiciesen los segundos , terceros y cuarU» y que en

acabando de tirar los últimos, luego y diligentemente

se alzasen los primeros y segundos para disparar y que > ansí sin jamás cesar continuase esta maravillosa orden

á manera de una continua tempestad de tiros, porque

antes que viniesen á las manos fuese desbaratada la in-

fantería del enemigo (!}."

Esta invención de Pescara que. aunque bastante alte- rada, ha llegado hasta nuestros dias, concertó en los im- periales un fuego tan certero y sostenido que mas de mil suizos cayeron antes de llegar al camino ó foso que de- fondia su posicitm. Nada con todo detuvo su ardimiento. " Corriendo muy reciamente y sin tener sospecha de la

desigualdad del lugar llegaron basta el foso en que es-

taba el Marqués gobernando toda cosa con sosiego de

ánimo;" mas encontrándose atli con que era mas pro- fundo de lo que pensaban y que no les era fácil pasarle, se retiraron con orden y gran valor solvando su artille- ría (2).

Antes de eso, y en lo mas reñido del combate,- Ur. de Lautrech, que en la caballería superaba mucho á tos im- periales, creyó que el triunfo seria suyo, si por medio de un engaño conseguía introducirla en el alojamiento de aquellos. Ordenó con este fin á los hombres de armas y ginetes que en lugar de la cruz blanca con que se distin- guían los franceses , se pusieran en sus vestidos la cruz

(1) Historia del Marquit de Pescara por el maeflro Valles, li- bro 2, cap. 9.— Vulagne ¿noseriu BolaüosT (3) Ibid.

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51Í5

roja (le que usaban los imperiales. Con esle ardid y con la vigorosa carga que por el flanco pensaba darles , se pro- metia que , desordenándolos at punió, entrarían luego en aquel campo tan seguro mezclados unos con oíros y lodo lo desbariaa en él. Súpolo á tiempo Colona y mandando ñ los suyos , que para distinguirse de los franceses se pusie- ran en las cabezas unos manojitos de yerba ó de las espi- gas de que abundaba el terreno, frustró con eso el proyec- to y la victoria quedó por él y los suyos (1).

Tan gran derrota sucedida en 29 de abril , domingo de Quasimodo según unos, y en 27 de aquel mes según oíros, fué funesta á 'los franceses. Perdieron mas de tres mil suizos y veinte y dos de sus capitanes. De los impe- líales murieron poquísimos y ninguno de calidad, excep- to D. Juan de Cardona, conde de Golisano (2). Mencionan también los historiadores at montañés Santillana , sargen- to del capitán Guinea , que en aquella batalla recibió nue- ve heridas y fué el primero que en Italia ganó ventaja en el sueldo (3): siendo lo principal y de mas trascendencia que creyendo Colona y Pescara ser llegado el dia de ex- pulsar á los franceses de Italia , comenzaron á entender en ello. Apoderáronse de Cremona , Lodi y Pizzighitone; visto lo cual y el estado decadente en que se encontraban

(1) Gnicciardini en «I lib. lt»«ii.qne describe largamente la batalla , per cA« per ingannargli comandó che ciascuno de'suoi ineiene güila topraveíta la croce rotsa, tfgnale de ressercito Impértale ia cambio della eroee blanca sígnale del Sessercitof ranéese etc. Sedfa- llaeia in tempore eognila, flice Galeatius Cápela después de eso, juMtít Prosper tuot oimtei kerba aatspieanim quibui agri lum referli eraitt, manipulas capili impanere ut ab hosfibus dignoieerentur e\c,

(2) GuicciardiiH, ibi. Herrera , Comentarios de los eipañdes en ¡lalia, pég. 3tO.

43) Sandoval ,.lib. 40, §. 3 y 26.

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Mr. de Lescuii su general , codocÍiIo por el mariscal Foix. se obligó en 22 de mayo á evacuar la Lombardía, si dentro de cuarenta dias un ejército francés do pasaba el y le socorrÍD: de modo que no habiéndolo verifica- do, fué la cuarta vez que los franceses abandonaron la Italia (i).

Mientras tanto Colona y Pescara para asegurar mas su empresa, se encaminaron á Genova con unos veinte mil valientes veteranos alemones, españoles é italianos, si< guiéndolos también el duque de Milán. Siendo Genova una ciudad opulenta y un puerto y entrada franca para tos franceses mientras fuera Doge de aquella Repúbli- ca Octaviaqo Fregóse cqbeza de sus parciales , era del mayor interés que ocuparan su gobierno los Adornos ca- beras del bando imperial. Frustrado el trato que en 1S20 traia con aquel objeto y con Pedro Navarro nuestro em> bajador en Roma D. Juan Manuel , en tanto que al año si- guiente el ejército coligado del Papa y del Emperador se dirigían contra Mjlan , la armada imperial compuesta de siete galeras sutiles, cuatrQ bergantines y algunas otros naves, se prosenló sin efecto delante de Genova. Nadie se movió en ella en favor de los Adornos. El Doge Fregó* 80 se habia prevenido oportunamente ; y los dos mil vete- ranos españoles embarcados en Ñapóles en la armada y los desterrados de Mitán, qué al presentarse aquella en las aguas de Genova , la amenazaban por tierra , lodos se retiraron abandonando la empresa (2).

(1) Herrera, Comentarioi, pig. 8M.— Véase euBraotome lacn- ríou nolicia histórica de este Hr. de Lescnn, hermano de Mr. de Lautrech y de Hr. de Lesparre ti Lesparros , el qoe foé derrotado en Ksquiros.

(2) Guicciardmi, lib. It.-Capelb, VebcUa M(dii>lanenti,\\h.%

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Poníase ahora y en ejecución eiii embargo con mas de- cisión y tuerzas. El marqués de Pescara, precedido de Ge- rónimo Adoroo que le iba preparando víveres y transportes, se iba también acercando á la ciudad. Contemplándola Fre- goso como perdida si loa franceses no la socorrían, envió sú- , plicas y mensajeros á Francisco I instándole con fervor á . que cuanto antes lo ejecutóse. Encontráronle profunda- mente afligido con la derrota de' Bicoca y dispoDÍéndine á repararla con un numeroso ejército ; y en prueba de que conocia el rie«go que tan importante población corría y las ventajas que de dominarla resultarían & sos enemigos, «n tanto que él con su infantería y caballería se encami- naba á ella por los Alpes , ordenó á Pedro Navarro re- . cien llegado de Italia que volara á su socorro con dos^a- leras según unos y con tres ó cuatro según otros.

Pero en tanto que Navarro llegaba , Genova estaba in* teriormente agitada entre Adornos y Fregosos , imprope- rándose mutuamente la penosa situación en. que se veian; porque el marqués de Pescara faabia ya derribado con la artílleria gran parte de las murallas , ó intimado la rendi- ción tres veces y por escríto. Los de la Balia é ayunta- miento conociéndola inevitable , enviaron sus tratadores á ^ los jefes imperiales. Conferenciábase en 30 do mayo , es- criben algunos italianos, y ya estaba convenida con Colona la entrega de la ciudad al dia siguiente , cuando Pescara ansioso de acabar pronto tan gloriosa empresa , ordenó un asalto por aquella parte de la muralla que estaba destrui- da, y penetrando por ella sus soldados, en tanto que por la opuesta entraban Colona , el duque de Milán , los Ador-

pig. 127*.— Uberli toWVs, fí!itoir<t Cenutns!i,Vib, 12, adán, 1522, lomus I Autiquitaiam Iialia, ele. pág. 721 y 22.

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nos y los tleslei'rados genoveses que le aconQpañabnn , en- tregaron la ciuJud al mas borroso saco (1). Guicciardini indica (]ue las conferencias para la rendición se enfriaron lior haber llegado Pedro Navarro con dos galeras sutiles enviadas por el Rey de Francia ; pero que se volvió otra vez á ellas y con mayor eficacia , por haber de nuevo el marqués corabalido las murallas con su artillería; y que cuando ya parecía qne todo estaba arreglado. Prospero Colona ppr una parle , y el marqués por otra ordenaron el asalto, y se siguió el terrible saco que describe (2). Mura* lorí cuenta que Pedro Navarro llegó á Grénova con cuatro galeras y dos mil infantes embarcados en otros buques dos ú'm antes de que la cerrasen los imperiales, y que, ho- biepdo la artillería del marqués derribado una torre , tra- tó Fregoso de rendirse , pero que tomándose largas por si llegaba el socorro francés que esperaba, mientras en eso andaba entraron los españoles en la ciudad y la sa* quearon (5). Por lo contrario el abad de Nájera que estaba entre los sitiadores como comisario imperial , y que como tal asistió á las conferencias que mediaron en- tre los de afuera y loa ^ adentro de la ciudad, par* | ticipando al Emperador lo sucedido le escribía, que ' tratándose de concierto y habiéndose dado á los geno- veses veinte y cuatro horas de término para rendirse, nada respondieron , porque á las veinte y dos les vino en socor* I ro Pedro Navarro con tres galeras y una nave francesa en ' la que se decia que venian mas de mil infantes gascones y franceses : visto lo cual comenzó la artillería á tirar de

(O Ubertus Foticte. Íb¡. , pig. 7%}. |

(2){0uicc)ardini , l¡b. 14... ma ti raffreddi al quanio la pralt- ca per la uenuia de Pielro Navarra etc.

(3) Mnralori, Annal. , tomo 10, aüo de 1S22. i

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Duevo, y habiéndose roto las cureñas y encontrándose sin mantciones para defenderse si llegaba el socorro francés, que se anunciaba, aproveehaodo )a ocasión y no dando oii doa á las condiciones que para ganar tiempo los genoveses proponían , ordenaron los jefes imperiales el asalto, y en-< trando tos soldados en la ciuilad, lograron un tan rico bo- tín que se suponia montar á mas de un millón (de duca-r dos) de oro {i).

En mala hora para Navarro así como también lo fué para Genova , entró en su puerto con el acorro de Fran- cia. Cogiéronle los españoles, dice un historiador de aque* lia nación, defendiéndose en la plaza mayor con algunos franceses que le acompañaban (2). Paulo Jovio dice que fué en el puerto buscando un esquife en que salvarse; mas el abad de Nnjera con referencia al mismo Navarro cuenta que habiéndose embarcado en un esquife con e\ arzobispo de Salermí gobernador que había sido de Geno- va y hermano de Oclavnmo Fregóse, fué tanta la gente que en el cargó que zozobró, y Navarro se salvó nadan- do. Llevado al marqués de Pescara, añade Jovio que recordando con respeto su antigua gloria y valor, le aco- gió con la mayor hnmanidad y sin tenerle d?^ modo algu- no por enemigo (3); antes de eso sin embargo su paisana y antiguo soldado el famoso capitnn de infantería y maes^ tre de campo entonces Juan^de Urbina , acaso porque so

(I) Cartas del abad de Níjera desde el mismo Genova. Yéasa. documéato núm. 35.

(S) Daniel, Hittoirt de Franco^ tom. 9, pig. 15t.

(3} Jotío, De fita Ferdinaiuñ, lib, 3, pág. ZhQ.—Petnu vtro Na- varrus dum seapham ¡n pariu quareret ai Hiipanii eapitur, duc- tutque ád PUearium f propter veiercm loties speelaHe virlalis gh- riam , singuíari humanirttíe ivi}uaquant ul hottit excipilur.

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le llevaron sus soldados, le guardó como su prisionero (I). Al paso que como á tal guardaba el marqués de Pes- cara á Navarro, guardaba también á Octaviaoo Fregóse Doge ó dux de Genova que había caldo en sus manos. Otro tanto como Navarro era pobre al cabo de tantos años de trabajos por mar y tierra , era rico OctaTÍano que cui- taba con gruesos fondos depositados er el antiguo banco genovés de San Jorge. Ni aun el mismo marqués BÍguió tal vez mejor que Navarro su máxima de que " ninguno

que tenia intención de sacar ganancia de la guerra , ha* » bia jamás alcanzado el nombre de Gran Capitán , al paso > que por lo contrario hablan sido siempre invencibles y «famosísimos, los que dejando á los soldados, porjuz- gar no pertenecerles nada , todas las presas y tacos, » tan solo habían aspirado á la única é inmortal alabanza

de la verdadera fama (2)." Ast fué que tan persuadido el embajador D. Juan Manuel del escaso peculio de Na- varro , como del mal comportamiento de las galeras de España en la empresa de Genova y de la mala opinión en que se las tenía , propuso al Emperador , luego que supo haber sido preso Navarro, que le diese el cargo de ellas. " Que cuando determinare de serviros , le decía , no c^eo » que hará falta y ea sufiuicnte hombro para ello y él lo » bará de buena voluntad y terna causa para ello: por-

M] El abad de NAjera, ibi.

[2) lorio, ibi., in Gne, lib. 7, pág. <S6, tratando de que el marqués no tenia dinero cuando marió... Dicere enimsolebat, ne- mincm unquam fx hií qui militiam quttstui habtnáam puiarent , mag- ni Imperalaris nomea fuiste conieculum; contra vero, eos temper evttiiite invieiot el tange clariisimos , qui nihil ad te , sed ad miliits ex prada pertíaere exisi imantes, ad unom lanium aique eam immor- talem veri decoris laudcm aipirassenl. —^raotoíoe en la vida y el maestro Valles en la bieloria de Pescara.

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que el Rey de Francia no le ha de rescaUr. Y pues

por DO le haber rescatado el Rey D. Fernando se obli- 8 servir at Rey de Francia , tana justo será que sir* > va á V. M. fallándole el Rey de Francia siendo espa- . flol (1)."

Honra sin duda á D. Juan Manuel que . olvidando el daño que Navarro cuando era leal at Rey Calólico lo causó en 1507 apoderándose de la Tortaleza de Burgos. cuyo alcaide era, le recomendase ahora al Emperador para mandar sus galeras. No siendo con todo D. Juan en panto á patriotismo y lealtad el mejor modelo : en el em- peño que, tanto en 1520 antes de emprender lo de Ge- nova como en 1522 después de emprendido , tuvo en que Navarro volviera i ocupar gran puesto en su patria, dio evidentemente á conocer que lavando las manchas de Navarro creía por ventura lavar las suyas. Hatuan sido es- tas de peor naturaleza y mucho mas Teas , porque si aquel desventurado soldado arrastrado de su vanidad , aburrido de su encierro, ó resentido de lo que creia desprecio del Rey Católico y venganza de sus émulos . ae pasó á otras banderas y tomó las armas contra su patria , sin respetar ni sus juramentos ni las opiniones del tiempo , con su san- gre en Milán, con su humillación en Rrescia y ron su pri- sión en Genova, pagó bien cara su deserción. Todo era personal en él. todo con él se acababa como sucedió, además de estar sujeto á los percances y alternada fortu- na de la guerra; mas ep D. Juan Manuel partiendo de la mas negra ingratitud contra quién había sido su protec- tor todo fué de mas peligro y trascendencia para la patria que trató de sacrificar ó su ambición y al engrandecí-

(1) Carta de 6 de junio en el docamcnlo núm. 36.

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miento Je su familia, sin exponer la persona á los azares de las baLallas.

Hombre astuto y de grande ingenio y línajo, aunque de cuerpo pequeño , en vez de asociarse á la consumación de la uninacionalidad española emprendida y sostenida oon tan fervoroso ahinoo por los muy esclarecidos Fernando é Isabel, si bien al parecer y con el On de ayudarlos, como era de suponer, admitió la embajada que le conGrieron Cerca del Emperador Maximiliano; no parece baber sido fiino para aprovecbar los emolumentos , y conspirar des- pués contra tan insigne obra , así que la Reina Doña Isa- bel murió. Abandonando entóneos su embajada sin tomar en cuenta las advertencias del Rey Católico, y promelíén* dose sacar mas provecho do su joven y descuidado yerno Felipe el Hermoso, se puso desde luego á so lado, fué su favorito y principal consejero, y el alma y' cabeza del de< sacuerdo y disidencia que sobrevino entre suegro y yerno. El fVié quien mas conmovió á los ambiciosos grandes que- josos del orden á que los sometió el Católico, para que se opusieran á que continuara gobernando á Castilla, como con suma prudencia y atendida la locura de su hija Doña Juana lo habia ordenado en el testamento stt afligida es- posa. Don Juan Manuel fué el que no obstante las adver-. tencias del Rey D. Fernando, las mercedes y bienes que para su familia le ofrecía, las promesas solemnes de que no se onsaria para que su nieto D. Cartea sucediera en los reinos unidos, tanto le apuró y maltrató con sus parcia- les que al Gn mudó de dictamen. Por fortuna el hijo que provino de su enlace con Germana de Foix murió muy pronto , que sino y gracias á las perversas artes de D. Juan Manuel , cuanto se habia ganado desde la muerte del ím* potente D. Enrique, la España en fin quedaba deshecha.

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El fué quieb trayendo á D. Felipe á Caslilla, y rodean* dolé de tos enemigos de so suegro, roattralé á esle en tér* ' mÍDOs de que al abandonarla para, pasar á Aragón y de allí á Ñapóles , hubo de surrir ultrajes y desprecios , pero con ánimo grande, en los pueblos de su tránsHo.JEse D. Juan fué el que cuando los honrados castellanos llamaban á toda priesa al mismo Rey. por muerte de su yerno en Búrgosi y por no poder sufrir eLdesórden en que loa habían pues* to los ambiciosos y el mayor de lodos el mismo D. Juaní alcaide ya de Segovia , Burgos y otras ciudades , y conta* dor mayor del reino con once maravedís al millar que se le pagaban de todas la» libranzas (1) se obstinó seguido del duque de Nájefa y ptto% en que el Bey de Romanos, viniera eomo tutor del Príncipe D. Carlos á gobernar ó Castilla. Vuelto el Rey Católico á ella con aplauso do los buenos , y expulsado con el apoyo y fuei'za de Navarro, so fué odiado y aborrecido á enredar con otros y á revolver desde Bruselas el reino > habiendo antes tenido la desven güenza de haber escrito al Bey que se habia despedido de él por que no recompensaba bien sus servicios, y que fun- dase bien su venida, saneando la sucesión del Príncipe Don Garlos su nieto y pidiéndole entre otras mercedes * ' la con* firmacion de sus oficios y tenencias, y que si te quitasen algo se le diese la recompensa y alguna enmienda (2)."

Aquel hombre bajo y ruin , aunque hábil en los negc cios, no obstante haberte invitado el Rey Católico por me-' dio de su mujer de él á que no saliera del reino ; como no le dio cuanto quería se fué ¿ Flándes á intrigar al lado del Príncipe D. Cáríos; y no habiendo sido allí bien recibidoi

(O Zorita . Annales, lib. T, cap. 38.

(S) Znríta, ibi./cap. 89, y eo rarios capítulos dolos libros 6 y 7, todos los enredos de D. Juan,

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quiso 8¡n reparar en su mengua y eavilecimiealo , volrer ni Catálico COD tal de que le pagara bien sos servicios (1). Enemigo de su patria pues que á eso equivalía en aquel tiempo introducir la enemistad enlre el Emperador, el Príncipe D. Garlos y elRey Católico, no temió declararse contra este y contra su política tan nacional, poniéndose i merced del Rey de Francia y de la suya , escandalizando á la misma Princesa Mnt^arita gobernadora de Flándes y á los consejeros del Emperador en aquellos estados, en términos do que le pusieron preso en la fortaleaa de AVil* borde (2). Ese D. iuan Manuel fué por último el que ar-*- rebalado de su odio clamaba, cuande el Católico cabal- mente trabajaba por engrandecer á Castilla con el reino de Navarra, que aquella estaba perdida sin remedio, y que si no acudían pronto á él se perdería también para la casa do Austria (3) : de modo que habiendo venido á Cas- tilla con los que acompañaban y aconsejaban al Rey don Carlos, después de muerto su abuelo, se puede- creer que

(4) Ibidem. , llb. 8, cap. fS, aBo de ^ÍS... y «n este media, D. Juan se fué camiao de l^liüdea para "dar cuenta segan ¿I de-

cia al Rey de Romanos de lo ((oe habia hecho eti ad Bervício v » del Principe por cumplir con su honra : y como no faé allá tan B biea recogido como se creia envió i pedir al Rey una de dos co~ > «as: que ai se quisiese servir del y volverle lo suyo y tratallu

como quien él era, le diese licencia para qUi se viniese, y si no B holgaba dello ni que quedase en Alemania ó Flandes , ToWién- D dolé su hacienda holgase que se fuese con su mujer é hijos h » Portugal , porque alli estaria a lo que ordenase. Pero no se sir- n viendo del ni mandándole restituir io que se te había quitado, R DO podía dejar de hacer como desesperado Is ofensa que pudiese D & todo el mundo; y como so se proveyó por el Rey en lo que éJ » prcteodia siguió desterrado etc."

(Sj Zorita, ibi., lib. 10, cap. 70y86, afiosde IBt3 y ISU. ¿3) Ibid.jcap. 70.

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D. Juan Manuel inlercedia por Pedro NaTorro áníes acabársele el aborrecimiento que había concebido al nom- bre del Rey Católico , y desengañarse con el tiempo (1) y que habiéndose ya desengañado D. Cái'loa y su coiisejo, ningún caso hicieron de la recomendación de un tránsfu- ga en favor de otro, y mandaron que con Oclaviano Fra- goso fuese llevado á laa fortalezas de Castel-novo ó Gseta en Ñápeles (2).

Desagradó esta resolución á Pescara , pareciéndole que siendo alcaide de la fortaleza de Pavía, en la que tenia con buena guardia á Navarro y á Fregóse . era mostrar poca confianza mandar trasladarlos á otra. Creía ademán que con la traslación iba á perder el grueso rescate que se prometia de Octaviano, y contaba con él para acabar de pagar lo mucho que se había empeñado en servir al Emperador, especialmente en aquella jornada (3). Sus re* clamacitmes en nada variaron lo resuelto. Los dos prisio- nero», aunque tratados con miramiento y la debida segu- ridad , fueron confiados al abad de Nájera y llevados á Genova ; en cuyo castillo fueron depositados con sumo des- contento suyo, luego que entendieron que iban á ser Irnslti- dados á Ñápeles.. Contemplábanse allí condenados á cárcel perpetua como' prisioneros Reales, y privados por lo tanto de la esperanza de ser rescatados que mientras estuvieran en poder del marqués conservaban: mas habiendo sido embarcados en las galeras de D. Luis de Reqnesens y del

(1) Zurita, ibidein.

(3) Pedro Mártir. EpiUcia ?C2, deíJe VicUiria á 13 de junio de 1522... Capli ambo Dueet fuerunt Oefofituiut Fregosui üriis laput, et Carnet ipse Navarruí militum pro Rege Gatlorum Pro' tur, duetitpit Neapofim abi lub lut» cuslot/ia

(3) y. Documento núm. 36.

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536 comendador Icart -, el tiempo eo lo concernienLe á Navar- ro, pues Octaviaoo murió luego, acreditó que no calcu- laba con acierto el de la duración de sus prisiones (1).

Por haber muerto en marzo de aquel aúo D. Ramón de Cardona el antiguo general de Navarro en Bolonia y en Ravena, era virey de Ñapóles cuando los prisioneros lle- garon á su capital, el Oamenco* Garlos de Lannoy. Cum- pliendo con las ttriienes del Em|)erador los encerró en 1 8 de diciembre en aquel mismo Castel-nuovo que coa ad- miración general y mucha gloria suya habia volado con sus minas y asaltado en 1 503 con la mayor intrepidez el m¡smO~ Pedro Navarro que entonces entraba tan humilla' do en él. A ser otra la causa que le habia traído á tan miserable estado podía baber tendido coa orgullo la vista á todos los lugares que se descubrían desde el castillo y habían sido testigos de bus hazañas; y no que desertor, transfuga « desleal á sus banderas y falto sobre todo de In constancia y fortaleza de ánimo que debe ser la divisa de los grandes hombres no excitaba en los que le guardaban y por ventura' habían militado con él. otro sentimiento que el de la mas común y natural compasión.

Casi al tiempo que Navarro era encerrado en Castel- nuovo , Solimán el Magnifico al cabo de un largó sitio du- rante el cual el Gran-Maestre y los comendadores y ca- balleros de la Ord(>n de San Juan defendieron valiente* mente á Rhodas, se apoderó de aquella isla. Cúlpase ge* neralmente de aquella pérdida á los Príncipes cristianos

(i) V. Documento Aiim. 37. Guicciardioi , lib. H.— Pedro Mártirt Epístola 798, 152t. Morías esl Octavianus Fregosus jure Mli captivas Marckionis Peschariat Pretia ducaiorum daodetiat niiflituí se reiimebat. Anúsit prelium Marehio , cuí^jaeluram non ¡ilacuiiset prcunim Hlius nisi ¡asa Majeslaiis crimine, credi polest*

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que, dividiilos entre si y maa átenlo a su engrandcciinienln t|ue al triunfo de bu religión , no quiuieron de modo algu- no emplear aus fuerzas contra el atrevido Solimán y las suyas. Los italianos que no podían aufrir que uno de aque- llos extranjeros á quienes apellidaban b¿rb&ro3, hubiese sido elevado al solio pontificio , acusan principalmente al flamenco Adriano Vi de que, ya fuera por escaaez de dine- ro, ya por haber empleado en Lombardia los mil y qui- nientos iniantes españoles que le acompañaron a Homa, ó ya por falta de actividad en aprestar la armada que en Sicilia y para socorrer á Rhodas se díspwiia , los eanjua- nístas hubiesen tenido que oapiLular y dejar a los turcos aquel antiguo teatro de su gloria (1). Antes de eso, y cuan- do tan apurados se veían y á Francia demandaban socor- ros, parece que se dirigieron á Pedro Navarro como « persona de inteligencia y acreditado valor para conducir- los ó bien para ayudarlos en su animada y bien soslenidn defensa. Las personas que le custodiaban, parece como que sospecharon que tal vez fuera ese un pretexto para alcanzar su libertad: tuvieron sin embaído de atlí á poco razones para juzgar que so había tratado seriamente do asunto tan trascendental y que Navarro ó puso condicio- nes ó pidió cosas que no hemos podido averiguar (2).

1523. Así terminó para aquel desventurado prisio- nero el año de 1522, y entró el de 1523 sin apariencia ninguna, como sucedió , de que mejorase en él su situa- ción. Si, como BrantoDie refiere haber oído á los que le conocieron , tuvo Navarro alguna vez la idea de escribir

(1) Jyiv'io, Eiiitoine ilel lib. 24 .— Gnicciardiiii , lib. 15. -Suli- nan entró en Rbodaa en 25 de diciembre de I52S.

(2) V. DocuDteolo Diím. 38.

Tomo XXV. 20

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358 niguaas Memorias de.su arte y ciencia ó alguua historia de lo que habia visto en «u tiempo , jamás tuvo ocasión mas á propósilo (1). La soledad j el ocio y aun el mismo castillo que le servia de cárcel y en el que habia entra- do sin la esperanza de volver á salir , todo le ÍDCtlaba á tarea tan útil como sabrosa. En el caso de que la ioten- tara DO nos consta que se divulgara nada especialmente y en lo coocernieote á las minas , acerca de los principios que le dirigieron en su ensayo y en la perfección á que las elev5 en sus dias. Por su desgracia aun vivi¿ muchos mas, y habiendo legrado para su mol volver otra vez á la guerra , no tardaremos en verle acabar trágica y las- timosamente.

En medio de la guerra intestina que el fraccionamien- to en tantos estados causaba en la desventurada Italia, continuaba cada vez mas encarnizada la que se babiau declarado el Emperador Garlos V y Francisco I. Dañá- banse cuanto podían ; y como el teatro en que hasta rntónces se babia hostilizado fuera pequeño , convirtieron en campo de batalla todos los puntos por donde sus do- minios se tocaban. En Italia, á donde principalmente di- rigía Francisco I sus ambiciosas miras , todo le salía mal. Sin contar las ligas que en ella se formaron contra él en- tre el Emperador , los venecianos, el duque de Milán y el archiduque Femando de Austria , y enti-e el mismo ar- chiduque, el Emperador, el Papa y el Rey de Inglaterra, la rendición del fuerte castillo de Milán al Emperador por la peste y falta de lo necesario que consumía su guarni- ción, le disgustó sobre manera. Ansioso como siempre de

(I) Fies Jes hoiumcs iUuttre* el capüm'nct etrwgfrí ele, Don Pedro de NsTarro.

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5j9 floininar en aqtiel eslado, que el Emperador liabia cetli- lio & Francisco Sfórcía su antiguo duque , & pesar del dos- concierto que en sus proyectos quiso introducir el con- destable de Borbon desertando ¿us banderas y posándose al' Emperador, envió á el almirante Bonnivet á Italia con tan' poderoso ejército, que Paulo Jovio le compula de coa- renta' mil infuates ydiez mtl cabnllos (I).

1524. Enlró en esto el año de 15^4 en el que la suerte de las armas se mostró tan dispuesta y favorable á los imperiales, comü vnria se habia mostrado en el ante- rior, asi en las Tronteras de los Paises-bAjos como en l.-is de España por el lado de Fuentorrabia. Muerto Próspero Colona general del ejército imperial , con quien el mar- qués de Pescara, por disidencias entre ellos, no militaba, lo sucedió CD'ol mando del ejército el virey ^ápolc.■< Carlos de Lannoy. Al ver el estado tan abatido en que los fraaceseíT se éncoatrabon, obstante el numeroso ejerci- to con que habían entrado en la Lombardía, queria el Em- perador instado por el condestable de Borbon, á quien b<i- bia nombrado su lugar teniente, pasar los AIpi-s y pene- trar en Francia. Como el marqués de Pescara ya en el ojcrcito.'se desdeñara de estor á las órdetics de Borbon. liabicndósele declarado capitán general p;ira aquella guer- ra , se encaminnron los' dos por Niza á la Proveiizn en la que' habiéndose apoderado de Aix , pasaron luego á sitiar :i Marsella. Los sitiados tanto por la Fortaleza de la ciu- dad y su desafecto á los .españoles como por el recuerdo de haberse un siglo antes apoderado de su ciudad y sa-

(1) Jovk>, Epllome del libro 32. GiuicciatdÍDi, lib, 15^ dice que Próspero Col o na roo rió en iSiiZ , itafú gia ammaía/lo otto aicsi non sfiixa toipel/0 ¿i ivlcw ó lil mrdiíameiilo amalotio.

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S40 queátiola fiiriosameDle Alonso V áe Ai'agon y su genic, pasando de Gaeta á Calatuña ; se dofeDdieron con sumo valor. Al cabo de cuarenta diaa de estrecho asedio y cuando el marqués por ventura se había lisonjeado con que tendría Marsella á sus píes como dos años antes á Genova; por haber acudido el Rey de Francia á su socor* ro coD numeroso y lucido ejército, emprendió en 29 de setiembre una retirada que por lo trabajosa y bien soste- nida que fué , paso por una de las mas fumosas de aquel tiempo (1).

1535. Francisco I entonces viéndose con tanta y tan florida gente , como menguados , descalzos y casi destruí- dos por las enfermedades y fatigas de Marsella , se retira- ban los impet-iulcs, tuvo por cierto que andaba coa ce- leridad, podría llegar antes que ellos á Milun. Logrado eso creia que , estando aquel ducado á la sazón indefenso y caüi abandonado de soldados , se apoderaría fácilmente de él , y no encontrarían tropiezo sus proyectos hasta de dominar en Ñapóles. Todo era para él agradables y lison- jeras esperanza»; junto á lo cual la ardorosa impaciencia del almirante fionnivet y aun la suya, según un escritor francés , de volver á la vista de una dama milanesa de singular belleza (2); caminaron con tal celeridad que en-

(1) Gnicciardini, Hb. 15.— Jovio, ibÍ,—SandoviI,l¡b. 11.^37.

Branlome. Vaucunts relrailet de gutrrt.,. el camment elle» va-

lent bien aulant quelquetfoii que les combáis.— ZiñU, lib. 43, C«- |>ll(ilo 22, lom. 3, aao de U23 á 19 de Doviembre la toma de Mar- sella por Alonso V.

(2j El señor de Bourdeille, abad lecnlar de Brantome, con la libertad de nn soldado del sigla XVI y cod la que le daban las licenciosas coslambres de ta corte de Francia, después de contar una aventara harto galante atribuida é Hr. da Bonnivet , signe cou (pe "podia muy bien ncpmfler aciiiella empresa por amor de la

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trabns en Hitan por una pucrla cuando Pescara salía por la otra. Puerca luego á sitiará Pavía en donje se inmor- tnlizó Antonio de Leiva ; y al cabo de larga torea y varias tentativas para apoderarse do ella, dada el 24 de febrero de f 526 , la famosa batalla de Pavía , cayó en manos del guipuzcoano Juanes de Urnieta aquel rozagante y volup- tuoso Rey de Francia, y vino preso á Madrid (1).

Enlazada la vida de Navarro con estos antecedentes fie nuestra historia milltor tan gloriosos como dignos de no olvidarse , nos hemos detenido algún tanto en ellos:

» persona á que estaba moy sonietiJo : porque era muy hermosa y » y de buena gracia, habiendo sido él solo quien aconsejó al Bey n Francisco pasar los monles y seguir i Mr, de Boarbon, que ha- 9 bia dejado á Ufarsella; no tauto por el bien y servicio de su » «no, como por volver á ver aoa gran dama de las mas hermosas M de Hilan, que había tomado por señora /"maiilrtsiej algunos años

Antea , se habia solazado oon ella , y quería solazarse ampliamen- » le otra vez. Se dice qoe era la Signara CUriee, tenida entonces

por una de las damas mas hermosas de Italia : he abl lo que lo M conducía á ella. referir este cuento á una gran daou de aquel > tiempo , y aun qne él habia encarecido aquella dama al Bey , y M escitidole al deseo de verla y acostarse cnn ella fcoucher avte

elUJ; y he abl la principal causa que no lodos conocen de aquel

paso del Rey : de modo qne la mitad del mundo no sabe como la ■> otra vive , y nosotros nos cuidamos h nuestro modo de las cosas « qne suceden de otro, y asi es que Dios que Iodo lo sabe se burla

de nosotros. " La Signara CUrice 6 Clarisa i que se refiere Brau- lomB detie de ser la misma Madonna Cinara famoia per ¡a forma egregia del carpo ma molió piu per il totumo amore che glt portaba Prospero Colorína general del ejército imperial , i la cual el admi- nnte Bonnivel antes de abandonar á Hilan , dice Guicciardini , que procuró che Galtazo Viieonie dimandalse facaUh di andarle ¿ vedere.

(I) Ibi.— Sandoval, lih. \%%.^.~VíoheT\sQa, Historia de Car- ¡0$ y, líb. 3. Guicciardini, lib. 15, en donde rcñerc como Fran- cisco 1 huyendo de encontrarse con su madre qne iba desde AviSon ñ persuadirle que no pasara los monles y dejase la guerra á sur capilanes, movió srrcbatadamcnle el ejército.

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[lai'eviéiidonos adumiis' ser de suma imporUincia su recuer* do tanlo para admirar las vicisitudus humanas como para penelrar ei ánimo de que jamás debemos cnlregarnos á la desesperación. Sirva de ejpmplo Navarro que habiendo untrado en Caslcl-nuovp cou'el presentimiento de que no saldría de ét jamás ; ni aun dando fe á los sueños mas ti* sonjeros, podia de modo alguno esperar que igualándole la suerte con su Rey adoptivo > en k) de ser prisionero de un guipuzconno si él lo fué de un alavés, le igualara también en alcanzar su libertad cnandó el mismo Rey la alcanzase. Siendo grande y muy grande como de mo- iintca puro y antojadizo él ansia ^»e por ella y volver á sus galanteos tenia Francisco I, .duros fueron también las i'ondiciones á que hubo de someterse paro legrarlo. Cre- yendo como en nuestros días y en Bayona mostrai'on Fer- nando VII y su padre que f^ fortaleza y la constancia no son atributo de los Reyes , sil) tomal* por modelo al sabio é inmortal Alonso V de Aragón , que prisionero de los ge- novesos y. llevado nnle la miserable plaza de Ischia. que el general vencedor le pedia píira ponerle en ella en'bue- na guarda, ni avn cuando pensase que le arrojaban al mar, dijo que no mandaria entregar una piedra de ningún lugar de $a Seiíoria{l): el liviano Francisco bien que para no cumplirlo , y aun «n eso es reprensible, no solo cedió provincias enteras y renunció sus pretensiones ó Ñapóles, Milán, Genova y otros estados, sino que se obligó, y fué lo ,raas importante , ó que Enrique de Labrit que se titulaba Rey de Navarra dejase, las armas y titulo de tal , y á no darle en adelante ningún auxilio para recuperarla (2).

(I) Zuriiajíb. I i de los Annales, cnp 28, aBodeiUK, tom. 3. ^2) Sandoval, lib, 44, §. 13.-Roberlsoii, íbi. Hb. 4.

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1526.^Udo do los arlicnlos del tratado en que esto se ealipuló en Madrid en 14 de enero de 1526, se referJa mny particularmente á los prisioneros. Disponíase en él que " todos los de guerra que así por mar como por tíer-

ra de una y otra parte hubieren sido tomados, ansí Don

Philiberto de Chalón Príncipe de Orange como cuales-

> quier otros subditos del Emperador y Rey cristianísimo » y otros cnalesquier que hubieren servido y seguido su

parte ; serían dentro de los quince días primeros del

mes de febrero siguiente, soltados y puestos en libertad

sin pagar rescaté alguno eon tal que quedasen y loma-

> sen al servicio del Señor de quien medíate ó inmedia-

* se hallare ser subditos , si no fuere que de común

> consentimiento se conviniese en otra cosa (1)." Navairo por consecuencia de artículo tan expreso y sin que por parte suya ni por la del Emperador ni ningún otro com- [tatriota aparezca gestión alguna para que volviese á sus antiguas banderas, salió de Castel-nuovo libre y sin con- dición alguna. Sin embargo el obispo y respetable histo- riador Sandoval equivocadamente dice en una parte de su Historia de Garlos V, quo Navarro fué soltado en trueco de D. Hugo do Moneada primero qué se librase el Rey de Francia (2); y en otra , que por consecuencia del tratado lo fué por el Príncipe de Qrange , prisioneros los dos de los franceses (3); mas 'aun cuando el testimonio de los historiadores no caminase de acuerdo con el sentido cla- ro y explícito del tratado, que no necesita comentario (4)

(O Articulo S3.— Sandovft] , ibi.— Daniel, Hitloire de Frmet, tomo 40, pág. 384.

(2) Sandoval, lib. 47, §§. 5 f SO.

(3)lbid.,§. 6.

(i) Paulo Joiio en los elogios de D. llu(;ode Moneada ydetPriu-

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cual quiera ilutta iicerca de que en virluJ de él y no por ningún cambio recobró Navarro su libertad, la desvanece Paulo Jovio que pudo oírlo de su boca y asegura en su (tiogto que por ¡a capitulación de tan paces fué librado de la prkion de Cattel-nuovo (i).

Merece la preferencia este testimonio , por haber sido entonces cuando , habiendo ido Navarro á Roma asi que se vio libre, le conoció el mismo Jovio y trabó con él mug grande amistad por la relación que deseaba haber del pa- ra la verdad y servido de tu historia. A todo, cuenta que le satisfizo Navarro muy cortesmeate, siendo muy deseoso de gloria, y que enlazados los dos en aquella familiar amistad, que nuooa mas olvidó , después de referírie Na- varro con extensión sus victorias y desastres le pidió por i'iltimo una empresa , ó sea figura enigmática con su leyen- da, sobrecÍ«Wo« sufetos, que á la verdad, sigue Jovio, no me contentaron mucho. Stn indicar cuales fueron , refiere haberle replicado que no debia salir de lo propio por bus- car el apelalivo; porque habiendo» " hecho yo glorioso * inventor del admirable artiScio de las minas en mis his- o torias que os hnrán inmortal en el lugar en donde mila-

cipe de Orang«, dice en e] del primero {{aebabia sido preso en 1523 en na desembarco es Varagine cerca de Géaova (lib. 6, pAg. S90) Quum vero Francisciu rex á Catare Jimiilere/ui' , ügo el ipse iffnit in Iiaiiam ut novo bello Dux interessel etc.; y en el del Principe de Oraiige (Ibi. , p&g. S97), después de referir como fué prisio- nero de Iss galeras de Andrea Doria qae servía entonces al Rey de Francia yendo de España embarcado con ¿rdenes para el ejército imperial que sitiaba á Marsella , sigue con qne ñeque prius á Gatlis custodia ulta condiiione emitli potuit quam btnejicio renovad fhederis quo uirinqiie captivi el anie alio» Ugo Máncala el Pelrtti Navar- ras sine pretio dtmillelianlur,

(1) Elogia viroriim ele, lib. 6^|)Hg. 392.— Baeza, ibi.,p;!g. 1C5.

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"Óiú

B grosamciilu liccislcs vular por el aire el Caslel-novo do «Nápotes, desoaria que tomásedes esta empresa como B cosa que os ha dado mucha y reputación."

Habiéndole confesado Navarro que tenían razón ' ' tor- B enlóncos á dacírmo, sigue Jovio, mire V. S. para

eío hallará al^n propósito , que yo seré muy contento ;

y así yo porque el avestruz no empolla los huevos echáu- o dose encima como acostumbran las otras aves , sino mí- >> rúndole de hito e:) hito con los potentes rayos de sus o ojos, le figure dos avestruces, es á saber el macho y la B hembra que miraban (ijamento los huevos, lanzando de B los ojos unos rayos que daban encima de ellos con un » mote que decía : DlVEHSA .\B ALUS VIRTüTE VALE- B MUS: exprimiendo su único loor y pericia de la inven-

cion de aquellas sus máquinas snbten'áDüas que con lu violencia del fuego se igualan con el efecto de las fu- B rías infernales (1)."

Esta empresa, concluye Jovío, que agradó mucho á Navarro y que la aceptó. Nada mas cuenta acerca de su residencia en Roma , ni de fué entonces por ventura cuando mandó hacer su retrato para colocarle junto con el üc los hombres mas señalados en la guerra, en la quinta llamada Museo, que tenia á orillas del delicioso lago du Tomo (2). Nada tampoco refiere de su salida de aquella

(1) Díafogo de las empreíoí mililares y amoroiai compuesto tn lengua italiana por etilluslrex rfuercndíssimostñor Paulo Jovie, oAit- po de Nacerá: ea el rual se tracta de las Devisas , armas , motes á blasones de liaages con un ratonamienio á ese pnpotilo del magnifico señor Ludovico Domeniqui, Todo nuevamente traducido en castellano por Manso de Ulloa.~En León de Francia en cata de GuiHelma fíoville, iSe^, pág.87.

(2) Pnil<^ A los EI<^¡os ele.

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capilal; pero siendo corta ia dislahcia que la separa de IVápoles, y debiendo. ser Buettos lo9 prisioneros, según el tratadu , en los primeros quince dias de febrero ; como en el verano del mismo año de 1526, ya olra vez estaba el })clico30 Navarro en campaña , podemos suponer que pasó la primavera con su amigo Paulo Jovio, y aleutándole quizás contra el Emperador el Papa CLemcote Vil.

OGT&V& ÉPOCA.. Desde fl&«6 á I5SS.

Era demasiado opresivo asi al Rey como á la nación francesa el tratado de Madrid para que fuera durable. Así fué que habiendo pasado Francisco I el Vidasoa en 18 de marzo y llegado de sus resultas libre á Dayona; desde el siguiente día ya se mostró á tos embajadores del Empera- dor que lo reclamaban , poco dispuesto á cumplir lo pac* tado. Diariamente y sobre todo en secreto á los Principes de Italia daba nuevos testimonios de ser esa su inteucion. Todos estaban alarmados con el inmenso poder que para desdicha acaso mas de la España que de nadie , habia al- canzado el Emperador, y para conjurarle en Italia se coligaron en 21 de mayo del mismo año el Papa, los ve* iiccianos, el duque do Hilan y el Rey de Francia.

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Por esa liga á que. por ser cabeza -el Papa se le (lió el nombre (le santa ; santítima y sagrada , se obligaron loa confederados á quo , dado que e) Emperador no soltase mediante un razonable rescate á -los bijos de Francisco 1. (fuc se le habían dado en rehenes por su padre , y no res? lituyese á Francisco Sforcía el ducado de Milán , no solo le forzarían á ello' con un ejército de.treinta mil infantes. dos mil y quinientos hombi-ea.-de armas y tres mil caba-r líos lijeros con su competente vtíllcria y municiones, sino que, arrojados que fueran los españoles del milaner fiado invadiniánel reino de Nñpolea. Gonvioieron además en que para salir mas airosos con su intento Clemen- te VII aprontase seis galeras, qué puso ú cargo de Andrea Doria, celebro marino de aquel tiempo; los. venécioDoa catorce, que encomendaren Pablo Juslinlano, y el Dey de Francia diez y siete, que confió á Ptulro. Navarro (I).

Envanecido esle con - mando tan superior y con ser al mismo tiempo -el general y-cabeza de toda la armada cólíi gada , habiendo salido de Marsella para- juntarse con los otros jcfts, desembarcó y se apoderó en agosto de Savo- iia en la costa de Genova, Reunifías allí todas las fuerzas se dio á correr lascostas de'aquella república ,' estre- chando, cuanto podía á su capital. Era sn empeño so- meterla cuanto antes al influjo francés, aprovechando por ima parte la dificultad de socorrerla en que se veian los imperiales harta ocupados en lo demás de Italia, y prit vandola por otra de las viluatlaa que h iban por mcur. Sus esfuerzos sin embargo fueron inútiles. Al cabo de mucho correr y continuando co su mismo empeño, aunque no tan

(I) Guicciardini. {¡b. t6 y 17.— Herrera, Comentarios ete., pág. 236.— Sandova! , lib 15, §. 2 y ;).— Daniel, lotn. 9, p%. 99<-

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en grande , con la noticia de que el Emperador prepara- ba en Cartagena una numerosa armada , se recogieron . si- guiendo el consejo do Navarro y con el 6n de combatirla ó interceptaría á su tiempo, las galeras del Papa y Tene< cíanas á Portonno, y las francesas á Savona.

Produjo esta determinación el efecto que ansiaba Na- varro. Salió de Cartagena la armada en noviembre de aquel año, compuesta según los mas moderados de treinta y dos buques de guerra con cuatro mil infantes de desera- barco, mondado todo por Carlos de Lannoy virey de Ñá- peles, y el señor Hernando de Alarcon que con Francis- co I había venido á España. Acometida por un recio tem- poral á poco de BU salida , en vez de llegar á Genova, perdidos dos buques y separados cinco, le fué forzoso en- trar con el resto en la ensenada de San Florencio en Cór- cega. Habiendo allí pasado seis dias , reponiéndose la gen- te del mareo y demás incomodidades del viaje , volvió la armada ¿ salir encaminándose á Genova; mas encontrán- dose en Sestri de levante á la altura de Gapodimonte con la enemiga , compuesta de diez y seis galeras francesas, cinco venecianas y cinco de Doria, la alacÓ Navarro en ocasión que lo fallaba el viento. Combatióse sin embargo reciamente, y á pesar de la superioridad de la de los co- ligados, no perdieron los imperiales mas que una ó dos gateros y al capitán Sayavedra con cuatrocientos españo- les, la mitad de ellos ahogados y el resto prisioneros (I).

1527.— Vuelto el orgulloso Navarro después delan es- caso triunfo al apostadero de Savona , siguió desde él in-

(I) GuicciardÍDÍ. Ubertus Polieln , Genuensium Hútoria ^W- bro 13, pág. 728. Joannis Geaesii Sepulveda, De retusgestit Ca- roli V, lib. 6, Düm. 64, pdg. S06.— Bel cari ub , Rerum galfiearum Commetttariut , lib. 19, pig. 583. Sandoval , lib. \^, %. 7.

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quiclnnilo ó los gcnovescs. RempluzAito ullí por Rcnzo de Oheri que mnndaba la armada francesa de velas cuadra- dns, pasó con veinte galeras á Civila-vechia. llevando ni* í,'una gcnle y efectos de loa dispuestos para la empresa de Ñápeles. No debió ser larga su mimsion en aquel puerln á doode llegó en 3 da diciembre (1) ; pues que en los pri' meros quince días de febrero de i 527, se encontraba otra vez en Savona , eslrccbando á los genoveses do mo- do que eslabaa muy cerca de amotinarse y á perderse por ventura la ciudad ^ si Navarro se apoderoba de las naves que se esperaban de Sicilia con vituallas (2).

Su actividad y acaso el ansia de vengarse cuanto antes en Genova do su desgracioda prisión, redoblaron en los meses sucesivos. Llegado mayo, al ver los magistrados de aquella ciudad el empeúo con que Navarro forlificabii á Sayona y que el Rey de Francia siguiendo sus consejos intentaba levantar allí otra Genova , que quitando ¿ la an* tigua su comercio la arruinase , se decidieron i echarle de aquella estación. Mientras ellos al intento se entendían con el enviado del Emperador en su ciudad , y principal - mente con Antonio de Lciva que en su nombre goberna- ba las armas y el estado de Milán, los ministros del mis- mo Emperador en Roma se esforzaban en apartar á Cle- mente Vil de la liga con los franceses y venecianos. No habiéndole escarmentado la entrada de D. Hugo de Mon- eada en Roma con el ejército imperial en el año anterior, ni el saco de la ciudad , ni su prisión ni la palabra que para salir de ella prestó , pues que á todo era superior su odio al Emperador, sucedió en 6 de mayo del síguicn*

(1) Gnicciardini y Belcaire , ibi.— Véase documento nilm. 39.

(2) Ibidein.

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350 Ve. el icrrible asalto y saco de la misma ciudad por el ejército mandado por ol duque de Borbon y c! estreclm encierro del mismo Papa en Sant'Ange|o , con todos los in- cidetites que refieren los historiadores', y solo nos corres- ponden en lo que se enlazan con nuestro Pedro Navarro [I }.

Pretextando Francisco 1 querer libertar á Clemente Vil é impedir et absoluto -dominio del Emperador ea Italia, además de unirse con et Rey de it^laterra , se estrechó mas íntimamente con los venecianos. Concertáronse por el tratado que 'en- aquel mismo mes de- mayo formaron , en levantar sin perder- tiempo. y abastos iguales diez-miisui' nos: que el Rey Francisco enviaría -diez mil franceses » Italia á. cargo de Pedro Navarro; y que la República do Vonecia y el duque de Müan aprontarían otros diez mil italianos; nombriindo el Rey Francisco que tan activo »c mostraba, general de toda su gente al mismo Odetto de Foix, señor de Lautrcch, qae tan poco dichoso fuera en su última campañti en Italia (2). -

Admitiendo Lautrech con repugnancia el cai^o que se le confiaba, salió de la corte de Francia en el último día lie junio. A mitad Ab julio llegó á Lcon y á primero de agosto se encontró con parte de su ejército en el territo- rio de Alejandria. Pedro Navarro que, dejadas las gale-

(1) Sobre el asalto y saco de Boma en 1527 )iay i)o6 pedazos iIp cartas escritas de la misma ciudad y sacados del archivo de Siman- cas ea la pág. 448 y siguientes del lomo 7 de la Colección de Db- cumenios para la lüsloria. Pero nada hemos visto mas curioso que el Dialogo entre Lacíancio j- un arcediano que es uno ile les mas preciosos de Joan Váleles, escritor de. mocito mérito y poco conoci- do , h pesar de la esmerada edición que de ellos se ha ejccubdo ei) 4850. En ellos y por el anlor, ijue estaba bien enterado de lo su- ccdiilo, se colocaQ ea sa lugar á Clemente Vil y á ('arlos V.

^2) GuicciardÍDi , lib. 18.— Herrera , Comcni arios , pAg. 3ii,

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551 ras , había saliilo antes que Laiitrech de Francia , haciú días que desde Asli en donde se habia situado, talaba aquel territorio. En una de sus correrías parece que pilsO cerco al lugarcito de Gttili, guardado por una compañía de italianos al servicio del Emperador, y que en otra se pro- puso forzar al conde Bautista Lodron á levantar e) que ha' bia puesto á Castelleto, defendido por dos compañías de infantería y una de caballos franceses. No aparece cual fué el resultado de estas tentativas, ni se descubre tam- poco si Navarro acompañaba á Laulrech cuando los mil españoles y alemanes que defendían la fortaleza del Busco se la rindieron á discreción ¿ los diez días, y salieron uno. á uno según la usanza militar con una vara en la ma- no (1] ; resultando como cierto en medio de la poca clari-* dad que se nota en los historiadores, que Navarro desde entonces ya fuese á la cabeza de los seis mil gascones y navarros que sacó de Francia ó con los diez mil franceses estipulados con ios venecianos ó con la gente que llevó do Savona , quedó incorporado con Lautrech y la suya (2),

Siendo entonces sus fuerzas muy superiores á las del Emperador, determinaron ambos generales intentar la su- misión de Genova: Anticipadamente y para facilitarla ha- bia salido Andrea Doria de Marsella con .coloree galeras, que cruzando con el mayor cuidado en sus aguas nada permitían entrar en la ciudad. Aun en medio del hambre que ya se sentía hubieran continuado defendiéndola Ador' no y los partidarios de España que confiaban en ser socor- ridos, si no hubiesen sido rechazados en una salida que rjecularon por tierra. Forzados de sus resullas á capitular

(1) Jovio, lib. 23.~Guiccianlini , ibi. Bdiariue, pág. I

(2) DaDÍct, ihi., |»Ag. 318.

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ftié restablecida la autoridad de los Fregosos biíju el líCi'ionVi y dominación Francesn , y eotregado e) castillo ¿ Navnrro, quo entró en él tan orgulloso como años antes había sali* (lo abatido para au encierro de Núpolos (1).

Corta fué su residencia en él, pues que á los pocos días partió con Lautrech también para apoderarse de Alejan- dría. Aunque los mil y quinientos infantes que la guarne- cian se habían desanimado al saber la rendición de los ei^ pañoles y alemanes que guarúeclán el Bo$co. cobraron algún valor con el refuerzo de otros quinientos que por la* colinas inmediatas pudo entrar en la ploxa AlbeKo Bel- gioyoso. La defensa desde entonce ya fué mas brava y gollorda, hasta que reforzados los sitiadores con la artille- ría de los venecianos, y aplicando Navarro sus terribles minas, se rindieron al fin los sitiados sin olra condición que la de salvar sus personas y efectos (2).

Tan continua prosperidad en el ejército coligado in- dujo al fin á Lautrech á dirigirse con él hacia Milán. Su movimiento sin embargo solo fué simulado paro persuadir á Antonio de Leiva de que le queriit cercar en aqucÜn gran plaza , cuya guarnición era á la sazón escasa. Así fw que, cuando mas derecho parecía que caminaba contr» ella , volvió súbitamente contra Pavía en 3S de setiembre, la combatió y estrechó de modo que . no pudiendo ser su- corrida , se rindió á los cuatro dias. Como la desventu- rada población hubiese sido causa de la derrota y prisivti de Francisco I dos años antes , la saquearon los franceses ansiosos de venganza con un horror que notan los hísto-

(1) Giiiceiardiiii, Uteritis FoUetir , Galcu/ius Cerprlla el Srpnltr- (/n,|jb.8, núm. 6, píg. 247.

1^) Gniccitirdiní , Belcarins, ibi.

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nndüres: lievho lo cual se Iratú «nlro los ciipittines colí- gaJos de si el ejército se dírigiria inmediatamente coiilra Milán ó contra Roma á sacar al Papa de su prisión (1).

Variaban en eso asi la opinión como los intereses de unos y otros. Los venecianos y el duque de Milán íneis- tian en que estando aquella ciudad con pocas fuerzas im- periales y muy falta do otros recursos, se la combatiera y tomara ante todo. Lautrech por lo contrario , recelán- dose de que si la rendición de Milán se lograba, el duque y los venecianos le ayudarían con menos fer^'or , soslenia que lo primero debia ser ir á Roma á dar libertad al Papa. Ese decía que era el mayor deseo de los Reyes de Fran- cia é Inglaterra y lo que principalmente le lialiía encarga' do' Francisco I; por io cual, dejando á lo8 venecianos y ai duque la conquista de Milán y su ducado, pasó en fS do octubre el por enfrente de Castel-San-Giovanni con mil y quinientos suizos y otros tantos alemanes y seis inil franceses y gascones ['2).

E] perspicaz Antonio de Leiva que vio partido el ejér- cito francés, tuvo por fácil recuperar lo que por falta de fuerzas no babia podido defender. Teniendo en poco á la gente del duque y veneciana , y sabiendo que la impor- tante fortaleza de Biatjragsa que guardaban , no estaba bien abastecida, salió de Milán contra ella en 28 de oc- tubre. Acompañábanle cuatro mil hombros y siete pie- zas de arlilleria , y al segundo día de combate y cerco habia caido en su poder. Preparábase para pasar el Tesi- no y rcconquislar á Vigovano, Novara y otros puntos; mas entendiendo que Navarro se le acercaba con fuei-zas

(1) GuicciarJini , Herrera, Daniel, pág. 320. Jovio, lib. 2S. (3) Guicciardini , Herrera y Dani?! , ibi. , pñg, 322. Tomo XXV. 23

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muj; superioi'es ubandonó 3U conquisiB. Lautrcch así que supo ta salida de Leíva contra Biugrassa habia ordenado á Navarro que con sus gascones y los italianos retroce- diera á socorrerla, y entrando en ella sin dificullad, la entregó al duque Francisco Sforcia encalcándole que [lu- siera, como io hizo, mayor' cuidado en fortifícarlo y pro- veerla (i).

Lautrcch que , continuando con el designio de liber- tar al Papa , habia ya entonces llegado á Plasencia , en vez de seguir apresurado á Roma , se mantenia quieto con su ejército en aquella ciudad y la de Parma. Dedujóse de su inacción que tenia encargo de esperar el resultado de lo que se negociaba entre el Emperador y el Papa . mas bien que de obrar directamente eu favor de este. Sin embargo ó lo creyó ó aparentó creerlo Clemente Vil, puesto que cuando después de convenido con los ministros del Em- perador en que saldría de su prisión en 9 de diciembre, se burló de ellos escapándose la noche antes; su príraer t-uidado fué al llegar á Orhieto dirigir un breve á Lau- Irech , mostrándosele tan agradecido como si hubiese si- do su libertador. Aceptóle Lautrcch dándose aires de tal, y entregando primero Parma y Plasencia á los oficiales del Papa , se fué con el ejército á Bolonia (3).

Veinte días se mantuvieron Lautrech , Navarro y los suyos en aquella ciudad y sus ccrcanins, esperando que el invierno se templase , para invadir el reino de Ñapóles, según estaba convenido entre los coligados. Si á Navarro en medio de lo que le dominaba bu vigorosa voluntad aun lo quedaban alguna memoria y entendimiento, ¡qué rii~

(1] Gaicciardini, Herrera, ibi.

(2) Guiccianlioi , Herrera , Daniel etc.

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Ilexiones no debería sugerirle ta visto ¿e las muraUas «le Bolonia y oun la misma ciudad , coDtra la cual díei y seia unos antes se ñ-ustraron sus minas , sus proyectos y con- sejos , y en la que la plebe y chuamíi pueril le ultrajó cuando le vio prisionero y abatido , después de la jomada lie Ravena {i ] I Entonces, y justamente en la misma esta- ción del año, se le comenzó á torcer la suerte, que en abril siguiente le abandonó en Ravena para no leTunlarse ya mas. Subordinado ahora al mismo Odcltode Foix, señor de Lautrech, que por casualidad se libertó entonces del. soldado español que le había co»ido , en tanto que él no- pudo librarse de los franceses en cuyo poder cayó; pelean- do entonces por el impetuoso Julio II y la liga santisma contra Luis XI! y los cismáticos de Pisa, y ahora por Cle- mente V!I , Francisco I , la liga sagrada 6 santa y Enri- que Vni de Inglaterra j declarado por Clemente defensor de la fé, para ser luego el mas resuelto apoyo de Lutero; aparece Navorro como un materialista práctico sin fe po- lítica ni religiosa y viviendo sín esperanzas y al dia el dia. ¿Cómo si al cabo de tantas mudanzas derivadas de las que acompañan á las armas, paró mientes, mientras estuvo on Bolonia , en lo que en aquella ciudad le pasó , dejaría iiiguna vez de pensar que si en 1512 se retiró de sus puertas humillado y ahora había entrado orgulloso por ellos , mas cerca estaba de la adversidad , como sucedió, que no de la ventura de volver á verlas?

Suavizada algún tanto la estación y descansado el ejército, Lautrech, llevando Navarro la vanguardia, se encaminó en 9 de enero de 1528 á Nepotes por la Komii- ño y la Marca. Clemente Vil y los ñorenfines que aim

(1) Véase la pág 2(4.

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vejan el ejército imperial en Roma y le temían , se emper liaban el primero en que los franceses pasaran por Sen»; y los segundos eo que de todos modos se impidiera á ios imperiales penetrar en Toscana. Como Laulrech, que te- nia bien meditado su plan, no quiso desistir de su propó- sito , siguiendo derechamente y por el camino mas corto á Ñapóles, llegó en iO de febrero al rio Tranto en el con- íiu de los estados napolitano y pontiQcío. Apenas conti- nuando su movimiento llegó á Ascoli que ordenó á Pedro Navarro que con su infantería fuese la vuelta de Aquila; bastando solo el anuncio de su ida para que Terámo , Ju- lionova y otros pueblos mas lejanos reconocieran su auto- ridad. Somotiósele luego Aquila, siguiendo su ejemplo el Abruzzo ; y acaso lodo el reino hiciera lo mismo, si el njércilo imperial no acudiera á su defensa evacuando á Boma en 17 del mismo febrero (1).

Forzó este movimiento á Lautrech á variar de direc- ción y á tomar la de la Puglia por la marina. Aunque era muy lai^o aquel camino , era el único también para poder transportar la artillería y no carecer de mantenimientos, que los pueblos sometidos aun antes de llegar á ellos, fa- cilitaban dócilmente. En tanto que Lautrech teniendo ya cerca á los imperiales se movió con lentitud. Navarro sin dejar por eso de observarlos , corria con su infantería todo el pais. Segundando con ella á Lautrech que en el último dia de febrero llegó á la Serra y en 4 de marzo á San Severo, entró Navarro en el primero de aquellos días en Nocera , y en el segundo en Foggia tan á tiempo, que los españoles que en vista de estos combinndos uio- vimientoB se retiraban á Troya, Barleta y Maiifredoiiin,

(1) Guicciurdiiii , lib. 18.— Herrera, Comrniarios , p^g. WO,

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querían entrar por una puerla cuando él locaba á la olía. Esla circunstancia y los reconocimientos que por mismo había diariamente practicado Navarro le persua- ilieroit de que el ejército imperial se habió situado en Tro- ya y sus fuertes posiciones coa ánimo de defenderse en ellas. Necesitábalas en verdad , porque con los vicios y «lisipncion de Roma , con las enfermedades pestilencia- les y con haberse enriquecido muchos con el saco y reti- rádose á sus hogares, se hobia disminuido tanto como au- tnentádose el enemigo que sus coligados hablan reforzado sucesivamente. Apenas contaha el imperial con cinco mil alemanes , otros tantos españoles y tres mil y quinientos italianos, mandados todos por el Príncipe deOrange, mo- zo todavía , pero que llevaba por segundo at Señor Her- nando de Alarcon , por general de la infantería á D. Alonso Dávalos , marqués del Vasto, primo del difunto marqués de Pescara, de la caballería á D. Fernando de Gonzaga, hijo del marqués de Mantua, por comisario general, ha- biendo muerto el abadMe INájera , á Gerónimo Morón , y por maestre de campo general al famoso Juan de Urbina, por muchos motivos conocido de Navarro.

Lautrech, á quien Navarro al punto informó del núme- ro y situación de los imperiales en Troya, se propuso provocarlos á batalla , si la ocasión le favorecia. Les era tan superior en fuerzas como que habiendo revistado su ejército en el campo de San Severo le encontró com- puesto de unos treinta mil hombres, después de habér- sele allí mismo juntado el marqués de Saluzo con su gen- te y la de los venecianos, y principalmente las bandas negras de Florencia , que pasaban por la mejor infantería que tuviera Italin. La caballería francesa era tan nume- rosa como bella , habiéndosele unídu lambicn una banda

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[larliculur itel inglés Guerlindano , que Enrique VIII du Inglaterra liahia enviado con ella al ejército (1).

Salió pues Laulrech de San Severo con el fio que se había propuesto, y se {lié en 8 de marzo á Lucera. Allí, según Jovio, Ge juntó con Pedro Navarro, y adelantándose tres millas mas en el dia 12 se situaron á cinco de Troya. Los imperiales que aun no la habían abandonado, si bien ni dia siguiente aparecieron en batalla y sin artillería en la fuerte colina en que está la ciudad, no se movieron de tilla. Aunque lo deseaban , nada tampoco íntenlaroD Lbu- trech y los suyos en aquel dia y en los siguientes. Con- teotáronse con alojarse del otro lado de Troya hacia la montaña , manteniéndose los imperiales de la parte de acá hacia la playa que habían fortificado muy biea. Por inaa que Lautrech en ese estado los provocara á batalla, no hubo medio de que se precipitasen á ella y abandona- ran la firmeza de su posición; pasándose mientras tan- to los días en escaramuzas de una y otra parte , y en dar- se alarmas de noche.

En el campo imperial sin embargo no faltaban muchos oficíales y soldados pundonorosos que soportaban indigna- dos las provocaciones de un general y de unos enemigos, <|ue blasonaban de haber vencido en otras ocasiones. El mismo Príncipe de Orangc , cabeza del ejército , era por ventura de los que mas afrentados ae mostraban y mas propendían á que se pelease ; y sin la prudencia de Juan de Urbina y principalmente de Hernando de Alarcoa pro- bablemente se habría empeñado algún 'combale de^ra- ciado. Esos dos insignes capitanes tan prácticos y experi- mentados en la guerra probaron al Príncipe y á los que le

(I) Jovio, lib. 25, cap. ISde la traduccioa.— Guicciardiui, ibi.

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«eguiau , que su triunFo era seguro manleniéndose firmes en ta defensiva : que nada les conveoia (anlo como aguar- dar los refuerzos que coa García Manrique les venían de Ñapóles ; y que exponerse con ceguedad á la suerte y for- tuna de una batalla no teniendo apenas artillería , era cosa pel^prosisima : con lo cual calmados y convenidos todos, viendo sobre todo el ¡dato que les hacia la enemiga, y «provecbando la dtHuidad de la niebla , se retiraron de Troya sin ser sentidos en la madrugada del 19 de marzo. y llegando el 21 á Aríano , se fueron en seguida a Ña- póles (1).

Lautrech , así que llegó á entender la retirada de los imperiales . llamó sus capitanes á consejo. Propúsoles seria mejor seguirlos ya que parecía que huían sin querer venir á batalla , ó bíen no convendría mas , para estar provistos de vituallas y sin riesgos á retaguardia, no dejar atrás lugares de que no estuviesen seguros. Los capitanes de caballería- casi todos opinaron por que con ella y sin descenso se persiguiese á los que caminaban amedrenta- dos y divididos en varios feacuadrones : que aun cuando con su caballería revolviesen é hiciesen cara para pro* teger la .retaguardia, la rechazarían fácilmente sus arca- buceros, especialmente los de las bandas negras que eran muy diestros y ligeros ;. y que por último se considerar» que lo que además de suma gloría les doria infinita ganan- cía, seria alcanzar a los ímpwiales y tomarles el bagaje en que todavía llevaban cuanto habían saqueado en Roma.

Contra ese parecer cuentan que dijo Navarro que "si- guicndo con empeño á los que se retiraban , se perde-

(I) JovioyBaezs, ibi,, cap. 17, 18 y 19. GuiUcurdÍDÍ, íbi. Herrera , pág. 353 ele.

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i'ian dcáile luego cuantas venlajus tenían para Iiubcr con

facilidad vituallas: que no esperasen encontrarlas de

> modo al^no en los lugares por donde hubiesen pasado

> los imperiales que ihan robándolo todo: que se acordasen

> de que dejaban atrás Melphi , ciudad rica y fortificada y

> con buena guarnición ; de la que no se podia dudar que

con sos frecuentes salidas les tomaría las vituallas y les

obstruiría el cam'no para llevarlas > que lo primero por

> lo tanto debía ser asaltar y ganar aquella ciudad y suje-

tar los pueblos de alrededor para no dejar nlrás enemí-

* o^s ' y <]uc d^ ^^3 modo y acrecentados con la fama de

que los pueblos de aquella tierra se les babian dado y » rebeládose contra el Emperador , pasarían con toda se-

guridad á Nápoleg (i).

1528.— Adoptado por Lautrech este consejo, que aten- dido el suceso que tuvo, fué moctal para el mismo Navarro, Laulrech y todo su ejercito ; después de haberle alojado en 22 de marzo en Leonessa sobre el rio de Ofanto, orde- nó ó Navarro que con dos cañones, otros dicen cuatro, los gascones y las biindas negras fuera sin dilación á comba- tir á Melphi. Los imperiales, conociendo su importancia habían dejado para defenderla á Sergíano Caracciolo su Príncipe , con su banda de hombres de armas , dos com* pañias de españoles y cuatro de italianos. Tan pronto como Navarro llegó á ella , plantó su artillería é hizo una bre- cha en la muralla ; por la cual á pesar de no ser de an- chura suficiente, llenos de emulación los florentines y gascones se apresuraron á entrar en la plaza. Aunque la arremetida correspondió á la rivalidad que los movía , no fué menor la resistencia que encontraron. Combatieron-

(1) J..vio,ibi.

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lus lie flanco los arcabuceros de la plaza y los recliDznron 4-on gran pérdida de los gascones y cerca de sesenta do las bandas negras. También fueron rechazados en otro nsatto que dieron por la tarde, hasta que reforzados por la noche con arlílleriD que les envi¿ Lautrech. j abiertas dos grandes brechas por la mañana, entraron por ellas violentamente > y muertos casi lodos los españoles é ita- lianos de la guarnición y muchos de los habitantes, que- dó Navarro dueño de la ciudad , perdidos quinientos de los suyos (i).

Tomada Melphi en 23 6 en 24 de marzo se fué Navar- ro con cuatro mil infantes á combatir Rocca de Venosa. A pesar de su gallarda defensa , la rindieron finalmente á discreción los doscientos y oineuenla españoles que la de* fendian, dando Navarro libertad á todos excepto á los ca* pilones. También se le rindieron muchos lugares de la Basilicnta y la Puglia aficionados de atrás á los franceses; . concluido lo cual, juntándole de nuevo Navarro eon Lau- trech , se encaminaron á Ñapóles, á donde los imperiales, saqueadas Ñola, Capua , Ariano y sus territorios y lleván< dose todos sus víveres, llegaron felizmente en número de diez.mil infantes entre españoles y alemanes por haber licenciado á casi todos los italianos (2).

Lautrech, que con su ejército loa seguia de cerca, se presentó á nueve de abril ante los muros de aquella gran ciudad. Alojóse personalmente en el magnífico palacio de Plagio Real, edificado por Alonso II de Aragón y situado á la salida de la ciudad y derecha del camino do Cipua.

(i) Jovio y Baña, lib. 25, cap. 19.— Gnicciardini, ibi. BUt»' ría riel marquis de Pticarn , lib, 9, cap, 3.

f2) Jovio y Bneza, ibi., cap. 20.-Gu¡cciardiiii ,lit. l8.-Soa- rez de Aiarcon etc.

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3C2

Su campo le colocó en unos allos collados cultriéadots con trincheras que se exleodian hasta el mar j rodeando su cuartel de reparos y fuertes tan altos como admirables. Todo fué obra de la inteligencia de Pedro Navarro, que por su parte se situó en unos collados á la izquierda . de- lante del monte de San Martin y arriba de la puerta de San Genaro , ea la quinta de Juan Roso que fortiflcó gran- demente (1).

Lo primero que , después de alojado el ejóreilo . con- sultó Lautrech con sus capitanes fué deberia ó nn com- batir desdo luego la ciudad con la artillería y tomarla por fuerza. Propendían algunos y aun incitaban a eso. Decían que teniendo ellos poca ínfanlería y los oercodos mucha caballería lijara con que hacer largas y omliauas correrías que les interceptasen las provisiones , creían que no po- drían mantenerse largo tiempo en el cerco. Parecíales también en vista de eso ser muy largo y tanto mas difícil rendir la ciudad por hambre, cuanto que para impedir que le entraran alimentos . eran pocas las ocho galeras de ^drea Doria con que Filipín su sobrino bloqueaba el puerto, y tardaban en llegar las venecianas que anticipa- damente babia solicitado Lautrech. Esa diGcultad todavía decian que se aumentaba con haberse visto entrar cuatro galeras cargadas de harina de Gaeta, y que cada dia en- traban otros navios eon comestibles ; mas esa misma re- flexión unida á la de que ni tas galeras ni el dinero de los venecianos les llegaban ; que carecían igualmente del de Francia ; que el ejército ya comenzaba á enfermar no tan- to por erecto del aire que solo al fin del estío solía ser da- ñoso como por haber llovido mucho y haber acampado á

(1) Jovig, ibi.

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menudo, junio con el valor de los sitiados y tas grandes rortifícaciones de Ñapóles; inducian á otros á proponer que se acantonaran las tropas en las ciudades y pueblos inmediatos, y que asi permaneciesen hasta fin de setiem- bre. En ese tiempo concluían , con que la guarnición con- sumiría sus víveres; las gruesas partidas que corrían el país, y las galeras de. Francia que correrían lo largo do las costas , impedirían la entrada do convoyes suficientes para avituallar la plaza al fin debilitada . y que la guarni< uion con el hambre y pasados los grandes calores , ven- dría á caer por misma en su poder (1).

Si se ha de creer á los escritores franceses, Lautrech inclinaba bastante á este parecer, de que las refleiio* nos de Navarro le apartaron enteramente. S^un cuentan le representó que , estando bien informado de que en la ciudad no hi^ia víveres para mas de dos meses y medio. 4emlría el virey Moneada qne capitular ánles de mediado julio; siempre que el ejército acampado como estaba á tiro de cañón . cerrase bien todas las avenidas por tierra y la armada por su parle bloquease igualmente el puerto: que DO recibiéndose apenas dinero de Francia, era muy de lemer que los suizos y lansquenetes se desbandasen: que no se debía contar demasiado con la constancia de los aliados , mayormente cuando ya un ejército alemán vola- ba a) soctHrro de los imperiales que estaban en el Milane- sado: que en el espacio de cinco ó seis meses podían acontecer tales cosas que frustrasen de todo punto la em- presa ; y que teniéndose sobrada experiencia de lo inúti-

(I) Gnieciardini , Hb. <9.— Daniel, Hisfoire dt Franci. Fran- fois I , pAg. 3*3.

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lea y falules que eran semejantes delenciones , el ejército (Jebia cercar la plaza y embestirla desde luego (1).

Estas razones, que los mismos escritores poco inclina- dos á Navarro califican de Tuertes, atrajeron á Lautrecb que las comenzó á poner por obra. De sus resultas tar- daron poco los sitiados en carecer no de trigo sino do pan, porque todos los molinos estaban en poder de los sitiado* res que dominaban en los ríos inmediatos. De esa faltn eran los alemanes los que mas sufrían , " por no saber,

* dice Paulo Jovio que no andaba lejos , remediarse tan

ingeniosamente como los españoles é italianos con cier-

tos molinos de piedra que con la mano se traían al

derredor, y con los cuales molían muy bien el trigo,

aunque no mucho." Demás de eso escaseaba el vino para loa mismos alemanes que aborreciendo el beber

agua como co$a dañosa á las entraüas , con el deseo que

de él teniau , como si fuera deseo justo y santo , cata-

* ban con furia todas las bodegas de la ciudad ; de modo

que no teniendo respeto ni aun á la casa de Avales, que » era del marqués del Vasto, arremetieron con ella y des-

* cubrieron , avisados de un obrero traidor , algunas ti-

najas de vino griego escondidas en la huerta en silos

hechos á mano; y acudiendo todo el ejército y bebien*

do unos y llevándolo otros en barriles y en ios . celadas

* acabaron en un momento lo qtie , si bebieran con ór*

* den, se creía que bastase para beber todos en algunos . días (2)."

(1) Daniel jibi.

(3) Bseza, ibi., cap. 21.— JotÍqs, Ub. Su... aliquot Graei fini 4Mia, suiier horlum mana Jaetii icrehihus recóndita ex indicio infi- tklis Jabri dttegerent , f acloque loliui exercllus eoneuriu, perpalan-

DglizecbyGoOglC

S65

Eli semejanle siluaeion temiendo el valeroso vircy D, Hugo de Moneada y los demás cabos imperiales verso todavía mas apurados, á las galeras con que Fílípin Doria tan estrechamente los bloqueaba, se juntasen pa-* saodo el Faro de Mesina las veinte venecianas que los si' liadores aguardabaa , determinaron salir contra él y com* batirle. A pesar de ser las fuerzas de Filipin tan supe- riores y que ellos solo conliibaa con seisgoleras, cua* tro fustas y algunos buques menores de los que entón* ees llamaban fragatas, no por eso se arredraron. Airo" jados como ellos mismos y confiando mas que en el nú- mero de sus naves en su valor y en el de sus soldados, acordaron ante todo entresacar como unos mil arcabuce- ros de los mas afamados del ejército. Corrió con la elec- ción Juan de Urbina que los escogió cusí lodos vizcaínos y de los que habituados al mar de su país , no habia que icmcr que se mareasen. La flor do ellos entró en la gn* lera capitana con el vírey D. llu;;o y el marques del Vasto. entrando otros no menos acreditados en las que ¡b»n el condestable de Ñapóles Ascanio Cotona y otros muy es- clarecidos caballeros y capitanes : siendo tal el ansia que todos leoian de lanzarse ol mar , que hasta doscientos alemanes con su caudillo Conrailino Glornio, por no pa- recer menos valientes que los espafiotcs, se embarcaron también en dos galeras (1).

Dispuesto todo , y gozosos todos como si tuvieran la victoria en las manos, salieron del puerto de Posilipo cu

do galr.is el aquariis cuppis asporionde orj-iííme exhaurirtnl , quum moíiice pareendú, ómnibus per aÜquot rlies luffcclura crederenlur. ¡nltrea atcüuM á Lotrtrkio é Gtnua Philippus Auria ele.

(I) JoTÍg y BaezB , lib. 96, cap. 23.— Guicciardiui, ibi. Saii- iloval, lib. t7, cap. 5.

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la larde del primero de majo (1). Desembarcados en la is- la de Gapri á poco de Dmnnecer. después de almorzar lai^o y con gran recreo lo que el virey les habla prepara- do de antemano , se detuvieron con demasiada sorna i oír el sermón de nn fídaigo portugués llamado Gonzalo Bar- reto que hacia vida de ermitaño en aquellas asperezas. Como en otro tiempo habia sido soldado , les recordó con mucha extensión y fuego cuantas glorias y triunfos enton- ces y por todas partes acompañaban á loa españoles. Les presagió además la victoria, fundándose en tas rerelaciones que en aquella misma noche les dijo que había tenido ; y exortándolos con vehemencia á vengarse de los genoveses por la crueldad que usaban con los prisioneros españo- les , poniéndolos á remar en sus galeras cúmo si Tueran esclavos, los despidió con copia de bendiciones (3).

Mientras que el virey y su gente desperdiciaban en eso un tiempo que debieron aprovechar para sorprender á Do- ria , tuvo este lugar para disponerse á recibirlos. O por- que un napolitano poco afecto ó los españoles, embar- cándose secretamente en Ñápeles , fué mientras el ser- món , á informarle de la expedición , porque desde sus galeras descubrieron á las imperiales, que con gran luci- miento y muchas banderas desplegadas salieron de la isla, para cuando estas , tros horas untes de anochecer, se eii-

(() GiauDoas en el lib. 31, cap. k, pi§. 567 de sa hlcria eivi- It etc. dice que pariironno II prima di di Giiigno de Possilipo etc.; pero parece eq ai vocación, segua se deduce del partu de la batallii ((Qe en 3 de mayo di6 al Emperudur el seSor Alárcon, como se dice en el lib. ti de sus Comentwioi , phg. 359.

(2) Jovioy Baeza, ibí. , cap. 9S.— Guicciardini, lib. 19... d»-e Don Ugo con gi-anditsimo prtgiuditio di quetim auall* pmrde lempo á audire un Hmniío ipagnuoie, ehe tontioMnido aceendeia gli anim á eomhalere etc.

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SC7

coiitraron con las suyas en las nguas de Amnlfi , ya él se )u)bia reforzado con trescientos ó cuatrocientos arcabucc' ros y un capitán gascón que pidió áLautrech y le envió. Trabada en s^nida una muy recia batalla (1 ) , los españo-. les que según su habitual costumbre ansiaban por llegar al abordaje perdieron mucha gente. Heríanlos los genoveses desde las Cofas y masteleros de sus naves, y en vez de la victoria que al primer encuentro ya casi contaban, se vie- ron por lo contrario vencidos. Perdieron cuatro galeras, dos idas ¿ fondo y otros dos presas; murieron entre aho- godos y á cuchillo ademis de setecientos soldados viejos, el virey Moneada , el siciliano Don Pedro de Cardona, que poco antes y por unos amores había dado muerte en Milán á los dos Valpergas, D. Luis de Guzman, que pasaba por el mayor y mas dulce músico de vihuela de su tiempo, el vizcaíno Martin de Oya. Zambron y otros capitanes señala- dos , quedando prisioneros con algunos mas que también lo eran , el marqués del Vasto Ascanio Colona y Francis- co de Icart, comitre de ana galera y hermano del famoso defensor de Brescia. á quien "una pelota de la artillería gruesa enemiga llevó peleando en aquel combate toda

la pulpa de nn muslo desde lo bajo de la nalga , y sin > que aunque el golpe fuese horrible no mortal ,- por ser

hombre .de machas carnes (2)"

Del suceso de ' tan tet-rible batalla presenciada por

(1) Véanse Im pormenores de este eombale naval y loi cansus He haberse perdido por loa eepaüolea en las piginas i9& y KÍgnien- ICB del tamo 9i de esta Coteccioi», y opee ia I mente en la pigina 502 la caria de Miguel de Aguorreta , criado de D. Hago de Honcadn, á Cirios V.

|S] Jovio yBaeza, ihi. , cap. 23, 2f y 2o.- SanduTal, lib. 17, §.6.

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3G8

Paulo Jovio ilesde la isla ile Ischia , concibieron los fran* ceses grandísimas esperanzas de tomar en breve á Ñapó- les. Los imperiales sin embargo aunque con ia derrota iban á verse mas estrocbados por la mar, y mas expuestos por lo tanto á carecer de víveres, no por eso se abatie- ron. En medio de tos muchos y muy valientes capitanes y soldados que habian perdido , todavía les quedaban otros y otros, de ánimo tan esforzado que al paso que en el dia siguiente á tal desastre y para sufrir menos escaseces echaron de la ciudad todas las bocas ini'itiles « Iratisjaron en los sucesivos sin descansar en procurarse con repeti- das y vigorosas salidas y estratajemas carnes, legumbres y vino, pues que de trigo no carecían. En cuanto & ese ar- ticulo eran mucho mayores las privaciones y miserias en el campo francés. Llegó hasta fallarle el agua; y como \m cercados eran superiores etl caballería ligera no solo les servia para introducirlo que necesitaban sino para in- terceptar muy á menudo los víveres que iban á los ene- migos (1).

Con esas privaciones, con las enfermedades consi- guientes á la estación y con las pérdidas que tenían en las escaramuzas , menguaba de día en dia la gente francesa. Lautrech en medio de eso á nada se movia. Confiado siem- pre en que los cercados se le habían de rendir por ham- bre, y esperando que los alemanes á quienes alhagabn. se amotinarian por la falta de pagas , permanecía en la mas desastrosa irresolución. En los cercados por lo con- trarío lodo era actividad y denuedo. Meses hacia que NVc poles estaba rodeada , y no obstante haberse presentatlo las galeras venecianas en sus aguas en 20 de junio, peu-

(I) GuiecUrilini, ¡bi.

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saban los sitiados tan poco en rendirse , que saliendo un dia los astutos y líjeros españoles por la puerta del .Car- men , cogieron los caballos de Mr. de Lautrech que sus pajes y mozos llevaban á beber (1).

Pedro Navarro que corría con las fortiflcaciones . no podiendo soportar esa afrenta . dió principio á una trin- chera que en su recinto abrazase una casa situada entre P<^gio R^al y la caballeriza del Rey. Creyó que fortiG- cando aquel lugar y poniendo buena guardia en él , impe* diría la repetición de semejantes arrojos ; mas los capila- Des españoles que se apercibieron de su obra trataron des- de luego de impedírsela. Dispuesto un valeroso escuadrón, cuyo jefe era Juan de Urbína, y en el que iban los cepita- nes Ripalta, Barragan y Barreda con sus excelentes com- pañías, se salieron de la plaza un dia á la hora en que mayor calor hacia y á tiempo en que Navarro metido en una tienda que le resguardaba del sol , entendia en acabar su obra. Gomo que á la sagacidad y experiencia militar de Navarro no se ocultaba el arrojo de sus enemigos, y que podían dar de repente sobre él , tenía guardado su puesto con hastonte gente : por lo cual trabándose una re&ida batalla asi que ll^ó Juan de Urbína con la suya , y acu- diendo en socorro de Navarro entre otros muchos solda- dos los lijerisimos arcabuceros de las bandas florentinos, tuvo Urbina que retirarse dejando á su antiguo camarada y paisano en posesión de su casa y de su obra tan valien- temente defendida (3).

Hay quien atribuye esla retirada de Juan de Urbina al estrago que en su gente causaba la artillería de los gas-

<1) Jovio y Baeza, lib. 26, cb|). i.* (8) Ibidcm, cap. 3.*

Tono XÍV. 24

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cones disparada desde lo mas alio de su alojamienlo ha- cia la puerta de San Genaro. Dicen otros que se reUi». porque habiendo seguido incautamente un grueso detla- camenlo de gastadores , que enviado por Navarro contra él fingió ponerse en fuga , cayó en una emboscada y per- dió mas de cien hombres entre muertos y heridos (1). De la astucia y vigor de Navarro lodo eso y mas puede creer- se ; las habia sin embargo con sus antiguos camaradas y paisanos que en nada le eran inferiores. Sucedió por lo tanto que firmes en el propósito de destruir la Irinchera, y observando que ó por negligencia, ó por falta de gasta* dores ó por otra rozón cualquiera no estaba concluida to- davía: persuadidos de que podrian acometer y acabar de noche lo que Urbina no habla podido concluir de dia. lo pusieron resueltamente por obra, aunque sin fortuna.

£1 jefe y cabeza de tan arrojada empresa fué él capi- tán Juan de Almeida , tomando por compañeros á los de su clase Cornejo y Sancho de Vargas ; y siguiendo todos el ejemplo do lo que en ocasiones semejantes practicaron los marqueses de Pescara y del Vasto , ordenaron que úi- tes de salir de la ciudad se pusiera toda su gente la cami* sa sobre las armas t á fin de espantar al enemigo y de re- conocerse entre en medio de ta oscuridad (2). Salieron luego con gran silencio, y andando á buen paso lardaron poco en llegar á la casa y trinchera que levantaba Navar- ro. Acometiéronlas eon gran denuedo , pero se encontra- ron con que los que les guardaban estaban mas apercibi- dos de lo que habían pensado. Al ruido de tos españoles

^^) GaiccisrdiDi, tib 19.

(2) Véase en el lib. 3, cap. 8 de la Hütoria del marqués de Pescara, la encamisada que salieodo de Ulan, dii en Etebecca al famwo caballero Baysrd.

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acudieron con proolitud y se mantuvieron valientemenla en Is trinchera los gascones, los suizos y los florentínes. Bn vano fué que aquellos pugnasen por subir á ella, por- que rechazados al íin y cayendo muerto en el foso de ona estocada por la boca el valeroso Juan de Almeiila , sus compañeros Cornejo y Vargas se retiraron con tal desor- den que aun á sus mismos heridos abandonaron (1). ' Pero estas ventajas que Navarro alcanzaba sobre los sitiados eran nada comparadas con las enrermeJades que ya cundían en ei campo francés , y sin contenerse en los soldados hablan acometido á los primeros cabos del ejér- cito. Atribuyéronlas algunos á las frutas, y otros á que, habiendo roto, para privar de agua á los sitiados, las ca- ñerías que la llevaban á Ñápeles, se habia esparcido y es< tancado en tos campos , é inficionado por consecuencia el aire. También hubo quienes, como en casos semejantes se ha oído aun en nuestros dias, creyeron que algunos "tni-

> quisimos y malvados soldados asi españoles de linaje de

> nioi-os como alemanes de la secta de los judíos, habian

> en casi todos los pozos y cisternas inmediatas al campo

francés echado jugo de yerbas ponzoñosas y mucha si-

> miente de lino y ahechaduras de trigo podrido, dequo procedía que á los que allí bebían se les hinchaban loa

vientres y las piernas, y hnbian comenzado bus caras á » enflaquecerse y á tomar una color tan amarilla que ape- *. ñas los soldados mas amigos se conocían entre (3)." '

Esas enfermedades lentos y pipst i lene rales crecieron

(1) Jovio y Baezi), ibi., cap. 4.

(2) Jovio vBaeza, tbi., cap. 6.— Guicciardini, '\\ñ.^Si aggiunte aurora la peilf , ilice Giannone con reparable credulidad , ¡¡taeirnta arl campo per alcuni iiiftni man^ati tludiotamfitlt ita Napali nett esereilo ele.

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372 prodigioaamente desde el 15 de julio al 5 de agosto. Los soldados franceses ó por do aprovecharles las medicinas ó por no haberlas y carecer de otros auxilios, se morían de hambre y sed por todas partes. Por todo el campo do se veian sído moertos y sepulturas junte á las trinche- ras ; no habiendo ya casi quien pudiera entrar de guardia y mucho menos estar de centinela. El ejército, dice ua escritor francés, había de tal modo menguado que de vein- te y cinco mil infantes que habían ido á Ñapóles oo se contaban á Gn de julio cuatro mil en estado de combatir, y de ochocientos hombres de armas acaso no quedaban ciento (ij. Los capitanes por enfermos los unos y por pre- caución los otros habían alcanzado licencia é ídose á bus- car aire mas sano en las ciudades y castillos inmediatos. Con Lautrech en fin acometido también de la enferme- dad, no habían quedado sino Navarro, el marqués de Sa- tuzzes, Camilo Trivulci , Guido Rangon y algunos hombres de ropa larga , que mas ó menos adolecían de ella (2).

A vista de tanto estrago y mortandad puede decirse que Pedro Navarro por la primera vez dio entrada en su impávido corazón al miedo. Temeroso de la ruina que iba á venir y profundamente penetrado de ella , perdió según atestigua su amigo Paulo Jovio todo el antiguo vi- gor de su invencible y valeroso ánimo tanto que> cuando le [n«guntaban algo parecía que no sabia responder y cuando respondía se creia que desvariaba (5). Si así fué,

{^) Daniel, Fnuifoh /, pág, 34?.-GuicciardÍDÍ, lib.(9. j4 diu de agosto no erano net campo franrest parr. tenlo cttvallL

(2) JoTÍo¡, Baeza y Gaicciardini , ibi. Era malalo Navarre, Vat- deoumte, Camillo da Trivulei... Lautreek era rieaduto, ammatali tutti gU oratori , lutii i tegrttariiel lutti gli huomiiU di canto.

(3) Jovio , lib. 26. Hiiloriarum Caterum in Aavarrum vttertat

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y no es por cierlo inverosímil , te sobraban en realidad moUvoB para ese trastorno y decaimiento en la angustia- da y casi desesperada situación en que se encontraba. Aun en el caso de salvarse de la venganza de sus compa- triotas que ya sabia cuanto le odiaban , iba h quedar no menos aborrecido y desacreditado en su pais adoptivo. Habiendo sido quien principalmente dirigió á Lautrech y ordenó todo lo obrado en el cerco de Ñápeles ¿cómo po- día ocultársele que ya fuera por lisonjear el oi^llo na- cional ó por disculpar la desacertada ambición de Fran- cisco I, se le habían de imputar todos los males que ha- bían sobrevenido? jPues qué no tenia el repetido ejemplo de lo que son los cortesanos y los padres y parientes de las víctimas, en lo que le bahía sucedido en Espaba des- pués de loa desastres de ios Gerbes y Ravena , á pesar de los muchos defensores con qué contaba en ella 7

A tan enormes desdichas en e! campo francés , cuan- do vencidos los imperiales en Amalfi y rechazados en las salidas de la plaza, se esperaba su pronta rendición, acompafiaron otros apuros. El célebre Andrea Doria, á quien su sobrino Filipin presentó los prisioneros tomados en Amalfi , ó por persuasión del marqués del Vasto y Fran- cisco de Icart que iban entre ellos , ó por estar descon- tento del Rey de Francia que le trataba mal y no le pa- gaba bien, abandonó su servicio y se fué al del Empera- dor. Otros y con mayor fundamento han dado por causa de ese abandono el ardiente deseo que tenia de dar la libertad i Genova su patria , vejada por los unos y los

üifrtuíi et ejjieaeis tpirilus iiigorem muítiplicata militum /uñera..,, ftrme lolum üUeraia tic ut pnpemulum mutiari inltrrogatui aui TtspoMÍeni deliran.

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otros y la seguridad que el Emperador le babia ofrecido de ayudarle (1). De ahí, y fuera la que quisiera la causa, resultó, que do solo dejaran sus gateras de bloquear á iVápoles desde 4 de julio, sino que uniéndose á las ímpe- riflles concurrieran con ellas á cuantos desembarcos loa sitiados ya convertidos verdaderamente en sitiadores prao- licabnn en las costas inmediatas, al mismo tiempo que menudeaban las salidas de la plaza. Todo en ella abunda- ba con la libertad del mar, y la comodidad y las espe- ranzas de sus habitantes y defensores aumentaban natu- ralmente tanto como menguaban las de Lautrech , que no pudiendo sobreponerse á tnnla adversidad de su gen- te, y agravándosele la enfermedad falleció á 15 de a^slo en el campo que eligió al principio: lamentando según algunos la negligencia de su Rey que le habia comprome- tido en aquella empresa y la infidelidad de sus aliados (2). Muerto Lautrech parece que, do habiendo ningún ca- pitán autorizado suficientemente para mandar por si mis- mo, lo ejecutaban todos los del ejército, juntándose en en consejos á ordenar el remedio de que tanto necesita- Iian (5). Refieren otros escritores que Lautrech al morir dejó el mando superior al marqués de Saluzzo ó Saluzzes ; á Pedro Navarro (4) ; no faltando quien diga que por la indisposición de los demás capitanes principales, recayó

(1] JotÍo y Biteza, lib. 2C, cap. 38, S9 etc. Ginés de S«púlTe- da , lib. 8, núm. 29.— Sandoval y Bobertson , Historia de Carlos f, lib. 5.

(9) iovio y Baeza, lib. S6, cap. ii, dicen que Lautrech mnríA en 12 de agosto, GinimoDeeo 15 y Gnicciardini en la nocbedel 15 viniendo el 16.

(3) JoTÍo y Baeza , ¡bi.

{k) Sepúlveda, ibi. , nditi. 38... ^ moriemí ioiperii tummam Sulttiiarum Marthioni W Peiro Navarro tradidil.

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únicamente en el marqués, á quien representan poco ca> paz parA semejante cargo (i). Los imperiales que en medio de eso no ignoraban ni ta muerte de Lautrach. ni la pestilencia y miseria que reinaban en el campo fran- cés , 00 quisieron de modo alguno acometerle. Creyendo prudentemente que lo mejor era destruirle sin correr ries- go ni peligro alguno, convinieron en que D. Fernando Gohzaga con la caballería que gobernaba saliese á fatigar al enemigo con alarmas é interceptarle los víveres. Para ejecutarlo con- mayor rapidez y esfuerzo montó Gonzaga algunos arcabuceros en rocines , é .interpolándolos con la demás caballería se dio á correr con ella al derredor del ejército enemigo. Llamándijle de continuo á batalla y de- sasosegándole otras veces con sus trompetas, cuando mas persuadido estaba de que nadie se movía, supo por sus esp'as que una gruesa partida de caballería francesa había salido del campo y se dirigía á Ñola. Poniéndolo sin detención en noticia del virey- Príncipe de Orange y to- mando ambos alguna gente mas, partieron acelerada- mente contra ella. Alcanzáronla á medio camino y la rompieron: y muertos ó dispersos cuantos la componían, y en lo demás bien desbalíjados , regresaron los vencedo- res á Ñápeles con gran presa y no sin brevedad (2).

Este desastre al cabo de tantos otros desanimó del todo á tos capitanes franceses. Intimamente persuadidos de que ya no podían esperar ningún buen suceso de su empresa, se determinaron á ejecutar lo que Lautrech había constantemente resistido á pesar de ser muchos los que se lo aconsejaban. Besolvieron levantar el sitio y re- tí) Gnicciardini , ibi.— Herrera , pág. 358.— Rolierlson, ibi. (3) JoTÍo y Baeu , ibi.

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tirarse á Aversa como á tres leguas de Ñápeles y al inten- to comenzaron por repartir su gente en tres eicuadronet, según entonces se llamaban , dando á cada uno para su defensa tros falconetes é igual porción de caballería. Con- fiados luego el escuHdron de vanguardia al marqués de Saliizzo, el de batalla ó centro á Pedro Navarro y el de re- taguardia á Camilo Trivutci y Á Mr. de Lapatisse, todo híen ordenado , se salieron del campo en la noche del 29 al 30 de agosto sin sonar trompeta ni tambor, dejaodo abandonada toda la artillería gruesa y todo el bagaje pe- sado (1).

Por acaso en aquel mismo día 29, avisados los capi- tanes imperiales de que en l^s trincheras francesas se ob- servaba poca y flaca guardia , se habian juntado en con- sejo y acordado combatirlas al siguiente. Con ese objeto encargaron á Juan de Urbina de qne tomando los espa- ñoles y cuatro banderas mas de alemanes, se dírígíera contra los gascones , y que el Principe de Orange y GoD* zaga con el resto de la gente y la artillería se encami- nasen contra lo demás del campo. Preparado todo cual convenia, solo se esperaba para acometer que seresase una recia tormenta de truenos y aguas que había ocul- tado á tos imperiales la partida de los franceses, cuando cesando el agua vinieron á decirles que aquellos habían de- campado y caminaban la vuelta de Aversa : lo cual oído, partió tras ellos casi toda la caballería , aguijando tanto mas cuanto mayor era su esperanza de buena presa (2).

(1) Jovio yBaeza, lib. 96, cap. 13.— Gmcciardini. )tb. 19.— Sandoval, lib. 17, §. 5.— Dormer, Annalet de Aragón, lib. 8, ca- pitulo V6. Daniel, pAg. 352, SegDH el dacnmeato núm. 40 le- TanlaroD el sitio en S8 de agosto.

(8) Jovio y Baeza , ibi. .

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Habían los franceses ordeDodo su msrcbíi de modo que & so arcabucería colocada á ta retaguardia , la acompatka- ban y sostenían parle de la banda negra de los fiorentinea j parte de otra banda que por el color de su bandera llo' maban la banda blanca. Aunque unos y oíros suelentaron Talerosamenle la primera furia de la caballería imperial, arremetidos por esta con nuevo furor entre que descarga* ban y volvían á cargar sus arcabucea, no la pudieron re- sistir y se desordenaron complelaniente. Al ver el escua* dron de batalla derrotada de ese modo la retaguardia se levantó al punto grande alboroto en ¿I , pidiendo en vano socorro al de vanguardia que á gran priesa caminaba ade- lante. Sola entonces ta batalla, fué á su vez rota' por la misma caballería que. encontrándose con gentes enfer- mas que ni podían bajar las picas ni desenvainar las espa- das . dejaba fácilmente las vidas á los que bincados de rodillas se la pedían , contentándose únicamente con la presa ; en cuyo tiempo Pedro Navarro que como estaba •enfermo iba mnchot ratos en Hiera , habiendo entonces, por aguijar mas . cabalgado en una pequeña muln, como anduviese buscando alguna vereda traviesa fita preso por la caballeria albanesa y llevado á Ñapóles (1).

Mientras que el marqués de Saluzzo que con la van- guardia babia llegado salvo á Aversa . se sometía estre- chado por los imperiales en ella á una capitulación tan inevitable como vergonzosa (2) , no babiendo nadie que

(1) Jovio,VA.W.—flfavarrutii>seqtHUtierat tegérleetiem km* per t^heéatur el lum fetlitianái cauta humiUn mulam aseenáeral, etliquot vita Iramiies quterens ai Epirotit Griteüque eqmlibus m- tereepiiu ett, Neapoiimque peráuettu.^Batt», ibi. , csp. ISy 1i. ^aicciardini, lib. 19.

(9) Redaelase i abandoaar los franceses por si y sos alisdo* l«a

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378 guardase ó üerendiese el campo y alojamiento de los fran- ceses delante de Nepotes, fueroo saqueados per el pueblo. Cuantos atraídos por ese cebo ó llevados de su curiosidad los visitaron , se sorprendieron de tantas armas y artillería gruesa como encontraron abandonadas, de los muchos soldados que aun estaban tendidos por el suelo y prontos á espirar ; y de las tiendas de campaña tan principales en que había yerba nacida , y eran como un testimonio de lo que los sitiados habían padecido. Admiraron también, y acaso mas que ninguna otra cosa . la acertada disposición del campamento. Asi por sn buena situación como por lo diestramente fortíTicado que estaba. " Yo le tí, excU-

ma Paulo Jovio , y era de forma tan admirable que mti-

chos capitanes del Emperador confesaban que nunca en » nuestra edad se habia ninguno alojado mejor, ni inas

prudente ni sagazmente ; y decian que gran parte de

aquella orden habia salido del ingenio de Pedro de Na- « varroíl)."

Tales elogios con todo acaso agravaban-mas que atenaa-

«enecianos do solo la ciudad de Averm no lodo el reino de Ñipo- Íes. Lostjuede entre ellos hubiesen ria quedar libres, habinn He entregar todas sus banderas, armas, arlillerta, caballos y bagaje, conten lándosB como por gracia con qae se les dejñni 6 diese i tas personas de mas calidad alguna inula,>Focin 6 bestia cualquiera con que pudieran rolver Francia , obligándose los italianos i no serrir durante seis meses contra el Emperador. Sin embarga, no acabaron con eso las desgracias de aqiie) ejército que tan orgulloso y persua- dido de conquistar el rcinn de Ñipóles hnbia entrado con Lantrecb en él ; porque casi todos los que se salvaron con la capitulación, fueron robados y muertos por loa paisanos, siendo muy pocos loe «lUe llegaron tivos á Etoma.—^o vio, íbi.— &'n/j </e StpúlveHa, li- bro 8, núm. ii,—Guiceiardiai , ibí.— Herrera , ComMfanW «lo., pi- gioa 3!t8, y Daniel , Htitoirc de France ele, pilg. 3$3. (\) lovio y Baeza, lib. 26, cap. 15. Erat cafarm» etuirorum tiiu

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379 ban la desdichada situación de aquel anciano enrermo y Iiriúonero. Llevado á Nópoles y puesto en la casa del ca- pitán de albaneses Socallo , que fué su aprensor y obtuvo en premio un caslillo en tierra de Olranto, acudió muy pronto á verle, aunque andaba muy valetudinario, el se- ñor Hernando de Alarcon , so antiguo compañero. Encon- tróle postrado en una cama, y tan mal parado que según Jovto cuarenta días le dijo que hacia estaba con calen- tura; y sin embargo no quiso Navarro aceptar el hospe- daje que Alarcon con tanta humanidad y amor le ofrecía en BU casa, y preGrió quedar en la de sn aprensor (t); mas nos consta por testimonios de la mayor y de per- sona que presenciaba de cerca loa sucesos, que aun* que Navarro con el buen trato que turo en la posoda del marqués Atarcon tuvo alguna mejoría , estaban asi él co- mo todos los demás prisioneros franceses tan desespera* flos con lo que les habia sucedido, que se recelaba que mu< riesen de rabia y congoja : que se temia mucho algunos dias después por su vida ¡ y que aunque á petición suya se le habia trasladado á Gastel-novo , de cuyo castillo , como ya referimos, habia salido dos años antes, le pesó cuando vio que le Uevoban, por estar persuadido de que iba á acabar allí sus días (2).

Era á la sazón castellano de Gastel-novo aquel D. Luís de Icorl que tan denodadamente bobia resistido tos asal- tos de Navarro en Brescia. Gomo todos los hombres de

muniltMeque memorabitU, el prorsus tkali vidimus itupenda, tU ut plaríque Catarianorum Ducum nusquam periliut et aeturalíat A ijaoquam kae álate caitramelatum fuiíse falereMur el maghoM partent ejuí disciplina & Navarri ingenio prifeetitm dUerent,

(1) Jovio y Baeía, íbi, cap. 36.

(3) V. DocnmenUí nAm. i4.

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grande ánimo era generoso con loa vencidos , y debía ds- turalmeote respetar una desgracia á que se encontraba muy expuesto en su azarosa carrera. En lugar de íoaullar Navarro , como los soldados españoles dice Jorio que lo hacían , dándole en cara con que do$ veces habia sido trai- dor pasándote á los franceses, y dos veces preso entre ellos, le acogió benigDameQle usando de la mayor urba- nidad y cortesía con él. Acomodóle desde luego un buen alojamiento , y atendiendo con generosa previsión á que el invierno se acercaba le mandó preparar una chimenea á la que pudiera calentarse. No hubo miramiento que no tuviera con aquel infeliz anciano y enfermo . llevando su compasión hasta el extremo de que habiendo llegado á Ñápeles la orden de Carlos V para premiar á loa que le habían servido bien en aquella guerra y cortar la cabeza á loa del bando anjoino ó francés que le hubieren deaer- vido; como la misma pena se hubiese de aplicar á Navar- ro por haber sido líos veces rebelde y dos vetes cogido: Icart ó porque no muriera á manos del verdugo en aquel castillo, quien con tanta gloria le habia en otro tiempo ga- nado, ó por respeto á sus famosas hazañas en África, se cuenta que haciendo detener al verdugo algún tanto y que la ejecución se dilatase, dio con eso lugar á que Navarro que ya estaba muriéndose de enfermedad, muriese natu- ralmente de alli á poco y de sus retultat (1).

No fallaren sin embarco algunos que, según el mis- mo Jovio que así siente de la muerte de Navarro, cre- yeran que Icart , al ver que por viejo y enferaio no podía vivir , toleró para evitarle la mengua de ser ajusticiado, que le sofocasen oprimiéndole á fuerza de mantas y co-

(I) Jovio eo el elogio de Navarro eo e) lib. 6 de Elogios.

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bertoreB ó bien enLr« los colchones de su cnma (J). Aun esto lo atribuyó Brantome á orden del Emperador, apo* yándose en el dicho de olgunos veteranos españoles que alcanzaron á NaTarro, y te mostraban, cuando estando en Ñapóles fué á ver el Castel-nuoro , el lugar de su prisión y de su muerte (2), Otros dieron que en aquella y de orden del mismo Carlos V se le había dado gorrole (3) : otros que al mismo tiempo que de resullas del lilio de Ñapóles fué la orden del Emperador nombrando al señor Alarcon capitán general y lugar-teniente de la provincia lie Trípoli en Berbería , fué también lo de quitar la vidn á Navarro aquel castillo (4) ; otros que habia apareci- do muerto en su cama sin que se supiera como (5) : otros que se le habia hallado muerto en el castillo de Aver- sn (6): otros que cansado de vivir se creía que se hubie- se suicidado (7) ; admitiendo por nuestra parte como mas racional y verídico el testimonio de Paulo Jovio, amigo de Navarro y en realidad testigo, mayormente cuando se

(1] Historiaram lib. S6.... exanimatus ia cukilra repertiu eU. Net dtfaert quierederent tum tuper injecla mullipUat stragula vcm- til pondera preiium ultro nectatum fuiste, quod HícardiuM exitli- malione Jorlitíimi dacii ptrmolut, tum qui illam eanuiein anen tdiquaaáo eepistet , revócala rerum fortiier gesiarum memoria, ex* Ira Ccetarii invidiam earnificibui manibui, subtrahere voiuit.

(2) BTaalonte , yiei dti í/ommet illuiireí etc.... entre dtux coi- tretde lit.... d'aulreí diieni quHfut eirangU dt twde par la main de bourreau maii pourlant encaehette.

(3) La'Cartlea, parte t!

(4) Comentario, At\ señor Alarcon, líb. 13, [)ág. 381.

(5) Hiñaaa, Continuación de la Hitlorla de Etpaña, lib. 2, cap. 10.

(6) ParrÍDO , Teatro de fiteri de Napoli, tomn 1 , pig. i26.

(7) Alt. Gomeiins. De rtbus,Yníí. Ximenii, lib. i, fol. 1S&-. tailio ñim moriem libi ronieifiíie treditnm al.

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le Te autorizado con el del contemporáneo Juan Gincs do Sepúlveda, colegial tal vez entonces en Bolonia, que tanto el marqués de Salazes como Pedro Navarro, deipuea de entregado aquel y preso e$le, acabaran los dos á «» tiempo de enfermedad y de abatimiento de ánimo, al Mar- qués libre y Navarro en la cárcel; con lo cual coincide también un crítico extranjero y moderno optoacdo por- " que el odio de Carlos V á Un tránsfuga tan importante para la Francia fué lo que pudo dar crédito á todos esos

rumores , siendo al parecer la enfermedad de que Pe-

dro Navarro estaba acometido y sus grandes penas y > tristeza las que pusieron On á sus días (1).

(1) Joan GÍLés de Sepúlreda, lib. 8, pág. 279. Satailiarum iier» Marehio el Pelrut Navarrui.... eapti, el JVeapolim ut iii in earce- rem catlodirentur miui. Sed hi omnes paulo poit morbo implicali, natura conceneranl.~Biagra//tñe univenetU ancienne el maderne clips

Mlckaud, rol. 30. Navarra fPitrrt) Joíius, De vita Pompei

Columna, pig. Í72 bello fiaem ímposuere tapio Peln Navar- ro et Michaele Salatto in dediiionem aeeeplo, gui paucoi post dttt eodtm morbo limul et dolore animi hie m loríate Ule in eartere pt- rierunt.

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CONCLUSIÓN T REFLEXIONES.

No. sabremos fijar el tiempo en que dejó de existir nquel hombre extraordinario, sino que {irobablemenle sucedió en los últimoB meses del año de i 528, 7 á los sesenta y ocho de su edad, si como al principio supusi- mos nació en i460. Mas ya fuero natural ó adrede aque- lla muerte sin honra -¿qué español propenso á la gloria de su patria no se afligirá de que tan trislemento acabase el valeroso compatriota que por )o multiplicado y varío de sus empresas , fué tal vez el guerrero mas admirado que la Europa contó en su tiempo? No le faltó mas que pelear en el aire para decirse que combatió en los cua- tro elementos, como entonces se le denominaba, lo mismo que á la tierra, el agua y el fuego. En África y Europa, en la mar y la tierra, encima y debajo de esta, ora con bs minas y cañones, ora con las galeras y escuadrones, ya general y conde , ya corsario y pirata , boy leal y ma- ñana infiel, DO se alcanza en esta época de espíritus apo- cados como un solo hombre pudo tener ánimo para tan- to. Maestro insigne en el arte de la guerra especialmente en lo tocante á rendir plazas , fortificarlas y campar: vn- leroso al frente de la infantería cuya importancia y ver- dadera fuerza en las batallas conoció , aun después de in- troducirla la arlilicrín , mucho mpjnr sin diida que los

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S84 nniigtios germaDos (1); á todos admiró con ese descubri- inieato y el de las mioas, dando k los españoles una fama que todos envidiaban en Europa (2).

El Gran Capitán , que mejor que nadie podia apreciar el mérito de Navarro, ya referimos haber sido quien insi- nuó al cardenal Jiménez de Gisncros que le tomase por general para la guerra de Oran (3). " Con este conde,

> dice el contemporáneo Pedro de ToiTes, era el Rey te-

mido é Señor del mar y de Las Italias , é temido por

> todo el mundo afamado é honrado é aervido... mien- I tras estuvo preso ninguna cosa buena hizo la gente es-

> paitóla en las Ilalias... é cuando el Gran Capitán murió* esclamó Rey, ya no nos queda con quien amenace*'

mos á nuestros enemigos , aludiendo á que había per*

dido por seguir el consejo del duque de Alba á los ca*

> pitanes muertos en Ravena, al conde Pedro Navarro y

al Gran Capitán (4]."

Hernán PereX del Pulgar en la carta que escribió á Navarro ¿ntes de embarcarse para ir & Oran no temió comenzarla con que asi como á Roma iban mueho$ mat por ver á Tito Livto que por mirar la dudad, todos debíamos de facer ir solo á mirar á vaeslra señoría (3) ; elogio del mayor mérito por salir del gran corooisla de los Reyes Católicos; que es lastima no aclarase en nque*

(1) Túcito, De morihuí Germanoruat.... In uiUftrium attimant plus penoi pedliem roiorii.

(3) Jovio, De vi/a Ferdiaandi Üavalt ele. pág, 6S3-... nam hit- pañi ex Navarri Ducis disciplina iit magna eral opinione tinguta- ris teieaiia et miraiifti artificii areibus expitgi¡niidii.

(3) Véasela pá^ H3ye1 docnmenlo nüm. 23.

(fc) Crónica de Pedro de Torres. V- Duciimento núro. l3,

(5; Ibid.

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585 Ha ocasión , si fué ó no nuestro Pedro Navarro et que asistió á la toma de Bentomiz (1). En el mismo año j po- COI dias después de expresarse Pulgar en los términog que dejamos referidos , tratando Pedro Mártir en una carta al conde de Tendilla de la misma expedición de Oran, calificaba á Navarro de hombre ilustre por sus acciones asi por mar como por tierra (2] ; calificación que con es» tas ó semejantes palabras repitió en otras ocasiones Ma- rineo Siculo que vivió en su tiempo y que escribiendo en nuestra patria , con suiq» conocimiento de sus hombres y de sus cosas , apellidó á Navarro y á D. Bogo de Hen- eada dúo fulmina belli , loa dos rayos de la guerra (3) , y podía haber añadido que los dos fueron corsarios , aun- que con suerte en todo mas dichosa D. Hugo que Pedro Navarro (4). Paulo Jovío que tanto conato puso en darle fama asi con la emprosa ó divisa que le arregló, como con la relación histórica de sus proezas , no contento con referir que fué artífice de obras maravillosas, y que por el modo con que derribaba con sus minas loa cimientos de las fortalezas , fué afamado en toda la redondez de la tierra (5), añadió en otro lugar que " de cuantos españo-

(1) Véase )a pag. 22 y síg.

(S) EpUtola M3, lib. 23. En Vallaoolid i 29 de abril de 1509... Primariui e$t d Ductor Petrui illa Navarrut Comet , mari ti ler- rii bellica gloria fama iUustñs.

(3) L. Maríiutus Siculut.

(4) JoTioen el elogio de D. Hugo: Y acabada la guerra Jt Ila- tia, D. Hugo M dióá andar por la atar y viniendo á ser nombrado jr famoio por algunat jornadat que contra moros kiía, llegó á lamo la fama de su nombre que mereció una rica eneomieuda de la orden de San Juan en Calabria. Traducción de Baeza. Zurita lib. 5, cap. Í8, del Rey D. Fernando.

(5) Ed bu elogio

Tomo XXV. 25

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386

les pasaron en su tiempo á Italia y después del Grao » Capitán consiguieron ilastrar su nombre, ninguno ex* cedió á Antonio de Leiva ; porque fácilmente le daría

la preferencia Navarro tan famoso por su desdichado > fm (1);" lo que equivale á decir que Navarro sin esa circunstancia hubiera sobrepasado á Lerva.

El mismo JotÍo en otra parte decía que por la graode- za de su rariBimo valor, antes de pasarse á los franceses, era espanto de estos y muy querida del Gran Capitán (2). Por ser acaso muy común y bic^'recibida de las gentes la opinión de lo mucho que aquel insigne caudillo le esti- maba , se creía que dos estatuas que adornaban su sepul- cro representaban á los dos mas famosos capitanes de su tiempo, Diego García de Paredes y Pedro Navarro (3); y si fuéramos á referir todos los elogios que así los nacio- nales como los extranjeros sus coetáneos le prodigaron

(1) En el elogio da AotoDÍo á« Lei«*

(3) En el de Navarro. Et Contidvo imperasori apprimi egnu ai tffiealia inutilaia virluiit

(3) Tratado de lat Estaluai dirigido al Gran Príncipe de las Et- pafiat D. Pkiíippt nuestro Señor, por Diego de FiUalia, Biblio- teca Dacioaal HS. ISi-, G. pig. 29 Toetlo, caentaque eD el sepn]- -cro del Gran Capitán en la capilla mayor del moDasierio de San Gerónimo de Granada había "pendientes mncho número deban- u deras y estandartes ganados en batallas de fracceses, de turcos, u de moros y de otras naciones como testigos verdaderos de sos X triunfos y TÍctorias, y por ornameato á los lados del crucero de u la capilla están dos grandes escudos cou las armas del Grao Ca- « pitan y en cada escudo dos hermosas estatuas asidas dellos que n los tienen en medio, esculpidas en piedra de vaíooes armados de » todas armas de aquellos mas famosos y Talienies capitanes de su » tiempo que le siguieron y acompañaron en todas sus conquistas, > que el uno es aquel fortísimo Diego García de Paredes, y el otii» » el capitán Navarro,"

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apenas nos quedaria duda de la admiracioo que á lodoa causaba y ninguno logró en sus dias(l).

el progreso de esta historia hemos indicado con repetición el ingenio de Navarro en inventar medios de ofender al enemigo y triunTar; señal cierta de que tenia amor á su oGcio y se ocupaba de sus adelantamientos. Además de su maravillosa aplicación de las minas recor- daremos las sacas de lana con qne al conquistar el PeAon mandó entoldar un galeón para qne los moros no ofendie- ran á la gente embarcada en él (2). En la batalla de Ra- vena le hemos presentado así ensayando, aunque con poco erecto , los carros falcados de los antiguos romanos, como tendiendo su gente en tierra para frustrar los tiros de la artillería francesa, y arremetiendo á lo último al arma blanca, y por debajo de sus terribles picas á la ín-

(t) Ginég de Sepúlveda le llamó en el lib. 4, núm. k, de su fíit- lería Je Carlos V, strenuum hitpani generit virum el rei milUariM peritinimum.— Galeatfos Capella eii el lib. 12 de bq Hiuoria de Mi- tán : Ducem rei miUtarit /w/'ítMJiinuni.— Ubertus Poliebe ea el líb. 12 de SUB Anales de G¿nova: magni nominii Dax acerrimique ingeitü ae pnmptiet sagacit coniilii i'iV.—BerDardinus Aldani, De bello véneto, lib. i, pág. ]88, tom. 5, Aniiquitatum Italia, tratando' de la luta- lia de Bavena dice que los Diaristas contemporáneos Epkemerida~ tii,,., a/tnaliiut luis memiaere Pelrum Nacarrum omni re belHca teUbratissimam ac tune mi/iiia pedetlrii Magisirum etc. Don Alan - 90 de Sanabria en la dedicatoria á D. Francisco de los Cobos de so "Guerra de Túnez." Biblioteca nacional HS. escribe qoe "el con- » de Pedro Navarro Antea de que volviese el rostro á España y la

fortuna é ¿1 las espaldas hizo cosas por donde se snpo y sabrá que

vivid."— Berna rdino de Escalante en sus Diálogos müüarew, tratando en el 2.* de las calidades de los alcaides y orden que han de guar- dar en la defensa de sus fortalezas, presenta á Navarro como un mo- delo etc.

(3) Véase la pÑg. 107 de esta llisloria.

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faniería alemana (i). En la batalla de Marinan ya insiaiía- mos que áe le podía considerar como el inTentor del fuego graneado (2), y en la toma del castillo de Milán, después de aquella batalla, también indicamos lo aplaudidos que faeron los medios que adoptó al intento (5). Aunque coa poco éxito en los asaltos á Brescia, también referimos que había adiestrado a sus gascones y navarros bajos en for- mar el galápago ó testado , que acostumbraban los roma- nos (4). Aunque Jovio no le describe , sabemos por él la admiración que á todos causó el campamento que ordenó al frente de Ñapóles (5) ; quedándonos todavía una mues> tra de su pericia en trazar fortificaciones y castillos, en las del actual San Sebastian, que se cuenta haberse empren- dido bajo sus planes en j 516 y concluidose en i 524 bajo la dirección de Diego de Vera (G).

'Pero todo esto unido á su buen estilo y bella escri- tura para aquel tiempo, confirma, como ya en otro lugar apuntamos, que Navarro tuvo educación mas esmerada que la de un labriego roncales ó un marinero encarta- do (7) ; no por eso es menos cierto que fué de genio y

(1) Véase la pág. S(3. (3) ibid. 268.

(3) Ibid. 273.

(4) Ibid. 301. (5^ Ibid.

(6) Nolieia de loi arquUeelos y arquiteciura tn España por Dan Eugenia de Llaguno y Amírola, iluttradaí por D. Juan jígusiin Cean, Iota. 2, pig. 97 y articalo San Sebastian del Diceionario his- tórico geográfieo délas treR Proviuciss y Navarra etc.; pero ios pla- nos debieron de ser anteri»^, porque en 1516 Navarro esUba ya con los franceses.

(7) Véase la püg. 36.

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389 carácter agreste. Aun cuando Paulo Jovio no lo afii-mára, ninguna duda nos dejarían sus hechos. Refiriendo ta expe- dición de Navarro á someter at duque de Nájera, recorda- mos aquella resuelta carta en que le decía al Rey estar pronto para cumplir tu mandamiento y abatir , aniqui- lar , gattar , ahroior y destruir á tos que detobedecieten Ion tuyos [\). De su severidad en mantener la subordina- ción y disciplina en medio do U oi^nizacion militar de ■a tiempo, dos dejó un grande ejemplo en el arrojo con que al salir de Ñapóles el ejército en 1511 , deshizo las coronelías de Tineo , Camporedondo . Velazquez , Jua- nes y Paohocb; cuyas gentes se habían amotinado (2). Que no era muy cortesano dice Zurita tratando de sus disensiones con el cardenal Jiménez de Gisoeros, y que todas las cosa» las mandaba á la soldadesca, y que como se sabia el crédito que tenia entre la gente de guerra era necesario seguir su parecer porque servia de mala gana si no se ejecutaba lo que queria (3) ; pero de esta vani- dad derivada tal vez de sus primeros ejercicios y de que en materias militares sobre todo en lo que concierne al combatir no se admite justo medio, no se infiere de modo alguno que fuera hombre arrimado á su consto y enemi- go del ageno aunque fuese mejor y mas seguro , y mucho menos un oso y un tigre , como le llamaron los jesuítas Mariana y Abarca (4).

En medio sin embargo de esa rusticidad y aun si se quiere orgullo , no mal fundado por cierto, sobresalen en Navarro otras calidades muy raras y mas en los tiempos

(1) Véase la pág. 105 y el documento núm. 6.

(S) Ibib. pig. 175.

¡3) Libro 9, del Rey D. Feroando, cap. Vi.

(4) Harían», Historia de España, y vsaee mas atrás la pig. 209.

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verdaderamente rnetálicot que alcanzamos. Cuéntase que el marqués de Pescara soliá decir que ninguno que inten- tase sacar ganancia de la guerra alcanzaría ni alcanzó ja- más tima de Gran Capitán (1), y esa circunstancia la tuvo en tan alto grado Navarro , como se desprende de no ha- ber querido aceptar los seis mil ducados que el Rey de Portugal D. Manuel le ofrecia, como ya referimos, por ha- ber libertado á Arcíla y ahuyentado é los moros que es- taban á punto de ganarla (2). Al tiempo de la expedición de Oran también contamos habérsele acosado de que ha- bituado á las rapiñas de Italia ni quería se introdujese el orden en pagar ¿ los soldados ni en el rejfártjr las pre- sas con el cardenal según entre ellos estaba pactado (3) ; mas al ver qoe después de los sacos de Bugía y Trípoli, de haber hecho tributarios á los Reyes de Argel y Túnez, á los moros de Tredeliz y varios otros pueblos de la costa de África (4) y de tener cargos tan superiores en Ilalii no habia allegado con que rescatarse ¿quién pondrá en duda el desprendimiento de Navarro y que la avaricia no en- traba en su ánimo para nada?

Si al fin nos encontráramos con algún indicio de ra disipación ó de los vicios á que la corrompida Italia y la soltara militar provocaban entonces, podríamos atribuir ¿ eso su pobreza : lodo sin embargo anuncia que Navar- ro fué un hombre timorato , de conciencia muy ajustada, amigo de frailes y devoto como una beata. En varias oca- siones le hemos presentado empleando como mensajeros suyos al Rey Católico , al papa León X y al cardenal Ji-

(0 Jovio ea SQ vida ele.

(2) Véase la pig. 411.

(3) Ibid páj. H9. {k) tbid. pig. tiO.

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mencz de Gisaeros, el dominico fray A.tonso de Aguilar, ul franciscano fray Fernando y el presbítero Taramo- na (1). El Rey Católico en las instrucciones tan esmera- das que acerca de su rescato dirigió al obispo de Trinó- poli ya notamos que. llamaba á Navarro buen cristiano, y que en tat concepto queria que le recomendase al Rey de Francia (2). En las cartas con que el papa León X le recomendaba y pedía por él al mismo Rey , y en la diri- gida al mismo Ñavarn) ampliamente le ctenominó varo» de admirable piedad y religión , de grandes y esclareci- dos servicios á la república cristiana, y de hombreen fm ardientemente deseoso de emprender alguna cosa insigne y notable en obsequio de ella (3).

De su devota credulidad tenemos un testimonio insig- ne en la carta con que dio cuenta al Rey de haberse apo- derado de Bugía (4). De resultas de aquella conquista y de la de Trípoli , regaló Navarro á la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe, que daba nombre al famoso monas- terio de 6U nombre , una gran lámpara de plata en torno - de la cual estaban retratadas con maravilloso arüGcio to- das tres ciudades con sus torres, muros, castillos y defen- sas. Aun añade el escritor que nos comunica estos por- menores, que Navarro envió con la lámpara seis valientes cautivos de África para perpetuo servicio del monaslerioi en el cual parece también que estando antes de irse á la guerra dejó gran cantidad de dinero y ofreció su jornada á Nuestra Señora.

Tuvo noticia de esta dádiva Gonzalo Fernandez de

(O Véase la pig. 308 y otras.

(2) V. Docamenlo núm. 25.

(3) T. Documento núm. 3.

{í] Ibid. uúm. 16 y véase la p&g. 13b.

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Oviedo. CoD ocasión de ella dijo que Navarro pudiera compararse á aquellos mercaderes que se figuran que cod dar un cáliz ó una lámpara á una iglesia van absueltos por inucho que hayan robado. Y mostrándose irónico con Navarro, y como poniendo en duda al parecer su limpieza, y " acaecer les- ha, dijo, á los lales Jo que acaece á la

iglesia de Guadalupe cop la lámpara del conde Pedro

Navarro que dejó allí una muy grande y hermosa lám- » para de plata , y porque no dejó renta para el aceite « nunca hay lumbre en ella : " en lo cual no va conforme con el P. Talayera, historiador de aquel monasterio (1).

Algunos y entre ellos el analista Aleson han tratado de disculpar á Navarro de su deserción, fundándose en que no habia nacido subdito del Rey de Aragón, sino de los Reyes de Navarra (2). Prescindiendo de que en eso no hay exac- titud, como en su lugar hemos manifestado, cuando Na- varro obtenida su libertad , por el tratado con que tam- bién la obtuvo Francisco I, volvió al servicio de aquel Rey. la Navarra , dado que naciese en ella , era parte ó estaba unida á la corona de Castilla, y Pedro Navarro por con- secuencia era subdito de Doña Juana y de su hijo D. Cá^ los. Dejando á un lado si este le mandó ajusticiar ó do, que no lo creemos, lo que nos parece haber dado lugar á semejante acusación , fué la dominante é inflexible opÍ* nion de sus compatriotas que por su deserción le juzgaba digno del último suplicio. Paulo Jovio cuya amistad con Navarro es bien conocida, nos refiere, como ya vimos, que los soldados españoles cuando en Ñapóles le llevaban á encerrar en Castel-novo, le improperaban con que habia

(1) Quincuagena etc. y Docamento núm. iS- (3) Anales ele.

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aido dos veeet traidor pasándole á lo$ francetet y datvc ee$ preMO entre ellot (i). Esa espíritu público ó sea el ha* ber creado el potríolismo , fné sin duda uno de los ma- yores y mas portentosos beneficios que los magnánimos Fernando é Isabel legaron á la renaciente España. Con sn amor al pueblo y con fiarse de él, pusieron término á aquellas bregas que, como escribía un agudo cortesano del reinado de Juan II , todas eran en daño de este atezquin* reino ca de sus nobtes recibe *»(» penetrantes feridas que de las lanzas de los moros de Graruida {%. Se habia con efecto realzado al pueblo y dádote una consideración, pro* porcional á la que habia ganado el trono y perdido aque* lia ambiciosa nobleza que tan perturbada tuvo á Castilla en los vergonzosos reinados de Juan 11 y Enrique IV. Aunque todavía no se hallaban olvidadas aquellas anti- guas rivalidades y diferencias derivadas de fa anterior separación política, gritaban unidos viva España en lo mas ardoroso de los combates , aragoneses, castellanos, catalanes y navarros , andaluces y vizcaínos , gallegos y valencianos. Ta no eran libres no de irse como en otro tiempo legalmente autorizados lo hacían los Ricos-hom- bres de Castilla ¿ servir aun í!i los moros contra su propio Rey . para ganar su vida (3). Mirando al patriotismo como

(1) TteMlapig. sao.

(3) EpUtoU 5S de lu del bachiller Fernán Gomm de Cibdad- Beai eto.

(3) Véanse á este propósito las CréaUat de Alonso X y Fer- Daodo iV, pero con mas especialidad la ley 10, tit. 25 de la Par* tida k.' Por qai ratones putde el Rey echar tut Rítot-Hombret de la tierra ( EDlifndiie que lo> Hlco^-HoodiTn arui loi Jctci tnlllUiai da aquel liempo)..,, E sitíionce non loquUiese (el Rey) perdonar e mandare que lalga de la tierra, por tal raun como esta puedéalo seguir tut vasallos e salir de la tierra con él, Pero débele el Rey dar plato de

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S94 el amor de la familia exlendido al pueblo y proviocia del nacimiento, y luego al reino ó nación de que forma- bao parte , exigía la opinión y con justicia que todos fue- ran dejando aparte los agravios, fieles para con sus her- manos, vecinos y compatriotas. Era ya tan fuerte y esta- ba tan autorizada esa exigencia en los dias de Navarro que cuando Antonio de Fonseca embajador de los Reyes Católicos en Roma intimó en el año de 1495, y en Tele* trí á Carlos VIII de Francia que no siguiera con su ejér- cito á Ñápeles, y persistiendo en ello rompió en presencia 6uya y en señal de guerra el tratado que le unia al Rey Católico , al momento cuentan los historiadores que inti- mó ó Juan Pitito , á Cervellon y Carlos de Arellano que eran capitanes del Bey de Francia que dentro de tercero dia salieran del campo francés so pena de ser tenidos por traidores (1). Don Hugo de Honcadsr que andaba también con aquella gente y con ella se fué á juntar á César Bor*

treinta dios á que salga de la tierra , e en aquellas treinta dias dA»- le otorgar que le vendan viandas por aquethi lugares por do saHertt pero antes que se cumplan las treinta dias debe el Ríeosme salir de la tierra. E desque fuer salido puédele facer guerra si quisiere para ganar conteja onde viva. El esto se puede facer por dos ratones. La una por que le echó no queriendo decir razón por que lo face. La otra por que pueda aver vida de aquella tierra onde es natura etc.

Y la ley 1 4 del mismo titulo y Partida dice ; Echando el Rey alguad Rico-orne de la tierra por malfetría que aya fecho pueden sos oasa- ¡los salir con ¿I e ayudarle a ganar pan de otro Rey. Pero pw tal echamiento como este non deben estar con ¿I fuera del reino mas ét

treinta dias é dende adelante detente tornar al reino como quxer

que si el Bico-ome se fixiese vasallo de otro Rey, por raxon de aquel señor cuyo vasallo se face , bien podria ¿I mismo por guerrear al Rey que lo echó; et esto puede facer por mandado de aquel Rey cuya vasaUo es : mas no lo deve facer por ti por ratón de tomar veagasua del Rey que U> edté de la tierra. (1) iovio, Historiarum lib. 3.

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ja, hijo del papa Alejandro VI, que mandaba el ejército de la Iglesia; como muerto su padre se declarase por la Francia, se fué con los suyos y entre ellos con D. Laís de Icart, el que después fué castellano de Castel-noTo, á unirse con el Gran Capitán en su primera expedición á Ñapóles (1).

Pero si por no haberse enténces juntado todavía Na- varro con tan famoso caudillo desconocía las obligaciones que el patriotismo y la nacionalidad imponían á los espa* notes, pudo después de haberse juntado con ellos y ju- rado sus banderas, observar como castigaban la deslealtad y deserción. Al apoderarse en 1505 y en medio de la ad- miración universal del fortísimo Ca$tel-novo de Ñápe- les (2) entre otros presos que en él encontré Navarro se cootaba Ugo Roger. conde de Fallas en Cataluña. Has de cuarenta años había, según el respetable Zurita, quo hacia armas contra el Rey Católico y el Rey D. Juan su padre, y prosiguiendo una tan injttsta é infame cauta fué cogido y enviado al castillo de Játiva en donde acabó sus dia$ (3). Al tratar de la batalla de Careliano , hemos re< ferido la muerte pública y horrible á que los mismos sol* dados españoles condenaron á sus camaradas los que por salvar sus vidas y fardaje entregaron al enemigo una tor- re (4). También hemos referido como terriblemente en- fadados los miamos soldados tuvieron por una afrenta á eu nación, que algunos de ellos después de rendida

(t) Ibid en el elogio deD. Hago.— Zorita , lib. 5, del Rey Don Fernando, cap. i6¡ y véanse en esta Coleeeioa de Documentos y en su tomo 2i los capItntoB 2, 3, V y 5 de la Fida de D. Hago.

(S) Véase la pÁg. 67 y siguientes.

J3) Libra 5, del Bey D. Fernando, cap. ik.

(4) VéaM la pig. 89.

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306 Brescia en 1516 se pasaran desde Verona á los venecia- nos. Maldecían dice Jovio de aquellos hombres perdidos y juraban que en habiendo lugar de castigarlos lo ejecu- tarían . y así con efecto lo hicieron después de cogidos, pasándüle$ por tas pica» , no debiéndolo ignorar Navarro porque andaba muy cerca de ellos (I). Cuando por úUi- mo en el año de 1526 . estando ya preso en Madrid Frao- cisco 1 , vino á nuestra corte el condestable Borbon que, pasándose á nuestras banderas habia hecho cruda guerra al Rey de Francia y tas suyas, á pesar de que Carlos V le recibid y agasajó como á su cuñado presunto , los gran- des castellanos en quienes ya habían penetrado otras ideas que en los antiguos ricos-hombres , abandonando el ejem- plo de su Principe , á quien en todo4o demás seguían ha- bitualmente , no quisieron imitarle en aquello. Ahorre- eian á Borbon . cuenta el contemporáneo Guicciardini , y le tenían por pertona infame y le llamaban traidor á m Rey . llegando á tal punto el desprecio, que habiendo el Emperador invitado á uno de ellos á qne le alojase en íu palacio , respondió con fiereza castellana que no le nega- ría de modo alguno lo que le pedia ; pero que tuviera en- tendido que tan pronto como Borbon desalojase su pala- ció , le pondría fuego considerándole apestado de la infa- mia de aquel (2).

(1 ) Véase la pág. 302. Jovio y Baeza, De las HitMrias, lib. 18, cap. 2&.

(2) GaicciardiDÍ , 1Íb. 10. Era in quesio lempo arrivata Borhi^ ne.... alia corte ie Cesare, circa il guale na merita de etsere prettrí- lo con tiUntio che bencke da Cesare fuste ricevato benehe con tulle le dcmoslrationi el honori poisibili, et eareztato come eognata, non- dimeno che tullí i Signori della Corte soliti, eome setnprt accaJe, i seguilar nelV alire cose l'esempio del sito Principe, F abóoritmao eo' me persona infame, nomtnandalo tradilore al propio r¿; anzi ano de

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Hasta el mismo Paulo Jovio que taato Iraló y conoció a Navarro, desaprobaba altamente esas deserciones. Su tedio contra ellas se descubrió bien á las claras al rererir en la vida del Gran Capitán el Famoso combate que hubo en Ñápeles entre trece italianos de los que militaban bajo sus banderas, y otros tantos Tranceses. Parece que entre estos habia uno oriundo de Italia llamado Claudio , que murió en la pelea , y Jovio dice que parecía haber muer- to con razón , porque siendo de origen italiano, habia to* ruado contra el decoro de su patria y por la gloria de gen> tes estrañas , las poco decentes armas ya que no fuesen del todo reprobadas (i). Y ¿no Aié el mismo Jovio quien b1 pedirle Navarro un mole ó divisa, al ver que en ella queria aludir á ciertos objetos que por ventura fuesen los de BU deserción , no agradando á Jovio, le replicó, que no debía salir de lo propio para buscar el apelativo , y le dio lo de las minas figuradas én los dos huevos de aves- trui(2)r

Tal «ra el tedio de loa españoles contra tales pote» ó deserciones á fines del mismo siglo XVI , que Brantome que trató de disculpar á Navarro , convino al fin en que nuestros mayores no transigían de mod'> alguno con seme* jantes tornadizos. ¿Qué se queria que hiciera aqvel pobre

toro rieercato in nomt di Cesare che coiaentiite che il suo palazio gli futte conceduloper alloggiamento , rispóte toa grandeza d' animo cas- tigliaaa, non poter dinegare á Cesare quanto voleva, ma eht sapesie, che come Borhont se no/uste parlito. I' aibraeierebbe eome Palacxo ii¡felto dalla infamia di Borbone.

(1) De vita magni Conialvi lib. 2.... qui cum esset ab hasta Ita- lia Colonia oriundtis, mérito eeeiáitst fideri poluií! quod pro gloria externa gentis eoníra patria decus parum honesta si non improba arma sumpsisset.

(2) Véasela pág. 345.

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diablo , exclama en su bio^fía , '^viéndou ean^nado y preto , y que su Rey por pura tnezquiDd&d no queria dar ni un ducado para bu rescate , mientras que el de Francia que le veía descontento y desesperado, no solo le ofrecis la libertad y el rescate , sino admitirle en ta servicio ? I Porqué , dice en otra porte , no le perdonó Carlos V la vida como lo hizo cuando en í 522 le prendieron en Ge- nova , dándole con eso lugar de que aprovechando su Te* jez . y encerrado en prisión perpetua escribiera en ella sus Memorias, é alguna historia de lo que había visto en su tiempo? Porque, como el mismo Brantome respon- de, no habia en el mundo gentes que aborreciesen mas que los españoles á quien asi se tornaba ni mas le desgarrase» ni ave mas mal dijeran de él {i); y era esto tan cierto que viviendo aquel extranjero tan apasionado á nuestros ca- pitanes y lengua, como puede verse ed sus escritos (2), aconteció m 1579 el famoso sitio puesto á la gran plaza de Maestrich por el celebrado Alejando Famesio duque de Parma. Treinta y siete capitanes perdieron en él los si' tiadores, según un escritor, y cuarenta y uno, según otros, habiéndose acreditado por su denuedo hasta las mujeres f|ue dentro de ta plaza estaban. Sin embargo, ios que mas se distinguieron en la defensa, así por su pericia y valor como por su constancia fueron el gobernador Sebastian

(1) En la noticia de Navarro ele. Je i ai túitsi ouj din autsi á Montieur de Montlac gue tes etpagnoh le lenoieit atiui pottiMe de depit fu'i'/j eureat conlre lui de ce qu'U les avoii quiítex el prit le pariy des Fraiifoii, car il n'jr a gent au monde ifu'its haisaent plus qu'un rtvolie el tts le deehirenl el en diieiii plus de mal.

(2) Las Bodom o otadas españolas, y la curiosa noticia que da del ejército que llevó el duqne de Alba á Fláodes en el que iban coatrocieotas mozas á caballo hiles et troves como princesas para los jtfea y capitanes, y ochocieulas á pie muy en purtto también.

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Tapin que era lorenés > y un tal Manzano, cnpilan de ín' fnnlería , nutnral de los cercanías de Ocaña , que hacia cinco años que servia á los holandeses. Rendida la plaza. como Alonso de Solis , j>aisano ó del mismo pueblo que Manzano, hubiese encontrado á ese afrentoso baldón de ¡a nación etpaHola escondido en un desván , fué condenado á ser pasado por las picas (1) ; castigo ó peno , dice un contemporáneo, que la infantería española acostumbraba dar cuando el delito de) soldado era de calidad que mere- cía que toda la nación se resintiera de él (2).

Habiendo muerto Navarro en dias en que tan inexo- rable se mostraba con los tránsfugas la opinión de sus compatriotas, no es difícil inferir cuan humildes serian su funeral y sepultura. Veinte años bacia que así sus restos mortales como los de Mr. de Laulrech yacian en lugares oscuros é indignos del crédito militar de uno j otro , has* la que el virey de Ñapóles, duque Je Sesa, nieto del Gran Capitán , movido de compasión y acordándose de las mi- serias humanas les preparó unos soberbios túmulos de mármol , uno en frente de otro , en una capilla propia de su familia en la iglesia de Santa María la Nuova de aque- lla ciudad. A los dos les dedicó epitalios muy expresivos en lo relativo á su valor, que aunque de enemigos no babia podido menos da admirar (5) ; mas en el de Navarro des* pues de encarecer su muy esclarecido ingenio en el arte de combatir las plasas de guerra, añadió haber sido un capitán que siguió el partido francés: recuerdo que tam* lien convendrá poner en las estatuas, si es que llegan á

(I) Antonio Carnero, Guerras ie Flándes etc.

(S) Don Bernardino de Mendoza, Comealarios ele. Ub. 2, oep. 9.

(3) V. Docnmento niini. i3i

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levanlane. de los que en ouestros días le siguieron , sin' haber dado i su palría la gloria que Navarro, aun aca- bando desgraciadamente , ni tener otro mérito para ellas que algunos versos en los que en vano se buscarán indi- cios de que los animase el amor á la libertad é indepen* dencia nacional (1).

He aquí el epitaGo puesto é¡ Navarro :

OSSIBCS BT USMOUM

FBTBI HATABSI CAMTIBBI

SOLBBTI IH BIPOGNAITDIS UUIBIIS ABTB CLABIS9U11

GONSALVVS FEBDIKAHDDS LtDOTICI FILIOS

■AGNI eONSALVI NEPOS SüBSSS PBIKCEPS

DÜGBM GALLOBÜM VABTB8 SBCOTCH

Pío SEPDLCBI HDHBBB HOBESTATIT

QDDH eOC IN SE HABBAT PBfCLARA TIBTCS

DT VEL IN HOSTB SIT ADHIBABILIS (2)

OBllT AN. 1528 ADG. 28 (3).

Ya soto me queda por tratar del retrato de Pedro Na- Tarro. Paulo Jovio que, como con repetición hemos indi-

(1) Véanse las obras de Horatia , edición de la Real Acade- mia, en las que mas de una vez se corrige sn despecho eo las Dolas.

(i) Branlome, ibi. j4 toi huesos jr á la memoria del vuemnoPe" dro Navarra, eiclarrddlsimo en el íngrnieso arte d* eemhalir las platas de guerra, erigió este honroso sepulcro Gonialo Fernaitdei de Córdova, Principe de Seta , hijo de Lais y nieto del Gran Cut- íalo; por que aunque sean de un tapilan que siguió el partido /ran^ tés, ts digno y bueno admirar el valwaun «r los mismos tiitmigos.

(3) Ya hemos demostrado antes qne Pedro Navarro mnrió des- pués , y lo confirma el documento niim. íl.

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cado, le conoció y trató fomiltarmenle cuenta que "ha- * b'ta buscado por todo el mundo y con gran cuidado los re- tratos mas verdaderos que pudo haber de los hombres » mas señalados en la guerra para colocarlos en la hermo- » sa quinte llamada Museo'que tenia á una milla de Como > en la ribera (del lago) (1).** Entre ellos so contaba el (!e Pedro Navarro, y de él se copió el que grabado en made- ra precede á una de las ediciones de sus Elogios. No refie- re como le obtuvo, ni quien fué el pintor; pero ya Na- vacro fuese rethitado mientras su residencia en Roma en el aúo de 1526 cuando contrajo con Jovio aquella amistad de que este tanto blasonaba (2) , ó bien en alguna de las ocasiones en que por andar con el ejército de aquella Re* público estuvo en Venecia, ó en ñu mienli'as combatió y tanta fama adquirió en Italia , es muy de presumir que le retrataran (3).

El que acompaña á nuestra Historia eslá tomado dol que á fines del mismo siglo publicó en Roma Alejandro Capriolo, bastante bien iluminado, y sin mnnirestnr de donde le babia sacado : dijo sin embargo en el resumen histórico con que le acompañaba que Navarro era alio, de rostro moreno, y de ojo9, barba y cabellos negros (4).

(1) Jovio y Baeza en el prólogo á los Elogios , y el úllimo en la deUicaloria de sn trailuccioD á Felipe II.

(3) Véase la pig. 345.

(3) Navarro anduvo en Italia precisa men le en * ida de su fa- mosisimoa pintores. Barael murió en l!S20. Leonardo <le Viiiui y Andrea del Sarto ambos ñorent'mes rallecicroa en 1519 y 1530. Bembi y el Ticiano venecianos fenecieron el primero en 1543 y el segundo en 1576 de cerca de cien años.

(k) Rttrati di cenlo capilani ülustri inlagfiali da AHprando Ca- prülo con U lor fatti ia guerra da lui brevemtnie scrilti Roma— 1596— piig. 77. Era il Tiat'arro alio ti de volto bruno et de oethi.

Tomo XXV. ÍÍ6

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Tanto el retrato publicado por Capriolo como otro que se encuentra en una colección de los de tos Héroes mat insignet por su valor niilUafi innpre^ en Basilea en 1589, se han sacado del que perteneció á Paulo Jovio (1). Como' este reGere en el elogio tfe -Navarro que en hábito y gesto tenia aquella manera medio villana que ostenta el grabado que precede al elogio (2). con añadir á eso que era alto , de rostro moreno , y de ojos , barba y cabellos ne- gros , ya podemos inferir que su fisonomía no debía de ser muy agradable. En medio de eso sin embargo, de la ru- deza de su carácter y de su desgraciado On , no dejaron los poetas , antes quizas de que sucediera y de las vicisilu- des y hechos que le prepararon , de celebrar sus acciones como lo prueban los siguientes versos puestos en tatto al pie de su retrato, por el siciliano y contemporáneo Fer- nando Balaroi ó Balamio, médico de León X, y vertidos al castellano por el mismo U^ductor de los Elimos é Histo- rias de Paulo Jovio.

El Navarro fué en la guerra único y solo dechado de cuantos han inventado

(mria et capptlU neri. Hay otra edición del mismo con ti titulo da Retrali et Elogü di eapitani iUuitri... in Roma alít tpetitdíPom- piUa Tottí. 1635, pig. í99.

(í) Icoaet Heroum bellica vinuU masime iltuitríam, nempé Regum tes Danta, Suecia tt Norurgia ele. Imagines elogiií illits- trata á f^tdentiao Thitone Ligio. Tum Joviani Muiei Héroes aliquot Iconibui aueli el Muiii ¡llastraii.—Basilea—Txp's, Conr. Vald-Ker- chü, 1589.— El retrato de Pedro Navarro que acompaña A la Colec- ción de los de los españoles ilustres , publicada en siglo pasado ea la imprenta Nacional , está también sacado de el de Paolo Jorio.

(2) Baeía en la traducción y Jovio en el texto. Petnu JV«««r- rat... hoc lub agretti vuUm tt oritfiút.

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hacer minas en la tierra.

El ha BÍdo el que mejor ha sabido fortificar bien un fueMe do seguro de la muerta el fcampo ebU recogido.

Fué dechado de cuantos bao proearaáo wn ardides de invenciones haber grandes escuadrones de enemigos engañado.

Vi el estruendo que iba en Trapani haciendo coD SQ armada , que cubria las aguas por do corría de velas y espanto horrendo.

Toda llena iu flota en el arena de Tripol , con estos ojos llena de presa y despojos aquella gente agareoa.

Sus soldados vi también ensangrentados las espadas y las manos en la sangre de africanos por ellos despedazados.

De manera que el hado no le fuera contrario, por fuerza ó maña África al gran Bey de España hoy sin duda obedeciera.

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Mas guardado, Cenr . este mUmo hado está para tu gran gloria y aquesta honrosa victoria A tu valor eitremado.

Do cantada' - será tu virtud obrfidd luuta el cielo cod clamores y de oíros mil escritores como del iovio ensalzada (1).

(t) V. Documeoto niint. 4i.

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DOCUHENTOS.

Los que se han sacado de li biblioteci de D. Lnis de Salaur , < Un copiados por D. José Yirgas Fono:.

Ntriufto 1.°. Carta de Pedro Navarro <U Retj Católico.

AicUa 5 4e noTiembn tSOS. (Oríglnml) Avisa haber lomado y reparado fc Arcilá, y su falta de vi-

Muy alio é muy poderoso Príncipe, Rey é Señor Por las otras mías di aviso á V. R. A. de nuestra llega- da en esta ciudad . é de como yo sallí en tierra , y como los moros dejaron el lugar y se partieron fuyendo de no> che. Asimesmo como nos apoderamos del lugar é como le reparamos para defenderle de presente. Asimesmo nos estamos agora que no se ha inovado cosa , salvo que al- guna vex vienen los moros á correr gente ¿ caballo , no hacen cosa ninguna mas de correr el campo. Esto ya está de manera que si V. R. A. es servido, nosotros podemos ir á nuestro labor. Muy humilmentc suplico á V. A. nos

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mande lo que en su Real senricio habernos de hacer. Noso- tros estamos aquí loa cuatro banderas de las ordenanzas de V. A. ; las tres que TÍnieron agora, j la de Johanes que estaba en Motril : no tenemos vituallas. Las naTes j la otra gente enrié porque no pereciesen aquí de ham- bre. Las galeras envié porque no se perdiesen aqnf , qus no es lugar para ellas. Nosotros esperaremos lo qae T. A. nos enviará á mandar. El presente portador Benavente llegó aquí del Cardenal: envióle porque V. A. le oiga. También dirá á V. A. mas por menudo como acá estamos. Cuya vida y Real estado nuestro Señor Dios conserve á sa santo servicio. •— De Arcilaá 5 de noviembre. DeV.R.A. muy Gel vasallo q^e sus Reales pies besa— Pedro Navarro.

Nt«. 2/,

Carta del marquét de Mantua á los Reyes de España, t'ti- ttrcediendo eu favor d^ ¡a ntarqvesa de Coinm.

Mantoa 5 de oetnbte de 150t.

S. R. U.*** Hispanix— Nobile ingenium et ¡nonmerabi- lea preciarte animi dotes quas in Illa. Dna, Elemora Mar- chionissa C(4roní jam pridem consptcio bujuscemodi qui- deiQsant ut nuliua nisi qui prorsus pietate et bumanitate careat dnatíonts susb incomoda et merores lequo animo conspicere possil. Qua re quum juxta jacturom oppidorum et bonorum quie in Calabria ejua maritus habebat, novlssi- ipsum maritum filíumque uoicum apud Turcbas in caplivitatem adductos esse pereeperim, non possum infe- licem illíus sorlom plurimum non doleré. Quod quuraad

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aures sublimilaUím vestrsrum, quss piissimas esse audio, pervenerit illis itidem moleslum fore non dubito. Et ubi illius calamilati sucarrera polerint libenter presto {p'slo) futuras. Mihi igitur visum fuil eam sublímitatibus veatris per literas commendare in ipsas inixissíme r<^are ut tam diro illius infortunio misereri dignentur: providentesque si et marítum et filium amiserít , saltem oppida et booa olim marito suo per TÍm adempta sibi restituanlur, ac eorum possessione ipsa consequatur. In qoo quidem et rege dig- num et omnipotenti Deo vehementer gratum efficieut ar. me qui pnedictam D. Harchionissam singular) bcnerolen- tia prosequor , ipsiusque patrocÍDium jam pridem assunip- si. fiibi non tecus obnoxium redderít, ac si ejuscemodi pieias et clementia per eos in me collalas fuisset. Et me illis humiliter ctHumendo. Mantu» quinto octobris 1501. ^S. R. H. serritor Francíscus Marcbio Hantuarum.

NéK. 3.»

Título de conde de Oliveto á favor de Pedro Navarro.

Debem^ i la coufiauza del Excino. seSor duque de Sessa, ea cuya casa supiíuos que se babia renaido el condado de Oliveto, que nos franqueara su Archivo para copiar el lítalo de las merce<les que se hicieron i Pedro Navarro en la época qae se refiere en el texto. Está escrito en pergamino y dice asi :

Nos Ferdinandus Dei gratia Rex Aragooum , Sicilis, citraet ultra Farum . Jerusalcm. Valentix. Hajoricarum. &rdinitD , Corsic» , Gomes Barchínonae , Dominus Indio- rum maris Oceani , Dux Atbenarum et Neopatriac , comes Roitlioois et Corilaniíe, marcbio Oristani et Goccnni , ad-

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miiiistrnlor et gobernalor regnorum Gastell», Legionis. r.ranoUe etc. pro Serenissima Regina Johanna, filia nostra carissima , universis et singulis presentium seriem inspec- luris tam prsesGDtibus quant futiiris majonim nostrorum inore et quasi nnlurali jure usitatum accepimas illos lau- dis preconio extollondos et doois. graiiisque ac retríbu- tionibuff decornndos esse, quí ad rcgna statiisqtie Regum AUgeoda et conscrvanda fortunas lempusque omne et tí- tam propiam eihibaerunt nihilque obmisere ad id decena atque necessarium, aut quod utile fore videretur quotiena vero nobis io mentem veniunt noatrseque toeotis tnan» consideramus morita etservilia grata plurimum et acepta nc memoratu digna qu% pro servitio et stalu nostro gesta sunt alqae impensa per magnificiun et strenuum capita-> neum et fidelem noslrum dilectum Petrum NaTarrum in omni eventu forluDEe bellorum scülicet et pacis tempo- i-ibus et signanter in rccuperalione regoi oostri Sicilis citra Farum, qui quidem intcr coeteros exceHult et in ipsa militan arte tamque strenuissimum ducem mul|i* lana se oslendit et corpore et ingenio et ómnibus alus qna nd optimum ducem speclant, nullis dispendiis, nullis labo- ribus Dullisque vilx parcendo periculis pro ut quemque strenuum militem fortemque at Gdtssimum capitaneiim de- cet, pro quo equidem immortaiem lauden^ nedum Principis gratitudinem promerelur et sibi vindícaTit quieque pres- lal at prsesens et prestitur^i]^ speramus de bono semper in melius continuatione laudabili mérito erga eum inducimur ad gratiam liberales et prontiores cupienles igilur ómni- bus argumentís declarare nostram erga ipsam gratitudi- nem pro ut optimum et gralum Prlncipem decct, ne omnino taatte laudis fructu careat sed óptimo ac benigno Principi ínservivissc vidcalur et servitiorum suorum grati-

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409 tudinem inveDÍase cogDOscat gcatiam inrrasci-iptam ekirgipí decrevimua qun qaidem aíbi e( posleris suis ornamento futura sil et non vulgare amoris el gratitudinis no^trae íd eosdem testimonium existat. Qua propter habenies, te- nenles . possidentes legitimo et plenojure comitatum AU beti consistentem in castrts , terna et locis infrascriptia, vMelicel, Albetum, Septem fratres, Postam, Gallinarium. Bellum montem, Vicalvum , Gampolum, Sanctum Dona->r tum, Atinum et Picíniscum cum eorum castris seo forta- litiis, hominibus Taxallis, vaxalloramque reddilibus, feo* dis, feodatarüs, subref]d|i^r¡is , qualernalis et non qu&- ternatis . domibos , vineis , jardeéis , ortis , possesioniljua, terrís cultis et incultis, montibas, sílvis, nemoribus, -herbagiis, pascuis, íidis et disfidís, paBsagiia, cabellis, pialéis ; juríbas plalearum , aqnis. aquarumque decursi- bus , molendinís et banlationibus. Decrevimos dictas tér- ras , castra et loca cum buís casalibua et ómnibus ante- dictiq eidem Petro concederé et donare pro ut lenore praesentium de certa nostra ecientia , consulto et deübe* rate ac gratía specíali, quse dicitur inreTocabiUs inler TÍT08, ipsi Petro ejusque hercdibus et successoribus ex suo corpore legitime deseen dentibus in perpetuum domín, donamus, concedimus, traddimus etelargimur cum cog- nitione primarum caasarum civilíum et criminalium atque mixtanim, banco jnstiti», mero mixtoque imperio, et gradii potestale, quatuor litteris arbitrariis et ooinibus alus el singulia juribus , jurisdictionibus > aclionibus, di* rictibua, introitibufi, prebemincnliis et prerogativís soli- tis el consuGtis et ad illas vel illa el quodlibet praemis- borum ac eoramJem utile domínium spectantibus et per* tinentibus tam de jure quam de consuetudine ad haben- dum qnidcm lencndura ct possidendum térras, castra

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et loca prcBjicta oum ómnibus sais juríbus aDledíutía per ae el suos heredes et succeson» ex buo oorpore le- gitime descendentes in perpetuum á nobis et curia nos> Ira ac heredibus et succeosribus noslris in pbeudum et aubconlÍDgenti ac debito feudali servitio seu adolia im- mediate et ¡n capite vendendum, alienandum, permutan- dum, in dotem el dolis nomine donandum, lestandum, faciendum et disponendum in totum vel in parlem tam Ínter vivos quam in ultima volúntate pro ut ei vel dictífi suis heredibus roetius visum fíierit et placebil^ nostro ta- rilen in bis assensu et beneplácito interveniente salvo et penitus reservato ex hujusmodi autem Doslrss concessio- nis vigore pro favorabiiiori prosecutionis effectu in euro- dem Petrum ejusque heredes el succesorefl prxdíctos om> ne jus omnemque dictionem utiiem, dírectam; pret(W tWD, civílem ac in rem scríptam nobis et noetr» curúe compelenlem et competituram In et saper terris el castris prxdictis, trailsrerimus, concbdimus et penitus elargimiir, et ita quidem á nobis ac heredibus et succesoribus nostris illas leneant et possideanl dictus Petma et sui heredes et succesores jinn dicti m pbeudum et feudí naturam imroe* diate et in capite neminemque alium pretor nos ac heredes et succesores nostros in superiorem et dominum'exinde rect^noscant servireque propLerea leneanluret debeant nobis Bc heredibus et succesoribus nostris de feadali servi- tio seu adolia quoties indicetur in regno juxta tisam et consueludinem regni ipsius : quod quidem gervitium idem 'Petrus pro se et dictis suis heredibus nobis et successori- bus nostris prestare , solvere et exibere suis vicibus spon- te oblulit et permisit ligiamque et honlagium ac debitx fidelílatis prestitil juramentum voleotes et dicementos expresse de eadem certa scienlia nostra quateous preseas

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Doslra coocessio et gralioia donatio sit el esse debeat ei-r dem Petro et dictis suíb heredibus et succesoribus in peri pelaum tam io juditiis qaam extra, stabilis, realis, valida el firma nullum fteDliene impugnationis objectum , defe&i tus incomodum aut noxee alterius detrimentum, sed in suq Minper robore et firniflate persistat ^ec dod consequao^ tur et babeant omnía privilegia juris et qu» jura civilía coQcedunt et iodulgent illis, qu¡ rem consecuDlur á Priii* cipe concesiam vel donatam latnque rem propriam suam aeu de bonis ipsíus curin síve flsci quíbuBcumque capitu-i lia, pregmaticia. constitulionibus et rescriptía contraría et qus atienationem bonorum feudalíum ÍÍ«rí prohibent neo qoQ qoibuscumque concesioDÍbuB, provisíonibus et privilegíia factis seu faciendia per noatrum Vice Regem ia dicto regno nostro Sicili» citra Farum ezisleDlem el de entero confitituendHiq quibus et unícuique ípsorum quoad hieo anctoritate et potestale dominica derogamos et deriH gatum esae volumus non obstantibus queque modo fidelK tate tam nostr» feudali quoque servitio aeu adolia cetef riaqoe aliís noslrls juríbua beneficiís et juribus palronatus signa sunt io dictis terria nobís et heredibus nostría salvia. et penitns reserratis adycieotesqiie quam iofra agnum inmediate aequente^ & die datarum presentium in antea nomerandum hoc presens noslrum privilegium ioquioter^ ntODÍbas camene nostrse summarie procuret diclus Petrus Tel ejus berodes descnbi et annolari faceré: ut ibidem eervetur ordo et Rei geal» series decenter appareal Sermse. propterea RegioGe Joaunse Caatells, Legionis, Granatae etc. Príncipi gerunds archidutiisBe Austrise , du* cissseque Burgundi» fili» nostree carissimoe generalique guberoalrici ac heredí in ómnibus terris et Lerregnis nos- tris sub paternsp benedictionis obtentu dicimus el roga-

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mus. Illuslrissimo vero viceregi magno carnerario justi- ciarlo sacro noslro consilio ejusque locum tenenti , presi- ilenlibus et ralionalibus camerse nostrae summarhe re- genti et judicibus magn» curise, TÍcarise thesaurarío, conservatori , capilaneis el alus oSícialibus et subditit nos- tris quibuscumque majoribus et minoribus quovts offiUo titulo et aufítoritate fungentibos in dicto regno coDstítutis et constltuendís ad quos aeu quem spectabit presentesque perveneriot preoipiraus et mandamus quatenus forma pre* sentium per eos et unumquemque ipsoram diligenler atien- ta, illam dicto Petro et suis heredibus el succesoribus in perpeluum teneant flrmíler el observent, tenerique et observan faciant, alque mandent per quos dfcet, juxta Bui seriem el tenorem ; coatrarlum non faciaol pro quanto gratiam nostram caram habent et penam uncianim aun mille cupiunt evitare: dicta vero Sema. Regina filia nostra carísima nobis morem gerere cupit. In quoruln fidem presentes Tiari fecimus magno negotiorum regni predicti SioillEe citra Farum impendentes 'sigillo munitas, Datum in civilate Segovise die príma mensis junii octaTK inditionis anno á nativitale dominl millesimo quingenté- simo quinto: Regnorum vero noslrorum Tidelicet Sicilis ultra Farum anno trícesimo octavo ; Aragonum et aliorum vicésimo séptimo ; Sicilise autem citra Farum et Hierusa- lem lertio.— Yo el Rey.— üominufl Rex mandavit michi Micacli Pérez Dalma^an.

V.' Maius .

V,' Locum prlionori.

V.* Pro generali thesaurario.

V.* Magno Cam.

In privllegiorum primo.

Fol. rxcv.

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NeM. 4.

toarla del conde Pedro Navarro al Rey Católico.

Valancn 13 ck julio de 1506.

(•rlglMl)

(Sa)aiar, Y &5).

t.« ávifa laa provístóDes qne se haciao en aqaoHa ciudad , Tar- Vagona y Bareslom.

Hoy ^to é muy Católico é ittny poderoso Príncipe^ Bey y Mñor. Después besadas sus Reales manos y pies.

May poderoso Rey mi Señor A los i3 del presento recibí la carta de S. A. de mano de Alonso Sánchez; y lo qoe por aquella me maada eo ello contino entiendo. Por otra á V. A. screbí. «acribiéndole el despacho de acá y el partido tomado, que es dar orden de haber vituallas y navtBS que es lo mas diGcuIloso y el lodo. En esta ciudad se bocea mil quintales de pan : en Tarragona y Barcelona doi mil, que es mas del necesario, y otras vituallas, como Tino, pescado, aceite, vinagre y otras menudencias, está todo en la mano. En lo que se hace en Catalunia V. A^ por sus cartas lo mande solicitar, .aunque Alonso Sán- chez me dice que será brevemente despachado. De na^ ves hasta esta hora tenemos tres muy buenas, tanto que yo estoy fuera de cuidado. En la gente V. A. será ser- vido de lo ordenado y demás cuando fuere servicio de aquella. Con la ayuda de Nuestro Señor Dios las compa- ñías que eran.... tas alojé en el Grau adonde ala agora se

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Itiin junlttdo laolas otras que parece un Real. Cuando a V. R. A. placerá darme I& úñalacion del tiempo porque yo pueda alargar la mano á dar dinero con fruto sin se perdimiento de aquel, aquesto se reserva á la voluntad de aquella , que por las otras cosas do se perderá nada de lo ordenado a su Real servicio, t^or la otra mía escrtli aquella de aviso en Getalunia ehin muchas armas... ala- bardas, coseletes, las cuales son muy necesarias para esta gente , la cual ó de vestidos á de armas conviene sea lu- cida á comparecer en su Real Gervicio. Y por ser las ar- mas mas necesarias y de menos costa me pareció recoi^ darlo á S. R. A. porque aquí no hay modo de se haber. S. A. mande proveer lo que será su Real servicio. En esta ciudad está una galera en tierra y S. A. escribe me sea dada : servirá en la presente necesidad y es bien al propósito si S. A. dello es servido. De paso en paso en lo que acaecerá y convendrá V. A. será servido de avi- so. La cual Nuestro Señor conserve vida y Real estado en su santo servicio. De la sq ciudad de Valencia á IS de julio— De su Real Alteza fiel vasallo y servidor que sus Reales pies y manos besoi^Pedro Navarro.

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Carta del Rey Católico á sa secretario Miguel Perei de Almazah.

De u esM del Llano de Palmo 15 de mario de 1507.

(Orlglul)

(Solazar, Y 59).

Le adrierle qae se poDga de acuerdo coD el conde Pedro Na- varro sobre el Qúmero ds aaves de qae se ha de componer la armada y detpQM dará la cédula que pide para el presidente de Sicilia.

Almazan Vi lo que me escribistes acerca de lo que pasastes con el ccode mesen Pedro Navarro sobre lo del Armada; y yo no otra relación mas particalar que enviar de la gente que ha do ir en la dicha armada de la que vos le dijísleis. Por eso vedlo él y vos allá , y poco mas ó menos podéis tantear las naos que será menester para la dtcba armada, y cuantas botas por todift; Y después que lo hobiéredes platicado y acordado facédmelo saber, y entonces se podrá dar la cédula qtie decís para el preti* dente de Sicilia, porque se sabrá mejor tas naos que solí menester. Y paréceme bien el mandamiento que decis que se faga á la guarda de ese puerto, y decidgelo voso- tros de mi parte , é que sin lo decir á nadie esté sobre aviso que cuando algtiti navio quisiere partir de eso puerto me lo faga primero saber , y á donde va, y cuya 'es y de que porte , y que non te deje partir sin que pH- lucro rae lo haga saber ; y pues cesa lo de la carta para el presidente, y también no es menester escribir nada para lo dtí las galeras, no es necesario despachar correo. De mi casa del Llano de Palma á 15 dias de marzo año 1507.

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4IG

NíM. 5."

Carta de Pedro Navarro al ÍUy Católico.

SuU Mida la BlaBU- (tiD teeb»).

Afiu que eshd» ■senlsbdo la artillería contra el castillo, de Búr^ y que « lo ha de suspender, se lo mande luego.

Muy alio é muy poderoso Católico rriacipe. Rey é Señor Hoy martes casi á nueve horas de ta mañana lie* gamos en Burgos é tomamos todas las estancias al rede- dor del castillo cort la gente , y luego proveimos en asen- tar el artillería á la fortaleza sin facer otro nlborolo sino asentar nuestros pertrechos , porque al tiempo que sea cumplido el término que V. A. nos ha dado, nos fallemos á puQto. Creo que con la ayuda de nuestro Señor Dios que antes que maüana miércoles amanezca le tememos asentada toda la dttitleria y en su lugar. Beso las manos de V. R. A. me envié á mandar si me he de detener alguna cosa, porque acá andan algunas pláticas, y á me han venido á Tablar; aunque yo non les he querido escuchar. ¥ esto sea luego, porque roe llegue el mandado de V.R. A. antes que mañana amanezca. Nuestro Señor la vida é muy poderoso estado de V. A. aumente como su Real co- razón desea. De Santa María la Blanca martes á dos ho- ras después de medio día— De V. R. A. muy fiel vasallo y servidor que S. R. PP. y MM. besa— Peilro Navarro.

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417

NúM. 6/

Corto de Pedro Navmro al Rey Católico, manifestándole que ge dirigía con su gente á donde S. M. le mandaba,

Ualgu 17 de noviambrf da 1307. (OriglMl)

(SaUur, Y S5).

Uuf alto, muf católico, muy poderoso PHncipe, Rey y Señor después besadas sus Reales manos y pies.

Muy poderoso Rey y Señor— Miércoles \ 7 del pre- sente al medie dia recibí la carta de su R. A., en la cual me manda el viernes por la mañana sea con su R. A. con toda la gente. I^ partida nuestra no pudo ser el miérco- les, que era tarde y no habia carriajes en el lugar. Jue- ves de mañana con la bendición de Dios desalojaron tas compañías: creo podremos llegar á la mitad del camino que hay de aquí á donde V. R. A. está : vicmes seremos ¿Dte BU Real presencia con la gracia de nuestro Señor Dios y con las armas eo la piano para cumplir su manda- miento y abatir y aniquilar, gastar, abrasar y destruir los que desobedezcan sus mandamientos. Pero muy po- deroso Príncipe y Señor, estas dos jornadas son grnn- des. V. R. A. nos haga merced á do él fuere servido mandarnos dar lugar á donde podamos alojar la gente, que haya vituallas é cubierto, porque no podrán el vier- nes pasar de Burgos por ser los caminos gastados. S. R, A. lo mande mirar como á su servicio conviene ; y nuestro Señor Dios sea siempre con él. De la su villa do Holgar á Tomo XXV. '27

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418 i 7 Je noviembre (*)— De V. R. A. muy Get vasallo y ser- vidor ijue sus Reales manos y píe; besa Pedro Navarro.

(') Creo 1507: otilo díte ti mtmirtrt defuera Jg Almasan.

Noli VlIfU P«M«.

Dos cartas de Pedro Navarro al secretario Miguel Peres de Almazan sobre el mismo asunto.

(OrlglMl)

(SaUzar, Y 55).

Muy Magnífico Señor— Hoy martes después de ha- berle de^achado un mensajero recibí la carta del Rey nuestro Seitor de lo que se ha de hacer en lo de Redeci- lla. Así se hará como S. R. A. lo manda Suplico á Vm. que cuando los mensajeros despache, los mande vmir mas presto porque mejor podamos hacer lo que conviene ol servicio del Rey nuestro Señor. E nuestro Seaor guar- de GD muy magnífica persona como por él es deseado. De Villafranca á 21 de noviembre de 1507 AI servicio do Vm.— Pedro Navarro.

(Orislnal)

(Salazar,YS5).

Muy magnifico Señor Ya escribí esta manyona á Vm. como habia recibido la carta del Rey nuestro Señor so- bre lo de Redecilla , c como hube despachado el mensa- jero á Vm. luego sin perJer tiempo envié un alguacil

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419 de S. A. junlameDte con un escudero de los de D. Juan de Rivera para que tomasen la posesión de Redecilla, de manera que el mismo día llegaron alta é les fué entre- gada ta casa. Queda en ella aquel escudero de D. Juan de Rivera. Nosotros no podemes pasar de Villoradoeste día que es martes por respecto de la artillería y de D. Juan de Rivera que aun no era llegado. Aposentados que fuimos en Villorado el alcalde Herrera conoció un criado del duque de Nójera, é detúvolo y trajómelo á mí. To le dije que me parecia lo debia enviar allá al Rey nuestro Señor. Allá le llevan los alabarderos del Rey nuestro Señor ad acompañar la pdlvora. Vm. hágale en- tender á S. A. Nosotros partiremos mañana de aquí y iremos á Santo Domingo, porque aunque mas quisiése- mos andar no podemos por la pesadumbre que llevamos, y por no ser llegado D. Juan de Rivera como he dicho. Crea Vm. que por nosotros no se perderé una hora de tiempo: é al presente no me ocurre otra cOsa. Nuestro Señor Dios su muy magnífica persona guarde como por él es deseado. De Rilorado á 23 de noviembre de 1507. Al servicio de V

Falta como una tirada corla adredt, j pudo $tr para tarar la firma; puti he visto curiólos que juntaban lat de hombres tílebrtí á costa de mutilar los ptrgaminus.

Noli de Virg» PuDC».

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420 NíM. 7.»

Yariai cartas del Rey Católico y Doña Juana «u hija so- bre preparativos para la guerra de África, que dcbta dirigir Pedro Navarro.

[Salazar, autógrafo de minutas, K. k, fol. 7 vio.)

Et Bey Hosen Soler , mi capilan de las cuatro gale- ras que residen eo la costa del reino de Granada : Porque yo envío al conde mosen Pedro Navarro, nuestro capitán general de la infantería , para que faga aparejar algunas cosas necesarias que yo le he mandado para la guerra. que con el ayuda de nuestro Señor quiero facer contra los moros de África , enemigos de nuestra santa fe cató- lica: é para lo poder mejor proveer, podrá ser que el di- cho conde tenga necesidad de ir por algunos lugares de la dicha costa, y por la de África á reconocerlos ó hacer otras cosas quo convenga. Por ende yo vos mando que cada y cuando fuércdes requerido por el dicho conde le recibáis y llevéis en esas dichas galeras con la gente que el quisiere, para facer cualquiera de las dichas cosas ; é fugáis en todo ello con mucha diligencia lo que á él le pa- recerá. Fecha en Burgos á 25 dios del mes de febrero de 1508 años Yo el Bey Por mandado de S. A. Mi- guel Pérez de Almazan.

( Salazar , autógrafo de ininataa , K. 4, fot. 7 vU>. de los registros de Almazan).

El Bey— Don Iñigo Manrique , alcaide de la alcazaba é fortalezas de Málaga: Ya sabéis como en días pasados

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421

manild poner en Toeatro poder ciertas armas para la guer- ra que con ayuda de Questro Señor yo quiero facer 'contra los moros de África, enemigos de nuestra santa fe catóti- ca : é porque agora es necesario que todos los coseletes, y petos, y brazaletes, y celadas, y gorjalínes, y picas y otras armas que asi están en vuestro poder se adoben y adere- cen para que pueda servirse deltas en la dicha guerra; porque yo envío al conde mesen Pedro Navarro nuestro capitán general de la infantería para que faga aparejar al- gunas cosas necesarias que yo le be mandado para la di- cha guerra; por ende yo vos mando que cuando quiera que el dicho conde dijere y entregare á Diego de Vera, capitán de la artillería ó á su fijo, que por él tiene el car- go, que aderece las dichas armas , las entreguéis todas al dicho Diego de Vera ó al dicho su íijo para que las adobe y aderece para la dicha guerra , de la manera que al di- cho conde le parezca , para que mejor se pueda servir dellas. E si el dicho conde hubiere menester alguna cuan- tidad dellas para facer alguna cosa en la costa de África contra los moros enemigos de nuestra fe , en servicio de Dios nuestro Señor é nuestro , gelas dedes , tomando co- nocimiento de las que así les entregaréis, al cual é con esta mando que vos serán recibidas en cuenta , é non fa- gades ende al. Fecha en Buidos á 25 dios del mes de fe- brero de 1508 años.

(Silazar, autógrafo de minulas, K. 4, f¿l. SO Tto.)

Hosen conde Pedro Navarro— Doña Juana etc. A vos los concejos, justicias, regidores, caballeros, escuderos, oficiales é ornes buenos de las ciudades, villas é lugares de la costa de la mar del reino de Granada , é capitanes é

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422 gentes de la guarda de la dicha costa , salud é gracia. Sepades que yo he mandado á mosen Pedro NaTarro, conde de OlÍTÍto, nuestro capitán general de ta infantería, que haga é provea en esa dicha costa algunas cosas cum- plideras á nuestro servicio, para la guerra que habernos de hacer coaira los moros de África , enemigos de noeslra santa fo católica ; é porque dello se sigue y espera seguir mucha utilidad y provecho á estos nuestros reinos . es- pecialmente á esa dicha costa , mandé dar y di esta mi carta para vosotros en la dicha razón ; por la cual vos mando que cada y cuando fuéredes requeridos con esta mi carta ó con su treslado signado de escribano , deis y fiígais dar al dicho conde mosen Pedro Navarro , para to susodicho , todo el favor y ayuda que vos pidiere ó me- nester oviere , é cumpláis cerca dello sus mandamientos, como si yo meuna por mis cartas vos lo mandase . sin poner en ello excusa ni dilación alguna , y sin esperar otra mi carta ni mandamiento , ni 2.' ni 5.* jusion , so las penas que él da mi parte tos impusiere , las cuales yo por la presente vos pongo y he por puestas , y le doy po* itr y facultad para tas ejecutar en los que de vosotros remisos é inobedientes fuéredes , y en vuestros bienes. Dada en la ciudad At Burgos á 14 dias del mes de mayo año del nacimiento de N. S. J. C. de 1508 afios— Yo el Rey Yo Miguel Pérez de Atmazan , secretario de la Rei- na nuestra Señora, la fice escribir por mandado del Rey su padre.

(Salazir, «ntógnfo de minutas, E. i, fol. 363 vio.)

El conde D. Pedro Navarro— Dofta Juana etc.— A vos los concejos, justicias, regidores, caballeros, escude-

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ros, oficiales é ooies buenos de todas las ciudades, vi- llas é tugares destos mis reinos'é señoríos , asi á los que agora sois como á los que serán de aquí adelante , á cada uno é á cualquier de vos salud é gracia. Sepades que el Rey mi Señor é padre é yo habernos mandado al conde D. Pedro Navairo nuestro capitán general de la infantería que entienda en proveer á las cosas que cumplen para la guerra que nos mandamos facer contra los moros de África , enemigos de nuestra santa fe católica : j para entender en ello algunas veces ha de ir y venir por esas dichas ciudades é villas é lugares : por ende yo vos man- do que cada vez que en ella se fallare le deis é fagáis dar las posadas que para ¿1 é para loa suyos oviere menester, sin poner ea ello empedimento alguno , é sin le pedir ni llevar por ello dineros ni otra cosa alguna : é ansimesmo le deis é fagáis dar todos los mantenimientoa é otras cosas que oviere menester para é para los suyos, pagándolos á los precios que entre vosotros valen, y en todo le faced muy buen tratamiento, como á quien tiene de nos tal encargo: é en ello ni en parte dello embargo ai con- trario algqno non pongáis nin consintáis poner. E los unos ni los otrOs no fagan ende al por alguna manera , so pena de la mi merced é de 10,000 mrs. para la mi cá- mara á cada uno que lo contrario 6ciere. Dada en la ciudad de Sevilla á 4 dias del mes de diciembre de 1508 años Yo el Rey— Yo Miguel Pérez de Almazan etc. Señalada del licenciado Zapata.

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Néii. 8.-

Carta delRey Católico al arzobispo de Toledo, partici- pándole la conquista del Peñón por Pedro Navarro. fSim dala de lugar ni dia).

Setiembre de 15Q8.

(Salazar, miDuto eo los origintles del Y, f&\,

ReTerendísimo en Cristo Psdre , cardenal de Espióa, arzobispo de Toledo , primado de las Españas , chanciller mayor, é inquisidor general desloa reinos é señoríos, nuestro muy caro y muy amado amigo señor: Agora re- cibimos una carta del conde Pedro Navarro , la cual vot enviamos con la presente. Por ella veréis lo que nos es- cribe de la Vitoria que nuestro Señor les ha dado en el Pe- ñón contra tos moros enemigos de nuestra fe, que fueron ¿ combatirte, de que habernos tiabido muctio placer; y según to que de tos moros conocemos, creemos que ya no probarán mas á tornar á combatirlo , porque así lo facen siempre , que la primera vez prueban , y al lugar que tes resiste nunqua mas vuelven , y mayormente recibiendo el daño que agora allí han recibido. Al licenciado Vargas habernos mandado que tos escriba mas largamente las otras particularidades que de allí te escribe : á su letra nos remitimos. Reverendísimo in Cristo Padre, cardenal, nuestro muy caro y muy amado amigo señor. Nuestro Señor todos tiempos vos haya en muy especial guarda y

recomienda. Dntum en á dias del mes de

setiembre año 1508.

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42S.

NúM. .9.'

Cartat del Bey Católico sobre la expedición de Arcila. en que se habla de la pre$a de una nave de Genova en One.

(Sabzu, »nlógraio do mioaUs, K. i. Col. 18i).

Et Rey— «Mosen Soler, capitán de nuestras galeras qoe andan en la guarda de la costa del reino de Grana- da: Acá se ha dicho que el Re; de Fez con gran poder de moros viene sobre Arcila : verdad es , yo escribo at conde D. Pedro Navarro lo que sobre ello ha de pro- veer. Por ende Taréis con esas galeas lo que el dicho coDde de mi parte vos dijere y mandare sobre ello . como si yo en persona Toa lo mandara. De Torquemada 7 de febrero de 509 años Yo el Rey-^Por mandado de S. A. Miguel Peres de Almazan.

(SaluiTj aotógrafo de minatu, K. i, fol. 189 v(o.)

Reverendísimo en Cristo Padre, cardenal Despaña, arzobispo de Toledo , etc. Por el traslado que va dentro desta , de una carta que agora habemoa escrito al conde D. Pedro Navarro . veréis la nueva que aquí ha venido de Arcila, y lo que nos sobre ello habemos proveido. Afectuosamente os rogamos que aviséis al dicho conde de lo que os pareciere , para que si fnere menester que él provea algo sobre ello, lo faga de manera que no estorbe la empresa que vos lleváis, como nos le escribimos que lo faga. Reverendísimo en Cristo Padre, cardenal, etc. De Torquemada 7 de febrero de 509 años Yo el Rey— Almazan, secrelurio.

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(Solazar, aotógráfo, K. h, íoU 183 vto.)

El Rey Don Iñigo de Velasco, cuyas son las villas de Berlanga y Gelves . asistente de la ciudad de Sevilla: Si vuestra letra del postrero de enero, la de Ramiro Nu- ñez de Guzman que con ella envíastes con la nueva, en f]ue cerliGcaba que el Rey de Fez queria venir sobre Af- eita, y rcctsles muy bien de apercebir la gente desa ciu- dad y de su tierra. Yo escribo sobre ello á esa dicha ciu- dad lo que por mi carta veréis. Por ende yo vos encalco y mando que si supierdes que es' verdad que el dicho Rey de Fez viene sobre Arcila , trabajéis que se cumpla y pon- ga por obra con toda diligencia lo que por la dicha mi carta escribo á esa ciudad , que otro tanto escribo ¿ la ciudad de Jerez , y asimismo al conde D. Pedro Navarro; y envío á mandar á Mosen Soler que faga con las galeas lo que el dicho conde de mi parte le mandare. Si ahí es- tuviere, dadle la dicha mi carta, y si no enviádgela luego, y también enviad la que escribo á la ciudad de Jerez y al dicho conde, y facedme saber lo que en ello se hiciere, y lo que roas supierdes de Arcilla. De Torquemada á 7 de febrero de 1509 afios. Yo el Rey.

(Salazar, autógrafo, K. 4, fol. iik).

' El Rey.— Don Pedro Navarro, conde de Olivito, nues- tro capitán general de la infantería : A la hora que esto se escribe, me enviaron de Sevilla una carta de Ramiro Ño- ñez de Guzman, corregidor do Jerez, en que dice que el conde de Borba y D. Juan de Meneses le escribieron que tenian nueva cierta que el Rey de Fez venia sobre la villa de Arcila con mayor determinación y poder que la otra

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yet, y que demondaae socorro para la dafension. Y dice el dicho Ramiro Nuñez que él se parlia para Arcila con tres- cientos ballesteros; y D. Iñigo de Velasco, asistente de Sevilla, me escribe que tiene apercibida la gente de aque- lla ciudad y de su tierra , para ver lo que envío á mandar que faga. Yo respondo al dicho D. Iñigo y escribo á la di> cha ciudad, que si supieren ser verdad que los moros vie- nen á cercar á Arcila, provean para ayuda al socorro della , lo que buenamente pudieren ; y esto mismo envío ¿ mandar á la ciudad de Jerez. Y también escribo á mo- sen Soler que con- las galeas Faga lo que vos le mandar- des. Por ende si fuere verdad que los moros vienen sobre Arcila, proveeréis para ayuda al socorro della, to que buenamente veréis que se puede hacer, no estorbando lo que toca á esa empresa á que vais con el reverendísi- mo cardenal Despaña ; é Facédmelo saber lo que supier- desde Arcila é vuestro parecer sobre ello. De Torque* mada á 7 de febrero de 1509 años Yo el Rey Por mandado etc. Almazan.

Sigut otra al caráeaal Jiménez , enviánJole tapia de la de Na- varro, y dicUnái^e á H lo mitmo '. jr otra á Sti/Uta,

Hol* de Vngu Ponce.

(Salamr, anti^afa de minuUs^K. %, lo\. 19S).

El Rey Don Pedro Navarro, conde de Olirito . nues- tro capitán general de la infantería: Porque agora nueva- . mente se dos han venido á quejar algunas personas sobre la loma de la carraca gínovesa , y yo deseo saber his pu- ríGcacioiies qoe se ficieron antes de la dicha presa; yo vos encalco y mando que luego que la presente recibier- dea, me enviéis por ante escribano público testimonio y

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428 dichos lie testigos de los Dutos. f requerimientos otras diligencias que se Ocieron á la dicha carraca antes de la toma della , y que causas é razones bobo para ello , y que cosas vedadas se fallaron en la dicha carraca y de todas las otras cosas que viéredes é supiérdes que pueda apro* Techar para la purificación de la razón que oto para la dicha presa. Lo cual todo venga signado, sellado y cerra* do en manera que faga fe, para que se provea y responda cerca dello lo que convenga : y lo mas presto que ser pueda despachad con lo susodicho al levador desta, que en ello me serviréis mucho. De Valladolid a 3 de marzo de 509 años. Yo el Rey.— Por mandado etc.— Miguel Pérez de Almazan.

(Salsxsr,K.4, fol.SOS).

Memorial de tas respuestas que se dieron á los emba- jadores de Francia sobre las tomas que subditos de las coronas de Castilla y Aragón dicen que hicieron á france- ses y genoveses.

Al capítulo que se dice del nao de Luca Salvago, que el conde D. Pedro Navarro tomó en el puerto de One, se respondo : que el dicho conde iba por mandado del Rey Católico á tomar la ciudad de One y su puerto que es de infieles, esterminío de nuestra santa fe católica, con trato y concierto que en ella tenia ; y que como supo que ta di* cha carraca estaba allí , creyendo que siendo como era de Católicos Príncipes no impedirian al dicho conde á lo que iba, antes le ayudarían á ello; envió la noche que llegó un barco á la dicha carraca á les decir como el dicho con- de con la armada que llevaba iba por mandado del di- cho Roy Católico á conquistar y tomar aquel puerto y

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ciudad : por tanto que ellos estuviesen quedos y le deja'^ sen facer á lo que iba y su carraca no recibiría daúo. E que como el dicho barco asomó ánlcs que le pudiesen oir ni él fablaries le tiraron un tiro de pólvora que pasó por encima del barco ; de manera que no pudo ni osó lie* gar é se volvió á lo facer súber al dicho conde. El cual luego como amaneció tornó á enviar otro barco á bi mis- ino : Y que los qiie ibón en él dijeron á los de la carraca que les habla enviado á decir con los otros : y que los de la dicha carraca alzaron luego una hondera y se pusie* ron en armas, y se concertaron con loa moros de la ciu- dad, que ellos les ayudarían á defender la ciudad y puer* to, y para ello llevaron de la carraca dos tiros de pólvora gruesos á tierra y artilleros ginoveses con ellos y el re- cabdo qae era menester para tirar : y vinieron á la carraca de la ciudad CO ó 80 moros para les ayudal" á defender: y que en esto pasaron cuasi dos dias : y que como el ron-- de tenia el concierto quiso ir todavía á ver lo que podría facer: y que luego como el armada del Rey Católico aso' al puerto la dicha carroca sin le perjudicar ni facer daño comenzó á tirar con tiros de pólvora al lirmada y aan mató 7 ú 8 hombres. Y desdo tierra comenzaron tam-' bien á tirar con la artillería que desde la carraca habían llevado y á facer daño. Y que el dicho conde visto eso enderezó la armada á la dicha carraca, é que los que es* taban en ella la desampararon y se fueron con los moros; de manera que la intención del dicho conde no ñié de fti- cer daño á la dicha carraca, ni se lo ficíera si ella tío se pusiera en defender la ciudad y el puerto y en facer daño é la armada del Rey Calórico. Cuonto mas que an- tes que aquella carraca alli fuese , fué requerida que no contratase con los moros de Afrícn por la guerra que

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el Rey Católico tenia conienzada con eltlos, y gencral- inenle estaba defendido por carta de S. A., pregonada por los puertos de la icar que ningunos subditos de estos rei- nos ai de fuera dellos no contratase con allende, según está por testimonio en autos y pregones de la dicha carta . es- pecialmente que en la dicha carraca se llevaban para los dichos moros muchas armas y otras cosas Vedadas, según parece por información verdadera que ello se ovo. Pero allende de esto alguna cosa pretenden tener al valor della, pídanla y facerseleshá cumplidamente.

Ndm. 10.

Colección diplomática : contiene cincuenta y siete piexas origi- nalea desde el año de 1500 al de 11132 ambos inclusira, dirigidas las mas por los señores Reyes Católicos á Ochoa Alvares de Isasa- ga , caballero de la Orden de Santiago , tesorero y secretario de la Reina de Portugal, hija de dichos seSores Beyes etc.

(Bib. particular de S. H., sala 9, est. 3, plúteo 11 ).

Carta niim. 25. Instrucción de la respuesta que Ochoa de Isasaga debía dar al Rey de Portugal de parte del Católico su suegro , pidiendo vistas en la frontera para cortar ciertas diferencias.

.Nota.— Sobre el encabezamiento se halla nns advertencia de letra de Ochoa de Isasaga que dice asi : " La Cakta original db

ESTE TRATADO HK TOHÚ BL SBÑOB RbY DX PoBTUGAL.

El Rey— Lo que tos Ochoa de Isasaga, tesorero de la Serenísima Reina de Portugal mi muy cara é muy amada hija, habéis de responder de mi parle al Sermo. Rey de

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Portugal, tni muy CDro é miiy amado hijo , ó lo que de su parle me dijisteB es lo siguiente :

Que todo to que de su parle me hablaste y he ha- bido mucho placer y holgado mucho de oir palabras de laoto y tan entrañable amor como con tos me ha eoTiudo á decir , y de la voluntad y determinación que tiene que de aquí adelante entre nosotros se tome nueva ley para que en la demostración y en las obras y eo todo nos tra- temos como verdaderos padres é Ojo, y que lo vea y co- nozca así todo el mando , y que yo á ét siempre le be te- nido y tengo amor de verdadero padre , y siempre he estado en desear su bien y prosperidad , y alegrarme con ella y en hacer por las cosas sayas y de su Real estado, como por las propias mias , y en poner mi persona y es- tado por él cada vez que veniese caso en que looviese menester, yque agora visto con cuanto amor quiere quo cnlrél é Jiaya tan estrecha amistad como entre padre ó fijo debe haber , creyendo yo y teniendo por cierto que lo tiene así en la voluntad como de palabra lo- dice que esto me ha doblado y acrecentado en grand manera el amor que le tengo y que me place de muy buena voluntad que asi se haga , y que por mi parte él verá por la obra que nunca hijo tuvo mas verdadero padre é amigo que él terna en , y que para que esto mejor y mas presto se acabe me parece que se debe agora tratar muy secreta- mente por vuestro medio y hasta que sea concluido, pues luego á la hora se puede concluir ; y concertado esto en- tre nosotros , y no quedando cosa para concertar , pues estamos tan cerca, nos veamos en la frontera donde él quisiere para mayor confirmación y manifestación de nuestro amor é uníoa; y que como quiera que lo de la fortaleza de Velez de la Gomera yo lo mandé ver á los del

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432 Consejo , j ellos concluyeron que yo no la debía entregar on ningumi manera ein que ae remediase el perjuicio que en lo Ciro so había hecho á eslos reinos como se dijo en Córdoba á Cristóbal Correa , j asi gelo quería agora res- ponder^ Los del Consejo epero , porque haciéndose tan ostrecba amistad entre el Rey mi hijo é mi, no quiero yo que lo estorbe estOi y también porque yo recibo mu- cho placer y contentaniiento que se ofrezca cosa que Ionio desea que yo pueda hacer por él , que á la hora en llegando á las vistas le diré que envíe á rescibir ta forta< leza de Velez y le daré el despacho para que gelo entre- guen libremente sin otra ninguna adición.

Caria núm. 26.— ^o tiene Techa, pero si otras ibre- viaturas mas que no se han copiodo.

Debió de ser después del 23 de julio en que Pedro Navarro conquisté el Peñón y con aquella fecha el pasa* porte dado á Ochoa de Isasaga por el Rey Católico para que los encargados de guardar el pueslo de Ciudad Ro* drigo le dejasen pasar á Portugal á donde iba á asuntos del servicio de dicho Rey.

Carta núm. 27. Otro pasaporte despachado en To^ demar á 9 de octubre del mismo año de 1508 para que los alcaldes de sacas le permitieran pasar Ubremente á la ida y á la vuelta.

Carta núm. 28. —Otra carta del Rey Católico desde Sevilla en 4 de noviembre de 1508, en que , según las anotaciones del mismo Ochoa, la provisión á que se refie* re era consiguiente al socorro de Arcila.

Carta núm. 29. Pasaporte dado en Sevilla á 2 de diciembre para que pudiere volver á Portugal.

Carta núm 50. Garla escrita por el Rey Católico desde el Aceuchal en 19 de diciembre de 1508 para que

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Ochoa (le Isasaga pudiera venirse de Portugal á Castilla.

Carta núm. 31.— Otra carta de Acenchal de la mis- ma fecha 19 de diciembre.

Carla niitn. 32.— Carta del Rey Católico al mismo en 24 de diciembre del mismo año de 1508, en que insiste en que se vean loa dos Reyes en la frontera (que no lle- gó á Terificarse). y en que se trata de un trueque que no se dice, y al que el Rey Católico se muestra pronto " que á mi me place (dice) de muy buena voluntad que

> se fdga el dicho troque de la manera que vos me lo dc-

> xistes de sb parte ecceptada la torre de Santa Cruz que posee Castilla cabe las Islas de Canaria y que se fagun o las alianzas."

Isasaga dice que habiendo salido el Rey Católico de Sevilla él te hizo detener ocho días en Cáceres .esperando resolución ; y como D. Pedro Girón pasó á Portugal y dio malos informes, no se verificaron las vistas que estaban concertadas.

Carta núm. 33. Carta del Rey Católico desde Cá- ceres en 2 de enero de 1!j09 rompiendo la negociación de las vistas. El Rey Católico se queja de que el Rey de Portugal tuviese dudas sobre la legitimad conque el Ca- tólico goheríiaba á Castilla. Es carta sumamente intere- sante porque dice entre otras cosas tratando de la go- bernación " yo la tengo por derecho divino y por dere- cho común y por ley del reino que fabla expresamente en este caso y por testamento de la Serenísima Reina muger (qiie santa gloria haya), que fue Señora propieta- ria del reino y se conformó con el derecho y con la dicha tey del reino etc.^

Carla núm. 34.— Titulo de factor de la Contrata- Tono XXV. 28

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cion (le Sevilla á Tavor ilc Ochoa de Isasaga en 1 de abril (te 1509; y ya no se trata mástic estos asunto:;.

Néu. u.

Carta$ del Rey Católico á Pedro Navarro sobre los arma- mentos del cardenal Jiménez de Cisneros , escrilag en se- tiembre de 1508, y una circttlar á las justicias sobre lo mismo, que equivocadamente se supone fechada en diciem- bre de 1509 y ha de ser de 1508, pues luego viene otra de enero de 1509 sobre los mismos armamentos.

( Sulazar , autógrafo de mioutas , K . 4 , fot. 9 ).

El Rey— Mosen Pedro Navarro, conde de Olivólo, nuestro capitán general de la inrantería: Ya sabéis como e! reverendísimo cardenal de £spaña ba de ir á Tacer guerra contra los moros de AñJca, enemigos de nuestra fe : 6 por- que es muy necesario que para, el tiempo que llegare Cartagena vos halléis allí, yo vos ruego que para el tiem- po que éi vos escribiere, que será en Cartagena, estéis desocupado de toda cosa, para que, como dicbo es, al mismo tiempo vais allí para hacer lo que vos mandare, De Córdoba 16 de setiembre de 1508 años Yo el Rey Por mandado de S. A. Miguel Pere2 de Almazan.

(Salazar, aatógrab de miuuUs,K. 4, fol. 106).

El Rey Moscn Pedro Navarro: Ya sabéis lo que está asentado entre mi y el reverendísimo cardenal Des- pafia sobre su ida á la guerra.de África. Háme escrito

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íigora con sospecha que le han dicho que yo no estoy en complir lo que con él está asentado ; y también du- dando de TOS. Y porque yo he estado y estoy en com- plir lo qtíe por mi parte se ha de complir que con é\ está asentado , he mandado al licenciado Vargas que pro- vea con diligencia lo de los mantenimieRlos , que está £u cargo , para que at tiempo que et cardenal estovierc en Cartagena con la gente, los tenga enteramente proreí- dos. T también porque no querría que dudase de vos, ó pedimento suyo os he escrito hoy una cédula , cuya copia va con esta , en que ge contiene que at tiempo quel di- cho reverendísimo cardenal vos escribiere , que será en Cartagena para ir á la dicha empresa , estéis desocupado de toda cosa» para ir allí al mismo tiempo á facer lo que el dicho cardenal voe mandare : yo vos ruego que lo íagais así. Y como quiera que esto vos escribo, bien veo que el Itempo no da lugar para facer agora en invierno lo que et cardenal quiere , que cuando la gente y navios serán juntos . ya será en noviembre. Mas no querría que pensa- * se el cardenal que queda por ni por vos de cumplir, sino por el tiempo, como es la verdad, y esto se dehe pn* ner en razón at cardenal. Y en tanto, pues no podéis estar ocioso, podréis facer lo que os pareciere como lo tenéis acordado. Do Córdoba á IC de setiembre año de 1508 años Yo el Rey— -Por su mandado ele.

(Salaur, autógraro de minutas, E. i, Tol. 170.)

Doña Juana etc. A vos los concejos, justicias, regi- dores, caballeros, escuderos, oficiales, ornes buenos de todas las ciudades, villas é lugares destos mis reinos é se- ñoríos é de los puertos é costa del mar dellos, é á cua*

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lesquiera capitanes, c mneslres de naos é narabetas é otras cualesquier Fustas, mis subditos é naturales de cualquiera estado ó condición, preeminencia ó dignidad que sean ó ser puedan , é á cada uno ó cualquiera do vos , á quien esta mi carta ó el traslado della signado de escribano pú- blico fuere mostrada, salud é gracia Sapadas que yo por servicio de Dios nuestro Sei^or é ensalzamiento de nuestra santa fe católica, y por honra, y bien y acrecen- tamiento destos dichos mis reinos é señoríos é patrimo- nio Real dellos , he acordado medianle nuestro Señor é con su ayuda mandar Tacer una gran armada para la guerra de África con los moros della . enemigos de nues- tra santa fe católica, de la cual dicha guerra movido con su santo y singular celo el reverendísimo cardenal De»- paña^ arzobispo de Toledo, primado de Jas EspaQas, chan- ciller mayor é inquisidor general contra la herética prave- dad en estos dichos mis reinos é señoríos , ha tomado é tiene á cargo. E porque así para pasar la gente de á pie é de á caballo que para la dicha guerra se ha de enviar. como para los bastimentos, é armas, é municiones é otras cosas que para ello serán necesarias son menester ronchas naos, c carabelas é otras fustas , mandé dar é di esta di- cha mí carta para vosotros en la dicha razón ; por la cual vos mando á todos y á cada uno de vos é cualquier de vos que luego que por cualquier persona ó personas, quo del dicho reverendísimo cardenal tienen ó tuvieren poder, fuéredes requeridos tes fletéis é hagáis fielai* para lo suso- dicho todas las naos, é carabelas y otras cualesquier fustas que tenéis ó tuvicredes en cualquiera ó cualesquiera de tos dichos puertos é costa de mar destos dichos mis rei- nos é señoríos, ó las que do las dichas fustas él quisiere ó por bien tuviere sin poner en ello excusa ni dilrxion

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algtma ; é «i agí facer é cumplir non (]uÍBÍére<les ó en ello excusa ó dilación alguna pusiéredes , mando á vos las di* chns mis juslicias é á cada una é cualesquiera de vos en vuestros lugares é jurídiciones que luego las conslrigais é a[vem¡eÍ8 á ello, é si necesario es tes embarguois é se- cuestréis las dichas naos y carabelas é otras cualesquier fustas que tienen ó tuvieren, como dicho es. ó las que de ellas la persona ó personas que poder del reverendísimo cardenal tuvieren , quisieren ó por bien tuvieren ; por manera que las dichas naos, é carabelas é fustas ó las que deltas la dicha persona ó personas quisieren ó escogieren estén ciertas y prestas para la dicha armada , y que en ello DO haya falta alguna: que necesario es para ello ó para cualquier cosa ó parte dello vos doy poder cumplí- do con todas sus incidencias é dependencias , anexidades é conexidades , é en ello ni en parte dello embargó ni contrario alguno non pongáis ni consintáis poner so pena Ab la merced é de 10,000 mrs. para la mi cámara á cada uno que lo contrario íiciere. Dada en h) villa de Cá- ceres i 30 días del mes de diciembre año del nacimiento de nuestro señor Jesu Cristo de mil quinientos nueve años Yo el Rey Yo Miguel Pérez de Almazan, secre- tario de la Reina nuestra Sonora, lo fice escribir por man- dado del Rey nuestro Señor Franciscus Hcencíatas ('de- be ter Varga»),

Sigue otra igual y de la misma feeka para baitimentot de pan, carne jr demás, y para lot hagtges á precios justos f equitativos se- gún las que eorratt ea los paeilos.

Kod di VargH Paucc.

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(Salazar, autógrafo de miuutas, E. i, fol. i7t ).

Doña Juana por la gracia de Dios Reina de Casti- lla etc. A vos los concejos etc. Sepadea que mi mer- ced é voluntad es de mandar proiíeguir poderosamente la guerra que está comenzada contra los moros de África, enemigos de nuestra santa fe católica, y que en este año en que estamos pase en aquellas partes una gruesa ar- mada y hueste en servicio de nuestro Señor y nuestro : para lo cual es menester facer alguna gente de hombree de armas y gineles , é para la facer envió á esas ciuda- des . é villas é lugares al comendador Espinosa , codUdo de nuestra casa : Por ende todos los que quisiesen lomar sueldo para ir á la dicha guerra , así hombres de armas como gineles , recibiéndolos el dicho comendador Espi- nosa por ánie escribano les será pagado su sueldo s^un el dicho comendador Espinosa con ellos concertar é todo el tiempo que sirvieren. Loa cuales que asi asentaren mando que partan bien adrezados á punto de guerra se- gund é al tiempo é donde el dicho comendador tes dijere para se juntar con el cardenal Despaña, arzobispo de To- ledo, que yo mando ir por capitán gener.-il de la dicha guerra. El cual les mandará pagar el dicho sueldo todo el tiempo que sirvieren; é mando fia fórmula con lo$ 10,000 mrs. de mullaj. Dada en Alva id dias del mes enero del año del nacimiento de nuestro Señor Jesu Cris- to de 1509 años— Yo el ftey— Yo Migud Pérez de Alma- zan ele.

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439 Nb«. 12.

Las tres cartas siguieates están copiadas por D. José Vargas ronce de un códice en &■.", señalado Ff. 118 de la BB.' PP.', que tiene por título mosen yáuma ; y en efecto son varios opúsculos suyos ó cosas recogidas por él de may buena letra.

Carta del maestro Cazalla al doctor de Villalpando,

dándole cuenta de la toma de Oran.

Fol. 266.

Al reverendo é muy venerable señor el señor doctor

(le Villalpando, capellán mayor de Toledo, provisor y

vicario general en todo el arzobispado de Toledo.

Reverendo y muy venerable señor : Una carta de Vm. recibí hoy jueves déla fecha desla, y á ella no quiero responder sino en presencia. En esta muchas razones hay que yo me ocupe en dalles nuevas de tanto gozo y ale- gría como plugo á Dios dar d todo el pueblo é iglesia católica: lo uno por ser yo servidor de Vm. é habérmelo así mandado ; lo otro porque el cardenal nuestro Señor se acordó de Vm., y me mandó que le escribiese, para que Vm. alegrase toda esa santa iglesia é cabillo de esos

Miércoles á Í6 de mayo el cardenal , nuestro Señor, con toda la armada y con e) próspero viento que parcs- cia de Dios para esto solo enviado, donde me acordé de haber leido en las obras de San Agustín en et libro que se nombra del Conocimiento de la verdadera vida que dice el viento por espíritu de Dios, é ansí fué ; que como este viento con In voluntad de Dios Tuere conmovido ó con las tempestades de las aguas acresccntado, c por los

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misterios de los ángeles fuese alterado é sosegado, se fizo á la Teta , y el jueves de la Ascensión á la noche con tarto peligro por el apretura é asurgir de las naos, toma puerto en Mazalquevir, de lo cual los moros no poco se (espantaron viendo tal osadía é ati;cTÍmiento , y así asurgír «le noche , é esto les fizo á ellos creer que otro día no po- (Iríamos facer nada. Dende el jueves á mediodía que nos vieron comenzaron á facer grandes ahifmadas é fuegos por espacien de diez teguas: luego se apercibieron. Su reverendísima en aquella noc^e dentro del puerto sin desembarcar , dio orden con estos señores condes é ca- pitanes, de lo que otro día con el ayuda de Dios se ha* }>¡a de facer. E luego el viernes antes que amanesciese la gente de á pie se comenzó á desembarcar, y serían ya las diez det día, cuando ta gente de á pie eq tierra se habían ordenado cuatro muy fermosos escuadrones de mas de 2,000 hombres cada una. La gente dea caballo 1)0 pudo desembarcar ian presto; mas dábase priesa y no con mucho concierto. Y entretanto et cardenal, mi señor. desembarcó y entró en la iglesia de Mazalquivír, y de allí fué á la posf^df^ y comió un poco bien de priesa coa farlo cuidado porque de la mar salía muy fatigado é muy flaco, aunque al que menos mal fizo ta mar fué á él. Y luego después de comer, cabalgó en una muta , y el pa- dre fray Francisco Ruiz en otra, é lodos los suyos espe- cialmente oüciales é clérigos, con ¿t todos á caballo é armados é la cnu delante, fuimos con él. E salido su revendísima señoría al campo, fizo dos cosas de gran provecho : la una que dio su bendición ó la gente y la es- forzó mucho , é mandó que moviesen las batallas é co- ' menzasen á andar; é la otra fué que en la gente de ac«- Vallo puso cobro que andaba d^smanditd? o desord^ada

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á causa del desembarcar y ver los moros tan cerca, é habla Tarta tardanza unos en ir tras las iofanlerías , ó otros en desembarcar sus caballos é armas. Esto fecho su re- verendísima señoría mandó poner guarda en unos llanos de sierras que atravesaban entre Mazalquívir y la sierra grande de Oran que iban á combatir : y esto proveído ya se facía tarde. ^ su señoría reverendísima así por impor-^ lunación <ie algunos, como porque estaba cansado que era tarde é había fecho mucho mas de lo que bastaban sus corporales fuerzas, se toraó á Mazalquevir; é dende allí tenia sus atalayas de todo lo que se facía , y él eotre^ tanto con mucho cuidado alzadas sus manos orando á nuestro ^ñor. peleaba mas que todos, E los moros ó b misma hora que comenzaron los nuestros á desembarcar, tomaron la sierra dd paso y el agua, y eran fasta 12,000 de á pie é de á caballo, é cada hora se llegaban mas, sin el socorro que de Tremecen esperaban- Los nuestros sa-i caroo el artillería é no toda ni bien ordenada ¿ con aque-. Ha les ojeaban é otras escaramuceaban con ellos por la falda de la sierra. E ansí poco á poco los fueron retrayen-^ do é cobraron tierra fasta un pilar muy fermoso de agua, donde toda la gente bebió y se esforzó mucho : é dende adelante entre unos higuerales é torres al pie de lo mas agro de la sierra asilaron el artillería , é de allí con ella ricieroD gran daño en los moros é les puflieron gran míe* do ; y junto con esto el esfuerzo de ciertos caballeros que allí se señalaron de los nuestros que mataron algunos se-! ñalados moros. Pinalmeato con el ayuda de Dios é de Santiago, peleando é matando é algunos muriendo, tes tomaron la sierra. Aquella tomada lodos los moros se pui sieron en fuida entonces descubriendo la sierra sobre Oran: los nuestros les siguieron sin orden y sin capila-

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nes, sino caja uno como mas podía ^correr. E asi la gente extondida pareació mucho mas de lo que era, ó como llevasen á Dios é á Santin^o por capilan, con lanta prie* sn les siguieron , que no les dejaron entrar en la ciudad. E súbito fueron puestas 6 Banderas al alcazaba, é dende á media hora estaban todas las banderas al rededor de los muros é lomadas todas las puertas. Pelearon algo dentro, especialmente en las mezquitas é algunas casas fuertes, donde hubo mas resistencia. Algunos sin orden no conten* los con la ciudad, siguieron por las huertas en el alcance de los que iban fuyendo con sus mujeres é faciendas; é retornaron los moros sobre ellos á causa de la desilrden, é ficieron algún daño , mas muy poco. Ya ocupada parte de la ciudad , las galeas llegaron por la marina , -j la ciudad les tiraban grandes tiros y ellas á ella ; é finalmente , de un buen tiro derrocaron la mejor pieza con que los moros tiraban: é salió mucha gente de las galeas por la ma- riña , é ansí toda la cibdad se entró , é antes que anoche- ciese toda estaba por los nuestros. Murieron moros y mo- ras mas de 4,000, y nun dicen que 5,000; los cautivos no tienen número ; y ai los de a caballo hubieran todos desembarcado, y siguieran el alcance ordenadamente, todos los alárabes fueran perdidos, é tomáronse despojos de infinito precio. Pero todavía lo robado que ha pa- rescido y tienen tos soldados escondido, vate mas de 500,000 ds. , y hay hombre que le copo mas de 4,000 ducados : é tos hombres petados juegan doblas como blan* cas. De los nuestros moririan come 15 ó veinte perso- nas ; y en las calles de la cibdad , que es mayor que Gua- dalaxara dos veces , no habia quien anduviese por ellas de muertos y de picas quebradas. La marina , tas huer- tas, las casas, todo lleno de muertos, tanto que es cosa

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increíble á quien no lo vió, y al que lo vio es inefable. Hubo grandes misterios y milagros en este sonto viaje. Lo uno que, asi para la ida como para la venida, paresció notoriamente que el cardenal nuestro señor tenia el vien- to en la manga, y asi lo decían públicamonle los marine* ros. Lo otro , que la primera cosa que yo vi en la tierra de África , fué una cruz , y dije luego á los que estaban conmigo, en esta señal venceremos; como yo habia pre» tlicado el dia de la cruz ánles que partiésemos, y habían dicho que íbamos á buscar la cruz á AfVíca. ítem at tiem- po de ir á combatir la sierra , estando en lo alto della mas. de 15,000 moros , apáresela sobre ellos una niebla negra que los cuIh-íó , y á los nuestros dejó con |uz y con una bondad de tiempo fresco. ítem que al tiempo de comen* zar de salir salió un Gero puerco que ovo quien dijo á é), n ét. que Hahoma es, é luego le mataron. E vimos mult¡< tud'de buitrea sobre los moros, é al tiempo que la ciudad se entraba . apareció sobre ella dos arcos, los cuales como los mostrase D. Carlos ol licenciado Frías, dijo, y no con que espíritu t Oran es tomado ; y así lo era aquella misma hora. E dejando grandes- particulares maravillas que allí mostró Dios aquel dia, note Vm. dos. La una es, que seyendo la ciudad tan fuerte como Toledo ó Segovía, no lo puedo mas encarecer ; porque el conde Pedro Na- varro confiesa que nunca tío otra mas fuerte ; las escalas para la toniar y entrar, fueron las picas ; y cuando uno no baatoba , los otros compañeros á mano lo alzaban , é para pasar de un tejado á otro , de una torre á otra ó al muro, atravesaban las picas por escaleras. E hay hombres que preguntados quien les llevó tanta tierra tan presto, é quien los eubió por los muros que agora veen , están-ató- nitos y dicen que no saben sino que un temor muy tcrrí-

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Me cayó sobre los eaemlgos de la cruz, y tanto espíritu descendió del Señor en sus cristianos, que no solo aquella cibdad , mas todo el mundo no bastaba para lo resistir aquella hora. Lo otro ha de notar Vm. es, y esto se pre- dique y tenga por evangelio, que es notorio que Dios alar* aquel dia, así como en el tiempo de Josué, tanto que los moros mismos lo confiesan que lo vieron cbramen- te. E á esta causa algunos pidieron baptismo. ítem sepa Vm. que el primero que entró en la ciudad y la prime- ra bandera , fué la del cardenal nuestro Señor mas sepa Vm. que cuando allá decia al cardenal nuestro Señor de Oran y sus fuerzas , era burla ; porque si su re- verendísima señoría supiera lo que es , como agora que lo ha visto y follado , acá no viniera ni emprendiera tan gran cosa que parece imposible á todos los Pnncipes cris- tianos podella expugnar si dentro hubiese 3,000 personas de pelea é hombres de bu«i recabdo. Tenían ios moros dentro mas de 60 piezas de artillería y dos artilleros cris- tianos que tenían para quemar . porque no habían fecho bien unas piezas. Soltáronse cativos cristianos fasta 500. Alcrebite y munición de artillería que tenian, dicen que vale mas, de 3,000 ducados. Hay en la ciudad muy bue- nas casas y paresce á Toledo: hay puerto y playa; hay 6 paradas de molizas en un arroyo que- corre alrededor de la ciudad. Es nn paraiso de iiuertas y tiene campiña y sierra |a mejor que tiene ciudad de España. ¥ sepa Vm. que según el celo del cardenal nuestro Señor y tos mila- gros manifiestos que Dios aquí ha querido mostrar, es cla- ro que presto quiere que toda África sea nuestra : y esta es la causa que tan presto fizo volver al cardenal nuestro Señor á dar orden con S. A. y con los Grandes, encomen- dándoles para que vayan á cosa tan aparejada. Ya tenia-

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mos lengua de Tremecen que tiemblan, porque el miedo de los moros es tanto que fasta Fez van ya fnyendo. Es- pero en Dios que antes de 20 días oiremos nuevas de One y de otras Tuerzas que serán tomadas. Y porque presto es- pero ver á ViDi aquí, no digo mas ; y esto poco que he di- cho, es para que Vm. y esos señores den loores á Dios, que tal obra y tan súpito quiso ohrar. Y lo dicho en com* paraeion de lo que se habia de decir, téngalo por casi na' íla ; ca mejor pudiera yo en este caso decir lo que dijo Sa* lustio de Gartago , que mejor es callar que decir pocas co' sas. Bendito sea el Señor Dios nuestro, que enseñó las manos de nuestro prelado para la guerra, y sus dedos á la batalla; porque el mismo Dios Jesucristo, pastor de todos y redemptor. peleó desde el cielo por su iglesia. Vueslrit dignidad quede con el mismo Jesucristo, al cual sea ala- banza, honra, gloria , imperio , por todos los siglos de los siglos, amen. Perdone Vm. la priesa dt» la carta, á cuya causa no va tan ordenada como fuera razón. ítem sepa Vm. que el teniente de alcaide que estaba dentro de la fortaleza por mandado de su amo, cerró los puertas con las llaves; ó cuando quiso abrir á su amo, que venia fu- yendo, nunca tas pudo fallar. De Cartagena jueves 24 de mayo de 1509 años. Servidor y capellán de vuesa merced. el maestro de Cazalla.

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Ncm. 13.

Carta que Fernán Pérez del Pulgar escribió á Pedro Na- varro desde el Salar , ánles de que se embarcase para Oran, elogiándole y dándole consejos.

Fol. 252.

Cuando el ronde Tf. Pedro Navarro pasó á ATrica con el cardenal de España , Fernando del Pulgar le envió esla caria.

Muy magníflco Señor : A Roma iban muchos mas por ver á Tito Livto que por mirar la ciudad : é así lodos de* biamos de facer, irsolo á ver á vuestra señoría. E con efecto yo así ficieru en esta santa é buena jornada , si con mi -soledad y edad se acabara. Porque según el afición tengo al servicio de vuestra señoría, mejor parescíera Ule ó servir que no screbir. Acá , Señor , se reza de la guerra que el Rey nuestro Señor manda facer á los moros de África: y claro pareace que Dios hace caudillo della, pues le concluyó la paz que debe tener con los Reyes cristianos , sus parientes y vecinos , y le acarreó gucrru justa á que es obligado, en que se gana honra en esta vi- da y gloria en la otra: á la cual solo el emprender falla que ella se seguirá con buen principio. Hoy que mayor bien pueden sus subditos tener que guerra buena en que entiendan y se ejerciten, y ejercicio muy necesario para atfljar las guerras que nascen en los reinos y crian los pueblos, cuanto mas estando tonta parle de la jornada andada, conviene á saber, tener á España: porque los Reyes que señorearon primero, la procuraron de la ga- nar. Que si Anibal fizo guerra á los romanos , primero

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snfioreó á Eípoña ; si Cipion pnsó á África y rcrcú á Car-" lago primero teniendo á España ; si Pompeyo determinó de ser dictador de Roma , antes se apoderó de España, conosciendo la gente que en ella mora , son tales c de tantas fuerzas y esfuerzo , que otra ninguna nacioo les semeja eu esto, y nunca tales como hoy. Porquo enton- ces solos los oficiales de la guerra la usaban ; agora todo género de gentes las sabe , y muy obedientes á su Rey. ililigeBles á los mandamientos de su capitán, trabajado- res y valientes varones en ella, según paresce en las prós- peras guerras de Granada y Ñapóles. ¿Qué falta sino po-> nella eo obra, que Dios es el que guía todas las cosas , en especial las suyas propias como esta? que el tiempo, mi- nistro y maestro dellas, muestra como se deben seguir. Cipion un hombre fué y sin corona, y cuanto menos quí' sierdes de estado, y con asaz quiebra emprendió de conquistar lo que ganó, que fué mas de lo que pensó, que con solo echar á Anibal de Italia y aun con harto menos se contentara ; y en breve tiempo señoreó á Car- tago , no teniendo los aparejos que dicen tener el carde- nal para esta honrada y próspera .pasada que face ; é la ocupación é diligencia qae pone todas horas é todo tiem- po en ella. £ como es su servidor é amigo que le ayuda en esta conquista, no sin causa quiso Dios fuese nacido este arzobispo, á fin que su virtud se mostrase á los hombres en todas las cosas, así espirituales como temporales, que juzgadas sin odio, ira ni afición , las tor- nemos mas por divinas que humanas. E porque si de la bondad de su señoría fablamos , antes follaría tiempo que della decir; y aunque por ventura aquella contar faria- mos menos de lo que es, no me detengo; y paso á supli- car á vuestra señoría al tiempo que se ficiere nómina de

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la gente que en buena hora han de pasar en África, no flo olvide de mandar buscar y poner en ella los mas adali- des y hombres del campo que se pudieren haber, en es- pecial aquellas que siguieron la guerra pasada deste rei- no de Granada : porque estos como quier que los moros son astutos en la guerra y diligentes en ella los que han sido en los guerrear los conoscen bien y saben armalles, conoscen á que tiempo y en que tugar sd ha de poner la guarda , do conviene la escucha , adonde es necesario el atalaya, á que parte et excusana, por do so fará el atajo mas seguro y que mas descubra, conosce et espía, sa- brála ser, tiene conocimiento de los polvos si son gente de á piot y cual de á caballo A de ganado, y cual es torbellino, y cual humo de carboneros y cual ahumada, y la diferencia que hay de almenara á la candela de los ganaderos: tiene conocimiento de los padrones en la tierra, y á que parte tos toma y á que mano tos deja: sabe poner la celada y do irán los corredores y ceballos si les es menester : tiene conocimiento del rebato fechizo y cual es el veriladero: dan avisos: su pensar continuo es ardides y engaños y guardarse de aquellos: saben to- mar rostro y conocer de que gente y á cual seguir: sen- tarán pasos é vados, é dañallos á adoballos según fuere menester: y guian la hueste, buscan pastos y aguas pnrn ella, y montañas ó llanos para aposentaltas : conoscen la disposición para asentar mas seguro et real, tentarán et de los enemigos, irán á buscar y traer lengua dellos que es muy necesaria : tienen continuo cuidado de mirar el cam- po, de noctie los oidos descolvados, de dia los ojos no cerrados, porque así es debajo de la pestaña del atala- ya, está la guarda del pueblo, gente y hueste. Enxem- plo en Alcalá la Real después de atajado y dado seguro

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Ib gente de la ciudad salió ó sus faciendas al campo; Diego de Linares, guarda escusaña, natural de alli, como se mostró viese eotrar caballeros, y él sin ser sentido delfosi en una mola espesa se metiese, y de la pérdida de lu pueblo se doliese, de improviso alli Gzo ahumada y respondida por la torre del arcediano que alli está, salín el conde de Cabra , que era venido por guarda para co- ger los frutos del campo , faciendo rostro á los enemigos, cojo los amigos con sus ganados á la cindad sin cosa per- der, y los moros en tala de panes y heredades, quebra- ron la saña de la guarda. Los cuales como lo quisiesen malar, tn> lo matéis, dijo el Rey. Por el cual pregun- tado porque había fecho tan loco atrevimiento , pues salvar no se podía de ser cativo ó muerto , respondió: yo por bueno la tengo , y mas bien quiero pndescer, dijo. Señor, que no digan a mis fijos los de mis vecinos, lu flaqueza de tu padre hizo viuda á mi madre. Oído por el Rey loóle su respuesta y mandó fuese bien tratado y llevado para enxemplo de los guardas de su reino , don- de estando pocos días á ruegos y dineros del conde le dio el Rey de Granada libertad. E no menos bien vino ¿ Archídona de los hombres del campo ; que como el maestre D. Pedro Girón la tuviese cercada y necesidad tuviese de saber donde y en que estaban los moros do Loxa, Ronda y Málaga y aquella tierra. Pedro de Go- doy , caballero de su cosa . tomó un adalid con otros é fué á entrar do trujeron lengua con el Rey de Granada, Guadíx ; Raza recogía gente en Toxara para socorrer la villa. Sabido por el maestre, en breve juntó mas las es- tancias á la muralla , y díó el combate que fué causa la ganó antes que el socorro llegase ; pues de la puerta den- tro en lugar de frontera toda su plática es guardatla , y lo Tomo XXV. 29

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que conviene al oficio Je guerra, y á que hora se cerrarán las puertas , y cuanto antes la de la fortaleza ; y las velas y rondas a quo hora irán , y no á estanza sabida porque la sqerle se le ha de dar echada después de las puertas cerradas, y en ella estar para la entregar al atalaya ó ata* layas que han de esperar a las velas que venían al sol puesto , y cuando se abrieren de noche quien y á quien y con que recaudo y porque necesidad ; y no recibir con mala cara al requeridor , aunque vengan á horas entesas, porque viene á decir el recaudo que en la cerca hay, la lonja del trato de la gente en las torres y barreras , adar- ves y puertas con su9 lanzas , espingardas y baUeslas ti- rando á terreros, el apuntamiento de los artilleros de no* che con sos tiros, y de dia miralles por guardailaa de \m daños, requiriendo á menudo las casas deja artillería de día , y aquellas casas apartados unas de otras y visitarlas de los bastimentos: y las noches fortunosas de obscuri- dad , á que parle se porbán las escuchas , y en que lugar losfarones, do acudirá el sobresaliente cuando el ataja- dor saliere de pesquisa á recibilto, y cuando á pacer el ganado, quien á guardallo . y que guarda irá á cobrallo. A los rebatos , antes , decia Luis de Pernia , ir á buscar cien veces al enemigo á su casa, que no una cuando viene desviarme de la mía. E por do se espera correr los contrarios , armallo» líro» á lugares y pasos. Que como el año primero de la toma de Alhama á iiquclla corriesen Mahomal Alatar y Jcbiz con la gente de Loxa y V^lez. Antonio de Fonseca y Fernando de Vega , que la guarda del campo con caballos é peones aquel dia tenian ; y como acostumbraban los moros correr tan ligero que con poco llegaban al barranco quo es alli cerca de la puerta; estos caballeros conosciendo las cosos del campo licicr«n

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cárcavas eu veredas seguidas, y como soltasen á su coa- lumbre correr los moros , cayó un caballo que por salvarlo recibieron allí daño Iod suyos, é dende adelante tan sueltos ni juntos se llegaban á la ciudad , el caballo del cual los peones á pedazos á lu ciudad para comer tritjeron. E co- mo les cosas de guerra por escrito, son como los dere- chos que hay mas casos que vienen que no leyes usadas; porque son tantos y tantas , ccmo vuestra señoría sabe, mejor las facen hombres de frontera, seyendo su »so que no aquel que las ha de aprender ; que estas no oyen- do, mas viendo y faciendo se saben bien. Es verdad que de Contar estas cosas mas ligeras que de facer son; pero los que tenéis cargo de gente, á todo habéis de hacer ros* tro en oilto, que puede ser y muchas veces se ve el siin> pie decir una cosa y buenas cosas, que de los que han visto aprovecha el consejo, porque en la guerra hay grandes cosas y muy varías á muchos casos peligrosos obligadas : disposición del lugar , fortuna del tiempo , la hora del sol contrario, muorte de un hombre, flaqueza de otro caso semejante le atraviesa , que es causa ser vencidos los muchos que esperan ser vencedores. En prueba de mi suplicación , presento el consejo que dÍ6 el viejo Poncio Sercnio en lo de las loteas candínas y el de Períoclcs cuando dijo que destrucción cobraba venganza cuando dormía el enemigo. Y no menos decía otro veci- no Aliutarel viejo, quíen sabe la guerra enriquece y %ive en ella. E aun costumbre era en Roma cuando un cón- sul iba á facer guerra , que le daban hombres sabído- res de ella para la platicar y gUiar bien. Creo que su se- ñoría reverendísima lo terna proveído, pues es para mostrar y proveer á todos , y no lodos proveer á él , se- yendo la ocupación de su ilustre persona toda hora co

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lo m.ts necesario que en guerrear los enemigos de la é aquellos dalles ley : é que no se lo habrá olvidado con el deseo de la guerra lo primero que fizo Melello en la guer- ra de Jugurta, cuando le fué entregada la hueste p(W Es- purio Albino que estaba, dice Valerio, mancillada de vida floja y delicada, demandó lo superfluo echar de su ejcr- cito ; porque la soltura de la gente es tanto hoy, que con- viene rogar y al muso dar. ¡ O cuantos en cuanta manera loan la guerra por el bien que della sucede, que sin ella no hay perpetua paz ! Pues oyamos á Valerio Náximo lo que decía á Pió Claudio que por muy ocupado en ella va- lia y era mas provechoso al pueblo de Itoma que por su ociosidad : no porque él no fuese gozoso en el estado de la paz, mas considerando que los muy poderosos reinos eran movidos ü virtud por ejercicio y par folgar caídos en pere- za, y que la negociación de la guerra que es de terrible nombre, ha mantenido en estado buenas las costumbres de la cibdad, y el reposo que ha dulce y suave voz la finchó de muchos y diversos vicios. E Vegecio que dice que el duque de la hueste debe mas desear tiempo de batalla que no de paz, por la necesidad del ejercicio . ca es con- versación de virtud , así como el folgar es causa de flojc* dad y de vicios. E árbol de batallas cuando dice es necesa- rio guerra trayendo enxemplo do se comenzó la primera, é qué loores le da ! y que tales y cuantas autoridades trae, é las gracias que deben las gentes dar á los procurado- res dellas. En especial agora que se esperaba en Espaüa, sijesta guerra no se atravesaba , lo que acaesció después que CipioQ sojuzgó á Cartago , quo las guerras ovieroii so- breseimiento, do se descubrió cantidad de robadores cuando el sueldo les fullesció; porque muchos no sabien- do fallar mornda, otros por no venir á menos de sus cs-

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taüoa , oíros por babérsetee convertido en hábito el gucr* L'ear é mal facer ; así por esta guerro de que se trata, todos loH males é ladrocinios c saltear de camino, que á la puerta están , cesarán con ta pasado de África que por solo mercaduría se debe tratar y por buen caudal. E lambien porque el Rey que face guerra en la casa ogéna tiene sosiego y paz en la suya : y España mas que otra gente la quiere , de la cual se sigue que como en la guer- ra son bolliciosos, asi en la paz jamás cesan de ser es- candalosos. Su salud es pues dalles con que su ocio no vaya á vicio : guerra y de infiel que eo le guerrear se gana el amor de Dios y voluntad del pueblo , y á gente de África que desque veeís caza no paran rostro. Hióm- brome. Señor, cuando esta pasada digo, haber Icido aque- lla pregunta que Gípion Szo á los marineros al desembar- car en África , como se llamaba una piedra que parescia muy alta : su nombre es , Señor , buen acogimiento. Allí, dijo él , me place ser acogido. El temor gronde que fné en aquella tierra , dígalo Tito Lívto ; y diga este claro cardenal , Cipion allí dijo me place ser acogido , yo á puerto grande ser desembarcado; y no sin causa quiso Dios se ganase, que dicen sea el mejor de la mar. Y vol- viendo á mi suplicación, si se buscan, fallanse-han de á pie y de á caballo, aunque rotos, buenos almogávares para roza-montes ; y de gana irán, pues van á guerra , que hay mas tardanza que peligro. De Salar á 6 de abril de 1509 años De vuestra señoría servidor ^Fernán Pérez de Pulgar.

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NúM. 14.

Carla del cardenal CÍsnero$ al doctor YUlalj>a)UÍo, en Cartagena de regreso de Oran.

Carla del señor cardenal Despaña , arzobispo ilc Tole- do, al venerable nuestro especial amigo el doctor VitIaU pando, capettao mayor de nuestra santa iglesia de Toledo, nuestro visitador é vicario general.

Venerable doetor. eapeeial amigo : Aquí ua hay mas que decir sino qfie demos todos muchas gracias á nues- tro Señor por la mucha victoria que plugo á su clfioaeD' cia de nos dar en esto de Oran ; que cierto ha sido mai por misterio, que por fuerza de armas segund ta gran fuerza de la cibdad , ques la raa^ fuerce, é mas fermosa ó viciosa d«l mundo. Yo viqe á proveer desta oosla para que los lleven provisiones , é porque vengo algo mareado V cansado d^l camino, mandé al maestro Cazalla que vos escriba particularmente de todo : é también io escribe el secretario á nuestro cabillo con nuestra earta ; aquello nos remitimos. Aquí vos enviam>w una citrla para la ma- dre Harta . encomendádnosla mU;cho , é visitad de núes» tra parle á todos eaos, monasterios , dándoles gracias por los sacriftcios y oraciones qi^ han fecho por este soatane* gocio que creentos que ha mucho aprovechado ; é que les roganxos que lo continúen dando gracias i nuestro Señor por lo fecho , é suplicándole qu9 lo quiera conser- var é aumentar como sea su servicio. De Cartagena á 25 de mayo de 1509 años. F. Cardinal is—ffieróninw Ulan, líecrctario.

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Nt^M. 15. Carla de Pedro Navarro al Rey Católku.

Oran 16 de oaubté de 1509. (OriglMi)

(Salaur^YH).

Suplicft & S. A. perdone á aa patrón vizcaino, qae le había servido en la conquista de Oran, de na afio de destierro y de una malta en remiuieraeioD de sol ser? icios.

Muy alio é muy (Hxleroso Príncipe , Rey é Señor : Juan Ortix de Asamoga . vecino de la villa de Benneo, es venido en esta villa de V. R. A. con una fusta armada desde et principio desla jornada y antes en todo lo que se orreció en«sla tierra, y ha servido á V. A^ muy bien con su persona ; y porque al presente le conviene ir en España, me pidió licencia y me djjo que por cierto delito que en su tierra cometió , fue condenado á destierro por dos aflos ; y demás desto eo cierta pena de dinero , de lo cual es eumpKdo el un año de destierro ; y por el otro su- plico yo á V. A. R. y beso sus Reales pies le mande per- donar , asi del tiempo que queda por cumplir del des- tierro', como de la pena de dineros, en remuneración de lo que á V. R. A. le ha servido. Guarde nuestro Señor su Real persona y muy poderoso estado prospere. De esta su ciudad de Oran 16 de octubre de 1509 años— De V. R. A. muy fiel vasallo y servidor que sus Reales pies besa— Pedro , Navarro .

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NúM. 16.

Carla de Pedro Navarro al secretario Miguel Pérez de

Almazan y otra al Rey Cfitáfico, noticiándoles la toma

de Bugia.

iasla 6 de eaeto de 15ia

(Orli^ulM)

(Salaiar, T 5»).

Magnífico Señor: Desde Ibiza é la Formentera escribí á Vm. largo, donde nos tuvo sitiados muy cruel tiempo y áspero por mas de 30 días que de .una nao á otra no podíamos servirnos, en tanto que aunque era por Navi- dad nos parecía muy demasiado. Allí fué necesario espe- rar vituallas, porque de Oran no sacamos para mas de 5 ó 6 dias. Luego que el tiempo abonanzó, que ya éra- mos proveídos por la vía de ValeDcia, sin perder tm pniv- to DOS fecimos á la vela fasta en DÚaiero de 20 velas en- tre todas, en que fuimos fasta en número de 4,000 lum- bres. Esto fué el segundo día del mes de enero con la bendición de Dios ó de su bendita Madre. Nuestro cami- no enderezado á Bugia hubimos buenos tiempos fasta ve- nir á aferrar et puerto. Y á la entrada nos saltaron mu- chos contrarios, y tanto que aun gran parte de las naos fué forzado surgir lejos del puerto en que habría casi la mitad de la gon^ útile. Yo con las otras noos que pudie- ron seguirme , tomé el puerto de Bugia con harto traba- jo. Fué la víspera de Ips (leyes en nombre de Dios á las 10 horas del día. Luego la ciudad nos comenzé á lom- bardear desde adentro y desde la montaña, que está so-

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bre el puerto donde estábamos surtos. Yo esperé por es* pació de dos ó tres horas pnr ver si tas naos pudieran venir á se juntar con nosotros. Viítto que ol dia se pasaba é las naos oo podian ser á tiempo, los moros se rehacian de continuo dentro de su ciudad á los muros , é fuera to* mado lo alto de la montaña fasta venir bajo en )a marina donde desembarcamos. Determiné emprender la ciudad con los que éramos llegados, que seria algo mas de la. meitad de nuestra gente. Guiados milagrosamente por nuestro Redentor Jesu<]rÍsto , y por su gloriosa Madre , y por el bienaventurado señor Santiago, tomamos tierra con las primeras barcadas , que seria una hora después del mediodía, á la parle de poniente de la ciudad, que es una montaña é cabo que se dice Bu^acatis. Allí llega* roD los moros muy denodadamente, bajando de lo alto de la montaña fasta llegar con nosotros en la marina , á echar las piedras dentro en (I) tomado la montaña en diver* sns partes de número de 3,000 moros, cuando movimos los primeros contra ellos la cuesta arriba que agora sin dificultad á no haber empacho no la podemos subir de aquí adelante néteae que Dios á Vm., porque solo aquel que lo hace podria darnos á entender et como , que en nosotros no hay mas de le ofrecer nuestra fatiga. Plugo á su infinita clemencia en esta jornada declaramos el ca< mino de su servicio y nuestra salvación abiertamente en la prosecución deata santa conquista milagrosamente den< tro de dos horas fuimos dentro de la ciudad por lo mas alto dolía á vuelta de los moros, que como sea gr^inde é de mucho sitio por la otra parte comenzaba ya á vaciarse de la gente inútil. El Bey deteniéndose algo por salvar

(1) Hay UDcIarp.

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su genle poco á poco, rescJbiendo siemiH'e daño, fuclc forzado dejar su casa é la ciudad , que paresce que des- de que yo vine de guerra por reconocer esla costa el ve- rano pasado, habían comenzado á levantar Jo mejor della. Fuimoa desla manera aposentados pacíficamente en la ciudad é arrabales, que son otra vez cercados. Este dis antes que el sol se entrase . dimos gracias á nuestro Se- ñor, atendiendo á la provisión y gobierno de la grandeza de tal beneficio, é á esto atenderemos de aquí adelsDte, fasta que por el Rey nuestro señor otra cosa me será en- comendada. E para que vea Vm. y vean los cristianos que esta fué bora divina, ba permitido nuestro Redentor que en todo lo que tengo dicho babemos babído menos solo uno de los nuestrss. Señor: porque S- A. sea certificado de todo por testigo de vista, así de la jornada ya dicha, como de la grandeza desta ciudad é sitio della , é de todo )o que de acá quiera ser informado , le envío al capitán Diego de Vera, porque por mi mandado fué con la delan- tera, donde lo fizo tan bien que suele: fui del muy bien servido , é de todas las cosas de acá también informado. Y con tanto , y con esta que escribo á Vm., en la de S. A. no me dilato, porque Vm. le fará relación de todo. Y tengo confianza en la firme fe que Vm. en Jesu-Críslo nuestro Redentor y en los beneficios que del ba recibido, que por su relación , intercesión y medio serán estas co- sas encaminadas mejor que por mis cartas , ni por otro ninguno camino ; y asi se lo pido de parte de nuestro Se- ñor, y yo se lo suplico, y especialmente en la brevedod del despacho de Diego de Vera y de mi aviso , me fará merced. Yo he quedado en esta ciudad con lo que Diego de Vera le dirá , y por eso me perdone no le enviar señal lie la presa : queda en mi memoria y deseo que tengo de

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le Bervir : espero en nuestro Señor en breve de lo co- nocerá. Por agora reciba la présenle, que prímertí que en Castilla, á olro no envío. Guarde nuestro Señor au magnifica persona. Fecba en la Casa Real é ciudad de Bu* gia, día de los Reyes de 1610. A servicio de Vm. Pedro Navarro.

El cumplido X firma tuya, lo demás de tetra ageaa, atai mala^

If Oti VlTf II FODC*.

(Orlflaal)

(Skiaur, Y SS).

Muy alto é muy poderoso Príncipe > Rey é Señor Desde Ibiza escribí á V. A. como venia á esta ciudad de Bugía, que nuestro Señor Dios ha dado á V. A. Y porque cumple mucho al servicio de V. A. que Diego de Vera y fuese besar sus Reales pies^ por la presente no escribo mas ; porque aquí no hay cosa que yo la supiese escribir tan bien, como é) lo dirá. A V. A. beso sus Reates pies le mande creer é desempachar brevemente. No escribo á V. A. de como lo ha hecho en esta ciudad, porque ya lo tengo de decir á V. A.; y aunque yo no Fuese á otra cosa, eso) debría ir. .Nuestro Señor la muy podero- sa persona de V. A. y muy poderoso estado conserve y guarde con mayor prosperidad como T. A. desea. Des-* la su ciudad de Bugía á 6 (*) de enero. De vuestra Real

(*) Parece dice XI , y en el Diembrete también XI , pero por letra dice ta del aecretaria dia de lot Reyes ; y no es regular se es- cribiese la del Bey , ea que aquella reata iaclosa ,, 5 días después; y con lo Goafusode ta escrilura y cifra, se pusda etpúrocar Xt por VI. El dia de Reyes se ganó á Bugia.

^o(■ it Viigii Poticc.

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Alteza muy fiel vasallo que sus Reales pies y manos besa.

No te Ue mas, pues por la kunudad tslá casi desfiatado el pa- pel Es toda de leira de Pedro Navarro, por eso quizás tan corla, pues parece te castaha mucho escribir; jr por eso en la que venia inclusa para el secretario Almazan, que era de puño ageno, se ex- tiende á contar la jornada,

Kolt de VirtuPonct.

NúM. 17.

Cartas de Pedro Navarro al Rey Católico , manifeglán- dale la falta de bastimentos en Bugia y en la armada.

Bagía 5 de mayo da 1SI0. {Toda de tu puñoj, (SaUzar, Y 58).

Muy alio é muy poderoso Príncipe, ReyySeoor: Hoy dia de la fecha recibí una carta de Alonso Sánchez, por la cual nos declara no tener orden ni manera para proveernos de mantenimientos. Y porque yo hala (si'c) este dia vivia con esperanza que el dicho Alonso Sánchez nos habia de proveer, como con Diego de Vera V. A. lo envió á decir , no he hecho esta provisión que al presente hago , que es enviar á Miguel Cabrero contra su voluntad, para que diga á V. A. como está toda esta su gente, y para que diga á V. A. mi voluntad y deseo. Beso sus Rea- les pies le crea y mande despachar como S. A. mas fue- re servido. Cuya Real persona é muy poderoso estado nuestro Señor Dios guarde y prospere. De Bugía á 5 do mayo De V. R. A. su fiel vasallo y servidor que sus Rea- les pies besa— Pedro Navarro.

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En la nao capitana en el piierlo de Bugia 7 de junio de i510

(Salazar,YB8].

Muy alto é muy poderoso Príncipe, Rey é Señor: Con la venida del maestro Daguilar escribí á V. A. que creía que la necesidad nos sacaría de aquí «nles que Don García viniese. Después habernos esperado todo lo quo ha seido posible, é son hoy 7 de junio, é no sabemos mas que primero ni de la venida de D. García, de mante- nimientos, que para esta armada se hagan. Asi poderoso Señor, ha sido forzado partir de aquí. Qaeda Diego de Vera con toda la gente necesaria á la conservación de la ciudad. En la armada irán 7,000 hombres, sin los que en la ciudad quedan. La armada se parle sin ninguna vitualla . que los fatures de V. A. nos hayan enviado ni pan, ni vino, ni carne.

Muy poderoso Señor : En nuestro viaje tememos aque- lla orden que V. A. manda por la instrucción que el maestro Daguilar trujo. Espero en Dios nuestro Señor me dará gracia para que V. A. sea servido desta su sober ó 'pover armada. Los caballos que acá ser¿n menester, que el maestro dijo á V. A. , yo los demandaré á su tiem> po. Suplico á V. A. mande escribir todavía á los visore* yes nos socorran con Vituallas. Nuestro Señor Dios In Real persona de V. A. y su muy poderoso estado conser' ve, prospere y guarde, como S. A. desea. De esta su nao capitana á 7 de junio ya á la vela— De V. R. A. muy fiel vasallo y servidor que sus Reales pies besa Pedro Navarro.

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NúM. 18.

Carta de D. Hngo de Moneada al Reij Católico sobre que

la armada de Pedro Natiarro no habia llegado á Sicilia,

aunque estaba pronta á salir de Bugia, y la razón de los

socorros que le habia llevado Diego de Valencia.

Palernio 5 de julio de 1510. (OHslMl)

Salazar, Y 56].

Muy alto é mvty poderoso Católico Rey y Señor : Por- que creo que cuando esta llegare ya Y. A. babrá visto las que he escrito á 1 1 del pasado , y también Mrá llegado el secretario Diego del Rio que á los 1 8 del mismo partió de aqbf para facer relación á V. A. de mucbas cosas se- gún llevó en memorial ; y también escrilií á los 28 «guien- tes por vía de Ñápeles, en esta no terne que decir salvo facer saber á V. A. como el conde D. Pedro Navarro por la postrera carta que tengo suya me ha escrito que ya está presto para partir con el ormada en seguimiento desta santa empresa : y que pues la gente de Bugia no era ve- nida , ni las galeras de Ñápeles, que no las esperaría ; mas que como viniesen le podrían seguir, y con el ayuda de nuestro Señor se partiría con el armada y gente que se fallaba. De aquí, Señor, se le ba dado muy buen recado de todo lo que ha demandado y con todo cumplimiento, y así le he escrito que se fará de todo lo que demandare de donde quiera que fuere. Habrá, Señor, ocho días que son arribadas al armada 9 naos con gente del reino de Mur- cia , y otras dos con artillería de Málaga y con armas de Genova; y ofreciéndose agora pasnje para Ñápeles me

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pareció ser servicio de V. A. e) darle desto aviso, y asi lo faré jornada por jornada de todo lo que se ofreciere : y cuando el armada aea partida con el ayuda y favor de nuestro Señor daré luego noticia á T. A. y le enviaré memorial de lodo lo que de aquí se ha proveido. Y nues- tro Seúor guarde la muy Real persona do T. A. y su es- tado acreciente con muchos mas reinos y señoríos á su santo servicio. De Palermo á 5 de julio 1510 De vues- tra Real Majestad servidor y esclavo que sus Reales pies y manos besa Don Hugo de Moneada.

(Salazar, Y53).

Litla de lo que Me ha enviado al conde D. Pedro Navarro t capitán

general del Rey nuestro tenor por las napes de Diego de f^aleueiaf

coronel j y otros galeones.

Carne ulada 17i quintales por 570 A%. tt 7

Tino greco dado por Golanello 66i ds.

Mas greco comprado en Castollamar, 129 bolas. 465 ds. 1 U ViiH) latino 189 botas, á saber; 109 en Casle-

llamar y 80 en Ñápeles 650 ds. 1 U

Piquas de fresno con fierros.

Valor tres partidas de 200 quintales de pólvo- ra á X ds. quÍDtal 1.000 di.

^0 barriles de sardinas 22 ds.

k botas de vinagre ,'.... 8 ds, i It

Aceite media bota 8 ds.

Bizcocho 300 qninlales 177 ds. 2 tt x

209 botas vacias 80 ds. 3 U 5

Por el Dolito de levar 519 bolas adonde

está la armada del Bey nneslro Señor, y consignar aquellas en podar del conde Pe- dro Navarro , k mas de las que lleva el co- ronel en sus do9 naves. .... . . 260 ds.

4.38S ds. 4 u 7

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4Cf

Lisia de las armas <¡ue han habido lat ¡los galeras de mosen Soler.

Corazas eacubiertas de cuero y fustán, 190 por*. . 98 ds.

Picas de fraxno con sus fierros, 4S4 por. ... 11 ds.

Romanólas euastadds , 24 por 2 ds>

Lanzas manewAiH, iU) por 4i ds.

Spontoni i di.

Ballestas con gatas ,16 25 ds.

Pasadores, cajas grandes 19 ds.

Celadas 100, por 107 ds.

Pavesi i5

Rodelas 200 25

39i ds. > dt.

Se refrescó la gente del galeón 6 fusta de Diego de Medina y las dos naves del coronel Diego de Valencia ; é importó lodo cou lo dfl arriba, menos la pólvora, 4.928 ds. 4 U. 18.

Non. 19.

Las dos cartas siguientes están copiadsis del mismo códice, cita- do en la pág. 439.

Carta del Rey Católico al cardenal Jiménez de Cisneros. refiriéndole la eotUjuista de Tripol.

Fol. S60 vto.

MoDion 13 de agoito de 1510.

Carta que envió el Rey D. Fernando, nuestro señor, al cardenal Despaña, de como se ganó Trípoli.

Reverendísimo en Cristo l'adre , cardenal Despafia, arzobispo de Toledo, primado de las Empañas, chanciller mayor de Castilla , é inquisidor general de la herética pravedad, nuestro muy caro y amado amigo.

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Señor: Ya sabéis como después de haber proveído nuestro ejército en aquellos nuestros reinos de las Dos Si- cilias de todo lo necesario , á los 1 5 de julio cerca pasa- ilo partió el conde D. Pedro Navarro, nuestro capitán general, con el dicho nuestro ejército y con buena arma- da de la iala de la Faguñana, que es junto á Sicilia la vía ' de África , á continuar aquella santa empresa. Y á la horn que aquesta se escribe, habemos recibido letras del di- cho nuestro capitán general , por las cuales nos hace sa- ber como el día de señor Santiago llegó con el dichu nuestro ejército a la ciudad de Trípoli, y que el mismo día, mediante la ayuda de Dios nuestro Señor , la tomaron á escala vista por fuerza de armas ; y escríbenos que el fecho pasó de la manera siguiente :

Que el dicho día á 25 de julio por la maüana en e»> clareciendo, el dicho nuestro capitán general asomó con la dicha nuestra armada á clara vista de la dicha ciudad de Trípol, YÍnieodo ya todo el ejército puesto dos días antes fuera de las naos en galeras y fustas de remos y en bergantines, y barcas, y chalupas y gróndolas, para que en llegando lodos juntamente , pudiesen defender su tier- ra sin tardanza : y que sabían que había asaz dias que los moros estaban avisados y apercebídos, y que ya el dia antes los habían visto y descubierto. E aunque la dicha ciudad de Trípol de es muy fuerte, los moros la tenían mucho mas fortalecida ; ca tiene muy buena cerca, é muy alta, é muy torreada é grande barbacana fuerte y alta, y un fonsado muy ancho con agua, que cerca todo lo que la mar no cerca ; y en las torres tenia muchos tiros de sr- tillería gruesos y medíanos. Y antes de saltar los cristia- nos en tierra, los moros les comenzaron á tirar con el ar- tillería ; y como quiera que por ser la ciudad tan fuerte Tomo XXV. 30

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y estar Ion apercibida y proveída de todo lo necesario para la defensión , y aunque supieron loa criatianoa que los moros que estaban dentro eran mucba gente j bien armados, é muy ganosos de morir por defenderla , y mas que toda la gente de guerra de los moros de la comarca se habla puesto dentro para la defensión de la dicha ciu- dad , y por todas estas causas páresela ser la empresa di* fícíl y muy peligrosa ; pero el dicho nuestro capitán gene- ral viendo ser la causa tan justa y sania, y confiando en el ayuda de Dios nuestro Señor, á cuya volootad no hay fortaleza que resista , y confiando asimismo en el esíoerzo de nuestro ejército que coa tanto celo y fervor de fe pe- lea contra los Infieles , deliberó de combatir la dicha clb- dad á escala vista , no embargante toda su fortaleza. Es* taba mucba parte de los moros puestos en sus estancias por la cerca y torres de la ciudad , y estaban en el cam- po junto á la ciudad y á la marina tantos moros caballe- ros y peones , cuantos pensaron defender con su poder el desembarcar de los cristianos . y no dar lugar á que pu- diesen combatir. Conoscido eso por el dicho nuestro ca- pitán general , partió en dos partes nuestro ejército; é la una parte fecha cinco escuadrones, puso para que queda- se y pelease contra los enemigos por la parte del campo; y al mismo tiempo toda la otra gente fecha otros cinco es* cuadrónos, se puso muy animosamente al combate de la ciudad á escala vista. Y las galeas bien fornidas de gen- te, combatían por la mar; de manera que juntamente pe- leaban en el campo y en los muros de la ciudad. Ix>s menos defendían bien , pero la animosidad , y esfuerzo y prisa que los cristianos les dieron, les quebró las fuerzas. Duró el combate fasta entrar los cristianos dentro de los muros de la ciudad , poco mas de dos horas , y duró otras

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dos horas peleando por las caites , fasta haber del todo Teacido á los moros , y haberse los crislJAnos apoderado de la ciudad y de la forlaleza. Escribe que los moros se- rian 14,000 hombres, y que murieron en todo e) fecho h>s 10,000 delloe casi sin daño de los cristianos; y que segund la dificultad y grandeza del fecho , no fuera posi- ble acabarse tan presto, sino con el ayuda de Dios nues- tro Seüor , y una maravillosa animosidad y esfuerzo qui; á él le plogo poner en los corazones de todo nuestro ejér* cito ; de lo cual do« le habernos dado y damos inflDÍtas gracias , y estamos muy alegres , porque su divina cle- mencia nos muestra y abre cada dia mas el camino para que le sirvamos en aquella santa empresa. La cual con su ayuda estamos determinados de proseguir y gastar eu ella los dias que nos quedan. Hoy asimismo se han con- cluido y es ya fecho el auto de las Cortes de Aragón que con mucho amor y afición han otorgado el servicio paru esta santa empresa. Reverendísimo en Crialo Padre car- dinal nuestro muy caro y amado amigo señor. Noesiro Se* ñor en todos tiempos os haya en su especial guarda y re- comienda. De Monzón -13 dias de agosto de i510 años Yo el Rey Yo Almazan secretario de S. A.

Carla del gran Maestre de ¡todas al Rey CaláUco , felici- tándole por la loma de Bagía y Tripol.

Rodiles d e leticmbre da 1510. Fol. 262.

Serenísimo Rey. iluslrísimo Príncipe, y muy podom- eo señor nuestro, observantísimo nuestra humilde recu-

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memlacion [trecedcnle. Eslos dias pasados recibimos de vuestra Sacra Real Majestad lelraa, con las cuales nos certiticó de la prospera fortuna que se habia alcanzado en ganar á Bugía, y poco después por letras del ilustre viso- rey de Sicilia (1] á nos escritas, entendimos como el ar* mada de V. M. habia tomado por fuerza de armas la ciu- dad de Tn'pol de África , con muy gran fama de loa cris- tianos. Por lo cual á Dios muy alto y Todo-poderoso, con procesiones y con dias de fiestas solemnes dimos gracias, suplicando á su clemencia que á vuestra serenidad , que es firmísimo amparo de la república cristiana , le otorgue larga vida y prósperos sucesos á su voluntad

Sigue cooUDdo i la lai^a su TÍcloria contra la armada del Sol- dan de Egipto , como la queinó, etc. , y concluye :

Dios Todo-poderoso cumpla los deseos de V. C. M.. y le deje proseguir y acabar la conquista de África fusta en Egipto ; en el cual lugar si viviéramos, esperamos jun- tamos con todo nuestro poder con el ejército de V. A. en propia persona , y servir á Dios en -tan meritoria empre- sa. Y Dios baya por bien de guardar y prosperar ú vues- tra Sacra y Real Majestad. Dada en Rodas á 8 de setiem- bre de 1510 años De V. S. y R. M. humilde servidor— El Maestre de Rodas.

Al Serenísimo ilustrísimo Príncipe y muy poderoso se- ñor el señor D. Temando Rey de Aragón ele. Rey Cató- lico , señor nuestro observan tísimo.

(t) Don Hugo de Moneada.

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NúM. 20.

Carta del Gran Capitán al secretario Migttel Pérez de Al- mazan , quejándose de que el Rey Católico para privarle indirectamente de su compañía de almetes y cubiertas o tea de hombres de armas . queria que se embarcase para la empresa de los Gelves.

VtJIadolii 10 de nirco de 1 510.

Muy magnífico señor Pues casi todos los'dias se ofre- cen «n daño mió cosas de necesario remedio , mas os de- tríades maravillar de contÍDuarse que de importuna- ros; y no me hubiésedes mandado que Jo hiciese y que puedo confiar en vos , también me sufrirla sin enojaros como á otros que de continuo me dañan. Mas por obede- ceros y acabar de cumplir con lo que debo á mt y al mundo como lo be fecho en mas de mi debda , cuanto el espíritu me durare , y en este ser be de recorrer á vos, «eñor, hasta que por obras y palabras me acabéis de des- engañar de vos , como lo estoy de todo lo otro. Y por esto os recuerdo y suplico en lo de Monlefrio nos olvidéis, pues será itervm ervci/ige, y porque para solo es otro iterum. Al mandamiento que hacéis á mi compañía que vaya á los Gerves, os hago, señor, saber que ha 28 años que S. A. me dió cargo desta gente, con que de ha recibido contra moros y cristianos mayores servicios . que de Pomar ni de D. Gerónimo Loriz , de que no hay mejor testigo que S. A. , y yo he recibido muchas honras y mercedes , y siendo así bien convenido tantos años , otro remate se esperaba que quitármela por via indirecta, mandándome ir á Berbería por satisfacción de Diego de

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470 Vera y de 'Pedro Navarro, sin otro respelo. No quiero ser tampoco loco que deje de decir que á muchos se debrian tener. Pésame en el alma que por vía indí- rccla, S. A. me la quite, aunque ya «o es indirecta, si así 36 ejecuta. BeGo tos pies y las manos á S. A. man- de revocar eslo, y cumplir este número de otra gen- te, que para aquella jornada de mar é islas será mejor que la mía. Porque aquella es mejor para tierra Grme, pues en esotra seria deshacella . porque no pueden ir sin flejnr lo que tienen , ni dejallo sin perdello , y es deshacer lu mejor y mas cumplida compañía de Italia. Ni me pa- rece servicio de S. A. sacar la buena sangre de aquel cuerpo, pudiéndose cumplir con otra mucha á lo que loa Gerves requieren; pues allí por la manera de los navios, y tierra y gente mas al propósito son stradiotes y gineles, que alnsetes y cubiertas. Mas como ta demanda y conce- aion eeo de una mano , no se mirará en esta particulari- dad. Aunque así lo sospecho , no lo dejo de decir ; y por- que roe querría engañar en algo y aun en todo , vuelvo á suplicar á S, A. humildemente maiide dejar esta com- pañía donde mas y mejor pueda servir , y allí vayan otras que bastarán tanto y con menos daño suyo. Y á S. A. so- bre ello escribo , y á vos , señor , infinitamente suplico lo acordéis y procuréis , si merced me habéis de hacer. Y si no 'se hiciere , desde agora suplico a S. A. mande proveer de aquella capitanía á quien quiera ; porque des- de la misma hora yo me despido de serville por su capi- tán en esta ni otra, y aunque con lástima renuncio el nombre. Sus Reales manos y pies beso no quiera que yo goce de tantos improperamientos , pues Dios sabe, y en su juicio lo pongo, que nunca se lo merecí.* Mas si todavía posa ese mal que deslo se sirve y yo no podré al hacer;

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y sed cierto que terne surríraieoto para esto como porít todo lo otro. Y sobre las mercedes que me habéis fecho os pido que me respondáis io que debo esperar desto. Quintana lo procurará: recomiéndoslo^ señor. Vuestra inagníGca persona y estado guarde nuestro Señor y acre* cíenle como deseáis. De Valladolid 10 de marzo.

De lu DulisíBM letra sigoe; Señor, por menos enojar- os esta va de otra mano; Vm. lo perdone. Y porque yo escribo al Bey nuestro señor que si esta merced no quiera hacer, vos, señor, le hablad en lo que sea mas placer de S. A: y mostrar suplióos le beséis la mano por mí, que á esta compañía mande nombrar otro capitán, y á mande tirar deste cuento y nombre , que yo quedaré contento y no sin esperanza en que con el tiempo S. A. me querrá tornar á cabo de escuadra. Y á lodo suplico me mandéis responder, y quedo esperando vuestra res- puesta, y á vuestro servicio El duque de Terranova.

NüH. 21.

Garcilaso de la Vega eu $u segunda Égloga describe asi ia heroica muerte de D, García de Toledo en los Gelves :

Tras aqueste que digo se veía

El hijo Don García (I), que en el mundo

Sin par y sin segundo solo fuera.

Si hijo no tuviera. ¿Quién mirara

De su hermosa cara el rayo ardiente,

(1) Faé hijo mayor <le D. Fadrique de Toledo y padre del fa- moso duque de Alba D. PerDando.

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Quién su resplandeciente y clara vista. Que no litera por tÍsId su grandeza ? Estaban de crueza fiera armadas Las tres inicuas Hadas , cruda guerra Haciendo allí á la tierra , con quitalle A esle , c|ue en alcanzalle fué dichosa. O patria lagrimosa ! y como vuelves Los ojos á los Gelves sospirando ! El está exercitando el duro oficio,

Y con tal artificio la pintora Mostraba su figura , que dijeras. Si pintado lo vieras, que hablaba. El arena quemaba , el sol ardia, 1^ gente se caia medio muerta; El solo con despierta vigitanza Dañaba la tardanza floja, inerte,

Y alababa la muerte gloriosa. Luego la polvorosa muchedumbre Gritando á su costumbre, le cercaba: Mas e) que se llegaba at fiero mozo. Llevaba , con destrozo y con tormento. Del loco atrevimiento el justo pago. Unos en bruto lago de su sangre. Cortado ya el estambre de la vida,.

La cabeza partida revolcaban? Otros claro mostraban espirando De fuera palpitando las entrañas. Por las fieras y extrañas cuchilladas De aquella mano dadas. Mas el hado Acerbo, triste , airado , fué venido:

Y al fin él , confundido de alborot». Atravesado y rolo de mil hierros.

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473 Pidiendo de sus yerros venia al cielo, . Puso en el duro suelo la hermosa Cara, como la rosa matutina. Cuando ya el sol declina á mediodía. Que pierde su alegría, y marchitando Va la color mudando, ó en el campo Cual queda el lirio blanco, que el arado Crudamente cortado al pasar deja. Del cual aun no se aleja presuroso Aquel color hermoso, ó se destierra; Mas ya la madre tierra descuidada No le administra nada de su aliento. Que era el sustentamiento y vigor suyo: Tal está el rostro tuyo en el arena. Fresca rosa, azucena blanca y pura,

Fernando de Herrera en sus Anotaciones i las obras de Garoi' laso de la Vega (Sevilla, 1580, 1 vol. S.'] después de hablar en la pig. S90 del origen de la palabra Gelves, de la situacian topográ- fica de eíta isla, de sos prodacoiones, etc. dice:

Después que el conde Pedro Navarro ganó á Bngía y á Trípol , siendo ya espantoso con tantas victorias aquis- tadas en África , volvió las armas contra la isla de los Gel- ves, la cnal ganara fácilmente sin peligra y trabajo, si. por miserable y fatal calamidad de España, don García de Toledo , hijo mayor del duque de Alba don Fadrique , vi- niendo al mesmo procinto , no rompiera con su muerto los consejos al conde. Porque sabiendo el Rey Católico que Pedro Navarro había espunado ó fiugta , hizo merced de la tenencia della á don García, aunque Pedro Mártir flOrma que al duque. Deseoso don García de gloria , pidió

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con mucha iostancia licencia para ir á Bugía en lugar de su padre , y alcanzada , porque el Rey le hizo proveer una armada en Málaga para pasar en África , siguió su cami- no , dejando preñada su mugcr y coa dos bijoa , aunque él no tenia maa que veinte é trea ailoa, y con el parUe- ron á la ciudad de Málaga muchos caballeros. En tanto que él salia de ' la corte , vino nueva que habia peste en Bugía , y por cartas de su padre é del Rey le fué manda- do que no pasase á ella y se volviese , diciando que guar- dase aquel generoso deseo de gloria i mejor ocasión. Pero él rehusando volver, navegó á Bugía. Ya en este tiempo habia entrado por fuerza el conde á Tripol , y don García, que con siete mil hombres de guerra habia ido ¿ Bugía , viendo que crecía la peste de aquella ciudad se salió della , y le dejó tres mil hombres con parte del ar- mada, y se fué en seguimiento del conde. Llegando al puerto de Tripol con quince ó diez y seis naos gruesas. donde lo halló embarcado con su gente para ir sobre la isla de los Gelves, distante de Tn'pol 35 leguas, fué re- cebido del conde con mucha alegría él y otro hermano suyo, y Diego de Vera capitán del artillería. Tomando la vaelta de los Gelves , después de haber reconocido la costa y los bajos delta , á 3& de agosto del año de iSlO. ó segon Alvar Gómez , á 38 dia de San Agustín , saltó la gente toda en la ista , donde nació discordia entre el cui- de y don G&rcta ; porque quería el conde esperar la decli- nación del sol . y don García sin dilatar algún espacio asal- tar los moros; é junto con esto pedia la svanguardia. Rehusaba esto, cuanto pedia, aquel hombre de militar industria y de prontísimo vigor, diciéndole, que aquel lugar tocaba á los soldados viejos; que bícieae experieu- cia do la milicia en la dicipliua de los capitanea antiguos.

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antes que vÍDiese á ponerse en tanto peligro. Pero replicó don García con tanta importunación . que , vencido de sus ruegos, no pudiendo resistir mas á aquel ardiente joven, que tanto deseaba mostrar la fortaleza de su corazón, per- mitió contra su voluntad que llevase la delantera. Y en siete escuadrones comienean á marchar, yendo en el pri* mero don Diego (1) con un coselete dorado con brazales y celada y en un caballo rucio . apresurándose , por hallarse en la ocasión casi preseute , para dar prueba de su valor. Iban con él casi sesenta caballeros y hombres nobles, que había traído de Elspaña ; y tras ellos seguían las otras es- cuadras en ordenanza. Y el conde encima de su caballo visitándoles, y animando y dando orden en todo. Había caminado el ejército, que eran quince mil hombrea, le- gua y media casi á medio dia por aquella tierra seco, estéril, cálida y arenosa: ardia el calor peetitencial con el aire de África ; faltaba la agua y casi todos perecían de sed, y con aquel encendido vapor y trabajos se caian mu- chos como muertos y otros ahogados en el camino. En- tonces sin guardar orden comenzaron á deshacerse los escuadrones ; y el primero fué el del coronel Vianelo ve- neciano , que llevaba la avanguardia. Solo el de don Diego Pacheco , que aquel dia traía la retaguardia , conservó su orden. Don García animaha á todos, prometiéndoles cier- ta Vitoria y despojos si sufrían aquel pequeño trabajo ; que se acordasen de las grandes hazañas que habían, acabado eo África y no quisiesen oscurecer el resplandor de su gloria afrentosamente , la mayor virtud y ecelencia de la milicia emanóla era la tolerancia de los trabajos, y esta perdían de todo punto y la reputación de su nombre, si no

(1) ^ece.qnc debe decir doa García.

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476 se alentaban y sobrepujando aquellas dificultades na su- jetaban aquella isla habitada de unoá pocos y desarmados moros. Pasando con estas amoneslaciones á unos espesos y grandes palmares sin descubrirle un moro de paz ó de guerra ; que á los capitanes prácticos puso en mucha sos- pecha; y habiendo ido un cuarto de legua por los palma- res, entraron por unos olivares muy grandes, donde á la parte austral hacia do caminaban entre unas paredes de antiguo, edificio habia unos posos de agua , que estaban seis millas dentro de la isla. Allí los moros considerando la sed que llevarían los españoles euando llegasen á los pozos, babian emboscado á un tiro de ballesta mas de 3,000 caballos y mucha gente de pie. Mas los soldados, con mas codicia de beber que de pelear , corrieron á los pozos cayéndose muchos en el camino , sin poder sufrir la intolerable sed que habían padecido ; y llegando de- sordenados, trabajaban con grande tumullo por sacar agua , de suerte que peleaban unos con otros por beber primero. Los moros, detrás de las paredes de las here- dades eercnnas á los pozos, escondidos entre los palma- res, miraban la confusión y desorden de los cristianos; y conociendo la ocasión, no la perdieron, antes arreme- tieron á ellos con espantoso ímpetu y estruendo á rienda suelta. Y primero acometen & aquella derramada gente, que estaba sin ñierzas y desatentada con la mortal sed y ardor del sol , 80 caballos moros con grandes alaridos. Aunque tocaron luego al arma , y procuraron los capita- nes recogellos á las banderas , no pudieron con los solda- dos que dejasen la agua , aunque vían que los alcanzaban, comenzando á retirarse los que venían junto á ellos de- sordenadamente : don García , que no tenia eiperiencía de ordenar y regir los soldados , en aquel súbito caso lleno

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477 de confusión y Icmor liizo entonces oficio <1e forlísimd soldado y capitán magnánimo ; porque peleando primero á caballo se apeó y con una pica en las manos se puso delante los soldados, exhortándolos á combatir con vale- roso ánimo y á cobrar fuerza y osadía de la necesidad presente ; y aunque vio que no lo seguían mas de aque- llos 60 caballeros y algunos otros pocos, en quien pudo mas la vergüenza que la sed y el miedo, no desmayó, antes dio con ellos tal carga á los moros , que los hizo re- tirar cuanto una carrera de caballo ; pero acrecentados de nueva caballería, revuelven sobre ellds con tanto ím- petu, que los hacen huir y muchos medio muertos de lasitud y cansancio, se dejaban matar, Don García quedó casi solo peleando, basta que sin sangre y sin aliento, desamparado del espíritu , cayó sin vida entre los moros, que él había -muerto ; haciendo siempre famosa y memo- rable aquella isla con su muerte. Viéndolo caído el es- cuadrón, se puso todo en huida, y )o mesmo hicieron los otros escuadrones, que venían atrás; con tanta ndmi* ración de los caballos moros, que temiendo alguna em- boscada, no osaban seguir libremente. El conde que an* daba entonces mas desviado, deteniendo y animando la gente, que ya iba desbaratada del todo, comenzó á rece gcllos, procurando que volviesen; y puesto delante les dice, que lo sigan á romper aquellos cobardes moros, que han vencido tantas veces; y aunque volvieron, fué con tan poca fuerza, que se retiraron luego. El, no pu- diendo hacer otra cosa, se retiró á una torre que estaba en el puerto , y la retaguardia se puso también en huida. Pudieran los moros que seguían el alcance hacer mucho mas dafio, si no temieran, que se retiraban por sacallos de los palmares y revolver sobre ellos en el llnno. Fué .

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tanto el miedo que concibieron los que huían , que iiín- (juno volvió el rostro á los enemigos, y en Ift huiJa csúan muchos (lesfallecidos de la sed, y muchos pensando que eran prados las boyas y aberturas arenosas cubiertas de yerba, no sabiendo el camino, se sepultaban en ellas, y otros se ahogaban en aquellos remolinos escondidos de- bajo la arena ; porque la naturaleza de aquella tierra es liona de roturas y cuevas. Allí pereció la flor de la gente española, aquellos que con pequeño número no solo ha- bían resistido á grandes ejércitos enemigos , pero los ha- bían roto, destruido y muerto; los que á Oran, Bugia y Tripol , ciudades inaccesibles y poderosas en mar y tier- ra, fortisiraas por naturaleza y arte, habian entrada por fuerza, y despojado y destruido; aquellos vatentísimos soldados, esclarecidos con tan grandes trofeos , cuyas ar* mas eran espantosas a toda África , rendidos á aqudlos de- sarmados y rústicos moros, tes ofrecieron el cuello, para que ejercitasen en ellos lo que quisiese la ira , y crueldad y soberbia del vencedor bárbaro. Murieron casi 4,000 es- cogidos soldados con sus capitanes y oficiales, pocos á hierro, muchos con sed y ahogados en aquellas cuevas y bocas cubiertas de la lioiTa y en aquellos tragaderos es- condidos.

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NúH. 22.

Belacion de los saceto» de las armas marítimas de Espaiía en los años de 1510 y 15il, con la toma de la ciudad y puerto de Trípol por el conde Pedro Navarro ; y jornada de los Gelves, en que se perdieron los nuestros, y murió D. Garda de Toledo, hijo del duque de Alba, con otros muchos acontecimientos de las varias expediciones que se emprendieron contra inmoles.

Al fin de etU doeumenlo hay la siguiente nota aatóffra/a:

HillaDse lodos estos snoesos de los aSm 1510 y 1511, ea la Tof ma copiada, al principia de un códice en Mió ds misceláneas ij. U. k. de )a Biblioteca alta del Escorial. La letra es de priaoipios del siglo XVI de bastante dificultad. No aparece el nombre del autor; pero parece que su intención era continuar la Relación de los sncesos hasta el año de 1558, aunque en lo que sigue copiado aquí no llega sino basta 1512. Se ba dejado de copiar lo demás por DO tener tanta conexión con nuestro objeto. Canfrontóse en este Real Honaslcrio á 18 de noviembre de 1791.— Hartin Fernandez de Navarrete.— 00/ una rúSrica.

Año do mili y quinientos ¿ diez fué lomada Bugía á seis dios del mes de enero, é tuego como fué sabido en Spaña se cargó una nao en el puerto de Málaga, ansí de baslimeolos como de gente , en que habia trecientos hoiU' bres é mili y quinientos quintales de bizcocho , docienlos barriles de pólvora , ciento y cincuenta botas de vino , y muchas bolas de carne salada, muchos barriles de an- cboua y de mucho aceite: esta nao , aunque con mucho trabajo de tempestades, llegó al puerto de Bugía viór"

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nes lie la Cniz, que fué primero de abril, pero no en- tró dentro á causa que estando ya á la hoca del puer~ to , que serán casi dos millas de Bugt'a, vuelta la proa para entrar en el puerto nascíó un viento de ua rio muy grande, que está una milla de Bugi'a, que entra en h mar, é en tanta manera creció el viento que de necesidad hubieron de surgir á la mesma boca del puerto, donde perseveró el dicho viento desde la mañana hasta tres ho- ras de la noche , tanto que pensaron que se quebraran las giimias (i) y que la nao diera al través, ó en alguna sierra, ó en algún lugar de moros que había muchos ellos (2) : estando en esta tormenta invió el conde Pedro Navarro un batel con Irea hombres a saher que nao era aquella , los cuales venidos y sabido cuya era , dan vuelta con mucho peligro y trabajo por causa del viento que venia de tierra, tanto que llegaron á tierra casi muertos de remar. Como el conde supiese que venia la nao con gente y vituallas, luego otro día sábado en amanesciendo, víspera de Pascua de Resurrección , mandó á todos los ca- pitanes de las naos que estaban en el puerto , que serían hasta 25 entre grandes y pequeñas, que invien las bar- cas y esquifes para ayudar á meter la nao en el puerto; pero como la nao era grande é venia muy cargada , nunca por mas que tiraron, ni por cosa que hicieron la pudie- ron meter, y á esta causa acordaron de echar toda la gente que en ella venia fuera, y sacar en los barcos lo mas que pudieron de la provisión é dexarse la nao sola á la boca del puerto , é ansí fué hecho; pero plugo á Dios que otro diu á la mañana se izó viento levante é ella se

(4) Quizá ^úm e/Mí. (2) Acaso delliu.

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entró é desembarcó todo lo que en ella cstnlm. El «ondi* repartió entre todos, según el estado de cada uno, y es Itt verdad que vino á tan buen tiempo , que haltia cerca de un mes qne el ejército que staba en fiugía tenia tontn necesidad que comian ratones , gatos y caballos, porque li la aazon no había en la cibdad de provisión sino un poco ele tocino muy mato y muy difictl de haber.

Postrero día de Pascua . que se contaron tres de abril. vioieron á la cibdad de Bugia nueve hombres de caballo todos moros , entre los cuates venia un jeque , nosotros decimos señor de vasallos, el cual podía ser de diez y ocho ó diez y nueve años, é otro que otro tiempo habin sido Rey de Bugia,. el cual venia ciego, é como llegaron con BU bandera de s^uro , según es uso traer los que á Contrarios vienen, fueron mny bien rescibidos del conde y de toda la gente, é como allí estuviesen ciertos días, el conde preguntó al que había sido Rey, como venia y á que. El respondió: Señor) yo seyendo Rey desta cib- dad salí á unos lugares comarcanos y por mas seguridad dejé la cibdad en guarda doste que á esto sazón que tu Id tomaste reinaba, el cual es mi tio, y como él me viese fuera de la cibdad , tuvo manera como se alzar con ella, é con todo el reino ; é yo volviendo sin sospecha , fui del preso, é viéndome en su poder, con una barra ardiendo que me hizo poner sobre los ojos me cegó, y ciego me tuvo preso ocho años hasta que agora los moros viendo la cibdad perdida y el Rey desbaratado, me soltaron é huí ú los aduares como los otros , donde he estado hasta ago- ra con estos amigos que conmigo vienen. Nuestra venidií ha sido por tomar venganza de quien tanto mal me hizo, y es que nosotros sabemos que el Rey que desbaratestcs tiene asentado su real siete leguas de aquí, entre doü Tomo XXV. 31

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sierras donde os puedo ditr indusli-ía que sin ser sentidos os aprovechéis del é de todos los suyos. Después que el conde hubo lai^a inrormacion dellos de lodo lo que en este caso pudo saber, preguntó al Rey ciego si sentía los ojos quebrados: él respondió que nó, que las niñas seD- lia sanas, pero que creta que con la calor del fuego se le avian ajuntado los párpados. Entonces el conde le pre- guhtó si se consentiría curar : él dijo que no deseaba otra cosa. Luego el conde mandó venir lodos los médicos y cirujanos que en el ejército había, é lo mas sotilmente que pudieron con una navaja le cortaron los párpados, é en tal manera fué curado que luego vió, cosa maravillosa y que casi que trae consigo misteria para notar que en siendo este, aunque infiel, en ayuda de nuestra fé, le quiso Dios restituir aquello de que por sus pecados le ha- bía privado.

Gomo el conde tuviese cuidado de poner en ejecución lo que los moros le habían dicho, acordó inviar dos mo- ros é dos cristianos para que mirasen la desposicioii del camino, y viesen en que manera eislaba el real y quo gente entraba y salía ; é ansí- se salieron los espías de Bu- gía á la boca de la noche, é llegaron encima de una sier- ra que está siete leguas de la cíbdad , é vieron que el real estaba asentado en unos prados qne se hacen entre aque- lla sierra ó otra cuesta de la otra parte, ansí que pudie- ron ver toda dispusicion del real , é por no ser sentidos acordaron de tener allí aquel día, é luego á prima noche dan la vuelta é amanescieron en Bugía, donde informa- ron al conde de todo lo que habían visto. Habida el con- de inrormacion , manda luego apercibir la gente que tenía acordado de llevar, y luego viernes á la noche que se contaron 1 5 de abril mandó salir de la cibdad hasta mili

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é quinientos hombres de ordenanza en seis escundroneít, é después de puesto ei sol comienza á caminar con mu- cha óhlen por no ser sentidos. Iba delante de todos por GTuion el Hey moro con fasta i 2 de caballo é otros tantott peones» é también por matar loa moros que en el cami- no Lopaseni por que la gente no fuese sentida , aunque ninguno toparon , é ansí anduvieron casi que seis legiia^i hasta que llegaron á un rio tan grande y aun moyor qi!o Goadalquevir , por donde pasaron los escuadrones dehiii- teros i é pasados los hicieron detener casi un cuarto dr hora hasta que los otros pasasen, é luego comenzaron n caminar casi que al punto del alba, é yendo adelante ya se oya el almuédano del real que hacia la cala , de manera que con mucho sosiego comenzaron ó caminnr por estar tan cerca como estaban . que seria casi medin legua del real. Llevaban los escuadrones delanteros Die- go de Vera, capitiin del artillería, é Samaniego; é como llegasen á uhos prados que se hacían como á la entrada de un vallo ( en la misma entrada habla unos árholes'que se llaman garrobos , é como no ero bien de día pensaron que eran las tiendas de los moros, y con este pensamien- to dan al arma y arremeten todos hacia los garrobos dis- ' parando escopetas, é como se viesen burlados, tomaron por acuerdo de correr todos hasta las tiendas que eslariaii de allí cerca de media legua; pero como los moros hu- biesen sentido los atambores cuando daban al arma é los tiros de pólvora > espantados que el conde se atreviese ó entrar tanta tierra adentro tuvo el Rey moro lujcar do huir con otros jeques y alárabes , de lo cual pesó mucho al conde y á todos ; pero como la gente hubiese corrido mucho, aunque estaban armados, y aunque llegasen muy cansados, los moros todos no tuvieron lugar do huir; é

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como los cristinnos llegaron arrcmclen á los moros con iQDlo esfuerzo é nlcgría que luego todos loa maa de los moros se ponen en huida, aunque entre chicos y gran- des, hombres y mugeres fueron cabtivoB hasta mili per- sonas. Allí veríades al conde Pedro Navarro como un león, bañado los brazos en sangre andar como un león esror- zando la gente, matando é hiriendo los moros que se po- ~ nian en defensa, dando ejemplo de esforzado capitán y animoso caballero. Esomesmo andaba el Rey moro con esa poca de gente de pie y de caballo que tenia, hacien- do tanto estrago en los moros, como si fueran-sus morta- les enemigos. Andaba eso mismo un tornadizo, que se- yendo moro se tornó cristiano, el cual se habia llamado Pedro Navarro, delante toda la gente, matando é hirien- do los moros con un esfuerzo maravilloso , llamándolos perros, y diciéndoles que nunca había sido dellos. Anda- ba nuestra gente por aquellos prados tendida, ya que el dia era claro, unos quemando tiendas, oíros matando moros, otros juntando camellos, vacas, acémilas, caba- llos, yeguas; otros apañando ovejas, carneros, cabras y otros ganados; otros seguían el alcance de los moros con tanto placer y alegría como si estovieraii en su raesma na- luleza, de donde claro paresce tan gran victona haboi- sido mas por la gracia de Dios quo por fuerza do hom- bres. Húbose en este despojo onucho oro, y plata, aljó- far, y seda, y grana c otros pnños muy linos, sin los cab- tivos c cabtivas , de los cuoles hubo muchos que se resca- taron á mili, dos mili, tres, cuatro mili trlpolinas: ansí mesmo se halló un camello cargado con la vajilla del Rey moro , y con toda la ropa de su vestir, ansí de brocado como de seda é grana , y entre ello una corona de oro, todo cargado en dos líos eobierlos con un tendejón de

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lana de íáunellos , é no estaban reatados porquo no' había tenido lugar para tanto, de manera que se apreciaba en mns de seis miil ducados. Hubo este camello un alférez de la capitanía del coronel don Diego Pacheco por aviso de un criado suyo, é luego que lo hobo lo descargó é tornó á cargar eo cuatro acémilas, y lo llevó hasta los prados de Bugia donde lo dejó ascondido entre unos zar- zales, é otro dia lo trajo á la cíbdad. Poco le aprovachó á él é á todos los otros , porque todo cuanto allí hubieron lea tomaron, é & algunos que no lo dieron tan presto como fué pregonado los echaron en presión porque diesen lo que tenian ascondido , en especial á este que halló el camello . lo cual sintió tanto la gente que si la guei'ra no fuera con moros ninguno dellos quedara que no se fuera. Quemadas las tiendas y seguida la vitoria hasta enci- ma de la sierra , el conde hizo recoger la gente , é los hizo poner en orden como habian venido; ansimismo jun- taron toda la cabalgada , ansi de bestiame como de hom- bres y mugeres hasta mili personas , c mas de nuevccien- tos camellos é otras tantas vacas é inñnitas ovejas, cabras é carneros, caballos, yeguas é acémilas, é ansí junta la meten en medio de los escuadrones é comienzan á cami- nar. A esta sazón ya se habían llegado gran multitud de moros, alárabes y berberisces, ansí de á caballo como peones, sin infinitos que continuamente aylaban por aque- llas sierras abajo y por todos los linpos con grandísima grita arremetía hacia los escuadrones , pero no porque se osasen mucho allegar , que la escopeten'a y ballestería es* taba tan á punto'que cuando arremetían muchos dellos quedaban tendidos en el suelo , y desta manera se sacó la cabalgada de aquellos prados , sío que se perdiese hom- bre de los nuestros , porque el conde había mandado so

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pena de muerte qae ninguno fuese osado de salir de su ordenanza, lo cual ansí se hizo , salvos un valenciano que por ir tras unos moras que iban huyendo se desmandó, y unos moros le hicieron pedazos, sin que ninguno le osase ir á socorrer ; é como el conde lo viese , mandó con mu- cho enojo que on llegando á fingía lodos los valencianos se fuesen á sus tierras : é ansí se fué la gente hasta el rio donde los moros pensando ¿ la pasada aprovecharse de los nuestros, tomaron muchos dellos la delantera y pa- soron el río ; pero como el conde los vido pasades y que querían defender e) paso , mandó pasar delante un escua- drón de escopeteros, los cuales pasando les hicieron huir de tal manera que no osaron mas volver al rio los moros que no habian pasado. En este medio tiempo habían re- ceñido hasta trecientos camellos que se habían salido de la cabalgada , y puestos los camellos en la delantera , por miedo de las escopetas, arremeten á fai retaguardia ó re> zaga coa-una gran grita ; y como el conde los viese venir hace detener la gente y con up escuadrón de gente arre- mete hacia ellos ; entonces los moros echan a huir y dejan los camellos, los cuales luego fueron metidos con los otros en la cabalgada , y ansí quedaron cinco ó seis de caballo muertos de scopslas, y ansí se pasó el rio con toda la co* babada.

Pasado el rio y tornados los escuadrones á so orden comenzaron á caminar y los moros que continuo se alle- gabon ) mas siempre en seguimiento á la rezaga , y por los lados , pero no porque mucho so osasen allegar á cabsa de las escopetas , pero como algunos moros conoscíesen al Bey moro , á el jeque bq sobrino con otros cinco ó seis de á caballo moros que iban en la delantera con Diego de Vera , salen diez moros do los coutrarios é arremeten í

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ellos, é Diego de Vera é el Roy también á. ellos, é Diego de Vera de su encuentro llevó un caballero moro é Ioü otros.biciéronlo también , que hicieron buir á los contra- rios de tal manera que nunca mas osaron tornar. Fué be- rido en esta escaramuza el jeque de una lanzada en la pierna ; pero no fué mucho. En este tiempo nunca lia- «ían sino venir moros como hormigas , é aunque muchas veces tenían aparejo para airemeler , por ser el camino muy angosto é de muchos pasos malos, pero no lo osa- ban hacer, antes se sobian en las alturas é daban una grita saltando como picazas y lomaban la tierra y echá- banla hacia el cíelo escarbando con los píes como* toros, é como vían salir el humo de las escopetas todos se deja- ron ooer en el suelo , é ansí pesados aquellos pasos malos libaron á los prados que están une legua de Bugía , don- de se vinieron muchos jeques á dar por vasallos del Rey nuestro señor, é toda la gente de los moros que siempre venían seguiendo , siendo ya muy tarde , se tornaron muy tristes . é los cristianos entraron en la cibdad ordenados de cinco en cinco sin pérdida de mas de un solo hombre, á do los salió á rescibir el obispo de Rugía , que habia muy poco que era venido , é era mallorquín, en procesión de todos los clérigos é Trailes que allí había, cantando el Te Deum laudamm hasta la puerta de la cibdad , donde los que venían fueron muy bien rescibidos de los que quedaron en la cibdad , disparándose muchos tiros de la una parte y de la otra. Llegó la gente muy Tatigada , á demás porque la noche antes habían andado mucho, é no habían dormido, ni aquel día habían tampoco parado, sin comer bocado, é también porque , veníendo muy ca- lurosos del camino habían pasado el agua del rio que ve- nia á la sazón muy fría, estaban todos como cortados, c lo

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qnc mas los ofligia era que no habia ninguno que no tra> jiese infinitas espinas de unos espinos que habia en los prados donde los moros estaban, en tat manera que no ba- hía quien se pudiese tener en las piernas , é á causa que la cabalgada pudiese pacer, seria bien dos horas de la noche cuando la gente acabó de entrar en la cibdad.

Es cosa muy de maravillar si notamos como habiendo tres meses que el conche habia tomado la cibdad con hasta cuatro mili hambres tos mas enfermos á causa de haber oslado treinta dias de lo mas recio del inviemo en una isla llamada la Formcntera . lloviendo y Tenteando, maer- tos de hambre y de sed , desnudos y descalzos , durmien- do en el suelo hecho Iodo, atreverse agora á entrar tan á dentro en tierra de los eDcmigos con mili y quinientos hombres de píe , sin haber gente de armas en el ejército, mayoi-mente siendo la cibdad tan grande é estando tan poca gente en ella , teniendo los muros por muchas-par- tes casi allanados al suelo , é no podemos decir sino que fué cosa hecha de la mano de Dios, pues que la fuerza de los hombres no bastaba á resistir á tanta multitud de moros.

Entrada la gente , con^o dicho os , la gente llegó tan fatigada y cansada que mas de seis semanas estuvieron tos que en el rebato se habian hallado , que ninguno salió de su aposento, porque con el calor del camino é la pa- sada de los rios é arroyos , é con las espinas que se les habian hincado de los cardos , que llaman arrecifes , es- taban que no se podían menear.

Dende en adelante los moros muy mas continuamente venían á la cibdad á escaramusar , é hacían sus embosca- das é celadas, de noche; pero como vían salir los cristianos, luego hoyan , en especial jueves , que fueron 38 de ahf íl ,

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489 aquella noche hicieron una emboscada de mas de 500 hombres de caballo enlre unos olivares, junto con la oib* dad , donde los crislianos sacaban el ganado á pacer , é como este dia lo sacasen , arremeten los moros de la emboscada , pero como los que guardaban el ganado diC'* sen alarma para se lo defender, -oyéndose en la cibdad, luego salió cierta gente, lo cual viendo los moros alan- cean dos ó tres camellos del ganado é dan á huir : hubo este dia gran rebato, porque los cristianos seguieron á los moros hasta el pie de una sjerra que es roas de dus leguas de la cibdad en que murieron dos cristianos que iban como corredores para descubrir tierra , é cayeron en una eelada de moros, donde fueron muertos, é de loa moros murieron hasta doce ó trece. Majo. Dia de Santa Cruz, que fueron 5 de mayo, se

juntaron muchos moros é llegaron hasta el arrabal de ta ciudad, porque el conde había mandado que ningún tiro se soltase aunque viniesen, é como unos con otros estuviesen gran pieza del dia esca- ramuzando é gritando sin se osar llegar á la cib-> dad , el conde hizo salir dos escuadrones de gente por la parte da una sierra, y otros dos que saliesen hacia ellos é loa acometiesen; é como los moros viesen venir los cristianos, comenzáronse á retraer, é los cristianos poco á poco á meterse en ellos, é ansí se trabó la escaramuza, en que murió un je- que gran señor, é allí murió Pedro Navarro el tornadizo peleando muy esforzadamente, deque pesó mucho á todos, aunque antes que lo matasen hirió dos ó tres , c ansí los cristianos los seguieron hasta una angostura que está cerca de unos pra-

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400 (Jos entro una sierra y un río á iloiide et conile mand» estar queda la gente y ordenado su escuadrón se volvie- ron ; é aunque otras muchas veces los moros viniesen á los prados, pera disparando un tiro luego se ponian en bui- da, y por esto el conde no quería que ninguna gente sa- liese á ellos porque la geste se cansaba é ellos iban huyen- do. En esta sazón no hacia sino venir gente de E^paüa para la oibdad, ansí de guerra como de otras personas, porque como la cibdad se tomó luego el conde to bízo saber en España, é se fué tanta gente dalla, con sueldo aunque po- co, é della sin el que desde el raes de marzo no hacían sino venir en tanto que en el principio de julio había en la cibdad mas de catore mili hombres de pelea.

Mediado el mes de mayo comenzaron & morir en la ciudad algunos de pestilencia é aboyóse (gic) en Unto que; en fíu del mes hubo días que murieron cien cuerpos é mas , sino que plugo á Dios que duró poco , atribuyéron- lo á la mala disposicioii de la tierra, porque Bugía es asen- tado en alta ó |a ladera de una sierra, é bate la mar en los adarves de costado á Qostado hacia la parte del le- vante. EiS cibdad muy larga y de mucha arboledo de di- versas Frutas , dentro, de la cibdad y por todos los ruedos tiene cerca un gran rio y otros arroyos de poca agua; tiene dos arrabales grandes y muy cercados : el upo á la parle del norte y el otro á parte de mediodía; á causa de esta pestilencia se salió et conde de la cibdad é luego por la mucha falta que había de provisiones ó armas para la mucha gente que había , antes que ee saliese ínvió al coronel Diego de Valencia con su gente , que eran ocho- cientos hombres, c los quinientos ballesteros del campo Alcunia en una nao y una carabela portuguesa para que fuesen á Ñapóles ó trajíescn bastimentos é cosas necesa-

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491 rias, los cuales se hicieron á la vela viernes primero de junio, é con muy bueo tiempo. Lunes 'siguiente llegaron á la i»la de Cerdeña á un puerto que se dice Votas, que está 50 millas de una cibdad de la dicha isla que bc dice Callar, éalh toda la gente salió en tierra é asentaron sua estarnas cerca, de un orroyo de agua dulce , é el coronel con cincuenta ballesteros del oampo de alaíbia (síc), se fué por la isla é tomó ciertos piezas de ganado , que se cría mucho en aquella isla , y lo trajo , é luego loa dueños del ganado te vinieron á rogar, que no lea matase las ovejas é se sirviese de los carneros , é mas metieron doce va- eas para meter en las naos , io cual aunque con gran difi- cultad se hizo ansí, por que los soldados no consentían, é por esto el coronel puso manos en algunos, é por esto se amotinaron mas de las tres partes de la gente é lir«< ron la vía de Callar, é como en la cibdad se supiese la pestilencia de Bugia, é que aquellos venían de allá, no> los consentleron entror en la cibdad, é aposentáronse una milla en una iglesia par de un monesterio que dice Muestra Señora de Buen Aire, á do por el visorey fueroti muy bien proveídos de lo necesario ; é oomo el coronel viese que la gente no quería volver para embarcar, fue-. se con sus naos é gente para Callar é requerió al vísorey que hiciese á los amotinados que se embarcasen , el cual con muchos ruegos lo acabó con algunos dellos , é con aquellos embarcó é fué su camino, é los que quedaron se fueron en unos bergantines para la isla de la Faguñana, que es dos leguas de Cicilia , para el conde que ya era fuera de Bugia é los otros con muchas calmas llegaron á Ñapóles sábado 25 de junio habiendo salido del puerto á nueve del dicho mes é con temor que si la gente desem- barcase con la necesidad pasada después oo querría tornar

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á embarcar, fueron á surgir fuera del muelle de CasLil- novo sin entrar en el puerto.

Luego otro dia el coronel solió fuera y mostró sus cor- tas é poderes al visoroy, el cual luego dende á dos dias proveyó de todo lo que inviaba á pedir, salvo de ciertos hombres darmas é piezas de artillería que^ para aquello dijo que no tenia comisión del Rey, ansí las dos naos que ellos hablan traído é dos carabelas é cinco galeones que acoso estaban en el puerto fueron luego cargadas de mu- cho pao, é vino, é carne salada é muchos coseletes, pi- cas , alabardas y escopetas é todo lo necesario , lo cual se tardó en embarcar quince dias, y esto con ayuda de mu< cha gente.

Estaba en esta sazón el conde en la isla de la Faguña- na , que es dos leguas de Cicilia , con quince mil hombres de ordenanza , en la cual isla había mucha leña y agoa dulce , é infinita caza , tanto que se halló en treinta dias que allí estuvo la gente , haberse muerto mas de GO cone- jos , y mas de 6 venados , y muchos corzos y gamos , y ja- valines, y asnicos montesinos, é infinitos ratones é tortu- gas . y esto todo lo mataban corriendo tras ellos sin gal- gos, ni perros, ni redos, porque como la gente era tanta. Unos por una parte é otros por otra los tomaban que no habia donde la caza se acogiese, y tanta prisa se dieron (]ue cuando tomaron á embarcar ya no hallaban caza, y aunque de Cicilia traian bastimientos , los mas no tenían con que los comprar, é aun al principio que alU fueron no les llevaban hastimienlo , por que como supiesen que venían de Bugía por la pestilencia que bahía habido se apregonó en la cibdad de Trápana , que es dos leguas de la isla , que ninguno so pena de muerte les llevase basli- micnto , é como el conde lo supo , fué eo un bergantin á

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403 la cibdaJ é requirióles que le inviasen provisiones, donde no, que pronto estaba da se quejar al Rey, é á esta cabsa empezaron dende en adelante á inviar provisiones , pero para que no saliesen fuera de sus barcos ni consintiese en- trar á la gente en ellos, antes les arrojan desde los barco» lo que les compraban, é ta gente les icbaba el dinero, é áo' tes que lo ichasen en la bolsa lo lavaban muchas veces. Esta isla es despoblada , que no hay en ella sino una tor- vieja hacia la parte del norte ; es algo llana , é todo lo otro es sierra, es alta y sana , hay de ruedo en toda ella treÍDla millas , hay en ella muchas ovevas {$id^ debajo de tierra, es señor dolía un caballero de Gicilia, el cual de que supo que la gente iba alli, -dalra mucho ganado para la provisión, porque no entrasen en ella, á causa que la te- nia muy guardada por la caza ; pero el conde como desea- se sanidad á la geute, le dijo que lo no podia hacer, á causa que allí habla de esperar los bastimieotos é armas que habían de traer de Ñapóles.

. Jueves 5 de julio se hicieron á la vela los que traían las armas é bastimieotos ¿b Ñapóles , aunque no todos,- porque muchos dellos murieron de Ctifermedad , y otros quedaron malos é otros no quisieron tornar á embarcar, ansí que con algunas calmas llegaron martes seguiente 10 del dicho mes á vista de la Faguñana, é vieron que toda la gente se hacia á la vela por salir del puerto , é coma todas las naos salieron fuera, luego tornaron á surgir en una cañada que se llama los Hormigueros tres millas de la dicha isla , y esto se hizo porque con el viento que ha' bian de navegar para tomar la via de Tripol , no podia salir donde estaba , pero como el coronel vio que la ar- mada se hacia á la vela , pensando que se iban de cami- no , mandó esquifar un batel de la nao con quince marí-*

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ticros (le los mas escogidos, é el coronel y el capitán de la iiao saltaron en el dicho batel porque quería hablar con el conde , é comienzan á bogar tanto que llegaron á la armada, que habia bien de sus naos á las del conde tres leguas t y esto Gzo el coronel porque sus naos á la sazón estaban en alta mar y en calmas, y la armada iba con viento de tierra , pero aunque estotras naos todo aquel dia estoviesen en calmas muertos viniendo la noche sin viento alguno salvo con el Trior de la noche llegaron y po- saron adelante de la armada, sin que marinero ni otra per- sona lo sintiesen , por lo cual los marineros fueron re- prendidos del condoi

Llegados donde estaba surta toda la armada, estaba toda la gente allí esperando siete galeras que habían salido del puerto de Ñápeles un dia entes que las naos de los bastimientos, pero estas tomaron la vía de Sicilia para ir á Palermo por otras dos galeras que ahí estaban apercibi- das para ir á Berbería, é porque para la tomada de Trípol que el conde tenía pasada , eran muy necesarias , é á esta causa las estuvieron esperand» allí hasta el domingo si- guiente que vinieron, écon mucho ptocer luego elIúnesiC del mes toda la armada se hizo á la vela, que serían hasta ciento y ciucuenta velas, entre grandes y pequeñas^ las cuales iban en tan buen orden , y con tan buen viento é tan llenas de gente que era cosa de ver, é con esto miér- coles seguiente fueron á ¿ui^ir entre tres islas llamadas Goza é Malla y la Pontaleria , que son islas de cristianos vasallos del Bey nuestro señor, é todos los que en ellas moran son gente mucho de Dios^ y hablan como moros. En estas islas tomaron agua algunas naos é lodos los sol- dados viendo tan cerca la tierra se echaban á nado é se iban por unas huertas haciendo mucho daño en ellas á los

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moradores de la isla , quo son muy pobres , ca lo mas qtie en esta isla se coje es algodón , que pan y vino muy poco hay , que todos se bastecen de Cecilia , y por el daño que la gente hacia . luego oiro dia jueves la armada se partió y tomaron derrota para el puerto de Tn'pol de Berberís, que ya á esta sazón muy de cierto se sabia que el arma* da iba allá, c ansí navegando sábado seguiente 20 del mes , salió una gran cometa de hacia poniente . y fué á caer hacia mediodia . en lo cual muchos miraron. A esta sazoD toda el armada estaba en calmas muertas á vista de la isla ya dicha , é plugo á nuestro Señor que otro dia do^ mingo refrescó algo el tiempo * ó luego lunes á la larde 22 del mes amainó velas en alta mar toda la armada y esto por no saber si etaban cerca de tierra , y esta misma tarde mandó el conde que toda la gente se embarcase en galeras, y bergantines y carabelas ligeras, y saetías* y galeones, y gripes, y chalupas, y barcos sevillanos, y fus- tas, barcas, y bateles, y esquifes y en otros navios peque- ños , y esto por estar mas presto para saltar en tierra mas de cerca , porque el pueblo de Tripol es muy bajo é los navios grandes no se pueden allegar cerca de tierra ; y estando ansi la gente con mucho trabajo y congoja por estar muy apretadbs . é sin comer ni beber cosa que les hiciese provecho , estuvieron desde el lunes en la noche que se embarcaron , hasta jueves por la mañana que sal- taron en tierra sin poderse asentar, y ansí otro día martes comenzó la armada á hacerse a la vela , é miércoles se- guiente que se cqntaron 24 del dicho mes se descobrió tierra de Berbería , la cual está tan bajo que estábamos no aun cuatro leguas de tierra é á penas se determinaba s\ era tierra ó no, de manera que toda la armada tornó amainar velas y por mejor saber el puerto , y para saber

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que tan lejos eslnba , el conde mnntjó á un coronel lla- mado Vianelo , que era veneciano , que había sido mer- cader y era platico en Trípol , ó causa que muchas veces había estado allí con mercaderías , que fuese y espíase que tanto habla, ó de que manera estaba el puerto, y habí» algunos navios de turcos dentro ; el cual luego metido en una galera se fué la vía de Trípol é como quiera que tra- bajase por DO ser visto, fué descubierto de los moros de la cibdad, que luego conoscieron que era de la armada del Goude, é como estaban sobre el aviso comienzan á hacer ahumadas por toda la tierra, é ó inviar mensajeros de unn parte á otra , é allegar gente é abastecer é pertrechar b cibdad , aunque ellos estaban ya bien fortalecidos y aun sobre el aviso i porque estando el conde en la ísla de In Faguñana con la armada fueroil dos fustas de moros y descubrieron toda el armado , é como estas fustas se vol- viesen en Berbería lo hicieron saber por toda la tierra , y como lo supiesen en Trípol comenzaron á proveerse de pertrechos é de todo lo necesario, porque aunque no su- piesen á que parte había de lírfir determinadamente, cada uno se temia * é con esto todos estaban apercibidos; pero como el coronel entrase en el puerto é viese la gente que se llegaba que no era nada , después de haber mira- do todo muy bien se tomó para el armada donde contó toda la verdad de lo que habia visto.

Informado el conde, como dicho es, de lodo lo quo el coronel había visto, sabiendo lo que había dende á la cibdad, luego manda hacer vela^ aun^jue liabia graurato de noche, de manera que como el frescor de la noche fue entrado desde aquella hora, basta después de media no- che, las naos anduvieron tanto que toda la armada se pasó adelante de Trípol, y esto fué ansí por la grande es-

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407 cui-idad, como por los pilotos no ser pláticos en aqncllas partes , pero después de solido el lucero como comenzó á esclarcscer . annque muy poco , y reconoscieron la tier- ra y la cibdad y palmares, dieron vuelta á lacibdad poco á poco, de manera que cuando amanesció otro dia jueves, dia del señor Santiago . que se contaron 25 de julio , toda la armada se halló una legua de la cibdad , de lo cual toda la gente sintió tanta alegría y placer, que no se "podin pensar , porque tenían tanta gana de se ver con los moros envueltos , que es cosa increíble , aunque habla tres. di;is que no se habían sentado, quien poilría decir el gran es- fuerzo que -todos mostraban, el relucir de las armas, e\ canabercar de las picas , la orden que tenían , que en ver- dad páresela mas cosa de Dios que de hombre ; y con esle concierto entrados y allegados los navios que llevaban In gente en el puerto , juntáronse cerca de ta costa y co- mienzan á saltar en tierra , y en esta sazón las naos se quedaban Fuera del puerto ó causa del poco tiempo. Los moros de la cibdad , como los navios comenzaron á entrai- en el puerto, luego comenzaron ellos á tirar unos tiros de artillería de hierro que ellos tenían asestados á la ma- rina, pero como las galeras entrasen las primeras, sin ningún temor , se llegan donde era menester , y comien- zan á disparar artillería en el muro de la cibdad tanta y tan espesa, que no párese sino que hundia la cibdad. En e^áta sazón entre tanto que las galeras daban combate por la mar, toda la gente saltó en tierra é luego fueron fechos en sus escuadrones , é aunque muchos alárabes h bcrberiszes, é genequcs é turcos, ansí á caballo como á pie , vinieron á la marina y arremetían hacía los cristia- nos, para lee impedir que no desembarcasen, no lo pu- dieron hacer á causa que ios escopeteros ó ballesteros que ' Tomo XXV. 52

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ilcsemborcaban delante, los hncian retraer, y ansí totla la gente salió á tierra , que serian hasta quince mili liom- bres de pelea , los cuales luego fueron hechos cuatro es* cuadrones de eiuitro coronelías .de gente cada escuadrón, y repartiéronse de esta manera : la gente del coronel doD Diego Pacheco, y la del coronel Joanes de Arriaga, y la de Juqn Salgado coronel, y la del coronel Avila, estos con cada mili hombres -tomaron la delantera , porque ansí fué acordado en la isla de la Faguñana en una hablo quel conde hizo á tos coroneles', donde les se&aló á cada uno el lugar, diciendo quél entendía de ir á un lugar en el cual creia que se podian juntar muchos moros al socorro, y que para esto á él pareacia que en tanto que unos da- ban combate á la cibdad , lo» otros hiciesen rostro á los moros que viniesen al socorro en el campo, y que [ura esto los coroneles se concertases Ó por suertes ó de otra manera, y allí se concertaron les coroneles, que fuesen los cuatro ya dichos los que quedasen fuera en el campo para hacer rostro á los moros que viniesen al socorro en el campo, y que estos gozasen de todos los esclavos y ropa de mercancía toda la que se tomase en el saco do in cibdad; y lasque diesen el combate gozasen de todo el dinero, oro, é plata é alhajas, y de toda la ropa corta- da de vestir : ansí que estos cuatro coroneles se van de- rechos para los moros con su gente con tanto concierto que no los dejaban llegar á la otra gente que daba el com- bate, y ansí estovieron en el campo hasta que la ciudad fué tomada. Después que fué anochecido y los otros coro- neles con toda la otra gente , que serian once mili hom- bres ordenados sus escuadrones, fueron á la muralla y comenzaron á dar combale á la ciudad, allí viérades á los cristianos disparar escopetas y ballestas que no se oian

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ni vian , ansimismo los moros dc»)e los mtivos tirnr infi- nita piedra, y los turcos mucha flecha, ansimesmo desde los torres tiraban muchas lombardas , otros lanzas , otros gorguees, otros muchas saetas, c ftnsi con lo uno como con lo otro hirieron alanos crisliaDos, pero no para que en todo e) combate de fuera matase tres ó cuatro, y tslm los dos deltos con un tii-o de pólvora antes que los escua- drones llegasen á la muralla, é ansí que plugo á nuestro SeAof , 7 á su bendita Madre f al glorioso apóstol Santia- go que comenzando ¿ dar el combate á las nueve del din y á las once estaban los cristianos encima del muro< Fa- cía aquel dia tan grandísima calor , ansí del sol como de las armas « é gente é trabajo de combatir , que la gente estuvo en gran aprieto de se perder porque ya muchos des- mayaban i pero como parte de la gente subió y ganó lo$ muros , los que quedaban tuvieron lugar de sacar agua de muchos pozos que están junto á los adarves de muy bue- na agua de que todos bebieron; é como los primeros co- menzaron á subir, allí veríades lo» moros y turcos pelear con ellos tan reciamente qtie acontecia estar atravesados con las picas i y irse por ellas hfista llegar á dar al que tenia la pka, con los alfanjes é gemías, pero luego co- menzó ó subir tanta gente por escalas é maromas é tan ligeramente que parescia que el bieíiaVenturado apóstol Santiago les duba la mano.

Habiendo entrado por los muros, las puertas de la cibdad aun estaban cerradas , é aunque al principio en- trasen hartos . pero no eran tantos que pudiesen resistir n los moros , é ansí murieron peleando antes que tas puer- tas se abriesen mas de cíen cristianes , y unos moriaii pe- leando y otros por robar, é entre estos morieron algunoj hombres prencipales , entre los cuates fué un coronel que

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se decía Ruy Dins de Rojas, uno de los Cabreras, un ca- pitán llamado Francisco de Simancas, camarero del conde Pedro Navarro. Allí viérades á esta sazón áiltes que se' abrieseo las puertas de la cibdad , una maña (1) de pelear que queria parescer mas pasatiempo , que Otra cosa , y era que como los cristianos que habían entrado por los muros fuesen pocos , en comparación de los moros quo dentro habia , é como los unos anduviesen peleando por las calles con los otros , y como se sintiesen cansados, sen- tábanse á descansar, é como los moros los viesen senta- dos , sentábanse también ellos y descansaban, ó después se levantaban á pelear é esto facían muchas veces, y ansí pelearon hasta que las puertas de la cibdad se abrieron quo entonces no había tiempo de descansar.

Como los cristianos vieron que los moros tan recio peleaban é que ellos eran tan pocos, repartiéronse en tal manera que deltos queda- sen para hacer rostro á los moros en las ca-' lies , é los otros fuesen abrir las puertas , aun- que era muy difícil cosa , ansí porque estaban quien las guardaban , como por estar con muy Tominiognuít- gruesos cerrojos é sus llaves, y porque In BerbtríB. genlc «O tcuia con que las descerrajar, pero

como pedieron finalmente las abrieron, é co- mo en las abriendo toda la gente entrase con gran ímpetu, luego los moros s&retrajíeron á la mezquita mayor, donde muy reciameo- te peleaban , ansí como aquellos que sabían

(1) Cifra en lugar de manera, que Id quedado ya iotrodocida en naestro idioma , por la costumbre de prun un ciarla como está escrita.

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que, ó t]e muertos ú de presos, no podion escapnr, oíros se hacían fuertes en las torres de los adarves que son muchas y muy fuerles ; y allí los cristianos por les «Blrar, y ellos por se defender, duró el combale délas torres hasta después de anochecido. Los moros que es- taban en la mezquita luego al principio muy reciamente se defendían; pero como la mezquita era grande y con muchas puertas hobieron los cristianos lugar de quebran- tar algunas deltas por donde se entraron por fuerza , lo cual viendo los moros se defendían tan reciamente que era cosa de espanto ; pero oomo los cristianos se comen- zaron á encarnizar en ellos de lal manera, que mataron dentro de la mezquita hasta dos mili moros é moras é to- dos los otros fueron presos. Halláronse allí tanto oro, é plata, é joyas é otras preseas que estaban hechas h'os que á esta cabsa no cabian do pie los moros y morasj é como los moros que se habían hecho fuertes on las torres, viesen que la mezquita era entrada , é que no había otro remedio sino morir , diéronse á partido de las vidas á un coronel llamado Samaniego y otro llamado Palomino . los cuales cativaron y tomaron allí en los torres tres mili mo- ros, con muchas riquezas de oro, y do plata y ropas. Entretanto que esto se hacía , la cibdad se saqueaba , que no estaba toda la gente en la mezquita y en las torres, sino unos por una parte y otros por otra á robar derrama- dos hasta que vino la noche que todos se retrajieron cada uno donde le lomó la noche. El jeque ó señor de Tripol habíase hecho fuerte en una alcazaba con otros moros los mas principales á donde él y ellos pelearon un gran rato, porque este jeque era tenido por muy esforzado de su persona, pero como cuando la puerta se abrió el conde entrase luego c se fuese al alcazaba , requerióle , que so

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(líese con la vida pues que via que la cibdad era entra- da , é que si ó ellos también lea entraban .por fuerza , no era posible escapnr con los vidas ; luego el jeque eolónces mandó abrir la puerta, é luego el conde entró con sui ulabarderos é capitanes, y otra gente bien armada donde oüUiba el jeque y su mujer, y dosbijos, y un hermano, 7 otros muchos parientes y amigos con todo cuanto tesoro lenian.

Recogida la gente y venida la noche, como dicho es, é eran tantos ios moros que había por las calles muertos, que apenas liabía quien por ellos podíese andar; pero lu^o otro día el conde los mandó quitar de allí , y dellos echa- ron en los pozos de la mezquita, y otros en la mar, y otros quemaron . y ansí se hnllaron de los .que murieron en la mezquita y por los calles mas de seis mili moros y mo- ras, y se hallaron tener cautivos mas de diez mili entre machos y hembras, grandes y pequeños. Las riquezas que en este saco se hicieron fueron sin número, aunque fueron muchas mas las que los ntoros habían sacado de la cibdadi ciento y setenta cristianos cautivos que pran italianos , si- cilianos y nialleses , los cuales dijeron que bahía treinta y cinco días que los moros sabían que la armada bahía de ir á Trrpol , y esto por aviso de un mercader gepovés qua á la sazón estaba en Trípol , por que otros ginoveses que á la sa^on estaban en Cícilia se lo habían escrito que se embnrcase antes que la armada fuese, y esto le escribie- ron para que podíese poner en cobro su mercaduna, y des- do entonces comenzaron los moros á sacar camellos car- gados de ropa á los lugares é aduares mas eercanos en especínl á dos litgares que están , uno á tres leguas que se llama Tafora , y el otro dos leguas que se dice Zonzon, y lo que á os^os lugares no tlevubfih lo escondían $0 üorra

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B Mnbts. por los campos , y esto por miedo de los alá- rabes que es mía generación de moros que an> dan siempre por el campo sin entrar en po- blado Bino cuando \an á robar algún aduar, y por estd se dice estos ser señores del -cam* po é aun de los moros por roballes como les roban cuanto pueden haber , ansí que decían los cauUvos que después que los moros supie- ron que la armada iba á Trípol habían sacado mas de cinco mili camellos cargados de oro. é plata, seda, grana é mucho paño 0no é otras riquezas ; decian ansímismo estos cautivos ha< ber oído á los moros, estando altercando, cual era mas rica cíbdad, Túnez ó Trípol, concluir lodos que Túnez , por ser mayor mucho, era mas rica cuanto á vestidos, é ropa é alhajas de casa, pero que de oro, é piala , y aljófar y mercadurías muy mas era Trípol , á causa del puerto y del grao trato que en ella habia de , moros de la Suria , alárabes y turcos , y mer- caderes ginoveses , cicilianos, italianos , vene- cianos y malteses , y de todas las generaciones, por que como quiera que Trípol sea el postre- ro lugar de Berbería , y el primero de la Tur- quía, habia causa y razón para que muchas generaciones pudiesen tratar en él, de don- de se puede creer que este era el puerto mas rico que había en aquellas parles, porque co* mo los moros supiesen la venida de los cris- tianos , sacaron casi que todo cuanto lenian , que no quedó sino lo de los parientes é ami- gos del jeque , poi'quc cslos no podían hacer

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sino estar quedos con bub personas y haciendas , porque alguno hubiera sncado , ea de creer que donde había ciento y cincuenta tejedores de sedas é zarzahanes, don* de se tejian muchas tocas toDO-áes y se hacian alcalifas y muy buenas , muchos chamelotes é muy buenos lien- zos alcotán , infinito lienzo de algodón y seda y de lino, donde habia muchos boneteros, y mochas tiendas de especería, y gran platería, y grandes tiendas de paños y muy Qnos , de inGnito aljófar, finalmente habia todos cuantos oficios ea una ciudad populosa se podían hallar, y por esto se puede creer que si todo esto ó la mayor parte no sacaran, que todos los que allí se hallaron fueran ricos, por que los mismos moros lo decian. Hallóse en el puer- to una carabela de cien toneles sin ninguna jarcia ; asi- mismo se halló una galera de 22 bancos que estaba fuera del agua y ann no acabada de calafatear, y dos fustas gran- des de 18 bancos que estaban de la mesma manera; ansi- mesmo se hallaron cinco grifos y otros bateles y barcos pequeños, y destos vasos hizo mercedes el conde á capita- nes y coroneles y otros hombres de manera.

Ganada la ciudad, ansí como dicho es, ese mesmo dia en ia tarde el conde mandó poner guardas á la puerta de la ciudad que satia á la marina, y todas las otras hizo cerrar , porque ninguno pudiese sacar alguna cosa de las ropas ni esclavos fuera á las naos, y si lo sacasen que todo se lo tomasen , y esto hacia porque los cuatro coroneles ya nombrados, que habían quedado fuera de la ciudad á guardar el campo habían hecho el concierto, que no de- bieran para sus conciencias, so aclamaron al conde, dicien- do que ellos habían quedado en la guarda del campo, y que no habían tomado nada , y que habia quedado con- certado; quo todos los esclavos fuesen dellos con toda la

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ropa de mbreodem, y por tanto suplicaban á sh señom mandase complirel concierto. Oido esto el conde, luego otro día mandó apregonar que todos los que toviesen es-. clavos loa diesen y los entregasen á los coroneles , y pregonando esto los compañeros so to& llevaron hiego to- dos . ó si no todos los que tenían cuatro , cinco , ó ocho, llavábanle los nueve , y desta manera muchos so habían quedado con uno ó dos esclavos; peco tos coroneles no contentos con esto anduviero» todas las casas., y cuantos hallaban se llevaban , y esto no solo á los que habían en< trado en la ciudad primero, pero á los compañeros., que habían quedado con ellos en la guarda del canpo , les to- maban los esclavos que tenian, é como ellos no hubiesen habido sino esclavos é se los quitasen los coroneles , que'' daban perdidos , y no solo tomaban esclavos pero la ropa y dineros y cuanta había , y esto no sobmente los coro-> neles , pero aun los capitanes hacían muchas demasías y tan grandes , que estuvo la gente toda movida dos ó tres veces para hacer algunos desconciertos ; é si en tiempo se hallaran é se hartaran tan grandes injusticias como eran quitalles lo suyo que con tanto peligro y trabajo ha* bian ganado , con tanta hambre y sed , y muchos dejando sus haciendas é mujeres y hijos, é aun ao solamente se los quitaban , pero por sacarles si tenian algo ichaban en prisiones , y si todo lo que en este caso acaesció se hubiese de escribir, seria nunca acabar é causa para que culpasen no solamente á quien tal hacia , pero al conde que tal consentía, aunque de lo menor era él sabídor, pero él se descargaba con alguna persona que no es razón que se diga según su orden é hábito, lo que este hacia y res-, pondia, se tenía por último y postrera voluntad del conde. Luego otro día sábado , que se conlnroii 27 de julio.

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aconteció que venia un navio de turcos de hasta cien to- neles . que se llama e^uazo, que tiene su castillo á la proa como uoa nao, y debajo del castillo un espolón ó arti- mon ó mayna ansí como galeón , y este venia de Alejan* dría cargado de especería, y como no hubiese sino dos días que la ciudad era ganada , venia muy descuidado de- recho al puerlo, y allegando cuanto dos leguas á vista del puerto , de que vieron tantos y tales navios reconoscieroo ser armada de cristianos , porque no bastaba poder de moros para juntar tantos y tales navios , y como reconos- cieron dieron bordé y quisieron volverse y volvieron las velas á la mar ; pero \:omo iban con tiempo hecho de le> vante halláronse perdidos, no tuvieron otro remedio sino tomar la vuelta de tierra y dar al través eci la mesma eos* ta , y encallar en tierra con el escoazo . y dejarle perdido con la mercadería , y lodos los turcos que en él iban salir atierra, y hicíéronlo ansí, de manera que como fuese visto en alta mar á la hora fueron cuatro galeras por alta mar á mucha priesa y comienzan á bogar á vela y remo, pero como el navio estaba muy lejos cuando las galeras llegaron ya habían los turcos tabordado (1) con el esguaie en tierra , mas no para que toviese tiempo para sacar cosa ninguna de la mercadería antes de que se escaparon, hicieron cuento que Dios les habia hecho gran merced; é como los cristianos llegaron, entraron dentro y con toda la mercaduría le sacaron a jorco (2) con las galeras, é cta mucha alegría lo llevaron al puerto. Ansimesmo jueves otro dia después que se ganó la ciudad , que se contaron

(1) Asi el original por zabordar.

(3) Jorco for jorro, fnse nétitica anticuada.

If Dl« (h NiVUKlC.

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507 dos de agosto, iban tres cirbos(l)de la Belóna, que es ano ciudad en la Turquía . á Tn'pol cargadas de mercadu* ría, é como descubrieron la armada, ansimesmo dieron vuelta en tierra , é coino luego fueron vistos, aunque muy lejos del puerto estuviesen, cuando las galeras salieron era tan- grande el lerante que á la sozon corría, y andaba la mar tan alta , y con contraria á las galeras , que ciiando llegaron á loi'cirbos todos lo* tqrcos estaban en tierra y habían sacado la mercadería, é como los cirbos sean pequeños y de poco cargo, que soq como barcos Sevilla* nos, rasos como los de las galeras, los vieron vacíos, por úo ser de mucho provecho, y por no pararse á deS' encallar, les pusieron fuego y se volvieron, y. ansí otros muchos barcos de moros é turcos fueron tomados.

' Como el conde toviese ganado á Trípol , como dicho es, y la isla de tos Gelves estuviese de allí 35 leguas, pensó en si, sogun lo que adelante se urdió, que pues Trípol era ganada clnoo dios había , lo cual los moros de los Gelves ya era notorio, é que pues é\ habia ganado nna ciudad tm fuerte en una hora-é media, que los Gelves se le darían a partido, y paresctóle que sería bien el ir allá é requerirlo oon paz, é luego el lunes después que se tomó la ciudad, qoe fueron 29 de julio, tomó ocho ga* leras é cuatro fastas gruesas con alguna gente é fué la TJa de Jeldes (ríe) ó la misma cañada vía de la puente, y llegados allí, manda salir á tierra tres hombres que sabían la lengua con una bandera en señal de paz para que de parte del conde requiriesen á los moros de paz, pero

(1) Eq el orígÍDol parece ¿ veces decir earhiu. Acaso seri la misma clase de embarcacioaes que la que los turcos llamaban ea,~

tiDUdcHiTvreit.

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508 como los moros ovjesen vislo los navios- en alia mar ¿dIcs que llegasen al puerto, toda la isla se puso en armas y @e apercibió, y mucha gente de cabnilo se víno á par de la marina, y como los moros vieron los tres Rrislianos sa- lir á tierra, arremeten á ellos é bicieron pedazos á uno que ya estaba mas cerca desembarcado, é los otros 'dos como esto vieron se echaron al agua, é luego fueron to- mados en el batel é se van á las galeras; los moros do la marina comienzan hacer muchas algarazas y decir al con- de que no pensase que eran ellos gallinas como los de Tn'pol, que fuese cuando quisiese, que antes querrían morir que darse ó partido , y que el jeque y cuantos ha* bia en. la isla estaban en el campo esperándole todos muy apercibidos, por tanto quejno su tardase c(m toda su B^ mada. El conde oido esto mandó alzar las velas á todos los navios y fuese á una puente que estaba entre tierra firme y los Gelves, évió que estaba quebrada y toda deshecha, la cual lo» moros de la isla babiao .quebrado ansí como gente guerrera , y esto porqne aunque los moros que en loa Gelves estaban quisiesen huir, no pudiesen, y cuando viesen que no había lugar por do salir, toma- sen mas ánimo para pelear, porque como quiera que la isla de los Gelves sea isla, por tiene un estrecho ó t&- nada á la parte de levante que hay dos millas do a{fua, á lo mas estrecho tiene una puente de madera desde la mis* ma isla á tierra firme , ansí que rodeada la mayor parte de la isla, y víela la manera del desembarcar, dio la vuelta para Trípol, aunque no con muy buen tiempo, porque algunos de los navios que iban con él no pudie- ron volver á Trípol donde á cinco dras después que el conde llegó, que fué sábado nueve de agosto, el cual como salió en tierra, estando allí algunos coroneles y capitanes

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509 y otros mllchos hombres de bien que le habinn solido allí á rescibir, comenió á decir la primera palabra xerra, xav- ra, que quiere decir guerra, guerra ^ porque ansí dicen tos moros ctiaodo quieren pelear, á dar ¿ entender que los moros de los Gelves no querian sino guerra; lo cual de que se supo en la ciudad « toda la gente hubo mucho placer, porque desde que el conde fué a los Gelves todos estaban muy tristes, penoando que los moros se habían de dar á partido, lo cual pluguiera á Dios que ansi fuera^ porque nuestros yerros no fueran tan públicos como fué con su fantasía y soberbia.

Como el conde viniese enojado de la respuesta que los moros habían dado, teniendo pensamiento de se vengar dellos , dia de la Asunción de nuestra Señora, que se con' taron 15 de agosto, mandó hacer alarde general de toda In gente de pelea, en que se hallaron cerca de quince mili hombres, é luego mondó 6 dos coroneles, el uno llot mado Samaniego y el otro Palomino , que se quedasen en guarda de la cibdad de Tn'pol con tres míll bembrcs; todií la otra gente hace embarcar luego otro día después de la tiesta de nuestra Señora , á causa' de ser el tiempo muy contrarío estuvo toda la gente embarcada sin poder salir del puerto hasta sábado 24 de agosto que estando alH vieron ir 16 navios y todos ó los mas de dos gavias, en que iba. don García , hijo del duque de Alba , con el cual iba otro su hermano con otros caballeros, ansimismo iba Diego de Vera, capitán del artillería, y un coronel llama- do Francisco Marqués con toda la gente que había que-* dado en Bugia en guarda , que serian hasta tres mili hom' hres; y como estos caballeros con toda la gente iban muy fatigados á causa que habían andado muchos días por la mar con grandes fortunas, sin salir á tierra , y por ver la

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eiuiIaJ lie Tn'itot. salieron en tierra, y dcsla causa estu- vo el armattfl en el puerto hasta el martes siguiente, que fueron veinte y seis de agosto, que este dia toda la arma- da se hizo á la vela , y el mismo dia hizo algunas calmas, ansí que todo aquel dia estuvimos á vista de Tripol, y lue- go miércoles á la noche comienzo una gran fortuna , aun- que no turó mucho, y luego otro dítt amanesció toda el armada ante la isla de loa Gelves, y las primeras nao« que llegaron fueron la capitana y otras de las mejo- res i y surgieron á una punta que se hace en la entrada de una cañada de la isla hacia la parte del castillo , y allí estuvieron hasta que la armada toda se recogió, é de que fueron juntas se hacen vela y métense lodos en la ca- ñada hacia la puente , encima cuanto dos millas hacia la parte del norte, y allí todos los navios surgieron cerca de un hachón ó torre que los' moros tenian por atalaya, é allí estuvo el armada todo aquel dia, hasta después de media noche qlie el conde mandó embarcar la gente de pelea en galeas^ é galeones, é bergantines, fustas, chalu- pas y barco» y otros navios de temos, porque la gente es- tuviese mas aparejada para saltar en tierra: é luego olro día viernes , que se Contaron 30 de agosto . luego comen- zando á esclarecer, la gente ó parte della fué echada en tierra, aunque con mucho trabajo á causa de \m muchos bajíos, porque después que la gente saltaba de los bateles . antes que pudiesen llegar á tierra iban mas de una milla por el agua con todas sus arma», de manera que cuando llegaban á tierra iban muy cansados, é ansí como salian á tierra luego se juntaban cada uno con sii gente , é los coroneles y capitanes los ponían en sus escua- drones : entre tanto que esto se hacia, aparejaron un altar y dijieron misa junto á una torre ó ocho, donde el conde y

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5H i>. García y otros cobolleros, qiio habían sido los prime- ros que sallaron en tierra, oyeron misoi y acabada la misa B. García se armó de un coselete dorado con sus broza- letes y orlada (I) y cabalgó en un caballo rucio, crecido y uo paje con una pica y otro con una gineta. Estaba ansimes- ino allí Hernando Alvarez, lio de D. García, et cual estaba muy enfermo y muy flaco , y como vio á D. García puestea en orden para pelear, luego demandó un caballo para se ir con él . y como D. García lo sintió , fnése para él y dí- jole : Señor, Vmd. está muy flaco, y no está para tomor ar- mas ni pelear, por que según el calor que hace, si Vmd. allá fuese no seria mucho moHr , y otro tanto le decia et conde Pedro Navarru, con todos loS' otros caballeros que allí estaban.. Hernando AWarez respondió, que no habiir de dejar de ir con él ; D. García le dijo , señor, hoy no te- nemos de pelear, para que queréis ¡r donde todos tenga- mos que bftcer en mirar por vos, por estar como estáis. mas que en pelear con los moro», y diciendo esto- salí» del caballo y sentóse á par del , diciendo, pueseatémono» aquí todos (2) comvesto tío Hernando Alvarez casr

medio por fuerza le metieron en una galera, y esio hechiv luego el conde é D. García anduvieron hablando un graiv rato cabalgando hasta que el conde se despidió dét y se fué para la gente, y comienza á entender en sus escuadrone»; pero como las naos estubnn surtas mas de tres millas de* tierra y la gente era mucha no se pudo desembarcar ta» presto que cuando fueron puestos en la orden que había de- estar no fuesen mas de las diez del día . y era tan grandísi- mo calor de las armas y de la mucha gente , que no po-

{1) Acaso celada.

¿2) No se comprende la voz qoe aqui nsa el orígioil.

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dian sofrir h cslnr cii )o3 escuadrones : nlli vicrados ha- cer fuentes con las picas, csvar en k arena enti-e medio de los mesmos escuadrones pensnndo sacar ogua, é aanque alguna sacasen, era lan salada como si fuera dentro de la mar; viéradcs ansimesmo dar cinco trípolioaa é veinte, que cada una vale un ducado, per una vez de agua , é diera ciento si las toviera , i ansi con la pene que es dicha fue- ron ordenados once escuadrones de muy lucida gente que serian hasta IG mil hombres de ordenanza, sin los mii- rineros que serian mas de dos mili.

Luego hecho esto , fueron sacadas seis piezas de arti- llería 7 puestas en medio de los escuadrones , que eran dos cañones gruesos , y dos sacres y dos fatconetes , y dado el cargo á los que lo habian de regir > toda la gente comenzó á caminar, y estos tiros llevaban los soldados ti- rando como acémilas, no podiéndose menear de sed, porque los otros que no tenian sino sus armas ¿ntes que se comenzasen los escuadrones se caien de sed muertos en el suelo, cuanto mas los cuitados que iban tirando el artdle- ria, haciéndoles llevar á cuestas los barriles de la pólvora, y los coroneles y capitanes á caballo dando palos en ellos porque tirasen , como si fueran asnos , ansi que caminan- do con esta pena era tan grande el calor y la sed , que la gente se caia algunos dellos , é muchos muertos ; otro» que no se podian levantar , é como esto viese el coronel Vionelo , que llevaba la delantera , no pudiendo hacer mas dio lugar á que su escuadrón deshiciese, é como la gente délos otros escuadrones viesen aquello, todos co- mienzan á deshacerse, salvo el escuadrón de don Dieqo Pacheco, que era el postrero do la retaguardia y había quedado cerca de la marina : deshechos los escuadrones, se me turba el sentido de contar este paso ! ca viérades

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nir»

ios hombres muertos , puestas los cabezas sobre las rodi- llas, otros los coseletes, puestos por sombreros encima de las cabezas , é ansí se les saiia el alma , y otros temblando, é otros royendo y otros llorando, de manera que ni el her- mano podia remediar al hermano, ni el padre al hijo , ni el hijo al padre , ni el pariente al pariente , ni el ami- go al amigo; allí andaba aquella sazón aquel esforzado caballero don Goréía delante toda la gente dicÍ¿ndoles: ea hermanos míos esforzaos que ya llegamos á los palma- res donde hay mucha agua , y allí beberemos y reposare- mos ; ansimesmo el conde otro tanto les decía , y todos los otros caballeros y compañeros que mas esforzódos se sen- tían , é ansí con lesta fatiga anduvimos casi legua y media de un llano raso que no había sino unas yerbas y arenal basta llegar a unos grandes y espesos palmares, y en este tiempo ningún moro pareacía , y como la gente comenzó á entrar en los palmares cuanto una milla,- que es un cuar- to de legua , estaban muchos olivares hacia la parte del mediodía , bacía do la puente iba , adelante unos pare- dones que antiguamente habían sido casas estaba un pozo donde los moros como gente de guerra y que tuvie* ron conoscimiento y según el grandísimo calor y camino que habían andado la mayor necesidad que llevarían sería de agua , con este pensamiento pusieron muchos jarros y cántaros, otras muchas vasijas atadas con sus sogas, y los moros que serian mas de tres mili de caballo sin mu- chos peones estaban puestos en velada cuanto un tiro de ballesta del pozo, é como los cristianos llegaron, luego comenzaron sin orden ninguna á sacar agua y beber, otros se arrojaban dentro, é como los moros de la celada vieron aquello , salen con un estruendo y alarido quel mundo parescia que se hundía , pero ni por eso los que estaban Tomo XXV. 55

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nn el pozo que serian mas de quinientos críslianoa fteja* sen de beber que acaesció estar alanceando el moro al crístUiao y no dejar de beber , - de maDero que como esto vieron los cristiaoos que á la sozoa mas cerca de estos estaban, los cuales eran bien pocos á cabsa áe an- dar desmandados de diez od diez, de veinLe en vein- te á buscar agua , comienzan á retraerse hacia la mano derecha do iba el golpe de la gente , é como los mu- chos viesen huir á los pocos hacia ellos , é qae los mo- rosvenieB alanceando en ellos, comienzan á retraerse, j como esto viese don García que á la sazoa estaba á caba- llo j había arremetido ya dos veces á lo» moros , apéase del caballo y suéltale, y tomó una pica del suelo, qne en* tóncea ya hubia hartas que habían dejada los soldados {wr huir y púnese delante la gente diciendo : aquí henna- Hos, aquír que no son nada, no hayáis miedo, y como calo dijese arremete á loa meros, y como los cristianos. lo vie< ron arremctea á ellos con éL, é kiego los moros comien* zan á huir cuanto una carrera de caballo y dan vuelta so* bre los cristiano», entonces los cristianos tornan á huir, é como don García en este liento se hallase en la delan- tera , y la gente tornó é huir , quedóse solo , y ansí pe- leando y matando morosmurió^ porque hombres que le vjenm pelear aunque estaban bien cerca del certt6caron tener hecha tanta riza de moros apardes y muertos que era cosa de maravilla , pero como era solo , allí le mata* ron , ansímesmo el conde Pedro Navarro que á la sazón estaba- algo desviado, teniendo y esforzando la gente que ya del lodo iba de huida ,^ como viese tan gran perdi- miento , arremete como un lobo á- la delantera . dicíéndo- les, qué es esto , hijos mies y mis leones? ^'uclla , vuelta que aqut estoy yo-, no hayáis miedo que no son nada, no

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soliodes vosotros, hijos míos, hacer ansí; diciendo esto el conde algunos dedos dan vuelta mas de vcrgúenza que de esfuerzo , y luego tornaron los moros á huir cuanto un tiro de piedto , pero luego lomaron á dar vuelta, é luego los críatlanoa tornaron á huir , de manera que no aprove- cho el conde ponerse delante llorando , diciendo : Hijos mros, de qué huis? vuelta, vuelta ¡ó mis leones esfor- zados! que hoy se pierde cuanta honra ha ganado la co- rona de EspAña , hoy quedamos deshonriados, hoy que- damos sin loor guerra , hoy somos tenidos por los mas cobardes que jümás fué gente én el mundo. Estas y otras muchas lástimas les decia, pero ninguna Cosa le aprove- chaba porque ninguno habia que volViese la cabeza atrás, ni mirase si iban sus enemigos tras ellos ó no , sino por donde hablan de huir, y como esto viese el conde no po- diendo itins hacer llorando so va hacia la marina , y como los escuadrones que estaban en la retaguardia que á la sa- zón estaban enteros sin deshacerse , y habían sustentado porque habían estado parados y sin mudarse, y si habían andado era muy poco-, viesen que ya la gente iba fuyendo conrenzaron de andar rodeándose de Uno parte á otra de poco en poco , hasta que ni bastaron los coroneles qne eran don Diego Pacheco y otro que decían Gil Meta , que eran de la retaguardia , hacellos detener, sino del todo se desbarataron y se ponen en huida comenzando á echar los armas: allí vicrades arrojar los coseletes, brazales y celadaSi corazas, casquetes, espadas, puñales, balleií- tas, picas, lanzas, rodelas, escopetas; oyérades decir á Ift gente con un alarido que al cielo queria sobir, sin que ninguno esperase á otro, vuelta, vuelta, señores, de que huimos, vuelta que no hay nada. ¡O España, España! dónde queda tu honra ? dónde está tu fama , que siempre

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has ganado y hoy la pierdes? ¿qué dia aciago ea este? qué gron desventura? qué pecados Iiaa causado lan grande anguiLÍB? y esto diciendo, los unos se hacian pedazos loa vestidos y se quedaban en carnes , otros se ahogaban de calor con esta desventura : la gente se recogió á la mari- na, y tos moros siempre en el alcance á la rezaga , y por los lados alanceando y captivando cristianos , y esto de una manera que casi parescia los moros venir con te- mor , porque de cierto ellos pensaban que los crístianoi huian por los sacar á fuera de los palmares á lo raso , y después dar vuelta sobre ellos, y por esto paresce muy claro que Dios no permitió del todo perecer tanta geole, porque de otra manera , según lo gente íba tan perdida de sed , y destrozada , y cansada del mucho correr, y sin ninguna arma> cayéndose muertos por el camino, si los moros 80 pusieran de hecho á seguir ei alcance, ninguno escapara de muerto ó cautivo , y esto por lo que arriba es dicho , y porque todos los bergantines, gaiteras y fus- tas eran idos á bajo á la cañada , húaia la puente , por- que el conde les habia mandado tr y estar allí, |tara guartla que ni los moros se saliesen de la isla , ni otroa de fuera entrasen ; también habia mandado á tos patrones de las naos que & los otros navios de toda la armada , que en haciéndoles tiempo bicíesen vela y se FueseD ó surgir al paraje , ó en derecho del. castilo de los Gelves , y si por mal de nuestros pecados les bebiera hecho tiempo, y Iw navios se hobieran ido , de nueve parles de la genl« que escapó, no escapará una, y esto porque los moros no es* tando allí las naos, se metieran mas en los cristianoe, porque si una vez tas naos surgieran en derecho del cas- tillo, por ventura no les hiciera tiempo, y si hiciera do fuera tai que bastara para doblar la punta para volver á

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la cañada donde estaba la gente desbaratada , donde aun- que los cristianos quisieran pelear no tenisn armas, j puesto que las tuvieran no tenian fuerza para poderse me- near , fbé gran juicio de Dios esto que así tenia delermi nado , porque si la gente aquel día que saltaron en tierra asentaran su real junto á la marina y comieran y holgó- ran , pues que había bastímientos en las naos, y otro dia en esclareciendo comenzaran á caminar , no acaesciera esto, pero teníalo Dios determinado que no fuese ansí, por los muchos pecados que cada día cometía la gente c<Hilra Dios en renegar y descreer de Dios y de sus santos, y esto con un corazón, y solenidad, y articulizamiento y ademan que es absurdo de oír, y esto , según uso de guer- ra y costumbre de soldados, dicen que no es pecado, di- ciendo que no es para la guerra el que no reniega , y lo que peor fué , que del coronel al capitán , y del capitán al teniente, y del teniente al alférez, y del alférez al algua- cil , al cabo de scuadra , y del cabo de scuadra al canci- ller, y del canciller al escribano, y del escribano al atam- bor, y del alambor al compañero, y del compañero á su mozo, ninguno de estos se halló en Trípol que no se ichase con cuantas moras podían haber, y después se alababan dello , pensando que habían hecho mucha gen- tileza . ó valentía . ó servicio á Dios : hubo muchos que juraron que habían oido á un moro de un caballo rucio y un capellar de grana colorada que \enia deeiendo tras los cristianos: ¡¿cristianos! deque huis traidores, no ha- yáis miedo, vuelta qué no son nada tos moros : y esto lan claro , que todos los cristianos lo podían oir ; arremetía este moro'á los cristianos, é si alguno hallaba delante, hacía acometimiento como quo lo alanceaba , y pasaba adelante sin llegar á ci, y esto so creia ser uno de los

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518 tres renegados que habia en la i»ln , y los dos dellos erao peores que los m^smo^ moros , ca M crein ellos solos ha< ber muerto mas crislianos que cuantos allí se bailaron.

Allegada In gente á la marina , con la fatiga que es dicha , viérades en aquel arenal tendidos muchos muer- tos, nnos desnudos y otros vestidos, aunque los nwnos, y esta porque en cayendo el compañero los que venían detrás le desnudaban , y i^aescia & muchos que con el mucho calor, sed y cansancio que traían, caerse, y no ser caídos cuando en la hora les quitaban cuanto traían á cuestas , dejándolos en carnes ; y como reposaban algún poco y tornaban en , levantábanse y íbanse para la gente atónitos, no sabiendo decir qv(ica los había despojado; viérades apsimesmo muc)ia diversidad de locos haciendo muchos gestos la boca hacia el cíelo , otros con lasmanos, otros caídos en tierra dando bocados mordiendo la arena de sed, olro^ hacerse pedazos desgarrando sus carnes de rabia, otros desenvainadas las espada» arremeter unos con otros, é ra^tiánsela ppr el cuerpo, otros tendidos en la mar dando voces , é otros haciendo otra mucha diversi- dad de locuras, y esto causaba que como iban desatina- dos por hnir con el miedo, y cansancio, y calor, y grandí- sima &ed , echaban^ en ta piar y arlábanse de agoa , é como «I agijMi de la mar era muy salada , quemábales los hígados y hacíales hacer aquellas bascas , y anu de esta manera murieron allí muchos , que serian todos los qne de s^d perecieron hasta miU hombres, y los que mataron los. moros y quedaron cautivos basta quinientos, ansí que todos loa que en esta batalla murierop serian hasta mili y quinientos hombres; y esto se supo por algunos cautivos que después. se rescataron, y fueron á Trtpol, y todos los que allí murieron fueron hombros delicados qwe nu^^ ó

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pocas VACOS se vieron en trabajo, y esto paresce porque muy pocos hombres del campo murieron , ansi que plugo á nuestro Señor que como los capitanes y maestros de naos estuviesm apercibidos esperando tiempo para hacer vela é irse á la parte det castillo como el conde les ha- lúa mandado , y viesen venir la gente huyendo y los mo- X0& en el alcance, traen los bateles de las naos ¿pues qué diremos de este embarcar? allí viérades en veniendo el batel media legua de la marina, echarse á nadar la gente por se embarcar, y no los querían los bateles res- cibir sino eran de la gente que había ido en la nao donde el batel era, é de esta manera algunos se ahogaban : vié- rades algunos que no sabían nadar , meterse al agua hasta ia cinta, é otros mas. é otros menos, los galeones y gale- ras, fustas y bergantines, y todos los navios de remos, como estaban abajo á la guarda de la puente, ansí como dicho es, viendo, el desbarate vienen ansimesmo a mocha prisa , aunque llegaron tarde á causa de estar lejos de allí por nuestro mal , que si las galeras estuvieran allí, c al tiempo del llegar tiraran algún tiro de arlilteria, los mo- ros DO solamente se detuvieran sin llsgar á la marina , pe- ro en oyendo el primero tiro huyeran, sin osar esperar: allí viérades al conde con los otros caballeros, llorando, preguntando por D. García , basta que llegaron los que mas cerca del se hallaron, y dijeron como era mueilo , ca hasta entonces todos creían que era cabtivo. Venidas las galeras , el conde mandó que recogiesen en ellas y en los navios toda la gente, y llevasen á cada uno á la mesraa nao donde había venido, mandando á los capitanes de las naos que los rescibiesen , ca no los querían rescibir á cau- sa que cargaba tanta gente en especial en los navios que estaban cerca do tierra . que los liacian encallar en el sue-

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320 lo y deata manera se perdió un galeón y ooa carabela; que después no se pudieron sacar, y ansí poco á poco em- barcaron la mayor par4e de la gente , pero como comen- zaroo tan tarde . no se pudieron tantos embarcar qne no quedase aquella noche en tierra mas de tres mili hombres, donde algunos murieron y otros se fueron á los moros desesperados, y los otros mas medrosos que esforzados, sa- cando fuerzas de flaqueza se sostuvieron haciendo entre rebatos y tocando alarma porque kt gente no se durmiese, porque los moros viniesen no los hallasen ^sapercihi- dos , y si por el mal de sus pecados los moros aunque pa- cos vinieran , no quedara homhra dellos , porque no te- nían armas con que pelear, y muy desmayados y perdi- dos de sed, y con esta pena se sostuvieron hasta la mañana. ¿Pero quién podrá decir e) llorar y sollozar del conde, viendo quedar la gente eo tanto peligro, sin les poder so* correr á causa do ser tan tarde á tan escuro? Pero como un leoR que ve sus hijos perecer, se levanta otro dia an- tes que amaoeaca y salla en ana galera , y toma todas las otras galeras y fustas, bergantines y navios de remo, é presente él, hace á todos embarcar, cada uno en el na- vio en que había venido , de coronel abajo no le querían rescibír, ni para ello bastaba persona, y esto á causa de la poca agua que había en las naos de toda el armada, porque luego como la gente sailíó á tierra con mucha so- berbia , de la cual Dios no se paga , pensando que no ha- bía de haber detenimiento en ganar h isla, las mujeres que quedaron en los navios , consintiendo bs capitanes y patrones comenzaros á enjabonar y lavar ropa, como si tuvieran fuente i ríos, de manera que gastaron la mayor parte del agua de todas las naos , por lo cual padesció la gente tanto dctrimíoiito , que dcoiaii algunos qu» ftié tanta

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la gente que se ah<^ó y echaron ¿ la mar de aed , como la que murió en los GeWes.

Embarcada la gente, como dicho es. sábado postrero de agosto , este mesmo día á hora de las nueve se levan< tan grandísimo viento norte que- puso tonta fortuna, que no parescia sino que las naoa se alzaban dos estados, é puso el armada en nHtcho peligro . de se perder , y ansí se quebraron las amarras de tres navios , que eran dos carabelas y un galeón, todos cateados de gente, los eua< les dieron al través, sin poderse remediar á causa de la fortuna tan grande de la mar y del viento, aunque capea*^ ron y dieron voces por ser socorridos de bateles de las otras naos , mas en aquel tiempo tenia la gente tanto que hacer cada uno en entender en su navio que ninguno era señor de ponerse en pie para asomar ó la orla de la nao, y esta fortuna causaba quel viento- entrabo por la boca de la mesma cañada que tenia la entrada á la parte del ñor* te , de manera que estos tres navios se fueron por Is ca- ñada basta que llegaron á los bojíos y se encallaron en el suelo, y se blcíeroH pedazos, en los cuales se ahija- ron muchas mugeres y mochachos y la mayor parle de todos los hombres y esclavos , salvo los que sabian nadar, aunque pocos, que con mucha pena iban a los navios mas cercanos, y aun no los querian acoger ni rescibir por la causa ya dicha ; ansimesmo se salvaron algunos que se sostuvieron en los masteles de los mismos navios , y de la mesma jarcia , hasta la tarde que viendo el conde que el tiempo no sosegaba y que la gente se iba a perder , por- que la fortuna ya babia desasí (t) los masteles de la mísmo:

(1) Dttoiido.

HoU de Hattririe.

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jarcia , y so iban á lierra , llorando que ee le salía el al- iña, mandó á dos fuslas gruesas que aventurasea á ir Irás ellos entes que llegasen á tierra que los moros los matasen é cablivasen , porque como loa moros viesen le- vantada tan grandísima fortuna, luego se fueron hacía la marina, hacia la parte do estaban los navios haciendo muy grandes algasar^s y alegrías, andaban de una parte é otra, ansí de caballo como peones, corriendo y tirando tiros hacia el armada con el artillería que habia quedado, mas no porque daño hiciesen, por no saber cuno se ar- maban ni que tanta pólvora habían de echar, sino como hallaron armadas las piezas, poníanles fuego y desla aw* neta ellos muy alegres estaban esperando cuando todos los navios habian de dar al través , y no ftiera mucho si Dios maravillosamente no los sostuviera, según la grandí- sima fortuna que habia ; é ansí iban las fustas á mucho peligro, y alcanzan aquellos que iban en los masleles que iban bien cerca de la puente . y tréeulos á la armada , y de esta manera plugo á nuestra Señora de sostener bMta el martes siguiente. Con estos y otros muchos peligros estuvieron allí, sin poder salir, salvo las galeras tfm sa- lieron el domingo adelante después de la rota, aunque con tiempo cQntrario, y se fueron la vía de Ñápeles, por- que el Rey los habia inviado á llamar.

Martes siguiente , que se contaron tres de setiembre , plugo á nuestra Señora de calmar y cesar el tiempo malo, y vino un poco de viento poniente que llaman maestro, e<m el cual toda el armada se hizo á la vela y sali- mos de la cañada donde estábamos , y nave- gamos cuanto dos leguas , y como aun nuestra fortuna no había acabado, vuelve levante.

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tiempo coDlrario . y lu^o ifl&t. y h armada comeDzó á derrainarse . unos navtos por una parte y otros por otra, aunque el conde como iba á la sazón en nn casa-con gran- de ginovés no pudo acabar de cabalgar á ta punta de la cañada, porque era muy peaado de la vela, y ansí tomd á «ui^ir á la punta d^ {a isla y algunas naos con'él , aun- que pocas , y allí estuvieron hasta otro dia quo calmó el tiempo, y aun entonces salieron coi^ el mismo tiempo, forceando por no poder hacer otra cosn de causa que \a gente 9e moría de sed , y ans( tomaron la vía de Trípol. y con mucha fortuna, y tiempo contrario y peligro de los moros tornaron á surgirá Tn'piol el Viejo, y viéndose en tanta fortuna de sed, ansí conio aborrído8.t el «jonde los, manda saltar en tierra, y los moros con ell«« peleando,^ sacando fuerza de flaqueza , algunos tomaban alguna agua, y los otros no podiendo resistir á los moros dejaban las. bolas en (ierra y se volvian á Iqs naos , y desta manera muchas naos estuvieron hasta llegar ñ TrípoK y algunas nao» que eran mas ligeras de la vela, llegaron tres días antes que el conde llegase con las naos que consigo Iroia^ y estas tres naos hicieron agua de presto en los pozos que estaban junto á Trípol, y tornaron á salir á rescibir al conde antes que llegase con mas do diez leguas , é repar* tieron el agua que llevaban cw todas I9S naos que venían, 4msimísmo otras naos no podiendo Gofrir la grandísima sed que tenían con mucho peligro ó aventura de sus perso-n ñas , sallaban eq tierra por buscar agua y se ^b^n costa á costa por tierra de moros , no teniendo en nada ser muer-i tos ó cablivos de los moros, se iban hasta llegar á Trí- pol , ansimesmo otras naos llegaban á Trípol después de -diez días, y otras mas, y otras menos, y otras que se apartaron del conde con la fortuna que lodos las naos sa-

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lieron de lo cañada, las unas tomaron la vía de Cerdeña, y otraa la vi'a de España , y otras la vía de Ñapóles , y otras la vía de Malta , y Gozo y la Pantoleria , y otras fueron á parar en Cecilia, entre las cuales fué uDa en que iban dos capitanes con su gente, en la cual yo me hallé , y como el uno destos capitanes tuviese acordado de pasar á estas partes de España . como despuea se pasó por tener me- jor aparejo, hizo al capitán de la nao que tomase la vía de Cecilia, lo cual hubiera side causa qjie todos nos perdié- ramos , como fué de algunos , si Dios milagrosamente no nos sostuviera , ansí que lomada la vía de Cecilia como el viento era levante é muy desaforado hizo abajar la nao ó la parle de poniente , y ansí navegando martes ya di* oho . que la armada salió de la cañada , A hora de la me* día noche dimos en los bajíos de una isla que dicen los Querquenes, en unos secanos que duran catorce leguas, y diei y seis leguas de bajíos, que na tienen sino seis brazas, oinoo, cuatro brazas de agua en el ruedo de la misma isla de los Querquenes ; en estos bajíos se babia perdido el dia antes una carabela que se encalló, aquel tiempo estando encallada no acaescíei-a por allí ve- nir un barco sevillano, toda la gente peresciera sin tener ningún remedio , mas como los del barco viesen la cara- bela , fueron allá , y sacaron toda la gente , y dejáronse la carabela allí donde estaba encallada , é como allí alle- gásemos con nuestra nao , ya qne nos íbamos á encallar el piloto hubo conoscimiento como ibamo^ perdidos y co- mienza á dar voces , amaina , amaina , toma vela , vuel- ta vuelta que nos perdemos ; y ansí mny presto giraron las velas , y nos tornamos por donde nos habíamos venido, la vía de los Gelves, y amanesciónos sobre el mesmo cas- tillo, dondo estaban otros diez y ocho navios gruesos es-

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lierando tiempo pora toranr la vía de Tri'pol . y cerca de allí DOS fuimos ó surgir; y porque no llevaba la nao sino una amarra y una avela (1) muy pequeño no se osó llegar cerca de laü oli'aa naos que estaban algo cerca de tierra, porque si lo amarra do la nao se quebrase tuviesen lugar de bacer vela y correr por la mar , y por esto surgimos allí desviados hacia la parte del norte ; y como quiera que las mujeres de la nao habían gastado el agua en jabonar. como en las otras > no había sino media bota de vino grie* go para trescientos hombres que Íbamos en la nao, sin otra gola de agua, y unas pocas de habas, y estando en esta necesidad pensamos ser allí socorridos de las otras naos, de algún bastimiento , mas como no llevábamos batel, porque eoa la fortuna lo hablamos perdido * luego en sui^iondo ti' ramos dos tiros de artillería de socorro pensando que las otras naos socorrieran , ó vinieran á ver qué cosa era ; mas tanta era la fortuna que la mar traía qne no había ninguno que se asomase al bordel: allí víéradcs decir á toda la gente ¡ O Señor I y qué cosa es esta incomportable que usas con nosotros? por hacernos morir tantas muertes^ mejor fuera que los moros nos mataran que no vernos aquí morir sin ser remediados ; algunos decían que que* kraseb las.amarras á la nao , y diesen al través y se fuesen á los moros ; y es la verdad que en todas las otras naos juraban que si estuvieran ciertas que los moros 1 os tomaran captivos, que ellos mismos cortaran las amarras á las naos para se ir á los moros porque los hartaran de agua , y aun algunos lo quisieron intentar de poner por obra , sino fuera por los marineros que lo sintieron y dijéronlo á dos

(1) Así doro.

NoU it SlTITTClíi

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capitanes y pusieron guarda á \its amari'ns , y ansí con eat« tribulaeíoo y pélÍg;ro dándonos á cada uno veinte ha- bas para comer, y entre cuolrO hombres medio cuartillo de vino, estuvimos allí desde el miércoles hasta el sábado. Sábado, que se contaron siete de setiembre vegilia de nuestra Señora , Calmó algo el tiempo v y todas las naos que estaban surtas al castillo hicieron velo y tomaron barloventeando como pudierort la vía de Tripol salvo la nuestra que tornó á tomar la vía de Ciecilia, y con aquel Tilinto que salimos que ertt poniente i comenzó á venir viento contrario, y de poco en poco comenzó arreciar tantot y la noche cargó tanto de escuridad y de fortuna que no sabíamos que hacer, y andando ansí á mucho pe- ligro dimos vuelta hacia á donde salimos, y andando sin saber donde , ni á que pak-te estábamos , á causa de la es- curidad, estaba Una nao surta en 16 brazas de agua , y como Íbamos desatinados y con gran reziura (1) topamos con ella , sin que ello nos sintiese á nosotros , ni nosotros á ella, hasta que del gran golpe le quebramos baprés con todas las obras muertas del castillo de proa , é si mas daño se hizo DO lo supimos, y así nos pesamos de largo, y como et golpe fué grfinde, cotno lanza le dio con la nariz de la proa , abrióse por la misma qullca ( tic) de la proa , y hacia mucha agua ^ y viendo esto surgimos adelante de la otra nao, y allí estuvimos las trea partes de la noche, y con tanta fortuna del mar que no habia ninguno que osase re- posar ni dormir, y viendo el cuarto del alba , como la nao trabajaba mucho y la marea era muy delgada, no pudo sos- tener tanto , que antea que omaneacíese tres horas no se

(i) De recio.

Notí de Havarr* L(.

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<]uebras[( ei amárrn y ramos ni íravés; viendo esto tid tovimos otro remedio sino hocer velas y correr por la mar adelante donde nos echase la fortuna ; y ansí fueíAos con gríindísima forluna de la mar, é gran viento levante y mucha escuridad. sin saber donde ibámoajiasla otro día domingo, día de úuestra Señora , que calmó tanto ef tiempo de una» calmas muertas que la nao no se mudaba á una parte ni á otra , tanto que mas quisiéramos la gran fortuna que había cesado para correr alguna parte, aun-' que fuera á tierra de moivs-, qiie no vemos ansí perdidos en medio de aquella mar , estando C!on tanta tríbulacíóU sin bastimiento, ni gota de agua, ni vino, que la mcdí^ bota ya era acabada, tomamos por medianera y abogada á la Virgen nuestrff Señora, y prometimos en saliendo a tierra de cristianos de íñvíar un romero á nuestra Sc-> ñora de Buen Aire, que es en la cibdad de Callar, en ht isla de Cerdeña, que es una Señora muy devota y de mu-f chos milagros, quien en semejantes- casos á ella se cn-< comienda con devoción , nnsimesmo prometimos que cif llegando á Trápana, que es en Cieília, de ir todos descnl-' zos y en procesión á un monestcrio de frailes, que llaman la Anunciada de Trápana, donde ansimesmo está otiif imagen de nuestra Señora que hace muchos milagros , y COD esto muchas misas á san Laurencio, con quien tienen mucha devoción los marineros quien les falta vientos, y para complir estos votos, ordenamos que un lego é yo/ demandásemos limosna entre la gente de la nao . é dieron el cai^o á uno que parescia muy buen hombre, y de muy buena conciencia que era lego , y este é yo demandamos' por toda la gente que se llegaron ansí para lo uno como para lo otro cantidad do dineros por que venia en la nao' trecientos soldados sin los marineros y las mujeres , qutf

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en esta sazón cada uno hacia largamente limosnn , ansí ile dineros como de otras joyas moriscas , y demandado qué- dasele todo en guarda aquel , ansí los dineros como todo lo demás, en que plugo á nuestra Señora que aquel día de su Natividad bendita nos refrescó tiempo, y navegamos un poco y yendo ansí con tiempo y la gente comenzándose alegrar después de mediodía asentáronse á jugar unos cuatro , y con ellos aquel que tenia en guarda los dineros de la limosna , y de lance en lance , dijole tan mal el nai- pe , que perdió sus propios dineros , y con ellos después, con mucho atrevimiento y poco temor de Dios y de nues- tra Señora, jugó y perdió los dineros de la limosna, sin quedar un maravedí, de manera que quiso Dios por nues- tros pecados, en la larde tornar á calmar, y estando ansí sin ningún viento . aun algunos de los que miraban como jugaban que conoscieron poner en el juego de los dineros que ellos habían dado en limoaia, van é dicenlo á los capitanes', los cuales movidos con mucha ira y enojo ar- remeten á él para lo malar . los que allí nos hallamos, que no lo hiciesen , sino que pues él habia hecho la ofen- sa é nuestra Seítora, nos parescía que allá hiciese la emienda , por tonto , que por servicio de Dios no mata- sen aquel hombre , juntamente decían todos que no satis- faría con ninguna emienda , pues llevábamos muy buen tiempo , é por haber hecho el tal insulto , habia cesado el tiempo y estábamos á punto de nos perder , sino que ile todo en todo tan mal hombre como aquel habia de ir á In mar y no en la nao , porque él bastaba para irnos todos á fondo , entonces dijimos que si de tanta crueldad con este usasen , que ni Dios . ni nuestra Seúora serian dello ser- vidos, y que antes tal cosa era para que todos nos perdiése- mos á tierra de cristianos ; con estas y otras muchas cosas

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sosegó algo la gente , y coucertainoa tlu eála inanei-n : qno. lo primero él buscase la cantidad del dinero prestado sobro prendas , y que se deposítase , para que se cumpliese lo que se bábio prometido, y ansí se hizo, que dellos sobre prendas, dello prestado, é depositaron en ; ansimismo por cumplir por la gente y aplacar el Turor que contra est« tenían, dijimos: que pues teníamos prometido de ha- cer una procesión á nuestra Señora de la IVunciada de Trápana, que es media legua de la cibdad, que este Aiesu desnudo y descalzo , y una soga á la garganta , y decipli- Dándose delante la procesión , y dicho esto , paresció muy bien á todos; mas aun no contentos con esto, témanlo y dan con él en la sentina de la nao á bombo, que es un lu- gar donde se recoge toda el agua que entra dentro en la nao, la cual es muy honda y hedionda, y este lugar por ser deata manera, le tienen para cárcel donde echan los que en algo yerran en la nao, y echado allí, no hacían sino sacar agua de la sentina ; y cuanta sacoban le caía en- cima, y desta manera pasamos domingo, y lunes y martes sin beber gota de agua ni vino , aunque del comer no digo nada, porque la sed nos hacia perder el cuidado y gana de comer , é con tanta fatiga que en contallo me temblan las carnes. Viérades las inujeres desnudas en carnes metidas en el agua que hacía la nao, después que topamos en l;i otra d^l castillo de los Gelves; ansimismo vícrades los hombres sacar con los casquetes del agua de la mar y me- ter tas caras y las cabezas dentro y ansí estarse gran pieza del día, otros pasarse con el aceite que bebían, otro^ en todo el día no orinaban hasta la noche, y lo que orin.i- ban , guardábanlo en un jarro para beber á la mañana; ansimesmo viérades los niños hablando , salírseles el alma de sed, y sus padres no los poder remediar, otros hom- ToMo XXV. 34

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bres y mujeres riendo morirse ; viérades I caídos en el suelo sin poder gobernar nao ni tmer Tuerza para menear leme , y alguDM veces venia sJgima gran grupada de aire recio , sin nmaidar las velas y de- járselas tendidas en el agua sin podellas sacar mas do una hora , aunque los soldados que mas esforzados se senlie- ran , que eran bien pocos , las sacaban del agua , y coa mucha pena, y de esla manera nos sostuvimos bastdel martes siguiente que plugo á nuestra Señora de rcrreSGar> nos un poco de viento podiente , y fué tal , quel piloto dijo, que aquel tiempo duraba, otro día miércoles por la mañana viéramos tierra de una isla llamada Pantanelea; ansí aquella nocbe navegamos razonablemente, y otfo dia miércoles en esclaresciendo , algunos de los soldados se subieron á las gavias , y miraron á una parto y á otra , y no veian tierra ninguna , y como se bajasen y dijiesen que no veían tierra, toda la gente desmayó, en tanta ma-^ ñera que no había quien pediese echar la habla del cuer- po , entonces el piloto de la nao doliéndose de tanto per- dimiento de gente , súbese á las gavias > y como por el lino sabia poco mus ó menos donde estábamos , y donde cala- ba la i^a , y el sol era ya salido , y la niebla era qnilada que estaba encima de la isla, aunque á la sazón estaba mas de diez leguas , luego se comenzó á determinar In tierra , y como la viese luego comenzó á decir tierra, tier- ra ; entonces toda la gente alza un gran alarido de placer, loando á nuestro Señor y á su bendita madre que tanto bien nos había hecho , que por nuestros pecados no lle- gáramos aquel día á ver tierra fuera gran maravilla esca- par ninguno de Cuantos en la nao íbamos , por haber tres dias que ni comíamos bebíamos , que era lo mas peli- groso , y aun con todo esto aquel dia echamos á la mar

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r.r.1

cuolro pertonas otiogadas <Ie seJ , antea que Hegiii^eBias ú la isla , sin oíros muchos que antes habían echado , y ami navegando con buen tiempo, y allegados en la tarde cuanto dos millas de la isla , antes que la nao surgiese ni llegase al puerto, se echaron muchos á nado eon barriles y calabazas por ir á beber agua , é para traer á sus ami- gos ó mujeres y hermanos, y esto porque como didm es no llevábamos batel ni marras, eiao una mancha muy pequeña y muy delgada , y ansí loa que se echaron ¿ la mar para beber fueron á tanto peligro que uqo ó dos se abogaron , y porque lo bueno «s razón que sea alabado y resciba algún premio el que obra virtud, en esta isla está un lugar cercado con un castillo Rierle ; hay en este lugar trescientos vecinos que hablan algarabía comO moros , j muy bien la lengua ceciliana, porque confina y trata «lu* cho con ella por estar treihtd leguas la una de la otra , y creo que los hizo Dios los mas caritativos ; y esto digo porque como los del higar vieron fr nadando los que se 'habían echado á la mar desnudos para ir á beber, porque de otira mtmei^a no pudieran , solen los hombres y muje- res del hignr con mucho pan, y vine , y carne , y uvas y cosas de refresco , y vánae para ellos ; y como los vieron desfigurados y traspasados de sed y de hambre , llorando con ellos, no los dejaban beber hasta que oomiesen algu- na cosa , porque no les hiciese daño , y ansí abrazándolos les haciao comer , aunque Con mucha pena , i causa que teniamos cerrados loa caños oi^ánicos por haber estado tantos días sin comer ni beber : ansimesme se echaron i nado seis hombres de aquellos que primero se habían Me* gado á la marina i cada uno con su media bola de agua de- lante de si , y tan buena diligencia se dieron que llegaron con ello ante que la nao fuese surgida , porque como la

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nao tiró una lombardatb pura hacer salva al puerto como se acostumbra , el taco de la lombardada dio al uno de aquellos que traian el agua, é le descalabró, aunque no fué-cosa de peligro, y luego como ta nao surgió, como las galeras del armada que iban á Niípoles arribaron allí, y el dia antes se habían parlido , hablan dicho deste des- barate de los r>elves, el capitán de la isla vino á la nao con un batel cargado do pan, y vino, y uvas, y pasas y de oirás frutas de refresco, y como viese la gente tan disligurada< y ansí arrojarse á la mar por allegarse al batel , llorando dccia, que muchas personas habia visto debilitadas de hambre y de sed, pero que jamás había visto ni oído gente tan sin gesto como todos íbamos: decía también , callad hijos y estar quedos que yo os traeré cuanto hubierdes menester, é acabado Je repartir cuanto traía , tornó y trajo mas. y ansí nos estovtmos en la nao aquella noche, hasta otro dia jueves , que se contaron doce del mes , quel mismo capitán envió un batel en que saltó toda la mayor parte de In gente en tierra. Ver como la gente del lugar chicos é grandes, de vernos tan debilitados y desfigurados, lloraban que era una lástima de ver, tanto -que, aunque nosotros veníamos sin poder echar lo habla , ni poder escu- pir , sino muy poco , y todo podre lo que escupíamos , nos provocaban á llorar , y ansí nos estuvimos allí todo aquel «lia dándonos muy bien todo lo necesario ; á los que tenia» dineros y querían pagar, pagábanlo , y á los que no lo te- nían, se lo daban de gracia, aunque muy pocos bahía que no tuviesen dineros, lo» cuales pagaban aunque no les pi- diesen el dinero, por vellos de tan buena condición y áni- mo; ansímesmo ellos con su batel inchcn diez ó doce bo" tas de ogua y las posieron en la nao. y haciéndonos es- tas y otras muchas caridades, nos estuvimos allí hasta la

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S33 tarde que comenzó á salir y refrescar vienlo medio jorno, que entonces el capitón de la isla rogó á los capitanes de la gente, porque los de aquella isla eran muy pobres, á causa de ser pequeña la isla , que no tiene mas de doce millas que son tres leguas, y allende desto que no habia tres años que habian ¡do mili turcos en sus fustas é se en- tmron en la isla y combatiendo el lugar, y lo tomaron, y los del lugar se reirajieron en el castillo con sus mujeres y hijos , y como el castillo es muy fuerte se defendieron cuatro meses continuos sin que los turcos les podiesen en- trar , basta que el señor de la isla, que es un caballero de Aragón lo supo , invló gran socorro , toman toda ropa que había en el lugar , y embárcanse en sus fustas y van- -se en Turquía ; por esto el capitán les rogaba é pedía por merced, hiciesen embarcar la gente, y pues hacia buen tiempo se hiciesen h la vela. Los capitanes les res- pondieron que de muy buena voluntad les placía , que aunque él oo se lo dijiera ellos tenían el pensamiento da- cello , y luego mandaron embarcar la gente , y ellos se despidieron del y de todos los del lugar , dándoles mu- chas gracias por la mucha caridad y nobleza que con nos- otros habían usado. Embarcada la gente , como dicho es, jueves en la noche hecimos i la vela, y con muy buen tiempo de media proa anduvimos i 8 l^uas, y luego cal- mó el tiempo , y con mucha pena sábado que se cuntan ii del mes , llegamos cuatro leguas de Trápana, que es en la isla de Cecilia, y como nuestros pecados aun no esta- ban acaba'dos de purgar, pasando entre la isla de la Fa- guñana y unos bajíos que llaman los Hormigueros, sábado ya dicho, después de media noche, yendo a la vela la nao se encalla , y el capitán de la nao toma una hacha para cerlar el mástil, á cabsa que andaba la mar muy alta , y

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534 nndaba mucho viento y la nao se hacia pedazos y peres- ceria la gente : viendo el contramaestre quel capitán que* ría- cortar el mástul , comienza a dar voces que no hubie- sen miedo, por esforzar lo gente, que la nao era nueva j se sesteoia sin quebrarse ni deshacerse tres dias si fuese menester, y con esto el capitán no cortó el máslel, y la gente se sosegó hasta otro día domingo por la mañana que comenzamos á tirar tiros de una lombarda porque viniese algún socorro, mas sin venir batel ni socorro nos estuvi- mos todo aquel día , hasta hora de vísperas que viendo tan gran perdimiento algunos de los mejores nadadores que en lA nao habla, ron mucho peligro de sus personas, dijeron que ellos se querían aventurar y echarse á la mar, por ver si podrían llegar á tien-a , aunque estaba muy le* jos ; de manera que viendo su buen deseo todos les die^ ron mdichaa gracias , y les ataron muy bien calabaías por bajo de los brazos , y encomendúndose á nuestra Señora tmlos tres juntos yendo á tonto peligro , por estar la tíer^ ra muy lejos , y esibr la mar muy alta , que muchas veces los aleaba y Iva torn&ba á meter debajo de las grandes otas que hacia, y los temamos por ahogados; mas con ayuda y esfuerzo do Dueslra Señora llegaron i tierra , y yendo por la marina adelante topan oon unos cecilianos qtie andaban ¿ caza do conejos, y como quiera que estos erbn de Trápana , habis«rse ido ftllí en un batelejd por la mar, y como los ^ue salieron déla nao toparon con ellos, y vieron el balctejo , les ruegan por amor de Dios , y pa- gándoselo muy bieti , que vayan con ellos hasta saear la gente que en ella estaba. Los Cazadores mas por el dine- ro qUe les dieron, que por el servicio de Dios, dejan la caza y mótense con los compañeros en el bntel, y van á la pao y sacan uno baldada de gente en licrpt, y oi^ (¡lio

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solió el capUao de la nao , el cual fué á Trápana en un bergaiilin é trajo una ancla y una gomia, y Iraida echa el nncla- por la popa de la nao por donde la nao había en- ■track) é se hatúa encallado y ooniienza á rodear el cabes- trante todos cuantos habia en la nao, y jamas hizo movi- miento para salir, y viendo esto , acordaron de echar toda la gente en tierra , y toda la ropa y dejarse la nao perdi- da , y ansí comeozoaxto á echar toda la gente fuera , y com la tierra estaba muy lejos y el batelejo era muy pe- queño, na podieroQ aquel dia sacar toda la gente, é por- que la maldad de tos malos no es razón que se calle por- que aea publicándose para ellos castigo y para otros es- carmiento, fué que como á lodos no sacasen en tierra, y á este , que se puede llamar delincuente > pues jug6 la limosna , salida toda la geale no quedaron sino seis ma- rineros, y después de lodos fuera prueban ansí como de hurla á burgir fiicj el cabcalranle . y plugé á nuestra Se- ñera que á loa primeras vueltas, estos seis solos , hicieron k) que trescientos no pedieron hacer, y fué , que á la hora sacaroQ la nao, y sacada hicieron á la vela, y fueron al puerto de Trápana , donde en llegando , el capitán de la nao am los marineras , de cierto certificaron que en sa- liende aqtwl delincuente , luego en la hora á la primer varita calió del caliostrante tan ligeramente como sino ilegam a tierra , de lo cual todos dimos gracias á nuestro Señor , y con inticho placer y alegría hicimos la proce- sioa que ieuiomos prometido á nuestra Señora de la Anun- cia^ de Trápana , y ansimesmo despachamos el romero a nuestra Señora de Buen Aire , que es en la isla de Cer- 486a. Hecha nuestra procesión, iba tan fatigada toda la ^eale y temorizadá del poco saber del piloto , que lodos se fuefon, los unos á Palermo, los otros á Mccina, que

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snn ctbilailes en la isla , y otros embarcáronse para Ñapó- les y otros pnra España, oíros se quedaron en el mismo hignr lie TTiipana , porque solamente les diesen de comer por su trahnjo, y otros nos tornamos á embarenr para Trí- [lol , aunque pocos en un galeón ginovés que iba con mer- cancía , y salimos del puerto de Trápana lunes que se con- tnron 23 de setiembre, con liempo muy contrario de levante lebeche , no podiendo tomar la isla de la Lampa- dosa , corrimos á los Querquenes, y allí estovimos un dia y una noche, é de alh nos Itevantamos con poniente maestro, y obra de 10 leguas tornónos á saltar levante que nos echó á la costa de los Gelves , y allí lomamos de necesidad á surgir, y estuvimos dos noches y un dia, y allí plugo á nuestro Sefior que nos tornó poniente y soli- mos junto á la costa de Berbería , tierra á tierra llegamos á Trípol lunes postrero de setiembre, y como el piloto del galeón en que íbamos no era platico en aquellas par- tes ni en el puerto , como íbamos muy caídos á la parte de medio jorno , no pedimos cabalgar una punta que se hace de unos bajíos y peñas á la entrada del puerto á ta parte del norte , de manera que de necesidad hubimos de surgir fuera det puerto , y como el conde á la aazoD esta* ha ei^barctido con toda la gente que se había reci^do después del desbarato de los Gelves, 'viese el navio surto fuera del puerto y á mucho peligro si arreoiara el tiempo que entonces corría , ínvía un barco por medio de los se- canos , y metieron el galeón á jorro dentro det puerto.

Llegados á Trípol postrero de setiembre , el conde es- taba embarcado con toda la gente que con mucho traba- jo y peligro le habían seguido después del desbarato, que serian hasta ocho mili hombres de pelea, y estovi- m.os ansí embarcados hasta viernes seguiente, que se conta-

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ron cuatro de oclubre , y con buen tiempo, to- das las naos, que serían hasta sesenta velas entre grandes y pcqueíkas, salieron del puer- to, y aquel día y aquella noche anduvimos hasta 25 leguas , porque en saliendo del puer- to calmó algo el tiempo, é luego otro día sábado por la mañana se levantó tan grandí- sima fortuna de poniente maestro que no pa- rescia sino que rajar fgicj toda la tierr«. Allí ' vtérades los navios derramarse unos por ana parte y otros por otra , diciendo la gente con gran clamor y alarido ¡ O Señor y miserícor- dia! pues Dios^e misericordia eres. ¡ O Se-^ ñora Virgen María! váinos pues que eres ma- dre de Dios. Otros decian cosas tan lastime- ras que á todos provocaban á llorar ; y con esta tribulación unas naos corrieron á Cecilia, otras á Malta , y Gozo y la Panlaleria , y alie* garon muy destrozadas y perdidas de la grap fortuna ; y de necesidad algunos fueron á Me* ciña, que es en Cecilia, á dar carena , otros ti- raron la costa de Turquía , otros á una cíbdad que llaman Golfo, que es en Grecia , de criS' tianos, donde fueron muy bien remediados, y otras se perdieron por otras partes, quenuq* ca se supieron, salvo de cinco navios, los dos galeones y tres carabelas gruesas que se perdieron tres leguas de Tripol , las t:uale8 iban al puerto, y la grandísima fortuna hizoles dar el (i) través en la costa donde se bicierofi

(1) El por al.

Ñola d* Koarrelc.

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pedazos , y tiestos cinco navios escaparon solos oinouenla hombres y mujeres que deqde allí se fueron de noche á Trípol, que de la oira gente cuanta iban en los navios ja- más se supe mas de cuanto se creo ser ahogodos ó cabti- vos : allí se perdieron muchos esclavos , muchos dineros, mucho oro é plata , mucha ropa muy rica, porque todos los que escaparon , salían desnudos en carnes . salvo algu- nas mugeres que salieron á gran dicho como las tomaba la voz , Y aun cuando escnpahan, cuidaban que Dios les hacía la mayor merced del mundo. Astraisrao un ber^ntin de 1 8 báñeos que iba junto para entrar en el puerto de Trípol le tomó la ola y da con él encima de una peña muy alta, do manera que cuando cesó la Ibrtuna quedó en seco sin se quebrar ni perder un solo hombre. Pues que diremos del pobre caballoro el conde Pedro Navarro , que á esta sazón «staba sin dormir, que no menos peligros pasó que toda la otrn gente y naos que se salvaron , y esto , porque como todas las naos se derramaron, quedó solo, aunque no de la misericordia de Dios , la cual muy claro parescía habe- Ile salvado á ¿I , y á cuantos con él iban , no le siguiendo sino solo un barquito de Mólaga de hasta ocho ó diez tíme- les de uno llamado Pedro de Morón, y ansí solo el conde corrió hasta en cabo de Mesúrate , que es en Turquía , é come él iba en una nao de cuatrocientos toneles de un víz- cttino llamado Juan de Ocho» de Motríca, la cual como era nueva del prmicr viaje , y hobiese estado alguna parte del verano en el puerto de Trípol donde hace grandísimos ca- lores , y como nunca se habia calafateado dende que salió de Castilla , estaba algo abierta , é la grandísima fortuna hacíale saltar y el estopa de un lado que habia orza mas quel otro , y como siempre iba forzado á orza por el tíenh pe contrario, y muy cerca la costa de Turquía , sobado que

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559 se contaron 12 de otultre á medía noche lo nao se inchia de agua y á mas andar se iba á hondo . por que e) agua daba á la rodilla de abajo de sota encima del asiré fsicj de la nao, y como los marineros y oíros caballeros que iban en la nao viesen tanta agua dentro, comienzan á dar vo- ces ; como el conde oyó dar voces sale de ta cámara muy sosegado que parescia ningui^a atieracion traer, é si la traia no para que la mostrase , por no desmayar la gente, é premunió que era aquello. El espitan de la nao respon- dió : Señor, jiaonos á fondo. El conde dijo ¿cómo es aso? Se&or, la media nao esta de agua por cima del lastre. Entonces el conde habló coma caballero muy esforzado, éehala, échala fuera, y qué! ¿de eso os maravilláis? pues yo me be visto en naos tener el agua basta la rodilla sobre la c^Herla, y no perdernos. Estonces viérades chicos y grandes, caballeros y escuderos unos dar á la bomba y otros con calderas, y otpoi con baldés, y otros con medias Ctt*rtcT(das echar aguo fuera de la nao , y el conde alum- brando con una hacha ; é como en este trabajo anduvié- semos gran pieza de la noche, tanto que apenas los que es- taban en ta nao le pediesen sofrtr , y el agua de la nao no menéate, mas cada hora crescieae , estonces el almirante db la mar llamado Charrán, dijo al conde : Señor, esta agua cada hora crece é ímoaos á fondo, pues nuestro Señor ansí lo quiere, mélaae su señoría en la barca de la nao y vayase i BU aventura por la mar, y desla manera salvarsehá , y no perezoamos todos. Entonces el conde con mucha manse-r dumbre dijo : Si vosotros salváis á mi . yo salvaré á voso- tros; á dar á entender que otros se hablan de salvar y él con ellos, é que si todos se hablan de perder y él lo mismo. Acubadas estas i>alabras, el conde preguntó que

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por dontic entraba el ngua : ellos dijeron que por el lado que la nao va á orza. Dijo el conde, pues dar olro borde á la nao , y giraron las velas, y en la hora plugo á mies* tra Señora, como del otro lado no estaba lan abierta ces¿ el agua y ansí nos sostuvimos hasta otro día domingo por la mañana que la mar mitigó, y sosegada tomamos la vía de Trípol, y llegamos al puerto con calmas muertas jue- ves diez (1) de octubre, y cuando llegamos al puerto ya estaban hasta 20 naos que habían arribado el día antes, y ansí estuvimos allí hasta que la nao del conde se cala- fateó . y en este tiempo llegaron 10 naos que venian muy perdidas y destrozadas ; mas no porque el conde aquellos dius que allí estuvimos saliese á tierra, sino por mucha maravilla aunque fuesen personas de cargo, y algunoi salían no volvían mas á las naos , y esto por el grandísi* mo miedo que habían cobrado á la fortuna de la mar.

Llegado el conde á Trípol y recogidos hasta treinta navios gruesos en que podía haber hasta cinco mili hcHO- bres de pelea, y no muchos mas, porque como quiera que todos habían corrido mucha fortuna ta gente que sa- lía de las naos á tierra no querían volver é embarcarse, y quedábanse en la cibdad ; y porque las otras naos que habían corrido á Cecilia y por otras partes habían perdí* do mucha gente , y no menos los que dieron, al través y se perdieron , de manera que salidos de allí con muy buen viento llegamos á la isla de la Lampadosa, que es- tá 55 leguas de Cecilia, y veinte y cinco de los Gelves y treinta y cinco de Trípol : es isla que tiene en ruedo Irein-

(t) Debe ser diez^ seis.

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IB millas, que soii siete leguas y inedia ; liay en ella mü* chas brutas(l)y cuevas debajo de tierra; hay mucha leña de unos chaparros anchos y muy espesos ; hay un castillo en la marina al mismo puerlo , muy antiguo y la mayor parte del derrocado ; hay en esta Jsla poca aguo y no muy buena ; había en ella algunos conejos y tortugas , y al- gunos pajarlcos muy pequeños ; hay mucha cebolla, que llaman albarrana , y muchos ajos monteses ; hay al tiem- po muchos espárragos y cardos montesinos ; ansí que alie* gados allí , luego otro día el conde mandó por la mañana decir misa á sus capellanes , y á toda la gente con el sa' lid á oir misa , y desque lodos oyeron misa . como el conde habia visto tantas desdichas y peligros como Dioa nos habia dado unas tras otrils , mandó juntar toda la gen- te, y él en medio de todos dijo : Hijos y hermanos míos, Á lo que os mandé llamar aquí , es para deciros como nuestro Señor ha querido castigarnos muchas veces con las fortunas, y peligros, y necesidades, las cuales han 9Ído á todos muy notorias , y esto pcir nuestros pecados, y de esta cabsa me parece que yo con todos vosotros no me avenloraria ni atrevería á la menor hueste del mundo lie moros, ni aun á solo el menor moro de la Berbería; por- que seria tentar á Dios muchas veces, si primero no me prometiésedes dos cosas , lo primero , el muy odioso es- tilo que tenéis de renegar, que os apartéis de lo hacer, lo otro de no os echar con las moras , y si estas dos cosas me prometéis y las guardáis, osaré acometer á cuantos moros hay en la Berbería ; y dicho esto tos coroneles res^ pendieron que se lo prometían, y ansí toda la otra gente

{!) Sin duda por grutas.

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Monei.,. Alfiquei

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nizando los dedos hacia arruta. El c(Hidc di- jo, pues que asi es, é si lo cumplís, iremos bien preslo á tomar nuestras cosas para el in> vieroo; y esto decia-porque tenia pensado de aSÍSÍm''" •'" ^ tornar á Zuzar , ó i Monasterio , ó á los Alfhques , ó África , que todos estos son luga- res de moros y están á quince y á Teínle le- guas de atli > y lodos muy buenos y ricos lu- gares , y de rouy buenos puertos , y hermo- samente torreados. Y dicho el conde lo que era su intención . mandó sentar sus tiendas y que toda la gente solga ó tierra , la cual esta- ba muy quebrantada de la fortuna , y aosi- mismo manda que á todos dea ración de hs- rjno . y vino , y carne salada para quince diat porque refrescasen y tomasen fuerzas ; y coa esto toda la gente muy alegre holgaba de ma- nera que luego tornaron en si; é como el conde viese que la gente esiaba ya buena, salvo que estaba muy desarmada del desba- rato de los GclVes, manda repartir las armas que habia en las naos á cada uno pira que todos estuviesen bien armados de sus cosele- tes, y brazales, y celadas, y espadas , y puña- les y picas; y á los ballesteros mandó que tuviesen aderezadas sus ballestas, y á los es- copeteros BUS escopetas y su pólvora muy á punto, y hecbo esto i cabo de odio dias mandó embarcar toda la gante, y poner to- das las naos á la colín, y estando ansí em- barcados, comienzan unas calmas muertas que no se movía ningún aire, y ansí estu-

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Vimos quince dins embarcados, y viene iltl Vietito medio jorno , que hizo que ninguna nao pudiese salir del puerto , y esto porque la bo- ca de este puerto estaba hacia lo parte de me< (liodia, y snsí estuvimos esperando que aman- sase la fortuna , la cual era ton grande , que muchos DO podiendo sofrir á estar en las naos, se salian á tierra , y como allá no había nin^ guno que les diese tílualla, ni después do salidos los podían ir á recoger en los naos , se gun la grandísima fortuna, de manera que se iban por la isla adelante i comer yerbas, y se morían 1 y de esta manera muchos hallaban muertos por la isla ; y ansi estuvimos muchos dios embarcados, tanto que Viendo eUo se co' menzaron pocos ¿ pocos á desembarcar y se ' estaban en tierra , y otros se quedaban en ta nao, y de esta manera estuvimos hasta el mes de diciembre que en este tiempo algunos na- vios iban y llevaban bastimientos de Cicilia y de Ñapóles I y siempre daban raciones que po^ co que mucho. En esta isla, como es dicho, liay grandes cuevas debajo de tierra , y otras en- cima entre las pefias, entre las cuales hay ana muy grande y muy gentil hecha debajo de una peña, media legua del puerto, en la cual esló un altar y una imagen de nuestra Señora do Unxada á la gregisca . con su bendito Hijo en los brazos muy devotísimos, la cual en oque' lia sazón se dccia haber tres ó cuatro años que estando alli en el mismo puerto de Lampadosa surta cierta armada do turcos^

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sallaron los liircos en la isla y entraron en las cuevas, y como enlrasea en esta donde estaba ta imagen llevá- ronla á las naos, y como la arrojasen por escarnio, aca- so en aquel navio donde la llevaron andaba un cristiano cautivo, el cual como viese á la imagen de nuestra Se- ñora hizo su acatamiento y disimuló como si ningima cosa viera , y ansí estovieron los turcos allí algunos días, tanto que desdo la hora que metieron la imagen, les comenzó hacer tiempo contrario lan recio y tan contino, que estovieron cuatro meses sin poder salir del puerto, tanto que estabait ñ punto de se perder y morir de ham- bre, y como quiera que esta necesidad todos loa turcos la sintiesen , pero mucho mas el cristiano por ser cab- tivo , y eso poco que le solian dar , no se lo daban por no lo haber , y no podiendo sofrír la hambre pensó que aquella fortuna causaba la traida de la imagen, y dijo al capitán que se llamaba Ah Camalí : Señor , tu as de saber como algunos de los tuyos andando por la isla toparon una imagen de lo madre de Dios , en quien todos los cristianos creemos y tenemos mucha confianza, y la han (raido á los navios , y si no la mandas volver ol mismo lugar dundo la tomaron, sábete que no saldremos de aquí, y todos perescerémoE, y si eslo se hace luego nos hará tiempo. Oído esto Alí Camali, mandó hacer pesquisa por todos los navios , y pone muchas penas para que luego se la traigan; y como lo supieron los que la tenían , á la hora la llevan. y mandó que la llevasen y pongan en su lugar, y ansí lo hicieron, y luego otro dia vuélveles buen tiempo, yvónse en Turquía. En este tiempo que es dicho que estaba el conde en esta isla con toda U gente esperando tiempo para salir del puerto, un clérigo que dccia misa en el castillo, habi a tomado esta misma imñgcn de donde cs-

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laba, y la había ilevailo al caslillo Jümle leiiiu su nltar y celebraba , y como muy conlínuamentc iba la geole á bi iglesia . donde solía estar la imagen , á misa y á hacer oración, y no vieron la ¡mágon en el altar, luego pre- guntaron los unos á loa oíros, que era do la imagen, y esto decían porque á todos era muy notorio lo que habia acaescído á los turcos , y como la imagen no viesen sino los que oían misa en el castillo , que eran pocos , los que no lo sabían , van al conde y cuéntanle muy por orden lo que habia acaescído á los tarcos á causa de la imagen ; y el conde les respondió , pues á que propósito : ellos dije- ron : Señor , porque han tomado la imagen de la iglesia, y no se sabe quien ni quien no, por tanto suplicamos á V. S. mande hacer pesquisa. El conde mandó luego que la buscasen, y andAndo pesquisando, dijeron como no sabe que la imagen está en el castillo , y dijiéronlo al con- de, y luego manda que para otro día por la mañana to- dos los clérigos estén apercebídos, todos los clérigos y frailes que había en la isla « y toda la otra gente chicos y grandes , y ansí jutitos se van al castillo , y toman la ima- gen y en procesión muy ordenadamente con mucha de- voción los clérigos y frailes eanlando hinos y letanías y toda la mas de la gente descalzos nos fuimos hasta la igle- sia, qfie- 03 media legua grande del castillo , y allí posímos en su lugar y dijimos misa, y de allí adehinte toda la gente iban cada día descalzos á la iglesia á oír misa y con- fesar y comulgar, y esto tan continuamente que en pocos dias, aunque el campo era muy áspero á causa de ser todo peña y monte, le cavan tan seguido y tan limpio y lleno de cruces t y de montones de piedras, como está el ca- mino del señor Santiago en el año del jubileo.

Llevada la imógen, como dicho es, plugo á nuestra Tomo XXV. 35

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Señora déiide ú pocos dias sosegar la ruriü* na y comenzó hacer algunos dias de caimas- y buen tiempo, y viendo esto el conde, vigi- lia de la Natividad de nuestro Señor , mandó sacar toda la arlillería que estaba en las naos é mandóla limpiar muy bien de dentro , po^ que estaba muy lomada de Ib mar, y des- pués bácelaa tomar á las naos y á encabalgar en suB camenas fatc^, y manda embarcar toda la gente pensando que ya la fortuna estaba harta de le perseguir, y pensando que ya muy libremente podíamos salir del puerto, para ir donde deseaba; mas como quiera que ya estaba determinado de Dios que habia de ser asi, mediante nuestros pecados, estando anai, como dicho es , la gente en las naos em- barcada . martes que se contaron dos de ene- ro , se comenzó á llevanlar tiempo ó viento de medio jorno, de manera que de poco en poco se avino tanto que á hora de las tres después de medio dia se vuelve en tan gran- dísima fortuna que comienzan tas unas naos á quebrarse los próises que tenían echados en tierra, otras quebrau los ayustes, otras co- mienzan á garrar, entre las cuales habia un carracon grande ginovés de ochocientos tone- les, el cual por ser tan grande estaba amar- rado fuera de la entrada del puerto con ca- torce gomias ó marras muy gruesas , é como quiera que el puerto es muy pequeño que apenas pudian los navios que dentro estaban, caber , y la fortuna fuese siempre mas , crcs-

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ciendo taoio que entraba el agua por los cómbeles tlu hi nao , y esto á cobsa que el tiempo que corría era medio jomo, como dicho es , y la mismo entrada del puerto esl» al raismo viento , de manera que no podiendo eofrír las amarras del corracon la grandísima fortuna se quebra- ron todas : iba el carracon al través , y como quiera que las naos estaban muy juntas, loma delante de cuatro ó cinco naos, y tráceles romper las amarras y lle^'ab:* delante y bacetas dar en tierra donde se hicieron mili pedazos; Ansiraesmo comienzan otros 16 ó 17 navios de poco en poco á qtiebl'ar las amarras y dar al través de manera , que los unos dobao sobre los otros , que la for- tuna y loa mismos navios se &rrojat>an encima de unas peñas, y otros encattalron en tierra, y algunos con la gente via que iban al través haeian veta muy presto . y como la fortuna de la mar y aire era grandísimo arrojaba la nao Ibera de la mar en tien'a con la gran fuerza que llevaba , y ansí escapaba la gente , en especial esto Iiizo un coronel llamado Diego de Valencia, el cual por esta dctigencia que bizo, ninguti hombre de su nao peligró ; de manera que 20 ó 22 navios se perdieron entre el día y la noche. Pues ¿qué se dirá de lo gente pecadora que dentro estaba? Viérades^los saltar y echarse á la mar, y la mesma rezíura (1] lornallos dentro, y donde no babia el agua á la rodilla ahogarse , oíros ir nadando , y no poder pasar con los muchos que ahogados topaban , y ansí aho- garse , otros asirse á los abogados por sostenlarse , otros caballeros en la madera de las naos; ansimismo las mu- jeres sacar á tos hombres por la mano fuera del agua,

(!) Reziura por retaca.

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teiiíüiiJo ellas para ello mas esfuerzo, oLras savar sus hi- jos, aquestas no poiltenilo aalir. de lantos como había ahogados: víérades los cosíales de la harina andar na- dando por la mar , las botas de vino hechas pedazos , la curne salada por la mar adelante, el bizcocho derrama- do por la costa', y las tinajas de aceite y vinagre derra- marse , y tas cajas ó arcas andar nadando por el suelo dándose golpes las mías con las otras haciéndase pedazos: viérades mucha ropa y muy buena , por cima de las olas y no en parte donde della se pudiesen aprovechar: vié- rades ahogados muchos esclavos, y desla manera mucha gente peresció , y los pobres que escapaban, muy mojados y perdidos , el socorro que tenían era hacer lumbre y ca- lentarse c ir á coger puerros montesinos y asar y comer, y beber de una agua muy amarilla y salobre y de muy mal gusto, y dende adelante como la mas de la vitualb se perdió , lo que quedó vendíase tan caro que un pan de una libra de IG onzas valia un quevír de nueve mrs., y destoa panes habia menester hombre tres ó cuatro para hartarse á una comida; valía una tortuga catorce quíles; vendíanse unos pnjarícos pequeños en tres ó cuatro qui- bilcs, valia un gato medio ducado, valia de unos espár- ragos que allí habia cada espárrago á maravedí, vaha de unos cardos montesinos pequeños cada uno dos ó tres qui- les, y estos no eran de los cardos que nascen en la An- dalucía en ei campo, mas eran de una naturaleza que nacen muy bajos pegados con la tierra , y las hojas muy bajas, y anchas, y redondas y almenadas como hojas de higuera y muy verdes , tanto que , sino muy cocidos en agua, ninguno habia que los pediese meter en la boca del gande fstcj amargor que tenían ; valía una gallina ducado y medio é dos ducados ; valia urí conejo un ducado ; y es-

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tamlo en esta estrecha liecesiilad-ptugó á nuestro Señor que á cabo de 15 días la mar se sosegó la fortuna, en- tÓDces viérades entrar en )a mar á sacar los que estaban ahogado&para enterrallos, aunque no en la iglesia sino en la marina , y como se habían ahogado muchos esclavos moros y moras , muchas veces los sacaban pensando que eraa cristianos , hasta que tcnian conocimiento como eran moros; viérades mas, que andando sacando los abogados toparon acaso un caballo que se habia muerto mas habia ^e 15 dias cuando las naos se perdieron, y como lo to- paron , viérades la gente asi como lobos entrar á porfía y «OD mucha cuestión y rencilla , quien mas podia roas cor- taba, y en espacio de media hora ni habia ni parescia hueso ni pelo del, y aquello comían como si fuera faisanes. Estando el conde en este trabajo . deseando salir del puerto (t) parte por los coroneles y capitanes hasta'qui- nientos cestones y manda que luego se hagan de la rama de los chaparros que había asaz por toda la isla , los cua- les hechos eran de ocho pies en ancho y de mas de un es- tado de alto, y la intención porque se mandaron hacer no se supo, mas de cuanto se sospechó que era para ir á la puente de los Gelves , y en saltando la gente eif/ticrra enchir los cestones de tierra , y hacer al derredor una ca- va , y allí hacerse fuertes , de manera que sospechando esto al principio del mes de hebrero, manda el conde á 8U mayordomo y á otros dos coroneles que vayan en Ceci- lia y calquen los mas bastimientos que pudieren y los trai- gan , y porque los pocos bastimientos que habían quedado quedasen . y hubiese mas para los pocos que para los mu*

(4) A(|aí hay una cifra que do se enlieodo.

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dios , y se poiliescn mejor susteat.tr , mandi á los dichos coroneles que iban á Cecilia que cada ano se lleve ni gente consigo en tres naos que llevaban , y aosimismo les inandó que vuelvan loa mas presto que puedan, y que cuando tornasen se fuesen á tos bajíos de los Querquenes que allí le tullorian. Hartídose estos coroneles con toda su gente , el conde quedó y mandó apercibir toda ta gen- te , y donde á cuatro dias hizo embarcar la gente y salie- ron del puerto á diez de bebrero con hasta 24 navios en- tre grandes y pequeños , y tomamos derrota para la isla de Negra fée, que puede ansí llamarse por nuestros peeados, de los Querquenes ya llegados surgieron tas naos de noelM todas á causa de los muchos bajíos por no encallar en tierra, que si navegaran sin tentar los bajíos no Aiera -mucho perderse los navios , y surtos estuvimos alli aquella noche que serian mas de cuatro leguas de la isla , y cnan- do amáneselo no se vía tierra ^m^WM : en aquella sozoa había muy poca agua en las naos é manda el conde i im coronel llamada Diego de Valencia , que vaya con sn nao y gente hacía la parte de un higar de moros que se llama los Alfanequcs á hacer agua , asimismo ÍDvia otro coronel llamavV) Samanicgo á otra parte que Irujiese agua , y el conde mandó hacer vela con las naos que con él queda- ban , y llégansQ mas adelante hacia la kla' y haee íp un bei^ntin delante de los navios con una Gíndiüe^ (1) tentando el fondo que había porque las n^os no ettoalta- sen , y como llegaron á cinco bra2as de hondo , hiego to- dos los navios surgieron, quesería una legua de Iq idla , y -alli estuvimos á vista de Zuzar y Monesterío hasta cerca

(i) Guindalaq.

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-do ocho *\m que vino el coronel Diego de Valencia, y no COD mucha agua y muy salobre, de maDera que á la sa- zón mucha fatiga pasaba la gente y de hamhre , tanto que el conde mismo teoia por deTocion de ayuoar los viernes, y estando eo tanta necesidad lo quebrantó y mandó que aunque era cuaresma toda la gente comiese carne si la .pediese haber . y ansí como e) coronel Diego de Valencia llegó, mandó embarcar toda la gente en las fustas, y ber- gantines, y barcas y otros navios de rMTio poco ¿ poco, .aunque con mucha pena á causa de estar los navios muy lejos é echaron toda la gente en la isla.

Echada la gente en tierra, luego se ponen en orde- nanza de cinco escuadrones y comienzan luego á ca- mioar por la isla adelante, y el conde á pie en los delan* teros, con sus alabarderos, y en esta orden caminaron cuanto una legua grande , sin que pareciera moro ninguno ni ganado , porque la intención del conde era solamente hacer agua y nutar algún ganado para hacer carne , por- que en aquella isla había mucho de todo ganado , tanto que los Gelves y todos los lugares de la costa se proveen da carne de aquella isla . y esto porque es muy grande y despoblada , mas de cuanto algún pan se coge, aunque poco, y para esto tienen los moros allí algunas casas ó manera de castilh» para coger su pan ; de manera quo .viendo . el conde que la gente habia andado gran trecho sin que hallase ningún ganado ni agua , da la vuelta pora la marina porque no nos tomase b noche , que ya era .algo tarde , y muy desviados de la marina : en esto un coronel llamado Vioneto habíase apartado de la gente cuanto media legua dentro en tierra , y andando mirando por nna parte y por otra , topó tros pozos de agua , que no debieran ser hallados. Vuélvese muy alegre á la ma-

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rinn donde estaba el conde, y dicele: Señor yo he halla* do tres pozos de agua muy buena. El conde^ viendo la gran necesidad que en las naos había, holgó mucho de oír aquellas nuevas, y dijole: ¿Dónde eslan esos pozos que decís? Dijo él: Señor, media legua de aquí. Entonces porque ya era larde maRda que toda la gente embarqne siitro el escuadrón de la gente del dicho coronel Vionelo, y aquella gente manda que no se parta de allí de la ma- rina , y porque los pozos estaban hacia la parte de po- niente, li.icia una punta que se hacia en la misma isla, métese el conde en un bergantín , y el coronel por tíerra con diez compañeros váse por la marina adelante hasta el derecho donde estaban los pozos, y allegados, el oonde tos mira muy bien , y bebe del agua, y hállala muy dulce y muy buena, y por ser tan tarde vuélvese á la nurína donde estaba la gente , y llegados embárcanse lodos y vánse á las naos , y luego otro dia por la mañana miérco^ les, que contaron 24 de hebrero, va el mismo coronel qu« babia bailado los pozos, como aquel que no sabia lo que le babia de acontcscer, y suplica al conde que le deje sa- lir con su gente en tierra para ir á limpiar los pozos para hacep aguaje. El conde viendo tanta necesidad de agua y su importunidad, dio licencia, y dada, sale en tierra coa su gente, que era la mas escogida que en toda la armada había , y váse á los pozos ; y con la gran diligencia y tra- bajo que puso , á hora de medio i^a los tenia limpios y ade- rezados, y hecha una caña ó nlb;irrada que cerraba lodos los tres pozos , y puestas las picas y caladas hacia fuera, y mezcladas entre dos picas una escopeta, porque aun- que los moros viniesen no pudiesen entrar. El conde aquel mesmo dia después de comer , con media docena de ala-r barderos salta en un bergantín , c yáse para los pozos, é

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como allegó vio la manera, y corao eslafaaa limpios y con mucha agua, y viéndolo todo de la manera que es- tabo, algoá bu conleutamiento , dijo al coronel Vionelo ¿bien apercibido estáis? Entó;ices dijo el coronel: ¿pues qué le parece á V. S. ? quién bastará á entrar en esta al- -barradaf £1 conde como quiera que muy bien le páreselo, -pero como hombre de guerra , y que pensó , lo que des-- pues 8iicedi6, que podría acaescer , dijo al coronel : ya es. muy tarde, tomad la gente y vamos á embarcar. Enton- ces dijo el coronel: suplico á V. S. que señaladamente allende las mercedes que me ba hecho . sea esta la ma- yor, de dejarme aquí esta noche á guardar los pozos, -porque en la mañana traigan tas botos y hagamos agua- je. El conde dijo: no me paresce á ansí, sino, pues tenéis tanta gana de quedar en tierra , os v^is á la marina donde desembarcamos, y allí os estéis esta noche con -vuestra gente. Ekcoronel le lomó & replicar con mucha soberbia de lo cual Dios no se paga. ¡Oh Señor! quién basta á echarme de aquí , aunque se junten cuantos^ moros hay en Berbería? El conde viendo el gran deseo é impor* tunidad dijo : ahora pues ansí queréis quedaos con Dios, y váse y embárcase, y el coronel se queda con toda su gen- te muy alegre, y sin ningún peusamienlo de lo que des- pués la fortuna aun no contenta con lo pasado^ rodeó.

Estando limpiando los pozos est« coronel , había man- dado á un alférez que hiciese cierta cosa que perlenescia á los mismos reparos, y porque el alférez no lo hizo tan presto , aquello que el coronel le mandó , como él quisie- ra, arremete con él como un perro, é con mucho vitupe- rio de su lengua te pelaba las barbas , dándole de puña- das y golpes. El alférez, viéndose afrentado de tal manera y lan públicamente , calla y disimula lo mejor que pudo.

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y ea anocheciendo vóse donde eslabón los moros , que es- taban casi al cabo de toda la isla, y dlceles que él se va con intención de se tornar nioro , y anaimesmo dice que quieren tomar su consejo , les dará industria como uingu- DO de los cristianos que estaban en la isla , escape ni que* de cou la vida. Los moros, como quiera que ya sabían que habia gente en la isla, holgoroo de oír «quello, é infonna- (los do la manera que la gente quedaba > eoneertanm quet mismo cristiano tria con criloa después de medía nodw, y como el cristiano supiese donde habían quedado las ca>- tíñelas á escuchas, váse con loa moros ó mótalas : estas centinelas ó escuchas es uso de ponelbs en semejantes ca- sos de guerra^ de tal manera, que siempre estén aparta* dos de la otra gente cuanto un tiro de ballesta por donde piensan ó sienten que puede pasar gente , ansí como en las sendas ó caminos ^ y estos que están por escuchas ó centinelas, están tan secretos que aunque pasa por el ca- mino alguno , no lo verá , y la escucha ha de ver á loa que pasan, de manera que llegados loa moros y muertas las centinelas, vánse para los poios donde estaba la otra gen- te , y cooto los que estaban en los poun eataban desan- dados dormiendo . -pensando que moms viniesen , las centinelas habían de Ir con el rebaio, mas de tal mamera estaban durmiendo á cMisa de estar muy eanaadoa de lo que habían trabajado en limpiar los posos y hacer reparos que no los sintieroQ llegar : llegados ios moros á los po- zos donde estaba la gente dormiendo , ya al cuaKo del alba , entran dentro del circulo sin que ninguno de los -cristianos lo sintiesen , ni estuviese despierto , de lo caal «o obstante que las centinelas tuviesen puestas, pero el coronel y los que allí estuvieron , no se pueden excusar de culpa , porque ansimismo habían de tener sus velas,

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como se suele hacer, y como los moros eran muchos , co> mieozan á matar en los cristianos de tal manera , que en poco tiempo les corlaren las cobezas á todos , sin dejar mas de dos que tomaron á vida, y el uno de estos invÍa-< ron al Bey de Túnez , y el otro al jeque de los Gelves , y otro quedó con cinco ó seis heridas , debajo de los muer- tos, y como quiera que las naos estaban de allí muy lejoa nunca cosa se sintió oyó, mas de cuanto á prima noche el conHiel habia inviado 20 hombres dende los pozos á lu naos para que trajiesen bastimientos para que el coro* ntl -y la gente comiesen , y como desde tos pozos ó la ma* riña habia gran ralo , y desde la marina á las naos ansi- mismo, tardáronte tanto, que cuando volvieron con las Tituattos oyeron el alarido y algarazas que los moros traían ■Mtaad* les cristianos . y como habieron conoscimiento que enm moros, vnélvense y allí se están sin hacer nin* gim nimoi de lo que hablan oido , porque aunque qnisie- roa haeer reboto ninguna cosa aprovechaba , por ser de noche y estar las naos tan lejos de alli como estaban ; mas tos moros que ya habiaii hecho el carnaje, como quiera que de su natural sea dar gritos y hacer grandes algarn- Eas , andando ausl en sus placeres, [wbod fuego , y suel- tan tas escopetas que est^an todas armadas y apercibidas, é como ya era cerca del alba , y el conde aunque estaba en las naos, tenia mucho pessaniiento de la gente, y á esta sazen oe dormia , y como oyó las escopetas que ha* bion soltado, tomó algún recelo de ver que á tal hora dis- paraban, y como quiera que ansí en la mar como en la tierra jamás nunca nadie le vio desnudo sino en calzas y ^ubon, salta de la cama y manda que luego á la hora to- da la genle desembarque, y salte en tierra , y como la mas de \a gente estaba an« , como hablan venido en sus bcr-

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gnnlincs y fustas, con pensamiento que á la mañana lia- bian de ir á los pozos con las botas ¿ hacer aguat. Juego quQ el conde mandó aquello sallan en tierra aunque no fué tan presto que cuando la gente acabó de saltar no era de día, é como los moros que aun á la sazón están cor- riendo y escaramuzando cerca de los mismos posos, vie- sen sallar los cristianos en tierra , con la osadia que les ponia la Vitoria que habian habido, se vienen hacia la ma- rina y escaramuzando los unos con los oíros , entonces ul conde mondó al coronel Diego de Valencia , que concier- te la gente en sus escuadrones . y que arremeta de hecho y den en los moros , y como el conde toviese grande re- cela de la gente que habia quedado en los pozos , por ha- ber oido soltar las escopetas , se mete en un bergantín y se va costa á costa, al lugar donde babia desembarcado el dia antes para ir á los pezos porque' por allí se podía ver desde la marina , y llegado , comienza á mirar desde el bei^ntin á una parte y á otra de los pozos , y ni oia ni veia ningún cristiano , y no confíándose en esto mandó á un marinero de los del bergantín que suba en el mástil y mire bien hacia la parte de los pozos , ó como subiese con mucha diligencia y no viese nada , cotonees el conde pen- sando lo que era da vuelta para la gente , la cual ya esta- ba para arremeter á los moros, y aunque los moros de caballo estaban salvos, los peones libraban muy mal; se ponen todos en huida, y como el cristiano que es dicho, que escapó muy mal herido debajo de tos muertos, sintió que los moros estaban algo desviados, sálese paso á paso, y muy cojo de las heridas que traia, echándose y llevan- tándose , viene hacia la marina donde estaba la gente , y como viesen ansí venir de lejos, estaban en diferencia, si ora moro ó cristiano , y en este letigio estuvieron hasta

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que algo se acercó, que fué entúitces el coronel ya (IícÍkI Diego de Valencia con algunos compañeros y le preguoia-' ron que como venia ansí , y él te dijo lo que hobia acaes- cido, y ansi se vienen con el herido donde estaba la gen- te , y allí el mismo coronel llama ua fraile de san Francis* co que el conde Iraia consigo llamado fray Hernando , y secretamente le cuenta lo que aquel herido decía. En esta sazón el conde era llegado donde la gente estaba , y el fraile se va para él y le hace relación de lo que pasaba. £1 condo por mejor informarse llama al herido y apártale , y pregúntale de que manera ó & que hora habia acaeacido ton gran desdicha, é informado con mucha tristeza el con' de se va bacía la marina donde está la gente , y manda que luego se emh^uen, sin decir ninguna cosa de lo que habia acaeseído , aunque no habia menester de lo de' cir pues todos conoscian lo que era , pues á todos mandu* ha embarcar sin los que en la isla quedaban.

Otro dia por la mañana el conde mandó ó un coronel llamado D. Diego Pacheco , que salga en tierra con media docena de compañeros, y puestas sus atalayas vaya y vea tan gran desastre de muertos, que seria mas de cuatro-^ cientos y cincuenta ; el cual ido ios halló todos muertos y se volvió, y el conde quisiera salir mucho de aquellos bu' jios con todas sus naos y hacerse á la veta , salvo que los dos coroneles que habiun ido á Cecilia por bastimientos no eran venií^s , y como la mayor parte de la nescesidaJ que habia en la armada era de ogua , itivja á un coronel llamado Samaniego hacer agua , el cual la hizo en una ibla con la .voluntad de los moros, mas no fue tanto que no es- tovimos en tanta ncsccsidad, que acacscíó en una nao don- de iban los enfermos, cti un día echar á la mar cuarenta [>or fiílta de agua , aunque de comer no hñbía mucha so-

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bra, porque ninguna cosa lenia para regirse; y Vienilo esto el conde mandó hacer vela paro ir á biucar agua don- de quiera que se hollase , aunque fuese en tierra tnuy pe< ligrosa de moros, y llama á un coronel Francisco Marques. y mándale que se qued« allí , hasta que los dos cúronelea vengan de Gicilia. y venidos que él y ellos se vayan á los Gelves y estén surtos en derecho del castillo , y le esperen allí, y dicho esto se vá; y quedado e) coronel estuvo espe< rando allí , los dias que el conde le habia mandado quo esperase, y como en aquellos diaa no vinleroD , el coronel hace vela y se va al castillo de los Gelves , y como sui^ió y fué visto de los Gelves, el jeque de los Gelves mandó luego un esquife con tres moros y una bandera de seguro, y que sepan quien es el que viene en aquella nao, y que quiere ó que busca. Los cristianos de la nao como vieron venir los moros en su batellejo , les dan seguro , y Jes dicen que se alleguen á la orla de la nao para ver lo que quieren, y llegados dicen por una lengua que con ellos iba , que le llamasen al capitán de la nao ; entonces al coronel se para al borde de la nao , y la lengua que los moros llevaban les dijo las palabras seguientes: Mi señor el jeque de los Gel- ves me invia á tí, para que me digas quien eres, ó que buscas por aquí, y que si tienen necesidad de algún bas- timiento de pan , ó agua , ó de otra alguna cosa que haya en su isla , qQe se lo invíes á decir , que él te mandara proverde todo lo que hubieres menester ^ara tu nao ó gentes. El coronel le respondió, qiie él podia decir al je- que, que él era un criado del conde Pedro Navarro, ca~ pitan del Rey de España . que le andaba ó buscar, y que él había ido allí con pensamiento que se hallaría en aquel lugar ; y que cuanto á loque decía de los baslimientos. que él traia , y aun sobrados todo lo que habia menester para

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toda su genie , y sabia Dios In vcnlad. £1 moro le dijo qué por allí habían pasado ciertas naos , cinco ó seis días ha- bia , que debiera ser et conde . j esto dicho el moro se vo con la respuesta i y dende á cuatro ó clocó días el mesmo inoro vuelve coo un presente de pao blanco y azan&honagí y dice al coronel : El jeque mi señor te ínvía este presente y querría mucho saber cuando el conde viniese para invia- lie una carta. El coronel le dijo que cuando viesen tornar las naos que por alli pasanni q«e en ella venia el conde i que entonces podían venir, y qlw si cartas trajiesen que viniesen al mismo coronel, que él se- las daria, y con esto el moro se decidió y el coronel estuvo allí hasta que'el conde vino.

Hecho e! conde á la vela, ansí como dicho es, y salido de los bajíos da los Querquenes , toma la vía de los Gel- ves. y ansí como aborrido, viendo la gente perescer de sed costa á costa , no hallando-disposición para poder sur* gir y tomar agua, se va basto que llegó á Trípol el Viejo» que es diez leguas de Trípol de Berberís , y llegados sur* gen y echan muy bien sus anclas , y manda llamar al al* mirante de la mar, llamado Posiunde, que tome los ala^ barderos , y alguna de ta otra gente , y salga en lierray y puestas sus atalayas sepa por allí hay agua, para que luego la gente se provea de beber. El almirante luego sale en tierra, y como no parescia moro, incfae cuatro botas de agua muy presto, y vuélvese y reparte el agua por toda la gente , y ansí se sustentaron todo oque! din. Por la mañana tornó á salir el mismo almirante . y como loa moros habían visto el dia óntes salir los cristianos y ha' cer agua , pensaron en que la gente tenia necesidad de agua , y que no habian podido el dia antes meter en ton pe co espacio mucha agua, y como quiera que ellos sabían do

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lus c(uc hubiaii mucrlo en los Qucrqucoes , pensando en si oalos vienen desbaraiados do tos Querquenes, y troeD mu- cha necesidad de agua, agora tenemos tiempo de acá- ballw de destruir, de manera que allí cerca donde et almirante habla hecho el agua, se hacia una quebrada á manera de vallecJco , y aquella noche se ponen los moros en celada en et misino valle, y como vieron la gente en tierra eatánse callando, sin parescer ninguno. Los cristianos habían puesto sus atalaya» luego de mañana, y mírarun por una parte y por otra, y como los moros estaban eu celada de antenoche , y estaban sosegados , nunca los cris-' titmos vieron moro ninguno, de manera que yendo los cristianos muy apercibidos, y sobre el aviso, comienzan á seguir ta vía de los pozos, y como Dios no era ya ser- vido que mas desdichas acaesciesen por nosotros, como los moros vieron Jr á los cristianos hacia los pozos , uo quiso Dios dalles sufrimiento , para no descubrirse , y ansí salen y arremeten con un alarido que no páresela sino que toda la Berbería estaba allí ; mas como los cristianos esta- ban cerca de la marina y de los bateles, dan vuelta muy presto y echánse á la mar , y métanse en los bateles , y los^moros en la marina echaban la arena hacia riba, y escarbaban con los pies bócia tras, y los cristianos en los bateles, desafiaban y maltrataban de palabra los unos á tos otros ; y onsí Dios escapó á tos cristianos . que si los moros estuvieran sin descubrirse hasta que los cristianos llegaran á los pozos, y comenzaran á beber, ninguno es- capara de ellos , por ser los moros mos de trecientos y los cristianos no mas de treinta , y an^ se fué el almirante á decir al conde todo lo que habla jiusado, y toda la otr.i gente se quedó en los bateles hasta que la gente que es- taba en tas naos vino , porque entonces el conde oyó lo

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que pasaba , y manda que luego á la liora loda la gente ■alga en lierra . y que saquen todas las botos que había en las naos para hacer ngaa , y salidos en tierra , luegu los moros vienen á los pozos. El conde manda ordenar In genle en un escuadrón, que serian hasta mil) hombres, y él se va en un bei^antin hacia la punta á descobrir la ce- lada de loa moros ; onsimismo deja mandado que cuando él haga una cierta señal , que todos airemetan á los mo- ros, y si no la hiciere que estén quedos. Con este concier- to estando los cristianos muy apercibidos y hecha su orS' cion , como es costumbre hacer cuando quieren dar bata- lla , y hecha el conde la señal que arremetan , haciendo cuenta que los moros eran pocos, y que aunque alguno» crístionos matasen , era mejor que no todos muriesen cu las naos por no tener agua , y pensando esto plugo á nues- tro Señor que ninguno peligró, porque como ellos arreme- tieron luego, los moros se ponen en huida, sin parar en gran ti-echo de tierra, entonces los cristianos tomaron los pozos y bebieron , y esforzaron y comenzaron hacer foyos con las manos , para mas presto IiaCer agua , é traídas las botas el conde manda que se priesa á hacer agua, avi- sándoles que el que hasta la tai'de no hubiese hecho agua la que había menester , que se quedaría sin ella , y de esta manera s^ dieron tanta prisa que cuando vino hora de vísperas , lodos tenían hecha el agua que habían me- nester y puesta en las naos , y ansí embarcaron ; y luegu otro dia por la mañana nos hicimos á la vela y nos tor- oamos á los Gelves; y porque el tiempo era griego levan- te y recio, no nos podimos detener tanto que no pasáse- mos gran ralo del castillo de los Gelves hacía la parle de ios Querquenes , y allí surgió el conde con las naos quu consigo llevaba.

Tomo XXV. 30

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Llegada el conde á los Getves, como los moros Iotíc* sen , luego tos tres'que antes habían veaido . se van á lo nao del coronel Francisco Marques con una caria que inviaba el jeque, y pan blanco y acenorias al conde. El coronel toma un bei^anlin y váse para la nao del conde, y date la carta y el presente en secreto , y también por- que venía en letra y lengua arábiga , y de esta caria lo mas que se pudo saber de ella , era que el jeque inviaba á decir al conde , como ya él babia visto , como había ^ido desbaratado , y ansímismo que él creía , como el conde habría oído, qué^ntras huestes de gentes hablan sido des- baratadas de los moros de aquella isla , por tanto que di- jese lo que por allí buscaba , que si tenia alguna nescesí- dad de baslimientos ó agua , que como creía que la tenía, pues que venia desbaratado de los Querquenea á causa de tomar agua , quét se le mandaría proveer de todo lo que hubiese en su isla ; que en lo demás bien sabia quel Rey de España era et mayor señtH* que había por la mar del mundo , y que por esto él no le podía defender que anduviese y pasase por la mar donde quisiese ; pero que si se quisiese poner á tomalle la isla , que la había de de- fender como siempre había hecho. Leída la carta el conde rióse , y aquel día mesmo estando comiendo á la mesa con Unos caballeros , no queriendo el conde comer el pan que le habla inviado el jeque , dijo estas palabras: no quiero comer este pan porque este jeque es muy gran traidor y alevoso; y esto digo porque teniendo dos hermanos, y un día invíó llonar el mayor de ellos, y sin ninguna cabsa le cortó la cabeza , y luego inviado á llamar el otro , y mos- tróle el muerto para ver lo que hiciera, determinado si el menor sentimiento del mundo le viera hacer, matalto, y ansí el conde nunca quiso comer e) pan ; pero luego los

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otros trabaron del á la mesa y lo comieron. Ansí estuvi- mos aquel dio con muy mal tiempo ; y otro dia por \n mañana eslAndo segaros Vienen tres cárabos de moros que Tenían del poniente de la cíbdad de Túnez , los cuales venían cargados de aceite, y como el tiempo era poniente lebecho, cotno asomaron á vista del armada, no podie- ron dar vuelta , y luego meten á Yerno y á vela , y mé- tense por medio de las naos , y pasaron muy presto junin donde estaba la nao de Francisco Marques, coronel, y ca- íanse muy presto. Los que estaban en las naos, como los vieron venir derecho á ellos pensaron que eran navios de la armada, hasta que fueroh pasados que reconosoieron los cárabos, y de presto va Un bergantin á vela y á remo y alcanzan el uno t y embiste con él , é como les moros eran pocos y sin armas, luego los tomaron, y atan cinco moros que habla dentro y traen el cárabo arrojo (1) has- ta donde estaba úl conde , y ansí con mucha pena y nes- cesidad de vituallas estuvimos allí hasta el sábado i 5 de marzo que llegó una nao de un vizcaíno llamado Juan de Armendi, que venia de Cecilia cateada de vituallas. Con la venida de esta nao él conde y cuantos en la armada es- taban, hedieron mucho placer, lo uno por ser el dueño della muy bnen hombre , y de muy buena ánima , y por ser acepto al servicio del conde, porque pensaron ser per- didos cuando vino la fortuna, cuando salimos de Tripol, y lo otro porque como la nao era de decientes toneles ve- nia muy cateada, ansí de vituallas del Rey, como de otros mercaderes. En esto nao venían dos caballeros, el uno llamado Diego de Quiñones, natural de Valladolíd, y

(!) Debe decir á jorro.

Hm» if Nn«rrti«.

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p\ olro llamailo Francisco Tetlo, natural de Sevilla, y am siinesino cinco ca{)¡tanes y otros hombres de bien que st¡ habían embarcado en Palermo y en Trápana. Traia la nao dos mili y quinientos quintales de bizcocho, cien botas de muy buen vino, y mucho pan fresco, y mucha harina, y carne salada , quinientas gallinas , muchas botas de sar- dina arenque, muchos rodábalos, mucha fruía y muy buena , ansí manzanas como granadas , mucho higo , mu- cha pasa , almendra , mucha azúcar , ansímismo muchos cardos , rábanos , lechugas , cebollas , ojos , nueces , avo' llanas, miel, vinagre, aceite, y de cuanto se podiese hallar en la mas proveida cibdad del munilo ; y ansí esto- vimos surtos allí un día y una noche. Otro din domingo nos llevanlamos y tornamos á surgir unn legua de allí ha- cia los secanos de los Querquenes , y esto á causa que las naos se juntasen que esiabao divididas las unas de las otras , no podiendo hacer mas á causa de ser el tiempo muy fuerte , y alh estovimos surtos hasta que el miérco- les seguiente, que se contaron 19 de marzo , nos partimos de allí y con mucha fortuna de poniente lebeche. Sábado siguiente, que se contaron 22 del mes, llegames á la isla de la Lampadosa, y era tanta la fortuna de la mar y del viento que se cayó á la noar un grumete , y nunca lo pe- dieron tomar, y ansí algunas naos surgieron á la boca del puerto , y otras no podiendo arribar se pasaron de lai^o, y no se pedieron sostener hasta que llegaron á Trípol de Berbería , y los naos qite estaban surt¡is i;staban en punto de hacerse lo mismo , y ansí estuvimos allí con mucho peligro , basta otro dia domingo que con tiempo Je medio jorno hicimos a la vela vía de Cicilia , y luego olro dia nos volvió tiempo contrarío de tiempo traniontana, la cual vino con tan grandísima fortuna que apenas podíamos

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tomar la isla ile Cecilia ; mas todavía plugo á nuestro Se- ñor qtie surgimos la costa do Mazara , que es un lugar onatro teguas de Trápana , y una legua de la isla de la Fagañana , y allí estuvimos hasta martes 25 del mes, día de la Anunciación de nuestra Señora, que abonó la mar, y nos metimos en el puerto de la isla Faguñana , y estan- do allí viernes y sábado siguiente 30 del mes se metió tanta fortuna de griego llevante, que ocho naos que esta- ban en el puerto dieron al tr&vcs y salieron del puerto, y plugo á nuestro Señor que ninguna peligró, salvo un galeón que estaba muy cargado de gente , y le trabucó la fortuna , y fuese á fondo con toda la gente , sin poderse escapar ninguno , que serian hasta cien personas , y las otras naos que salieron del puerto tiraron á Ñápeles sin poder ser remediados, porque la fortuna era tal que las que quedaron en el puerto se pensaron hundir, y esto porque cada vez que venia la ola , metía por cima de lo descollado de la nao cuatro botas de agua , y ansí plugo á nuestra Señora que otro día amansó la fortuna de la mar. Puédese muy bíeo decir que este invierno del año de once se perdieron muchos navios navegando , y que fué el año mas cruel en la mar de cuantos mucho tiempo han sido , porque estando surtos muchos navios en los puertos peresoian muchos, especial hacia la parle de lle- vante , porque vino de cierto por carta á Cecilia , que solo en el golfo de Venecia se habían perdido 325 navios desde principio de enero hasta en fín de febrero , y es- tos de los que alcanzaban á saber, sin otros muchos que no venían á noticia de ningunos, ansimesmo otros mu- chos que se perdieron en los puertos, unos sobre las amar- ras , trabucándose otros á la vela , iban parar á Turquía o á Berbería ; c ansimesmo á cuatro dios do enero se per-

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dieron cuatro galeazas de veDecianos que venían de Ge- nova del socorro del Papa ; ansitnesmo en el puerto de Palermo se perdieron muchos navios , y no menos en el ¡uierto de Trápana , y por otrait muchas parles que no te supieron.

Llegados , como dicho es , á la Fagoñaoa con 25 navios, entre grandes y pequeútw, y con tres mil hombres, dende á poco se re- cogieron y vinieron á Cecilia otros dos mili y quinientos hombrea de los que habían queda- do allí del desbarato de los G^ves , ansimis- mo vinieron ciento y cincuenta sardos que trajo un capitán de la isla de Gerdeña . y ansí los que allí estaban como los que después vi- nieron , todos muy bien proveídos de muchos bastimíentos que e) visorey de Cecilia invift- nm; ba; y luego a 27 do marzo jueves siguiente el conde invió un coronel á Ñapóles para que hiciese gente , y luego el día de Pascua de Resureocion, que se contaron 20 de abril, el conde mandó ir todas las naos de la armada á Ñápeles para traer vituallas y gente de á caballo y otras cosas pertenecientes á la ar- mada, porque entonces de cierto se decia que el Rey nuestro señor pasaba en aquellas par- tes de Berbería , y con esta fama en Cecilia y en todos sus puertos estaban juntas y aper- cibidas muchas naos ; ansimesmo en Nápotes se habían juntado mas de cincuenta naos de dos gavias , y mas de otras tantas velas pe- queñas, y todas á punto, muy calafateadas é muy enjarciadas y pintadas , y bocbos los

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alQDques ó lugares donde habían de ir los caballos, y ansí estovieron en el puerto , hasta que vino nueva quel Rey mandaba sobreser la armada , y esto se supo en Ña- póles á quince dias del mes de junio. A esta sazón se sonó que el Rey de Francia habia inviado á Bolonia quinientas lanzas gruesas, de lo cual toda la gente hubo mucho pe- sar . porque mas quisieran ir en Berbería que no en Bo- lonia, contra cristianos; y en todo este tiempo el conde estaba con su gente en la isla de ta Faguñana, hasta jue- ves 18 de junio que se hizo á la Vela con toda la gente por mandado del Bey nuestro señor, y fué lunes vigilia de San Juan, que se contaron 24 de junio , á surgir cinco leguas de Ñapóles, cerca de Prizoli, que lloman la bahía, {donde el vísorey de Ñápeles en sabiendo su venida , lue- go otro dia, día de San Juan, se fué para allá con dos ga- leras, y allegados estuvo hablando con el conde la mayor parte de aquella noche , y luego otro dia se volvió á Ña- póles, y el conde se hizo á la vela con todas las naos, que serian basta 25 navios con grandes y pequeños, y hasta cinco mil) hombres , y se fué á surgir á una isla llamada Gapri , que llaman á fsicj las Bocas, 30 millas de Ñapóles. Esta es una isla muy fresca, de mucha arboleda, de muchas frutas y viñas, tiene poca agua, tiene de rue- do de tierra 20 millas . tiene un lugar á la parte de grie- go llevante do cuatrocientos vecinos, muy cercado y torreado hacia el poniente maestro , y de la otra parte peña tajada y la mar ; ansimísmo tiene un castillo muy fuerte cercado. Hay en este lugar un monesterio de cartu- jos, que tiene de renta cinco mili ducados, y en este mones- terio está el brozo de Santiago el Menor con otras muchas reliquias ; hay ansimismo en esta isla otro lugar de hasta cincuenta vecinos á la parte del poniente maestro, qne

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568 no liene adarve ni mnralla. Hay entre estos dos lugares tina iglesia colegial, llamada san Coslantíno, donde se dice oslar el cuerpo do! santo y celebran su mesma fiesta á (|uince de mayo : esta iglesia es cabeza de obispado , y tiene de renta el obispado delta cuarenta ducados, y estos de recta de codornices que so tomón en esta isla infinitas <!»ando pasan de paso , y ansí [puchos viven de lomar co- dornices, y Itévonlas á vender á Ñapóles.

Llegada la gente ala isla de Capri, otro dia de san Juan, r^ne se contaron 37 de junio, luego el visorey de Mápoles etivta baslimientos, ansí de pan é vino, como carne y atún salado, y de todas las otras vituallas tan abundantemente, que después de repartidos por los capitanes y por toda la gente , los dejaban por la marina , muy sobrados que no los podian comer, de manera que la mucha abundancia de lo que aquí nos daban, suplían te mucha nescesidad que ¿nles habíamos pasado , y ansí en pocos días la gente se remedió y tornó en que páresela no haber padetcido ninguna necesidad ; y como el conde viese que la gente estaba tornada en sus fuerzas, salvo que estaban muy' dcslrozadoB de vestidos , mayormente los que habían es- lado en la isla de la Lampadosa , envía un mayordomo suyo á Ñapóles, y manda traer, para los que estaban mas destrozados , calzas, y camisas , y gorras, y zapatos , y ha- celo repartir de manera , que con esto y con el buen man- tenimiento estaban muy contentos y alegres. Y en este tiempo como la pasada del Rey nuestro señor en Berber ría fué tan sonada por toda Italia , había mucha gente de guerra, toda española, por tas comarcas de Roma y de Ñápeles, ansimismo muchos que esloban sobre Bolonia en el campo del Papa , y otros que estaban con el duque do Ferrara. Sabida la pucva que ol Rey pasabo, se to-

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nian á la ciLtlad de Ñapóles, de manera, qac en pocos dias habinn recogido en la cibdad sobre cuatro mili hom- bres de ¡pierro, y recogidos el coronel ya dicho, que et conde babia inviada á la isla de la Faguñana, llamado Joa- nes de Arriaga, y otro coronel llamado Artiela, el cual ansímismo el conde habia inviado hacer gente , y otros muchos capitanes, lodos comenzaron hacer de aquella gen- te, y como quiera que }a gente estaba muy destrozada y pobre, ansí la que venia de Bolonia, qse se babia baila* do en la rota del Papa , á cansa que todos fueron robados de los villanos, como los que babian estado en el campo del duque de Ferrara, que «ra capitán del Rey de Fran* cia, á los cuales por no querer estar en campo, les quitaban cuanto tenisn ; y de esta causa todos asentaban con aquellos coroneles y capitanes , por solo que tes die- sen de comer, y de esta causa los coroneles y capitanes en pocos días gastaron tan largamente con los compañe- ros , que ya ni tenían para ni para ellos ; y estando en esta necesidad , acordaron los coroneles de ir al vísorey á le suplicar, que pues aquelh gente estaba allí en servicio del Roy nuestro señor , como á. sti señoría era muy noto- río, y ellos habían gastado cuanto tenían con ellos, y de esta cabsa, ni ellos tenian para ni para los otros; por tanto que le suplicaban les mandase dar algún socorro para que comiesen , ó si no que les diesen licencia , que ellos tos llevarían donde les pagasen y tuviesen que comer. El visorey tes respondió que él do tenia mandamiento ni comisión de Su Alteza para dalles ninguna cosa, pero hasta en tanto que él hacia correo al Rey , él mandaría dar á cada uno para comer cada día un armentilina, que son cin- co tornesca de Ñapólos ó ocho mrs. y medio de Casti- lla , y ansí con cslo estuvieron hasta domingo, que se con*

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laron tres de agosto , que como quiera que Ñápeles ile cada dia mas se poblase de geute , por la fama ya dicha, y las vituallas se encarescieseo , y los soldados viesen que no se podían mantener , domingo dicho se juntó la mayor parle de los soldados y se anlea fuera de la ciudad hacia nuestra Señora de Pie de Brota fsicj, que es media legua de Ñapóles, y juntos allí entran medio por fuerza en el mo- neslerio, y loman una bandera, y allí se juntan todos con intención de salir fuera y robar y saquear cuantos laga- res hallasen , por donde quiera que fuesen , y lodos jun- tos hácense un escuadrón y comienzan á caminar , y como quiera que habían de salir por una bruta fsicJ ó cueva que dura mas de una milla debajo de tierra . y la cual tie- ne el lai^or que dicho es, y de ancho que pueden ir dos carretas juntas , sin que la una llegue á la otra , y esta cueva dicen haber hecho Virgilio , y ansí caminan- do por la cueva los villanos de los lugares cercanos de Ñapóles, como supieron que los españoles eran amoti- nados, júntanse mochos dellos y vienen muy armados y tómanles la salida de la cueva , y allí comenzaron ¿ defendelles la salida; y como los españoles viesen aque- llo , provocados á mucho enojo , matan tres ó cuatro yi- llanos, y salen fuera de la cueva y comienzan á entrar en unas tabernas que atli esloban , y beben y derraman tres ó cuatro bolas de vino, y roban cuanto hallan. Y sabi- do esto por el visorey cabalga con algunos caballeros y gen- tiles hombres y varones que allí se hallaron , y váse para donde eslaha la gente, y antes que llegase á ellos les en- vía ¿ decir con un caballero, que se maravillaba mu- cho dellos haberse amotinado ; que pura que lo hacían, pues que él estaba allí, á quien podían ¿ntes decir algo querían ; y díjoles otras cosas de mucho ruego ; mas ellos

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como vieron venir al eabatlero y acabó de decir lo que era mandado , no quisieron que allí esloviese , mas uiu; crudomeule caladas las picas arremeten para él , y entón* ues él se relrajo é se volvió donde estaba el visorey ; ó visto eeto el visorey invía un escudero suyo á decílles que si habrian por bueno que él mismo fuese allá á hablalles: olios dijeron que fíiese, mas que no llevase ninguno con- sigo , sino que fuese solo ; entonces el visorey se va para allá CMi cuatro de caballo, y métese en medio dellos, y díjoles: Hijos y hermanos mies jqué es lo que vosotros pedisF ¿por qué liaheis hecho estof Ellos respondieron que estaban perdidos y muertos de hambre, y que pues no les daban lo que habian menester , que les dejase ii* á sus aventuras. £1 visorey entonces respondió muy man- samente: Pues hermanos, ya veis y sabéis que el correo que inviado al Rey mi señor , no es venido para que vos- otros tengáis razón de quejaros de ; pero volveos á la cibdad , que yo os doy Is de caballero de mañana en todo el dia haceros dar cada quince carlíos. para un mes, que vale cada carlie treinta maravedís , hasta tanto qud el Rey me mande lo que tengo de bacer de vosotros : y dicho esto , ellos todos dicen que con aquella seguridad ellos se volverían con él. El visorey les dijo que cumpli- rá lo que tenia prometido : entonces toda la gente se vueU ve hasta la ciudad con él , y luego otro dia hizo reseña y pagó toda la gente á quince carlíea.

Sabido en la isla de Capri , luego otro dia martes, como la gente que estaba en Ñápeles se babia amotinado, y habian rescibido pagua á quince carlíes la misma no- che que esto supieron todos, se alborotaron diciendo, que se querían amotinar para pasarse á Ñápeles ; mas co- mo quiera que au deseo no hubo efecto , lu^o en la ma-

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nana ol conde maiidó á los coronóles que cada uno por juntase toda ta gente en los mismos cuarteles ó estancias, y juntos todos , cada coronelía por va el mismo conde á la una gente, y después á la otra, haciéndoles un razona- miento . diciendo : que se maravillaba mucho de'llos que- rerse poner en to que intentaban ; que les rogaba que cada uno por desde el mayor al menor le dijese la queja que del tenían ; que ninguno loviese empacho , ni vergüenza, ni temor. A esto respondieron algunos que habían in* tentado aquello era porque habían dada pitga en Ñapóles, y á ellos qud en tanta neacesidad y peligro de las vidas se habitin puesto , siguiendo á su señoría por hi mar y por las islas descalzos, y desnudos y muertos de ;hambre. y liabíendo pasado esto por servioio de Dios y de su señoría, los tenían en menos que los que estaban en Ñapóles, que no se habían hallado en tantos peligros , que lo sentían á mucha afrenta. El conde les respondió quo aun á él nin- guno detlos le habla fecho saber ni dicho que á los de Ñápeles habían pagado , que si él to supiera , y él no Itu hobiera remediado, entonces tovieran mucha razón de hacer lo que hacían ; mas que pues ansí era , no se escan- dalizasen, que él les daba su fe de caballero quél les daría tanto y algo mas que á los do Ñapóles ; y dicho esto á lo- dos, luego aquel día torna á inviará su mayordomo para que de todos supiese lo que mas querían de comer y al- gunos dineros, ó que les diesen dineros solos, y todos es- cogieron que mas querían dineros solos. El conde tomó luego una galera y se va á Nópoles , y vuelve otro día jue- ves en la larde, y luego otro día viernes manda hacer alarde general, y luego les pagó á quince carlines.

Rescibida la pagua estaban todos muy contentos y muy alegres. En esto medio tiempo ya se sonaba como ol Rey

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nuestro señor no pasaba en Derbcnn , y <]cs(a causa las naos que en el puerto. de Ñápeles eslaban llegadas, cada dia se ibaú pof su parte , y ansimismo se sonaba que to- doít los navios eslabaa embargados ea loa puertos de Es-^ l>aña y estaban despedidos, de manera que toda la gente española que estaba en Ñápeles , y la que estaba en la isla de Capri , estaban mas por fuerza que por grado. Había muchas sospechas y nuevas, y las mas ciertas que se creían era que babian de ir á Bolonia en favor del Papa , y esta tuvieron por mds cierta cuando vieron asomar por la mar el armada que el Rey nuestro señor inviaba , en la cuial armada había 55 naos gruesas con una galeaza del Pap8« las cuales parescieron domingo iO de agosto, enlí-e una isla Mamada Próxita y otra isla que estaba treinta millas de Ñapóles, y porque ya estaba mandado del visorey que se hiciese ansí , desembarcaron toda la infantería , que se- rian hasta dos mili hombres en una isla de aquellas dos, llamada Próxita, é toda la otra gente de cábíillo, que se- rían aietecientos ó ochoeienlos hombres de armas, y nuc vccientos ginetes mandaron ir á Ñapóles , y luego marte» siguiente, que se contaron 12 de agosto, se hicieron las naos á la vela coii la gente de caballo, y se fueron al puerto de Ñapóles. ¿Quién podrá decir el expender del ar< lillería, que dende los castillos de la cibdad, y dende las naos y galeras que estaban en el puerto , y las que iban se despedieron? los cuales eran tantos, que no parescia sino que la cibdad se hundía, y no solamente se oia en la eibdad , pero diez leguas alderredor se oían los tiros y se vían el ahumada, ansimesmo en la isla de Capri se oia, y so vela muy claramente, de lo cual era grandísima el ale' gria que la gente que estaba en la isla mostraba, y en se- ñal de mucho placer hicieron infínitas ahumadas en toda

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574 aquella noche , que no durmieron , sino ha- ciendo lianzas é bailes.

Allegados los navios al puerto de Ñápelos márles, que se contaron 12 de agosto, luego otro día miércoles desembarcaron todos tos caballos , y dieron sus aposentos á los hom- bres de armas y gipetes dentro de la cibdad, donde eran muy bien proveídos de todo lo necesario por sus dineros , é ansí era tanto el tráfago y multitud do'la gente que habia en la cibdad, que era cosa maravillosa. En este tiempo vino nueva de muy cierto quel Papa era muerto, ó que estaba para ello, y dende a pocos dios se supo que habia estado en con- clave con los cardonales y con el embajador de España « y como aquellos días el Papa no páreselo , pensaron y echaron fama en Boma que estaba enfermo, y junto con esto se sonó que eran paces entre el Rey de Francia y el Papa, porque el Rey nuestro señor habia en- tendido de los concertar ; de las cuales nue* vas fué sin comparación el alegría que la gen- te tomó , y mas el conde Pedro Navarro . y con estas nuevas jamas sosegaba, sino de la isla á Ñapóles al vísorey, y de la isla de Ca- pri á la isla de Próxita, donde estaba la in- fantería que habia ¡do de España con Carva- jal, y de esta manera nunca sosegaba.

Como á la sazón, que vino nueva de paz, el conde se hallase en Ñapóles con mas gozo que se puede decir, se va para la isla de Ca- pri , y sábado que se contaron 23 de agosto.

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mandó juntar lodos los coroneles y capitanes y toda la mas de la gente en un moncsterio que está en la misma isla , de orden de San Francisco , y díjoles : Señores y hermanos m¡os , quíéroos hacer saber unas nuevas de las cuales holgareis todos, y son que el Rey nuestro se- ñor ha concertado al Papa y a) Rey de Francia , ansí que ha placido á nuestro Señor de me oír, porque no es otro mi deseo ni pensamiento, sino de hacer gusrra á los enemigos de nuestra fé, y no ir contra cristianos, de manera que como yo haya suplicado muchas veces al Rey mi señor, que no habiendo nescesidad acá de mi, mo dejase ir en Berbería, y por mucha importunidad me ha dado licencia que en estos tres meses primeros yo haga lo que me parezca ; ansimismo me manda proveer de vituallas, y no como hasta aqui, sino muy abundosamen- te , y mándame dar hombres de armas y gineles los quo hubiese menester: por tanto os ruego que todos os esFor' ceis y estéis muy alegres y aparejados para cuando os lia* máre, que yo os doy mi palabra de os peñeren parto donde todos inchamos las manos si fuéredes para ello. Oido esto , algunos respondieron al cotide : Señor no hay nin' guno que no tenga gana y esté muy aparejado para ser-* vir á V. S. ; mas tememos que nos sean quitados los escl»' vos y ropa , como nos lo lomaron en Tripol. El conde res-> jiondió : Desde aqui os digo y mando que coronel ó ca-^ pilan se quisiese poner en tomaros lo vuestro , que lo ma' teis y os vengáis á mi, que yo os doy la de caballero de os defender ; y si por empacho ó por no poder no lo inaláredes , venios á , que - yo le daré tal castigo que cualquiera quede satisfecho. Entonces dijeron todos , que estaban aparejados para morir con él ; verdad es que siem' {ire tuvieron sospecha , que aquello que les decia de Ihü

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]inces , y de ir ú Berbería , era fingido, porque no se amo- tinasen , y porque estuviesen allí quedos.

No me paresce mucho inconveniente contar lo que en esta sazón acaescíó en la isla de Cecilia , en la cibdud de Palcrroo, y fué que estando Diego de Vera, capitán ge- neral de la artillería del Rey nuestro señor, en la misma ciudad con nuevecientos hombres de infantería, los cua- les babia traído de Tn'pol por no ser allá menester, los cuates ansí como llegaron al puerto desembarcaron en la misma cibdad, donde acaesció que miércoles 19 de agos- to estando la gente de Spaña reposando, que algo venia fatigada de la mar , fué movida una gran cuestión entre toa naturales de la ciudad y la ^enle española , y luego todos los de la cibdad se ponen en armas , y ansimi^mo la gente española, y no porque su intención fuese ofen- der i los de la ciudad , salvo para defenderse ; pero los ceciliaaos con gran crueldad , ansí como peiros regañan- do, con muchas escopetas y ballestas y lanzas comienzan á dar en los pocos de los nuestros > diciendo : muera , mue- ra la canalla perra española ; y como esto fuese en la plaza do la cibdad cerca del palacio del visorey , porque todos é los mas españoles posaban hacia atlí, y como fué oído y visto por el visorey y Diego de Vera salen cabalgando di- ciendo: pac, paz señores t no baya mas; y metiéndose entre ellos hace requerimiento de parte del Rey que cada uno que se fuese á su posada; mas aquella gente canina no lo teniendo en nada, cuanto mas el visorey les decía, mas se encendían contra los españoles ; é como esto víó Diego de Vera y el visorey , hacen retraer toda la gente hacia palacio , é viendo los cecilianos que no podían em- pecer á los que se habían retraído , repártense por las en- lies y otros por las huertas y viñas y por fuera de la eiu-

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dad , y cuantos españoles hallaban , todos los mataban y hacían pedazos , y se lavaban las caras y manos en ta san- gre, y á los que estaban en las huertas sin sospecha , j por los mesones, mujeres y niños y hombrea, cuantos topaban, los mataban y echaban por las ventanas , y no solo á los españoles que entonces vinieron , mas aun á los que había veinte años que eran moradores en la ciudad : otros sa iban por los hospitales, y á los españoles que estaban en- fermos en las camas los mataban . basta las criaturas que mataban con sus madres, diciendo: muera la canalla de España. Y estando un capitán gallego con treinta hombres retraído en una casa áe Audiencia, que está junto á ios pa^ lacios del visorey , y allí se defendían tan bravamente que nanea les podian entrar, sale un caballero ceciliano y llama al capitán y dicele que él le da palabra de caballe- ro que no haya miedo sino qne salga él y los suyos, que no haya miedo, y como ya el capitán quisiese salir, dí- cenle que no haya miedo, que él y los suyos dejen las armas, y ellos las dejaron pensando quejos cecilianos lo hacían por asegurar sus personas , y por tomalle las ar- mas solamente; y como los cecilianos los vieron dejadas las armas , comienzan á matar en ellos y hacelles tajadas los miembros, lavándose las manos en su sai^p'e , inovan- do mili maneras de crueldad que nunca fué visto ni oído entre bárbaros, ni judíos, ni moros, ni turcos; y como esto hiciesen junto al palacio del visorey donde estaba Diego de Vera con toda la otra gente, vida (1) tan gran crueldad. llorando á grandes voces decía Diego de Vera : Señor viso- rey, porque nos tenéis aquí encerrados y consentís que

(1] Vot villa.

Nota de Niisirclc.

Tomo XXV. 37

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tanta vruel Jad Ee haga por no nos dejar salir ? que de olni manera, ó todos habíamos de morir, ó no se haría en aque- llos pecadores. Y llorando decía: ;0 hijos míos! como os veff morir y no os ptiedo valer ! Y estando ansí llorando arma una eBCOpeta , aunque ya estaba herido de una pedrada en las narices que le habían dado cuando metía paz , y encara con la escopeta, tira, y ansimísmo los soldados como estaban en lo alto de la casa, comienzan á quitar sillares y piedras de tas paredes y echar abajo; los ceci- lianos viendo esto , van á la casa de la munición y traen una pieza de artillería armada con su pólvora , aunque algunos quisieron decir que no llevaba pólvora , y ansí la tiran á la casa donde estaba la -gente , y como esto vio, sale el visorey á caballo, y con requerimientos y ruegos, quiso nuestro Señor de no dar mas lugar á su crueldad, y ansí de poco en poco se mitigó la gente. Entonces man- dó el visorey á loe suyos, de quien mas él se fiaba, que fuesen armados por todas las calles , y en las casas, ó igle- sias, ó monestetíos donde supiesen que había españoles, los sacasen y llevasen á una fortaleza que hay en hi mis- ma cibdad junto á la marina, ó los llevasen' acompañán- dolos al palacio , y de esta manera se recogieron algunos que lee tomó la voz en algunas casas de hombres de bue- na conciencia que eran aGcionados á nuestra nación , y los escondían doliéndose de ellos, y estos como les. tomaba la voz en alguna casa, no tenían otro remedio sino horadar las paredes por los lechos , y de tejado en tejado irse á los moneslerios , y no porque en lodos los monesterios los quisiesen rescibir, que monesterio hubo donde los mismos frailes repicaban las campanas para que la gente de la cibdad saliese toda al rebato ; y ansí recogida alguna gen- te de hombres y mujeres , y puestos en seguro , luego el

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visorey les mandó embarcar y se van á Ñapóles; aunque como el conde esluviose en Capri . y los capitanes que esta gente llevoban fuesen avisados desde Palermo , que echasen esla gente en la dicha isla donde estaba el con- de : dos ó Ires naos en que esta gente iba surgieron en la isla , y echaron la gente en tieira , y la otra gente que iba en las tres naos , viendo que ansimismo los querían echar en la isla , dijeron todos á tos marineros que juraban de dar con ellos á la mar, y ansi hicieron que los llevasen á Ñapóles, donde desembarcó toda la gente.

Pues es dicho de lo que acaesció en Gicilia , tornando .a donde antes estábamos, proseguiendo después quel conde les hizo el parlamento, estuvieron todos en mucho sosiego , dándoles todo lo que habían menester muy abun- dosamente. En este tiempo unos decían que habian d&ir á Bolonia, y otros que se esperaban cuarenta galeras de venecianos , é que hablan de ir en Genova , y de esta ma- nera había mucha confusión entre la gente; mas el conde que mas deseaba la ida de Berbería , de continuo estaba en el puerto de Ñapóles , que jamás salió de la galera si no fuese para negociar con el visorey , y luego se volvía á comer y dormir , y ansí estuvo en Ñápeles hasta que se embarcaron mas do cincuenta caballos ligeros y se bas- tecieron las naos que estaban en el puerto , y después de bastecidas se embarcaron en su nao llamada Mapreta , y con otras ocho naos gruesas so vino á la isla de Caprí, é al tiempo que allí llegó no eran venidas otras naos que de- jaba con gente en Nápotes, y ansí estuvo dende sábado 20 de setiembre que se juntaron allí hasta treinta navios , y este dia viernes estando toda la gente embarcada hizo tanta fortuna de tramontana que hasta otro dia sábado ninguno pudo salir ni entrar en las naos. En esta sazón

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580 Tino el mayordome del visorey de Mapolea en una galera, y luego el conde se embarcó en la mesma galera, y fué á Ñapóles, y otro día volvió y dende se comenzó á sonar que de cierto la gente iba á Bolonia^ y que el Papa le daba al conde para su gente seis pagas, y ansí estuvimos allí efpbarcados hasta el sába* do 4 de octubre que nos hicimos ó la veta con treinta navios y con seis mili hombres, y fui- mos otro dia domingo ¿ surgir cuatro leguas y media de Ñápeles a la isla de Próxíta , y luego ese otre día estando allí vinieron cinco naos caladas de gente y de bastimientos de Ñápeles, y el coronel Camundio (aic) con ellos, y entonces el conde otando que ninguno se de* sembarcase ni saliese en tierra ; y estando allí tunes y martes comenzó hacer mucho tiempo de levante , tanto y tan grande que en estos dos dias no podían entrar ni salir: luego lu- nes seguiente vino npa galera de Ñipóles, y el conde se embarcó en ella y fuá á Ñápeles, luego otro dia se volvió . y ansí estuvimos has- ta el miércoles, ocho del mes de otubre , y con buen tiempo nos hecímos á la vela ; y este mesmo dia nos volvió fortuna grande de mu- chas grupadas de viento y agn^, y con esta pena llegamos aquel mismo dia á la cibdad de Gaeta, que es veinte teguas de Ñápeles, y allí estuvo la gente toda en las naos sin des- embarcar hasta viernes seguiente, que se con- taron diez del dicho mes, y aquel din toda \fi gente desembarcó y puestos en ordeoanzft

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cada coroDelía por sí, fueron aposentar legua y media ó dos leguas de Gaeta, ¿ tres lugares llamados Hola. Imola y Castellón ; y aquel mismo día Tínieron tantoí de unos gusanos grandes de unas zancas y atas muy lar- gas qae veniao de hacia do iba la gente, y eran (antas y tan espesas que quitaban el sol, y turó el pasar de ea< las hasta la noche, que fué mas de cinco horas, de lo cual todos los de la misma tierra se maravillaban y decían que nunca tal habían visto. T allegadas las gentes y dadas sus posadas, los dias primeros sacaron muchos bastimienlos de bizcocho y vino y otras vituallas que las naos llevabaq pensando que íbamos á Berbería , y ansí esAivimos con ración de aquel bizcocho y vino y carne hosta lunes 30 de otabre que hicieron reseña general de toda la gente que había , y luego otro dia martes en la noche la mayor 'parte de la gente se amotinó, y ansí amotinados, juntos se fueron á la posada del conde , y como el conde sintió el ruido que traian, asomóse á la ventana de su posada, y muy mansamente les dijo , que es lo qne querían , y en-. tónces con mucho reposo le respondieron , que muy bien sabía su señoría que habían andado con él por la mar y por islas y en tierra do moros sirviéndole muy lealmente sin ninguna paga ni socorro , antes quitándoles loa coro- neles y capitanes lo que hahian habido , y agora, pues que estaban destrozados , querían que los pagasen. Entonces el conde viendo lo que decían ser justo, les respondió qne por cierto si él había mandado hacer alarde el día antes, era con intención de les pagar , por tanto que les rogaba que no se pusiesen en hacer ninguna desorden , que él les . daba su de otro día les hacer pagar, y ansí se hizo, que tomada la nómina de la gente que cada coronel había ha- llado en la reseña , daban á cada coronel tos dineros para

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que cada uno pagase su gente, los cuales pagaron aunque no tan enteramente que á muchos no dejaron sin ninguna paga ; y de esta causa la gente quedó no muy contenta. ansf porque no dieron mas de una paga de treinta carlies, como por la mncba gente que quedó sin paga ; y ansí se estovieron allí aposentados hasta martes veinte y ocho del mes de octubre que la gente comenzó á salir, mayormente de dos coronelías que se fueron á Ñápeles , porque no tes habían pagado^ para que allá los pagase el visorey, y toda la olra gente quedó allí hasta otro día que comenza- ron á salir , y caminaron la vía de los Santos , que es un lugar, sin Atber á donde iban , mas de cuanto decían que habían de irá Roma, ó ausentarse por algunos días, y con esta sospecha muchos ansí de los coroneles como de los capitanes enviaban toda su fardaje por la mar á Bo- ma , y ansimismo muchos de los soldados se iban dere- chos á Roma ; mas el embnjador de España como supo que dejaban el campo y se iban , les mandaba que luego á la hora todos salgan de Roma y se vayan donde estaba la gente . sino que hacia juramento de los hacer ahorcar á todos ; y viendo esto la gente; se iban de Roma á do es* taba todo el campo.

FIN DEL TOHO XXT.

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tNDIGE

DE LO CONTENIDO EN ESTE TOMO.

Heros (D- Martin de los)— Historia de Pedro Navarro . conde de Olívelo , general de in- fantería, marino é ingeniero 5

IVavarro (Pedro] V. Heros (D. Martin de los) Historia de conde de Olívelo, ge- neral de infaDteria , marino é ingeniero.

-• Su retrato y facsímile de su firma. ... 10

Dibujo de su sepulcro, que está en el convento de

Santa María to Nova de Ñapóles 400

Facsímile de una carta suya autógrafa 405

Documentos relativos á dicha Historia id.

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